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3108 INTERNACI INALES SE SUPONE QUE ES CIENCIA Reflexiones sobre la nueva economia Fernando Escalante Gonzalbo fel Ma EL COLEGIO DE MEXICO s supposed to be science. You need a model, Joun Cocirane La ctisis de 2008 tendrfa que haber tenido conse- cuencias serias, no sé si cataswofic: noma como disciplina académica (para la ver dominance, al menos). No ha tenido practicamen- te ningui galerfa, algunas pullas en la prensa, disculpas y de- fensas puramente retéricas, se sigue enseniando lo mismo, se sigue publicando lo mismo, se sigue re- comendando pricticamente lo mismo, como si no hubiese pasado nada. Desde luego, esa ausencia de reacciones es un modo de reaccionar, y muy revelador -pero ya hablaremos de eso. Antes de seguir conviene in- troducir un matiz, Se ha escrito bastante sobre la crisis: reportajes, crénicas, historias, y se ha escri- to también mucho sobre las politicas econémicas de las tres décadas anteriores, y el modelo neol beral. Entre los libros, el mas interesante para m para la eco- n Aparte de unos cuantos gestos para la " Por sus comencat Iguea, Claudio Lom ricio Tenorio. s, gracias a Antonio Azuela, Javier los David Lozano y Mau- PERO ROR ETE NTT TO ST aes 12 SESUPONE QUEERS IENCIA gusto es el de Pierre Dardot y Christian Laval? pero estan también, y son muy populares, los de Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Robert Reich, Ha- Joon Chang, en México los de Jaime Ros, y como criticas de la teoria econdmica neoclésica, los de John Quiggin, Steve Keen, Deirdre McCloskey, Jonathan Schlefer 0 el proyecto colectivo de Core- Econ. No obstante, los gobiernos mantienen las mismas politicas, el mismo arreglo institucional (incluso en Io que ha tenido peores consecuen- cias), y en el espacio puiblico, en todas partes, do- mina absolutamente la misma retahila de conse- jos: privatizacion, liberalizacién, desregulacién, que se apoya sobre todo en los modelos de la econo- mia neockisica -o en el uso retérico de los mode- los de la economia neo En lo fundamental, por ahora, no ha cambiado el modo en que se ensefia la economia en las uni- biado las convicciones basi- _cas de la mayor parte de los asesores de las insticu- ciones financieras. El problema, el més obvio, es suele definir a la economia por su capacidad La nouvelle raison du monde: Esai sur la société neoliberale, Paris: La Décou- (tiene una secucla, de inencién més explic. ica: Dardot y Laval, Ce cauchemar qui n'en . 2016). istian DNE QU SCIENCIA. 13 los econom para hacer predicciones, y istas estan especialmente orgullosos de ello —quieren que eso acreditesu condicién cientifica. Sin embargo, pudo llegar un desastre de esas dimensiones, sin que na- die hubiese avisado. Mas todavia: no es sélo que no se hubiera previsto, que no se hubiera anticipado la crisis, sino que muchos de los més prestigiosos miembros de la profesién (y muchos de los mode- los con los que se enseftaba y se ensefta la econo- mia) decfan con absoluta seguridad que era impo- que sucediera algo asi. ¥ eso es ya mas grave, Porque significa que la falla no es accidental. Apar- te de eso, es claro que en mucho consecuencia directa de las po mendado de manera casi unnime los economistas de todo el mundo en los tiltimos cuarenta afios. Y que, ademis, el detonador fueron los “productos financieros” disefiados por el sector més audaz, mas crisis es una. as que han reco- dinmico y mejor pagado dentro de la profesi Es decir, que la economia como disciplina aca~ démica tiene una responsabilidad directa en la g No hay una tinica historia de la crisis, no hay una explicacién definitiva. Pero todas las versiones coinciden en que la especulacidn favorecida por los nuevos instr mentos financieros fue fundamental (véase Alejandro V lagomen, La primera gran crisis mundial del sigh xxi, Mé ts, 2012, passin). xico: Tusq 14 ses NCIA \ nesis de la crisis finan jera. Bastante para pensar que fuese necesario revisar algunos de sus plantea- mientos bisicos. No ha sucedido nada de eso. Al contrario: la mayorfa de los economistas conserva mismo sentimiento de superioridad con respec- to a las demés ciencias sociales, basado en la idea de que la economia es més rigurosa -y si, capaz de hacer predicciones, y verificar sus hipétesis. Insis- to: como si no hubiese pasado nada. En el mejor de los casos, se atribuye la crisis al impacto de fac- tores excernos, imprevisibles. No es nada nuevo, por cierto. Pero si resulta llamativo, incluso un poco alarmante. Porque lo malo no es la inmodestia de la identidad gremial, que puede ser més 0 menos ridicula pero es irre- -vante, sino el relativo aislamiento de la discipli- na (y un aislamiento deliberado, buscado), que la hace inasequible para la critica. Y que se traduce afin de cuentas en el predominio de una determi- nada manera de pensar la economia en las univer- sidades, en las revistas especializadas, pero tam- bién en las instituciones financieras, hacendarias, comerciales, en todo el mundo.‘ * Se dird que hay otras profesiones que tienen también un lenguaje propio, y un aislamiento parecido, mayor (pienso en médicos, abogados, ingenieros). Es ver- dad. En todos INE ESCIENCIA 15, ‘Acaso vale la pena matizar un poco. La inmo- destia si es un problema, pero no como defecto moral, por desagradable que resulte, sino como defecto cognitivo. La arrogancia esta de tal modo incorporada en la manera como se ensefia la eco- nomia, que condiciona el eercicio de la profe- sién. En las faculeades de economia, en los libros de rexto, no se aprende una manera de estudiar los fendmenos sociales o algunos aspectos de los fenémenos sociales, sino la nica ciencia de lo social. ¥ eso hace que la disciplina, en conjunto, sea particularmente incapaz de aucocritica. Es una limitacién seria.’ A ver si consigo explicarme bien. Desde hace algunas décadas domina en el mundo académico una versiGn particular de la teoria cconémica, miento. Ahora me interesa el gremio de los economistas =que no ahorra la critica de 5 Carlos David Lozano me llama la aten efecto de la arrogancia en el desarrollo de la disciplina. Es particularmence reveladora la serie de entrevistas de John Cassidy, en 2010, con los principales economistas de la Universidad de Chicago. Pregunta, para empezar, a Eu- gene Fama por su Hipétesis de los Mercados Eficientes, ala luz de la crisis: “Creo que ha funcionado muy bien [...] Eso era exactamente lo que se podia esperar si los mercados eran eficientes". John Cassidy, “Interview with Eugene Fama”, The New Yorker, 13 de enero de 2010. 16 SE SUPONE QUE ES CIENCIA que por abreviar se puede llamar neoclisic# (con variaciones mas o menos significativas, pero un mismo método -y la idea de una macrocconomia \ con microfiundamentos). Tanto que para no po- cos economistas se trata sencillamente de “Ia teo- tinica digna del nombre.‘ Es una \ ria econdémica”, "manera de entender la economia que resulta par- ticularmente abstrusa para los no iniciados, sobre | todo por el recurso de modelos mateméticos, que producen formulas bastante aparatosas ~y que a los legos les impresionan mucho. La economia vie- nea ser casi un saber hermético, inalcanzable para la mayoria, Inalcanzable ¢ incomprensible tam- bién, y por eso impermeable a las erfticas. Sobre | esa base han establecido los economistas un domi- nio sélido, absoluto o casi absoluto, en todas las nstituciones econémicas. El problema no es ése, 0 no sdlo ése, porque no deja de ser delicado que la economia seaasunto sélo © Por si hace falta, aclaro de entrada que cuando hablo de los economistas, en lo que sigue, me tefiero normal- mente a los adeptos de esa tradicién —no lo repito a cada paso porque seria innecesariamente aburrido. Sigue ha- biendo otras tradiciones, otros programas de investigacién en economia, como los ha habido siempre. Pero son hoy estrictamente marginales en el sistema de educacién supe- rior. Me refiero a algunos de in poco mas adelante. se suP QUEESCIENCIA 17 de expertos, sino que esa exclusividad se justifi- ca por la calidad cientifica, el extraordinario rigor, por la capacidad de prediccién de la ciencia eco- némica. Yala vista esta que es una pretensin por lo menos desmedida, Bien: todo esto para decir que estoy convenci- do de que la critica de la economia es asunto que nos concierne a todos. No slo la critica de estas © aquellas politicas, estas o aquellas recomenda- ciones concretas, sino el método que siguen los eco- nomistas para llegar a esas recomendaciones. Tiene sus dificultades, pero no es imposible. En gene- ral, la reaccién de los economistas, enfrentados a las ctiticas de los profanos, consiste en defender elaislamiento profesional del gremio: lo que pasa, nos dicen, es que los legos no entienden los mo- delos, porque son demasiado complicados. Y la discusién viene a quedar en nada. Es una salida en falso. En las paginas que siguen hay sélo una breve, modesta incursién en ese territorio, de la critica de la economia académica, Me interesa trarar de entender en qué consiste, en qué se funda el arto- gante sentimiento de superioridad de los econo- mistas, y proponer unos cuiantos jalones criticos del pensamiento econémico, con especial énfasis en lo que se llama “economfa conductual”. La elec- 18 sesupo QUE ES CIENCIA cidn no es arbitraria: la economia conductual (be- havioral economics) se sefala con frecuencia como uno de los campos mas activos, originales, més pro- metedores de la teorfa econémica, y se supone que ha contribuido a corregir algunos de los defectos ms nototios de los modelos de la economia neo- a. Ademds, la economia conductual es, 0 se supone que tendria que ser, una especie de puen- te tendido hacia otras disciplinas, en particular la psicologia, pero también la sociologia. Conviene verlo con algiin detenimiento. 1. Una idea de La ciencia La clave de ese hermetismo del gremio de los economistas es una idea de la ciencia que deja fue- s sociales, y que con- fiere a los profesionales un estatuto singular -y sobra decir que superior (que no esta al alcance de los legos), No es una idea muy sofisticada, mas bien codo lo contrario, pero coincide con gen del conocimiento cientifico que se hace el sentido comtin, y por eso resulta muy eficaz, Para entendernos, es la idea que hay detras de la con- traposicién coloquial de las “ciencias duras” y las ‘cieitcias blandas” 7 No hay ninguna definicién seria de los térmi- nos “blando” y “duro”, que se usan de manera bas- tante laxa, porque se supone que es obvio a qué se refieren, y que cualquiera lo entiende. Aunque no hay una lista, y seria muy dificil establecerla, en general se entiende que las ciencias duras son las raa todas las demas ni ima- 7 La economia suele definirse frente a las demés ci cias sociales precisamente en esos términos, como una iencia “dura” —para emparentarse con las ciencias natu- rales. Peto de eso hablamos mas adelance. 9 20 SESUI ONE QUE ES CIENCIA ciencias naturales, las de bata blanca y laborato- rio, y las blandas son todas las demés.* La “dureza” de las ciencias duras significa, 0 se quiere que signi- fique objetividad: datos, conjeturas, explicaciones contrastables, definitivas, indiscutibles (descon- tando que por las resonancias que tiene el adjetivo en inglés, se asume que las “hard sciences” son més dificiles). La implicacién es que las “blandas” no son realmente ciencias porque carecen de rigor, de so definitivo, material, exacto, que tienen la fisi- cao la biologia molecular? * Cualquier idad de repetit o reproducir, experimentacién, uni- versalidad) deja fuera campos enteros de investigacion que nadie dudarfa de que son “cientificos”. La expresién dad retérica, nada més —bisicamente para des- calificar a las ciencias sociales. La dis ¢ parecer trivial n el recorrido mas super- ficial aparecen docenas de referencias. Los mas modera- dos concluyen que la diferencia no es tan dramatica (un ejemplo: “los resultados de los experimentos fisicos pue- den no ser mucho més consistentes que los de experimen- tos sociales o conductuales”, Larry V. Hedges, “How Hard is Hard Science? How Soft is Soft Science?”, American Paychologist, vol. 42, niim. 2, mayo de 1987). Otros siguen preocupados todavia porque hay disciplinas que “pro- mas nipidamente”, mientras otras “parecen andar ” (Massimo Pigliucei, “Hard Science, Soft Sci- pero reaparece UNA EADELACIENCIA 21 Es una formula popular para hacer una distin- || cién bastante vieja, que viene del entusiasmo que | inspiraron los descubrimientos de la fisica y la | quimica a fines del siglo xvii, que dio lugar a la idea de que algunas ciencias “progresaban”, y otras no, Ese entusiasmo, y esa idea de la ciencia, era lo que tenia en [a cabeza Auguste Comte cuando se propuso desarrollar una “fisica social de explicar los fendmenos sociales mediante for- mulas simples, definitivas, como la ley de gravita- cidn universal." A partir de entonces, sobre todo en inglés, la palabra ciencia comenzé a emplearse con un nuevo sentido, mas restringido, para de- se wratal cence”, en Nonsense on Stilts. How to Tell Science from Bunk, Ch ey of Chicago Press, 2010). auienessiguen pensando que lo que hace falta es seg con la ingenicria’ Oxymoron? Will That Ever Change2”, ‘ can, 4 de abril de 2013 . En dos ificativs a: ser “el New- on de las cl 2 SUPONE QUE E ciencias naturales -y el 2 cajén de signar exclusivamente a resto vino a quedar poco a poco en sastre que son las humanidades, que es un lugar muy incémodo para buena parte de las disciplinas (también se Hlamaron en algdin tiempo, en Alema- nia, “ciencias del espiritu”, pero la designacién tam- poco es muy afortunada). El famoso alegato de C. P. Snow sobre las “dos culturas”" contribuyé a afiadir dramatismo a la oposicién, porque no era s6lo que hubiese dife- rentes disciplinas, métodos, sino que unos corres- pondfan al pasado, y otros al futuro. Snow escri- bia en 1959. Ponia de un lado a los “intelectuales cratios", y del otro a los “cientificos”, con la fi- sica como modelo. Segiin él, entre los dos grupos habia no sélo distancia, sino hostilidad, incom- prensién y desprecio, desconocimiento, y una ab- soluita falta de comunicacién. No se entienden, no se hablan, viven en mundos separados: los cienti- ficos no leen libros, decfa, desde luego no Ia cla- se de libros que valoran los ints Jectuales,'? pero en "CP. Snow, The Tivo Cultures and the Scientific Rev- olution, Nueva Yorks Cambridge University Press, 2012. "2 La mayorfa de los cientificos sencillamente no tiene interés por la lectura: “Si uno les pregunta qué libros han. Ieido, la mayor‘a confesara modestamente: ‘He intentado Icer algo de Dickens’, como si Dickens fuese un eseritor UNAIDFADELACIENCIA 23 contrapartida, pocos literatos saben en qué con- siste la segunda ley de la termodinémica —que equivale a no haber leido a Shakespeare. Pero no era sdlo un problema de conocimien- to, de saber de una cosa w otra, sino algo mucho mis bisico, Las dos, decia Snow, son culcuras “en el sentido antropolégico de la palabra’, es decir, que cada grupo tiene actitudes propias, y estin- dares, pautas de conducta, enfoques, supuesto: Y eso da un cardcrer enteramente distinto a la oposicion. En la idea de Snow, los intelectuales literarios represencan la “cultura tradicional”, anticientifica ~yenel fondo, antimoderna, de inclinacién “luddi- a”. Los cientificos, en cambio, miran al faturo y son casi por definicién optimistas, pricticos, pues- to que estén dedicados a resolver problemas; sus discusiones suelen set “mucho més rigurosas y casi siempre de un nivel conceptual més elevado que las discusiones de los literatos”.” Por otra parte, la cultura literaria es con frecuencia socialmente re- gresiva: “hay de hecho una conexién... entre al- gunas tendencias del arte de los primeros afios del siglo xx las expresiones més imbéciles del senti- extraordinariamente esotérico, confuso y de dudoso inte- rés, como Rainer Maria Rilke”, /bid., pp. 51- ” Ibid, p. 52. Tete See 24 SESUPONEQUEES CIENCIA miento antisocial”.'* Los cientificos, en cambio, por la natutaleza de su trabajo, se preocupan sobre todo por el bienestar colectivo y por el futuro de la humanidad. Es decit, que la diferencia entre ambos grupos es también, y casi sobre todo, una diferencia moral.' Las ideas de Snow: toscas, exageradas, delibe- radamente polémicas, fueron motivo para una dis- cusién larga, que no hace falta seguir."® Para lo que “ Menciona la opinidn ce un anénimo cientifico: “Yeats, Pound, Wyndham Lewis, nueve de cada diez entre quienes han dominado la sensibilidad literaria de nuestro tiempo, ino han sido, no s6lo politicamente ineptos, sino politi- camente malvados? La influencia de lo que ellos represen- tan, zno contribuyé aacercarnos a Auschwit2”, Ibid, p.49. En un primer ensayo sobre el toma, unos afios antes, esa superioridad moral de la ciencia se explicaba también en ottos términos: el tono de la cultura cientifica es “fir- memente heterosexu nada de “lo felino y oblicu que hay en la cultura literaria. Véase Stefan troduction”, Ibid, p. 14 y s6, Es famosa, con justicia, la primera réplica, de FR. Leavis. Varios arios después, la conferencia seguia siendo materia de discusién; un ejemplo: Susan Sontag, “One culture and a new sensibility”, en Sontag, Against Inier- pretation and other Exzays, Nueva York: Noonday, 1966. Entre las cosas mds inceresances, con la idea de las “dos a érmino de referencia, el libro de Wolf Las tres culturas. La soviologia entre la literatura UNAIDEADELACIENCIA 25 nos interesa, lo que importa es que la conferencia puso en blanco y negro lo que dice hasta la fecha el sentido comtin: fas ciencias son las ciencias na- turales, y el resto es poco menos que especulacién ociosa, falta de rigor. Y permite entender, ademés, que la dispura por el nombre de “ciencia” no es una naderia nominalista, no es el prurito de que una disciplina se llame de una manera o de ota, porque la palabra tiene una catga normativa que no es posible dejar de lado —y que tiene implice- ciones graves cuando se emplea como criterio de distincién entre los diferentes programas de vestigacién en las ciencias sociales. En todo caso, la tesis de Snow era parte del es- pititu de la época -una deriva del “fisicalismo” det Circulo de Viena. En esos mismos afios, Claude Lévi-Strauss definia su particular programa inte- lectual a partir de distinciones muy parecidas: “las ciencias humanas y sociales ~decia~ se han resig- nado, durante uno 0 dos siglos, a contemplar el universo de las ciencias exactas y natu les como _yla ciencia (México: Fondo de Cultura Econémica, 1994). Una sintesis relativamente reciente: Roger Kimbal ‘Two Cultures’ today. On the C. P. Snow-F. R. Lea troversy", The New Criterion, vol. 12, mim. 6, febrero de 1994 26 st a un paraiso cuyo acceso les estaba ‘eng parsin- pre”.” Ya no mas, Segtin su idea, el ent ea ae tructural podia enilae soy hacer de la ja “una verdadera ct rare olvamor al aumento Prac te po pular, el modelo del trabajo cientifico 7 i Fisica experimental, el de a quimiea oe de cers tamas dela bjolog(a. Lo fundamental es que supo- ne que hay un tnico propésico del emi Gientifco, que ela basque de lees universes es decir, explicaciones, nexos causales y nee que puedan generalizarse ~que tengan vigenci sin importar el contexto, como tiene vigen 2 a ejemplo lt ley de gravtacién universal. ¥ por lo canto si la cienca se define por ese propésitoy sh todas las disciplinas aspiran, 0 debian apes esa clase de conocimiento, estonces las di rol encre elas sdlo pueden sigifiar que unas lo hae cen mejor que otras ~y el corolario es que uw! E Actica eso son més “cientificas” que otras. En la prictica Claude Lévi-Strauss, Antropologéa estructural, a celona: Paidés, 1995, p- 111, La metifora aoe las ciencias naturales son nada menos que el par es por castalidad que la compara- "Ibid p. 336. Noes por easadad que a compat cién ala que recurre con més frecuencia sea (llega a deci que “el antropdlogo es el astrénomo de las ciencias sociales”, p. 389). a quiere decir que la distincién entre ciencias di y blandas, que es secuela de esa idea, es en realidad una clasificacién jerdrquica, Insisto: es una imagen del conocimiento cien- tifico muy rudimentaria, que quienes se dedican a la filosoffa de la ciencia descartaron hace més de un siglo." No obstante, el prestigio de las ciencias naturales, con el encanto afiadido de la tecnologta, hace que siga reniendo vigencia como modelo. La idea se filtra insensiblemente en la educacién se- cundaria, en los textos en que se enseita “el méco- do cientifico”, y se ratifica de manera oblicua en organizacién burocratica de las universidades —qui tienen ramas de ciencias y de humanidades. Es claro que no hay una elaboracién sistemati- ca de la idea, porque es un precipitado para uso cotidiano, una nocién un poco de andar por casa. Pero si hay unos cuantos rasgos que sirven como sriterio informal de demarcacién, y en los que vale a pena reparar. Subrayo tres de ellos, En primer lugar, la conviccién de que la inves- tigacién cientifica tiene que proceder mediante hipotesis. Esté en todos los libros de texto de se- cundaria, en todos los cursos de metodologia, y Todo lo que se ha esctico a parti de Conjeruras y re- futaciones, de Popper, ya sea en la linea de'Thomas Kuhn o de Paul Feyerabend, en lade Bruno Latour o Imre | | 28 SESUPONE QUE ES CIENCIA se exige con frecuencia en los protocolos de tesis, como si fuese algo absolutamente obvio, indispen- sable, De modo que en muchos casos, para cum- plir con el requisito se retuercen, se recortan, s¢ reducen los objetos de estudio hasta que permi- ten formular alguna hipétesis, definida en térmi- nos lo bastante simples para permitir una prueba estadistica. Parece elemental, pero en algunos cam- pos es directamente absurdo, Proceder mediante hipétesis supone que el investigador tiene de an- temano una idea acerca de lo que va a estudiar, una idea y una explicacién tentativa, y que puede proponer un nexo causal susceptible de probarse (0 no) -eso es una hipétesis. Y a continuacién, somete a prucba esa hipétesis, idealmente con un experimento. Es bastante sabido que la predileccién por los experimentos como criterio de cientificidad deja fuera a una buena cantidad de ciencias de las in- cutibles, de las que nadie dudaria que lo son, pero que no pueden experimentar, como la astro- nomia, por ejemplo, o la geologia, la ecologia. Y desde luego, uno de los modelos del conocimien- to cientifico: la teoria de la evolucién. Pero el ver- dadero problema no es el experimento, sino la exi- gencia de que haya una hipétesis como punto de partida, y una hipétesis que proponga un nexo cau- ien INAH A 29 sal, susceptible de medicién.” Es un problema, entre otras cosas, porque es una forma de entender el conocimiento que deja fuera muchas preguntas, que no pueden ni siquiera formularse legitima- mente." Para empezar, la pregunta por el sentido: el sentido de una prictica, de una conducta, un fenémeno, una expresi6n, el sentido de un proce- so, porque el sentido no es asequible para una in- vestigacién empitica mediante hipétesis causales. Muchas ciencias se orientan a partir de lo que descubren en el terreno, sobre la marcha, a lo lar- go del proceso de investigacién, porque en eso consiste su saber. No hubo ninguna hipstesis para orientar la teorfa de la evolucién de Darwin, por ejemplo. No hay una hipétesis que haya guiado el » Por supuesto, en el fondo esté la idea de que el pro- pésito tinico de la ciencia es identificar relaciones de cau salidad, algo bastante problemético en cualquier discipl na, ¢ imposible en la mayor parte d 21 “Es evidente que las ciencias empiricas modern sélo aportan ganancias cognitivas (y no negamos en ab- soluto que asf sea), sino que también traen consigo pérdida de algunos problemas. {...} ninguna ciencia tiene ya derecho a tratar los problemas que se pierden, so pena de que le sea retirada su cientificidad”, Odo Marquard, “:Ciencia unificada o pluralismo cientifico?”, en Mar- quard, Individuo y division de poderes. Fstudios filosificos, Madrid: Trotta, 2012, p. 110. no 30, trabajo de Malinowski en Los argonautas del Pact- {fico Occidental, tampoco hay ninguna en el Negara de Clifford Geertz ni en Los hijos de Sanchez ni en Lainvenciénde Américade Edmundo O'Gorman, no hay hipétesis en Fl Mediternineo y el mundo me- diterrineo en la época de Felipe Il, no la hay en Street Corner Society, de William Foore Whyte, ni en Las brujas ysu mundo, de Julio Caro Baroja ni.en La sociedad cortesand, de Norbert Elias. Los ejemplos son literalmente innumerables. Significa que ten- driamos que descartar pricticamente todo lo que han producido las ciencias sociales, la historiogra- a toda, y mucho de lo que ha producido la bio- logfa, las ciencias del ambiente, y hacerlo a un lado como saber anecdético, irrelevante, poco cientifi- co, o bien descartar la idea de que la ciencia tiene que partir de hipétesis. Y esto tiltimo parece sin duda lo més sensato. El segutido rasgo definitorio de la ciencia, se- giin la idea que se hace el sentido comin, es la formulacién matemética. No suele decirse de ese mode, pero se supone que el conocimiento cien- ifico tiene necesariamiente una expresién numé- a (y en el fondo, aunque se haya olvidado, esti la formulacin de Kant: “en cada doctrina natural particular solo puede encontrarse tanta ciencia en sentido propio cuanto pueda hallarse de mate- oN) IDEA DELA A 31 mitica”).2® El prestigio de los mimeros es concun- dente: ofrecen una representacién exacta del mun- do ~y susceptible de prueba, objetivamente- y por eso se supone que tienen una validez. mayor. Desde luego, los ntimeros son utilisimos, casi indis- pensables para cualquier descripcidn, para plantea preguntas, pero su exactitud es con frecuencia ilu- soria: decir que hay un 63% de probabilidades de que suceda algo no significa gran cosa; el ntimero sitve para hacer comparaciones sise tiene una serie, pero basicamente equivale a decir que es probable que eso suceda, nada mas, Ahora bien, tiene una sonoridad muy distinta, En general, cuando se re- fieren a cualquier acontecimiento concreto (que llueva mafiana, que tenga buen éxito un tratamien- to médico, que gane las elecciones este partido o el otto), las estimaciones tienen que ser aproximadas, conjeturas probabilisticas, o sea, nada verdadera- mente exacto ~itil, sin duda, pero en esos términos. ® Tomo la cita, de los Principias mevafisics de la cien- cia nasural, de Odo Marquard, "Ciencia unificada o plu- ralismo cientifico?”, en Marquard, op. cit., p. 111 Se entiende: lo que es exact son los niimeros. ¥ pot lo tanto, lo es la medicién de cualquier cosa susceptible de medida, con alguna unidad. Dicho con propiedad, en- conces, mediante los mimeros podemos ofrecer una re- presentacién exacta de algunos aspectos del mundo —los que pueden decirse con nuestro lenguaje aritmético, 32 SESUPONE QUE ES CIENCIA r Entre paréntesis, el fetichismo de los ntimeros hace que se hable con frecuencia de “datos duros” para referirse a cualquier expresién numérica; los resultados de encuestas de opinidn, por ejemplo, que son todo menos “duros”: la muestra, las pre- guntas, el método, todo es dudoso, variable, pero el contenido mismo, lo que se quiere observar es algo tan volatil, incierto, tan cambiante como la ‘opinion’, En realidad, lo “duro” son los ntime- ros. De modo que si algo puede decirse con ntt- meros, significa que puede decizse con mucha més seguridad. : La predileccién por las fSrmulas mateméticas iene consecuencias. No sélo parece més insegura, menos confiable una explicacién que no se apoye en ntimeros, sino que, poco a poco, la matemiti- case conyierte en el criterio basico de scleccién, y sélo parece un objeto de estudio legitimo aquello x que es susceptible de representacién numérica. * Adicionalmente, como ha dicho Paul Romer, las formulas matematicas pueden servir para disimular argu (véase Paul Romer, “Mathiness in the mic Growth", American Econoriic Re- jew: Papers & Proceedings, 105 (5), 2015). Pero no sélo porque las formulas sean ambiguas o inexactas, sino que el lenguaje matematico en si mismo oscurece tanto como ’ (habré que hablar més largo sobre esto, en ade- nce). UNAIDEADELACIENCIA 33 Finalmente, esta el que con mas frecuencia se sefiala como caracteristico de la ciencia: la capaci- dad para predecir.> Eso subraya la utilidad de la ciencia, la distingue de la magia o la fantasia, y sirve como demostracién irrefutable de cualquier expli- cacién, Ahora bien, el problema es que hay muchas ciencias que no pueden predecir nada, no digamos ya predecir con exactitud. Sobre todo, no pueden predecir hechos concretos: si Hoverd aqui, ¥ a qué hora; si fulanito se enfermard de gripe este afio: en qué fecha ocurriré un terremoto, ‘Tan es asi que la posibilidad de predecir no entra en los propésitos dela mayor parte de las ramas del conocimiento. Es bastante facil de entender. Sélo los fenéme- nos simples se repiten, y s6lo se repite su estructu- ra basica lo que tienen de genérico. De modo que una prediccién tiene sentido sélo en esos términos. La velocidad a la que cae una piedra, por ejemplo, es hoy la misma que era en el siglo xv1, y por eso se puede predecir mediante una formu ja misma piedra, ni caeré en el mismo lugar: en la nunca sera * Es una herencia directa del positivismo mis craso ‘el verdadero espiritu positivo consiste sobre todo en ver para prever, estudiar lo que es para concluir lo que se segiin el dogma general de la invariabilidad de las leyes ' Auguste Comte, Discurssurl esprit positif, , p. 20. atui medida en que eso no es importante, la prediecion a. Pero si cualquier detalle del contexto fuese relevante, la férmula carecerfa de interés, por- que no podria decir lo que necesitamos saber. Puesto en otros términos, la posibilidad de pre- decir depende de que haya hechos comparables; pero sdlo puede haber hechos comparables si se puede prescindir del contexto, es decir, si la singu- laridad de cada caso ¢s irrelevante para la expl cién, si no tiene ninguna importancia que el fe- némeno se produzca en Francia o en Cameriin, en 1914 0 en 2016. Y aqui aparece uno de los rasgos caracteristicos de las ciencias sociales: que no pue- den prescindir del contexto, porque tienen que dar cuenta de fenémenos singulares. En general, cuan= do se trata de asuntos humanos, es dificil imaginar leyes de validez universal con algtin contenido sus- tantivo, es decir, que oftezcan explicaciones utiles, sin importar que se trate del Congo o de Bélgica, de algo sucedido antes o después de la caida del Muro de Berlin, antes o después de la crisis de 1929, 0 de la de 2008. En eso quiere distinguirse la economia.* % Creo que no hace falta aclarar a cada paso que digo “economia” por abreviar, pero que me refiero a las teorias dominances en la profesién (las variantes de la sint neockisica), a sabiendas de que hay otras maneras de es- wud y explicar la economia 2. Naturaleza muerta con mimeros: la economia como ciencia Las discusiones de quienes se dedican a la filosofia de la ciencia son muy otras, y mucho més intere- santes que todo eso.” Sin embargo, me interesa ese minimo recorrido por las ideas populares acer- ca de la ciencia, incluida la distincién entre cien- cias duras y blandas, porque de eso depende en mucho la identidad profesional de la economia como disciplina, Y su enclaustramiento. La contraposicién de ciencias duras y blandas se reproduce, con parecida vaguedad, en el campo restringido de las ciencias sociales. Pero ahi tiene una significacién muy concreta, puesto que como ciencia social “dura” viene a quedar tan sdlo la eco- nomia (ya que practican algunos socidlogos, po- litslogos, que adoptan el “enfoque econémico”) * Lacorrespondencia entre Lakatos y Feyerabend ofte- ce un repertorio de temas verdaderamente apasionante variadisimo, jy es de principios de los aiios setenta...! (Inore Lakatos y Paul Feyerabend, For and Against Merh- ad, Including Lakatos’ Lectures on Scientific Method and the Lakatos-Feyerabend Correspondence, Chicago: The Uni versity of Chicago Press, 2000), x 36 O sea, que la aspiracién a fa “dureza” entrafia un programa intelectual de perfiles muy claros, y que tiene implicaciones de muchas clases, porque no es trivial que la nocién de ciencia, la palabra “cien- cia” en realidad, cuando se trata de asuntos socia- les, se identifique con un enfoque muy particular de una de las disciplinas. Desde su origen como ciencia moderna, hace doscientos afios, la economia ha aspirado a seguir el modelo de la fisica. Y¥ de hecho, algunas de las Formulas mds elementales estén directamente co- piadas de las de la fisica de la primera mitad del siglo xtx (anteriores al descubrimiento del segun- do principio de la termodinémica, dicho sea de paso).”* El modelo supone que la economia tiene que trabajar a partir de hipotesis, y elaborar mo- delos matematicos que permitan establecer leyes de validez universal, que sirvan de base para hacer de la unificador, y no tuna eflorescencia ret6rica” (Philip Mirowski, Against Me- chanism: Protecting Economics fiom Science, Nueva York: Rowman & Littlefield, 1988, edicién electrénica para kindle, posicién 310-320). ¥ més: “el corazén de la teorla econdmica neoclasica es la adopcién de la fisica de me- diados del siglo x1x como un paradigma rigido...” Ibid, posicién 543-548. LA ECONOMIA COMO C NCA 37 predicciones. Y eso significa que la economia tie- ne que prescindir del contexto, de todos los datos que hacen singular una sitwacién, un proceso: geo- grafia, historia, cultura, y trabajar con elementos abstractos: individuos, bienes, precios. Conviene aclarar algo antes de seguir. Es fre- cuente que se identifique alas “ciencias duras’ con los métodos cuantitativos, ya las “blandas” con los cualitativos. No es exacto. Las ciencias sociales, to- das, trabajan con ntimeros: los antropdlogos, los socidlogos, los historiadores, cuentan cosas, hacen cilculos, estiman probabilidades, usan para mu- chas cosas toda clase de ntimeros, encuestas, cen- sos, bases de datos, aunque normalmente no se imitan a eso (los ntimeros suclen ofrecer un mag- nifico punto de partida: son un recurso para plan- tear preguntas, pero pocas veces offecen la respues- ta). ¥ por otra parte, la economia con frecuencia no cuenta nada; los modelos de la economia te6- rica son fdrmutlas légicas 0 ecuaciones integradas por magnitudes que es imposible determinar con tun ntimero -la “utilidad”, para empezar: No obstante, el equivoco persiste, yes indispen- sable pata consolidar la imagen profesional (y la Es uno de los defectos capitales que seftala Deirdre McCloskey en The Secret Sins of Economics (C Prick- ly Paradigm Press, 2002). 38 SESUPONE QUE ES CIENCIA autoestima) de los economistas. Las formulas, cons- truidas mediante los supuestos més descabellados, funcionan como invocaciones mégicas: arcanas, indescifrables, imponentes.”" Y de hecho, sirven como sustituco del anzlisis econémico. Es algo que habia sefialado Wassily Leontief, hace mucho: “El entusiasmo acritico por la formulacién matemé- tica con frecuencia tiendea ocultar el efimero con- renido sustantivo que hay detras de esa formida- ble fachada de signos algebraico: La economia se define como ciencia a partir de ese esquema: abstraccién, modelos matematicos, fs curiosas, la ser Entre las que encuentro de formulas mediante las que Mas-Collel define la funcién de un individuo representative: uupongamos tin proceso hipotético, una autoridad cen- tral benevolence tal vez, que para un nivel de precios p y un nivel de riqueza agregada w, redistribuye la riqueza para maximizar el bienestar social. Es decir, que para cualquier p, v, la distribucién de la iqueza [w; (p,w)s«--}, w, (Py w) se resuelve asf: max W [vy (p, Wy ees ¥y Ps * Andreu Mas-Collel, Michael Whinston y Jerry Green, Microeconomic Theory, Oxford: Oxford Universi- ty Press, 1995, p. 117. Las formulas sirven para disimular los supuestos, que son ridiculos. 31 Wassily Leontief, “Theoretical Assumptions and Non- observed Facts”, The American Economic Review, 1971, . B el que sea (ni desde luego leyes universales de nada). Los ejercicios de Becker, de Posner y muchos otros son ingeniosos, pero nada mas. ¥ los modelos eco- némicos de la politica, o derivados de eorfa de juc- 0s, no aportan més (normalmente mucho menos) que los enfoques tradicionales, Ronald Coase ironizaba sobre esa ambicién perialista de la econom ; Los economistas, decia, incusonan cada ve con mis Frecuencia en os d sili s han desarrollado una teorfa econémi- ty : le la politica, y una teoria econémica del ma- 7 ; trimonio, y no es sorprendente que haya también unateoraeconémica del suciio, como laay de la educacién, la defensa nacional y el derecho. Y eso, cpor qué? : i Una explicacién enceramente satisfactoria (en mis de un sentido) seria que los economistas han resuelto ya todos los problemas fundamentales del sister econémico, y que, para no quedar desempleados, 0 verse obligados aanalizar los problemas triviales que codavfa quedan, han decidido emplear sus talencos obviamente considerables, para alcanzar un éxico similar en otras ciencias sociales.*” Ronald Coase, “Economics and Ci , ics and Contiguous Disci- plines’, Te fournal of Legal Studies, Chicago The Univer. sity of Chicago Press, 7 (2), junio de 1978, p. 203. 44 SESUPONE QUE ES CIENCIA No parece ser el caso. En todas las areas de la economfa hay problemas sin solucién, problemas importantes, y preguntas fundamentales para las que no se tiene respuesta. O sea, que ese movi- miento de los economistas hacia campos adyacen- tes no obedece a que se hayan resuelto los pro- blemas econémicos; de hecho, “parecerfa més verosimil el argumento de que los economistas es- tin buscando algiin campo en el que puedan te- ner éxito”. En todo caso, el motor de ese movi- miento expansivo es el dominio de un conjunto de técnicas, caracteristicas de la economia acadé- mica, cuya capacidad para explicar otros fend- menos es por lo menos dudosa.* Curiosamente, el efecto mas importante de ese movimiento expansive hacia otros campos ha sido acencuar el aislamiento profesional de los econo- mistas. Y eso por dos razones. La primera es que los partidarios del “enfoque econdmico”, en cual- quiera de sus versiones, no entran verdaderamen- teen didlogo con las otras disciplinas; en realidad, ni siquiera se ocupan de los mismos problemas, “De hecho, dice Coase, la impresin que uno tiene al leer las revistas especializadas es que el campo de interés de los economistas, lejos de abrirse hacia otros horizon- «es, se ha ido estrechando, y es cada vez més técnico. Ibid. p. 204 y passim, 10 CIEN' L 45 CONOMIA CC porque desde el punto de vista “econdmico” sélo | es inceresante lo que puede construitse como elec- | cién racional para maximizar algo —mejor dicho: | s6lo es susceptible de estudiarse lo que puede cons- truirse asf, Con frecuencia toman la informacion que han producido otros estudios (blandos, des- criptivos, impresionistas, ;qué se le va a hacer!), pero sdlo para elaborar a partir de ella los juegos légicos del modelo econémico. Pienso, por ejemplo, en el largo trabajo histé- ico y sociolégico de Gilles Kepel acerca del isla- mismo en Argelia, en Bosnia, en Francia; pienso en el estudio antropolégico y psicolégico de Ta- nia Luhrmann sobre la experiencia evangélica en Estados Unidos; 0 en el extraordinario libro de Vincent Crapanzano sobre el “literalismo” en la cultura estadounidense.”” Tres vias para entender la religiosidad contemporanea. Y pienso, del otro lado, en el modo en que Gary Becker mira la re~ ligién: segdin su idea, el campo religioso es sen- Kepel, Johad: expansion et déclin de Vislamisme (Paris nard, 2000) Quatre-vingt-treize (Paris: Galli- mard, 2013); Tania H. Luhrmann, When God Talks Back Understanding the American Evangelical Relationship with God (Nueva York: Vintage, 2012); Vincent Craps Serving the Word: Literalism in America from the Pulpit to the Bench (Nueva York: The New Press, 2001). 46 se suro. ES CIENCIA cillamente un mercado en el que diferentes em- presas compiten por tener més fieles, y tienen que ofrecer para eso mejores servicios espiritua- les a sus clientes (por cierto, a partir de ahi, ex- plica -es un decir muchas cosas: el auge de la religiosidad en Rusia, la tolerancia religiosa en Es- cados Unidos, y explica por qué el auge del in- joso no representa una amenaza). No hay una materia comtin ni modo de estable- cer un didlogo. La segunda razén por la que esa expansién con- cribuye a aumentar el aislamiento de los econo- mistas es que el movimiento produce la ilusin de que el método de la economia neocldsica esté efec- tivamente abordando, y resolviendo, los proble- mas de la sociologia, la ciencia politica, la antro- pologia, de modo que ya no hace falta saber otra cosa ni estudiar otra cosa. Ni tomarse en serio la discusién sobre otros posibles métodos. Orta vez: la arrogancia no es un defecto moral, sino episte- moldgico. La competencia es buena para la religién, igual que Joes para las mercancfas comunes y corrientes, porque los grupos religiosos se ven obligados a aprender a satisfacer Jas necesidades de sus miembros, més que cuando estin en una posicién monopélica”, Becker, The Economics of Lifes 0D. Cite, p. 1S. LA ECONOMIA COM El enfoque neoclisico ha sido criticado también dentro de la economia, Algunas de las criticas son devastadoras: los supuestos son absurdos, los mode- los son ejercicios fandamentalmente rautolégicos, malabarismos con economias de juguete que sirven para decir cualquier cosa; pueden ser muy elabora- dos, elegantes, el problema es que no se refieren a la realidad; su consistencia y su exactitud resultan de que son modelos légicos: por eso en las conclusio- nes estd lo que se haya puesto en las premisas defensa més clisica frente a ese tipo de criti que se suele recurrir con més frecuencia, es la de Milton Friedman: ninguna teorfa es realista, todas abstraen, escogen algunos elementos y descartan ouros, y eso no tiene ninguna importancia; los mo- delos son isteales por definicién: fo que cuenta es que sirvan para hacer predicciones.'* Nada més. sy ala ' Entre las criticas mis sistemnticas, la de Deirdre Me- Closkeys the Rhetoric of Economics (Madison; The Uni- versity of Wisconsin Press, 1998). Més técnica, demole- dora, la de Steve Keen, Debunking Economics. The Naked Dethroned (Nueva York: Zed Books, 2011). Y mas ligera, de més fécil lectura, la de Jonathan Schlef ‘The Assumptions the Economists Make (Harvard: Bel Press, 2012). * Milton Friedman, “The Methodology of Po: Economics”, Essays in Positive Economies, Chicago: University of Chicago Press, 1966, p. 33 y passim). 48 sesu ONE QUE ES CIENCIA El argumenco es contundente, de un pragma- tismo macizo que parece dificil de refutar. Pero tiene algunos problemas. Friedman no distingue, 0 finge no distinguir, entre modelos, conceptos, que prescinden de algiin detalle del mundo real (como el color de los ojos de la gente), y modelos que postulan mundos imaginarios (por ejemplo, uno donde hay informacién completa, competen- cia perfecta, mercados en equilibrio). La diferencia no ¢s trivial. Porque si el modelo es claramente fantasioso, de condiciones imposibles, como suce- de con frecuencia con los modelos econémicos, entonces las predicciones que se hagan a partir de ellos carecen de fandamento, incluso si resultan acertadas; el resultado puede obedecer a cualquier cosa. Y eso significa que no tenemos una explica- cin, Es el segundo problema, Desentenderse de las premisas significa haber renunciado a explicar ~en el caso de Friedman, significa que identifica prediccién con explicacién. Ahora bien, incluso si se pudieran obviar esos problemas, incluso si se admitiera que el criterio de demarcacién para definir a la ciencia es la ca- pacidad de prediccidn, sin necesidad de oftecer explicaciones verosimiles (es decir, en el fondo, admitiendo que esa ciencia sea una especie de ma- gia, que produce resultados misteriosamente), in- LA ECONOMIA COMO CIENC & 49 cluso entonces habria que decir que estaria justifi- cado proceder asi si las predicciones quese hicieran resultasen acertadas ~jpero no si fuesen incorrec- tas! Y aqui el saldo de la economia de recientes es bastante problematico, por decir lo menos. Algunas teorfas, algunos modelos han cenido problemas siempre. La Hipétesis de los Mercados Eficientes, por ejemplo: la idea de que el precio de las acciones de una empresa en la bolsa de valores ¢s la mejor estimacién posible de su valor real, y que por lo tanto no puede haber precios “infla- dos”, ni burbujas especulativas, ni crisis financie- ras (salvo como producto de choques externos)." Ahora bien, la crisis de 2008 tendria que hab sido devastadora para el conjunto de la disciplina décadas © EI nombre lo puso Eugene Fama. El argumento es Jo: en un mercado libre, en que concurren n merosos agentes racionales, que buscan la méxima ganan- en conjunto tienen todos los actores sobre cada valor, y por lo tanto ser la mejor medida de su valor real. No precio volveria a su nivel (véase Jeff Madrick, Seven Bad Ideas. How Mainstream Economists Have Damaged Amer ica and the World, Nueva York: Vintage, 2014, edicié electronica para kindle, posicién 1910-1920). 50 SESUPONE Porque se economia —juzgindola en sus propios rérmino: supone que los ejercicios légicos de neoclsica sirven sobre todo para hacer prediccio- nes. Pero no sirvieron para predecir 0 anticipar una crisis de proporciones colosales. Es més, los modelos, las teorias, el conocimiento esténdar en la profesién, predijeron exactamente lo contrario, un largo periodo de estabilidad, sino es que el fin 4 de las crisis financiera: La historia se ha contado ya muchas veces, no vale la pena repetir, Decenas de miles de econo- mistas empleados con sueldos millonarios en insticuciones financieras, en los gabinetes econd- micos y en los bancos centrales de todo el mundo, en los organismos internacionales, todos fueron sorprendidos por la crisis como el mas ignorance de los legos (mucho peor, en realidad, porque los * Los economistas habjan anunciado, a fines de siglo, el inicio de lo que se Hlamé la “Gran Moderacién”: el ini- cio de un periodo largo de alto crecimiento, elevados ni- veles de empleo, baja inflacién, gracias sobre todo a la li- beralizacién de los mercados financieros ~y a que por esa via la administracién del riesgo se habia trasladado a los ndividuos, que tcéricamente tienen mucha mayor flexi idad y mayor capacidad para ello (véase John Quiggin, Zombie Economies. How Dead Ideas Still Walk Among Us, Princeto neeton University Press, 2012, edicién elec- udnica para kindle, posicién 280-290). ONO} A. COMO GLEN st legos podian tener sus dudas: los economistas, no) Ocho aiios después, siguen sin encontrar la salida, después de haber propuesto una cosa y la contra. ia, de decir y desdecirse varias veces. Repentinamente, todo lo que sica decia que no podia suceder, sucedié, y tado de golpe: los mercados de acciones estaban en libre, bastiones seculares de las finanizas como Leh- man Brothers « economia neocli- in como moscas, y las caracterfs- sicas definitorias de la Gran Moderacién se evapo- raron: el desempleo se disparé, y una inflacién baja dio paso a la deflaci6n. Confrontados con el com- plete divorcio entre lo que crefan y lo que estaba sucediendo, los economistas reaccionaron de una ‘manera muy humana: entraron en pinico. De un ia para otto tiraron sus reglas de politica neocld- sicas por la ventana, y comenzaron a comportarse como economistas keynesianos con esteroides.** Habian rechazado durante décadas la intervencién del gobierno, el déficit presupuestario y las inyecciones monetarias para estimular el crecimiento, y de pronto exigian que el gobierno lo hiciese todo. Los déficits fisca- les alcanzaron niveles incomparablemente mayores a los que los keynesianos tradicionales habian producido los cincuenta y sesenta, y el dinero del gobierno empexd a correr como el agua en las cataratas del Nidgara”, Steve Keen, op. city p. 10. 52 Eso tendrfa que haber sido al menos una llamada de atencién seria para la disciplina, No ha sido. En las universidades se ensefta lo mismo que hace diez © veinte afios, con los mismos métodos. La linea de defensa basica del gremio ha sido la de siempre: los demés no entienden, la economia es para los profe- sionales, se trata de modelos muy sofisticados, con muchas mateméticas, que nd pueden desecharse a partir de las opiniones de los profanos, y lo que se lee en el periddico. A veces se concede que pods haber algunos problemas por la falta de realismo de los modelos, En particular, con bastantes reservas, se admire que los agentes individuales podrian no ser perfectamente racionales (en los términos en que la teoria define la racionalidad). Y eso es todo, “ La serie de entrevistas de John Cassidy con los prin- . © Lindere muestea que la productividad y el creci- miento dependen hist6ricamente de la inversin en nes ptiblicos, y del gasto social. Para verlo sélo hace falta fijarse en la evolucion de la economia de sociedades con- crecas (Peter H. Lindert, El ascenso del sector piiblico, El crecimiento econdmico y el gasto social: del sigh xvi al pre sente, México: Fondo de Cultura Econémica, 2014). Tomas Sedlaceck, Economia del bien y del mal. La brisqueda del significado econémico desde Gilgamesh hasta Wall Srreet, México: Fondo de Cultura Econémica, 2015. 56 sts PONEQ Sc NCIA cutible, con el método definitivo, sino que inclu- ye una gran variedad de enfoques, que iluminan cada uno una parte del campo econdémico, y que estén en intimo, constante didlogo con otras dis- ciplinas. Y que en su mayoria se escriben en un len guaje asequible para cualquiera. 3. Apologia pro doimo siua La crisis inspiré criticas también entre los econo- mistas. Muchas sobre las recomendaciones de po- Iiticas de las décadas anteriores, algunas sobre el método. Es conocida la de Paul Krugman: Segtin lo veo, la profesién econémica erté el camino porque los economistas, en conjunto, confundieron abelleza—ves npresionan- te~con Ia verdad. [...] Los sabaticos en el Instituto Hoover o las ofertas de empleo en Wall Street no son poca cosa, pero el motivo fundamental del fracaso de la profesidn fue el deseo de tener un enfoque general, la con una matemitica intelectualmente elegante, que permitiese a los eco- sus habi nomistas exhibi lades matematicas.” Desde Inego, hubo excepciones. Algunos econo- mistas denunciaron el supuesto de la conducta racional y pusieron en duda la creencia de que los mercados finan- ‘os eran confiables, y recordaron la financieras con devastadoras consecuencias econd- rga historia de ri micas. Pero nadaban contra la corriente...”, Paul Krug- man, “How did economists get it so wrong?”, The New York Times Magazine, 2 de septiembre de 2009. 57

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