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Lily Morton Bellamente inesperado

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Lily Morton Bellamente inesperado

Lily Morton

Bellamente
inesperado
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Lily Morton Bellamente inesperado

Nota a los lectores


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Lily Morton Bellamente inesperado

Sinopsis
A veces el amor llega cuando menos lo esperas o lo deseas.

Magnus Carlsen está decidido a envejecer sin pena. A los cincuenta


y dos años, no cree en conservar nada. Los hombres, los sofás, los
libros... todo se desecha, al final. Ha dividido su vida en felices
compartimentos. Es un exitoso abogado litigante que se pasa el día
sermoneando a los jurados, exasperando a los jueces y paseándose con
arrogancia por los juzgados. Llena sus noches con un desfile de jóvenes
guapos que quieren hacerle feliz. ¿Por qué salir con alguien de su edad
para discutir sobre el dolor de espalda, la planificación de la jubilación y
los callos, cuando puede salir con hombres a los que no les interesa
discutir nada en absoluto?
Sin embargo, cuando uno de estos jóvenes alegres muestra una
inclinación por las escenas dramáticas, Magnus conoce a su nuevo
vecino. Y todo su mundo implosiona.
Laurie Gentry tiene casi la misma edad que Magnus, pero ahí acaba
el parecido. Es desordenado, creativo, entrometido y misterioso. Es todo
lo que Magnus ha pasado una vida evitando. Entonces, ¿por qué no
puede sacar a Laurie de la cabeza?
Por suerte, Laurie sólo estará en Londres durante el verano.
Magnus puede descubrir sus misterios y dar rienda suelta a su molesta
atracción, entonces se irá antes que surjan complicaciones. Unos meses
no es tiempo suficiente para perder su corazón. ¿Lo es?
De la autora de bestsellers Lily Morton llega una comedia romántica
sobre dos hombres mayores que se liberan del peso de la vida y sobre
cómo un verano en Londres trae algo maravillosamente inesperado a sus
vidas.

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Dedicatoria
Para mi querida Nat.

Por mostrarme el verdadero significado de las palabras gentileza


bajo presión.

¡Te quiero más de lo que Kipper quería a la nieve!

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¿De cuál de mis partes malas te enamoraste primero?

Mucho ruido y pocas nueces

William Shakespeare

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Capítulo 1
Magnus
Mi mañana comienza cuando suena el despertador, y las persianas
se deslizan suavemente hacia arriba sobre las ventanas del suelo al
techo. Me revuelvo en mis suaves sábanas y miro hacia el río Támesis
que pasa, con los primeros rayos de sol atrapados en su estela. A lo lejos,
el imponente puente de la Torre se alza cubierto por la niebla matinal. Al
estirarme, disfruto de la caricia de las sábanas frías y del hecho que no
las comparto con nadie. La única señal de mi compañero de cama de la
noche anterior es una hendidura en la otra almohada y el envoltorio vacío
de un condón en la mesilla de noche. Así es como debe ser.

La siguiente hora transcurre precisamente como me gusta. Corro


en la cinta durante cuarenta y cinco minutos con el telediario y me ducho
después, disfrutando del potente chorro sobre mi cuerpo. Cuando me
abrocho los puños de la camisa, el apartamento se llena del aroma del
café recién hecho. Cuando salgo a la planta abierta de mi piso, me
encuentro con mi ama de llaves en el mostrador del desayuno.

—El café está en la mesa, Sr. Carlsen.

—Gracias, Sra. Sinclair.

—¿Una tortilla de claras de huevo? ¿O quiere algo diferente?

—La tortilla estará muy bien —digo, dirigiéndome a la mesa del


comedor y dejando caer la chaqueta de mi traje negro sobre el respaldo
de una silla. Cojo mi taza y, tarareando alegremente, doy un sorbo
mientras abro el periódico que me espera junto a mi plato. Luego me
detengo cuando suena el timbre de la puerta.

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Miro el reloj. Son las seis de la mañana. La Sra. Sinclair apoya su


espátula.

—No hace falta —digo—. Yo voy.

El timbre vuelve a sonar, y resoplo indignado mientras abro la


puerta de golpe. Y me detengo en seco.

Parece que mi compañero de cama de la noche anterior no se ha


ido. En su lugar, está de pie en mi puerta con un abrigo largo y con una
mirada ligeramente maníaca. Parpadeo.

—¿Hola, eh...? —Vacilo, su nombre se me escapa.

Su sonrisa se amplía.

—¡Ta-dah! —dice en voz alta.

La puerta del ascensor suena y sale un hombre. Camina por el


pasillo hacia nosotros, tirando de una maleta con ruedas. Se detiene en
la puerta de mi vecino y empieza a rebuscar en sus bolsillos. Espero que
sean las llaves. No tengo tiempo para ocuparme de un ladrón esta
mañana. No cuando tengo mis propios problemas.

Al pensar en el más predominante, me vuelvo hacia el joven y me


quedo con la boca abierta. Parece que los minutos en los que mi atención
se desvió fueron cruciales, porque su abrigo está ahora tirado en un
montón en el suelo, y está completamente desnudo.

Durante un momento que parece prolongarse hasta la eternidad,


le miro fijamente. El desconocido, por su parte, parece haber abandonado
por completo la búsqueda de sus llaves, o lo que sea que estuviera
buscando, para apoyarse en la puerta y observarnos con fascinación.

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—¿Qué está pasando? —digo débilmente, intentando no mirar el


pene de mi antiguo compañero de cama. Tiene un pequeño lazo azul
pegado a él.

Él esboza una amplia sonrisa.

—Me he envuelto en un lazo para ti.

—Bueno, no todo tú —la honestidad me obliga a admitir—.


Principalmente es tu pene.

Su ceño se frunce.

—Eso es para celebrar cómo nos conocimos.

—Ah —digo mientras intento frenéticamente recordar su nombre—


. Cómo nos conocimos. —Tengo un recuerdo borroso de un club y de él
chupándome la polla como si fuera una aspiradora humana.

El hombre que nos observa resopla suavemente y estira el cuello


para ver más. Lo fulmino con la mirada y me vuelvo hacia mi intruso.

—Bueno, eso ha sido muy amable por tu parte, Paul.

—¿Paul? —dice de forma crispada—. Me llamo Micky.

—Ah, sí. Paul significa en danés “atractivo” —digo mintiendo entre


dientes.

Se calma al instante.

—¿Lo es? Qué bonito. Estoy seguro de que aprenderé mucho sobre
tu cultura cuando viajemos juntos.

—¿Viajar juntos? ¿Cuándo viajaremos juntos?

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—Estoy seguro de que lo haremos en algún momento —dice. Su


sonrisa tiene un toque salvaje—. Ahora somos una pareja.

—Y cuando dices eso, te refieres a como extraños que follaron y que


ahora han pasado completamente a otras cosas y a otras personas, ¿no?
—digo esperanzado.

—No, tonto —dice, acariciando mi brazo como si fuera un perro—.


Quiero decir que ahora tenemos una relación.

Hay un silencio muy prolongado que, al final, me veo obligado a


romper.

—Ah, bueno, me temo que el único compromiso que asumo hoy es


el de beberme el café. En paz —añado—. A solas. —En caso de que eso
no haya calado.

Su sonrisa desaparece.

—Anoche dijiste que estábamos destinados a estar juntos.

Mi memoria comienza a regresar.

—No, tú dijiste eso. Dije que estábamos destinados a follar, y quería


hacerlo inmediatamente.

—Pero estamos en la misma onda —dice en tono desdeñoso.

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—No lo estamos —digo, revolviéndome—. Dijiste que eras un


experto en esquí y, sin embargo, ni siquiera sabías quién es Graham
Bell1.

Ladea la cabeza.

—Y estoy seguro de que te equivocas en eso. Te aseguro que era el


bailarín de Billy Elliott2.

Un resoplido de risa suena desde detrás de mi admirador desnudo.


Micky se gira inmediatamente.

—¿Podemos ayudarte? —dice bruscamente.

—No, no lo creo —dice el desconocido. Su voz es baja y de sonido


agradable y todavía tiene una sonrisa—. Y tengo que estar de acuerdo en
que Graham Bell es esquiador. Me temo que no es conocido por sus
bailes. Esos esquís se interponen en los pasos.

Sin quererlo, mis labios se mueven, pero aclaro mi expresión


cuando Micky vuelve a girar hacia mí.

Pone las manos en las caderas y todos tratamos de ignorar el lazo


que ondea alegremente alrededor de sus genitales.

—Bueno, Magnus. Última oportunidad de tener toda esta


perfección para ti.

1 Graham Bell (nacido el 4 de enero de 1966) es un ex esquiador olímpico que también


es presentador de televisión, aventurero y periodista.

2Película. En Reino Unido, en medio de una crisis minera, un joven de clase trabajadora
descubre su talento para el baile con la ayuda de una estricta profesora de ballet.

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—Creo que voy a pasar —le informo con brío.

—¿De verdad? —dice con evidente incomprensión—. ¿Por qué?

—Porque te recogí en un bar, me la chupaste en los lavabos y luego


te traje aquí para follar. Durante ese proceso tuve muy claro que no oía
campanas de boda. No me gusta el sonido de ellas. De hecho, creo que
soy peligrosamente alérgico.

Exhala por la nariz y sus ojos se entrecierran de forma siniestra.

—Supongo que es lo mejor. Eres demasiado viejo para mí —dice


finalmente, inclinándose para recoger su abrigo.

—Oh, bastante viejo —digo alegremente—. Necesitas a alguien


joven que sepa apreciar los accesorios desnudos. Yo estoy demasiado
atascado en el barro3.

—Ojalá lo estuvieras. Tan atascado que te ahogaras en él. —Con


eso, gira dramáticamente y se dirige a grandes zancadas hacia el
ascensor.

Se hace el silencio cuando las puertas del ascensor se cierran sobre


mi antiguo pretendiente. Finalmente, miro hacia el otro hombre.

—Es una pena —dice—. No es demasiado tarde para cambiar de


opinión. Apuesto a que no se mueve demasiado rápido con esa cinta que
le constriñe el flujo sanguíneo.

Le miro incrédulo.

3“Stuck in the mud”, atascado en el barro, es una expresión que se utiliza para describir
a personas que no son aventureras, que no se arriesgan. De deja literamente por el
doble sentido.

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—¿Nos conocemos?

—Hace poco —dice. Luego enuncia en voz alta—: Hace cinco


minutos, pero no te preocupes si tu memoria no es lo que era. Has tenido
una vida muy larga.

Mi labio se tuerce y le miro.

—¿Estás entrando en ese piso a robar?

Me estudia.

—¿Qué harías si lo hiciera?

Lo considero y luego me encojo de hombros.

—Probablemente nada. Me espera una mañana agitada.

Se echa a reír y rebusca en sus bolsillos una vez más antes de


exclamar triunfalmente y sacar un juego de llaves. Introduce una en la
cerradura y la puerta se abre.

—Bueno, ha sido un placer conocerte. O al menos memorable.

Ladeo la cabeza hacia un lado.

—Espera. ¿Cómo te llamas?

—Heffalump. En danés es amado.

Sacudo la cabeza, y su risa se desvanece cuando la puerta se cierra


tras él, dejándome de pie en el pasillo lleno de sol.

—Hmm —digo contemplativamente, y luego, desechándolo de mi


mente, vuelvo a entrar en mi piso para terminar mi desayuno.

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***

El sol entra a raudales por la alta ventana del juzgado diez de Old
Bailey. Me apoyo despreocupadamente en la mesa que hay junto al
estrado del jurado, preparado para presentar mi alegato final. Los rostros
de los miembros del jurado se vuelven hacia mí. Algunos parecen
ansiosos, otros resignados, y uno que otro simplemente aburrido.

—Todos tenemos deberes en la vida, sea cual sea nuestra edad y


nuestra ocupación —digo lentamente—. Nos pesan sobre los hombros y
a veces tropezamos. Ustedes son jurados. Puede que la tarea los haya
irritado cuando la citación cayó en su buzón. Puede que hayan intentado
pensar en excusas porque servir interferiría con su vida y el trabajo que
pone la comida en su mesa. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo,
ya que librarse del servicio de jurado no pretende ser fácil, porque es un
trabajo importante.

Es la verdad. Es jodidamente terrible tratar de salir del servicio de


jurado.

—Ustedes son los encargados de examinar las pruebas que se les


presentan —continúo—. Son el último puerto de escala antes de una
sentencia de prisión. Es un trabajo que necesita ojos agudos, un nervio
fuerte, y es un deber que debe pesar mucho porque es el peso de la
libertad de un hombre. —La expresión de un par de miembros pasa del
aburrimiento a la prepotencia—. Les he presentado una gran cantidad de
pruebas que demuestran la verdad de la noche en que murió el agente
Tomlinson. Mi cliente, el Sr. Simpson, no es un miembro honrado de la
sociedad. Era un drogadicto que ocupaba ilegalmente una casa y
traficaba con drogas desde allí. Tiene un temperamento que difícilmente

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es la marca de un buen carácter y es diametralmente opuesto al PC4


Tomlinson, que tenía un trabajo importante y criaba una familia.

Hago una pausa para captar toda su atención.

—Sin embargo —digo—, no estamos juzgando a mi cliente por ser


una persona desagradable. Eso ocurre en Twitter y no en un tribunal
británico. Lo cierto es que la noche del 16 de agosto, el agente Tomlinson
se salió de la ley. Ya sea por ira o por frustración, puso en marcha una
cadena de acontecimientos que terminó con su muerte. Mi cliente no es
responsable de eso, ni de la brutalidad que sufrió a manos del agente
Tomlinson y sus compañeros. —Golpeo la barandilla frente a la primera
fila de jurados—. Cumplan con su deber. Para eso están aquí.

Los miembros del jurado me miran fijamente y yo asiento antes de


darme la vuelta y volver a la mesa donde espera mi cliente. Vestido con
un traje que no le queda bien y con el pelo recogido en una cola de
caballo, su aspecto dista mucho de las fotos policiales de cuando era un
desastre. El tiempo en prisión le ha desintoxicado. No sé si seguirá así.

—Tu turno —murmuro a mi oponente, Simon Fields—. Trata de


mantenerlo por debajo de las cinco horas esta vez.

Me mira fijamente, y luego se apresura a cambiar su cara cuando


se da cuenta de que el jurado le está mirando.

Me acomodo en mi silla y mi cliente se inclina con ansiedad.

—¿Qué te parece? —susurra.

Miro a Simon, que se pasea de un lado a otro frente al jurado.

4 Police constable: en el Reino Unido, un oficial de policía del rango más bajo.

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—Creo que lo más probable es que los aburra en veinte segundos.


Nunca sabe cuándo parar. —Acaricio la mano de mi cliente—. Pronto lo
sabremos.

Tres horas más tarde, estoy en la parte trasera del palacio de


justicia, en una zona donde descargan los carros de reparto. Apoyado en
un pilar, alzo mi cigarrillo y le doy una larga calada, sintiendo cómo el
humo llena mis pulmones. Exhalo, viendo cómo el humo sube y
desaparece. Una puerta que se abre detrás de mí me hace girarme.

Hay un funcionario del tribunal de pie.

—El jurado va a volver, señor —dice.

Dejo caer el cigarrillo al suelo y lo apago antes de tirar la colilla a


la papelera.

—Gracias, Brian.

Me mira con desaprobación.

—Pensé que habías dejado eso.

—Lo he hecho. Sólo tengo el de ahora mientras el jurado está fuera.


—Le guiño un ojo—. Es mi único vicio.

Pone los ojos en blanco.

—Lo dudo mucho, señor.

Riendo, le sigo de vuelta a las entrañas del Bailey y a los


laberínticos pasillos que corren por todas partes.

—Hora del espectáculo —murmuro.

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Cuando vuelvo a entrar en el tribunal, con la toga ondeando detrás


de mí, encuentro a mi cliente sentado.

—Siéntate derecho —le digo en voz baja.

Mi abogado subalterno, Darryl, le da unas palmaditas en la mano.

—Pronto terminará —dice.

Me vuelvo hacia Sean, mi alumno, que está sentado en la primera


fila detrás de mí. Es un joven alto, delgado y de aspecto ansioso.

—¿Qué te parece, Sean?

Se inclina hacia delante con entusiasmo.

—Creo que va a ganar, señor. Ha sido una defensa brillante.

—¿Qué parte fue brillante?

Parpadea.

—Bueno, todo.

Sacudo la cabeza.

—No necesito que me eches humo por el culo. Sé que soy bueno.
—Darryl pone los ojos en blanco mientras continúo—. Deberías analizarlo
todo y estar preparado para decirme lo bueno y lo malo. ¿Cómo vas a
aprender, si no? Hablaré contigo esta tarde y, con suerte, tendrás una
respuesta más completa.

Me vuelvo hacia la mesa.

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—¿Está resuelta la rehabilitación del Sr. Simpson? —Le pregunto


a su solicitor5.

—Sí, Magnus. Está todo arreglado si es absuelto.

Le golpeo la espalda en señal de agradecimiento, y luego todos


miramos hacia arriba cuando se anuncia el jurado. Vuelven a entrar en
el palco del jurado, con aspecto resuelto.

Miro a Simon y me encuentro con que me está mirando. Le guiño


un ojo y él hace una mueca.

—¿Han llegado a un veredicto? —pregunta el juez Bannister. Es un


buen tipo para un juez, incluso si puede aburrir a Reino Unido. Un poco
cabezón, pero dime uno que no lo sea. Por lo menos no es un portavoz
convencido del regreso de la flagelación y la pena capital en cada esquina.

El presidente del jurado se levanta. Es delgado y serio.

—Lo tenemos, mi señor.

—¿Y qué es?

—Inocente.

Una oleada de emoción recorre la sala, en parte hostil y en parte


aliviada, y mi cliente se desploma en su silla.

5 Los solicitors son profesionales del derecho que inicialmente se encargan del trabajo
legal fuera de los juzgados, asesorando a los clientes, redactando contratos,
participando en transacciones, preparando testamentos o divorcios. Tienen capacidad
de representación de su cliente. Pueden comparecer ante el juez pero solo en los
tribunales inferiores. Desarrollan sus labores asociándose o individualmente, y pueden
trabajar para empresas o autoridades. El organismo que regula su trabajo es la Law
Society.

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Me pongo de pie mientras el juez despide al jurado.

—Bueno, eso es todo —digo alegremente. Mi cliente se levanta con


dificultad y le tiendo la mano—. Felicidades, Sr. Simpson. —Me estrecha
la mano, con la palma fría y húmeda, y me inclino más hacia él—. Tome
mejores decisiones después de esto. La mayoría sólo tiene una tarjeta
para salir de la cárcel6 en su vida. Usted ha utilizado la suya.

Recojo mis archivos y me alejo, dejando que su solicitor organice a


su cliente.

La mayoría de la gente sale corriendo del juzgado, cogiendo taxis a


diestro y siniestro y desapareciendo de vuelta a sus oficinas. Sin
embargo, siempre he disfrutado de un buen paseo. Me permite estirarme
y despejar la mente. El día es soleado y cálido, y vuelvo la cara hacia la
suave brisa, agradeciendo cómo me alborota el pelo. Llevar una peluca
de juzgado puede quedar bien en la televisión, pero es un maldito calor
en una sala de justicia sofocante.

Camino a paso ligero, esquivando a los peatones y entrando en


Lincoln’s Inn, donde se encuentra mi despacho.

El pequeño parque del centro está repleto de grupos de personas


sentadas en los bancos, charlando y almorzando. La mayoría llevan traje
y vienen de los despachos de los elegantes edificios antiguos que bordean
la plaza cubierta de hierba.

Miro hacia mi bufete cuando los veo. Tengo la misma sensación al


acercarme al edificio georgiano de tres plantas que otros tienen con sus
propias casas. Supongo que mi bufete es mi hogar. Desde luego, paso

6Una tarjeta Get Out of Jail Free es un elemento del juego de mesa Monopoly que se ha
convertido en una metáfora popular de algo que lo sacará de una situación no deseada.

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más tiempo aquí que en mi piso. Miro la glicina que trepa por el exterior
del edificio y tomo nota mental de que se está descontrolando.

Carl, el dependiente más veterano, está fuera apoyado en la


barandilla de hierro fundido y dando caladas a un cigarrillo.

—Deberías empaquetarlos —le digo virtuosamente.

Sacude la cabeza.

—¿Y entonces dónde estaríamos, señor Carlsen? Le arrancaría la


cabeza a alguien y usted tendría que defenderme.

—Sabía que me preferías —digo, pasando junto a la larga pizarra


de la puerta con mi nombre en segundo lugar. Magnus Carlsen QC7—. No
se lo restregaré a la Sra. Peterson.

—Sí, lo hará, señor —dice, riéndose mientras se acerca a mí.

Le entrego el expediente de debajo de mi brazo. Suelta la cinta rosa


y abre el paquete de papeles, poniendo una cara de aprobación al ver que
en la primera página pone Inocente.

—Bien hecho, señor.

—Sí, bueno, no estoy seguro de que vaya a ser muy popular entre
la policía después de esto.

7 En Reino Unido y otros países de la Commonwealth podrás encontrar también el


término Queen’s Counsel (QC) o King’s Counsel (KC). Se trata de un título honorífico
que distingue a los abogados (barristers) con una prolongada y brillante carrera
profesional. Este estatus les confiere ciertos privilegios, como el de situarse en un lugar
especial de la sala durante el juicio o vestir una toga de seda (razón por la cual al
nombramiento de un QC se le denomina taken silk).

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—No es su problema, señor. Todos necesitamos una defensa. Fue


la decisión correcta.

—No estoy seguro de que la familia de la víctima piense eso —digo


sombríamente. Luego descarto el pensamiento y atravieso a zancadas las
habitaciones que me son tan familiares como la palma de mi mano. Paso
por salas con paneles de madera, con enormes y cómodos sofás y sillas,
y por despachos llenos de sonidos de charlas y teléfonos.

Finalmente, entro en mi despacho y cierro la puerta. El sol de la


tarde se filtra a través de la alta ventana georgiana de barrotes, cayendo
sobre mi escritorio de roble y jugando con los archivos multicolores y las
carpetas de caja que se extienden por la superficie.

Me quito la chaqueta y la cuelgo sobre la silla del escritorio, y luego


me acerco a encender la máquina para preparar un café. Una vez que
tengo mi taza, la llevo al otro lado de la habitación, al gran sofá verde de
la esquina. Es bastante viejo, pero increíblemente cómodo, y suspiro de
felicidad mientras me acomodo en la suave superficie. Si un mueble
pudiera hablar, este contaría historias de noches de trabajo
obscenamente tardías, horas de sueño arrebatadas e interminables
comidas para llevar devoradas mientras estoy sentado aquí sin zapatos y
con los archivos esparcidos por todas partes.

Apenas he tenido tiempo de tomar un sorbo cuando llaman a la


puerta y el jefe de mi despacho se asoma.

—He oído que hay que felicitarte —dice, entrando en la habitación.

Vestida con un ajustado vestido azul marino y con el pelo rojo


brillante, es la imagen de la organización y la pulcritud. Dos rasgos que
posee en su totalidad y que la convierten en una excelente jefa de

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despacho8. Es un trabajo que requiere niveles de tacto y diplomacia que


no se veían desde los tiempos de los Medici, que es, casualmente, la razón
por la que Jane es infinitamente más adecuada para ello. Cuando ella y
yo montamos el despacho por primera vez, me horrorizaron las
responsabilidades que implicaba el trabajo.

Levanto mi taza hacia ella.

—Hay café en la cafetera.

Se tira en la silla de mi escritorio y da un par de vueltas perezosas,


con un aspecto muy parecido al de la chica que conocí en la universidad
antes que se consiguiera un marido, hijos y un trabajo que manda a todo
el mundo a las canas.

—A la mierda —dice con su acento de Yorkshire—. Vamos a comer.

Me río.

—¿Has tenido suficiente, querida?

Ella pone los ojos en blanco.

—Llevo aquí cinco horas y ni siquiera he llegado a mi trabajo. En


cambio, he tratado con el proveedor de café, he regañado a Brant por
dejar envases de comida para llevar en su oficina y he discutido con la
compañía eléctrica.

—El trabajo de una mujer nunca termina —digo solemnemente con


la lengua en la mejilla.

—Imbécil.

8 Chambers puede traducirse como cámaras, despachos, salas de abogados.

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Me río y me levanto para coger mi chaqueta.

—Vale, la comida, sí. Tú pagas y quiero el mejor trozo de filete de


Londres.

—Lo harías, maldito danés caro.

—Yo lo valgo —digo con sinceridad y nada de modestia.

El almuerzo es fácil y divertido. Hacía tiempo que no nos


sentábamos juntos, ya que nuestros horarios entraban en conflicto. Jane
y yo nos conocimos en la universidad en la semana de los novatos. Ella
intentaba ligar con el jefe del club de montañismo. Yo también le había
echado el ojo, y durante una semana nos rondamos como gladiadores
tras un león. Eso terminó una noche de borrachera en el bar de
estudiantes, cuando nos dimos cuenta de que los dos lo habíamos tenido,
y que él no había cumplido la promesa de su palabra empeñada. Nos
emborrachamos y nos convertimos en el mejor amigo del otro en el
espacio de tres horas. Desde entonces, vivimos en el bolsillo del otro.
Evan, su marido, siempre dijo que sabía que se estaba enfrentando a dos
personas cuando conoció a Jane.

Comemos un delicioso almuerzo, intercambiando cotilleos sobre lo


que ocurre en otras salas. Cuando pide la cuenta, me recuesto de nuevo
en mi silla y ojeo el concurrido restaurante. Y es entonces cuando lo veo.

Es el hombre que había presenciado mi intercambio con Micky en


el pasillo de mi edificio. Está sentado solo en una mesa, mirando su
teléfono. Sólo puedo ver su perfil, pero definitivamente es él, y me siento
hacia adelante, interesado.

—¿A quién estás mirando? —pregunta Jane, entregando su tarjeta


al camarero con una sonrisa de agradecimiento.

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—A él —digo, señalando—. Se aloja en el piso de enfrente.

—¿En el que vive el guapo de Luke?

Asiento.

—¿Quién es? —pregunta—. ¿Los han presentado?

—Por así decirlo. —La pongo al día y, al final de la historia, echa la


cabeza hacia atrás, riendo. Jane suelta una carcajada muy fuerte y, como
si fuera una señal, otras personas se giran, incluido mi espectador de
esta mañana. Antes de darme cuenta, me levanto de la silla y me acerco
a él a grandes zancadas.

—Hola —le digo—. Nos encontramos de nuevo.

Me mira, sonriendo, y ahora que veo sus rasgos más de cerca, tengo
la extraña sensación de haberlo visto antes, y no sólo durante ese
desafortunado episodio con Micky. Tiene el pelo castaño salpicado de
canas que cae alrededor de su rostro anguloso, y una mandíbula
desaliñada que no es ni barba de diseño ni barba. Está bronceado, lo que
me indica que no ha estado en Reino Unido durante un tiempo, y lo sitúo
en torno a los cuarenta años. No es guapo, pero sus ojos son
impresionantes. Son de un verde pálido, el color del mar en Dinamarca,
donde las cálidas aguas bajas se encuentran con las frías profundidades.
Se me revuelve el estómago y me pregunto si me estoy indigestando.

—Así que lo hacemos —dice. Su voz es grave y agradable—. Me


alegro de conocerte cuando no estás tratando con un hombre desnudo
con una cinta alrededor de sus genitales.

—Ack, ha sido un día lento —digo.

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Se ríe, un sonido cálido y rico que hace que las comisuras de mi


boca se levanten contra mi voluntad.

Le ofrezco mi mano.

—Magnus —digo. Me mira durante un segundo y luego desliza la


palma de la mano sobre la mía.

—Encantado de conocerte. —Sus dedos son largos y delgados, con


las uñas mordidas.

Me hormiguea la mano, trago saliva y la suelto rápidamente. No me


ha dicho su nombre, y justo cuando me pregunto si ha sido a propósito,
sus labios se mueven. La luz burlona de sus ojos me hace sonreír.

—Entonces, ¿estás solo? —pregunto y maldigo interiormente. No


quiero que piense que estoy coqueteando. No es mi tipo en absoluto.

Sin embargo, no muestra ningún signo de caer en mis encantos.

—No lo estoy —dice—. Estoy comiendo con Miles Bannister.

—¿El juez Bannister? —digo lentamente.

—Sí, ¿lo conoces?

—Debería hacerlo. Estuve en su tribunal esta mañana.

—¿Solicitando9? —dice.

Me río.

—Difícilmente. Soy un QC.

9 En términos legales, solicitación es un sinónimo de prostitución.

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—Qué encantador —dice amablemente y sin ningún signo de estar


impresionado, que es la respuesta del noventa por ciento de la población
después de ver dramas legales como Silk o Crown Court.

Me siento intrigado a regañadientes.

—¿Así que comes con él? Me sorprende que sigas despierto. —


Parece sobresaltado, y me inclino más hacia él y le susurro—. Es un
aburrido espantoso.

Su labio se tuerce.

—No me digas.

—Oh, sí. Terrible. Mejor que un somnífero. Lo conozco


profesionalmente, pero también tengo una conexión personal con su
familia…

—¿Magnus? —me interrumpe una voz grave desde detrás de mí.

Me enderezo y me giro.

—Juez Bannister.

—Buen trabajo esta mañana. Enhorabuena.

—Gracias, señor —digo amablemente.

Se acomoda de nuevo en su asiento en la mesa.

—¿Conoce a mi hijastro, Laurie?

—Conozco a su hijastra, Lennie, señor —digo lentamente,


desconcertado por la pregunta. ¿Es que Bannister se está volviendo tonto
en su vejez?—. ¿Recuerda? Está casada con mi mejor amigo. Y conozco
a Luke, su hijastro que vive en el piso de enfrente. —El juez tiene un

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Lily Morton Bellamente inesperado

número escandaloso de hijastros, y nunca puedo seguirles la pista. Ni he


querido hacerlo—. Pero nunca he conocido a Laurie.

—Bueno, acabas de hablar con él.

Mierda. Miro hacia abajo y me encuentro con mi desconocido


mirándome. Sus ojos brillan con un humor apenas reprimido.

—Encantado de conocerte —digo lentamente mientras él


finalmente pierde la batalla y estalla en carcajadas.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 2
Magnus
Más tarde, esa misma noche, me paro frente a la puerta del piso de
enfrente. Me aclaro la garganta y me paso el dedo por el cuello de la
camisa. Mierda.

Alzo la mano y toco con decisión el timbre de la puerta. Espero,


pero no pasa nada, así que vuelvo a llamar. Oigo unos pasos vacilantes
y el sonido del pestillo que se levanta antes que la puerta se abra.

—Tú —dice.

Le miro. Lleva un par de pantalones vaqueros viejos que se


adhieren a sus largas piernas y están desgastados en algunas partes,
junto con un jersey negro que conoció días mejores hace muchos años.
Está roto en el cuello y tiene agujeros en el dobladillo. Está descalzo y
tiene el pelo revuelto, y aspiro el olor a aceite de linaza y pintura.

Se aclara la garganta y me apresuro a devolverle la atención a la


cara para encontrarlo mirándome fijamente.

—Qué alegría verte de nuevo. ¿Has venido a insultar a mi padre por


segunda vez? Quizá te gustaría conocer a mi madre y darle un puñetazo
en la cara. Creo que incluso podría tener una tía de sobra para que la
mutiles.

Gimoteo.

—Ack, lo siento mucho. Estoy aquí para disculparme. —


Blandiendo la botella que tengo en la mano—. Traigo un regalo de
disculpa.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Él silba.

—Es una disculpa muy cara. Ese whisky cuesta unas sesenta
libras.

Me encojo de hombros.

—Es una disculpa muy grande.

Me mira y, para mi asombro, sonríe mostrando un hoyuelo en su


mejilla izquierda.

—No, está bien —dice—. Es mi padrastro, y no te equivocaste. Le


gusta mucho el sonido de su propia voz. Deberías intentar pasar un día
con él.

—No, gracias —digo rápidamente, por si está pensando en


obligarme a hacerlo. Golpeo los dedos contra mi pierna con inquietud—.
Así que tú eres Laurie Gentry.

—Lo dices como si estuvieras anunciando a la reina.

—Probablemente porque debería tener el mismo efecto. Tu


hermana Lennie me habrá hablado de ti una o dos veces.

Se muerde el labio.

—Qué mundo tan pequeño.

Sacudo la cabeza.

—¿Sabías quién era esta mañana? —Hago un gesto hacia el pasillo.

—Al principio no. —Sonríe—. Estaba un poco distraído por el


hombre con los genitales expuestos, pero luego me reanimé y me di

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Lily Morton Bellamente inesperado

cuenta de que eras el Magnus que estaba en la universidad con Chris y


Lennie, y del que tanto he oído hablar.

—Probablemente sólo cosas extremadamente buenas —digo—. Y


sí, estuve en la universidad con Chris y, más tarde, con Lennie, cuando
ella entró en su vida. Por mis pecados —añado agriamente y él se echa a
reír—. Ack, debería haberlo adivinado cuando te vi. Incluso te pareces a
Luke.

—Ahora no hay necesidad de ponerse desagradable —dice


alegremente y abre la puerta por completo—. Entra. —Me quita la
botella—. Puedes ayudarme a beberla —dice mientras se da la vuelta y
se aleja.

Le sigo y me doy cuenta que camina con una ligera cojera, lo que
explica los pasos irregulares que había oído antes.

Vuelve a mirar hacia atrás y ve dónde está mi mirada.

—Lo siento —le digo—. Estás cojeando.

—Accidente de coche hace unos meses —dice alegremente.

—Por Dios, ¿estás bien?

Parpadea.

—Estoy bien. La cojera desaparecerá.

El piso es un reflejo del mío, pero mientras el mío es todo líneas


limpias y mobiliario mínimo, esto es... Esto es un caos. Las estanterías
del suelo al techo derraman libros sobre cualquier superficie disponible.
Montones de ellos adornan el suelo. Los cuadros están apilados contra la
pared y hay tazas sucias por todas partes.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Debe captar mi expresión porque se echa a reír.

—¿Has estado aquí antes?

—Una vez. —Sacudo la cabeza, incapaz de apartar mi mirada


horrorizada de la mesa llena de tazas sucias. Una de ellas tiene una barra
de chocolate asomando—. Tenemos horarios muy diferentes. Solemos
saludar y despedirnos en el pasillo.

—Ah, el escenario de algunas de tus despedidas más memorables.

Lo ignoro.

—Tu hermano es un acumulador —anuncio.

—Luke es definitivamente eso.

—Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?

—Estoy cuidando su casa mientras está en California por trabajo.

Me río.

—Pensé que era profesor de inglés cuando lo conocí.

Se rasca la barbilla desaliñada.

—¿Por qué? ¿Porque tiene libros?

Miro alrededor de la sala de estar.

—No sólo tiene libros. Tiene muchos libros.

Bordea una mesa donde se tambalea una enorme torre de libros y


se dirige a la cocina.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Le encantan. Siempre lo ha hecho. No puede tirarlos ni venderlos.


Ni siquiera le gusta prestárselos a la gente.

Arrugo el ceño en señal de incomprensión, y él me sonríe mientras


sus largos dedos desprecintan el lacre de la parte superior de la botella.

—¿No lo entiendes?

—Pues no. No guardo libros. No me gusta el desorden.

Intenta parecer sorprendido, pero su expresión es claramente


burlona.

—¿No te gustan los libros?

—No. Me gusta leer, pero lo hago en mi tableta. Así, los libros no


ensucian mi espacio vital.

Abre la botella, extrae un par de vasos del armario de la cocina y


vierte un buen chorro en ambos. Me da uno y levanta su propio vaso.

—Sláinte 10.

—Skål11 —le digo.

—¿En danés significa pásame el tocino?

Pongo los ojos en blanco.

—Yo también debería disculparme por la escena de esta mañana,


¿no?

10Sláinte significa "salud" en gaélico irlandés y escocés.


11 Skål es una palabra nórdica para expresar positivismo, tanto para dar aliento o
fuerzas para dar más o rendir mejor, como para sellar un brindis grupal o individual
por aquello que deseamos que ocurra.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Echa la cabeza hacia atrás y rompe a reír. Es un sonido rico y


cálido, y me encuentro sonriendo también. Al final, cuando ya no puede
reírse más, se limpia los ojos.

—Lo siento —dice—. Pero ha sido muy gracioso.

Hago una mueca.

—Me incomoda mucho cuando mis compañeros de cama se van y


vuelven.

Sacude la cabeza.

—Oh, cielos. Ese sí que definitivamente volvió. Me sorprende que


no le dejes mudarse.

—Prefiero escabechar mis globos oculares —digo sombríamente.

Salimos a la zona principal y miro a mi alrededor en un intento de


cambiar de tema.

—No vi eso la última vez que estuve aquí —digo, señalando un


caballete de aspecto antiguo colocado en una esquina de la habitación—
. ¿Luke ha empezado a pintar?

—Esperemos que no por el bien del mundo del arte. Cuando


éramos niños solíamos pintar con tiza en las piedras del patio, y algunos
de sus dibujos eran objeto de pesadillas. Mi madre siempre rondaba junto
a nosotros con un cubo de agua para lavarlos antes que necesitáramos
terapia.

Me río y me alejo.

—¿Adónde vas? —pregunta.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Le lanzo una sonrisa.

—Sólo quería mirar por la ventana. Tu hermano tiene una vista


diferente a la mía.

Me acerco a los ventanales del suelo al techo y contemplo una vista


lateral del río.

—¿Y bien? —dice, deslizándose en un asiento en la barra de


desayuno.

—Definitivamente no es una vista tan buena como la mía.

—Apuesto a que estás muy aliviado.

—Lo estoy. —Vuelvo a mirar por la ventana y luego enfoco hacia


abajo y silbo—. Ven a ver esto —le digo, haciéndole un gesto.

—¿Qué es?

—Lo verás si miras. Un hombre se está follando a una mujer en su


balcón del tercer piso.

—Encantador —dice débilmente.

Estoy desconcertado.

—¿No vienes a mirar?

Hace un gesto con la mano.

—Pasaré.

—¿Por qué?

Pone los ojos en blanco y vuelve a su whisky.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Me dan miedo las alturas.

Le miro fijamente y empiezo a reírme.

—Te dan miedo las alturas y tu hermano te tiene alojado en uno de


los áticos. El más pequeño —añado.

Él da un sorbo a su whisky.

—Oh, la ironía de todo esto. Pero, por desgracia, incluso el ático


menos imponente tiene ventanas.

—Tú te lo pierdes, supongo. —Echo otro vistazo—. No es que se


pierda mucho. Su técnica es lamentable.

Se atraganta con su bebida y le lanzo una sonrisa. Me paseo por la


habitación, tocando los lomos de los libros y examinando sus títulos.

—¿Has venido a disculparte o sólo a curiosear? —pregunta. No


parece molesto, tumbado en su asiento y observándome.

Vuelvo hacia él.

—Se puede saber mucho de la gente por sus casas, ¿no?

—Supongo que sí. ¿Qué te dice este lugar sobre mi hermano?

—Probablemente murió en un trágico accidente de acaparamiento


en una vida anterior. —Sacudo la cabeza con incredulidad mientras miro
a mi alrededor.

—Supongo que no te gusta el desorden, Mags.

Ladeo la cabeza hacia un lado. No creo que nadie haya abreviado


nunca mi nombre. Incluso Jane me llama Magnus.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—En realidad me llamo Magnus.

—Creo que Mags te queda mejor. —Arrugo la nariz—. Qué horror.


Eso me preocupa. —Sonríe.

—Entonces, ¿qué haces aquí aparte de cuidar la casa, Laurie


Gentry, hermano de Lennie y Luke?

Sus ojos brillan como si se burlara en secreto de mí, pero responde


a la pregunta con seriedad.

—Estoy haciendo un trabajo para mi madre y mi padrastro.

Tengo un vago recuerdo de Lennie diciendo que su hermano gemelo


era pintor. Me pregunto si su madre y el juez están haciendo una reforma
de la casa y Laurie les está ayudando. Supongo que está falto de dinero,
lo que explica su ropa harapienta, su pelo alborotado y el cuidado de la
casa. Quizá su madre se apiade de él.

Le dedico una sonrisa y me alejo para examinar un gran cuadro


que hay en la pared cerca de mí. Se trata de un anciano sentado en un
banco a la luz del sol. Un cuadro sencillo, pero absolutamente
impresionante. También me resulta algo familiar. Recuerdo vagamente
que hace unos meses asistí a una exposición de un famoso retratista en
Knightsbridge. El estilo es el mismo, pero no recuerdo el nombre del
artista.

—Esto es absolutamente impresionante —digo—. La técnica es


maravillosamente sencilla.

Me mira todavía con ese brillo en los ojos.

—¿Sabes de arte?

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Sé de pintura —digo por encima del hombro—. Mi madre era una
artista de renombre y hablaba de su trabajo durante el noventa por ciento
del día.

—¿Qué hacía ella durante el diez por ciento restante?

Le guiño un ojo.

—Bebía y se acostaba con hombres más jóvenes.

—Ah, la manzana no cae muy lejos del árbol. —Echo la cabeza


hacia atrás y me río. Cuando me recupero, me observa con una sonrisa
en la cara—. Me pareció reconocer el apellido —dice—. Tu madre era
Frida Carlsen, ¿verdad?

Asiento.

—Pintó a la reina.

—Debió de ser una tortura terrible para la pobre mujer —dice con
solemnidad y me arranca otra carcajada.

Le miro con curiosidad. Valoro a la gente que puede hacerme reír


o entretenerme. Jane dice que veo a la población como si fuera un
emperador romano aburrido, pero está completamente equivocada, por
supuesto.

Me alejo y levanto el vaso para tomar un trago de whisky.

—Qué bueno —digo. Miro las botellas en el mostrador y silbo a


una—. Pero no tan bueno como esta. ¿De tu hermano?

—¿No podría ser mía? —dice finalmente.

Tengo la extraña sensación de que le estoy divirtiendo.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Tal vez —digo, mirando su ropa de mala calidad. Cuando levanto


la vista, reprime una sonrisa.

—Ah —dice.

Como no hay nada más, me alejo de nuevo para asomar la cabeza


por una puerta en el extremo de la habitación. Como sospechaba, es su
dormitorio. Me alegra ver que es más pequeño que el mío y que tiene una
vista espantosa.

—Sírvete —me dice, con esa risa todavía en su voz—. ¿Te gustaría
dormir en su cama?

—No con esa vista —respondo, dándome la vuelta.

Me mira.

—Entonces, si tu madre era Frida Carlsen, tu padre debe ser


Maxwell Frederick, el poeta.

—Lo es. Se mudó a Reino Unido cuando se divorciaron.

—¿Sigue escribiendo? Lo estudié en la escuela. Hermosas


imágenes.

—Eso es lo que pasa cuando estás drogado todos los días.

—Cielos, nadie me dijo eso. Debería haber sido poeta laureado a


los diecisiete años.

Me río.

—Entonces, ¿qué hay de ti? —pregunto, apoyándome en la barra y


dando un sorbo a mi bebida. Me sorprende encontrarme a mí mismo
haciendo preguntas y estando realmente interesado en las respuestas.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Pero no tengo intención de acostarme con él. Es demasiado viejo para mí.
Me gustan jóvenes y desenfadados.

Se encoge de hombros.

—¿Qué hay que contar?

—Bueno, tu nombre. Es inusual. ¿De Mujercitas?

—Mi madre era actriz e interpretó a Beth en una producción del


West End de Mujercitas. Aunque apuesto a que murió de forma mucho
más dramática de lo que Louisa May Alcott pretendía. —Sonríe—. De
todos modos, mi nombre empieza por “L”. Los seis tenemos nombres que
comienzan con esa letra. Probablemente lo sepas por Lennie.

—Creo que me he perdido muchas cosas al escuchar a tu hermana.


—Me encojo de hombros—. Probablemente sea mejor para mi salud
mental.

Se ríe.

—Creo que mi padrastro está bastante avergonzado por el asunto


de los nombres.

—No puedo creer que fueran seis. Santo cielo. Eso es un zoológico.

Echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Es un sonido alegre que me


hace sonreír.

—Definitivamente habrías dicho eso si nos hubieras conocido de


niños. La mafia de los Gentry. ¿A cuántos de nosotros has conocido?

—No a todos. He conseguido evitar las fiestas familiares durante


años.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Muy astuto de tu parte.

—He conocido a Lennie, obviamente, a Luke, y ahora a ti.

—Bueno, permíteme que te ilumine. Están mis dos hermanos


mayores, Lorcan y Luke. Luego están mis hermanas menores, Leia y
Lucy. Y mi hermana gemela Lennie, cuyo nombre real es Leonora. Ella
insiste en ser llamada Lennie. Su versión de una rebelión sin
derramamiento de sangre.

—¿Por qué la letra “L”? Estoy seguro de que tu hermana nunca lo


mencionó. Parece que sería memorable.

Hace un gesto con la mano.

—Probablemente porque todo nos parece completamente normal.


En realidad, fue idea de mi madre.

—Iba a decir que estaba loca, pero creo que lo demuestra el hecho
de que esté casada con la reencarnación del juez Jeffreys12.

Sacude la cabeza.

—Sí que le gusta su brandy. —Da una palmada y se levanta—.


Bueno, debo seguir.

Estoy sorprendido. Nunca me excedo en mi bienvenida. De hecho,


la gente suele querer que me quede más tiempo. El despido de Laurie me
divierte, lo que significa que debe estar muy aburrido en este momento.

12George Jeffreys, primer Baron Jeffreys de Wem, miembro del Privy Council del Reino
Unido (15 de mayo de 1645 – 18 de abril de 1689), más conocido como “El Juez de la
Horca” se hizo famoso durante el reinado de Jacobo II de Reino Unido, alcanzando los
cargos de Lord Canciller y Lord Mayordomo Mayor.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Entonces pienso en su ropa. Tal vez necesite terminar el cuadro para que
le paguen.

—Por supuesto —digo, dirigiéndome a la puerta—. Tienes trabajo


que hacer. Espero que tu pintura vaya bien. Pero estoy seguro de que a
tu madre le encantará a pesar de todo —concluyo con cierta torpeza.

Sus ojos se llenan de alegría cuando abre la puerta, lo que me hace


preguntarme si debería emprender una carrera de comediante, tal es su
diversión conmigo.

—Gracias por tus amables palabras —dice solemnemente.

—Bueno, adiós —le digo—. Mis disculpas de nuevo.

—Adiós —dice y cierra la puerta alegremente en mi cara.

Me quedo boquiabierto durante un segundo. Sólo la idea de que


podría estar mirándome a través de la mirilla mientras estoy aquí como
una idiota me hace moverme.

Me dirijo a mi piso. Probablemente ya se ha olvidado de mí.

Me detengo en seco.

—Laurie —digo en voz alta—. ¿Dónde he oído ese nombre antes?


—Me doy cuenta del recuerdo de la exposición en la galería, su nombre y
el cuadro en el piso se cruzan. Recuerdo la forma en que había juzgado
el cuadro y siento que me sonrojo. Algo que no había hecho desde que
era pequeño.

Dos segundos después, llamo al timbre de su casa.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Suenan los mismos pasos vacilantes, y él abre la puerta de un


tirón, sin sorprenderse en absoluto de encontrarme de nuevo en su
puerta.

—¿Por qué no me lo has dicho? —exijo.

—Hmm. ¿Qué debería haberte dicho, Mags? ¿Que tu bragueta está


abierta?

Miro automáticamente hacia abajo y gimo.

—Ack, me tenías ahí. —Se ríe, y lo fulmino con la mirada—. Eres


Laurie Adnet, ¿verdad? El Laurie Adnet que pintó ese cuadro de ahí. El
hombre que resulta ser un retratista muy famoso.

Hace una reverencia.

—Ese soy yo. Cuando trabajo, utilizo el apellido de mi abuela. Mi


forma de honrarla. —Se muerde el labio para ocultar una sonrisa—.
¿Debería habértelo dicho? —dice inocentemente.

—Creo que probablemente deberías haberlo hecho —le informo—.


Creía que tu madre te pagaba por decorar su casa para que pudieras
comer bien.

Pierde la batalla con la sonrisa y se ríe a carcajadas, con los ojos


arrugados por la diversión.

—¿Te daba pena, Mags?

Pongo los ojos en blanco.

—Por supuesto que no. Simplemente observo las cosas. —Su risa
aumenta.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Ese caballete en el piso es tuyo, ¿no? —Asiente—. ¿Qué estás


pintando?

—Mi padrastro.

Parpadeo.

—¿Por qué?

Se encoge de hombros.

—Esa era mi pregunta también. Pero mi madre lo encargó como


regalo de aniversario de boda.

—Ack, me paso el día siendo despreciado por él en un juzgado. No


me gustaría tenerlo también en mi pared. —Me sonríe y reprimo las ganas
de quedarme en el pasillo y seguir hablando—. Bueno, encantado de
conocerte, Laurie Gentry —digo por encima del hombro mientras vuelvo
a mi piso—. Du er en fjollet fjols.

—¿Qué significa eso? —dice entre risas.

—Eres un tonto —le informo y cierro mi puerta ante sus nuevas


risas.

Me vuelvo a apoyar en la puerta y finalmente dejo que mi sonrisa


se abra paso. Luego aparto el pensamiento de él y me dirijo a la cocina
para buscar la cena que la señora Sinclair habrá dejado para mí.

Un interludio agradable, pero dudo que vuelva a hablar con él.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 3
Laurie
Cambio de posición en el banco de madera y vuelvo a hacerlo
cuando no me alivia el dolor de culo. Los juicios pueden durar mucho
tiempo, así que siempre ha sido un misterio por qué no hacen que los
asientos sean cómodos.

El fiscal no para de hablar en la sala, dejando al testigo con la


mirada perdida.

—Es incómodo, ¿verdad? —susurra la mujer que está a mi lado.

Le lanzo una sonrisa.

—Horrible.

Se acerca más.

—Vengo aquí siempre, pero ahora traigo un cojín.

—¿Vienes mucho aquí? —pregunto. Es pequeñita, con el pelo de


color lila y los ojos azules descoloridos.

—Bueno, sólo para los casos del señor Carlsen.

Me muerdo el labio.

—¿Y te gusta cómo defiende a un cliente?

Ella guiña un ojo.

—Y la forma en que rellena esas togas. Es un QC brillante, sin


embargo. Siempre vale la pena observarlo.

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Lily Morton Bellamente inesperado

La señora de mi izquierda se inclina hacia delante.

—¿Le importa que le pregunte qué es un QC? —pregunta con


acento americano.

Mi vecina de pelo lila se infla de importancia.

—Significa Queen’s Counsel. Son los mejores abogados que llevan


los casos más importantes. Es un gran honor ser uno.

—¿Y qué son los barristers?

Me inclino más hacia atrás para que puedan susurrar por encima
de mí, pero están demasiado concentradas la una en a otra como para
darse cuenta. Espero que no nos echen por hablar.

—Son abogados, pero son los únicos que pueden venir al juzgado
—dice mi vecina original—. Si te van a juzgar, te consigues un solicitor,
pero ellos no pueden actuar por ti en el tribunal, así que le pasan tu caso
a un barrister. Y si tienes mucha suerte, te toca el señor Carlsen.

Miro a Magnus. Está recostado en su silla y parece casi aburrido.


Como si todo el proceso del juicio fuera demasiado trillado para mantener
su atención. Varios miembros del jurado le miran a él en lugar de al fiscal,
y no puedo decir que les culpe.

Es un hombre impresionante. No es tanto su aspecto, como la


forma en que se comporta. Como si fuera un cable caído lleno de chispas
y electricidad. Hay un aire de picardía en él y una confianza palpable que
dice que no se preocupa por la forma en que la gente lo ve.

—Sr. Fitzpatrick —mi padrastro se dirige al fiscal QC—.


¿Podríamos pasar a la parte del día en la que realmente se hace una
pregunta?

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Lily Morton Bellamente inesperado

Mi acompañante suelta una risita mientras una ola de carcajadas


recorre los bancos. La risa se apaga con una mirada de mi padrastro. Me
lo tomo como un recordatorio de que se supone que estoy trabajando
aquí, así que saco mi cuaderno de dibujo y mi lápiz de la mochila. Ha
estado ahí durante las últimas horas, ya que me ha absorbido el drama
del proceso judicial. Y Magnus Carlsen. Tengo que admitir que atrae las
miradas y la atención. Y él lo sabe, me recuerdo.

Abriendo el bloc en una página limpia, empiezo a dibujar con


movimientos seguros de los dedos. Los movimientos familiares me
reconfortan, y caigo en una nebulosa mientras dibujo la mandíbula
obstinada de mi padrastro y su expresión más bien belicosa mientras
escucha al abogado de la acusación.

Podría haber sentido la mirada de la anciana a un kilómetro de


distancia, y no me sorprende cuando se inclina.

—¡Caramba, qué bueno! —dice—. Lo tienes dominado, cariño.

Le sonrío.

—¿Eso crees?

Ella asiente.

—Oh, definitivamente. Aunque no sé por qué estás dibujando a ese


viejo cuando podrías estar dibujando al Sr. Carlsen. Pagaría por un
dibujo suyo.

Le sonrío y luego miro a Magnus. El fiscal vuelve a su asiento y


Magnus se levanta. Se estira casi sin hacer nada y luego merodea hacia
el testigo, que se anima visiblemente.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Sigue siendo mayo? —pregunta Magnus en tono de


conversación, y varios de los miembros del jurado se ríen.

—Señor Carlsen —advierte mi padrastro.

—Mis disculpas. —La voz de Magnus claramente no transmite tal


cosa. No puedo evitar mi sonrisa y le observo atentamente mientras se
lanza a sus preguntas. En pocos minutos, ha expuesto un fallo crucial
en el caso de la acusación que probablemente dará un vuelco al caso,
pero sigue apoyándose casi con indiferencia en el banco. Su voz es rica y
cálida, su postura es relajada y casi meditativa, pero sus ojos desmienten
la pose. Son muy agudos y se centran en el testigo.

Antes que pueda detenerme, paso a una página limpia y empiezo a


dibujarle. Mi lápiz capta su rostro recio, con los pómulos altos y anchos
y el sedoso pelo castaño ceniza que a veces cae sobre unos ojos marrones
tan claros que casi parecen transparentes. Esbozo su nariz, que
evidentemente se ha roto una o dos veces y le da un encanto rastrero.
Pero es su boca la que me fascina. Es ancha y curvada y demasiado suave
para un rostro tan fuerte y duro.

Lleva su vida en esa cara, me doy cuenta mientras sigo dibujando.


Está en la tenue red de líneas que recorren sus ojos de párpados pesados,
que hablan de muchos años de risa, y en las bolsas que hay debajo, que
muestran que es un hombre que disfruta de la vida. No es un rostro
guapo, pero es impresionante, lleno de vitalidad y diversión sardónica
que hace imposible apartar la mirada.

Su aspecto y su carisma hacen que me pregunte cómo sería


conocerlo mejor. Peligroso, probablemente. La idea me hace sonreír. He
tenido oportunidades de conocerlo en el pasado, pero nunca las he
aprovechado. Mi hermana y su marido han mencionado a Magnus
muchas veces a lo largo de los años. Es difícil creer que sea el mismo.

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Lily Morton Bellamente inesperado

La voz de mi compañera irrumpe en mi ensoñación.

—Es maravilloso —dice.

Miro el papel, sorprendido, y el rostro de Mags me devuelve la


mirada. Lo he dibujado absorto en mis pensamientos, como si tuviera el
piloto automático. A menudo me abstraigo de esta manera. Sacudo la
cabeza y, tras garabatear mi firma al pie, arranco el papel del bloc y se lo
ofrezco.

—Para usted —digo—. Algo para recordarlo.

—¿Estás seguro? —dice ella, con la cara suave—. Es precioso.


Podrías venderlo.

—No a nadie que lo conozca —observo.

Me mira con curiosidad, pero coge el papel con tanta delicadeza


como si fuera una de las joyas de la corona.

—Muchas gracias —dice.

—De nada. —Levanto la vista cuando mi padrastro anuncia el final


de la jornada y todos los presentes se ponen en pie, estirándose y
probablemente intentando recuperar la sensibilidad en sus culos.

Espero en mi asiento después de despedirme de mi compañera de


hoy y veo cómo la sala empieza a vaciarse y el acusado es escoltado por
la policía hasta las entrañas del edificio y la furgoneta que le espera.

Un dolor de cabeza me late en las sienes y suspiro mientras los


puntos negros bailan en mis ojos. Mierda. Estoy buscando a tientas mis
medicinas cuando unos pasos se acercan a mí.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Hola —dice una voz con ese habitual aire de diversión bailando
a lo largo de las vocales. Mags tiene una voz absolutamente hermosa.
Rica y cálida, con un encantador matiz de su acento danés y el muy leve
indicio de un ceceo que probablemente proviene de hablar en un idioma
que no es el suyo.

Sacudo dos de mis pastillas y las trago con un rápido trago de mi


botella de agua.

—Bueno, pero si es mi vecino —digo—. El de todos los supuestos.

Sonrío al recordar que había pensado que yo era un pintor de


casas. Me muero de ganas de contárselo a mi hermana.

Pone los ojos en blanco.

—¿Qué haces aquí? —Me guiña un ojo—. ¿Observándome en mi


hábitat natural y maravilloso?

—Difícilmente. Estoy haciendo unos bocetos de mi padrastro.

Mira mi cuaderno de bocetos, y yo bendigo el hecho de haberle dado


el boceto de él a la anciana. Mira la página en blanco y su boca se tuerce.

—Realmente has captado su personalidad —susurra, y tengo que


morderme el labio para contener la risa.

—¿Qué haces ahora? —pregunta.

Vuelvo a guardar mi cuaderno de dibujo y mi lápiz en la mochila.

—¿Por qué? ¿Planeas agredir verbalmente a más familiares míos?

Estalla en una carcajada tan robusta y atractiva como el resto de


su persona.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Ack. Nunca superaré eso, ¿verdad?

Me encojo en mi chaqueta.

—Probablemente no. —Le miro—. ¿Por qué? ¿Tienes algo en


mente?

—Un paseo —me ofrece—. Siempre vuelvo andando a mi bufete. —


Parece repentinamente desconcertado—. Sólo un paseo —dice
rápidamente—. No una...

—¿Una cita? —Le ofrezco con simpatía mientras parece buscar las
palabras—. No te preocupes. No tengo la impresión de que sea eso. Para
empezar, no me he puesto la cinta genital.

Se ríe de nuevo y me da un codazo.

—Eso es una profunda vergüenza.

Pondría los ojos en blanco si no pensara que están en peligro de


caerse por el dolor de cabeza que late allí. Las pastillas harán efecto
rápidamente, pero la idea del aire fresco es atractiva.

—¿Dónde están tu despacho? —le pregunto.

—En Lincoln’s Inn. Es un paseo de quince minutos. Quizá media


hora si nos lo tomamos con calma.

Apuesto a que no se lo toma con calma cuando camina solo, pero


agradezco la consideración. No hay manera que rompa el kilómetro al
minuto con mi pierna en su condición actual. Es un pensamiento
sorprendentemente dulce por su parte.

—De acuerdo —digo—. He quedado con mi padrastro y mi madre


para cenar, pero es en esa dirección, así que me vale. Le enviaré un

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Lily Morton Bellamente inesperado

mensaje para decirle que no necesito que me lleven. Lo agradecerá porque


seguro que se muere por quedar con sus compinches para tomar algo.

—Excelente. Te veré en la entrada principal. Sólo tengo que


quitarme la túnica y esta maldita peluca.

Tengo una visión repentina de él quitándose la túnica negra para


mostrar su cuerpo desnudo, y el calor se agita en mí. Rápidamente, fijo
una sonrisa inocente en mi rostro. Hace unos meses, lo habría conocido,
me lo habría tirado y nos habría dejado a los dos con una sonrisa en la
cara mientras nos alejábamos sin pensar en volver a conectar. Es un
baile que he hecho toda mi vida. Pero ahora no puedo hacerlo. Tengo
otras cosas en las que pensar.

Sin embargo, la vanidad me hace permanecer sentado mientras él


se aleja. No quiero que vea mi chirriante proceso mientras me levanto de
mi asiento. Cuando desaparece de mi vista, me pongo de pie y gimo
mientras todos mis dolores afloran en una repentina agonía. Me detengo
durante unos segundos, dejando que el dolor me invada. Luego, cuando
desaparece, me enderezo con cautela.

No sé si es el hecho de que tengo más de cuarenta años lo que hace


que me cueste superar mi accidente de coche, o si fue la gravedad del
propio, pero es un hecho que me duele mucho en este momento. Ya no
es el brillante clamor del dolor que resuena en mi cuerpo como un repique
de campanas, sino más bien un dolor constante. Los médicos me
aseguraron que los dolores también pasarán, pero evito tomar los
relajantes musculares que me recomendaron, porque me dejan la mente
confusa.

Camino hacia el vestíbulo lentamente. Como es habitual, al


principio cojeo mucho, pero luego la rigidez disminuye y camino con más
facilidad. Sería aún más fácil si utilizara el bastón que me ha

51
Lily Morton Bellamente inesperado

proporcionado el hospital, pero soy una persona impaciente. Quiero


volver a estar bien, y el bastón me parece un símbolo de un mal momento.

Enciendo mi teléfono en el inmenso vestíbulo de mármol. Los


mensajes y los correos electrónicos suenan de inmediato en una ráfaga
de chirridos, y me paso unos minutos comprobando si hay algo urgente.

Algo me hace levantar la vista y veo cómo Magnus se acerca a mí


con ese elegante paso suyo. Lleva un traje negro a rayas, el material se
ciñe a sus largas piernas y a sus anchos hombros. Me divierte ver que ha
cambiado sus brillantes zapatos negros por un par de zapatillas Nike
rosas.

Un hombre le llama, sonriendo ampliamente, y se detiene un


segundo para hablar con él antes de acercarse a mí.

—Siento haber tardado —dice—. Necesitaba hablar con mi alumno.

—Qué Los mejores años de Miss Brodie13 —digo y él se ríe.

Salimos del edificio al cálido aire de mayo. Fleet Street está llena
de tráfico y del éxodo vespertino del trabajo, así que no hablamos durante
unos minutos mientras nos abrimos paso.

—La barbería de Sweeney Todd14 estaba en esta calle —observa—.


Por si acaso estás pensando en cortarte el pelo.

—¿Debería?

13 Los mejores años de Miss Brodie es una película británica de género dramático de
19691, basada en la novela homónima de Muriel Spark. Está dirigida por Ronald Neame
y protagonizada por Maggie Smith, quien interpreta a una profesora de un colegio de
niñas en Edimburgo en los años 30.
14 Después de estar encarcelado por un crimen que no cometió, un barbero (Johnny

Depp) vengativo y su cómplice (Helena Bonham Carter) asesinan a sus clientes


desafortunados y los cocinan en emparedados de carne.

52
Lily Morton Bellamente inesperado

Frunce los labios.

—Sería muy maleducado por mi parte sugerirlo.

—Y sin embargo, estoy seguro que eso no te detendrá.

Su risa me hace sonreír. El gentío disminuye lentamente a medida


que nos alejamos de la calle principal y tomamos las calles secundarias,
pasando por charcuterías y pequeñas tiendas. Pasamos por delante de
una floristería y, por un segundo, el aire se llena del penetrante aroma
de la tierra y las flores.

—Entonces, ¿tienes un alumno? —digo, apreciando el hecho que


haya establecido un ritmo lento. No creo que mi pierna esté para otra
cosa. Ya me duele como un demonio—. ¿Qué le estás enseñando?
¿Sarcasmo extremo con un menor en ocurrencias danesas?

Se ríe. Es un sonido cálido y rico que hace que sus ojos se arruguen
y me hace saber que mi suposición original era correcta.

—No exactamente. —Me lanza una mirada—. ¿Sabes mucho sobre


ser abogado?

—No es algo que se plantee mucho en la vida de un pobre retratista


—digo socarronamente.

Sacude la cabeza.

—¿Pobre? Ridículo. Te he investigado y seguro que podrías


permitirte algo mejor que esa monstruosidad de jersey con los precios
que cobras.

—¿Qué tiene de malo mi jersey? —Miro el objeto ofensivo. Es fino y


azul marino, y... maldigo al notar la pintura en la manga.

53
Lily Morton Bellamente inesperado

Él pone los ojos en blanco.

—Sería más fácil preguntar qué tiene de bueno.

Me río.

—Así que me has estado buscando, ¿no? —Le doy un codazo y me


fascina ver un tinte rojo en esos pómulos anchos y altos—. Qué
intrigantemente acosador eres.

Se aclara la garganta.

—Por puro interés —dice rápidamente. Su labio se tuerce—. No


tendría que moverme demasiado rápido si realmente te estuviera
acosando.

Esta vez me arranca una carcajada completa. Resuena en la


pequeña plaza que estamos cruzando.

—Así que ahora te estás cachondeando de mi lesión. Eres una


persona terrible, Mags.

Suspira.

—¿Vale la pena decirte que me llamo Magnus? Es un nombre


perfectamente útil y al que he respondido durante muchos años.

—No —digo alegremente—. Mags te queda bien. Es extravagante.


Dice: “Soy un extraño danés que se acuesta con jovencitos a los que les
gustan los adornos para el pene”.

Gruñe.

—Con suerte, eso no volverá a ocurrir. Los jóvenes pueden ser tan
alarmantemente impetuosos.

54
Lily Morton Bellamente inesperado

—Muy bien, abuelo —le digo, dándole otro codazo. Suspira


largamente y le lanzo una mirada de soslayo—. ¿Es eso lo que te gusta?
—Levanta las cejas—. ¿Hombres jóvenes de veinte años? —Matizo.

—Me gustan los hombres sin complicaciones —me corrige—.


Resulta que los hombres de veintitantos años encajan perfectamente. No
quieren ataduras ni una relación.

—Algunos, obviamente, sí —le corrijo.

Hace una mueca.

—Él era una anomalía.

—Buen trabajo, de verdad —digo en tono reconfortante—. Nunca


habrías podido pagar su factura de mercería.

Sacude la cabeza y luego pierde la batalla con la risa. Lucho contra


el tirón de mi boca al verlo. Tiene una energía tan tentadora. Parece más
vivo que nadie que haya conocido. Pero me alejo de ese pensamiento.
Podría ser una complicación para mí. Una que no quiero. Confío en el
hecho de que estoy veinte años por encima de su criterio para follar para
mantenerme a salvo. Nunca he necesitado una relación, y eso es más
cierto ahora que en cualquier otro momento de mi vida. Sin embargo,
siempre me viene bien un amigo, y él me interesa lo suficiente como para
seguir hablando.

Me dirijo a él.

—Háblame de tu alumno. ¿Es un mini Mags?

—No lo es —dice, reaccionando—. Tiene procesos de pensamiento


como los tomates en lata en este momento. Empapados y blandos —
aclara.

55
Lily Morton Bellamente inesperado

—Debe tener unos veinte años. ¿Es una especie de aprendizaje?

Asiente.

—Cualquiera que apruebe el examen final del colegio de abogados


y quiera ser abogado debe pasar por un periodo de prácticas con un
abogado veterano. Durante los primeros seis meses, no pueden
representar a nadie en los tribunales, así que él me hace de sombra y
observa el proceso. Pasará un año conmigo, y yo le enseñaré la forma de
conducirse en el tribunal y la manera de comportarse como abogado.

—¿Es con extremo sarcasmo? —pregunto.

Se ríe.

—Le vendría bien un poco de eso. Es alarmantemente literal. —Se


encoge de hombros—. Ya lo conseguirá.

Le miro mientras cruzamos la carretera. Apuesto a que es un buen


profesor. Es muy brillante y bastante intimidante, pero estoy seguro de
que cualquiera que pase el año con él saldrá mejor abogado. A pesar de
su aire lacónico, es un brillante abogado defensor, y uno no se mete en
ese oficio a menos que necesite corregir algunos errores.

Atravesamos unas ornamentadas puertas de hierro fundido y


entramos en una calle flanqueada por hermosos y antiguos edificios de
la regencia que dormitan bajo el sol de la tarde.

Miro a mi alrededor con interés.

—¿Así que esto es Lincoln’s Inn?

—¿Has estado aquí antes?

—No, pero me encanta la historia de Londres.

56
Lily Morton Bellamente inesperado

—Bueno, este es el mayor de los Inns of Court15.

—¿Qué son? He oído a mi padrastro hablar de ellos antes, pero


nunca he querido preguntar. Principalmente porque no podía disponer
del mes necesario para la respuesta.

Se ríe.

—Procuraré ser breve.

—Muy agradecido.

—Todo abogado que desee ejercer en este país debe pertenecer a


un Inn of Court. Son Lincoln’s Inn, Gray’s Inn, Middle Temple e Inner
Temple.

Pasamos por delante de un magnífico edificio de aspecto gótico de


principios de los Tudor y lo miro con interés.

—Eso es Old Hall —dice, siguiendo mi mirada—. Es el comedor


original que se construyó en el siglo XV. Antiguamente, si un abogado
quería pertenecer a un Inn of Court, tenía que comer doce cenas en el
comedor.

—Su profesión no es precisamente exigente.

15 En los primeros siglos de su existencia, los Inns of Court (cuya traducción se asemeja
a “Posadas del Tribunal”) eran cualquiera de los numerosos edificios o precintos donde
los abogados tradicionalmente se alojaban, practicaban y ejercían su profesión. Los Inns
of Court de Londres son las asociaciones profesionales de barristers de Inglaterra y
Gales. Todos los barristers deben pertenecer a una de estas asociaciones. Tienen
funciones de supervisión y disciplina sobre sus miembros. Las Inns también ofrecen
servicios como bibliotecas, comedores y alojamiento profesional. Cada uno de ellos tiene
también una iglesia o capilla anexa y es un recinto autónomo donde los barristers se
forman y ejercen tradicionalmente, aunque el crecimiento de la profesión jurídica, junto
con el deseo de ejercer desde alojamientos más modernos, hizo que muchas de las
chambers (que puede traducirse como cámaras, despachos, salas) de abogados se
trasladaran fuera de los recintos de los Inns of Court a finales del siglo XX.

57
Lily Morton Bellamente inesperado

—Depende de la comida —dice cabizbajo. Me río y me sonríe—. La


tradición surgió porque los abogados se instruían en la ley mientras
comían. Disfrutamos de nuestras tradiciones.

Salimos a una plaza de elegantes edificios que bordean un pequeño


parque cubierto de hierba, donde unas cuantas personas están sentadas
disfrutando del sol.

—Es extraordinariamente fotogénico y muy tranquilo. No se diría


que estamos en medio de Londres —digo.

Él hace una mueca.

—No siempre es tranquilo. Siempre están filmando por aquí porque


no hay arquitectura del siglo XX. La semana pasada casi destrozo un
rodaje al intentar atravesar una escena. Fueron excesivamente groseros.

Me muerdo el labio para evitar una sonrisa.

—¿Qué estaban filmando?

Hace un gesto despectivo con la mano.

—Algo llamado Downton Abbey16. No tengo ni idea de lo que es.

—Puede que no, pero creo que tienes mucho en común con la
Condesa Viuda.

Sacude la cabeza.

16 La Abadía de Downton en inglés: Downton Abbey es una serie dramática de la


televisión británica, producida por Carnival Films y Masterpiece para ITV y PBS. Creada
y escrita principalmente por el escritor Julian Fellowes, se estrenó en la cadena
británica ITV en septiembre de 2010.

58
Lily Morton Bellamente inesperado

—Sé que de alguna manera eso no es un cumplido.

Deja de hablar y se detiene. Miro el hermoso y alto edificio


georgiano.

—¿Éste es tu bufete?

Lo mira con cariño. Las glicinas que trepan por el edificio se ven de
color púrpura brillante con esta luz y desprenden un olor suave y dulce.

—Hogar, dulce hogar.

Le sonrío.

—Entonces es hora que me vaya.

—¿Dónde has quedado con tu padrastro? —Su ceño se frunce en


lo que parece una gran preocupación—. ¿Estarás bien caminando?

Me doy cuenta de que me estoy frotando la pierna, donde está


creciendo un dolor. Retiro la mano.

—Estaré bien —digo enérgicamente—. Sólo tengo que ir unas


cuantas calles más allá.

Durante un largo segundo, nos miramos y luego él sacude la


cabeza como si la despejara.

—Bueno, gracias por la compañía, Laurie.

—Cuando quieras, Mags.

Hace una mueca de dolor, y yo me río y agito una mano en señal


de despedida. Me doy la vuelta y vuelvo a cruzar la calle. Me pica la
espalda y estoy bastante seguro de que me está viendo pasar, así que
hago un esfuerzo para no cojear demasiado. Sin embargo, una vez que

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Lily Morton Bellamente inesperado

doblo la esquina, me desplomo y me inclino para masajearme la pierna


donde el músculo está empezando a acalambrarse.

—Mierda —murmuro.

Miro hacia atrás por donde he venido. Magnus Carlsen es una


complicación imprevista que no necesito.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 4
Una semana después
Mags
La llamada a la puerta de entrada me desconcentra y por un
segundo me quedo mirando en dirección a ella, con la cabeza todavía
metida en el trabajo que hay repartido por toda la mesa de mi estudio.

Mientras recogía la lana17, la persona que está en mi puerta se ha


impacientado, porque vuelven a llamar. Esta vez más fuerte.

Maldiciendo, tiro el bolígrafo al escritorio y salgo furioso de la


habitación, con una mueca de dolor en la espalda. Cuando tuve un
accidente de bicicleta a los veinte años, lo superé alegremente, pensando
que mis lesiones habían quedado atrás. Nunca me di cuenta de que
estaban escondidas, esperando a emboscarme a mis cincuenta con
extraños dolores y molestias.

Abro la puerta principal de un golpe, con la intención de enviar a


quien sea con una pulga en la oreja18, pero me detengo sorprendido.
Laurie está allí de pie. Su pelo ondulado está desordenado y hay ojeras
bajo esos impresionantes ojos suyos. Va vestido con unos vaqueros de
aspecto viejo y otra camiseta de mala calidad. Esta es una camiseta
naranja tan vieja que tiene el color de la mermelada. Unas Converse
amarillas descoloridas completan su aspecto de vagabundo.

17Estado de indulgencia en las fantasías ociosas y ensoñación; despiste.


18Una insinuación molesta o una reprimenda punzante. Esta expresión tiene su origen
en el francés y se utiliza en inglés desde el año 1400.

61
Lily Morton Bellamente inesperado

Me sonríe alegremente.

—¿Estás listo?

Parpadeo.

—¿Perdón?

—¿Estás preparado para nuestro paseo?

Me devano los sesos, intentando recordar haber hecho planes.


Entonces me doy cuenta de que no lo hice.

—¿Por qué iba a estar listo para un paseo, Laurie?

Su expresión es comprensiva, pero aún así se las arregla para


parecer que se está burlando. Parece ser un rasgo de su carácter.

—Para tomar aire fresco —dice, enunciando lentamente cada


palabra.

Pongo los ojos en blanco.

—Abriré una ventana si lo necesito —le informo. Normalmente, le


cerraría la puerta en las narices. No tengo ningún problema en ser
grosero. Hoy, por alguna razón desconocida, me quedo mirándole.

Su boca se tuerce y da una palmada.

—Vamos entonces, Mags. El día es un desperdicio.

—No estoy seguro de que mi día haya sido un desperdicio en


ninguna forma.

—¿Estabas trabajando?

62
Lily Morton Bellamente inesperado

Asiento.

—Es un sábado. Definitivamente tu día estaba siendo


desperdiciado. Vamos —dice—. Coge una chaqueta y tu libreta de
pensiones19 y vamos a dar un paseo. Hace un día precioso.

—No poseo una libreta de pensiones —afirmo—. Porque sólo tengo


unos años más que tú.

—No es la edad. Es el kilometraje —dice felizmente—. Y esos


jovencitos tuyos parece que podrían quitarle mucho a una persona.

Quiero enfadarme y, de hecho, abro la boca para increparle, pero


lo que sale, para mi asombro, es una enorme carcajada. Me observa,
sonriendo, y cuando he terminado de reírme, le guiño un ojo.

—Tengo un tanque con una gran capacidad —le informo.

—Los que no lo tienen, presumen. Coge tus cosas y date prisa.

Refunfuñando, entro a grandes zancadas en mi habitación para


coger una fina chaqueta de color oliva. Me miro a mí mismo, dándome
cuenta de que mi conjunto de vaqueros y un polo Ralph Lauren azul
marino será inconmensurablemente diferente al de Laurie. Para empezar,
no tiene agujeros.

Vuelvo a salir y lo encuentro examinando un cuadro en la pared.


Es un paisaje de dos metros de la costa danesa hecho en tonos sepia.

—Esto es muy bueno —dice—. ¿Tu madre?

19 En Reino Unido, una libreta de pensiones era un pequeño libro que el gobierno solía
entregar a los pensionistas. Cada semana se cambiaba una página por dinero en una
oficina de correos.

63
Lily Morton Bellamente inesperado

Asiento.

—Me lo regaló cuando tenía veintiún años.

Silba.

—Bonito regalo.

—Hubiera preferido una moto —le informo. Se queda boquiabierto


y yo agito la mano—. ¿Vamos?

Mira a través de la puerta abierta de mi estudio el desorden de


papeles sobre el escritorio.

—Definitivamente, deberíamos.

Salimos del piso y, mientras cierro la puerta, se apoya en la pared


para observarme.

—Pareces ocupado —observa.

—Tengo un juicio que empieza el lunes. Estoy aclarando algunas


cosas en mi cabeza.

—¿Estás nervioso?

Le miro incrédulo.

—No.

Caminamos hacia el ascensor.

—Te encanta tu trabajo, ¿verdad? —dice.

Me encojo de hombros.

—Es lo único que siempre he querido hacer.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Incluso viviendo en un mundo tan artístico? Tu padre fue poeta


laureado y tu madre pintora. Ser abogado es un cambio muy grande.

—Yo era la vergüenza de la familia —digo solemnemente—. Mi


madre estaba tan avergonzada cuando me licencié en Derecho que no le
dijo a nadie a qué me dedicaba durante años. Pensaba que debía hacer
algo creativo, así que le decía a la gente, de forma bastante vaga, que
hacía algo con papel. La mitad de su círculo estaba convencida que era
un experto en origami. —Se ríe—. Es cierto. Todavía me dan papel y me
piden que haga un cisne. —Lo considero—. Lo único peor habría sido que
me convirtiera en policía. Pero entonces habría tenido que arrestar a la
mitad de sus novios.

—¿Tenía muchos?

Salimos del edificio a la luz del sol, y deslizo mis Ray-Bans sobre
mis ojos.

—Define muchos.

Se echa a reír.

—¡Ay!

—Normalmente, a estas alturas, un hombre estaría lleno de


simpatía por mí.

—No soy la mayoría de los hombres —me informa con sinceridad—


. De todos modos, eso es mentira. Tus jóvenes probablemente estarían
fingiendo que te escuchan mientras se preguntan qué nudo hacer en sus
adornos genitales.

—Podrías tener razón —digo lentamente—. Por Dios, siempre pensé


que estaban interesados.

65
Lily Morton Bellamente inesperado

—Probablemente sólo se aburren hasta la sumisión —dice en tono


reconfortante.

Me río y miro a mi alrededor.

—¿Adónde vamos?

—A dar un paseo.

—El río está justo ahí. Vamos hacia la ciudad.

—El mejor lugar en mi opinión.

Le miro.

—Eres un hombre muy extraño.

—Ya se ha dicho.

Los siguientes minutos transcurren en silencio mientras


caminamos y yo le sigo la corriente. Parece saber a dónde va.

—¿Conoces la zona? —pregunto finalmente.

Parece asustado por un segundo, y tengo la extraña sensación que


se ha olvidado que estoy aquí. Lo cual no tiene sentido, ya que fue él
quien me pidió que lo acompañara. Mi curiosidad se dispara.

—Sí la conozco —dice finalmente—. Mi hermano vive en la zona


desde hace años. Le gusta estar cerca del agua.

—¿Lo has visitado? —Me sobresalto y no sé por qué.

Me sonríe.

—Por supuesto. Lo visito siempre que estoy en Reino Unido.

66
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Dónde vives? —Mi pregunta me sorprende. No suelo


interesarme por los hombres más allá de una discusión sobre
preferencias sexuales. Sin embargo, espero ansiosamente su respuesta.

Gira a la izquierda y camina por una estrecha calle lateral bordeada


a ambos lados por elegantes casas.

—Vivo en Saint-Paul-de-Vence20.

Silbo, pensando en el pueblo de las colinas del sur de Francia.

—Un lugar precioso.

—¿Lo conoces?

—Viajé de mochilero por Europa cuando tenía dieciséis años. Era


uno de mis lugares favoritos. Llegamos al atardecer y el olor de las flores
era increíble. Fue menos increíble cuando tuvimos que dormir en un
banco de fuera porque alguien nos robó la cartera y me di cuenta de que
tenía fiebre del heno.

Se ríe, pero una expresión suave cruza su rostro.

—Es mi casa —dice simplemente.

Le miro con curiosidad. Creo que nunca me he sentido así en


ningún otro lugar aparte de mi oficina.

20Saint-Paul-de-Vence es una población y comuna francesa, en la región de Provenza-


Alpes-Costa Azul, departamento de Alpes Marítimos, en el distrito de Grasse y cantón
de Cagnes-sur-Mer-Ouest. También se la llama Saint-Paul de Vence. Aquí vivió y está
enterrado Marc Chagall.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Cómo llegaste a vivir allí? ¿Tenías familia? —pregunto,


sorteando a una mujer que parece creer que su cochecito le da derecho
a ocupar toda la acera.

Gira a la derecha y me lleva a un pequeño parque, uno de los que


hay repartidos por Londres. Hay gente por todas partes, paseando a los
perros o jugando con los niños. Un grupo de adolescentes se queda
alrededor de un banco hablando en voz alta. El aroma de los donuts que
se fríen en un pequeño quiosco impregna el aire.

—Ahora no tengo familia —dice—. Mi abuela era francesa. Era


artista y yo estaba muy unido a ella. Solía pasar los veranos allí pintando
con ella. Me enseñó más que todos mis profesores de arte juntos.

—¿Cómo se llamaba?

—Marie Adnet.

Un recuerdo se dispara.

—¿Marie-Jeanette?

—¿La conociste?

—Soy hijo de un artista —le recuerdo—. Y ella sigue siendo muy


famosa. Sólo que sólo se la conoce por su nombre de pila.

—Como Prince —dice y yo me río.

—Nunca supe que su apellido era Adnet o habría hecho la conexión


contigo más rápidamente. Creo que vino a Dinamarca durante unas
semanas para pasar tiempo con mi madre cuando yo era pequeño.

—¿De verdad?

68
Lily Morton Bellamente inesperado

Asiento.

—El mundo es pequeño. Recuerdo a una señora delgada y de pelo


oscuro. Tenía la risa más fuerte que he oído nunca. Parecía demasiado
grande para su pequeño cuerpo.

—Era ella —dice cariñosamente. Él palidece—. Dios, dime que no


se acostó con tu padre.

—No lo creo —digo. Se relaja y le guiño un ojo—. No se puede decir


lo mismo de mi madre.

—Oh, Dios —gime.

Empiezo a reírme.

—¿Eso nos convierte en hermanos, Laurie?

—Muy disfuncionales.

Vuelvo a reírme.

—Entonces, ¿cómo terminaste viviendo en Saint-Paul-de-Vence?

—Ella murió y me dejó la casa.

—Lo siento. Era una mujer muy agradable.

Él esboza una sonrisa irónica.

—No lo siento tanto como mi hermano mayor. Él esperaba vender


la casa para financiar el hábito de compra de su esposa.

—Oh, vaya. No es un problema al que esté acostumbrado. Soy hijo


único y no tengo intención de casarme nunca. ¿Se recuperó de la
pérdida?

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Tuvo que hacerlo. Durante un tiempo, jugué con la idea de


venderla, pero luego fui para el funeral y para ordenar el lugar, y supe
que no podía hacerlo. Estaba en casa antes de darme cuenta.

—Cosas furtivas, las posesiones —observo.

Tomamos un camino que pasa por debajo de los árboles, y la luz


moteada proyecta sombras sobre su rostro. Es una cara curiosa, me doy
cuenta. No es inmediatamente bella, pero hay algo vívido en su expresión
que capta y mantiene la atención. Como si tu mirada pasara por encima
de él fácilmente la primera vez, pero luego, en una segunda o tercera
mirada, quedara atrapada y retenida.

Sus ropas parecen estar usadas con el objetivo expreso de la


comodidad y la facilidad. Sus vaqueros están muy desgastados y su
camiseta no admite discusión. Pero los vaqueros se ciñen a sus largas
piernas y la camiseta deja ver sus anchos hombros y la delgada longitud
de su torso.

Pero al notar eso también me llama la atención lo delgado que está


y los huecos en las mejillas que no estaban allí la semana pasada.
Además, cojea bastante y tiene la boca llena y apretada en las comisuras,
lo que hace que su cara parezca más vieja.

—Volvamos —le digo.

—¿De verdad? —dice en tono consternado—. ¿Quieres volver a


casa?

Le lanzo una mirada aguda. Hoy tiene un aire ligeramente frenético


debajo de su humor despreocupado. Como si aprovechara nuestro viaje
para dejar de pensar. Me deshago de esa peculiar idea y abro la boca para
decir que sí a la vuelta a casa.

70
Lily Morton Bellamente inesperado

—No, por supuesto que no —digo en cambio por alguna extraña


razón. Debería irme a casa. Estaré trabajando hasta la madrugada, tal
como está, para recuperar las horas perdidas en este paseo. Pero no lo
digo. En su lugar, señalo el camino de vuelta por el que hemos venido—.
Hay un bonito bistró unas calles más allá, y me muero de hambre.

—¿De verdad?

Asiento. Y tú necesitas comer, pienso.

Me doy la vuelta y camino a un ritmo más lento. Me mira con


desconfianza y yo adopto una expresión inocente.

—Ack, estoy cansado —digo—. Caminemos un poco más despacio.

A pesar de su escepticismo, adopta mi ritmo, y no me extraña su


suspiro de alivio.

El bistró se está vaciando cuando llegamos, ya que se acerca el final


de la comida. Llamo la atención del camarero, que se acerca sonriendo.

—Señor Carlsen. Es un placer verle de nuevo. ¿Mesa para dos?

Asiento.

—Si te parece bien. Sé que probablemente esté al final de la comida.


¿Vendrá Lorenzo corriendo detrás de mí con un cuchillo de trinchar?

Sonríe.

—En cualquier momento para ti. Ya lo sabes. Lorenzo siempre está


encantado de cocinar para ti.

71
Lily Morton Bellamente inesperado

Nos muestra una pequeña mesa en el patio y apartada de la calle.


El aroma de un cesto de flores cercano llena el aire junto con un leve
tufillo a gases de escape.

—¿Te conocen aquí? —pregunta Laurie. Me mira sorprendido


mientras le acerco la silla.

Mis mejillas se sonrojan. ¿Qué demonios estoy haciendo?

—He defendido al hermano del dueño, Lorenzo —digo en voz baja.


Percibo su olor mientras se sienta. Los hombres con los que paso el
tiempo suelen oler a colonia cara o a productos para el cabello. Laurie es
completamente diferente. No parece llevar ninguna colonia. En su lugar,
huele a turba con un ligero toque de jabón de limón. Es
sorprendentemente refrescante y me recuerda a mi casa cuando era niño
y toda la casa olía al arte de mi madre.

Me dirijo a mi asiento y él me observa.

—¿Lo has conseguido?

Disimulo mi sonrisa.

—Laurie, eso es asombrosamente personal. —Me inclino hacia él—


. Aunque parezca imposible, yo no era el tipo de Lorenzo.

Se ríe, y saboreo la forma en que le ilumina la cara. Me doy cuenta


de repente de que su rostro ha llevado una sombra durante todo el paseo.

—Ya sabes a qué me refiero —dice.

—Laurie, soy yo —digo, llevándome la mano al pecho—. Por


supuesto que lo he conseguido.

72
Lily Morton Bellamente inesperado

—Por supuesto —dice burlonamente. Levanta su menú y entorna


los ojos antes de meter la mano en el bolsillo y sacar un par de gafas.

Las monturas de carey le sientan bien a su cara, haciendo que el


verde de sus ojos parezca más profundo.

—¿Llevas gafas?

Levanta la vista por encima de ellas.

—No muy a menudo. No puedo usar mis lentes de contacto en este


momento, y me da dolores de cabeza.

¿Por qué no? Abro la boca para hacer más preguntas ridículas, pero
él baja la mirada hacia el menú de una manera que sugiere que no va a
responderme. Detesto que me presionen para obtener respuestas, así que
lo dejo en paz y cojo mi propio menú.

—¿Qué te apetece? —le pregunto.

—¿Qué te parece la sopa de minestrón y el pan focaccia de romero


tear-and-share?

—¿Desgarrar y compartir? —Me hago eco.

—Sí. Podemos comerlo juntos.

Le miro con incredulidad.

—¿Por qué iba a querer eso?

Él levanta la cabeza para mirarme.

—Es una comida ligera. Rompemos el pan y lo compartimos.

73
Lily Morton Bellamente inesperado

—No me gusta compartir mi comida. Cuando pido una, espero


comerla toda. No vivimos en una comuna, Laurie.

—El desgarro lo hace sociable —dice él, con una sonrisa arrancada
de los labios.

—Poner las manos en mi comida es antihigiénico. No es sociable —


le informo.

—Me rindo —dice, con la risa resonando en su voz—. Pide tu propia


comida, miserable.

—Gracias.

Hacemos nuestros pedidos y, cuando el camarero se ha ido, me


recuesto en mi silla.

—Así que vives a tiempo completo en Francia, ¿no? —La idea es


una molestia en mi cerebro, que me dice que nuestro tiempo juntos es
limitado. Me entristece por alguna razón. Él tiene una atracción, y me
gusta. Podríamos ser amigos.

Asiente.

—Me gusta ese lugar.

—¿Supongo que hablas francés?

—Por supuesto. ¿Y tú?

—Danés, francés, español y ruso. Aunque mi ruso está un poco


oxidado. Hace tiempo que no voy por allí.

—¿Cuándo fue la última vez?

74
Lily Morton Bellamente inesperado

Se sienta mientras el camarero nos entrega las bebidas. Agua para


él y un limoncello para mí.

Considero su pregunta.

—Hace diez años. Estaba defendiendo a un hombre acusado de


crímenes de guerra. Tuve que ir allí a investigar.

Parece sorprendido.

—¿Haces tu propia investigación?

Tomo un sorbo de mi bebida. Es ácida y refrescante.

—Por supuesto. Me gusta el control y detesto que me sorprendan.


—Me mira con interés, así que cedo y le doy algo más que mi respuesta
estándar—. Siempre investigo a mi cliente y las pruebas contra él. Me
gusta empezar ese proceso examinando el caso de la acusación.

—¿Por qué?

—Porque no puedo defender si no conozco el ángulo de ataque.

—¿Y conseguiste sacar a tu criminal de guerra?

—Murió antes de llegar al tribunal. Aunque no era un hombre


agradable.

Coge un palito de pan y lo muerde. Sus dientes son blancos y


uniformes.

—¿Y eso no te molesta?

Me vuelvo a recostar en mi silla.

75
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Hemos llegado a la fase en la que me castigas por defender a la


escoria de la tierra?

—Guardo mis castigos para los días de semana, Mags. Ven a


buscarme de lunes a viernes. Mi horario de oficina es de nueve a cinco.
—Me río y él sonríe—. Bien, dime cómo puedes defender a alguien que es
culpable de asesinato.

—Bueno, para empezar, no puedo.

—¿Qué quieres decir?

Doy otro sorbo a mi bebida.

—Por ley no puedo defender en un juicio a alguien que sé que es


culpable. Pueden ser creativos en el sentido de que pueden preguntarme
hipotéticamente lo que obtendrían si realmente cometieran el delito, pero
si dicen las palabras “yo lo hice”, entonces no podría presentarme ante el
tribunal y afirmar que son inocentes.

—No sabía eso.

Llega nuestra comida y me siento para permitir que el camarero


ponga los platos en la mesa. Mi lasaña vegetariana huele de maravilla y
mi estómago ruge. Ha sido una buena idea. Ya me siento más ligero y
menos rígido, y volveré a mi trabajo con la cabeza más despejada.

Cuando el camarero se va, Laurie arranca una madeja de pan y la


moja en la sopa. Hace un sonido gutural de placer cuando da un
mordisco, y yo me muevo torpemente en mi asiento, sintiendo un
cosquilleo en la ingle.

Termina su bocado y me mira.

76
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Y si odias al cliente? ¿Cómo defiendes a alguien que no


soportas? Alguien que es simplemente una mala persona. ¿Ha sucedido
eso?

Levanto un poco el tenedor de mi comida.

—Por supuesto que sí. Muchas veces. Llevo muchos años en esto.
He tenido mucho éxito en mi carrera, y he luchado en casos en los que
ha habido terribles errores judiciales. He mantenido a gente inocente
fuera de la cárcel. Pero también he mantenido a muchos culpables fuera
de ella.

—¿Cómo compaginas eso con tu conciencia?

Sonrío.

—Me parece que no tengo mucho de eso. Afortunadamente. —Su


expresión es comprometida y para nada sentenciosa, así que me
explayo—. Sé que la fiscalía se ve con más glamour. Encarcelan a
asesinos y violadores para que el público en general esté a salvo. Son
superhéroes. Sin embargo, para tener un sistema de justicia equilibrado
debemos tener a alguien que esté preparado para defender a estas
personas y garantizar que tengan un juicio justo. Sin defensa, no puede
haber justicia.

—¿Ganas mucho?

—He ganado mucho, pero también he perdido bastantes.

—¿Te enfadas?

—Al principio de mi carrera quizás. Ahora no tanto. Me disgusta


perder, pero no va más allá. No puedo permitirme el lujo de invertir
emocionalmente en los clientes. Podría hacer que se me escapara algo.

77
Lily Morton Bellamente inesperado

Tengo que ser frío y tranquilo y aceptar el hecho de que la mayoría de los
casos penales terminan en una condena. Es la naturaleza de la bestia.

Se calla y yo termino de comer. Noto que se frota los ojos un par de


veces antes de emitir un sonido de disgusto y, poniéndose en pie, mete la
mano en el bolsillo y saca un paquete rojo. Se sienta y saca dos pastillas,
antes de tragarlas y hacer una mueca.

—¿Dolor de cabeza? —pregunto con un tono suave.

Duda durante un largo segundo y luego concede de mala gana:

—Una migraña. —Vuelve a frotarse los ojos.

—¿Tienes manchas delante de los ojos? —le pregunto, haciendo


una señal al camarero para que pida la cuenta.

Laurie parece sorprendido.

—¿Cómo lo has sabido?

—Mi madre solía padecerlas. No te frotes los ojos. Lo empeorará.

El camarero trae la cuenta y Laurie protesta inmediatamente:

—No tenemos que irnos. Es sólo un dolor de cabeza.

—Es una migraña —digo, deslizando mi tarjeta en la cartera de


cuero y devolviéndosela al camarero.

—Puedo pagar —protesta él—. Fue idea mía ir a dar un paseo.

—La próxima vez —le digo suavemente y, para mi asombro, lo digo


en serio. Me gustaría volver a hacerlo. Muchas personas me aburren,
pero él no es una de ellas. Es animado y me hace reír. Probablemente

78
Lily Morton Bellamente inesperado

porque no me lo estoy tirando. Sería mucho menos interesante si lo


hiciera.

—Te toca —dice, y sus palabras tienen un ligero resbalón.

Le miro fijamente. El dolor está grabado en su rostro.

—¿Cómo de rápido funcionan esas pastillas?

Mueve la mano.

—Depende de si realmente funcionan. —Maldigo y me sonríe—.


Tengo que tomarlas con tiempo. Hoy no lo he hecho. Debería haberlo
sabido cuando empezaron las luces flotando en mis ojos, pero pensé que
era sólo la luz del sol.

—¿Cómo de rápido aparece el dolor?

Hace una mueca de dolor.

—Ya ha empezado.

El camarero me devuelve la tarjeta y me levanto de mi asiento,


sacando a Laurie del suyo.

—Tomaremos un taxi de vuelta. —Parece que quiere discutir, y


pongo los ojos en blanco—. No le servirás a nadie en media hora.

Suelta una risa débil.

—Eres una dulce hablador, Mags.

—Ese no es mi nombre. —Salimos del restaurante y le hago una


señal a un taxi que pasa por allí—. Ponte las gafas de sol —digo en voz
baja—. Hay mucha luz aquí fuera.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Sonríe, pero al cabo de unos minutos la sonrisa se desvanece y se


recuesta contra el asiento del taxi, con la cara pálida y sudorosa y los
ojos cerrados.

—¿Está enfermo? —pregunta inquisitivamente el conductor—. Si


vomita, lo pagará usted.

—¿Por qué iba a querer comprar su vómito? —pregunto.

Laurie resopla, con los ojos aún cerrados, pero el conductor se


eriza.

—No es divertido. El vómito significa que voy a perder dinero.

—Habría pensado que tu encantadora personalidad lo habría


hecho —digo suavemente—. Pero no te preocupes. Si se enferma, le
pagaré el servicio de lavado.

—No voy a estar enfermo —murmura Laurie.

Estoy menos seguro del hecho cuando entramos en nuestro


edificio. Sus ojos son ahora rendijas estrechas y sus labios están
apretados. También se balancea ligeramente.

Le cojo del brazo y le empujo suavemente hacia el ascensor.

—Lo siento —murmura—. Soy una compañía terrible.

—Bueno, lo eras antes que te doliera la cabeza. —No puede evitar


una carcajada y luego hace un ruido de dolor. Hago una mueca de
desaprobación—. No te rías. Quédate callado. —Le doy un suave golpe en
el brazo—. Lecciones de vida para ti, Laurie.

Las puertas del ascensor se abren y nos dirigimos al pasillo. Le guío


después de que tropiece. Apenas puede mantener los ojos abiertos.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Dame las llaves —le digo, con voz suave.

Hace un gesto torpe y le detengo la mano, metiendo yo mismo la


mano en el bolsillo de sus vaqueros. Hace un sonido de sorpresa y yo
pongo los ojos en blanco.

—Por favor, discúlpame —digo—. No estoy intentando nada. Los


hombres semiinconscientes no me gustan.

—Habría pensado que ese era tu hombre ideal —murmura,


apoyándose en la pared mientras abro su puerta.

—Intentas hacerte el gracioso con una migraña —le informo—. No


lo hagas.

Le guío hacia el dormitorio. Una vez dentro, le empujo suavemente


hacia la cama deshecha. Las sábanas están revueltas y la habitación
huele a su jabón.

—Desvístete y métete bajo las sábanas —le digo.

Abro la ventana para que entre la brisa y cierro las persianas. La


habitación se oscurece inmediatamente. Me doy la vuelta y lo encuentro
buscando a tientas su camiseta.

—Ack, déjame —le digo. Me acerco a grandes zancadas y me


apresuro a pasársela por encima de la cabeza. La arrojo sobre una silla
en la esquina de la habitación y cae sobre un montón de lo que parece
ser la mayor parte de su ropa. Desordenado. Debería haberlo sabido.

Le abro la cremallera de los vaqueros y se los bajo por las piernas


mientras se quita las Converse. Me agacho para quitárselas de los pies,
intentando no prestar atención a su cuerpo delgado y enjuto y a los
afilados huesos de sus caderas. Se queda con unos calzoncillos verdes a

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Lily Morton Bellamente inesperado

cuadros y se mete en la cama mientras yo retiro las sábanas. Hace un


sonido de felicidad.

—Dios, qué bien.

Le cubro con las sábanas y me dirijo al baño. Pongo una toalla de


mano bajo el agua hasta que se enfría y la escurro antes de volver al
dormitorio y ponérsela en la frente.

Se sobresalta, pero luego suspira.

—Eso también está bien —murmura—. Gracias.

—No es nada —digo en voz baja—. ¿Puedo ofrecerte algo más?

—Sólo necesito dormir —balbucea, las palabras se confunden—.


Casi todo habrá desaparecido cuando me despierte. —Voy a alejarme y
me detengo cuando me agarra la mano—. Lo siento —dice preocupado—
. Lo siento, has tenido que hacer de niñera.

—Mi madre las tuvo —digo manteniendo la voz baja—. Sé lo malas


que pueden ser. Voy a traerte un poco de agua. Intenta beberla.

No me suelta.

—Gracias.

Antes de saber que lo voy a hacer, extiendo la mano y le retiro el


pelo de la cara. Las hebras son sedosas y su expresión se alivia un poco.

—Duerme —susurro.

Cuando vuelvo con su agua, ya lo ha hecho. Me quedo unos


segundos mirando su cara, aún tensa por el dolor, y le retiro el pelo de la
cara. Parece más joven y casi inocente en su sueño.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Al darme cuenta de que estoy acariciando el pelo de un hombre


dormido, suelto una exclamación de disgusto y salgo rápidamente del
piso, cerrando la puerta principal tras de mí con un chasquido decisivo.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 5
Una semana después
Laurie
Miro la puerta de entrada pintada de negro y dudo unos segundos.
Luego, mientras la lluvia me humedece la cara, exhalo ruidosamente y
doy un par de golpes fuertes a la aldaba. Incluso la aldaba está brillante,
pienso, y hago una mueca de dolor cuando veo que mis huellas dactilares
están por todas partes.

La puerta se abre y mi hermana gemela se pone delante de mí.


Lleva el pelo castaño peinado en un corte recto y un elegante vestido
negro, y está tan guapa como siempre. Mi madre cree fervientemente que
Lennie me robó el sentido del estilo cuando estábamos en el útero.

—Dios mío, Laurie —exclama y me abraza con fuerza. Inhalo el


aroma del perfume Dior y le devuelvo el abrazo.

Después de unos segundos, se retira y me sonríe. Sus ojos son


sospechosamente brillantes.

—Ha pasado demasiado tiempo —me regaña—. Odio que vivas tan
lejos, en Francia. ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien —digo automáticamente.

Ella nunca ha estado dispuesta a aceptar tonterías. Esto se


demuestra cuando resopla.

—Bien, eso es bueno porque tienes un aspecto jodidamente


terrible.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Me río.

—Di las cosas como son, Lennie.

Ella pone los ojos en blanco.

—Pero lo haces. —Me aparta el pelo de la cara y no puedo evitar


recordar a Mags haciendo lo mismo hace una semana. Me esfuerzo por
alejar el recuerdo.

—Estás demasiado delgado —observa—. Y parece que no has


dormido en varios meses.

—Estoy bien —digo con firmeza.

Hace una mueca y se aparta para dejarme entrar. Sé que no


tardará mucho en volver a su tema, y unos segundos después me da la
razón.

—Lo odio —dice, con la voz entrecortada por las lágrimas—. Casi
te pierdo.

—Oye —digo, abrazándola y besando la parte superior de su


cabeza—. ¿De dónde viene esto, Muñeca Troll? Me viste en el hospital.
Sabes que estoy bien.

Ella suelta una risita húmeda ante el viejo apodo de la infancia,


que tiene su origen en un corte de pelo especialmente malo que tuvo una
vez. Mi madre había decidido ahorrar dinero y cortar el pelo a sus hijos
en una de nuestras vacaciones. El resultado fue que Lennie no salió de
la caravana en toda la semana y los demás nos dispersamos cada vez que
mi madre sacaba las tijeras de peluquería.

Lennie resopla y me abraza más fuerte. Suenan pasos y levanto la


vista y sonrío al ver a Chris, su marido.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Ayuda —le digo.

Él sonríe.

—No hay ayuda para ti —dice, echando los brazos alrededor de los
dos y añadiendo su propio abrazo aplastante.

Después de unos segundos, toso.

—No puedo respirar —me ahogo.

—Oh, Dios mío —dice mi hermana con estrépito mientras salta


hacia atrás—. ¿Son las heridas del accidente?

La miro fijamente.

—Por Dios, no. Es tu marido. Tiene un agarre como el de un gorila.

Chris suelta una carcajada.

—También tengo una polla como uno. Vamos, los dos. Tenemos
una habitación llena de putos invitados. No hay tiempo para revolcarse
en la emoción.

Mi hermana pone los ojos en blanco y estira la mano para


pellizcarle. Él la esquiva y la atrae bajo su brazo, donde se relaja al
instante.

—Deberíamos haber cenado los tres —dice ella—. Pero es una


celebración y te quería aquí.

—Lo sé. —Le paso a Chris la botella de champán que tengo en la


mano—. Enhorabuena. Te han hecho socio.

Se encoge de hombros.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Meh, está bien.

Pongo los ojos en blanco.

—Ni siquiera intentes contener tu alegría.

Hace un extraño baile robótico de celebración mientras nos reímos,


y luego me palmea el hombro.

—Me alegro de que estés aquí —dice, poniéndose serio—. Durante


un tiempo, no creí que pudiéramos volver a tener esto. No sabes lo feliz
que me hace que hayas demostrado que todo el mundo está equivocado.

Sonrío. Después de todos los años que lleva en la familia, Chris es


más hermano que cuñado. Es mayor que yo y que Lennie. La conoció en
su primera semana en la uni, cuando estaba haciendo un postgrado, y
ella se cruzó con él y le hizo soltar una bandeja de cerveza. Desde
entonces son inseparables.

—Estoy bien —digo una vez más.

—Estás demasiado delgado —interviene mi hermana.

—Ya volverá —digo alegremente—. Estoy engordando, pero es


lento. Ya sabes que tengo un metabolismo rápido.

Es poco probable que vuelva a engordar cuando no puedo comer a


causa de las aplastantes migrañas, pero la mentira merece la pena para
ver cómo se relaja un poco más.

—Otra razón para odiarte —dice, con los ojos brillando de risa. Me
mira de forma apreciativa—. Luces bien, Laurie.

Miro mi traje gris.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Creo que eso se debe principalmente a Hugo Boss.

—Si te arreglaras siempre.

Levanto el dedo corazón hacia ella.

—Entonces, ¿quién está aquí? —le pregunto a Chris mientras le


doy mi gabardina.

—La mayoría es gente del trabajo y algunos viejos amigos de la uni


a los que creo que no has conocido.

—Pensé que había conocido a todos tus amigos.

—A Magnus no. Estaba en Rusia cuando nos casamos.

Me congelo. No puede ser él. Seguramente estaría metido en la polla


de otro jovencito un viernes por la noche.

—¿Magnus? —digo de forma esperanzadora y despreocupada.

Asiente.

—Es mi mejor amigo de la universidad. Me has oído hablar de él.


Vive enfrente de Luke.

Quiero gritar. No había conocido a ese hombre hasta hace un par


de semanas, y ahora está en todas partes.

Chris hace una pausa.

—Lo que significa que actualmente vive frente a ti, ya que has
estado cuidando la casa. ¿Han tenido la oportunidad de conocerse?

—Oh, ya nos conocemos —digo.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Mi hermana me lanza una mirada aguda, pero Chris sonríe


inmediatamente.

—Te llevarás bien —dice con entusiasmo—. Es un tipo fantástico.


Un QC muy exitoso.

—Sí —digo con mala cara.

Mi hermana empieza a decir algo, pero se interrumpe cuando el


hombre en cuestión asoma la cabeza por la puerta. Al principio no me ve
porque estoy de pie a un lado. Lleva un traje azul marino y está tan
perfecto como siempre.

—¿Vamos a cenar? —pregunta—. ¿O la invitación era en realidad


para desayunar?

Mi hermana niega con la cabeza, con una sonrisa tirando de la


boca.

—Lo siento mucho. Olvidé el memorándum de que el mundo giraba


a tu alrededor.

Me río antes de poder evitarlo, y Mags se gira y hace una doble


toma cuando me ve.

—¿Laurie? —dice—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Le hago un gesto a Lennie.

—Mi hermana me ha hecho venir —le informo.

La mira y se ríe.

—¿Por qué no me di cuenta del parecido familiar? Es tan obvio


ahora que sé la verdad.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—No nos parecemos en nada —dice mi hermana con voz


desconcertada.

—Oh, lo sé —dice—. Pero definitivamente cada uno tiene más que


su parte del gen mandón.

Mi hermana se ríe, y me concentro en ella durante un segundo para


recuperar el equilibrio. Hace una semana que no veo a Mags; no desde
que tuvo que apoyarme en casa y acostarme. Me arden las mejillas al
recordarlo. Al día siguiente llamó a la puerta, pero yo fingí estar fuera. Lo
intentó de nuevo esa noche y luego pareció captar la indirecta y no volvió
a molestar. Estaba avergonzado, sí, pero eso no era excusa para ser
descortés, y le debía una disculpa.

La mirada de Lennie pasa de Mags a mí.

—Es encantador que por fin hayan tenido la oportunidad de


conocerse. —Espero sinceramente que Mags no oiga el regocijo apenas
reprimido en su voz. Lleva años intentando emparejarme con él.

Mags me mira, y sospecho que está pensando en la última vez que


me vio después de tener que ayudarme a meterme en la cama. Sin
embargo, se limita a sonreír.

—Sí, Laurie y yo por fin nos conocimos. Fue en un momento


bastante incómodo de mi vida.

—No tan incómodo como el momento que vivió el hombre del pene
con accesorios.

—¿Qué? —pregunta Chris.

Antes que Mags pueda responder, un joven sale del salón. Es


guapo, con un cuerpo largo y delgado y una cabeza llena de rizos rubios.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Aquí estás, Magnus —dice.

Mags se vuelve hacia él.

—Sí —dice. Hay un silencio incómodo y reprimo una sonrisa


porque es evidente que no sabe su nombre.

—Mi vaso está vacío —dice el joven con aire de triunfo.

Mags vacila y yo quiero reírme.

—Y eso es ciertamente un problema —dice finalmente—. Pero no


es realmente mío.

El joven le sonríe.

—Tienes que traerme una bebida. —Se inclina más cerca—. Soy
muy amigable cuando tengo un trago dentro de mí. —Le guiña un ojo—.
Y otras cosas.

Vuelve a entrar en el salón y se produce otro larguísimo segundo


de silencio que rompo riendo.

Mags me sacude la cabeza, con una sonrisa en la boca, y se vuelve


hacia mi cuñado.

—¿Por qué se comporta como si fuera un gato bastante asilvestrado


y yo la cena de esta noche?

Chris hace una mueca.

—Lo siento. Pensé que te gustaría. Es tu tipo.

Asiento cuando Mags me mira.

—Lo siento. Realmente es tu tipo. Busca el lazo en su persona.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Mags suspira.

—Será mejor que vuelva a entrar. —Se dirige a la puerta del salón
y luego se vuelve—. Ponme al lado de Laurie en la cena —le indica a mi
hermana.

—¿Por qué demonios debería hacer eso? —Hay una sonrisa


jugando en su boca—. Resulta que me gusta mi hermano.

—Porque quiero una conversación inteligente esta noche, y él es


probablemente el único capaz de darla.

—Encantador —dice Chris—. ¿Te has olvidado de mí?

—No —dice Mags pacientemente, sonriendo a Chris antes de


desaparecer de nuevo en el salón.

No puedo evitar mi risa, y mi hermana sacude la cabeza.

—Menos mal que le quiero. Nadie más se saldría con la suya


exigiendo a la anfitriona que cambie la disposición de los asientos cinco
minutos antes de que se sirva la cena.

—Podría —dice Chris—. Es el favorito del circuito de cenas.

—Hace que parezca Lewis Hamilton21 con una bandeja —observo.

Se ríe.

—Es demasiado encantador. Siempre ha sido su problema.

21 Sir Lewis Carl Davidson Hamilton, es un piloto británico de automovilismo.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Supongo que será mejor que lo haga yo por él —dice Lennie con
un suspiro de desgana.

Le doy un codazo.

—Deja de parecer tan mártir. De todos modos, probablemente


hiciste la distribución de la mesa por sorteo.

Ella sonríe.

—Tienes razón.

Se aleja hacia el comedor y yo sigo a Chris al salón.

Mags está de pie junto a la chimenea. El joven rubio está a su lado,


y un grupo de tres hombres y dos mujeres escuchan a Mags hablar,
obviamente pendientes de cada palabra. El grupo estalla en carcajadas
cuando Mags termina la historia que está contando.

Chris me da un codazo.

—¿Bebes? —me pregunta.

Asiento, y él se aleja, sabiendo mi pedido de bebida, así como sabe


que odio la mayonesa.

Mi hermana aparece en la puerta.

—La cena está lista —dice, alzando la voz por encima del murmullo
de la conversación—. Pasen.

El grupo se mueve en masa, y Mags se acerca a mí.

—Creo que podríamos ser compañeros de asiento.

—Qué emocionante.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Sonríe, y mi hermana nos intercepta en la puerta.

—He hecho lo que deseabas —le dice a Mags—. Podría ser más fácil
para la gente si sólo llevaras una corona a partir de ahora.

—Te cegaría con su luz resplandeciente. Definitivamente no eres


digna —le informa, y ella le empuja.

—La mesa se ve bien —le digo. La mesa de roble tiene un camino


blanco almidonado y está llena de velas y cristalería brillante. Las rosas
blancas dan un dulce aroma a la habitación—. Gracias a Dios, te has
limitado a poner platos y vasos y has dejado que otro cocine.

Mags suelta una carcajada tan fuerte que todos dejan de hablar y
miran a su alrededor.

Mi hermana me da una palmada en el brazo.

—Qué inteligente —dice—. Tú y él se merecen el uno al otro.

El comentario me sobresalta por alguna razón, y cuando encuentro


su mirada, hay un brillo en sus ojos que me dice que estoy jodido.
Siempre le ha gustado inmiscuirse en mi vida, como si por haber sido
bendecida con una vagina, lo supiera todo mejor que yo.

Una mujer la llama, y antes que se aleje, me dirige una mirada que
dice que pronto hablaremos.

—Genial —gimoteo. Mags me mira inquisitivamente—. Lennie va a


interrogarme —digo.

—No hay nada que contar —dice, encontrando su tarjeta de lugar


al final de la mesa.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Es lo que la Inquisición española aspiraría a ser. En los viejos


tiempos, habría impartido seminarios de formación para ellos.

Se ríe y nos sentamos. Las presentaciones se realizan de inmediato,


y yo sonrío con simpatía a mi alrededor, sabiendo ya que no recordaré a
nadie. La gente no es realmente mi punto fuerte, y me falta conversación.
Mi hermana ya está charlando alegremente con la mujer que está a su
lado. A Lennie también le ha tocado mi parte.

Me vuelvo hacia Mags para encontrarlo mirándome.

—¿Qué? —le pregunto.

—Nada —dice, desplegando su servilleta mientras los camareros


llegan para servir nuestros entrantes—. Es que tienes una cara muy
expresiva.

—¿La tengo? Nadie había dicho eso antes.

Su sonrisa es amplia y demasiado encantadora.

—La gente es mi pan de cada día. Paso muchas horas al día


observando sus expresiones y gestos.

—Pobre de ti. Yo los pinto y los olvido con la misma facilidad.

La sonrisa juega en su boca llena, y descubro que mis ojos se fijan


en esos labios perversamente curvados. Me recuerdo a mí mismo que no
debo ser estúpido, pero cuando miro hacia abajo, me fijo en sus grandes
manos y sus prominentes venas. Me gustaría dibujarlas, pienso
ociosamente, deseando tener un papel y un lápiz.

Escudriño mis propias manos, con las uñas mordidas y las


cutículas manchadas de pintura. Las froto con fuerza cada vez que me
ducho, pero creo que a estas alturas la pintura es un rasgo permanente.

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Lily Morton Bellamente inesperado

La conversación fluye a nuestro alrededor, haciéndose más ruidosa


a medida que todos beben su peso en vino. Mags parece conocer a todo
el mundo y no intenta hablar conmigo, a pesar de su afirmación de que
yo era su única compañía inteligente. La irritación se agita, pero la
reprimo y me dirijo con determinación a la señora sentada a mi derecha.
Nos enzarzamos en una discusión sobre el diseño de la cocina, pero no
estoy seguro de mantener mi parte de la conversación.

Me vuelvo hacia Mags para encontrar sus ojos fijos en mí.

—Tengo que pedirte disculpas —le digo en voz baja.

Toma un sorbo de su vino, sus ojos marrones son cálidos y


curiosos.

—¿Por qué? ¿Por esconderte en tu piso?

—¿Lo sabías? —digo antes de poder pensar mejor.

Él sonríe.

—Tu silencio tiene una cualidad bastante ensordecedora.

Dudo.

—Bueno, lo siento. Ha sido una grosería. Debería haber dado las


gracias.

—Ack. Por favor, no lo hagas.

—¿Por qué?

—No quiero que me den las gracias. Es muy tedioso.

—Eres un hombre extraño.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Se ríe, y el sonido es rico y cálido.

—Ya se ha dicho. ¿Cómo te sientes ahora? ¿Alguna otra migraña?

—No. Ninguna en absoluto. —Es una completa mentira, y puedo


decir que él lo sabe—. Gracias por cuidarme —digo apresuradamente—.
Sobre todo porque ha sido por mi culpa que has tenido que hacerlo.

Su ceño se frunce.

—¿Por qué? Te dolía la cabeza. No se podía evitar.

—Podría haberlo hecho si hubiera tomado mi medicación a tiempo.


Estaba disfrutando del paseo y no presté atención.

No había prestado atención, porque había estado muy decidido a


aprovechar al máximo mi salida con él. Había pasado esa mañana
sentado en el piso y deprimido sin parar sobre mi futuro. El paseo con
Mags había sido un muy necesario escape de mis pensamientos, pero él
no debe saberlo.

Su mirada es contemplativa, pero se convierte en una pregunta


cortés cuando el hombre de enfrente le habla.

—Me perdí tu fiesta de cumpleaños, Magnus. ¿Fue buena?

—Define buena —dice con un rizo malvado en los labios.

El otro hombre se ríe.

—¿Cuándo fue tu cumpleaños? —pregunto, asombrado que me


interese.

—Hace unos meses. No te perdiste mucho. Los cumpleaños


después de los cincuenta nunca son muy divertidos.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Cuántos años tienes? —pregunto.

—Cincuenta y dos. ¿Y tú?

—Cuarenta y ocho.

Nos miramos durante un largo segundo, y entonces el hombre


pregunta:

—¿Qué te parece la mediana edad, Magnus?

—Sorprendentemente tediosa. Me sorprendió descubrir que los


anuncios de funerales se dirigen a cualquier persona de más de
cincuenta años. Como si yo soplara mis velas y necesitara
inmediatamente que me sacaran de mis pies planos.

Me río.

—¿Cuánto tiempo tardas en encontrar tu fecha de nacimiento en


esas cosas de las aplicaciones?

Su boca se tuerce.

—Podría haber corrido una maratón para cuando ha terminado de


girar. —Todos se ríen y él se vuelve hacia mí—. Tú tampoco eres una
gallina de los huevos de oro, Laurie.

—¡Magnus! —jadea la señora junto a mi hermana—. Qué grosero.

—Es la verdad —dice mi hermana con pereza, así que le lanzo el


dedo corazón.

—Dime un peligro de envejecer —me ordena Mags.

Me encojo de hombros.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Que ahora puedo predecir el tiempo usando la articulación de mi


rodilla izquierda.

La mesa estalla en risas y la conversación se generaliza.


Terminamos la comida y nos dirigimos de nuevo al salón, donde Chris
sirve más de sus bebidas extremadamente fuertes. Esta es la clave del
éxito de Chris y Lennie a la hora de dar cenas. Consiguen que sus
invitados estén tan borrachos que presumen de habérselo pasado bien.

Me doy cuenta de que Magnus está absorto en la conversación con


el hombre rubio. Mientras lo observo, estalla en carcajadas. Reprimo una
pizca de irritación y atraigo a mi hermana a la conversación.

Unas horas más tarde, la cena comienza a disolverse y encuentro


a Magnus a mi lado.

—Hola —le digo, sonriendo perezosamente. Estoy cómodamente


instalado en el sofá y tengo sueño—. ¿Qué pasa?

—¿Te gustaría compartir un taxi? Creo que vamos en la misma


dirección.

Lucho por salir del agarre tipo pulpo de los muebles de mi


hermana.

Lennie se asoma.

—¿Te vas, Laurie?

Asiento.

—Mags y yo podríamos compartir un taxi de vuelta.

99
Lily Morton Bellamente inesperado

—Oh, por supuesto. —Su tono suena inocente, pero sé lo satánica


que es en realidad. Le dirijo una mirada represiva que no funciona—.
Hablaré contigo mañana —dice, ampliando su sonrisa.

—¿Por qué eso siempre suena como una amenaza?

—Porque lo es. —Chris se ríe a carcajadas.

Dando a todos una sonrisa genial, me dirijo al vestíbulo, donde


Mags me espera con mi gabardina en las manos.

Se la quito y me la pongo mientras asoma la cabeza en el salón y


da las buenas noches. La respuesta es mucho más entusiasta que la que
recibí yo, y sonrío con ironía cuando se da la vuelta.

—¿Qué? —dice.

—Eres muy popular, Mags.

—Ese no es mi nombre, ¿y por qué haces que ser popular suene


como si tuviera una dosis de gonorrea?

—Es mucho peor —digo.

Se ríe mientras salimos de casa y nos metemos en el taxi que nos


espera.

—Cuando eres popular —digo—, tienes que lidiar con la gente todo
el tiempo.

—Intuyo que no te gusta la gente —murmura, acomodándose en


su asiento después de darle al conductor nuestra dirección.

—La verdad es que no. Me gustan, pero sólo en pequeñas dosis.

Sacude la cabeza.

100
Lily Morton Bellamente inesperado

—Seguro que tienes un pequeño círculo de amigos y rara vez vas a


fiestas.

—¿Cómo lo sabes?

—Eres demasiado directo para la cháchara social, Laurie. Te he


observado esta noche. Sólo te animaste cuando hablamos de política. No
te interesan los romances de los famosos ni la moda. —Su labio se
mueve—. Es evidente que no te interesa la moda.

—Ouch. Me he vestido bien esta noche.

—Sí, he notado la falta de agujeros en tu ropa. Fue bastante


sorprendente.

—¿Crees que la forma en que me comporté estuvo mal? —pregunto


impetuosamente. No sé por qué, pero su opinión me importa—. ¿Debería
ser mejor en compañía? ¿Más desenfadado? Antes era desenfadado… —
Me detengo, incapaz de creer que vaya a mencionar el accidente y sus
consecuencias.

Me observa durante un largo segundo, con el rostro cubierto de


sombras.

—¿Eres un buen amigo? —pregunta finalmente.

Parpadeo ante el cambio de tema.

—Sí. Quiero a mis amigos.

—Bueno, yo no me preocuparía, entonces —dice, con su tono sin


tonterías que me tranquiliza—. Está claro que no eres un recluso.

Creo que lo soy más que antes, porque estar solo ha sido más fácil
que enfrentarme a las ansiosas preguntas de mi familia. Pero no digo

101
Lily Morton Bellamente inesperado

nada, y nos sumimos en un silencio que se prolonga durante el viaje y en


el ascensor. Por eso me sorprende tanto que se detenga ante su puerta y
pregunte:

—¿Vas a entrar?

Le miro con recelo.

—¿Por qué?

—Para comerme tu hígado con un buen trago de vodka.

—¿No es chianti?

—Ack, no. Es vodka hasta el final. También me muero de hambre.


Tu hermana nunca sirve comida en porciones humanas. Sólo me llenaría
si fuera un duende.

Me río.

—Ella es terrible. Sobre todo porque ni siquiera cocinó la maldita


comida.

—Un hecho que me alivia mucho. Una vez me comí un bocado de


un pastel que ella había hecho. Tuve que esconder el resto del trozo en
una maceta.

—Pobre planta —digo con sentimiento.

—Parecía una superviviente de Chernóbil después de una hora. No


quiero pensar lo que hizo mientras se horneaba. —Me sonríe—. Tengo
una botella de vodka Absolut Crystal en el congelador. ¿Vienes?

Silbo.

—Eso cuesta una fortuna.

102
Lily Morton Bellamente inesperado

—Fue un regalo. Tengo algo de caviar para acompañarlo.

—Dios mío, ¿en serio? Me muero de hambre.

Se ríe.

—Es como si fueras Hansel o Gretel.

—Nunca habría ido a por chocolate o dulces.

—¿No?

—Soy un hombre raro —digo con ligereza mientras me observa con


esos claros ojos marrones.

—Creo que eso es probablemente más cierto de lo que crees —dice


antes de desaparecer en su piso, dejando la puerta abierta tras él.

Miro la puerta. Debería salir corriendo. Volver a mi piso y a la


soledad que me había dicho que necesitaba para tomar algunas
decisiones difíciles. Lo que hay entre Mags y yo no es nada que reconozca,
pero puedo sentir que se hace más fuerte aunque no pueda ponerle
nombre. He pensado en él toda la semana a pesar de no haber hablado
con él, y me he encontrado pensando en cosas que quiero decirle. Suspiro
con fuerza antes de seguirle y cerrar la puerta tras de mí.

103
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 6
Laurie
Aún no he tenido ocasión de husmear en el piso de Mags, así que
cuando se va corriendo a la cocina, me tomo mi tiempo para recorrer el
espacio. La distribución abierta es la misma que la de Luke, pero ahí
acaba la similitud. La casa de Mags está escrupulosamente limpia. Una
enorme mesa de comedor en la que caben fácilmente doce personas se
encuentra frente a los ventanales con vistas a las luces brillantes de
Londres y al río Támesis. Todo el lugar grita modernidad y minimalismo.

Se oye un ruido detrás de la encimera de la cocina, así que me dirijo


a la enorme isla central. Los brillantes armarios y las encimeras de acero
inoxidable resplandecen con elegancia bajo las brillantes luces. Me
asomo y encuentro a Mags agazapado frente a un armario.

—¿No hay Aquavit22, Mags? No lo he tomado desde la última vez


que estuve en Copenhague.

Me mira, con su pelo castaño ceniza cayendo sobre esos ojos claros
y hermosos. ¿Hermosos? Uf. Quiero abofetearme a mí mismo.

—Prefiero beber eso cuando estoy allí. Aquí no sabe igual. ¿Has
estado en Copenhague? —Asiento—. ¿Qué te ha parecido? —pregunta,
mientras sigue rebuscando en los armarios.

—Es una ciudad preciosa.

22 El Akvavit, también conocido como aquavit, es una bebida destilada escandinava de


habitualmente un 40 % de alcohol por volumen. Su nombre viene de aqua vitae, que
significa, agua de la vida, en latín. Se destila al igual que el vodka, de patatas o grano.

104
Lily Morton Bellamente inesperado

Me quito la chaqueta del traje y la tiro sobre uno de los taburetes


de cuero blanco. Me pone delante una botella de vidrio tallado que, al
captar la luz, lanza pequeños arcoiris sobre la barra. Le siguen dos vasos
de chupito, el cristal escarchado por haber estado en el congelador. Saca
de la nevera una lata de colores vivos y un paquete de blinis23.

—Pasé un par de meses allí cumpliendo algunos encargos —digo,


observando cómo vierte el vodka en los vasos.

—Apuesto a que pintaste a Oscar Nielsen —dice, nombrando a un


modelo que fue famoso en los años setenta.

Me quedo boquiabierto.

—¿Cómo lo has sabido?

—Está completamente enamorado de su reflejo. Si no puede


encontrar un espejo, va a necesitar una foto de sí mismo.

—Parecía muy apasionado por el cuadro —digo con diplomacia. Me


lanza una mirada y me río a pesar mío.

Su boca se tuerce.

—Sírvete —dice, señalando el plato de comida. Se quita la chaqueta


y la corbata y se desabrocha el botón superior de la camisa. La abertura
deja ver una pizca de vello castaño en el pecho atravesado por la plata.
Aparto los ojos y me meto en la comida.

—Dios, qué bueno está —gimo entre un bocado. Levanto la vista y


lo encuentro mirándome fijamente, con los ojos más oscuros que de

23 Los blinis son unas tortitas finas de origen principalmente eslavo a base de harina,
huevos, leche y levadura que pueden comerse cocidas en el horno o frita, con o sin
relleno alguno. Es muy común en la cocina eslava.

105
Lily Morton Bellamente inesperado

costumbre. Rápidamente aparta la mirada y su extraña expresión


desaparece.

—Es bueno —dice. Coge los platos y señala con la cabeza la botella
y los vasos—. Trae eso, y podemos relajarnos en el sofá.

Obedezco y le sigo hasta la zona del salón. Hay un enorme sofá


seccional de color crema y dos grandes sillones de cuero agrupados
alrededor de una mesa de centro baja que parece tallada en madera
flotante. En una de las paredes hay un enorme televisor y obras de arte
de vivos colores colgadas por todas partes. Reconozco más obras de su
madre. El efecto general es de comodidad y calidez modernas. Y dinero.
Mucho dinero.

—Está tan ordenado —digo con voz asombrada.

—Sí, ya veo que es un concepto extraño para ti.

Le hago una mueca y me dirijo a un elegante centro de


entretenimiento donde hay un costoso equipo de música.

—Tiene un tocadiscos y una grabadora de casetes —digo con voz


de asombro.

—Es Bang and Olufsen24.

—Es un dinosaurio en un mueble de discos. —Se ríe—. ¿Te gusta


el vinilo? —pregunto, mirando el tocadiscos.

Se sirve otro blini.

24 Bang & Olufsen es una compañía danesa que fabrica productos audiovisuales, como
televisores, teléfonos, altavoces, sistemas de audio para automóviles. Fue fundada en
1925 por Peter Bang y Svend Olufsen, tras construir una radio que trabajaba con
corriente alterna, cuando la mayoría de las radios funcionaban con pilas.

106
Lily Morton Bellamente inesperado

—Siempre me ha gustado. No hay nada como el crujido cuando


pones la aguja. El sonido no es tan bueno, pero la música parece más
real. Solía pasar horas estudiando las ilustraciones de los álbumes.

—Yo también —digo con fervor.

—Pon algo —dice—. Los discos están en el armario de allí.

Abro la puerta del largo armario y silbo ante las estanterías de


discos.

—No estabas bromeando.

—Rara vez lo hago. —Pongo los ojos en blanco y él sonríe—. Elige


algo.

Recorro los estantes con los dedos, trazando los lomos de los
discos. Luego sonrío y saco uno.

Él gime.

—Toda esa música, y eso es lo que eliges.

—No puedo creer que tengas Now That’s What I Call Music25.

—Fue uno de los primeros discos que compré.

—Creo que el mío fue The Joshua Tree de U2.

Su cara está llena de interés, y es obvio que es un aficionado a la


música.

25Now That’s What I Call Music! Es una compilación de los mejores éxitos de la música
Pop, Rock, R&B y Dance, nacida en el Reino Unido. Existen ediciones propias del Now
en Estados Unidos, Argentina, Australia, China, España, Japón, México y Sudáfrica,
entre otros países.

107
Lily Morton Bellamente inesperado

—Ese fue un gran álbum. Solía frecuentar una tienda de discos en


Kings Road todos los sábados. En cuanto recibía mi paga, me gastaba la
mayor parte en ella inmediatamente.

—Oh, Dios mío. ¿Flynn’s? —Asiente y yo sonrío—. Yo también.


Probablemente estuvimos allí al mismo tiempo.

—Estoy seguro de que era demasiado guay para pasar tiempo


contigo, Laurie.

—Lo dudo. Era un adolescente muy atractivo.

—Tonterías. Apuesto a que tenías greñas26.

—¿No lo tenían todos?

Sacude la cabeza.

—Yo no.

Pongo el disco en la pletina, pulsando un interruptor hasta que la


aguja baja, y el sonido de Temptation27 de Heaven 17 entra por los
altavoces.

—¿En qué número de Now Music están ahora? —digo, mirando el


reverso de la portada del álbum.

—Probablemente, Now That’s What I Call Music Cinco Mil Millones


—dice sombríamente.

26 El anglicismo mullet, (también llamado tracas, greñas, playero (Puerto Rico), cubanita
(Argentina), choco (Chile), mota paisa, el siete, las gatas (Colombia), farru (España), o
corte cumbia (Monterrey), es un peinado que se caracteriza por ser corto en la parte
superior del cráneo y largo en la zona de la nuca. Fue un peinado popular en hombres
y mujeres en la década de 1980.
27 https://youtu.be/xWwtMrDX2o8

108
Lily Morton Bellamente inesperado

Me acerco para sentarme a su lado.

—Los chicos lo llaman Now Music. No ese bocado. No estás abajo


con ellos.

—Si me bajara, no volvería a levantarme. Mi rodilla tiende a


bloquearse.

—Ayer, una de mis sobrinas se refirió a los noventa como “los viejos
tiempos”.

Se queja.

—Creo que he llegado a la edad en que todo lo que soy es retro.

Me río y cojo el blini que me tiende.

—¿Para qué es esto?

—Quiero que me pintes un cuadro con él.

Me río, pero él asiente a la comida.

—Cómetelo —dice—. No has comido nada en la cena.

—¿Te has dado cuenta?

No dice nada y se limita a mirarme, así que me lo meto en la boca.

Cuando lo he terminado, le enseño las manos.

—Mira, mamá. Todo se ha ido.

—Si yo fuera tu madre, Laurie, probablemente estaría tomando


fuertes dosis de Valium.

—Si fueras mi madre, probablemente me uniría a ti.

109
Lily Morton Bellamente inesperado

Se ríe, pero un crujido de conciencia se extiende entre nosotros.


Cuando su risa se desvanece, sus ojos son oscuros y nos miramos
fijamente durante un momento demasiado largo.

Luego, como si fuera un acuerdo mutuo, nos alejamos de ese


abismo particular.

—¿Cuál fue el primer single que compraste? —pregunto,


acomodándome en el sofá. Es maravillosamente cómodo. Doy un sorbo a
mi bebida, disfrutando del ardor en mi garganta y del calor que se
extiende por mi pecho.

Él reflexiona.

—Tom Hark28 de los Piranhas.

—Dios, me acuerdo de esa. Luke la tenía. El mío fue Baggy


Trousers29 de Madness.

Toma otro blini, cargándolo con caviar.

—No tienes ni idea de lo agradable que es hablar de música con un


hombre sin tener que explicarlo todo.

—Dios mío, ¿tus jovencitos emperifollados no actúan


correctamente?

Pone los ojos en blanco.

28 https://youtu.be/H8U-I0RH8Cc
29 https://youtu.be/Dc3AovUZgvo

110
Lily Morton Bellamente inesperado

—Uno de ellos pensaba que The Human League30 era una comisión
para investigar los viajes espaciales.

Me atraganto con la comida y rujo de risa.

—Dios mío, eso es brillante.

Suena Too Shy31 de Kajagoogoo y le sonrío mientras me rellena el


vaso. No me había dado cuenta de que me lo había terminado. Lanzo el
vodka hacia atrás y jadeo.

—Maldita sea, es muy fuerte. Mañana sufriré por esto.

—Merece la pena.

—Probablemente. Ojalá hubiera disfrutado de los primeros años de


mi veintena, cuando tenía un nivel de tolerancia al alcohol
extremadamente alto y la capacidad de beber hasta las cinco de la
mañana y seguir funcionando al día siguiente. Pensé que esos días
durarían para siempre.

—Lo sé. —Suspira—. Nunca tuve resacas, y luego, una vez


superados los cuarenta y cinco años, ¡bam! Sólo tengo que esnifar alcohol
y me duele la cabeza.

—Parece que eres perseverante —digo, observando cómo lanza su


trago hacia atrás.

—¿Qué puedo decir? Soy valiente.

30 The Human League es un grupo británico de música synth pop formado en 1977.
Iniciadores de este estilo y pioneros en el uso de los sintetizadores en el Reino Unido,
lograron gran popularidad en la década de 1980 después de un cambio en sus
integrantes.
31 https://youtu.be/rkpG4XApJ28

111
Lily Morton Bellamente inesperado

—Y modesto.

Sonríe.

—Nunca lo he sido. —Rellena su vaso y me indica con la cabeza


que me beba el mío—. Soy danés. Esta es la única manera de beber.

Llega la siguiente canción: Down Under32 de Men at Work.

—Estoy bastante seguro de que esta canción estaba en una cinta


mixtape33 que me hizo mi primer novio —digo distraídamente.

—Dios mío, me acuerdo de eso. —Rueda la cabeza sobre el respaldo


del sofá para mirarme—. Cosas ridículas.

—¿No hiciste ninguno, entonces?

—Desde luego que no —dice con voz revuelta—. ¿Por qué demonios
iba a hacer algo así?

—Las elecciones de canciones enviaban mensajes a tu amado. —


Me deslizo más en el sofá y escucho la canción—. No estoy seguro de qué
mensaje quería transmitirme ésta a mis quince años. —Pienso con fuerza
y sacudo la cabeza cuando me doy cuenta—. Maldita sea. Ahora que
pienso en el título, me sorprendo. Es evidente que Darren era mucho más
arriesgado de lo que yo creía.

—¿Qué pensabas que estaba diciendo con una canción llamada


Down Under34, entonces?

32 https://youtu.be/XfR9iY5y94s
33 Un mixtape es una recopilación de canciones, en las que la letra o el sample pueden
ser usados normalmente con derechos de autor y recogidas de otras fuentes, grabadas
tradicionalmente en un casete.
34 El término Down Under es una expresión coloquial que es interpretado de varias

maneras para referirse a Australia y Nueva Zelanda, aunque generalmente se usa para

112
Lily Morton Bellamente inesperado

—Pensé que quería llevarme a Australia.

Se ríe a carcajadas.

—Te dejo ese tipo de cosas. No creo que muchas canciones


transmitan adecuadamente mi mensaje de “por favor, deja mi cama
ahora y vete a la mierda”.

Me río.

—No, eso es un poco un nicho de mercado. —Le miro con


curiosidad—. ¿Has tenido alguna vez una relación?

Niega con la cabeza.

—Nunca.

—¿De verdad?

—¿Por qué suenas tan asombrado?

—Porque lo estoy, Mags. La mayoría de la gente ha tenido algún


tipo de relación cuando llega a nuestra edad.

Considera mis palabras de sabiduría con una mirada irónica.

—He tenido algunos arreglos que duraron un par de meses. Eso es


lo máximo que puedo hacer.

referirse solamente a Australia. El concepto viene del hecho de que estos países se
encuentran en el hemisferio sur, “por debajo” de muchos otros países en el mundo. El
significado literal es abajo debajo, mientras que traducciones figurativas son abajo del
todo o allá abajo. El uso frecuente de la palabra en los medios de comunicación ha
llevado a su amplia utilización. De hecho, el sencillo “Down Under” del grupo Men at
Work se convirtió al instante en una canción casi patriótica. También es una forma de
decir sexo oral.

113
Lily Morton Bellamente inesperado

—Dios mío. ¿Los hombres están bien? ¿Cuánto ha sufrido de salud


mental?

Se ríe y nos sirve otro trago.

—Supongo que tienen una serie de relaciones muy serias a sus


espaldas en las que se citaban a Proust y regateaban el precio de la ropa
de cama cara.

Giro la cabeza para mirarle fijamente.

—Tienes ideas muy extrañas sobre las relaciones. —Sigue


mirándome interrogante, y recuerdo su pregunta—. En realidad, soy
igual que tú. —Hace un sonido incrédulo y me río—. Es cierto. He tenido
algunas relaciones, pero nada ha durado, porque no podían competir con
mi trabajo. —Aprieto los labios—. Eso suena jodidamente pretencioso,
pero es cierto. Siempre me ha importado más pintar que tener a alguien
con quien cenar.

—No es nada pretencioso. Sería arrogante desperdiciar tu talento.


—Traga su bebida y hace una mueca de dolor—. Supongo que yo soy
igual. Mi trabajo siempre ha sido lo más importante de mi vida. —Se
encoge de hombros—. La relación de mis padres era, como mínimo,
volátil. Tenían una relación abierta, así que siempre había diferentes
parejas en la casa. También parece que ambos tenían diferentes
versiones de lo que significaba realmente “abierto”, así que había muchas
peleas a gritos entre personas muy escasamente vestidas. Me hizo muy
popular en el colegio porque todo el mundo quería venir a mi casa, pero
no me dejó precisamente con muchas ganas de tener una relación.

Me acomodo de nuevo en el sofá, levantando las piernas y


estirándome.

—¿Cuándo viniste a Reino Unido?

114
Lily Morton Bellamente inesperado

—Estás bastante hablador esta noche. —Le observo en silencio,


dejando que el momento se alargue, y él pone los ojos en blanco.

—Mis padres se divorciaron cuando yo tenía diez años. A los trece,


mi madre me envió a Reino Unido a vivir con mi padre. Ella quería pintar
y yo empezaba a estropear su estilo.

—¿Cómo?

Me lanza una mirada maliciosa.

—Empecé a ser crítico con su vida amorosa.

—¿No querías que tuviera una?

—Una habría estado bien. Era el volumen del que hablaba.

Empiezo a reírme, y él me dedica una sonrisa irónica, con un


mechón de pelo sedoso cayendo sobre su frente. Se levanta y se acerca al
equipo de música para cambiar el disco. Suena All My Love35 de Led
Zeppelin.

—Me encanta esta canción —dice, volviendo a acomodarse en el


sofá y recuperando su vaso.

—Nunca fui fan de Led Zeppelin, pero esta me gusta.

—La primera vez que fumé droga fue escuchando esto —dice en
tono nostálgico.

35 https://youtu.be/z0DAnu5Sq6k

115
Lily Morton Bellamente inesperado

—Tú y otros veinte mil millones, Mags. ¿Te pillaron tus padres? Los
míos lo hicieron cuando la fumaba con Lennie. Nos castigaron durante
tres meses.

—Eso es bastante duro. ¿Eran muy antidrogas?

—¿Has conocido a mi padrastro? Es anti todo lo que trae alegría.


—Se ríe y yo continúo—. No, no fue tanto por la droga como por el hecho
que cuando nos pillaron, tiré el porro en un arrebato de pánico y se
incendió la caseta del jardín.

Tose por encima de su bebida y rompe a reírse a carcajadas.

—Eso es bastante desafortunado. En cambio, mi madre habría


estado encantada contigo. Siempre le preocupó que yo fuera demasiado
burgués y respetuoso con la ley.

—Así que no te pillaron tus padres. Excelente.

Me lanza una mirada confusa.

—No. Se lo fumaron conmigo.

Me sorprende, y no sé por qué. Todo lo relacionado con su infancia


suena tan top-bohemio que haría que otros bohemios se fueran a la
iglesia agarrando sus perlas.

Me pregunto cómo se debió sentir cuando fue trasplantado a un


país extraño para vivir con un padre que probablemente era más un
extraño que un padre.

Durante unos instantes considero su comportamiento relajado,


pero poderoso. Probablemente había sido igual de niño y se lo tomaba
todo con calma. Nadie se atrevería a intimidar a Mags. Tiene un aire muy
impermeable. Una actitud de hacer lo que quiere y atenerse a las

116
Lily Morton Bellamente inesperado

consecuencias y no importarle una mierda la opinión de los demás. Ese


tipo de personas son difíciles de amedrentar.

Me sonríe con maldad y lo empujo. Es un empujón suave, pero mis


dedos registran el calor de su piel bajo el fino material de su camisa.
Cierro los dedos traidores en un puño.

—Bien. Hemos cubierto la infancia y la música y...

—Espera. No hemos cubierto la tuya, Laurie. Será mejor que lo


hagamos porque es evidente que nunca he escuchado las historias de
Lennie y ahora temo que me ponga a prueba con el tema de la familia
Gentry. —Me río y él se gira para mirarme—. ¿Cómo has acabado con el
juez como padre?

—Mala suerte —ofrezco, y él se ríe. Tomo mi bebida y hago una


mueca—. La verdad es que no. Quiere a mi madre y nos aceptó a todos
los niños.

—Tantos niños —dice asombrado—. No me extraña que viniera a


los tribunales tan a menudo. El asesinato y el homicidio deben haber
parecido tan fáciles de tratar después de eso.

Me río y le doy mi vaso para que lo rellene. Él mete el líquido de


golpe, perdiendo parte del vaso y derramando el vodka en el suelo.

—Uy —dice perezosamente, sonriéndome y recostándose en su


propio extremo del sofá.

—Mi padre salió corriendo —digo finalmente—. No sé por qué, pero


se fue, dejando a mi madre con seis hijos.

—Probablemente sea por eso.

Resoplo y maldigo.

117
Lily Morton Bellamente inesperado

—El vodka se me metió en la nariz —explico.

—Prueba a metértelo en la boca. Hace que todo sea mucho más


fácil. —Se ríe mientras me acerco y lo empujo de nuevo. Parece que me
muevo lentamente, lo que es un buen indicio de que debería dejar de
beber ahora mismo. Pero si lo hago, se me pasará la borrachera y mis
pensamientos volverán a agolparse en mi cabeza, dando vueltas como
una noria. Así que bajo el trago de golpe.

—Mierda —digo con sentimiento.

Él sonríe.

—¿Era el juez un buen padrastro?

Lo considero.

—Supongo que sí. No está cerca de ninguno de nosotros, pero ha


hecho lo que ha podido. En cierto modo tolera nuestra presencia.
Probablemente porque todos somos ruidosos y opinantes.

—No eres ruidoso.

—No en este momento —digo—. No me has conocido exactamente


en el momento adecuado. —Sus ojos se agudizan con curiosidad, e
inmediatamente busco una distracción—. Necesitas un perro —digo,
arrastrando las palabras—. Mierda, estoy cabreado.

La intensidad de su mirada disminuye con un rápido parpadeo, y


mantiene su relajada postura. Me pregunto si ha aprendido esa
despreocupación en su trabajo o si es fruto de su infancia.

—¿Qué? —pregunta—. ¿Un perro?

Asiento.

118
Lily Morton Bellamente inesperado

—Es una idea fantástica, y sé que lo diría aunque no acabara de


vaciar media botella de vodka que necesitaría una hipoteca para comprar.
—Resopla, y me doy cuenta de que se está desviando ligeramente hacia
un lado—. No quieres una persona real en el piso, Mags, pero podrías
tener un perro.

—¿No son muy exigentes?

—La verdad es que no. —Agito el vaso con entusiasmo, y ambos


miramos con ojos sombríos el líquido que se desprende del vaso y se
derrama sobre la alfombra. Luego me devuelve la mirada, así que
continúo—. Son leales y cariñosos con todo el mundo. No hace falta tener
una buena personalidad para que un perro te quiera. Sólo un pulso.

—¿Por qué me dices esas cosas? Hablas como si mi personalidad


fuera un punto negativo en la tabla de perros.

—Son muy cariñosos —vuelvo a decir, y se echa a reír—. Hay que


darles de comer y algún que otro mimo y sacarlos a pasear —continúo
con seriedad—. Y luego te dejan en paz. Nada de exigir que los lleves a
un restaurante, nada de atarse lazos y practicar la firma como señor
Carlsen. —Asiento—. Necesitas un perro.

—Necesito clonarme a mí mismo —dice distraídamente—. Soy


demasiado importante para ser sólo un cuerpo.

—Qué pensamiento más horrible —digo, sobre todo para verle


reír—. Te buscaré un perro —le prometo.

—Prefiero que me revises las almorranas —dice acerbamente.


Alarga la mano para rellenar mi vaso—. Ya está bien de tanta mierda.
Pongamos algo de música decente.

119
Lily Morton Bellamente inesperado

Después de encender un cigarrillo, se acerca al equipo de música,


y me complace verle tambalearse ligeramente. Unos segundos más tarde,
suena Loaded36 de Primal Scream, y él aplaude y baila de forma divertida
y espasmódica con los brazos levantados en señal de alegría. Lleva la
camisa desabrochada hasta la mitad del pecho, con el cigarrillo colgando
de la boca, y me sonríe borracho.

—Me encanta esta canción —exclama.

Conocer a este hombre despreocupado podría ser lo mejor que he


hecho nunca, pienso. Tomó mi trago de golpe y me levanto para unirme a
él en el baile.

36 https://youtu.be/Y3ixEzKA4k0

120
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 7
Mags
Los golpes en la puerta de mi despacho me sacan de las
profundidades del expediente que estoy leyendo. Levanto la cabeza y miro
la puerta como si fuera a abrirse sola. Cuando no lo hace, grito:

—Pase.

Me sorprende ver a Laurie asomar la cabeza por la puerta.

—¿Qué haces aquí? —pregunto y luego gimo cuando sus labios se


mueven—. Ack, eso fue grosero. Pasa. —Le hago un gesto para que se
acerque a una silla.

Rodea la puerta y se sienta en la silla de cuero frente a mi escritorio.


Lleva una camisa arrugada de rayas azules y blancas que, por algún
motivo, ha combinado con unos pantalones cortos de lunares azules. El
conjunto hace que me duelan los ojos.

—He venido a ver si me he dejado algo de cerebro en tu piso —dice


alegremente.

Pongo los ojos en blanco e inmediatamente deseo no haberlo hecho


cuando el dolor de cabeza que lleva todo el día bordeando mis sienes se
dispara.

—Mierda —suspiro, masajeándome la frente.

Él se echa a reír.

—¿Cuánto bebimos anoche, Mags?

121
Lily Morton Bellamente inesperado

—Toda la botella —digo sombríamente—. Se supone que hay que


saborearlo.

—Eso hicimos —dice, acomodándose en su silla—. Lo saboreamos


a toda velocidad.

—No me hagas reír —le advierto—. La espalda me está matando


después de desmayarme en el sofá.

—Bueno, probablemente esté mejor que la mía. Me desperté bajo


la mesa de centro, que es donde deduzco que me caí.

—No me acuerdo —confieso y luego me río—. Mierda. Me siento


fatal.

—¿Has estado hoy en el juzgado?

—Esta mañana. Por suerte, he podido volver aquí después.

—¿Has dormido? —Se inclina hacia delante—. Yo habría cerrado la


puerta y me habría echado una siesta.

Señalo mi escritorio y el suelo que lo rodea, donde se apilan veinte


expedientes de casos.

—No hay mucho espacio para eso.

—¿Son esos los expedientes de los testimonios de tus jovencitos?


—dice, mordiéndose el labio y arrancándome una carcajada.

—No, pero es una idea genial. Aunque serían unos informes


excelentes —le aconsejo.

—Por supuesto.

Le miro.

122
Lily Morton Bellamente inesperado

—No es que esta visita no sea encantadora, pero ¿por qué estás
aquí?

—¿No te acuerdas?

—Laurie, no recuerdo mucho más allá de haber puesto el disco de


Pink Floyd.

—Eso lo habrá hecho. Aburren a cualquiera hasta la sumisión.

Me puse una mano en el pecho.

—Estoy horrorizado —digo con voz severa—. No estoy seguro de


que podamos seguir siendo amigos.

—Hazlo con fuerza —me aconseja—. He venido por lo del perro.

Le miro sin comprender.

—¿Qué perro?

Hace un gesto de desaprobación.

—El perro que aceptaste tener.

—Laurie, puede que haya consumido más de media botella de


vodka. Fue más de la mitad —digo antes que pueda protestar—. Eres
muy ligero con el vodka. Apenas puedo recordar mi nombre hoy, pero
estoy bastante seguro de que recuerdo no haber aceptado un perro. ¿Por
qué demonios querría uno de esos?

—Te hará compañía.

—Ya tengo bastante de eso —digo, cogiendo mi bolígrafo e


intentando despedirlo—. Y no tengo que alimentarlos ni sacarlos a cagar.

123
Lily Morton Bellamente inesperado

—De alguna manera sé que estás clasificando eso como un


comportamiento de bajo mantenimiento. —Se echa hacia atrás y pone los
pies en el borde de mi escritorio.

Miro el par de zapatillas deportivas y lo fulmino con la mirada.

—¿Qué estás haciendo?

—Esperando —dice con un aire de sorpresa que no se corresponde


con el brillo de sus ojos.

—¿A la muerte? Porque me gustaría que lo hicieras en otro lugar.

—No, estoy esperando a que termines de trabajar para ir a buscar


al perro.

—¿Escuchas algo de lo que digo?

—En realidad no, a no ser que sea: Oh, Laurie, qué artista tan
estupendo eres.

Lucho contra la risa.

—Sé muy bien que nunca te he dicho eso.

Me sonríe, con el rostro encendido por la risa, y yo recupero el


aliento, sorprendido de nuevo por lo impresionante que es. Es una belleza
silenciosa que no se ve de inmediato, pero una vez que te das cuenta, no
puedes dejar de mirar esos ojos y esa cara afilada, el pelo alborotado y la
longitud ágil de su cuerpo.

—¿Estás bien? —pregunta—. Tierra a Mags.

Vuelvo a la realidad y cierro la boca de golpe. No estoy pensando en


lo bonito que es, me digo a mí mismo con severidad.

124
Lily Morton Bellamente inesperado

—Ese no es mi nombre. —Suspiro—. No te vas a ir, ¿verdad?

—No.

—¿Y estás decidido a que tenga un perro?

Su expresión se vuelve seria.

—La verdad es que no. No si no quieres uno. Es un gran


compromiso, y sólo debes hacerlo si quieres. Si no, haremos otra cosa.
Sólo pensé que sería bueno para ti.

Estaba decidido a rechazarlo, pero de alguna manera, al dejarme


libre, ha hecho que quiera hacer lo contrario.

—Una vez tuve un perro —digo, sorprendiéndome. Lucho contra el


impulso de mirar alrededor de la habitación para encontrar al hombre
que está divulgando los recuerdos de su infancia.

Laurie me mira, con los ojos bien abiertos.

—Era una labradora gorda llamada Grace —admito—. La adoraba.

Sonríe.

—Eso es encantador.

—Bah, demasiado sentimental. Tuve que dejarla con mi madre en


Dinamarca porque a mi padre no le gustaban los perros.

Sus ojos se vuelven tristes.

—¿Qué pasó con ella?

Le miro sin comprender.

125
Lily Morton Bellamente inesperado

—No tengo la menor idea.

Se queda boquiabierto.

—¿Qué?

Me encojo de hombros.

—No soy una persona particularmente agradable, Laurie. No pude


mantenerla, así que me olvidé de ella.

—¿Lo hiciste? —dice astutamente—. No parece que lo hayas hecho.


—Lo miro, y él sonríe—. Creo que uno trata de olvidar a la gente que no
se va a quedar, pero a veces se cuela alguno.

Me quedo perplejo, tanto por la nota de cariño en su voz como por


la sensación de que está diciendo la verdad. Me sonríe.

—¿Nos vamos, entonces?

Señalo con la mano los archivos.

—¿Has olvidado el trabajo a tu alrededor?

—En realidad no, pero tienes que ordenar estos archivos, Mags.
Esto está terriblemente desordenado. —Se acerca al escritorio y me
empuja—. Vamos —insiste—. Son las seis de la tarde. Llevas horas aquí
con resaca. Vamos a cenar y luego a la protectora de animales.

Abro la boca para rebatirle, para decirle que yo hago mis propios
horarios. Y por eso me sorprende un poco encontrarme de pie y
poniéndome la chaqueta.

—Vale —me oigo decir—. Vamos.

***

126
Lily Morton Bellamente inesperado

Una hora después, me encuentro frente a una fila de jaulas llenas


de perros de todas las formas y tamaños. El ruido es increíble.

Miro fijamente a Laurie.

—¿Y esta es tu sugerencia para la resaca? ¿Aguantar en esta


cacofonía?

Me complace verle hacer una mueca de dolor cuando un cachorro


ladra ruidosamente cerca.

—Dios, me siento fatal —murmura.

—Bien. —Suspiro con fuerza—. Entonces, ¿puedo elegir un perro o


no?

Su labio se tuerce.

—¿No te han dado esa información?

—Se perdió en la bruma del interrogatorio —digo con amargura—.


No me han interrogado tan a fondo desde mis finales de Derecho.

Se ríe.

—Puedes elegir un perro, pero no podrás llevártelo a casa todavía


hasta que hayan revisado tu piso para asegurarse que es adecuado.

—Habría tenido menos problemas para recoger a Brad Pitt.

Me da un codazo.

—Aparenta ser maduro. Están mirando.

—Soy maduro —le digo indignado a su espalda mientras recorre las


filas de jaulas.

127
Lily Morton Bellamente inesperado

Sacude la cabeza cuando me acerco a él.

—Hay tantos perros que no se quieren. Es una puta pena. Me


encantaría llevarlos a todos.

Algunas de las jaulas parecen un poco viejas, pero hay signos de


amor y cuidado por todas partes. Saco mi teléfono y hago una foto de la
pizarra que pide donaciones.

Laurie se muerde el labio, la diversión brilla en sus ojos.

—¿Por qué haces eso, Mags?

—Por nada —digo reprimido.

—Ah, claro. ¿No será porque vas a donarles?

—Puede ser —digo y avanzo a zancadas, mordiéndome el labio para


dejar de sonreírle. Paso por delante de hileras de cachorros. Tienen los
ojos brillantes y están ansiosos, pero aún así, paso de largo.

—¿No quieres un cachorro? —dice Laurie con curiosidad—. Pensé


que querrías uno.

Sigo avanzando.

—Todavía no he visto el que quiero.

—Eres muy exigente. Mis primeras impresiones sobre ti estaban


obviamente muy equivocadas.

Le ignoro y sigo caminando. Algunos perros se acercan a nosotros.


Otros se quedan atrás, silenciosos y recelosos. Hago una nota mental
para aumentar la cantidad de dinero que pienso donar.

128
Lily Morton Bellamente inesperado

Casi al final de la fila, me detengo. Este perro no hace ningún


intento de reconocer nuestra presencia. En su lugar, se empeña en dejar
su marca en su jaula.

Laurie se acerca a mí.

—Jesús —dice, mirando la devastación de la jaula—. ¿Qué


demonios está pasando aquí?

—Pregúntale a él —digo, señalando al joven setter rojo que en estos


momentos está ocupado en hacer pedazos su ropa de cama. Miro más de
cerca la etiqueta sobre la jaula—. Sammy —leo y me río—. Debería ser
Don.

—¿Don?

—Armagedón —digo y me río más de mi propia broma.

El perro hace una pausa en su destructiva ocupación y nos mira


de reojo durante unos segundos. Luego da una sacudida salvaje con la
cabeza y empieza a sacudir su lecho hasta la muerte.

Le hago un gesto a la perrera para que se acerque.

—Este —le digo—. Lo quiero.

La mujer y Laurie se giran lentamente para mirarme con idénticas


expresiones de incredulidad en sus rostros.

—¿Este? —pregunta ella con cautela, como si yo hubiera perdido


el sentido—. ¿Quieres este?

—Sí —digo pacientemente—. Me gusta esta criatura.

129
Lily Morton Bellamente inesperado

Laurie mira al perro, que ha pasado a patear su cuenco de agua y


a esparcir el contenido por todo el desorden de la ropa de cama.

Laurie se vuelve hacia mí y sonríe, mostrando ese curioso y


tentador hoyuelo.

—Me lo imagino. Es evidente que es tu animal espiritual.

Ignoro al bobo y sigo a la mujer, que se apresura a llevarme al


despacho, probablemente antes de que pueda cambiar de opinión.

***

Una hora después, salimos del refugio y nos giramos para


mirarnos. Laurie tiene una sonrisa que pide a gritos escapar del férreo
control que tiene sobre su boca en este momento. Levanto las cejas, y él
cede y se suelta con una carcajada. Dura un buen rato y termina con él
doblado, agarrado a sus rodillas.

Permanezco pacientemente, mirando el reloj e intentando no


sonreír. Finalmente, se endereza. Me echa una mirada y se echa a reír de
nuevo.

Pongo los ojos en blanco.

—Obviamente, debería haber considerado una carrera en el


circuito de la comedia, ¿no? Habría sido una alternativa mucho más
barata que la abogacía.

Se pasa los dedos por debajo de los ojos para atrapar las lágrimas.

—Por favor, prométeme una cosa.

—Probablemente no.

130
Lily Morton Bellamente inesperado

Eso lo pone en marcha de nuevo, y no puedo evitar mi sonrisa


cuando se agarra a mi brazo.

—Prométeme que puedo estar allí cuando introduzcas a ese perro


en tu piso —jadea—. Por favor. Te lo ruego.

—No estoy dispuesto a conceder esa petición —digo con altivez—.


Con el argumento de que eres un imbécil certificado.

Siguen más risas y empiezo a caminar por la acera. Miro a mi


alrededor en busca de un taxi, y él se acerca a mí.

—¿Adónde vas, Mags?

—A casa. He tenido un día bastante ajetreado, por si te lo has


perdido.

—No podría hacer tu trabajo —dice—. Todo eso de estar de pie y


hablar sin parar.

—Eso es la fiscalía —digo con amargura—. Hoy ha hablado más


que Shakespeare.

Resopla y pone una mano implorante en mi brazo para detener mi


avance.

—Ignora el taxi. Vamos a tomar una copa.

—¿No tuviste suficiente anoche?

—Dije un trago. Nunca mencioné una botella.

Me muerdo el labio para evitar una sonrisa.

—¿En qué estás pensando? —pregunto—. Que sea agradable, o me


llevaré a casa.

131
Lily Morton Bellamente inesperado

Me mira fijamente, los pensamientos pasan por esos ojos brillantes.


Hoy vuelven a estar ocultos por sus gafas, y me pregunto cómo estará su
cabeza. Un escalofrío de inquietud me recorre. Me estoy interesando
demasiado por él.

Como si percibiera mi incipiente pánico, se da la vuelta y empieza


a caminar a paso ligero por la acera.

—Conozco el lugar adecuado —me asegura mientras me apresuro


a seguirle—. Es muy elegante y muy tuyo. Te va a encantar.

Diez minutos más tarde, le miro fijamente. Está apoyado en la


barra, mirando atentamente al frente.

—Este soy yo —le digo—. Esto es de alto nivel. ¿Estabas usando


esa palabra en el sentido correcto o insinuando que me estoy quedando
calvo?

Me mira el pelo.

—Ni hablar —dice—. Este eres tú. —Se muerde el labio—. Oscuro
y adusto y con olor a cerveza.

Le empujo.

—Eres un completo idiota —le informo. Vuelvo a mirar a mi


alrededor—. Si crees que...

Me hace callar.

—Nunca nos servirán si empiezas a airear tus opiniones. Este lugar


es maravilloso. Un pedacito de la historia de Reino Unido. Charles
Dickens y Mark Twain bebieron aquí.

132
Lily Morton Bellamente inesperado

—Probablemente todavía estén esperando a que les sirvan —digo—


. El barman no es precisamente rápido.

Me da un codazo.

—Admítelo. Es encantador. —Mira a su alrededor—. Echo de


menos los pubs ingleses. No hay ningún lugar como ellos.

—Tiene mucho ambiente —admito a regañadientes. El pequeño


pub tiene paneles de madera, vigas bajas y sillas cómodas—. Mi problema
no es la decoración.

—¿Cuál es, entonces? —Se esfuerza por no sonreír.

—Hay un puto loro muerto sobre la barra —siseo.

Se echa a reír y el alegre sonido atrae finalmente la atención del


camarero. Laurie pide un par de pintas y se vuelve hacia mí, apoyándose
en la barra y sonriendo.

—Ese loro es muy famoso —dice.

Tomo la pinta que me da y le sigo hasta una pequeña mesa bajo


una ventana aún más pequeña. La luz no disipa la penumbra del techo
bajo con sus pesadas vigas oscuras.

—¿Murió por falta de luz solar?

Se ríe.

—No. Aunque una vez se desmayó después de imitar el estallido de


cuatrocientos corchos de champán al final de la Primera Guerra Mundial.
—Me río, y él continúa—. Polly era bastante abusivo con los clientes que
no le gustaban, y la gente venía de todas partes para ser insultado por él.

133
Lily Morton Bellamente inesperado

—Como un Basil Fawlty37 aviar.

Me da una sonrisa malvada.

—O un Mags Carlsen.

Resoplo.

—No es mi nombre —digo y doy un largo trago a mi pinta. Exhalo


de placer—. Está bien —digo de mala gana.

—Este lugar tiene una buena reputación por su cerveza. Es bueno


saber que las guías tienen razón.

—¿Nunca has estado aquí? —pregunto, sorprendido—. Estás


bastante informado para ser un extraño.

Se encoge de hombros, y observo cómo traza un derrame de cerveza


en la mesa, dibujando patrones con un largo dedo.

—He leído sobre ello. —Me mira—. Esta vez he elaborado una lista.
Normalmente, cuando estoy en Londres, veo a la familia y a los amigos y
luego desaparezco en casa.

—¿Pero esta vez no? —pregunto.

—No, no puedo… —Duda y luego dice rápidamente—: No, quiero


hacer algo diferente esta vez.

37 Basil Fawlty es el personaje principal de la comedia británica Fawlty Towers,


interpretada por John Cleese. El propietario del hotel Fawlty Towers, es un esnob cínico
y misántropo, desesperado por pertenecer a una clase social superior. Sus intentos de
administrar el hotel a menudo terminan en una farsa.

134
Lily Morton Bellamente inesperado

Estoy convencido que no era eso lo que quería decir. Sin embargo,
no le desafío.

—Entonces, ¿tienes una lista, Laurie?

—Sí, tengo una lista de todos los lugares que siempre he querido
ver en Londres y para los que nunca he tenido tiempo. —Su mirada se
vuelve distante—. Ya no quiero ver Londres a través de los ojos de un
pintor —dice finalmente—. Quiero vivirla de verdad.

—¿Mirarla a través de los ojos de un artista te aleja de ella? —


pregunto en contra de mi deseo de no involucrarme en esta conversación.

Parece sorprendido por un segundo, y luego dice con entusiasmo:

—Sí. Eso es. Quiero ver realmente la ciudad. No pintarla.

—¿Por qué ahora?

—Estoy deseando tachar todo de la lista —dice, con un tono de


charla.

No ha respondido en absoluto a mi pregunta, y ambos lo sabemos.

Al final, se pone a divagar sobre su lista, casi febrilmente. No tengo


ni idea de lo que le pasa a este hombre. Está huyendo de algo, pero no
puedo imaginar qué es lo que hace huir a este hombre tan tranquilo.
Probablemente, nunca lo sabré, lo que casi me entristece.

Me doy cuenta de que las palabras han cesado y me mira


expectante.

—¿Y bien? —dice—. ¿Qué te parece?

135
Lily Morton Bellamente inesperado

—Hmm —digo de forma que espero que sea enigmática. Doy un


sorbo a mi cerveza para ganar tiempo, y él pone los ojos en blanco.

—No estabas escuchando. Lo sospechaba —dice con desgana—.


¿Ayudaría si me desnudo y me pongo algo en el pene?

Las palabras son ligeras, pero me asalta la imagen de él desnudo y


esperando en mi cama. El calor se me acumula en el estómago, e
inmediatamente fuerzo mis pensamientos en otra dirección.

—Lo único que me gustaría que te pegaras es un silenciador —digo


con acritud.

Disfruto de su cálida risa. Me hace sentir curiosamente ligero,


como si estuviera lleno de helio.

Se inclina hacia delante.

—Me alegro de que estés de acuerdo conmigo.

Me detengo con el vaso a medio camino de los labios. Me siento


como un ratón cuando levanta la vista y ve un gato.

—Eso me pone bastante nervioso —digo—. ¿Qué es exactamente lo


que he aceptado hacer?

—Vas a venir a mi aventura de la lista —dice.

Parpadeo.

—Desde luego que no.

—Oh, vamos —insiste—. Será divertido.

—Estoy en medio de un juicio.

136
Lily Morton Bellamente inesperado

—Estás cerca del final de uno —me corrige—. Dijiste antes que
terminaría mañana. Y a las seis ya has terminado por hoy, ¿no?

—He terminado en el tribunal, pero no necesariamente por el día.


No entro en animación suspendida cuando cierran las puertas del Old
Bailey.

—Bueno, eso es un alivio. No te dejarían tirarte a tus jovencitos allí.


—Se inclina hacia adelante, con una mirada implorante en su rostro—.
Vamos, Mags. Puedo ir a verte a tu despacho, y luego podríamos irnos de
aventura por la noche.

—¿He caído en las páginas de los Cinco Famosos38? —pregunto con


sorna—. No voy en bicicleta por Reino Unido desbaratando los planes de
los criminales y bebiendo cerveza de jengibre.

—Me parece que estás trivializando el trabajo que hicieron los


Cinco Famosos para reducir las estadísticas de criminalidad en el Reino
Unido.

—Tengo trabajo que hacer —digo desesperadamente.

—Apuesto a que ya lo has hecho. Siempre estás diciendo lo


preparado e inteligente que eres.

—Bueno, lo soy, pero no me gusta tocar mi propia trompeta.

—Claro que no. Te gustaría que toda la orquesta la tocara por ti.

38Los personajes principales de una serie de libros británicos para niños de Enid Blyton,
escritos en su mayoría en las décadas de 1940 y 1950. Son un grupo de dos niños, dos
niñas y un perro llamado Timmy. Vienen de familias de clase media y van a escuelas
privadas, pero tienen muchas aventuras emocionantes juntos durante las vacaciones
escolares.

137
Lily Morton Bellamente inesperado

—Esto no me inspira ningún deseo de hacer algo contigo —le


informo.

Se ríe.

—Vamos. Pronto me iré y tu vida volverá a su aburrida perfección.


Hagamos algo mientras estoy aquí.

Doy otro sorbo a mi pinta, estudiándolo. Está sonriendo, pero


después de unas semanas de conocerlo, puedo detectar un rastro de ese
extraño y frenético brillo en sus ojos: la mirada que tiene cuando está
demasiado distraído para disimularlo. Algo está impulsando a Laurie, y
va mucho más allá del deseo de explorar Londres. Me mira con
expectación y yo doy un fuerte suspiro.

—De acuerdo —digo, y él se anima. Levanto una mano para


detenerlo—. Pero si me arrastras a cualquier situación ridícula, estarás
detrás de la barra y sentado al lado del loro disecado.

—Creo que tienes mucho más temperamento para esa tarea. Polly
se vería ciertamente superado.

138
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 8
Mags
He estado esperando a que llamaran a la puerta, así que ya me
estoy levantando cuando Laurie asoma su desordenada cabeza por ella.

Parpadea.

—No llevas traje.

Miro mi ropa de pantalones cortos caqui y una camiseta azul


marino de manga corta.

—No. Hoy era el día de vestir informal en el juzgado.

—¿En serio?

Me burlo.

—No. El juicio ha terminado. El jurado volvió más rápido de lo que


pensábamos.

—¿Ganaron?

—¿Qué te parece?

Se golpea la barbilla de forma típicamente burlona y pone una cara


triste.

—No, pero no te desanimes, Mags. Algún día encontrarás un


trabajo que te convenga.

—Quizá podría dedicarme a la pintura —digo sedosamente—. No


parece que se necesite mucho talento hoy en día.

139
Lily Morton Bellamente inesperado

Se ríe, y el alegre sonido hace que mis labios se muevan.

—Tienes mucha razón. Cualquier Tom, Dick y Harry39 podría


hacerlo.

—Sabes que he vivido en este país durante muchos años, pero a


veces tus frases todavía me hacen tropezar. ¿Qué significa eso? ¿De quién
era la polla de Harry y Tom40?

Suspira dramáticamente.

—No tenemos tiempo para una de tus conversaciones de adultos


ahora, Mags. Hay que divertirse.

Deslizo mi cartera en el bolsillo trasero.

—No estoy seguro de que esas palabras deban infundir miedo en el


corazón de un hombre como lo hacen en el mío.

Retrocede hacia la puerta.

—Cíñete los lomos41.

—Otra frase ridícula —grito, pero se ha esfumado, y le sigo fuera,


intentando no contemplar su fino trasero en esos pantalones cortos
grises. Por fin ha llegado el verano a Reino Unido y hace calor, así que ha
combinado los pantalones cortos con una camiseta color ciruela y unas

39 Expresión utilizada para referirse a una persona común o todas las personas
comunes.
40 Juego de palabras con la palabra Dick que puede traducirse como un nombre o como

una jerga para pene, polla, imbécil.


41 Ceñir los lomos en la Biblia representa la actitud de estar listo, preparados para salir

o actuar. O listo para pelear. https://unciondeloalto.jimdofree.com/que-significa-


11/qu%C3%A9-significa-ce%C3%B1irse-los-lomos/

140
Lily Morton Bellamente inesperado

mugrientas Converse blancas. No puedo evitar fijarme en la


protuberancia de sus bíceps. ¿De dónde saca un artista esos músculos?

Vuelvo a mirarle el culo, y por eso, cuando se detiene bruscamente,


me agito un poco, intentando no tropezar con él. Su boca se abre como
para decir algo, pero debe darse cuenta de dónde han estado mis ojos,
porque su expresión se calienta. Es sutil, y puede que no lo viera hace
unas semanas, pero he aprendido lo suficiente sobre él como para captar
los estados de ánimo que se reflejan en su delgado rostro.

Los segundos se alargan como la melaza mientras nos miramos


fijamente y trago saliva. Mierda. No necesito esto. Se mueve casi
imperceptiblemente hacia mí y mis manos se alzan para agarrar sus
brazos.

No estoy seguro de si iba a besarle o a empujarle, pero por suerte,


uno de los dependientes dobla la esquina y casi choca con nosotros.

—Lo siento, señor Carlsen —dice rápidamente el empleado—. No le


he visto ahí.

—No hay problema, Edwin, y ya te he dicho antes que me llames


Magnus —digo. Mi voz es ronca, y Laurie me lanza una rápida mirada,
pero yo mantengo mi atención en el dependiente—. El señor Carlsen era
mi abuelo.

—¿No su padre? —pregunta Edwin, que inmediatamente se


muestra mortificado por la pregunta personal.

—No. El apellido de mi padre era Frederick. Era el poeta de la


familia, y no creo que yo sea adecuado para soltar poesía.

—Dios no lo quiera —dice Laurie alegremente—. Seguirías


buscando una palabra que rime con clítoris.

141
Lily Morton Bellamente inesperado

No puedo evitar reírme, y con esa nota, nos vamos. Tras


despedirnos de Edwin, que parece escandalizado, nos dirigimos a la
salida del edificio.

—¿A dónde vamos? —pregunto mientras empezamos a caminar. El


sol está bajo en el cielo, pero todavía hace calor, y el pavimento está
caliente bajo mis pies—. Dios, espero que tenga que ver con el alcohol —
digo con fervor.

Laurie levanta una mano para pedir un taxi.

—No creo que Dios pase mucho tiempo escuchándote, y está bien.
No necesitamos que su salud mental sufra.

Subimos al taxi, y Laurie da indicaciones al conductor antes de


acomodarse a mi lado.

—Entonces, ¿qué te espera en el trabajo, Mags? —me pregunta.

Inhalo y huelo a jabón de limón, pero no a turba. Es extraño.

—¿No has pintado hoy? —pregunto, ignorando su pregunta.

Una expresión complicada cruza su rostro, pero desaparece antes


que pueda identificarla.

—Hoy no, Sherlock —dice—. Ya he terminado.

—¿De verdad? ¿Cómo fue la pintura del juez? ¿Lograste transmitir


adecuadamente la expresión de superioridad que lleva en su cara? —Soy
incapaz de evitar el ácido de mi voz.

Se ríe.

—Oh, vaya. Alguien suena amargado.

142
Lily Morton Bellamente inesperado

—Ayer lo tuve en un juicio. Me dijo que hablaba demasiado.

—Bueno, no se equivoca. —Pongo los ojos en blanco, pero él me


ignora alegremente—. De todos modos, terminé su retrato la semana
pasada. El cuadro en el que me he concentrado esta semana era otra
cosa. —Hace una pausa—. Algo especial.

Su expresión me dice que no tiene intención de decir más, así que


me guardo mis preguntas y me acomodo más en el asiento.

Sus hombros se relajan y sé que se siente aliviado de que me haya


callado.

—No me has contestado, Mags.

—Oh, la ironía —digo secamente, disfrutando del rubor que


aparece en sus mejillas.

Continúa obstinadamente.

—¿Qué es lo siguiente para ti?

—Un par de casos esta semana. Luego tengo un juicio que empieza
la semana siguiente en Nottingham.

—¿No trabajas sólo en Londres, entonces?

—Voy a todas partes.

—Como un repartidor danés malhumorado. —Lo fulmino con la


mirada y se ríe, recuperando el humor—. ¿Es este el que tenía todos esos
archivos?

Asiento.

143
Lily Morton Bellamente inesperado

—Es un caso complicado. Una acusación de asesinato que se basa


en unas pruebas físicas bastante dudosas. Esos archivos que viste se han
duplicado desde entonces.

—¿Cómo consigues leerlos todos y retener toda esa información?

—Soy un lector rápido. La mayoría de los abogados lo son. Es fácil


para mí retener la información.

—Bueno, no es que tu cerebro esté lleno de conversaciones


chispeantes.

Me muerdo el labio para detener la sonrisa.

—Ciertamente no lo está cuando estoy hablando contigo.

—Ouch, Mags. Touché Turtle42.

Eso me arranca una carcajada.

—Vaya por Dios. Eso es muy de la edad.

Me da un codazo.

—No me digas que no te acuerdas de ese dibujo animado.

Suspiro.

—Lamentablemente, sí.

—Siempre me ha gustado un poco —dice musitando.

42 La Tortuga D’Artagnan (título en inglés,Touché Turtle), es el dibujo animado de una


tortuga antropomórfica, parlante con acento francés, que fue creada por los estudios de
animación estadounidenses de Hanna-Barbera.

144
Lily Morton Bellamente inesperado

Me río.

—¿Te atraía una tortuga con sombrero de mosquetero?

—Esa no es la parte inquietante. Eso viene cuando te das cuenta


de que el sombrero era lo único que llevaba.

Me río.

—Un reptil exhibicionista desnudo. Suena tan a ti.

—¿Quién es el personaje más raro por el que te has sentido atraído?

—Creo que podría ser Robin, de la película de Disney Robin Hood.


Era un zorro y perturbadoramente carismático. —Resopla y lo empujo—
. Dime a dónde vamos, Laurie.

Mira por la ventana.

—No hace falta. Estamos aquí.

Paga la tarifa y le sigo hasta la salida del taxi, contemplando el


edificio.

—¿Una librería? Me has traído a una librería. ¿Por qué?

—Por los libros. —Pongo los ojos en blanco, y él se explaya—. Esta


es una de las librerías más antiguas de Reino Unido. Al parecer, parece
sacada de una película de Harry Potter. La gente siempre la instagramea.

—Ah, Instagram. Qué alegría.

Sonríe.

145
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿No es para ti, Dinosaurio Dave43?

Hago una mueca.

—No tengo ningún deseo particular de fotografiar mi desayuno.

—¿Es porque suele ser una polla?

Me atraganto con mi propia saliva, y él se ríe a carcajadas. Mira


hacia el exterior de la tienda.

—Siempre me ha apetecido venir aquí, pero nunca he sacado


tiempo. —Una mirada complicada cruza su rostro.

Espero que diga algo más, pero no lo hace.

—De acuerdo —digo—. Entonces, entramos y miramos, y luego


salimos y buscamos algún sitio para tomar algo, ¿sí?

—Es como llevar a Oliver Reed44 a pasar el día —observa—. Nos


tomaremos nuestro tiempo allí.

—¿Por qué?

—Porque es una librería, desierto cultural. Y tengo un reto para ti.

—¿Es para ganarte a beber vodka? Porque ya lo he hecho.

—No estaba en mi juego. —Me señala—. No me distraigas. Tu reto


es entrar y elegir diez libros.

43 David Frederick Attenborough es un científico británico, uno de los divulgadores


naturalistas más conocidos de la televisión. Considerado uno de los pioneros en
documentales sobre la naturaleza, ha escrito y presentado ocho series, e hizo posible
que se vea prácticamente cualquier aspecto de la vida en la Tierra.
44 Robert Oliver Reed fue un actor de cine británico, notable por su corpulenta presencia

y su autoritaria personalidad cinematográfica.

146
Lily Morton Bellamente inesperado

Abre la puerta y le sigo al interior de la tienda. Me doy cuenta


inmediatamente de por qué le atrae el lugar. Tiene paneles de madera,
estanterías del suelo al techo y un altillo. En el techo hay tres enormes
claraboyas con vidrieras, a través de las cuales brilla el sol, que tiende
franjas de color sobre las estanterías y el suelo. Hay sillas y sofás de cuero
repartidos por todo el local y el aire huele a café recién hecho. Sonrío
porque ya he visto a cuatro personas haciéndose selfies.

Vuelvo a nuestra conversación.

—¿Por qué voy a elegir diez libros?

—Para leerlos. Y tienes que leerlos. Esa es la regla, Mags.

—¿Por qué tanta gente pone reglas en los juegos? Esas limitaciones
estropean toda la diversión.

Se muerde el labio, pero no disimula su sonrisa.

—Oh, estoy viendo mucho de tu padre en ti hoy. Bueno, al menos


las partes que recuerdo de ese artículo sobre su vida privada en The Sun.

Hago una mueca.

—Por favor, no. Eso se publicó cuando yo estaba en la escuela. Me


llamaron el Hijo del azote durante todo un curso. —Miro a mi alrededor—
. Entonces, tengo que elegir diez libros, y luego podemos salir de aquí y
tomar algo, ¿sí? Fácil.

Me alejo y me detengo cuando me llama.

—¿A dónde vas, Mags?

Le guiño un ojo.

147
Lily Morton Bellamente inesperado

—Me voy a París a por un croissant. ¿Qué parece que estoy


haciendo?

—Estoy bastante seguro de que te diriges a la sección de derecho.

—Lo estoy haciendo.

—No, no lo harás. Tienes que elegir ficción.

—¿Por qué?

—Tienes que cambiar un poco. Es la regla.

—Te pareces mucho a tu padrastro en este momento, Laurie.

—No seas grosero. No lees ficción, y deberías hacerlo.

—Es obvio que nunca has leído las declaraciones de algunos de mis
clientes.

Su risa es lo suficientemente fuerte como para que varias personas


nos miren. Me tira del brazo, me guía hacia las estanterías de ficción y
les hace un gesto.

—Hay que elegir diez libros de ficción antes de que podamos irnos.

Me dirijo a la sección de novelas de suspense.

—¿Por qué el énfasis en la ficción, de todos modos? —pregunto,


cogiendo un libro para examinarlo—. Pensé que cualquier lectura era
buena para ti.

—Lo es, pero he decidido que necesitas sacudirte un poco.

—Oh, qué alegría.

148
Lily Morton Bellamente inesperado

—Parece que vives sin reglas, pero todo es una farsa —dice
reflexionando mientras se apoya en la estantería de al lado.

Me siento repentinamente incómodo.

—¿Qué quieres decir?

—Puedes ignorar todas las expectativas de la sociedad y seguir tu


propio camino, pero sigues teniendo tus propias reglas y no te sales de
ellas. —Me mira—. Reglas como no involucrarse, no comer nunca en el
mismo sitio con demasiada frecuencia y no recibir visitas durante la
noche. Eres cincuenta por ciento danés y cien por ciento anti-relaciones.
Deberías llevar una etiqueta.

—Y supongo que estás buscando al elegido —digo con desprecio.

—No buscaría al elegido ni aunque fuera el último proveedor de


óleos del mundo. Tengo cero intenciones de tener una relación.

Le miro fijamente, con el libro en la mano olvidado.

—No es esa tu apariencia.

Él levanta las cejas.

—¿Cómo aparento?

Me encojo de hombros, sintiéndome incómodo.

—Simplemente parece que se te daría bien una relación. —


Recupero la compostura y continúo examinando la estantería—. Desde
luego, estás lleno de la convicción de que lo sabes todo. Veo mucho esa
característica en las relaciones de otras personas. —Le dirijo una
mirada—. ¿Por qué no quieres una?

149
Lily Morton Bellamente inesperado

Se queda mirando al espacio, sus ojos parecen muy verdes en la


variada luz de la tienda.

—Siempre ha interferido con mi carrera en el pasado, y ahora es


demasiado tarde.

Me estremezco.

—¿Qué? ¿Por qué es demasiado tarde? —Hablo demasiado alto y


alguien me hace callar mientras él salta de sorpresa.

—¿Qué? —pregunta Laurie.

—Dijiste que era demasiado tarde para una relación.

—Estoy bastante seguro de que no lo hice. Tienes que dejar de


inventarte cosas, Walter Mitty45.

Entrecierro los ojos hacia él, y un rubor sube a sus mejillas


mientras finge estar absorto en la estantería que tenemos al lado.
Considero la posibilidad de pincharle, actúa como si lo tuviera
acorralado, pero no tengo valor para ello. En su lugar, le ofrezco el libro
que tengo en la mano.

—¿Y éste? —le pregunto dócilmente.

Me lo quita y lo mira. Levanta la tapa hasta que está a unos cinco


centímetros de su cara y entrecierra los ojos a pesar de llevar las gafas.

—¿Qué te pasa? —le pregunto.

45Walter Mitty, editor fotográfico de la revista Life, lleva toda una vida evadiendo el
aburrimiento cotidiano mediante pequeñas “vacaciones mentales” durante las cuales
sueña que protagoniza fantásticas aventuras imaginarias.

150
Lily Morton Bellamente inesperado

—Nada —dice bruscamente—. Hoy me duelen los ojos. Anoche


trabajé hasta tarde.

Es obviamente una mentira descarada, pero lo dejo pasar.

—Entonces, ¿puedo tener ese, Laurie?

—Es un thriller legal.

Tomo el libro de vuelta.

—Es ficción. Ya he detectado tres errores en la propaganda.

Sacude la cabeza.

—Qué feliz te hará este libro. Te dije que la ficción era divertida.

Me río, pero mientras recorremos las estanterías e intercambiamos


bromas, le observo atentamente. Su estado de ánimo parece haber
empeorado. Ahora está tenso y parece inquieto y casi enfadado, mirando
fijamente al espacio y golpeando con los dedos en una mesa.

Observo sus uñas mordidas y su expresión cerrada. No parece


haber sentido ningún placer al echar un vistazo a la tienda que decía
querer ver. Y aunque sé que le gusta leer porque su conversación está
salpicada de referencias a libros, hoy no ha echado un vistazo a las
estanterías. Eso es bastante extraño, porque estoy seguro de que
cualquier amante de los libros no podría resistirse a una estantería llena
de ellos.

Elijo el último de mis libros y lo añado a la pila que tiene en sus


brazos. Luego, al ver la expresión de tensión en su rostro, los retiro.

—Los llevaré yo —le digo.

151
Lily Morton Bellamente inesperado

Parpadea, casi como si se hubiera olvidado de que estoy allí, y me


escuece un poco. No estoy acostumbrado a un comportamiento así. La
gente suele alegrarse de verme o detestarme. No suele haber medias
tintas.

Sigo analizando su expresión mientras nos ponemos en la cola para


pagar los libros.

—¿Te duele la cabeza? —le pregunto en voz baja.

Por un segundo, creo que va a responder bruscamente, pero


entonces suspira y se frota la frente.

—Un poco. Me tomaré las pastillas y estaré bien. —Voy a entregarle


mi tarjeta a la mujer que está detrás del mostrador, y él exclama:

—No, esos las compro yo, Mags.

—¿Por qué?

Me sonríe, y su humor anterior se alivia ligeramente.

—Fue mi idea, así que yo invito.

Le dice algo a la mujer que está detrás del mostrador, que suelta
una risita, mirándolo con aprecio. No puedo culparla. No puedo creer que
alguna vez pensara que era fácil pasarlo por alto. Ahora, cada vez que lo
veo, me llama la atención la anchura de sus hombros y la longitud de sus
piernas, la sonrisa descarada y esa cara angulosa.

—¿Listo? —me pregunta, entregándome la bolsa de libros—. ¿Estás


bien, Mags? Pareces muy pensativo.

—Estoy pensando en reservar las próximas semanas de vacaciones


para poder leerlos y divertirme.

152
Lily Morton Bellamente inesperado

Se ríe y le sigo fuera de la tienda. Se detiene en la acera y se frota


las sienes.

—Ahora un trago —dice enérgicamente.

Le observo durante un segundo, con los pensamientos dando


vueltas en mi cabeza.

—No —digo, decidiendo—. Me toca decidir el entretenimiento de la


noche.

—No voy a ir a un burdel.

—Con esa ropa, no.

Eso le arranca una risa que alivia las sombras de sus ojos.

—¿Adónde vamos, entonces? —pregunta con su habitual


desparpajo.

—¿Confías en mí?

—En absoluto. —Nos miramos durante un largo rato. Una lenta


sonrisa se extiende por su cara, sacando un hoyuelo en su mejilla
izquierda—. Pero eso es la mitad de la diversión, Mags.

153
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 9
Mags
Me sigue mientras me pongo en marcha, moviéndose a un ritmo
más lento para que no le duela la pierna.

—¿Vamos andando hasta allí? —pregunta.

—Está a sólo unas calles de distancia.

Se pone a mi lado y caminamos juntos, con un silencio fácil entre


nosotros. Después de unos minutos, me detengo.

—Ya hemos llegado.

Mira el edificio.

—Athena Spa and Sauna —lee. Me da un codazo—. Suena un poco


grosero. ¿Hemos venido aquí para un masaje de final feliz?

Pongo los ojos en blanco.

—Nunca he pagado por un final feliz en mi vida, y no pienso


empezar hoy. —Le lanzo una rápida mirada—. ¿Lo has hecho?

—¿Pagar por ello? —Niega con la cabeza—. Hace apenas unas


semanas, me tenías por un artista sin dinero, y ahora me has convertido
en un pelotazo.

—Te he convertido en un cretino.

Disfruto del sonido de su risa mientras entramos en el vestíbulo.


Es un ambiente que calma al instante, con paredes encaladas y plantas

154
Lily Morton Bellamente inesperado

exuberantes. Hay luces empotradas, que serán mejores para los ojos de
Laurie, y el aire huele a menta y eucalipto.

Mira a su alrededor con vivo interés mientras me dirijo a la


recepcionista.

—¿Cómo está usted, señor Carlsen? —me dice.

—Bien, gracias, Cynthia. Estamos aquí por el sauna, y mi amigo


necesita un masaje.

—¿Sí? —La pregunta aturdida de Laurie anula a la recepcionista,


y él hace una mueca—. Lo siento —le dice—. Adelante.

Ella le sonríe.

—¿Qué masaje le gustaría?

—Oh, no sé si necesito uno.

—Hombros, espalda y cara —le interrumpo, mirándole de forma


contemplativa—. Son todas las zonas que tiene tensas. —Arrugo la
nariz—. A estas alturas, sería más fácil nombrar los lugares donde no
está tenso.

—La cara no —dice rápidamente—. No creo que eso sea


aconsejable.

Inmediatamente se muestra desconcertado, y la recepcionista se


levanta.

—Está bien, señor. Iré a buscarle unas batas y Annika vendrá a


buscarle.

Se aleja, pareciendo muy a gusto en este ambiente tranquilo.

155
Lily Morton Bellamente inesperado

Se hace el silencio y Laurie mantiene su mirada fija en el mostrador


de recepción. Finalmente, se revuelve.

—Siento que me miras —se queja.

—Qué superpoder. ¿Quién quiere tener la capacidad de ver a través


del acero y escalar edificios? Aunque no estoy seguro de la utilidad de
mirarte a la cara para la paz mundial.

Se ríe, pero su mirada se aleja de mí. Interesante. Sin embargo, no


lo presiono. Aunque quisiera saber por qué no quiere un masaje facial,
no me corresponde buscar respuestas que él no quiere dar. Los años de
mi profesión me han enseñado esa pequeña joya. Bueno, eso, y el deseo
de no intimar demasiado con nadie.

La recepcionista regresa, seguida de otra mujer.

Sonríe a Laurie.

—Tengo entendido que ha venido a recibir un masaje, señor.

—Aparentemente sí —dice él con sequedad.

Ella le lanza una mirada profesional y, en particular, la forma en


que está de pie con su peso hacia un lado, probablemente para aliviar la
presión en su pierna.

—Me he dado cuenta de que está favoreciendo un lado, señor.

—Laurie —dice inmediatamente, dedicándole una sonrisa


encantadora—. Tuve un accidente de coche hace un par de meses.

—Ah. —Ella le hace un gesto para que la siga—. Si no le importa


decirme dónde se hizo daño, puedo evaluar qué masaje es el mejor para
usted y luego podemos empezar.

156
Lily Morton Bellamente inesperado

Él la sigue obedientemente y sin mirar atrás. Me aclaro la garganta.

—No te preocupes por mi —digo.

Ambos miran hacia atrás con expresiones de sorpresa, como si


hubieran olvidado que estoy aquí.

—Estaré en el sauna —digo—. Nos vemos después.

Esboza una sonrisa despreocupada y hace un alegre gesto con la


mano que no debería irritarme tanto como lo hace y desaparece en las
salas de masaje. La puerta se cierra con un suave golpe tras de sí.

—Gah —digo, desgraciadamente en voz alta—. Idiota irritante. —


Miro para encontrar a Cynthia mirándome con una sonrisa divertida—.
Hombres —digo.

—Sí —responde ella con fervor. Me entrega la bata—. Está en el


sauna número tres, Sr. Carlsen. Le mostraré al otro caballero dónde ir
cuando salga.

Asiento, sintiéndome treinta veces incómodo, y le quito la bata.

Media hora después, mi irritación se ha desvanecido en el calor


seco del sauna. Respiro el aroma de la madera y el carbón, y cuando
exhalo, la tensión se desvanece. La sala es pequeña pero hermosa, con
una temperatura perfecta, y el sudor humedece mi piel. Llevo años
viniendo aquí. Me gusta la combinación de lujo y comodidad.

Me recuesto en el banco de madera y miro contemplativo a la pared


de enfrente. Normalmente, mis pensamientos se desvanecen aquí, mi
atención no se centra en nada más complicado que los pequeños azulejos
de bronce de las paredes. Es mi forma de zen con el sudor y el silencio, y
siempre salgo renovado. Hoy mis pensamientos dan vueltas sobre sí

157
Lily Morton Bellamente inesperado

mismos. No consigo fijar uno coherente, pero todos parecen centrarse en


Laurie.

Se abre la puerta y aparece el hombre en persona.

—Caray, qué calor hace aquí.

—¿Quién lo hubiera pensado, Laurie? Un sauna caliente. ¿Qué


pasará ahora?

Pone los ojos en blanco.

—Tal vez no intentes ser sarcástico. —Entra en la habitación, la


puerta se cierra tras él, y me mira de arriba abajo—. Oh, así que es ese
tipo de sauna.

—No deberías llevar ropa en un sauna. No es saludable —digo con


serenidad—. Como llevar la ropa en la bañera.

—Ese es el danés que hay en ti. Los ingleses insistiríamos en llevar


un jersey de lana incluso en un viaje al infierno.

—Con suerte, uno de los jerseys que tanto parecen gustarte. Les
vendría bien una buena quema. —Miro mi cuerpo desnudo—. ¿Te parece
bien que esté desnudo?

Sonríe.

—Por supuesto. No tienes nada que no haya visto antes.

—Lo que cuenta es lo que haces con el aparato.

Pero, cuando se acerca, me doy cuenta inmediatamente de los


inconvenientes de mi desnudez. Lleva una toalla enrollada alrededor de
sus estrechas caderas, y gran parte de su cuerpo está libre para que yo

158
Lily Morton Bellamente inesperado

lo contemple. No es un hombre musculoso ni tonificado, como los que


suelo buscar. Suelen tener abdominales como los de los supermodelos.
Laurie carece de esa definición y tiene un poco de pelo en el pecho. Es
enjuto y todavía demasiado delgado y totalmente distinto a mi tipo, pero
su piel aceitunada brilla con la poca luz, y cuando se mueve, los
músculos de sus bíceps se flexionan. Por alguna extraña razón, todo lo
relacionado con Laurie hace que mi corazón lata más rápido.

Respiro discretamente y le pido a mi polla que se comporte. Mi


mirada se desliza por sus largas piernas e inmediatamente pierdo la
cabeza.

—Qué cicatriz más fea —observo.

Se acerca al banco y mira la cicatriz levantada de color púrpura.

—Ahora tiene mucho mejor aspecto —dice—. Cuando mi madre la


vio por primera vez en el hospital, lloró.

Se quita la toalla, la arroja despreocupadamente sobre el banco y


se acomoda en él. Veo un destello de una polla larga y delgada y una
mata de pubis oscuro y trago saliva.

Me sonríe.

—Entonces, ¿estamos bien estando desnudos aquí, o me preparo


para que me saquen del edificio y me metan en la parte trasera de un
coche de policía como en un programa de televisión de los años setenta?

—Tienes una imaginación demasiado viva. Esto es un sauna


privado. Tienen doce, además de las salas de masaje y un pequeño spa.

—Obviamente, vienes mucho aquí.

159
Lily Morton Bellamente inesperado

—Una vez a la semana para ir al sauna, y suelo meter un masaje


cuando estoy en medio de un juicio porque estar sentado tantas horas
me duele la espalda.

Se echa hacia atrás con la misma facilidad que si estuviera sentado


en su bañera. Observo los signos de elegante lasitud que siempre produce
un buen masaje.

—¿Has disfrutado?

—Mucho —dice con sentimiento y se ríe—. Recuérdame que te


escuche de vez en cuando.

—Sería mejor que lo hicieras siempre —le corrijo, sin intentar


siquiera ocultar mi sonrisa.

—Sólo si quisiera cortejar el desastre. Antes de darme cuenta,


tendría legiones de hombres persiguiéndome con lazos agitando sus
genitales. ¿Cómo podría pintar en esas circunstancias? —Su sonrisa
vacila de repente y su expresión se ensombrece.

De repente me olvido de mis propias reglas y pregunto:

—¿Cómo tuviste el accidente? —Mi tono es demasiado brusco, y él


hace una mueca de dolor. No sé por qué me irrita tanto que la masajista
conozca los detalles y yo no. Pero estoy enfadado.

—Una noche estaba conduciendo a casa y un perro cruzó delante


de mí. Me desvié para evitarlo y el coche se salió de la carretera.

Silbo.

—Las carreteras que rodean tu casa son empinadas.

Me lanza una mirada irónica.

160
Lily Morton Bellamente inesperado

—Y tengo un conocimiento íntimo del hecho. El coche dio tres


vueltas de campana.

Me quedo helado al pensarlo. Podría haber muerto fácilmente, y la


idea me golpea en el plexo solar. Levanto la mano para frotar la presión
y su mirada recorre la extensión de mi pecho.

Me pregunto qué ve. Me mantengo en forma, corriendo todos los


días y caminando por todas partes, pero es un hecho que las cosas no
están tan apretadas como antes. Hay una suavidad alrededor de mi
estómago y una difuminación de las zonas que antes estaban bien
definidas.

Me complace ver el calor en sus ojos, pero su expresión se apaga


cuando vuelve a la conversación.

—El coche se arrugó. Me golpeé la cabeza con la ventanilla y quedé


inconsciente. Mi pierna quedó atrapada y sufrió una fractura compuesta.

—Mierda, eso es desagradable. Podrías haberte desangrado.

Se encoge de hombros.

—No fue lo mejor —dice con el típico eufemismo británico—. Pero


mejorará. Sólo tengo que seguir haciendo los ejercicios que me aconsejó
el fisioterapeuta y debería volver a la normalidad.

Bebe de su botella de agua, los fuertes músculos de su garganta


trabajan. Su piel ya está húmeda de sudor y puedo oler su aroma a jabón
de limón.

Tengo en la punta de la lengua preguntar por sus dolores de


cabeza, pero si se golpeó la cabeza en el accidente, las migrañas tienen
sentido. Probablemente las tendrá durante un tiempo, y si son tan fuertes

161
Lily Morton Bellamente inesperado

como las que yo tuve después de sufrir una conmoción cerebral, es


comprensible su ocasional mal humor. Me conformo con cambiar de
tema.

—¿Cuál fue tu primera experiencia sexual?

Se atraganta enseguida con el agua y le sonrío maliciosamente.

Cuando termina de toser, me mira fijamente.

—¿De verdad? ¿Quieres hablar de esto mientras estamos desnudos


y sentados en una habitación caliente?

—Es el momento perfecto. Los daneses somos muy sociables en el


sauna.

—Creo que usas mucho las palabras “nosotros los daneses” para
excusar el mal comportamiento.

Mi sonrisa malvada no desaparece.

—Puede que tengas razón. —Le doy un codazo—. Tú primero.

—¿De verdad quieres discutir esto?

Asiento.

—Me aburre tanto oír hablar de política y de recetas y del


rendimiento académico de los colegios privados. A veces necesito un poco
de honestidad.

—Eso explica mucho por qué eres el favorito de las cenas.

—¿Ese es mi título? —pregunto, inmediatamente distraído—. Es


bastante apropiado.

162
Lily Morton Bellamente inesperado

—Bueno, definitivamente no es el Rey de la Modestia.

—No hay que temer. No llegaría muy lejos en la vida con eso. —Le
miro fijamente—. Continúa, entonces. ¿Primera experiencia?

Se acomoda de nuevo contra el banco de madera, y trago saliva al


ver cómo se mueven sus músculos bajo su húmeda piel aceitunada. Me
inclino hacia delante para verter más agua sobre las brasas y ocultar mi
polla, que hoy parece tener mente propia.

—Hmm —dice, mirando fijamente al espacio.

—¿Tienes que pensar en tu primera, Laurie? ¿Ha habido tantos


hombres, o simplemente eres bastante olvidadizo?

—Me encanta cómo me avergüenzas en un segundo, y suenas


preocupado al siguiente. Puedo recordarlo. Sólo estoy contemplando por
qué merece ser recordado.

Me río.

—Estuvo mal, ¿no?

Se rasca una ceja, con aspecto pensativo.

—Supongo que fue lo mismo que lo de los demás. Era mi


entrenador de tenis, y me folló sobre la bolsa de pelotas de la red en
nuestro cobertizo del jardín con un suspensorio en la boca para que me
callara. Nos pilló mi padrastro, que estaba tan horrorizado que no sabía
dónde mirar. Recuperó el equilibrio lo suficiente como para enviarme a
mi habitación y castigarme durante un mes antes de despedir al
entrenador. Y ahí terminó mi posible carrera en Wimbledon.

Me quedo boquiabierto y el silencio se alarga. Su boca se tuerce


mientras busco palabras.

163
Lily Morton Bellamente inesperado

—Parece que tienes afinidad con los cobertizos —observo


finalmente.

Pierde el control de su hilaridad, su risa se dispara.

No puedo evitar sonreír cuando se le ilumina la cara. Respira hondo


y capta mi mirada.

—Y esa es mi historia del despertar sexual. —Resopla—. Común o


de jardín, realmente.

—Oh, sin duda.

—¿Cuál fue el tuyo?

—Trabajo manual detrás de la tienda del pueblo —digo.

Se ríe de nuevo.

—Qué aburrido, Mags.

—Te pillaron con tu profesor de tenis. ¿Qué edad tenía?

Arruga la nariz pensando.

—Unos treinta años. Pensé que era terriblemente viejo.

Nos miramos y nos echamos a reír.

—Lo sé —digo, limpiándome los ojos—. Yo pensaba que mi tutor de


la universidad era viejo. Luego descubrí que tenía treinta y cinco años.

Me sonríe y yo niego con la cabeza.

—Tú ganas —concedo—. Habría sido una bonita historia para


contar en la mesa de mis padres. Les gustaban las historias de despertar

164
Lily Morton Bellamente inesperado

sexual. No sé por qué no se limitaron a leer a Anais Nin y Henry Miller46,


como todo el mundo.

—Oh Dios, qué tiempos aquellos. Una vez me pasé diez minutos
intentando convencer a la bibliotecaria de nuestro colegio de que quería
leer El amante de Lady Chatterley47 porque me interesaba la
administración de fincas. —Resoplo, y él continúa—: Los niños de hoy no
saben la suerte que tienen con el porno online. Si queríamos porno en
nuestra época, nos mataba el ánimo el hecho de tener que rebobinar la
cinta de vídeo y tener que pararla y arrancarla para pausar la acción.

Se tumba en el banco, extendiendo los brazos sobre el respaldo. La


posición muestra cada centímetro de él, y me rindo y miro fijamente. Sus
costillas son demasiado pronunciadas, pero su piel olivácea brilla con el
calor y las gotas de sudor relucen en el escaso vello de su pecho. Todo en
él es deliciosamente largo: sus piernas, sus pies, sus dedos, que golpean
con fuerza su rodilla. Maldigo el hecho de estar desnudo por primera vez
en mi vida mientras mi polla se pone dura.

Cuando levanto la vista, me está mirando, y el ambiente se espesa


como si estuviéramos sentados en un baño de miel caliente.

—Creo que deberías besarme —dice en tono de conversación.

La conmoción me invade.

—¿Perdón? —Sueno lamentablemente como Miss Marple48.

46 https://valenciaplaza.com/los-diarios-eroticos-de-anais-nin
47 El amante de Lady Chatterley es una novela de 1928 del escritor británico David
Herbert Lawrence, también con frecuencia citado de manera abreviada, D. H. Lawrence.
La obra causó escándalo y fue prohibida en su época, debido a las escenas donde se
describen relaciones sexuales de manera explícita.
48 Jane Marple o Miss Marple es un personaje novelesco creado por la escritora británica

de género policíaco Agatha Christie, protagonista de varias novelas de esta autora. El

165
Lily Morton Bellamente inesperado

—Bésame —repite.

—¿Te has hecho una herida en la cabeza en la sala de masajes? Yo


no beso a mis amigos.

—Inténtalo —dice con una sonrisa radiante que no oculta el brillo


temerario de sus ojos—. Adelante. Sólo una vez —le dice—. Te reto.

—Eres Satanás sentado en una toalla —le digo.

Se ríe, pero me mira fijamente, con los ojos puestos en mi boca. Me


relamo los labios y sus pupilas se oscurecen.

—Quiero saber a qué sabes —dice.

El corazón me retumba en los oídos y me pregunto si me va a dar


un ataque en este sauna. Si alguien va a provocarlo, será él. Sin embargo,
oigo mi boca decir:

—¿Sólo una vez?

Él asiente.

—No puede hacer daño.

—Estoy bastante seguro de que eso fue lo que Sansón le dijo a


Dalila antes de sacar sus tijeras de peluquería —observo.

Se ríe a carcajadas, y mi control se rompe. Alargo la mano y,


agarrando su cráneo entre las mías, acerco mi boca a la suya. La risa se

personaje es una dama entrada en años, residente en St. Mary Mead, un adorable y
ficticio pueblecito de la campiña del sur inglés.

166
Lily Morton Bellamente inesperado

apaga de inmediato, pero me imagino que puedo saborearla en sus labios:


un sabor agrio y alimonado, como el sol en mi boca.

Gime y su boca se abre bajo la mía. Nuestras lenguas se deslizan


juntas y pierdo la cabeza entre un latido y otro del corazón. Le agarro
más fuerte y le chupo la lengua, satisfecho al oír su gemido bajo y su eco
procedente de mí.

Enlaza nuestros dedos y abre más la boca, besándome


furiosamente con bajos jadeos de placer que hacen palpitar mi polla.

Mis manos se mueven por su cuerpo antes de que me dé cuenta,


deslizándose por la piel resbaladiza y acercándolo, con mis uñas dejando
probablemente marcas rojas. Da un gemido gutural de aprobación y se
retuerce sinuosamente entre mis brazos, y yo me aferro al último hilo de
mi sentido común y lo alejo de mí. No va muy lejos porque mis manos
operan más allá de las órdenes de mi cerebro y lo sujetan, mis dedos se
clavan en sus brazos para mantenerlo quieto.

Nos miramos durante un largo segundo y luego me dedica una


sucia sonrisa.

—Ya me lo imaginaba —dice con voz ronca.

—¿Qué? —Mi voz es áspera, y él se estremece como si le hubiera


pasado las manos por encima.

—Somos compatibles, Mags. Sabía que lo seríamos.

—¿Cómo?

—Nos hacemos reír mutuamente. Siempre es una señal.

Sacudo la cabeza.

167
Lily Morton Bellamente inesperado

—Estoy bastante seguro de que eso es una completa


desinformación. O los salones de comedia tendrían un ambiente
completamente diferente. —Inspiro ruidosamente, buscando la calma—.
Eso fue un error. —Incluso yo puedo oír la reticencia en mi voz—. No
hago esto con amigos.

—Te odio más allá de lo soportable —dice puntualmente—. ¿Todo


bien ahora? ¿Podemos follar?

Esta vez no puedo evitar mi risa, y mis dedos acarician su piel


húmeda mientras lo suelto de mala gana. Me froto los ojos.

—¿Qué demonios estás haciendo? —Gimoteo.

Me da un codazo.

—Vamos. ¿Qué daño puede hacer, Mags? Somos muy compatibles.


No me estoy tirando a nadie, y tú tampoco lo estás haciendo por el
momento, por lo que veo.

Me sobresalto y pienso en las últimas semanas. Tiene razón. No he


follado con nadie desde el día en que nos conocimos. Aparto esa
inquietante revelación para diseccionarla, espero que nunca.

Levanta una ceja, con un aspecto diabólico y demasiado tranquilo.

—Ves. Es el kismet49.

—Estoy absolutamente seguro de que el kismet no se refiere a follar


en saunas.

49 Destino.

168
Lily Morton Bellamente inesperado

En lugar de parecer acobardado, parece inmediatamente


entretenido.

—¿Vamos a hacerlo?

—No, no lo vamos a hacer —digo tenso, poniéndome de pie y


recogiendo la toalla a mi alrededor de forma digna—. No tengo intención
de que me echen de aquí y me acusen de indecencia pública. —Mi
naturaleza práctica asoma la cabeza—. Además, probablemente me daría
un ataque con este calor.

Él también se levanta, pero no hace ningún movimiento para


ponerse la toalla encima. En lugar de eso, se pone de cara a mí, y mis
ojos se dirigen automáticamente a su polla. Está tan dura como la mía,
y se acerca a su ombligo, con la cabeza de color rojo violáceo. Se me hace
la boca agua, y su sonrisa me indica que se ha dado cuenta que mi propia
erección se esconde detrás de la toalla.

—¿Qué te parece? —dice con demasiada ligereza—. Podemos


mantener la informalidad. Me voy en unas semanas, así que no corres el
riesgo de que aparezca con lazos. Aunque es una pena. —Hace una pausa
para considerar esa ridícula idea—. Tengo uno precioso de color ámbar
que habría quedado de maravilla contra mi pubis.

Tragando con fuerza, me paso los dedos por el pelo. Luego extiendo
la mano y lo acerco. El movimiento brusco le sobresalta, pero se funde
conmigo, apretando la longitud de su cuerpo contra el mío. Se ríe.

—Mags, esto es tan repentino.

—Cállate —digo, y detengo su inteligente boca con otro beso.


Cuando me retiro, está sonrojado y sus ojos están gratificantemente
turbios—. Sígueme. —Me doy la vuelta y salgo de la habitación.

169
Lily Morton Bellamente inesperado

Se abalanza inmediatamente a mi lado como si fuéramos


mosqueteros embarcados en una emocionante aventura mientras me
dirijo al vestuario. La enorme sala tiene taquillas y bancos de madera
colocados a su alrededor como un laberinto, pero a mí me interesa el
banco de duchas del fondo.

Le guío por el laberinto de taquillas hasta que llegamos a la primera


puerta de cristal. Echo un vistazo a mi alrededor. No hay nadie a la vista,
aunque oigo a unos hombres hablar desde algún lugar a mi izquierda.
Agarro a Laurie de la mano, lo hago girar hacia el recinto de azulejos y lo
aprisiono contra la pared.

La puerta se cierra detrás de nosotros y él jadea ante la frialdad de


las baldosas. Pero enseguida se derrite contra mí, con las mejillas
sonrojadas y los ojos entrecerrados y fijos en mis labios.

Me acerco y le susurro al oído.

—Esta no es una habitación insonorizada, así que vas a tener que


estar muy callado aquí. No tengo ningún deseo de que me revoquen la
membresía. ¿Me entiendes?

Utilizo mi voz mandona, que siempre me ha servido con mis


hombres más jóvenes. Debería haber sabido que no funcionaría con
Laurie.

Él sonríe encantado.

—¿De verdad? —respira—. ¿Debo guardar mis gritos de Amo para


mí?

Le miro con ojos duros.

—Pon en marcha la ducha —le ordeno.

170
Lily Morton Bellamente inesperado

Traga saliva, y la diversión se le escapa mientras se acerca a un


lado y gira el dial. El chorro sale de la ducha. Tiro de su toalla, aflojando
el nudo, y se cae. Me quito la mía y, tras colgar las toallas en un gancho,
aprieto mi cuerpo contra el suyo. Siento un extraño y frenético alivio
cuando nuestras pieles se tocan.

Está caliente y húmedo, su pecho sube y baja a un ritmo rápido, y


no puedo resistir la tentación. Le doy un beso profundo en la boca. Gime
y el sonido resuena en mi polla. Me acerco aún más a él, comiendo su
boca, con nuestras lenguas entrelazadas y nuestras respiraciones
mezcladas.

Finalmente, me retiro, jadeando. Se queda quieto, con su mirada


en la mía, y su aire ligeramente sumiso es como echar gasolina a una
hoguera. Doy otro paso atrás y me apoyo en la pared.

—Lávate. —La orden es tan suave que apenas se oye por encima
del ruido de la ducha.

Una sonrisa atrevida se dibuja en sus labios. Sosteniendo mi


mirada, se pone bajo el chorro y levanta la cara hacia él. En cuestión de
segundos, está empapado y su pelo se adhiere a su cara con la misma
elegancia que la piel de una foca. Se gira bajo el agua hasta quedar frente
a mí. Trago con fuerza mientras una mano se toca el pecho, acariciando
un pezón hasta que se tensa, mientras la otra baja tan lentamente como
la melaza de un tarro hasta que, finalmente, se toca los huevos. Respira
con fuerza, sus ojos se cierran con fuerza.

—Laurie —digo en voz baja pero con una nota de advertencia, y sus
ojos se abren de golpe.

171
Lily Morton Bellamente inesperado

Me sonríe astutamente y arquea la espalda, dejando que el agua le


salpique el cuerpo, y se me seca la boca cuando aprieta la polla. Es larga
y delgada, y suelta una fuerte bocanada de aire mientras se acaricia.

—Date la vuelta —le ordeno.

Obedece inmediatamente, se gira de cara a la pared y deja que el


agua le golpee los hombros y caiga en cascada por su cuerpo. Su espalda
es un grácil arco, sus nalgas redondas y mordibles.

Abro la boca para dar más órdenes, pero en ese momento baja las
manos, se agarra las nalgas y las separa. Veo el agua correr por su raja
y algo hace cortocircuito en mi cerebro.

Entre una respiración y otra, doy un paso hacia él, pegando mi


cuerpo al suyo. Emite un sonido ahogado e inmediatamente le tapo la
boca con la mano.

—Cállate —le digo.

Gira la cabeza ligeramente hacia un lado y sus ojos se encuentran


con los míos por encima de mi mano. Están somnolientos y pesados, pero
esa chispa de picardía sigue ahí. Es encantador, y sorprendentemente no
irritante, y me encuentro devolviéndole la sonrisa.

Es lo suficientemente inquietante como para que mi cabeza vuelva


a estar en el juego.

Retiro la mano y le doy un beso fuerte, cuya fuerza lo sacude.


Sujeto un brazo a su pecho, manteniéndolo quieto mientras alejo mi
boca.

—Dame un poco de gel —digo con voz ronca, ofreciéndole la palma


de la mano. El aire húmedo se llena de un aroma cítrico. Me alegra ver el

172
Lily Morton Bellamente inesperado

temblor de sus dedos y oír su respiración agitada. Significa que no estoy


solo con la increíble lujuria que me embarga.

Vuelvo a besarlo y le paso la mano por el pecho. Es más delgado


que yo, pero su pecho es ancho y está cubierto de una ligera mancha de
pelo a través de la cual asoman sus pezones rosados. Se los pellizco y,
por suerte, mi boca vuelve a estar en la suya, porque me trago su gemido
de sorpresa.

Me alejo y le beso la oreja, chupando suavemente el lóbulo, y él


suelta un sonido bajo y se echa hacia atrás. Reprimo mi gemido en la
elegante piel de su hombro y muerdo suavemente mientras sus nalgas
me acarician la polla. Mirando hacia abajo, no puedo evitar un fuerte
gruñido al ver que mi polla se desliza por su grieta, con la cabeza morada
y el prepucio totalmente retraído.

—No te estás callando nada —dice, intentando escandalizarme


pero terminando con diversión.

Vuelvo a rodear su pecho con un brazo. Si tiene tiempo para


divertirse, no estoy haciendo bien mi trabajo. Bajo la mano con el gel de
ducha todavía en ella y le aprieto la polla mientras le lamo el cuello en
pequeños besos chupadores y mordedores.

Levanto la cabeza y él me espera mientras nos besamos por encima


de su hombro. Giro mi mano en la subida, y él gruñe y se arquea en mi
agarre, mirando hacia abajo para que pueda ver su polla pasar por mi
puño. Me doy el gusto de frotarme contra él durante un segundo, el agua
me da una suave tracción.

Luego lo suelto, y él se gira medio conmocionado mientras yo caigo


de rodillas. Bueno, no tanto caer. En realidad, es más bien un descenso

173
Lily Morton Bellamente inesperado

lento, porque mis rodillas no resisten demasiado castigo en el duro suelo


de la ducha.

Le miro a la cara cuando por fin me arrodillo y, por un segundo,


hay una especie de ternura en sus ojos cuando me mira por encima del
hombro. La dulzura desaparece cuando le separo las mejillas. Dejo que
el agua enjuague el jabón y luego deslizo mi lengua desde la parte
posterior de sus pelotas hasta la base de su columna vertebral.

—Mierda —murmura—. Sí, Mags. —Ahora hay una excitación


salvaje en su rostro enrojecido y ningún signo de diversión, trago con
fuerza cuando se dobla por la cintura, apoyándose en la pared y abriendo
las piernas para mí.

Su agujero es de color rosa oscuro, como el interior de una concha,


y le doy un beso, sintiendo la textura arrugada de la piel y el cosquilleo
de los pequeños pelos gruesos. Vuelvo a besarlo y él ahoga un sonido
desesperado antes de taparse la boca con la mano. Sin dejar de besar su
agujero, me acerco a sus piernas abiertas y le toco los huevos,
haciéndolos rodar suavemente en mi mano mientras los lamo y los
chupo.

Su gemido esta vez es demasiado fuerte, y ambos nos quedamos


quietos cuando suenan pasos fuera de la ducha.

—¿Va todo bien ahí dentro? —dice una voz de hombre.

Mis ojos se abren de par en par, alarmados, porque estoy seguro


de que es alguien de mi despacho. Por lo que veo en la cara de Laurie,
está entre alarmado y divertido. Me separo de su culo y le sacudo la
cabeza con reproche.

—Muy bien —le digo—. Acabo de recordar un trabajo que dejé en


mi escritorio.

174
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Eres tú, Magnus?

Laurie suelta una suave carcajada y yo le pellizco.

—Sí. ¿Eres Brant?

—Qué pequeño es el mundo —dice mi colega con cháchara.

—No tienes ni idea —digo con ironía—. Bueno, tengo que seguir,
Brant. Tengo mucho que hacer.

—Oh, vaya. Conozco la sensación. Espero que lo consigas todo.

Sus pasos se alejan, y ambos suspiramos aliviados antes de que


Laurie comience a reírse suavemente.

—¿Es a mí a quien tienes que conseguir? —susurra.

Me pongo en pie y le hago girar.

—Eres incapaz de obedecer hasta la más mínima instrucción,


¿verdad? —murmuro—. Sólo tenías que estar callado durante unos
minutos, pero debería haber sabido que eras incapaz.

Se ríe.

—Para ser justos, me estabas haciendo un rimming y me hacías


rodar las pelotas en tu mano. ¿Esperabas que estuviera componiendo en
silencio una lista de la compra?

Doy un suspiro de sufrimiento.

—Sólo hay una cosa que hacer. —Me acerco a él y lo beso de nuevo.

Es un beso profundo y sucio, y él parece incendiarse con él. Sus


manos se levantan para abrazar mi cráneo, y bendigo el hecho que

175
Lily Morton Bellamente inesperado

estemos a la misma altura mientras agarro nuestras pollas, uniéndolas


mientras seguimos besándonos.

Me trago todos sus sonidos desesperados y los que yo mismo hago.


Hay algo tan caliente en sentir el vello de su cuerpo contra el mío. Todos
mis otros hombres han sido depilados hasta la saciedad, con cuerpos
perfectos de gimnasio y piel bronceada. El cuerpo delgado y enjuto de
Laurie es blanco en algunas partes, lo que me dice que no es un adorador
del sol. Su bronceado probablemente proviene de pintar al aire libre sin
camiseta, porque su ingle es tan pálida como la porcelana y parece
curiosamente vulnerable bajo su vientre ligeramente redondeado.

No, Laurie no es el tipo de hombre al que me he acostumbrado. Por


eso es desconcertante que sea el hombre más sexy con el que he estado.

Hay algo en nuestro encuentro que es tan crudo y honesto, y me


sorprende sentir que mi clímax se acerca rápidamente. Los sonidos de
Laurie me dicen que él está igual, y trabajo con nuestras pollas,
apartándome ligeramente para mirarlo y sintiendo el agua golpear el lado
de nuestras caras.

Se arquea en mi agarre, subiendo de puntillas, con todos los


músculos tensos. Entierra su cara en mi hombro cuando empieza a
correrse, y el agudo escozor de sus dientes hace que yo también me corra.
Bombeo crema sobre mi mano. Se mezcla con su propio semen caliente
en mis dedos hasta que el agua lo elimina.

Durante unos largos segundos, nos apoyamos el uno en el otro,


intentando aspirar grandes bocanadas de aire sin hacer demasiado ruido.
Ahora que la pasión ha pasado, tengo tiempo de preguntarme si hemos
hecho mucho ruido, pero el ruido de las conversaciones lejanas y las risas
en el vestuario parecen indicar que nos hemos salido con la nuestra.

176
Lily Morton Bellamente inesperado

Laurie se retira y me sorprende ver la sonrisa que tiene en la cara.


Es amplia y ligeramente torcida, lo que no debería ser tan encantador
como lo es. Sus ojos se entrecierran divertidos y las líneas de las esquinas
se alargan. Le devuelvo la sonrisa sin poder evitarlo.

—Gracias, Mags —dice, dándome una cariñosa palmada en el culo


antes de dar un paso atrás y enrollar una toalla alrededor de sus
caderas—. Dios, lo necesitaba —dice alegremente.

Me quedo con la boca abierta cuando se anuda la toalla y sale de


la ducha. Como si hiciera esto todos los días.

Le sigo con la mirada. ¿Qué carajo?

Nos quedamos en silencio mientras nos vestimos. No me gusta el


parloteo después del sexo, pero el silencio me deja descolocado. Es
irritante que no tenga un efecto similar en él. Una vez fuera, pido un taxi
y él se sienta a mi lado. Le envío algunas miradas furtivas, pero él sólo
mira por la ventanilla, con una mirada serena mientras el conductor se
abre paso entre el tráfico.

Un polvo por la tarde no es nada nuevo para mí. He estado con


muchos hombres a lo largo de mis años y en lugares mucho más
atrevidos que una ducha de spa. Entonces, ¿por qué mi corazón late
rápido y mi polla sigue medio dura?

Miro fijamente por la ventana, echando ya de menos la charla


preparada de Laurie, pero intentando aprovechar el silencio para decidir
cómo jugar a esto. Quiero seguir siendo su amigo, pero es un hecho que
no suelo repetir ni en la corte ni en la cama. Me gusta follar con un
hombre una vez y luego poder pasar al siguiente. Esta situación tiene
toda la pinta de ser un desastre.

Soy un idiota, pienso taciturno.

177
Lily Morton Bellamente inesperado

El taxi se detiene, sacándome de mis pensamientos, y Laurie paga


al conductor antes que pueda sacar la cartera. Le sigo al edificio y al
ascensor. No dice nada, su mirada se concentra en el frente, y me
pregunto si estará enfadado conmigo. O si está planeando algo que acabe
en una escena. Intento pensar en algo que decir, pero el ascensor se abre
en nuestra planta y él sale a toda prisa por el pasillo.

Le sigo con la mirada. ¿Qué está pasando?

Ha metido las llaves en la cerradura antes que yo me ponga a


pensar.

—Espera —digo rápidamente.

Se detiene y vuelve a mirarme. Por un segundo, parece casi


sorprendido de encontrarme allí de pie. Como si me hubiera olvidado en
algún lugar entre las duchas y la casa. Es una sensación
sorprendentemente irritante ser objeto de esa mirada.

Su ceño se despeja.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Estoy bien. ¿Y tú? —Me mira fijamente y hago un gesto incómodo


como si señalara hacia el spa—. ¿Después de la ducha? —le digo—. Estás
bien con todo, ¿sí?

Parece confundido.

—¿Por qué no iba a estarlo?

Raspo el pie en la alfombra, sintiéndome como una idiota.

—No lo sé —digo finalmente, con una mirada cruzada.

178
Lily Morton Bellamente inesperado

Una expresión de preocupación cruza su rostro.

—Oh, no. ¿Estás bien?

—Estoy bien —digo con brusquedad—. Sólo me aseguro de que


estamos de acuerdo en que no significa nada.

Su rostro se aclara en señal de alivio y sonríe.

—Por supuesto que sí. Relájate, Mags. No pasa nada.

—Has estado muy callado de camino aquí.

—Oh. Lo siento. Estaba pensando en un cuadro que quiero hacer.

—¿Estabas pensando en un cuadro? —digo incrédulo.

Él ignora mi arrebato y mira la puerta abierta con anhelo.

—Es que tengo que… —Hace un gesto hacia la puerta.

Le hago un gesto con la mano.

—No dejes que te detenga —digo, con mucho sarcasmo en mi voz.

—Gracias, Mags —dice alegremente—. Nos vemos pronto.

Y luego se va, la puerta se cierra en mi cara. Me quedo solo en el


pasillo, intentando analizar lo que siento en este momento. No puedo. Me
pregunto si esto es lo que sienten mis hombres cuando los echo.

—No seas tan ridículo —digo en voz baja.

No hay nadie que me escuche, y dudo que me esté escuchando a


mí mismo. Es una sensación rara y nada agradable.

179
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 10
Laurie
De pie frente a la puerta de Mags, inhalo profundamente por la
nariz y luego exhalo lentamente por la boca. Sintiéndome ligeramente
más tranquilo, levanto la mano y llamo a su puerta.

Me muerdo el labio mientras espero. No lo he visto desde el sauna,


que fue hace dos días. He estado pintando, pero la honestidad me obliga
a admitir que le he estado evitando sobre todo por lo caliente que fue
nuestro encuentro en la ducha. Reaccioné como un correcaminos
asustado, corriendo cien kilómetros en la dirección opuesta.

He tenido mucho sexo a lo largo de los años, pero nada se compara


con eso. No estoy seguro de por qué. Tal vez sea porque Mags es uno de
los hombres más atractivos que he conocido. Estar en su presencia es
como estar en la cima de una pista de esquí e inhalar oxígeno puro. Es
asombrosamente inteligente y me desafía cada segundo que estoy con él,
una rareza, ya que mi mente suele desviarse hacia mi trabajo a la menor
oportunidad.

Tal vez una de las razones por las que encuentro a Mags tan
atractivo es que llegué a conocerlo como amigo antes que se involucrara
el sexo. Eso lo convierte en un elemento único en mi vida. Me burlo de él
por sus jovencitos, pero apenas tengo espacio para hablar. Todas mis
relaciones, incluso las que han durado unos pocos meses, han sido
casuales en todo el sentido de la palabra. A veces lo he intentado con más
ahínco, queriendo convencerme de que podía mantener una relación,
pero cada fracaso cimentaba mi decisión de estar solo.

180
Lily Morton Bellamente inesperado

Me gusta estar solo. Me gusta la libertad de pintar todo el día sin


que alguien se moleste y se enfade. Me gusta poder cenar a la una de la
madrugada si quiero y no oír nada más que la paz silenciosa a mi
alrededor. El sexo ha sido una liberación para mí, y nada más, hasta hace
dos días.

Oigo pasos y me enderezo. Supéralo, me recuerdo. No necesito una


mala dosis de sentimientos en este preciso momento de mi vida. Sería un
momento insoportablemente malo.

La puerta se abre y mi corazón late con fuerza cuando aparece


Mags. Es sábado, así que va vestido de forma informal con unos
pantalones cortos de color oliva y una camiseta blanca que se ciñe a sus
anchos hombros. Siendo Magnus, su atuendo probablemente valga más
que todo mi vestuario. Las caras zapatillas de deporte que lleva en los
pies, esta vez de color verde lima, me hacen sonreír. Parece ser un tema
con él.

—Ah —dice, apoyándose en la puerta con los brazos cruzados. Me


mira de arriba abajo, observando mi atuendo de pantalones cortos viejos,
camiseta de Blondie y Converse que eran blancas hace unos años—. Mi
compañero de fatigas.

Le guiño un ojo.

—Nos hace parecer Bonnie y Clyde.

—¿También infringieron las leyes de indecencia pública en un spa?

—No. Pero me pido ser Bonnie, porque Clyde era impotente en la


película.

Pone los ojos en blanco.

181
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Puedo ayudarte?

Asiento con énfasis.

—Sí. Llegamos tarde. Vamos.

Una sonrisa se dibuja en su boca, curvándola de una forma


perversa que hace brillar sus claros ojos marrones. Me pican los dedos
con el deseo de pintarlo.

—Ah —dice—. ¿Qué vamos a hacer hoy? ¿Vamos a tener sexo en el


suelo del Parlamento durante el turno de preguntas del Primer Ministro?
¿O tal vez vamos a cruzar la calle desnudos en una autopista?

Me muerdo el labio para contener la sonrisa.

—Mucho más excitante que eso. —Me acerco y aspiro el aroma de


su aftershave. Huele a bergamota y a jengibre, y probablemente sea
terriblemente caro—. Bingo —susurro.

Se echa atrás.

—¿Qué?

—¿Tienes mal el oído? —le digo en tono de simpatía. Levanto la voz


y pregunto—: ¿Necesitas audífonos?

Sacude la cabeza y retrocede, haciéndome un gesto para que entre


en el piso. Entro y mis sospechas se confirman de inmediato cuando veo
los expedientes repartidos por la mesa del comedor.

—Trabajo —digo—. ¡Uf!

—Tu dominio del idioma inglés nunca deja de sorprenderme,


Laurie. Me estoy preparando para el juicio que he mencionado.

182
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Cuánto tiempo llevas preparándote hoy?

Lo considera.

—Seis horas.

—Bien. Definitivamente es hora de un descanso. Ve y coge tu


cartera. Necesitarás el dinero, ya que probablemente serás terrible en el
bingo.

—Creo que me gustaría ser terrible en el bingo. Suena como algo


en lo que no deseo ser bueno, ¿sí?

Me río y luego cacareo cuando veo el thriller jurídico que compró


en la librería. Está abierto y colocado sobre el brazo de una silla, y parece
que ya va por la mitad.

—¡Lo sabía! ¿Es bueno?

—Es terrible —dice con suficiencia—. Los detalles legales están


completamente equivocados.

—Y apuesto a que has disfrutado cada segundo. Te dije que la


ficción era divertida.

—Lo que ha sido divertido es componer mi carta al autor.

—No —digo, levantando la mano—. Simplemente no. Coge tus


cosas.

Pone los ojos en blanco pero obedece. Alargo el cuello para ver su
culo en esos pantalones cortos. Vale la pena tener el cuello tieso, pero me
encuentro con que tengo que reacomodar mi polla subrepticiamente.

Cuando vuelve, tiene la cartera en la mano.

183
Lily Morton Bellamente inesperado

—No sabía si te volvería a ver —dice casi con timidez.

—¿Qué? ¿Por qué?

Se encoge de hombros.

—Me preguntaba si el sauna haría que todo fuera demasiado


incómodo entre nosotros.

Su tono y su postura son desenfadados, pero quizá demasiado. De


repente, quiero preguntarle cosas incómodas, como si se ha estado
preguntando por mí durante los dos últimos días y si me echará de menos
cuando me vaya de Londres. En lugar de eso, pongo todo mi empeño en
adoptar la despreocupación y le digo:

—Sólo ha sido una pequeña paja.

—Lo mismo —dice con una sonrisa educada en la cara. Me


pregunto en qué estará pensando, y las ganas de averiguarlo me asustan
mucho, así que le doy una palmada en la espalda.

—Vamos. Tenemos que ir al bingo.

—Ack. —Es su meditada respuesta, pero arruina la estoica palabra


sonriéndome.

Siento que me relajo por primera vez en dos días. Estaremos bien.

Me siento más aliviado de lo que debería, pero no pienso en ello.

***

El taxi se detiene y cuando ve a las dos personas que nos esperan


en la acera, me dirige una mirada irónica.

—Así que has invitado a mi mejor amiga a presenciar mi caída.

184
Lily Morton Bellamente inesperado

—Es el bingo. No la casa de los Medici —observo y le empujo fuera


del taxi.

Mientras me acomodo con el conductor, veo a Mags saludar a mi


hermana y a mi cuñado. Todavía me sorprende que el Magnus que tanto
he oído mencionar a ambos a lo largo de los años sea mi Mags. Los
neumáticos mentales chirrían. Mi Mags no.

Dice algo que hace que mi hermana chille de risa, y me recuerdo


que no es el Mags de nadie. Es un poco como un gato salvaje. Es
encantador de ver, pero nunca se acurrucará frente a tu fuego. Es
poderoso en su impronta, y le envidio porque mi propia impronta quedó
gravemente dañada la noche en que me salí de la carretera.

Salgo del taxi y mi hermana se apresura a acercarse.

—Vamos antes de que cambie de opinión, Laurie. Tengo el teléfono


preparado para grabar.

Sacudo la cabeza.

—Es como si todo tu espíritu cobrara vida ante la idea de la


vergüenza ajena.

—Sólo si se trata de Magnus —dice con voz de pito—. Tiene mucho


material sobre mí.

—¿De verdad? Tendré que hablar con él sobre eso.

Pone los ojos en blanco.

—Me conoce desde que era aquella torpe de primer año en la


universidad. La munición es increíble.

185
Lily Morton Bellamente inesperado

—Es difícil de creer que ese fuera Magnus —digo mientras veo a los
dos hombres riéndose de algo—. ¿Ha cambiado mucho?

—No tanto como para que te des cuenta. Cuando llegué por primera
vez a la casa que compartía con Chris, estaba acompañando a un tipo. A
la mañana siguiente había otro. Y luego otro y otro. Le atribuyo a Magnus
el mérito de que no tenga problemas para hablar con extraños.

—Bueno, lo justo es lo justo. No tiene ningún problema en


tirárselos —digo, y ella se ríe.

Mags y Chris miran.

—Detecto un regocijo mal disimulado en tu cara, Lennie —dice


Mags con una voz llena de burla.

—Me sorprende que haya conseguido ocultar algo —responde


ella—. Esto es lo que he estado esperando toda mi vida.

—Difícilmente una aprobación de tus relaciones matrimoniales —


observa él.

Chris le da una palmada en los hombros.

—El matrimonio te enseña a agarrar tu pedacito de alegría cuando


se presenta —dice con un tono de voz virtuoso.

Mags se ríe.

—Me alegro mucho de que el hermano de Lennie le haya regalado


un momento tan dorado.

Chris sacude la cabeza.

186
Lily Morton Bellamente inesperado

—Todavía me sorprende que Laurie haya conseguido que vengas a


jugar al bingo. Es como ver a un gorila en bikini en una boda.

—Tus analogías, como siempre, no tienen sentido —dice Mags.

Su voz me hace sonreír. Profunda y cálida, con toques de acento y


ese pequeño ceceo que suaviza las consonantes. Mira hacia el edificio.

—Acabemos con esto, ¿sí?

—Sabes que puedes beber durante el bingo —le digo.

Se vuelve hacia mí al instante.

—¿Alcohol?

—No, Horlicks50. —Pone los ojos en blanco y me río—. Por


supuesto, alcohol.

—Creía que eso estaba prohibido.

—Sólo en el bingo de los niños, que, admitámoslo, es la única forma


en que nos vas a ganar —dice Lennie con dulzura.

Mags ladea la cabeza y Chris le sonríe.

—Bienvenido de nuevo a mi mundo, Magnus. Seguro que


recuerdas lo intensamente competitiva que puede llegar a ser.

—No lo soy —dice Lennie.

Su marido se ríe.

50 Leche malteada.

187
Lily Morton Bellamente inesperado

—Entonces, ¿no apostaste a que te llevarías el café primero a la


cafetería esta mañana? Apostaste dinero de verdad. —Ella se desploma y
él se ríe—. Nunca les ganarás, Magnus. Lennie tiene hasta su propio
dobber51.

—¿Dobber? ¿Es alguna forma de infección sexual de la que nunca


he oído hablar?

—No. Estoy bastante segura de que has oído hablar de todas ellas
—dice mi hermana con una sonrisa venenosa, y yo me río.

Nos dirigimos al edificio, y me detengo en la entrada, mirando a mi


alrededor con placer. Es un antiguo salón de música, y se ha hecho muy
poco para cambiar las hermosas líneas llamativas de su interior.

Mags se acerca a mí, siguiendo mi mirada hacia el alto techo


abovedado.

—¿Por qué aquí?

No pretendo no saber de qué está hablando.

—Quería verlo, Mags. Mira la luz.

Él mira obligatoriamente a su alrededor, pero su mirada vuelve a


la mía.

—¿Qué hay de eso?

No parece que me esté tomando el pelo, así que me explayo.

51Es un marcador grueso de punta cónica que se usa especialmente para marcar los
números que se va acertando en el catón del bingo.

188
Lily Morton Bellamente inesperado

—Se filtra a través de esas altas ventanas y hace que el viejo dorado
de la carpintería brille como un tesoro. Mira cómo está decorado. El rosa
brillante y ese maravilloso amarillo limón. Es como estar dentro de una
de esas bolsas de dulces de ruibarbo y natillas.

—Es muy llamativo.

Sonrío.

—Exactamente. Me encanta. Es vibrante y descarado. Como eran


los salones de música en su época de esplendor. Como si permitieran al
viejo ser él mismo. —Muevo los dedos—. Me muero por conseguir esos
colores —digo casi para mí.

Observo su cara mientras considera la decoración. Mags también


es vibrante. La vivacidad de su mente se refleja en las expresiones
movedizas de sus ojos brillantes y su boca rizada.

Me sacudo mis pensamientos y le agarro del brazo.

—Vamos. Por lo visto, aquí sirven una cerveza excelente y un curry


estupendo.

—¿Curry? ¿Aquí?

Pongo los ojos en blanco.

—Sí, ya sé que no es en un restaurante de veintisiete estrellas


donde te almidonan las servilletas, pero hay vida fuera de Knightsbridge.

Se ríe, y el sonido me golpea en lo más profundo de mi vientre. Nos


miramos el uno al otro y el momento parece alargarse. Sin quererlo,
recuerdo la ducha y a él mirándome a los ojos mientras se corría. Se le
corta la respiración y sé que está pensando lo mismo. Sus ojos son
intensos y oscuros, y respiro con dificultad.

189
Lily Morton Bellamente inesperado

El ambiente se rompe cuando se acerca mi hermana, blandiendo


un puñado de cartones de bingo.

—Vamos —dice entusiasmada—. Date prisa.

Mags la mira fijamente.

—No creo que estuvieras tan emocionada cuando Chris te propuso


matrimonio.

—No lo estaba —dice ella por encima del hombro mientras


atraviesa las enormes puertas dobles que dan acceso a la sala de bingo—
. No vino con la posibilidad de ganar un jarrón.

—Te habría comprado uno de esos —llama Mags tras ella—. Sólo
tenías que pedirlo.

Me río y le arrimo al pasillo.

—No es lo mismo que ganarlos, Mags —digo con voz cantarina, y él


gime.

Nos dirigimos a través de la larga sala hasta donde mi hermana ha


asegurado nuestros asientos. Nos hace un gesto para que nos demos
prisa.

Mags sacude la cabeza.

—Es como si fuera otra persona.

Me río.

—Una intensamente competitiva, y el bingo le gusta mucho.


Cuando éramos niños nos llevaban a todos los bingos cuando íbamos a
la playa. Mi madre parecía ver la sala de bingo como una niñera de facto.

190
Lily Morton Bellamente inesperado

Canturrea pensativo.

—Me imagino a tu padrastro en uno. Su... ¿Cómo lo llamaba? Su


dobber en una mano.

—Eso suena ridículamente sucio —observo.

Echa la cabeza hacia atrás, riendo a carcajadas.

—Me imagino que tiene un agarre muy firme de su dobber y nunca


pierde el control, Laurie.

—Por favor, para. De todos modos, él no estaba por aquí entonces.


Después de que mi madre se casara con él, fuimos a lugares como
Antibes.

—¿Por qué parece que prefieres el lugar del bingo británico?

—Porque es verdad. Solíamos quedarnos con mi abuela en Seaton


todas las vacaciones. —Me mira y me explayo—. Un pequeño pueblo
costero en Devon.

—¿No es un lugar que el juez querría visitar?

—No. Estaría tan fuera de lugar como Boris Johnson en un


convento.

Se ríe a carcajadas.

Miro los exuberantes colores de las paredes y la alfombra.

—Esto parece una película de Bollywood. Delicioso —digo, y él me


sonríe, ralentizando su paso para que pueda contemplar mi ración.

Nos acercamos a la mesa y nos encontramos con que mi hermana


nos mira con una expresión extraña en la cara.

191
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Todo bien, Lennie? —digo, deslizándome en mi asiento y tirando


de Mags para que se siente también cuando muestra una propensión a
quedarse de pie y mirar a todo el mundo.

—No mires fijamente —le advierto.

—Pero allí hay una señora con un parche en el ojo y un sombrero


de pirata.

Me río.

—Sigue siendo de mala educación mirar fijamente.

—Es de mala educación llevar poliéster, pero no parece que se haya


filtrado hasta aquí.

Miro a mi hermana, que está sentada con la boca abierta,


mirándonos.

—¿Atrapando moscas? —pregunto—. ¿Qué demonios pasa, Len?

Cierra la boca con un chasquido audible.

—Nada —dice rápidamente—. Nada en absoluto.

Miro la sonrisa que se esfuerza por ocultar.

—El bingo te pone rara —observo mientras Chris se acerca a la


mesa con una bandeja de bebidas.

—No tienes ni idea —dice—. Quería jugarlo en nuestra puta luna


de miel.

—¿No tenías un dobber en los pantalones? —pregunta Mags, y yo


resoplo cerveza por encima de la mesa.

192
Lily Morton Bellamente inesperado

—Asqueroso —dice Mags con calma mientras mi hermana chilla y


coge los cartones de bingo para guardarlos.

—Vale —dice, repartiéndolos una vez que hemos secado la mesa a


su gusto—. Cada uno tiene dos cartones. En ellos hay números. La
persona que presenta gritará los números. Con tu dobber, marca los
números de tu tarjeta que él diga. Avisa si consigues una línea.

—¿Como en la cocaína? —pregunta Mags.

Ella frunce el ceño en señal de reproche mientras yo oculto mi


sonrisa.

—No. Como en los numeritos de las tarjetas multicolores. —Le


entrega a Mags un dobber—. Que la suerte de los daneses te acompañe.

—¿De verdad?

—Pshaw, no. Espero que pierdas tanto que llores.

—Qué despiadado —dice su marido con admiración.

Cojo mis cartas y destapo mi dobber.

—Al vencedor, el botín —digo con fruición.

Mags gira la cabeza para mirarme.

Chris se ríe.

—¿Creías que Lennie era el único miembro despiadado de la familia


Gentry? Son todos iguales, joder. No juegues, hagas lo que hagas, a
ningún juego de mesa con ellos. Hacen que la Segunda Guerra Mundial
parezca una escaramuza menor.

El micrófono chirría, y el hombre que presenta se acerca.

193
Lily Morton Bellamente inesperado

—Buenas tardes, amigos —dice—. ¿Quién está listo para un pleno?

Todo el mundo aplaude y agita sus cartones en el aire, y me


encuentro observando la cara de Mags. Está llena de diversión y de un
abierto disfrute. No se burla de la gente, sólo se divierte con el
espectáculo. Su viva curiosidad es la razón por la que es tan bueno en su
trabajo. Cada detalle le atrae, y sus ojos están ocupados en observar al
grupo de ancianas de la mesa de al lado que manejan cada una diez
cartones con el aire de experimentadas e implacables jugadoras de bingo.

Me alegro de estar observándole cuando la persona que presenta


grita:

—Ojos abajo para un pleno. El primer número es Kelly’s Eye52. —


Todo el mundo agacha la cabeza sobre sus cartones furiosamente, y Mags
vuelve su cara de incredulidad hacia mí.

—¿Qué? —pregunta en voz demasiado alta y es inmediatamente


silenciada por las señoras que están a nuestro lado.

—El número uno —digo, revisando mis tarjetas con decepción e


inclinándome sobre las suyas.

—¿Qué haces? —dice él, cogiendo sus cartones y llevándolas al


pecho.

—Comprobando si tienes el Kelly’s Eye.

—Parece doloroso. Creo que no lo tengo, ni lo quiero, ahora que lo


pienso.

52El bingo británico tiene apodos para cada número. Los dejamos en el idioma original
https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_British_bingo_nicknames

194
Lily Morton Bellamente inesperado

—Lo tienes —digo, acercándome y tocando el número de su


tarjeta—. Ahora presta atención. Me has hecho perder más números.

Pone los ojos en blanco.

—Y Knock at the door —dice la persona que anuncia, y todos


corean—: Número cuatro.

Me muerdo el labio para ocultar mi sonrisa mientras Mags examina


inmediatamente sus cartones, con cara de estar invocando la capacidad
de defender al Primer Ministro en un tribunal abierto por delitos contra
el peinado.

La persona que anuncia sigue diciendo números, y la gran sala se


llena de ruido y risas que llegan hasta las vigas. Me alegro de haber
elegido este lugar: el ambiente es mucho más agradable que el de otros
bingos que hemos visitado. Alguien clama una línea, y miro a mi
alrededor ociosamente mientras se verifica.

Se me escapa una sonrisa al ver cómo las señoras de la mesa de al


lado instruyen a Mags sobre los apodos de los números del bingo con
muchas risas. Su cara está llena de diversión, y está extremadamente
guapo con el sencillo traje que consigue llevar como si fuera de alta
costura.

Un codazo me sobresalta. Me vuelvo hacia mi hermana.

—¿Qué? —pregunto—. ¿Los cartones no te convienen, Len?

Ella tiene una expresión divertida en la cara.

—Se ven infinitamente mejor que los tuyos.

Miro mis cartones con tristeza.

195
Lily Morton Bellamente inesperado

—No hay duda de ello. Tengo unos números espantosos.

—En realidad los tienes buenos. Es sólo que no los has marcado,
porque has estado demasiado ocupado coqueteando con Magnus y
mirándolo fijamente.

Doy un sorbo de mi cerveza para darme tiempo.

—No seas tonta.

—¿Ah, sí? ¿Soy tonta? Explica esto, entonces. —Me enseña uno de
mis cartones—. Tenías una línea mucho antes que esa mujer de allí.

—¿Qué? —Agarro el cartón de nuevo y gimo—. Mierda.

Sonríe con suficiencia, pero se inclina hacia delante.

—¿Está pasando algo? Se los ve muy cómodos.

—No pasa nada, aparte de que me he hecho amigo de él —digo, la


mentira casi me convence.

—Bueno, tiene muchos amigos —dice ella—. Pero nunca lo he visto


así con ninguno de ellos.

—¿Qué quieres decir? —pregunto inquieto, con una bandada de


pajaritos revolviéndose en mi estómago.

Ella mira a Mags.

—Siempre es el centro de atención en cualquier habitación. Ha sido


así desde la universidad. Tiene algo que atrae las miradas e ilumina el
lugar.

—Se llama carisma, y abusa de él descaradamente —digo con


ironía.

196
Lily Morton Bellamente inesperado

—Oh, por supuesto —dice ella, agitando una mano arrogante—.


Pero nunca se compromete realmente con los hombres con los que está.
Le he visto con muchos a lo largo de los años, pero nunca le he visto
reírse como lo hace contigo.

—Eso es la falta de sexo —digo. No es verdad, pero en cierto sentido


lo es. Hemos sido así desde el principio—. Somos amigos —vuelvo a decir
con una voz que le advierte que lo deje.

Y como me quiere, lo hace, pero no antes de decir en voz baja:

—Pues es una auténtica pena.

La partida vuelve a empezar y, al cabo de un rato, mi dolor de


cabeza me impide concentrarme en los cartones. Me tomo las pastillas
subrepticiamente y luego, con la excusa de que Mags está tan decaído
que necesita ayuda, me inclino hacia él y le ofrezco un consejo útil que le
hace temblar de risa y me produce una extraña sensación en el vientre.

La tarde transcurre rápidamente entre risas y alcohol mientras


descubrimos que Mags es tan competitivo como Lennie. Chris y yo
finalmente abandonamos nuestros cartones y nos sentamos juntos a
observar a los dos. Mags ha cogido otros tres cartones y se abre paso
entre ellos con un aplomo sin esfuerzo, como si este eminente QC jugara
al bingo todos los días de la semana. De vez en cuando vacila cuando los
anuncios coloquiales del bingo le confunden y yo me inclino, ayudándole
y a veces entorpeciendo.

—Este es un buen día —dice Chris, dejando su pinta y


abrazándome cariñosamente—. Te echamos de menos, sabes.

Le sonrío.

—Sólo estoy al otro lado del Canal. Puedes venir cuando quieras.

197
Lily Morton Bellamente inesperado

—Lo sé, pero me gusta esto. También me gusta ver a Mags así.

—¿Cómo?

Se encoge de hombros, tomando un sorbo de su pinta

—Es como cuando estábamos en la uni. Está suelto y libre de


nuevo.

—Está suelto, de todos modos —le informo y sonrío mientras él


resopla su cerveza.

Se limpia la cara.

—A veces pienso que se ha convertido en la imagen que proyecta,


y eso me entristece.

Mi cuñado, a pesar de su carácter relajado y despreocupado, es un


excelente juez de carácter.

—¿Qué quieres decir, Chris?

—Bueno, es conocido por ser suave, despreocupado y encantador,


y es todo eso. Pero es mucho más. Es un fanático de la música y un adicto
al Scrabble y el mejor y más leal amigo que podrías pedir. ¿Cuándo tuve
el susto del cáncer?

Asiento. Chris tuvo un susto el año pasado. Fue un momento muy


tenso.

—Bueno —dice—, Magnus estuvo conmigo en todo momento.


Cuando no quería preocupar a Lennie, le llamaba, y aunque fuera en
mitad de la noche, cogía el teléfono y me escuchaba. Incluso si estaba en
medio de un juicio, se tomaba el tiempo para mí. Dábamos largos paseos

198
Lily Morton Bellamente inesperado

y me dejaba hablar hasta quedarme ronco. Y era tan calmado y


tranquilizador. Nunca podré pagarle por eso.

—Él no querría eso de todos modos.

—Lo sé. —Me mira de reojo—. Lo que me extraña es que tú también


lo sepas.

El momento se alarga y trato de pensar en una forma de responder.


Me salva un grito de ¡Bingo! y Mags se pone en pie, agitando su cartón
como si fuera una bandera y haciendo un extraño baile de la victoria
mientras mi hermana le mira con desprecio.

Me echo a reír.

Se vuelve hacia mí.

—Lo has visto, ¿verdad? He ganado. —Pone una cara triste—. Y


Lennie no lo ha hecho.

—Es cierto —digo—. Mags es el ganador. —Se lleva la mano a la


oreja, y yo digo obedientemente—: Y Lennie ha fracasado
estrepitosamente.

Lennie gime, y Mags vuelve a sentarse a su lado.

—No desesperes —dice, simulando seriedad—. Si quieres ganar,


siempre puedes traer a tu marido. Puedes ganarle fácilmente.

—Oye —dice Chris sin ningún rencor.

Mags hace una mueca.

—Para ser un director financiero, tienes un índice de fracaso


alarmante en el bingo.

199
Lily Morton Bellamente inesperado

Chris mira a su alrededor y todos asentimos.

—Oh, váyanse a la mierda —dice.

—Bueno, no importa —dice mi hermana con dulzura—. Si


administra mal nuestro dinero, siempre puedo contar con Laurie para
que venga a pintar nuestra casa.

Chris y yo nos echamos a reír y Mags gime.

—Te lo ha dicho, ¿sí?

Mi hermana resopla y Mags la observa cariñosamente, con los ojos


brillando. Levanta la vista cuando una mujer se acerca a comprobar su
cartón. Él dice algo y ella le sonríe antes de marcarlo. La agita en el aire
y todos gimen.

—Ooh —digo, animándome y saltando—. Puedes elegir tu premio.


Vamos.

Mags sacude la cabeza.

—Me extraña que estés tan emocionado. Has perdido. —Hace una
pausa—. Terriblemente.

—Ooh, quema —dice Chris con alegría—. Mags, deberías ceder


finalmente y venir a la noche de juegos en la casa de los Gentry.
Encajarás muy bien.

—Voy a elegir tu premio —digo, dirigiéndome a donde se guardan


los premios. Mags me sigue, quejándose de que quiere hacerlo él mismo.
Sus quejas se interrumpen cuando ve la vitrina. Intento no reírme de su
expresión—. Esta sala de bingo tiene los premios más brillantes —
susurro.

200
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿La gente no gana dinero? —pregunta—. Todo lo que veo es… —


Busca la palabra y luego sonríe triunfante—. Tsk53.

—Tsk coleccionables —digo, mirando el maletín.

—¿Coleccionables por quién? —dice al aire mientras me inclino


sobre el mueble.

—Esto es épico —digo felizmente después de pasar unos momentos


examinando la selección—. Tendrá ese cenicero —le digo a la mujer que
está detrás del mostrador, señalando la brillante monstruosidad que hay
en el centro de la vitrina. Es absolutamente enorme, de aspecto muy
setentero, y en estos momentos emite tantos arcoíris bajo las luces que
debería estar en un desfile del Orgullo.

—Laurie. —Mags parece dolido.

—Quedará precioso en tu mesa de centro —le digo con seriedad,


logrando reprimir mi sonrisa ante su mueca—. Hará que tu casa se sienta
como un verdadero hogar.

—Como una casa de Liberace —dice con tono admonitorio, pero


hace una señal a la mujer para que lo envuelva.

Una hora más tarde, después de que Mags haya invitado a las
ancianas de la mesa de al lado a tres rondas de bebidas y las haya guiado
en una entusiasta versión de Night Fever54 nos desparramamos por la
acera e intercambiamos promesas de encontrarnos antes de que regrese
a Francia.

53 Se usa por escrito para representar el sonido que se hace para mostrar que
desaprueba algo, o una palabra que se dice dos veces de manera humorística para
sugerir desaprobación.
54Bee Gees - Night Fever https://youtu.be/-ihs-vT9T3Q

201
Lily Morton Bellamente inesperado

El recordatorio me hace sentir un poco mal. En parte porque,


cuando regrese, habré tomado una decisión que se me escapa desde que
estoy aquí. Pero la otra razón es que este asunto entre Mags y yo tendrá
que terminar, y ya no podré cruzar el pasillo y llamar a su puerta. Para
un hombre que se ha enorgullecido de vivir una vida con pocas ataduras,
es una revelación sorprendente y preocupante.

En este momento, Mags está viendo a mi hermana y a Chris subir


a su taxi. El sol resplandece en su brillante pelo castaño ceniza y
entrecierra los ojos a la luz brillante, mostrando la fina ráfaga de arrugas
del rabillo de sus ojos. Mi cuerpo se enrojece de calor. Debato mi próximo
curso de acción, pero sólo hay una cosa que quiero hacer. Y le miro a él.

Se vuelve hacia mí con una sonrisa en la cara, pero ésta se apaga


al adivinar inmediatamente mi estado de ánimo. Sabía que lo haría. Me
acerco y él da un paso atrás.

—Ha sido una buena tarde —dice con recelo.

Le guiño un ojo y enseguida arruga la nariz con disgusto.

—Sé cómo podemos hacerla aún mejor, Mags.

—Soy prudente incluso al preguntar cómo.

Sonrío.

—Volvamos a tu casa y follemos.

Un músculo se mueve en su mandíbula, pero sus ojos están


calientes como el fuego.

—¿Y eso es inteligente? —Su voz está llena de humor y calor.

—¿Alguna vez algo es inteligente, Mags?

202
Lily Morton Bellamente inesperado

—Estoy seguro de que podría encontrar fallos en esa pieza de lógica


en particular.

Levanto una ceja.

—¿Vas a hacerlo?

Me mira de arriba abajo y sus ojos se vuelven pesados.

—No —dice finalmente, y yo exhalo lentamente, sintiendo un pulso


en mi polla como el tintineo de la campana para iniciar una carrera.

Levanto la mano para pedir un taxi.

—Vamos. Te quiero dentro de mí.

Me sigue obedientemente.

—¿Puedo mirar mi cenicero mientras lo hacemos? —pregunta


solemnemente.

Niego con la cabeza, intentando no reírme.

—No lo sé, Mags. ¿Mejorará tu rendimiento?

Esboza una sonrisa depredadora, con un brillo travieso en los ojos.

—Sólo hay una forma de averiguarlo.

203
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 11
Laurie
Nos besamos con tanta fuerza que caemos contra la puerta de su
casa.

—Ouch —digo mientras el pomo se clava en mi espalda—. El pomo


me está agujereando.

Me echa una mirada antes de estallar en carcajadas y decir


lascivamente:

—Todavía no, pero pronto, Laurie.

Pongo los ojos en blanco.

—Los fanfarrones rara vez tienen una razón para hacerlo.

Me agarra la mano y trago con fuerza mientras se la lleva a la ingle.


Su polla está dura, tensando sus pantaloncitos e intimidantemente
ancha. Seguro que sabré que ha estado dentro de mí. La idea no me
desanima. En cambio, todo mi cuerpo se calienta. Hace años que no me
dan una buena polla.

Se aprieta contra mí, apoyando los brazos en la puerta,


acorralándome. Sus caderas se mueven, empujando su polla hacia mi
mano. Lo agarro, subiendo y bajando, haciendo que cierre los ojos y
murmure algo en danés en voz baja.

Le suelto la polla y busco a tientas el botón de sus pantaloncitos, y


él me agarra los dedos, reteniéndome.

—En el pasillo no —murmura—. Vamos a entrar.

204
Lily Morton Bellamente inesperado

—Tienes excelentes ideas —digo sin aliento.

Él sonríe.

—Mejor que el bingo.

—Mientes —digo indignado, intentando no reírme—. Ah, bueno.


Ahora que tus ideas van a ir acompañadas de tu polla, prestaré atención
en adelante.

Su risa suena casi sorprendida, y me pregunto si divertirse durante


el sexo es algo inusual para él. Revolcarme en las sábanas y reír juntos
siempre había sido una de mis cosas favoritas en los tiempos en que
había probado las relaciones.

La puerta se abre de golpe y me sobresalta. La mano de Mags evita


que me caiga de bruces.

—Suave, Laurie —dice con un bufido.

—Oh, tengo juego —digo sombríamente, subiéndome y quitándome


la camiseta y casi llevándome las cejas—. Mira tú. Tengo tanto juego que
te va a volar la maldita cabeza.

—No es exactamente lo que busco en una pareja, pero siempre


estoy abierto a nuevas experiencias.

—Pequeño pícaro —digo.

Se ríe de nuevo y el sonido cálido y ronco me hace feliz. Me quito


las Converse y me desabrocho el cinturón, y su risa se apaga. Está
apoyado en la barra del desayuno, observándome con ojos acalorados. Le
guiño un ojo y me quito los pantaloncitos de un tirón, dejándome
totalmente desnudo.

205
Lily Morton Bellamente inesperado

Se lame los labios y me echa la mirada más completa que he tenido


nunca. Me pongo de pie y extiendo los brazos para que él pueda mirar
hasta el fondo. Nunca me ha molestado la desnudez, ni la mía ni la de
los demás.

—Te estás quedando atrás —le digo.

Su sonrisa no llega a sus ojos, su mirada es avariciosa.

—Bueno, eso no puede ser. —Su acento es más pronunciado que


nunca.

Trago saliva mientras se quita la ropa con más elegancia que yo.
Me aprieto la polla, acariciándola perezosamente mientras le observo. Su
cuerpo es maravilloso. Es alto y de hombros anchos, su piel es de color
oliva y de aspecto suave. Su pecho es ancho y está cubierto de vello
castaño salpicado de canas. No es delgado, y los signos de la edad que se
aproxima están a la vista en el engrosamiento de su cintura y la ligera
redondez de su vientre. Sin embargo, nunca he visto a nadie tan robusto
y sexy. Es su confianza y vitalidad lo que lo ilumina y lo hace tan
increíblemente sexy.

—A la habitación —dice guturalmente.

Me toco la sien con el dedo.

—A la orden mi capitán55.

55 En el original Aye aye Captain según el Oxford Reference era la respuesta


correcta y marinera a bordo de un barco al recibir una orden. En la época en que los
oficiales eran conducidos a tierra o a sus barcos, "Aye aye" era también la respuesta de
un barco cuando se le llamaba desde una embarcación si tenía un oficial comisionado

206
Lily Morton Bellamente inesperado

—Ojalá fueras tan maleable, Laurie —dice en tono doliente.

Me río, pero la verdad es que soy maleable durante el sexo. Me


encanta ceder parte de mi control y dejarme llevar, sabiendo que mi
pareja se centra en mi placer. Suena egoísta, pero siempre me he
asegurado de dar tanto como de recibir.

Mis pensamientos se agitan mientras me besa.

—Apaga ese cerebro ahora —me ordena y me besa de nuevo,


tomando mi boca y forzando su lengua dentro. Conectados así, nos
arrastramos hacia el dormitorio, rebotando en un par de paredes y
deteniéndonos de vez en cuando para romper a reír.

Nunca me había sentido tan libre con nadie, pienso maravillado, y


entonces me besa de nuevo y me tumba en la cama. Se sube sobre mí
inmediatamente, y ambos gemimos mientras nuestras pollas se frotan,
saludándose con besos húmedos de pre-semen.

Me alejo y le empujo el pecho.

—De espaldas —le digo, con la voz ronca.

Me mira durante unos segundos y luego sonríe, cayendo de


espaldas con mucha más gracia de la que yo muestro mientras me

de rango inferior al de capitán a bordo. Si no había ningún oficial a bordo, la respuesta


era "No, no"; si había un capitán a bordo, la respuesta era el nombre de su barco, y si
era un almirante, la respuesta era "bandera". Los barcos eran saludados de esta manera
para que los que estaban de guardia supieran la forma de saludo requerida cuando los
oficiales llegaban a bordo.

207
Lily Morton Bellamente inesperado

abalanzo sobre el colchón hacia él, casi cayendo de la cama en mi


entusiasmo.

La sonrisa de Mags desaparece cuando me inclino hacia él,


aspirando el rico aroma de su pubis antes de llevarme la cabeza de su
polla a la boca y chuparla como si fuera una piruleta.

Me complace ver que todos los signos de la función cerebral


desaparecen cuando empuja la cabeza contra la almohada y cierra los
ojos. Le lamo y chupo la cabeza, arrastrando besos a lo largo de su polla
antes de volver a la cabeza, donde la chupo hasta que está brillante por
la saliva y puedo saborear el sabroso pre-semen. Entonces me inclino y
me meto su polla hasta el fondo de la garganta.

Gime como si le doliera, y el sonido hace que mi propia polla se


sacuda. Empujo para calmar a la cabrona y chupo con fuerza, viendo
cómo Mags abre las piernas y empuja hacia arriba. Sus manos se
levantan como si fuera a agarrarme, pero luego lo reconsidera y las baja
al colchón. Me acerco y las agarro. Cuando abre los ojos, pongo sus
manos en mi nuca, diciéndole en silencio que siga adelante. Duda
durante una fracción de segundo y luego se pone con el programa,
enredando sus dedos en mi pelo y empujándome hacia su ingle.

Me dan arcadas por un segundo y siento que todo mi cuerpo palpita


de deseo. Me encanta esto. Me encanta que me tome y me controle como
si estuviera a su servicio.

Chupo más fuerte y sus manos bajan a mis hombros. Sus uñas se
clavan, lo bastante fuerte como para dejar marcas, y me quito la polla
jadeando.

Sus ojos son ardientes y cómplices.

—¿Te gusta? —me pregunta, con su voz fuertemente acentuada.

208
Lily Morton Bellamente inesperado

Asiento y gimo cuando se inclina y me pasa los dedos por las


caderas y el culo. Me pasa un dedo tentador por la raja antes de retirarse
y darme una palmada en el culo.

—Inclínate sobre la cama —me ordena.

Me apresuro a obedecer mientras él se levanta y rebusca en el cajón


de la mesilla. Me arroja un condón y un frasco de lubricante a mi lado.

—Abre las piernas y enséñame tu agujero, Laurie —me ordena.

Me estremezco antes de obedecer. El aire es fresco en mi entrada,


pero apenas lo noto cuando se inclina y me lame la raja. Me levanto sobre
los codos.

—No me he duchado —digo con voz ronca.

—Me gusta cómo hueles. Cállate.

Vuelvo a bajar a la cama, sintiendo la suave y cálida caricia del


edredón de terciopelo y cerrando los ojos mientras él se mueve entre mis
mejillas abiertas, dándole a mi agujero una delicada lamida antes de
poner sus manos sobre las mías y dedicarse a mí.

Me lame y chupa, retrocediendo para escupir en el agujero,


abriéndome con su lengua y sus tres dedos mojados en lubricante
mientras yo me retuerzo y jadeo, empujando mi dolorida polla contra el
colchón, buscando presión.

Se retira ligeramente, y oigo el arrugamiento del paquete al abrirse


y el chasquido del látex cuando lo baja. Entonces se mueve sobre mí,
empujando mi cara hacia la cama de una manera mandona que es
malditamente sexy.

209
Lily Morton Bellamente inesperado

Grito cuando desliza su polla lentamente dentro de mí y me besa


el hombro.

—¿Está bien? —me pregunta.

—Dios, sí. Sigue —jadeo—. Me encanta.

Cuando toca fondo, nos quedamos quietos mientras jadeo por el


ardor. Es más ancho que cualquiera de los que he tenido últimamente, y
me retuerzo contra el pellizco. El movimiento empuja su polla contra mi
punto dulce, y la luz de las estrellas se dispara a través de mí. Grito y me
levanto sobre las manos, arqueándome hacia él.

Él gime y, sujetando sus manos en mis hombros, empieza a


empujarse. El pelo húmedo de su pecho me araña la espalda, y gruñe
mientras se abre paso dentro de mí. Está increíblemente caliente y,
mucho antes que esté preparado, siento un cosquilleo revelador en los
huevos. Me agarro a la base de la polla y aprieto.

Cuando he evitado el clímax, miro hacia atrás. Su cara está dura y


fija.

—Para —le digo—. Ponte de espaldas en la cama.

Él detiene sus caderas y me mira fijamente, nuestras respiraciones


son fuertes en la silenciosa habitación.

—Eres un mandón. Debería haberlo adivinado, Laurie.

Sonrío, pero luego hago una mueca de dolor cuando se retira,


aunque lo hace lentamente. Voy a sentirlo mañana. Se tumba en el
colchón y su cuerpo musculoso contrasta con las sábanas blancas.

—Puede que me guste que conduzcas el sexo, Mags, pero me sigue


gustando ser parte de él. No quiero que me digan lo que tengo que hacer.

210
Lily Morton Bellamente inesperado

—No he conocido ninguna ocasión en la que lo hagas —dice con


ironía. El humor desaparece cuando me agacho sobre él.

—Métemela —susurro. Siento sus grandes manos apretando mis


nalgas antes que me empuje hacia arriba, agarrando su polla y
golpeándola contra mi agujero—. Dios, eres grande —digo, dando un
gemido gutural mientras me hundo sobre él, sintiendo cómo me llena.
Ambos gruñimos cuando mi trasero se encuentra con su regazo y su polla
está completamente dentro de mí.

—Móntame, Laurie —dice, y sus ojos se cierran mientras lo hago.

Salto sobre su polla, primero con suavidad, gritando por su grosor,


y luego con más fuerza hasta que me golpeo contra él. Sus manos me
tocan el culo y me inclino para besarlo.

Se queda paralizado durante un segundo, como si se sorprendiera


que lo esté besando durante el sexo, pero luego sus labios se abren y
gime en mi boca. Mantenemos la conexión, enredando nuestras lenguas
hasta que nuestros cuerpos se vuelven frenéticos, y sólo podemos jadear
en la boca del otro.

Me cosquillean los huevos y esta vez no me resisto. Paso los pies


por debajo de sus muslos y me siento hacia atrás, apoyando las manos
en su pecho y enredando los dedos en su vello. Me retuerzo y su profundo
gemido resuena en la habitación. Puedo sentir cada centímetro de él en
esta posición, y rápidamente estoy llegando al punto de no retorno.

—¿Mags?

—Sí —dice con voz gruesa—. Sí, Laurie.

Me abalanzo sobre él y su gran mano me agarra la polla. Me aprieta


mientras levanta el puño, y me corro, eyaculando en su palma hasta que

211
Lily Morton Bellamente inesperado

el semen se desliza por sus dedos. Cuando termina el último impulso, me


suelta y se lame los dedos.

Le empujo hacia abajo.

—No pares —digo con voz ronca—. Córrete en mí, Mags.

Me agarra de las caderas y me penetra un par de veces antes de


soltar un gemido truncado. Hay una explosión de calor dentro de mí
cuando se corre dentro del condón y entonces caigo hacia delante, sus
brazos me rodean inmediatamente y me sujetan con fuerza.

Finalmente, me desprendo de él y caigo de espaldas, mirando al


techo y tragando aire.

—Bueno, creo que deberías dejar ese cenicero en la mesilla de


noche, Mags. Está claro que ayuda —murmuro.

Le lanzo una mirada, y él se echa a reír, el sonido es fuerte y


contundente en la silenciosa habitación y no puedo evitar reírme
también. Se ocupa del preservativo y lo tira con bastante displicencia por
el lado de la cama, donde probablemente lo pisará más tarde. Reprimo
una sonrisa. Espero ver que eso ocurra. Luego se echa encima de mí y
me pasa el brazo por encima del estómago.

—Quédate un rato —me ordena.

—Bueno, sólo un minuto más o menos —susurro—. Tengo que


revisar mi caja de lazos antes de poder dormir.

Se ríe.

—Que sea uno bonito, cariño.

212
Lily Morton Bellamente inesperado

Me acomodo de nuevo en las almohadas, disfrutando del calor de


su cuerpo contra el mío, los pelos de su pecho haciéndome cosquillas en
las costillas y la humedad de su polla contra mi pierna. El olor a sexo es
embriagador. Respiro y cierro los ojos un segundo.

***

No sé cuánto tiempo pasa hasta que me despierto. Mierda, debo


haberme quedado dormido.

Me quito el pelo de la cara y miro el reloj. Son las tres de la puta


mañana. No puedo cerrar los ojos ni un segundo. Hace años que no
duermo tanto tiempo.

Miro a mi compañero de cama. Está tumbado de lado frente a mí,


y la luz de la luna juega con su cara, resaltando esos pómulos altos y
anchos.

Dormido, parece más joven, las afiladas líneas de su rostro se han


suavizado y carecen de la vitalidad que suele infundir su expresión. El
pelo se le ha caído sobre la frente, y mis dedos se agitan con el impulso
de echarlo hacia atrás. Ese impulso hacia la ternura me es totalmente
ajeno.

Es una agradable novedad poder observarlo sin que su cara se


vuelva divertida y presumida, como si me hubiera sorprendido en alguna
debilidad. Catalogo las líneas de su cuerpo y la belleza de la mano
extendida hacia mí, con aspecto algo inocente.

Me hormiguean los dedos y me invade la habitual necesidad de


dibujar. En los últimos meses, esta necesidad se ha multiplicado por mil
millones. El viejo, dulce y familiar atractivo de mi arte se ha convertido
ahora en una compulsión desesperada.

213
Lily Morton Bellamente inesperado

Ya no voy a dormir, así que salgo con cuidado de la cama, sintiendo


una agradable punzada en el culo. Mags se revuelve y yo me quedo
paralizado por un segundo, pero entonces se relame los labios y se gira
hacia su otro lado. Dejo escapar una lenta respiración y me arrastro
hasta el salón, donde me agacho para recoger mi ropa, que está
desparramada por toda la habitación, prueba de la desesperación que
nos había embargado antes.

Me visto rápidamente y salgo. Me detengo un segundo con la mano


en la puerta de entrada, embargado por el deseo contradictorio de volver
a su habitación, quitarme la ropa y deslizarme de nuevo en la cama.
Podría despertarle con su polla en mi boca y escuchar ese gruñido
jadeante que emite cuando se corre. Podría dejar que el sexo me
arrastrara a un lugar en el que ya no pudiera pensar.

Pero no lo haré y, cuando cierro la puerta en silencio, el clic de la


cerradura suena de algún modo definitivo. Vuelvo a mi piso, diciéndome
que lo supere.

—Sólo fue sexo —susurro en el silencio—. Para desahogarme.


Sácatelo de la cabeza.

Pero incluso cuando cojo mi cuaderno de dibujo y mi lápiz, él está


en el centro de mi mente. Exhalo lentamente y empiezo a dibujar. Mi lápiz
se mueve rápidamente y me pierdo en la tranquila alegría de dibujar. Es
una felicidad familiar de toda la vida, que se hace especialmente
punzante en este momento de mi vida. Cuando termino, me siento y
frunzo el ceño. En el papel de color crema, Mags yace desnudo entre sus
sábanas desordenadas e iluminado por la luz de la luna.

—Mierda —digo con sentimiento.

214
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 12
Mags
Me despierto cuando las persianas se apartan de la ventana y la
habitación se llena de los primeros rayos de sol de la mañana. Me estiro
en las cálidas sábanas y la memoria vuelve lentamente mientras mis
músculos protestan por el movimiento. Sonriendo, extiendo la mano por
la cama, pero no hay nadie y las sábanas están frías al tacto. Abro los
ojos y frunzo el ceño al ver la cama vacía. ¿Dónde coño se ha metido
Laurie?

Miro alrededor del dormitorio, pero no hay rastro de él. Estoy solo
en el ambiente impoluto de mi dormitorio y un sentimiento de ira se agita
en mi interior. Se ha ido sin despedirse.

Estoy haciendo el ridículo. No me gusta que los hombres se queden


en mi cama durante la noche. Hacen que la cama esté caliente y la
habitación desordenada.

Entonces, ¿por qué estoy tan enfadado? No sólo enfadado, estoy


furioso. Laurie me dejó sin despedirse, saliendo a hurtadillas de mi piso
como un ladrón mientras yo dormía. Peor aún, recuerdo cómo le pedí que
se quedara, acurrucándome a su alrededor, instándole a que se quedara
en mi cama.

Gimo y me paso las manos por el pelo, diciéndome que me calme.


No funciona.

Unos minutos más tarde atravieso el piso, sin afeitar, descalzo y


vestido sólo con mis pantalones cortos.

215
Lily Morton Bellamente inesperado

—Sr. Carlsen —jadea mi ama de llaves—. ¿Está usted bien? ¿Está


usted enfermo?

—Estoy bien, señora Sinclair —digo al llegar a la puerta principal—


. Sólo tengo que hacer un pequeño recado antes de desayunar.

—Pero señor Carlsen, se ha olvidado los zapatos.

Su voz escandalizada se desvanece cuando la puerta se cierra tras


de mí. Me dirijo al piso de Laurie y golpeo la puerta. Espero unos
segundos y vuelvo a golpear. Después de oír los familiares pasos
vacilantes, golpeo tres veces más por si acaso.

—Vale, no te muevas —refunfuña. La puerta se abre de golpe y


aparece él. La mirada cruzada de su rostro se convierte rápidamente en
sorpresa—. Mags —dice. Me mira de arriba a abajo y su labio se tuerce
al ver mi vestimenta—. Oh, pobre de ti. El código de vestimenta de la
corte es tan estirado.

Considero la posibilidad de intercambiar bromas ingeniosas e


inmediatamente lo descarto en favor de la acción. Le agarro la cara y le
aprieto la mandíbula con las palmas.

—¿Qué...? —Su pregunta se convierte en un gemido cuando lo


beso.

Ese sonido sensual es como una cerilla tirada en un cubo de


gasolina. Lo empujo contra la puerta y le devoro la boca con besos
furiosos. Toda la tensión desaparece de su cuerpo y se derrite contra mí,
con las manos en el pelo, tirando de él y chupando mi lengua.

Me alejo, nuestras respiraciones mezcladas son calientes y rápidas.

—Te has ido —le digo.

216
Lily Morton Bellamente inesperado

Él vacila.

—Lo hice. Tenía que pintar.

Me relajo ligeramente y su mirada se aparta de la mía.

—Lo siento —dice—. No pensé que te importara.

El leve rastro de compasión en su voz hace que me acalore de


vergüenza.

—Por supuesto, no me importa —digo inmediatamente, dando un


paso atrás—. Sólo fue un poco grosero. No mantengo a los hombres, pero
me gusta despedirme antes que se vayan a la mierda.

No es la verdad. Ni siquiera se acerca. Pero cuando el alivio aparece


en su rostro, me siento enfermo y mareado, como si estuviera en un
ascensor que bajara demasiado rápido. Nunca había estado en este lado
de la conversación. Así deben sentirse mis ligues cuando les doy la brasa
por la mañana. Sólo agradezco no haber decorado mis genitales.

—Mierda —dice—. Lo siento. Ha sido un poco grosero por mi parte.

Me encojo de hombros.

Se ríe, su alivio ahora es evidente.

—Dios, por un segundo pensé que habías desarrollado


sentimientos.

—No seas ridículo —digo con los labios rígidos. Todo mi cuerpo se
pone caliente y frío. ¿Estoy desarrollando sentimientos? Dejo ese horrible
pensamiento para más tarde.

217
Lily Morton Bellamente inesperado

Sacude la cabeza y, inclinándose, me besa suavemente. Huele a


pintura y sabe a café. Quiero acercarme a él y apretarlo, pero reprimo ese
terrible impulso y doy un paso atrás.

—Ven a desayunar —digo, haciendo que mi voz sea ligera y


uniforme.

—¿Es un eufemismo? —Su sonrisa es perversa.

Me río, sintiéndome liviano una vez más.

—No seas idiota. Ven a desayunar y luego te necesito hoy.

—¿Cómo un receptáculo para tu pene?

Pongo los ojos en blanco.

—Eso es lo menos atractivo que me has dicho nunca, Laurie, lo


cual es realmente decir algo. —Se ríe—. No, necesito que vengas conmigo.
Tengo que recoger a Don hoy.

Se le forma un surco entre las cejas, pero desaparece cuando


vuelve a sonreír.

—¿Don? ¿Es uno de tus hombres?

Levanto las cejas.

—No. Don como en Armagedón. El perro que me hiciste comprar.


El refugio me dio el visto bueno ayer, y hoy tengo que recogerlo. Ha sido
tu brillante idea, así que puedes acompañarme y llevarlo a cabo.

—¿Has pensado en ponerle otro nombre?

—Me lo pensaré —digo con aire señorial—. Ahora, ven a comer.


Eres piel y hueso.

218
Lily Morton Bellamente inesperado

***

Dos horas después, me dirijo a él.

—Creo que mi nombre fue totalmente apropiado, ¿sí?

Laurie y la señora que trabaja en el refugio observan al setter rojo


masticando alegremente su manta en su jaula. El agua de su cuenco
salpica por todas partes y los restos de algún juguete para masticar que
no estaba a la altura están esparcidos por la esquina. Mientras lo
observamos, se incorpora y empieza a aullar.

—Oh, míralo. ¿No es un encanto? —dice la señora—. Está


saludando a su nuevo papá.

Laurie resopla y yo me giro para mirarlo.

—Lo siento. ¿Su nuevo qué?

—Su papá —dice alegremente, abriendo el pestillo—. Ahora, tienes


que ser rápido para atraparlo porque es un cabrón que se escapa. Ayer
tardamos tres horas en recuperarlo. El pequeño travieso seguía jugando
al escondite. Oh, ¡maldita sea! —exclama cuando un destello rojo pasa
por delante de nosotros—. Se ha vuelto a ir.

Giro la cabeza lentamente para mirar a Laurie. Me ignora


estudiadamente, pero también tiene la cara rosada. Probablemente de
reprimir la risa.

—Ven aquí —grita la señora—. Es hora de ir a casa con papá.

El perro le lanza una mirada aburrida y se aleja. Laurie pierde la


batalla y rompe a reír.

219
Lily Morton Bellamente inesperado

—Lo siento —resopla—. No es divertido. Estoy seguro de que se


conformará. —Resopla y rompe en más carcajadas.

—Ya no le llamo Don —le informo al idiota que está a mi lado—.


Ahora se llama Endof.

—Qué bonito —dice la señora—. ¿Es una palabra suiza?

Laurie se muerde el labio y yo le dirijo a la mujer una mirada


perdida.

—Soy danés —le informo—. Y no. Es simplemente la conjunción de


tres palabras: fin de los días. Lo he acortado a Endof.

—Bueno, eso es encantador —dice con brío—. Ahora toma la


delantera y llevaremos a tu chico a casa. Dile que papá lo quiere en casa.

—Te voy a hacer pagar por esto —le digo en voz baja a Laurie, que
tiene lágrimas en los ojos. Chasqueo los dedos—. Ven aquí, Endof —digo
en voz alta. El perro deja de hacer cabriolas y me mira fijamente—. Ahora
—digo con firmeza—. Ven.

Disimulo mi asombro cuando hace exactamente eso. Cuando me


doy la vuelta, Laurie y la señora me miran fijamente.

—Uno debe tener el toque —digo con aire—. Sólo necesitan saber
quién es su amo.

—Vale, ahora entiendo a los jovencitos —murmura Laurie—. Todo


está en el tono de voz.

Ignoro al bobo y sigo a la mujer de vuelta a su despacho para


completar la enorme cantidad de papeleo que sólo tendría sentido si
estuviera adoptando al príncipe Guillermo. Al final, terminamos y

220
Lily Morton Bellamente inesperado

sonriendo mi agradecimiento a la mujer, me dirijo de nuevo al coche.


Laurie se pone al lado de Endof y de mí.

El perro tira de la correa y hace un alarmante ruido de asfixia.


Después de detenernos para comprobar que no se está muriendo, sino
que es aparentemente estúpido, nos ponemos de nuevo en marcha. Endof
se pasea meneando la cabeza y buscando una nueva oportunidad para
provocar el caos.

—Entonces, ¿qué es lo siguiente para nosotros? —le pregunto a


Laurie—. ¿Debería comprar un ariete, y podemos practicar la destrucción
de mi puerta principal? ¿O tal vez podríamos verter aceite hirviendo sobre
mis muebles?

Su labio se tuerce y se agacha para acariciar al perro, que


inmediatamente actúa como si Laurie fuera un miembro de su familia
perdida.

—Todas parecen opciones bastante anárquicas, Mags.

Suspiro.

—Eso es todo lo que me queda ahora que tenemos a Endof.

—Juraría que acabas de decir nosotros.

—Lo hice. Esto fue idea tuya, así que vas a ayudarme. —Considero
mi próxima agenda—. Tengo un juicio en Nottingham que empieza
pronto. Puedes tener a Endof mientras dure.

—¿Puedo tenerlo? Haces que suene como si te rogara su compañía.

Asiento de forma regia.

—Lo estabas haciendo. Sólo que lo hacías muy discretamente.

221
Lily Morton Bellamente inesperado

—Incluso se podría decir que en silencio.

—Ah, Laurie, después de la forma en que nuestros cuerpos se


unieron, nuestras mentes están tan afinadas como un par de violines.

Hay un silencio aturdido. No puedo evitar que se me levanten los


labios y me empuja.

—Que te den por culo. Me has engañado. ¿Un par de violines?


Mags, empiezo a pensar que es un buen trabajo que estés tan
vehementemente soltero si esa es tu idea de charla romántica.

—No tengo ni idea de lo que es una charla romántica —digo,


abriendo la puerta de mi coche y dejando que Endof entre en el asiento
trasero. Inmediatamente se sacude violentamente enviando pelo y saliva
canina por todos los asientos de cuero. Doy un suspiro de resignación y
vuelvo a la conversación—. No es precisamente algo que me haya pasado
en la vida.

Laurie se sube al asiento del copiloto.

—Ni a mí.

Le lanzo una mirada.

—¿Ni siquiera con los creadores de tus mixtapes?

Parece desconcertado durante un segundo y luego se ríe.

—La verdad es que no, ya que la lista de reproducción consistía en


canciones como I Wanna Sex You Up56 y Fuck Forever57.

56 Color Me Badd - I Wanna Sex You Up https://youtu.be/Oxu3pq319r0


57 Babyshambles - Fuck Forever https://youtu.be/pOpz_3O5Lho

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Lily Morton Bellamente inesperado

Arranco el coche y me sumo al tráfico del fin de semana londinense.

—Este es un buen coche —dice Laurie, acariciando el asiento de


cuero.

—No lo uso mucho. Prefiero ir andando o coger el metro.

—¿Subes al metro? ¿Tú?

—¿Por qué lo dices con ese tono de incredulidad?

—Porque no tienes pinta de ir en transporte público. Es como si


Carlos I fuera a un sombrerero.

—Tus analogías son completamente ridículas.

Ambos saltamos cuando Endof empuja su cabeza entre nosotros,


jadeando felizmente.

—Aww, bebito —canturrea Laurie—. Quiere estar junto a su papá.

—Qué selección de palabras tan aborrecible —digo con disgusto.

Laurie acaricia al perro.

—Tenemos que conseguirle un arnés.

—Ahora tengo tantas preguntas —murmuro.

Se ríe.

—Necesita un arnés, una correa, cuencos para la comida y algo


para asegurarlo en el coche para que no se haga daño. También
necesitará un chequeo y un certificado de salud.

—¿Por qué? ¿Acepta un trabajo con el gobierno?

223
Lily Morton Bellamente inesperado

—Lo necesitas si viajas con él ahora que no estamos en Europa.

Lo considero y luego asiento.

—Sí, lo necesitaremos. Coge el teléfono y mira si hay algún


veterinario por aquí.

—Sí, capitán.

—Y empieza a hacer una lista —digo, ignorando su sarcasmo—. Es


como llevar un bebé a casa —digo mientras Endof me lame la oreja—.
Eso es asqueroso —le informo, pero él sólo me dedica una sonrisa
perruna.

—¿Nunca has querido tener hijos, entonces? —me pregunta,


tecleando en su teléfono.

—Prefiero tener sífilis. —Se ríe a carcajadas y me explayo—. Sería


un padre terrible, y la idea de ser responsable de una persona pequeña
es horrible.

—Vas a ser responsable de Endof —señala y luego sacude la


cabeza—. Estoy bastante seguro de que el pobre perro acabará cuidando
de ti de todos modos.

Le doy a esa afirmación la atención que merece, que es nada.

—¿Y tú? —pregunto—. ¿No te apetecen pequeños Lauries?

Arruga la nariz de una manera que no debería ser tan encantadora


como lo es.

—No. Me gusta mi vida tal y como es. Sin ataduras. Sin


expectativas. Nadie perecerá porque yo decida pasar dos días trabajando

224
Lily Morton Bellamente inesperado

en un cuadro sin parar para comer. Me conformaré con mimar a mis


sobrinos.

—Estamos de acuerdo, entonces —murmuro—. Eso sí, tienes que


comer bien —le informo—. Uno no puede trabajar bien si no tiene
suficiente combustible.

—No soy un Vauxhall Corsa.

—Definitivamente no. Dan muchos menos problemas.

Se ríe y luego se ocupa de dirigirme al veterinario, con su voz cálida


en mi oído.

Una hora después nos encontramos en la sala de espera. Endof


está sentado recatadamente a mis pies. Su aspecto es muy engañoso, ya
que acaba de pasar la última hora aullando a todos los animales en su
radio y probablemente ha traumatizado gravemente a un jerbo. En
consecuencia, todo el mundo en la sala se aleja de nosotros.

Laurie se sienta de nuevo en su asiento, con la pierna cruzada


sobre la rodilla y el pie sacudiéndose. He llegado a la conclusión de que
no puede quedarse quieto y que debe estar constantemente moviendo
alguna parte del cuerpo. A mi madre le pasaba lo mismo. Me pregunto si
está quieto cuando pinta. Está leyendo una revista sobre perros y se
divierte lanzándome datos.

—¿Sabías que los perros pueden olfatear al mismo tiempo que


respiran?

—No lo sabía —digo, acariciando a Endof cuando fuerza su cabeza


contra mi mano—. Tampoco sabía que un galgo podía ganar a un
guepardo en una carrera, y que los perros tienen una pata preferida, y
toda la demás información inútil que me has proporcionado.

225
Lily Morton Bellamente inesperado

—Deberías leer más —dice con voz seria, hojeando otra página.

—Lo hago —digo pacientemente—. Por otro dictado tuyo. Estoy


leyendo el tercer libro que me hiciste comprar.

Levanta la vista, interesado al instante.

—¿Te gusta?

Dudo antes de decir:

—No, no me gusta.

—Una crítica literaria sin parangón.

Pongo los ojos en blanco.

—Tengo muchas cosas en la cabeza. La ficción no ayuda a ello.

Parece de repente preocupado.

—¿Cuál es el problema, Mags?

—¿Podría ser que mi nombre no es Mags?

—No. Inténtalo de nuevo.

—En realidad no es nada. —Endof mira un gato persa en un


maletín de aspecto caro, y le doy un golpe con la rodilla—. No —digo—.
Ni en un millón de años. —Él jadea, dedicándome lo que parece una
sonrisa de perro acompañada de ojos desorbitados y un aire
enloquecido—. Eres un monstruo —le informo. Me vuelvo hacia Laurie
para encontrarlo mirándome—. ¿Qué?

Se revuelve en su asiento y me sorprende ver que le sube el rubor


a la cara.

226
Lily Morton Bellamente inesperado

—Nada. Sigue con tus problemas.

—¿Son más interesantes que tus datos sobre el perro?

—Supongo que sí. A no ser que me digas que tienes lombrices,


porque según esta revista, tienen un nuevo tratamiento para eso.

—Que yo sepa, no.

—¿Problemas? —entona.

—No duermo muy bien en el periodo previo a un juicio.

—¿Es todo eso de no preocuparse por las chorradas de tu cliente?


—dice en tono comprensivo.

—No —digo, sin poder evitar el filo revuelto en mi respuesta—. No


me importa, y eso es algo bueno.

—¿Por qué?

—Porque no estaría haciendo mi trabajo correctamente. No puedo


permitirme el lujo de preocuparme. Sólo tengo que defenderlos. Ese es mi
trabajo. No soy su amigo, ni su familia, ni su sacerdote. Soy su abogado.

—Ya veo que todos esos dramas legales que vi no sirvieron para
nada.

Pongo los ojos en blanco.

—Dramas ridículos.

Sonríe.

—Entonces, ¿el problema es que no puedes dormir?

227
Lily Morton Bellamente inesperado

—No. —Miro ociosamente alrededor de la sala de espera—. Mi


cabeza está demasiado llena de hechos. Se arremolinan ahí arriba como
un… —Busco la palabra—. Como un caleidoscopio. —Suspiro—. Ack. Ya
ves el problema, Laurie. Ni siquiera puedo invocar las palabras.

Él escudriña mis facciones y casi puedo ver los pensamientos que


se arremolinan detrás de sus ojos. Empieza a decir algo, pero la puerta
se abre y un hombre con bata llama:

—¿Endof Carlsen?

Me pongo rígido.

—¿Me está citando por el nombre de mi perro?

Laurie se ríe y se levanta.

—Acostúmbrate.

—¿Y qué es eso de darle mi apellido? No estoy casado con esa


ridícula criatura.

—No, sólo eres su papá —dice mi supuesto amigo, sin poder evitar
su sonrisa mientras se acerca al veterinario que espera.

Miro a Endof.

—Ridículo —digo, y él gime como si estuviera de acuerdo.

La siguiente media hora la pasamos viendo cómo el veterinario


examina a Endof y le pone la segunda serie de vacunas. Me sermonean
sobre sus necesidades de una manera más propia de la adopción de un
niño, y yo escucho dócilmente mientras soy plenamente consciente de
que Laurie oculta mal su sonrisa.

228
Lily Morton Bellamente inesperado

Finalmente, el veterinario se dirige a su ordenador.

—He firmado su certificado de salud. Lo necesitará si piensa viajar


ahora que ya no estamos en Europa. Es su pasaporte. Lo archivaré, pero
¿quieres una copia?

Asiento y le doy las gracias cuando me lo entrega. Lo doblo


limpiamente y lo meto en mi cartera.

—¿Por qué en tu cartera? —pregunta Laurie, tan entrometido como


siempre.

Arrugo la nariz. Hurga en la información como si le pagaran por


pregunta.

—Puede que decida viajar al extranjero rápidamente.

—¿Tan rápido que no puedes ir a casa a imprimirlo? No sabía que


los abogados fueran tan impetuosos trotamundos.

—Lo que sabes de los abogados cabría en el reverso de un sello


muy pequeño —le informo.

El veterinario y él se ríen, y yo pongo los ojos en blanco y miro a


Endof.

—¿Listo, amigo mío?

Da un suave ladrido y, ante el asombro de todos, se sienta y me


ofrece una pata.

Laurie sacude la cabeza.

—No me lo esperaba.

229
Lily Morton Bellamente inesperado

—Yo sí —digo sin tapujos—. Espero que se comporte, y el animal


siente mi voluntad. Es sencillo, de verdad.

Arquea una ceja.

—¿Tan sencillo como que te muerda la cartera?

Miro a Endof, que inmediatamente adopta una cara de inocencia


que se ve ligeramente estropeada por la cartera de cuero que le cuelga de
la boca.

—Bah. Este animal es defectuoso.

***

Endof se comporta bien durante una parada para conseguir


provisiones para él e incluso en el viaje de vuelta a casa, lo que nos deja
a Laurie y a mí mirándolo con profunda sospecha. Cuando salimos del
ascensor, Laurie saca sus llaves y yo le miro como un idiota.

—¿Adónde vas?

—A casa —dice—. Bueno, a casa de mi hermano. Es un largo viaje


de ida y vuelta al sur de Francia.

—¿Puedes pronunciar una frase que no implique burlarte de mí?

Lo considera seriamente y luego sacude la cabeza.

—No.

—Espera. ¿Me dejarás solo con él? —Hay una nota frenética en mi
voz que no puedo reprimir.

—¿Quién?

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Endof —susurro—. No sé qué hacer con él.

Se muerde el labio, con una sonrisa en la comisura de la boca.

—Es un perro, Mags. No tienes que hacer mucho más que amarlo,
alimentarlo, pasearlo y darle un lugar donde dormir. No tienes que
inscribir su nombre en una escuela ni ahorrar para su dote.

Pongo los ojos en blanco.

—No puedo imaginar en qué consistiría su dote. Es muy probable


que el sarcasmo sea un componente. —Se ríe entre dientes y suspiro—.
Estoy seguro de que nos irá bien —digo con altanería. Miro a Endof, que
hace un gesto salvaje con la cabeza—. Probablemente será bastante dócil
una vez que estemos solos —digo dudoso.

Estaba muy equivocado. Al caer la noche, Endof ha destrozado su


cama, dos mandos a distancia y las patas de mi sofá. Ahora está tumbado
en el mencionado sofá, con los ojos en blanco. Me quedo mirándolo con
las manos en las caderas. Después de unas horas sin saber dónde se
producirá el próximo ataque a mis defensas, estoy sudado y despeinado.
Es como me imagino el purgatorio. El cansancio tira de mi cuerpo y
suaviza mis procesos de pensamiento.

—Eres una amenaza —le informo a la criatura, que emite un


gemido y rueda sobre su espalda con las piernas en el aire.

Suena el timbre e inmediatamente se da la vuelta con una


expresión maniática en la cara.

—No —digo, pero es inútil. Sus ladridos suenan como si creyera


que alguien está asaltando mi casa.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Cállate —le ordeno, pero reacciona de la misma manera que ha


tratado todas mis instrucciones en las últimas horas. Me ignora por
completo—. Te he cambiado el nombre, estúpido animal —murmuro,
agarrando su collar—. Ahora te llamas Laurie.

Abro la puerta de golpe y miro al hombre que se apoya en el marco


de la puerta con una bolsa de papel en la mano.

—¿Qué quieres? —le pregunto.

Él sonríe.

—Quería ver cómo se instaló Endof.

—Muy bien, si eso significa destruir el piso.

Se ríe.

—Me lo imaginaba. —Me empuja, totalmente convencido de su


acogida, como probablemente debería ser. Le he puesto la proverbial
alfombra roja desde que lo conozco.

Mira las carpetas repartidas por la mesa del comedor y luego me


lanza una mirada.

—Pareces cansado —dice con voz más suave.

—Estoy bien —digo con un suspiro—. Gracias. El sueño siempre


es difícil de conseguir en estos momentos. Puedo ponerme al día más
tarde.

Entra en la cocina y Endof y yo le seguimos automáticamente. Deja


la bolsa en la encimera y saca un frasco.

—¿Qué es eso? —pregunto.

232
Lily Morton Bellamente inesperado

—Miel.

—Y está en mi piso, ¿por qué?

Se arremanga.

—Voy a prepararte leche caliente y miel.

—Por Dios, ¿por qué?

Se ríe

—Para que puedas dormir. Es un remedio infalible. Mi madre nos


lo preparaba.

—¿Tenías cinco años? No me imagino que haya pasado


últimamente. —Miro con atención las ojeras que tiene.

Se sonroja, y yo cedo inmediatamente. Por alguna razón, cuando él


se siente incómodo, a mí me pasa lo mismo. He dejado de intentar
racionalizar el porqué.

Se anima y se afana en mi cocina.

—Ve a ducharte —me dice—. Yo voy a sacar a Endof a orinar y


luego te prepararé la bebida.

Incapaz de pensar en una razón para no obedecerle, hago lo que


me dice y me voy a duchar.

Cuando vuelvo a mi salón, le encuentro de pie, a una distancia


prudente de la ventana, contemplando las vistas. Ha caído la noche y el
balcón envolvente está a oscuras, los muebles del patio ensombrecidos.
Su rostro es introspectivo, le falta la vitalidad habitual, y puedo ver lo

233
Lily Morton Bellamente inesperado

cansado que está. Endof ladra y se acerca, moviendo la cola y haciendo


saber a Laurie que estoy aquí.

Se gira y sonríe de inmediato, disimulando su expresión. Frunzo el


ceño.

—¿Te sientes mejor? —dice—. Me he deshecho de la cama de


Endof. —Su labio se tuerce—. Estaba extendida de forma bastante
exhaustiva por el piso.

—Endof es un perro de grandes declaraciones —le informo.

Sonríe.

—Como su padre.

—Laurie —le advierto.

Se ríe a carcajadas.

—Vamos. Te prepararé la leche.

—Y una para ti.

Levanta una ceja en forma de pregunta, así que me explayo.

—Si estás experimentando conmigo, exijo verte beber una primero.


—Sus ojos se entrecierran, y asumo una expresión inocente—. Es lo más
sensato. Podrías estar drogándome para salirte con la tuya.

—Ya me he salido con la mía, y no ha hecho falta ninguna droga.

—Eso es porque soy manifiestamente fácil —le informo.

234
Lily Morton Bellamente inesperado

Por alguna razón, mi afirmación le hace cosquillas. Sigue riéndose


mientras calienta leche en la cafetera. Hace un ruido como el de una
apisonadora.

Me acomodo en la barra del desayuno y le observo. Parece estar en


casa, pero me he dado cuenta de que esa es una de sus características.
Tiene una confianza suprema y silenciosa. Se siente cálido y cómodo.
Nada se le escapa.

Vierte la leche en dos tazas y desliza una delante de mí.

—Leche sedosa —dice.

—¿Perdón?

—Lo llamábamos así cuando éramos niños. Es por el batido. Hace


que se sienta sedosa.

—¿Sabes qué es lo que se siente sedoso? —Levanta una ceja—. Un


martini espresso58 —le digo.

Lo descarta con un ligero gesto de la mano y busca en el armario


antes de exclamar triunfalmente y sacar la lata de galletas

—Galletas de jengibre caseras —dice—. Encantadoras.

Se sienta en la barra junto a mí y saca una galleta antes de


inclinarse y mojarla en mi leche.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, sin poder evitar el humor en


mi voz.

58El martini espresso es un cóctel frío con sabor a café elaborado con vodka, café
expreso y licor de café. No es un verdadero martini ya que no contiene ginebra ni vermú,
pero es una de las muchas bebidas que incorporan el término en sus nombres.

235
Lily Morton Bellamente inesperado

—Mojando mi galleta, para que esté blanda. —Da un mordisco y


zumba de placer, un sonido que recuerda bruscamente al que hizo
cuando le metí la polla por primera vez. Cambio de posición para aliviar
la presión sobre mi polla.

—Ya lo veo —digo, retomando la conversación con la misma


tenacidad con la que Endof sigue intentando asesinar su ropa de cama—
. Sólo no estoy seguro de por qué estás ablandando tu galleta en mi leche.

Da otro mordisco.

—Migas —dice a través de un bocado de galleta.

—Asqueroso —digo enérgicamente, pero no tapa del todo mi


admiración.

Me sonríe.

—Bébete la leche —dice, señalando mi taza con la cabeza—. Y luego


a la cama.

—Son las nueve y media de la noche. No estoy en una residencia


de ancianos ni en un hospital.

Arruga la nariz.

—¿Y me lo dices porque…?

—Porque esa es la única razón para ir a la cama a esa hora. —Hago


un ruido—. Es una pendiente resbaladiza, Laurie. Después de unos días
de acostarse temprano, estaré usando pantalones con cintura elástica y
siendo gratuitamente grosero con los extraños.

—Creo que ya estás en la última etapa, y al menos nunca te


pelearás con los botones.

236
Lily Morton Bellamente inesperado

Le observo mientras da un sorbo a su bebida. Para ser alguien tan


ansioso por ensalzar las ventajas de acostarse temprano, no hace caso a
su propio consejo.

Paso a la segunda fase de mi plan mientras él deja su taza vacía.


Me tomo la bebida. Es dulce y espumosa y huele a canela, y sí, es sedosa,
maldito sea.

—Ven entonces —digo y me pongo en pie.

—¿Ir a dónde?

—A la cama, por supuesto.

—¿Es una situación sexual?

Parpadeo.

—No. —Hago una mueca de disculpa—. Me temo que estoy


demasiado cansado para tener una erección esta noche, Laurie. Es decir,
probablemente podría tener una. Sólo me falta la energía para hacer algo
al respecto.

—Apuesto a que le dices eso a todos tus jovencitos.

—No. —Suspiro felizmente—. Es tan agradable ser tu amigo,


Laurie, a tu edad. —Es la verdad oculta en el humor. Con los hombres
más jóvenes, tengo una imagen que mantener. Nunca he sentido eso con
Laurie, y es una de las mejores cosas de ser amigo suyo. Puedo admitir
que estoy cansado y que no tengo ganas de sexo.

Sacude la cabeza.

—Soy más joven que tú.

237
Lily Morton Bellamente inesperado

—Y te quedas aquí esta noche.

Sus ojos son enormes en su cara.

—¿Sí?

Asiento.

—Sí —digo enérgicamente—. Tengo cosas que deseo discutir sobre


el libro que me hiciste comprar, y es la primera noche de Endof. Se ha
vuelto tolerante con tu presencia y desea que te quedes aquí.

—¿Y estás seguro de que esa es la opinión de Endof?

—Por supuesto. —Me dirijo a mi dormitorio, consciente de que me


sigue con desgana.

—No estoy seguro de que esto sea una buena idea —dice con una
voz ligeramente aterrada que disfruto demasiado—. No duermo bien,
Mags, y te molestaré.

—En absoluto. —Enciendo las lámparas de las mesitas de noche y


la habitación se llena de un cálido resplandor contra la oscura noche de
fuera—. Vamos —digo. Me quito la camiseta y me miro los pantalones
cortos—. Suelo dormir desnudo —digo.

Él niega con la cabeza.

—He visto la mercancía, Mags. No tengo miedo de dormir junto a


tu pene desnudo.

Sonrío alegre e inmediatamente me despojo de la ropa.

238
Lily Morton Bellamente inesperado

—Detesto llevar nada en la cama. —Me meto entre las sábanas y


me apoyo en las almohadas con un suspiro de satisfacción—. Vamos —
digo mientras él duda.

Endof no tiene esa duda y salta al extremo de la cama. Le señalo la


segunda cama que he comprado en la tienda y que he colocado en el suelo
al final de la cama.

—Súbete a la cama —le ordeno.

Me mira con desconfianza y Laurie sonríe.

—Pobrecito. Sólo quiere estar cerca de ti.

—Algo en lo que se está tomando su tiempo —digo—. Desvístete.


Quiero hablar de cosas contigo.

—Eres consciente que no eres un miembro de la familia real,


¿verdad?

—Me faltan las orejas prominentes. —Señalo a Endof y luego la


cama—. Entra ahí —digo usando mi voz de tribunal, y finalmente se
escabulle con un suspiro agravado y se tumba en su cama, mirándome
con ojos anhelantes.

Me doy la vuelta cuando Laurie se desliza en la cama a mi lado y


veo su cuerpo largo y delgado y la suave longitud de su polla. Mi polla se
estremece, pero la contengo. Esta noche se trata de que duerma un poco,
así que le atraigo a la conversación, manteniendo la voz uniforme. Insisto
en leerle los pasajes ofensivos del libro, manteniendo mi voz uniforme y
suave, y sus ojos empiezan a caer. Al cabo de unos minutos, está
profundamente dormido, con sus largas pestañas recostadas sobre sus
finas mejillas.

239
Lily Morton Bellamente inesperado

Le miro con alegría y apago las luces. Me pongo de lado, de cara a


él. Más allá de él, Londres se extiende en luces parpadeantes
multicolores, pero las ignoro en favor de deslizarme más cerca de él,
inhalando su olor a jabón y sintiendo el calor de su piel. Exhalo
lentamente y mis ojos se cierran. Unos segundos más tarde, la cama se
deprime y Endof se une subrepticiamente a nosotros.

—Sólo esta noche —susurro. Mientras él se acurruca en la curva


de mis rodillas, yo deslizo mi brazo sobre la cintura de Laurie y me deslizo
hacia el sueño.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 13
Dos semanas después
Mags
Me apoyo en la pared del ascensor del hotel con un suspiro de
cansancio. Parece que llevamos dos años en Nottingham en lugar de dos
semanas.

—Todo va bien, señor.

Entrecierro los ojos hacia mi alumno.

—¿Tú crees, Sean?

Él arruga la nariz, y yo tengo un flash de Laurie haciendo lo mismo.

—Bueno, mientras podamos evitar que el señor Pinton monte su


propia defensa, deberíamos estar bien.

—Si lo hace, su personalidad hará que defender a Hitler sea una


perspectiva fácil.

Resopla

—El Sr. Pinton es un poco abrasivo.

—He conocido estropajos con mejores personalidades. —Se ríe, y


yo cambio mi mochila a la espalda a una posición más cómoda—. Has
sido de gran ayuda, Sean.

Se sonroja.

241
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿De verdad? Gracias, señor.

—Es Magnus. Ya te lo he dicho. Ha sido de gran ayuda. Tienes un


muy buen cerebro legal. Lo harás bien.

—Gracias. Eso significa mucho —dice en voz baja.

Busco una forma de romper el momento, y Endof me proporciona


la perfecta al gemir a mis pies.

—¿Ha dicho Miriam que Endof se ha portado mejor hoy?

Su labio se tuerce.

—Dijo que fue adecuado.

—Ack, me temo que ese es el límite de lo que podemos pedir a la


desgraciada criatura.

—Aparentemente, no es tanto la masticación. Es más bien el


aullido constante. Está muy apegado a ti.

Pongo los ojos en blanco.

—Estoy seguro de que lo está. Posiblemente soy la única persona


en el Reino Unido que es tan estúpida como para quedarse con él.

—Creo que tú estás igual de encariñado. Miriam dijo que nunca


había escuchado algo como que le pidieran que cuidara el perro de un
QC.

—Ella debería ramificarse más.

Se ríe.

—Creo que le gusta en secreto. Le compró más juguetes para jugar.

242
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Los frotó con arsénico antes de dárselos?

Las puertas del ascensor se abren mientras él estalla en


carcajadas, y yo chasqueo la lengua al perro.

—Ven, desgraciada criatura.

—Mags, ¿es esa la forma de hablar con tus colegas?

La voz cálida y familiar viene de las sillas junto al ascensor, y me


doy la vuelta, casi desequilibrándome en el proceso

—Laurie —jadeo.

—Soy yo —dice suavemente mientras Endof da un ladrido de


alegría y se apresura a saludarlo. Laurie se agacha para acariciarlo.

—¿Qué haces aquí?

—Pensé en comprobar cómo se las arregla Endof contigo.

El resoplido de risa de Sean me recuerda que tenemos un testigo.

—Sean, este es Laurie. Es un tonto de remate. Laurie, este es Sean,


mi alumno.

—Tienes mis más profundas simpatías —dice Laurie, con una


sonrisa tirando de sus labios. Hay sombras oscuras bajo sus ojos y,
aunque puede ser mi imaginación, parece aún más delgado. Sus
pantalones cortos caqui le cuelgan de las caderas, y el cuello estirado de
la camiseta amarilla deja ver su prominente clavícula. Frunzo el ceño.

Ajeno a mi estado de ánimo, Sean sonríe.

—Es un placer conocerte, Laurie. Magnus ha hablado mucho de ti.


—Me sonrojo y Laurie me dirige una mirada de suficiencia. Sin darse

243
Lily Morton Bellamente inesperado

cuenta de la bomba que acaba de soltar, Sean continúa—: Bueno, debo


irme. Voy a pedir el servicio de habitaciones y a desmayarme.

Arrastro mi atención de Laurie para encontrar a Sean mirando


entre Laurie y yo con una expresión detenida en su rostro. Me sonríe.

—Buenas noches, Magnus. Nos vemos por la mañana.

—Bien temprano. Tenemos que volver a repasar las declaraciones


finales.

Esboza un saludo y se mete en su habitación, dejándonos a Laurie


y a mí en silencio.

—No puedo creer que estés aquí —digo, el placer me recorre.

He hablado con él todas las noches desde que llegué. Al principio,


intenté mantener la distancia, pero fue inútil porque me enviaba
mensajes divertidos todo el tiempo, así que me acostumbré a llamarlo
todas las noches. Le he contado cosas divertidas de mis días, y él me ha
hecho reír, y de alguna manera, ha hecho que el tiempo de ausencia
vuele. Sin embargo, al verle en persona me doy cuenta de lo mucho que
le he echado de menos. Alejo ese pensamiento preocupante.

Hace una mueca.

—Fue una cosa del momento. Puedo irme si prefieres estar solo.

—No. —Endof ladea la cabeza para mirarme y yo me retuerzo—. No


—digo en voz baja—. Me alegro de verte.

Nos quedamos mirando el uno al otro durante un segundo hasta


que Endof gime, y ambos dirigimos nuestras miradas hacia él.

244
Lily Morton Bellamente inesperado

—De todos modos —dice Laurie rápidamente—, quería ver cómo te


las arreglabas con Endof.

—¿De verdad? —Soy incapaz de evitar la decepción en mi voz.

Sus ojos vuelan a mi cara, y vacila antes de decir en voz baja:

—No, sólo quería verte. Te he echado de menos.

Me recorre una calidez que nunca había experimentado. He


alcanzado cotas en mi carrera que pocos consiguen. Me han presentado
a la reina unas cuantas veces y me he movido en círculos muy exaltados,
pero nada me ha afectado tanto como que este hombre diga que me ha
echado de menos. Sacudo la cabeza para aclarar mis pensamientos.

—Bueno, pasa —digo con demasiada efusividad, a juzgar por el tic


de sus labios. Nos hago pasar a la suite.

Él silba.

—Bonito alojamiento.

Me encojo de hombros.

—Me gusta. Nos vamos a quedar aquí un tiempo, así que me gusta
estar cómodo.

Nos alojamos en un gran hotel antiguo con vistas a la verde


extensión de Wollaton Park. Es tranquilo y silencioso, que son dos de mis
principales requisitos cuando estoy fuera trabajando.

—Sí, ¿qué te parece ese nosotros? No podía creerlo cuando dijiste


que lo traías. —Mira como Endof se acerca a su cama junto a la
chimenea, moviendo la cola—. Sabes que lo habría cuidado.

245
Lily Morton Bellamente inesperado

—Es mío —digo, arrojando la chaqueta del traje sobre el sofá de


felpa y aflojando la corbata—. Siempre cuido lo que es mío.

Hay un largo silencio que él rompe bruscamente.

—¿Te importa que esté aquí?

Vuelvo a fijarme en su aspecto: el pelo desordenado y el rostro


delgado y anguloso con sombras violáceas bajo sus bonitos ojos.

—No —digo secamente—. Ven aquí.

El momento oscila entre la ligereza y la pesadez, pero entonces se


estremece y camina hacia mis brazos. Lo rodeo con fuerza y lo beso con
fuerza. Su boca se abre bajo la mía inmediatamente, y da un suspiro
tembloroso que hace que mi polla se ponga rígida.

—He echado de menos esto —dice, apartándose ligeramente.

—Te he echado de menos —digo, apartando su pelo y mirando esos


ojos verdes iluminados por el sol. Hoy están enrojecidos, con vetas rojas
en el blanco. Frunzo el ceño—. ¿Has estado trabajando hasta tarde?
Tienes los ojos muy rojos.

Se retira

—Sí —dice rápidamente—. Necesitaba pintar.

—¿Y has terminado?

—He terminado totalmente. —Su tono es más sombrío que


satisfecho, y me pregunto si es así cuando termina un cuadro. Los
artistas pueden ser increíblemente melancólicos. Lo aprendí tras años de
vivir en la misma casa que mi madre y quienquiera que se quedara con
nosotros.

246
Lily Morton Bellamente inesperado

Odio que esté triste y, para evitar una conversación en la que


inevitablemente haré el ridículo, vuelvo a besarle, tirando de él con fuerza
y apretándolo contra mí. Su polla se endurece contra la mía y emite un
gemido ahogado.

—He pensado demasiado en esto —dice, apartándose para tomar


aire.

—Me necesitas —digo con arrogancia.

No se burla de mí. En cambio, me rodea el cuello con los brazos y


acerca su boca a la mía. Es una invitación que no dudo en aceptar.

El sexo es extrañamente íntimo esta vez. Se tumba de lado


mientras yo le sostengo la pierna y le follo por detrás. Siempre presto
atención a las necesidades de mis parejas sexuales, pero en última
instancia participo en el acto porque busco mi propia liberación. Me gusta
hacer los movimientos correctos para que ambos nos corramos, pero
luego quiero olvidarme rápidamente de mi pareja y seguir con mi vida.

Pero esta noche me tomo mi tiempo con Laurie. Mientras mi polla


se desliza sin cesar dentro y fuera de su agujero, observo con avidez su
cara, que se enrosca en líneas de placer. Me encanta la forma en que se
deja llevar por completo. No parece importarle el aspecto que pueda tener,
ni parece deliberado o consciente de sus acciones. Se concentra
únicamente en nuestro placer, extendiendo la mano hacia atrás para
tocarme, poniendo su mano sobre la mía donde me agarro a su pierna,
girando para que pueda besarlo y gimiendo en mi boca.

Es intensamente erótico estar tumbado en esta habitación en


penumbra escuchando los sonidos de los gruñidos, los gemidos y las
bofetadas de carne, y viendo cómo esos ojos claros se nublan y

247
Lily Morton Bellamente inesperado

desenfocan. Bombeo mis caderas con fiereza, viéndome penetrar en él y


viendo cómo rebotan sus nalgas.

El clímax se apodera de mí, pero tengo la suficiente presencia de


ánimo para apretar su polla y darle dos fuertes tirones. Él grita y se corre
sobre las sábanas antes que yo gima, corriéndome con fuerza y
empujando dentro de él como si intentara fundir nuestras carnes.

Nos quedamos jadeando durante unos segundos antes que me


retire y lo tranquilice con un beso mientras emite un sonido de angustia.

—Voy a buscar un paño —digo con voz ronca—. Quédate ahí.

Me dirijo al cuarto de baño y me veo en el espejo: un extraño con


una expresión de aturdimiento en el rostro. Sacudiendo la cabeza, cojo
una toalla de mano y la mojo cuando el agua corre bien caliente.

Cuando vuelvo, Laurie está tumbado de espaldas. Las sábanas


están arrugadas y medio estiradas sobre una pierna, pero su esbelto
cuerpo está desnudo, la luz del atardecer dora su piel y resalta la oscura
línea de vello que se extiende desde su ombligo hasta el arbusto que rodea
su polla. Incluso sus pies son elegantes y están muy arqueados. Le paso
el dedo por la planta del pie, y se sacude.

—Imbécil —dice.

Riendo, me deslizo en la cama junto a él y le paso el paño por el


estómago, limpiando la corrida. Me observa solemnemente, con los ojos
ocultos en la sombra, pero abre obedientemente las piernas cuando le
insisto, dejándome limpiar entre ellas.

—Serías una enfermera encantadora —dice.

Vuelvo a reírme.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Sería la peor enfermera que existe.

Tararea, con una sonrisa en los labios.

—Probablemente tengas razón. La enfermera Ratched te enviaría


cartas de fans.

Tiro el paño al suelo y lo atraigo hacia mí.

—Estás demasiado delgado —le digo—. ¿Cuándo has comido por


última vez? —Hace una pausa para pensar, y yo gruño en señal de
desaprobación—. Ack, si tienes que pensarlo, es demasiado tiempo.
Pediré al servicio de habitaciones.

Enlaza sus piernas con las mías.

—Suena encantador. ¿Puedo pedir un filete? ¿Es demasiado?

Sacudo la cabeza.

—Puedes comer veinte filetes si lo deseas. No hace falta que lo pidas


como si no tuviera dinero y tuviera que limpiar la cocina para pagar tu
comida.

—¿Qué tal una tarta de queso? ¿Puedo tener una gran rebanada
de pastel de queso con crema fresca?

Me muerdo el labio para ocultar mi sonrisa.

—Cielo santo, cálmate un poco. No estoy hecho de oro, Laurie.

Me pasa el brazo por encima y se acurruca en mí.

—Te he echado de menos —dice, con su aliento agitando el vello de


mi pecho.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Levanto la mano y le acaricio el pelo. Es un gesto torpe porque no


estoy acostumbrado a la ternura, pero no dice nada y se limita a mirarme
con esos ojos suaves.

—¿Qué estamos haciendo? —dice finalmente.

Pasa un largo momento.

—No lo sé. Creo que probablemente sea un error, ¿sí?

Sus labios se tensan.

—Sin ataduras, Mags —dice con voz suplicante.

Trago con fuerza.

—Ninguna en absoluto, Laurie.

Las palabras se sienten incómodas en mi boca, como si mi lengua


hubiera crecido dos tamaños, pero él sonríe, pareciendo aliviado.

Se echa hacia atrás contra las almohadas mientras pido la comida.


Endof gime al otro lado de la puerta de la habitación, como si sintiera que
ahora podemos prestarle atención, y veo a Laurie levantarse y abrir la
puerta donde el perro espera pacientemente. Se acercan a mí y descubro
que mi labio se tuerce en una sonrisa tonta. Me muerdo el ridículo y
termino mi llamada.

—¿Cómo va el juicio? —dice, dejándose caer de nuevo en la cama


a mi lado. Endof salta y se acurruca a mi otro lado. Acaricio su pelaje,
disfrutando de la sedosidad bajo las yemas de mis dedos.

—Creo que vamos a perder —digo finalmente—. He hecho lo mejor


que he podido, pero pequeñas cosas como mi cliente nos dificultan
bastante.

250
Lily Morton Bellamente inesperado

—Ouch. —Sus ojos se entrecierran—. ¿Te molesta? No lo parece.

Me encojo de hombros.

—He perdido muchos casos, Laurie. No le haría mucho bien a mi


salud mental si llorara por todos ellos.

—Apuesto a que odias absolutamente perder —dice con ironía.

—Sí, lo odio. Claro que sí. Lo detesto. Sobre todo, cuando creo que
el cliente es inocente. —Le miro—. Sentiré esta pérdida menos que otras.

Asiente y sonríe.

—De acuerdo.

Mi teléfono emite un pitido y me estiro para cogerlo, comprobando


la pantalla y sonriendo.

Sus ojos se oscurecen por alguna razón.

—Es una sonrisa de tiburón. ¿Quién es? —pregunta, cruzando los


brazos detrás de la cabeza. Su intento de sonrisa parece más bien una
mueca.

—Mi oponente de Scrabble.

Me mira boquiabierto.

—¿Tu qué?

Le miro

—El Scrabble. ¿Has oído hablar de él?

Pone los ojos en blanco.

251
Lily Morton Bellamente inesperado

—Por supuesto, he oído hablar de él. Creo que Chris incluso


mencionó que lo jugabas. Sólo me sorprende que Mags Carlsen, el azote
de la sala y de los dormitorios de los jóvenes, esté encerrado en su
habitación jugando al Scrabble.

—Eso es probablemente porque no se te da muy bien —digo con


aire señorial. Observo la luz de la batalla que entra en sus ojos con oculta
diversión.

Se sienta.

—La verdad es que se me da muy bien —suelta.

Me pongo a reír

—Ah, ahí está. El espíritu competitivo de los Gentry. —Me meto la


lengua en la comisura de los labios y le sonrío—. ¿Te apetece jugar?

Alarga la mano y se engancha los pantalones cortos que han sido


arrojados sobre la lámpara. Saca su teléfono del bolsillo y pulsa un botón.

—Déjame coger la aplicación —dice con un tono de sombría


determinación.

Intento evitar reírme.

—¿Qué creías que ibas a encontrarme haciendo? —digo de repente.

Se sacude de forma sobresaltada.

—¿Qué?

—Cuando llegaste, ¿qué pensabas que estaría haciendo?

Parece repentinamente incómodo.

252
Lily Morton Bellamente inesperado

—No lo sé. Podría ser cualquier cosa, conociéndote.

—Sí me conoces —digo distraídamente. Dudo—. ¿Te habría


molestado? —pregunto, perdiendo por fin el control de mi lengua.

—¿Molestado por qué?

—¿Si me hubieras encontrado con otro hombre?

Me mira fijamente, con el teléfono olvidado en su regazo. El silencio


se alarga, y me siento de repente decepcionado.

—No importa —digo—. Fue una pregunta tonta.

—Sí —dice, la palabra rompiendo como una bala mis palabras—.


Sí. Me habría molestado. —Me sostiene la mirada por un momento antes
de apartar rápidamente la vista, su mano sube para frotarse la nuca—.
Y no debería estarlo —dice bruscamente—. Es una tontería.

—Entonces creo que los dos somos tontos —digo.

Las suaves palabras parecen derretir su tensión. Afloja la mano y


suelta una risa incómoda.

—No. No voy a ir allí —dice y agita su teléfono hacia mí—. Comida


y Scrabble, Mags. Estamos viviendo la vida salvaje.

Asiento y me deslizo junto a él, pero mientras cenamos en el


naufragio de la cama e intercambiamos ocurrencias y besos endulzados
por la tarta de queso con chocolate, algo cálido se posa en mi pecho. Algo
cálido y preocupante. Lo examino más tarde mientras él yace dormido
acurrucado contra mí, con la luz de la luna en su rostro. Normalmente,
este tipo de emoción me haría correr cien kilómetros en otra dirección,
pero ahora simplemente me acerco a él y me duermo.

253
Lily Morton Bellamente inesperado

Se queda a desayunar a la mañana siguiente, con aspecto


descansado y más joven, y nos reímos y bromeamos como siempre, pero
cuando se va, el silencio que llena la suite parece más grande que una
simple habitación vacía. Me froto el pecho y redirijo mis pensamientos.
Es hora de ir a trabajar.

Pero, de alguna manera, esa sensación de calidez se queda conmigo


todo el día, permitiéndome recibir mi derrota en el tribunal con
ecuanimidad y una facilidad que es completamente ajena a mi naturaleza
competitiva.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 14
Mags
Cuando llego a casa, es una hermosa tarde de verano, el sol está
bajo en el cielo y dora hasta los objetos más mundanos. Salgo del taxi y
miro el edificio con alegría. Laurie y mi casa me esperan. Frena el disco59.
Quiero decir casa. Casa me espera.

Aún así, me apresuro a ducharme, me pongo unos pantalones


cortos y una camiseta, y llego a la puerta de su casa en un tiempo récord.
Llamo a la puerta y Endof gime suavemente. Parece que ya sabe dónde
está.

—Eres un perro inteligente, Endof —le informo—. Como debe ser.


—Pone los ojos en blanco y empieza a morder la correa, y me rindo.

La puerta se abre, levanto la vista y sonrío al ver a Laurie. Va


vestido con unos pantalones vaqueros y una camiseta rosa cubierta de
pintura. Tiene el pelo revuelto y me resulta cálido y muy familiar. Vuelvo
a fruncir el ceño al ver las sombras púrpuras que se esconden bajo sus
ojos inyectados en sangre. La sonrisa de bienvenida con la que me saludó
se desliza.

—Ooh —respira—. Tienes un aspecto bastante fiero.

Suavizo mi expresión.

—Sólo me preguntaba por el estado de tu pelo. ¿Te han explicado


alguna vez el uso de un peine, Laurie?

59 El sonido literal llegó a usarse en sentido figurado como una interrupción retórica.

255
Lily Morton Bellamente inesperado

Se ríe, el sonido es cálido y cadencioso.

—Bueno, si tengo que recibir un sermón sobre el tema, no podría


haber elegido a una persona mejor para darlo. Parece que vives para
decirle a la gente lo que tiene que hacer. —Se lleva un dedo a los labios—
. ¡Uy! Quería decir lo sabio que eres.

—No, no lo hiciste. —Le empujo al interior del piso, cerrando la


puerta tras nosotros y empujándole contra ella. El movimiento repentino
le hace jadear, pero me complace ver que sus ojos se oscurecen.

—Mmm —dice, y siento el sonido gutural en mi polla. Se me pone


dura y me inclino hacia él y lo beso con furia, lamiendo su boca y
chupando su lengua.

Cuando me retiro, tiene la cara enrojecida. Me aclaro la garganta.

—No he venido para eso.

Parpadea.

—¿No lo hiciste?

Me enderezo y chasqueo los dedos hacia Endof, que está


husmeando en la papelera de la cocina.

—No. Hemos venido a sacarte a pasear.

—¿Y somos nosotros… tú y Endof?

—¿Quién más?

—No lo sé. Podrías estar preparándome para un trío con uno de tus
otros hombres.

256
Lily Morton Bellamente inesperado

—No podría en conciencia infligir tu naturaleza contraria a nadie


más, Laurie.

Las palabras son ligeras, pero me tambaleo por dentro al


mencionar a mis otros hombres porque no ha habido ninguno. ¿Cuándo
fue la última vez que tuve sexo con alguien que no fuera Laurie? Repaso
mi calendario en mi cabeza y llego a la inquietante conclusión de que he
sido prácticamente monógamo durante el último mes. Irónicamente, lo
he conseguido estando en una relación sin compromiso.

Laurie me observa. Sonríe, pero sus ojos son oscuros y misteriosos.

—No te preocupes por eso —dice con su voz ligeramente ronca—.


Me iré en unos días.

Doy una zancada hacia la cocina para intentar disimular mi


traicionero estremecimiento.

—¿De verdad? ¿Vuelve tu hermano tan pronto?

Va detrás de mí, cogiendo sus zapatillas del lado del sofá.

—Sí. Me ha mandado un mensaje esta mañana. Ha terminado y


vuelve mañana por la noche.

—¿Y qué vas a hacer entonces? —Paso el dedo por el mostrador y


la pila de correo que hay. Se está desbordando, con cartas y sobres
esparcidos por la superficie en pilas tambaleantes.

Se encoge de hombros.

—Me voy a casa. Se me ha acabado el tiempo.

Hay algo extraño en su voz, y sacudo la cabeza.

257
Lily Morton Bellamente inesperado

—Suenas como si fueras a caer muerto en el momento en que entre


por la puerta.

Duda un segundo, pero luego retrocede y desaparece en el


dormitorio.

—Por supuesto que no —dice—. Sólo quería decir que mi tiempo


aquí ha terminado. Es hora de seguir con las cosas.

—¿Qué cosas? —pregunto, acercándome y apoyándome en la


puerta de su dormitorio. Se está poniendo unos pantalones cortos de
color caqui y una camiseta fresca del color de la miel. Su cuerpo es largo
y delgado, su piel de un tono dorado más oscuro por el sol, y sus ojos
parecen muy brillantes en su rostro bronceado.

—¿Qué?

—Dijiste que tenías cosas que resolver. ¿Qué cosas?

Su mirada se posa en la mía y luego se dirige a la ventana. Sus


dedos se retuercen, sus nudillos blancos, sus uñas mordidas. El silencio
se agranda y contengo la respiración.

Está a punto de decirme algo importante. Soy un hombre con


experiencia cuando se trata de confesiones. Pero entonces sus rodillas
parecen ceder y se sienta en el lado de la cama. Empieza a ponerse las
zapatillas, como si no hubiera pasado nada.

—Nada importante —dice—. Sólo algunas decisiones de negocios.

No le creo. Eso no era lo que iba a decir en absoluto.

Por un momento salvaje, quiero exigirle la verdad, sacudirle hasta


que se le escapen los secretos. Estoy razonablemente seguro de que si lo

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Lily Morton Bellamente inesperado

presionara ahora, me lo diría. Pero eso va en contra de cada átomo de mi


plan de vida. Nunca me involucro.

Me obligo a dar un paso atrás. Es más difícil de lo que preveía, y


algo me dice que podría arrepentirme de dejarle guardar sus secretos.

—Date prisa —digo—. Podemos ir a cenar mientras salimos.

Fuera de su vista, cierro los ojos y exhalo un largo suspiro. Se va y


no lo volveré a ver. Es extraño porque una parte de mí se alegra. Me alegra
que ya no vaya a tener este lío de sentimientos en mi pecho por alguien.
Cuando se haya ido, podré volver a una vida en la que nunca me he
sentido desconcertado y superado y como alguien de una novela de
Austen.

Por desgracia, el resto de mí se tambalea ante la idea de no verlo


todos los días. No podré darme la vuelta y encontrarlo tumbado ni ver
sus ojos límpidos y su sonrisa malvada. Ya no me desafiará ni me
empujará hasta que haga algo ridículo sólo para verle sonreír.

—Ack, esto es jodidamente terrible. —Suspiro.

—¿Qué? —dice él, saliendo de su habitación—. ¿Has dicho algo?

—He dicho que tengo hambre —digo después que el ritmo del
silencio dure demasiado—. Y Endof quiere un paseo.

—Bueno, no podemos decepcionar a Endof —dice solemnemente—


. Vamos a St James Park.

—¿Por qué allí?

Coge su cartera y la desliza en su bolsillo trasero.

—Hay algunas cosas que quiero ver.

259
Lily Morton Bellamente inesperado

—Oh, tu lista. ¿La has ampliado mientras yo no estaba?

Asiente.

—El otro día fui a Shoreditch a ver el arte callejero. Fue increíble.
Y luego, esta mañana, fui a Leighton House.

—¿Qué hay allí?

—Oh, Mags, es hermosa. Frederick, Lord Leighton la construyó


para albergar su colección de arte. Era el presidente de la Real Academia.
Es tan exuberante. Los colores hacen que parezca que estás sentado en
un caleidoscopio.

Continúa hablando en el taxi, hablándome de un café que antes


había sido un baño público y que tenía una hermosa entrada de hierro
forjado. Le escucho, sonriendo en todos los lugares correctos pero sin
poder apartar la absurda posesividad que me embarga y me hace odiar
el hecho de no haber estado con él cuando tachó esos elementos de su
ridícula lista. Y todo el tiempo, mi mente late al son de las palabras: Se
va pronto.

El crepúsculo está sobre nosotros cuando nos paramos frente a las


puertas del parque. Las calles de Londres están polvorientas y repletas
de londinenses y turistas que se mueven para encontrar lugares donde
cenar o para sentarse en los pubs y llenar el aire de ruidosa charla. Me
encanta el negocio y la suciedad de la ciudad en verano. Tiene una
especie de encanto sucio.

En cambio, el interior del parque parece fresco y misterioso. Laurie


me hace pasar por las puertas. Aquí es más tranquilo, las sombras del
crepúsculo luchan con los últimos destellos del sol. El aire está lleno del
aroma de las flores y la hierba recién cortada, y los caminos, a medida

260
Lily Morton Bellamente inesperado

que nos adentramos en el parque, están tranquilos, ya que los visitantes


se han ido a buscar su entretenimiento nocturno.

—¿Sabes por qué el parque se llama St James Park? —pregunta


Laurie con displicencia.

—¿Por Santiago II?

Sacude la cabeza y chasquea los dedos para que Endof le preste


atención. Va a perder esa batalla, porque el estúpido perro está
acechando a un inocente caniche.

—Era por el hospital de leprosos que había aquí.

—¿En serio? ¿Cómo lo sabes?

Se da unos golpecitos en la nariz.

—Investigo, Mags. Deberías probarlo un día.

Gimoteo.

—Ack, vivo para un día en el que no tenga que abrir un archivo. —


Me sobresalto cuando se acerca y me coge la mano—. ¿Qué estás
haciendo?

Se acerca más.

—Voy a llevarte al lago y ahogarte.

—Creo que eso sería preferible a ir de la mano —digo débilmente.

—Relájate. —Pone los ojos en blanco—. Sólo quiero mirar la palma


de tu mano.

—Eres una persona peculiar, Laurie. ¿Por qué quieres hacer eso?

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Tienes una línea de vida muy larga —dice, dándome la vuelta a


la mano y trazando la línea de mi palma con un largo dedo.

Me estremezco.

—Va con mi largo pene —le informo.

Se ríe, y casi me decepciona cuando suelta mi mano.

—Hoy he leído un artículo sobre ello, y como eres el personaje más


grande de aquí, quería ver tu palma.

—Te la enseñaré más tarde, cuando te envuelva la polla —digo,


sonriendo y saludando con la cabeza a las dos ancianas que pasan junto
a nosotros por el camino. Laurie se queda atrás. Vuelvo la vista hacia él
y descubro que tiene la cara muy roja y los ojos llenos de risa—. ¿Estás
bien? —le pregunto.

—Bien. —Se pone a mi lado y vuelve a caminar conmigo—. Eres


muy poco reivindicativo —dice—. No haces concesiones por nada.
¿Siempre has sido así?

Considero su pregunta y asiento.

—Sí.

—No me imagino que eso haya caído bien.

Cuando alzo las cejas, se explaya.

—Ambos crecimos relativamente al mismo tiempo. Soy unos años


más joven que tú, pero no recuerdo que los años ochenta fueran
especialmente brillantes para los homosexuales.

—No lo fueron. Al menos no en este país.

262
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Cuándo supiste que eras gay?

—Cuando tenía unos trece años. ¿Y tú?

—La mismo. Esa es la edad que tenías cuando te enviaron aquí,


¿no?

Asiento.

—Parafraseando a Charles Dickens, no eran precisamente los


mejores tiempos. —Caminamos por un sendero sombreado, y aspiro el
aroma de algo afilado y fresco—. Dinamarca era bastante diferente —
digo—. Mucho más relajada. Fue el primer país del mundo en reconocer
legalmente las parejas registradas del mismo sexo. No era perfecto ni
mucho menos, pero viví con artistas que estaban totalmente relajados
con todo. Luego me enviaron a vivir aquí y me horroricé. De repente era
un adolescente en un internado de un solo sexo que sabía que le
gustaban otros chicos, y vivía en un país donde no se hablaba de la
homosexualidad y luego incluso se prohibía hablar de ella en las
escuelas. Como si fuéramos putos delincuentes. Luego llegó el SIDA, y
para algunos fanáticos, en realidad éramos putos leprosos. No me
malinterpretes, era un poco joven para vivir lo peor, pero sí recuerdo
haber visto el odio y el abuso. —Suspiro—. Fue aterrador para un
adolescente que sabía que era gay. No lo olvidaré, y me niego a vivir según
las ideas de los intolerantes de mente estrecha. No pueden opinar sobre
mi vida, y nunca lo harán. Tienen que mirar sus propias vidas. Deben ser
bastante estrechos si están tan obsesionados con lo que hacen los
adultos en sus propias camas.

—Me sorprende que te hayas quedado una vez cumplidos los


dieciocho años.

Le sonrío y acaricio a Endof cuando se inclina hacia mí.

263
Lily Morton Bellamente inesperado

—Me encanta Dinamarca, y una pequeña parte de mí siempre la


echará de menos, pero también quiero a Reino Unido. Tuvimos un
comienzo difícil, pero es un viejo y grandioso país que me dio una
maravillosa educación. La gente es divertida y seca y nunca se toma
demasiado en serio. Me gusta vivir en un lugar que registra la ironía. Me
encanta la historia, los pubs y el fútbol cuando el Arsenal gana.

Se ríe.

—No muy a menudo, entonces. —Doy un suspiro lastimero y él


sonríe—. Echo de menos Reino Unido. Curiosamente, la echo más de
menos cuanto más viejo me hago. Pero también me encanta el sur de
Francia. Me gusta el ritmo de vida y mi casa. —Mira con determinación
al frente—. ¿Crees que podrías vivir en un lugar así? —pregunta, y mi
respiración se detiene por un segundo.

¿Me está preguntando lo que yo creo?

Estoy pensando en cómo responder cuando salimos a otro camino


y él exclama:

—Ya sé dónde estamos. Carlos I dio su último paseo por aquí. —


Su tono está lleno de alegría forzada.

Exhalo discretamente. No sé si me alegra o me entristece que no


haya esperado mi respuesta.

—Fue la mañana de su ejecución. —Los ojos de Laurie se dirigen


hacia mí, sus hombros se tensan. Le hago una sonrisa y le hago un gesto
para que continúe—. Su paseo terminó en el Banqueting Hall de
Whitehall, donde fue decapitado.

—Recuerdo haber leído sobre eso en la escuela —digo—. Ese día


llevaba dos camisas, y cuando le preguntaron por qué, dijo que era

264
Lily Morton Bellamente inesperado

porque hacía frío y estaba temblando, y no quería que la multitud


pensara que tenía miedo.

—Tú eres así —dice Laurie, mirándome.

—¿Lo soy?

Sonríe, pero sus ojos vuelven a inquietarse, alejándose de mí

—Si estuvieras en su lugar, saldrías a zancadas y no mostrarías


ningún miedo. No dejas que nada te impida vivir.

Me detengo en seco.

—¿Es así como me ves? —pregunto, curiosamente honrado.

Su rostro se ilumina un poco.

—Sí. Vives la vida al máximo de lo que quieres que sea.

—¿No me vas a decir cómo mejoraría mi vida una pareja?

—No. Porque eso es arrogante. La gente siempre trata de imponer


sus propias ideas de la vida a los demás. Me irrita. Haces lo que quieres
y te basas en tu propia opinión sobre lo que es correcto. Nunca dudas de
tus actos. —Sus ojos se vuelven turbulentos—. Envidio esa
característica.

—Laurie… —Su tono me preocupa, pero antes que pueda decir


más, está señalando el camino frente a nosotros.

—Ya casi hemos llegado.

—¿Dónde? —pregunto.

—El Puente Azul.

265
Lily Morton Bellamente inesperado

Hemos llegado a un puente azul de hierro forjado que cruza el agua.

—¿Esto es? —pregunto—. ¿Esto es lo que hemos venido a buscar?


No es muy bonito estéticamente. —Endof se apoya en mi pierna como si
estuviera de acuerdo conmigo.

Laurie me empuja hacia el puente. Su humor parece haber


cambiado de nuevo, y ahora hay una alegría frenética en él.

—No es el puente lo que quiero enseñarte. Mira. —Me hace girar


cuando llegamos a la mitad del puente, de modo que miro a lo lejos.
Recupero el aliento. Entre los árboles, más allá del agua brillante, se
alzan los ornamentados edificios de piedra blanca de Whitehall. Las
elegantes cúpulas y agujas parecen casi europeas a la luz y más bien un
castillo de cuento de hadas.

—Es precioso —digo, volviéndome hacia Laurie.

La expresión de su rostro parece casi triste por un segundo, y luego


sonríe y me gira hacia el otro lado. Sonrío al ver el Palacio de Buckingham
y el London Eye detrás, con sus llamativas luces brillando en la
penumbra.

Laurie me dedica una sonrisa torcida.

—Dos de las mejores vistas de Londres, y las consigues estando en


el mismo sitio.

—Como el BOGOF60, ¿sí?

60El término Bogof es un acrónimo de la expresión en inglés “Buy One, Get One Free”,
que hace referencia a las promociones comerciales en las que el cliente compra un
producto y recibe dos. En español, el término más utilizado para este tipo de
promociones es “dos por uno”.

266
Lily Morton Bellamente inesperado

Se ríe.

—Me sorprendes. Tu discurso es tan encantador y formal, y sin


embargo a veces se te cuelan esos pequeños dichos que no deberías
conocer.

—Vivo aquí desde los trece años. Pasé una semana con mi padre,
lo que al parecer fue suficiente para él, porque inmediatamente me
enviaron a un costoso internado donde pude aprender toda la jerga que
pude manejar.

Se apoya en la barandilla del puente, con toda su atención puesta


en mí y en absoluto en la vista que decía querer ver.

—¿Cómo fue eso?

Lo considero y, por una vez, no doy la versión simplista.

—No fue bueno al principio. Echaba de menos mi casa y mi perro.


Incluso echaba de menos a mi madre y sus interminables conquistas
porque todo eso me era familiar. Cuando me enviaron aquí, hacía tres
años que no veía a mi padre, así que era tan extraño como alguien de la
calle. El clima no era el adecuado. El acento estaba mal. Todo estaba mal
—digo, imitando el lloriqueo de un adolescente.

Se ríe, pero mantiene su mirada fija en mí. Parece tranquilo, pero


sus dedos golpean la barandilla y sé que la turbulencia que había
percibido permanece.

—¿Cómo te adaptaste, Mags?

Me encojo de hombros.

—Ack. Fue hace muchos años. Me cuesta recordar.

267
Lily Morton Bellamente inesperado

—Seguro que sí. Debió de ser por lo menos hace un siglo. —Lo
fulmino con la mirada, y él se ríe antes de apoyarse en mí, con su olor a
jabón surgiendo de su cuerpo caliente. Es un aroma divertido. Inocente
y saludable—. Cuéntame —me reprende.

—Me he adaptado —digo finalmente—. Es lo que siempre he hecho.


Hice buenos amigos, y el primero de ellos fue tu cuñado. Ellos me
enseñaron a disfrutar de Londres. El tiempo y los años han cimentado
mi disfrute en el amor.

—¿Vas a vivir siempre aquí?

De repente volvemos a la extraña pregunta de antes, sin aliento, y


mi corazón empieza a latir con fuerza. Miro la hermosa superficie inmóvil
del agua que brilla bajo el cielo del atardecer.

—Tal vez. Tal vez no. Depende de las circunstancias.

De repente quiero que me pregunte cuáles serían esas


circunstancias, pero en lugar de eso, dice suavemente:

—Supongo que te adaptarás a donde sea que estés. Ojalá supiera


cómo...

Le doy un codazo.

—¿Desearías hacerlo?

Me sonríe, y suspiro porque sé que ya no obtendré más de él.

—Me gustaría tener un helado.

—Pues habrá que ir a comprarte uno, supongo —digo con mi mejor


voz de sufrimiento. Me inclino y suelto a Endof de su correa.

268
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Es eso prudente? —dice Laurie con voz alarmada—. No es el


animal mejor entrenado.

—Ese era el Endof anterior. Esta es la nueva versión que ha


recibido un gran entrenamiento de mi parte. Creo que encontrarás una
gran diferencia.

Suelto el collar del perro.

—Ahora, Endof, vamos a mostrarle a Laurie lo que puedes hacer.


Ouch, perro tonto —exclamo mientras se separa de mí y corre por el
puente. Vacila y luego corre hacia la hierba.

—Endof, vuelve —le digo con firmeza—. Ahora mismo.

El perro sacude la cabeza, con la lengua fuera, y luego empieza a


correr en círculos por la zona. Su recorrido por el césped le lleva a
atropellar a un niño pequeño y a pisotear salvajemente el romántico
picnic de una pareja.

—Endof, perro travieso —digo mientras las voces de protesta se


alzan a nuestro alrededor. Miro a Laurie—. ¿Por qué te ríes, tonto?

—Me río de lo bien entrenado que está tu perro, Mags. Es curioso


todo lo que has conseguido con él en tan solo unas semanas.

Agito la mano.

—Sólo está desconcertado por el entorno desconocido. —


Observamos cómo salta por la hierba hacia nosotros, con los ojos
arrugados de felicidad mientras arrastra una pequeña silla de picnic
detrás de él.

—Se parece tanto a ti —dice Laurie con un suspiro.

269
Lily Morton Bellamente inesperado

Considero brevemente la posibilidad de empujarlo desde el puente.


En lugar de eso, avanzo a grandes zancadas para ocuparme del comité
de quejosos que viene detrás de Endof. Soy demasiado consciente de lo
feliz que me hace sentirlo junto a mí y caminar cerca.

270
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 15
Mags
—Magnus, ¿tienes tiempo para hablar?

Dejo mi carpeta y miro a Jane.

—Depende mucho de cuál sea la palabra en realidad.

—¿Qué tal “perro”?

Gimoteo y miro a Endof, que está tumbado en el sofá de mi


despacho, durmiendo con las piernas en el aire.

—¿Qué pasa con él?

Se sienta en la silla frente a mi escritorio y cruza las piernas.

—He recibido algunas quejas sobre él. —Golpea la madera con los
dedos—. En realidad, no he tenido unas cuantas quejas. He tenido
muchas.

—¿Sobre qué?

—Bueno, hoy mismo se ha comido el almuerzo de Brant, ha


arrancado algo de correo y luego ha redondeado su mañana mordiendo
las patas del armario victoriano de la sala de reuniones. —Ella lo mira—
. Parece que está cansado.

Me encojo de hombros.

—Supongo que portarse mal te deja agotado.

—Bueno, si alguien puede empatizar, eres tú.

271
Lily Morton Bellamente inesperado

—Eres divertidísima. —Miro a mi estúpida mascota—. El otro día


intenté dejarlo en casa. Me compré uno de esos artilugios para mascotas
en los que puedes vigilar al animal cuando lo dejas solo, y la máquina les
lanza bocadillos como recompensa —confieso.

Su labio se crispa, pero se abstiene valientemente de tomarme el


pelo.

—¿Qué ha pasado?

Suspiro.

—Se ha comido todo el chisme. —Se echa a reír y Endof se


revuelve—. Quizá no debería quedarse en casa, Jane. Creo que está más
feliz esparciendo su caos por todas partes. Tiene un impacto mucho
mayor.

—¿No puedes pedirle a alguien que lo vigile? —Se muerde el labio—


. ¿Qué tal Laurie? —dice con una voz demasiado brillante.

La miro fijamente

—¿Hay alguna razón por la que estás hablando como Julie


Andrews en velocidad rápida?

Se echa hacia atrás.

—No —dice inocentemente—. Sólo pensé que podrías pedirle que


estuviera con tu perro. Parece que ambos juegan un papel importante en
tu vida.

Pongo los ojos en blanco.

272
Lily Morton Bellamente inesperado

—Tienes todo el tacto de Nigel Farage61.

—¿Y bien?

—No puedo pedírselo porque tiene su propia vida, a la que volverá


pronto.

—Se va —dice ella, consternada.

—Por supuesto. Nunca se iba a quedar. —Estoy satisfecho con mi


tono. No muestra ninguno de mis sentimientos internos.

—Parece que te gusta este hombre —dice con cuidado.

—Me gusta. Es un buen amigo.

—¿Y eso es todo?

Me froto los ojos.

—Vamos, entonces —digo con cansancio—. Acabemos con esto.

—Bueno, me gusta para ti.

—No lo conoces.

—Sé que es mayor que tu habitual twink du jour62. —Se muerde el


labio—. Pero entonces tengo pares de mallas que han estado en esta
tierra más tiempo que ellos.

61 Nigel Paul Farage, nacido el 3 de abril de 1964, es un político británico. Antiguo broker
de commodity en la City de Londres, actualmente lidera el partido Reform UK y se dedica
al análisis y comentario político en medios británicos y estadounidenses como LBC y
Fox News.
62 Jovencito del día.

273
Lily Morton Bellamente inesperado

—Todos tienen veinte años.

—Pfft. Son completamente inadecuados para ti. Necesitas a alguien


que pueda enfrentarse a ti en igualdad de condiciones.

—No estoy jugando al rugby. Es sólo sexo. —Me detengo y gimo


mientras ella sonríe.

—Así que te estás acostando con él —dice triunfante.

—Casualmente. Como debe ser.

—No siempre. La vida no es todo eso, Magnus.

Le guiño un ojo.

—Entonces lo estás haciendo mal. —Ella se sienta, mirándome


fijamente—. Oh, Dios. —Suspiro—. Estás intentando imponerme tu estilo
de vida heteronormativo.

Ella resopla.

—No estoy sugiriendo que te cases con este hombre y lo mantengas


descalzo y embarazado. Sólo digo que es bueno tener a alguien.

—Tengo muchos alguien.

—Pero nadie importante. Nadie que se preocupe por ti. Nadie que
te escuche cuando tengas un problema.

—No quiero que nadie se preocupe por mí, y no estoy saliendo con
un psiquiatra.

—Podría ser una buena idea.

Le muestro el dedo corazón.

274
Lily Morton Bellamente inesperado

—Todos esos otros beneficios que has mencionado se pueden


conseguir con sexo y vodka.

—¿Qué hay de alguien que te haga reír cuando estás triste, o


alguien que te abrace en medio de la noche? ¿Qué hay de tener un igual
que te empuje y sobre el que no tengas control? ¿Qué hay de alguien que
quiere lo mejor para Magnus Carlsen y no lo que puede obtener de
Magnus Carlsen QC? —Permanezco en silencio y ella me sonríe—. No diré
nada más.

—Gracias a Dios por las pequeñas misericordias.

—No diré más —habla por encima de mí en voz alta. Señala con el
dedo al perro—. Y ese perro no puede quedarse aquí. Haz arreglos
alternativos.

La puerta se cierra detrás de ella y miro sombríamente a Endof

—Nunca busques tener la última palabra con una mujer —le


aconsejo. Me mira durante un segundo con una gran sonrisa de perro y
luego empieza a lamerse las pelotas. No puedo decir que le culpe.

No vuelvo inmediatamente a mi expediente. En lugar de eso, doy la


vuelta a la silla y miro la calle. El sol de la tarde es tranquilo, la paz sólo
se ve perturbada por algunas personas que pasan por la acera. Tengo los
huesos cansados y recuerdo que llevo aquí desde las cuatro de la
mañana. Me paso los dedos por el pelo y suspiro. Podría haber estado
arropado con Laurie toda la noche.

Cuando volvimos anoche, tenía toda la intención de llevarle a mi


piso y tener sexo. Me había sonreído cuando llegamos a mi puerta, así
que supe que sus intenciones coincidían con las mías. Por eso nos
sorprendió a los dos cuando le deseé unas buenas noches y lo dejé en el
pasillo.

275
Lily Morton Bellamente inesperado

Me froto las sienes donde late un dolor de cabeza. ¿Qué me está


pasando?

Una vocecita me dice que sé bien lo que me pasa. Lo sé desde que


me sorprendió en Nottingham. Estoy apegado.

—Maldita sea. —Digo en voz alta, pero maldiciendo no puedo evitar


el hecho que me estoy enamorando de Laurie y lo estoy haciendo con
fuerza.

Me gusta todo de él. Es inteligente y divertido y no me deja escapar


nada. Pero también percibo que sería increíblemente leal a quien ama.
Sin embargo, mientras yo me estoy encariñando, él está planeando su
regreso a Francia y sigue contento con un acuerdo casual.

Es irónico y probablemente muy estúpido admitirlo, pero siempre


he pensado que si ocurriera un milagro y me enamorara de alguien y
quisiera más, esa persona estaría muy a favor y me recibiría con los
brazos abiertos. No se despreocuparía alegremente y no se preocuparía.

Parece bastante típico de Laurie que parezca haber subvertido mi


vida por completo sin ningún deseo o razón de peso para hacerlo.

Endof salta del sofá y se acerca, metiendo su cabeza bajo mi mano


como si lo único que pensara hacer con mi noche fuera acariciarlo.

—¿Qué debo hacer, Endof? —le pregunto—. Cómo resolver el


problema de Laurie.

Al oír su nombre, el perro gime suavemente y yo suspiro.

276
Lily Morton Bellamente inesperado

—Es similar a la canción How Do You Solve a Problem Like Maria63


en La Novicia Rebelde, pero espero que sea sin que llevemos cortinas y
nos persiga un montón de nazis. —Sacudo la cabeza—. Aunque con
Laurie, algo así podría ocurrir fácilmente. —Le acaricio, mirando sus
cálidos ojos marrones—. Vas a estar destrozado cuando se vaya a casa
—digo—. Le echarás mucho de menos. —El perro me mira fijamente y yo
pongo los ojos en blanco—. Y sí, soy muy consciente que estoy
proyectando mis emociones en ti. Gracias por no señalarlo.

Le doy otra palmadita y chasqueo los dedos.

—Al sofá —ordeno—. Necesito trabajar. No hay nada en la vida tan


importante como el trabajo.

Y hago todo lo posible durante otro par de horas para cumplir con
esa máxima. Me quedo en mi despacho enterrado en mis archivos,
tomando notas y organizándome. Mis pensamientos se vuelven serenos y
concentrados, y me deleito con mi vuelta a la normalidad.

Sin embargo, lo celebro demasiado pronto, porque cuando llego a


casa, todos mis pensamientos sobre Laurie vuelven a rugir y me
consumen las ganas de verlo.

Tal vez estar con él y escuchar su voz me devuelva a la normalidad,


intento tranquilizarme. Me irritará, y todos mis sentimientos volarán y no
volverán a verse.

63 How Do You Solve a Problem Like Maria? es un reality show de televisión británico
que documentó la búsqueda de un intérprete de teatro musical no descubierto para
interpretar el papel de Maria von Trapp en la producción escénica de 2006 de Andrew
Lloyd Webber y David Ian de La Novicia Rebelde.

277
Lily Morton Bellamente inesperado

Llamo a su puerta y espero impaciente a oír sus pasos. Son mucho


más seguros después del ejercicio que ha hecho. La puerta se abre y él
aparece

—Mags —dice con una voz deliberadamente triste y decaída y luego


grita emocionado—: ¡Y Endof! ¡Hurra!

Suspiro con fuerza.

—He hablado demasiado pronto —le informo con tristeza—. Todo


sigue ahí.

—¿Qué sigue ahí? ¿Tu cerebro? Porque tengo noticias para ti. Estás
en mi puerta hablando en clave.

Le empujo para que pase.

—No importa. No hay esperanza. ¿Qué vamos a hacer esta noche?

—¿Vamos a hacer algo? No sabía que teníamos planes.

—Por supuesto, los tenemos. Tu lista es nuestro plan.

Cierra la puerta y me sigue hasta la cocina, donde abro la nevera y


miro desconsoladamente el interior.

—¿Por qué nunca tienes nada bueno aquí?

Pone los ojos en blanco.

—Porque no empleo a la santa señora Sinclair.

—Sería mucho menos santa si lo hicieras. —Hago una mueca


mientras saco una taza de la nevera—. ¿Por qué hay una taza de té
mohoso aquí?

278
Lily Morton Bellamente inesperado

Se anima.

—Ahí es donde la puse —exclama—. He estado buscando eso. En


realidad es bueno que esté en la nevera porque la última vez que perdí la
pista de mi té, lo estaba usando para lavar mis pinceles.

—Ve y vístete —le ordeno—. Ponte algo de este siglo en lugar de


algo que hayas conseguido de un vagabundo, y salgamos a buscar
comida. Me muero de hambre.

—Sabes, Mags, nunca me cabe duda de cómo recoges a tus


hombres. Es tu lengua de plata.

—Bueno, tú lo sabes todo sobre mi talentosa lengua de plata —


digo. Le sonrío lentamente y me encanta cómo se oscurecen sus ojos. A
pesar de su ligereza, está tan afectado físicamente como yo por la
atracción que existe entre nosotros.

Sacude la cabeza.

—Voy a cambiarme. He dejado la lista en el mostrador. Elige algo.


—Me da un codazo—. Pero asegúrate que sea en God’s Own Junkyard64,
en el este de Londres. Tienen todos estos hermosos carteles de neón, y
tienen un café llamado The Rolling Scones Café. Es épico.

Me río

—Así que, en realidad, sólo elegiré lo que me has indicado. Ustedes,


los artistas, y su empeño en que todos tengan libre albedrío.

Se ríe y se dirige al dormitorio.

64Además de vender y alquilar carteles, Gods Own Junkyard es una galería de arte y
un museo del neón con una cafetería y una tienda en su interior.

279
Lily Morton Bellamente inesperado

—Me cambio y nos vamos —grita.

Saco una zanahoria de una bolsa de la nevera y la inspecciono con


cautela antes de comerla. Alcanzo la hoja de papel con su garabato
desordenado. Mi codo atrapa la pila de correo que se tambalea y, tras
semanas amenazando con caer, sucumbe a la gravedad y cae en cascada
por el suelo.

—Mierda —murmuro y me agacho para recoger los papeles y las


cartas. Cuando recojo una junto a la nevera, veo el encabezamiento y
frunzo el ceño. ¿Por qué tiene una carta del Moorfields Eye Hospital?

A pesar de saber que estoy cruzando muchas, muchas líneas, la


escaneo rápidamente. Con los latidos de mi corazón golpeando fuerte en
mis oídos, llego al final de la carta y la vuelvo a leer. Y una vez más.
Normalmente, puedo leer un documento y absorber la información a gran
velocidad. Esta vez no. Mi corazón late con fuerza y me siento mal. Un
sudor frío recorre mi cuerpo.

—Mags. —Oigo la llamada de Laurie, pero no puedo levantarme.


Me quedo allí agachado, sosteniendo esa maldita carta en mis manos
como si estuviera soldada a las yemas de mis dedos.

Entra en la cocina.

—¿Ya estás de rodillas? —dice alegremente, y luego su sonrisa se


apaga al ver mi cara, y se para en seco—. Mags —dice—. ¿Qué pasa? —
Levanto el papel y veo cómo se queda blanco—. ¿Qué estás haciendo? —
pregunta con recelo.

—¿Por qué...? —Me detengo para aclarar la ronquera de mi voz—.


¿Por qué no me lo has dicho?

280
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Por qué no te dije el qué? —pregunta, tratando de ser ligero,


pero ambos sabemos que no tiene sentido.

—¿Por qué no me dijiste que te estás quedando ciego?

Una increíble expresión de dolor cruza su rostro. Rápidamente la


sustituye la ira.

—¿Qué demonios haces leyendo mi correo, Magnus?

Me pongo de pie, todavía con la carta en la mano. Me la arrebata


de la mano y la acuna protectoramente contra su pecho.

—No lo hacía —digo en voz baja—. He tirado tu correo y lo he visto


al recogerlo todo.

—¿Y simplemente decidiste leerlo? —dice, con el rostro nublado por


la rabia.

Extiendo mis manos con impotencia.

—Soy un lector rápido, y para mí es automático escanear cualquier


documento que tenga delante. Es un instinto de todos mis años como
abogado.

Se aleja, y algo en la forma en que se sostiene me duele. Le observo


y luego, incapaz de soportar el silencio, le suelto:

—¿Es verdad?

—¿Qué es verdad?

—Que podrías perder la vista.

Se vuelve hacia mí, con toda la encantadora vivacidad habitual


agotada en su rostro.

281
Lily Morton Bellamente inesperado

—Es verdad —dice finalmente en voz baja, con la cara fruncida.

—¿Por qué?

Se frota las sienes.

—El accidente de coche. Me golpeé la cabeza con la ventanilla


lateral y me desprendí la retina.

Muchas cosas cobran sentido de repente.

—¿Por eso tienes los ojos inyectados en sangre y te duele la cabeza?


¿Por qué tu vista es tan mala?

Asiente.

—Los dolores de cabeza empezaron casi inmediatamente después


del accidente, pero al principio pensé que era sólo la conmoción cerebral
y los ignoré. Finalmente fui al médico el mes pasado para que me diera
algunos analgésicos y acabé siendo enviado a ver a un especialista que
me dijo que me estaba quedando ciego. No es exactamente el paquete de
paracetamol que esperaba. —Se aleja unos pasos más, haciendo un gran
esfuerzo por no mirarme.

—Entonces, ¿cuál es la solución, Laurie?

Se acerca a las estanterías y pasa el dedo por los lomos de los


libros. El silencio se alarga, pero esta vez recojo la compostura y le espero.
Finalmente, hace un gesto casi de enfado.

—Quieren que me opere.

—Bueno, eso es bueno, ¿no?

282
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Lo es, Mags? ¿De verdad? Dime cómo de bueno es en tu


relevante profesión de abogado —suelta.

La ira se agita, pero la reprimo. No es necesario discutir.

—Sé que la operación puede tener mucho éxito. Alguien del trabajo
se la hizo hace unos años. —Se pasa la mano por el pelo, todavía evitando
mis ojos—. Laurie, mírame —le digo con fuerza. Se gira casi de mala gana.
—. Esa carta decía… —La ira cruza su rostro, pero continúo—. ¿Esa carta
dice que no has aceptado la operación?

—Eso es porque no lo he hecho —dice fríamente.

—¿Pero por qué? El especialista dice muy claramente que si no lo


haces, es más que probable que te quedes ciego.

—Ya lo sé. —Su grito resuena en el piso. Respira profundamente—


. Sé lo que ha dicho —dice con más calma—. Pero puede que no me quede
ciego. Nunca se sabe.

Quiero citar el contenido de la carta, pero me callo.

Después de unos segundos, dice:

—El problema es que la retina desprendida está en mi ojo bueno.


El derecho. El izquierdo es muy hipermétrope y se me nubla
normalmente, así que suelo llevar lentillas para corregirlo. Sin mi ojo
derecho, de todas formas estaré como ciego.

—No lo entiendo. —Endof gime, empujando su cabeza contra mi


pierna. Lo acaricio suavemente, sin dejar de mirar a Laurie.

Él suspira.

283
Lily Morton Bellamente inesperado

—La operación no es una garantía de éxito al cien por cien. Puede


dañar mi ojo bueno irremediablemente, y entonces me quedaré ciego.

—Pero merece la pena intentarlo —digo con pasión—. Perderás la


vista de todos modos si no te operas. Eres un artista. ¿No quieres correr
ese riesgo? —Lo que dice no tiene sentido para mí, pero no estoy seguro
de cómo llegar a él.

—Arriesgarse a una operación que ha salido mal antes —dice


acaloradamente—. ¿Y si me operan y acabo siendo una de las estadísticas
de fracasos? ¿Y si me quedo ciego, Mags? Tal vez no debería correr ese
riesgo. ¿Quizás esto sea lo más malo que mis ojos puedan tener?

—Esto es malo, sin embargo —digo, haciendo un gesto hacia él—.


Sufres constantes dolores de cabeza. Tu equilibrio empieza a verse
afectado. Te duele todo el tiempo. ¿Cómo es eso mejor que arriesgarse?

—Porque si la operación falla, lo perderé todo —grita. Durante unos


instantes, el único sonido es el aserrado de nuestras respiraciones—. ¿Y
qué soy yo sin mi arte, Mags? ¿Dime eso? ¿De qué sirvo? —dice
amargamente.

—No puedo creer que esté escuchando esto —gruño—. Lo eres


todo, Laurie. Eres divertido, inteligente y amable. Es como un rayo de sol
estar contigo, y sólo una pequeña parte de eso está relacionada con tu
arte. Sin tu arte, sigues siendo tú. Laurie. Y es un hombre que vale la
pena conocer.

Una chispa se enciende en su expresión, pero luego se aparta,


matando cualquier luz.

—¿Y qué pasa si ocurre lo peor, Mags? ¿Qué hago entonces? Seré
un ciego sin empleo. No es una buena perspectiva. —Su voz es precisa y

284
Lily Morton Bellamente inesperado

fría. La voz de un hombre que no está localizable. Un hombre que vuelve


a ser su propia isla.

—Siempre serás un buen prospecto —digo con rigidez.

—Estaré solo y ciego sin nada —dice con un énfasis tranquilo y


apagado por la desesperanza.

—Nunca estarás solo. Estoy aquí...

Me interrumpe con una carcajada áspera.

Mi corazón empieza a latir con fuerza.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunto lentamente.

—Mags, ¿qué estás diciendo realmente aquí? ¿Que estarás


conmigo? ¿Tú? —Su tono está lleno de desprecio.

Me froto el pecho, sintiendo que me acaba de dar un puñetazo. Pero


persevero.

—Sí, yo. Me tienes a mí.

—¿Por cuánto tiempo? —Da una carcajada sin humor—. Te lo diré,


¿lo hago?

Trago con fuerza.

—¿Por qué no? Parece que tienes todas las respuestas.

—Te quedarás conmigo hasta que el cuidado del ciego sea un


inconveniente, o hasta que el próximo jovencito bonito se cruce en tu
camino. Y entonces te irás más rápido que una bala.

—¿Y cómo sabes eso?

285
Lily Morton Bellamente inesperado

—Porque me lo has dicho.

—Nunca he dicho eso —me enfurezco.

—Cada palabra y cada acción que haces me muestra a un hombre


que odia la responsabilidad en su vida personal. —Hace un gesto de
enfado, hablando por encima de mí, con sus palabras revueltas e
irreflexivas—. No quieres un amante dependiente. Quieres libertad. Haces
de la superficialidad una virtud. Serías como un tiburón en una piscina
infantil, y yo estaría constantemente esperando el momento en que te
salieras.

Se detiene, respirando con dificultad y con una mirada salvaje.

Una parte de mí sabe que no debería tomarme a pecho sus


palabras. Es la primera vez que habla de su estado, y sólo es porque le
he obligado. He presionado donde no debía. Puedo ver en su cara que
está enfermo y preocupado. Pero eso no impide que sus palabras me
duelan como si me hubiera atravesado el corazón con una espada, y
vuelvo a frotarme el pecho.

—Sabes, Laurie, siempre supe que eras honesto, pero nunca pensé
que fueras cruel —digo suavemente.

La ira y el desenfreno desaparecen de su expresión, y son


reemplazados inmediatamente por el arrepentimiento.

—Mags —dice—. Dios, lo siento mucho.

Doy un paso atrás cuando me tiende la mano.

—Está bien —digo, tirando de mi armadura alrededor de mí. Parece


que tarda más de lo normal, y le maldigo porque eso también es culpa
suya. Me ha abierto y ha dejado al descubierto todos mis nervios y luego

286
Lily Morton Bellamente inesperado

los ha agarrado y retorcido hasta que me duele. Me obligo a mirarle. Sus


ojos brillan húmedos.

—Por favor, Mags —susurra, acercándose a mí—. Por favor.


Necesito decir...

—No necesitas decir nada —digo en voz baja—. Has dejado muy
clara tu opinión sobre mí. Creí que me conocías, pero es evidente que no
si es así como me ves. —Me dirijo a la puerta, escuchando sus
respiraciones entrecortadas y hago una pausa—. Si me lo hubieras dicho,
habría estado a tu lado. No por lástima, sino porque pensaba que eras
mi amigo. —Aprieto las manos a los lados—. Pensé que éramos más, y
eso es culpa mía, Laurie. Ponte bien. Por favor, haz algo con esto. No lo
dejes.

Lo dejo solo en el piso. Pero así es como él lo prefiere.

287
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 16
Dos días después
Mags
Me siento malhumorado en mi sofá en la oscuridad; las luces de la
ciudad centellean en el fondo. El piso está vacío. Así ha sido durante los
dos últimos días. Cancelé las visitas de la señora Sinclair justo después
que llamé para decir que estaba enfermo. La reacción de Jane había sido
un silencio atónito, lo cual no era sorprendente, ya que nunca falto al
trabajo. Incluso me presenté la vez que tuve problemas con el apéndice.
Aunque pensé que me había dolido, no era nada comparado con la forma
en que Laurie me había destripado casualmente.

Es un hecho inevitable que ya no soy invulnerable. Me duele todo


el cuerpo y hasta los ojos. Me envuelvo en la manta y me acurruco en el
sofá, con las sienes palpitando por el alcohol que consumí anoche. La
botella de whisky vacía está sobre la mesita.

Llevo aquí desde que salí del piso de Laurie, aparte de los intervalos
para pasear a Endof. Es el lugar donde estaba sentado cuando oí que
golpeaba a la puerta y que me llamaba lastimosamente por mi nombre.
Sucedió siete veces, y luego se quedó en silencio.

En este momento no puedo soportar mirarlo. Todo lo que siento


está demasiado cerca de la superficie. Y el caso es que sé que lo siente.
Lo lamentó tan pronto como lo dijo. Y sé que sólo estaba arremetiendo
contra mí. Si hubiera hecho algo imperdonable y hubiera leído un secreto
que no era mío, habría sentido exactamente lo mismo.

288
Lily Morton Bellamente inesperado

Le perdoné inmediatamente su enfado. Yo también me había


equivocado al hacer que nuestra discusión girara en torno a mí. Pero lo
que no puedo superar es la incredulidad absoluta en su cara cuando le
dije que estaría allí para él. Y eso me dolió, porque lo habría puesto a él
primero, por encima de todo y de todos.

La raíz del problema, sin embargo, es que he hecho una cosa


ridícula. Me he enamorado de Laurie, y él evidentemente no siente lo
mismo. No ve mi verdadero yo, y yo creía que sí. Eso es lo que no puedo
perdonar.

Me froto los ojos. Están doloridos por la falta de sueño. Cada vez
que los cierro, vuelvo a oír sus palabras y vuelvo a estar despierto.

Tomo una decisión, me levanto y me dirijo a la cocina con la manta


sobre la cabeza y los hombros. Rebusco en la cocina mientras Endof me
observa con la cabeza inclinada hacia un lado.

—Voy a hacer leche sedosa con miel —le informo—. No puede ser
tan difícil, y la última vez funcionó.

Resulta que sí es tan difícil, porque la cafetera parece necesitar a


alguien con un título de ingeniería eléctrica para manejarla. Diez minutos
más tarde, después de muchos insultos y maldiciones, por fin tengo leche
sedosa, y me enfrento a la posibilidad de ser asesinado a manos de la
señora Sinclair por el estado de la cocina. La leche está por todas partes,
junto con manchas pegajosas de miel y azúcar. Mientras lo observo, una
porción de jarabe se desprende de la alacena y cae sobre la cafetera.

Me desplomo en mi taburete y miro la taza que tengo delante en la


encimera. No tiene el mismo aspecto que cuando Laurie la preparó: es de
un extraño color gris. Tomo un sorbo con precaución y arrugo la nariz.
Tampoco sabe igual. Tomo otro sorbo y suspiro. Es horrible, pero eso se

289
Lily Morton Bellamente inesperado

debe principalmente a que él no está sentado a mi lado mojando sus


galletas en mi taza porque dice que no quiere migas en la suya.

Me pongo de pie y busco en la alacena las galletas que le gustaban,


pero un solo bocado me revuelve el estómago y me hace extrañarlo más,
si es que eso es posible.

Suena un golpe en la puerta y, a pesar de todos mis esfuerzos, mi


corazón se acelera. ¿Será él? Vacilo y vuelven a llamar a la puerta.
¿Quiero hablar con él o no? Tengo un aspecto lamentable. Preferiría
haberme reunido con él con un joven del brazo, con un aspecto seguro e
impenetrable en uno de mis bonitos trajes en lugar de con unos
pantalones cortos de pijama y una camiseta arrugada.

Oigo unos pasos que se alejan y la idea de que no vuelva a


intentarlo me impulsa a actuar con furia. Corro hacia la puerta,
golpeando la rodilla contra el armario, y la abro de golpe, maldiciendo en
voz baja.

Miro al hombre del pasillo y me desplomo. No es él.

—¿Sí? —digo con tono cruzado, y sus ojos se abren de par en par.

Todavía tengo la manta sobre la cabeza. Gruño y él da otro paso


atrás. Entonces lo miro más de cerca. Es Luke. El hermano de Laurie.
Aunque no lo hubiera visto antes, sabría que es pariente de Laurie. Tiene
el mismo pelo oscuro y ondulado y la misma cara delgada que los
hermanos Gentry.

La preocupación me envuelve.

—¿Dónde está? ¿Está bien? —le pregunto.

Vacila, aparentemente sorprendido.

290
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Y bien? Contéstame. ¿Laurie está bien?

Se da cuenta.

—Oh. E… está bien —balbucea. Se muerde el labio—. Bueno, tal


vez no. Sé que es muy tarde, pero ¿está bien si entro? Eres Magnus, ¿no?

Suspiro.

—Llámame Mags. Todo el mundo parece hacerlo últimamente.

—Oh, qué bien. Entonces Mags. —Luke da un paso hacia mí y


luego comprueba—. Casi lo olvido —murmura y se acerca a un lado de
la puerta y saca un enorme objeto plano cubierto con un paño—. Esto es
para ti —dice alegremente. Me quedo con la boca abierta y él levanta una
ceja—. ¿Lo pongo en tu piso, entonces?

Me sonrojo y me alejo.

—Sí, por supuesto. Pasa.

Entra, tambaleándose bajo el peso del objeto, y le hago un gesto


para que entre en el salón. Deja el objeto en el suelo con un suspiro de
alivio. Luego, su mirada recorre el suelo, donde están esparcidos todos
los discos y CDs que poseo.

—¿Amante de la música, eh? —dice alegremente—. A mí me pasa


lo mismo. ¿Los estás organizando? —Su ceño se arruga al pensarlo, y
quiero sonreír al recordar su caótico piso.

—Estaba haciendo una mixtape —digo con cierta reticencia.

291
Lily Morton Bellamente inesperado

—Ah, Laurie tenía algunas de un antiguo novio. Recuerdo que las


ponía una y otra vez hasta que quise disparar a quien escribió Careless
Whisper65.

—Fue George Michael —digo.

Sigue mirando los discos, obviamente llegando a la innegable y


patética conclusión de que estoy grabando una cinta para su hermano.
Me dan ganas de caerme al suelo. Estoy seguro de que está viendo la
forma en que me senté en el suelo a primera hora de la mañana, a cuatro
velas después de beber una botella de whisky, y eligiendo febrilmente la
música que le diría a Laurie lo que siento. Miro el casete que hay sobre
la mesa y me pregunto si cabrá en el triturador de basura.

Inexplicablemente, sin embargo, Luke parece casi aliviado. Hace


un gesto hacia el objeto que está bajo el paño.

—Entonces, ábrelo.

—¿Ahora?

Su ceño se arruga.

—Sí, por supuesto.

Suspiro y, dando un paso adelante, agarro un extremo de la tela y


tiro de ella. Cae al suelo y me quedo mirando lo que he descubierto. Es
uno de los cuadros de Laurie. Reconocería esas pinceladas seguras y el
maravilloso uso del color en cualquier lugar, pero este cuadro no se
parece a nada que haya visto antes. Es una vista fantástica de Londres
pintada en colores casi psicodélicos. En el centro estoy yo, en mi
escritorio, con el ceño fruncido por la concentración, pero a mi alrededor

65 George Michael - Careless Whisper https://youtu.be/izGwDsrQ1eQ

292
Lily Morton Bellamente inesperado

están los puntos de referencia de Londres en una loca mezcolanza. Me


acerco. La librería está allí, al igual que la sala de bingo, Lincoln’s Inn, el
Old Bailey y el Puente Azul. Es hermoso y caprichoso y se parece tanto a
él que hace que me duela el corazón.

—Me dijo que te dijera que tienes una vista de mierda y te pintó
una mejor —dice su hermano en voz baja.

Me vuelvo hacia él.

—¿Está en el piso?

Sacude la cabeza y mi ánimo, que había subido al ver el cuadro,


vuelve a caer.

—No. Se fue a casa ayer.

Nos quedamos en silencio, mirando el cuadro.

Finalmente, Luke dice:

—Solíamos llamarle Mary, ya sabes.

Me erizo ante lo que parece un insulto, pero él sonríe y dice:

—Es porque es como Mary Poppins. Aterriza en tu vida y trata de


mejorarla, y luego se va de nuevo sin permitir que nadie entre en su
propia vida. —Me lanza una mirada—. Sin embargo, sé que has entrado.

Me sacudo.

—¿Cómo?

Toca el cuadro.

293
Lily Morton Bellamente inesperado

—Por esto. No lo hace por nadie. Todos le hemos pedido cuadros a


lo largo de los años. Cristo, tenemos un famoso artista en la familia. ¿Le
mataría hacer unos cuantos garabatos? Tuve que comprar un maldito
cuadro sólo para tener uno en mi pared. —Se me tuerce la boca—. Pero
no. Nada. Nada. Excepto por seguirle la corriente a mamá pintando al
juez. Pero tú. No te pinta simplemente un cuadro. Es algo completamente
único. —Vuelve a golpear meditativamente antes de mirarme—. Y es un
trabajo de amor, Mags.

Creo que dejo de respirar.

—¿Qué quieres decir?

Se encoge de hombros.

—Eso queda entre los dos. —Se mete la mano en el bolsillo y saca
un sobre de color crema. Mi nombre está escrito en el elegante garabato
de Laurie. Se lo arrebato y sonríe a medias. Su expresión se suaviza
rápidamente.

—Sabes lo que le pasa a mi hermano, ¿verdad?

—No puedo decírtelo si no te lo ha dicho él mismo primero —le digo


con sinceridad.

—Lo ha hecho. —Sacude la cabeza—. No es justo.

—La vida rara vez lo es. Hay muchas cosas que están mal en este
mundo, y a veces parece que sólo la gente buena sufre.

—Pero si tienes la oportunidad de hacer algo bien, deberías


aprovecharla, ¿no? —dice con seriedad, mirándome fijamente.

Dudo.

294
Lily Morton Bellamente inesperado

—No es tan fácil. Él me dejó. Fue su elección, ¿y quién soy yo para


obligarle a nada? Al fin y al cabo, sólo éramos amigos.

—De acuerdo —dice con un gran escepticismo en su rostro. Me


mira con severidad—. Pero, ¿merece la pena?

Asiento fervientemente, incluso antes que las palabras terminen de


salir de su boca.

Sonríe.

—Entonces ve a buscarlo. Está herido, Mags, y te necesita. Sé que


si esto fuera un libro, vendría a pedirte perdón, y lo intentó hace dos días.
Lo vi venir cada hora, y cada vez que volvía, sus hombros estaban un
poco más bajos, y parecía aún más infeliz. —Hago una mueca—. Estoy
seguro de que habrá momentos en los que será al revés, y lo necesitarás
más, pero eso no es ahora. Está tomando decisiones que le cambian la
vida y eso me hiere mucho el corazón.

Me duele el mío y me froto el pecho. Él sigue el gesto con ojos


afilados muy parecidos a los de su hermano, pero no dice nada. Se limita
a despedirse de forma discreta y me deja en el silencio de mi piso vacío
con la certeza de que tener la última palabra es, obviamente, un rasgo de
la familia Gentry.

Me siento en el sofá y me quedo pensando. Eso debe haber derivado


en sueño, porque más tarde me despierto de un tirón y encuentro a Endof
dándome un toque en la mano. Un rápido vistazo al reloj me dice que he
dormido unas cuantas horas. Me froto los ojos llenos de arena, lo miro y
suspiro.

—Estás aburrido, amigo mío, ¿no? ¿Salimos? —Él grita


emocionado al oír la palabra mágica y yo levanto un dedo—. Me ducharé
primero. —Recupero el sobre del brazo del sofá y lo dejo sobre la mesa

295
Lily Morton Bellamente inesperado

del comedor con tanta delicadeza como si fuera un artefacto de valor


incalculable y me dirijo a asearme.

Cuando salgo vestido con unos pantalones cortos azul marino y


una camiseta blanca, el cielo se está iluminando con un amanecer
nacarado, pero sé que no voy a dormir. Agarro la correa de Endof y la fijo
en él antes de coger mi cartera y dirigirme a la puerta. Me detengo,
maldigo en voz baja y vuelvo a por el misterioso sobre. Lo meto con
cuidado en el bolsillo.

—Por si acaso hay un incendio —le digo a Endof, que parece poner
los ojos en blanco. Miro la cinta con el nombre de Laurie en la etiqueta y
me la guardo en el bolsillo por la misma razón.

Londres está muy tranquilo, con sólo unos cuantos camiones de


reparto y personas que se desplazan a primera hora de la mañana. Elijo
St James Park por alguna ridícula razón sentimental, y como las puertas
acaban de abrirse, está tranquilo. Al no ver a nadie, suelto a Endof.
Paseamos por los senderos, observando cómo se apagan las lámparas
ornamentales a medida que se acerca la luz del día. Finalmente,
encuentro un asiento en un banco cerca del lago y contemplo su quietud.
La niebla sobre el agua parece brillar con la luz de la mañana. Ya hace
calor, y el día promete más de lo mismo.

Endof corretea de un lado a otro, olfateando los arbustos antes de


elegir los más dignos para ungirlos levantando la pierna. Golpeo con los
dedos en mis muslos y luego me rindo y saco el sobre. Aliso mis dedos
sobre la escritura de Laurie, deseando poder tocar su piel. Que
estuviéramos tumbados en la cama, y poder trazar el grácil arco de su
columna vertebral mientras yace entre mis sábanas.

Rompo el sobre con cuidado y saco la fina hoja de papel de dibujo


que hay dentro.

296
Lily Morton Bellamente inesperado

Mags

Lo siento mucho. No puedo creer que te haya dicho esas palabras.


Estaba preocupado y angustiado, y tú estabas allí, así que me desahogué
contigo como si, por alguna estúpida razón, fuera culpa tuya. Fue
totalmente imperdonable por mi parte.

No quise decir lo que dije. En realidad, déjame aclararlo. Cuando te


conocí, sí lo creí. Te conocí y vi al compañero ideal para mi tiempo en
Londres. Alguien que era libre de ataduras y de fantasías. Alguien que
huía de cualquier compromiso. ¿Qué mejor compañero para una persona
que tenía que tomar una gran decisión y se esforzaba por no hacerlo?
Podría perderme contigo y saber que nunca te importaría lo suficiente como
para hacerme preguntas.

Decidí elaborar mi lista de todos los lugares que quería ver y las
cosas que quería hacer en el peor de los casos. Y tú eras perfecto para
hacerlas. Me hiciste reír y me sacaste de mi terror. El miedo siempre estaba
ahí esperando, pero tú lo mantenías a raya. Fuiste como mi caballero con
túnica de QC, y me aferré a ti como si fueras un chaleco salvavidas.

Pero en el proceso, descubrí que eras mucho más. Eres leal y amable
bajo el agudo sarcasmo. Eres ferozmente y sin disculpas tú mismo, y me
hiciste avergonzar del hombre en el que me había convertido. Un cobarde
que se esconde de la vida en compañía de alguien que se lanza de cabeza
a ella. Bastante irónico.

Nunca sabrás cuántas veces abrí la boca para decírtelo, para pedirte
consejo. Pero cada vez que ocurrió, cerré los labios, y todavía no sé por qué.
Tal vez porque si te lo decía, me habrías obligado a abordarlo. Tal vez
porque me habrías mirado de otra manera. Con lástima. La ironía es que
había decidido decírtelo, pero esperé demasiado y lo descubriste. Y

297
Lily Morton Bellamente inesperado

entonces te hice daño. Pude verlo en tus ojos, y me dio náuseas. Nunca
quise eso, Mags.

Sé que no quieres verme o hablarme y entiendo perfectamente por


qué. No voy a presionarte.

Sólo quiero que sepas que ha sido uno de los grandes honores de mi
vida llegar a conocer al verdadero tú. Espero que sepas que tienes lo mismo
conmigo. No soy gran cosa, en realidad. Asustado, testarudo y ferozmente
independiente. No dejo entrar a la gente, pero de alguna manera, lo hice
contigo, y el resultado fue un hermoso e inesperado verano en Londres.

Espero que en los años venideros puedas mirar con un poco más de
cariño a mí y a nuestro tiempo juntos. Espero que olvides mis duras
palabras y recuerdes en cambio el vodka y el baile, el Puente Azul e incluso
el bingo. Pero sobre todo, las risas. Nunca me he reído tanto con nadie como
contigo.

Espero que te guste el cuadro. Me hizo sonreír cuando lo pinté, y creo


que una gran parte de eso fue porque estaba pensando en ti. Cuida a Endof
por mi. Sé que lo cuidarás porque así es como eres. Tú mismo lo dijiste una
vez. Cuidas lo que es tuyo. Espero que encuentres muchas más personas
a las que cuidar. Eres muy bueno en eso, aunque creas que no lo eres.

Que estés bien. Te deseo una vida de felicidad y alegría porque te lo


mereces más que nadie que haya conocido. Espero que encuentres a
alguien con quien puedas ser tú mismo y que le guste como practicas la ley
y tus amigos. Será un hombre muy afortunado.

Laurie

Dejo la carta y trago con fuerza. Me arden los estúpidos ojos y deseo
estar con él ahora mismo. Poder abrazarlo, oler su aroma a jabón y
escuchar su risa malvada. ¿Qué me ha hecho?

298
Lily Morton Bellamente inesperado

Me limpio los ojos y me levanto, de repente consumido por esta


necesidad feroz. Miro a mi alrededor en busca de Endof y me doy cuenta
de que estoy muy cerca de donde vive la madre de Laurie. Una vez fui a
una fiesta allí. Se me ocurre una idea y silbo a Endof, que parece
debatirse entre ignorarme o no. Por suerte, decide seguirme la corriente
y se acerca.

—Tenemos trabajo que hacer —le informo—. Tenemos que ir a ver


a Laurie, pero antes debemos hacer otra parada.

El primer golpe de mi puño en la puerta azul de la entrada no


produce ningún resultado, así que vuelvo a martillear la superficie en un
golpe sostenido.

Hago una pausa y escucho con atención. No hay ningún sonido y


miro a Endof.

—¿Dónde pueden estar? —reflexiono—. Lo intentaré una vez más.

Vuelvo a golpear la puerta, y entonces la suerte me acompaña


cuando oigo pasos y el sonido de cerraduras girando y un murmullo de
maldición. La puerta se abre, revelando el rostro sonrojado del padrastro
de Laurie. Lleva un pijama de color bronce bastante chillón con una bata
de toalla negra, y el pelo asoma en mechones plateados.

—¿Magnus? —Me mira con incredulidad.

—Ah, buenos días, señor —digo alegremente—. ¿Cómo está?

El silencio dura unos segundos de más, y luego recupera


visiblemente el aplomo.

—Bien, estoy bien. Un poco cansado. —Abre más la puerta,


revelando la figura de la madre de Laurie. Me interesa más ahora que

299
Lily Morton Bellamente inesperado

cuando la conocí, por Laurie. Es obvio de dónde viene su aspecto. Es


despampanante incluso con las canas en el pelo y tiene la misma figura
esbelta y el mismo rostro anguloso que él. Me tranquiliza un poco mirarla,
pero luego me doy cuenta de que estoy mirando fijamente y trato de
recomponerme. Vuelvo al comentario del juez.

—¿Cansado? ¿No está durmiendo bien, señor?

Me mira fijamente con la boca ligeramente abierta, y Endof elige


ese momento para escabullirse de mí y encaminarse hacia la casa. La
madre de Laurie se lanza tras él.

—Y, por supuesto, ha traído a su perro —dice el juez débilmente—


. Encantador —continúa mientras se oye el sonido de un choque en la
habitación delantera y un chillido femenino. Se vuelve hacia mí—. No
puedo negar que esto es un poco sorprendente, Magnus.

—¿Por qué? ¿Porque no somos amigos?

—No. Porque son las cinco y media de la mañana. —Mira detrás de


él cuando se oye otro chillido—. Y tu perro acaba de orinar nuestras
cortinas.

—Oh, querido. Me disculpo. Es nuevo —digo vagamente, esperando


que eso sea suficiente—. ¿Puedo entrar, señor?

Parpadea.

—¿Qué? ¿Ahora? —Asiento—. ¿Por qué?

Busco una razón. No puedo irme hasta que me de la dirección de


su hijastro. Me doy cuenta de que debería haber ido a casa de Lennie o
haber preguntado a Luke, pero ahora no puedo. Finalmente, me viene
una razón.

300
Lily Morton Bellamente inesperado

—Oh, quería ver tu retrato —digo, sonriéndole con calma.

—¿Has venido aquí a las cinco y media de la mañana para ver mi


retrato, Magnus? —dice, con cara de estar considerando llamar a una
ambulancia especial para mí.

Asiento y le dedico una sonrisa arrogante.

—El verdadero arte no se fija en la hora, señor.

Parece que está considerando seriamente cerrarme la puerta en las


narices, pero en ese momento aparece de nuevo la madre de Laurie.

—¿Eres Magnus? —dice—. ¿El Mags de Laurie?

Me muerdo el labio.

—Lo soy —digo, sin saber a qué afirmación estoy respondiendo,


pero la respuesta es la misma para cualquiera de las dos preguntas.

Ella sonríe ampliamente y, para mi sorpresa, extiende la mano, me


agarra del brazo y me arrastra hasta la casa.

—Entra —dice en voz alta.

—¿Lucy? —dice el juez—. ¿Qué demonios está pasando?

—Es el Mags de Laurie.

Sacude la cabeza.

—No tengo ni idea de lo que está pasando, pero espero totalmente


ser el último en saberlo, como siempre. —Besa cariñosamente la mejilla
de su mujer—. Me vuelvo a la cama —anuncia—. Llámame cuando
decidas que vas a iluminarme.

301
Lily Morton Bellamente inesperado

Ella le sonríe y vemos cómo sube las escaleras. Luego se vuelve


hacia mí.

—Ven a tomar una taza de té —dice. De repente parece bastante


traviesa—. A menos que quieras ver el retrato, por supuesto. Esa es la
razón por la que has venido, ¿no?

Se parece tanto a Laurie en este momento que me duele el corazón.

—Sabes por qué he venido —digo. Ella levanta una ceja—. He


venido por la dirección de Laurie.

—¿Y por qué iba a dársela a un desconocido?

—Estoy bastante seguro de que una vez comí canapés en su


comedor.

Me sonríe.

—Bueno, por suerte para ti, he hablado con Lennie, así que lo sé
todo.

—Sinceramente espero que no —digo, alarmado.

Ella sonríe.

—Sé lo suficiente como para reconocer que estás enamorado de mi


hijo, ¿verdad, Magnus Carlsen?

Mi estómago se hunde.

—Si es así, creo que él podría ser la primera persona a la que


debería decírselo, ¿no?

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Lily Morton Bellamente inesperado

Ella inclina la cabeza con aprobación. Sus ojos son del mismo color
que los de Laurie y están llenos de la misma inteligencia, ingenio y
amabilidad.

—Bueno, entonces digamos que sé lo suficiente como para


reconocer que mi hijo podría sentir lo mismo.

Se vuelve para buscar en el cajón de la consola de nogal, dejándome


con la sensación de que me acaba de dar un puñetazo en el estómago.
Exclama y se vuelve con un papel en la mano.

—Aquí está —dice y me lo pone en la mano—. Su dirección. Una


casa preciosa. Era de mi madre. Ella era igual que él. Un corazón tan
grande como el cielo y ninguna intención de usarlo bien —dice
cariñosamente y luego me mira más de cerca—. ¿Estás bien, Mags? ¿Es
Mags?

—Supongo que lo es —digo.

—Parece que vas a enfermarte. Tal vez deberías ir a mi salón y


vomitar sobre mis cortinas. Nunca serán lo mismo después de tu perro.

—¿Dijiste que tu hijo estaba enamorado de mí? —jadeo.

Ella sonríe con malicia.

—Bueno, creo que si lo estuviera, tú serías la primera persona a la


que se lo diría, ¿no?

Me abalanzo hacia delante y ella suelta un grito ahogado y una


carcajada cuando la agarro y la abrazo.

—Gracias —digo, soltándola.

Ella sonríe.

303
Lily Morton Bellamente inesperado

—Me gustas, Mags. Espero verte pronto.

Asiento y, llamando a Endof, bajo corriendo las escaleras. Mi coche


está en el taller, y me devano los sesos para pensar en mi próximo
movimiento. Unas casas más abajo, un vecino está pagando su taxi, y se
me ocurre una idea brillante. Me acerco corriendo mientras el conductor
se pone en marcha.

—Espere —trueno, golpeando la mano en el capó.

—¿Qué demonios estás haciendo? —dice asomando la cabeza por


la ventanilla. Tiene unos cincuenta años y una complexión florida.

—Te daré quinientas libras para que me lleves a Dover —jadeo.

—¿Qué? ¿Estás borracho, amigo?

Me alzo en toda mi altura.

—Estoy tan sobrio como tú, espero. Necesito que me lleves a Dover
ahora mismo. No puedo volar porque podría angustiar al perro, así que
tengo que coger un ferry. Te pagaré quinientas libras para que me lleves.
—Su mirada se dirige a Endof, que intenta estrangularse con su correa—
. Por supuesto, añadiré otras cien libras si me permites el perro —digo
sedosamente.

—Por seiscientas libras, amigo, incluso le dejaré sentarse en el


asiento.

—Entonces tenemos un trato —digo, engatusando a Endof para


que entre en el taxi y lanzándome tras él—. El tiempo es esencial. Vamos.

304
Lily Morton Bellamente inesperado

Capítulo 17
Mags
Es temprano cuando aparco el coche de alquiler en Saint-Paul-de-
Vence. El sol está bajo y dora la piedra color miel de las casas de este
encantador pueblo medieval. Respiro el aroma de las flores de las cestas
que hay por todas partes. Todavía hace mucho calor, y bendigo el hecho
de haber tenido tiempo en Dover para comprar un par de mudas de ropa.
A pesar de ello, mi conjunto de pantalones cortos caqui y una camisa de
manga corta azul celeste parece que he dormido con ellos durante una
semana.

Sacudo la cabeza con desesperación. Durante el viaje en ferry y el


interminable trayecto hasta aquí he tenido mucho tiempo para
preguntarme qué ha sido de mí. Hace unos meses, yo era Magnus Carlsen
QC. Guapo, elegante, y siempre con un joven del brazo. Ahora estoy
desaliñado, llevo ropa barata y probablemente huelo mal. Cómo han
caído los poderosos. Y he hecho todo esto sin saber por qué. Puede que
esté enamorado de Laurie, pero no tengo motivos para esperar que él
sienta lo mismo. La euforia de las palabras de su madre se ha
desvanecido a medianoche mientras conducía por la carretera troncal
encantadoramente titulada Route de la Mort durante las vacaciones.

Cuadro los hombros y salgo del coche, estirándome y sintiendo


cómo crujen mis huesos. Miro a Endof, que está sentado en el asiento del
copiloto que reclamó como suyo en cuanto alquilé el coche en Calais.

—Deberíamos intentarlo, ¿no? —le digo. Mueve la cola y yo hago


una mueca—. Seguramente no puedo estar más avergonzado de mí
mismo que ahora.

305
Lily Morton Bellamente inesperado

Parece un poco dudoso, y no puedo culparle. Podría pasar mucha


más vergüenza por mí.

—Ya basta —digo en voz alta, sobresaltando a una joven pareja que
baja la colina hacia mí con un montón de brillantes bolsas de la compra.
Les sonrío, pero dado el hecho de que se suben apresuradamente a su
coche, puede que mi aspecto sea aterrador. Miro mi reflejo en la
ventanilla del coche y maldigo. Tengo el pelo erizado por haberme pasado
los dedos por él durante las últimas horas. Me lo aliso a toda prisa e
intento hacer lo mismo con la camisa, pero es una causa perdida.

Me rindo, meto la mano y me engancho a la correa de Endof.


Después de cerrar el coche, subo lentamente la colina. Es un lugar
encantador en el que Laurie ha decidido establecer su hogar. Las
estrechas calles empedradas están llenas de tiendecitas, galerías de arte
y restaurantes de los que empiezan a salir olores celestiales. Olfateo y mi
estómago ruge, pero lo ignoro en favor de mirar el trozo de papel que
tengo en la mano con la dirección de Laurie.

Detengo a un hombre que pasa por allí, y me alegro de hablar un


francés fluido mientras le pido indicaciones. Una vez dadas, Endof y yo
caminamos por las calles, cruzándonos con turistas que deambulan y
hacen fotos y charlan alegremente. La casa de Laurie resulta estar en
una pequeña calle lateral adoquinada. Es tan estrecha que se puede
alcanzar al otro lado en algunos puntos, y el aire está lleno de olor a
flores. La casa de Laurie está al final. Me detengo un segundo,
observando los detalles. Está hecha de piedra de color miel, con un
conjunto de escalones de piedra que conducen a una puerta de color
verde salvia. Enormes macetas de terracota llenas de coloridos geranios
bordean los escalones. Es encantador y muy pequeño.

306
Lily Morton Bellamente inesperado

—Tendremos que ampliarla —le digo a Endof y luego palidezco—.


Ack, olvida que he dicho eso. ¿Qué tan ridículo es tu amo?

Respiro profundamente y me limpio las manos en los pantalones,


sintiendo una explosión de nervios en el vientre. Dudo unos segundos
más, y entonces Endof me da un toque con la cabeza. Parece que está
sonriendo, con la boca estirada en una amplia sonrisa de perro.

—Como tú digas —digo solemnemente. Subo los escalones de


piedra y toco el timbre. Suena un alegre tañido y, unos segundos
después, se abre. Tengo el corazón en la boca, pero me relajo cuando
aparece una mujer mayor. Lleva ropa oscura y una chaqueta de punto.

—Ah, el taxi —dice. Dudo, pero por suerte no requiere una


respuesta—. Está en la parte de atrás —dice en francés—. Tiene una
maleta. Por favor, ayúdele con eso.

El miedo me inunda.

—Tiene mal los ojos, ¿no? —le respondo.

Duda, pero acaba asintiendo.

—Sí. Llévale la maleta. Su vuelo es a las diez.

—¿Vuelo? ¿Adónde va?

Abro la boca para hacer más preguntas, pero ella pasa de largo.

—Pasa —dice—. Te está esperando.

—Sinceramente lo dudo —digo, pero ella se ha ido, caminando por


la calle empedrada rápidamente.

307
Lily Morton Bellamente inesperado

Entro en la casa de Laurie. Huele como él, pienso maravillado,


sintiendo que mi ánimo se levanta al inhalar el aroma del aceite de linaza
y la pintura.

Me paseo por las habitaciones, mirando a mi alrededor con


entusiasmo. Es una típica casa de campo francesa, pequeña y
encantadora, llena de luz. Está pintada en tonos suaves de blanco y
sepia, que complementan los suelos de baldosas de terracota y las vigas
pulidas. Unos sofás mullidos en colores pastel flanquean una chimenea
en la que un despliegue de flores impregna el aire. Atravieso una cocina
con armarios desparejados que, de alguna manera, halagan las paredes
de piedra y el viejo suelo de baldosas, y luego atravieso las ventanas
francesas donde me detengo en seco.

Laurie está sentado en la terraza con banderolas en una pequeña


mesa. Las sillas están pintadas de un rosa chillón que hace eco de las
grandes macetas de barro llenas de geranios. La fragante buganvilla crece
en el lateral de la casa en un llamativo despliegue de pétalos rosa chillón.
Lleva pantalones cortos y una camiseta blanca, y resoplo por el hecho de
que no hay ningún sombrero que le proteja del feroz sol provenzal.
Alguien tiene que ocuparse de este hombre.

No me ha oído y tiene la mirada perdida, el rostro triste. Me


pregunto si le duele la cabeza.

Es evidente que a Endof no le gusta que nos quedemos mirando a


una de sus personas favoritas en el mundo, porque, con un gran ladrido,
se libera de mí y, con la correa a cuestas, se lanza sobre Laurie.

—Mierda —grita el hombre en cuestión—. ¿Qué demonios? —Hay


una pausa y luego dice—: ¿Endof? —en tono de asombro.

308
Lily Morton Bellamente inesperado

Me quedo quieto, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho


mientras él se gira para verme.

Durante unos segundos, nos miramos en el dorado silencio del


atardecer, y observo cómo la alegría y la inquietud cruzan su afilado
rostro. Parece más viejo, como si los dos últimos días hubieran durado
una eternidad. Espero que así sea, pienso egoístamente. Así sabrá cómo
me siento.

—¿Mags? —dice, y todo lo que quiero oír está en su voz familiar.


Aparta su silla de la mesa.

Abro la boca para decir algo ingenioso e inteligente y me horrorizo


al oírme decir con demasiada brusquedad:

—Te he hecho esto.

Sus ojos se abren de par en par, sorprendidos, y se acomoda en su


silla.

—¿Qué es? —pregunta con cautela, mirando mi mano, que blande


la maldita cinta de música.

Mis mejillas se calientan.

—¿Qué aspecto tiene? —le digo con brusquedad.

Se muerde el labio, lanzando cautelosas miradas de felicidad hacia


mí.

—Una cinta de casete. Lo cual es sorprendente, porque no he visto


una desde los años ochenta.

—Sí, y no te imaginas lo que me costó elegir las canciones que


contenía. Me llevó años.

309
Lily Morton Bellamente inesperado

Me quita la cinta y la mira con curiosidad.

—¿Y por qué has hecho esto? —pregunta, y estoy seguro de que es
mi imaginación, pero parece que está conteniendo la respiración.

—Quería hablarte de mis se… sentimientos. —Me tropiezo con las


palabras, y sus ojos inyectados en sangre se iluminan.

—¿Tus sentimientos? —dice con voz suave. Asiento—. ¿Por qué no


me lo dijiste? —Baja la mirada hacia la cinta—. O me armaste una lista
de reproducción en Spotify.

—Ack, nunca pensé en eso. —Raspo las losas con el pie—. Quería
enviarte un mensaje, y tenía que ser de esta manera —digo con
obstinación.

—¿El mensaje era que saliera de tu cama? Creo recordar que dijiste
que ese era el único mensaje que querías enviar. —El giro de su boca es
triste, y tengo un intenso deseo de no volver a verlo en esos suaves labios.

—Nunca —digo, con demasiado fervor. Pongo los ojos en blanco.


Ahora estoy comprometido con este ridículo empeño.

Él mira la cinta.

—Creo que tengo un reproductor de cintas en algún lugar de la


casa.

Levanto la mano implorando.

—Por favor, no me hagas escuchar esa cosa. Ya es bastante malo


que la haya hecho yo.

Su labio se crispa, y el tinte rosado de su nariz llama


repentinamente mi atención.

310
Lily Morton Bellamente inesperado

—Te vas a quemar —le digo bruscamente—. Nunca prestas


atención cuando estás pintando. Necesitas que alguien te cuide.

Se muerde el labio, con la esperanza escrita en su cara.

—¿Ese alguien eres tú?

—Creo que sí.

Me mira inquisitivamente, con la conocida nota de duda en sus


ojos, y de repente su incertidumbre me hace sentir como si hubiera
agarrado una ortiga.

—El caso es que podría ser yo —digo con sorna. Me pongo en


marcha y sigo acelerando—. Pero no me has dado la oportunidad de
atenderte, así que no sabrás nada de eso.

Se queda extraordinariamente quieto.

—¿Habrías querido una oportunidad?

—Sé que piensas que no puedo cuidar de nadie, que soy superficial
y egoísta y...

—Mags —interrumpe. Hay una nueva nota en su voz que hace que
mi pecho se caliente mis ojos ardan y se tensen—. Mags, nunca quise
decir ninguna de esas malditas estupideces que dije. Debes saberlo. Por
el amor de Dios, eres jodidamente maravilloso.

Ignoro las ridículas palabras que me hacen sentir calor por dentro.

—Lo que pasa, Laurie, es que mira al perro.

Su ceño se frunce.

—¿Por qué? —pregunta con cautela.

311
Lily Morton Bellamente inesperado

Extiendo las manos.

—Ack, soy una mierda en esto. Basta con echar un vistazo a Endof.
Está bien y saludable. —Los dos nos volvemos hacia el perro, que
inmediatamente adopta una pose trágica como si me hubiera pasado los
últimos dos días pegándole—. Vale, no le mires —digo rápidamente—.
Concéntrate en el hecho de que lo he cuidado muy bien desde que me lo
dejaste, así que ¿por qué no puedo hacerlo contigo? —Le miro
amargamente—. Tu nariz siempre está fría y húmeda, y ciertamente
tienes la parte de la caminata en orden.

Su labio se tuerce y luego suaviza su expresión.

—Así que crees que puedes cuidar de mí porque tu perro sigue vivo
incluso después de su paso por las Torres Carlsen, el Salón de los
Jovencitos de la Ciudad. ¿Por qué iba a creerte? —Él levanta la mano—.
Por no mencionar el hecho que no necesito que me cuiden.

Vuelvo a rozar mi pie en el suelo.

—Puede que algún día lo hagas.

—Oh, así que es la pena lo que te ha traído aquí —gruñe—. Cuando


te escribí esa nota, era una despedida. No te necesito aquí tratando de
ayudar al ciego. Puedo arreglármelas sin ayuda.

—¿No has aprendido nada? —digo con incredulidad—. La única


pena que siento es por mí mismo al tener que cargar con un hombre tan
recalcitrante y tener que participar en esta conversación alejada de la
mano de Dios. —Le miro fijamente. Por alguna extraña razón, toda la ira
le abandona de golpe y sus ojos vuelven a ser felices. Nunca le entenderé.

Suspiro, con mucho sufrimiento.

312
Lily Morton Bellamente inesperado

—Jeg elsker dig66 —digo ácidamente.

Hay un silencio muy prolongado mientras me mira fijamente, con


expresiones que recorren demasiado rápido su delgado rostro para que
yo pueda analizarlas.

—No tengo ni idea que acabas de decir —dice finalmente—. ¿Me


has preguntado dónde está la lavadora?

Le miro con recelo.

Se ríe. Cuando termina de comportarse como un idiota, se levanta


y da un paso adelante. Su familiar aroma a jabón me envuelve, y siento
que la última tensión se deshace dentro de mí como si hubiera atravesado
una puerta y estuviera en casa. Entonces habla y todo lo demás se
desvanece.

—Yo también te amo —dice con fiereza, las palabras apasionadas


y su delgado rostro vivo con tantos sentimientos—. Te amo mucho, Mags.

Durante un segundo salvaje, me quedo mudo, como si el mundo


hubiera dejado de girar. Hay un silencio prolongado, y su labio se tuerce.

—¿De verdad? —Finalmente digo. No puedo evitar la nota de


incredulidad.

Sus ojos bailan divertidos.

—¿Hay alguna razón por la que no deba hacerlo?

—Oh, no —digo rápidamente antes que pueda cambiar de


opinión—. Soy muy adorable.

66 Te amo.

313
Lily Morton Bellamente inesperado

—E irritante.

—¿Quién ha dicho eso? —pregunto con sorna.

Hace ademán de mirar a su alrededor, y contemplo la posibilidad


de empujarle.

—Creo que he sido yo.

—Bueno, es obvio que no sabes juzgar el carácter. Soy muy


adorable. Soy rico, atractivo y muy inteligente.

—También eres arrogante, totalmente convencido de que lo sabes


todo, y actúas como si necesitaras antibióticos si alguien expresa incluso
una pizca de cariño.

—En mi infancia había mucha gente que expresaba un cariño muy


vigoroso. No creía en nada de eso. Me hace sentir incómodo.

—¿Y ahora?

Paso mis manos por su suave pelo, amando la forma en que se


inclina hacia mí y las finas líneas en las esquinas de sus impresionantes
ojos verde pálido.

—Ahora sí. —Su rostro es tan querido, tan cálido, y a regañadientes


decido optar por la sinceridad—. Podría hacerlo mejor.

—Sin duda —dice con serenidad.

Lo fulmino con la mirada.

—No estoy seguro de dónde, pero quizá encuentres a alguien mejor,


Laurie. —Pienso en esa figura nebulosa y siento rabia hacia él—. Pero no
sería yo. Y creo que me necesitas.

314
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Por qué?

—Para asegurarme que comes algo más que galletas y fideos. Para
dejar que me pongas los pies fríos en la cama, para hacer tus cuentas,
para vigilarte y asegurarme que nadie se aproveche de tu disposición
demasiado amable. Alguien que te desafíe. —Hago una pausa—. Alguien
que te ame. El verdadero tú —digo con demasiada torpeza.

—¿Y quién es el verdadero yo?

—Es inteligente y divertido y tiene un carácter como el de Mary


Poppins en un mal día, pero sigue siendo el único al que dejaría mojar
galletas en mi leche caliente.

Se echa en mis brazos como si el espacio estuviera hecho para él,


y quizás lo esté, porque antes de que me dé cuenta, estoy envuelto en él
con mi cabeza en su cuello, inhalando el olor a jabón y a hogar.

—Bueno, es fortuito que me gusten los hombres arrogantes que


esconden muy bien su bondad —dice, besando mi oreja—. Me gusta
mucho el orden extremo, las jornadas de cuarenta y ocho horas y la
decoración mínima.

—No, no te gusta. Eso fue una mentira descarada. Te gusta el


desorden, el caos y la pintura por todas partes. Es como si te apoderaras
del mundo un tubo de pintura al óleo a la vez.

Se ríe, y estoy muy agradecido de tener al hombre caprichoso


haciendo ese sonido alegre en mis brazos de nuevo. Luego se pone serio
cuando me enderezo.

—Iba a volver —dice solemnemente—. Necesito que lo sepas. Mi


vuelo de vuelta a Londres está reservado.

315
Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Ibas a volver? —Me quedo boquiabierto—. ¿A mí?

Asiente, y ese último rastro de incertidumbre en mi vientre me


abandona.

—Llegué a casa y me sentí tan miserable sin ti, Mags. No sabía si


nuestra relación significaba algo para ti, pero tenía que intentarlo. —
Respira profundamente—. Y he tomado una decisión. Voy a ver al
especialista. He decidido operarme.

El alivio me debilita las rodillas.

—¿De verdad?

—Alguien me dijo que debía intentarlo y no rendirme.

—¿Era muy inteligente?

Pone los ojos en blanco.

—Más bien ruidoso en sus propias opiniones. —Me río y me abraza,


empujando su cara en el espacio entre mi cuello y mi barbilla. Su
respiración es caliente y apresurada—. Podría no funcionar, Mags. Podría
quedarme ciego.

Su voz vacila y me duele el estómago, pero me siento honrado que


este hombre me haya elegido para confiar en él.

—Entonces nos ocuparemos de ello —digo con firmeza, dándole un


apretón—. Somos nosotros, ¿sí? Somos un equipo.

Se retira y me mira con esos ojos pálidos bañados por el sol que
recuerdan al mar danés de mi infancia.

—¿Nosotros?

316
Lily Morton Bellamente inesperado

Asiento.

—Siempre será así.

—Bueno, ahora que lo has dicho, estoy seguro de que se hará


realidad.

—Se hará. —Acaricio su afilada barbilla con la palma de la mano—


. Así será. ¿Me estás escuchando, Laurie? —Asiente y sonrío—. Te
operarán y nos ocuparemos de lo que resulte de ello. Espero que no te
quedes ciego, Laurie, pero eso no afecta a mis sentimientos. Estoy
enamorado de ti y me conozco. Soy un hombre que no siente a la ligera,
y tiendo a ser leal a los que amo. Me haces reír y me haces sentir vivo, y
seguirás haciéndolo independientemente de que puedas ver o no.

Sus ojos brillan.

—Tengo mucha suerte de haberte encontrado.

—No estaba tirado como un viejo envoltorio de patatas fritas.

—No, sólo teniendo una crisis de jovencitos en la puerta de tu casa.


—Suspira—. Que Dios bendiga a todos los jovencitos con lazos del
mundo.

Me río y miro la terraza iluminada por el sol.

—Creo que al final me mudaré contigo, Laurie.

Sus ojos se abren de par en par.

—¿No quieres volver a Londres en lugar de vivir aquí?

—¿Tenemos que descartar uno?

317
Lily Morton Bellamente inesperado

—Supongo que no. Puedo trabajar en cualquier sitio. ¿Pero qué hay
de tu carrera de Derecho?

—Seguiré haciéndola, pero he estado pensando en reducir un poco


las cosas. Me gustaría escribir un libro. He leído tus retos de ficción y me
parece que el mundo necesita un buen thriller jurídico.

Se muerde los labios, parece que está reprimiendo la risa.

—¿Y eres tú quien lo va a escribir?

—¿Quién mejor? —digo, evitando la modestia. Nunca me ha


sentado bien—. Haré eso o escribiré el libro que sin duda será el tratado
de derecho de este siglo.

—Bueno, al menos tendremos el dinero de mis pinturas para no


morirnos de hambre —dice con simpatía fingida.

Me pregunto si alguien ha amado alguna vez como yo amo a este


hombre. Feroz y apasionadamente. Haría cualquier cosa por él. Sin
embargo, lo fulmino con la mirada en lugar de decirle esas cosas. En mi
opinión, cualquier otra confesión en este sentido es mejor guardarla para
cuando estemos juntos en la oscuridad.

Pero sus labios vuelven a torcerse y estoy seguro de que ya sabe lo


que quiero decir. Así que lo beso, absorbiendo su cálido aroma y
apretando más al hombre que ha resultado ser la mejor y más inesperada
sorpresa de mi vida.

318
Lily Morton Bellamente inesperado

Epílogo
Dos años después
Laurie
Mags grita:

—Laurie —y sonriendo, dejo el pincel.

—Y esa es la señal de que hemos terminado hoy —le digo a mi


cliente. Es un político famoso que se postula para el puesto más alto, y
espero sinceramente que se le dé mejor la política que quedarse quieto.
Observo cómo acepta mi dictado con alegría, se levanta y se estira.

Se acerca a la pequeña vitrina que hay sobre la mesa.

—Llevo todo el día mirando esto. ¿Qué es?

Le sonrío.

—Es una cinta de casete. ¿Por qué?

Golpea el cristal.

—No estoy seguro de por qué debería estar en un estuche. ¿Es


especial?

Miro la caja de casete con mi nombre garabateado. Lo había metido


en esa caja de cristal cuando volvimos a Londres, para hilaridad de Mags,
pero me aseguré de transferir las canciones a mi lista de reproducción de
Spotify primero. Escucho mucho las canciones elegidas. Son como Mags:
bonitas y un poco extravagantes. Él lo llama sentimentalismo

319
Lily Morton Bellamente inesperado

empalagoso, pero yo no me pierdo las miradas de cariño que lanza a la


cinta de vez en cuando.

—Es más especial de lo que nunca sabrás —digo finalmente.

Arruga la nariz, confundido.

—¿Y por qué hay una cinta roja ahí?

—Recuerdos —digo vagamente, sin tener intención de contarle la


historia de cómo una vez llevé un lazo por Mags. Esa había sido una
buena noche.

Por suerte, Mags elige ese momento para entrar en el estudio. Mi


cliente levanta la vista y sonríe.

—Magnus —dice con una voz más adecuada para gritar través de
la Cámara de los Comunes—. ¿Cómo estás?

Mags le sonríe.

—Julian. Estoy bien. ¿Cómo te trata Laurie? ¿Está sacando el


látigo?

Julian se ríe alegremente.

—Creo que eso es algo que probablemente deberías mantener en


privado entre Laurie y tú.

—Sin látigo —digo dulcemente—. Si tuviera un látigo a mano,


probablemente estrangularía a Mags con él.

Mags rompe a reír.

—Es la verdad —le asegura a Julian, pareciendo más feliz por eso
de lo que un hombre cuerdo debería.

320
Lily Morton Bellamente inesperado

Los dos se lanzan a una conversación sobre algo que ocurrió una
vez en una cena en Islington, y yo escucho a medias mientras limpio mis
pinceles, sonriendo al oír la voz de Mags.

Julian acaba dándonos la mano y se va prometiendo que llegará


temprano mañana, y cuando se ha ido, Mags se vuelve hacia mí y me
atrae a un abrazo.

—¿Estás bien? —pregunta, y yo me acurruco contra él, inhalando


el aroma de su colonia cálida y de Mags durante un precioso segundo.

—Bien —digo—. Y si no lo estoy, mi alarma humana lo hará.

Pone los ojos en blanco.

—Ack. Qué palabras tan ridículas. Es hora de dejar los pinceles,


¿no? Ya has tenido suficiente tiempo. Ya sabes lo que dijo el médico.

—Lo sé, y no voy a exagerar. No contigo cerca.

—Me necesitas —dice en su forma prepotente—. Por eso estoy aquí.

Sí le necesito, aunque no se lo digo muy a menudo, por miedo a


acariciar su ego. Parece que considera nuestras declaraciones de patio
de hace dos años como un contrato vinculante. Volvimos a Londres, y
desde entonces no se ha separado de mí.

Al final, tuvieron que operarme dos veces, y fueron muchas las


veces que estuve en la cama del hospital, con la vista nublada, mientras
Mags me leía con esa hermosa voz que siempre consigue alejar mis
miedos. Saludó con alegría el éxito de la última operación, pero sé que se
habría quedado aunque los resultados no hubieran sido favorables.

Ha asumido un papel de supervisión en mi recuperación, y nunca


está lejos cuando se acaba el tiempo de pintura que me han asignado los

321
Lily Morton Bellamente inesperado

médicos. Entonces entra en mi estudio como si fuera su casa, listo para


llevarme a cenar o a otra aventura.

Aunque se burle de mí por exhibir mi mixtape, hizo gala de su


propio sentimentalismo cuando enmarcó mi lista de visitas a Londres.
Ahora está en su despacho junto con el cuadro que hice para él. Dice que
están ahí para recordarle que hay algo más importante que el trabajo, y
yo lo soy. También ha hecho una nueva lista, y siempre que estamos en
Londres, visitamos lugares apartados. Últimamente, hemos visitado una
tetería tricentenaria y un templo romano escondido bajo unas oficinas de
la ciudad. Nuestras visitas turísticas son ahora menos desesperadas y
más para crear recuerdos compartidos, y las listas se han convertido en
parte del lenguaje secreto que sólo Mags y yo compartimos.

Le doy un codazo.

—Me estorbas —le digo—. Los abogados no conocen el concepto de


espacio personal. —Me sacudo cuando me toca la ingle.

—Y te has alegrado de ello demasiadas veces para contarlas,


Laurie.

Me inclino hacia él y lo beso, de forma lenta y dulce, y él me coge


la cara con sus grandes palmas y me pasa los dedos por el pelo. Me retiro
y le doy un beso en la nariz que le hace poner un mohín de disgusto, y
luego me muevo por el estudio, guardando las cosas mientras él se lanza
a describir a mi padrastro haciendo patalear a un colega suyo en el
juzgado.

Escucho distraídamente mientras admiro el antiguo dormitorio que


Mags convirtió en un estudio para mí cuando nos juntamos. Es la mejor
habitación del piso, luminosa y ventilada, con una fantástica vista de
Londres y del río.

322
Lily Morton Bellamente inesperado

—Te gusta —digo finalmente—. No sé por qué tienes que ocultar el


hecho. Siempre están en un rincón charlando de la ley.

—Qué expresión más chocante —dice, arrugando la nariz—. Es


más bien el hecho que no me muevo lo suficientemente rápido cuando se
acerca a mí.

—Ah, vale —digo, sonriéndole—. Lo que tú digas, querido.

Me besa, con sus labios cálidos y suaves. Sonrío contra el beso,


sintiendo que él hace lo mismo. Estoy ridículamente enamorado de él. Lo
es todo para mí. Mejor amigo, co-conspirador, confidente y feroz defensor.
Bendigo el día en que llegué a ese pasillo y vi al gran hombre y al jovencito
con lazo. Parece un libro extraño de Barbara Cartland67, pero la verdad
es que fue el comienzo de nuestra propia historia de amor. Extraña y
hermosa.

Supongo que es gracias a él que mi familia ha vuelto al primer


plano de mi vida. Gracias a su amistad con Lennie y Chris, se abrió
camino con el resto de mis hermanos. Mi madre le adora, e incluso mi
padrastro está contento de tener al que fue su perdición para hablar en
las cenas. De hecho, Mags podría ser la única persona con la que ninguno
de mis hermanos tiene problemas.

También he conocido a su familia. Su padre es una visión física de


cómo será Mags en el futuro, aunque Mags no tendrá la mujer tan
dramática que es la cuarta esposa de su padre. Lo convencí para que lo
visitara la primera vez alegando que necesitaba salir de la ciudad. Me
obligó con esa férrea concentración que puso en mi rehabilitación, pero
fue tan bien que ahora los visitamos todos los meses. Suele ser una visita

67Dame Mary Barbara Hamilton Cartland, DBE fue una de las más exitosas escritoras
inglesas, que escribió 723 novelas románticas

323
Lily Morton Bellamente inesperado

llena de toneladas de drama marital que a mí me encanta, y que Mags


trata con una alegre ecuanimidad. Sin embargo, su padre lo adora, y yo
hago todo lo posible por incorporarlo a nuestro círculo, y con los años se
han ido acercando.

Sin embargo, su madre es una causa perdida. Trata a Mags con un


vago placer cuando llega a Dinamarca. Como si fuera un bonito abrigo
que ha encontrado inesperadamente en su casa. Eso me pone nervioso,
pero Mags no parece molestarse, así que mantengo la boca cerrada.

Mags sale del estudio.

—¿Ya has hecho las maletas para ir a Francia? —me llama—. He


reservado el ferry para las diez. Endof ya está entusiasmado con la idea
de poder volver a hacer esas encantadoras embestidas desesperadas
contra la barandilla. Esas embestidas que la gente de alrededor interpretó
como que intentaba escapar de nosotros. —Resopla—. Como si hubiera
otro imbécil en Europa que quisiera adoptar a la extraña criatura.

Me río, pero ya estoy deseando volver a Saint-Paul-de-Vence.


Quiero sentir el sol en la cara e inhalar el aroma de la buganvilla que
crece en la parte trasera de nuestra casa en toda su impactante gloria
rosa.

Mags también es feliz viviendo allí, pero he aprendido que se siente


cómodo en cualquier sitio. Parece que conoce a todo el mundo en pocas
semanas y, dondequiera que vayamos, le aclaman como si fuera Elvis. Lo
acepta con naturalidad, como si le correspondiera. Ayuda el hecho de que
hable tantos idiomas.

A menudo lo encuentro en el pequeño bar de la calle contando una


de sus extravagantes historias en danés, francés o español. Por supuesto,
estará rodeado de risas y expresiones de entusiasmo que no ayudan en

324
Lily Morton Bellamente inesperado

absoluto a nivelar su ego. Sin embargo, lo que más me gusta es cómo se


le ilumina la cara cuando me ve. Ocurre siempre y nunca pasa de moda.

Cuando llegó allí por primera vez y declaró su arrogante decisión


de vivir conmigo, requisó un pequeño dormitorio y lo declaró su estudio.
Reprimí una sonrisa al verle en la habitación como un T-Rex en una
piscina infantil y le dejé seguir. Duró tres meses antes de que comprara
la casa de al lado, uniera las dos casas y empezara a construir un hogar.

Cuando le dije que estaba anidando, puso la misma cara de asco


que si le hubiera dicho que se había sentado en una mierda de perro. Eso
no impidió que me diera cuenta en voz alta del tamaño del estudio que
se había dado a sí mismo, pero como estaba muy involucrado en la
redacción de su tan cacareado tratado jurídico, le dejé hacer. El libro fue,
por supuesto, un gran éxito y muestra todos los signos de ser adoptado
como un libro de texto universitario básico.

Nunca llegó a escribir su epopeya jurídica de ficción, sino que se


dedicó a escribir la primera parte de sus memorias. La primera parte,
porque, al parecer, su vida ha sido demasiado plena como para limitarla
a un solo libro. Sus memorias son francas y a veces dolorosamente
honestas cuando resume el actual sistema judicial del Reino Unido, pero
también son cálidas e increíblemente divertidas, como el propio hombre.
Hubo una guerra de ofertas por los derechos, que Mags aceptó como si le
correspondiera, y los editores ganadores nos dicen que van a ser un éxito
masivo. Puedo creerlo, pero mi mayor alegría fue la dedicatoria.

Para mi amado Laurie.

Por todos los años de consejos no solicitados.

Mi madre se horrorizó, declarando que no era nada romántico, pero


yo me río cada vez que lo recuerdo.

325
Lily Morton Bellamente inesperado

Sigue trabajando duro después de tomarse un tiempo libre para los


libros, pero acepta menos casos legales que antes, y dividimos nuestro
tiempo felizmente entre Londres y Francia. Si está fuera, siempre le sigo
y acepto un encargo en algún lugar cercano. Me doy cuenta de que no
quiero estar sin él, y él parece igual de feliz abrazando nuestra divertida
codependencia.

Todo esto ha hecho que mi trabajo sea aún más solicitado que
antes, y a ello ha contribuido que Mags me organice. Si me dejara solo,
flotaría en una neblina de vapores de pintura, pero la asistente de Mags
se ocupa de nuestras agendas, y es tan terriblemente organizada como
él. Así que ahora tengo una abultada agenda de citas, y no echo de menos
ver a mi Mags.

Discutimos, por supuesto. Nada en la vida es fácil, y a veces


anuncio mi intención de retirarme a mi estudio para alejarme de él. Él lo
trata con patente incredulidad, pero incluso allí me rodea. Es una
habitación enorme en el fondo del jardín, convertida a partir de un garaje
y abastecida con todo lo que él sabía que yo necesitaba porque es hijo de
un artista. Los años que pasó con su madre son sólo una nota a pie de
página en la historia de su vida, pero le permiten entenderme mejor a mí
y a mis divagaciones, a veces incoherentes, sobre mi arte. Me gusta que
sea yo quien sepa esto de él.

Verás, esa es la cuestión. Puede que haya llegado a un acuerdo


conmigo, pero Mags Carlsen sigue siendo el mismo bastardo gruñón que
conocí en el pasillo aquel fatídico día. La única diferencia es que él es mi
bastardo gruñón, y como tal, sé que es un blandengue oculto, y que me
ama profundamente y más de lo que nunca esperé. Su amor me humilla.
Es feroz e inflexible e imposiblemente leal, como tener un perro lobo
gigante a tu espalda. Y yo le amo a su vez. Con otros, puedo ser distante
y distraído. Puedo resolver sus problemas y evitar involucrarme, pero no

326
Lily Morton Bellamente inesperado

puedo ser así con Mags porque él tiene mis ojos y mi corazón y toda mi
atención.

Es una suerte que entienda a los artistas y me deje en paz para


pintar, porque de lo contrario, seguiría con devoción a este gentil gigante
malhumorado y nunca terminaría ningún trabajo. No sé cuánto tiempo
tendremos juntos, pero cada día que paso con él es una bendición. Mi
Mags. Min elskede68.

Fin

68 Mi amor.

327
Lily Morton Bellamente inesperado

Escena extra
Mags
Me recuesto en la incómoda silla, con los párpados caídos. Es la
hora del almuerzo, y al otro lado de la ventana del hospital, la ciudad
bulle, pero puedo sentir el letargo tirando de mi cuerpo. Anoche no dormí.
Fingí que dormía para que Laurie se quedara dormido, pero luego me
quedé despierto, inquieto y preocupado durante toda la noche.

Es un hecho cierto que ya soy demasiado mayor para hacer esto.


Antes me quedaba toda la noche de fiesta y bebiendo, dormía una hora y
luego estaba fresco como una lechuga. Hoy en día, si pierdo mis ocho
horas, mi cuerpo registra su descontento.

Observo la figura dormida en la cama y vuelvo a apoyar la cabeza


en la silla, pero después de despertarme un par de veces, me rindo y
vuelvo a mirar a Laurie.

Está tumbado con tranquilidad y pulcritud, lo cual es lo


suficientemente distinto a él como para preocuparme un poco. Después
de un rato de estar a su lado, sé que Laurie está en constante
movimiento, siempre teniendo que golpear sus dedos o sus pies. Por las
mañanas, nuestra cama parece que hemos librado una guerra debido a
su costumbre de retorcerse y girar. El único momento en que está muy
quieto es cuando pinta, y no lo ha hecho mucho en los últimos dos meses.

Me muerdo el labio. Incluso dormido, parece agotado, y puedo


sentir que el miedo me arrastra. Es la segunda operación a la que se
somete y no sabremos los resultados hasta que se despierte de la
anestesia.

328
Lily Morton Bellamente inesperado

La primera fue diferente. Había acudido animado por mis relatos


de otras personas que se habían sometido a la misma operación con éxito
y por las palabras tranquilizadoras del cirujano. Todavía recuerdo la
angustia y el pánico en su cara cuando se dio cuenta de que no había
funcionado. La resignación había hecho que me doliera el corazón.

Ahora está mucho más resignado y sé que está preparado para lo


peor. He visto su investigación marcada sobre las organizaciones que le
ayudarán. Quería protestar que todo saldría bien e instarle a que viera el
lado bueno, pero me abstuve. Laurie lo afrontará a su manera, y lo único
que puedo hacer es permanecer a su lado, dispuesto a apoyarle.

Sacudo la cabeza, mirando el cielo apagado que hay fuera de la


ventana y escuchando el primer golpeteo de las gotas de lluvia contra el
cristal. Incluso ahora, no puedo creer lo mucho que he cambiado desde
aquel primer día en que le conocí, pero no lo haría de otra manera. Laurie
se ha convertido en la persona más importante de mi mundo, lo que ha
resultado ser una pequeña revelación, ya que siempre supuse que era yo.
Quiero su felicidad más que nada e iría hasta el fin del mundo para
conseguirla. Sin embargo, no puedo ayudarlo y eso me hace sentirme
frustrado.

El suave sonido de la lluvia contra la ventanilla me adormece, y me


reclino más en mi asiento, cerrando los ojos. Sólo soy consciente que me
he quedado dormido cuando alguien dice:

—Mags. —Y me levanto de golpe y me caigo de la silla.

—Laurie —digo, levantándome del suelo e inclinándome sobre él.


No puedo ver sus ojos bajo las vendas, pero sus labios están curvados en
la familiar sonrisa que siempre hace que mi corazón lata más rápido.

—¿Qué ha sido ese sonido? —pregunta.

329
Lily Morton Bellamente inesperado

Hago un gesto de desprecio con la mano que él no puede ver.

—¿Qué? No ha sido nada. Sólo he movido algunas cosas.

—¿Una de ellas era tu cuerpo al caer?

—Algunas personas podrían preguntarse por el estado de nuestra


relación si te oyeran tan alegre por mi accidente, Laurie.

—Se lo preguntarían hasta que hablaran contigo, y entonces lo


entenderían completamente.

—¿Cómo te sientes? —pregunto, volviéndome a sentar en mi silla y


alcanzando su mano.

Parece extraño ver sus dedos limpios y libres de carbón y pintura.


Al igual que parece extraño no oler el aceite de linaza en él cuando me
abraza. Me rompe un poco el corazón, y me recuerdo que si a mí me
entristece, a él le debe resultar insoportable enfrentarse a la perspectiva
de no volver a pintar.

La puerta se abre y una enfermera asoma la cabeza por la puerta.

—Qué bien, está despierto —dice—. ¿Cómo te sientes, Laurie?

—Con sueño —dice, con la voz un poco arrastrada—. Y un poco


enfermo.

—Eso es la anestesia —dice ella—. Bueno, has vuelto en el


momento perfecto. El Sr. Chambers está haciendo sus rondas en este
momento, así que vendrá pronto a ver cómo estás.

La puerta hace clic detrás de ella y se hace un pequeño silencio.


Me ocupo de apretarle la mano hasta que está listo para hablar.
Finalmente, se revuelve.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—¿Ha dicho algo? —pregunta casi con timidez.

No finjo no saber lo que está preguntando. Jugueteo con la idea de


no darle esperanzas, pero eso sería cruel, y siempre soy sincero con
Laurie. Me lo saca como una risa.

—Dice que es cautelosamente optimista.

—¿De verdad?

Asiento, aunque no pueda verme

—Sabrá más cuando quiten los apósitos y hagan más pruebas.

Se mueve inquieto.

—¿Y si no ha funcionado, Mags? —dice finalmente en voz baja,


haciendo que mi corazón se apriete como si lo tuviera en una prensa.

—Entonces nos ocuparemos de ello juntos —digo con firmeza. Un


recuerdo repentino me recuerda la primera vez que le dije eso—. Sabes
que me quedaré contigo, ¿verdad?

—Por supuesto —dice con un asombro tan evidente que la tensión


se libera en mi cuerpo.

—¿Y no te vas a poner en plan heroico y noble y dejarme para que


pueda encontrar a alguien mejor?

Su boca se tuerce.

—No creo que sea una buena idea. Probablemente sólo funcione en
los romances históricos. Simplemente te irías y encontrarías a alguien
que quisiera decorar su polla.

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Probablemente serían mucho más maleables —digo con voz


triste—. Pero he hecho mi cama y debo acostarme en ella. —Se ríe, y yo
levanto su mano y digo—: Siempre serás mi amor. Mi amigo. Mi vida.

Puntualizo cada palabra con un beso en la palma de su mano, y


una sonrisa de impotencia cruza mi rostro cuando él cierra los dedos
como si quisiera mantener los besos a salvo.

—Sólo lo dices porque no puedo verte —dice, arrancándome una


carcajada.

—Me conoces tan bien, Laurie. —Le agarro la mano y le digo con
firmeza—: Estaré contigo en la salud y en la enfermedad, Laurie, mi amor.
Min elskede. Me alegraré cada minuto, e independientemente del
resultado, afrontaremos esto juntos.

Suelta el aliento lentamente, con la cabeza vuelta hacia mí.

—Eso ha sonado sospechosamente como una propuesta de


matrimonio, Mags —susurra.

Me paralizo, esperando que el pánico me invada, pero no está ahí


porque se trata de la persona que más quiero en el mundo.

—¿Y si es así? —digo, conteniendo la respiración.

Él arruga la nariz.

—Entonces diría que sabes que no debes hacerlo mientras estoy en


una cama de hospital y que estoy seguro de que puedes hacer un trabajo
mucho mejor que ese.

Me sorprende un grito de risa, y abro la boca para replicar cuando


se abre la puerta y entra el consultor.

332
Lily Morton Bellamente inesperado

—Bien, Sr. Gentry, ¿estamos listos para hacer algunas pruebas?

—Siempre listos —dice, y la habitación se llena del bullicio de las


enfermeras que lo sacan de la cama y lo preparan para llevarlo a las
pruebas. Su mano se estrecha sobre la mía—. ¿Mags? —dice ansioso.

Me acerco más.

—Estaré aquí esperando, Laurie.

—Puede que tarde mucho.

—No tengo nada mejor que hacer —digo en voz baja.

Una de las enfermeras parece un poco escandalizada, pero el rostro


de Laurie se ilumina al instante con una sonrisa.

Al cabo de unos minutos se ha ido y la habitación está vacía. Me


acerco y me apoyo en la ventana, mirando hacia la concurrida calle. Los
peatones corren por la acera, ocultos de mí por sus paraguas
multicolores. Parece una escena de un musical de Hollywood y sé que
Laurie la pintaría.

Me froto la nuca y cojo el teléfono. Suena un par de veces y


entonces oigo la voz de su madre.

—¿Alguna novedad? —pregunta ansiosa—. Estamos todos aquí


esperando.

—Está despierto y acaba de ir a hacerse unas pruebas.

—¿Cómo está? ¿Te han dado alguna idea de cómo ha ido?

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Lily Morton Bellamente inesperado

—Se siente un poco enfermo y somnoliento, pero está bien. —Me


encojo de hombros—. El médico cree que ha ido bien. Sabremos más
cuando vuelva de las pruebas.

—¿Y si las noticias son malas? —Hace una pausa, con la voz
temblorosa por las lágrimas—. No se lo he dicho a él. Sólo a ti.

—Entonces nos ocuparemos de todo juntos —digo con firmeza—.


He contactado con varias personas esta semana y he averiguado cuáles
deben ser nuestros próximos pasos. Laurie parece creer que es el final, y
no lo es. Es el final de un camino y el comienzo de otro. Lo recorreremos
juntos y al final estará bien. Lo sé y me aseguraré de que así sea.

Hay un breve silencio, y ladeo la cabeza. ¿Se ha cortado?

—¿Hola?

Cuando habla, su voz está entrecortada.

—¿Te he dicho alguna vez, Magnus, lo contenta que estoy de que


Laurie te haya encontrado?

—Estoy seguro que lo hiciste. Es algo lógico dado el temperamento


de Laurie.

Ella estalla en carcajadas, y yo sonrío ahora que sus lágrimas


parecen haber desaparecido. Llorar siempre me da pánico. Dejándola con
la seguridad de que llamaré con noticias, termino la llamada y vuelvo a
mirar por la ventana, maquinando y planeando cómo le ayudaré a lidiar
con las noticias, sean buenas o malas.

Parece que ha pasado mucho tiempo hasta que se abre la puerta y


aparece Laurie empujado en una silla de ruedas. Una mirada a su rostro

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Lily Morton Bellamente inesperado

hace que toda la tensión desaparezca de mi cuerpo de tal manera que me


siento débil.

—Mags, son buenas noticias —exclama, con una enorme sonrisa


en su anguloso rostro.

Le sonrío.

—Nunca tuve ninguna duda —digo con firmeza.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Agradecimientos
A mi marido. Por ser mi mejor amigo.

A los servicios de autor de LesCourt. Un enorme agradecimiento a


Leslie, Lori, Katie y todos los demás. No podría hacer mi trabajo sin su
ayuda. Gracias también a Annette Henriksen por ayudarme con las
frases en danés.

Edie. Por ponerme siempre una sonrisa en la cara y por entender


mis borradores extremadamente toscos. Te mereces una medalla.

Hailey. Por estar siempre a mi lado. Por volver a viajar.

Los miembros de mi grupo de lectores de Facebook, Lily’s Snark


Squad. Hacen que mi grupo sea un lugar muy amigable y encantador.

A todos los blogueros que dedican su valioso tiempo a leer, reseñar


y promocionar los libros. También a los lectores que me alegran el día
con sus mensajes y fotos y recomendaciones de libros. Me encanta formar
parte de esta comunidad, así que gracias.

Por último, gracias a ti por arriesgarte con este libro. Espero que
hayas disfrutado leyéndolo tanto como yo escribiendo. Hasta que no
escribí mi primer libro no supe lo importantes que son las reseñas. Así
que, si tienes tiempo, considera dejar una reseña en Amazon o Goodreads
o cualquier otro sitio de reseñas. Puedo prometerte que las valoro todas.

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Lily Morton Bellamente inesperado

Playlist

Esta es la lista de reproducción que utilicé mientras escribí


maravillosamente inesperada. Espero que lo disfrutes!

Toca aquí para ir a la lista

Para cualquier persona interesada, esta es la cinta mencionada en


Bellamente Inesperado. Por cierto, este también fue el título original del
libro!

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Lily Morton Bellamente inesperado

Staff
Traductora: Lelu
Correctora: Auxa
Diseño: Lelu

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Lily Morton Bellamente inesperado

Acerca de la autora
Lily es una autora de novelas románticas gay de gran éxito.

Vive en la soleada Reino Unido con su marido y sus dos hijos,


quienes afirman que no han tenido una conversación adecuada con ella
desde que consiguió su Kindle.

Se ha pasado la vida con la cabeza llena de sueños, y un día


decidió sentarse y empezar a escribir sobre ellos. En el proceso descubrió
que en realidad le encantaba escribir porque, si no, ¿cómo iba a pasar su
tiempo con hombres atractivos y divertidos?

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