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Daniel Rojas Lemus | Práctica Periodística Dirigida

Cigarro vs. Cigarro

De acuerdo con cifras de la OMS, el tabaquismo —la adicción al consumo de


tabaco, fumado en su forma más habitual— se cobra más de 8 millones de
víctimas mortales alrededor del mundo cada año, mientras que en México mueren
entre 175 y 180 personas todos los días, según cifras de la Dirección General de
Epidemiología de la Secretaría de Salud. Por otra parte, la última Encuesta
Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, publicada en 2017, indica que
en México existen 15 millones de fumadores.

Existen diferentes terapias para dejar de fumar, como la administración de nicotina


a través de parches cutáneos o chicles masticables, sin embargo, la tasa de éxito
de estos métodos es de alrededor del 36%, y el índice de reincidencia después de
un año aumenta del 3% al 10%, según un estudio elaborado por The Cochrane
Collaboration, ONG especializada en salud. A la luz de los números, estos
tratamientos no son tan eficientes.

Los sistemas eléctricos/electrónicos para reemplazar el consumo de cigarrillos


existen desde 1963, cuando el estadounidense Herbert A. Gilbert patenta un
sistema denominado “Cigarrillo sin tabaco y libre de humo”, pero es hasta 2003
que el farmacéutico chino Hon Lik desarrolla y patenta el dispositivo moderno que
se conoce hoy día.

Estos dispositivos han demostrado ser una alternativa más eficaz que los métodos
tradicionales, de acuerdo a una investigación del Instituto Nacional para la
Investigación de la Salud del Reino Unido. En España, la Sociedad Española de
Neumología y Cirugía Torácica publicó en 2014 una declaración oficial que instaba
a reconocer al vapeo —nombre con el que se define la acción del consumo de
cigarrillos electrónicos— como una alternativa medicinal para el tratamiento del
tabaquismo.
Del otro lado de la moneda, en México la Secretaría de Salud emitió en febrero de
2020 un decreto en el que se prescribe la importación de cigarrillos electrónicos. El
argumento: resultan más dañinos que beneficiosos para los consumidores,
aunque esto no se encuentra respaldado por conclusiones científicas concretas.

En noviembre de ese mismo año, la Suprema Corte de Justicia prohibió la


distribución y la venta de estos aparatos, después de negar un amparo promovido
por la empresa Sanborn Hermanos S.A. para poder vender en sus locales
artículos relacionados con esta actividad.

Las razones para sancionar el vapeo en México partieron de la oleada de


fallecimientos presuntamente relacionados con el vapeo reportados a finales de
2019, entre los que destaca el de de un joven de San Luis Potosí, debido a
complicaciones de un cuadro pulmonar que “probablemente” estuvo asociado al
uso del cigarrillo electrónico.

A pesar de no comprobarse una relación directa entre el uso de estos dispositivos


y las muertes documentadas, los anuncios gubernamentales acerca de los riesgos
del vapeo fueron suficientes para señalar a los cigarrillos electrónicos como
potenciales máquinas mortales.

La contingencia por la COVID-19 acabó con la campaña de alerta: no se volvieron


a emitir anuncios oficiales al respecto, los casos de neumonía atípica tuvieron
ahora otra fuente de aparición.

En la práctica, letra muerta

“No cerré con la prohibición, no cerré con la pandemia, no cerraré con nada”, dice
David Fernández, propietario de una tienda de artículos de vapeo ubicada al sur
de la Ciudad de México. En septiembre de 2019, la Comisión Federal para la
Protección contra Riesgos Sanitarios, Cofepris, decomisó en Colima un lote de
artículos para el vapeo, con lo que se inició una “cacería de brujas” contra estos
negocios.
Para hacer frente a esta “amenaza”, es usual establecer tiendas en los locales
más recónditos de las plazas comerciales más pequeñas, o en domicilios
particulares, para pasar desapercibidas. Al contrario de otros negocios, al vapeo
no le perjudican los escondites, la publicidad se da de boca en boca en los grupos
de Facebook dedicados a esta actividad, como “Vapes CDMX y Edo. De México
cambio y venta”, con 3600 miembros, “Vapers México Club”, con 4100, y “Ay
Papá! Street Shop”, con 5600 integrantes.

Los consumidores y distribuidores de vapeo no solo se ocultan. Existen en México


dos asociaciones civiles que dedican sus esfuerzos a la difusión y defensa del
vapeo. “Pro Vapeo México A.C.”, encabezada por Roberto Sussman, investigador
del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, realiza conferencias en donde
presenta evidencias científicas que avalan al vapeo como una alternativa segura
para el tratamiento del tabaquismo. “México y el mundo vapeando A.C.”, por su
parte, se especializa en brindar asesoría legal a través del amparo que se podía
gestionar desde su página web.

Hasta noviembre de 2020, cuando la Suprema Corte prohibió la venta y


distribución de estos dispositivos, era posible descargar las instrucciones y
formatos indicados para solicitar tal procedimiento. Aún se encuentran disponibles,
pero sin efecto legal.

¿Hay algo detrás?

Los propietarios de tiendas de vapeo y sus clientes refieren que la prohibición es


un mecanismo de control gubernamental para no perjudicar a la poderosa
industria tabacalera, que paga millones de pesos en impuestos. Conspiraciones
aparte, tiene sentido: el vapeo carece de regulación, su comercialización se hace
sin que un solo centavo llegue al fisco, por lo que se incurre en competencia
desleal.
Tampoco existe algún organismo gremial que agrupe a los principales agentes de
este negocio en el país, así que no se cuenta con datos oficiales sobre sus
actividades, y no podrá existir mientras esté proscrito.

El conflicto entre la prohibición, y los esfuerzos de las asociaciones civiles para


que se considere como una actividad legítima, al punto de llegar a las calles,
cuando en octubre de 2019 se manifestaron en la sede de la Cofepris, lleva al
siguiente cuestionamiento: ¿Cuál es el estado actual del vapeo en México?

Existen esfuerzos políticos para conseguir una regulación que dote de certeza
jurídica al vapeo y deje de ser una actividad que se realiza bajo cuerda.

Juan José Cirión Lee, presidente de “México y el Mundo Vapeando A.C.” en una
entrevista para el canal de YouTube “Vapear Me Salvó”, se refirió a la
convocatoria emitida en febrero de 2020 por los diputados federales Éctor Jaime
Ramírez Barba, del PAN, y José Ricardo Delsol Estrada, de Morena, hacia
especialistas, investigadores, consumidores y referentes del vapeo para que se
reunieran con ellos en un debate a realizarse en las instalaciones de la Cámara de
Diputados, con la intención de definir las puntos respecto a la regulación o
prohibición del vapeo.

“Esto es un claro contubernio de autoridades, en que, no obstante los esfuerzos


del Poder Legislativo son (para) tratar de generar foros de discusión para ver
cuáles son las mejores formas de regular (el vapeo), simple y sencillamente ellos
quieren reventar estos esfuerzos legislativos e imponer una prohibición a como dé
lugar, independientemente de la evidencia científica que siempre se maneja”, dijo
en alusión a la incongruencia entre la celebración de este foro y la prohibición
oficial, posturas que se contradicen.

En noviembre de 2020, Ramírez Barba, diputado federal por el V distrito de León,


publicó en su cuenta de Facebook que trabajaba en la actualización de la llamada
“Ley Anti Tabaco”. Esto contempla la regulación estricta de los cigarrillos
electrónicos, con miras a que su importación y venta paguen impuestos.
Beneficios de la formalidad

¿Esto afectará a los comerciantes minoristas, en sus tiendas camufladas? David


Fernández es categórico al respecto: “Como importador, afectaría en la parte
impositiva, porque de pronto te tocaría pagar cargos específicos, cuando lo usual
es que toda la mercancía que llega a México a través de Manzanillo o Lázaro
Cárdenas pasa sin restricciones. Yo compro directo en China, y a veces, cuando
el dólar está al alza, pago hasta diez mil pesos más sobre el importe de mis
pedidos normales, pero, a largo plazo, será mucho mejor que paguemos los
impuestos que sean necesarios, porque ya no tendríamos que ocultarnos. Si esto
estuviera regulado se acabarían todos los aspectos irregulares relacionados con la
importación, se acabaría la fayuca, pues”.

“Además, estaríamos reconocidos como una opción seria para el tratamiento del
tabaquismo, y eso es una ventana más amplia para nuestros negocios. Al final,
queremos prestar un servicio, porque todos los distribuidores de vapeo fuimos
fumadores, sabemos lo complicado que es dejar ese hábito, y lo importante que
ha sido contar con el vapeo para poder hacerlo. Queremos ayudar a las
personas”.

El debate sigue estando listo en tanto la contingencia epidemiológica dure y


cuando termine, también. Encontrar un punto de equilibrio entre los aspectos
económicos, sociales y de salud que se encuentran implicados en el vapeo debe
ser considerado asunto de agenda pública, como ya se ha hecho en Estados
Unidos y Europa. Lo importante es que se aborde el tema con seriedad y no como
una moda.

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