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Revista Cuicuilco, vol. 11, N° 31. Mayo-agosto, 2004. Escuela Nacional de Antropología e
Historia de México.
Páginas: 0 - 16
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Traverso, Enzo (2004). La singularidad de Auschwitz. Un debate sobre el uso público de la historia.
Cuicuilco, 11(31),0.[fecha de Consulta 20 de Abril de 2022]. ISSN: 1405-7778. Disponible en:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35103102. P. 1
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Traverso… Ibidem, P. 2.
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Ib. P. 3.
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Ib. P. 4
de la violencia y el mal. No hay un genocidio “peor” o “menor” que otro y la calidad de
Auschwitz no confiere a sus víctimas un aura especial, ni les concede privilegio alguno en
el martirio y, en consecuencia, tampoco en la memoria colectiva.”5
No se favorecería un enfoque exclusivo sobre el holocausto, sino la herramienta para
elaborar una hermenéutica de la barbarie del siglo XX. Por otra parte, las discusiones que
de este suceso nacen, no son iguales a otros conflictos históricos que pueden poseer
carácter de “fundacional”, pues es un desgarro de la humanidad. Insistir sobre Auschwitz es
una paradoja de la historia inacabada. De aquí en más, será necesario explicar los
problemas subyacentes a la singularidad del holocausto:
1. La singularidad de la memoria y la de la historia (Problema de la relación de la
memoria con la historia)
El holocausto permite transformar las prácticas tradicionales de la investigación -en mayor
medida gracias a la historia oral-, pero, oculta que la memoria singulariza a la historia. La
memoria no respeta los procesos arquetípicos de la historia (recordar el ejemplo de la foto
con diferencia historiador y testigo). “En esta perspectiva, su tarea (la del historiador) no
consiste en intentar evacuar la memoria -personal, individual y colectiva-, sino en incluirla
en un conjunto histórico más amplio.”6.
2. Auschwitz o la singularidad de Occidente (Problema de la relación de Auschwitz
con la historia de Occidente)
Hay una percepción cultural de la singularidad de Auschwitz. El genocidio judío se
entiende de tal forma porque ocurre en Europa, porque fue dirigido por un régimen
occidental, porque Alemania es el centro judío desde la República de Weimar y porque el
origen de Europa está en el judaísmo en sí. El holocausto es una especie de automutilación
de Occidente. Auschwitz hace que el vocablo y noción “genocidio” entre en el correr
continuo de la vida occidental. Además, Auschwitz se vuelve un laboratorio privilegiado
para estudiar el inmenso potencial de violencia del que es portador el mundo moderno. “Si
en el origen de este crimen hay una intención de aniquilar, también implica ciertas
estructuras fundamentales de la sociedad industrial. Auschwitz realiza la fusión del
antisemitismo y del racismo con la prisión, la fábrica capitalista y la administración
burocrática racional… En este sentido, el genocidio judío constituye un paradigma de la
barbarie moderna”7.
Sin perjuicio de lo anterior, muchas formas de violencia y masacre se encuentran en otros
momentos como el genocidio de los armenios y la destrucción de los kulaks, pasó con los
enfermos mentales, con los negros, con los bosnios, con Pol Pot, etc. “Auschwitz constituye
mucho más que un acontecimiento sin precedentes y es más bien una síntesis única de
diferentes elementos que se encuentran en otros crímenes o genocidios, una síntesis hecha
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Ib. P. 5
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Ib. P. 8
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Ib. P. 8
posible por su anclaje en el sistema social, técnico, industrial; en resumen, en la
racionalidad instrumental del mundo moderno.”8
El genocidio judío no hace más que volver a plantear la idea de Weber sobre las raíces del
carácter universal del racionalismo de principios del siglo XX. La Escuela de Frankfurt
incita a pensar que Auschwitz tiene una propensión de racionalismo occidental a
transformarse, dialécticamente, en dispositivo de dominación y luego de destrucción del
hombre.
3. La singularidad de Auschwitz y el “uso público de la historia” (problema del “uso
público de la historia” (La conciencia histórica como uno de los fundamentos de
nuestra responsabilidad ético-política en el presente)).
“Considerar Auschwitz como un paradigma de la barbarie del siglo XX significa hacer de
ella la vía de acceso a sus diferentes manifestaciones, y no objeto de un enfoque
exclusivo.”9
Recordar cómo se recuerdan los crímenes nazis en los judíos, cómo se han comparado los
crímenes de la separación de Yugoslavia o los crímenes contra los armenios. ¿Qué
discursos son para ensalzar el nazismo en el uso público y qué discursos sobre el
holocausto y la comparación con el goulag permiten equiparar dichos crímenes? Explotar la
singularidad del holocausto no es bueno a priori. La memoria sobre la singularidad puede
ser utilizada tanto para banalizar la experiencia vivida por los judíos durante el régimen
nazi, tanto como para ensalzar la figura de los fascistas.
“La mejor manera de preservar la memoria de un genocidio no es, desde luego, la que
consiste en negar los otros, ni la que consiste en erigir un culto religioso… Reconocer la
singularidad histórica de Auschwitz puede tener sentido solo si ayuda a fundar una
dialéctica fecunda entre la memoria del pasado y la crítica del presente, con el propósito
de iluminar los múltiples hilos que relacionan nuestro mundo con el muy reciente, desde el
cual, según las palabras de Georges Bataille, la imagen del hombre no podrá disociarse de
la de una cámara de gas.”10
V Comentario crítico e integración con los contenidos de clase (1 página)
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Ib. P. 9
9
Ib. P. 10
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Ib. P. 13
Sobre el primer punto, cabe destacar que Traverso insiste en que la memoria tiende a
singularizar la historia, por lo que el oficio del historiador no es evacuar la memoria tal cual
es expresada por el sujeto. El trabajo del historiador consiste, esencialmente, en dotar a esta
memoria de un canal “historiográfico”, de ponerlo en relación con su contexto de
producción, con el presente al que se refiere y con las configuraciones sociales que de ella
nacen. No es que el autor abogue por una explicación social estructuralista con poca o nula
acción de los sujetos, sin embargo, enfoca que el proceder historiográfico requiere de un
método que no realce los recuerdos evacuados por las memorias a un sitial impoluto.
Sobre el segundo punto es que podemos enlazar las temáticas abordadas en clase: Los usos
públicos de la historia son diversos, dependen tanto del contexto en que sean expresados,
tanto como quiénes son aquellos que configuran el relato histórico. Sobre el texto, bien
señala Traverso que la singularidad del Holocausto tiene distintas aplicaciones dentro de las
que se destaca cómo el fascismo italiano ha realzado sus crímenes, así como otros han
equiparado los crímenes del régimen nazi a los ejercidos por el comunismo soviético desde
la revolución de 1917. El cómo se explica y elabora un discurso histórico en el ámbito
público obedece a lo que el pensamiento hegemónico desee instalar como verdad colectiva;
por tanto, se constituye como un imperativo ético para el historiador el poder generar, al
menos, visiones comparadas que permitan distintas comprensiones del relato histórico, que
logren evacuar otras memorias y configurar distintos espacios del presente. No deben
negarse los crímenes, pero, siempre es posible acceder a una perspectiva más amplia.
En virtud de lo anterior se hace el anclaje con los temas abordados en clase: ¿Cómo
hablamos de la historia de Francia antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial?
Charles De Gaulle, desde su posición de caudillo en Inglaterra, logró cuestionar al poder
establecido en Vichy durante la ocupación nazi en Francia, los tildó de colaboracionistas, se
encargó de generar las redes de poder internacional que lo sostuvieran en una vez finalizada
la guerra y reescribió el papel de su país y nación en el siglo XX europeo. Es esta una
expresión de “las luchas por la memoria” que tratan de convertirse en una explicación
formal del pasado. De Gaulle fue capaz de erigirse como el rostro de la resistencia, sin
embargo, una vez en el poder, se encargaría de borrar los rastros de los franceses
subversivos que resistieron al poder nazi y constituían un problema para la dominación
occidental después de la Segunda Guerra. El colaboracionismo fue nombrado por De
Gaulle como “otra Francia”, en tanto que los colaboracionistas se excusaban señalando que
su función fue “salvar a los franceses en Francia”. No hubo juicio a los representantes de la
República de Vichy, pudieron hacer carrera en el gobierno con posterioridad y la memoria
colectiva, instalada hasta 1968, tendió a acallar las memorias partisanas y comunistas.
La reorganización hegemónica siempre busca instaurar un corte radical con aquello que lo
precedió. Sin embargo, los procesos políticos y sociales no pueden operar de esa forma; la
memoria establece los nexos con lo ya vivido y permite acercarse a dos orillas diferentes.
La memoria es múltiple, es subjetiva como lo expresa Traverso, permite generar distintos
relatos en virtud de la estructura dada. Es preciso la recuperación y comprensión de las
memorias para generar estas conexiones y sentidos más profundos, en relación a las
exigencias de nuestro presente. Las mutaciones del presente tienen un sustrato en el pasado,
por tanto, así como lo señaló Traverso, se vuelve un deber el disputar la memoria como un
espacio para la reconstrucción y explicación histórica.
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