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Al terminar cada año, siempre es bueno mirar atrás, ver cada peldaño que hemos avanzado
y evitar que esos baches que entorpecieron nuestro camino vuelvan a presentarse. Por
ello, es importante también ver las proyecciones y hacer un análisis de lo que se viene en
este 2022. En estos últimos meses, el uso de las herramientas tecnológicas en el
ecosistema digital para compras, pagos y hacer operaciones en general en el sistema
financiero se ha afianzado. Ya en el 2020, se dio un avance a pasos agigantados debido a
la pandemia, pero este año dicho incremento se ha consolidado. Hace poco se dio a
conocer el informe Panorama FinTech LATAM 2021-22, el cual indica que Perú se viene
perfilando como uno de los países más atractivos para la industria ‘fintech’ de la región,
gracias a la solidez de entes especializados en el sistema como el Banco Central de
Reserva o la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS). Al menos 10 ‘fintechs’
internacionales ya operan en el país y van en total 170 operando a la fecha. Ello sin duda
es un mensaje alentador, pues es un elemento fundamental para una mayor inclusión
financiera, dado que estos nuevos jugadores apuntan a una mayor digitalización de los
servicios financieros para el alto número de personas no incluidas, pero con muchos
avances en conectividad y uso del celular. Incluso, algunas de estas fintechs pueden ser
iniciativas de bancos y otros jugadores tradicionales, que ven la necesidad de innovar y
aprovechar las nuevas tecnologías, lo cual es una estupenda noticia para los
consumidores. Varias ‘fintechs’ están enfocadas en la banca digital. Por ejemplo, ahí
tenemos que continuar con normativas y procedimientos flexibles para promover
iniciativas como el ‘open banking’, que permitirá compartir data para mejorar la
experiencia y oferta de productos hacia los usuarios en el sistema, siempre con la
autorización de estos. La idea es poder iniciar también el proceso de crear una banca de
ecosistema abierto como ya lo están haciendo Brasil, México y Colombia. En el Perú,
debe verse como una oportunidad hacia la inclusión, buscando reducir los niveles de
informalidad y continuar en el camino hacia la digitalización; es decir, subirnos a esta ola
que ya está formándose. Sin duda, el open banking genera a la vez muchas preguntas, por
ejemplo, relacionadas con temas por la ciberseguridad y por la protección de los datos
personales. Es por ello que debemos ser conscientes de cumplir todos los pasos en la
implementación y con todas las medidas de protección para generar confianza en el
usuario al compartir datos o iniciar pagos. La confianza va de la mano con el desarrollo
y la inversión en herramientas adecuadas para que los protagonistas del ecosistema
financiero realicen sus operaciones en las plataformas y cuenten con la supervisión que
las instituciones responsables hagan de las mismas, como la SBS y otras autoridades,
como el Indecopi. En esa misma línea, no debemos dejar de lado a las pequeñas y
medianas empresas, que son los aliados más importantes para una mayor inclusión
financiera y también quienes más se pueden beneficiar. El método de pago vía tarjeta de
crédito o débito, el uso de billeteras y las transferencias digitales de persona a persona ya
es una constante cada vez más común en las transacciones de compras por internet y en
las presenciales, con lo cual el avance está dado, y queda en las instituciones
reguladoras brindar los marcos normativos que alienten estas iniciativas digitales, con
mayores beneficios para los comercios, facilitándoles las ventas y sus declaraciones de
impuestos, y permitiéndoles crecer. En cualquier caso, se debe evitar crear normativas
que restrinjan libertades de desarrollo empresarial, especialmente por el impacto
económico natural en tiempos de pandemia. Viene un nuevo año con desafíos nuevos.
Esperamos que la curva de la pandemia descienda para iniciar la recuperación económica
y anímica que requieren nuestras sociedades. Miremos el futuro con optimismo que ahora
estamos más y mejor preparados para desarrollar, acompañar o simplemente disfrutar de
nuevos emprendimientos surgidos de la capacidad de reinventarse e innovar y del
aprovechamiento de los desarrollos tecnológicos potenciados en este año que termina.