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APLICACIÓN LABORAL DE LA TEORIA COGNITIVA

Las capacidades cognitivas son aquellas que tienen que ver con el procesamiento de


la información y con la facultad de emplearla posteriormente. Es decir, aquellas que
contribuyen a lo que entendemos como el aprendizaje, como son -entre otras- la
percepción, la atención, la comprensión, la memoria y el lenguaje.
Las más importantes, por ser preliminares del resto de capacidades -y que además
dependen de nosotros, por lo que son moldeables son la percepción y la atención, de
acuerdo con los especialistas.
¿Cómo influyen nuestras habilidades cognitivas en nuestro éxito profesional? Las
habilidades cognitivas son capacidades que tiene el cerebro para funcionar y trabajar
con la información que obtenemos en nuestro ambiente. Estas capacidades
enfocadas en el desempeño laboral podrían llevarnos al éxito.
1.- La sobrecarga de trabajo, atención y rendimiento
La atención y la concentración se afectan: el agotamiento que deja la jornada laboral
disminuye la capacidad del individuo de mantenerse atento, por periodos largos.
Según expertos, cuando una persona está cansada la atención se reduce hasta en
un 50 por ciento. El registro de información no es el mismo que tiene un estudiante
de jornada diurna.
Cómo identificar la sobrecarga de trabajo
Tal vez te sientes estresado en el trabajo, pero ¿cómo saber si se debe a que estás
sobrecargado de trabajo? La sobrecarga de trabajo ocurre cuando trabajas
demasiado, con demasiado empeño o por demasiado tiempo. Si sientes que estás
excediendo tu capacidad en el trabajo, ya sea física, mental o emocional, es probable
que estés sufriendo de sobrecarga de trabajo.
Señales de sobrecarga de trabajo
El estrés es solo una de las señales de sobrecarga de trabajo. Estos son algunos de
los efectos secundarios adicionales de la sobrecarga de trabajo:
 Falta de energía
 Estrés constante en el trabajo
 Ansiedad antes de comenzar a trabajar, como la que algunos experimentan
los domingos al pensar en la semana que está por comenzar
 Dificultad para desconectarte del trabajo 
 Sentir que no puedes llevar tu vida normal debido al estrés relacionado con el
trabajo
 Sentirte desconectado de amigos y familiares
 Reducción de la calidad del trabajo, a pesar de que haces tú mejor esfuerzo

La sobrecarga de trabajo no es solo una mala experiencia, el agotamiento


prolongado también puede afectar tu salud, provocando problemas de sueño o falta
de energía. Encontrar un equilibrio saludable entre tu trabajo y tu vida personal es
clave para una buena salud mental y un mayor bienestar.
5 causas comunes de la sobrecarga de trabajo
Es posible que te sientas abrumado y con sobrecarga de trabajo, pero ¿de dónde
provienen esas sensaciones? La sensación de sobrecarga de trabajo no es algo que
tú estás generando en tu cabeza; estas sensaciones son causadas por problemas
reales en tu organización o dentro de tu cultura laboral. El primer paso para luchar
contra la sobrecarga de trabajo es comprender de dónde provienen estas
sensaciones. 
1. Los pormenores del trabajo
Los pormenores del trabajo son cualquier actividad que evita que realices el trabajo
que genera un impacto. Entre ellos se incluyen buscar documentos, obtener
aprobaciones y dar seguimiento al estado del trabajo, solo por nombrar algunos.
Tendemos a aceptar que los pormenores del trabajo son inevitables y asumimos que
estas tareas forman parte del mundo laboral, pero el tiempo que dedicamos a estas
tareas rutinarias se podría utilizar para concentrarnos en el trabajo de alto impacto. 
Según el Índice de la anatomía del trabajo, el trabajador del conocimiento promedio
dedica el 60 % de su tiempo a los pormenores del trabajo. Eso significa que solo el
40 % de cada jornada laboral se dedica a trabajos de alto impacto: las tareas y
proyectos para los que fuiste contratado. La cuestión es que disponemos de la
misma cantidad de horas todos los días. Entonces, cuando los pormenores del
trabajo consumen horas que deberían dedicarse al trabajo concreto, los trabajadores
del conocimiento sienten que necesitan trabajar más tiempo para mantenerse al día.
2. Trabajo aislado
Otro factor estresante común en el lugar de trabajo es el trabajo aislado. Cuando no
tienes claridad sobre lo que están haciendo los miembros del equipo o por qué tu
trabajo es importante, no puedes hacer tu trabajo de manera efectiva. Sin una
comunicación transparente, los trabajadores del conocimiento dedican tiempo a
buscar información y duplicar el trabajo. De hecho, el trabajador del conocimiento
promedio dedica un 13 % de su tiempo a realizar trabajo que ya está hecho, cifra que
en 2019 era de un 10 %. En el transcurso de un año, son 246 horas perdidas por
realizar trabajo que ya está hecho. 
3. Objetivos desconectados
Es fundamental comprender cómo el trabajo que realizas afecta a tu empresa. Sin
esa conexión con un todo más amplio, puedes llegar a sentir como si estuvieras
trabajando en un vacío. Peor aún, no sabes qué trabajo priorizar, lo que termina
pareciendo que todo tiene máxima prioridad. 
Por otro lado, cuando comprendes cómo tu trabajo contribuye a las iniciativas del
equipo y de la empresa, podrás afrontar mejor los cambios de prioridades y fechas
de entrega. En lugar de buscar frenéticamente información o averiguar cómo volver a
priorizar tus tareas a la luz de un nuevo proyecto o un cronograma modificado,
puedes realizar tu trabajo más importante de manera efectiva. 
4. El mundo laboral siempre está activo
Vivimos en una economía de distracciones, y la creciente presión de nuestro mundo
laboral que siempre está activo hace que los empleados sientan que necesitan
trabajar más horas solo para cumplir con las expectativas del trabajo. ¿Cuántas
veces revisaste tu email a primera hora de la mañana o respondiste una pregunta
rápida sobre el trabajo los fines de semana? Estas prácticas se han convertido en
estándares de cómo interactuamos en el trabajo, pero son factores clave que
contribuyen a la sobrecarga de trabajo y al agotamiento.
5. Sobrecarga de aplicaciones
Los estudios muestran que el trabajador del conocimiento promedio usa alrededor de
10 aplicaciones entre las que va alternando hasta 25 veces al día. Hoy en día, es
bastante normal trabajar en una herramienta, dar seguimiento a ese trabajo en una
segunda herramienta y comunicar sobre ese trabajo en una tercera herramienta.
Pero el cambio de aplicaciones puede llevar a que se pierda información o se pasen
por alto ciertos detalles; de hecho, más de una cuarta parte de los trabajadores
manifiestan que se pierden acciones y mensajes al cambiar de una aplicación a otra. 
Además, el 80 % de los trabajadores del conocimiento informan que trabajan con su
bandeja de entrada u otras aplicaciones de comunicación abiertas. Pero los
empleados que usan varias aplicaciones también tienen más probabilidades de tener
dificultades para priorizar el trabajo de manera efectiva. Eso es porque pareciera que
cada notificación tiene la más alta prioridad y debe abordarse en el momento. 
La diferencia entre sobrecarga de trabajo y agotamiento
La sobrecarga de trabajo por un tiempo prolongado puede provocar agotamiento. En
2019, la Organización Mundial de la Salud clasificó al agotamiento como un
fenómeno ocupacional que se da como resultado del estrés crónico en el lugar de
trabajo. Según el Índice de la anatomía del trabajo, el 71 % de los trabajadores del
conocimiento sufrieron agotamiento al menos una vez en 2020. De esos trabajadores
del conocimiento, casi la mitad (46 %) de los encuestados declararon que la
sobrecarga de trabajo fue un factor clave que contribuyó al agotamiento.
2.- Concepto de dimensiones de la atención
La atención es un proceso psicológico básico e indispensable para el procesamiento
de la información de cualquier modalidad y para la realización de cualquier actividad.
Su función es seleccionar del entorno los estímulos que son relevantes para llevar a
cabo una acción y alcanzar unos objetivos. Ayuda, facilita y participa en todos los
procesos cognitivos superiores. Es un proceso activo, no estático, que depende de
los intereses, expectativas y experiencias previas del sujeto, por lo que exige una alta
implicación conductual y emocional por parte del individuo. Obviamente, la
motivación analizada anteriormente. La motivación: bases fundamentales tiene un
papel relevante en la capacidad atencional ya que impulsa nuestra conducta según
los objetivos, intenciones, expectativas y premios que se quieran conseguir. 
Características de la atención
Son de destacar las siguientes:
 la intencionalidad que ayuda a activar, enfocar y mantener la atención en lo
que es relevante para el aprendizaje actual o posterior
 las expectativas del individuo como función activadora y selectiva de la
atención, cuyo componente anticipatorio, incide e influye significativamente en
la atención, así como en la percepción y la cognición en general
 la activación o puesta en marcha y mantenimiento de los procesos cognitivos
de procesamiento de la información
 la orientación o capacidad de dirigir los recursos cognitivos a objetos o
acontecimientos de manera voluntaria, por ejemplo, decidir leer o escuchar
música
 la focalización o habilidad en centrarse en uno o unos cuantos estímulos a la
vez. Es decisivo el significado de los estímulos y sentido de la tarea para el
sujeto
 la concentración se refiere a la cantidad de recursos de atención que se
dedican a una actividad en concreto
 la flexibilidad se refiere a la capacidad para cambiar corrientes de
pensamiento y acción con el objetivo de responder a situaciones de diferentes
maneras
 la ciclicidad se refiere a la capacidad de atención según los ciclos básicos de
actividad y descanso
 la estabilidad o mantenimiento de la atención se refiere al tiempo que una
persona permanece atendiendo a una información o actividad.
Estas características ayudan a comprender mejor el funcionamiento de la atención,
tanto en la realización de las tareas como en la adaptación que hace el individuo en
cuanto a la dificultad o facilidad para poder realizarlas.  Por ello, la respuesta al
entorno depende en gran medida del proceso atencional, el cual participa en la
codificación y el análisis de información de variada modalidad sensorial.
Hemos de diferenciar dos dimensiones de la atención: la intensidad y la selectividad.
La intensidad tiene relación con el grado de concentración hacia una tarea o
acontecimiento, así como la capacidad de atención sostenida. Ésta variará
principalmente en función del grado de interés y el significado de la información.
La selectividad se divide en focalizada y dividida.
En síntesis, la capacidad atencional se encarga de seleccionar de entre varios
estímulos el o los más relevantes y, a su vez, ayudar a mantener la atención por
períodos de tiempo limitado, e incluso alternando pasando de una tarea a otra, con el
fin de lograr un objetivo.
Modelos teóricos de la atención
La atención es un estado neurocognitivo cerebral de preparación que precede a la
percepción y a la acción, y el resultado de una red de conexiones corticales y
subcorticales de predominio hemisférico derecho. Sin atención no sería posible
almacenar información en la memoria ni acceder al aprendizaje. Por otra parte, existe
una clara relación entre atención, funciones ejecutivas e inteligencia.
En la atención se integran componentes perceptivos, motores y límbicos o
motivacionales, por lo que la complejidad conceptual, neuroanatómica y neuro
funcional de la atención hace que no pueda quedar reducida a una simple definición,
ni ligada a una única estructura anatómica o explorada con un simple test o prueba.
Se trata, pues, de un conjunto de procesos complejos sustentado por diferentes
redes neuronales que interactúan entre sí.
Desde un punto de vista neuro funcional, y en un intento de clarificar y organizar
tanta diversidad de concepciones sobre la atención, Posner propuso una estructura
teórica útil en el contexto clínico. El modelo defiende que dicha variedad de
manifestaciones atencionales está producida por sistemas atencionales separados,
aunque relacionados entre sí. Fuentes y Lupiáñez postulan la existencia de tres
redes atencionales: de alerta, de orientación y ejecutiva, que trabajan de forma
coordinada y complementaria.
3.- La carga mental del trabajo
La carga mental se puede definir como la cantidad de esfuerzo mental deliberado
que debe realizarse para conseguir un resultado concreto y está ligada a la
necesidad de procesamiento de información y de toma de decisiones para la
ejecución de la tarea.
El esfuerzo mental en el trabajo exige un determinado grado de atención,
organización del trabajo en cuento al ritmo a que se ve sometido el trabajador y que
actúa como factor de presión sobre el proceso cognitivo y de toma de decisiones.
El trabajo conlleva siempre exigencias físicas y mentales, en determinada
proporción. No existe trabajo exclusivamente físico o exclusivamente mental, así
diferenciamos trabajo físico de trabajo mental según el tipo de actividad que
predomine.
Si el trabajo es predominantemente muscular se habla de “carga física”, si, por el
contrario, implica un mayor esfuerzo intelectual hablaremos de “carga mental”.
La carga de trabajo mental es un concepto que se utiliza para referirse al conjunto de
tensiones inducidas en una persona por las exigencias del trabajo mental que realiza:
 Procesamiento de información del entorno a partir de los conocimientos
previos.
 Actividad de rememoración.
 Actividad de razonamiento, búsqueda de soluciones.
 Coordinación de ideas, toma de decisiones.

La carga de trabajo mental es la relación entre las exigencias del trabajo y los
recursos mentales de que dispone una persona para hacer frente a tales exigencias.

Factores de riesgo

Existen una serie de factores que pueden provocar el aumento de la carga mental y
que se deben a circunstancias diferentes. Son esos a los que debemos prestar
especial atención.
Por un lado, están los factores relacionados con la propia tarea en sí y el grado de
exigencia que implica:
 La información que recibe el trabajador a través de órdenes directas,
documentos, tareas programadas. En algunos casos será la adecuada, pero
termina por convertirse en un factor de riesgo cuando es insuficiente o incluso,
excesiva.
 Esa información ha de ser procesada e implicará una cadena de
razonamientos de mayor o menor complejidad que exigirán más o menos
atención. Es necesario memorizar datos, cifras, realizando, si fuese necesario,
operaciones de cálculo y resolución de problemas.
 La respuesta estará condicionada por el número de alternativas entre las que
haya de tomar una decisión.
A esas exigencias de la tarea hay que añadirles el factor tiempo:
 El tiempo que tiene el trabajador para elaborar la respuesta. Si el ritmo de
trabajo es muy rápido el esfuerzo mental es mucho mayor.
 El tiempo de atención constante. Si es posible o no hacer pausas que
permitan descansar la mente o alternar tareas.
Las condiciones del entorno laboral se convierten también en factores de riesgo:
 La iluminación, el ruido, la ventilación y la climatización pueden condicionar la
tarea.
 La organización del equipo, el ambiente laboral o los conflictos.
 El grado de responsabilidad que acompañe a ese trabajo (especialmente en
sectores como el de la salud o bienestar social).
 La situación económica de la empresa y del trabajador.

También las condiciones individuales son determinantes:


 Las aspiraciones profesionales, la autoconfianza y la motivación.
 La cualificación y el grado de experiencia.
 La edad y la salud física y mental.

Cada individuo reacciona ante estos factores de manera diferente, la presión que
estos ejercen sobre la persona varía dependiendo de las características individuales.
Medidas preventivas frente a la carga mental
Para prevenir la carga mental en el trabajo, podemos adoptar una serie de medidas
que influyan tanto en las exigencias del puesto de trabajo y sus condiciones físicas,
sociales y de organización, como en las condiciones de la propia persona. El objetivo
no solo es reducir el tiempo de ejecución, sino también que desaparezca la
tensión que acompaña a la carga mental.
 Facilitar al trabajador la formación necesaria para llevar a cabo sus funciones.
 Es imprescindible reorganizar los horarios, añadiendo pausas breves durante
toda la jornada.
 Teniendo en cuenta las capacidades de la persona, debe reducirse o
aumentarse la carga de trabajo, calculando su volumen y el tiempo que
exigirá.
 Poner a disposición del trabajador las herramientas necesarias para que
pueda manejar esa carga mental.
 Es necesaria también una distribución equilibrada de las tareas.
 Adaptar el puesto de trabajo para que sea lo más cómodo y agradable posible.
 El trabajador debe conocer cuáles son las cotas de rendimiento, qué trabajo
queda pendiente y de cuánto tiempo dispone para realizarlo.
 Revisar los equipos de trabajo y desechar aquellos que no tienen utilidad real
alguna.
La carga mental va a depender siempre de las exigencias del puesto en cuestión y
de la capacidad del trabajador de dar respuesta a la información que recibe, que a su
vez estará condicionada por las características individuales. Es una cuestión básica
que se debe tener en cuenta a la hora de planificar y gestionar la Prevención de
Riesgos Laborales de una organización o empresa.
4.- Procedimientos basados en el rendimiento
Conceptos como productividad, eficacia, mejora del rendimiento, óptima gestión,
excelencia o rentabilidad siempre han estado muy presentes en el entorno laboral.
Pero la actual situación de crisis a hecho crecer el interés de las empresas por
mejorar, ser más eficaces y productivas, así como conseguir ventaja competitiva
frente a la competencia. Lograr estas metas ya no es sólo un objetivo deseable, sino
muchas veces un salvavidas que permita la propia supervivencia de la organización
en un entorno cada vez más complicado.  Para lograr ser más productivas y
rentables, las empresas tienen que saber jugar adecuadamente todas sus bazas.
Para ello deben intentar, por supuesto, sacar el máximo rendimiento a sus recursos
tecnológicos e infraestructuras, gestionar adecuadamente el proceso productivo,
aplicar métodos de mejora continua, modernizarse en la medida de lo posible,
innovar y crear valor añadido.  
Actividades diarias para aumentar la reserva cognitiva
Una de las principales claves para favorecer la salud cerebral es, sin duda,
mantenernos cognitivamente activos a lo largo de toda la vida. El cerebro, como
todos los órganos del cuerpo, también acusa el paso de los años y el envejecimiento
repercute en las neuronas. Una alta reserva cognitiva puede ser un buen aliado para
contrarrestar su efecto.
¿Qué es la reserva cognitiva?
La acumulación de la experiencia y la estimulación de las capacidades mentales a lo
largo de la vida se refleja en lo que se llama “reserva cognitiva”. Es como un capital
mental que, cuanto mayor sea, más ayudará a compensar los efectos en la eficiencia
de nuestras capacidades cognitivas, tanto del envejecimiento como de alteraciones
cerebrales como las causadas por el Alzheimer.
Así pues, no podemos decir que la reserva cognitiva actúe como un antídoto para
prevenir enfermedades cerebrales ni que evite el envejecimiento neuronal, pero sí
que es un factor que contribuye a retrasar el posible deterioro cognitivo, promoviendo
una red neuronal más resistente.
Actividades diarias recomendadas para aumentar la reserva cognitiva
Leer. Es una de las actividades más reconocidas para favorecer la estimulación
cognitiva. Además de aportarnos conocimientos, la lectura es una actividad
estupenda para favorecer la concentración, ejercitar la memoria y alimentar la
imaginación. No dudes en dar un paseo hasta la biblioteca o librería más cercana o
explorar títulos en formato electrónico.
Jugar. Aparte de ser una excusa perfecta para disfrutar con familia y amigos,
los juegos de mesa son una buena herramienta para entrenar distintas habilidades
cognitivas. Así, en función de las características del juego, se estimulará el cálculo, la
memoria reciente, la lógica, la capacidad de planificación,  el vocabulario o la
creatividad, entre otras capacidades.
Aprender. Como bien dice el refranero, el saber no ocupa lugar. Aprender cosas
nuevas a la edad que sea favorecerá nuestra actividad cognitiva. Aprender un nuevo
idioma, a tocar un instrumento musical, asistir a clases o charlas de cultura general o
perfeccionar nuestras dotes en la cocina son algunos ejemplos.
Ponerse a prueba. Todos los días podemos proponerle un reto a nuestro
cerebro. Algo que requiera un poco de esfuerzo, como por ejemplo resolver un
crucigrama. Debemos tener en cuenta, eso sí, que las actividades demasiado
sencillas o, por el contrario, en las que ya seamos grandes expertos y podamos
resolver de manera mecánica, no nos servirán de mucho en lo que a estimulación
cognitiva se refiere, aunque quizás las queramos mantener porque nos resultan
placenteras. Recordemos, no obstante, dejar siempre un margen a la variedad de
actividades.
Cambiar las rutinas. ¿Sabías que añadir rutinas nuevas a tu día a día, o variar las
habituales, contribuye a crear nuevas conexiones neuronales? Puedes probar a
elegir otra ruta para ir al trabajo, cambiar la organización de los cajones o utilizar los
cubiertos con la mano contraria.
Es importante recordar que, para mantener nuestro cerebro sano, además de
procurar favorecer la reserva cognitiva, hemos de controlar también los factores de
riesgo cardiovascular, cuidar nuestra alimentación, hacer ejercicio físico y cultivar
las relaciones sociales.

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