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El 1 de octubre de 1949, Mao Tse Tung instauró la Repúbica Popular de China, sobre
las bases de las teorías de Marx y Lenin
Una nueva nación nacía después de una larga guerra civil, la cual atravesó
enormes cambios, su líder Mao, instaló políticas marxistas, pero a diferencia de del
comunismo soviético, enfocado en la clase obrera, la revolución maoísta se basó en los
campesinos.
El objetivo de Mao era industrializar al país y transformar la tradicional economía
agraria china. Para ello creó brigadas de trabajo y granjas colectivas, prohibiendo la
agricultura y la propiedad privada.
“El Gran Salto Adelante”, como lo llamó Mao, también provocó una grave
suficiencia alimentaria y al menos 20 y hasta 45 millones de chinos murieron de hambre
entre 1958 y 1962.
A mediados de la década de los 60, Mao instauró otra de sus políticas más
controvertidas, la llamada “Revolución Cultural”, que fue una campaña contra los
partidarios del capitalismo en China. Millones de personas fueron aterrorizadas por la
Guardia Roja, los jóvenes movilizados por Mao para eliminar a la “cultura burguesa”.
Pese a ello, un intenso culto a la personalidad convirtió a Mao en una especie de
divinidad nacional, su imagen sigue muy presente en la vida diaria de China, sin
embargo la República Popular de China no podría ser más distinta de lo que la que
concibió “El Gran Timonel”.
China hoy
70 años después de su fundación como el país comunista más grande del mundo,
se encamina según analistas, a convertirse en la principal superpotencia económica del
planeta.
Su Producto Interno Bruto (PIB) solo es superado por Estados Unidos, pero en
términos de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) ya es la nación más rica del mundo.
También tiene el sector bancario más acaudalado y la entidad con mayores activos: el
Banco Industrial y Comercial de China (ICBC).
Y es el principal gigangte comercial del globo, produce y exporta más que nadie,
con 119 de sus empresas en la lista de las 500 corporaciones más grandes del mundo,
según la revista Fortune. Todo esto fue posible gracias a los cambios que introdujo a
partir de 1978, dos años después de la muerte de Mao, Deng Xiaoping, quien impulsó un
programa económico que se conoció como “Reforma y apertura”.
Deng hizo todo lo contrario que pregonaba Mao: liberalizó la economía,
permitiendo el resurgimiento del sector privado y descentralizó el poder, dejando la
toma de decisiones a las autoridades locales.
Desmanteló progresivamente las comunas y les empezó a dar mayores libertades a
los campesinos para que pudieran administrar las tierras que cultivaban y vender los
productos que cosechaban. También se abrió al exterior: viajó a EU y selló sus lazos
comerciales con Washington.
Así, empezaron los contratos comerciales entre la República Popular de China y
Occidente, dando paso a la entrada de las inversiones extranjeras y multinacionales
icónicas del capitalismo como Coca-Cola, Boeing o McDonald's.