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Análisis de la vida de ELIZABETH KÜBLER-ROSS

siguiendo el cuento La Doncella Manca

Esta es una de las personalidades femeninas que, a mi modo de ver,


más claramente han transitado el proceso planteado por el cuento.

“…Según la idea de mis padres, yo tendría que haber sido una


simpática y devota ama de casa suiza. Pero acabé siendo una tozuda
psiquiatra, escritora y conferenciante del suroeste de Estados Unidos, que
se comunica con espíritus de un mundo que creo es mucho más acogedor,
amable y perfecto que el nuestro…” ELIZABETH KÜBLER-ROSS La rueda de
la Vida.

LA TRAICIÓN DEL MOLINERO

Elizabeth Kübler-Ross es una de las trillizas del matrimonio y ella


misma cuenta esta historia.

Después de la cena, mi padre hizo a un lado su plato y nos miró detenidamente


antes de hacer una importante declaración. Ernst Kübler era un hombre fuerte, recio,
con opiniones a juego. Años atrás había enviado a mi hermano mayor, Ernst, a un
estricto internado universitario. En ese momento estaba a punto de revelar el futuro de
sus hijas trillizas.

Yo me sentí impresionadísima cuando le dijo a Erika, la más frágil de las tres, que
haría una carrera universitaria. Después le dijo a Eva, la menos motivada, que recibiría
formación general en un colegio para señoritas. Finalmente fijó los ojos en mí y yo
rogué para mis adentros que me concediera mi sueño de ser médica. Seguro que él lo
sabía. Pero no olvidaré jamás el momento siguiente. —Elisabeth, tú vas a trabajar en mi
oficina —me dijo—. Necesito una secretaria eficiente e inteligente. Ese será el lugar
perfecto para ti. Me sentí terriblemente abatida. Al ser una de las tres trillizas
idénticas, toda mi vida había luchado por tener mi propia identidad. Y en ese
momento, de nuevo, se me negaban los pensamientos y sentimientos que me hacían
única.
Este gesto del padre lo asocio al pacto con el diablo, pues sin
preocuparse de los deseos y la personalidad de su hija, estableció gracias al
poder de su autoridad y por su propio beneficio el camino que ella debería
recorrer. Ante esto Elizabeth opta por seguir su propio instinto y rechaza la
oferta del padre aceptando ir a trabajar como empleada doméstica con una
mujer desagradable y cruel. Este transito si bien no la lleva a la beatífica
vida en el bosque, es a mi criterio resultado de su conexión con su
interioridad y su lucha por respetar su propia esencia. En cierto modo en
estas circunstancias se ve obligada a “arreglárselas sola con lo que tiene a
mano”, del mismo modo que la doncella tuvo que aprender a comer sin sus
manos aquello que crecía libremente en el bosque.

LA DONCELLA EN EL BOSQUE

Finalmente renuncia a ese trabajo y pasa a trabajar en un laboratorio


por períodos ya que en otros se suma al cuerpo de paz con el que viaja por
los sitios más dañados por la guerra, en los cuales justamente por ser tan
compleja la situación queda, en cierta medida, librada a su instinto. Esta
libertad que experimenta, a pesar de ser una libertad en medio del horror,
le permite afirmar su propia visión y decidir fuera de las convenciones
“animus” sociales imperantes en esa época. Convenciones con las que
tendría que negociar y luchar más adelante.
A lo largo de varios años trabajo en el “cuerpo de Paz”, siendo
esencialmente su tarea la de “cocinar”. Este rol nutricio al que se le suma
su comprensión de la importancia de establecer vínculos afectivos, consolar,
contener y cuidar, es su experiencia en el bosque nadando en el lago, pues
determina sus elecciones futuras.
Durante este período Elizabeth por mediación de la alquimia del
caldero, se descubre a sí misma, se afirma en sus propias pulsiones y deseo
más allá de lo que sus padres y otros piensen, y por sobre todo conquista
una nueva mirada o comprensión sobre la naturaleza humana. Mirada que
más adelante determinará muchas de sus decisiones.
Estas experiencias tendrán como precio el rechazo de la familia (Sobre
todo del padre) que no tolera la desobediencia de una hija que en vez de
satisfacer el mandato familiar opta por seguir sus propias convicciones.
EL ENCUENTRO CON EL REY

Y si bien finalmente su padre y por ende el resto de la familia se


reconcilió con su proyecto personal y la aceptaron, eso sucedió
simultáneamente en el tiempo en que ella ingresa a la facultad de medicina
en la que se ve obligada a transigir y luchar simultáneamente con el
paradigma médico del momento, que no solo despreciaba en gran medida a
la mujer, (que consideraban más apta para enfermera que para médica)
sino que carecía de “anima” , es decir que no aceptaba dentro de su marco
teórico y práctico el establecimiento de vínculos con los pacientes, ni la
delicadeza, ni tener en cuenta al otro.
El rey en este tiempo resulta ser su jefe, que la comprende y le
permite la libertad que ella necesita para experimentar y descubrir. Es así
como ella vive entre la presión universitaria (vida en palacio) y sus
experiencias con moribundos y enfermos maltratados (permisos del buen
Rey)
Diversas circunstancias la llevan a aceptar su traslado a EEUU (país
que no le gusta), formar una familia y aceptar un trabajo en una institución
mental que la deja horrorizada por su decrepitud y maltrato con las
pacientes.
Ante esto Elizabeth se postula a sí misma como una luchadora nata
dispuesta a enfrentarse, incluso a su pesar, a lo institucionalizado primero
provocando grandes transformaciones en la rutina del lugar, logrando poco
a poco que muchas pacientes se recuperaran y sobre todo se reincorporaran
a la vida exterior, y luego incluyendo a la “muerte” como realidad a la que
se debía prestar atención dentro del sistema.

LAS MANOS DE PLATA

Este afán por llevar a la conciencia de los profesionales de la salud la


importancia de la atención contenedora al moribundo y de la elaboración del
tema de la muerte por parte de cada profesional, cada vez le trajo más
dificultades incluso con su pareja y la llevó a un profundo sentimiento de
frustración y soledad, que bien se asocia con la experiencia de la doncella
en palacio cuando sus manos de plata dejaron de resultarle satisfactorias.
Años más tarde Elizabeth cuenta una escena que me parece
maravillosa: “…Yo me disponía a hablar, cuando repentinamente apareció una mujer
entre el ascensor y la espalda del pastor N. Me quedé con la boca abierta. La mujer
estaba flotando en el aire, casi transparente, y me sonreía como si nos conociéramos
(…) ¿Señora Schwartz? La señora Schwartz había muerto hacía diez meses y estaba
enterrada. Sin embargo, allí estaba, en mi despacho, a mi lado...” Es en esta escena
de su vida cuando cambia el rumbo y a pesar de todas las oposiciones se
afirma en la investigación del tema que da sentido a su vida.

EL REGRESO AL BOSQUE

Acusada de explotar a los enfermos terminales, rechazada por muchos,


despreciada por su marido que no compartía sus investigaciones, se
divorcia y va a vivir a un bosque en Escondido
“…Mi caravana era demasiado pequeña para contener mis libros o siquiera un
sillón cómodo. Pocos amigos se presentaron a ayudarme. Me sentí sola, aislada y
abandonada...(…) Me dediqué a hacer una huerta y daba largos paseos contemplativos
por el bosque de eucaliptos…”

Durante un largo período construye su propio espacio y da forma a


nuevos proyectos, aceptando plasmar en obras la misión que le demanda su
ser interior a pesar de lo incómodo que resulta dada la oposición con que
constantemente se enfrenta solo por desafiar al establishment, y al aceptar
ese desafío conquista más recursos internos de fortaleza y convicción para
seguir tratando de que la humanidad comprenda el poder del amor como
lección fundamental. Es en esta aceptación de lo extraño, lo espiritual, lo
inexplicable (apariciones, viajes extracorpóreso, etc) dónde yo veo su
acción de rescate del niño o niña en el lago, pues al aceptarlo y decidir ir a
vivir a la granja con la que soñó desde chica, traza un recorrido de regreso
a su esencia y a sus deseos más profundos.
LOS PROPIOS BRAZOS

Para concluir, considero que toda la obra de Elizabeth, sus libros, sus
seminarios, sus talleres, y sus batallas son la obra de esos brazos propios
con los cuales siguió en el mundo conquistando su espacio y realizando su
obra.
Hasta el final de su vida se negó a seguir otra idea, otro camino que no
fuese el propio y para lograrlo necesariamente tuvo que integrar su anima y
su animus en un equilibrio dinámico y cambiante que es lo máximo que
podemos lograr.

Ana Cuevas.

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