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Aplicación Laboral de La Teoria Cognitiva
Aplicación Laboral de La Teoria Cognitiva
La carga de trabajo mental es la relación entre las exigencias del trabajo y los
recursos mentales de que dispone una persona para hacer frente a tales exigencias.
Factores de riesgo
Existen una serie de factores que pueden provocar el aumento de la carga mental y
que se deben a circunstancias diferentes. Son esos a los que debemos prestar
especial atención.
Por un lado, están los factores relacionados con la propia tarea en sí y el grado de
exigencia que implica:
La información que recibe el trabajador a través de órdenes directas,
documentos, tareas programadas. En algunos casos será la adecuada, pero
termina por convertirse en un factor de riesgo cuando es insuficiente o incluso,
excesiva.
Esa información ha de ser procesada e implicará una cadena de
razonamientos de mayor o menor complejidad que exigirán más o menos
atención. Es necesario memorizar datos, cifras, realizando, si fuese necesario,
operaciones de cálculo y resolución de problemas.
La respuesta estará condicionada por el número de alternativas entre las que
haya de tomar una decisión.
A esas exigencias de la tarea hay que añadirles el factor tiempo:
El tiempo que tiene el trabajador para elaborar la respuesta. Si el ritmo de
trabajo es muy rápido el esfuerzo mental es mucho mayor.
El tiempo de atención constante. Si es posible o no hacer pausas que
permitan descansar la mente o alternar tareas.
Las condiciones del entorno laboral se convierten también en factores de riesgo:
La iluminación, el ruido, la ventilación y la climatización pueden condicionar la
tarea.
La organización del equipo, el ambiente laboral o los conflictos.
El grado de responsabilidad que acompañe a ese trabajo (especialmente en
sectores como el de la salud o bienestar social).
La situación económica de la empresa y del trabajador.
Cada individuo reacciona ante estos factores de manera diferente, la presión que
estos ejercen sobre la persona varía dependiendo de las características individuales.
Medidas preventivas frente a la carga mental
Para prevenir la carga mental en el trabajo, podemos adoptar una serie de medidas
que influyan tanto en las exigencias del puesto de trabajo y sus condiciones físicas,
sociales y de organización, como en las condiciones de la propia persona. El objetivo
no solo es reducir el tiempo de ejecución, sino también que desaparezca la
tensión que acompaña a la carga mental.
Facilitar al trabajador la formación necesaria para llevar a cabo sus funciones.
Es imprescindible reorganizar los horarios, añadiendo pausas breves durante
toda la jornada.
Teniendo en cuenta las capacidades de la persona, debe reducirse o
aumentarse la carga de trabajo, calculando su volumen y el tiempo que
exigirá.
Poner a disposición del trabajador las herramientas necesarias para que
pueda manejar esa carga mental.
Es necesaria también una distribución equilibrada de las tareas.
Adaptar el puesto de trabajo para que sea lo más cómodo y agradable posible.
El trabajador debe conocer cuáles son las cotas de rendimiento, qué trabajo
queda pendiente y de cuánto tiempo dispone para realizarlo.
Revisar los equipos de trabajo y desechar aquellos que no tienen utilidad real
alguna.
La carga mental va a depender siempre de las exigencias del puesto en cuestión y
de la capacidad del trabajador de dar respuesta a la información que recibe, que a su
vez estará condicionada por las características individuales. Es una cuestión básica
que se debe tener en cuenta a la hora de planificar y gestionar la Prevención de
Riesgos Laborales de una organización o empresa.
4.- Procedimientos basados en el rendimiento
Conceptos como productividad, eficacia, mejora del rendimiento, óptima gestión,
excelencia o rentabilidad siempre han estado muy presentes en el entorno laboral.
Pero la actual situación de crisis a hecho crecer el interés de las empresas por
mejorar, ser más eficaces y productivas, así como conseguir ventaja competitiva
frente a la competencia. Lograr estas metas ya no es sólo un objetivo deseable, sino
muchas veces un salvavidas que permita la propia supervivencia de la organización
en un entorno cada vez más complicado. Para lograr ser más productivas y
rentables, las empresas tienen que saber jugar adecuadamente todas sus bazas.
Para ello deben intentar, por supuesto, sacar el máximo rendimiento a sus recursos
tecnológicos e infraestructuras, gestionar adecuadamente el proceso productivo,
aplicar métodos de mejora continua, modernizarse en la medida de lo posible,
innovar y crear valor añadido.
Actividades diarias para aumentar la reserva cognitiva
Una de las principales claves para favorecer la salud cerebral es, sin duda,
mantenernos cognitivamente activos a lo largo de toda la vida. El cerebro, como
todos los órganos del cuerpo, también acusa el paso de los años y el envejecimiento
repercute en las neuronas. Una alta reserva cognitiva puede ser un buen aliado para
contrarrestar su efecto.
¿Qué es la reserva cognitiva?
La acumulación de la experiencia y la estimulación de las capacidades mentales a lo
largo de la vida se refleja en lo que se llama “reserva cognitiva”. Es como un capital
mental que, cuanto mayor sea, más ayudará a compensar los efectos en la eficiencia
de nuestras capacidades cognitivas, tanto del envejecimiento como de alteraciones
cerebrales como las causadas por el Alzheimer.
Así pues, no podemos decir que la reserva cognitiva actúe como un antídoto para
prevenir enfermedades cerebrales ni que evite el envejecimiento neuronal, pero sí
que es un factor que contribuye a retrasar el posible deterioro cognitivo, promoviendo
una red neuronal más resistente.
Actividades diarias recomendadas para aumentar la reserva cognitiva
Leer. Es una de las actividades más reconocidas para favorecer la estimulación
cognitiva. Además de aportarnos conocimientos, la lectura es una actividad
estupenda para favorecer la concentración, ejercitar la memoria y alimentar la
imaginación. No dudes en dar un paseo hasta la biblioteca o librería más cercana o
explorar títulos en formato electrónico.
Jugar. Aparte de ser una excusa perfecta para disfrutar con familia y amigos,
los juegos de mesa son una buena herramienta para entrenar distintas habilidades
cognitivas. Así, en función de las características del juego, se estimulará el cálculo, la
memoria reciente, la lógica, la capacidad de planificación, el vocabulario o la
creatividad, entre otras capacidades.
Aprender. Como bien dice el refranero, el saber no ocupa lugar. Aprender cosas
nuevas a la edad que sea favorecerá nuestra actividad cognitiva. Aprender un nuevo
idioma, a tocar un instrumento musical, asistir a clases o charlas de cultura general o
perfeccionar nuestras dotes en la cocina son algunos ejemplos.
Ponerse a prueba. Todos los días podemos proponerle un reto a nuestro
cerebro. Algo que requiera un poco de esfuerzo, como por ejemplo resolver un
crucigrama. Debemos tener en cuenta, eso sí, que las actividades demasiado
sencillas o, por el contrario, en las que ya seamos grandes expertos y podamos
resolver de manera mecánica, no nos servirán de mucho en lo que a estimulación
cognitiva se refiere, aunque quizás las queramos mantener porque nos resultan
placenteras. Recordemos, no obstante, dejar siempre un margen a la variedad de
actividades.
Cambiar las rutinas. ¿Sabías que añadir rutinas nuevas a tu día a día, o variar las
habituales, contribuye a crear nuevas conexiones neuronales? Puedes probar a
elegir otra ruta para ir al trabajo, cambiar la organización de los cajones o utilizar los
cubiertos con la mano contraria.
Es importante recordar que, para mantener nuestro cerebro sano, además de
procurar favorecer la reserva cognitiva, hemos de controlar también los factores de
riesgo cardiovascular, cuidar nuestra alimentación, hacer ejercicio físico y cultivar
las relaciones sociales.