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De la oscuridad de las drogas a la esperanza:

un modelo pedagógico para la


recuperación de la dependencia química

REZENDE, Gerusa Dumont de1


RIOS, Olga de Fátima Leite – Orientadora2

Resumen: La dependencia química ha sido considerada uno de los principales


problemas del mundo contemporáneo. Los jóvenes, en particular, son más propensos
a buscar el camino de las drogas, lo que desencadena, por efecto, una desorganización
en las esferas sociales, familiar y académica en las que están insertos. Se decidió, a
través de una investigación bibliográfica, reflexionar sobre este tema, profundizando
de manera particular, la experiencia y metodología ofrecida por la Comunidad
Terapéutica Fazenda de la Esperanza.
Esta institución ha sido identificada como la mayor obra de América Latina que
desarrolla esta actividad. A través del rescate de la auto trascendencia, de las
relaciones sanas, especialmente del núcleo familiar, sumado a la búsqueda de la
espiritualidad y del compromiso con el trabajo, el ser humano se recupera en su
totalidad. A través de estos elementos claves, los profesores de educación superior,
pueden desarrollar pistas para prevenir y combatir el consumo de drogas.

1. Introducción
La dependencia química se considera hoy en día una epidemia social y de orden
mundial, sin elegir credo, cultura o clases sociales. La necesidad, por lo tanto, de
señalar un camino para el rescate, especialmente de los jóvenes, del submundo de las
drogas, se convierte en una necesidad urgente.
Cencini (1997), doctor en psicología, revela que la actual sociedad postmoderna
experimenta un sentido de pérdida: pérdida de la capacidad de construir la dimensión
afectiva y pérdida o disminución del compromiso estable e incondicional; donde la
voluntad tiende a permanecer paralizada. Como consecuencia, nos encontramos con
jóvenes que, en su esencia y potencialmente poseen una naturaleza idealista, son
ahora mentalmente perezosos y emocionalmente fríos, delante de la exigencia de
colocarse en movimiento frente a sus interrogantes y decisiones. En este contexto, a
través de este vacío existencial, el camino hacia la búsqueda de drogas resulta eficaz.

A través de estas reflexiones, nos encontramos con numerosas formas y


métodos en los que se trata la dependencia química. A través de experiencias descritas
en obras y trabajos científicos, así como en armonía con el pensamiento de otros
autores, se han reportado numerosos casos de jóvenes que pudieron ser rescatados a

1
Psicóloga y graduada del Curso de Especialización en Docencia Universitaria de Uniaraxá.
2
Master en Psicología Clínica - Psicosomática y Psicología Hospitalaria, por la PUC/SP, coordinadora y
profesora del Curso de Psicología del Centro Universitario del Planalto de Araxá (UNIARAXÁ).
través de la metodología ofrecida por la Comunidad Terapéutica "Fazenda de la
Esperanza".3
Por lo tanto, me pareció importante profundizar este trabajo en este contexto.
Se trata de una institución que muestra una vasta experiencia adquirida a lo largo de
décadas (más de 35 años de existencia), donde se ha multiplicado este modelo de
recuperación para dependientes químicos dentro del país: con unidades presentes en
todas las regiones brasileñas, así como en varios países, cubriendo los continentes:
África, América Central, Sudamérica, Asia y Europa. Recientemente fue evaluada como
la mayor obra de América Latina, desarrollando esta actividad; sumando 133 unidades
distribuidas por todo Brasil y el mundo.
Geroge de Leon, psiquiatra, doctor en psicología, es un especialista reconocido
internacionalmente en tratamientos relacionados con la dependencia química. Ha sido
aclamado como una de las principales autoridades en la investigación de comunidades
terapéuticas. En su visión retrata la "misión" de las Comunidades Terapéuticas:

[...]Los programas vinculados a las Comunidades Terapéuticas se


asemejan más a las escuelas que a los centros de tratamiento. En estas
comunidades de aprendizaje, las actividades de la vida diaria en la
comunidad ofrece un currículum completo de aprendizaje sobre uno
mismo, sobre las relaciones con los demás y con el bien vivir. El
aprendizaje se lleva a cabo a través de períodos, con objetivos
alcanzables que conducen a una graduación final. (LEON, 2003, p. 32)

La metodología de recuperación de la Fazenda de la Esperanza consiste en un


proceso pedagógico de 12 meses de duración, donde se enfatiza la espiritualidad, la
convivencia y el trabajo, implantando un nuevo estilo de vida para el interno y siendo
extensivo para su familia.
La libertad de decisión para volver a encontrarse como persona, a pesar de las
diversas circunstancias y sufrimientos a lo largo de la vida, es el primer paso del
interno para la aceptación de la propuesta de la Comunidad Terapéutica de la Fazenda
de la Esperanza. Se cree que el ser humano, aun inmerso en su sufrimiento, puede
actuar libremente, como un ser responsable de sí mismo, para lograr algo más grande
como consecuencia, cuando se encuentra con un nuevo sentido para su vida.
Se espera, por tanto, que esta investigación contribuya con informaciones y
reflexiones sobre este universo, con el fin de colaborar también en la acción práctica
del docente universitario frente a estos retos que hoy en día involucran en particular a
los estudiantes universitarios. Además de señalar un camino para quienes se enfrentan
a esta realidad en su vida cotidiana: la dependencia química.

3
ESPERANZA, Fazenda da. Quien somos. Disponible en
https://www.portalfazenda.org/es/QuemSomos/Home Acceso el 29 mayo 2018
2. Algunos datos estadísticos

2.1. Comunidad Terapéutica Fazenda de la Esperanza

“Son cerca de 30 mil los que han pasado por la experiencia de la Fazenda de la
Esperanza; entre los cuales, 10 mil completaron el proceso de 12 meses y viven
sobriamente en el mundo”. (César dos Santos – Encontrarás amor, 2013, p. 28)
Una encuesta realizada con los internos de la Fazenda de la Esperanza de
Casca/RS tuvo como objetivos principales: evaluar las condiciones psicopatológicas
más frecuentemente asociadas a la población estudiada. Verificar la tasa de recaída de
la población en estudio después de la finalización o interrupción voluntaria del
tratamiento. Investigar las posibles relaciones entre la adopción de conceptos
religiosos, disciplina, actividades grupales, actividades laborales propuestas por la
Fazenda y referencias teóricas cognitivo-conductuales. Obtuvo los siguientes
resultados:

- Hubo un predominio importante de la dependencia cruzada (alcohol + drogas


o drogas).
- Un alto porcentaje de pacientes cumplieron los criterios para el trastorno de
personalidad antisocial, segundo o SADS-L (diagnóstico actual y durante la vida);
- Alrededor del 60% de los internos completaron el período de tratamiento
propuesto por la Fazenda y el 35% abandonaron el proceso. Las tasas más altas de
deserción ocurrieron en los dos primeros meses de internación y entre el octavo y
décimo mes.
- Después de haber terminado el proceso de doce meses, alrededor del 28% de
los ex-internos sufrió una recaída, que se definió como el retorno al consumo de
sustancias, aunque en una sola ocasión; y alrededor del 60% mantuvo la abstinencia
hasta el mes de marzo de 1999.
- El índice de recaída fue más alto para los internos que interrumpieron el
tratamiento (WAINER & PICCOLOTO, 1998, p.32-35).
Los investigadores son psicólogos y médicos psiquiatras.
Damas, como médico psiquiatra, descubrió que "paralelamente a la actual
política de cierre de camas psiquiátricas, existe una política de fomento de camas en
comunidades terapéuticas, que merecen atención debido a la gran relevancia del
actual problema de las drogas" (DAMAS, 2013, p. 62).

2.2 Constataciones e investigaciones guiadas por Frankl

Frankl (1990), observa que el sentimiento de falta de sentido entre los jóvenes
está mucho más extendido que entre otras edades. Relata lo que llamó de "tríada de la
neurosis masiva": "es la creciente criminalidad juvenil, la tan extendida dependencia
de las drogas y el creciente número de casos de suicidio, especialmente entre los
jóvenes académicos" (FRANKL, 1990, p. 22).
Una investigación realizada por uno de sus estudiantes de doctorado informa
que "pudo demostrar, a partir de pruebas con 416 estudiantes, que el grado de falta
de sentido se correlaciona significativamente con la tasa de implicación con las drogas
[...] la sensación de falta de sentido está en la base del 100% de los casos de drogas"
(FRANKL, 1990, p. 23).
Revela que para el alcoholismo sigue casi la misma estadística, basada en otra
investigación realizada en la Universidad de California Occidental, que "pudo
demostrar que en el 90% de los casos crónicos examinados había una pronunciada
falta de sentido" (FRANKL, 1990, p. 23).

2.3 Índices vinculados al Brasil

Investigaciones apuntan a la íntima conexión de los jóvenes estudiantes


brasileños con el universo de las drogas. Entre ellas destaco la "1º Encuesta Nacional
sobre el Consumo de Alcohol, Tabaco y Otras Drogas entre Estudiantes Universitarios
de las 27 Capitales Brasileñas" (SENAD, 2010). La muestra estaba compuesta por
12.711 estudiantes universitarios de instituciones de educación superior (IES) públicas
y privadas de todas las regiones del país. Algunas de las principales conclusiones
fueron: el 48,7% de los estudiantes universitarios declararon haber consumido
sustancias ilícitas en su vida. La mayoría de los universitarios consumen alcohol. En la
presente muestra de estudiantes universitarios brasileños, el 58,1% consumía más de
dos drogas, de las cuales casi el 68% consumía tres o más sustancias. La presente
encuesta mostró que, en Brasil, sólo una pequeña parte (11,2%) de los estudiantes
universitarios nunca han consumido alcohol u otras sustancias psicotrópicas en su vida.

2.4 Investigaciones relacionadas con la religión, el consumo de drogas


y la prevención.

Azevedo & Fernandes destacaron un estudio de Queiroz que incluyó a 2.564


estudiantes universitarios de 21 cursos de la USP y utilizó un análisis de regresión
logística. "Este estudio reveló una asociación entre un mayor consumo de drogas y no
tener una religión" (AZEVEDO & FERNANDES, 2013, p. 6).
Otro estudio que señala la intersección entre religión y dependencia química
revela: "Los estudios señalan que la religiosidad también ayuda en la prevención del
uso abusivo de drogas [...] afirman que la religión es un inhibidor extremadamente
eficaz para el uso abusivo de drogas y alcohol" (TARGINO, 2016, p. 152).

3. La metodología de la Fazenda de la Esperanza como medio para que


los jóvenes se recuperen de las drogas

3.1. La Auto trascendencia: una educación para el Amor

Viktor E. Frankl es el fundador de la logoterapia o de la "tercera escuela de


Viena" - las dos primeras son el psicoanálisis de Freud y la psicología individual de
Adler (FRANKL, 1991). Actuó como médico, neurólogo y psiquiatra. Revela que a partir
de su experiencia, al pasar por cuatro campos de concentración, pudo ver que la vida
tiene sentido en todas sus circunstancias. Incluso en medio del holocausto, pudo
redescubrir en esta experiencia un mensaje de Esperanza.
Frankl, después de esta experiencia, señala que "la esencia de la existencia
humana reside en su auto trascendencia" (FRANKL, 1989, p. 45). En uno de sus
informes, explica:

El individuo, un ser humano, necesita lo que yo llamo de auto


trascendencia. Es decir, estar preocupado por uno mismo, o por el
propio prestigio, o por la propia felicidad, es frustrarse. La felicidad
nunca se puede buscar, la felicidad debe ser una consecuencia. La
felicidad es un efecto secundario, la felicidad es un subproducto - un
subproducto de la realización de un sentido, de tu dedicación a una
tarea, a una causa mayor que tú o a alguien más que tú. Cuanto más te
das, más te olvidas de ti mismo, en el amor o en el trabajo, por una
causa a servir o de una persona a amar, en la misma medida, serás muy
feliz - precisamente porque no buscas la felicidad, precisamente porque
ignoras y olvidas si eres feliz o no [...] El hombre se convierte en sí
mismo, el hombre se realiza, el hombre es humano precisamente en la
medida en que no se preocupa de sí mismo, o de algo en sí mismo, sino
que vive su propia auto trascendencia (HASTENREIRTER, 2013).

A través de una experiencia, aunque rutinaria, es decir, "cotidiana", pero con


un movimiento de auto trascendencia, un joven llamado Nelson Giovanelli Rosendo
dos Santos, al regresar diariamente de su trabajo, con la bicicleta como medio de
transporte, participaba de la Misa en la Parroquia de Nuestra Señora de la Gloria en
Guaratinguetá/SP, donde el párroco era Fray Hans Stapel. En este viaje diario también
pasó por una esquina, donde algunos jóvenes se drogaban y también comerciaban con
drogas. Nelson nos cuenta:

Aquellos jóvenes que la frecuentaban me llamaron la atención. Me


acordé de una frase de las carta a los Corintios: “Me hice débil con los
débiles, para ganar a los débiles” (1 Corintios 9,22). Y un día me detuve
con uno de ellos y dejé que me mostrara como trenzaba las pulseras
que vendía. Él comenzó a contarme toda su vida. Al final, él me dice: Por
primera vez siento que encontré un verdadero amigo.
Camino a casa sentí una alegría como pocas veces había sentido en mi
vida. Los días que siguieron, conocí por intermedio de mi nuevo amigo a
todo su grupo de amigos. [...]No necesitaba hablar de Dios, sin embargo,
salía muy feliz de allí. En esa esquina viví muchas experiencias.
Sin embargo, la alegría más grande fue cuando uno de ellos, Antonio,
después de un tiempo de conversación con el grupo, me llamó aparte y
dice: "... ya hace una semana que estoy intentando parar de consumir
drogas, es muy doloroso ver llorar a mi mamá y a toda mi familia sufrir.
Yo quiero parar, pero solo es imposible, y la única persona que pasa por
mi cabeza que puede ayudarme eres tú. Necesito de alguien que me
acompañe 24 horas".
[...]Nos encontrábamos diariamente. Su cambio de vida atrajo a los
otros que frecuentaban la esquina. Decidí dar la vida por ellos, para que
tuviesen fuerza para recuperarse y encontrar a Dios. Y así fue.
La fuerza del amor transformó la vida de esos primeros jóvenes y,
después de todos los demás que hoy buscan las Fazendas para volver a
reencontrar su camino". (Prohibido Frenar – Silva & Leite, 2017, p. 19-
21).

En medio de esta aventura de amar de manera concreta, llevando a cabo este


ejercicio de auto trascendencia, iniciado por Nelson bajo la guía de Fray Hans, la
alegría dio espacio a los innumerables sufrimientos que se extienden desde la esfera
personal, familiar y social de estos jóvenes, redescubriendo también que "[...] el amor
es un acto que caracteriza la existencia humana en lo que tiene de humano; es decir,
un acto existencial" (FRANKL, 1989, p. 176).
A través de esta primera experiencia de Nelson, se concibió una de las
propuestas o metodologías de la Fazenda de la Esperanza, que consiste en la
meditación y luego en la acción -a lo largo del día-, una frase tomada de la Sagrada
Escritura, donde los jóvenes son "desafiados" a transformarla en un gesto concreto de
amor. Por la tarde, comparten estas experiencias de la Palabra vivida en su día con
todo el grupo. De esta manera, podemos ver que aquellos que han encontrado el amor
han obtenido un encuentro profundo con lo Sagrado.
Este método de vivir cotidianamente y de compartir la espiritualidad se basa en
Chiara Lubich (2006). Así, como Frankl, al pasar por la experiencia de la Segunda
Guerra Mundial, ella experimentó:

Ruinas, destrozos, muertos. Chiara y sus nuevas compañeras estaban en


los refugios antiaéreos durante los bombardeos. El deseo de estar juntas
era fuerte, de poner en práctica el Evangelio, después de esa
deslumbrante intuición que las llevó a colocar a Dios Amor en el centro
de sus jóvenes vidas. “Cada acontecimiento nos tocaba profundamente”
– diría más tarde Chiara –. La lección que Dios nos daba, a través de las
circunstancias, era clara: todo es vanidad de vanidades, todo pasa. Pero,
al mismo tiempo, Dios puso en mi corazón, para todas, una pregunta y
con ella la respuesta: "¿Pero existirá un ideal que no muera, que
ninguna bomba pueda destruir, al que podamos entregarnos por
completo? Sí, Dios. Decidimos hacer de Él el ideal de nuestras vidas
(Movimiento de los Focolares, 2018).

La Fazenda de la Esperanza en su cuna y estructura es de origen católico, pero


acoge a personas de las más diversas creencias, culturas y nacionalidades.
Frankl, así como Lubich, en medio de los sufrimientos extremos de una guerra,
redescubrió la esencialidad del ser humano: su capacidad de amar. Del mismo modo,
innumerables jóvenes que han experimentado grandes sufrimientos en su vida
personal y familiar, al abrirse a caminar más allá de sus sufrimientos, confirman la
misma experiencia de Frankl y Lubich: el ser humano es recuperable a través del Amor.
En medio de varias personas que se han ido sumando para formar la estructura
de esta Obra, un joven seminarista, César Alberto dos Santos, se encuentra con Fray
Hans Stapel en un encuentro para seminaristas y religiosos, y es invitado a hacer una
experiencia de una semana en la Fazenda de Guaratinguetá entre los jóvenes que se
encontraban viviendo su proceso para recuperarse de las drogas.
“Entendí que podía ser un sacerdote para los jóvenes que buscaban
recuperarse de la droga. Un sacerdote que es signo de misericordia en medio de ellos”
(SILVA & LEITE, 2017, p. 117 - 118). Hoy, han pasado casi dos décadas, Santos en
armonía con Frankl, concluye:

[...] “El pensar en los otros”, el altruismo, provoca un cambio en


la persona. Entra el juego el amor. Sólo el amor es capaz de
revolucionar la vida de un dependiente y traerle de nuevo la paz.
El egoísmo, el “pensar en sí mismo”, es el mecanismo del vicio
(Encontrarás Amor – César do Santos, 2013, p. 55).

Así lo relata el prisionero número 119.104:

El amor es en cierto modo el bien último y supremo que puede


ser alcanzado por la existencia humana. Ahora entiendo el
significado de las cosas últimas y extremas que pueden
expresarse en pensamiento, poesía y en fe humana: ¡la
redención por el amor y en el amor! Llego a comprender que una
persona, aunque no le quede nada en este mundo, puede ser
feliz. (FRANKL, 1991, p. 43).

En este ejercicio cotidiano en el "arte de amar" que se restablece no sólo un


cambio de actitudes a través de actos concretos, sino una reconstrucción interna de
cada joven, alineada con la ética, como revela Frankl:

[...]No sólo me comporto en consonancia con lo que soy, sino


que también me pongo en consonancia con lo que realizo.
Entonces, nos hacemos buenos por la fuerza de hacer cosas
buenas. Sabemos que una acción consiste en trasladar una
posibilidad a la realidad. Con respecto a la acción ética en
particular, quienes actúan éticamente no están satisfechos con la
singularidad de una acción ética: hacen más al transformar un
actus num habitus (habito en acciones). Lo que era una acción
ética es ahora una actitud ética (1995, p. 98-99).

Es algo que constata Santos, en su vivencia diaria con los internos: “El cambio
de hábitos, sin embargo, es más profundo y se realiza en la medida en que el ex-
viciado busque salir de sí mismo y piense en los otros, en las necesidades de los otros”
(Encontrarás amor – César dos Santos, 2013, p. 55).
De forma consistentemente, el psicólogo holandés Aardweg observo que “el
egoísmo es el denominador común de la mayor parte, si no de todos, los hábitos y
actitudes inmorales, de los ‘vicios’” (AARDWEG, 2000, p. 109) Lubich, hace mención al
psicoanalista Eric Fromm, donde retrata:

Nuestra civilización en muy pocos casos trata de aprender el arte


de amar y, a pesar de la búsqueda desesperada de amor, todo lo
demás es considerado más importante: éxito, prestigio, dinero,
poder. Casi toda la energía está puesta en esos objetivos, y casi
nada en conocer el arte de amar (El Arte de Amar – Chiara
Lubich, 2005, p. 23)

3.1.2 La espiritualidad/religiosidad en el fenómeno de la recuperación de la


dependencia química en relación con la bioética y la psicología.

Bioética, del griego: bios (vida) representa el conocimiento biológico y ethike


(ética), el conocimiento de los valores humanos. La bioética se caracteriza como un
movimiento social - además de ser considerada una disciplina - cuyo objetivo es
promover el diálogo entre las más diversas áreas del conocimiento, tales como:
medicina, biología, derecho, teología, psicología, enfermería, entre otras; de modo que
la ética y la ciencia caminen juntas a favor de la persona humana y el respeto de su
dignidad, formando, por lo tanto, una nueva ética científica. La bioética señala la
dimensión espiritual como "componente" de la concepción de la naturaleza humana.
El 2005 se proclamó la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos que
reconoce que "la identidad de un individuo incluye dimensiones biológicas,
psicológicas, sociales, culturales y espirituales" (UNESCO, 2016).
Esta nueva concepción del hombre también se ha establecido gradualmente en
el campo de la psicología. Carl Gustav Jung, psiquiatra y psicoterapeuta, fundador de la
psicología analítica, escribió:

Entre todos mis clientes en la segunda mitad de sus vidas, es


decir, mayores de 35 años, no había ni uno solo cuyo problema
más profundo no fuera la cuestión de su actitud religiosa. Todos
estaban enfermos porque habían perdido lo que una religión viva
siempre ha dado a sus seguidores. Y nadie se curó realmente sin
recuperar la actitud religiosa que le era propia. Esto está claro.
No depende absolutamente de la adhesión a un determinado
credo, ni de la pertenencia a una Iglesia, sino de la necesidad de
integrar la dimensión espiritual (PESSINI, 2010, p. 60).

Frankl elaboró un nuevo concepto del hombre, contrario a la corriente


psicoanalítica, concentrándose en la autonomía de la existencia espiritual. Según
Frankl:

Espiritual, en este sentido, se utiliza sin connotación religiosa,


sino simplemente para indicar que se trata de un fenómeno
específicamente humano (a diferencia de los fenómenos
infrahumanos que compartimos con los animales). En otras
palabras, lo espiritual es lo humano en la persona (1985, p.21).

Frankl complementa su razonamiento diciendo:

Centrado en el núcleo existencial personal y espiritual, el ser


humano no sólo está individualizado sino también integrado. De
esta manera, el núcleo espiritual, y sólo el núcleo espiritual,
garantiza y constituye la unidad y la integridad en este contexto,
lo que significa la integración de los aspectos somáticos,
psíquicos y espirituales. (1985, p. 25).

Zohar estudió física y filosofía y se graduó en Harvard en las áreas de psicología


y teología. Marshall se graduó en psicología y filosofía en Oxford y luego en medicina,
donde trabaja en las áreas de psiquiatría y psicoterapia. Juntos escribieron sobre la
inteligencia espiritual. Donde revelan:

Los seres humanos son esencialmente criaturas espirituales [...]


Anhelamos ver nuestra vida en un contexto más amplio.
Anhelamos algo a lo que podamos aspirar, algo que nos lleve
más allá de nosotros mismos y del momento presente, algo que
nos dé, y dé a nuestras acciones, un sentido de valor [...] El
Cociente Espiritual nos convierte en las criaturas plenamente
intelectuales, emocionales y espirituales que somos. (ZOHAR &
MARSHALL, 2017, p. 18-19).

También se concluyó que "dos de las diez principales causas de muerte en el


mundo occidental, el suicidio y el alcoholismo, están a menudo relacionadas con la
crisis de sentido" (ZOHAR & MARSHALL, 2017, p. 34). Utilizan el término "espiritualidad
atrofiada" cuando dicen que el ser humano ha perdido el sentido de los valores
fundamentales. Sin embargo, revelan que cuando la persona está expuesta a palabras
y temas espirituales, se vuelve mentalmente sana y presenta un aumento en los
lóbulos temporales (ZOHAR & MARSHALL, 2017).

William James, filósofo y psicólogo norteamericano, afirmó que:

Para el psicólogo, las tendencias religiosas del hombre deben ser al


menos tan interesantes como cualquier factor de su constitución mental
y que la experiencia religiosa pase por la dimensión de los sentimientos
y que la vida religiosa tiene como objetivo realizar el contacto con lo
sagrado. Este contacto, aparentemente invisible, es responsable de un
cambio radical en la vida del individuo a través de los sentimientos.
James (1986) llamó "experiencia religiosa" a la capacidad del hombre de
entrar en comunión directa con lo divino, mediante un sentimiento
intenso y único, que posteriormente resulta en una creencia (MANO &
COSTA, 2017, p. 53).

Mano & Costa, autores vinculados a la psicología fenomenológica, "afirman que


el fenómeno religioso es inherente a la trascendencia humana [....] el fenómeno
religioso debe entenderse como un fenómeno humano" (MANO & COSTA, 2017, p.
54).
Mano & Costa, se refieren también al pensamiento del psicoanalista Gilberto
Safra donde reflexiona sobre la palabra "Espíritu" y refieren: "atribuir el significado de
que Espíritu significa que el ser humano está abierto por dentro y por fuera, lo que le
permite querer, sentir, saber lo que hay en él y fuera de él, ir más allá de lo inmediato,
y al mismo tiempo, permanecer en él" (MANO & COSTA, 2017, p. 158).
Después de años de convivencia y de escuchar a los jóvenes en recuperación
acogidos en las Fazendas de la Esperanza, el psicoanalista Evilazio Vieira retrata:
"Reorganizar el caos interno utilizando la espiritualidad como técnica de
resignificación, es traer la oportunidad de reescribir esa experiencia traumática dando
una percepción diferente a los conceptos arcaicos, llenos de emociones negativas"
(Uma escola de relacionamentos - VIEIRA, 2017, p.137).
Confirmando este punto de vista, hay un estudio realizado a través de una
revisión integral de la literatura, donde el objetivo era investigar el papel de la religión
y la espiritualidad frente al fenómeno de la dependencia química. Los resultados
indicaron que "la espiritualidad/religiosidad funciona como un factor protector,
preventivo y/o curativo (tratamiento)" (ESPERANDIO & CORRÊA, 2017, p. 73). También
se encontró que "cuando el individuo se adhiere a una denominación religiosa, se
adhiere a un conjunto de valores, comportamientos y prácticas sociales" (ESPERANDIO
& CORRÊA, 2017, p. 80).
Esperandio & Corrêa señalan un estudio en el campo de la Psiquiatría donde se
habían evaluado comunidades religiosas terapéuticas en el estado de Espírito Santo.
"Para los autores, el carácter ideológico presente en las Comunidades Terapéuticas
Religiosas apunta a la conversión religiosa como una salida eficaz a la condición de
dolor y sufrimiento" (ESPERANDIO & CORRÊA, 2017, p. 85).
Tratar la vida con dignidad y una dignidad atemporal, a través de la búsqueda
de la espiritualidad/religiosidad, culmina en un encuentro más profundo del ser
humano consigo mismo, con su prójimo, especialmente con su base, que es el núcleo
familiar y, en consecuencia, con lo Sagrado. Quien hace esta "inmersión" en su vida
interior, ¡encuentra de nuevo la Esperanza!

3.2 Familia: primera escuela de amor

Vieira, después del acompañamiento y la convivencia con los jóvenes en


recuperación, acogidos en la Fazenda de la Esperanza concluye: "Poco a poco he ido
sumergiéndome en su sufrimiento y comprensión desde dentro, de que el problema en
la mayoría de los casos no son las drogas, sino el drama de las relaciones dañadas
desde el vientre materno. Así, las drogas son sólo un grito" (VIEIRA, 2017, p. 8).
Moraes, a través de su experiencia clínica como psicólogo y creador de la
metodología ADI/TIP (Abordaje Directo del Inconsciente), afirma que "en la fase del
útero materno el niño lanza en el inconsciente toda la estructura de su ser psicológico,
la capacidad mental, la base emocional y la fuerza para las defensas orgánicas, y
también programa allí sus enfermedades y sus desequilibrios" (MORAES, 2007, p.129).
El niño en fase de gestación tiene un conocimiento intuitivo desarrollado y
registra en la memoria inconsciente todos los acontecimientos, siempre puntuados por
hechos afectivos. El niño se estructura fundamentalmente en el amor o desafecto de
los padres entre ellos y sus padres hacia ellos. Los niños asimilan, a un nivel
inconsciente, la forma de ser de sus padres y se relacionan entre sí. Ellos reproducen
esto en sus propias vidas más tarde. La capacidad del niño para amar se aprende en la
fase del embarazo con el ejemplo del amor de los padres entre sí.
Santos, constata datos relativos a la relación matrimonial de los padres de los
internos en particular, en la Fazenda de la Esperanza de Guaratinguetá/SP.

Es impresionante la cantidad de jóvenes usuarios de drogas que tienen a


sus padres divorciados. Algunos ni llegaron a conocer al padre o a la
madre. Una pequeña investigación realizada en las Fazendas de
Guaratinguetá nos reveló algo estremecedor: 80% de los jóvenes son
hijos de padres separados o no llegaron a conocer a uno de ellos,
principalmente el padre biológico (SANTOS, 2013, p. 24).

Según el profesor del Departamento de Psicología Social de la Universidad de


Valencia, Pons Diez (2013), "el sistema familiar juega un papel clave en la aparición de
conductas inadaptadas en los niños. Los padres, intencionalmente o no, son la
influencia más poderosa en la vida de sus hijos". (AZEVEDO & FERNANDES, 2013, p. 3).
Cencini (1996), refleja que el mal del siglo es el narcisismo. Y lo define como:
"Síndrome no sólo, o no tanto, de los que no fueron amados, sino de los que no
reconocen el afecto recibido" (CENCINI, 1996, p. 18).
Señala como posible origen de este síndrome

La falta de afecto verdadero y de estabilidad afectiva durante la infancia


y la adolescencia es un posible origen de este síndrome. Esta es una
situación cada vez más frecuente en nuestra sociedad, donde se está
rompiendo la solidez y estabilidad del núcleo familiar. Cada vez son más
los jóvenes que tienen en su pasado historias de precariedad familiar, de
trauma emocional que han puesto en su conciencia (o inconsciente) una
inseguridad fundamental sobre su propia bondad, como una sed que no
ha sido saciada a su debido tiempo y que corre el riesgo de determinar
una dependencia crónica y una penosa frustración.
La vida en el narcisista, por lo tanto, corre el riesgo de convertirse en
una búsqueda continua de amor, nunca satisfecha y peligrosamente
progresiva, y cada vez más exigente. En esta búsqueda continua, el otro
es instrumentalizado [...] mientras que su propio yo se debilita por la
falta de esas dos certezas que hacen a la persona libre afectivamente: la
certeza de haber sido amado y la certeza de poder y saber amar
(CENCINI, 1996, p. 19).

Moraes revela: "El desentendimiento marital de los padres es sufrido por el hijo
como una división dentro de sí mismo, que se refleja en problemas psicológicos,
psicosomáticos y psicoespirituales" (MORAES, 2014, p. 114).
Moraes también señala que en la fase de la adolescencia este expresa los
sufrimientos reprimidos desde el útero materno y la fase de la infancia. Y revela: "Otra
razón que empuja a los hijos fuera de casa es la desunión o la infidelidad conyugal de
los padres [...] El niño es capaz de soportarlo en silencio, el adolescente huye...". Huye
de casa, corre al sexo, corre a las drogas" (MORAES, 2014, p.106). De la misma manera
lo confirma Vieira:
Cuanto más tiempo estén sujetos a un ambiente desfavorable dentro de
casa, más pronto el adolescente se desconectará de los cuidadores y
buscará el apoyo del grupo en la calle. Algunos de estos jóvenes en
recuperación incluso emigraron a la calle cuando sólo tenían seis años,
porque ya no podían permitirse el lujo de quedarse en casa. (VIEIRA,
2017, p. 81).

Una investigación desarrollada en relación con la conexión entre la


dependencia química y la estructura familiar, a la luz de la psicología integral, reportó
que además de que el problema de la dependencia química es parte del
funcionamiento familiar, también contribuye a la

Estabilidad de este sistema. La dependencia puede parecer que resuelve


un conflicto que surge en el ciclo familiar [...] la pareja tendría que
centrar su atención en su propia relación, que en la mayoría de las
familias de adictos no es buena [...] el individuo vuelve a comportarse de
forma autodestructiva con el consumo de drogas, llamando de nuevo la
atención de la familia y promoviendo la unión de la pareja en torno al
problema de las drogas, lo que conduce de nuevo a la estabilización
disfuncional de la familia (ORTH, 2005, p. 33).

Otra observación de esta investigación es que

La figura materna demostró ser exigente y controladora, manteniendo


una fuerte relación simbiótica con los niños. En cuanto al padre, se
presentaba como una figura periférica, distante, si no ausente, de las
situaciones cotidianas de la familia [...] las madres renuncian a su lugar
como esposa (relación sexual o de compañerismo con el cónyuge), ya
que les permite ejercer un control total en la vida cotidiana de sus hijos
(ORTH, 2005, p. 73).

Complementa la investigación:

Hay una intensa participación de las madres con sus hijos. Demostraron
facilidad para excusarlos, disponibilidad elástica para atenderlos, fueron
capaces de encubrir el problema de la drogadicción para preservarlos.
Hicieron una alianza con ellos y en algunos casos excluyeron al marido,
como una forma de mantener el control de la situación (ORTH, 2005, p.
75).

Vieira señala que "la droga es un tema pequeño y superficial si se compara con
los problemas del trauma infantil no resuelto, que ahoga la verdadera esencia del ser
humano" (VIEIRA, 2017, p. 85).
Algunos relatos y testimonios de jóvenes que fueron recuperados en las
unidades de la Fazenda de la Esperanza ejemplifican estas reflexiones previamente
tratadas: “Cuando pequeña, mi papá se separó de mi mamá, yo tenía cuatro años y mi
hermano tan solo cinco. Él se fue dejándonos solos con mi mamá (Valdelice)” (SILVA &
LEITE, 2017, p. 43).

Entre los 6 y 7 años de edad, mis padres se separaron, mis Hermanas se


fueron a vivir con mi madre y yo con mi abuela paterna. Mi padre quedó
viviendo en una casa al frente de la nuestra, después de la separación, él
comenzó a beber mucho, eso fue un gran dolor para mí. Comencé a
frecuentar la calle y allí experimenté mi primer cigarro de marihuana a
los 13 años de edad (André) (SILVA & LEITE, 2017, p. 97).
Cuando aún era muy pequeña mis padres se separaron y por
consiguiente mi madre necesitó trabajar mucho para mantenernos. Mi
compañía diaria era mi abuela [...] Con 11 años de edad ya fumaba
cigarro [...] En esa etapa de mi vida mi abuela falleció y yo sentí un gran
dolor, desesperación. Esto me llevó a involucrarme con pandillas,
asaltos por internet, promover fiestas para el consumo de drogas y a
usar cocaína y alcohol. Fui presa [...] El 27 de febrero de 2009, llegué a la
Fazenda de la Esperanza de Fortaleza, con 15 años de edad. [...] Me di
cuenta que no era sólo dejar las drogas. Yo necesitaba cambiar mis
hábitos, formar un nuevo carácter. El hecho es que encontré lo que
buscaba para llenar el vacío que había dentro de mí a lo largo de mi vida
(Sarah) (SILVA & LEITE, 2017, p. 100-101).
Después de haber visto a mi padre matar a mi madre y ser preso, fui a
vivir con otros parientes. Así, se inició mi trayectoria con el uso de
drogas. El 2002, viví mi año de recuperación en la Fazenda de la
Esperanza San Miguel, en Lagarto (Sergipe). Cuando salí de la Fazenda
estaba decidido a perdonar a mi padre y retornar a casa con el fin de
vivir con él. ¡Fue un momento difícil! A los tres meses de estar viviendo
juntos, él tuvo un derrame cerebral y falleció. A pesar del dolor tenía mi
conciencia en paz (Joselano) (SILVA & LEITE, 2017, p. 147).

“Algunas actitudes de mi padre con mi madre crearon en mí un gran bloqueo


contra él. En la calle, acabé encontrando la alegría que no tenía dentro de casa. La
convivencia con los traficantes de ciudad me hacía bien, porque ellos me protegían
(Valdir)” (SILVA & LEITE, 2017, p. 31).
Comulgando con el pensamiento de Vieira, se cree que "no hay necesidad de
identificar a los culpables de esas relaciones rotas dentro de la familia en nuestra
trayectoria, pero debemos entender la lectura que hicimos cuando perdimos la
referencia del amor" (VIEIRA, 2017, p. 94).
Santos, complementa sobre la importancia de incluir a la familia en el contexto
del proceso de recuperación de los hijos

Con el trabajo de recuperación, enseguida se entendió que la


participación activa de los padres en el cambio de vida del hijo
era determinante y condición para una liberación efectiva de los
vicios. Los padres se hicieron igualmente dependientes junto con
los hijos, en lo que la psicología llama de codependencia [...] No
sucede siempre que los padres tengan conciencia de que
también ellos necesitan adquirir un nuevo estilo de vida [...]
Desde el momento del ingreso de un joven a la fazenda es
presentado a los padres la propuesta de la vivencia de los valores
cristianos, de la misma forma que es propuesto a los jóvenes en
recuperación (SANTOS, 2009, p. 178 - 179).

La familia o responsable del interno está invitada no sólo a estar presente en el


momento de la entrevista para la admisión del mismo, sino también en las reuniones
de formación de las familias, en las visitas mensuales (a partir del tercer mes) y en la
participación en el Grupo Esperanza Viva (GEV), donde puede experimentar la finalidad
y la espiritualidad de la Fazenda de la Esperanza, para reestructurarse así como
también llevando a cabo un movimiento de la codependencia a la co-participación
activa. Complementa a Vieira: "Creo que la curación también pasa por la familia"
(VIEIRA, 2017, p. 11).

3.2.1 El abuso sexual sufrido: una herida emocional abierta

Además de la cuestión de la desintegración familiar, hay innumerables casos de


niños que una vez sufrieron violencia sexual y crecieron con "sus niños internos"
heridos. Muchos son los que buscan alivio en las drogas, fuga, refugio... para detener
este dolor. Una vez más, las drogas se producen como consecuencia de estas heridas
que se encuentran abiertas en el psiquismo, en el inconsciente y en el interior de cada
persona.
“El valor de la confesión eleva el valor del testimonio" (FRANKL, 1991, p. 19).
Compartiendo el pensamiento de Frankl, me pareció importante ejemplificar en
algunos casos este dolor sufrido por varios internos que se recuperan o se han
recuperado en las Fazendas de la Esperanza.

Llegué el día 26 de diciembre de 1997 a la Fazenda de la


Esperanza y fui recibido con alegría. En la Fazenda tuve el valor
de abrir mi corazón y hablar del abuso que había sufrido. Fue
este dolor que me llevó a usar droga y me transformo en un
hombre incapaz de perdonar y amar a alguien. (Alexandre)
(SILVA & LEITE, 2017, p. 106 - 107).

Vivir con las chicas en recuperación es realmente una


experiencia llena de desafíos. Veo en cada una de ellas lo
sufrimientos por los que yo también pasé. Por eso las recibo y
cuido de cada una de ellas. Ellas vienen marcadas por el dolor del
abuso y abandono, busco salir de mí misma para ayudarlas y al
mismo tiempo me siento ayudada. (Manilyn) (SILVA & LEITE,
2017, p. 83).

Mi madre vino del noreste para probar vida en San Paulo, sin
embargo, este esfuerzo no fue exitoso. Quedó embarazada de
mí, pero criar a un niño en un prostíbulo era difícil y terminó por
llevarme a un hogar cuando tenía tres años. Ella volvería a
buscarme cuando mejorase su situación de vida. El ‘tio’ del hogar
abuso de mí cuando yo tenía 9 años y me escapé a la
Cracolandia.4 Tenía odio por los hombres, incluso de Dios que
para mí era hombre y permitió que abusasen de mí. (Gabriela)
(SILVA & LEITE, 2017, p. 45).

Todo empezó cuando tenía nueve años. Mi vecina abusó


sexualmente de mí durante mucho tiempo. Me obligaba a tener
sexo oral con ella. Automáticamente, a la edad de catorce años,
cometí un abuso sexual con mi prima. Ella tenía la misma edad
que yo cuando fui abusado. Después de muchos años, mi vecina
le hizo saber a mi madre que ya no soportaba más la situación de
su marido de abusar sexualmente de sus dos hijas. Entonces
entendí por qué ella me agredió a mí y yo a mi prima. Lo fuerte
de esta experiencia de sacar mi miseria para fuera, es el fruto
que ya estoy cosechando, porque tenía un hermano (un interno),
que ya había tratado de decirme lo que estaba dentro de él, pero
que no tenía el valor de decírselo a nadie. Su historia era idéntica
a la historia por la que pasé [...] Después de la conversación me
dio las gracias. Sintió que le había quitado un peso de encima a
su corazón. Esta es la mayor recompensa para mí: saber que
estoy motivando a otros hermanos para que también abran sus
cajas de Pandora. José, 11º mes en la Fazenda de la Esperanza
(VIEIRA, 2017, p. 117).

El ser humano, al tomar la decisión de asumir libremente sus sufrimientos y


condicionamientos, comienza un proceso liberador, como atestiguan algunos de los
relatos anteriores. Así, poco a poco, el mundo interior se reestructura y se recupera el
sentido de la vida, que en general es ejercitar a lo largo de toda la vida la capacidad de
amar.

3.3 Una escuela de relaciones


León a lo largo de sus investigaciones sobre las comunidades terapéuticas,
evoca la cuestión familiar y la propuesta de rescatar entonces el sentido de familia
como principio de recuperación del interno:

Los programas de una Comunidad Terapéutica también se


conciben como familias, o mejor dicho, como familias sustitutas
que corrigen los daños históricos causados por las familias
disfuncionales de las personas a quienes sirven. Así, la
Comunidad Terapéutica se esfuerza por mantener las principales
características de la "buena" familia: estructura para ordenar la
vida diaria; atención amorosa a través de la seguridad física y
psicológica; aceptación de la persona y estímulo a la misma, con

4
Por derivación de crack, crack + landia = tierra del crack, es una denominación popular para una región
en el centro de la ciudad de San Paulo, y de las grandes ciudades de Brasil en donde históricamente se
desarrolla intenso tráfico de drogas y prostitución.
la única condición de una participación honesta en la lucha por el
cambio; y transmisión de valores a través de una rutina diaria de
actividades dirigidas al aprendizaje social (LEON, 2003, p. 32).

Se pensó, por lo tanto, en la estructura física dentro de las Fazendas de la


Esperanza en subunidades, es decir, en casas pequeñas (y no en dormitorios grandes y
únicos), para que cada interno pueda experimentar de una manera concreta el
significado y la rutina de una familia. “El intercambio constante de experiencias es
necesario para forzar situaciones de empatía, en las que todos compartan la
responsabilidad por el medio ambiente y por las personas” (SILVA, 2016, p.102).
Complementa a Santos, como señala Silva:

La cultura que promueve la Fazenda de la Esperanza en sus


comunidades es la de la familia. Aprender a vivir en familia es
fundamental. Colocar todo en común, ya sea el corazón, los
bienes materiales; es lo que enseñamos a nuestros jóvenes, el
compartir sobre todo, lo que tienen de positivo. En las Fazendas
se enseña a valorizar al otro. (SANTOS, 2013, p. 25)

A través de la convivencia y los desafíos que ésta conlleva, a través de la


convivencia entre personas de diferentes razas, nacionalidades, creencias, historias
familiares y sociales, el interno madura su estructura personal y afectiva; promoviendo
también un crecimiento y maduración en el amor. Experimentando un acto de bondad,
no solo, sino juntos, en relación con los otros, se da cuenta de que este amor debe ser
correspondido por el que primero manifestó su amor. De esta manera, se unen, se
apoyan mutuamente, haciendo transparente el poder del amor mutuo y recíproco.
Esta experiencia va acompañada de un sentimiento de realización y plenitud como
persona. Como concluye Santos, "el proceso de gratuidad es altamente terapéutico.
Porque el amor libre genera amor gratuito" (SANTOS, 2013, p. 17).

Vieira afirma: "Yo suelo decir que la relación se cura con la relación" (VIEIRA,
2017, p. 103). Y añade que "en el contacto con varios responsables de la Fazenda, me
di cuenta de que todos sufrían con la misma situación: individuos con registro internos
de no pertenencia [...] el interno se siente atraído por el clima de familia" (VIEIRA,
2017, p. 115).
Por último, Vieira señala

Otro punto que atrae a los jóvenes a permanecer en la


comunidad es cuando observan a personas impulsadas por una
relación sincera, libre de falsedades y engaños, sin violencia,
rivalidad, competencia o egocentrismo. Personas que comparten
el mismo pensamiento, sentimiento y actitud de amor-donación.
El interno presencia brotar tanta vitalidad en la comunidad que
despierta un sentido de pertenencia y, por consiguiente, una
apertura de corazón. Si el sentimiento de pertenencia se
despierta en el interno, este se siente motivado a ser
protagonista de su propia historia dentro de la comunidad
(VIEIRA, 2017, p. 119).

Por eso, la convivencia es uno de los pilares de la metodología de la Fazenda de


la Esperanza.

3.4 La pedagogía del trabajo

Leon (2003), en su visión, dentro de los objetivos de una comunidad


terapéutica, señala como tal, una micro sociedad para preparar al interno para el
retorno a la sociedad. Así, la rutina diaria de un trabajo, como la convivencia entre
todo el grupo, son elementos que se insertan como deber de un individuo ante una
sociedad.
Otros factores importantes relacionados con el trabajo son relatados a través
de un monitor (padrino), a partir de su experiencia:

Uno de los monitores (padrino/madrina) entrevistado sintetiza la


comprensión de la importancia de la terapia de trabajo: “muchas
veces los internos robaron a sus familias para mantener la
adicción. Por lo tanto, es necesario que aprendan a cubrir solos
sus necesidades" (Monitor n.1, en una entrevista realizada
durante una visita a la Fazenda de la Esperanza, 2014) (SILVA,
2016, p.100).

Vieira complementa "la persona trabaja para recuperar la disciplina y tener la


dignidad de vivir del fruto de sus propias manos, aprendiendo a compartir" (VIEIRA,
2017, p. 118). Cuando los jóvenes se encuentran en constante consumo de drogas,
tienden a desconectarse de sus responsabilidades profesionales y estudiantiles, así
como de sus responsabilidades familiares y afectivas. La rutina del trabajo, sumada a la
disciplina y la convivencia, también favorece para que pueda alinear la atención y la
mentalidad con la realidad de la vida, al mismo tiempo que recupera la autoestima y la
dignidad.

Consideraciones finales

El ser humano se enferma y pierde su sentido cuando se cierra al amor y se


vuelve hacia sí mismo. El "debilitamiento" de la capacidad de amar conduce a una
búsqueda distorsionada de un sentido existencial, que a menudo se expresa en la
búsqueda de drogas.
Como hemos visto, no es la droga, sino la persona en su conjunto, el problema
que hay que abordar. El rescate del referencial de relaciones sanas: frente a sus
núcleos familiares, así como entre los internos, se convierte en uno de los pilares del
proceso de recuperación.
También por medio de la espiritualidad, el interno es capaz de reformular su
experiencia, de transformar la manera de comprender, de visualizar y de
reposicionarse frente a su historia. Descubriendo un mayor sentido en medio de su
sufrimiento, a través de la vida diaria dentro de la comunidad en un movimiento de
auto trascendencia, es capaz de transformar cada situación adversa en un triunfo
personal y social. Porque se puede ver que "la vida es un bien recibido que
naturalmente tiende a convertirse en un bien donado" (CENCINI, 1997, p. 45). Como
afirma Vieira, "la invitación es a tener una vida basada en el amor, porque el amor, en
la Fazenda de la Esperanza, es visto como entrega y servicio a los demás, sin
restricciones" (VIEIRA, 2017, p. 13).

El trabajo (por más sencillo que sea), el compartir, el apoyo


grupal, la solidaridad (especialmente con los que más sufren), la
renuncia, la creencia religiosa, entre otros, resultan ser "recursos
terapéuticos" eficaces para salir de la drogadicción y, aún más,
antídotos inestimables para las drogas. Y no sólo de las drogas
químicas, sino también de las "drogas" del individualismo, el
consumismo, el hedonismo - caminos que se abren a ellas
(SALARI, 2007, p. 59/anexos).

La sociedad de consumo está creando innumerables necesidades, pero la


necesidad de una vida basada en el sentido sigue siendo insatisfecha. Por esto,
Esperandio & Corrêa sugiere como

Iniciativas preventivas al consumo de drogas psicoactivas,


actividades vinculadas a prácticas espirituales, tanto a nivel
individual como comunitario, y también en la universidad, para
que los estudiantes puedan utilizar su propia espiritualidad como
estrategia para el cuidado de la salud, con el fin de que
posteriormente puedan utilizar este recurso en su desempeño
profesional (ESPERANDIO & CORRÊA, 2017, p. 83).

Los jóvenes también necesitan encontrar una respuesta, una luz, ¡una
esperanza! Como señala Frankl:

Lo fundamental en el hombre no es el placer o la felicidad, ni el


poder o el prestigio, sino que original y, básicamente, su deseo
es encontrar y realizar un sentido en su vida o para esa ocasión y
en cada situación particular con la que la vida lo confronta. Si es
consciente de ello, estará dispuesto a sufrir, a ofrecer sacrificios,
a someterse a la tensión, al estrés, etc. (HASTENREIRTER, 2013,
p. 129).

El que una vez se recuperó testimonia: "Me siento como un leproso moderno
que fue curado de sus llagas (Kollen)" (SILVA & LEITE, 2017, p. 50). La Fazenda de la
Esperanza es un lugar donde el proceso de crecimiento personal, acompañado de un
proceso social, prepara a hombres y mujeres para una maduración basada en el
ejercicio del amor y en los valores fundamentales para la persona humana. Así,
aprenden a ser un miembro útil y productivo para la sociedad y a contribuir a la
humanidad a través de un estilo nuevo de vida: siendo un signo de esperanza para la
sociedad, especialmente para los jóvenes que se pierden en el mundo de las drogas.
La naturaleza del joven es guiada por una hermosa búsqueda y por la sed de un
ideal. Esto necesita, por tanto, ser estimulado en el ámbito universitario a través de
proyectos de extensión, así como a través de actividades en sala de clases, con
metodologías activas, con el fin de desarrollar la capacidad de auto trascendencia, una
mayor interacción entre el grupo, una mayor participación y reflexión con el curso
elegido. De esta manera se consigue un efecto de aprendizaje significativo y
colaborativo; además de todos estos elementos se añaden como una especie de
"antídoto" para la prevención y lucha contra el consumo de drogas en el ámbito
universitario.
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