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TEOLOGIA MORAL SEGUN, LA DOCTRINA DE LOS DOCTORES DE LA IGLESIA SANTO TOMAS DE AQUINO Y SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO POR EL. R. P. FR. JOSE M. MORAN DE LA ORDEN DE PREDICADORES SEGUNDA EDICION ANOTADA SEGUN LAS ULTIMAS DISPOSICIONES DE LA SANTA SEDE, DE LAS CONGREGACIONES ROMANAS, Y AL TENOR DE LAS VARTIACIONES DEL. CODIGO CIVIL ESPANOL VIGENTE, POR UN PADRE DE LA MISMA ORDEN. TOMO I. CON LAS DESIDAS LICENCIAS _ MADRID i ‘MEXICO LIORERIA GATOLIGA OE GREGORIO DEL AO LBRERIA GATOLIGA SE HERRERO HERMANOS Calle dela Paz, aim. 6. , Avenida del Cinco de Mays, niem. 4. 1899 Se reserva la propiedad de esta obva.—Queda hecho el depésito que marca la ley. MADRID. —Imprenta de la Viuda é Hija de Fuentenehro, Rordadores, 10. RESENA BIOGRAFICA DEL R. P. FR. JOSE M. MORAN Asturias, cuna de tantos y tan esclarecidos varones, lo fué también de nuestro P. Moran. Nacio de muy honrados y cristianos padres en Con- dado, feligresia 6 parroquia perteneciente al Concejo de la Pola de La- viana, el dia 9 de Abril de 1804. Educaronle con todo esmero sus padres, 4 pesar de las profundas per- turbaciones que en los primeros lustros de nuestro siglo agitaron hasta lo mas recondito y sagrado del hogar. No cayé en tierra estéril ni baldia Ja semilla preciosa de los principios religiosos, sino en tierra muy 4 pro- posito para dar épimos frutos. Pasada aquella primera edad que los padres verdaderamente cristia- nos, amparan y protegen con una solicitud tan asidua como tiernamente amorosa, y cuando estuvo bien preparado, trasladaronle a la capita. del Priucipado para comenzar una carrera. ne , Si en su pueblo se habia ya distinguido entre los nifios de su edad ‘por su piedad sincera, por su inteligencia despejada y por su‘ noble cardc- : ter, en Oviedo se revelaron en él estas cualidades preciosas de ‘tan: ad- mirable manera, que el joven estudiante de Condado era: de todos que-’ rido. Lejos de languidecer, fueron creciendo con los afios el amor-y las simpatias que de todos se granjed; y tanto debia de sobresalir -4un -entre Jos que mas descollaban, que un dja su profesor de Derecho. decia, muy entusiasmado, hablando con otros catedraticos de la Universidad, que wt su clase asistia un joven que era indudablemente uno dé los mas grandes © talentos que él habia conocido entre todos sus discipulos. Oiale con aten- cién el profesor de Teologia, de quien era al mismo tiempo discipulo el joven Moran, y sin imaginarse siquiera 4 quién podria referirse el cate- dratico de Derecho, asegur6 que a su clase asistia también un estudiante vi que no dudaba que, puesto en parangén, podria competir con el cstu- diante de Derecho. Avivada la curiosidad de los maestros, mutuamente se preguntaron por el nombre del discipulo, y puede conjeturarse cual seria la sorpresa de los dos al ver que el tan ponderado discipulo del catedratico de Dere- cho era el mismo que tan alto concepto habia merecido del profesor de Teologia: era el joven Moran. No es raro, por desgracia, ver en la juventud estudiosa que no siem- pre estos laureles, conquistados en las aulas, van entretejidos, formando una sola corona, con otros que son insignia de victorias mds gloriosas: no era de éstos el tan ponderado estudiante de Condado; el joven Moran progresaba en los estudios sin olvidar aquella otra ciencia en la cual es luz la gracia que eleva al hombre, engrandeciéndole y revistiéndole de celestial hermosura. La resolucién que el joven Moran tomo cuando todo en el mundo le brindaba, es claro indicio de su virtud, y de cudn hondas y arraigadas es- taban en el alma sus raices: porque abrazar una vida de abnegacioén y sacrificio cuando todo convida al dulce esparcimiento que promete una carrera brillante; renunciar 4 los legitimos goces de una voluntad que Ja virtud y el saber han robustecido para el bien; preferir las espinas de la mortificacién y penitencia 4 las blanduras del regalo, empresa es y em- pefio tan elevado, que supone un temple de alma nada comtin y una vir- tud que se acerca al heroismo. Asi hay que suponer al distinguido estudiante de la Universidad de Oviedo cuando, en Agosto de 1826, siendo ya didcono, vistid el habito de la Orden de Predicadores en el convento de Santo Domingo de la misma ciudad de Oviedo, admiradora de sus relevantes prendas, renunciando 4 un porvenir que el mundo llama brillante, por la oscuridad del claustro, y prefiriendo las humillaciones de la Cruz de Jesucristo 4-los honores tan buscados y apetecidos de los hombres. Terminado con gran edifica- cion de la comunidad el tiempo de probacion, profesé solemnemente el 24 de Agosto de 1827. Como sus estudios en la Universidad de Oviedo ha- bian sido hechos con tanta aplicacion y lucimiento, y sus virtudes en los afios que paso en el noviciado de Oviedo habian resplandecido tan vivas, al mismo tiempo que con nuevos y mds profundos estudios habia ido en- riqueciendo su inteligencia, no tardo en verse elevado 4 la alta dignidad del sacerdocio. Siendo, como era el P. Moran, de tan elevada inteligencia y de alma tan noble y generosa, y estando, como estaba, lleno del espiritu de la Or- vi den, sintié en su corazon una necesidad tan apremiante de consagrarse todo 4 la salvacién de las almas, que pidio y obtuvo de los superiores de la Orden permiso para incorporarse 4 la apostolica provincia del Santi- simo Rosario, cuya accion evangelizadora extendiase desde el Archipié- lago filipino 4 los reinos de China, de Tonkin y de Formosa. Animado de tan santos propésitos, lego el P. Moran al Colegio de Ocafia, y no es facil declarar el fervor de su espiritu en la preparacién para el apostolado en aquellas regiones del Oriente, donde tantos herma- nos suyos peleaban con denuedo las batallas del Sefior. No concediendo 4 las necesidades perentorias del cuerpo nada mas que lo preciso para conservar la salud, consagrése de lleno 4 la oracién y al estudio, siendo exactisimo en la observancia regular y siempre constante en su método de vida. Prueba del elevado concepto que de sus virtudes y saber formaron los superiores, ¢s la confianza que de él hicieron al escogerle para asuntos de la mayor importancia, envidndole 4 Méjico con una comisién delicadisi- ma, que éi supo llevar 4 cabo con aplauso de los superiores y gran fruto en la salvacion de las almas. Todo el tiempo que permanecié en Méjico trabajé como un verdadero apostol. Anhelando realizar de algtin modo aquellos deseos de su espi- ritu que le obligaron 4 incorporarse 4 la provincia del Santisimo Rosario, consagraba al confesonario y al pulpito todo el tiempo que los negocios de la provincia no le tenfan ocupado; y como estaba enriquecida su alma de todas aquellas cualidades que Dios nuestro Sefior pone en los que es- coge para sus apéstoles y ministros, no es facil hacer el recuento de los triunfos que conquisté en este trabajo glorioso, ni decir las almas que li- bro del cautiverio del pecado. Era su palabra facil, persuasiva y pene- trante; su voz clara y sonora, llena de nobleza y majestad, cual corres- pondia 4 su palabra elocuentisima, no se fatigaba jamas ni cansaba al auditorio, sino que producia en é1 tal interés que le oia siempre con respeto y quedaba como cautivo de su palabra avasalladora y convincen- te. Todo en el P. Moran predicaba y atraia: su voz, su palabra, su as- pecto; era grave y sencillo, humilde y venerable: su cardcter era firme, pero lleno de bondad, franco y expansivo como un nifio, pero al mismo tiempo prudente y reservado, cual su estado requeria. Hiciéronle famosi- simo en Méjico, no sélo sus trabajos apostélicos y la pericia singular que demostré en los negocios que je fueron encomendados , sino también el denuedo con que defendié los intereses catélicos y la propaganda que hizo 4 favor de las Misiones de Oriente, abatidas por horribles persecu- VUL ciones. Escribio memorias, foiletos y articulos diarios, de cuyos trabajos recogié, como del pulpito, los mas preciosos frutos. En Méjico fué donde escribio 1a magnifica defensa del insigne Melchor Cano, gloria de las letras espafiolas; alli publicé también varias memo- rias sobre el estado de las Misiones dominicanas de Tonkin, sin contar otros muchos escritos que por aquel tiempo publico, todos ellos intere- santes y enderezados todos 4 defender la verdad y 4 contestar 4 consul- tas que le hacian sobre las cuestiones mds delicadas y dificiles. Diez afios permanecio en América el P. Moran, y al regresar 4 Euro- pa tuvo que pasar por Roma; antes que él habia llegado alli su fama. En Roma fué objeto de las mas delicadas atenciones, tanto por parte de Jos superiores de la Orden, como del inmortal Pontifice Pio IX; y después de haber viajado, siempre en cumplimiento de la obediencia, por varias naciones de Europa, cubierto de gloria, volvié al Colegio de Ocafia, que le recibié con los brazos abiertos, cual merecian sus grandes méritos y virtudes, y le amo y Je venero siempre como 4 Padre y una de sus glo- tias mds conspicuas. Después de regresar de América, aunque era penoso 4 su natural hu- milde y modestisimo todo lo que eran honores y dignidades, vidse por la obediencia obligado 4 aceptar el cargo de Procurador general de ios Do- minicos de Filipinas en la corte de Madrid, cargo que desempeifio por tres afios, captdndose el amor, la veneracién y la amistad de cuantos tuvie- ron la dicha de tratarle. Vuelto 4 su amado Colegio de Ocafia, todo el resto de su vida lo paso consagrado al estudio y al ministerio de Jas almas. Asiduo, mientras tuvo fuerzas, 4 todos los actos de ‘Comunidad; obedientisimo, dun en su ancia- nidad, 4 los superiores, como el ultimo novicio; venerado y querido con el mas vivo entusiasmo por los jévenes del noviciado, de quienes fué por muchos afios profesor en las catedras de Filosofia y Teologia, regente de estudios y confesor y director de muchos de ellos, que fueron después prez y gloria de la provincia del Santisimo Rosario, puede afirmarse muy bien que fué astro brillante que resplandecié con singular viveza y clari- dad entre tantos como brillaron en el Colegio de Ocafia. Jz Collegio Occa- niensi usque dum e vivis excessit, quast primus inter fratres semper est habitus, se lee de él en el magnifico y elegantisimo elogio que consagr6 4 su memoria el Capitulo provincial celebrado en Manila el afio 1886. Como fruto precioso de esta épocade su vida nos dejé su devoto Mes del Rosario, que merecio los encomios de todo el Episcopado espafiol y fué enriquecido con innumerables indulgencias, habiendo contribuido con Ix este libro el P. Moran 4 propagar de nuevo y resucitar en toda Espafia la devocién al Santo Rosario, que iba languideciendo entre nosotros. Este interesante y devoto libro det P. Moran ha sido reimpreso varias veces y traducido 4 varias lenguas, y es el mas 4 propésito para celebrar el mes de Octubre, segtin los deseos ¢ instrucciones de nuestro Santisimo Padre Leon XII. También escribio el P. Moran un libro consagrado 4 dar 4 co- nocer los principales hechos y martirios de los gloriosos martires domini- canos del Japon, solemnemente beatificados el afio 1867. Publicé ademas otro libro, dedicado 4 los religiosos de obediencia, en el que 4 la exposicion de la regla de San Agustin y constituciones de ta Orden afiadié un trata- dito muy interesante y precioso sobre la manera de orar y la perfeccién religiosa. Otro semejante 4 éste escribié para las religiosas de la Orden. Dej6 otras obras manuscritas, demostracién perenne de su infatigable actividad, y de su celo y amor por la verdad. Mas donde el P. Morén ma- nifesté la profundidad de su saber, la agudeza de su ingenio y el nervio vigoroso de su raciocinio clarisimo y contundente, fué en su obra de TEo- Locia Morat, que estos humildes apuntes biograficos encabezan. Los ultimos momentos del P. Mordn en este valle de lagrimas fueron coronamiento glorioso de una vida santa, toda consagrada 4 Dios y al prdjimo. Probado y purificado con ansiedades de espiritu terribles y con escrtipulos que torturaban su alma, pero siempre obediente y rendido como un nifio; confiado en la misericordia de Dios y en Maria, su dulce Madre, 4 la que siempre am6 y veneré como los predestinados la aman; después de haber recibido con edificante piedad todos los Sacramentos, expir6 placidamente el dia consagrado 4 nuestro Padre Santo Domingo, en 1884. Sus funerales fueron los funerales de un Santo. El pueblo de Oca- jia rivaliz6 con el Colegio en piadosas demostraciones de amor y venera- cién al que por tantos afios habia sido su padre, su doctor y su apostol. PROLOGO Es indudable que de las cinco partes de las aulas catélicas (que son principalisimamente los Seminarios Conciliares), las cuatro y media, por jo menos, siguen hoy la doctrina moral del Doctor San Alfonso Maria de Ligorio. Hay todavia algunos sabios, principalmente de los antiguos, que no se resuelven a abrazar su sistema sobre el probabilismo moderado, por parecerles contrario 4 la doctrina de Santo Tomas de Aquino, aparte de otras muchas cuestiones en diversas materias en que San Ligorio se separa del Doctor Angélico. No puede negarse, dicen estos sabios, que por muy autorizada que sea la doctrina moral de San Ligorio, no lo es tanto como la del Angélico Maestro. A estas dos dificultades se responde facilmente, diciendo que San Ligorio no fué el inventor del sistema de! probabilismo moderado, sino que fué un fiel discipulo de Santo Tomas, de cuyas obras toms las principales razones en que le apoya. Véase 4 San Ligorio, lib. 1.°, nim. 59 y siguientes. Se dice que San Ligorio se aparté de Santo Tomas en muchas cues- tiones; pero las veces que se separé del Doctor Angélico, ordinaria- mente fué sobre materias de escasa importancia para la practica del con- fesonario. Expondré imparcialmente las razones de los dos Santos cuando se dividan en contrarias opiniones, y cada uno abrazara la que mas fun- dada te pareciere. Como la divergencia de pareceres en las resoluciones morales ha causado tantos males en la Iglesia, y como la contrariedad de dictamenes en los confesores causa admiracién, confusién y perplejidad 4 los peni- tentes, fuera de desear que todos nos uniformdsemos en las opiniones morales, para marchar de acuerdo, al menos en las cuestiones mds prii cipales. Si alguna pluma autorizada demostrase Ja cas/ undnime confor- midad de opiniones morales entre Santo Tomas y San Ligorio, se habria dado un gran paso para obtener esta concordia. Me parece que cualquier confesor puede descansar tranquilo, cuando se apoya en la opinion de los dos Santos Doctores reunidos, porque sus doctrinas han merecido tantas recomendaciones y aprobaciones en la Iglesia catélica. La lengua latina se halla desgraciadamente tan decaida en nuestros dias, que he creido mas conveniente escribir en castellano; porque se trata de materias de tanta trascendencia, que la mala inteligencia de una XIV frase, 6 de un adverbio. por ejemplo, bastaria para trastornar la genuina inteligencia de una resolucién moral. No con dnimo de injuriar, sino para comprobar esta verdad, pondré un ejemplo. En cierta ciudad de Espafia un catedratico (y por cierto de los mas doctos latinos de nuestra patria), tradujo al espafiol el Homo apostolicus de San Ligorio. Aquel axioma: Ex regulariter contingenti- bus judicium faciendum est, \e tradujo de esta manera: El jutcio se ha de formar ordinariamente de los contingentes. Es decir, que anadvertida- mente incurrié en una notable equivocacién; porque no de los casos coz- tingentes se forman los juicios juridicos 6 morales, sino de lo que ordina- ria y regularmente sucede; de los contingentes no se da ciencia. Véase cuanto dafio se sigue de un adverbio mal colocado 6 mal traducido. No slo en Espafia, sino también en otras naciones cultas, se han publicado muchas obras morales en el idioma nativo. San Carlos Borro- meo, San Leonardo de Puerto Mauricio y San Ligorio publicaron varias obras morales en lengua italiana; lo mismo hicieron en Francia el carde- nal Gousset, Bonald y otros autores, publicando obras morales en lengua francesa. En Espafia tenemos 4 10s dominicos Ledesma, Larraga, Ferrer y Guijarro, sin contar otros de otras Ordenes; y tiltimamente los sefiores Diez, Sanchez y Alsina, que también escribieron sus obras morales en castellano. No obstante, pondré en latin las materias que justas causas aconsejen no poner en castellano. En la exposicién de mis opiniones procuraré escrupulosamente no zaherir 4 escritor alguno. Si alguna vez me expresase de un modo algun tanto duro, no me dirijo 4 las personas, sino 4 sus opiniones. Los hombres pueden seguir opiniones contrarias con la mejor buena fe. Yo he sido probabiliorista acérrimo desde mi juventud hasta haber cumplido ya cincuenta afios de edad. Los autores que yo estudiaba siem- pre me pintaban el probabilismo con tan negros colores, que me estreme- cia al solo oir su nombre. Rogado y hasta importunado por un buen amigo, me dediqué 4 estudiar con cuanta atencién pude el sistema moral de San Ligorio. Lo confieso sinceramente; estaba yo tan prevenido y tan fuertemente preocupado contra dicho sistema, que tuve que hacer un grande esfuerzo y no pequefio sacrificio antes de rendir del todo mi entendimiento; pero finalmente me convenci de que San Ligorio habia sido escogido por Dios para poner término 4 tantas divisiones de parece- res opuestos sobre Jas materias morales, y de que, apartandose del Jaxismo y del rigorismo, habia encontrado el término medio, esto es, la verdad. Asi como Santo Tomas fué dado por Dios 4 la Iglesia en el siglo XII para ordenar, perfeccionar y poner en clara luz la Filosofia y la Teolo- gia escolastica, y San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jestis en el siglo XVI para ser maestros cientificos de la Teologia ascética y mistica, del mismo modo San Ligorio fué escogido por el Sefior en el siglo XVIIL para poner término 4 las discordias en la ciencia moral. Grandes bienes ha hecho 4 la Iglesia este hombre de Dios; porque, preciso es confesarlo, xv apenas bastaba la vida de un sabio para fijar sus opiniones en medio de tan varios y contrarios pareceres, cuando hoy con sélo estudiar. 4 San Ligorio se forma un perfecto confesor. No se crea que yo pienso que San Ligorio fué infalible, pues algunas veces me aparto de sus opiniones, especialmente cuando sc opone & Santo Tomas; aunque siempre con el debido respeto. Como las dos obras principales que me servirdn de guia seran la Suma Teolégica de Santo Tomas, y la obra moral lata de San Ligorio, siempre que cite 4 uno de los dos Santos y no exprese otra cosa, me refiero 4 las dos expresadas obras. La Suma de Santo Tomas consta de tres partes; pero como la segunda es tan difusa, los discipulos del Santo la dividieron en dos. Santo Tomds dividio cada parte en cuestiones, y cada cuestién en articulos. Asi, pues, cuando citando 4 Santo Tomas quiera, por ejemplo, referirme 4 la primera parte, cucstién séptima, articulo cuarto, pondré: 1.* part., queest. 7.*, art. 4.°; 6 bien: 1. p., q. 7, a. 4. Cuando me refiera 4 Ja primera parte de la segunda parte, pondré: 1.* 2.2, queest. 7.*, art. 4.°; 6 bien: 1. 2., q. 7, a. 4. Cuando 4 la segunda parte de la segunda: 2." 2.2, queest. 7.2, art. 4.°; 6 sea: 2. 2., q, 7, a. 4; y cuando 4 la tercera parte: 3.* part., queest. 7.", art. 4.°; 6: 3. p., q- 7, a. 4. Como el Santo Doctor vierte admirables doctrinas en las respuestas 4 los argumentos, para evi- tar al lector la molestia de leer todo el articulo, afiadiré el ntimero 4 que pertenece la respuesta del argumento 4 que me refiera. Por ejemplo: 1.8 part., queest. 7.", art. 4.°, ad 2.8; es decir, en la respuesta al segundo argumento (*) San Ligorio dividié su obra lata en libros y niimeros; por lo tanto, el primer ntimero hace relacién 4 uno de sus siete libros, y el segundo al mtimero de aquel libro: por ejemplo: 3.°, nim. 41, quiere decir, en el lib. 3.°, ntim. 41. Tiene ademas apéndices y Praxis Confessariz; y cuando ocurra, los citaré. Cuando me refiera 4 otras obras de alguno de los dos Santos, las nombraré expresamente. En cuanto 4 la extension de esta obra, confieso que no me pareci6é con- veniente complacer 4 algunos amigos que me aconsejaban hiciese un compendio teolégico-moral de poca extensién; porque me decian: En este siglo del vapor no se leen libros grandes, se quiere aprender mucho en poco tiempo. Esto, por desgracia, es muy cierto; y dun afiadiré que muchos se contentan con leer los indices y definiciones de una ciencia. Siempre me he lamentado de que en los planes de estuZios de estos ulti- (*)} Santo Tomés murié antes de terminar la 3." parte de su incomparable Suma Teolégica; sus discipulos, especialmente los tedlogos dominicos, la terminaron, tomando del lib. 4.° de las Sentencias lo que faltaba para que quedase completa; pues faltaba desde la cuestién go exclusive en adelante. El Suplemenio consta de 99 cues- tiones, 4 las cuales afiadié un autor (Nicolaius) dos cuestiones: la una sobre los nifios del limbo, y la otra sobre las almas del Purgatorio. Las Citas que se refieren al Suple- mento de la 3.* parte se expresan del modo siguiente; por ejemplo: in Supplem. 3. part., quest. 3.8, art. 4.° XVI mos tiempos se sefialan 4 los jovenes cuatro, cinco 6 mas asignaturas diferentes para cada curso; de donde proviene que no estudian bien nin- guna de ellas: Petrus in cunctis, et nihil in toto. Los compendios de la Teologia moral, si estén bien trabajados, son sumamente titiles; porque 4 los hombres sabios les sirven para refrescar las materias, y 4 los jévenes estudiantes para prepararse para un examen de ordenes 6 de confesores; pero es la desgracia que no pocos jévenes, y aun viejos, no pasan de aquel compendio que una vez estudiaron. Estos nunca llegardn 4 ser buenos confesores; porque, como dice San Ligorio (lib. 6.°, nim. 628): «Pro qua (scientia morali) certe non sufficit (confesso- ribus) aliquam percurrere summulam earum, que circumferuntur.» Los compendios ademas, por lo comun, ponen las resoluciones gene- rales de las cuestiones tan lacénicamente, que no pocas veces omiten excepciones importantes y restricciones de mucho interés, que se han de afiadir 4 las respuestas generales. No pocos se equivocan estudiando 4 Gury, creyendo que cuando cita 4 San Ligorio 4 favor suyo, esta en un todo conforme con el Santo Doctor; pero las Vindictas Alfousianas (edicién de Roma de 1873) en la pag. 906 ponen 164 lugares de Gury en que cita equivocadamente al Santo Doctor; y como Gury anda en manos de todos, pondré al fin de esta obra las palabras literales en que discuer- dan los dos. Me parecié también conveniente escribir una obra algun tanto exten- sa, porque cuando las cuestiones son muy importantes, controvertibles, y hay por una y otra parte autores muy graves y razones no desprecia- bles, es preciso extenderse algtin tanto para dilucidarlas con cuanta imparcialidad y claridad sea posible; porque cuando (como 4 mi me sucede) el autor no tiene una conocida autoridad por su sabiduria, no se le cree bajo su palabra. En esto faltan algunos autores que deciden magistralmente las cuestiones mas importantes y dificiles, sin alegar mas razones ni autoridades que su parecer privado, y algunas veces ni dun dicen que hay opiniones sobre aquella materia. Sabido es que hace muchos afios no se escribieron en Espafia sino compendios de Tcologfa moral. Los Salmaticenses escribieron una obra lata de Teologia moral, digna de inmorta! memoria; ella ha formado en gran parte el fondo de la obra lata dela Teologia moral de San Ligorio; pero mucho se equivocan los que la siguen ciegamente, porque en los tiempos que transcurrieron desde que escribieron su apreciable obra, muchas de las opiniones que entonces eran probables, en el dia no se pueden sostener. El Compendio Salmaticense, compuesto por el carme- lita descalzo Fr. Antonio de San José, es excelente, pero es calurosa-, mente opuesto al sistema moral de San Ligorio; y habiendo escrito en el siglo pasado, en muchas opiniones no se puede seguir, por las muchas. variaciones que en este tiempo se han hecho en fa disciplina de la Iglesia y en la legislacién civil de Espafia. XVI Es poco honroso para los espafioles tener que acudir a los escritores extranjeros, siqueremos estudiar una obra algtin tanto extensade Teologia moral; porque es muy conveniente acomodarse al cardcter y costumbres de la nacion para la que se escribe; pues si bien la moral, considerada en si misma, es igual en todas partes, hay, no obstante, que acomodarse en muchas cosas al cardcter de los pueblos. El conocimiento de la legisla- cién civil de cada nacién es sumamente necesario 4 los confesores; pues no conociéndola se incurre en muchos errores, especialmente en materia de contratos. Como de cuarenta afios 4 esta parte se han hecho sobre las leyes civiles tan notables variaciones en Espafia, he creido hacer un gran servicio 4 los jévenes estudiantes, reuniendo en esta obra lo mas princi- pal que conviene saber sobre contratos, testamentos, matrimonios, espon- sales y demas en que toma parte la ley civil; no obstante, como las varia- ciones son tan continuas sobre estas materias, bueno sera que los confe- sores dirijan 4 los que les consulten 4 un buen abogado, porque tal vez en lo que aqui dijere habra algunas resoluciones novisimas contrarias, que no Ilegaron a mi noticia. (*) A todos nos agrada cuando leemos alguna obra, que el autor emita su opinidn. Bien persuadido estoy de que la mia es desautorizada; pero, por seguir la costumbre, diré francamente lo que siento, exceptuados algunos casos arduos y dificilisimos, en los que me remitiré 4 la prudencia de los sabios, como lo hizo San Ligorio en algunas cuestiones, y el mismo Santo Tomas, que mas de una vez se content6 con exponer las razones de la una y de la otra opinion. Para poner la clave sobre la graduacién de la probabilidad, que segiin mi humilde parecer tiene una opinion, advierto: 1.° Que cuando sobre una opinion afirmo 6 niego, sin decir mas, expreso mi conviccién profunda acerca de ella. 2.° Cuando digo que una opinidn es suficientemente probable, pero que la contraria es mas probable, quiero decir que la mayor probabilidad de la segunda es tenue 6 muy poca. 3.° Cuando digo que una opinion es mas probable notablemente, 6 de una de las opiniones nada digo en cuanto 4 su probabilidad, y de la otra digo que es mas probable, quiero decir que, en mi concepto, se ha de seguir la mas probable notablemente en el primer caso, y en el segundo la mas probable; puesto que A su contraria no se le did la nota de proba- bilidad alguna; que en estos dos casos del mismo modo gradué San Ligo- rio la probabilidad de sus opiniones. 4.° Cuando digo que una opinién se puede seguir probablemente, 6 que una doctrina es probable, considerandola adversative, esto es, sin (*) El Cédigo civil publicado en 1889 ha introducido muchas y notables variacio- nes en la legislaci6n civil vigente, después de la primera edicién de esta obra, el afio 1883, las cuales se anotan en esta edicién en sus lugares respectivos; asi como también las varias declaraciones emanadas de las Sagradas Congregaciones de Roma y Decretos pontificios. XVUI compararla con otra, entonces quiero decir que esa opinién 6 doctrina se puede seguir Ifcitamente; se supone que quedan exceptuadas aquellas materias en que no se puede seguir el probabilismo moderado de San Ligorio, que se expresarin en su lugar (niim. 123). Me parecié mas conveniente distinguir las materias por mifiteros para poder formar un indice, de modo que se pudiesen encontrar facilmente Jas cuestiones; pues por la experiencia he visto el trabajo que cuesta encontrar una cuestién en algunos autores, por la complicada distribu- cién que hacen de las materias, como puede verse. entre otros, en Bouvier en sus Justituciones Teoldgicas. Con un buen indice, y teniendo presen- tes los ntimeros que contiene cada tomo, se encuentra facilmente lo que se desea, sin necesidad de expresar en el indice el tomo de la obra en que se trata aquella cuestion. PLAN Y DIVISION GENERAL DE ESTA OBRA Dividiré en ocho libros todas las materias morales que se han de tra- tar en esta obra; descartando de ella todas las que pertenecen 4 la Teolo- gia especulativa, que traté Santo Tomaés en su incomparable Suma Teolégica. En el libro primero, después de algunas cuestiones preliminares sobre Ja naturaleza, objeto y utilidad de la Teologia moral, se tratara breve- mente del ultimo fin del hombre, y 4 continuacién de los actos humanos bajo todos respectos, y de sus reglas, que son la ley eterna y la con- ciencia. En el libro segundo se tratara de los principios extrinsecos de los actos humanos, que son las leyes y los preceptos con que Dios nos instruye acerca de nuestros deberes. Hablaré, pues, de las leyes en general, de los preceptos, de la costumbre y de los privilegios en general. En el libro tercero trataré de los principios intrinsecos 6 causas efi- cientes de los actos humanos, que, ademas del entendimiento, la volun- tad, el apetito concupiscible y elirascible, son Jas virtudes y los vicios, que habilitan é inclinan estas potencias 4 obrar el bien 6 el mal: hablaré, pues, de las virtudes y de los vicios en general. En el libro cuarto trataré del primero, segundo, tercero, cuarto, quin- to, sexto y nono precepto del Decalogo; de las virtudes teologales en par- ticular, de la caridad, de la religion y de Jos vicios que se oponen a esta virtud. En el libro quinto se tratard del séptimo y octavo precepto del Deca- logo, de la justicia, del derecho y det dominio, de los contratos, del hurto y de la rapiiia, de la restitucién en general y en particular, y de los pre- ceptos de la Iglesia, que obligan 4 todos los bautizados en la edad que ellos prescriben. Como el hombre nada puede sin los auxilios de la gracia, en el libro sexto se tratara de los siete Sacramentos, que son las fuentes de la salud, ¥ por medio de los cuales se le comunican la gracia santificante, las vir- tudes y auxilios sobrenaturales para cumplir las leyes, los preceptos y las obligaciones respectivas de su estado y oficio. XX En el libro séptimo se tratard de las censuras, de Jas irregularidades, explicacion de la constitucién Apostolice Sedis de Pio IX, catalogo de las proposiciones condenadas por los Romanos Pontifices, bula Avctorent Fide? de Pio Vi y enciclica Quanta cura de Pio IX. En el libro octavo se tratara de la Bula de la Cruzada, de los beneti- cios eclesidsticos, del estado religioso y de los privilegios de los re- gulares. Y por titimo, se pondran dos apéndices: el primero comprendera lox dos clencos de las proposiciones que retracté el Doctor San Ligorio, y el segundo, las discordancias entre el mismo Santo Doctor y los Padres Pedro Gury y Antonio Ballerini. CLAVE PARA LA INTELIGENCIA DE LAS OBRAS DEL DOCTOR SAN LIGORIO Muchos de los que se dedican al estudio de las obras morales de San Ligorio se quejan con frecuencia de que el Santo Doctor, después de citar varias y contrarias opiniones, no expresa cual es la suya propia: en esto se equiyocan; porque si bien el Santo en cuestiones arduas y dificiles, en que por una y otra parte se encuentran muy graves doctores que son contrarios entre si y se alegan poderosas razones, no se atreve 4 resolver definitivamente, sino que se remite 4 la prudencia del lector; pero por /o comuin se decide por la una 6 por la otra parte. San Ligorio siguié la conducta de San Agustin, Santo Tomas y otros graves Doctores, que en cuestiones controvertibles y dificilisimas expusieron las razones de la una y de la otra parte, y dejaron en ese estado la cuestién. Pero es preciso confesar que San Ligorio por /o comuin resuelve las cuestiones; y el que muchos echen de menos que las deja irresolutas, pro- viene de que no han tenido presentes las reglas que el Santo Doctor da para que se sepa cual es su propia opinion. Otra de las dificultades que muchos encuentran para conocer cual es Ja opinion genuina del Santo Doctor, es porque en una de sus obras de- fiende una opinion, y en otra la retracta, 6 por lo menos la modera; y en esta diversidad y contrariedad de pareceres no saben 4 qué atenerse. Por tiltimo, como las doctrinas morales de San Ligorio estan tan recomenda- das y aprobadas por las Sagradas Congregaciones y por algunos Papas, si bien dejando a cada uno la libertad de seguir las de otros autores pro- bados, fundadas en graves razoneS, los fieles discipulos de San Ligorio desean tener alguna luz y regla para saber cuando pueden apartarse prudentemente de la doctrina del Santo Doctor. Para aclarar del modo posible las dudas anteriores, me parece muy conveniente copiar literalmente el Apéndice III de las tantas veces justa- mente alabadas Vindicias Alfonsianas (Vindicia Alfonsiane), publica- das en Roma en 1873. Dice asi: CLAVIS OPERUM MORALIUM SANCTI ALPHONSI, SEU QUA:DAM REGUL# AD VERAS IPSIUS SENTENTIAS DISCBRNENDAS «Ex decisione Sacre Peenitentiariz, die 5.* Julii 1831, quam S. M. Gre- gorius XVI sub die 22 ejusdem mensis et anni confirmavit et approbavit, certo constat, sacrze Theologie professorent tuto sequi ac profiteri posse opiniones, quas profitetur S. Alphonsus, nec inquietandum esse cozfes- sarium, qui omnes ejusdem S. Doctoris sequitur opiniones in praxi sacri poenitentize tribunalis. Summopere itaque interest, ut discipulus S. Al- Xx phonsi clare cognoscat, gu@nam sfut opiniones, guas ipse S. Doctor pro- fitetur: siquidem has solas respicit preefatum Sacre Poenitentiariz res- ponsum; minime vero alias a S. Alphonso quidem recensitas, quas autem ipse non amplectitur. Hoc insuper eo majoris est momenti, quod nonnulli scriptores passim Sancto Doctori plures opiniones immerito adscribant, et sic non pauci ejusdem Theologie: moralis studiosi in errorem inducan- tur. Itaque opera: pretium esse duximus, guasdami saltem regulas geie- vales hic exponere, quarum ope discipulus S. Alphonsi genuinam ipsius sententiam variis in queestionibus facilius discernere valeat. Hinc pauca dicemus: 1.° de variis S. Doctoris operibus moralibus; 2.° de modo quo S. Alphonsus propriam suam sententiam passim enuntiare solet. g1° Exponitur, curnam ex varits operibus moralibus S. Alphonst precipue tnhevendum sit ad cognoscendum genuinum ipsius sensun. I. «Apud omnes in confesso est, veram ac genuinam alicujus auctoris sententiam non modo queerendam esse, ubi ev professo de aliqua mate- ria disserit, sed insuper sedulo inspiciendum esse, quid in postrentis suis scriptis doceat; ita ut generatim vera cujuscumque auctoris sententia ill tantum dicenda sit, quam postrenuun enuntiavit. Porro, neminem latet S. Alphonsum plura variis temporibus evulgasse opera et compendia moralia; et ideo inquirere juvat, queenam sit wtima, ac proin pr@feren- da S. Doctoris sententia casu quo ipse in variis suis operibus diversas sequi videatur sententias. Qua de re sequentia breviter exponere liceat. Il. «Vera S. Alphonsi sententia generatim desumenda est ex opere majori inscripto T#eologia Morals, et quoad materiarum ordinem, juxta Bussembaumit textum concinnato.» A continuacién de las anteriores palabras ponen una nota los autores de las Vindicias Alfonsianas, que dice asi:

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