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111.2016: 127-148
Abstract. - In this comprehensive study on the toys of the Wichí - que citamos en su debido momento - o bien en
people, the first question is whether there exists a native concept trabajos comparativos. 1 Para suplir esta en las
of "toy." We are inclined towards a provisory affirmative answer:
Wichí's toys are all of the artifacts that constitute the referential
siguientes páginas presentamos una documentación
extension of the native terms laquyeq, latsithyawu, and Laqaitoj. abarcadora de los juguetes wichís y de los juegos
On the basis of this revised concept, and using data from our que con ellos se practican. 2
fieldwork, the study of museum objects, and an extensive bib- Los wichís, también conocidos como "matacos",
liographical research we describe over twenty categories of toys "guisnais", "noctenes" o "weenhayek", son más de
that the indigenous use - or used - during the life cycle. Finally,
we classify toys according to certain bundles of traits in order
45.000 individuos que hablan la lengua homónima
to malee intracultural generalizations. [Argentine, Mataguayan, (clasificada en la familia Mataco-mataguaya) y vi-
play, game, life cycle, ethnography, classification] ven en su mayoría en la región semiárida del Cha-
co Central (Fabre 2005 - Fig. 1). Lo que hoy co-
Rodrigo Montani, doctor en Letras de la Universidad Nacional nocemos como grupo étnico o pueblo wichí es un
de Córdoba, licenciado en Antropología de la Universidad Nacio- conjunto de comunidades forestales y periurbanas
nal de Rosario. Es investigador del Consejo de Investigaciones tradicionalmente caracterizadas como cazadoras-
Científicas y Técnicas de la Argentina. - Sus investigaciones se
centran en la lengua y la cultura material de los wichís del Cha-
recolectoras, que se estructura mediante redes de
co argentino. - Ha publicado artículos en revistas especializadas parentelas y carece de un poder político centrali-
tales como Journal of Ethnobiology, Indiana, Mundo de antes y zado (Alvarsson 1988; Palmer 2005). La distribu-
capítulos de libros. - Véase también Ja bibliografía. ción territorial de estas redes da lugar a importan-
tes y complejas variaciones regionales (Braunstein
María Eugenia Suárez, etnobióloga, doctora y licenciada en
2006), que sin duda también se manifiestan en el
Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires; docente
e investigadora en el Departamento de Biodiversidad y Biología ámbito de los juguetes. Por otro lado, sobra decir
Experimental y en el PROPLAME-PRHIDEB (CONICET-UBA) que los wichís no son ninguna excepción: están in-
de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de dicha Univer- sertos en la vorágine mercantil, política y cultural
sidad. Sus investigaciones y su trabajo de campo se centran en
la etnobotánica de los indígenas wichís del Chaco argentino y
tienen un fuerte enfoque etnográfico. - Ha publicado artículos Breda (1962); Cooper (1949); Magrassi, Berón y Radovich
en revistas especializadas tales como Joumal of Ethnobiology, (1984); Métraux (1946); Millán (1968); Nordenskiüld (1919,
Cando lle a, Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica, Bon- 1920); Palavecino (1933).
plandia y capítulos de libros. - Véase también la bibliografía. 2 Obviamente, los wichís conocen también una lista amplia,
abierta y cambiante de juegos sin juguetes, es decir, juegos
prominentemente corporales - corno las acrobacias, las ron-
das infantiles, la gallina ciega, la escondida, la popa, las ca-
A excepción de un artículo breve sobre los juegos rreras pedestres, de embolsados, de carretilla, de rana o de
de los wichís orientales de Raúl Martínez Crovetto nado. o los juegos del suri, del tigre y de la víbora - y juegos
esencialmente orales - como los chistes y las competencias
(1979), la información publicada sobre los juguetes de obscenidades. Aunque algo se ha escrito al respecto (Mar-
wichís es escasa, está desactualizada y se encuen- tínez Crovetto 1979; Millán 1968), estos juegos aguardan un
tra dispersa en la bibliografía etnográfica del grupo estudio pormenorizado.
128 Rodrigo Montani y María Eugenia Suárez
Salta@
Formosa /
@,/
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del mundo contemporáneo. 3 El cambio es innega- ción del Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti (de
ble y seguramente los juguetes wichís no son lo que aquí en más ME) de la Universidad de Buenos Aires
eran ni en el siglo XIX ni hace algunas décadas; sin (Argentina) 4 y realizamos una revisión exhaustiva
embargo, aunque también resulte una obviedad, de- del tema en la bibliografía.
bemos recordar que el patrimonio de juguetes que El artículo está organizado en cuatro secciones.
los propios wichís consideran como "tradicional" En la primera discutimos la categoría de "juguete"
no deja de ser el resultado de la invención, la copia y ensayamos una definición válida para los propios
y el intercambio. wichís. En la segunda presentamos una descripción
La variabilidad geográfica y temporal de la so- de los juguetes wichís en su contexto sociocultural.
ciedad wichí se ve reflejada en sus juguetes, y para Aunque por las limitaciones de espacio evitamos
poder abarcarla decidimos combinar tres fuentes expresamente la instancia comparativa, en esta sec-
documentales. En primer lugar, la información et- ción recurrimos a datos sobre otros pueblos cuando
nográfica y lexicográfica que presentamos es fruto son la única manera de iluminar el material que tra-
de los trabajos de campo que desarrollamos desde tamos. En la tercera sección discutimos la validez y
el año 2002 hasta la actualidad en los cinco barrios la utilidad de algunas clasificaciones de los juguetes
wichís del pueblo de Cnel. Juan Solá (estación Mo- descriptos. En la cuarta, finalmente, recapitulamos
rillo) - tres de ellos, anglicanos; dos, de confesio- los puntos más importantes del trabajo y dejamos
nes varias - y en la misión anglicana Los Baldes
- o en wichí: Qale-hi -, ambas localidades del de- 4 La mayoría de estos juguetes los recolectó Enrique Palave-
partamento Rivadavia de la provincia argentina de cino en la primera mitad del siglo XX (cf. Palavecino 1935),
Salta (Fig. 1). Pero además, estudiamos treinta y pero Jos datos en las fichas museográficas son exiguos. En el
siete juguetes wichís que forman parte de la colee- acápite correspondiente a cada juguete y en las figuras colo-
camos los números de inventario de los artefactos relevantes;
sólo queda sin citar la pieza 46687, que no pudimos interpre-
3 Alvarsson (1988); Arenas (2003); Dasso (1999); Leake tar. Vale aclarar que no revisamos las muñecas del ME, que
(2010); Palmer (2005). ya fueron objeto exclusivo de un artículo (Colazo 1969-70).
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 129
planteados algunas perspectivas para investigacio- laqaitoj. 6 El primero es el término que se escucha
nes futuras. con mayor frecuencia y es el derivado pacientivo
(mediante el sufijo -eq) del verbo iquy, "jugar" o
"travesear"; 7 además de referir a un "juguete" pue-
El concepto de "juguete' de nombrar al "juego" en tanto actividad. El segun-
do término es un compuesto formado, por un lado,
Cuando nos preguntamos qué es un "juguete", la por el verbo tatsitey - que también significa "ju-
respuesta intuitiva suele ser una funcional: es un ar- gar" o "travesear" - más un sufijo que aún no po-
tefacto, un objeto construido por el hombre, que sir- demos interpretar y, por el otro, por el sustantivo
ve para jugar. ¿Pero qué significa "jugar"? Una de -wu, que podemos glosar como "agente" o "encar-
las definiciones antropológicas consagradas dice, gado". Laqaitoj- a veces qaitoj, laqaytoj o qaytoj-
por ejemplo, que el juego es una actividad libre, inú- es de los tres el vocablo de alcance referencial más
til, experimentada como una fantasía por fuera de la restringido y de etimología más oscura, aunque su
vida cotidiana y, sin embargo, capaz de absorber al comportamiento morfosintáctico con respecto a la
jugador por completo (cf. Caillois 1986; Huizinga posesión nos hace creer que se trata de un tipo de
1949); otra, más concisa, asegura simplemente que compuestos formados por el clasificador posesi-
es un tipo particular de metacomunicación (Bateson vo neutro (qa) más un tema nominal (cf. Montani
1998). Ahora bien, en la tarea de la descripción et- 2012: 446-450).s
nográfica, definiciones de este tipo se enfrentan al La lengua es un subsistema particular de la ac-
menos con dos obstáculos. Primero, la noción de ju- ción social y el léxico, que es uno de sus compo-
guete o los conceptos de juego pertenecen a un pun- nentes, presenta una estructura jerárquica compleja,
to de vista externo - en el mejor de los casos, "éti- recursiva y, hasta cierto grado, fluida (Luque Du-
co" (Pike 1972) -y, aunque son la puerta de entrada rán 2001). Los tres conceptos verbales de "jugue-
de la descripción, a lo largo del texto veremos que te" que consignamos forman parte del léxico y en
los datos de la lengua y la información etnográfica consecuencia, los tres, juntos o por separado, defi-
nos obligan a revisarlos y adecuarlos a fin de captar nen clases hasta cierto punto permeables, tanto en lo
la especificidad del fenómeno que estudiamos y la conceptual como en lo referencial. Concretamente,
trama sociocultural de la que forma parte. La segun- tanto laquyeq como latsithyawu y laqaitoj presen-
da objeción tiene que ver con la "arquitectura" inter- tan hipónimos, los significados de estos tres térmi-
na de las categorías de juguete y juego que propusi- nos en parte se solapan - volveremos sobre esto más
mos; al estar definidas mediante criterios necesarios adelante - y, además, los tres están incluidos casi
y suficientes - como lo están casi todas nuestras por completo en dos hiperónimos: "vestimentas" y
definiciones antropológicas -, no logran atrapar el "posesiones" (laqoy) y "cosas" (mahnyey). Final-
conjunto permeable de los juguetes y juegos wichís. mente, varios objetos que en determinados contex-
¿Cómo asir, si es que lo hay, el concepto wichí de tos forman parte de la extensión referencial de la-
"juguete"? Está claro que las categorías de la vida quyeq, latsithyawu o laqaitoj, en otros pueden ser
social no son meramente lingüísticas (Bloch 1991), conceptuados como una "herramienta" (lachemet-
porque las representaciones, las prácticas y los arte-
factos - que son solidificaciones de la acción social
términos indígenas un artículo que ya tiene muchos, esta vez
- están categorizados en su propia "materialidad" decidimos no consignar los préstamos.
(p. ej., Miller 1985). Sin embargo, la lengua, ade- 6 En Montani (2007b) puede hallarse una explicación del al-
más de ser un instrumento de comunicación, es uno fabeto utilizado en este trabajo. Para simplificar la lectura,
de conceptualización (Ahearn 2012; Reine 1997). por regla general no reflejamos en español la oposición que
existe en wichí entre nombres inalienables y alienables; sin
Si nos ceñimos al léxico, vale repetir lo que senten- embargo, anotamos los inalienables siempre con el prefijo de
ció Charles Wright Mills: "Detrás de un vocabula- tercera persona: la-, le-, lh- o t'-. Por otra parte, lo que tra-
rio reposan conjuntos de acción colectiva" (1939: ducimos en español como verbos en infinitivo, en wichí son
677). Así pues, para acercamos al concepto wichí verbos conjugados en tercera persona, con los prefijos i- o ta-
de "juguete" podemos apelar a algunos datos lexi- o cero.
7 El verbo iquy en ciertos contextos también significa "bailar"
cológicos. (cf. Hunt 1937; Palmer 2005: 105-108) y, si el reverendo
En wichí existen como mínimo tres sustantivos Richard Hunt (1913) estaba en lo cierto, el verbo taqatin, que
para referirse al "juguete": 5 laquyeq, latsithyawu y significa "bailar", refería asimismo a la acción de "jugar". A
partir de iquy se construyen también expresiones como /aqu-
yaj, "el jugar", quyntsaj, "juguetón", "risueño" (cf. Montani
5 Los wichís se desenvuelven en un biliugüismo diglósico es- 2012: 535) o laquyn-wet y laquyaj-wet (ver debajo).
pañol-wichí y con mucha frecuencia incorporan préstamos 8 Los términos latsithyawu y laqaitoj no están registrados en
de la primera lengua en la segunda. Para no sobrecargar de los léxicos wichís publicados.
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cha), como un "arma" (latkwe-lhele) o como un "re- sonajero hecho con una latita y semillas. Hoy son
cipiente" (lahi). comunes los sonajeros industriales, comprados.
Hechas todas estas salvedades, creemos que se El cholhtsaj es un latsithyawu del bebé, pero al-
puede dar una definición revisada, pero también gunos niños lo usan por mucho tiempo (hasta los
provisoria, de los "juguetes" wichís: un juguete es seis o siete años). Hay que señalar que lacholhtsaj
todo objeto que forma parte de la extensión referen- es también el nombre de la maraca de porongo del
cial de laquyeq, latsithyawu y laqaitoj. Las páginas chamán (que además se nombra lacholhchoj), del
que siguen dan cuenta de la utilidad y de las limita- cascabel de la víbora homónima y hoy, además, del
ciones de este concepto. pandero que se usa en los cultos cristianos.
En nuestro trabajo de campo nos interesó averiguar Cuando el bebé comienza a caminar se puede decir
todo lo referente a la vida social de los juguetes: que es un notsa, un "niño", sea varón o mujer. Niñas
nombres, formas, quiénes y cómo los producen, dis- y niños pequeños juegan juntos en el "patio" (alhu)
tribuyen, utilizan y desechan, y sus simbolismos. de la casa, en la vivienda propiamente dicha, en las
Como resultado, en esta sección damos una descrip- sendas y caminos irregulares de la misión o en las
ción sintética, pero abarcadora, de los juguetes wi- calles regulares de Morillo, y, más tarde, en la pla-
chís en su contexto sociocultural. Podría esperarse za. En la aldea tradicional, la plaza era un "descam-
que la hubiésemos organizado de acuerdo con los pado" (alhutaj, que literalmente quiere decir "gran
conceptos verbales laquyeq, latsithyawu y laqaitoj, patio") ubicado en el centro del asentamiento, don-
pero lo cierto es que ellos son, en tanto categorías, de merodeaban los rebaños de cabras, se recibía a
demasiado permeables, vastos y desproporcionados las visitas foráneas, jugaban los niños y se desarro-
en sus contenidos. Decidimos ordenarla, pues, si- llaban los partidos de hockey y, en ocasiones, las
guiendo un abordaje biográfico similar al que pro- danzas. Por eso, según el contexto, el alhutaj podía
puso Marcel Mauss (1971) para el estudio de las ser la "morada del juego" (laquyn-wet) o "del ju-
técnicas corporales; sólo que segmentamos el de- gar" (laquyaj-wet), o bien la "morada del danzar"
curso vital usando las categorías de persona que la (laqatinaj-wet). En asentamientos como Los Bal-
sociología y la cosmología indígena distinguen (cf. des, la plaza central sigue existiendo - el edificio de
Montani 2008b). la iglesia anglicana colinda al oeste y le da la espal-
da - y siendo el lugar del juego infantil y del fútbol,
así como de recepción de los criollos y demás per-
El bebé y §U sonajero sonas foráneas.
Con el juego, las nenas y los nenes no sólo se di-
Cuando el "bebé" (hanojwaj, sea hombre o mujer) vierten, sino que también aprenden las actividades
es muy pequeño, la madre lo recuesta en una "ha- de la vida adulta (de los Ríos 1976-80: 83). Para ha-
maca-cuna" (lajwenti); luego, paulatinamente, co- cerlo muchas veces construyen copias en miniatura
mienza a acarrearlo durante toda la jornada en una de los artefactos de sus mayores similitud puede
"banda" (laqa-jwenti) y hasta que el bebé no cami- ser formal o meramente funcional). Aunque la len-
na ella realiza todas sus actividades con él a cuestas. gua wichí reúne a las nenas y los nenes en un único
Como entre los chorotes y los nivaclés (Nordens- vocablo (notsas), alrededor de los seis años comien-
kiüld 2002: 63), el primer juguete del bebé wichí za la divergencia entre los géneros y, gradualmente,
era un "sonajero" (lacholhtsaj), que se le colgaba en unas y otros comienzan a jugar con cosas distintas:
el lajwenti o se le daba en la mano. Lo fabricaban la los nenes, con camiones, trompos y gomeras; las
madre o el padre metiendo en un porongo (Lagena- nenas, con muñecas o ensayando la fabricación de
ria siceraria) semillas, huesitos y uñas de animales sus primeras artesanías. Vemos así que con el correr
silvestres, trocitos de hojalata y otros materiales por del tiempo los "varoncitos" (notsas ta hinul) siguen
el estilo. 9 Más tarde en el tiempo, lo reemplazó un un movimiento centrífugo, trasladan sus juegos del
patio de la casa a la plaza, de ahí a las orillas del po-
9 Los detalles constructivos de los juguetes y los materiales
con los que están hechos, junto con la identificación científi-
ca de las con-espondientes especies biológicas, forman parte n-espondencias wichís y latinas de las especies que aquí se
de una publicación en preparación. Por este motivo, en este mencionan con los nombres españoles o criollos y wichís en
artículo el tratamiento de estos temas es somero y general. Suárez (201 O, 2011) y vatios detalles constructivos de los ju-
Mientras tanto, el lector interesado puede controlar las co- guetes en Montani (2012).
blado y, finalmente, acompañados de otros niños, Los nombres específicos de la "hamaca" derivan
comienzan a incursionar en el monte. Las "nenas" del verbo ijwe: lajwenti, "su recipiente para mecer-
(notsas ta atsihnay), en cambio, en la medida que se", o lajweyeq, "su [cosa] mecida". Pero algunos
se desarrollan siguen con sus juegos un movimien- dicen que su nombre antiguo era el mismo que el
to centrípeto: van concentrándolos en el espacio do- del subibaja-calesita que enseguida veremos: ts'ulit.
méstico. No puede pasarse por alto que estos dos Para confeccionarla, se usaban sogas de la especie
movimientos se corresponde con los movimientos de cháguar textil más resistente, el oletsaj (Brome-
impuestos por la norma de residencia uxorilocal de lia urbaniana), de tiras de cuero (Martínez Crovetto
los wichís (Palmer 2005: caps. 3 y 4). 1979: 255), de fibras de yuchán (Ceiba chodatii) -
Comencemos describiendo los juegos aptos tanto como las que se usan para cargar leña o para los ar-
para nenas como para nenes, para después concen- neses del meleo - o sogas industriales. Asimismo,
tramos por separado en los propios de uno y otro cuando los niños acompañan a los adultos al monte,
sexo. estos suelen improvisarles una hamaca: eligen una
liana gruesa que esté bien agarrada en lo alto y que
tenga cierta curva, y la cortan con el machete de for-
La hamaca ma tal que el extremo curvo penda y los niños pue-
dan subirse para hamacarse.
A los notsas pequeños les encanta hamacarse y es
común que simplemente se cuelguen con los bra-
zos de una rama para "balancearse" (lhayjwe, sien- El subibaja y calesita
do !hay- un prefijo reflexivo). Suelen además colgar
una soga doble de la rama de un árbol del patio e Aunque actualmente resulta excepcional, cuando las
improvisan un asiento con trapos y mantas (Fig. 2). mujeres y los hombres que hoy son mayores eran ni-
ños, solos o ayudados por algún construían
un ts'ulit (o ts'ilit, t'ulit o t'ilit). Enterraban un extre-
mo de un tronco o usaban un tocón (de 1 m o apenas
más de alto) de palo santo (Bulnesia sarmientoi), y
tallaban con forma cónica el extremo superior. So-
bre este pivote atravesaban un palo de alguna ma-
dera resistente, con un agujero cónico en el medio
que funcionaba como buje. El buje se lubricaba con
carbones y grasa, y esto hacía también que sona-
se al moverse, algo muy importante. Empujándose
del suelo con los pies, primero se balanceaba como
"subibaja" (lanejlapho) y después se lo hacía girar a
gran velocidad como una "calesita" (lalenqat).
Aunque, hasta donde sabemos, las crónicas, los
léxicos y las etnografías no mencionan el ts'ulit,
los wichís lo reivindican como un "juguete" (¿la-
qaytoj?) tradicional. Antaño se fabricaban grandes
ejemplares donde montaban hasta cuatro niños de
cada lado (Fig. 3). Los niños tenían que ser mayores
de siete años, porque era un juego muy peligroso: si
alguien caía, la madera podía matarlo de un golpe.
Según algunos de nuestros informantes - ellos mis-
mos anglicanos -, los "misioneros ingleses" (waj-
chosel) miraron al ts'ulit aún con mayor recelo que
los propios padres indígenas (cf. Montani 2008a);
los niños debían fab1icarlo y jugar en clandestini-
dad, y finalmente el juguete cayó en desuso. Mar-
tínez Crovetto, que trabajó con los wichís de Pozo
Verde (Fig. 1), aparentemente bajo la influencia ca-
tólica, dio una noticia un tanto distinta: "En cada ex -
Fig. 2: Niñas de Los Baldes hamacándose (Foto: Rodrigo Mon- tremo del tablón se sienta un participante ... ; a ve-
tani). ces lo hacen especialmente un adulto y un niño
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El palo zumbador
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 133
monte podía imitar el bramido del animal con su palo Los juegos de hilo
zumbador y asustar a quien anduviese campeando.
Se llama "juegos de hilo" (laqa-niyokw, que literal-
mente significa "su hilo [no propio]", o bienjwejw-
El botón zumbador t'aq: "correa del dedo" [cf. Hunt 1913: 144; 1937:
25)) a la manipulación con las manos, pero a veces
Tres juguetes pueden ser considerados como parien- también con muñecas y antebrazos, de un lazo de
tes del palo zumbador. Por un lado, antaño los niños cuerda para producir "figuras" (lapeyqas). Tantos
ensartaban caracolitos blancos de ciénaga en una los niños como los adultos juegan con este laquyeq,
piola de cháguar para hacer una especie de collar que en algún sentido excede lo lúdico.
con forma de lazo, que luego revoleaban para pro- Nosotros registramos unas pocas figuras, Ma-
ducir un zumbido. Por el otro, Martínez Crovetto ría Delia Millán (1968) once y Martínez Crovetto
(1979: 255) anotó que los niños de Pozo Verde usa- (1979) una veintena, pero quien realmente estudió
ban frecuentemente un zumbador de botón - que los juegos de hilo wichís y de otros chaqueños fue
etiquetó con la expresión oqaitoj to} botón, que sig- José Braunstein (1992a, 1992b, 1994 y la traduc-
nifica: "mi juguete de botón"-, un juguete bastante ción francesa del segundo artículo: 1996). El re-
difundido en Sudamérica, aunque las fuentes com- nombrado "chacólogo" propuso concebir a los jue-
parativas no lo mencionan concretamente para los gos de hilo como un lenguaje no verbal y estudiarlos
wichís. 11 Martínez Crovetto sostuvo que antes el bo- con un modelo lingüístico (1992b). Brazos y ma-
tón se hacía con un trozo de caracol; nosotros juzga- nos actúan sobre el lazo para producir cierto núme-
mos que la pieza vegetal estrellada con dos orificios ro de "pasajes" - unidades meramente diferencia-
y una piola dd ME, rotulada sólo como "juguete" les - cuya combinación da lugar a una "figura": una
(45446), es un botón zumbador (Fig. 4b). Finalmen- forma con significado, que transmite un mensaje.
te, Martínez Crovetto (1979: 255) vio un "moline- El antropólogo argentino entendió por "significado"
te" (ihnuwokw laneq, "molino" o, literalmente, "cu- lo que nosotros llamaríamos "significado verbaliza-
chara del viento") que era a todas luces un juguete ble", es decir, un nombre - como p. ej., Potselhay,
exógeno. "Las Pléyades"- asociado tradicionalmente con una
forma y también los discursos que esta asociación
habilita. En "Figuras de hilo de los matacos orien-
11 Cooper (1949: 510); Métraux (1946: 338, 343); Nordenski- tales" (1992a), Braunstein describió los procedi-
Old (1920: 114s.; 2002: 183, 185: ilustr. A). mientos de ejecución, las formas y los nombres wi-
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chís y españoles de buena parte de los juegos de la boca, la nariz o los ojos; nunca tenían miembros
hilos conocidos por los wichís del este de Formosa (Colazo 1969-70).12
(87 nombres para 51 formas) e informó, además, de Aunque el misionero JohnAmott (1939) no estu-
la existencia de una serie de "figuras progresantes", dió las muñecas wichís, sino las tobas y las nivaclés,
a las que se llega luego de haber pasado por otras algunas de sus conclusiones vienen al caso. Para el
y cuyo significado se construye a la manera de un anglicano las muñecas eran una yuxtaposición de
relato. A nuestro juicio, son más bien reducidos los imágenes "distorsionadas" - en tanto conceptuales
ejemplos concretos de cómo las figuras, sean sen- y tipificadas (cf. Métraux 1946: 339) - o, más aún,
cillas o "progresantes", motivan lo que él llamó los un agregado de símbolos metonímicos - más preci-
"discursos de hilos". samente, sinecdóticos -(cf. Montani 2012: 300ss.).
Los wichís manejan un repertorio bastante es- A algo parecido se refería Branislava Susnik cuando
tandarizado de figuras de hilo, es decir, un conjunto hablaba de lo "conceptivo" en la escultura antropo-
cuasi cerrado y extenso de formas cuyos elemen- morfa chamacoco (1998: 104).
tos se asocian de manera más o menos compleja Actualmente nadie fabrica muñecas de barro,
con elementos de un conjunto cuasi cerrado y aún pero algunas niñas juegan con muñecas industria-
más extenso de nombres. El análisis de estos con- les - quizá de la misma manera que lo hacían sus
juntos y sus asociaciones presenta dificultades muy abuelas, cuando niñas, con las antiguas muñecas -:
parecidas a las del estudio de los diseños de los bol- las tratan como si fueran sus hijitas, por ejemplo,
sos enlazados: hay que regularizar los nombres y las cargan en un pequeño laqa-jwenti (ver arriba).
las formas de las figuras, y describir sus asociacio- ¿Por qué las wichís dejaron de fabricar sus antiguas
nes, que distan mucho de ser biunívocas (Montani muñecas? Los factores pueden haber sido varios,
2007a). En su presentación de los juegos de hilo wi- pero creemos que las muñecas de barro tenían reso-
chís, Braunstein ofreció comentarios comparativos nancias cosmológicas y chamánicas que las expu-
con los de otros indígenas chaqueños (macás, pila- sieron a la censura de los misioneros. Por un lado,
gás, nivaclés y tobas) y propuso que las similitudes el mito de "La creación de los hombres" narra que
y diferencias podrían servir para "medir" la "dis- El Inmortal (Nilataj), a veces ayudado por El Gran
tancia cultural" entre los grupos. Más allá de estos Alma Póstuma (Ahataj), hizo una muñeca de arci-
logros indudables, creemos que en el estudio de las lla y soplándole la nariz le insufló "su voluntad"
figuras quedan pendientes al menos tres cuestiones: (laheseq); la muñeca despertó y fue el primer hu-
a) ¿qué tipo de relación existe entre la forma y el mano (Braunstein 1974: 16, 19; Palmer 2005: 216).
nombre de cada figura?; b) ¿qué simbolismo entraña Por otro, escuchamos la historia de un hombre que,
cada figura? y c) ¿qué significados emanan del re- tras haber sido secuestrado por El Negro del Agua
pertorio en su conjunto que, por ejemplo, es distin- (Chalahitaj), recibió de la divinidad dos muñecas
to en temas y en modalidad figurativa del repertorio mágicas que le permitían amansar caballos y mu-
de diseños enlazados? (para algunas respuestas, cf. las para los criollos; el hombre tuvo éxito hasta que
Montani 2012: 420--425). cedió a la insistencia de una pareja de criollos que
descubrió el recurso y les vendió las muñecas; como
consecuencia, los tres fallecieron y las muñecas re-
Las nenas tomaron al agua. Asimismo, una mujer de Los Bal-
des nos contó la historia de otra mujer, que era es-
La muñeca téril y decidió hacerse tratar por unas curanderas a
Ingeniero Juárez (Fig. l); las chamanes le sacaron
Las antiguas muñecas wichís (en singular, lacheyo,
que literalmente debe ser traducido por "su nieta") 12 Aquí estamos hablando de la muñeca de barro, pero lacheyo
eran figurillas de menos de 10 cm de alto que fabri- puede referir además a cualquier figurilla, p. ej., la estatuilla
caban las ュゥウセ@ niñas, sus madres o alguna abuela, de un santo cristiano. De los Ríos (1976-80) registró que la
con arcilla cruda o cocida, o eventualmente contra- niña podía decirle a su muñeca de arcilla ulhos, que significa
literalmente "mi hijo''. Martínez Crovetto anotó que "[c]uan-
po (Colazo 1969-70: figs. 3-6, 13; Métraux 1946:
do juegan en el agua, en arroyos o bañados, una diversión
340, fig. 40a). Representaban casi siempre mujeres, común es construir muñequitos de barro. A veces lo hacen
combinando en una forma cónica o cilíndrica algu- también luego de las lluvias, especialmente donde se produ-
nos de estos elementos: protuberancias que repre- cen charcos o pantanos" (1979: 255), y que a este "muñeco
sentaban los senos, el tatuaje facial distribuido en de barro" le llamaban "hahót toj iñót" (1979: 257) - desco-
nocemos la primera palabra, pero toj ihnyot significa "deba-
todo el cuerpo de la muñeca, collares o faldas de rro". Los wichís y otros chaqueños fabricaban también figuri-
trocitos de tela y, con menor frecuencia, pequeñas llas en cera y en hueso (Métraux 1946: 339; Colazo 1969-70;
incisiones o agregados de arcilla que reproducían Nordenskii.ild 2002: 108 s.).
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 135
del útero un muñequito con "forma de monito", ne- tras que el de Ja mujer está sólo enlazado "en ocho"
gro y vivo, más chico que un puño, que se movía y (Montani 2008b).
lloraba; esa era "su enfermedad" (t'ihnayaj). Final- Además, las niñas construyen o usan como ju-
mente, Susana Colazo (1969-70: 414) reportó de guetes otras copias en miniatura de artefactos del
segunda mano que un chamán wichí de Comandan- mundo adulto. Por ejemplo, hacen una "pequeña
cia Frías (Fig. 1) utilizaba representaciones antropo- choza semiesférica" (hep-lhos) en el margen del pa-
morfas de hueso. Estas resonancias cosmológicas y tio, y en ella niñas y niños pasan buena parte del día
chamánicas de la muñeca recuerdan, por poner un imitando las actividades domésticas de sus mayo-
ejemplo anecdótico, el estatuto igualmente equívo- res: encienden fuego, cocinan y "duermen". O bien,
co en las muñecas de madera de los caduveos (Lévi- es frecuente que una madre ceramista le fabrique a
Strauss 1955: 201). su hija un "botijito" (yote-lhos) para que pueda bus-
Martínez Crovetto registró asimismo entre los car y acarrear agua a la vieja usanza.
wichís "tejidos con folíolos de palma representando
diversos objetos y animales, ... hechos por los adul-
tos y utilizados por los niños como juguetes" (1979: Los nenes
256), que recuerdan a los juguetes de hoja de pal-
ma que el padre John Cooper (1949: 511, fig. 173) El camión de juguete
mencionó para los indígenas de las Guyanas, del
este boliviano, del este de Brasil y de Dominica, o a Ya Nordenskiüld señalaba que "[c]uando los niños
los que el propio Martínez Crovetto (l 968b: 20 s.) pequeños juegan, la fantasía tiene que reemplazar
registró entre los mbyas de Misiones. Por desgracia, frecuentemente los detalles de un juguete. Un pe-
no existen más detalles al respecto y nuestros infor- dazo de madera puede ser una locomotora, otro un
mantes desconocen estos juguetes, pero podemos camión" (2002: 108). Desde hace algunas décadas,
presuponer que eran usados tanto por niños como un latsithyawu muy popular entre los varoncitos es
por niñas. el "camión" (laqaitoj, que como señalamos, tam-
En cierto sentido, las muñecas y estas miniaturas bién significa "juguete") hecho de cardón (Stetsonia
de palma son la cara "inútil" de los juguetes wichís coryne) (Fig. 5) o de una rama joven de yuchán. Lo
en escala reducida, porque son la mera representa- fabrican los chicos, a veces con ayuda de un adul-
ción de otros dos "objetos" con los que, sin necesa- to. Algunos le atan una piola en la parte delantera o
riamente jugar, los notsas interactúan. Las muñecas le encastran una varilla en la parte trasera, para po-
femeninas representan los bebés que las nenas cre- der arrastrarlo o empujarlo. Al igual que sucede con
cidas efectivamente crían: sus hermanitos. Las mi- tantos otros artefactos wichís, una parte del camión
niaturas de palma representaban los animales que recibe el nombre de una parte del cuerpo humano
los niños wichís suelen de hecho tener como mas- y animal; en este caso, "sus ruedas", laqoloy, ex-
cotas. He aquí cierta obsolescencia inmanente a es- presión que literalmente significa "sus pantorrillas".
tos dos tipos de juguetes, que puede estar también Camioncitos de cardón parecidos son también
explicando su relativa infrecuencia. La otra cara de fabricados por los toba-pilagás del oeste de la pro-
los juguetes en miniatura, la cara "útil", está forma- vincia de Formosa (Arenas y Scarpa 1998: 47 s., 50,
da por artefactos utilitarios acordes al tamaño del fig. 8). En ocasiones hemos observado a varoncitos
niño, de los que la bandita donde la niña carga su wichís acarrear frutos de quebracho blanco (Aspi-
muñeca es un buen ejemplo. dosperma quebracho-blanco) del tallo, como si fue-
ran camioncitos de juguete. El aro de pasto que, en
el pasado, hacían rodar los niños (Métraux 1946:
Las miniaturas de artefactos femeninos 339) puede haber sido un pariente lejano del ca-
mioncito. Hoy, en lugar de ese aro los niños utili-
Sólo si la niña quiere, en torno de los ocho años zan viejas llantas o cubiertas de bicicleta. En la co-
comienza a estudiar cómo fabricar hilos y enlazar lección del ME encontramos un aro plano rubricado
bolsos. Algunas niñas piden a su madre o alguna como "Juego de arco" (45860), una cinta de madera
parienta un "morralito" (hile-lhos o hile-lhomsaj) o delgada atada sobre sí misma, que bien podría tra-
pueden llegar a enlazarlo ellas mismas. Muy rara- tarse de un aro usado con estos fines.
mente, en vez de un morral se trata de un "bolsito
semiesférico" (sichet-lhos), con la diferencia mor-
fológica, comparado con el de la mujer adulta, de
que el de la niña suele combinar lazos de dos tipos: 13 Puede verse uno de estos bolsos en Alvarsson (1994: 69,
"en ocho" y "simples" (cf. Montani 2007b ), 13 míen- lám. 5.1).
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136 Rodrigo Montani y María Eugenia Suárez
Las bolitas
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 137
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138 Rodrigo Montani y María Eugenia Suárez
táculo de la honda podía ser de cuero. El arco-honda Era un juego mayormente de nenes, aunque podía
lo fabricaba el padre, un varón o el niño mismo, con participar una que otra nena.
ayuda, usando las mismas maderas que para el arco. Ya en 1935 Max Schmidt (1937: fig. 2 y 8) foto-
Era un arma peligrosa, porque exigía fuerza y, si el grafió niños guisnais - el nombre de los wichís de la
tiro salía mal, podía lastimar al arquero o a las per- margen izquierda del Pilcomayo medio - con tira-
sonas que estuviesen cerca; por eso no debían usar- chinas, juguete que en la Argentina se conoce como
la los niños de menos de diez años. Pastor Arenas "gomera" y en wichí con los mismos nombres que
(2003: 361) cree que entre los wichís este artefacto la honda: lahumtis y, menos frecuentemente, laqa-
era un arma antes que un juguete. Probablemente lanlhi. La gomera es hoy la única arma de tiro del
haya sido ambas cosas. Sabemos que los niños se varoncito y posee ventajas importantes sobre las que
divertían cazando con la honda y con el arco-honda la precedieron: permite lograr disparos de trayecto-
y, además, Martínez Crovetto (1979: 251 s.) anotó ria más recta y su fabricación es más sencilla. La
que los adultos apostaban cigarrillos o algo de di- primera gomera del niño se la fabrica el padre o
nero a ver quién arrojaba con la honda el proyectil algún varón de la casa, hacia los ocho años la con-
más lejos, y que en menor medida los niños también fecciona el propio niño. El mango se hace con una
organizaban competencias. horqueta de madera. El receptáculo es de cuero, de
Por nuestros informantes, también sabemos que suela de zapatos o de una cámara de bicicleta. Las
los hombres usaban "boleadoras" (laqa-t'entey, que "gomas" (lahumtis) son el único elemento que ne-
literalmente significa "sus piedras [no propias]", la- cesariamente se debe comprar. Con la gomera se
lahnay, "sus [cosas] arrojadas", o laqa-niyokw, "su disparan los mismos proyectiles que con la honda
piola [no propia]") para cazar desde aves hasta cor- y el arco-honda.
zuelas (Mazama spp.) (también cf. Pelleschi 1897: Aunque con la gomera los niños pueden matar
92). Nordenskiold (2002: 103) registró boleadoras variedad de animales, ella es, como la antigua hon-
como armas en una versión del mito sobre "El ori- da, especialmente útil para cazar aves - no en vano
gen de los colores de las aves". El sueco, además, la honda figura en las dos versiones de la pelea míti-
tomó nota de un juego entre los niños chorotes y ni- ca que explica "El origen de los colores de las aves"
vaclés - no entre los wichís - donde, puestos en fila, (Wilbert and Simoneau 1982: 288, 294). Al igual
"[ c]uando uno lanza su boleadora, los demás tratan que sucedía tiempo atrás con la honda, todos los va-
de atraparla con la suya" (Nordenskiold 2002: 64). rones saben usar la gomera porque la usaron de ni-
Métraux (1946: 338) consignó el mismo juego para ños y es común, pues, que la lleven cuando salen a
los varoncitos wichís y Aristóbulo Maranta 19 lo ob- campear; es decir, no es sólo un juguete, también es
servó en misión La Paz (Fig. 1), no está claro si en- un arma: con un hondazo bien puesto se puede vol-
tre adultos o niños (Braunstein 1986: 228s.). En la tear un conejo o hasta incluso una corzuela; el ani-
colección del ME hay tres pequeñas boleadoras wi- mal queda tumbado y atontado, y el cazador debe
chís que fueron ingresadas como juguetes (45209, acercarse rápido para ultimarlo.
45813, 45822; la segunda, precisamente, la reco-
lectó Maranta). Las dos primeras son cilíndricas,
la última presenta los extremos cónicos - como la El disparador
boleadora nivaclé que dibujó Nordenskiold (2002:
64, ilustr. 24) y algunas de las macás que ilustró En la colección de juguetes wichís del ME se en-
Braunstein (1986: 227, figs. 1 y 2). La primera está cuentra además un artefacto (45858) idéntico a los
decorada con una trama cuadrangular pirograbada, "fusiles" de caña que Nordenskiüld (2002: 63, ilus-
las otras dos tienen un palito en el medio de la pio- tr. 23; 1920: 113, fig. 34) vio entre chiriguanos, cha-
la, que les sirve como manija. nés, nivaclés y chorotes (cf. también Métraux 1946:
Algunos de nuestros informantes recuerdan ade- 338), y similar a la "escopetita a resorte" que Martí-
más un sonajero hecho con uñas de animal, que nez Crovetto (1968b: 23, fig. 7B) observó entre los
constituye sin duda una variante de las boleadoras. mbyas. En el artefacto wichí que comentamos, el
Con este sonajero-boleadora se atrapaban cotorras o proyectil es una flechita tallada en madera. Entre
bien se jugaba el mismo juego que describimos para los nivaclés, Nordenskiold (2002: 64) vio usar es-
las boleadoras: un niño tiraba al aire su juguete y los tos fusiles de juguete en una competencia de quién
otros trataban de enredarlo en el aire con los suyos. tiraba más lejos.
Finalmente, otro pariente de las armas de tiro in-
fantiles es el juguete que Martínez Crovetto (1979:
19 Lic. Aristóbulo Maranta. Intendente del Parque Nacional El 256) registró con el nombre de laqa-sup'a, "mi cera
Palmar (amaranta@apn.gov.ar). [no propia]" (el mismo vocablo que vimos para el
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 139
trompo de cera): un palito que sirve para pinchar un de inflexión persiste en relación con el mundo lúdi-
bodoque de barro y arrojarlo. Nuestros informantes co: la primera menstruación aleja definitivamente a
recuerdan una variante de este laqaitoj: una horque- la joven de los juguetes infantiles. Por el contrario,
ta de mango largo con la que se toma un trocito ci- cuando el varoncito crece, se transforma gradual-
líndrico de madera y se lo lanza. Los cinco sets de mente en un "muchacho" (manse) y paulatinamente
objetos rotulados como "juego de niños" (del 45863 se involucra en la dimensión competitiva de un de-
al 45867) de la colección del ME parecen claros porte de equipo: antes, los partidos de hockey, hoy,
ejemplos de estos disparadores. los de fútbol. Recién con el correr de los años el
muchacho se transformará en un "hombre" (hinu).
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140 Rodrigo Montani y María Eugenia Suárez
dades. Hubo un tiempo en que los jugadores wichís, chosel se esforzaron en enseñarle a los indígenas a
como los toba-pilagás, lo practicaban con el atuendo jugar al fútbol.2 4 Los wichís cedieron al futbol tan
del guerrero: desnudos o casi desnudos, pintados de rápido como a la religión reformada. Esto no im-
pies a cabezas con franjas o manchas de rojo y ne- plica que el nuevo deporte no haya sido campo de
gro (cf. Métraux 1937; 1940). El hockey era un ver- resistencias, al menos simbólicas. Por ejemplo, la
dadero entrenamiento bélico (Califano 1999: 105), mujer del niyat de Los Baldes, oriunda de Misión
servía además para testear la fuerza competitiva de Chaqueña "El Algarrobal" (Fig. 1), recuerda una
las aldeas, funcionaba también como un medio de historia que le contaba su padre. Cuando los angli-
sublimar el conflicto armado y, finalmente, los des- canos instalaron aquella Misión perseguían a los
manes en un partido podían ser "causal" (lates) de chamanes y les prohibían realizar sus misas. Uno de
una guerra de vendettas. 23 Por otra parte, nada nos los waj-chosel, particularmente atlético, se dedicaba
impide sospechar que entre los wichís no haya su- a difundir el futbol; pero un día cayó muerto durante
cedido lo mismo que entre los toba-pilagás: si un ju- un partido. Lo mataron los chamanes, en venganza.
gador sufría un accidente grave, su equipo lo inter- Los partidos de fútbol requieren, probablemen-
pretaba como consecuencia de brujería y se retiraba te, muchos comentarios, pero en aras de la brevedad
del partido (Métraux 1937: 399; 1940). aquí sólo señalaremos ciertos rasgos que los colo-
Es importante destacar, sin embargo, que el can en una relación de homología con el hockey:
hockey debe haber tenido también formas menos son juegos masculinos - especialmente de mucha-
espectaculares y fines menos competitivos. Norden- chos - y tienen un carácter recreativo y al mismo
skiold (2002: 65 s.), por ejemplo, remarcó su costa- tiempo algo de enfrentamiento ritualizado. Incluso
do recreativo: podían participar varones de todas las en el fútbol los equipos contrincantes representan
edades, por más que los muchachos fuesen los ju- grupos más o menos hostiles entre sí en la vida so-
gadores más fervientes. Estos últimos, además, en- ciopolítica regional - es común que un equipo de
contraban en el juego un lugar para pavonearse y, en wichís se enfrente a uno de criollos - y los partidos
este sentido, los partidos eran un complemento de funcionan como una instancia de ampliación del in-
los bailes de cortejo (Alvarsson 1999: 243). tercambio interétnico. Por último, como sucedía en
el hockey, laquyeq también es el nombre más fre-
cuente de la pelota y del juego de fútbol.
Los implementos del fútbol Los partidos de fútbol se juegan cuando comien-
za a caer la tarde hasta ya bien entrada la noche;
Sacando excepciones como la que anotó Alvarsson uno se pregunta cómo pueden los wichís jugar en
(1999: 244) - en la década de 1990 los niños de la una obscuridad que a nosotros como público difí-
escuela de Villa Montes, Bolivia (Fig. l) lo jugaban cilmente nos permite ver los jugadores o la pelota.
como divertimento-, para 1960 se había cumpli- Fuera de los partidos, niños y muchachas también
do el vaticinio de Métraux (1940) y el hockey era "pelotean", algo que no es inédito para el Chaco (cf.
algo del pasado. Contrariamente, el fútbol se había Magrassi et al. 1984: 6), pero no juegan partidos.
transformado en un deporte popular. ¿Cómo se dio
este proceso?
Sin duda, una vez que soldados y colonos "pa- Las muchachas con los muchachos
cificaron" el área, el hockey perdió su función polí-
tico-militar. Además, la discriminación permanente Sin querer reseñar los distintos caminos para la for-
de los "criollos" (ahotoylhais o suwelelhais, según mación de la pareja (Palmer 2005: cap. 3), debemos
el contexto, cf. Montani 2008a) sobre las costum- tener presente que los adolescentes de ambos géne-
bres demasiado marcadas por la etnicidad indíge- ros gozan de cierta liberalidad. La adolescencia es
na puede haber coadyuvado al abandono del hoc- una etapa de sensualidad, coquetería y cortejo, que
key. Asimismo, la necesidad de los propios wichís en el pasado estaba relacionada con el "enamora-
de recrear este espacio lúdico de vinculación con el miento" (ichetitlhi, un verbo que literalmente signi-
"otro" en consonancia con el nuevo escenario social fica "estar con ánimo"), los bailes, las pinturas y los
contribuyó, quizá, a la adopción del fútbol. Sin em- tatuajes faciales, los adornos, la magia de amor y los
bargo, en este cambio cultural los actores clave fue- instrumentos musicales (Montani 2012: 310-330).
ron los misioneros anglicanos. El hockey "[era] un Algunas cosas sobreviven. Por ejemplo, para el día
juego prohibido en las misiones religiosas del Cha- de Navidad, en Los Baldes y en otros lados, se hace
co" (Métraux 1940) y, simultáneamente, los waj-
24 Cf., p. ej., Coryton (1930: 34); Nye (1929: 131); White
23 Alvarsson (1999); Fock (1982: 23); Métraux (1946: 334). (1933: 138).
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 141
una reunión a la que asisten las hoy pocas - fami- de la ronda donde los varones danzaban con "sona-
lias wichís que viven dispersas en parajes aislados jeros" (laqa-jwes, literalmente: "sus dedos [no pro-
y, en los últimos años, algunas familias de vecinos pios]", o, aparentemente sólo para los de cascabel,
criollos. Toman un almuerzo comunitario y después, chilijtaj [Ruiz et al. 1993: 14]) amarrados a los to-
en la cancha de fútbol, juegan - especialmente las billos y a la cintura, y las mujeres marcaban el ritmo
mujeres y los hombres jóvenes, pero no exclusiva- con palos-sonajeros (Ruiz et al. 1993). En la actua-
mente - a la cinchada, al gato y el ratón, al juego del lidad el bombo criollo, la guitarra, los panderos o el
suri, a las carreras con obstáculos, etc. La reunión órgano eléctrico forman parte de los latsithyawus
de Navidad es un buen momento para buscar pareja. musicales que los jóvenes suelen ejecutar en los cul-
tos (cf. García 2005; Montani 2012: 323-326).
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142 Rodrigo Montani y María Eugenia Suárez
Nordenskiüld (1919: 153 ss., 237) planteó la un lote de "dados" redondos recortados en calabaza
hipótesis de que tanto el nombre como la forma (46684, 46685, 46686) (Fig. 6). Bien podría haberse
del juego era de origen andino, y Karsten (1932: jugado con ellos al ''juego del botón" (laquyeq toj
153), Vivante (1944), Métraux (1946: 337), Cooper botón) que registró Martínez Crovetto (1979: 250):
(1949) y tantos otros la repitieron. Esta hipótesis cada uno de los participantes, dispuestos en un cír-
permite pensar que en algún momento el juego fue culo de acuclillados, depositaba una ficha - un bo-
trasmitido a través del límite interétnico y que qui- tón o una moneda - en el centro; el primer jugador
zá hasta su práctica misma llegó a ser interétnica. tomaba todos los "dados" con la derecha y los arro-
Es interesante observar que ésta es precisamente la jaba al aire; ganaba todos los que caían de un lado
situación que vive hoy el juego de azar del momen- previamente convenido; el siguiente jugador recogía
to: el bingo. los dados sobrantes y volvía a repetir la operación, y
Las personas con las que trabajamos jamás oye- así sucesivamente hasta que no quedasen más dados
ron ni siquiera hablar del "tsúka". Sin embargo, y hubiese que iniciar una nueva partida.
Nordenskiold (1919: 156) lo consignó para los wi-
chís y Métraux (1946: 331) señaló que era común
entre la gente del Pilcomayo. En la colección de Clasificaciones
juguetes del ME encontramos además palitos de
unos 12 cm de largo con la cara convexa pirogra- La multitud y la variedad de los juguetes en general,
bada y la plana sin decorar, bastante similares a y de los que nos ocupan, hacen perder la esperan-
dados chorotes que ilustró Eric van Rosen (1924: za de arribar fácilmente a una clasificación válida y
153 s., figs. 172 y 173). Vale recordar que los pali- provechosa. Debemos reconocer, no obstante, que
tos de la versión chiriguana y chané eran numerosos ya hemos utilizado dos. Como distinción metodo-
(Nordenskiüld 1920: 99), porque a diferencia de los lógica a priori separamos los juegos con juguete de
cuatro dados chorotes, los objetos wichís que nos los puramente corporales y de los orales, y logramos
ocupan aparecen como un lote de doce dados que, hacer de los ''juguetes" una categoría con cierta va-
gracias a sus distintos decorados, puede ser separa- lidez emic recurriendo a los conceptos verbales de
do en tres sets de cuatro elementos (45204, 45205, laquyeq, latsithyawu y laqaitoj. Como estos térmi-
45208). 26 La colección del ME contiene también nos nativos definen categorías demasiado permea-
bles, vastas y desproporcionadas y, además, como
26 Quedan sin interpretación seis piezas de la colección de ju- nuestros datos al respecto son incompletos (cf. Ta-
guetes wichís del ME (45206 y 45207) que son algo pareci- bla 1), optamos organizar la descripción estudiando
das, pero con la particularidad de tener las dos caras convexas
y pirograbadas. Cuatro de estas piezas llevan bandas parale-
la distribución de los juguetes en las distintas cate-
las entrecortadas de un lado y cruces del otro; las otras dos gorías de persona en que los wichís segmentan el
presentan en ambas caras bandas paralelas. decurso vital. Esta constituyó nuestra primera cla-
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 143
Anthropos 111.2016
144 Rodrigo Montani y María Eugenia Suárez
Tabla 1. Clasificaciones de los juguetes wichís. Valores: + presencia, - ausencia, (+) presencia ocasional o importancia secundaria,
/ dato equívoco u opiniones encontradas, ? imposible de determinar o sin datos, +? aunque no tenemos datos específicos, presupo-
nemas la presencia del rasgo.
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Atributos
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Muchachas (+) + +
En desuso + + + + + + + + + + + + + +
Competencia (+) ? + + + + + + + ?
Azar +
Simulacro / ? + + + + +
Vértigo / + + + + + + +
Regulado / + / / + + + + + + + +
Laquyeq ? ? ? ? + ? + ? ? + / / ? ? + + + +?
son los de simulacro, pero que los de azar son casi lados con juegos de competencia son mayormente
inexistentes. de muchachos y de hombres, y netamente masculi-
La Tabla 1 permite asimismo correlacionar algu- nos. El hecho de que los juguetes de simulacro sean
nas variables. Los juguetes asociados con juegos de distintos para cada género aún siendo infantiles, re-
vértigo, por ejemplo, son fundamentalmente infan- dunda en una serie de juguetes "paralelos". Los me-
tiles y para ambos géneros; los asociados con juegos jores ejemplos son la muñeca y el camioncito de
de simulacro son también infantiles, pero son distin- cardón, homólogos femenino y masculino casi per-
tos para cada género; por último, los juguetes vincu- fectos. Finalmente, se observa que con los juguetes
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Los juguetes de los wichís del Gran Chaco 145
infantiles se practican juegos más espontáneos que ral o lingüístico extraño. En el análisis etnográfico,
con los de los adultos utilizar la categoría de ')uguete" - como cualquier
Al comienzo del trabajo señalamos que aunque otra - implica confrontar una definición teórica con
existen solapamientos conceptuales y referenciales las ideas y las prácticas de los actores, y ensayar las
entre los términos laquyeq, latsithyawu y laqaitoj, adecuaciones necesarias para lograr la traducción.
ellos no son realmente sinónimos. En la Tabla l en- Sostuvimos que se puede hablar de "juguetes" wi-
contramos algunas asociaciones débiles entre la- chís si nos referimos a los artefactos que conforman
quyeq y los juguetes de juegos competitivos, entre la extensión referencial de tres vocablos indígenas.
latsithyawu y los de juegos de simulacro, y entre la- Recorrimos las categorías de persona en las que los
qaitoj y los juguetes de niños. Sin embargo, por el wichís segmentan su decurso vital para describir
momento confirmamos que es imposible definir es- veinte (categorías de) juguetes y sus variantes. Al
tas categorías verbales en términos de atributos ne- analizar las formas, las funciones y los simbolismos
cesarios y suficientes. Muy probablemente esto se de cada juguete esperamos haber mostrado también
deba a que, a menos que hayan pasado por un pro- que ellos desempeñan un papel en la construcción
ceso de racionalización, las acciones sociales están social de la persona.
categorizadas de acuerdo a una lógica politética, de La descripción que hicimos es necesariamente
"aire de familia", que define conjuntos de límites di- inacabada. Por un lado, porque nuestra definición de
fusos (Needham 1975). Para describir este tipo de "juguete" se basa en conceptos verbales vernáculos
categorías, en las últimas décadas se han empleado que son, por eso mismo, en alguna medida malea-
frecuentemente el concepto de prototipo (Kleiber bles y asistemáticos. En consecuencia, dejamos fue-
1990). Las categorías difusas serían agregados de ra varios juguetes equívocos: la soga con la que los
elementos reunidos por su similitud global con un niños juegan a la víbora, el escarificador de hueso
ejemplar central y particularmente representativo de que empleaban quienes conocieron esa especie de
la categoría. Cuando sopesamos las tendencias que juego, lucha y ritual masculino llamado weqeqeq,
muestra la Tabla 1 con nuestra experiencia etnográ- la "trampa con forma de pagoda" (t'epjyen) con la
fica nos vemos tentados a decir, sólo como hipó- que los varoncitos atrapaban aves, los pelos semi-
tesis, que la pelota es el prototipo de laquyeq, que nales de los frutos de yuchán que los notsas que-
el sonajero lo es de latsithyawu y que el camionci- man - o las chicharras que torturan - para divertirse,
to lo es de laqaitoj. Pero no debemos olvidar que así también como las infaltables mascotas. Por otro
las diferencias de significado entre laquyeq y latsi- lado, la descripción no puede ser exhaustiva porque
thyawu provienen seguramente de diferencias se- eso que llamamos "sociedad wichí" presenta mar-
mánticas de los dos verbos "jugar" de los que esos cadas variaciones geográficas y temporales, y por-
términos derivan; se puede decir, por ejemplo, "Los que como etnógrafos somos personas individuales
muchachos juegan con la pelota [al fútbol]" con el que nos acercamos por períodos generalmente bre-
verbo iquy: "Manses iquyehen laquyeq", pero para ves a tratar de vivir con y cómo los indígenas.
decir que "La nenita juega con su muñeca" se debe A pesar de que a lo largo del artículo evitamos
usar el verbo tatsitey: "Hanojwaj ta atsihna tatsi- la instancia comparativa, está claro que los jugue-
tiyej lacheyo". Por otro lado, además, dijimos que tes wichís constituyen elementos diacríticos con los
laqaitoj es un vocablo de "etimología" aún oscura. que se modula el sutil lenguaje de la etnicidad. Pero
Con esto queremos señalar que indudablemente la decirlo sin más resulta inadecuado, porque como
semántica lexical es algo complejo y que, antes de señaló Braunstein (2006), en el caso wichí - y de
tomar partido por un modelo semántico o por otro, muchos otros chaqueños - la "etnia" es una abstrac-
hace falta más y mejores datos de la lengua y de las ción cultural, sociológica o lingüística que sería me-
lenguas vecinas. jor reemplazar por el concepto de "complejo étni-
co". Es decir, los wichís son parte del complejo
multiétnico del Gran Chaco, un conjunto de gru-
Consideraciones finales pos sociales que presentan entre sí diferencias fun-
damentalmente sutiles, "cromáticas" (cf. Sterpin
Está claro que los juguetes varían entre las socieda- 1993). Seguramente, existen y existieron entre los
des, las culturas, las épocas, Jos estratos o cualquier juguetes wichís elementos o rasgos idiosincráticos -
otra distinción sociocultural relevante, pero sue- p. ej., cierta forma de las muñecas, determinado tipo
le estar menos claro lo difícil que resulta dar una de gomera, figuras de hilo particulares -, existen
definición generalizadora de ')uguete" o delimitar y existieron además elementos con distribuciones
su extensión referencial concreta, especialmente regionales - como el "tsúka" de los grupos pilco-
cuando se está estudiando un mundo social, cultu- mayeses o como el camión de cardón entre los del
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