Revolución Industrial Siglo XVIII-XIX Los desarrollos económicos de los 1800 vieron el
desarrollo de economías agrarias y artesanas en Europa y América transformándose en
industriales y urbanizadas. El término usado para describir este fenómeno se conocería como la "Revolución Industrial", y lo usaron primero escritores franceses, pero se hizo popular por el historiador económico inglés Arnold Toynbee. La Revolución Industrial estaba apuntalada por la Revolución Agrícola. Desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, la producción agraria aumentó considerablemente. Este enorme aumento de producción de alimentos apoyó la expansión, y trajo consigo a una gran población y un comercio potenciado. El uso incrementado de máquinas en lugar de fuerza humana o animal en las granjas también quería decir que se necesitaban menos trabajadores en las granjas, y podían dejar las tierras para ciudades industriales. Los mejores metales y el combustible más rico también contribuyeron a la industrialización creando el motor de vapor, una máquina integral a la industrialización, que motorizaba fábricas, locomotoras y barcos. Los nuevos motores de vapor usaban carbón e hierro, tanto en su construcción como para combustible, aumentando la demanda de estos recursos. Las carreteras, canales y autovías cambiaron Gran Bretaña dramáticamente, conectando Gran Bretaña y permitiendo que los bienes se pudieran enviar a largas distancias. Visualmente, la revolución era clara en las nuevas ciudades industriales, con las fábricas humeantes dominando el horizonte. Las ciudades eran horribles para vivir. Sobrepobladas, sucias, con unas condiciones peligrosas en las fábricas y reglas estrictas y castigos. La Revolución Industrial vio la mecanización de la industria textil, que anteriormente se fabricaba en casa, creando el término "Cottage Industry". Ahora, la producción se podía aumentar a gran escala por las nuevas invenciones, como la spinning mule y el telar eléctrico. La industria siderúrgica se desarrolló con el proceso barato de Henry Bessemer para la producción en masa del acero. El hierro y el acero eran materiales clave para la construcción de herramientas en maquinaria, motores de vapor, y barcos necesitados para el progreso industrial. Las oportunidades de trabajo industriales trajeron a gente a la ciudad desde el campo... Hasta tal punto que en 1750 sólo el 15% de la población de Gran Bretaña vivía en ciudades. Hacia 1850 más del 50% de la población de Gran Bretaña vivía en un pueblo o una ciudad, y para 1900, ¡era el 85%! Londres tenía 4,5 millones de personas, Glasgow 760.000, Liverpool 685.000, y Mánchester y Birmingham 500.000. Gran Bretaña fue el lugar de nacimiento de la Revolución Industrial, y fue la única economía industrial durante mucho tiempo. Los historiadores han especulado que ésto se debe a que como es una isla, había relativa paz y estabilidad en Gran Bretaña comparado con la Europa continental. En lugar de gastar dinero en un ejército defensivo, el capital se podía gastar en otros proyectos, y los inversores estaban seguros. Los recursos nativos también eran abundantes, y listos para los desarrollos tecnológicos iniciales y las invenciones. Los ingenieros e inventores también eran respetados y animados en la sociedad británica, y adinerados mecenas los financiaban. Una poderosa marina y un imperio trayendo vastas riquezas de sus colonias también contribuyeron a la catalización de la industrialización antes que los demás. Sin embargo, Alemania, Francia, Suiza, Bélgica y los Estados Unidos pronto emularon el cambio industrial de Gran Bretaña, y hacia 1900 Gran Bretaña ya no estaría en la cima, los Estados Unidos se declararían la nación industrial líder del mundo en el siglo XX.