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ORACIÓN A MARÍA
REINA DE LOS ÁNGELES
¡Oh Augusta Reina de los Cielos
y Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la
cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las
súplicas que humildemente os dirigimos; enviad las santas
legiones para que, bajo vuestras órdenes, combatan a los
demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan
hasta precipitarlos al abismo.
–"Madre mía", dijo esta alma, "¿ya que sois tan buena, no podrías
enviarlas sin que os rogáramos?"
Para Mí, son los tesoros más preciosos. Y también aquí, por su
medio ¡cuán numerosos son los hijos que responden a mi invitación,
entran en el refugio de mi Corazón y los formo en la heroica fidelidad a
Jesús y a su Iglesia!
Así, en este mismo lugar, donde mi Adversario ha iniciado su obra
de destrucción solapada de la Iglesia, Yo respondo al desafío y me
formo mi ejército.
A mis órdenes, sentid a vuestro lado a los Ángeles del Señor, que
serán vuestra defensa y guía, para que pueda cumplirse en cada uno
de vosotros, cuanto Yo he establecido para el triunfo de mi Corazón
Inmaculado.”
Por esto os invito a confiaros cada vez más a los Ángeles del
Señor.
Tened con ellos una afectuosa intimidad porque están más cerca
de vosotros que los amigos y personas más queridas.
Caminad a la luz de su invisible pero segura y preciosa presencia.
Ellos ruegan por vosotros, caminan a vuestro lado, os sostienen en la
fatiga, os consuelan en el dolor, velan vuestro reposo, os toman de la
mano y dulcemente os ponen en el camino que os he trazado.
Ved aquí, por qué los Ángeles del Señor tienen una importante
función en la estrategia de la batalla que se está combatiendo: debéis
vivir siempre en su compañía.
Las armas usadas por los demonios son las del mal, del pecado,
del odio, de la impureza, de la soberbia y de la rebelión contra Dios.
Las armas esgrimidas por los Espíritus Celestiales, que están junto
a vosotros en el combate, son las del bien, de la gracia divina, del
amor, de la pureza, de la humildad y de la dócil sumisión a la Voluntad
del Señor.
Sobre todo son los Ángeles que os revelan las últimas vicisitudes
descritas en el Libro sellado.