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Sennett analiza los cambios personales que surgen como consecuencia del trabajo en el nuevo

capitalismo. Es decir, como los cambios que se viven en el plano laboral, afectan el carácter de
cada uno.
El carácter es, principalmente, el valor ético que le damos a nuestras relaciones con el mundo.
Para Sennett, se vincula con aspectos duraderos de cada uno, es producto de las experiencias
emocionales vividas, y se proyecta en nuestras capacidades y en nuestra forma de presentarnos
ante los demás. Dentro del carácter, los logros son acumulables, a la vez que se relaciona con la
capacidad para postergar la recompensa o gratificación y saber esperar. Carácter son todos
aquellos aspectos que valoramos de nosotros mismos, y que nos gustaría que el resto valorara.
Sennet diferencia dos etapas: la primera trata de un gran aparato burocrático, con desarrollo
industrial, rigidez constante. Con una cultura largoplacista, con paciencia y fortalecimiento de los
vínculos a través del tiempo.
En la primera etapa, “la jaula de hierro”, se vivía una rutina estable a lo largo del tiempo, con una
estructura rígida. Se tenía una forma de vida predecible, el tiempo era una variable rígida y lineal,
donde los logros eran acumulativos y se podía planear a largo plazo (vacaciones, hijos,
mudanzas, etc.). De esta manera, cada persona era el autor de su propia vida, ya que planifica y
ejecuta.
La segunda etapa, está signada por la flexibilidad como cambio positivo y necesario, ya que la
burocracia “ahogaba al individuo”, “no lo dejaba ser”, así, ahora permite la libertad y ser más
versátil.
Se trata de un trabajador flexible, dinámico, incierto. Para tener éxito en el mundo del trabajo, se
debe ser una persona abierta y dispuesta a correr riesgos. No se posterga la gratificación, sino
todo lo contrario; se buscan logros rápidos, la satisfacción a mediano plazo no sirve. Todo es a
corto plazo, ya que reina el cortoplacismo como principio.
En esta nueva sociedad, pierde valor la comunidad local, y pasa a tener más importancia la
comunidad digital (las redes). No hay un YO sostenible, no hay una continuidad, ni con el trabajo,
ni con la comunidad, ni con los amigos. No hay un relato ordenado, hay altos y bajos, nada es
lineal. De esta manera, el individuo es un espectador, ya que las cosas “le pasan”, no las hace, y
debe adaptarse a ellas.
Este nuevo capitalismo está caracterizado por nuevas formas de organizar el tiempo, relacionado
con las tecnologías, que se imponen a nivel global. Así, el mercado global se vuelve dinámico
no se permite que las cosas se hagan de igual manera año tras año. Esto es así porque el capital
se vuelve impaciente, de manera que, se pueda vender. Existe el deseo del rendimiento rápido,
no de que las cosas adquieran valor a largo plazo.
Mientras el mercado cree que el rendimiento rápido se genera mejor si se instaura un rápido
cambio institucional, las empresas son más ligeras en la base, y se pueden desmontar o redefinir
más rápidamente (adaptabilidad) así como desintegrarse o f u s i o n a r s e .
Otra característica es la destrucción creativa; deberíamos poder alejarnos de lo que nos
precede, de lo anterior. Se trata de promover cierta comodidad frente al peligro, a los riesgos, a
la incertidumbre, poder acompañar al sistema. Es una destrucción del carácter, se corroe, según
Sennett, porque el tiempo pasa ser una percepción, no es nuestro, no nos apropiamos de él,
desaparece la valoración del tiempo.
Esto también se ve reflejado en las relaciones: se interrumpe el “proceso de maduración”, los
lazos familiares o amistosos requieren de tiempo, compromiso, pero en esta cultura cortoplacista,
no puede darse, solo son efímeras. Esta sociedad valora más tener muchas relaciones débiles,
simplemente conocidos (lo que podríamos llamar contactos), para así poder llegar a otras partes
del mundo, de esta manera, se desvanece la confianza, la lealtad, el compromiso, que
caracterizan los lazos fuertes y duraderos.
Los cambios se ven en las instituciones, que garantizan estas modificaciones del mercado, por
ejemplo, la legislación incluye a las pasantías como forma de contratación, o los tres meses de
prueba, donde se valida la flexibilización y se toma el principio del cortoplacismo como eje.
El trabajador que se requiere es aquel con una fuerza particular del carácter, con seguridad
necesaria para moverse en el desorden, alguien que florece en medio de la incertidumbre, que
tiene la capacidad para desprenderse del pasado y aceptar la fragmentación. Los verdaderos
vencedores no sufren por la fragmentación, sino que los estimula el trabajo en muchos frentes
diferentes.

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