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—Me cegué, perdí tiempo contigo, tiempo valioso, Lexi —esbozó media sonrisa
—,
lamento haber desperdiciado tanto y…
—Te amo.
Capítulo 1
Alexa
Siempre me gustó el poder, ser admirada y respetada.
Pero como la aferrada que era, no desistí y acepté. Acepté sus gritos,
no había diferencia entre un sicario y yo, los tratos eran los mismos, sin
favoritismos. Me tragué sus regaños y me esforcé por no fallarle y hasta
ahora no lo había hecho.
Yo era la encargada de entregar la mercancía y cobrar a los vendedores de los
alrededores, aun había tres cargos más por encima de mí, contando el de mi
padre. Uno era el encargado de la plaza, otro el dirigente de ella y mi padre el
jefe del cartel, delegaba, entre sicarios, vigías y dirigentes. Yo me hallaba por
debajo de los dirigentes, pero por encima de los sicarios y vigías. Entre ellos me
respetaban y cuidaban, a pesar de tener el mismo trato que todos, tenían como
orden estricta de mi padre el protegerme de cualquier cosa, si algo me sucedía,
pagarían con su vida y por ello contaba con distintos vigías siguiéndome
veinticuatro siete.
Volví a la realidad al momento en que una de las escoltas abrió la puerta de la
camioneta para mí. Acomodé mis gafas y bajé, llevaba un arma oculta en la
espalda, eché un vistazo a mi alrededor, la brecha se encontraba desierta, pero
los vigías andaban cerca, cuidándome y avisando de cualquier novedad.
—Atentos, García —murmuré por lo bajo. Él era mi escolta y hombre confianza.
Se postró a mi espalda, la gente con las armas largas mientras Héctor
Aguirre se acercaba a mí a paso lento. Su estatura era intimidante, mas
nada que pudiera amedrentarme. Esbozó media sonrisa, el blanco
impoluto de sus dientes relució.
—Bien.
—Vamos, Mini Robledo, ¿seguirás ofendida por el beso?
—Sí.
—Sí, papá.
—¿Todo bien?
—Todo bien.
—Así me pones.
de ti.
Lo ignoré y cerré los ojos, cegada por el placer, el corazón me latía desbocado,
la adrenalina me hacía excitar aun más. Una mordida, sus dedos penetrando mi
vagina, el calor de su lengua, ¡puta madre! No demoré en venirme, él recibió mi
orgasmo en su mano, mi sonrisa se ensanchó y la sensación placentera me
recorrió con celeridad y acabó por elevarme y llevarme a un éxtasis inigualable.
a su despacho.
Los dejé en paz y subí las escaleras, tomaría una ducha rápida y saldría
hacia las bodegas para supervisar la mercancía, ya que nos quedamos
sin el encargado de ello, me tocaba hacerlo al menos mientras su
reemplazo arribaba.
Pinté mis labios de un rojo potente y dejé mi escote a la vista solo por
hacer enojar a papá. Ya lista, salí de mi habitación y enseguida
escuché voces, era la de mi madre. Inevitablemente corrí hacia ella,
tenía bastantes días que no la veía, así que la abracé sin preámbulos
en cuanto la tuve cerca.
—¡Mamá! —Saludé emocionada. Ella rio.
fuerza del ruso, la tonada era la misma, lo que lo volvía más sexi.
—Pero qué voz, tan potente, tan ronca —podía imaginarlo gimiendo en mi oído
—, ¿tienes
novia?
—¡Alexa! —Riñó mamá por segunda ocasión— Disculpa, Dexter, mi hija es…
incontrolable.
Dexter. Uhm… qué nombre tan inusual.
—Lo que quiso decir, es que no puedo evitar mirar a los hombres atractivos, la
—Bien, pues, en esta casa no me dejan ser —alcé los hombros y los dejé caer
de golpe—,
hasta luego, Dexter, y bienvenido.
—Es la que han enviado desde Ciudad Juárez, el nuevo Cartel, la calidad es
mala.
—¿Revisaron todo?
—Uno a uno, como nos ordena el patrón. —Asentí y volví hacia la casa, esto era
grave.
Justo al ingresar me topé con Enzo, tomándome desprevenida, tal cual lo hice
con Dexter, me atrajo a su cuerpo, sus manos en mi trasero y sus labios en mi
boca. Apenas le respondí, vislumbré la figura de Dexter a varios metros, nos
observaba curioso y desinteresado. Empujé a Enzo y negué despacio.
—Alexa…
Negué y lo dejé ahí, un tanto nerviosa me acerqué a Dexter. No lo
conocía y no podía saber si se quedaría callado o se lo diría a papá,
debía asegurarme de que no lo hiciera o me iría mal.
—Para que lo sepas, ya soy legal —informé, ofendida por ese niña tan
despectivo.
—Bien por ti, tu edad y lo que hagas no es algo que me importe —masculló
entre dientes.
Tenía el ceño fruncido, descubrí al verlo de cerca, un par de pecas muy bien
ocultas.
—Qué grosero —controlé el impulso de tocarle las mejillas y estirarlas—,
sonríe, te
saldrán arrugas.
—¿Disculpa?
—Disculpado —dije, robándole otro beso cerca de la comisura de su boca.
Sin saberlo, quedé atrapada en el azul de sus ojos, mientras yo me metía bajo
su piel.
Capítulo 2
Dexter
El municipio al que llegamos me pareció de lo más tranquilo.
Una voz alegre resonó por toda la amplia estancia. Mis ojos enfocaron a
la figura femenina que bajaba deprisa los escalones, su cabello negro se
oscilaba de un lado a otro mientras se aproximaba a ¿Maia? ¿De verdad
era su madre? Ni siquiera lo parecían, habría pensado que eran
hermanas.
por mí.
—¡Alexa! Por favor, no comiences, mide tus palabras y respeta, niña —la
reprendió.
—Lo que quiso decir, es que no puedo evitar mirar a los hombres atractivos, la
—Discúlpame.
—No hay problema, Maia.
—Perfecto. Mi esposa te dará un recorrido, no hay nadie mejor que ella para
ese trabajo.
La miró un momento con dulzura, un simple instante bastó para
hacerme ver lo mucho que la amaba. Y fugazmente me cuestioné
sobre si, de haber sido Darla parte de mi mundo por completo, las
cosas hubieran sido diferentes.
—Y, por cierto, trabajamos con la policía —señaló al hombre que se
había mantenido al margen—, él es el jefe de ella. Ya se te explicará
cómo trabajamos.
—No tengo problema, no es como si tuviera algo más que hacer —mascullé.
Me vendría
encima.
—Bien por ti, tu edad y lo que hagas, no es algo que me importe.
—¿Disculpa?
Capítulo 3
Dexter
Permanecía de pie, observaba a Medina revisar la mercancía con detenimiento.
Era demasiada droga junta, aun más de la que nosotros traficábamos, ¿y cómo
no sería así? El tipo traficaba en todo México y Estados Unidos, era un pez
gordo al que nunca habían podido capturar. Se hizo de mucho territorio y hoy
me daba cuenta de lo importante y poderoso que era.
—Este cabrón creyó que podría verme la cara de pendejo —siseó. Arrojó el
paquete de
cocaína al suelo y esta se dispersó.
—Usted ordene, patrón —intervino un sujeto—, y nosotros nos hacemos cargo.
—Tengo a los italianos encima —masculló, posó sus ojos en mí—, necesito
recuperar esta
mercancía ya, ¿tu hermano puede conseguirla?
—¿Cinco? Uhm… haré unas llamadas, pero lo más probable es que sí,
¿hubo problemas? —Rio— Apenas llegas, hermanito.
Rodó los ojos y asintió de malas. No pasó mucho para que solo
quedáramos ella y yo en la bodega, además de la gente que seguía
empacando y acomodando la droga.
—Este cabrón puso paquetes de droga pura por encima y por debajo
la que adulteró — comentó mientras se movía delante de mí—, pero
nosotros revisamos todo antes de enviarlo… lo hacemos por motivos
como este, así es con todos los socios, confiar es bueno…
—El que termines frases por mí quiere decir que seremos buenos amigos,
muchachote —
dijo, palmeó mi pecho con la mano.
—Por supuesto, pero eso es algo que no habrá entre tú y yo, niña. —Me retas
—susurró, acercándose más de lo estrictamente necesario.
—Solo te pongo las cosas claras desde ahora. Mantén tus hormonas
controladas cuando estés conmigo. —Soltó una carcajada.
—Uy, muchachote, contigo no las puedo controlar, así que te toca
aguantarme, ¿cómo la ves? —Espetó, con las manos aferrándose a su
pequeña cintura.
Eliminé la nula distancia que existía entre ambos y agarré un mechón
de su cabello acomodándolo detrás de su oreja sin que ella hiciera
algún movimiento, el mío la tomó desprevenida.
—Te recomiendo traigas una silla si es que esperas obtener algo de mí, porque
tú no me
provocas nada, me eres totalmente indiferente, niña.
[***]
—No vengo contigo para socializar, ya te lo dije. —Se llevó una goma de mascar
a la boca,
—Señorita, García reportó dos rápidas por el boulevard con dirección al centro.
—Su risa
—Muchas veces —contesté neutro, aun recordaba como corté las cabezas de
los Caruso y
lo que hice con Adam.
—Yo también —susurró.
—Señorita, hay reten a dos kilómetros —dijo otro de los hombres. Alexa
suspiró
profundo.
—Un regalo.
—Por lo regular lo son.
llegué.
—Un grano en el culo, como mi papá —corrigió, encogiéndose de
hombros—. Dilo sin miedo, muchachote, que yo no me ofendo por
la verdad.
Sacó el móvil y chasqueó la lengua.
decir más.
—¿Has viajado a Ciudad Juárez? —Me abordó Medina. No lo vi llegar por seguir
absortó
—Tengo gente que puede ir, pero me gusta para que vayas tú —dijo sin más—.
Con tu
—Puedo ser su guía, papá —se ofreció Alexa—, García tiene familia allá, son
como Dexter:
—Qué bonito.
—¿Qué quieres? —Ignoré su comentario. Sin saber por qué, me intimidaba su
constante
—¿Era? —Inquirió.
—La mataron —simplifiqué. El nudo en mi garganta asfixiaba.
—Gracias.
—No hay mejor manera de honrar a nuestros muertos, que viviendo por ellos.
Mantente
de pie y ella seguirá con vida, porque en tus recuerdos siempre permanecerá.
Capítulo 4
Alexa
Su mano apretaba mi boca mientras me embestía desde atrás.
No podía controlarme y quedarme callada cuando me hacia sentirte
tanto. Su mano libre estimulaba entre mis piernas, su boca succionaba
en mi clavícula y se deslizaba hacia el cuello, lamía, mordía y repetía el
proceso. No era la primera vez que lo hacíamos en uno de los pasillos
de la hacienda, me gustaba la adrenalina, tenía un gran sentido de la
aventura que había mandado a la tumba a varios de mis pretendientes,
Enzo caminaba la misma delgada línea, esperaba que no corriera el
mismo destino, de verdad me divertía con él.
Metió dos de sus dedos a mi boca, los chupé y sus embestidas se intensificaron,
los movimientos de sus dedos en mi clítoris fueron en aumento, estaba absorta
en sus caricias, en lo que me hacia sentir, me volvía loca, era tan bueno y tenía
un pene que hacía maravillas.
—No te quiero ver pegada del güero ese —espetó de malas. Rodé los ojos.
—A mí no me vas a estar ordenando —le golpeé el pecho con mi mano—, no te
equivoques conmigo.
—Hablo en serio, Alexa, eres mi novia y veo como se te van los ojos con ese.
—Se me van los ojos con todos, no te proyectes tanto, corazón —mascullé
cansina.
desde el principio.
—Pues así soy yo, ¿o qué? ¿Me vas a decir que tú no volteas a ver a ninguna
mujer? ¡Por
favor!
pendeja!
a Dexter.
—No es mi culpa que ese tipo no tenga el valor suficiente para pedirle permiso
a tu padre
Mi voz tembló al decir esto, aun recordaba el dolor que esa acción me
causó. Mi padre no se tentaba el corazón para matar, a él no le
importaban mis sentimientos, nadie era digno a sus ojos.
—El valor de aquel chico, mi padre lo tomó como una burla hacia él
—susurré—, no puedo tener amigos, no puedo tener pretendientes… ni
que decir de novios, él nunca me dejará estar con nadie.
—No está bien lo que hace, tú no eres suya. —Suspiré.
—Ya decía yo —di una calada larga—, no me gusta cuando ella va.
mi padre.
—Dixon —susurró.
—Bonitos nombres, ¿ustedes son gemelos? —Rio.
sonreía de verdad.
—El cabrón que nos mandó la droga —respondió—, tu padre le está mandando
un
ultimátum.
—¿Se la va a dejar pasar? —Inquirí estupefacta.
—Eso parece.
Miré a mi papá, su cara estaba roja del coraje, apretaba el teléfono con
demasiada fuerza, sus pasos no cedían.
Dicho esto, acabó la llamada. Respiró hondo y posó sus ojos en nosotros tres.
—Es la primera vez que dejo que mi hija salga a otro estado, son
territorios peligrosos, así que confiaré en ustedes, a ti, por ser ella la
hija de tu hermana y a ti —miró a Dexter—, por la lealtad que has
demostrado tener.
¿Lealtad? ¿De qué lealtad hablaba? Apenas había estado aquí muy
poco. ¿De dónde lo conocía? ¿Por qué confiaba tanto en él? Quería
saber todo, estar al tanto de cada detalle y seguía sin comprender por
qué Dexter Russo me intrigaba tanto.
—Llevarán una fuerte cantidad de gente, ellos los contactarán allá. Ciudad
Juárez no es mi
territorio, hay peligro con los carteles, así que atentos, los necesito despiertos.
Capítulo 5
Dexter
Intentaba mirar el cielo estrellado, pero la contaminación no me lo permitía.
Había llorado demasiado y quería sonreír, lo más que pude sonreír fue
el día anterior con Alexa. Ella y Holly eran capaces de sacarme una
sonrisa sincera, a esta última la echaba de menos, aunque me sentía
avergonzado por lo que le hice, fui un completo imbécil con ella.
Agarré mi móvil cuando una llamada entró. El nombre de Dixon relucía
una y otra vez, sin más respondí.
—¿Qué pasa? —Atendí.
El silencio se extendió entre los dos. Sabía que él tenía algo para decirme.
—Entonces, ¿estás bien? —Se aclaró la garganta. Sonreí levemente. Se le
dificultaba
mostrar su preocupación de una forma tan directa.
—Me estás pidiendo que la deje —se quejó—, estaré todo el tiempo pegada de
ti. —Me
—¡Alexa!
Ambos nos volvimos hacia Roberto, se dirigió a paso decidido con nosotros.
Lucía molesto.
—Tu papá fue muy claro con sus órdenes, así que metete, ahora.
Ella me dedicó una mirada de disculpa y obedeció sin replicar
otra vez. En cuanto estuvimos solos, Roberto se acercó conmigo.
—¿Puedo saber por qué? Es ridículo, ¿qué piensa Medina? Alexa tiene
que vivir su vida, él le permite rodearse de mafiosos y matones, pero no
un noviazgo, ¿dónde mierda está la congruencia?
—Yo no soy su padre, él va a criarle como mejor le plazca y no puedo
inmiscuirme, nadie
puede. Así que, para evitar problemas, procura hablarle solo cuando sea
necesario.
cabrón.
—Esta canción es muy bonita —la puso y la voz de una mujer con
matices melancólicos comenzó a oírse—, la acabo de encontrar por
casualidad.
—No quieres estar con nadie, así que, gay o no, cuál es la
diferencia —bromeó. —Te es imposible quedarte callada,
¿verdad?
morderás el cebo… te haré reír hasta que se te olvide de quien soy hija.
Inevitablemente reí. Ella decía cada cosa que, sin poder controlarlo, yo sonreía.
—Déjame oír la canción, Alexa.
—Te la dedico, muchachote —suspiró profundo—, gracias.
[***]
Alexa
—Estas son unas de las mejores —dije con la boca medio llena.
—¿Quiere otras, niña Alexa? —Preguntó atento. García me cuidaba mucho, era
como mi
—No, con estas agarré pila —bebí de mi coca cola y casi suspiro—, ¿tú tienes
hambre?
—No.
Bajé del auto, acomodé mis gafas, eché una mirada disimulada a la
camioneta gris, enseguida dos sujetos bajaron de ella y se dirigieron a
mí. Desabotoné mi camiseta para mostrar algo de mi escote, nunca
estaba de más. Entonces entré a la tienda.
—Buenas —saludé—, me da dos donas, de esas de chocolate. Por el reflejo
frente a mí, vi a los sujetos entrar. Se situaron a cada uno de mis costados.
—Dos cigarros —dijo uno. Lo observé, no era feo.
cintura.
—A ver, quiero verla, no sabía que aquí podían traer armas, uy no, allá en mi
pueblo no
nos dejan, a menos que seamos de la gente mala, de esa que dice mi abuelita
que…
—Mande —dije.
pasos, todos.
sospecharon.
—Perfecto. ¿Todo
bien? —Todo bien
—respondí.
—Me dijo Roberto sobre Dexter, no es necesario que te diga lo que va
a pasar, ¿verdad? —Efectué una mueca. Sabía también que su
llamada era para esto. Típico de Alejandro Medina.
—Dexter solo estaba hablando conmigo sobre su prometida muerta —espeté
brusca—,
—Solo veo mi vida pasar, García, a veces quisiera salir con mis
amigos, aunque primero tendría que hacerlos —sorbí mi nariz—, él
nunca me dejará.
Capítulo 6
Dexter
Sostuve el arma con firmeza, los escoltas apenas me lanzaron una mirada antes
de que me perdiera dentro del baño. Cerré la puerta detrás de mí y encontré a
Ramírez frente al espejo; sus ojos se posaron en mi figura por breves segundos,
atisbé el fugaz reconocimiento, no de mi persona, sino de lo que iba a pasar.
Como si él supiera por qué yo estaba aquí y estuviera consciente de lo que
sucedería y cómo terminaría.
—¿Hubo problemas?
—Ninguno. Apenas se percataron de mi presencia —expliqué serio. El chofer
iba rumbo al
aeropuerto.
—Perfecto. El Jet los está esperando, Roberto se quedará a encargarse de unas
propiedades, así que estás a cargo de mi hija —su tono de voz cambió a uno
serio y hasta cierto punto, amenazante—, mucho cuidado.
—No te preocupes, la llevaré con bien.
—No es eso lo que me preocupa —masculló—, mi gente irá por ustedes en
cuanto
No dije más, no tenía caso seguir hablando con ella sobre eso. Ambos
nos quedamos callados mientras hacíamos el recorrido al aeropuerto. Al
arribar entramos por otra puerta y sin más abordamos uno de los tantos
Jet de los que Medina era dueño. El tipo al igual que Dixon, estaba
podrido en dinero. Yo también podría ser jefe, pero prefería hacerme
cargo de cosas como estas, que quedarme en una mansión resguardada
de matones a dar ordenes. De alguna forma, quizá consciente, aun
seguía buscando la muerte.
—¿Has pensado en enamorarte otra vez? —Inquirió Alexa. Tomó asiento frente
a mí,
—No te burles, si sabe de esto, me encerrará de nuevo —comenté con una leve
sonrisa.
—¡Ja! Si solo estaba mirándote los brazos y esas manos tan bonitas que tienes.
—Bajé la
—Estás loca.
Volvió a reír, mi mano seguía en su cuello y ella no tenía planes de soltarme. Se
reclinó sobre mi pecho, no detenía su risa y yo sin más la estreché en mis
brazos. Alexa se acomodó y de a poco su risa se desvaneció. Me rodeó el
abdomen con su brazo y cerró los ojos.
Ninguno habló. Alexa se mantuvo reclinada contra mí, la sostuve o
quizás ella me sostuvo a mí. Cerré los ojos y por primera vez en días
pude dormir sin tener pesadillas.
[***]
Alexa
que vendría.
—Eres mi novia.
—No soy tu novia, Enzo. Solo soy a quien te coges.
—No eres eso para mí y bien lo sabes —me sujetó del brazo con
firmeza—, te amo, Alexa, y si no he hablado con tu padre es porque tú
no lo has querido. —Resoplé.
—¿Cuánto tiempo crees que dures con vida después de decírselo? Tú lo sabes y
yo lo sé,
—Estás equivocada.
—¿Lo estoy?
—Papá —miré a Enzo—, aquí tengo conmigo al oficial, quiere decirte algo.
—¿Cuántos son?
—Entre cuarenta y cincuenta gentes.
—Bien.
Finalizó la llamada y reí.
cualquier desprecio.
—Lo sé —murmuré—, pero más le vale que entienda las cosas por las buenas,
yo no tengo
—¡Mami! —Chillé. Le besé la mejilla y ella sonreía. Era tan joven y bonita, ni
siquiera
parecía mi mamá.
—Hola, Ali —sonreí, me gustaba cuando me llamaba así—, ¿todo bien con los
cobros?
—Dios…
—Lo acabo de ver en un meme en Facebook, mamá —continué riéndome—,
perdón.
—Alexa —mi risa se borró de golpe—, deja de quitarles el tiempo.
Me volvía al escuchar a papá, su cara de pocos amigos me hizo
saber que estaba en problemas.
—Sabes que esas confianzas y ese tipo de comentarios…
—Ya sé —espeté.
—No me interrumpas.
—Ya conozco tu letanía, papá —proseguí, molesta por sus regaños.
—No es letanía, parece que debo estarte recordando lo que espero de ti.
—¿Qué sea infeliz? ¡Eso ya lo soy, papá! Te esfuerzas todos los días para
hacerme sentir
así.
Pasé por su lado, me cogió del brazo, mas me solté bruscamente y los
dejé ahí. Estas discusiones eran a menudo, siempre, no faltaban, por
una u por otra razón no parábamos de discutir. Ninguno daba su brazo
a torcer. A veces deseaba tener un padre normal, uno cariñoso, no un
sicario frío y sin corazón, incapaz de sentir empatía por los demás.
feliz.
—¿Quieres ir a montar? —Me volví hacia la puerta, Dexter se encontraba de pie
ahí. Cerré
deprisa el cajón, manteniendo oculta mi tentación.
—¿A montar? ¿Qué? ¿A ti? Claro.
—¿Cómo me llamaste?
—Lexi. Tú me pones cientos de apodos.
en cuatro también.
—Me lo contagiaste.
Capítulo 7
Dexter
El campo era lo mejor que podía haber.
Había cabalgado un par de veces, aprendí, por supuesto, pero hoy
podía hacerlo de una forma más libre y por el tiempo que se me diera
la gana. A mi lado, Alexa cabalgaba con bastante entusiasmo, la
sonrisa le llegaba a los ojos, el cabello le oscilaba hacia atrás mientras
la veía libre y contenta.
No me gustó para nada la pelea que tuvo con Medina hacia un rato, la forma en
la que él la controlaba no estaba bien, sin embargo, tal y como lo dijo Roberto,
nadie podía entrometerse, ella era su hija y solo a él le concernía poner las
reglas en su vida. Esperaba que Alexa no terminara huyendo de su lado, la
presión llegaría a orillarla a irse para encontrar la vida que le prohíben vivir.
—Follar —repetí.
—Se llamaba Darla —el nudo estrujó mi garganta—, ella estaba embarazada
cuando nos
atacaron.
Cerré los ojos y la película de aquel fatídico día pasó deprisa en la
oscuridad. Todo sucedió en un parpadeó. Darla me sonreía mientras
hablaba sobre el nombre que llevaría nuestro bebé, recuerdo mirarla y
pensar lo afortunado que era por haber encontrado en una persona
todo lo que buscaba. Solo bastó un segundo para echar mis sueños
abajo. Cuando volví la vista al frente, estaba rodeado, ellos no
titubearon, llenaron la camioneta de balas, traté de protegerla, intenté
dar mi vida por la suya, pero no sirvió de nada.
—Yo morí con ella —proseguí, Alexa se mantenía callada—, esto que soy es un
simple
caparazón sin vida, si sigo aquí es por mi hermano.
Sin verlo venir, como era su costumbre, me tomó de la mano. Un
apretón cálido que se desplazó por mis venas y brindó alivio a mi
corazón. La enfrenté nuevamente, nadé en lo negro de sus orbes
cristalinos.
—Haz que valga la pena, Dex —dijo—, por tu bebé y por Darla.
[***]
Alexa
—Sí, niña Alexa, lo que usted me pida —respondió con una cálida
sonrisa. Besé su mejilla. —Recuerda que me como cinco —susurré. Rio
y negó.
—No sé donde le cabe tanto —murmuró entre risas.
Papá jamás dejaba entrever nada, solo dureza y frialdad. Con tristeza
me percaté de que debía encontrarme al borde de la muerte para
obtener un poco de su amor.
—No te duermas, Ali —mi papá sacudió mi cuerpo—, Ey, no, no, no cierres los
ojos.
—Estoy cansada.
—Mamá.
—¿A quiénes?
—Te necesitan.
serio.
—Ni siquiera lo vi venir, nunca se habían metido a la ciudad —murmuré
soñolienta. No
coordinaba del todo, seguro me drogaron.
—Es fácil perderse en tus ojos, son como trozos de cielo —susurré aun absorta
en ellos—,
—Voy a conseguir la bata —me siguió el juego. Reí con los ojos
cerrados, la debilidad podía mucho conmigo y detestaba sentirme
así. El enojo estaba menguado, pero aparecería tarde o temprano.
—Los enfermeros no usan bata.
—Pues este sí. —Lo miré con los ojos entrecerrados por el cansancio.
—¿Por qué bromeas conmigo?
—Siempre sonrío.
—Pero nunca de verdad.
Capítulo 8
Dexter
Había visto cosas a lo largo de mi vida, cosas desagradables, las mismas
que yo realicé, sin embargo, Medina resultó ser más sanguinario y
sádico.
Sin que le temblara el pulso cortó la mitad de los dedos del tipo que le
disparó a Alexa, para después continuar mutilándolo hasta dejarlo sin
ellos. Posteriormente seguiría con las manos, trozo por trozo lo
descuartizaba vivo.
Éramos pocos los que nos encontrábamos observando la escena, entre
ellos se hallaba el abuelo y madre de Alexa. Nadie mencionaba
palabra, nadie se inmutaba ante los gritos agónicos que el tipo emitía.
Suplicaba y luego despotricaba a diestra y siniestra, mas de nada le
servía, Medina no descansaría hasta verlo derramar lágrimas de
sangre.
—¡¿Quién te envió?! —Demandó saber.
Con la navaja en mano comenzó a cortar lo que quedaba del dedo
pulgar, todo se volvió un reguero de sangre, el olor apretaba mi nariz.
No me molestaba, no cuando estuve familiarizado con él.
—Vas a hablar, lo vas a decir, imbécil de mierda, ¡tocaste a mi hija! ¡Mi hija,
pendejo!
Podía palpar la ira que desprendía Medina, estaba cegado por ella.
Totalmente sediento de sangre y muerte, de venganza y tortura, él
quería cobrarse lo que le hicieron a Alexa y podía entender
perfectamente esa sensación.
Efectué una mueca, estremeciéndome por el dolor que él debía estar sintiendo.
—Paren —masculló Medina luego de unos interminables segundos—. Estoy
esperando tu
cara.
Con una seña les ordenó que volvieran a darle choques. Los alaridos
llenaron el vacío, su cuerpo convulsionaba, el olor que desprendió se
volvió insoportable; al final cuando la segunda ronda terminó, el
sujeto se hizo encima, él excremento y la orina cubrieron el suelo.
—¡Del Río! —Bramó casi con lo último que le quedaba del aliento— Fueron los
del cartel
del Río.
continuación.
—¿Quiénes?
—Alonzo… Alonzo Letrán.
—Quiero que estés al pendiente de Alexa —soltó sin más—, tú no eres como
los demás.
—No la miras con lasciva, ni maldad, eres la primera persona que no posa los
ojos en mi
hija.
—Yo me doy cuenta de todo, Russo —suspiró profundo—, Enzo creé que puede
verme la
—Mi gente es leal, a quienes ves a mi alrededor están porque dan su vida por
mi familia y por mí, sin dudarlo —su tono de voz fue severo—, Alexa piensa que
puede encontrar tapaderas, pero a mí todo me dicen.
—No te diré cómo criar a tu hija —expulsé el humo—, pero estás haciendo las
cosas mal,
la atas y presionas…
—Lo sé, pero todo es a su tiempo, Russo, ella aún es una niña, no ha visto lo
que los
—Mi lealtad no es algo que puedas comprar, sé dónde, cómo y con quién.
—No es prudente.
—Tampoco el que estés aquí —señaló.
divertida.
—No haré mucho, solo déjame ir a romperles la cara a esos pendejos, ¿quiénes
se creen?
No saben el alacrán que se echaron encima.
—No me engañas —dije serio. Se mordió el labio inferior para ocultar una
sonrisa.
Resignado, me desprendí de la chaqueta que llevaba encima, también
de las botas. Al final me recosté a su lado y ella no demoró en
acomodarse encima de mi pecho, poniéndome tenso y muy rígido.
—Qué rico hueles… —Suspiró profundo—, ¿qué loción usas?
—Ya duérmete.
—Lo siento…
Alzó el rostro y examinó el mío.
—Cuéntame un cuento —murmuró en tono dulce.
Carajo. ¿Qué demonios estaba haciendo con esta niña? No era un jodido
niñero.
—Llegará el día en que vas a sonreír cuando me mires y yo sabré que esa
sonrisa es real.
—Eso no es un cuento —musitó trémula.
—No, es una promesa.
[***]
Tallé mi cara con las manos y me puse de pie. Me coloqué las botas y
me colgué la chaqueta sobre el hombro. Le dediqué una última mirada
a la chiquilla y luego abandoné su habitación.
Tomaría una ducha y después vería que se tenía que hacer el día de
hoy, suponía que Medina no se quedaría tranquilo con la información
que ese sujeto dio, era de suponerse que acabaría con todos los
involucrados en el atentado contra su hija. Eso podía jurarlo.
de ella…
—Jamás le faltaría el respeto —dijo serio, había tal credibilidad en sus ojos, que
si no lo
mejor encárgate de encontrar a los que le hicieron esto a quien dices amar.
Entornó los ojos y no replicó. Continué con mi camino y en segundos entré a mi
habitación. Me senté en el borde de la cama y abrí el cajón de la mesita de
noche. Cogí la fotografía de Darla y enseguida mis labios se estiraron en una
sonrisa.
—Solo me siento completo cuando te contemplo. Te extraño, Darla, te amaré
por
siempre.
Capítulo 9
Alexa
La palma cálida de mamá me rozaba la mejilla, distinguí fácilmente que
se trataba de ella por su olor y su tacto, no podría olvidarlo. Ella olía a
rosas y sus caricias eran gentiles cuando se trataba de mí.
—Matar —simplificó.
—A tus enemigos solo les das dos cosas: la cara y una bala en la cabeza.
trates de ocultarlo.
—Sabes como soy, Bonita, me cuesta… más con ella que es todo… felicidad. Es
muy
diferente a mí.
—En eso te equivocas —lo besó brevemente en los labios—, ella es como tú.
Dicho esto, la vi dirigirse a la puerta, salió dejándome a solas con papá,
quien no demoró en recostarse a mi lado sobre la cama, ocupó el
mismo lugar que Dexter.
—Qué mal finges —señaló. Esta vez abrí los ojos
por completo. —Eso debe ser bueno, ¿no?
largo suspiro.
—Sí, papá.
—Esa es mi niña.
Sonreí y se incorporó. La herida dolía, mas no era algo de lo
cual me detendría a quejarme. Podía lidiar con el dolor de
cualquier forma, o al menos eso creía.
—Cuando estés mejor hablaremos sobre la caza a los del Cartel del
rio —detalló con evidente rabia—, tú y yo iremos detrás de ellos.
—Jamás sales —musité sorprendida.
—Lo hice por tu madre, lo haré por ti. Tocaron lo más sagrado que yo poseo,
van a
Asentí, emocionada por la forma en que lo dijo y la espera de una cacería que
iba a satisfacer mi deseo de venganza. Haría que se corriera la voz, que todo
mundo supiera de mí no por ser la hija de Alejandro Medina, sino por ser yo
misma: Alexa Medina. Me esforzaría y les demostraría que con o sin mi padre,
los pantalones no me faltaban.
Entré al baño con bastante dificultad, molesta y frustrada, batallaba para poder
desvestirme y darme un maldito baño, necesitaba ayuda, pero por mis pinches
ovarios, no la pediría. Yo podía, yo debía.
—Debiste esperar.
—Cuidado, joder.
—Cuidado tú, tan cerquita te me pones y mis hormonas tantito
quieren para alborotarse. —Rodó los ojos y me ayudó a sentarme en el
sofá que adornaba el baño.
—Eres tan desesperante —se quejó. Abrió el grifo y comenzó a llenar la tina.
Hoy iba vestido con unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca
ceñida a su magro cuerpo musculoso. Enseguida divisé el arma corta
que guardaba en su espalda.
meterme a la tina.
—No eres mi tipo, sí, estás muy bonita, niña, pero
no me atraes. —Auch —susurré—, un golpe dolía
menos. —Negó despacio. —¿Quieres que te ayude
a ducharte? —Cambió el tema.
—Por favor, ya que no te gusto, al menos me conformo con que me manosees
el cuerpo,
—A sonreír.
—Te recomiendo que te alejes de él, Alexa —dijo serio—, solo te causará
problemas. —
Apreté el ceño.
—No, pero sucederá si sigues viéndote con él —decretó seguro. Deprisa supe
por qué me
lo decía.
—¿Me estás diciendo pendeja? —Rodó los ojos por enésima ocasión.
[***]
Dexter
Me tomó mucho de mi autocontrol para no demostrarle a Alexa cuanto me
gustaba.
—Sí, sí, eso ya lo sé, dame una puta idea, algo que me sirva.
—Puedes hacerlo en su lugar favorito, con las cosas que ella ame y no, imbécil,
no me
refiero a ti.
—No necesitabas especificar.
—Contigo ya no se sabe —espeté. Vi a Medina entrar al comedor—. Debo
colgar, confío
en que podrás arreglártelas.
—Otro más que busca ponerse una soga al cuello —bufoneó. Maia lo observó y
Medina
seguimos, pero no los alcanzamos, reportamos a los vigías para que estén al
pendiente.
—¿En qué parte estaban?
—Pasando el rio —respondió.
Medina cogió el arma que yacía a un lado de su plato, Maia hizo lo
mismo. Cuando estuve a punto de levantarme, Medina me miró.
los dos.
—Cierra la boca, Alexa —escupió molesto.
—Cuida tu manera de hablarle —siseé. Solo quería un pretexto, uno solo para
romperle la
cara.
—¿Qué? ¿Te gusta? Estás celoso, ¿no? —Me dio un leve empujón con la mano
— Quieres
—Tú no, pero yo no tengo problema. No sería la primera vez que me deshago
de la mierda
inservible.
—No era una amenaza —dije, le atiné un golpe en la mandíbula que lo mandó
al suelo—,
era una certeza.
—Los del rio estuvieron merodeando por aquí, tus padres fueron a
hacerse cargo, me dejaron cuidándote. —La sorpresa fue evidente
en su cara, era como si no lo pudiera creer.
—¿Qué? —Sonrió.
—Que si estás bromeando o algo por el estilo.
Capítulo 10
Alexa
Dos semanas y el dolor se presentaba de vez en cuando, dolía, mas no
como la primera vez. Me retiraron los puntos y mi movilidad mejoró
bastante, sin embargo, mi papá y Dexter no dejaban de vigilarme y
exagerar con respecto a mi recuperación, lo cual ya me tenía cansada,
mas nada podía hacer.
—Alexa —agarró mi brazo—, dime las cosas a la cara, deja de tratarme como
un pendejo.
—Qué huevos tienes para ponerme las manos encima siendo consciente de
que…
completo.
Rendida, lo enfrenté. Después de todo merecíamos esta charla,
pasamos buenos momentos, eso no podía negárselo, pero ya no
habría más.
—No lo sé, Enzo —fui franca—, ya no siento lo mismo por ti.
—Es por…
—No, no es por Dexter —decreté deprisa—, es algo
mío, algo nuestro. —Dime cómo puedo repararlo.
—Suspiré.
—No siempre lo que se quiebra puede repararse otra vez. Y si se hace, no será
igual.
—¿Qué?
Desprendió la mano de mi cuerpo y se alejó de mí sin pronunciar más
palabras. Permanecí un instante de pie, analizaba esa promesa que no
tenía la menor idea de que iba, aunque seguro no se trataba de nada
bueno.
Sin darle tantas vueltas decidí retomar mi camino. Metros más adelante
encontré a Dexter hablando con mi papá, este último se dejaba ver más desde
mi atentado, se juntaba mucho con Dex y eso no me agradaba. Él me gustaba
bastante y al parecer jamás se me haría tener algo, mucho menos si ahora ellos
parecían mejores amigos, Dex era un hombre leal y respetuoso, no posaría los
ojos en mí jamás. Maldita sea.
—¿Qué tal te fue con los tiros? —Preguntó papá.
—Ninguna —simplificó.
—Papá…
—Obedece —aseveró.
No me quedó más que obedecer. Al ingresar al comedor mi mamá
ya estaba sentada, sonrió e indicó que tomara asiento a su lado. Mi
lugar solía ser a la izquierda de papá.
instante.
—Muy en serio, Alexa. Desde ahora en adelante, Russo estará a cargo de ti,
trabajarán a la
par y saldrán solo cuando sea necesario. Tanto él como García, van a cuidarte.
—Siéntate.
—No quiero.
—¡Que te sientes!
—¡No!
Mamá lo tomó de la muñeca antes de que su mano azotara mi mejilla.
La escena ocurrió muy rápido, apenas fui consciente de las
intenciones de mi papá. Si no fuera por mi mamá, habría recibido el
golpe.
—Te lo advertí una vez y no jugaba —dijo entre dientes—, no le vas a poner
una mano
encima a mi hija, Alejandro.
—No, mis padres me dieron la mejor infancia que cualquier niño haya
deseado. Estuve rodeado de amor, fui muy feliz y luego de pronto la
vida decidió cobrarme cada sonrisa, con la vida de Darla —suspiró y
cerró brevemente los ojos—, el punto es que, no juzgues las
decisiones de tus padres, sí, sé que Medina puede ser un poco
exagerado.
—¿Un poco? —Sonrió.
—Bueno, bastante, pero no es tu enemigo, Alexa. Te ama.
—Jamás he dudado de su amor, solo… quisiera que él fuese distinto.
—No quiero darte un mal consejo y termines con una relación peor con tu
padre.
—No es tan malo, solo odio cuando se pone en plan mandón —murmuré
cansada.
—Quizá lo hago.
—Quizá te crea —dije risueña.
—Quizá deberías. —Exhalé hondo y deposite un beso en su mejilla.
—Ahora un quizá se ha convertido en un te quiero —comenté entre sonrisas
cómplices.
—Nuestro te quiero…
Capítulo 11
Dexter
Si ver a Medina torturar a un sujeto resultaba espeluznante, ver a Maia
era peor. La joven mujer era sádica y decidida, no titubeaba, no se
amedrentaba ante el dolor de su víctima. Cortaba, golpeaba, torturaba
sin miramientos. Tanto ella como su esposo tenían la sangre fría.
Comprendía por qué nadie se metía con ellos e ignoraba por qué los del
Rio eran tan idiotas para lastimarles a su única hija.
—¡¿Dónde está, cabrón?! —Demandó saber Maia antes de dejar caer el filo de
un hacha
—¡No sé! Se lo juro que no sé —respondió a duras penas. Perdió mucha sangre,
pero se
—Es posible que nos vayamos a Guadalajara si lo que dijo ese pendejo
es verdad — comentó con calma, me sorprendía su temple—,
Alejandro quiere ir por el jefe del cartel, quiere hacerlo él
personalmente.
—¿Sí?
—¿Puedo confiarte a mi hija, Dexter? —Me miró fijamente— Ella es
lo que más amo en esta vida, necesito estar segura de que la
mantendrás a salvo. Mi padre y hermano no pueden estar aquí, ellos
se encargan de cuidar los extremos de la ciudad para evitar la entrada
de esa gente.
—Sí. ¿Podrías…?
—Así es. Sin embargo, no puedo dejar que Alejandro vaya solo,
mucho menos que sea Alexa quien lo acompañe, esto es una deuda
que nosotros como sus padres, debemos cobrar.
—Todo bien, todo perfecto, y más porque llegaste —me lanzó un beso—, ruso
precioso.
—Resígnate, vida.
—Si la llevas puesta —susurró, el cambio de tema fue repentino, sus ojos
miraban la
[***]
Alexa
en la cama.
—Lo siento —susurró.
—Estoy embarazada otra vez, Alexa —soltó sin más—, y tengo miedo.
Fue difícil ver a Dasha pasar por esa situación sola. Acababa de perder al
amor de su vida y luego también a su bebé. Brevemente me recordó a
Dexter. Las situaciones eran similares y al mismo tiempo, lejos de
parecerse.
—No lo sé —se sinceró—, necesito a mi papá.
Oírla decir eso me apachurró el corazón. Ella sabía que contaba con su
papá cuando las cosas estuvieran mal, ella podía acudir a él y yo… yo
no podía hablarle al mío de nada sin que estuviéramos gritándonos.
—Pensé que ya lo sabía.
—Salimos mañana a Nueva York, necesito verlo y decirle esto, lo necesito.
—Sí, Francia también lo es, si quieres puedo decirle a papá que convenza al
tuyo. —
Sonreí.
—Esa sería una buena idea.
—Lo será, ahora debo irme, estaré llamándote más seguido, si necesitas de mí,
llámame.
—No podía, requería tiempo a solas, pero sabes que estoy para ti, Ali —suspiré
—, te
quiero.
—Y yo a ti, Dasha.
—¿Cuándo? —Pregunté.
—Ya mismo —respondió rápido—. Te quedarás a su cuidado —continuó papá
—, lo
—Lo haremos.
—Te amo, Ali —susurró papá—, lamento haberte levantado la mano,
te doy mi palabra que no volverá a pasar. —Besó mi frente y cerré los
ojos.
—Todo en orden, niña Alexa. Los vigías están en sus puestos y tengo tres anillos
de
—Se supone que debes estar en tus cinco sentidos, estás cuidándome —reñí en
modo de
—Puedo cuidarte
perfectamente, niña. —No si
estás borracho.
la extraño mucho.
Agachó la mirada y vislumbré las lagrimas rodando por sus mejillas.
Dos simples gotas de agua cristalina que terminaron en el suelo.
—Porque mereces más que un amor a medias. Yo jamás podré dejar de amar a
Darla,
—Quieres sexo.
—Y yo muy decidido.
Bajó la mirada y acunó mi mejilla con la mano, su pulgar se deslizó a
través de mi labio inferior, de un lado a otro, una y otra vez.
—Lexi.
—¿Qué?
—Quiero besarte.
No tuvo que pedirlo. Me coloqué de puntillas y le robé un beso rápido,
muy fugaz que ni siquiera pude sentirlo por completo.
—Ahí tienes, muchachote.
Sonrió y sacudió la cabeza de un lado a otro.
Capítulo 12
Alexa
No quería parar de sentir sus labios. El sabor del whisky y su saliva
se convirtió en una mezcla explosiva que detonó una excitación
dentro de mí, mas no solo eso, sino que aceleró mi corazón de una
forma nueva, como nadie lo logró hacer.
Aferré las manos a su cara, él rodeó con firmeza mi cuerpo, quedé atrapada en
su musculatura, presa de los besos que daba con pasión a mi boca. El calor
comenzó a sofocarme, la piel ardía y yo no podía parar. Acudía a su necesidad,
no dudé en responder al llamado desesperado de sus labios, consciente de que
ahora no era él mismo, pero resignada a aprovechar la oportunidad de sentirlo
de otra manera, aunque se tratara de esta.
Entregué mis mejores caricias, brindé cada emoción a través de cada roce.
Estuve excitada y totalmente seducida por la manera en que me besaba. Era
demandante, dominaba, brusco y cuidadoso, mordía y lamía las heridas,
golpeaba y acariciaba con la misma vehemencia.
—Hasta de mí mismo.
Besó la herida y posteriormente se acomodó entre mis muslos levemente
abiertos, él los separó más y mirándome a los ojos hundió la cara en mi sexo.
Arqueé la espalda y un dolor punzante atravesó mi costado, pero juro que
cuando te encuentras excitado, lo menos en lo que puedes pensar, es en el
dolor. Solo sentía la boca de Dexter abriendo mis pliegues, su lengua
serpenteando a través de ellos, era tan suave al lamer, lo hacia lento, la punta
justo en mi clítoris, presionaba y bajaba por toda mi hendidura. Repetía el
proceso y aunque me daba más, no tenía suficiente, al brindarme tanto, mi ser
exigía. Anhelaba alcanzar la cúspide el orgasmo y al mismo tiempo, dilatar el
momento para seguir disfrutando.
—Dexter —jadeé.
—Gime mi nombre más alto. Nadie te escucha, nadie vendrá a arrebatarte de
mis manos
esta noche, eres mía.
—¡Sí! ¡Dios!
—Iremos a mi ritmo, Lexi, si abres la boca, que solo sea para gemir mi nombre.
Bajó sus pantalones y liberó su pene. Tragué en seco. Había tenido de
todos los tamaños: chicos, normales y grandes. Pero el suyo podía
decir con seguridad que era el más grande de todos.
—Lo sé —se retiró y entró fuerte, grité—, tu coño es exquisito. —Esa palabra
me erizó la
piel.
Se cernió a través de mi figura nuevamente, pasó el brazo por mi
cuello y apretó, su boca terminó en mi clavícula y mordió a la vez que
sus embestidas aumentaban de ritmo. Estaba ahorcándome, la
musculatura de su brazo me impedía respirar, pero no me molestaba,
me excitaba en sobremanera y hasta ese momento pude darme cuenta
de lo mucho que disfrutaba del sexo rudo.
—Voy a llenarte de mí, Alexa. Dime dónde quieres que derrame mi semen.
—Apreté las
piernas.
—Dentro de mí.
—No podré aguantar más, carajo, estás demasiado rica —murmuró en mi oído.
esta
—Dexter…
—Sigue repitiendo mi nombre.
—Dexter.
—Dilo otra vez.
—¡Dexter!
Me abrazó con la complexión de su cuerpo. Arañé la cama, grité
descontrolada, el fuego no decrecía, se expandió deprisa por cada
extremidad, sentía el cosquilleo en mis venas y luego exploté al llegar a
la cúspide del éxtasis. Mencioné su nombre sin parar y cuando menos
lo esperé, su semen invadió mi cavidad, derramándose dentro, cada
gota la sostuve a través de mí y entonces la calma me invadió, una
sensación de tranquilidad infinita.
—Algo ilegal —bromeé entre la bruma del orgasmo—, soy prohibida para ti.
—Quizá por eso me gustas más.
—¿Por qué?
Dexter
—Has estado evitándome —me abordó. Tenía una resaca del demonio y el
deseo de no
—Si no quieres hablar de lo que hicimos, no tienes que evitarme, con decirme
que deje el
respuesta.
—Pudiste simplemente llamar.
—Si vengo es por una razón —miró a Alexa—, ¿podemos hablar?
Cuando ella asintió y lo tomó del brazo, yéndose con él, percibí una
sensación molesta desplazándose desde mi estomago a mi garganta,
se volvió amarga y ácida. Al perderse ambos de mi vista, fue más la
molestia. Para distraerme marqué el número de Dixon mientras
revisaba a la distancia que la mercancía estuviera empaquetándose
correctamente.
—¿Qué? —Increpó, tan dulce como siempre.
—Me acosté con Alexa —solté sin más.
—¿Qué has dicho? —Su voz había cambiado por completo— Dime que es una
puta
—Parece que debí decirte que te acostaras con ella —espetó enojado—, así
quizá no lo
habrías hecho.
—Fue un error, lo sé, bebí demasiado, me sentía como una mierda, Darla…
—Estás metido en un problema, abriste una puerta que no vas a poder cerrar.
Guardé silencio, dándome cuenta de que era verdad cada palabra que salía de
su boca.
que pudiera detenerlas. Y fue lo peor de todo: darme cuenta de que Alexa me
hacia feliz.
—Despeja tu puta mente y lo que sientes, si eliges tomar el riesgo, será porque
vale la
pena.
—¿Me apoyarías?
—¿Eres tarado o qué? Joder, qué gano preguntándote, definitivamente
lo eres —se quejó, sonreí—, siempre me tendrás a tu lado, Dexter. Eres
mi hermano menor, voy a cuidarte — agregó en voz baja, tan baja que
apenas pude oírlo.
—Gracias, estaré llamándote mañana.
Salúdame a Holly. —Deja a mi mujer en paz,
idiota.
Ninguno de los dos me miró. Mejor para mí, di media vuelta y lo dejé pasar. Ella
no me pertenecía y lo que estuve a punto de hacer seguramente me hubiera
traído consecuencias peores que las de romperle la cara a Enzo.
Alcé la vista al cielo y suspiré hondo.
Capítulo 13
Alexa
Más que nunca me molestó que Enzo nos interrumpiera, sin embargo,
aun seguía un tanto molesta por lo ocurrido con Dexter. Ilusamente creí
que después de haber tenido sexo, él cambiaría de parecer acerca de
nosotros, aunque ni siquiera existiera un nosotros. Era una ilusa, una
ingenua por creer que podía hacer algo para poder llamar su atención y
ser algo… algo para él.
Después de todo, ¿por qué querría ser algo? Nunca quise tener una
relación seria, prefería coger con quien se me diera la gana sin tener
que preocuparme de nada, vivir pensando en si me engañan, me
quieren o no. El dolor de un corazón roto era lo último que querría
experimentar. Sin embargo, no podía negar que el sexo con Dexter fue
alucinante, me lo hizo de una forma única, tan única que necesitaba
volver a repetir.
Él tocó puntos de mi cuerpo a los que nadie llegó y eso resultaba lo
peor del caso. Así comenzaban las obsesiones, los enamoramientos:
por el buen sexo.
—¿Quieres que solo sea sexo, Alexa? Perfecto —su boca a centímetros
de mi boca—, eso te daré, no tendrás ningún reprocho, ningún reclamo,
solo esto —cogió mi mano y la puso sobre su entrepierna—, para ti,
dentro de ti.
—Vas a ser mía siempre —aseguró—, cada que yo lo quiera —jadeé—, me vas a
abrir las
piernas.
—Pérez —llamé a uno de los encargados—, ¿viste hacia dónde se fue Dexter?
[***]
De pronto, escuché claramente cuando alguien desfundó un arma. Abrí los ojos
y encontré a Dexter detrás de Enzo, este último tenía el cañón de la glock
apuntándole a la cabeza.
—Tienes diez segundos para quitarle las manos de encima y largarte de aquí.
—¿Por qué? ¿En que te afecta que esté con él? ¿Te molesta que vaya a
cogérmelo después de haber estado contigo? Porque si vamos a hablar
de respeto, tú se lo faltaste a mi papá, y mucho.
Enzo dirigió su mirada irascible hacia mí. Reparé en que abrí la boca
de más, pero ya no había nada que hacer para remediarlo.
—¿Te acostaste con él? —Inquirió trémulo. Encogí
los hombros. —¿No escuchaste o qué? Sí, Enzo,
me lo cogí anoche.
Lo que sucedió a continuación jamás lo hubiera esperado. Enzo le atinó
un golpe en la mandíbula a Dexter, quien, sin verse desprevenido, se lo
devolvió y con más fuerza, tanta que lo hizo doblarse.
—¡Lo qué me faltaba! —Aseveré. Interpuse el cuerpo entre ambos antes de que
Enzo
decidiera devolverle el golpe.
—Lárgate de aquí, policía, hazlo antes de que tus sesos acaben como
decoración en la
pared.
Posó sus ojos hacía mí, había mucho odio en ellos, esta vez no supe
si era dirigida para Dexter, para mí o para los dos.
—Te creía diferente, pero resultaste ser una puta, como todas esas que pasaron
por mi
cama.
Enzo se desprendió del agarre con violencia, trastabilló y sin decir más se perdió
por el pasillo. Lancé un suspiro de frustración, no podía creer que haya
sucedido esta escena tan ridícula. Abotoné mi blusa y me senté en el borde de
la cama. Pensé que Dexter no volvería a entrar, mas me equivoqué y lo tuve en
mi habitación nuevamente. Tomó asiento a mi lado, no lo miré.
—No quiero que malentiendas las cosas, Alexa, esto no lo hice porque sienta
alguna clase
de celos.
—¿Por qué?
—Porque no.
—No se me da la gana, ¿cómo ves? —Musité, sin darme cuenta que en cada
frase dicha
mi cara se iba acercando a la suya.
encantos.
Capítulo 14
Dexter
La sostuve encima de mi regazo, disfrutaba del encuentro de nuestros labios.
estoy jodido.
—Estamos.
—Me gusta sentir que también te humedeces por mí —susurró con la boca a
centímetros
de mi erección.
—Joder, Alexa —su aliento me causaba escalofríos—, ¿qué mierda estás
haciéndome?
—Sabes lo que haré, aunque yo no tengo idea de esto —la miré, su
imagen fue de lo más erótico de mi vida—, es la primera vez.
—¿Qué?
—Tu pene será el primero que chuparé. —En otro momento habría reído.
Me apoyé en los codos, con una mano acaricié su mejilla y la otra descansó en
su nuca.
—Primero tu lengua —señalé—, luego tu boca.
La lujuria en sus ojos era inmensa, me la transmitía, tanto que no
pensaba con coherencia. Solo quería el momento con ella, ansiaba
sentirla de todas las maneras posibles. Me quemaba la necesidad que
experimentaba y en algún punto me aterró sentirme así y a la vez, me
devolvió la esperanza.
—Para ser tu primera vez, la chupas bien —siseé. Me observó bajo lo espeso de
sus
sigues mojándote.
No logré hablar, no coordinaba mi lengua con mi cerebro. Alexa
continuaba y si no la paraba, terminaría viniéndome en su boca. Pero
era tan deliciosa la sensación, sus labios se cernían en torno a mi
longitud, se veían preciosos cubriéndome, ella era un mujer hermosa,
dispuesta, caliente, sumamente atractiva para cualquier hombre y creí
que podría ser indiferente para mí. Sin embargo, hoy que la tenía así,
descubrí la realidad: no podría mantenerla alejada de mí.
La detuve. Siendo brusco la empujé encima de la cama.
las piernas, mis dedos se abrían paso entre sus pliegues húmedos.
Pasé los dedos por su cavidad, de norte a sur, penetré lento su vagina
con dos de mis dedos, la humedad se dispersó en ellos, mi palma se
empapó con el liquido cristalino y al retirarla, metí los dedos dentro de
mi boca, succioné y probé con deleite el sabor de su excitación.
—Dex… —Jadeó.
La penetré despacio. Echó la cabeza hacia atrás, la sentí tan mía con tan
poco. Se mordía el labio y se entregaba sin miramientos, ofreció sus
senos y los acepté. Chupé entre la unión de ambos, rodeé su pezón y
mordisqueé el otro. Cuando me tuvo dentro de ella por completo, mi
mano descansó en su cuello, ejercí presión y la obligué a mirarme a los
ojos.
Probé su boca otra vez, podía hacerme un adicto a ella. Con lentitud
medí las embestidas que daba contra su cuerpo, profundas y suaves,
estimulando en cada movimiento. La sentía contraerse, pedirme más,
excitarse en los roces que daba a su punto más sensible. Y el mejor
afrodisiaco para mí fue su cara, los gestos que efectuaba cuando la
penetraba; los sonidos que hacía, la forma en la que se movía debajo
de mí, del toque de sus manos contra mi cintura, diciéndome sin
palabras cómo le gustaba, cómo quería que se lo hiciera.
—Dexter…
—Estoy llegando.
—Lo sé, cariño —mordisqueé su lóbulo—, tus paredes se ponen más estrechas,
me lo
aprietas muy rico.
—Oh… Dios.
—Sí.
—Vivo.
[***]
Alexa
Mis pensamientos eran un caos. Estaba asustada por todo esto. Dexter
no era como los demás, él era serio, correcto, sabía lo que quería y no
me veía como un juego o pasatiempo, y todo esto era lo que me hacia
temblar. Lo mío con él no iba más allá del sexo o al menos es lo que me
estuve haciendo creer durante todo el día, porque no podía
engañarme, sentí la conexión que hubo entre los dos, esa que no sentí
la primera vez que tuvimos sexo.
Por algún motivo que desconocía, esta segunda ocasión tuvo otro
significado. Entenderlo sería inútil, me mantenía ignorante por
completo qué fue lo que sucedió. Solo podía decir que se sentía bien y
a la vez, me hacia temer.
La camioneta se detuvo, regresé de donde estaba y visualicé a la gente
de Aguirre frente a nosotros.
De vuelta al trabajo.
—Vamos —murmuró Dexter. Él se hallaba igual de desconcertado que yo.
—Vuelve a dirigirte de esa forma a ella y será la ultima cosa que hagas
—amenazó Dexter.
—Él viene por los territorios de Medina, atenta, que puede llegar en
cualquier momento y de la mano de quien menos imaginas —guiñó un
ojo—, pero esto no lo supiste por mí.
—Tengo que hablar con mis papás, esto no me gusta nada, Dexter —susurré—,
ellos
Capítulo 15
Alexa
Mis padres ya venían en camino.
Por más que analizaba a todas las personas, no daba con una,
aunque no es como si pudiera interrogarlos a todos, eran
demasiados.
mano.
—¿Quién es? ¿Por qué te han llamado a ti? —Se encogió de hombros sin poder
darme una
explicación.
Negué y cogí el teléfono, lo llevé a mi oreja, del otro lado se escuchaba solo
silencio.
—Diga —murmuré, alejándome de cualquier mirada curiosa.
—Robledo —saludó una voz que desconocía.
—Tú…
—Al parecer uno de los sicarios se los dio. A García también lo llamaron, pero
no
contestó.
palabra, Azua.
mi padre.
—Te doy mi palabra que no pasará nada —aseguré, mirándolo a los ojos.
—Mande, vida.
Besó mi frente y sin responder ingresamos a la casa. Le sonreía y por
dentro trazaba mi plan de esta noche, de alguna forma debía alejarlo
para poder llevar a cabo mi encuentro con Letrán. Mis padres
arribarían pasada la media noche, así que por ellos no me preocupaba
en lo más mínimo.
—Mucho cuidado con lo que haces —advirtió—, no quieres verme enojado.
—No sé de qué hablas. —Asintió despacio y ninguno dijo más. Esperaba que
todo saliera
bien esta noche.
[***]
Dexter se marchó a la pista de aterrizaje, pese a que, había más gente
que podía hacerse cargo de ese trabajo, él comenzaba a tomarse muy
a pecho el querer proteger a mi familia, como si lo necesitáramos; sin
embargo, me resultaba un gesto tierno.
—Tus padres tienen enemigos, pero ninguno es tan estúpido como para
atentar contra lo que más quieren —señaló serio—. Tenemos códigos,
Robledo, códigos que yo respeto y la mayoría de los narcotraficantes
también. Piensa, analiza un poco, pequeña.
—No. Yo los envié a tantear el terreno, no venía a armar una balacera, de ser
así, lo
hubiera hecho desde el inicio.
Respiré hondo y tallé con los dedos mi cabellera. No era una chica paciente.
—No te creo.
—Me da lo mismo si me crees o no. Tienes mi palabra y esa, Robledo, no se la
doy a
cualquiera.
Me ofreció su mano nuevamente. Titubeé antes de aceptarla y
estrecharla con firmeza, decidida, estremeciéndome al sentir un
cosquilleo por todo mi cuerpo.
Evité sonrojarme. El tipo era muy atractivo, pero no tanto como Dexter.
—¿A qué viene esto, Alexa? —Increpó papá— Sabes quienes somos
y lo que hacemos. Hablar no entra en nuestros términos, grábatelo
en la cabeza, al enemigo no le das la oportunidad de hablar…
mira como…
—Para tu letanía —interrumpió.
—Tan normal como la excitación que siento al pensar en ti siendo castigada por
mí.
Mi boca se secó y de pronto, solo quería sentirlo hurgar entre mis piernas.
—Castígame, Russo.
—No va a gustarte.
—Pruébame.
Capítulo 16
Dexter
Acariciaba mis labios con el pulgar de un lado a otro. En ellos aún se
mantenía el sabor de su saliva, podía palpar a través de la oscuridad de
mis párpados cerrados, el frenético latir de su corazón y la temperatura
ardiente de su cuerpo. Mantener a raya mis impulsos nunca fue tan
difícil, la veía y lo único que anhelaba era besarla.
Alexa estaba calando en mí, incomprensible la forma en que me
atrapó, ni siquiera me percaté de ello, simplemente un día la tuve
entre mis brazos y supe que no podía dejarla ir. Y no, no había amor,
no había ese sentimiento tan fuerte que experimenté con Darla,
llegaba a creer que nadie me haría sentir igual, sin embargo, conforme
los días transcurrían, me inclinaba más a la idea de que sucedería: me
enamoraría de Alexa.
Yo era así: un soñador cursi y romántico. Y aunque me aterraba dar un
paso por temor a caer de nuevo a la deriva, quería arriesgarme, lo
quería porque tenía bien claro que valdría la pena, Alexa lo valía todo.
—Estás muy callado, ¿en qué piensas? —Inquirió cauta. Caminábamos por el
corredor de
la Hacienda, acabábamos de cenar.
—Pero tú eres joven, con un montón de cosas por vivir, no te gusta atarte, ni
enamorarte,
eres un alma libre y yo un soñador.
—Quizá.
—¿Querías verme?
—Él intenta persuadirla para que nos detengamos —intervino Maia—, señala a
otro cómo
el culpable.
—No tengo problema con ello, pero hay algo de lo cual quiero hablarles —dije
sereno e
inalterado.
Siendo franco, no pensé que estaría en una situación así: frente a dos
narcotraficantes a punto de decirles que comenzaría una relación con
su única hija.
—Hazla feliz, Dexter —intervino Maia—, mi hija no lo es, hay mucho dolor en su
vida.
—Sé por qué. —La sorpresa cruzó los rasgos de ambos.
—Sí, sé que ella no puede tener hijos. —El pesar contrajo su cara.
[***]
Alexa
Estuve curiosa sobre lo que papá quería hablar con Dexter. Supe que no se
trababa de nada malo, las cosas habían seguido bien, cenamos normalmente y
al finalizar cada uno se retiró a sus respectivas habitaciones. Ninguno volvió a
tocar el tema de Letrán y eso más que tranquilizarme, me preocupaba. Quería
creer que él no mentía y que de verdad quería hacer las pases, aunque esto no
funcionaría, mis padres nunca cederían ni le creerían una sola palabra.
Por otro lado, noté cierta tranquilidad en papá y una seguridad en Dex
al acercarse a mí, que antes no estaba. Me dio la impresión de que su
plática tuvo que ver conmigo y probablemente con la relación que
comenzaba a tener con Dex, la misma que aún no podía definir.
Haciendo de lado eso, ahora mismo caminaba hacia la habitación de
Dex. No había vigilancia como de costumbre, lo cual me pareció raro,
mas no quise indagar. La puerta de Dex no tenía seguro, así que entré
sin problema, las luces estaban apagadas, pero la claridad traspasaba
las cortinas, dándome una vista perfecta de cada rincón, lo único que
me interesaba era el hombre que yacía semidesnudo en la cama.
Dexter solo usaba un bóxer ajustado, su abultada entrepierna quedaba
a la vista, también las cicatrices que casi le quitaban la vida; había otras
más que parecían haber sido hechas con navajas, estas se las hicieron
en el presidio, ese sitio donde lo encerraron para evitar que siguiera
dañándose asimismo.
Me deshice de mi ropa quedando en bragas y sin temor me acerqué a
él, estaba dormido, o al menos eso creí antes de que tomara el arma
que yacía en su mesita de noche y me apuntara con ella. No me
inmuté, mucho menos me asusté. Sonreí y alcé las manos a la altura de
mi pecho.
—Me atrapaste —dije coqueta.
Mantuvo nuestros labios a una nula distancia, los rozó y se apartó leve.
Entretanto, el metal helado continuaba bajando, se detuvo en la unión
de mis piernas; gemí al palpar lo frío contra la poca tela que poseían
mis bragas.
—Ven aquí, mi niña —jadeó contra mis labios—, te quiero sobre mis rodillas.
—¿Por qué?
—Porque yo lo ordeno.
Sentí una punzada de placer en mi vientre bajo que se extendió hasta
mi sexo. Apreté las piernas y retiró el arma. La colocó en su lugar y
tomó asiento en el borde de la cama, tiró de mi mano y sin más me
acomodé boca abajo encima de sus rodillas.
Posó la mano en mi espalda y presionó leve al tiempo que su mano
libre se abría paso entre la tela de mis bragas; hundió los dedos en
el encaje y lo rasgó en segundos, dejándome solo con los jirones de
tela dispersos en todas las direcciones.
—Dexter…
—Shh... no hables.
Por el rabillo del ojo vi cómo humedecía sus dedos con la saliva,
posteriormente los llevó a mi vagina, embistió con ellos muy lento, el
toque era sutil y delicado, nada provocativo, pero en mí causó estragos.
—Porque puedo y quiero, porque disfruto del sabor de tus fluidos y mi saliva y
lo
Cerré los ojos y él continuó con su juego, su erección crecía más con los
minutos, yo tenía un río entre las piernas. Todo quemaba en mi
interior, quería que me cogiera de una vez por todas, sus juegos solo
me ponían ansiosa y caliente.
—Mía y de nadie más.
Quitó el brazo y se incorporó. Se bajó lo necesario del bóxer y agarró
su miembro erecto con la mano, se masturbó lento mientras me
miraba, el líquido hacia brillar toda la punta de su pene.
—En cuatro, Alexa.
Capítulo 17
Alexa
Era de madrugada cuando abandoné la habitación de Dexter, al final
después de tener sexo un par de veces más, se quedó dormido y pude
marcharme satisfecha y adolorida. Él era tan ardiente en la cama, tan
diferente al hombre serio que veía todos los días, quien lo viera, no se
podría imaginar todo lo que su mente perversa era capaz de hacer. Puta
madre.
—¿Qué haces llamándome? —Increpé seca. Su risa se oyó del otro lado.
—¿No puedo? Quería…
—Saber qué dijeron mis padres —terminé de decir por él. Rio más fuerte.
—No, cariño, no hablo para eso. Mi llamada no tiene que ver con tus
padres, tiene que ver contigo —dijo, sorprendiéndome—. ¿Puedes
creerme si te digo que no te he podido sacar de mi cabeza? Resultaste
ser alguien muy… interesante.
—¿Y lo dedujiste solo con los cinco minutos que hablamos? —Inquirí burlesca.
Me recosté
en la cama, tenía mucho sueño.
—Robledo, sé más de ti de lo que te imaginas, jamás te tomé mucha
importancia, eres una escuincla —emitió una risa—, pero tuve una
impresión muy diferente de ti al vernos frente a frente.
—A través de mí no vas a lograr nada, Letrán. No soy una niña a la que puedes
endulzarle
—No necesito endulzarte el oído. Si me gusta algo, voy por ello y lo tomo. Tú
me gustas,
iré por ti y esta vez sí, Alexa Robledo, sí soy yo quien está detrás de tu persona.
—No eres la única que tiene sus formas, Alexa —murmuró. Arrastraba las
palabras, lo cual
—Da igual.
—No.
boca.
—Te amo, Alexa… te amo, y tú… ¡Tú te revuelcas con ese cabrón! ¡Me
humillaste!
—¿Por qué no? Antes disfrutabas mucho cuando te abría las piernas y te lo
metía duro.
—¡Con mi consentimiento, idiota! ¡No caves tú propia tumba, Enzo, voy a
matarte si me
tocas!
recordar lo rico que la pasabas conmigo y volverás a mí, solo hace falta esto.
Escupió en su mano y frotó su erección con la saliva. Negué y me
removí como pude, la impotencia que sentía no se podía describir,
todo empeoró cuando lo sentí penetrante desde atrás, entró en mi
cuerpo con rudeza y violencia. Grité por el dolor que esto me causó,
mas no hubo una sola lágrima en mi cara.
—En eso podemos estar de acuerdo —dijo una voz que causó escalofríos en mi
ser—, no
Dexter
—¿Y dejarla viva? Cariño, yo soy como tú: mato a mis enemigos. Pero tu
escuincla no lo es para mí, como tampoco ustedes. —Los observó
alternadamente—. No me interesa vengar a alguien que merecía su
muerte.
—No te quiero ver en mis territorios otra vez, mucho menos cerca de
mi hija —aseveró Medina—. No me importa si la has salvado de morir o
simplemente son buenos amigos, te mataré si te le acercas.
llene de plomo.
Letrán rio y obedeció. Salió de la bodega sin replicar y nos quedamos solos.
—¿Por qué, Alejandro? —Espetó Maia.
—De la manera que sea, evitó que ese cabrón lastimara a Alexa. Solo por eso le
he
—Confía en mí, bonita —pidió. Se acercó a ella y entonces supe que yo salía
sobrando.
está.
La consolé en silencio, sin tener una palabrería para decirle, al final de cuentas,
las palabras de aliento no sirven de nada cuando nos destrozan el corazón. El
dolor persiste y no se irá, solo se quedará acumulado mientras aprendemos a
vivir con él.
Capítulo 18
Dexter
Estuve cuidándola toda la noche, pendiente de ella en todo momento.
Logró descansar, en momentos se despertaba asustada, mas estos no
fueron muchos. Yo no logré conciliar el sueño, no cuando Alexa
necesitaba ser cuidada. De alguna forma le daba sentido a mi vida,
tenerla conmigo se convirtió en un incentivo, el no dejarla sola,
cuidarla, velar por su seguridad, no podía pensar en abandonarla, ya no
podía pensar en nada más que no fuera Alexa. No volvería a separarme
de ella.
—Veo que aún no despierta, ha dormido demasiado y tú tan poco —comentó
Maia.
—Está bien —me incorporé de la cama—, ¿alguna vez Alexa ha salido del país?
—Indagué
como no queriendo.
—No lo sé, estar en este sitio debe ser cansado. Le han ocurrido muchas cosas,
cambiar de
—Sigo sin entender por qué confían tanto en mí —murmuré incrédulo. Estiró
los labios en
una sonrisa.
—Conoces el dolor, tienes un pasado que te ha marcado, ese tipo de
personas, personas como tú, no serían capaces de herir a quienes
aman. —Volvió la vista a mí—. Nunca la lastimarías, temo que sea ella
quien termine hiriéndote a ti.
—Si eso sucede, sabré sobrellevarlo —suspiré—, más dolor del que me
acompaña, no
experimentaré.
[***]
—Me importa más Alexa, puedo conseguir a quien sea para que
ocupe tu lugar, pero no para confiar la vida de mi única hija. Si estás
aquí es porque debía cobrarle el favor a tu hermano sí o sí. Gente
tengo de sobra.
—Hazte cargo. Llegarán a la casa de uno mis socios, el padre de la mejor amiga
de Alexa.
—¿De quién se trata?
—Sasha Kozlov, su hija Dasha estuvo como invitada aquí hace tiempo, a Alexa le
vendrá
bien verla de nuevo.
—Entiendo. ¿Cuántos días serán?
—Una semana. Me cuesta mucho dejarla ir, pero es necesario.
Puedo confiar en que la protegerás, ¿cierto? —Me puse de pie.
Sonreí solo para ella y en segundos la tuve entre mis brazos. Venía
en pijama y con el cabello suelto.
—¿Pudiste descansar? —Pregunté.
—Sí, pero tú no puedes decir lo mismo —dijo. Acarició lo oscuro de mis ojeras,
ella
—Sé que tuviste mucho que ver en esto —me miró cariñosa—, sé que estás
haciendo lo
—Quiero verte bien —acaricié sus brazos desnudos—, que olvides los malos
ratos que has
pasado.
—Bastaba con tenerte a ti, pero el viaje me va de maravilla, nunca he salido del
país, Dex,
no sabes lo que significa esto para mí.
—No sucederá. Te agradezco lo que hiciste por mí, pero no intentes ir más allá,
puedo
—Cada día me gustas más. Entre más te niegas, más crece mi necesidad de ti,
estaré
—¿Estás lista? Nos llevarán a la pista de aterrizaje —me abordó Dex. También
llevaba su
Capítulo 19
Alexa
Mis ojos no paraban de maravillarse con lo que había a mi alrededor.
Jamás estuve en una ciudad tan grande e impresionante. Me sentía muy
pequeña entre edificios y rascacielos, no podía creer que Dasha
estuviera acostumbrada a vivir en un sitio así, ¡yo me perdería!
Llevaba las manos pegadas a la ventanilla mientras mi mirada
abarcaba todo, desde las calles muy transitadas, hasta los cielos casi
ocultos gracias a los monstruos de concreto que se estiraban
imponentes.
—¡Es Central Park! —Chillé emocionada— ¡Es hermoso! —Volví sobre
mi hombro para ver a Dex— ¿Podemos venir?
—Claro que sí.
—¡Sí!
Él me miraba con adoración cada vez que le pedía que me llevara a
visitar los lugares por donde pasábamos; sin embargo, no sonreía,
siempre se mantenía impasible, serio, tan exánime como un muerto.
La joven mujer seguía tan bella como recordaba, tal y como una
muñequita de porcelana, era pequeña como mi madre, pero ninguna
de los dos eran delicadas.
—Alexa —me abrazó enseguida—, qué gusto tenerte en casa. Mira qué
hermosa te ves — observó mis ojos—, luces… distinta.
—¿Feliz? —Echó un vistazo a Dex y volvió su vista a mí.
—Sí —sonrió de lado—, debe ser eso. Pero pasen, Dasha se encuentra en cama.
—Por el bebé, necesita reposo —le extendió la mano a Dex—, tuve el placer de
conocer a
—Lo sé.
Buric.
—No tenía el placer, Alexa —dijo Bastien, su voz era más dulce, un
matiz tan diferente al que recordaba—, sé que conociste a mi otro yo,
me disculpo por ello.
—No te preocupes, niño bonito —sonreí e intenté actuar normal, pero
siendo franca, él no me gustaba para que fuera el papá del bebé de mi
mejor amiga—, ya me explicaron las cosas.
psiquiátrico.
—Mejor, pero debo guardar reposo, mis abortos anteriores debilitaron un poco
mi matriz,
—¡Alexa! Deja de llamarlo así —reía. Nos sentamos en la cama—, extrañaba tus
novio? ¿Y Enzo?
—Muerto y enterrado. No preguntes, solo quiero que conozcas a Dexter.
—Enarcó ambas
cejas.
—¿Dexter? ¿Vino contigo? —Preguntó.
—Sí, papa otorgó el permiso. —Su expresión de asombro me causó risa.
—Espera, ¿tu papá le dio permiso? ¿Tu papá?
—Sí, mi papá —rodé los ojos—, ese tipo celoso y posesivo, vio en Dexter a
alguien digno
Se separó de mí y sonrió.
—Lo sabe.
[***]
Dexter
La mansión de los Kozlov era muy segura. Sin duda, Sasha llevaba al
extremo la seguridad cuando se trataba de su familia. Usaba la
tecnología a su favor y vaya que sabía cómo aprovecharla.
—Sasha Kozlov.
—Debes de ser especial, tanto para que Medina haya decidido poner en tus
manos lo que
más ama.
—No tengo nada de especial, solo sabe que quiero a su hija.
—Eres muy diferente a tu hermano —puntualizó—, estás en tu casa, cualquier
cosa que
necesites, pídela.
—Por supuesto. La ciudad es mía, puedes andar por ella sin problema, sin
embargo, hay
Golpeé la puerta y Alexa fue quien la abrió. Sonrió al verme, esa sonrisa
tan bonita que no quería que desapareciera de sus labios jamás. Estaba
consciente de cuánto ella deseaba poner en mi cara una sonrisa, lo que
no sabía, es que, aunque no sonriera, me sentía feliz, más de lo que
alguna vez estuve desde la muerte de Darla.
—Hola, Dex, ven —tiró de mí hacia el interior—, tienes que conocer a Dasha.
—Te estaré esperando, aún hay mucho de que hablar —murmuró Dasha.
—No.
Fugazmente recordé mis días en la universidad, lo feliz que la pasaba
con los que me rodeaban, envuelto en un mundo de fantasía mientras
Dixon se formaba como el mafioso que era. Siempre me preguntaba por
que él no era como nosotros, por qué no salía a divertirse y socializar y
se la pasaba amargado dentro de su oficina. Hoy lo entendía mejor.
Cuando nos quitan e imponen a vivir en unas circunstancias que
nosotros no elegimos, es fácil que también nos roben la sonrisa.
pareja perfecta!
—No puedo estar más de acuerdo —susurré.
Escuché que su móvil timbró. Alexa lo tomó y alcancé a notar que le llegó un
texto.
—¿Quién nos escribió? —Pregunté. Negó y guardó el móvil deprisa.
Capítulo 20
Alexa
Recorría el centro comercial, había tantas cosas, compraba hasta lo más
insignificante como lo es un esmalte de uñas con un costo escandaloso,
pero podía darme ese lujo y los que quisiera. El límite no existía, no
para la única hija de unos narcotraficantes mexicanos.
Confieso que nunca visité un centro comercial antes, en mi ciudad
no existían, mucho menos de marcas tan reconocidas, todo lo que
adquiría lo hacía por línea, estar aquí resultaba una experiencia
única.
—Ya que no respondías mis llamadas y mensajes, tuve que venir a buscarte,
Robledo. Mis
ojos están puestos en ti, no mentía cuando te dije que seguía tus pasos.
—De la forma que sea, sucederá. Eso te lo puedo jurar —inclinó la cara hacia la
mía—, vas
a ser mía.
Limpié mis labios con rabia y dejé el conjunto que eligió de lado.
Apresurada abandoné la tienda, preguntándome cómo es que él me
encontró y por qué de mi boca no salió una sola amenaza hacia su
persona, peor aún, no pasaba por mi cabeza el decirle a Dexter o mis
padres sobre esto.
¿Por qué? No quería detenerme a pensar mucho en la respuesta. Mi
comportamiento no estaba siendo el adecuado, sentía que traicionaba
a Dex al callarme esto y las llamadas. Me excusaba con que no quería
arruinar nuestras vacaciones, pero muy en el fondo sabía que esa no
era la razón por la que callaba.
—¿Todo bien?
Alcé la vista, ubiqué a Dexter enseguida. No logré sostenerle la mirada.
—¿Y eso?
[***]
—¿Recuerdas tu situación con Jafar? ¿Lo que sentías al tenerlo cerca? —Asintió
despacio— Me sucede algo similar con uno de los enemigos de mi papá, hoy lo
vi… y no se lo dije a Dexter.
—Ese enemigo, ¿te gusta?
—Es atractivo, me gusta, por supuesto, pero me gusta más el peligro que
representa —
confesé al fin.
—Mucho.
—Vámonos.
—Estoy dispuesta para ti. —Rozó con los labios el lóbulo de mi oreja. Me
estremecí
entera.
—Te rompo las bragas y abro tus piernas.
—Ajá… —jadeé.
Ay Diosito. No, no, Alexa, Diosito no. Perdóname por meterte en mis impuros
pensamientos, señor.
—Vas a estar mojada, como lo estás justo ahora, ¿verdad?
—Sí, Dex.
—Sí, Dex.
Dentro todo era alucinante. Mis ojos seguían las luces que caían en
todas las direcciones, los colores púrpura y negro dominaban, había
destellos plata en ciertos lados, mucho humo, mucha gente, mas no
tanta como para no poder bailar y caminar.
Dex me guiaba hacia la planta alta, pero lo detuve cuando una canción
conocida comenzó a sonar.
—¡La tenemos que bailar! —Grité por encima de la música.
—¿La conoces?
Bajé deprisa los escalones y lo llevé hasta la pista de baile. Comencé a
contonear el cuerpo cerca del suyo sin perder un segundo más, al
tiempo que reía de felicidad.
El azul de sus ojos se veía limpio, puro, sin más sombras acechando, se
le llenaron de luz y por primera vez pude verlo realmente feliz.
—Dex —pronuncié despacio—. ¿Qué está pasando?
Capítulo 21
Alexa
El auto se detuvo minutos atrás en un sitio oscuro en medio de una
carretera vacía y que daba la impresión de no haber sido transitada
desde hace mucho. Edificios abandonados se situaban alrededor de
nosotros, había alcohol en mis venas, más del que ingerí alguna vez,
sin embargo, me sentía segura y feliz mientras Dex iba conmigo.
Tiró de mi labio inferior con los dientes y pasó la lengua por él. Gemí y
traté de mover la pelvis en dirección a su caricia, mas lo impidió, retiró
la mano y volvió otra vez a tocarme. Jugaba con mi deseo, me miraba a
los ojos y proseguía con la tortura, masturbaba unos segundos y
paraba.
—Por favor.
Mordí mi labio, contraje los dedos de las manos y liberé un gemido reprimido.
Cuando lo solté, no pude parar más, le vino uno tras otro, la palabra más no
paraba de ser pronunciada. Dex
empujaba la pelvis, embestía duro y sin control, deslizaba fácilmente
el pene, llegando a mi punto más importante, humedeciéndome en
cada estocada.
—Vamos, niña bonita —lamió mi lóbulo y mordió mi cuello—, pídeme que te dé
más duro.
—Eso quiero.
Disminuyó el ritmo de sus embestidas, mas no por ello fueron menos duras y
profundas. El roce de su miembro trajo consigo el orgasmo, este se gestó
deprisa en mi vientre bajo y culminó en sensaciones únicas que se dispersaron
por todo mi cuerpo mientras él continuaba penetrándome con frenetismo y
deseo.
—Abre la boca.
—¿Quieres que te masturbe con ella? —Tenté.
—Mi vida habría seguido sin ti en ella, pero no tendría esa chispa
que me hace querer despertar cada mañana —susurró contra mi
cabello.
—Y yo a ti, Lexi.
Dexter
Había revisado los mensajes en el celular de Alexa sin encontrar
nada malo, solo la insistencia de ese sujeto, todas las llamadas eran
perdidas, pero lo que más me dejaba pensando se trataba del
encuentro que tuvo con ella.
Se tomaba muchas molestias, lo cual significaba que planeaba algo grande o
definitivamente solo quería joder a Maia y Medina. A estos últimos no les
informé en lo absoluto sobre esto, lo haría en cuanto Alexa despertara, ella
seguía durmiendo a mi lado.
La observé un instante y por instinto sonreí. Solía hacerlo cada vez que
la miraba y ella no se percataba de ello; mi niña se divirtió bastante y
es lo que buscaba. Me alegró que lo ocurrido en Llera no le haya
afectado en lo absoluto. Verla rota no hubiera podido conmigo, la
quería demasiado.
Mi móvil timbró, deje el de Alexa a un lado y atendí deprisa a la llamada de
Medina.
—Diga.
—¿Está contigo?
—Bien. Necesito que te quedes con ella unos días más, la ciudad está
caliente y no quiero tenerla aquí, corriendo peligro —explicó serio.
—Comprendo y lamento tener que decirte esto, pero es necesario que lo sepas.
—Letrán —simplificó, no me sorprendió que lo supiera—, se me avisó que salió
hacia allá,
Kozlov tiene vigilados sus territorios, por ahí no pasa una mosca sin que él no lo
sepa.
—¿Qué quieres que haga? Insiste en estar cerca de Alexa.
—Me encargaré de él en su momento, permítele seguir en su juego, tengo
preparado su
destino.
Lo abrí sin problema, curioso más que celoso, siendo franco, este
sujeto no provocaba nada en mí, me era insignificante, sin embargo,
el texto llamó mi atención.
L:
Robledo, deberías darte prisa en volver a casa, quizás es poco el tiempo que te
queda al
—Robledo…
Capítulo 22
Alexa
Central Park era un sitio precioso. Por supuesto, estaba acostumbrada
al deslumbrante verde, a la naturaleza que rodeaba la zona donde
vivíamos, pero la belleza de este sitio se trataba de otra muy diferente,
pese a que, venía siendo casi lo mismo.
—¿Ya te has aburrido de Nueva York? Creí que lo disfrutabas —comento aún
con los ojos
cerrados.
—Por supuesto que no, solo echo de menos la comida, mi rutina… aquí todo es
tan rápido. —En las ciudades se vive deprisa —puntualizó. Y vaya que lo había
notado. —Amo este sitio, pero no viviría en él —dije franca.
Acomodé mi cabeza contra su pecho, lo observé fijo. Abrió los ojos, los
ancló a los míos. El color potente que vi en ellos me cautivó como nunca
antes. Descubrí con el paso del tiempo, que estaba encariñándome
mucho con Dexter. Comenzaba a extrañarlo cuando no lo veía, ocupaba
mis pensamientos cada vez que trataba de concentrarme en algo más;
me desarmaba su sonrisa y me sentía feliz al hallarme entre sus brazos.
—¿Qué estás pensando, Lexi? —Inquirió.
—En que te quiero mucho —toqué su mejilla—, ¿crees que algún día puedas
enamorarte
de mí?
Juntó las cejas, se quedó callado y elevó la vista al cielo.
—Tú me haces feliz, Alexa, voy a hacer lo mismo contigo. Ahora ven aquí.
Reí y chillé cuando me dejó debajo de él. Posó las manos en mis costillas y
sonrió de lado.
—¿Qué crees que haces? ¡Bájate! —Exclamé entre risas, ni siquiera me tocaba,
pero era
muy cosquillosa.
—No.
—¿Dónde están mis papás? —Pregunté curiosa. Ellos dijeron que estarían aquí.
Tomó el radio e intentó comunicarse con García sin tener buena suerte.
Sin poder evitarlo una sensación de nerviosismo se instaló en la boca de
mi estómago. Volví el rostro hacia Dex y su cara no me alentó a
sentirme mejor. Se notaba realmente preocupado y más tenso que
nunca.
—¿Qué está pasando? —Indagué en voz
mortecina. —Se trata de tus padres, no
aparecen.
—Ellos están bien, ¿verdad que sí? —Musité trémula. Mi voz se entrecortaba.
—Sí, lo están.
—¿Dónde están? —Cuestioné hacia nadie, esperando tener una respuesta que
jamás
llegó.
—Alexa, debemos movernos —Dexter me agarró de la cintura—, buscaremos a
tus
padres.
Se los llevaron.
—Juntos.
Capítulo 23
Dexter
Ella no durmió. Las últimas horas se la pasó dando órdenes a diestra y
siniestra, devastada y desesperada por encontrar a sus padres. Salí con
ella a recorrer las calles y las brechas para encontrar algún indicio de
Medina y Maia.
hubiera tragado.
—Tenemos que dar con mi hija —siseó irascible, y con la angustia teñida a su
voz.
—Quiero que te quedes aquí con tu abuelo, ¿de acuerdo? —Me miró
y acuné su cara en mis manos— Iré allá afuera y no volveré hasta que
los encuentre.
—Estoy bien…
—Escúchame…
—¡No! —Se rompió de nuevo— No, no puedo quedarme aquí sin hacer nada.
[***]
Alexa
—¿Y ustedes? —Inquirí curiosa. No estaba asustada, sin embargo, tenía un mal
presentimiento de esto.
—La están esperando —dijo uno de ellos, su voz distorsionada. Apreté el ceño y
sin más
—Ni todos los insultos que salen de tu boca van a cambiar lo que sucederá
—dijo
burlesco.
—¿Dónde están mis padres? ¡¿Dónde está Dexter?! ¡¿Qué les hiciste, perro?!
—Tus padres ya no existen —tiró fotografías al suelo de dos cuerpos
completamente desechos por ácido. Las prendas que yacían a sus
lados eran ropas que yo conocía muy bien—, los maté.
Mis gritos se escucharon por toda la casa, Aguirre descargó siete balas
en el cuerpo de quien vi como un padre. El horror me congeló por
breves instantes, luego, mis piernas se movieron en dirección a mi
abuelo.
Su cara estaba muy golpeada, su cuerpo se sentía mojado y blando
por los golpes, tenía dedos rotos y varias cortadas. Ellos lo torturaron.
—Perdóname —susurré.
Besé su frente y derramé más lágrimas en su piel.
—No hagas promesas en vano, niña —se puso de cuclillas frente a mí—, eres
mía, nadie va
a venir a salvarte.
—Diga.
—¿Dixon? ¿Dixon Russo? —Su acento era notable y por un instante creí estar
escuchando
a Dexter, mi Dexter.
Capítulo 24
Dexter
La miraba a través del agua cristalina. Ella sonreía mientras alzaba
en brazos a un pequeño de cabello rubio; los dos comenzaron a reír a
carcajadas y yo permanecí inerte observándolos, temeroso de dar un
paso y arruinar su imagen.
—Ven, amor mío —incitó Darla.
—Vas a ser feliz, vas a vivir muchos años y cuando llegue el momento, nosotros
estaremos
esperando por ti.
—No estés triste, no nos llores más, nosotros estamos bien y no te culpamos de
nada.
Me abrazó y abrazó a nuestro hijo. Por primera vez pude sentirlos sin
maldad o miedo, solo existió una infinita felicidad.
—Te amamos, Dex.
Abrí los ojos, los achiqué de inmediato cuando la luz solar hirió lo
delicado de mis pupilas. Como pude erguí la espalda. Mi camisa estaba
rota y llena de sangre, tenía dos heridas de bala, una cerca de la
clavícula y otra en el brazo.
Eché un vistazo a mi alrededor, dándome cuenta de que me
encontraba a las faldas de una cascada. Había piedras y árboles altos
cubriéndome, estaba completamente solo. Tuve leves recuerdos de la
persecución de la que fui víctima, así como de la traición de quienes
juraron lealtad hacia Medina. Me sorprendía que haya podido escapar
de la muerte cuando estuve empeñado en encontrarla, sin embargo,
bastaba pensar en Alexa y Dixon, para que pusiera todo mi empeño en
sobrevivir. Ella sufriría y mi hermano era capaz de ir por mí hasta el
mismo infierno.
—Tome —la joven mujer me dio un frasco con un tipo de ungüento dentro—,
póngaselo
en las heridas, le ayudará a que no se infecten.
—Cuídese, el terreno es peligroso, pero la gente que abunda por ahí lo es más
—dijo el
señor.
Alexa
Los vestigios de mi teléfono yacían en el suelo. Uno de los hombres lo
encontró y lo rompió antes de que pudiera realizar más llamadas. Lo
último que supe fue que Dixon ya había entrado a México, intenté
comunicarme con Dasha, pero fue inútil.
Ahora me encontraba sentada frente a la puerta, mi posición no
cambiaba en lo absoluto. Nadie me alimentaba, nadie venía a decirme
nada y la desesperación estaba ganándome.
Ignoraba cuánto tiempo pasó, qué hora era, lo que sucedía allá afuera.
Las lágrimas se negaban a ser derramadas, solo existía un inmenso
vacío y el deseo ardiente de escapar y vengarme. Aún no asimilaba que
mi abuelo estuviera muerto, que mis padres le hayan hecho compañía,
que Dex también.
Había una nota que solo por curiosidad leí en voz alta.
—Úsalo, tienes una hora, obedece o lo próximo que perderás, serán los dedos.
—En el narco no hay lealtades, todos buscamos nuestros propios beneficios sin
importar
por encima de quien tengamos que pasar.
—¿Y qué me puede esperar a mí? ¿Me vas a traicionar de la misma forma que
has
—No tan rápido —su mano ascendió hasta mi cuello, ejerció presión—, primero
tomaré
algo de ti y más vale que lo disfrutes.
palmeó mi trasero.
Capítulo 25
Alexa
Unos golpes en la puerta detuvieron las malas intenciones de Letrán.
Agradecí por unos segundos al destino que evitó o retrasó esta
agonía.
Él se incorporó de malas, no pude moverme de la posición debido a las
esposas; mi vista se dirigió a la puerta que Letrán abrió. Uno de los
hombres que me trajo hasta acá, lo miró a modo de disculpa.
avisó de lo sucedido.
—¿Crees que el Diablo puede hacer algo por ti? Muñeca, no está en sus
territorios, somos
—Una lastima que tengas tan pocos huevos, cabrón —escupí, llenándole la cara
con mi
saliva.
—Mierda —mascullé entre dientes. Ni siquiera podía abrir bien la boca, tenía
los labios
destrozados.
[***]
Mi tío me miró, estaba igual de golpeado que yo, pero también había
heridas de bala en su brazo y pierna.
—Es una pérdida de tiempo darte una oportunidad —tomó la palabra Letrán—,
morirás
La mirada de mi tío era digna, igual que la mía. Moriríamos juntos, pero
tenía la certeza de que cada una de estas muertes no quedarían en
vano. De alguna manera contaba con la seguridad de que si yo no podía
cumplir mi promesa, quienes aún me querían, lo harían por mí.
—Entonces deja de hablar y hazlo, ¿qué esperas? —Siseé. Mi voz era baja, pero
podían
escucharme a la perfección.
—Las violan, una y otra vez —agarró mi pierna despacio, reparé en que estaba
semidesnuda frente a su gente y mi tío—, yo seré el primero, así que deberías
suplicarme para que lo haga lejos del público, porque si no me ruegas, te abriré
las piernas frente a tu tío y mi gente.
Tragué en seco. Miré a mi tío, intentaba zafarse de quienes lo tenían
sujeto, recibía más golpes a causa de su insistencia.
—Hazlo —apretó mi pierna—, porque después de mí seguirán todos los que ves
aquí y lo
—Veamos si eres capaz de hacerme sentir aunque sean cosquillas —me mofé.
—Me gustan las perras como tú, que me reten, solo me motivan —masculló.
Apreté los ojos al primer contacto de su pene con mi piel. Sin embargo,
un estruendo hizo que todo se quedara en silencio y paró las
intensiones de Letrán. A lo lejos oía el sonido de un helicóptero,
aproveché el desconcierto de todos los presentes y le saqué de la
cintura el arma a Letrán. Él me miró, desconcertado durante unos
segundos, los mismos que no perdí y aproveché.
Corté cartucho y le disparé en la entrepierna, justo sobre su
asqueroso amigo. —Eso te pasa por perro violador, hijo de
puta.
—Tío.
Corrí hacia él, caí y volví a incorporarme. No sabía lo que sucedía allá afuera,
—¡Alexa! —Me volví y sentí tanta paz al ver a mis tíos: Leonardo, Maria y
Eduardo. No
—No lo mate, déjelo que sufra —ordené severa—, ayudó a que mataran a mis
padres y
abuelo e iba a violarme.
Leonardo ejerció más presión con su bota, María me abrazó fuerte, la noticia
para Eduardo fue devastadora, pude verlo en sus ojos. Mi papá era como un
hermano para él.
—Maldita sea, vengo a ensuciarme las putas manos a un país que no es mío,
¡carajo!
—El pueblo es pequeño, pero Russo planeó todo. Ese hijo de perra
tiene un helicóptero — comentó mi tío Eduardo—. ¿Estás segura de que
tus padres murieron?
—Solo vi fotos, no lo sé —musité franca.
Capítulo 26
Dexter
Llegar a la cascada fue más difícil de lo que pensé. Había sicarios
cuidando los alrededores, ignoraba si se trataba de gente de
Medina o de los traicioneros que me hicieron acabar en estas
circunstancias.
Permanecí oculto hasta que la luz se extinguió y pude continuar; la
entrada a la cueva era un área dificultosa, resbalosa, la cascada tenía
fuerza y al final, pude atravesarla y sigiloso me perdí dentro de la
oscuridad. Sin embargo, mientras avanzaba hacia el interior, reparé en
que no todo era oscuridad, una luz rojiza me guió con calma, pero
antes de seguir, recibí un golpe en el estómago que me hizo doblarme,
seguido de una patada que iba directo a mi cara.
Logré esquivarla, sostuve la rodilla de quien iba a golpearme y empujé
a la persona hacia atrás; me le lancé encima y al tomarla del cuello, me
percaté de que se trataba de una mujer, sus ojos oscuros me
reconocieron de inmediato.
—¿Dexter? —Pronunció con calma cuando la luz, producto de las llamas,
danzaban contra
mi faz.
—Maia —susurré sorprendido.
Su cara estaba sucia, algunos golpes visibles en ella; no vi heridas graves a
simple vista.
—Sigues vivo —murmuró.
—La guardia hace cambio cada doce horas, los cambios solo nos dan una
fracción de cinco
minutos, no es suficiente para atacar, lo sabrían de inmediato.
—Entiendo.
Ella tomó asiento junto a Medina, de verdad se veía mal. Lo acarició en
la frente, sudaba, a simple vista se notaba que tenía temperatura.
servirá de algo.
—¡Niña, Alexa!
Clavé mi vista en Azúa, entró corriendo al despacho, el oxígeno le faltaba.
—¿Qué pasa?
—Tiene que venir —dijo con apuro—, los encontraron, niña.
Cuando mencionó esto último, Dixon y yo nos miramos antes de salir
corriendo del despacho. El corazón me latía errático, casi resbalo y
caigo al piso, mas no me detuve y atravesé la puerta de entrada.
A la distancia, pude ver la figura alta de Dexter. Se notaba mal herido,
pero vivo. Al lado de él venía una figura más pequeña y esbelta. Los
ojos se me llenaron de lágrimas, sentía que el alma me regresaba al
cuerpo, no obstante, no vi a mi papá por ningún lado, así que mi
felicidad no estuvo plena.
—¡Mamá! ¡Mamá!
Mis brazos la rodearon y ambas caímos al suelo por la fuerza con la que
chocamos. Sollocé entre sus brazos, olía a ella, era ella, mi mamá estaba
viva. Valoré intensamente volver a tenerla en mis brazos, con su
corazón latiendo al compás del mío.
—Estás bien, mi niña —susurró. Era más fuerte que yo, no derramó una sola
lágrima.
Se levantó del suelo y le pidió a los muchachos que me cuidaran mientras ella
acompañaba a papá a la clínica privada, después de todo, mamá también
necesitaba que la revisaran. Al momento en que se marcharon, me dirigí hacia
Dexter; él se hallaba a un costado, hablaba con su hermano que daba la
impresión de que lo estaba regañando, pero al final, le dio un leve abrazo que
me hizo sonreír y a Dexter también.
—Después de todo sí sabes demostrar tu amor —comenté al llegar. Dixon me
miró. —Si dices una palabra de esto, te corto la lengua —me amenazó. —No te
preocupes, esto y todo lo demás, están a salvo conmigo.
Capítulo 27
Dexter
Descansaba junto a ella luego de que sacaran las balas de mi cuerpo y
saturaran mis heridas; el tiempo transcurrió lento mientras me atendían
y Alexa sujetaba mi mano como si necesitara asegurarse de que no iría a
ningún lado. Podía jurárselo, no me separaría de ella bajo ninguna
circunstancia, dónde estuviera, Alexa estaría conmigo.
normalidad.
Rio un poco y se apretó más a mi pecho. Yo no usaba camisa y
ella dormía en ropa interior.
—Con mis sentimientos, quizá pienses que una escuincla como yo no sabe lo
que es el
amor, pero lo he visto con mis padres y lo siento contigo.
—Cuando Letrán dijo que habías muerto, lo único que pude pensar
fue en por qué no te dije que me estaba enamorando de ti —continuó
en voz baja—, después rectifiqué y me golpeé mentalmente
llamándome estúpida en el proceso, siempre suelo hacerlo porque no
paro de desviarme en las cosas importantes por el miedo que estas
me provocan, entonces…
—Alexa —le pedí parar solo con la mención de su nombre. Tomó una larga
respiración y
se golpeó despacio la frente.
—Lo estaba haciendo otra vez —murmuró
con pesar. —Respira —indiqué. Mi cara
cerca de la suya.
—Te amo —resumió—, me enamoré de ti y no me arrepiento, y
tampoco me importa que tú no me ames y no llegues a hacerlo nunca.
Yo te amo y no voy a tratar de frenar mis sentimientos.
Rozó mis labios con los suyos, un roce leve que me devolvía la
calidez que perdí. —La vida puede acabar en un segundo, un
segundo que lo cambia todo, Dexter. Cogió mi mano y la colocó
encima de su corazón.
—Yo nunca había amado y nunca quise hacerlo. Y de pronto, lo que no has
buscado llega y
[***]
Alexa
En la bodega solo estábamos Letrán y yo.
Él se hallaba con los brazos extendidos hacia arriba, sujeto de las
muñecas por unas cadenas, solo llevaba un bóxer encima, la sangre
seca se pegaba a sus piernas. Me sorprendía que siguiera vivo luego
de que me volé los testículos. Sin duda, contábamos con buenos
médicos.
Tiró de las cadenas y se precipitó hacia mí, siendo detenido por las cadenas.
—Yo no soy sanguinaria, eso lo llevan a cabo mis padres, pero a ti te odio tanto,
que soy
—Me quedaré aquí hasta que hiervas. ¿Sabías que esta es la muerte
más dolorosa? — Efectué una mueca— Ya me lo dirás.
—Lo mismo han dicho muchos otros que han terminado como tú —me mofé—.
—En que llevamos casi un mes sin coger —susurré. Tiré del lóbulo de su oreja.
Siseó por lo
bajo.
—Eso se puede solucionar.
—Así me pones.
Retiró los dedos y enseguida presionó mis mejillas, abrió mi boca con
ellos y los metió hasta el fondo. Probé mi sabor en ellos, la saliva
resbaló por la comisura de mi boca y entonces Dex me besó. Recogió
parte de mis fluidos y atacó con su lengua en el interior.
El calor comenzaba a sofocarme, todo ardía. Lo necesitaba dentro ya mismo.
—Ya hazlo.
—No seas desesperada.
—Mía. Joder.
Ambos terminamos agitados por este sexo rápido que acabábamos de tener.
—¿Ducha?
—Ducha —coincidí.
Me sonrió y le devolví la sonrisa, acomodé su cabello desordenado.
Capítulo 28
Alexa
Descansaba entre los brazos de papá, mamá me sostenía desde atrás;
me metí a su cama como cuando era pequeña y le temía a los truenos.
Hacia mucho que no me encontraba así con ambos, luego de lo
ocurrido, no perdía el tiempo para abrazarlos, para decirle a papá
cuanto lo amaba, a pesar de no recibir una respuesta de su parte, yo
sabía que las palabras con él sobraban, él también me amaba.
—Unas vacaciones en familia estarían bien —sugerí—, podríamos ir a apostar a
Las Vegas,
o de crucero. Quizá comprar una isla que lleve mi nombre, no lo sé.
Los dos rieron y me estrecharon con más fuerza entre sus brazos.
—¿Una isla? Creí que querías un Lamborghini —comentó papá.
Tenía su brazo aún en recuperación por las quemaduras, un médico lo
visitaba del diario y tenía a su disposición a una enfermera.
—Gracias por no darte por vencida conmigo y ser tan malditamente irritante y
terca.
Dex solo le dedicó una leve mirada. Era gratificante que papá se llevara
bien con mi novio, nunca creí ver algo así, mis esperanzas con esta
escena estaban muertas hasta que Dex llegó.
De pronto, los radios sonaron con más rapidez, las claves fluidas,
con intervalos de un segundo. Todos nos miramos entre sí.
—Entonces lo haremos.
Asentí y tomamos todas las armas. Deprisa las metí entre mi ropa,
todas de diferentes calibres y tamaños. Llevaba una 45 en la mano con
la que le volé la cabeza a más de uno mientras avanzábamos sin
retroceder, cubriéndonos con los pilares, las paredes y autos,
cualquier cosa servía. Retroceder no era una opción, si lo hacíamos,
todo acabaría mal.
—¡Puta madre!
—¡Alexa!
Corrimos entre los jardines, escuché las explosiones de granadas. Mis balas se
terminaban, los contrarios seguían ingresando, no tenía la menor idea de
quiénes eran, pero los acabaríamos.
Cogí el radio, papá avisaba que mis tíos venían en camino. Solo
bastaba sobrevivir a esta lluvia de balas.
Capítulo 29
Dexter
La muerte llegaría, siempre estuve consciente de eso, la busqué cuando
Darla murió, pero ella me eludió. La hija de puta sabía en qué momento
vendría, cuando menos la esperaba se presentó, cuando mi vida volvió
a tener sentido veía como todo se resquebrajaba ante mí.
Consecuencias, supe que habría consecuencias, pero me aferré a la
esperanza que Alexa me brindó. Tomé una decisión e incluso al estar
en esta posición, no me arrepentía. Tuve el deseo de vivir otra vez,
experimenté nuevamente el anhelo y la ilusión; hoy perdería, pero a la
vez, gané. Viví hasta donde debía, y si perdí, fue por mi terquedad.
Sentí el apretón de su mano, la sangre deslizándose espesa entre nuestros
dedos, la herida en su brazo era preocupante, pero lo era más el tumulto de
sicarios delante de nosotros a la espera de una orden para asesinarnos. Y
milagrosamente el miedo se desvanecía, solo había dolor por no poder
concretar mis planes, por fallar en mi promesa de protegerla y darnos la
oportunidad que tanto gritó entre los dos.
—Perdóname —susurró. La frente en alto, el miedo no existía en sus rasgos.
Ella era
fuerte, la joven más fuerte que yo haya conocido.
—No es tu culpa, no es culpa de nadie. —Las lágrimas se
acumularon en sus orbes oscuros—. Mírame, Alexa.
Despacio obedeció, manchas rojizas adornaban su cara. Un golpe en su
pómulo y la ceniza adherida a su cabello.
—Te amo.
Alexa estaba más fuerte que yo, cogió mi cara con ambas manos y me
hizo mirarla. Todo comenzaba a volverse blanco y borroso. Se me
dificultaba llevar oxigeno a mis pulmones, ardía.
Alexa
—Quédate conmigo, aún tenemos muchas cosas por vivir. Quiero visitar
otros países de tu mano, quiero verte sonreír más, quiero que me hagas
sentir que mi presencia en este mundo vale la pena.
Capítulo 30
Alexa
Llevaba una hora estabilizada.
—Yo sé que quieres estar con ella, pero tú eres mío, tú aun
perteneces aquí, es nuestro tiempo, Dex —sollocé—, no llegaste a mi
vida para abandonarme ahora. Regresa, no me sueltes… yo te
necesito, tus padres te necesitan, Dixon te necesita con vida.
Los latidos de su corazón tuvieron un cambio cuando mencioné el
nombre de su hermano. Callé por breves instantes, atenta a cualquier
indicio que me hiciera saber que él me escuchaba.
Alcé la mirada hacia él, sus ojos azules me examinaban. Con la mano
temblorosa le toqué la mejilla y sonreí mientras lloraba.
—Pensé que dirías algo como: señora Russo —bromeé. Él trató de sonreír.
—¿Por qué no?
[***]
Dexter
Se sentía bien estar fuera del hospital, luego de largos días en él, al fin
podía decir que me hallaba fuera de peligro y con la sensación de que
había nacido de nuevo. Las heridas sanaban, tanto las físicas como las
emocionales, aunque estas, puedo decir con seguridad que ya estaban
cerradas. No solo ayudó Alexa, sino mi determinación de mantenerme
vivo por mí, por querer otra oportunidad para ser feliz. Por ahora, Alexa
me brindaba esa alegría y esa paz que tanto ansié, pese a que, la chica
era un huracán, su caos no se sentía mal en mi vida.
Hoy descansaba con ella en las orillas del rio donde casi
perdemos la vida. Un mes transcurrió y todo regresó a la
normalidad, en esta ocasión sin malos presagios y
presentimientos que nos hicieran temer.
—Qué bonito está el día —murmuró con la vista fija en el cielo.
—Te amo, Dex. —La observé. Le brillaban los ojos, veía mi reflejo en ellos y
notaba a un
hombre feliz.
—Mucho —respondí.
—Bien, entonces llévame a esos sitios donde jamás has ido y siempre has
querido visitar,
llévame al lugar donde más deseas estar.
—¿Qué pasa?
—Tú —susurró—, eso pasa, eres muy dulce. —Ladeé mi cabeza.
—Creí que era un bloque de hielo gruñón. —Agachó la cabeza y negó,
sonriendo en el
proceso.
—Nadie me había tratado así porque jamás lo permití y tú… tú me haces querer
ser cursi y
—¿Mañana?
—Quiero hacer todas esas cosas que dijiste, Lexi, quiero casarme, despertar a
tu lado en
—Hagámoslo.
—Tú y yo…
—Solo tú y yo.
Epílogo
Alexa
Miraba las estrellas mientras su lengua se desplazaba resbaladiza entre
mis pliegues, mis dedos se asían a su cabellera oscura, balanceaba las
caderas en sincronía a sus caricias húmedas. Estiró los brazos y acunó
mis senos en las manos, puso duros mis pezones y los tocó con las
yemas.
—Me voy a venir —jadeé.
—¿Y qué esperas? El que tengas tu orgasmo —lamió de arriba abajo,
mirándome en todo momento—, no me detiene de seguir degustando
tu coño.
Me estremecí. Justo cuando usaba ese vocabulario, me excitaba más.
—Ay, Dexter —tiré de su cabello—, no puedo con tanto.
—Sí puedes.
Dex se presionó con más fuerza contra mi sexo, chupó mis fluidos,
degustó de una forma deliciosa con la lengua, se llevó con ella mi
orgasmo, no dejó nada más que no fuera su saliva escurriendo entre
mis piernas. Acto seguido, se situó a mi altura y me besó.
Alzó mis piernas y las encajó con firmeza en su cadera, irguió la espalda
y se impulsó de mis muslos para continuar embistiendo. Apoyado en
sus rodillas lo veía desde abajo como un jodido Dios del Olimpo. Era
hermoso, sus facciones distorsionadas por el placer, el cabello
alborotado, esos labios gruesos y perfectos, capaces de hacerme perder
la cabeza.
—Más duro —supliqué.
Se inclinó un poco, apretó mi cuello y me miró perdido en la lujuria del
momento.
—¿Eso quieres? ¿Que te folle duro?
—Sí.
—Suplícame.
—¡Por favor! —Apenas podía hablar— Por favor fóllame duro.
Violento, ciñó una mano en mi cintura, la otra presionó mis muñecas
por encima de mi cabeza; su pelvis azotó mi sexo, su pene entraba
profundo, estimulaba mi ya sensible clítoris. Forcejeé para soltarme, él
no lo permitió, aplicó más fuerza y aumentó el ritmo. En algún punto
llegó a dolerme la forma en que me penetraba, sin embargo, el placer
era más, siempre este iba por encima de cualquier dolor cuando se
trataba de Dexter.
Me hacia olvidar todo al tenerlo entre mis piernas. Como el sitio donde nos
¡Dios mío!
Acomodé su cabello, recuperábamos de a poco el aliento, estábamos
sudados y la idea de entrar al río me pareció excelente.
—Debemos irnos —tomó mi mano y besó el anillo—, debo hablar con tu padre.
—Uy, muchachote. Una cosa que es acepte que seas mi novio y otra que seas
mi esposo.
—Puedo ser convincente —llenó de besos mi frente—, ¿no lo crees?
—Y mojada —empujó su pene dentro, aún seguía erecto—, se siente muy rico
tu calor.
—¿Quieres seguir cogiéndome? —Mordió mi mentón.
—Aún no me conoces.
[***]
Dexter
Medina se mantenía callado, la vista en el cielo. Por un momento creí
que reaccionaría mal, pero parecía tranquilo. Hacia unos instantes le
acababa de decir quería casarme con su hija y aun no me daba una
respuesta. Quizá me precipitaba en tomar esta decisión, pero había
visto la muerte de cerca tantas veces, que no quería desperdiciar el
tiempo, este se iba deprisa y todo acababa en un abrir y cerrar de ojos.
mataría si lo intentas.
—No pasará.
—Estoy seguro de eso. —Suspiró—. Tómense un tiempo, aún hay luto en esta
casa, por
lo consiguió.
—Si mi hija quiere el mundo, se lo doy —aseveró—. Ella no espera menos de un
hombre,
—¿Todo bien? —Pregunté. Acaricié sus mejillas y besé sus labios fugazmente.
—Sí, solo una plática de madre e hija —suspiró—, ¿qué ha dicho papá?
—¿A qué país me llevarás? —Elevé la comisura de mis labios hacia un lado.
—Sí.
[***]
—Eres insaciable.
—Podemos follar aquí y nadie nos verá. ¡Me encanta! Mi ninfómana interior
está
contenta.
—Amo estar aquí, contigo —susurró—, no pensé que esos ojos azules que vi la
primera
—Bésame, Russo.
No dudé en acatar su exigencia y devoré sus labios, lo hice por las
próximas horas, dentro del agua y también fuera de ella. Follamos
sobre la arena y al anochecer, nos duchamos y Alexa preparó una cena
en el exterior. La brisa salina llegaba hasta la terraza de la casa donde
ella enfrascó un tumulto de velas para darle un aire más romántico a
nuestra primera noche oficial como prometidos.
—¿Entonces todo está bien? —Pregunté por enésima ocasión hacia Dixon.
Gracias al
—Sí, disfruta tus vacaciones, al final, cuando vuelvas a casa, podremos hablar.
—Porque nada de esta mierda te compete —siseó, sonando más como él—.
Vive, Dexter,
Le rodeé el cuerpo desde atrás, alcé la vista al cielo y sí, tenía razón, era
bellísimo. Ante la nula contaminación, las estrellas se mostraban ante nosotros
en su máximo esplendor: hermosas y lejanas. Nos regalaban una vista que no se
obtenía en todas partes. Estuve seguro que en Rumania, la vista sería aun
mejor.
—Pienso constantemente en Darla y tu bebé —murmuró. Hablar de
ellos ya no me dolía— . Siento que están por ahí —señaló el cielo—, en
algunas de las estrellas más brillantes.
—Ellos me ayudan a cuidarte. Ellos permitieron que te quedarás aquí, a ser feliz
conmigo.
—Sí. A veces creo que fue ella quien te puso en mi camino. —Suspiró.