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INICIOS EN LAS CIENCIAS SOCIALES /2 Fernando Escalante Gonzalbo ‘COLECCION DIMIGIDA FOR FERNANDO BSCALANTE GONZALBO 1. Beatriz Martines de Munguia, Median : 1 resolucin de conflicts. Una guia intreductoria Una idea 2. Femando Recalante Gonzalbo, Una idea de las ciencias sociales de las ciencias sociales PalDos w) ‘Cabierta: Ferran Carts y Montes Plass "Yn debian pw la ede Sis pans pica, DR 01909 de sodas las ediciones on castellane, ‘eéfonos 5795872, 5795113 / ax 5904861, DR. Béitoral Pads, saioe Defenan 599, Buenos Aree DRO Baiciones Psidse eres, S.A Mariano Cubs 92, 08021 Boreeone ISBN: 965-952-1102 Imps Mii india Msc Inicios en las Ciencias Sociales Es dificil sober con exactitud eudnto importa la diferencia entre leer una traduccin y ler un texto original. Desde luego (que importa, y seguramente mucho. Sélo parece insignif- ‘ante cuando se trata de enterarse muy apreaimadamente de algo, de obtener informacién: saber cuéles son los pos- tres cudles las sopas en un rend, leer un manual de ins- trucciones de uso, casas ast, En lo demés, en cuanto hace falta una comprensién wn poco més seria, la diferencia es ‘considerable. Por eso llama la atencién que estemos acos- tumbrados a estudiar eualquier materia a base de tradue: clones, como si fuera algo obuia, suponiendo que lo impor- tante, si es cientifio, es perfectamente traducible: que lo (que se pierde en el trinsito de un idioma a otro es aciden- fal, de escaso interés. En general noes asi, pero sobre todo no loes para las ciencias sociales; en su caso, en la medida en que el significado es inseparable de los hechos que se testudian, el idioma es fundamental y de hecho es parte de la explicacién, En los matices, as ambigiedades y las Jnexactitudes que conforman el poso histérico de un idioma se construe efeetivamente el mundo al que dirigen sus pre iguntas las ciencias sociales, Cuando el pueblo de Fuen- teougjuna pide justicia esté hablando de algo que no cabe enel libro de John Rawle. Yla diferencia, que puede pare. Introduceién: Reflexiones sobre un tema de Montaigne Las leyes de la conciencia, que decimos que nacen de Is naturaleza, nacen dela costumbre, afimmaba Montaigne. ¥ ‘anunciaha con exo.un tema escandaloss eineSmodo; escan- aloso en el siglo XV1, pero también hoy, e incdmodo siem- pre por muchas razones. Para empezar, ¥ ya es bastante, porque por poco que se piense en ello, resulta que nada hay el todo sélido, nada permanente tampoco ni inequivoca en Jos asuntos humanos; resulta que cosas tan graves comola verdad, el bien y Ta josticia son contingentes: no més que tuna forma habitual de mirar le cosas, Pero el tema es también muy antiguo. Desde luego, qué ‘es la-costambre y hasta dénde llega su imperio son cosas Giscutibles y que no han estado nunea muy claras. Hace mucho que parece evidente, sin embargo, que su papel es ecisive en Ia configuracién de las formas de la conducta Jhumana; tanto, que es un lugar comin decir que la costumbre constituye, con propiedad, una esegunda naturalezay, Los limites de su influencia, isisto, son inciertos. Dén- dole vueltas a le'sla idea de la «segunda naturaleza» lle gab Blaise Pasa, por ejemplo, ala suposicién vertiginosa de que Jo que llamamos naturaleza pudiera no ser sino ‘una «primera costumbres, Bs decir: eso que vemos como.un orden maquinal, inalterable, segurisimo, resulta s6lo de 13 rr “ (na idea de as canta sociale ‘nuestra manera de mirar el mundo, Pero ‘hora, Hogar tan lejos. Basta, de momento, con tomar note e Jo que sospecha el sentido comin: que hay pocas enees ee no cambian de un lugar a otro, de un tiempo a ott, ‘Pocas que no estin sujetas a las veleidades dela cootumbre ‘Los dichos y refranes populares dan a entender tan. biga, por cierto, que la cosa no tiene remedio y que no ea, « fin de cuentas, demasiado grave, Donde fueres, haz lo que vieres, Pero ocurre que el imperio de la costumbre es tan extenso y tan eficar que cuesta trabajo descubrir algo que sea pura y genéricamente humano y, en esa medida, tam. bign permanente. A menes, por supuesto, que se entionda ae es0 propio y caracteristico de la espetie es el predom nio de la castumbre; es decir, a menos que esa -segunds ‘naturaleza- fuese, en rigor, la naturaleza humana, Pero volvamos a la frase de Montaigne, para tratar de entender mejor el esténdalo. Las leyes de a canciencia, dice como otros podrian decir clas inclinaciones del alma, aleg categorfas de la razén+ o cosa semejante; en cualquier caso, setrata de aquello que seh reconocido, desde siempre, come 1 propio y caracteristico de la condicién humana, ¥ eso no rovione de la naturaleca, sino de la costumbre Habria mucho que decir, desde luego, acerea del pres- tigio y el peso retérico de nuestra nocién de naturalesa, Pero basta con apuntar lo més evidente: lo naturales, eet ‘os parece, inmutabie, definitivo, necesario;y en eos me. ida, y por esa raz6n, no reguiere justificacion, Frente 2 allo, tado lo demas es contingente y preeerio porque en artificial Por-eso resulta escandaloso que la conciencia, | raz6n o el alma no corraspondan al orden inflexible de 1a naturaleza, ohhace falta, por | — fz Lot Monts gu na hy saa foe calsr oma gut nuit iar be Soran burg wma lt camino Lenten on lent tin ee ce oboe [robe de toured Lan cutamtrenccnts feo stenos 9 Frits cua ante, ont eee rps Faeroe omens a frac dees Ja contac, nonin lammneraesnperl os, Le Sinead nul emp mtsrs evooey fins orgie apr delinperiextenso ne lal doa ature Veimosa Ecaetsotney fesio alive lene bw es anresiadosneta fnsincn ncn naan crepe [ss cmfgrean nn cls portant ete [stots un een deena cet Lise pra acount coast onc Romine ge dca nmanerd sndiryapevotac fsssinint as oxtamres pnts yee porn cnes ne ting coo de ce wast fost octane qe arate ana lar [tbe ur horn pn geeee esas as precarias y eontingentes camo todo siesta pagina En eada caso, la magnitud, la naturaleza, el ritmo, el significado de las variaciones son diferentes, En conjunto, loque puede sacarse.en limpio os que el rasgo caracteristi- co de la naturaleza humana es su volubilidad: la eapacidad 4e Ia especie para modificsr su entorne, sus formas de or- | ganizacién, sus inclinaciones, sus rutinas on todos les émn- bitos. Uns eapacidad que depande del hecho de que las pre- 6 ‘Una idea dels cencae sociales ‘ieposiciones iustintivas son extraordinariamente débiles, or locual la organizacién de la conducta de todo individen Aebe ser aprendida casi por completo, En este plano, la discusidn sobre nuestra «segunda nac tralezas tiene hoy la complejidad y sofisticaciGn que cabo imaginar, pero el asunto dista mucho de ser cosa nueve, De hecho, una de Ins experiencias més antiguas y persig, fentes, para cualquier sociedad, es la del contraste mas ‘menos escandeloso— con las costumbres de sus vecinos, Jes gustase ono, todas han sabido desde siempre que, méa cerca o mas lejos, se adoraban otros dioses, e orgunivaba l poder de otro modo, se hablaba otra lengua y se prob bien o se permitian cosas extravagantes, Semejante variedad nos induee hoy a pensar en la ne cesidad de Is tolerancia de un modo que hace inevitable a duicio de algunos, el Iberinto moral del relativieino, Todas las culturas son distintas, todas igualmente fermadas por Ja costumbre, todas contingentes y artificiales; por lo ten to, no hay razén para preferir una a otra ni punto de com. paracin entre ellas. La conclusién, sin embargo, no es fon, 2080. De la diferencia de les culturas ha de eacarse come ‘ue lo otro son aproximaciones, deformidades o exeravice, nymonvccran " més o menos culpables. Herodoto y Ariatételes sabfan, tan bien como cualquier teslogo medieval o cualquier ilustrado francés, que habia otros pueblos que hacian les cosas de tro modo; no tenian ninguna duda, sin embargo, de que el ‘suyo era el correcta ‘Esa tranquila conciencia de superioridad —que es lo (que hoy nos falts, por cierto— era til para muchas cosas; en particular, para entender Ia historia, Y es del todo lds. co: si el curso del tiempo tione alguin sentido, los cambios ‘en la forma del orden social, los cambios en las costum- bres, pueden ser valorados; y lo inversa es igualmente cier to: sélo esa valoracién permite imaginar un sentido, que Puede ser el del progreso o et de la decadencia, estar cada ‘ver més cerca o més lejos de la perfeccién de Io humano, Si se piensa de ese modo, Ia diferencia de las costum: bres deja de ser, de hecho, algo problematico, porque no sfocta a la naturaleza humana, Se trata de modificaciones Elrazonamiento suena hoy casi disparatado, Las e dencias del «multiculturalismo» nos han hecho demasiado | sensible irritables incluso cuando ee trata de estos temas. | Yin embargo, de algun modo, la posibilidad misma de la ciencia socal, tal como hoy la concebimos, depende de que | aceptemes algo invariable y comin a todos las miembros | dela especie, comin alas dstintas formas de organizacién que se ha dado. | Porsupuesto, noo buscamos hoy en la relaciin oon Dios, ai se nos acurre que haya un camino de perfeccién; pero, en cambio, nos dedicamos a imaginar modelos y estructuras de valides universal, o bien « conjeturar les rasgos hipoté- | Scos de una forma de evolucign tniea, orientada por la di- 8 Unies dete cencias sociales ferenciacién ol aumento de complejidad, por ejemplo, Bus. ‘camos, esto es, la solidez dela naturaleza humana através del dominio incierto de la eostumbre; aunque buseames, ‘también, la intima logiea de la «segunda natursleza, ia extensin y gravedad de su imperi. ‘Todo esto, ya o's, resulta un poco confuso, Hasta cier- to punto, de es0 se trata; es la mejor manera de entrar en ‘materia, Porque el estudio de Ins ciencias sociales est Ie- ‘no de ambigtiedades, de equivocos y malentendidos; nunca parece estar del todo claro ni qué conviene estudiar ni como puede hacerse, y por esa razén es frecvente que se diga que no son, en rigor, cencias, La discusién sobre esto es bastante tonta y alicorta, Dorgue se resuelve, afin de cuentas, definiends la ciencia de una manera ode otra, Pero traduce un prejuicio bastan te general que es sil comentar. Qcurre que los halla2gos sobre todo, el aprovechamianto teenol6gieo de los hallaz, 405 de las ciencias naturales nos han deslumbrado de tal ‘modo que evalquier otra cosa nos parece poco. Los ttubeos, las interminables discusiones el sectarismo casi escoldst co delas ciencias socisles recultan fastidiosos; impresiona, de hecho, el conjunto de lo que se publica y se dice en ef ‘campo, como cosa estéril ¢ improduetiva. Muchos hay que _| no saben para qué sirve Es una actitud entendible, desde luego, pero también injusta. Bn general, cabria decir que es una consecuencia de Jo dificil que es hacerse cargo de le especial complejidad dela materia que ocupa aa cencia social. Entidndase bien ‘no 60 trata de que sea més dificil estudiar ala sociedad ¢ Negar en ello a conclusiones exactas y aprovechables come Jas de la biclogia; ocurre tan sélo que es algo enteramente sstmonuecten a distinto, Los métados, las soluciones, aun los propdsitos qué convienen a las ciencias dela naturaleza son initiles para estudiar lo fendmenos sociales, Porque pertenecen éstos 2 tun «nivel de integraciéne diferente Bl orden y la indole de las conexiones que se establecen, ‘entre fendmenos fisicos eon distintos de los que se estable- cen entre onganismes vives o entre seres humanos. Piense usted, para tenerlo claro, en dos bolas de billar que chocan, fon dos hormigas que choean y en los conductores y pasaje- 108 de dos automéviles que chocan; piense en cémo se aco- ‘modan los cerllos en una caja, los gatos en un solar, los pasajeros en un vagén del metro; imagine o que haria fal- ‘a para prever el itinerario de un cclén, el progreso de una infecsion viral, el resultado de wn partido de futbol. Pues de.esose trata En las péginas que siguen intento hacer una descrip- Giéa panorémies de eso que Namamos ciencias sociales, a partir de las dos ideas bésicas que quedan dichas. No pre- tendo decir nada definitive ni concluyente; al eontrario: me gustaria que el texto resultase algo incémodo y dejase Iu- gar a dudas, me gustaria que fuese capaz de provocar, que suscitase otras ideas, Lo digo de entrada: no es un ensayo ‘mparcil ni sistemético, sino la argumentacién de mi pro- pio punto de vista; no planteo la realidad efectiva de las cosas, sino mi forma de verlas, Brevemente, dos detalles sobre el contenide. No me re- fiero —salvo por alusién— ala economfa ni a la historia porque ambas gon diseiplinas de rasgos muy singulares, que las diatinguen claramente de ese otro grupo, més 0 ‘menos indiscernible, que forman la sociologia, la antropo- logis, la psicologia, laciencia politica. No hago tampoco una 0 na idea deacons sciates Iustoria ni una presentacién sistemdtica de cada discipi ‘a; més bien pretendo explicar de qué manera su desarro No esta entreverado con el proceso de la cvilizacién y curso de la tradicién intelectual de Occidente, Soy consciente de que en el conjunto, y también en cada uno de los capitule, hay una propensin divagatoria; en to dos os temas aparecen fecos,alusiones, paréntesi, Me gus taria que oso sirviese —de eso se trataba, al menos— para sugerir otros argumentos, para mover ala lectura de otras cosas, Esta es una visiGn panorémica,y brevisima ademés, Jo que hay de importante e lo que pueda leerse después lo ‘gue hay que saber es siempre otra casa y ests en otra parte. Conocimiento y sociedad La idea dea ciencia es absolutamente necesaria para nues- tras sociedades de fin de siglo; mucho més, incluso, que él hecho de a ciencia. La idea de una forma superior de cono- ‘imionto, més exacta, acertada, rigurosa, ofrece a muestra jimaginacisn una seguridad de la que parece que ne puede prescindl ¥ por cierto que en elle puede haber un culto a 1s aeci6n, mas que a larazin: porque n0s atraen, sobre todo, nos faseinan, las posibilidades técnicas del saber cientifi- co, sus usos préctices mucho més que otra cosa. Tnsisto: la idea de la ciencia nos es indispensable, Y en sola sociedad moderna no es muy diferente de otras. La Adistincién entre lo que sabe la gente, el sentido comin, y1o ‘que deben saber los sabios, lo flésofes, los cientificos, los expertos, 6s casi universal porque lo es también la biés- queda de seguridad. Para el sentido comin, el mundo es bastante incierto, peligroso, casi inhabitable, pero ningtin orden puede arregiarse con eso: requiere por lo menos la ‘usin de la certoza, que se consigue postulande otra forma, de conceimiento, mas o menos inasequible para la mayoris; 1 mundo sigue pareciondo inseguro, peo cabe suponer que ‘habré quienes sepan més y lo entiendan, Sobre esto habrfa mucho que hablar: dejémaslo asf. Di- {gamos tan s6lo que la oposicién entre el sentido comin y el 2 Una idea de tae canios scales ‘onocimienta cientificoo filoséfico es muy antigua; y aunque sea una exageracidn, noes raro que se asimile ala oposicién, radical de a verdad y el error. Se supone que la ciencia pue- e descubrir la verdad, pero no sélo eso; también se supone gue el sentido comin so squire, cst por sistas one xagetacionri ads, pre que pasos attend poral ‘Fanos datos muy bisicos de la experiencia, Ala gente no le ‘cuesta mucho dudar de sus sentidas, sobre todo si puede ‘onfiar en el conocimiento superior de los sabios; con més razén si los sabios envian hombres g la luna, inventen la television o previenen la tuberculosis. A partir de esa idea, pareceria Iégico que hubiese un criterio indudable para diseriminar y distinguir el conoci- :iento cientifico del que nolo es. El hecho es que no es asi NNo hay una frontera inequivoea por la sencilla razén de a is Ora gnte-opusstaa otras quesean-feless——— Lo que hay, digémoslo en términos muy simples, son iversos tipos de conccimienta, con propisitos distintos, referidos a varios campos de la experiencia. Cada uno de ellos es ierto,utilizable, es verdadero dentro de su émbito ‘yen algunas condiciones, y ninguno es enteramente pres. cindible ni puede ser subsumido en otro, El conocimiento buya enorpeceria, ory justoybendadoescee eee ce: Es rao uo oe dga on somgjantecasond re barge ela oma habitoal de razona part cat politic que quiere cneenar ou ouenteareinn Fuera de ee cae, edi ana aateded moral dela pole; es inesmolohabercls canon vanteae te "denis, nesta, reltvaienteindteantesosete na ide dels clenciaesciles ‘Spoutaniaci6x ¥cxENCI: ConoeDIENE FoLATCO ° dao que pueda resultar de la politica. Sin ocultarlo ojus- tificarlo con bellas palabras, De ahi la incomodidad que provocs la tradicién realista que sucle atociarse al nombre de Maquiavelo, pero que tiene en realidad una historia mu- cho més larga, Hagamos un repaso. En el origen de dicha visién esta ‘un tipo caracteristico de conocimiento, de orientacién prag- matica y razonaimiento casuistico, a base de ejemplos. Su ‘manifestacién més popular y mejor conocida son las fabu- Js: ejemplos inventados con el propésito explicit de dus- rar una ensefianza moral, una moraleja. Ese mismo tron- 0, por Hamario asi dio lugar a otro tipo de literatura més ‘compleja, en que la leccién moral es més discutible y mati- zada; una literatura historiografica de intencién reflexiva, ‘aleccionsdora, Lo ms conocido de esa tradicién son las Vidas parale- las, de Plutarco. Las biografias de Alejandro, César, Bruto, Bpaminondas y Catén sirven para hacer al elogio del sacr- Scio, el valor, la disciplina pero también dela astucia, Otros textos estan incluso més alejados de la intencién morali- zante de Plutareo; los Anales, de Méito, pongamos por caso, fen que la narracién minuciosa de verdaderas atrocidades ‘permite sacar conclusiones muy puntuales y distanciadas, ‘casi tenieas, sobre el andamiaje del poder politico. Buscando un modelo de dicha corriente, en lo que se refiere a la politica, se antoja mencionar la Ciropedia, de Jenofonte: un ejercicio auténticamente monumental en ‘que la vida de Ciro, referida con primoroso detalle, permite vuna reflexin sobre la naturaleza de la politica, las vireudes| e los gobernantes, a creaciSn de poder y orden. AJenofonte le preocupaba sobre todo la inestabilidad de las formas i 80 ‘Una idea ds ts ciencias socistes | secoranuacitn y cits: ConocouENTO pOLINCO a de gobierno y buscaba en Cisa un modelo, et conjunto de claves para descifrar eT problema del mando y la obedicn, lai por eso su mirada es bésicamente realistay no tens eparos para elogiar la violencia, la intriga o incluso la oo,” rrupeién, cuando son polticamente tiles, Se trata, pues, de una tradicién muy vieja y segura: ‘mente tan cercana comoes posible ala perspeciva del na, turalista, Procura un conocimiento préctico y local, may alejado de la discusién floséfica acerca de quéeslobueno | ‘en general: atento sobre todo al detalle de las cirtuncten, cias, segtn Is idea de que la complejidad ‘uatos human Teo aclarar algo més la naturaleza de eva liters tura, digamos, pragmética. Su orientacin no es cinica 5, desde luego, no supone que el in justiique los modi, son manuales para tiranos, indiferentes hacia el eapriche ola arbitrariedad; sucede exactamente lo contrarie: rope, ‘Be un conoeimiento técnico, objetive, que im cer los gobernantes. ‘ede hipétesis de que en politica no puede teense cual, ‘ier cosa, que no da igual un recurso que ote Bn general elfin sltimo es puesto entre paréntesis, pero ‘sono significa que sea intrascendente sino quo esta fer, di lugar cuando se trata de autos tei careteritoor det stberteniry gen ee soso creacion de orden, de disiplin, de pader Bs ago que su. cede tambien en cualquier eta terrenoy que ne occlos 22 8 nadie: pude costrite un code, por onal oe considerar el uso que se le vaya a dar ol posh al seco ‘vaya a vender; con independencia de su finalidad sustantiva © comercial, hay una finalidad propiamente técnica, que consiste en que el coche fancione Veamosl en un cao conerat.Aesta tradiisn ragms- ica y siemplar peréenece el que os acaso el mas antipes tratado de arte militar en Ia tradici ecedental Polos cdtiea, de Eneas el Téctico, En él seexpica, a partis de una seriede anéedota, el mejor modo de hacer a guerra come tratar alos nobles, «los soldade, alo eospiradores, qué Daoeren el caso de un sito, ineloas el moda deslimentas el osblocabe dentro de a téenic militar Para tod ello hay abundancia de consejos mas o menos itlesyopinables, Ig Snteresante esque sobre el fin iltme no haya ni ome soln _ palabra. nine menctor a0 asunios tan sbviamenteinges antes como quién hace la TOTS propssito ies como ule has a gare ier ST prop —Por-tra parte, el fin intermedio» esté clarisimo: se trata “Gepanar la guerra. ¥ eso impone limites obvios, objetivos, ‘nfranqueables, «lo que puede hacerse, Digémoslo otra vez, noes que el fin ustifique los medios, . sir a cualquier medio, sino presisamente lo opuesto. Los Stiles; prOVeChovos, correctos, 7 resule ‘ta perjudicial, contraproducente, No que la eleceién de los ‘medios sea intrascendente, sino que para hacerla correcta. mente hay que referirse a los fines intermedios. ‘Volvamos ahora sal problema del inicio, Desde un punto e vista general, puede pensarse que la guerra es mala, {que es, como decfa don Manuel Azafia, un mal absolut sin compensacién posible ni mezela de bien alguns. No obs. tite, salve queso i! ble, "450 de tener que afrontarla, vale més tener cla~ 2 Una dea dels eeneiassciles desapego. En el extremo, teniendo de ella la poor opinién ‘imaginable, podria decirse otro tanto de la politien;cabria condenarla de; Tata aps Ser ‘én dela Montafia, por ejemplo, ode alguna fantasfa anar- 4quista 0 sansimoniana, pero eso nola har‘a desaparecer ni Justificaria el dejar de estudiazla, Es decir l estudio téenico y desapasionado de la politi- ‘caes una empresa razonable y que no deberia escandalizar 1 nadie. Eso aparte de que también sea defendible en sf ‘misma, que parezcan plausibles sus fines intermedios: pro- dace poder orden, conseguir ln sediencia, taco oon roa lg Watteén-repabicann -Segtnr€Sts bo hay oo valor superior ni propésito mas estimable que el bien dela repiblica, que depende de que se pueda mantenerla pode- rosa y ordenada. La originalidad 4 blando, resulta de a 2 ‘1 cat vista tenor ote un ecto lista, pragmético de los recursos dela politica, unido a una, idea favorable y hasta encomidstica de sus fines interme- tromodo: la creacin de un orden establey un. Por cierto que no era el nico que pensaba ast. Hay en ‘su sigio una densa tradicién de pensamiento republicanoy ‘una multitud considerable de -espejos de principes libros concebidos para ensefar al arte de gobernar. Algunos é¢ éstos son més o menos ingenuos, eduleorados, pero otros son bastante crudos y explieitos, como los de Guiceardin, | Saavedra Fajardo o Furié Ceriol. Si destaca Maquiavelo en secoLanuacion y cious conocoumTo ROLNCO ® ese mundo es por su brillant, por sa agudeza, poraue en su obra aparece de a manera ms cava el geo inteectaal de su tempo, que consste en Ia secularzacién del pensa- rent poi. ————— “La refsiom de Maguiavelo no silo es ajena al eit namo sino que, en cierto aspect, en #4 erientacisnrept- ican, taming deirene miriam, Bs: sins pric dirgida "oe or apremia pare aq se ocupen del destino sltramndano desu alma resul- ta pligrosa para a repbleginvita al ascetiamo, aera siento, al olvide de las vireudes mUyTerrestres que se re- aqoleren ps En oso Mas desentiende del fin tltimo propuesto por la doetrina eis- ‘meee paesceai-sgulorsinoeuersina que HENCE tra pornicioso y hasta execrable El republicaniamo contsibuye a subrayar el cardeter séenion de sus exerts, porque lo eva a ser muy explo fen su rechazo de cualquier exigencia o propésioajen0 ala novesidad peitic, Deade ae punto de vista, no hay oto Criterio para reconooor la vrtod que el nterés dela reps bien. Bs decir Ia nia finaidad que acepta y encomia es Jn Gnalida intermedia propia dela pita. En resumen, Maghiavelo puede dedicarse aun esto- dio téonic de la polities, puede expliar sin reservas Ia verdad efactiva de las cosas porque se ha desemmbarazado de as experanzas y admoniciones dl eristianismo, Puede Smaginar na cieneia de Ia politica porque eacibe un co- nocimiento secular. Recurre, por otra parte, al vieja tr Aisén de la iterator Giastanciaa dela politic. Una idea de to sinc scciaes ‘Antco de cambiar de tema convene una tltima reflex, En los siglos siguientes, el cristianismo perdié mucha de ‘mado su lugar y se ale ‘partir dela idea de un «fin dltimo. para el que, parla gene- ‘al, Ja politica zesulte-tembign incémoda. Las dems cien. ias sociales, por otra parte, suelen enfrentar cefticas sini. Jares en cuanto intentan establecer un dominio autGnomer hay a quien le parece escandalosa una ciencia econémica ‘que mo se preoeupe por la justia, o una sociologia que se esentionda de los valores familiares. Para decitlo en ura frase: el escdndalo de Maguiavelo ese! del distanciamic tween el estudio de lo social Ahora bieerdejamd de lado el esedindalo y atendiendoa Toque tiene de sustantivo, hay también mucho de interés en Jsobra de Maquiavelo. Su intento es ofecer-un conocimiento sistemdtico de la polities, fandado: a r (eT naturaleza humana es ¥ m0 abe derivar de ella las conseeuencias normativas tipicas el usnataralismo, pero es igualmente universal ¢inalters. ble. Loque llama la atencién, siendo ése-su propésito, es que e entrada reconozea que hay limites insalvables pars la ambicén cientifiea. Segan su idea, la politica dapende por ent aa las devalidez absoluta para gobernar, salvo la obligacién de Delos ejemplos pasados puede eprenderse mucho, des- de pequerias astucias y recursos téenicos hasta movisnien. 0s regulares del dnimo colective, nercias de las institucio. nes. Por encima de todo y con un imperio précticamente invefrenable domi nuns; contra ela sélo puede la virtud: no Ia ciencia, ——_—_ _SpouLARLZACION¥ CIENCIA: CoNeRIENTO POLIO 85 ‘Maquiavelo, esto se dice siempre, fundé la ciencia pol- “Gus pocos se hayan ie= teresado, en los times 800 afon etre Buscando cbjetordseeTudo més estables,cleran, que por, rian un canocmienta sstemétio la reflesn politica ha darivado-tmie-lerinstfaciones, las ideas, tammbidn hacia las grandes variables demogréticas que explican —acaso— comportamientos masivos, El estudio de las précticas poli ticas, en cambio, que era lo que obsesionaba a Maquiavelo, no ha sido muy freeuentado, Nos queda la idea de que ése es un campo, en efecto, sometido a la fortuna, inseparable de las circunstancias y or eso casi-inasible-‘Pambler nos queda Ia vaya Soncien- Gia de que es alge-turbic;morahnente dacoso- Preterimss ‘ignorarlo, sancta simplicitas. a

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