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Libro de las virtuosas e claras mugeres de don Álvaro de Luna - Ana María Cely Ángel

El reinado de Juan II durante la primera mitad del siglo XV estuvo marcado por una gran
tensión política. Ni la nobleza ni los infantes de Aragón, primos de Juan II, podían concebir que
el monarca tuviera como Condestable (jefe del ejército y representante del poder real en ausencia
del rey) a un hombre sin lazos nobles ni sangre real: don Álvaro de Luna (Pons, 12).

La historia de cómo Álvaro de Luna llegó a la corte de Juan II parece de novela. Quien se
convertiría en valido del rey fue fruto de una relación ilícita y solo fue reconocido por la familia
paterna a los siete años a causa del fallecimiento de su padre. De Luna queda a cargo de su tío
Juan Martínez de Luna y de su tío abuelo el papa Pedro de Luna (Benedicto XIII). Gracias a
ellos logra ingresar a la corte del rey en 1408 a los 18 años y con gran destreza logra ganarse el
favor del rey por encima de la propia familia real (Pons, 13).

Para mediados del siglo XV el conflicto con los infantes de Aragón se agota y la victoria
castellana es inminente. En 1446 se realiza la toma de Atienza, ciudad de Castilla, pero
perteneciente a Aragón. Durante la toma don Álvaro de Luna termina de escribir su libro en
defensa a la virtud natural de la mujer sin saber que a partir de ese momento comenzará su caída.
(Pons, 15) Pero ¿qué tiene que ver un libro que defiende a las mujeres con las peleas por el poder
en el reino de Castilla? Lo veremos más adelante.

El Libro de las virtuosas e claras mugeres está compuesto por tres partes, cada una de
ellas se encarga de mostrar ejemplos de mujeres virtuosas, el primero expone las vitae de una
selección de mujeres bíblicas, el segundo de mujeres gentiles y el tercero de santas cristianas.
Aunado a esto, de Luna escribe cinco preámbulos que buscan probar las razones a favor de la
virtud de la mujer y refutar algunos argumentos misóginos de la época:

1) Qué los vicios vienen a las mujeres por costumbre, no por naturaleza y que a los
vicios no hay más inclinación de parte de las mujeres que de los hombres
2) Qué las mujeres pueden ser bienaventuradas y virtuosas como los hombres
3) Qué las mujeres no deben ser más culpadas que los hombres por el pecado original
4) Qué lo que los sabios entendieron de las mujeres en la Santa Escritura lo entendieron
por las “desordenadas” mas no por todas.
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El quinto preámbulo explica que el Condestable decide poner como primer ejemplo de
mujer virtuosa a la Virgen María para encomendarle su obra y que así esta logre brillar por
encima de los postulados misóginos del momento.

El uso de dos discursos distintos para defender la virtud de la mujer, los preámbulos
donde se argumenta a favor de las mujeres y se refutan las pruebas del adversario y los ejemplos
que sirven para demostrar la tesis de la obra a través de la verosimilitud, es una característica
notable de otros textos de su época como se puede ver en Cárcel de Amor cuando Leriano refuta
los argumentos misóginos de Tefeo a través de “quinze causas por que yerran los que en esta
nación ponen lengua, veynte razones por que les somos onbres obligados, y diversos exenplos de
su bondad” (de San Pedro, 192). La presencia de “dos ejes probatorios” otorga una fuerte unidad
al tratado pues los preámbulos dan sustento a las vidas ejemplares y estas permiten concretar la
persuasión de los lectores conmoverlos con “la representación de mujeres resignadas y
sufrientes” (Pons, 48).

Otro rasgo para destacar de Virtuosas e claras mugeres es la galería de ejemplos de


mujeres virtuosas que expone el Condestable pues son la parte más importante del tratado: más
de ciento veinte vidas femeninas son retratadas a detalle siguiendo la tradición latina de reunir las
vidas de personajes ilustres continuada por Plutarco, Ovidio, Valerio Máximo, entre otros. El
catálogo de biografías de mujeres de don Álvaro es el más abarcador de los que circulaban en el
siglo XV (mujeres de la biblia, gentiles y santas cristianas) además de que comparado con otros
autores coetáneos que incluyeron exempla de mujeres modelo como Juan Rodríguez del Padrón o
Diego de Valera, de Luna es el que más se extiende en la narración de cada vida con tal de
hilarlas en su discurso argumentativo (Pons, pp. 50-51).En definitiva, la obra da cuenta de las
lecturas de don Álvaro de Luna y de las tendencias retóricas de su época.

Ahora bien, volvemos a la cuestión de por qué el autor escribe este tratado en medio de
una situación política que afectaba su posición con Condestable ¿No debería propender por
defenderse a sí mismo en esos momentos? Pues eso fue exactamente lo que hizo en su Libro de
las virtuosas e claras mugeres.

Durante una parte de la Baja Edad Media y hasta finales del siglo XVIII se extendió un
extenso debate de corte político, filosófico y literario conocido como la Querella de las Mujeres.
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Varios autores buscaron probar la supuesta “superioridad” natural de los hombres e


“inferioridad” natural de las mujeres (Rivera, 27).

En el debate existieron también posturas en contra de este argumento de la “inferioridad”


femenina que se potenciaron con la participación en la Querella de Christine de Pizan a inicios
del siglo XV pues “le dio a la Querella de las mujeres, por primera vez que sepamos, contenidos
feministas” (Rivera, 28). Sin embargo, más allá de querer realmente reivindicar el papel de la
mujer en la sociedad, muchos autores tomaron el debate como un ejercicio estilístico o como
forma de dar cuenta de su ideología, entre ellos don Álvaro de Luna.

Su objetivo es definido así por Florence Serrano:

“Su meta es aprovecharse de dos modas que concilia la unanimidad, en primer lugar, la de
la defensa del género femenino mediante la argumentación y la ejemplaridad suscitada
por las mujeres ilustres; en segundo lugar, la que pone de relieve el “doble ideal
caballeresco-cortesano” para convertir el odio casi generalizado que él inspira -en las más
altas esferas del poder en piedad” (109).

Así, la táctica que usa de Luna en su texto es la identificación con la mujer, por ello,
escoge como ejemplo a mujeres como “Judith, Débora o Zenobia, en un intento constante de
victimización” (Serrano, 107). De Luna teme sufrir las injusticias que han sufrido las mujeres en
un futuro no muy lejano: “Porque inumana cosa nos pareció de sofrir que tantas obras de virtud y
enxenplos de bondad fallados en el linage de las mugeres fuesen callados e enterrados en las
escuras tiniebras de olvidança” (Serrano, 109).

Esta obra de Álvaro de Luna da cuenta de la realidad que vivía el autor en su época, de su
deseo de conservar su fama y su honor a pesar de los enemigos nobles y reales que lo quieren
lejos del poder. Es importante conocer el contexto histórico y cultural de estas manifestaciones
pues a simple vista sería muy sencillo caer en el error de creer que el autor buscaba defender
fervientemente la virtud y la capacidad de las mujeres, así sin más, en vez de ver la propaganda
política a su papel como Condestable que esconde el texto. Al final de nada sirvió su ejercicio
retórico profemenino pues fue decapitado en 1453.
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Bibliografía

De San Pedro, Diego. “Cárcel de Amor”. Diego de San Pedro. Obras, editado por Samuel Gili
Gaya. Cuarta edición. Espasa-Calpe, 1976.

Pons Rodríguez, L., editora. Virtuosas e claras mugeres (1446) de don Álvaro de Luna, Instituto
Castellano y Leonés de la Lengua, 2008.

Rivera, María Milagros. “La querella de las mujeres: una interpretación desde la diferencia
sexual." Política y Cultura, no. 6, 1996, pp. 25-39. Redalyc,
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26700603

Serrano, F. “Del debate a la propaganda política mediante la Querella de las Mujeres en Juan
Rodríguez del Padrón, Diego de Valera y Álvaro de Luna”. Talia Dixit. Revista
Interdisciplinar De Retórica E Historiografía, no. 7, octubre de 2012, pp. 97-115,
https://publicaciones.unex.es/index.php/TD/article/view/236.

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