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Editado y publicado por:

World Vision - América Latina y El Caribe


CELAM- DEJUSOL
Pastoral da Criança
©Sociedad Bíblica Colombiana

Mediación Pedagógica Isela Ramírez Madrigal

DAME LA MANO Y DANZAREMOS:


La niñez como desafío teológico y pastoral
ISBN 978-958-745-263-1

Carrera 132 No. 22A-86 - Barrio Fontibón HB


PBX: (57 1) 3460977 - 4216922
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Bogotá, D.C., Colombia
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Impreso en Colombia
3M-X-2015-09

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CONTENIDO

Presentación

Introducción

La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia.


Apuntes para una historia de la pastoral de la infancia
Autor: Leonidas Ortiz Losada .................................................................................. 13

Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana


Autora: María Clara Bingemer .............................................................................. 36

Dame la mano y danzaremos:


la niñez como desafío teológico-pastoral
Autora: Dra. Elizabeth Salazar Sanzana ............................................................ 56

Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión


Autora: Ruth Padilla ................................................................................................... 74

La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento


Autor: Wilton Sánchez Castelblanco..................................................................... 87

Teología con rostro de niñez.


Apuntes para una teología de la niñez en perspectiva
latinoamericana
Autor: Harold Segura ............................................................................................... 105

Hacia una pastoral de la infancia


Autor: Monseñor Eduardo García ........................................................................ 140

El juego y la teología de la celebración desde la infancia


Autor: Edesio Sánchez Cetina................................................................................ 142

De juegos, fantasías y travesuras


Espiritualidad en clave de niñez
Autor: Nicolás Panotto ............................................................................................ 183

Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza:


hacia una saludable nutrición espiritual de la niñez
Autora: María Cecilia Leme Garcez...................................................................... 202

Glorificar a Dios en la defensa de la vida.


Notas sobre la infancia y la lectura bíblica
Autor: Paulo Ueti ....................................................................................................... 222

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Presentación

Este libro sobre teología de la niñez, titulado Dame la mano y danzaremos: la


niñez como desafío teológico y pastoral, ha sido publicado gracias al acuerdo es-
tablecido entre la Sociedad Bíblica Colombiana y el Proyecto Centralidad de la Ni-
ñez, promovido por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), la Pastoral da
Criança de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB) y World Vision en
América Latina y El Caribe.

El proyecto, fruto del convenio de cooperación de las tres organizaciones, tiene


como objetivo fortalecer el compromiso evangelizador por mandato de Aparecida
para la promoción de la vida plena y el desarrollo de los niños y las niñas. Su finali-
dad es el fortalecimiento integral de la niñez y de los colaboradores de la pastoral;
la construcción de capacidades en temas relacionados con el desarrollo holístico
de la niñez, y el posicionamiento de iniciativas y proyectos latinoamericanos y cari-
beños que promuevan dicho desarrollo con un fundamento cristiano.

La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe de Apa-


recida, Brasil (2007), ha identificado a la niñez, en especial a la primera infancia,
como un grupo humano de acción prioritaria de la Iglesia, la familia y las institu-
ciones de los Estados (DA 438-441). Por lo tanto, ante este importante desafío nos
hemos visto comprometidos a inspirarnos y seguir el ejemplo de Jesucristo en el
paradigma de respeto, acogida y formación integral de los niños y niñas a través
de acciones pastorales concretas.

Por ello, el CELAM y su Departamento de Justicia y Solidaridad, con el Programa


de Pastoral de Infancia, han venido colaborando en favor del desarrollo integral de
la niñez a través de las Conferencias Episcopales y con organismos tan importantes
en el continente como la Pastoral da Criança y World Vision.

En la presente publicación encontraremos una serie de artículos muy valiosos


que, desde aportes inter e intradisciplinarios, favorecen planteamientos alternati-
vos, esperanzadores y proféticos sobre la niñez, al tiempo que le otorgan una fide-
lidad creativa al Evangelio de la vida en el reconocimiento de la niñez como lugar
privilegiado del Reino.

Así, en la primera parte se incluyen una contextualización histórica y geográfica


de la realidad latinoamericana en el tema de la niñez en los tiempos recientes y una
descripción de la situación actual de la niñez respecto al testimonio de Jesús en los
Evangelios, las cuales nos muestran una apertura en la reflexión bíblica, teológica
y pastoral de los capítulos siguientes y sus alcances propios.

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Se encontrarán insumos valiosos con relación a la profundización hermenéutica
de la construcción de la niñez desde la perspectiva bíblica, lo cual aporta elemen-
tos interesantes frente a la vulneración y el menosprecio de la niñez en el mundo
actual, y una sólida reflexión de la epistemología teológica, sugiriendo directrices
muy precisas basadas en una teología con rostro de niño.

De igual forma, el libro presenta elementos variados y muy concretos para visua-
lizar la incorporación de la niñez desde una evangelización apropiada, según las
características de los niños y a partir de ciertos factores para que el proceso cate-
quético propicie una imagen cercana y amorosa de Jesús y motive a encarnar sus
valores.

De esta manera, esperamos contribuir al proceso de trabajo cooperativo funda-


mentado en la vida plena para todos los niños y niñas de Latinoamérica y el Caribe
con una respuesta concreta a sus necesidades, especialmente las de aquellos que
se encuentran en situación de vulnerabilidad.

De esta forma, nuestro deseo es seguir colaborando en un espíritu de diálogo


por medio de la oración, el encuentro y el testimonio, para continuar el proceso de
acercamiento y mutuo conocimiento en favor de la infancia, a fin de que los niños
y niñas tengan vida plena en Jesucristo.

+ JUAN ESPINOSA JIMÉNEZ

Obispo Auxiliar de Morelia, México

Secretario General del CELAM

Bogotá, D. C., mayo de 2015.

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Introducción

Mediación pedagógica: una propuesta desde la pedagogía de la


ternura

Con las lecturas feministas de la Biblia y la producción teológica desde las mu-
jeres se develó el peso que ha tenido el patriarcado sobre la tradición cristiana, al
tiempo que se descubrieron mujeres protagonistas desde los textos de la biblia he-
brea hasta los cristianos.

De pronto pudimos ver que no existe un lugar en el cual las mujeres no hayan
jugado papeles importantes en los relatos bíblicos. Pero todo esto se visibilizó gra-
cias a que la lupa de las mujeres fue incorporada al proceso de mirar de nuevo las
Escrituras y sus interpretaciones.

Mujeres como Elsa Támez, María Pilar Aquino e Ivone Guebara fueron pilares
en la denuncia de la lectura tradicional patriarcal y sus efectos excluyentes en la
constitución de la identidad religiosa de nuestros pueblos latinoamericanos, que
no solo oprimía a las mujeres, sino también a la sociedad entera.

En el campo teológico, los movimientos feministas han dado lugar


a un cuestionamiento riguroso sobre los conceptos que estructuran el
pensamiento cristiano, los puntos de referencia que gobiernan nuestra
construcción de lo sagrado, las formas y contenidos que resultan de dicha
construcción, y las implicaciones de esta para la vida de los diversos grupos
sociales.1

A medida que crecían las lecturas étnicas, interculturales, de género y de la exclu-


sión, empezamos a ver cómo los textos sagrados cobraban vida y eran mucho más
ricos y complejos. Ahora hablan más idiomas, tienen más colores y transmiten la
esperanza a muchas más personas que no se veían reflejadas antes en ellos.

Pero hay otro sujeto social que sigue siendo marginado precisamente por su con-
dición: la niñez. Ya que no tiene preocupaciones teológicas ni hermenéuticas en su
vida cotidiana, corre el riesgo también de ser invisibilizada del escenario religioso.
Actualmente, es un objeto depositario de la tradición, que asiste a la formación
cristiana para recibir de las personas adultas su lectura de la fe y de la experiencia
de lo religioso.

La realidad es que si las personas que trabajamos con esta población no nos ocu-
1 Aquino, M. P. Támez, E. (1998). Teología feminista latinoamericana. Quito: Abyayala.

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pamos de visibilizarla, se quedará sin voz en los espacios de producción simbólica,
religiosa y pastoral. ¿Pero, pueden ser las personas adultas sus voceras? ¿Qué pode-
mos hacer para no caer en nuestro adultocentrismo cotidiano, que es herencia de
la sociedad tradicionalmente patriarcal?

Ir deconstruyendo nuestra experiencia adulta y empezar a explorar la lectura in-


fantil del mundo, y por ello de sus nociones de fe y religión, será una tarea de todos
los días. Para ello se propone emprender este camino de la mano de la pedagogía
de la ternura.

Este tránsito de encarnar los textos que aquí se ofrecen sobre teología y niñez
será el objetivo de la mediación pedagógica que se propone ¿Por qué una media-
ción? Cada capítulo irá aportando muchos elementos reflexivos sobre la niñez y el
trabajo pastoral. Así, la mediación busca que esos insumos tan valiosos puedan
llevarse directamente a la práctica pastoral, religiosa, eclesial y a otras labores de
las comunidades creyentes.

La mediación brindará propuestas, planteamientos e interrogantes que inviten a


ir materializando en sus contextos religiosos cada una de las ideas de los capítulos.
Inicia con una “mirada” a nuestras prácticas y lecturas bíblicas, a nuestro lenguaje,
al lugar que ocupamos como personas adultas y al que les damos a los niños y a
las niñas.

Luego de mirar nuestra realidad y nuestras prácticas, se invitará a hacer una


“revisión” de lo que sucede en nuestros círculos religiosos, pastorales y formativos,
pero esta vez con los criterios que nos van a ir entregando cada uno de los textos.
Se espera que esta valoración crítica impacte en los aspectos bíblicos, pastorales y
teológicos.

Al final, se insta a “posibilitar”, en los espacios de práctica religiosa, acciones


concretas que le den vida a los textos que se ofrecen. Estas acciones serán una
construcción personal, propia, ya que sólo se van a proporcionar pistas, ideas y
recomendaciones. Únicamente la persona o el grupo que hace la revisión de su
contexto es quien posee el conocimiento de cómo se desarrolla la labor pastoral, y
puede decidir las transformaciones necesarias.

La pregunta que queda ahora es ¿cómo será esta mediación desde la pedagogía
de la ternura y por qué? Para responderla vamos a hacer un breve resumen de lo
que es la pedagogía de la ternura, para ir entendiendo cómo es que nos puede ayu-
dar a hacer pastoral y a leer la Biblia en clave de niñez.

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Inicios de la pedagogía de la ternura

Para entender de qué se trata y qué nos propone es necesario conocer dónde
nace esta pedagogía y por qué es de la ternura.

Inicialmente retomaremos el aporte que nos hace Alejandro Cussiánovich en su


trabajo Aprender la condición humana. Ensayo sobre pedagogía de la ternura2,
quien nos indica que la pedagogía de la ternura tiene dos fuentes que le dieron
vida: la teología de la liberación y la educación popular. Su contexto original fue
América Latina a finales de los años setenta. El movimiento feminista lo fue nu-
triendo, hasta que a finales de los años ochenta se planteó formalmente en distin-
tos espacios religiosos y educativos.

La teología de la liberación trae lo político al escenario religioso y demuestra que,


en esa coyuntura histórica, en América Latina el mensaje de Jesús no podía conce-
birse alejado de prácticas políticas liberadoras de la opresión de la que era víctima
el pueblo cristiano. Se comprendió el Evangelio como mensaje liberador que im-
plicaba prácticas que trascendían lo religioso. En esa línea podemos leer muchos
trabajos teológicos y hermenéuticos de la época, de pensadores como Gustavo Gu-
tiérrez, Leonardo Boff y Pablo Richard.

Al lado de esta nueva conciencia religiosa de lo sociopolítico, la educación po-


pular era considerada espacio para gestionar las prácticas liberadoras mediante
la enseñanza. Darle la palabra, que era liberadora, a las personas sin voz, sin co-
nocimiento de su propia condición de subordinación, permitía la autoliberación,
pues posibilitaba la conciencia de lo que sucedía y de lo que las personas con cono-
cimiento eran capaces de gestionar en sus entornos. En este tema nuestro primer
referente es Paulo Freire.

Esos dos contextos donde la constante fue liberar al sujeto mercantilizado y re-
cuperar la subjetividad manipulada, como motor de la transformación impulsada
por la esperanza que brinda el mensaje cristiano y la solidaridad que posibilitaba
la educación popular, fueron nichos para la pedagogía de la ternura.

Al tiempo, se fueron afianzando en los movimientos feministas, que en los ám-


bitos social y político irrumpieron en la conciencia colectiva con el reconocimiento
del rol tradicional de la mujer como objeto de comercialización y explotación en
todos los ámbitos sociales, evidenciando así una sociedad patriarcal donde solo
el hombre es sujeto y el resto son su propiedad para su uso y abuso. También se
visibilizó más claramente la situación de la niñez, la negación de su dignidad y su
explotación especialmente laboral.
2 Cussiánovich, A. (sin fecha). Aprender la condición humana. Ensayo sobre pedagogía de la
ternura. Lima: ifejant.

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En esa coyuntura latinoamericana, marcada por la ebullición militar, política,
capitalista, y a la luz también de todos estos movimientos sociales, intelectuales y
religiosos, que develaron el horror de la violencia armada, la pobreza y el desam-
paro en el que vivió la infancia, se optó por la ternura, que ha sido la manifestación
del cuidado, la protección y la solidaridad en busca de un bien común como sím-
bolo de esperanza.

Aportes esenciales

De la pedagogía de la ternura podemos sustraer algunos aportes esenciales para


este trabajo, a partir de los principios generadores que le han dado vida y sustento
para ser parte de las pedagogías formales y de las prácticas educativas en América
Latina.

* La recuperación de la niñez como sujeto, que implica rescatar su subjetividad,


su mundo interno, la experiencia infantil de lo concreto, de lo religioso, su ra-
zonamiento y sus intereses.

* La reconstrucción del lenguaje. Que se comprenda una forma distinta de con-


ceptualizar a la niñez y su imaginario simbólico.

* Al darle categoría de sujeto a la niñez, esta demanda un espacio propio en la


sociedad, amparado en sus derechos. Se requiere darle voz y cuotas de poder
en contextos donde se decidan sus necesidades y bienestar.

* Comprender que en cada niño y en cada niña hay una persona con posibili-
dades de trasformar su entorno y de autoliberarse si recibe la formación y el
empoderamiento necesario (protagonismo).

* Recuperar lo afectivo implica cuestionar los paradigmas racionales estableci-


dos que han primado en todos los procesos formativos y en los espacios insti-
tucionales de atención a la niñez.

* Incluir la ternura en las estrategias de formación o atención involucra necesa-


riamente una revisión del lenguaje con el que se construyen las prácticas y la
comunicación, especialmente de las personas adultas hacia las menores de
edad.

* La pedagogía de la ternura, más que referirse a elementos superficiales de sen-


timentalismo, establece el afecto como nutriente vital para el desarrollo de las
personas y de su dignidad, que afecta de manera integral sus propias vidas y
su interacción con la sociedad.

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* Invita a volver a la ontología afectiva humana como una especie de camino
espiritual de la humanidad para reencontrarnos con ese elemento cohesiona-
dor.

* Esta pedagogía no se agota en lo formativo, sino que impulsa un movimiento


de liberación de la persona que es tremendamente político y social e incluye
prácticas de estas otras índoles.

Claves para deconstruir nuestras prácticas y lecturas adultocéntricas

A partir de las discusiones formuladas por la pedagogía de la ternura, y de sus


cuestionamientos y principios generadores, se proponen algunas claves o pistas
para iniciar este camino para visibilizar a la niñez en el panorama religioso.

* Revisar el lenguaje y las prácticas adultocéntricas en nuestros círculos religio-


sos, mirando críticamente las dinámicas de interacción que limitan los dere-
chos de la niñez y su participación plena.

* Escuchar atentamente las palabras en los discursos, para decidir si son cálidas,
esperanzadoras, si se refieren a lo concreto y a los intereses de la niñez.

* Preguntarnos por las nociones de niñez y cómo estas son reflejadas en nues-
tras acciones. Si fomentan la verticalidad del adultocentrismo o, por el contra-
rio, promueven la horizontalidad entre las subjetividades.

* Mirar en las estructuras de participación qué espacios se les han dado a los
niños y a las niñas y qué rol juegan en ellas, pues el protagonismo es un reque-
rimiento para su desarrollo integral.

* Tomar conciencia del valor que tiene lo afectivo en nuestros contextos pasto-
rales ¿Cuánto espacio se le da a lo racional en relación con lo afectivo?

* Que la búsqueda de humanización en los procesos formativos implique la sen-


sibilización, la emoción y el lenguaje afectivo, dejando en otro plano lo racio-
nal, lo individualizante y lo abstracto.

* ¿Qué tareas se pueden proponer y qué insumos conseguir para implementar


la ternura en las prácticas y discursos religiosos? Que se revalore el cuidado de
la fragilidad del otro y la otra que nos representa la niñez.

* Dentro de las relaciones de las personas adultas y los menores de edad, qué
espacios podemos generar para el cuidado y la protección de la niñez.

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* Incorporar en las prácticas y discursos el razonamiento ético en cuanto a las
dinámicas de relaciones entre las generaciones. Revisar el uso del poder, la
fuerza, la palabra y la toma de decisiones dentro de las estructuras.

* ¿Cómo se pueden impactar los ámbitos sociales, políticos y otros desde los
círculos religiosos y mediante la pedagogía de la ternura?

Isela Ramírez Madrigal

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 13

La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia.


Apuntes para una historia de la pastoral de la infancia

Leonidas Ortiz Losada


Secretario General Adjunto del CELAM

Introducción Mirar...
La Iglesia latinoamericana siempre ha tenido como ¿Qué características tiene la
preocupación prioritaria el cuidado y atención de la niñez y niñez desde la percepción
de la iglesia latinoamericana
la juventud; prueba de ello es el alto número de institucio- según Ortiz?
nes, organismos y movimientos que ha creado a través de su
historia para atender a los niños y niñas en diversos campos. ¿Qué respuestas que se
desprendan del texto dio la
Iglesia a la niñez y cómo se
El Programa de Pastoral Social de la Infancia se inscribe en describen?
el contexto de una profunda preocupación de la Iglesia por
el presente y futuro de los niños y niñas, tanto en el ámbito
eclesial como social. Especialmente a partir de Medellín, 1968,
refuerza su trabajo a favor de los más pobres, expresado en
sus múltiples formas de defensa, asistencia y promoción de los
más necesitados.

Medellín y Puebla
La Iglesia latinoamericana en el Documento de Medellín
(1968) orienta su trabajo a favor de los más pobres, estable-
ciendo opciones concretas a favor de una evangelización
que se comprometa con los más excluidos y sea solidaria
con ellos, “testigo de valor de los bienes del Reino y humil-
de servidora de todos los hombres de nuestros pueblos”1.
Los más pobres y débiles son, sin duda, los niños y niñas de
nuestros pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos
y urbano-marginales.

En Puebla (1979), los obispos latinoamericanos denuncia-


ron la situación de pobreza, desnutrición y abandono de la
niñez en el continente:
1 Medellín, Pobreza, 8.

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14 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

Comprobamos, pues, como el más devastador


y humillante flagelo, la situación de inhumana
pobreza en que viven millones de latinoamericanos
expresada por ejemplo, en mortalidad infantil […]
desnutrición [… rostros de niños, golpeados por
la pobreza antes de nacer, por obstaculizar sus
posibilidades de realizarse a causa de deficiencias
mentales y corporales irreparables; los niños vagos y
muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto
de la pobreza y desorganización moral familiar […].
(Puebla 29-32)

Mirar... PRIMERA ETAPA:


Según lo descrito, en esta Supervivencia y desarrollo infantil (1983-1987)
primera etapa ¿cuáles fue-
ron los temas de interés en En los planes globales del CELAM, una primera etapa en
la niñez que se propusieron este trabajo a favor de la niñez más desprotegida se inició en
trabajar desde la iglesia?
1983, cuando Unicef lanzó su programa La revolución de la
salud, el cual fue acogido con entusiasmo por la Santa Sede,
confirmando el compromiso histórico que siempre ha cum-
plido a favor de la salud y el bienestar de los niños y ofrecien-
do toda la red asistencial de la Iglesia católica, organizada en
diversos países del mundo y especialmente en aquellos en
desarrollo. La Iglesia espontáneamente brindó todo el apoyo
posible a las cuatro fórmulas para mejorar la salud de cientos
de millones de niños: el monitoreo del crecimiento del niño
(Growth), la terapia de rehidratación oral (Oral Rehydration),
la lactancia materna (Brastfeeding) y las inmunizaciones (Im-
munisation), promovidas por Unicef como el principio para
un cambio2.

En septiembre de 1983 se toma la decisión de iniciar una


primera experiencia de trabajo conjunto entre la Iglesia cató-
lica, representada por el Consejo Episcopal Latinoamericano
(CELAM) y Unicef. El Secretariado Nacional de Pastoral Social
de Colombia inicia su trabajo elaborando el manual El cami-
no de la salud de los niños y capacitando promotores de vein-
te jurisdicciones. En 1984 participa en el Plan Nacional de
Supervivencia Infantil, Supervivir, que desarrolla el Gobierno
nacional. Situaciones similares se presentan en Brasil con el
programa de Pastoral da criança, y en Venezuela.

2 L’Osservatore Romano, 9 de Mayo de 1983.

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 15

Compromiso del CELAM y de Caritas a favor de la


niñez
En 1986 se realiza en las ciudades de Londrina y Brasilia, en
Brasil, un encuentro de quince obispos latinoamericanos para
evaluar la acción desarrollada conjuntamente por Unicef y la
Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB). La Doctora Zilda Arns,
con su sabiduría, su espíritu eclesial y su amor a los pobres,
jugó un papel muy importante en la organización de este pro-
grama de la pastoral de la niñez. De allí surgió una solicitud al
CELAM para que promoviera la ampliación de la experiencia a
otras conferencias episcopales del continente.

El Secretariado Latinoamericano de Caritas y SELAC se unió


a este esfuerzo y animó a las Caritas nacionales y diocesanas
a colaborar y participar activamente en este programa.

SEGUNDA ETAPA: Mirar...


Pastoral social de la infancia (1987-1993) En esta segunda etapa,
¿cuáles fueron los temas de
En la XXI Asamblea General del CELAM, realizada en Ypa- interés?
caraí (Paraguay), se aprobó una recomendación para que el
Departamento de Pastoral Social del CELAM promoviera el ¿Cómo estos temas siguen
vigentes aún?
Programa supervivencia y desarrollo infantil, con la colabo-
ración de Unicef y en coordinación con los organismos na-
cionales correspondientes. Esta recomendación se tradujo
en el programa de Pastoral Social de la Infancia, vinculado al
Departamento de Pastoral Social (DEPAS), que convocó ini-
cialmente a dos encuentros sobre el tema, uno en Bogotá,
con delegados de las conferencias episcopales de los países
bolivarianos, y otro en San Salvador, con delegados de las
conferencias episcopales de Centroamérica. Se realizaron en
noviembre y diciembre de 1987.

2.1. Llamado del Papa en pro de los niños


En la Cuaresma de 1988 el Papa Juan Pablo II hizo un lla-
mado apremiante sobre el escandaloso problema de la mor-
talidad infantil e invitó a apoyar generosamente todas las ac-
ciones y proyectos de la Iglesia local, especialmente aquellos
que le aseguraran un futuro más justo a la población infantil
más desprotegida”3. Esta voz de aliento del Santo Padre re-
novó el entusiasmo por la Pastoral de la Infancia. Veamos el
texto de manera más amplia:
3 JUAN PABLO II. Mensaje de Cuaresma, 1988.

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16 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

Contemplando la maternidad divina de María,


que llevó en su seno virginal al Hijo de Dios y cuidó
con especial solicitud la infancia de Jesús, me viene a
la mente el drama doloroso de tantas madres que ven
frustradas sus esperanzas y alegrías por la temprana
muerte de sus hijos.

Sí, amados hermanos y hermanas, os quiero llamar


la atención sobre el escandaloso problema de la
mortalidad infantil, donde las víctimas se cuentan por
decenas de miles cada día. Unos niños mueren antes
de nacer y otros tras una corta y dolorosa existencia
consumida trágicamente por enfermedades
fácilmente prevenibles.

Investigaciones serias muestran que, en los


países más cruelmente azotados por la pobreza, es
la población infantil la que sufre el mayor número
de muertes causadas por deshidratación aguda, por
parásitos, por consumo de aguas contaminadas,
por el hambre, por falta de vacunación contra las
epidemias, y también por falta de afecto. En tales
condiciones de miseria, un alto porcentaje de niños
mueren prematuramente, otros quedan lisiados en
tal grado que se ve comprometido su desarrollo físico
y psíquico, y tienen que luchar en condiciones de
injusta desventaja para sobrevivir y ocupar un puesto
en la sociedad.

Las víctimas de esta tragedia son los niños


engendrados en situación de pobreza, causada muy
a menudo por injusticias sociales; son también las
familias, carentes de los recursos necesarios, que
lloran inconsolables la muerte prematura de sus hijos.

Recordad con cuanto celo el Señor Jesús se


solidariza con los niños; en efecto, llamó a un niño,
lo puso en medio de ellos y afirmó “el que reciba a
un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe”;
ordenó “dejad a los niños y no les impidáis que
vengan a mí” (Mt. 18,2-5; 19,14).

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 17

El Papa Juan Pablo II termina diciendo: “Dad, no solamente


de lo superfluo sino también de lo que puede ser necesario, a
fin de apoyar generosamente todas las acciones y proyectos de
vuestra Iglesia local, especialmente aquellos que aseguren un
futuro más justo a la población infantil más desprotegida”4.

2.2. Expansión del Programa de Pastoral de la Mirar...


Infancia ¿Cómo es que la iglesia con-
ceptualiza a la familia y así
A partir de 1988 se elaboran materiales educativos para misma, en relación con los
apoyar el desarrollo del programa y se publican las con- temas de preocupación de
la niñez?
clusiones de los encuentros. Los subsidios más destacados
fueron el Manual de capacitación para el trabajo por la su-
pervivencia y el desarrollo infantil en la parroquia y las colec-
ciones sobre Pastoral de la Infancia (6 volúmenes) y Prácticas
de crianza (7 volúmenes). Esta última colección fue fruto de
un dispendioso trabajo de investigación realizado durante
los años 1991 y 1993, con la finalidad de conocer las formas
como los niños y niñas son cuidados en diferentes ambien-
tes sociales y culturales, para rescatar aquellas prácticas que
contribuyen a su supervivencia y desarrollo, y para detectar
y modificar las prácticas que afectan negativamente a los ni-
ños. El estudio se realizó en grupos campesinos, indígenas y
urbano-marginales de Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, México,
Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala. Sus resulta-
dos permitieron diseñar programas educativos dirigidos a los
sectores más desprotegidos de la sociedad.

También se realizaron talleres de seguimiento al programa


de pastoral de la infancia. En 1989 se llevó a cabo el Primer
Taller de Seguimiento, en Quito, para conocer los avances,
analizar las dificultades encontradas y buscar los mejores ca-
minos para fortalecer el trabajo a favor de los niños, especial-
mente de los más pobres. El Segundo Taller de Seguimiento
(1991) se amplió con una pasantía en el programa de Pastoral
da Criança de Brasil, que le permitió a los participantes tener
un contacto directo con las comunidades, los promotores y
la organización del programa que registra el mayor volumen
de niños atendidos.

En 1991 se firma un convenio para la cooperación entre


Unicef y CELAM encaminado a institucionalizar los progra-
4 Idem.

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18 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

mas de supervivencia y desarrollo integral infantil, la defensa


de los derechos del niño, de la madre y de la familia en ge-
neral. Este convenio le dio un gran impulso al trabajo que se
estaba realizando en este campo.

Se dieron diversos subsidios en la Colección Pastoral de


la Infancia, como Desarrollo psicosocial infantil, Aprendiendo
a ser padres, Educando en valores, Familia y desarrollo infantil
e Infancia misionera, para apoyar el trabajo de esta segunda
fase del programa. Si la prioridad inicial era trabajar por la
supervivencia del niño, se hacía necesario avanzar hacia su
desarrollo integral. Estos materiales se elaboraron de manera
didáctica, de tal manera que fueran accesibles para el traba-
jo educativo con las comunidades, los padres de familia, los
educadores y los agentes de la pastoral en general.

2.3. El tema de la niñez en el Congreso Latinoa-


mericano de Doctrina Social de la Iglesia y en
la IV Conferencia de Santo Domingo
Hubo dos momentos eclesiales clave en el ámbito latinoa-
mericano que fortalecieron la Pastoral Social de la Infancia: el
Primer Congreso Latinoamericano de Doctrina Social de la Igle-
sia, realizado en Chile, en octubre de 1991; y la IV Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Santo
Domingo, en 1992.

2.3.1. Congreso Latinoamericano de Doctrina


Social de la Iglesia
El Programa de Pastoral Social de la Infancia se hace pre-
sente en el Primer Congreso de Doctrina Social de la Iglesia,
realizado en Chile, en octubre de 1991. La Doctora Vicky Col-
bert de Arboleda, asesora regional de Unicef para América
Latina en Educación y Programas con la Iglesia, pronunció
una ponencia sobre el tema La niñez y la mujer en la Iglesia y
en la sociedad latinoamericana. Esta fue comentada desde la
perspectiva científico-social por la licenciada María Daniela
Sánchez, de la Fundación Solidaria “Trabajo para un Herma-
no”, de Chile; y, desde la perspectiva teológico-ética, por la
hermana Patricia Henry, priora del Monasterio de San Benito
en México.

Además, la Comisión IV estudió la situación de la niñez y

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 19

juzgó como inaplazable y urgente que la Iglesia, acorde con


su magisterio, se comprometiera en la defensa de la vida
plena, en la lucha en contra del aborto y a favor del pleno
desarrollo de los niños, desde su concepción, dando especial
énfasis a sus primeros años, de los cuales depende de forma
fundamental su futuro. La satisfacción de las necesidades bá-
sicas del niño está íntimamente relacionada con la formación
de valores cristianos como la participación, la comunicación,
la solidaridad y la comunión.

Entre las líneas de acción trazadas por la Comisión destaca-


mos las siguientes:

* Que la Iglesia acompañe a la familia para que pueda


desempeñar sus funciones de desarrollar al máximo el
potencial del ser humano.

* Que la Iglesia promueva la inclusión de aspectos rela-


cionados con la supervivencia y desarrollo infantil, dere-
chos del niño y de la mujer, como agente de desarrollo
social, en los programas de estudio de los seminarios,
casas de formación de religiosos y religiosas, escuelas de
agentes de la pastoral, universidades, institutos superio-
res, escuelas y colegios católicos.

* Que las conferencias episcopales promuevan un mayor


compromiso y participación del varón en la vida familiar.

* Que las conferencias episcopales promuevan a la familia


como Iglesia doméstica, dando un lugar privilegiado a la
oración, diálogo perfecto con Cristo.

* Potenciar el uso de los diversos medios de comunica-


ción social en la defensa de la doctrina social de la Igle-
sia, dando prioridad a los temas de pastoral del niño, del
joven, de la mujer y de la familia.

* Comprometer al Episcopado Latinoamericano para que


durante su Conferencia General en Santo Domingo se
incluyan en el temario las reflexiones sobre los proble-
mas del niño, del joven, de la mujer y de la familia.

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20 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

Por su parte, los coordinadores nacionales de Pastoral So-


cial de la Infancia, quienes participaron también en el con-
greso, visitaron en Santiago el Programa Padres e Hijos (PPH)
que adelanta el Centro de Investigación y Desarrollo de la
Educación (CIDE), para conocer la experiencia de educación
familiar popular, con miras a desarrollar experiencias simila-
res orientadas al desarrollo psicosocial del niño.

2.3.2. Preparación a Santo Domingo


En la etapa preparatoria a Santo Domingo, el Departamen-
to de Pastoral Social del CELAM publicó dos documentos de
singular importancia:

* Una Separata del Boletín CELAM 247 de los meses de


abril y mayo de 1992, denominada “Pastoral de la In-
fancia”, donde se recoge la reflexión de estos años de
encuentros, reuniones y, sobre todo, del trabajo de la
Iglesia Latinoamericana en pro de los niños y niñas. Con
esta obra, publicada luego en forma de libro, se inició la
colección Pastoral de la Infancia.

* Un folleto denominado Una década para salvar un siglo.


En el mes de septiembre del mismo año se publicó este
texto dirigido a los delegados a la IV Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano. El documento parte de
una breve descripción de la situación del niño y de la
mujer en América Latina, presenta luego algunas orien-
taciones doctrinales y sugiere una serie de propuestas
pastorales.

2.4. Conferencia General del Episcopado Latinoa-


mericano
Este proceso tiene su culminación en Santo Domingo,
donde los obispos latinoamericanos, dando respuesta a las
sugerencias formuladas en el Congreso Latinoamericano de
Doctrina Social de la Iglesia y a la inmensa labor que vienen
desarrollando miles de agentes de la pastoral, asumen el
compromiso de fomentar la mística por el trabajo a favor de
los niños y promover la pastoral de la infancia, a través de ac-
ciones proféticas y caritativas que testimonien el amor de Cristo
por los niños más pobres y abandonados (S.D. 227).

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 21

En el discurso inaugural, el Santo Padre tomó la iniciativa


de presentar la problemática de los niños latinoamericanos
como uno de los signos de esta última década del siglo, al
que es necesario prestar la suficiente atención pastoral:

En estrecha conexión con los problemas


señalados se encuentra el grave fenómeno de los
niños que viven permanentemente en las calles de
las grandes ciudades latinoamericanas, minados por
el hambre y la enfermedad, sin protección alguna,
sujetos a tantos peligros, no excluida la droga y
la prostitución. He aquí otra cuestión que ha de
apremiar vuestra solicitud pastoral, recordando las
palabras de Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí”
(Mt. 19,14). (Discurso inaugural 18).

El documento final amplía la visión de la realidad del niño


en los siguientes términos:

América Latina y el Caribe tienen una población Revisar...


infantil creciente. Los niños, los adolescentes y jóvenes ¿Qué prácticas actuales
son más de la mitad de la población del continente surgieron de las líneas de
acción que el autor nos ha
(55%). Esta “emergencia silenciosa” que viven América indicado?
Latina y el Caribe es desafiante, no sólo desde el punto
de vista humano y pastoral. En efecto, en muchas ¿Qué relación hay entre la
praxis pastoral y la fe en la
ciudades han aumentado los “niños de la calle”, que vivencia de nuestras comu-
deambulan día y noche sin hogar ni futuro. En algunos nidades e iglesias?
países han sido víctimas de campañas de exterminio
realizadas por organismos policiales y privados; niños
sin familia, sin amor, sin acceso a la educación, es decir,
niños en extrema miseria física y moral, muchas veces
consecuencia de la desintegración familiar. Incluso
se presenta un aberrante comercio de niños y niñas,
tráfico de órganos y hasta niños utilizados para cultos
satánicos. Desde el punto de vista de la educación de
la fe, se percibe un marcado descuido en cuanto a la
recepción de los sacramentos y a la catequesis. (S.D.
221)

Las líneas pastorales que se trazaron en Santo Domingo


son todo un programa de acción para la Iglesia de América
Latina y el Caribe. Podríamos decir que en la IV Conferencia

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22 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

nace oficialmente en la Iglesia latinoamericana la Pastoral de


la Infancia en sus dimensiones profética y social. Sus objeti-
vos fueron formulados de la siguiente manera:

* Ejercer el ministerio profético de la Iglesia, denunciando


toda violación contra los niños nacidos y no nacidos.

* Difundir y urgir el cumplimiento de la Convención de los


derechos del niño, con las observaciones de la Santa Sede
y también la Carta de la Santa Sede sobre los derechos de
la familia.

* Orientar a los laicos para que promuevan en los diversos


países legislaciones que tutelen los derechos del niño y
urgir su cumplimiento.

* Acompañar y apoyar efectivamente a los padres de fa-


milia, educadores, catequistas e institutos religiosos que
se dedican a la educación de la niñez, prestando una
atención especial al crecimiento en la fe.

* Fomentar la mística por el trabajo a favor de los niños y


promover la pastoral de la infancia a través de acciones
proféticas y caritativas que testimonien el amor de Cristo
por los niños más pobres y abandonados. (S.D.227).

Mirar... 3. TERCERA ETAPA:


¿Cuáles temas son los claves
en esta tercera etapa?
Educación para la paz, la democracia y el desarro-
llo (1993-2007)
¿Qué acciones han tomado En 1990 se realizó la Conferencia Mundial de Educación
la Iglesia y los grupos de fe
en los que participo?
(Jomtien- Tailandia), en la cual se hizo énfasis en el acceso
universal a la educación y al mejoramiento de la calidad edu-
cativa. Por eso, en esta tercera fase de la Pastoral de la Infan-
cia se privilegió el diseño de programas educativos, dentro
de un marco de participación comunitaria, que velaran por la
defensa y promoción de los derechos del niño y de la familia,
lo mismo que de promoción integral de la mujer.

En esa línea se hizo un convenio para la cooperación, fir-


mado entre Unicef y CELAM en diciembre de 1993. Posterior-
mente, en el Documento para la coordinación Unicef-CELAM,
firmado en 1998, se concretó esta línea conceptual en el pro-

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 23

grama denominado Pastoral Social de la Infancia y Educación


para la Paz, la Democracia y el Desarrollo de la Persona y la
Sociedad. En este contexto se ubican el trabajo por el Dere-
cho a un nombre y a una nacionalidad” y la movilización por
los derechos de los niños y las niñas.

En esta fase se inicia también el diseño de programas en


educación preventiva de situaciones de riesgo, en pastoral
con enfermos de VIH / SIDA y en prevención de la drogadic-
ción, como una expresión de la opción preferencial por los
pobres. Se trata de crear condiciones para un desarrollo in-
tegral de los niños, niñas y adolescentes en nuestros países.

3.1. La niñez en el Sínodo de América


El Papa Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica Postsino-
dal Ecclesia in América (enero 22 de 1999) lamenta y condena
la condición dolorosa de muchos niños y niñas en toda Amé-
rica, privados de la dignidad, la inocencia e incluso de la vida.
Esta condición incluye la violencia, la pobreza, la carencia de
casa, la falta de un adecuado cuidado de sanidad y educa-
ción, los daños de las drogas y del alcohol, y otros estados de
abandono y de abuso. El Santo Padre hace especial mención
de la problemática del abuso sexual y de la prostitución in-
fantil, así como un urgente llamado a todos los que están en
posiciones de autoridad en la sociedad, para que realicen, de
manera prioritaria, todo lo que esté en su poder para aliviar el
dolor de los niños y niñas de América (Cfr. IA No. 48).

En la misma exhortación postsinodal, el Santo Padre alien-


ta la labor de quienes se esfuerzan por sacar de la droga a
los que la usan, dedicando una atención pastoral a las vícti-
mas de la tóxico-dependencia; y afirma que “este trabajo de
recuperación y rehabilitación social puede ser también una
verdadera y propia tarea de evangelización” (Cf. IA 61).

3.2. La atención a la niñez en situaciones de con-


flicto (2003-2007)
El Cardenal Francisco Javier Errázuriz, presidente del
CELAM, y el señor Nils Kastberg, director regional de Unicef
para América Latina y El Caribe, aprobaron el 5 de septiembre
de 2003 el plan de trabajo conjunto que contempla temas
prioritarios para el desarrollo de la niñez y la adolescencia

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24 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

en la región, como la inscripción en el registro civil de


nacimientos, la supervivencia y desarrollo infantil temprano,
la prevención del VIH / SIDA, la atención a huérfanos
causados por esta enfermedad y a personas viviendo con
ella, la desmovilización de niños soldado, el desminado
y la protección a niños y niñas desplazados, refugiados y
migrantes.

Con esta agenda se profundiza y amplía la labor desarro-


llada por ambas partes desde hace más de veinte años, todas
ellas encaminadas a mejorar las condiciones de vida de nues-
tra infancia, nuestra juventud y sus familias.

Durante la reunión también se le dio el visto bueno a dos


documentos en los que CELAM y Unicef hacen un recuento
de más de 55 buenas prácticas y experiencias acumuladas en
diversos países de la región. Un caso emblemático se dio en
República Dominicana, donde en el año 2001, en menos de
seis meses, 14.300 niños y niñas obtuvieron su certificado de
nacimiento, y en los últimos once años, gracias a esta labor
conjunta, para unas 150.000 personas se ha hecho realidad
su derecho a la identidad.

Otro de los casos ilustrados es la propuesta pedagógica


sobre la recuperación de la memoria histórica de Guatemala,
en la que, con la participación de adolescentes, se recoge in-
formación sobre los 36 años del enfrentamiento armado que
devastó a Guatemala, con el fin de extraer lecciones sobre lo
ocurrido que faciliten la reconciliación nacional. Dentro del
entorno educativo se relata también el caso de las Escuelas
Amigas de Colombia, que benefician a más de 28.000 estu-
diantes desplazados por el conflicto armado.

La colaboración estratégica entre la Iglesia católica y Unicef


en el ámbito de la prevención del VIH / SIDA entre adolescen-
tes ha producido efectos notables en Honduras. La hermosa
y perdurable alianza con la comunidad para el desarrollo in-
tegral del niño de 0 a 6 años y de sus familias, que llevan a
cabo las Pastorales de la Infancia en Brasil y Colombia, es otra
de las tareas positivas que alientan a estas dos instituciones
a continuar con su labor y que pueden encontrarse en las pá-
ginas de los nuevos documentos.

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 25

La publicación de estos documentos es una buena manera


de dar a conocer los logros que se han alcanzado con esta
cooperación entre Unicef y la Iglesia católica en favor del
cumplimiento de los derechos de la infancia, de la adoles-
cencia y sus familias en esta región.

Los retos que afrontan nuestras sociedades para superar


los niveles de injusticia social, desigualdad, pobreza y violen-
cia, que privan a diario de sus derechos a millones de niños
y niñas en Latinoamérica, orientaron el trabajo de CELAM y
Unicef en los siguientes años.

3.3. Participación en los foros de la Red Global de


Religiones a Favor de la Niñez
La Red Global de Religiones con y a Favor de la
Niñez (GNRC) nace en Tokio con un primer foro en
mayo del 2000. La red es una iniciativa de la Funda-
ción Arigatou (que quiere decir “gracias”), la cual se
sostiene con las contribuciones de la comunidad lai-
ca budista Myochikai. Como su nombre lo indica, la
red invita a las diversas religiones para unirse y es-
tablecer un diálogo a favor de los niños, y a que este
diálogo se transforme en acciones. La Red Global es-
taba dando sus primeros pasos cuando su fundador,
el reverendo Takeyasu Miyamoto, en mayo del 2002,
ante la Asamblea General de la ONU, en su Sesión
Especial sobre la Infancia, se comprometió a unirse
a los esfuerzos por la erradicación de la pobreza, la
implementación de la Convención sobre los Derechos
del Niño, y a promover la educación ética.

En América Latina la Red Global inicia actividades a finales Revisar...


del 2002 con un congreso en Buenos Aires, que reflexionó ¿Qué paso importante se dio
sobre dos grandes problemas latinoamericanos: pobreza y en estos foros?
violencia, con dos ejes temáticos de respuesta a estos pro-
¿Tiene la niñez de nuestras
blemas: la educación como una contribución a la erradica- iglesias y comunidades de
ción de la pobreza, y la formación ética como una respuesta fe, espacios con voz y deci-
sión?
a la violencia.

En el Tercer Foro Mundial se lanzó el manual para educado-


res y líderes de jóvenes titulado Aprendiendo a vivir juntos: un
programa intercultural e interconfesional de educación ética.

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26 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

El Cuarto Foro de la Red Global de Religiones a Favor de la Ni-


ñez (GNRC) se llevó a cabo del 16 al 18 de junio de 2012, en
Dar es Salaam, Tanzania, y reunió a más de 400 participantes
de 64 países. Entre ellos había 50 niños, niñas y jóvenes, líderes
religiosos importantes y representantes de diferentes credos
religiosos —budistas, bahais, cristianos, hindús, de tradicio-
nes indígenas, judíos, musulmanes, shintoistas, entre otros—.
Estuvieron también representantes de las Naciones Unidas
y líderes de varias instituciones multilaterales y agencias de
desarrollo. El padre Leonidas Ortiz Losada, secretario general
adjunto del CELAM y director del Observatorio Pastoral, fue
invitado a intervenir en este IV Foro de Global Network of Re-
ligions for Children (GNRC) con una ponencia sobre la “Distri-
bución desigual de recursos: darle a la niñez una oportunidad
justa”. El autor habla de la responsabilidad de las religiones en
el cuidado de la infancia e invita a promover en el mundo una
repartición más equitativa de los recursos, a fin de dar mayo-
res posibilidades para la niñez: “Se trata de darle a la niñez una
oportunidad más justa de un desarrollo humano integral”.

Mirar... CUARTA ETAPA:


¿En esta cuarta etapa, qué
nuevas condiciones se iden-
tifican en la niñez? Centralidad del desarrollo integral de la niñez
(2007-2013)
4.1. La Pastoral de la Niñez en el Documento de
Aparecida (2007)
Revisar... En la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
De las orientaciones pro- se hizo un llamado urgente para que la niñez fuera destina-
puestas en Aparecida, ¿cuá- taria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la familia y de
les han sido asumidas por
la Iglesia y las comunidades las instituciones del Estado. En la sociedad actual la niñez se
donde participo? ¿Cuáles encuentra en una situación de mucha vulnerabilidad. Para
no? ¿Por qué?
la Iglesia, los niños son un regalo de Dios y un signo de su
¿Qué retos nos plantean es- presencia, por las potencialidades que conllevan y por su ca-
tas orientaciones? pacidad de aceptar con sencillez el mensaje evangélico. En
el Evangelio podemos ver a Jesús, quien los trata con espe-
cial ternura (cf. Mt. 19,14) y los presenta como modelo para
entrar en el Reino de Dios por su capacidad de acoger con
sencillez el Evangelio (cf. Mc 10,14; Mt. 18,3)5.

En Aparecida se constata con dolor la situación de pobreza


crítica, de violencia intrafamiliar y de abusos de diversa ín-

5 Cf DA 438.

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 27

dole en que viven los niños y niñas; y se destacan los secto-


res más prioritarios en la pastoral: la niñez trabajadora, los
niños y niñas de la calle, los portadores de VIH, los huérfanos,
los niños y niñas utilizados como soldados o miembros de
fuerzas irregulares, los que están expuestos a la pornogra-
fía y a la prostitución forzada, tanto en la vida real como en
forma virtual. Para la primera infancia (0 a 6 años), los obis-
pos reclaman una especial atención y cuidado. “No se puede
permanecer indiferente ante el sufrimiento de tantos niños
inocentes”6.

En el documento conclusivo de Aparecida se precisaron al-


gunas orientaciones pastorales para llevar a cabo en el con-
tinente7:

a) Inspirarse en la actitud de Jesús para con los ni-


ños, de respeto y acogida como los predilectos
del Reino, atendiendo a su formación integral.
De importancia para toda su vida es el ejemplo
de oración de sus padres y abuelos, quienes
tienen la misión de enseñar a sus hijos y nietos
las primeras oraciones.

b) Establecer, donde no existan, el departamento


o sección de niñez para desarrollar acciones
puntuales y orgánicas a favor de los niños y las
niñas.

c) Promover procesos de reconocimiento de la


niñez como un sector decisivo de especial cui-
dado por parte de la Iglesia, la sociedad y el
Estado.

d) Tutelar la dignidad y los derechos naturales in-


alienables de los niños y niñas, sin perjuicio de
los legítimos derechos de los padres. Velar para
que los niños reciban la educación adecuada
a su edad en el ámbito de la solidaridad, de la
afectividad y la sexualidad humana.

6 DA 439.
7 DA 441.

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28 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

e) Apoyar las experiencias pastorales de atención


a la primera infancia.

f) Estudiar y considerar las pedagogías adecua-


das para la educación en la fe de los niños, es-
pecialmente en todo lo relacionado con la ini-
ciación cristiana, privilegiando el momento de
la primera comunión.

g) Valorar la capacidad misionera de los niños y


niñas, que no sólo evangelizan a sus propios
compañeros, sino que también pueden ser
evangelizadores de sus propios padres.

h) Fomentar la institución de la infancia misione-


ra.

i) Promover y difundir permanentemente investi-


gaciones sobre la niñez que hagan sostenible
tanto el reconocimiento de su cuidado como
las iniciativas a favor de la defensa y de su pro-
moción integral.

4.2. Atención a la niñez en situación de vulnerabi-


lidad (2009)
Siguiendo las orientaciones de Aparecida, se realizó en
Quito, Ecuador, un encuentro latinoamericano sobre el tema
de la niñez (del 23 al 27 de marzo de 2009) con el objetivo
de analizar y sensibilizar acerca de la situación de vulnera-
bilidad en la que se encuentran niños, niñas y adolescentes,
empujados a vivir en situaciones de calle y expuestos a gra-
ves riesgos morales y humanos. También se propuso buscar
líneas de acción pastoral que respondieran a estos desafíos.
Participaron 38 personas, de las cuales 2 fueron obispos y 36
participantes, entre sacerdotes, religiosas(os) y laicos(as).

En el encuentro se dio una visión histórica de lo que el


CELAM está haciendo en la línea de la Pastoral Social de
la Infancia y Adolescencia (Leonidas Ortiz, director del
Observatorio Pastoral del CELAM); y, desde la experiencia
de Unicef, se presentó la mirada actual a la situación de la
infancia y adolescencia en América Latina y el Caribe (Dr.

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 29

Manuel Manrique Castro). De otra parte se precisaron las


acciones a favor de la niñez y la adolescencia de la Oficina
Internacional Católica de la Infancia (BICE) (P. José Antonio
López); y se presentó el trabajo de prevención que viene
realizando la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
con niños y adolescentes (Dr. Óscar Suriel).

En el intercambio de experiencias fue significativo apreciar


la diversidad de trabajos que se vienen haciendo, desde la
Iglesia católica, en el campo del apoyo a la niñez en situa-
ciones de riesgo, como “María Ayuda” de Chile (P. Francisco
Pereira); el “Proyecto Primero Aprendo” de Costa Rica (Sra.
Virginia Jiménez); la “Pastoral do Menor” de Brasil (Maria das
Graças Fonseca Cruz); el “Proyecto Salesiano Chicos de la Ca-
lle” de Ecuador (Dr. Wladimir Galarraga); el “Centro Integral de
la Infancia” de Ecuador (Dra. Graciela Castello).

En el momento de proyectar el trabajo, monseñor Luis Del


Castillo, de Uruguay presentó los Desafíos de Aparecida y la
DSI, al trabajo con niños y adolescentes8.

4.3. Proyecto de Centralidad de la Niñez


En esta misma línea de que la niñez, como dice Aparecida,
sea destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la
familia y de las instituciones del Estado, se ha avanzado hacia
un proyecto interinstitucional de la Centralidad de la Niñez
(PCN), donde están comprometidas, entre otros, organismos
e instituciones, además del Consejo Episcopal Latinoameri-
cano (CELAM), World Vision9 y la Pastoral da Criança de Brasil.

Esta alianza tiene como objetivo crear una comunidad de


8 CELAM. Boletín CELAM 325.
9 Visión Mundial es una organización de cristianos que tiene como
misión “seguir a Nuestro Señor Jesucristo, trabajando con los pobres
y oprimidos para promover la transformación humana, buscar la
justicia y testificar de las buenas nuevas del Reino de Dios’’. Como
organización, Visión Mundial ha hecho una opción preferencial por la
niñez, principalmente por aquellos niños y niñas que se encuentran
en situación de extrema vulnerabilidad, e identifica a la Iglesia católica
como un colaborador preferencial, con la cual busca adelantar acciones
y procesos que promuevan el desarrollo y la protección integral de los
niños y las niñas. En este sentido, se propone construir un proyecto
colectivo de fortalecimiento de las capacidades de las pastorales de
viabilizar las acciones propuestas por el Documento conclusivo de
Aparecida para la niñez latinoamericana y caribeña.

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30 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

Revisar... interacción constante e intencionada para la promoción de


¿Cómo estamos trabajando la vida plena y el desarrollo integral de los niños y niñas más
la Iglesia y las comunidades vulnerables de América Latina y El Caribe. Los interlocutores
de fe estas áreas que pro-
pone el proyecto de centra- más directos son los líderes pastorales de las diócesis, de las
lidad? conferencias episcopales, de los líderes de Visión Mundial
vinculados con niñez, líderes comunitarios, padres de familia,
cuidadores familiares y sociales de niñez, niños y niñas vincu-
lados a los diferentes proyectos que se ejecuten en terreno; y
Posibilitar... a las personas dedicadas al estudio, investigación y docencia
¿Cómo impulsar en las prác- en el ámbito académico en la perspectiva de infancia y niñez.
ticas de fe el trabajo con la
niñez, desde las distintas
áreas? El objetivo principal del proyecto es la promoción, en equi-
dad, de la centralidad de la niñez, haciendo énfasis en el
apoyo a las conferencias episcopales y a los organismos pas-
torales de la región latinoamericana y caribeña, en el cumpli-
miento de su tarea a favor de los niños y niñas en situaciones
de mayor dificultad. Entre los objetivos más específicos, po-
demos señalar los siguientes:

* En el área antropológica, ayudar a las niñas y niños a


ser ciudadanos capaces de afirmar su identidad, ejercer
su vocación propia, desarrollar una relación con Dios y
las demás personas, y ejercer su capacidad creativa de
transformación.

* En el área pastoral, anunciar el Evangelio, las buenas


nuevas del Reino, el don de la vida plena, a los niños y
niñas, a sus familias y comunidades; promover proyec-
tos conjuntos que incidan en los programas pastorales
que tiene como punto central la niñez; promover la Pas-
toral de la Criança como un modelo replicable para la
atención a la primera infancia.

* En el área socio-política, incidir frente al Estado para la


garantía del derecho de la niñez a su desarrollo integral:
alimentación y salud, cuidado materno infantil, protec-
ción integral, educación para el desarrollo y participa-
ción social; rastrear, identificar y visibilizar los proyectos
y experiencias a favor de la infancia y la niñez en América
Latina y el Caribe.

* En el área formativa, desarrollar cursos de formación y


actualización académica para las personas vinculadas

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 31

en los procesos de pastoral de la niñez; vincular a la aca-


demia en el proceso de formación para la Pastoral de la
Primera Infancia y Niñez.

* En el área comunicacional, generar a través de una plata-


forma Web, espacios de formación, interacción, retroali-
mentación en torno a la Pastoral de la Infancia y la Niñez;
publicar material de formación en temas pastorales de
niñez.

* En el área interinstitucional, crear sinergia entre la Pas-


toral da Criança, el CELAM y World Vision para que la
infancia se convierta en una prioridad en la labor pas-
toral de la Iglesia; promover la realización de programas
y acciones conjuntas entre los socios del convenio para
atender a las necesidades de la niñez en condiciones de
vulnerabilidad.

En este proceso se ha avanzado especialmente en dos


áreas: en la formación de agentes pastorales en los temas Posibilitar...
de VIH-SIDA, a través de talleres dirigidos a sacerdotes, ¿Qué tareas plantea Ortiz
religiosos(as) y agentes de pastoral con la metodología de ante este proceso de reco-
nocimiento de la condición
canales de esperanza; y en la acción pastoral con la niñez en infantil en nuestra iglesia?
situación de vulnerabilidad, con miras a definir líneas de ac-
ción estratégica pastoral para el servicio a esta población. ¿Cómo podemos incorporar
poco a poco estos retos en
las estructuras y acciones de
A manera de conclusión nuestra iglesia y comunida-
des de fe?
Ya son 30 años (1983-2013) en el CELAM, de un trabajo or-
ganizado, sistemático y en comunión con organismos inter-
nacionales y con otras denominaciones religiosas, buscando
reducir los impactos de la pobreza crítica en el presente, y
especialmente en el futuro, de los niños y niñas de América
Latina y El Caribe.

Hemos trabajado especialmente en cinco campos: super-


vivencia y desarrollo infantil; promoción y defensa de los de-
rechos de la niñez; educación para la paz, la democracia y
el desarrollo; educación preventiva de situaciones de riesgo;
pastoral con enfermos de VIH/SIDA.

Necesitamos seguir trabajando en forma conjunta en un


mundo globalizado que nos lleve a responder a los desafíos

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32 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

de la pobreza crítica creciente en América Latina a favor de


los niños y niñas más desprotegidos. Es importante seguir
promoviendo una relación cada vez más dinámica al interior
del CELAM entre los diversos departamentos y centros que
tienen relación con la centralidad de la niñez; y en relación
con organismos internacionales y diversas denominaciones
religiosas, promover un trabajo conjunto basado en la con-
fianza mutua y en la nobleza de la misión que se comparte.

Se está buscando crear equipos institucionales, tanto en el


ámbito nacional como en el regional, que realicen programas
focalizados a las zonas de mayor vulnerabilidad, a partir de
un inventario nacional y regional de recursos y de experien-
cias significativas que ya se están realizando en los campos
relacionados con la promoción integral de los niños y niñas.

Finalmente, hay que fortalecer redes de organismos e ins-


tituciones que trabajan en los campos mencionados ante-
riormente; redes de educadores líderes, de animadores de
comunidades y agentes pastorales con proyección social
que desarrollen procesos de formación permanente y que
diseñen estrategias pedagógicas incluyentes, en las cuales
los padres de familia y los miembros de las comunidades ve-
cinales tengan un papel protagónico.

El trabajo realizado hasta ahora es una muestra de la


preocupación, tanto de la Iglesia católica como de las institu-
ciones y organismos asociados, por los más pobres y despro-
tegidos que son los niños y las niñas en América Latina y el
Caribe. Continuar en este trabajo es una responsabilidad y un
compromiso que asumimos con entusiasmo y generosidad.

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Mapa
A partir del texto se han identificado ideas importantes sobre el proceso del reconocimiento de la niñez como un tema en las iglesias. A conti-
nuación se muestra un mapa que relaciona estos temas. Se invita al lector a enriquecerlo desde su propia lectura y el contexto desde el cual está
desarrollando su trabajo pastoral.

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 33

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34 La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia

1. ¿Qué retos nos deja el proceso de la iglesia latinoamericana por atender res-
pecto a las necesidades de la población infantil?

Para ello se recomienda ir identificando los temas de interés que fueron surgiendo a
través de las distintas etapas y revisar el impacto de cada uno en la constitución de sus
prácticas pastorales.

2. ¿Qué posturas de los distintos momentos del proceso demandan un cuestio-


namiento a la concepción de pastoral infantil?

En las distintas etapas fueron surgiendo nuevas conceptualizaciones de la niñez con


sus condiciones y problemáticas. En las prácticas pastorales y espacios de participación
de estas personas ¿dichas conceptualizaciones implican un cambio, un reto o un cues-
tionamiento?

¿Qué tareas y a qué niveles corresponden para impulsar este proceso de la iglesia
latinoamericana?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones del


texto?

El autor nos describe cómo la niñez se fue perfilando poco a poco en las iglesias, y los
distintos objetivos que se plantearon para su atención y protección.

Con este panorama religioso y de la niñez, en las iglesias de América Latina podemos
iniciar una ruta de trabajo que materialice en nuestros entornos de fe una adecuada
atención espiritual a esta población vulnerable.

Para construir esa ruta retomaremos los aportes de la pedagogía de la ternura, orien-
tando y brindando más aportes que nos ayuden en el proceso.

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

La lectura, en cada etapa y con más detalle, fue describiendo las


características de las subjetividades y de las condiciones humanas de la niñez.
¿Cómo las vemos en nuestro entorno religioso y cómo son recuperadas y
atendidas dentro de nuestras prácticas?

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

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La centralidad de la niñez en la pastoral de la iglesia 35

¿Cómo fue perfilándose la atención a la niñez y cómo se fue estructurando


el tema de sus derechos y sus espacios de participación dentro de la iglesia
latinoamericana en este proceso?

¿Qué elementos de este proceso de visibilización de la niñez podemos


identificar dentro de nuestras prácticas y qué elementos podríamos incorporar
para darle espacio a esta población?

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y la toma de decisiones).

Según lo leído en este capítulo, ¿cómo la Iglesia fue incorporando la palabra


de la niñez en estos encuentros religiosos? ¿Qué se requiere para abrir más
espacios como estos de participación y toma de decisiones en la iglesia y en
comunidad de fe en la que participo?

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darles su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

Ante el proceso descrito por Ortíz sobre las distintas etapas y la incorporación de la
niñez en el panorama religioso latinoamericano, ¿qué desafíos específicos nos plantea
en lo personal y como individuos que lideran y participan en espacios de formación
espiritual o de coordinación en iglesias o comunidades de fe?

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36 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

Rostros de Jesús
en la infancia latinoamericana

Maria Clara Bingemer

América Latina es el continente de la esperanza en muchos


aspectos, uno de ellos es el hecho de que aquí la vida todavía
habla más fuerte que la muerte. es decir, la tasa de natalidad
supera la de mortalidad, lo cual hace que todavía seamos un
continente joven y con futuro. A diferencia de otras culturas,
Mirar...
donde las familias optan por no tener hijos, la cultura latinoa-
¿Según lo señalado por la
autora, por qué la niñez por mericana celebra el niño, lo considera el rey de la casa y se
una parte es esperanzadora, alegra con su venida, aunque sea una boca más para disputar
pero por otra vive en condi-
ciones vulnerables? el ya escaso alimento que tiene que sostener a muchos.

El otro lado de esa realidad esperanzadora es, sin embargo,


todo el drama que muchos niños y niñas latinoamericanos
deben vivir debido a las condiciones de pobreza e incluso de
miseria en las que nacen y viven. A esa pobreza económica
y material se ha agregado con fuerza en las últimas décadas
una cultura descartable que usa los niños para el tráfico de
drogas, las redes de prostitución y los experimentos quími-
cos de muerte.

La Iglesia mira con preocupación ese estado de cosas,


mientras la teología es invitada a reflexionar mirando a Jesús,
modelo de todo ser humano, e intentando percibir cómo se
refleja su rostro en el de los niños de nuestro continente.

En este texto partiremos del Nuevo Testamento inten-


tando ver cuál es la actitud de Jesús frente a los niños de su
tiempo. Categoría despreciada y muchas veces excluida de
las vivencias centrales del pueblo, los niños siempre han en-
contrado en Jesús una acogida con ternura y misericordia,
pues los valoró y destacó su dignidad de personas.

Enseguida veremos cómo nuestra sociedad trata los niños

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 37

de una forma bien distante de la de Jesús. Examinaremos va-


rias situaciones que pasan en nuestro continente y en otras
partes del mundo, las cuales demuestran que la niñez hoy
revela un lado sombrío y doloroso de la semejanza con Jesús.
Mirando a nuestros niños vemos muy de cerca al crucificado,
pero la luz del resucitado parece quedarse todavía alejada.

En contrapartida, analizaremos, igualmente, algunas ini-


ciativas presentes en nuestro continente que sí intentan
rescatar y regenerar esa situación sombría del niño y de la
niña latinoamericanos. Traeremos a la luz instituciones que
tienen como misión cuidar y tratar al niño en situación de
opresión y rescatarlo en sus derechos y su dignidad de ser
humano.

Para concluir, recordaremos algunos trechos de documen-


tos recientes de la Iglesia latinoamericana que nos permi-
tirán ver con más claridad cómo contemplar a los niños es
contemplar a Jesús, sea en el sufrimiento de su pasión o en la
esperanza luminosa de su resurrección.

Los niños, preferidos de Jesús


La preferencia que Jesús demuestra por los niños, así como
por otras categorías de personas (mujeres, pobres, enfermos,
etc.) es un aspecto particular del Evangelio en lo que tiene de
esencial: la buena noticia anunciada a todos los oprimidos li- Mirar...
berados prioritariamente por Jesús, entre quienes se encuen- Las características de las per-
tran los desheredados, los rechazados, los paganos, los peca- sonas a las cuales Jesús de-
termina como destinatarias
dores y los marginados de toda suerte, así como las mujeres del Reino.
y los niños, no considerados por la sociedad judía. A todos es-
tos Jesús les hace destinatarios privilegiados de su Reino y de
la buena noticia de su llegada, integrándolos plenamente en
la comunidad de hijos de Dios, porque con su mirada divina,
informada constantemente por los movimientos del Espíritu
Revisar...
y por la relación filial con el Padre, sabe discernir en todos es-
¿En el mensaje y la práctica
tos oprimidos (en los cuales están incluidos los niños) valores de la Iglesia y la comunidad
ignorados: “la vida preciosa de la caña pisoteada o el fuego de fe, qué espacio tienen las
personas que la sociedad
no extinguido de la mecha que aún humea”. margina y desprecia?

Por eso, cuando Jesús dice en su predicación que ya llegó ¿Cómo podría concretarse
en estas personas la justicia
el reino de Dios, lo que en realidad desea decir es que, por de la cual habla Jesús desde
fin, se va a implantar la situación deseada por parte de todos las acciones de la Iglesia?

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38 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

los oprimidos de la tierra; la situación en la que va a realizar-


se efectivamente la justicia, o sea, el amparo y la ayuda para
todo aquel que por sí mismo no puede valerse, para aquel y
aquella que no tiene voz ni vez; para todos los desheredados
de la tierra, para los pobres, los oprimidos, los flacos, margi-
nados e indefensos. Por eso se comprende que, en la predi-
cación de Jesús, el Reino sea antes que todo para los pobres
(Lc. 6,20), para los niños (Mr. 10,14), para los pequeños (Mt.
5,19), en general, para todos los que la sociedad margina y
desprecia.

De esta forma Jesús no solamente defiende a los despro-


tegidos, entre los cuales tiene lugar preminente el niño, sino
que ve en ellos el modelo de aquellos que desean seguirlo y
entrar en el Reino de los cielos. Pone el niño como ejemplo
para todos los que aspiran poder y prestigio y oprimen a los
demás con esta finalidad: “les aseguro que si no se convier-
ten y se portan como estos niños no entrarán en el Reino
de Dios; o sea, cualquiera que se haga pequeño como este
niño, ese es el mayor en el Reino de Dios” (Mt. 18,3-5 par).
Igualmente, acoge amorosamente a los niños cerca de sí
mientras los discípulos querían echarlos por estar “pertur-
bando al maestro” (Cf. Mt. 19,13-14) “dejad a los niños venir
a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de
los cielos”. ¿Por qué ese cariño tan especial por los niños? Por
su inocencia y ausencia de ambición.

Contrariamente a lo que sucedía en la sociedad del tiempo


de Jesús, y en contraste también con lo que sigue pasando
en nuestra sociedad, Jesús no tolera que nadie se impon-
ga a nadie en la comunidad. Todo lo contrario: en el Reino
anunciado por él es condición básica quedarse en último
lugar y estar disponible para servir a todos. En la sociedad
del tiempo de Jesús, el niño es el ser que no cuenta, que no
tiene ninguna importancia, de tal manera que se alinea con
los sordomudos y los idiotas. Por lo tanto, Jesús afirma que
en la comunidad los primeros tienen que ser los más despre-
ciados, los que son considerados inútiles y desprestigiados,
a quienes son designados los servicios más humildes y que
obedecen como los niños.

En la comunidad de Jesús, por lo tanto, no puede haber


ambición o deseo de poder o dominación. Por eso él prohíbe

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 39

a los suyos la utilización de títulos honoríficos: «padre», se- Mirar...


ñor, maestro, doctor», etc. son términos prohibidos, tal como ¿Cómo son las recomen-
aparece en Mt. 23,8-10 (Cf. también Mt. 20,26-27; 23,11; Mr. daciones o pautas que nos
quedan del mensaje de Je-
9,35; 10,43-44; Lc. 22,25; Jn 15,131524). Por el contrario, en la sús en los evangelios para
comunidad, dice Jesús, «todos ustedes son hermanos» (Mt. relacionarlos entre las per-
sonas, especialmente como
23,9) y «el mayor de ustedes será el servidor de todos» (Mt. comunidad de fe?
23,11). De allí se sigue que en el grupo cristiano debe reinar la
más absoluta igualdad y caridad, hasta el punto en el que ni
siquiera Jesús se comporta como «Señor» (Jn 13,13) y llama a
los discípulos «amigos» (Lc. 12,4; Jo 15,15) y «hermanos» (Mt
28,10; Jn 20,17. Cf. también. Pablo en 1 Co. 3,21-23; Ro. 14,7-9;
Gá. 3,27; Col. 3,11). Y para ejemplificar cómo deben ser las re-
laciones entre sus discípulos pone un niño en medio de ellos,
en Mt. 18,2-5: “Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio
de ellos, y dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así
que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el ma-
yor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi
nombre a un niño como este, a mí me recibe”.

Vemos que Jesús no solamente defiende y protege a los Revisar...


niños, los valora como modelo a seguir por sus discípulos, les ¿En calidad de comunidad,
da precedencia en el Reino de su Padre y también se iden- cómo hemos reproducido
ese amor con el que nos invi-
tifica con ellos. La vivencia de su relación filial con el Padre, ta Jesús a vivenciar la fe?
su Abba (que es en sí misma una expresión de un niño hacia
aquél a quien debe la vida y de quien depende para todo)
le hace sentir como los niños. Y mirándolos exulta de alegría
porque ve que dan gloria al Dios de su amor.

Sabemos que la palabra Abba era la expresión familiar de


mayor intimidad entre un hijo y su padre. En tiempos de Je-
sús esta palabra era utilizada por todos los hijos, fuesen niños
o adultos. Pero su origen provenía del lenguaje de balbuceo
de los niños cuando empezaban a hablar. Equivalía a «papá»
o «mamá». Por eso mismo es que un judío jamás osaría uti-
lizar esa palabra para dirigirse a Dios. Eso sería, en su men-
talidad religiosa, una falta de respeto. Sin embargo, esa era
la palabra con que Jesús se dirigía al Dios que nunca nadie
vio y del cual no se pronunciaba el nombre; al Padre del
cielo, tal como nos relatan los testigos. Algo tan inusual no
tendría tanta importancia en el relato evangélico si no fuera
realmente fundamental para identificar a Jesús. La intimidad
entre él y el Padre era por lo tanto total, una relación de padre

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40 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

a hijo, y por eso mismo fue llave de comprensión para los tes-
tigos y las comunidades cristianas que anhelaban penetrar
en el misterio de la persona de Jesús de Nazaret.

Una de las veces en que el Evangelio nos dice que Jesús


exulta de alegría en el Espíritu Santo es cuando constata que
la buena noticia es asimilada y aceptada por los niños. Su co-
razón goza al ver que esos que la sociedad mira con despre-
cio, porque son poco importantes, tienen toda la importan-
cia y aún la primacía delante del Dios del Reino que él, Jesús,
llama de Abba-Padre. Reciben su revelación en plenitud: “En
aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Se-
ñor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de
los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mt.
11,25). Jesús, por lo tanto, se identifica con la infancia y tiene
en sí el espíritu de infancia: de confianza, de inocencia, de
entrega total y amorosa al Dios que reconoce como Abba-
Padre.

Debido al desprecio y a la injusticia con que eran tratados


los niños en tiempos de Jesús, ellos encarnan la condición de
víctimas que él quiere liberar primordialmente y con las cua-
les se identifica por compasión y amor. Hoy día, trascurridos
más de veinte siglos del pasaje de Jesús por la tierra, toda-
vía se encuentran en muchos puntos del planeta niños que
experimentan desprecio y violencia, como los del tiempo de
Jesús. Igualmente, niños que son forzados a asumir trabajos
esclavizantes y humillantes y que tienen que valerse por sí
mismos por el hecho de no encontrar amparo en nadie, ni
siquiera en sus padres, que a veces ni conocen. Esos niños y
niñas son rostros de Jesús en el hoy de América Latina y con-
viene contemplarlos con la atención y reverencia con la cual
se contemplaría al mismo Jesús.

Revisar... La infancia y la pedagogía del crimen


¿Cuánto de la realidad in- Quizás pocas instancias de la sociedad latinoamericana
fantil descrita por la autora, hoy estén más desasistidas en cuanto a la ética, principios
se permea en la comunidad
de fe? y valores como la infancia. La infancia del continente se en-
cuentra, en buena parte, en constante y asustador estado de
¿Hay algún abordaje desde (de) formación, teniendo la televisión por maestra y el Inter-
la iglesia?
net por bedel durante las largas horas en las que los niños no
están en la escuela. Y muchas veces asisten y no hay clase,

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 41

sea porque el maestro no comparece, sea porque hay un ti-


roteo en la región y es peligroso salir de casa, sea por lo que
sea.

Todo eso ya es parte del cotidiano y nos tiene a nosotros,


cristianos latinoamericanos, peligrosamente anestesiados.
Ya no nos escandalizamos más cuando el astro del fútbol da
declaraciones a los medios de comunicación diciendo orgu-
llosamente que se fugaba de la escuela para patear la pelota
y por eso hoy es millonario; o cuando políticos y aún el presi-
dente de alguna república en discursos aquí y allá minimiza
la importancia de la instrucción y de la cultura, presentándo-
se como prototipo de eso.

Sin embargo, hace pocas semanas los diarios brasileños


informaron algo que sí nos escandalizó. Se trataba de un
padre que le enseñaba al hijo y a la sobrina a robar y matar.
Imágenes captadas por la policía provocaron indignación en
todo Brasil y en otros países del continente. Son clases de cri-
minalidad que un hombre da a dos niños de la propia familia.
En un vídeo casero este hombre fue registrado en flagrancia
enseñándole a la sobrina, que tiene menos de tres años de
edad, y al hijo, de cuatro años, a hacer un asalto y a agredir a
la víctima.

El perverso pedagogo del crimen es acusado de haber Revisar...


comandado el secuestro de una mujer y de su hijo. Ambos ¿Cómo ha afectado esta rea-
fueron llevados para un hotel y pasaron 32 horas de terror lidad de pobreza, violencia,
explotación sexual y demás
hasta ser liberados después del pago del rescate. También es situaciones a la niñez en la
buscado por la Policía de Paraná por tráfico de drogas y asal- Iglesia y en la comunidad
de fe?
to. El video encontrado por los policías impactó al Ministerio
Público. La promotora pidió que los niños fuesen apartados ¿Qué papel tiene la familia
de los padres. en nuestra práctica pastoral?

Las imágenes descubiertas por la vigilancia sobre la per-


versa clase de criminalidad fueron filmadas por la mujer del
criminal, madre del niño de cuatro años que era inocente-
mente adoctrinado por el padrastro. Le enseñaba con teoría
y práctica, pues entre una lección y otra el maestro entrenaba
los niños, dando disparos ficticios y excitándose con el juego.

Frente a ese relato horrible todos se preguntan ¿dónde


está la concepción de familia como formadora en valores y

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42 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

principios éticos? ¿Dónde está la necesidad ineludible de la


educación cómo prioridad primera de un país que anhela
que su pueblo ande con la cabeza erguida? Mientras la cri-
minalidad sea parte del currículo, no hay desarrollo posible.

Esa infancia de-formada desde tan temprano es víctima


de la irresponsabilidad de aquellos que son encargados de
formarla y nos hacen recordar, por contraste, a la indignación
que Jesús de Nazaret demostraba al ver la injusticia de que
eran víctimas los niños de su tiempo.

Infancia violada
Otro rostro de niños degradados por la injusticia en Amé-
rica Latina es el de la prostitución infantil. Por todos nuestros
países hay niñas prostituyéndose por comida, por techo, por
una cantidad irrisoria de dinero, para poder mantener a su
familia. La Amazonía, que tiene triple frontera, con Brasil, Co-
lombia y Perú, es prodiga en ese triste espectáculo de niñas
que en la carretera esperan por los camioneros para vender
sus cuerpos y ser vilmente explotadas. Víctimas de la injus-
ticia que domina el continente y de manera muy particular
esa región, las niñas no tienen otro medio de subsistencia
que prostituirse. Muchas veces son maltratadas, heridas y
encuentran la violencia y la muerte en su intento por hallar
un medio de subsistencia.

Hasta en las regiones más desarrolladas, como por ejem-


plo el sur de Brasil, esto es una triste realidad. Hace muchos
años la cifra de R$ 1,99 (un real y noventa y nueve centavos)
se convirtió en un símbolo de la estabilidad económica po-
pularizado en millares de tiendas en todo el país. El Plan Real
ganaba credibilidad y el consumidor brasileño veía con tran-
quilidad creciente artículos vendidos a R$ 1,99, mostrando
que se podía confiar en el modelo económico brasileño, que
se creía haber salido para siempre de la inflación galopante
en que estuvimos atados durante largos años. Ahora R$ 1,99
denuncia una espantosa inestabilidad: la del nivel de seguri-
dad en la que vive una gran cantidad de los niños y adoles-
centes del país más grande del continente.

La noticia que circuló por los grandes medios de comuni-


cación hace unos años era que la cifra R$ 1,99 tenía, en las

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 43

ciudades de Curitiba y Paranagua, una connotación bien di-


ferente que la de calmaría económica en el escenario brasile-
ño. La simbólica y positiva cifra significaba la manera por la
cual son conocidas algunas calles de esas desarrolladas ciu-
dades paranaenses donde niñas de 11 o 12 años —muchas
ya envueltas en las drogas— hacen “programas” al aire libre
por R$ 1,99 u otros valores irrisorios.

Estrechamente vinculado al problema de la prostitución Posibilitar...


infantil está, por lo tanto, el inmenso monstruo de la droga y ¿Qué gestiones se pueden
del narcotráfico. Muchas de esas niñas se prostituyen para lo- hacer dentro de la estructu-
ra eclesial y en las prácticas
grar comprar droga. A causa del crack que necesitan oler y / o pastorales para reducir la
vender, practican sexo por cualquier cantidad de dinero. Los población infantil vulnera-
ble a la explotación sexual
clientes son camioneros que paran en gasolineras al margen comercial, especialmente
de las carreteras federales o marineros, en general extranje- debido a las adicciones?
ros, que frecuentan burdeles en el área del puerto. En Río de
Janeiro la Policía Rodoviaria Federal identificó 1.918 puntos
vulnerables a la ocurrencia de casos de violencia sexual con-
tra niños a lo largo de los más de 60.000 km de autopistas
federales.

Todo eso muestra que la explotación sexual infantil aún


es un crimen sin castigo, que sucede impune, disfrazado de
“servicio al turista” o mostrando su cara hedionda sin preocu-
parse por disfraces. Varios años después de que el presidente
Lula eligiera el combate a la prostitución infantil como prio-
ridad de su gobierno, aún hay niñas menores que venden el
cuerpo por el precio irrisorio de R$ 1,99, R$ 0,50, o aún por un
plato de comida. A pesar de las promesas y de los propósi-
tos, las investigaciones sobre el tema muestran que muchas
de las principales organizaciones criminales identificadas en
2003 por la CPI de la Prostitución Infantil del Congreso no
fueron siquiera investigadas y continúan actuando libremen-
te.

Como siempre, las víctimas denuncian el rostro de la mayor


cobardía: pobres, del sexo femenino y negras, siguen siendo
el blanco indefenso de las terribles explotaciones del tráfico
y del sexo. Brasil y todo el continente lloran la inocencia agre-
dida de sus niñas. En sus rostros tristes y demacrados pode-
mos ver el rostro de Jesús que clama por justicia y liberación.

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44 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

Niños soldados: la infancia asesinada


Se calcula que existan 300.000 niños involucrados en con-
flictos armados en más de 30 países alrededor del mundo. De
acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(Unicef), la mayoría son adolescentes, pero existen niños de
hasta 7 años en esa situación. El reclutamiento de niños en
guerras se da generalmente para las líneas de batalla, pero
también son usados como espías, mensajeros, escudos hu-
manos, trabajadores o esclavos sexuales.

Entre varios países africanos y asiáticos, Colombia aparece


como uno de los países donde más se verifican casos de ni-
ños reclutados para actuar en guerras y portar armas.

En 2007, diez países firmaron los “Compromisos de París”,


en los que prometen combatir la “impunidad” respecto a los
autores del reclutamiento o utilización ilegal de menores, e
“investigar y perseguir” a esas personas, oponiéndose a la
amnistía de estos crímenes en los acuerdos de paz. La libe-
ración de los niños no deberá estar sujeta a condiciones y los
niños soldados acusados de crímenes deben ser considera-
dos “en primer lugar como víctimas de violación del derecho
internacional y no apenas como presumibles culpables”.

Revisar... Si la violencia es el mayor azote de nuestra época, cuando


¿Qué podría reflexionarse a la infancia es expuesta a todo tipo de violencia, desde la se-
partir de la realidad de ex- xual, hasta la del narcotráfico y niños inocentes son forzados
plotación de los niños y las
niñas en las guerras? a participar como agentes de una plaga como esta, la cosa
se vuelve aún más indignante. Un niño-soldado no es sola-
¿Qué otras guerras existen mente aquel que va a combatir, también es usado en varias
en nuestros países y cómo
son explotados en ellas acciones violentas e injustas. La pobreza, la propaganda y los
nuestros niños y niñas? intereses ideológicos continúan provocando la vinculación
de los niños en varios conflictos.

La mayoría de los niños-soldados son raptados de sus ca-


sas. Viven en medios pobres y marcados por el analfabetismo
y, muchas veces, provienen de zonas rurales. Aquellos que se
involucran voluntariamente en el conflicto son guiados por
el deseo de liberarse de la pobreza y hacer parte de un grupo
político e ideológico. Aquellos que sobreviven a los conflic-
tos se vuelven física y sicológicamente afectados y necesitan
apoyo psicológico para posteriormente reintegrarse en la
sociedad.

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 45

En 1996, la exministra de la Educación y la Cultura y ex-


primera dama de Mozambique, futura compañera del gran
líder sudafricano Nelson Mandela, Graça Machel, concluyó
un estudio de impacto patrocinado por las Naciones Unidas,
que la llevó a viajar por naciones asoladas por guerras civiles.
Visitó Colombia. Durante casi dos años de investigación, es-
tudió un contingente armado cuyas voces nunca habían sido
oídas porque eran demasiado jóvenes.

El estudio El impacto de los conflictos armados sobre los


niños sacó a los jóvenes combatientes de la invisibilidad, lo
que significó el primer paso para traerlos a la luz de la ley
internacional. Con victorias legales importantes como la le-
gislación contra el reclutamiento forzado de niños para la
guerra, los especialistas y defensores de los derechos de los
niños se encuentran con un instrumento apto para trabajar
y perfeccionar.

En Brasil vemos la realidad triste y terrible de niños que son


reclutados, no quizás para guerras político-ideológicas, pero
sí para otra guerra, quizás más letal y monstruosa: la guerra
del tráfico de drogas. Es común ver en los morros de Río de
Janeiro o en las periferias de São Paulo y en otros lugares
donde la droga circula, niños de doce años o hasta menos
haciendo de “avión”, es decir, llevando droga de un punto
para otro.

Cuando fueron entrevistados, muchos de estos niños es-


taban conscientes de su riesgo permanente, pero alegaban
preferir vivir menos y tener algo para disfrutar o dejar algún
dinero para la madre que trabajar pesadamente como el pa-
dre y llegar a la vejez más pobre que en la juventud.

Para salvar a todos los tipos de niños soldado es necesario Posibilitar...


practicar la justicia. Como dijo el Papa Paulo VI: el desarrollo ¿Cómo podemos brindarle
es el nuevo nombre de la paz. No se puede pretender tener un panorama esperanzador
a nuestra niñez desde la
paz sin trabajar por la justicia. Salvemos a los niños solda- iglesia?
dos y a los “avioncitos” del tráfico para que puedan recuperar
algo de su infancia y de su vida. En sus rostros se puede ver ¿Desde las acciones pasto-
rales, se podría impactar a la
el rostro de Jesús de Nazaret denunciando la injusticia y la niñez y a la juventud dándo-
violencia de que son víctimas, sobre todo cuando son con- le otro significado a su vida?
¿Cómo?
vertidos inocentemente en verdugos que ignoran a qué se
están comprometiendo.

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46 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

Niñez y vida descartables


Ya se sabe, se ha oído de todas las voces y en todos los to-
nos, que nuestra sociedad se caracteriza por hacer desecha-
bles todas las cosas. De las cosas se pasa a las personas y a las
relaciones, que son usadas, consumidas, agotadas y después
eliminadas o echadas afuera cuando entran en obsolescencia.

El hábito de echar cosas a la basura hace parte de la ac-


tual sociedad de consumo. Botellas, restos de comida, papel,
metal, vidrio, todo va a la basura. Echar cosas a la basura es
considerado normal. Nada se recicla, nada se aprovecha. Lo
grave es que también se va volviendo normal echar a la basu-
ra otras cosas. Casamientos que se dan al término de largos
idilios acaban en un parpadear de ojos por las razones más
superficiales. Opciones tomadas con pasión y entusiasmo se
derrumban porque surgió otra alternativa más atractiva en
el horizonte.

Vivimos bajo un régimen económico que succiona las fuer-


zas vitales de las personas para después abandonarlas a su
propia suerte cuando ya no producen más. El envejecimiento
causa verdadero pánico por representar la posibilidad de ser
desechado, botado, puesto al margen de la sociedad. Todo
eso va creando en todos nosotros una mentalidad también
desechable, que interactúa con el mundo y con los demás
en términos de uso y provecho y no de gratuidad y afecto. Y
así la humanidad va lentamente caminando hacia una des-
humanización creciente.

Cuando, la maternidad, uno de los sentimientos humanos


más viscerales, empieza a ser seriamente afectada por ese
estado de cosas intrínseco a nuestra época, el síntoma es
más que grave, ¡es aterrador! Así lo muestra la serie de bebés
abandonados en la basura o en zonas baldías que aparecen
con frecuencia en muchas partes del mundo y también de
América Latina.

A veces son tirados al agua, como fue el caso de una niña


prematura que fue arrojada al lago en una bolsa plástica ata-
da a un pedazo de madera. Su llanto fue oído por una pareja
que paseaba en la orilla y pidió socorro. Con la ayuda de un
palo, un hombre consiguió retirar la bolsa del agua. Inicial-
mente, según la Policía, confundieron el llanto del bebé con

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 47

maullidos y pensaron que se trataba de un gato, pero era una


bebé, una linda niña, que aún después de la situación angus-
tiante por la cual pasó, cruzó rumbo a la vida con deseo y
gallardía.

Otro caso es el de una joven madre que echó en un tam-


bor de basura a su hija de seis meses. La niña fue rescatada
enseguida por familiares de la mujer. En su declaración a la
Policía Civil la madre alegó que hacía aquello para vengarse
del padre de la bebé, quien se negaba a registrarla con su
apellido. La mujer salió de la casa y, al pasar por un contene-
dor de colecta de basura, abrió la tapa y echó a la niña. Una
tía y una prima que vivían cerca oyeron el llanto y la recogie-
ron. La madre intentó agredirlas, lo que las llevó a llamar la
policía. Las autoridades descubrieron que la madre también
agredía a la bebé.

En la zona sur de una gran ciudad latinoamericana, una Mirar...


niña con apenas un día de vida fue abandonada frente a una ¿Hasta dónde esta sociedad
casa. Estaba envuelta en una colcha, adentro de una caja de es capaz, con su nivel de
violencia y desesperanza, de
cartón. En la caja había una nota dirigida a quien la encon- arrancar del corazón de una
trase para que no la entregara en adopción. Días después, la madre el amor por su propio
hijo o hija?
madre se presentó con la intención de que le dieran a la bebé
de vuelta. Pidió disculpas y dijo que estaba desesperada por-
que no tendría condiciones de criar a su hija. Además de la
recién nacida ella ya tenía otros tres hijos. La madre perdió
Revisar...
la custodia de la niña, que se quedará bajo la protección del
¿Cómo pueden la comuni-
Consejo Tutelar. dad de fe y la Iglesia revertir
estos procesos de violencia
y desesperanza desde sus
También está el caso de un bebé de aproximadamente dos acciones pastorales, incluso
meses de vida que fue encontrado abandonado en una co- reflexiones teológicas?
lectora de basura. Lo hallaron barrenderos del ayuntamiento
que recogían los sacos de basura de la colectora donde fue
dejado. El bebé se encontraba adentro de una mochila de
nailon negra y con su llanto llamó la atención de los barren-
deros antes de ser echado en el triturador de basura.

¿Qué está pasando con estas mujeres? ¿Por qué arrojan el


fruto de su vientre como si fuera papel usado mientras pe-
rras, leonas y todas las hembras del reino animal son capaces
de morir para defender a su cría? Muchas se desesperan por
no tener recursos para alimentar a los hijos. Otras porque
aquel hijo se vino a sumar a otros ya nacidos y no hay recur-

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48 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

sos para sostener una prole tan numerosa. Pero en el fondo


se trata de la injusticia y el pecado de la desigualdad.

Es necesaria la misericordia con esas pobres madres, pero


por otra parte también es necesario inquietarse al percibir
cómo el sistema en el que vivimos corrompe hasta los más
nobles reductos del ser humano, que se animaliza al punto
de echar fuera su descendencia y futuro.

Esos bebés que ni siquiera hablan y, por lo tanto, son total-


mente indefensos, nos hacen acordar a Jesús, quien siempre
se ha solidarizado con ellos o con cualquier otro ser humano
que esté amenazado y sin defensa. Quién sabe si sus rostros
no estarían en el corazón y en los labios del Maestro cuando
dijo, en Mt. 25,45: “cuando lo hicisteis a uno de estos mis her-
manos más pequeñitos fue a mí a quien lo hicisteis”.

Cuidando y curando el rostro de Jesús en América


Latina
Junto a la dramática realidad que hemos observado a lo
largo de este texto vemos, sin embargo, rasgos que agregan
esperanza en el rostro de Jesús que queremos dibujar, desfi-
gurado por la injusticia y el abuso que sufren nuestros niños
Mirar... y niñas. Hay instituciones que se dedican a hacer esfuerzos
La autora nos ha indicado el para que estos pequeños puedan recobrar su dignidad y re-
impacto social de la Pastoral velar no solamente a Jesús crucificado, sino al resucitado que
del Niño en la infancia lati-
noamericana. brilla lleno de vida y gloria.

¿Hasta dónde organizacio- La primera que citaremos es La Pastoral del Niño. Fue fun-
nes como estas, con sentido
cristiano, puede impactar dada en 1983 en la ciudad de Florestópolis, Paraná, por la in-
toda una sociedad? olvidable médica sanitarista y pediatra, Dra. Zilda Arns Neu-
mann, fallecida en el 2011 en el terremoto de Haití, y por el
entonces arzobispo de Londrina, hoy cardenal emérito, don
Revisar... Geraldo Majella Agnelo. La Pastoral del Niño es un organismo
¿Desde nuestra estructura de acción social de la Conferencia Nacional de Bispos do Bra-
eclesial y pastoral, cómo po- sil (CNBB) y se hace presente en todos los estados brasileños
demos afectar los procesos
sociales? y en otros 21 países de África, Asia, América Latina y Caribe.

Su actuación reposa sobre la organización de la comuni-


dad y la capacitación de líderes voluntarios que viven en los
lugares de intervención y que asumen la tarea de orientar y
acompañar a las familias vecinas en acciones básicas de sa-

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 49

lud, educación, nutrición y ciudadanía, con el objetivo de


“desarrollar integralmente a los niños, promoviendo, en fun-
ción de ellos, a sus familias y comunidades, sin distinción de
raza, color, profesión, nacionalidad, sexo, credo religioso o
político” (artículo 2.º del estatuto).

El propósito de la Pastoral del Niño es “que todos los ni-


ños tengan vida en abundancia” (Cf. Jo 10,10). Su misión es
promover el desarrollo de los niños a la luz de una opción
evangélica preferencial por los pobres del vientre materno a
los seis años, aportando para que sus familias y comunidades
realicen su propia transformación por medio de orientacio-
nes básicas de salud, nutrición, educación y ciudadanía, fun-
damentadas en la mística cristiana que une fe y vida.

Con la labor de la Pastoral del Niño, Brasil consiguió alcan-


zar, con una anticipación de cuatro años, las Metas del Mi-
lenio de la Organización de las Naciones Unidas en lo que
se refiere a la reducción de la mortalidad infantil hasta 2015.
Desde 1990 el país redujo en un 73% el número de muertes,
sin embargo, en la tabla de mortalidad infantil ocupaba la
107.ª posición con relación a las otras naciones.

Además de Brasil, en el continente otros países se han be-


neficiado con la iniciativa de la Pastoral del Niño. En Repú-
blica Dominicana el nivel de las investigaciones acerca de los
primeros cuidados al neonato por parte de la madre y de la
comunidad llegan a niveles de doctorado y son aplicados en
las comunidades con participación de todos. Pero además de Revisar...
los aspectos de supervivencia infantil, la Pastoral del Niño se ¿En qué aspectos, en Amé-
preocupa por tomar medidas para la mejoría de calidad de rica latina la niñez sigue
vulnerable a pesar de los
vida de los niños como prevención de la obesidad, las opor- esfuerzos de la Pastoral del
tunidades para el desarrollo infantil y la vejez saludable a tra- Niño?
vés de las atenciones de los primeros 1.000 días de vida.

Hoy, 80% de los niños que aún mueren antes de los 5 años Posibilitar...
de edad están en África y Asia. Solo en India muere una cuar- ¿Desde la Iglesia y las dis-
ta parte de los niños de todo el mundo, en comparación con tintas comunidades de fe,
cómo se puede apoyar el
el 11% en Nigeria, el 7% en Congo, el 5% en Pakistán y el trabajo de grupos como los
4% en China. Estas son cifras muy tristes y alarmantes, pero consejos tutelares para la in-
fancia y la adolescencia?
lo que sucede en América Latina a raíz de iniciativas como
La Pastoral del Niño permite tener esperanza respecto a que
nuestra niñez puede ir adquiriendo los rasgos del rostro lu-

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50 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

minoso de Jesucristo resucitado.

Otra iniciativa que deseamos mencionar es la de los Con-


sejos Tutelares para la Infancia y la Adolescencia. La cuestión
de la infancia y de la adolescencia en América Latina es una
de las más graves. Tenemos uno de los mayores índices de
niños sin acceso a la educación y a la vivienda, que viven en
las calles, que son explotados en el trabajo infantil y que se
convierten en víctimas de la violencia y del tráfico de drogas,
del cual son víctimas e intermediarios.

Los Consejos Tutelares fueron creados para enfrentar di-


cho problema, buscan garantizar los derechos del niño y del
adolescente, y tienen, entre otros objetivos el de gestionar
servicios públicos, atender y aconsejar a los padres o respon-
sables de los niños y asesorar al poder Ejecutivo en la elabo-
ración de propuestas presupuestarias para el área en la que
se desea trabajar.

Los Consejos Tutelares fueron, por lo tanto establecidos a


partir del Estatuto del Niño y del Adolescente para atender
a los menores siempre que sus derechos son amenazados o
violados. Su acción se pone en marcha para organizar inter-
venciones directas cuando la niñez está siendo amenazada
de alguna manera, y fiscalizar las políticas públicas para veri-
ficar si están siendo eficaces en la atención a sus demandas
éticas y de derechos.

Hablando en términos teológicos, cuidan que los rostros


de la niñez en nuestro continente no sean desfigurados por
la injusticia, la violencia y la opresión, sino que puedan brillar
en toda su pureza y plenitud, tal como fueron soñados por el
poder misericordioso del Dios creador.

Conclusión: rostros de niños, rostros de Jesús


En el año 1979 se realizaba en Puebla de los Ángeles, Mé-
xico, la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Era un
momento muy rico y dinámico para la Iglesia del continente.
Se cumplían más de diez años desde que se había celebrado
la conferencia de Medellín, Colombia, con el esfuerzo de re-
cibir en América Latina al Vaticano II con sus tres puntos no-
dales: la fe inseparable de la práctica de la justicia; una nue-

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 51

va manera de hacer teología desde el análisis de la realidad


conflictiva e injusta; y la articulación de las bases comunita-
rias que reconfiguraban el rostro eclesial de la patria grande.
Pero igualmente empezaba el pontificado de Juan Pablo II, Posibilitar...
que cuestionaba los rumbos de la Iglesia de esas latitudes y ¿Cómo seguir promoviendo
la teología que aquí se elaboraba. la esperanza desde la Iglesia
y la comunidad de fe ante
una realidad tan difícil, espe-
Puebla fue la consagración definitiva del método ya uti- cialmente para la niñez?

lizado en Medellín y heredado de la aguerrida y combativa


¿Qué estrategias se pueden
Acción Católica: ver-juzgar-actuar. Y el análisis de la realidad, ir gestionando para concre-
que tanto se había destacado en Medellín, también ganó tar cada vez más los avances
teológicos de Medellín, Pue-
lugar prominente en la conferencia de la ciudad mexicana. bla y Aparecida?
Uno de los textos más característicos de Puebla es el de los
párrafos 31 a 39, que describe con palabras fuertes la cruel
pobreza en que se encuentra sumergido el continente: La si-
tuación de extrema pobreza generalizada adquiere en la vida
real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los
rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e inter-
pela (p. 31).

El primer grupo de rostros que el documento menciona, a


la cabeza de la serie que se seguirá, es el de los niños: rostros
de niños golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por
obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficien-
cias mentales y corporales irreparables; los niños vagos y mu-
chas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza
y desorganización moral familiar (p. 32).

Casi treinta años después, el documento de Aparecida, del


2007, mencionará el peligro que los nuevos cambios cultu-
rales traen a los niños. La avidez del mercado descontrola el
deseo de niños, jóvenes y adultos. (D 50) Y más: niños y niñas
sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al tu-
rismo sexual; también los niños víctimas del aborto (D 65).

Treinta años después, la tentación del desaliento puede


rondarnos. Todavía nuestros niños revelan tristemente el
rostro del crucificado por estar sometidos a la pobreza, a la
opresión económica y cultural, a la violencia de todo tipo. Sin
embargo, la esperanza no puede dejar de habitarnos al leer
en el mismo documento de Aparecida: Alienta nuestra espe-
ranza la multitud de nuestros niños (D 127). Seguimos siendo
el continente de la esperanza porque la vida aquí sigue ven-

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52 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

ciendo a la muerte. Y en cada niño que nace se puede ver el


rostro de Jesús.

Pues, como ya decía el documento de Puebla, Cristo, al na-


cer, asumió la condición de los niños: nació pobre y sometido a
sus padres. Todo niño —imagen de Jesús que nace— debe ser
acogido con cariño y bondad (p. 584). Y agregamos nosotros:
su rostro debe ser cuidado con amor y desvelo a fin de que
pueda reflejar y anunciar de forma siempre más bella el mis-
terio de Jesús encarnado, vivo, muerto y resucitado.

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Mapa
La autora nos permite ver trazos de la realidad infantil y respuestas importantes desde la Iglesia que generan algún impacto social en la realidad
de la niñez. Mediante el mapa conceptual, retomaremos ideas importantes e invitaremos al lector a enriquecerlo con sus palabras, algunas tomadas
del texto o vivenciales en el tema de niñez y fe.

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54 Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana

1. ¿Qué aportes valiosos nos hace la autora sobre Jesús y la niñez, además de los
compromisos adquiridos en Aparecida, Medellín y Puebla, para la propuesta de la
teología de la niñez?

El texto es muy rico en información sobre Jesús y la niñez, así como en referencias
importantes en cuanto al tratamiento del tema desde la estructura eclesial.

¿Qué aprendizajes nos dejan estos procesos respecto al trabajo con la comunidad en
la que se participa?

2. ¿Cuántos de los aportes que nos hace el texto pueden contextualizarse en la


iglesia y comunidad de fe de la que es parte?

Hay aportes importantes en dos sentidos, primero, en la lectura del mensaje de Jesús
sobre los niños en la Biblia, y segundo, en la descripción del proceso mediante el cual la
Iglesia católica en América Latina plantea la preocupación por la situación de la niñez.

¿Cómo se podrían aprovechar estos aportes en términos de reflexión teológica y ac-


ciones pastorales para promover la inclusión de la niñez en la Iglesia y comunidad de
fe?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las reflexiones del tex-
to?

La autora nos ha dejado una serie de pistas importantes que nos pueden ayudar en
el desafío que se ha establecido de incorporar la niñez en la teología.

Desde la pedagogía de la ternura vamos a recuperarlas a grandes rasgos mediante


preguntas e ideas que nos ayuden a visualizarlas dentro de nuestros contextos.

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

Esta tarea nos remite al interés por conocer el proceso interno de las niñas y
niños, su mundo y la forma de vivirlo, intentando entender lo que Jesús señala:
que debemos ser niños y niñas para conocer el Reino de Dios.

En las acciones adultas cotidianas y en las reflexiones que se hagan en la


Iglesia y la comunidad de fe se debe celebrar esas actitudes y aptitudes de la
niñez, que son tan apreciadas y ensalzadas en las palabras de Jesús.

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza

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Rostros de Jesús en la infancia latinoamericana 55

de derechos e intereses propios).

Así como las acciones de Jesús descritas en los Evangelios eran tan
contundentes sobre el espacio de importancia y protagonismo de los niños
para Jesús, ¿cómo se pueden encarnar en la estructura, en las prácticas y en las
reflexiones?

¿Cómo podemos incorporar estas prácticas en las actividades cotidianas de


la Iglesia y la comunidad de fe?

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y la toma de decisión).

Así como Jesús los sentaba en el centro y los usaba de referencia para las
personas que buscaban conocer el reino de Dios, nos queda el reto de abrir
espacios y generar acciones donde los niños estén en el centro del trabajo
pastoral y de la reflexión teológica.

¿Qué transformaciones deben impulsarse para construir estos espacios y


legitimarlas a nivel eclesial?

4. Y renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

En cuanto al lenguaje, nos queda el reto de revisarlo a la luz de las


necesidades imperantes de atención a la niñez ante la vulnerabilidad que vive
América Latina.

Todos los casos que nos mencionó la autora sobre la violencia que viven
los niños y las niñas nos sirven para reconocer la falta de amor que existe en
el mundo y la misión como comunidad de fe cristiana de hacerlo vivo entre las
personas creyentes, pero especialmente entre esas personas que son las más
vulnerables.

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56 Dame la mano y danzaremos

Dame la mano y danzaremos1:


la niñez como desafío teológico-pastoral

Dra. Elizabeth Salazar Sanzana

A la memoria de Natividad Sanzana, para quien fui siempre su niña2.

“Dame la mano y danzaremos, dame la mano y me amarás”.


Este primer verso del poema de Gabriela Mistral nos invita a
hacer ronda, entrelazar las manos en pro de una esperanza,
de un deseo, de una música y de una celebración. Por eso
pensé en este poema que se hizo ronda en América Latina
para responder a la invitación que me hicieron CELAM, Pas-
toral da Crianca y World Vision a reflexionar sobre la infancia.
Es una tarea para la transformación de todos y todas las que
tendremos la bendición divina de leer y aprender de los es-
critos aquí publicados.
Mirar...
La autora nos hace la invita- Este año, como nunca antes, he leído historias infantiles
ción a mirar nuestra propia maravillosas, pues mi hijo menor me ha compartido sus lec-
niñez y comparar las con-
diciones con las que vive la turas de la escuela primaria. Son cuentos cortos, parte de la
niñez actual. sabiduría de la literatura, además de una colección de histo-
rias bíblicas infantiles con unas láminas coloridas maravillo-
sas que atraen a todos. Pensamos en los recursos que hoy
tenemos y los que teníamos antes. Quisiéramos sentir que
lo que se ha hecho hasta ahora en educación cristiana, en las
catequesis y en educación religiosa en colegios nos satisface,
sin embargo, preocupa que nuestros propios diagnósticos
eclesiales revelan lo contrario. La misión a la que hemos sido
desafiados por los actuales llamados que han hecho las di-
versas instancias ecuménicas nos hace pensar que hay que
buscar cómo enfrentar creativamente esa realidad sin escon-
der nuestra sensación de fracaso.

Trabajar la infancia nos remite necesariamente a la nuestra.


Somos privilegiados aquellos y aquellas que hemos tenido
1 Referencia al poema “Dame la mano” de Gabriela Mistral.
2 Escribí esta reflexión en octubre y la retomé después de días de perderla abruptamente producto de un
asalto que sufrí camino a la Iglesia. Un pequeño homenaje póstumo a una gran mujer de Dios.

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Dame la mano y danzaremos 57

familia que ha velado por nuestra infancia. Especialmente a


quienes nos presentaron a Jesús en la devoción diaria, en la
lectura bíblica, en el amor fraterno. Recuerdo que muy avan-
zada mi adolescencia descubrí que éramos pobres, antes no
lo noté, no me fijé, pues mi mamá se las arreglaba para que
no percibiéramos carencias y no existió, según mis recuerdos,
una envidia o frustración por algo que otros tenían y noso-
tros no. Ahora reconozco que lograron que viviera una niñez
muy divertida, entre el campo y la ciudad, entre la escuela y
la Iglesia, entre la risa del juego y la tarea o deber. Como niña
viví en una protección familiar de mis hermanas, hermanos y
padres, por ser una de las menores, que se completaba con
una comunidad cristiana presente y afectiva. Cada culto o
escuela dominical era motivo de fiesta, de dulces y de con-
versa. Hoy, al querer reflexionar sobre la infancia, pienso en
la mía y en la realidad que como pueblos del Tercer Mundo
vivimos. Realidad que hoy golpea a la puerta de las Iglesias y
congregaciones locales y que no, necesariamente, se trata de
precariedad económica solamente.

Mirando nuestro entorno inmediato


A modo de diagnóstico podríamos referirnos a las esta-
dísticas que manejan los organismos competentes sobre la
situación económica, de salud, escolaridad y violencia que
sufre la población infantil de nuestro continente. No obstan-
te sólo podemos decir que es escandaloso que hoy en pleno
siglo XXI tengamos tanta población infantil viviendo en las
condiciones más miserables que podríamos imaginarnos. A
la sombra de las grandes construcciones comerciales y con-
dominios exclusivos de las megaciudades de nuestra Améri-
ca Latina y el Caribe se esconden las injusticias más letales de
la sociedad. La experiencia de vida, de vida en comunidad,
nos ayuda a tener los ojos ungidos con colirio, y la Palabra de
Buenas Nuevas del Evangelio que nos acompaña como luz
y verdad nos lleva a observar en qué consiste una sociedad Revisar...
alejada del bien de Dios. La mirada a las distintas rea-
lidades infantiles pasadas y
presentes nos permite ver
Esta realidad cruda que nos aflige y estas historias de vida cambios que tienen implica-
ciones sociales y familiares.
cotidiana hoy iluminan la reflexión teológica-pastoral sobre
la situación de la niñez y el género en América Latina y el Ca-
¿Qué cambios se podrían
ribe. Tenemos como telón de fondo la realidad reflejada en el identificar y qué consecuen-
arte de nuestros poetas y artistas, que nos invitan a enfrentar cias tienen sobre la niñez
actual?
una realidad que afecta a la sociedad. Los cuentos infantiles

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58 Dame la mano y danzaremos

que nos traen los sabores y olores de nuestros pueblos, como


muchos captados por el poeta o poetisa, son reflejo de es-
peranza contra toda adversidad. Acentúo la importancia de
la poesía, el cuento y las narraciones reminiscentes, pues son
sabiduría que brota de los encuentros entre generaciones y
promueve, además, que se recobren sabidurías desechadas.
El gran teólogo, poeta y pedagogo brasileño Rubem Alves
nos invita a leer historias para grandes y pequeños, pues sólo
una historia que puede ser para ambas generaciones guarda
una fuerza posible de entender, y puede llevar la vida a la luz
de Dios.

Dame la mano: recuperar lo perdido


Cuando hablamos de recuperar, evocamos la gran parábo-
la de Jesús sobre la dracma perdida. Como cristianos y cris-
tianas creemos que Jesús es paradigma de desarrollo integral
para la niñez en nuestra América Latina y así lo hemos afir-
mado como comunidad cristiana. Los textos emblemáticos
de los Evangelios: Mc 10,13-16; Mc 9,33-37 también narrados
en los otros evangelios, nos entregan la base no sólo para la
consideración de los niños y niñas como sujetos teológicos,
sino que enfatizan su lugar en el Reino. Aunque los judíos da-
ban importancia a la descendencia, los niños y niñas estaban
colocados en el último lugar social. Se consideraba pérdida
de tiempo para un hombre (no para una mujer) estar en com-
pañía de los niños y Jesús nuevamente invierte los valores. El
colocar a los niños y niñas en medio, es más que un simbolis-
mo, pues quiere dejar claro el principio del amor, que acoge
a todos, especialmente a los menos considerados de la socie-
dad. Quien dice seguir al maestro no sólo debe aceptar a los
niños y niñas, sino hacerse como ellos y ellas.

En la parábola de la dracma que hemos evocado (Lc. 15,8-


10) se nos convoca a recuperar lo perdido a la luz de Cristo,
quien es por excelencia el rescatador de la humanidad. Es re-
cuperar lo que se entiende como sentido para la vida plena,
sentido esencial de esperanza para el Reino, así como el Se-
ñor nos recupera como lo hace con las y los perdidos.

Este es el sentido de búsqueda que nos inspira en esta


reflexión ¿Qué hemos perdido por el camino? ¿Qué hemos
olvidado en la caminada que necesitamos para la misión de
Dios? Nada indica que la dracma sea una moneda que hace-

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Dame la mano y danzaremos 59

las veces de dote de la mujer ni tampoco que estuviera en-


gastada en forma de diadema o collar y fuera sólo un adorno.
La dracma era una moneda de plata cuyo peso y valor es di-
fícil de determinar, pero era importante, esencial. Reflexione-
mos en la insistencia y el objetivo claro que se expresan en
los textos que narran el hecho hasta que quien la ha perdido
la encuentra y se alegra. La búsqueda y la alegría del encuen-
tro es lo que nos debe llamar la atención. Los evangelios nos
atestiguan que Jesús se comunicaba con la gente en pará-
bolas, como lo menciona en Marcos 4:11, 33 al 34, de acuer-
do a lo que podían captar del mensaje. Sin embargo, hasta
los discípulos tenían dificultad en entender el mensaje de
las parábolas (v.10) y pocas explicaciones vemos al respecto
de ellas. Las parábolas incomodaban el pensamiento hasta
encontrar su explicación, como si fuera un gran rompecabe-
zas o puzzles. La parábola de la dracma perdida nos exhorta
a la dedicación, la atención para lograr el objetivo, como el
pastor que busca la oveja perdida. El interés desmedido en
encontrarla incomoda y muchos autores especulan en su
verdadero valor, su dedicación sólo se compara a la alegría
de la celebración. Cuando entendemos que el ser humano
está perdido sin Cristo, comprendemos el impulso de la gra-
cia hacia la evangelización.

La enseñanza del Evangelio se complementa con lo que las


propias narrativas cotidianas nos entregan. Entre los cuentos
que me inspiran está la conmovedora vivencia de una niña
llamada Justina3. Esta niña, criada en la ciudad junto a sus
padres, llevaba el nombre de su abuela, a quien no conocía.
Ella mostraba un desagrado por su nombre y también por el
campo, lugar donde vivía su abuela. Los prejuicios la inva-
dían y atormentaron por días. Lo que decían de la abuela, por
su cercanía a la medicina indígena, la llevó a calificarla como
bruja yerbatera. Cuando pasó una temporada de verano con
la abuela descubrió un mundo de sentidos que la hizo cer-
cana, no sólo a la anciana, sino al campo, la naturaleza y a la
sabiduría de la anciana. Los vínculos afectivos rápidamente
se crearon y sus conversaciones traspasaron las barreras ge-
neracionales.

Todo se tornó importante y cuando las dos mujeres se se-

3 Diaz, Jorge. Justina. Contar con los dedos, Santiago, Zig Zig, 2012. p.
73-83.

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60 Dame la mano y danzaremos

pararon, les embargó una gran tristeza, pero la abuela, bus-


cando consolar a la nieta, le entregó una rama de canelo y se
unió con ella en el recuerdo y en el simbolismo de este árbol.
La anciana le enseña y entrega amor, incluso para amar su
propio nombre, dándole sentido e identidad.

La Justina-niña, con una rama de canelo, árbol sagrado


para los mapuches, se reencuentra con la Justina anciana
campesina. Todos los prejuicios y el miedo se vencen en la
intimidad del campo, del aroma de las flores y yerbas, de la
conversación, de compartir el pan y el verso. Entre ambas
mujeres, con sus diferencias, queda una amistad amorosa,
perpetuada incluso por la separación de la muerte, y simbo-
lizada con una rama de canelo.

Otro cuento maravilloso y muy cercano en su enseñanza


es “El lugar más bonito del mundo”4. En esta historia, a partir
del descubrimiento del mundo de las letras, el niño llamado
Juan reconoce la sabiduría de su abuela, que va más allá del
conocimiento. La anciana lo acoge en medio de la desespe-
ranza y la incertidumbre del abandono materno. Descubre
la necesidad de saber distinguir entre tener y desear tener,
entre madre y abuela, entre trabajo y juego. Como muchas
niñas y niños hoy en nuestro continente, viven sin su madre,
se crían al amparo de su abuela, aprendiendo a trabajar des-
de muy temprana edad, perdiendo su capacidad de soñar y
jugar. Juan vive en Guatemala y él quiere aprender a leer. En
Mirar... el cuento conocemos su proceso de aprendizaje de la lectura
¿Qué cambios observamos y de la vida. Me gustan los cuentos porque nos dan finales
en la estructura familiar y plenos, y en los dos mencionados tenemos un final lleno de
su convivencia en nuestras
comunidades? sentido, de esperanza y fe de que nuestro final también será
así.

Revisar... Esta realidad de los cuentos, tan común, lleva a resignifi-


¿Qué cambios afectan los re- car la relación abuela-abuelo / nieto-nieta, además de cons-
ferentes de identidad de las tatar la carencia que tenemos de la madre como figura fun-
personas jóvenes?
da- mental en la infancia y también del padre o progenitor.
¿Cómo se hace vulnerable la
Son muchas las familias compuestas por abuelas y nietos en
niñez con estos cambios de Chi- le, especialmente en el sector sur, tanto que a los orfa-
referentes?
natos llegan niños(as) abandonados no por sus padres sino
¿Cómo afectan estos cam-
como consecuencia de la enfermedad o fallecimiento de sus
bios familiares a la comuni-
dad en general? 4 Cameron, Ann. El lugar más bonito del mundo.Santiago, Alfaguara,
2002

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Dame la mano y danzaremos 61

abuelos obliga a albergarlos en estas casas de acogida. La au-


sencia de los progenitores es una realidad muy conocida en
nuestra sociedad, que se repite en muchos países.

Las abuelas, que asumen la custodia de nietos, nietas o


sobrinos nietos, de forma voluntaria o involuntaria, viven en
esa tierra movediza entre querer ser madres y disfrutar de ser
abuelas, e incluso enseñar en una edad en cual no tienen la
autoridad y el vigor necesarios. Hay eslabones perdidos por
necesidad, uniones y relaciones que se producen de forma
creativa y resciliente frente a la realidad. Sin embargo, esta-
mos frente a una situación innegable de una niñez sin refe-
rentes directos que violenta el desarrollo de una sociedad en
la cual las generaciones se unen a partir de la sobrevivencia.
La sociedad ha perdido la capacidad de mantener a los niños
y niñas con sus padres. Estamos frente a una sociedad abor-
tiva, una sociedad que ha perdido los eslabones que unen a
las generaciones de manera sana.

También la situación contraria y extrema la tenemos, en


que los pocos núcleos familiares formados, por diversas
situaciones, se aíslan de tal manera que no hay un vínculo
afectivo con los ancianos y ancianas. En la mayoría de los gru-
pos eclesiales, los ancianos que hay en las congregaciones
viven alejados de sus hijos, hijas y nietos o nietas. La situación
económica y los afanes de la cotidianeidad han llevado a una
separación (cada vez más común) física innegable y que deja
al más débil, vulnerable: los niños, niñas y ancianos, ancianas.
Revisar...
Las oportunidades laborales, con ingresos que tienen ¿Qué importancia tienen los
referentes para las personas
como contrapartida horarios prolongados, propias de las en nuestras comunidades?
grandes urbes, así como un espacio habitacional disminuido,
llevan a que los matrimonios opten por una separación de ¿Cómo pueden los referen-
tes sociales y familiares pro-
los núcleos familiares. Sin duda, se encuentran argumentos teger y fortalecer el cuidado
suficientes para mitigar cualquier sentimiento de culpa, pues y la prevención en la niñez
de nuestras comunidades?
es parte de la ley de la vida. No obstante, hablamos de cómo
los propios círculos sociales obligan a considerar la re- duc-
ción familiar al yo, tú y los hijos e hijas. Inclusive los luga- res
de esparcimiento no están diseñados para la convivencia Posibilitar...
de toda la familia. Las propias actividades eclesiales al final ¿Qué referentes podemos
fortalecer en nuestras comu-
reducen la separación de cultos mixtos (niños, sin adultos y nidades y cómo podríamos
ancianos) y de cultos de juventud (sin ancianos, a quienes les abrir espacios de divulga-
ción y fortalecimiento?
molesta la música). En el afán de adaptarnos a los tiempos,

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62 Dame la mano y danzaremos

terminamos fraccionando a la comunidad y debilitando los


pocos lazos que nos quedan para fortalecer la sociedad y la
Iglesia. Este debilitamiento se da, además, al no aprender a
valorar los nuevos “estilos” de familia que se crean en la so-
ciedad.

Esto también ha llevado a una barrera generacional que


deja a los niños y niñas ajenos al envejecimiento y a la an-
cianidad. Las propias actitudes que estamos observando día
a día nos hacen reafirmar la distancia, la indiferencia de los
niños, niñas y jóvenes de los y las ancianas. Es muy evidente
la incomodidad e indiferencia hacia el anciano y anciana en
los medios de transporte, en los bancos, lugares de esparci-
miento y paseos peatonales. Más aún la brecha creada por su
lejanía, tildada como ignorancia, con las nuevas tecnologías.
Las manos que siempre estuvieron entrelazadas entre gene-
raciones, hoy se tornan cada día más débiles. Los seres hu-
manos nos hemos tornado obsoletos y desechables desde la
mirada cruda de los objetivos productivos inmediatos. Pero
¿qué pasa con los y las niñas en medio de esta realidad? Son
los que más pierden humanidad, y más aún las niñas, a quie-
nes una educación con miedo a la diversidad, les ha llevado a
juzgar también desde este preconcepto.

Dame la mano y danzaremos: el desafío de la


iglesia.
Revisar...
Debemos preguntarnos por Quizás las dificultades mayores que tenemos hoy no sea la
las prácticas en nuestras co- violencia que se da en nuestras sociedades en que se vulnera
munidades para preservar la
identidad y la memoria, que a la niñez, puede ser sólo lo visible a nuestros ojos sociales.
hemos visto que contienen Posiblemente hay violencias silenciosas, micro-violencias
la pertenencia afectiva y la
esperanza como comunidad que se dan en la base social. Creemos que la problemática
cristiana. se inicia en el silencio e intimidad de las murallas. Murallas
generacionales que llevan a vivir la infancia sin memoria.
¿Qué papel juega esta mi-
sión transgresora de los ni-
Justina no acepta su nombre, pues lo encontraba feo y sin
ños y niñas en la vivencia de sentido, ella no conoce a la abuela llamada así también. No
la fe y las tradiciones?
hay afectos que la unan a esa anciana, ajena a su vida coti-
También revisar elementos
diana. Para quienes sabemos la importancia de la memoria
de segregación en las estruc- en la construcción de identidad, es como vivir sin luz que nos
turas o prácticas hacia las ilumine el camino. Sin memoria los pueblos son dominables,
personas por edad género
y otras diversidades, e iden- amoldables y frágiles. La memoria en el cristianismo mismo
tificar qué argumentos están es fundamental, por eso la Eucaristía (Lucas 22:19), por eso la
detrás de esa segregación.
memoria del encuentro con Dios.

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Dame la mano y danzaremos 63

Cuando las niñas son criadas sin referentes de vida que las
sostengan en su condición de ser humano, son más vulnera-
bles a los signos de muerte. Incluso para romper los círculos
de violencia no es la solución enajenarlas, sino más bien in-
corporar a las niñas a culturas de paz. Muchas niñas al des-
conocer sus raíces o tener conciencia de lo que son, no con-
siguen superar la segregación sexual o racial existente en la
sociedad. Si llevamos esto a las comunidades de fe, muchas
niñas al llegar a una edad determinada de decidir, no tienen
los elementos de identidad, de pertenencia afectiva que les
una a una confesión de fe. Se niegan a la confirmación de fe
o cualquier ritual de confesión y compromiso. La iglesia, las
comunidades de fe, pasan a ser espacios sin sentido. Se han
criado sin memoria, sin sacramento, sin sentido.

En el judaísmo, por ejemplo, la memoria es la base funda-


mental. La pascua judía está basada en la unión de todos -
en la memoria del éxodo- incluido los niños. La memoria del
gran acontecimiento liberador del éxodo es celebrada cada
año y el significado salvífico de la pascua se traspasa a toda
la familia. Observamos la necesidad del pueblo de Israel de
unirse a la memoria de sus antepasados. Cuando evocan a
Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados para el mo-
mento crucial con el maestro resucitado: la transfiguración.
Las genealogías nos hacen sentido, pues nos unen a la vida
con eslabones de identidad y esperanza. Mi gran preocu-
pación es que estos cuentos mencionados, reiterativos en
su temática, nos están gritando como los profetas de Israel
que una de las causas de la realidad tan difícil hoy, son las
murallas que separan las generaciones, la falta de memoria e
identidad que tienen nuestros contenidos programáticos de
las enseñanzas catequéticas. De alguna manera la memoria
es subversiva a la hora de potenciar nuestro presente y es por
eso que se controla a través del olvido. Nos cuesta incorpo-
rar la historia como una manera de hacer propia la identidad
cristiana. La sociedad está segregada no sólo por género,
raza y clase, sino que hoy estamos separados por facetaria.

Con nuestra mirada hacia las grandes separaciones que te-


nemos en la sociedad, vemos la realidad de nuestras comu-
nidades de fe, donde hemos incorporado separaciones face-
tarias en nuestro culto, sacramento eucarístico, enseñanza y
devoción. En nombre del buen comportamiento alejamos a

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64 Dame la mano y danzaremos

nuestros hijos e hijas en su temprana edad de las celebra-


cio- nes litúrgicas. Sólo nos acordamos de esta responsabili-
daden el bautismo o presentación y en la primera comunión,
confirmación o bautismo de incorporación. Cualquiera sea la
manera que nuestros niños y niñas son llamados a la fe, no
es posible excluirlos de toda la vida comunitaria. Nos cuesta,
como a los discípulos (cf. Lc 9,48 con Lc 18,15-17), entender la
misión socialmente transgresora con y para la niñez. Somos
desafiados a cambiar lo que nos está afectando como comu-
nidades movidas por el Espíritu Santo.

Cada día las niñas pierden su sentido de futuro, por un


presente abrupto, por una realidad ausente de sentido. Su
pasado es inmediato, es mediocre, no está iluminado por la
sabiduría de sus antepasados que le hace soñar como mujer.
En muchas no hay reminiscencia que lleven a rescatar el sen-
tido de vida a las niñas y se miran como si nunca llegarán a
ser viejas. Por otro lado, hay grupos no menores de niñas que
las hacen crecer antes de tiempo, las hacen objetos sexua-
les, objetos de violencia, objetos de juego y abusos diversos.
Las niñas que crecían junto a la madre y padres, hoy se ven
privadas por las largas jornadas laborales que impiden sentir
Posibilitar... como el cuerpo cambia. Además las niñas en un buen por-
Gestionar espacios de re- centaje también son llevadas a la labor de madre antes de
flexión y elaboración de es- tiempo, pues se hacen responsables de sus hermanos meno-
trategias para contrarrestar
estos procesos de segrega- res. Son violencias a diversas escalas que se observan cotidia-
ción y pérdida de identidad, namente en nuestro entorno, especialmente contra las niñas.
y promover la convivencia
afectiva en la diversidad. ¿Qué hacemos como Iglesia de Jesucristo, que nos llama a
incorporar a la danza a todos y todas? Seguir al maestro sig-
¿Cómo recuperar esas au- nifica incorporar este legado de misericordia y aceptar que
sencias y presencias que
menciona la autora?
hemos pecado.

¿Qué significa ser profeta El evangelio nos hace mirar la vida con esperanza y creati-
hoy, y qué relación podría
tener la deconstrucción de
vamente nos llama a enfrentar la realidad a la cual estamos
los lenguajes modernistas llamados a ser profetas. Esto en nuestras comunidades ha lle-
antropocéntricos, relativistas
y segregadores?
gado de forma abrupta y es por eso que a la hora de reflexio-
nar, no podemos hacernos los desentendidos a esta consta-
tación que atraviesa nuestras congregaciones cristianas. Una
iglesia que experimenta el poder vivificador y santificador
de Dios busca dignificar a todo ser humano y reacciona fren-
te a un mundo sin corazón. Pues la sociedad camina en un
proyecto cada día más alejado de la voluntad divina de vida
plena. La segregación, por sexo, clase, raza y facetaria, en el

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Dame la mano y danzaremos 65

modelo que se nos ha impuesto, como paradigma a seguir


para el éxito. Esta realidad extrema nos preocupa, pues nos
encontramos con la pérdida de sentido para las niñas, como
ser humano específico que debemos reforzar para la cons-
trucción de una sociedad justa e inclusiva. Cristo se solidarizó
con nosotros integralmente, tomando sobre si nuestras en-
fermedades, llevando consigo nuestros pecados y se mues-
tra ahora en estas pequeñas: si lo haces a una de éstas, a mí
lo haces (Mateo 25,40)

Dame la mano y danzaremos, dame la mano y me


amarás: Llamado a ser iglesia.
Jesús predicaba sin límites sobre el amor. Hoy colocamos
límites a todos nuestros discursos y acciones como iglesia.
La misión de Dios desafía a las iglesias cristianas a liberarse
de las amarras organizativas, de su visión eclesiocéntrica y de
interpretaciones reduccionistas del evangelio del Reino de
Dios, a una hermandad solidaria, que incorpore a los y las se-
dientas de salud y vida. Sólo Cristo puede dignificarnos como
seres humanos, esta es nuestra experiencia de fe, y es esto lo
que debemos testimoniar al mundo. La infancia está gritan-
do para que desconstruyamos los pensamientos modernis-
tas que destruyen la mirada de familia, de comunidad, de la
propia fe. Hoy más que nunca necesitamos comunidades de
fe que resguarden la vida familiar en su diversidad, que incor-
poren en su pastoral estos nuevos conceptos de familia, en
que debemos suplir la separación generacional, sin dejar de
mencionar de toda segregación humana. Esto es posible por
la acción del Espíritu Santo, que nos conduce a la vida ple-
na, comunitaria, en que la unidad rompe toda separación y
resguarda la diferencia legítimamente. La infancia, sin duda,
debe ser incorporada de la misma manera que Jesús los aco-
gió como ejemplo de fe.

Es claro que no podemos recuperar las madres o padres


ausentes. No podemos recuperar a los ancianos padres que
se quedaron en el campo o en el pueblo y dieron paso al pro-
greso de su familia. Pero podemos incorporar su memoria y
su ausencia-presencia en la mirada del concepto de familia y
comunidad. Ser comunidad cristiana que pueda resignificar
a la familia sin estar buscando un ideal inexistente de fami-
lia nuclear, nos lleva a entender la realidad dignificándonos
como seres humanos, mirados por la gracia de Dios. La nega-

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66 Dame la mano y danzaremos

ción de mi pasado, que me remite a una realidad “indeseada”,


es parte de lo que nos consigna una sociedad sin sentido.
Jesucristo nos llama a lo contrario.

Las niñas más que nunca están vulneradas por los proyec-
tos que existen en la sociedad para la construcción de lo que
es el ser humano aceptable. Los proyectos de educación, en
la que sigue la segregación para las mujeres, nos lleva a ver
que las grandes discriminaciones en el continentes son los
desafíos que hoy tenemos como iglesias. Las niñas vienen a
ocupar el lugar más despreciado de esta lista de desechados
del sistema. En algunos países esto es muy evidente en la
cantidad de adopciones masculinas, por sobre la femeninas.
El Evangelio no acepta estos signos de muerte y proclama
talita cumi. Cuando Elsa Tamez habla sobre las “piedras des-
echadas” nos entrega elementos profundos para considerar
esta situación. De acuerdo a Primera carta de Pedro escrita en
el contexto de la comunidad de inmigrantes de Asia Menor
en el siglo I , Tamez se refiere a las sociedad que “excluye a
los incapaces de competir, que no tienen méritos, dinero, piel
clara” 5. Pero el Evangelio nos promete lo contrario. Los que
no son mirados por la sociedad, no son considerados, los que
no importan, son los y las que Dios mira, escoge y acoge. Así
como el mismo Señor fue piedra desechada y fue constitui-
da piedra fundamental para la construcción, todos hoy, los
y las desechadas por el sistema, vienen a constituirse piedras
escogidas y preciosas (1 Pedro 2:4). Se me viene a la memo-
ria María, una niña-mujer que al parecer, por lo que narra el
evangelio, nadie hubiese imaginado que sería la llamada a
ser parte del maravilloso proyecto de redención del Altísimo.
Tenemos mucho que aprender de María para la misión y de
la mirada, con justicia de género, de Dios.6

La iglesia cristiana que esta en el mundo, aunque clara-


mente se nos recuerda que no somos del mundo, se nos olvi-
da que la distinción está en el proyecto de vida, de Reino, que
el Señor nos legó. Un mundo más solidario, que considere a

5 Tamez, Elsa. Como piedras vivas. Mensaje inaugural del año lectivo
UBL 1996. En:Schafer, H. Pneumatología y eclesiología. San José, UBL,
2004.
6 Cf. Salazar-Sanzana. E. María: mujer santa y santa mujer. Conferencia
en I Congreso Internacional de Teología Mariana. Santuario Mariano
Nacional de Nuestra Señora del Rosario. Septiembre 2008, Chiquinquirá/
Boyacá, Colombia.

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Dame la mano y danzaremos 67

todos y todas en justicia y equidad, nos llama a ver lo que hoy


en nuestra educación cristiana y religiosa estamos haciendo Revisar...
o no. El Espíritu Santo está iluminando nuestras prácticas Sobre las “piedras desecha-
das” del texto, ¿las podemos
y está llamando a rever los pasos errados que hemos dado reconocer en nuestras co-
como comunidades de fe. munidades?

¿Cómo son identificadas por


El teólogo brasileño Jung Mo Sung7, en su libro sobre las personas de las comuni-
educación invita a reencantar la educación desde la fe, des- dades cristianas y cómo son
acogidas por las mismas?
de la espiritualidad, pues entiende que el reencantamiento
del mundo significa incentivar al estudiante a involucrar su ¿Está la niñez entre esas “pie-
mundo con un sentimiento de encanto por el análisis, por dras desechadas”?
el diálogo y por la creatividad. Su propuesta está dentro del
deseo, saludable dice el autor, de superar la cultura moder-
na mecanicista con una nueva epistemología, que enfatiza
la conexión humana y nuestras conexiones con todo tipo de
vida. La idea es un modelo que se oponga al antropocentris-
mo destructivo y al materialismo de la cultura occidental.
Nos recordamos de Mo Sung porque llama a la integración
generacional y propone una nueva antropología, que coloca
en el lugar central esta dimensión espiritual. También pode-
mos considerar el legado de Rigoberta Menchú, que integra
su proceso de concientización en una dimensión espiritual.8

Como una sola flor seremos, como una flor nada


más.
La necesidad de comenzar a construir la ciudadanía des-
de la infancia es uno de los aspectos de efectivo ejercicio
de lo que consideramos como ciudadanía plena. Para esto
tenemos la fe en Cristo, es el Espíritu Santo que nos convoca
y envía en discernimiento a ser luz y sal en la sociedad. Más
aún debemos prestar atención cuando hablamos de una ciu-
dadanía desde la condición de mujer, pues aún la educación
cristiana y catequética esta sesgada. Por eso la socialización,
la educación inclinada a la maternidad y a la vida como casa-
das como metas ideales, produce una vulnerabilidad emo-
cional cuya transformación requiere trabajo especial en el
área que ahora ha sido abordada por muchas entidades.

En las iglesias, desde la fe, tenemos que crear espacios en

7 Mo Sung, Jung. Eduar para reencar la vida. Petrópolis, Vozes, 2007. 2


edic.
8 Menchú, Rigoberta & Burgos, Elizabeth. Me llamo Rigoberta Menchú y
así me nació la conciencia. México, Siglo XXI, 1994.

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68 Dame la mano y danzaremos

las que la justicia de género se trabaje en razón de la pre-


vención. No necesitamos una iglesia que levante afiches en
contra de la violencia contra la mujer en la vida adulta o en la
agresión sexual contra mujeres y niños, sino una iglesia que
trabaje en la educación preventiva. Incentive la vida en co-
munidad, desde la igualdad, del amor, de la inclusión. Una
congregación sana en que se prevenga la segregación por
Posibilitar... raza, clase, sexo y por supuesto de facetaria.
¿Qué sería la educación pre-
ventiva en nuestras comuni- No podemos desconocer que la invitación del evangelio
dades de fe?
es pleno para la vida, a cualquiera edad. La responsabilidad
¿Con qué espacios, perso- de la iglesia desde el sacramento bautismal, o en la acción de
nas e insumos se cuenta presentación, según sea la tradición, nos deja responsables
para construir la ciudadanía
desde la infancia y la mujer de la conducción de las niñas a una vida plena como muje-
como prevención contra la res. La acogida de la infancia desde la óptica de justicia de
vulnerabilización?
género, raza y clase nos obliga a atender, con dedicación, a
¿Cómo se pueden empe- su formación integral. Implica el desarrollo de espacios de
zar a cambiar el lenguaje, trabajo colectivo y aprendizaje compartido entre pastorales
las prácticas y las lecturas
bíblicas para romper con la en modelos de promoción del desarrollo integral de la niñez,
segregación? con justicia de género.

Cuando vemos lo sucedido con Justina nos convencemos


más de la necesidad de propender, nuestras estrategias mi-
sioneras, a proveer herramientas pedagógica de facilitación
de la desarrollo holístico de la primera infancia. No es posible
que hoy tengamos el vacío generacional, el vacío social en-
tre el campo y la ciudad, entre hombres y mujeres y más en
el que la comunidad de fe no está aportando a denunciar y
combatir.

Como una sola flor: Ser comunidades justas e in-


clusivas

Desde la perspectiva cristiana, la comunidad o koinonía


representa una nueva forma de encuentro en Jesucristo que
nos hace libres para vivir en abundancia. La comunidad de fe
y lucha se forma sobre la base se su compromiso con Cristo,
pero se nutre en la praxis y la tarea compartida, por llevar a
cabo el ministerio de Jesús y anunciar de la buena nueva a
todos y todas (Lucas 4:18) El propósito que tenemos como
comunidad de fe es extender la bienvenida a la casa de Dios,
reino de Dios, a todas las personas, en especial a quienes
son excluidos y excluidas por la sociedad, como lo fuimos

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Dame la mano y danzaremos 69

nosotros y nosotras. Hoy en la segregación en que vivimos,


no basta solo hacer justicia de género en la vida adulta, sino
considerar la infancia preventivamente y que desde nuestro
lenguaje, juegos y catequesis sea traspasada por la justicia
de género a la que hemos sido convocados como pueblo de
Dios.

No nos cabe duda que la comunidad se construye por la


obra del Espíritu Santo, a partir de ese potencial creativo de la
diferencia. Es el discernimiento dado por Dios que nos ayuda
a ver las formas de contradicción entre nuestras prácticas y
las que nos llama el Espíritu. No podemos quedarnos tranqui-
los y tranquilas cuando vemos que la comunidad destruye o
descuida la infancia de nuestras niñas con un discurso, del
ser mujer, contrario al plan de Dios. Un mensaje que reafirma
las construcciones sociales segregadas que nos propenden
la unidad en la diversidad y menos el respeto por el distinto,
especialmente en edad o condición social. Lo mismo sucede
con la unión holística con toda la creación.

Debe ser parte de la preocupación la dificultad que tene-


mos de incorporar la niñez en nuestros programas de con-
cientización. Recuerdo con agrado lo sucedido con la mujer
sirofenicia (Mc 7,24-30) que registran los evangelios. Una mu-
jer que convenció a Jesús de sanar a su hija y reclamando el
derecho a comer las migajas. Aunque el relato nos llama a Posibilitar...
considerar la fe de la mujer, frente al tema que nos convoca, ¿Qué tareas nos quedan
para evitar la exclusión en
es fundamental fijar en la acción de la madre, de romper to- nuestras comunidades?
das las normas y busca la ayuda del Señor. La necesidad hoy
nos lleva a clamar al Señor y pedir su ayuda para la incorpora- Empezar por el lenguaje, los
juegos, los contenidos cate-
ción de toda la comunidad en la tarea del cuidado mutuo, de quéticos, como nos indica la
la pastoral recíproca y de entender que todos somos pueblo autora; programarlos desde
la niñez y no desde las per-
de Dios. Solo esto ayudará a disminuir las brechas de todo sonas adultas.
tipo, especialmente la generacional.
Revisar y eliminar esas for-
mas de microviolencia o vio-
Este pasaje inspira la experiencia de mujeres que luchan lencia silenciosa que nos se-
por la discriminación de sus hijas o de ellas mismas, con dis- ñala la autora como valores
tradicionales en las distintas
capacidad. organizaciones religiosas.

Conocemos nuestras culturas del silencio y de la sumisión ¿Cómo podemos incluir a


la niñez dentro de nuestros
como virtudes cristianas que han dado lugar al incesto, la pe- programas de concientiza-
dofilia y a la violencia, hoy nos coloca la mujer sirofenicia en ción, como nos recomienda
la autora?
un espacio de búsqueda de ayuda que rompe con lo cultural

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y religiosamente establecido. La actitud de Jesús para con los


niños, de respeto y acogida como los predilectos del Reino,
nos lleva a ver la situación de las niñas que con la múltiple
discriminación de ser indígenas, negras, migrantes, discapa-
citadas y pobres se enfrentan a una sociedad que las margina
desde el vientre.

Como iglesia, movidos por el Espíritu Santo que nos dirige


a toda verdad y justicia, nos debemos al desarrollo integral
en la primera infancia y en la niñez. Esto implica incorporar la
dimensión espiritual, teológica, pastoral de los niños y niñas
en nuestras comunidades. La oración, el derecho a la pregun-
ta, el compartir el juego, el ser parte de la fiesta y celebración
de la fe, nos está desafiando a cambiar nuestros lenguajes
cargados de una cultura patriarcal, que al final , reafirma
Posibilitar... aquello que como teólogas y teólogos hoy nos dedicamos a
La autora nos propone una desconstruir: la injusticia de género de raza, de clase.
serie de demandas en favor
de la niñez en estos últimos
dos párrafos. El niño en esta sociedad, como lo hemos planteado en este
libro es objeto de discriminación, pues está en el sector de
¿Cómo materializarlos cono- improductividad, pero ser niña trae aún más el peso de géne-
ciendo las estructuras de las
comunidades de fe donde ro. Se suma la vulnerabilidad de raza, clase y para quien porta
trabajamos, las prácticas y alguna discapacidad. La sociedad parece no estar cambian-
los lenguajes de las personas
adultas que son responsa- do, pero lo que es claro es que nuestra tarea de educación, vi-
bles de la niñez en nuestras vencia en comunidad, evangelización como concientización
iglesias?
personal y colectiva, constante, nos hace trabajar en romper
las brechas y tener esperanza de una vida distinta como igle-
sia de Cristo. El catecismo no será completo, si la iglesia no
incorpora la sabiduría de la memoria, de las generaciones
pasadas, de los fracasos que nos hacen depender más del Es-
píritu y menos en estrategias humanas construidas en base
del poder, de buscar el espíritu de Dios para acercarnos como
humanos en medio del cosmos.

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Dame la mano y danzaremos 71

Bibliografía

Ortega, Ofelia. Somos poema de Dios. En: Fernandez, Noel (ed) Como una flor
seremos. Inclusion del tema de la discapacidad en las iglesias e instituciones
teológicas de mesoamérica. Quito, CLAI-EDAN, 2011.p.9 ss

Tamez, Elsa. Como piedras vivas. Mensaje inaugural del año lectivo UBL, 1996.
En: Schafer, H. Pneumatología y eclesiología. San José, UBL, 2004.

Mo Sung, Jung. Educar para reencar la vida. Petrópolis, Vozes, 2007. 2 ed.

Pixley, Jorge (coord.) Por um mundo outro. Quito, CLAI, 2003.

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Mapa
A continuación se ofrece un mapa con ideas orientadoras que nos aportó la autora, puede incorporar otras que no están y que usted considera
importante incluir. También puede construir su propio mapa.

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Dame la mano y danzaremos 73

1. ¿Qué encontró en el texto de la Dra. Elizabeth Salazar - Sanzana?

Se le invita a buscar las frases del mapa anterior dentro del texto completo, y darles
más sentido y contexto a partir de las reflexiones y cuestionamientos que nos hace la
autora.

2. ¿Qué relación guarda este capítulo con la propia vivencia en la comunidad de


fe y el contexto en el que se encuentra?

Se le propone revisar el aporte de la autora e identificar imágenes, escenarios e ideas


que encuentra similares o comunes a las expuestas en el artículo en nuestras propias
comunidades.

¿Qué mensajes concretos pudo descubrir en el texto para nuestras comunidades es-
pecíficas?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones de


la autora?

Este trabajo procura servir de insumo para construir líneas de acción en las comuni-
dades, orientadas al posicionamiento de la niñez en las prácticas, discursos, reflexiones
y producciones religiosas.

¿Qué acciones se podrían puntualizar a partir de las ideas clave que nos aporta este
capítulo?

En nuestra propia práctica personal, qué cambios podemos implementar desde la


pedagogía de la ternura:

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y tomas de decisión).

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

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74 Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión

Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión1

Ruth Padilla

Cuando crezca, yo quiero ser niño. - Joseph Heller

Ángela no podía contenerse; explotó diciendo:

—¡Mónica estaba TAN ofendida!

—¿Por qué? ¿Qué ocurrió?

—Me gritó, “¿Por qué no me contaste?”… ¡Estaba tan mo-


lesta!

—Y, ¿qué no le habías contado?

—“No me dijiste que tus padres eran blancos…”. Y es que


¡nunca se me había ocurrido contarle!

Ángela había nacido en Liberia, como hija del pueblo


Mano, y había perdido a su mamá el día después de llegar
al mundo. Luego había sido adoptada por una pareja nor-
teamericana de ascendencia europea que trabajaba con una
agencia humanitaria. Al poco tiempo, cuando estalló la gue-
Mirar... rra civil, fueron evacuados. Ángela se crío en América Central
con sus hermanas y hermanos nacidos en Estados Unidos y
¿Qué cambios se dibujan
entre el mundo adulto y el América Latina y sus amigos latinos. ¿Por qué no se le había
mundo infantil respecto a las ocurrido explicarse cuando comenzó el colegio en Boston?
distinciones humanas?
La vida tal como era, como niña de piel oscura, nativa africa-
na, criada en América Latina, con padres, hermanas y herma-
nos de tez clara era normal. En su mente, nada exigía expli-
cación. No había sido consciente de que no encajaba con las
expectativas y categorías de pertenencia que otras personas
habían construido alrededor de ella. Hasta ese momento Án-
gela había sido niña. Aquel día entró al mundo adulto, un

1 La versión original de este artículo se publicó en [DATOS PRECISOS – Libro editado por Enrique
Pinedo].

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Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión 75

mundo de categorías claramente delimitadas de color, raza,


pertenencia y exclusión. Un mundo que valora a las personas
según su poder adquisitivo, el poder de su cargo, el poder de
su apariencia, el poder de sus conexiones.

En este breve artículo consideraremos la condición de la


niñez y la adolescencia en América Latina y el reto que se le
presenta a la Iglesia a la luz de esa realidad. Nos adentrare-
mos primero en un encuentro registrado en el texto bíblico
de Marcos 10, que desafía a los seguidores de Jesús del pri-
mer siglo y de nuestro tiempo a vivir dentro de una lógica
diferente a la del orden establecido, con sus categorías fijas.
Luego, a la luz de ese encuentro, exploraremos cuatro im-
plicaciones para las comunidades cristianas que elijan vivir
según los valores del reino de Dios, cuyos ciudadanos son
como niños.

Un encuentro desestabilizante
—¡No! No es un momento oportuno. No es el lugar ade-
cuado. ¡Llévenselos! ¿No ven que el maestro está ocupado?

Los discípulos de Jesús los despidieron. Para ellos era obvio


que eso debían hacer: su maestro estaba ocupado, enseñan-
do la correcta interpretación de la ley a las personas apropia-
das, incluyendo, obviamente, a ellos mismos. Y, ¿quiénes se
creían estas personas? ¿Cómo se atrevían a interrumpir las
ocupaciones importantes en la construcción del Reino con
un asunto tan insignificante? ¡No traían más que a niñas y
niños! Los discípulos, cumplidores de la ley judía, no partici-
paban en las prácticas greco-romanas, tales como el descarte
de los bebés juzgados débiles o a los cuales no podían cuidar.
Pero dentro de su esquema mental, era obvio que Jesús tenía
asuntos de mayor importancia que imponer las manos sobre
estos niños socialmente insignificantes, dependientes y aun
descartables. Por ello comenzaron a despedir a este grupo
molestoso, reprendiéndoles por su osadía. Mirar...
La situación de la niñez en
¡Imaginen el total asombro de los discípulos frente a la esa época y el contraste de la
reacción de Jesús.
reacción de Jesús! “Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó”,
relata Marcos. ¡Jesús se enojó con ellos cuando lo único que
pretendían era servir como custodios fieles de su maestro!
“Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, no les
frenen el acceso; no los molesten”. “¡Que no los molestemos!

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76 Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión

Si ellos son los molestos!… Ah, aquí vamos de nuevo con


otro acto de compasión. Es cierto que favorece las relaciones
públicas”, pensarían dentro de sí. “Tal vez lo que quiere Jesús
es ganarse el favor de los fariseos a los cuales acaba de ofen-
der. O reclutar más seguidores para su causa. Seamos pacien-
tes y ayudémoslo a salir de esto rápidamente”, comentarían.

Pero Jesús no ha terminado. Esta no es mera caridad o una


buena oportunidad para sacarse fotos que impresionen a los
donantes. Este encuentro confronta a los discípulos —y a los
testigos de aquel día y del nuestro— con una lección que de-
safía las expectativas y las categorías establecidas.

—Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, por-


que el reino de Dios es de quienes son como ellos.

—¿Qué dice? ¡Todos saben que son los poderosos los que
poseen la tierra y gobiernan sobre ella! La mano férrea del
emperador se siente en todo el mundo mediterráneo me-
diante sus pesados impuestos y ejércitos opresivos. Y la jerar-
quía del Templo también regula estrictamente nuestra vida
religiosa y económica. Los reinos naturalmente le pertenecen
a los ricos y poderosos. ¿Pero Jesús dice que el reino de Dios
le pertenece a quienes son como niños? ¿A los débiles? ¿A los
insignificantes y descartables del mundo?

Esto definitivamente no cuadra con las categorías impe-


rantes. Sin embargo, las palabras de Jesús no debieron sor-
prender a estos judíos conocedores de las Escrituras y de la
tradición. Hacen eco de la voz del profeta de antaño, registra-
da en textos como Isaías 7,4 y 9,6. Esa voz que anuncia que
la presencia de Dios, dadora de vida y prometida a su pueblo,
no se marca con la llegada de algún poderoso guerrero ni
de algún sagaz político, sino con el nacimiento de un sen-
cillo niño. O como el texto que encontramos en Isaías 11,6,
donde se afirma que es un niño pequeño el que lidera en la
pacificación de la creación. Sin embargo, tanto para los israe-
litas que recibieron las palabras de Isaías cuando retornaron
del exilio, como para los primeros seguidores de Jesús bajo el
yugo del poder del Imperio romano y del templo judío, estas
voces se contraponen a las que escuchan normalmente en
su contexto.

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Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión 77

Así que Jesús continúa, pretendiendo aclarar y reforzar su


mensaje subversivo:

—Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como


un niño, de ninguna manera entrará en él.

“Reciba”, dice, no “agarre”. Reciban el reino como lo haría


un niño, con expectativa, abiertos al asombro, a la sorpresa
y el descubrimiento, no predeterminando cada detalle; con-
fiando, no controlando; con humildad y desvergonzada de-
pendencia, no fabricando y custodiando la autonomía y la
autosuficiencia. Sólo al asumir esta postura, con una lógica
de despojo de poder, pueden los seres humanos, prejuicia-
dos, egoístas, sujetos a las categorías excluyentes, siquiera
vislumbrar la existencia de otra manera de vivir y ser bienve-
nidos en el reino de Dios.

Finalmente, Jesús no cosifica a los niños, no los utiliza


como objetos para una lección de discipulado. Se preocupa
auténticamente por ellos. Por esto “los abrazó y poniendo las Mirar...
manos sobre ellos, los bendijo”. Sobre aquellos a quienes la Observar con detenimiento
sociedad romana descartaba, aquellos a quienes sus discí- cómo Jesús materializa sus
palabras con acciones con-
pulos rechazaron, sobre ellos Jesús derrama su amor atento, tundentes.
presente, respetuoso y tierno.

Y entonces, ¿qué de nosotros? Revisar...


Este encuentro de Jesús con los niños, y particularmente Las características que
con sus desconcertados discípulos, ofrece desafíos muy cla- describe la autora sobre la
vivencia de la fe y cómo se
ros a sus seguidores hoy en día en América Latina. Ofrece pis- promueven en la Iglesia
tas para iglesias, organizaciones e instituciones educativas
que dicen procurar contribuir al reino de Dios y su justicia en
nuestro medio. Mencionaré cuatro de estos desafíos.

1. La indignación es una respuesta apropiada y


necesaria frente a la exclusión, particularmente
de las niñas y los niños.

2. La compasión hacia la infancia, si es a la manera


de Jesús, necesariamente se entrelaza con la
pasión por la justicia de Dios.

3. Todo grupo que trabaje con niñas y niños deberá

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78 Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión

estar en alerta contra su instrumentalización.

4. Nada de lo mencionado será posible sin una


constante conversión a la lógica del reino de
Dios.

Exploremos brevemente estos desafíos.


1. La indignación es una respuesta apropiada y
necesaria frente a la exclusión, particularmente
de las niñas y los niños
Detengámonos por un momento a considerar la condición
de la niñez en América Latina. La marca más nefasta de nues-
tro hermoso continente es la desigualdad. En ninguna región
del mundo es más amplia la brecha entre ricos y pobres que
en América Latina2.

Hacemos alarde de que el hombre más rico sobre la faz


de la tierra es el mexicano Carlos Slim. Y, mientras tanto, casi
seis de cada diez niños viven y mueren en la pobreza. Dos de
cada cinco personas que viven en extrema pobreza tienen
Mirar... menos de doce años. Cuatro de cada diez niños están cróni-
Los desafíos que nos plantea camente desnutridos. Las niñas tienen mucho menor acceso
el texto sobre el mensaje de a la escuela que los niños y, por lo tanto, cuatro de cada diez
Jesús en América latina
no sabe leer3. La mitad de los pacientes de VIH tienen menos
de quince años. Y la probabilidad de que un joven latinoa-
mericano muera asesinado es treinta veces mayor que un
Revisar... europeo, y más de setenta veces mayor que para jóvenes en
¿Qué dimensiones tiene la países como Grecia, Hungría, Inglaterra, Austria... o Irlanda4.
exclusión de nuestra niñez?

Estos datos son más que estadísticas alarmantes. Los nefas-


¿Qué llamados se hace en re-
lación a ella desde el trabajo tos factores se entretejen para crear un cuadro de exclusión.
eclesial? Aun cuando el mundo se interconecta más y más mediante
el comercio y la tecnología, y podría parecer que existen ma-
yores oportunidades de progreso, más y más personas están
siendo rechazadas. Y quienes más sufren son los niños, so-
2 Sitios como el siguiente desarrollan esta información: [http://ipsnews.
net/news.asp?idnews=38268]; [http://arjournals.annualreviews.org/doi/
abs/10.1146/annurev.soc.29.010202.100141?cookieSet=1&journalCode
=soc]; [http://www.iadb.org/exr/english/PRESS_PUBS/ipintr.html].
3 Nils Kastberg. “La situación de la infancia y adolescencia en América
Latina”, Seamos como niños, Fraternidad Teológica Latinoamericana,
Buenos Aires, Ediciones Kairós, 2007, pp.11-37.
4 Latinamerica: Map of Violence-The Young People of Latin America [http://
www.ritla.net/index.php?option=com_content&task=view&id=4759&It
emid=284].

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Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión 79

cialmente insignificantes, dependientes y aun descartables.

Frente a esto, las iglesias y las organizaciones cristianas, ya


sean de tradición bíblica, ministerio estudiantil, educación
superior o teológica, agricultura o deportes, deberán
enfrentar este cuadro de exclusión y su complicidad en el
mismo. El primer paso es nombrar el mal como tal. Como
declara Wolterstorff,

En un mundo de escasez, en el cual todos tienen


necesidad, la pobreza sería un desafío compartido.
Pero en un mundo de abundancia en el cual muchas
personas son pobres para que otros pocos puedan
seguir siendo ricos, la pobreza —o más aún la
riqueza— es una infamia.5

Y ¿cuál es la respuesta del Evangelio frente a la infamia de


la exclusión? Es la misma respuesta que dio Jesús a sus dis-
cípulos cuando rechazaron a los niños. Indignación. Insacia-
ble insatisfacción. Profunda ira contra todo aquello que les
niegue a los más vulnerables el acceso a la vida plena. Una
inconmovible indisposición a aceptar las cosas como son a la
luz de nuestra convicción de cómo deben ser y de cómo serán
cuando el reino de Dios se haga plenamente presente en la
tierra como en el cielo. Algunas preguntas inevitables son:
¿De qué manera somos cómplices en la exclusión de los más
débiles y vulnerables de nuestra sociedad? ¿Estamos perpe-
tuando sistemas de valores, sistemas educativos, sistemas
socioeconómicos y políticos que le niegan a la niñez el ac-
ceso a las bendiciones que Dios quiere darle? La indignación
es una respuesta apropiada y necesaria frente a la exclusión,
particularmente de las niñas y los niños. Pero no podemos
quedarnos allí. Somos llamadas y llamados a responder con Revisar...
compasión. ¿Hasta dónde se reproducen
o se perpetúan esos siste-
mas en las prácticas, discur-
2. La compasión hacia la infancia, si es a la mane- sos o reflexiones en la Iglesia
o comunidades de fe?
ra de Jesús, necesariamente se entrelaza con la
pasión por la justicia de Dios
La justicia, la implacable acción reparadora de todas las Posibilitar...
relaciones rotas, constituye el corazón del carácter de Dios; ¿Cómo involucrar la labor
por lo tanto, no puede ser menos central en la vida de sus pastoral, incluso teológica,
en prácticas sociales y de
5 Nicholas Wolterstorff. Until Justice and Peace Embrace, Grand Rapids, justicia hacia la infancia?
Eerdmans Publlishing Company, 1983, p 75 (Traducción propia).

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80 Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión

criaturas. ¿Qué espera el Señor de sus hijos, clama el profeta


Miqueas, si no es practicar la justicia, amar la misericordia,
y humillarnos ante Dios?6. La relación restaurada con Dios
se expresa en corazones de compasión y manos de justicia.
Aquel día la actitud y la acción de Jesús tomó a sus discípulos
enteramente por sorpresa. Su maestro no se limitó a entregar
una rápida caridad. Más bien se tomó tiempo para restaurar
relaciones rotas, para abrazar a los excluidos, a los niños, den-
tro del círculo íntimo de su amor.

En su denunciante libro, el economista Easterly afirma: “Los


pobres mueren no sólo por la indiferencia del mundo frente
a su pobreza, sino por los esfuerzos inefectivos de quienes sí
se preocupan”7. Explicita la “carga del hombre blanco”:

La tragedia de que el mundo occidental haya


gastado 2,3 trillones de dólares en las últimas
cinco décadas, y todavía no haya logrado entregar
medicamentos de 12 centavos a los niños para
prevenir la mitad de las muertes por malaria.8

Por más buenas intenciones que haya, la caridad, las ex-


presiones individuales de compasión, y particularmente
los proyectos humanitarios a grande escala, no afectarán el
nudo del cuadro de exclusión. Sin una pasión por la justicia
de Dios, una contracultural y concertada acción para repa-
rar males y restaurar relaciones, estos esfuerzos no lograrán
mucho más que acrecentar el orgullo y el sentido de pode-
río del dador privilegiado, y fortalecer categorías imperantes
respecto a quienes son incluidos y quienes no, quienes son
Posibilitar... valiosos y quienes descartables.
Si la perspectiva de Jesús
promueve comprender la Si, por el contrario, las iglesias y organizaciones cristianas
noción de niñez como su-
jeto, incluso con un lugar se esfuerzan por mirar con los ojos del reino de Dios verán
de privilegio en su mensaje, la dignidad, el valor y la capacidad que con tanta frecuencia
¿cómo podemos concretar-
la en la atención que se le han sido invisibilizadas en las personas excluidas por nues-
brinde a esta población, sin tra sociedad. También adquirirán una perspectiva para com-
cosificarla en el proceso?

6 Micah 6.8
7 William Russell Easterly. The White Man’s Burden: Why the West’s Efforts to
Aid the Rest Have Done So Much Ill and So Little Good, New York, Penguin
Press, 2006, p. 7.
8 William Russell Easterly. The White Man’s Burden: Why the West’s Efforts to
Aid the Rest Have Done So Much Ill and So Little Good, New York, Penguin
Press, 2006, p. 4.

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Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión 81

prender la maquinaria sistémica de la injusticia que perpetúa


la exclusión y la explotación. No verán sólo a la niña forzada
a prostituirse. Verán también el negocio multinacional de
tráfico sexual y los sistemas corruptos de seguridad social.
No sólo se espantarán por el hecho de que en los últimos
cincuenta años han sido asesinadas más niñas —por el mero
hecho de ser niñas— que todos los hombres muertos en
guerras durante el siglo XX9. También denunciarán y procura-
rán convertir los valores culturales machistas imperantes, for-
talecerán nuevas formas de pertenencia familiar, celebrarán
y promocionarán políticas como las que se están implemen-
tando en Ruanda, destinadas intencionalmente a empoderar
a las mujeres y a abrir un futuro mejor para las niñas10. Por-
que la compasión hacia la infancia, si es a la manera de Jesús,
necesariamente se entrelaza con la pasión por la justicia de
Dios. Y esto nos lleva a nuestra tercera pauta.

3. Todo grupo que trabaje con niñas y niños debe-


rá estar alerta contra su instrumentalización
Ojos grandes, carita tierna. Como todos sabemos, pocas
cosas conmueven más que la foto de un niño, de una niña.
El corazón se encuentra tironeado cuando atestiguamos grá-
ficamente el dolor de un niño o una niña. Y así debiera ser.
Sin embargo, y este es nuestro tercer punto, todo grupo que
trabaje con niñas y niños deberá estar a la alerta contra su
instrumentalización. Es cierto, Jesús sí aprovecha la oportuni-
dad para desafiar la perspectiva de sus discípulos. Jesús pone
patas arriba sus valores: ellos perciben a los niños como un
impedimento; Jesús les atribuye a sus discípulos ese apelati-
vo. “No se lo impidan”, los regaña. Y es cierto, Jesús sí aprove-
cha la oportunidad para revelar aún más el reino de Dios, que
es un reino al revés. Sin embargo, los niños siguen siendo su
centro de atención: deja otros asuntos de lado, toma a los
niños en sus brazos, coloca sobre ellos sus manos amorosas,
y los bendice. No los utiliza.

El ministerio hecho en el nombre de Jesús también debe


pasar la prueba del “impedimento”. Los niños ¿están siendo
9 Nicholas Kristoff y Sheryl WuDunn. Half the Sky: Turning Oppression
into Opportunity for Women Worldwide, New York, Random House, 2010,
p xvii.
10 Nicholas Kristoff y Sheryl WuDunn. Half the Sky: Turning Oppression
into Opportunity for Women Worldwide, New York, Random House, 2010,
p. 211 y ss.

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82 Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión

usados simplemente para el levantamiento de fondos? En


los programas de desarrollo y emergencia, ¿los niños están
siendo objetivados? Nuestro involucramiento con ellos, ¿se
reduce a programas de tal modo que las niñas y los niños
mismos se pierden o son reducidos a una simple pieza en la
maquinaria del desarrollo y la política? Nuestros esfuerzos,
¿facilitan o impiden el acceso de la niñez a los amorosos bra-
zos del Padre? Preguntas como éstas debe plantearse toda
organización e Iglesia con honesta y desnuda examinación
delante de Dios.

4. Nada de lo mencionado será posible sin una


constante conversión a la lógica del reino de Dios

En un esfuerzo por ofrecer respuestas eficientes, ágiles y


profesionales a las necesidades de los niños, los programas
institucionales con frecuencia se ven gobernados por la lógi-
ca de la cultura dominante, la lógica del poder, según la cual
se categoriza a las personas. Los poderosos, los acaudalados,
Posibilitar... los educados, los adultos definen los términos y sirven des-
¿Cómo comprender y pro- de arriba a los vulnerables, de los cuales los niños y las niñas
curar esta nueva lógica que son el prototipo. El giro radical del reino de Dios es que son
la autora nos indica?
precisamente aquellos a quienes el mundo tiene en menos y
¿Qué implica para la Iglesia marca como excluidos, los que le pertenecen más plenamen-
y la comunidad de fe asumir te. Las niñas y los niños sin poder son los ciudadanos prototí-
esta lógica del Reino que nos
expuso Jesús en su mensaje? picos del reino de Dios.

Es valiosa la afirmación de World Vision Internacional, que


explicita como un producto anhelado de su trabajo “que to-
dos los niños y jóvenes que participan en programas afecta-
dos por su trabajo tengan la oportunidad de explorar, experi-
mentar y demostrar el amor de Dios en sus vidas y relaciones,
y de ser movilizados para dirigir un movimiento global para
el bienestar de los niños”. No bastan, sin embargo, las afirma-
ciones en documentos archivados en las oficinas centrales.
Para que anhelos como éste se cumplan, no sólo mediante los
programas de World Vision sino también en el ministerio de otras
organizaciones y movimientos cristianos, el personal, los donan-
tes, los trabajadores de campo, todos tendrán que pasar por un
proceso de conversión similar al que experimentaron los discí-
pulos. ¿Podemos dejar de aferrarnos a nuestras pretensiones y
permitir que el Espíritu de Dios nos libre de la mortal lógica del
poder, con sus categorías excluyentes, para abrirnos a la lógica

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Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión 83

del reino de Dios, que se hace accesible a quienes —como ni-


ños—están dispuestos a recibirlo?

Si lo logramos, tal vez Ángela tenga la oportunidad de flo-


recer como adulta con la libertad y el gozo de ser la hermosa
nativa africana, de piel oscura, cultura latina, angloparlante,
amada por Dios, y conducir a otras personas en el camino
hacia una vida más plena, con relaciones reconciliadas con
su creador, con sus prójimos y con el resto de la creación.
Que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo nos otorgue la gracia
de caminar al lado de las niñas y los niños como compañeros
de descubrimiento, con asombrada expectativa, para que así
contribuyamos a la misión del Dios trino de dar vida plena a
toda la creación.

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Mapa
Se ha elaborado el siguiente mapa conceptual con el propósito de recoger las ideas centrales del texto y la relación entre ellas para construir un
panorama del mensaje global que nos deja la autora sobre el mensaje de Jesús.

Como los mapas anteriores, se invita a enriquecerlo con la propia perspectiva del texto, aportando ideas y haciéndolo más contextual a la Iglesia
o comunidad de fe donde participe.

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84 Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión

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1. ¿Qué características del mensaje y de la práctica de Jesús se desprenden del


trabajo de la autora?

De estas características podemos tomar pistas para la elaboración de la teología de


la niñez y las prácticas pastorales, con el objetivo de lograr una verdadera inclusión de
la población infantil.

2. ¿Qué imágenes de la niñez nos ha dibujado la autora y qué compromisos sal-


tan de estas para el trabajo pastoral y eclesial en América Latina?

Además de la descripción positiva sobre la niñez que se lee en el texto, también se


mencionan las condiciones de vulnerabilidad bajo las cuales vive en Latinoamérica, y
qué retos se plantean para la Iglesia y las comunidades de fe.

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones del


texto?

En su propuesta, la autora elabora un planteamiento de cuatro implicaciones para


la Iglesia sobre encarnar los valores del Reino como Jesús nos lo indica en los textos.

Siguiendo la pedagogía de la ternura, vamos a recordar los criterios para apoyar o


guiar estas implicaciones en los contextos de la labor pastoral o eclesial.

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

Al respecto, la enseñanza de Jesús es aplastante, sus palabras sobre ser


como niños o niñas para entrar al Reino son contundentes y recomiendan
valorar la subjetividad infantil. Conocer el mundo interior de las personas
infantes y aprender de sus subjetividades es una tarea necesaria, según Jesús, si
aspiramos vivir en el Reino.

¿Qué tareas quedan en este tema para las personas que lideran procesos
espirituales en la Iglesia o comunidades?

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios) .

Se evidencia en la práctica de Jesús en la forma como acoge a los niños, los


pone en medio de las personas, detiene sus charlas para referirse a ellos como
sujetos; en la manera como reprende a sus discípulos; y en su preocupación
por el bienestar y cuidado de los niños. Es decir, existen muchos elementos que

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86 Del rechazo al abrazo: Iglesia, niñez e inclusión

evidencian el significado que tenían estas personas para Jesús, aun cuando en
su época no eran valoradas.

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras y prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y la toma de decisiones).

¿Cómo darle voz y espacios de participación a la niñez en la Iglesia y


comunidad de fe? ¿Cómo darle vida al mensaje de Jesús y darles a los niños el
lugar que él estableció para ellos en el Reino?

¿Cómo podemos iniciar este desafío?

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

El lenguaje amoroso que usa Jesús no puede ser más claro, incluso no sólo
el verbal, sino el acercamiento físico de cuidado que brinda. Esta sensibilidad de
Jesús hacia la vulnerabilidad que presentan los niños y las niñas de su época es
el motor de toda esta caricia verbal.

En la Iglesia y la comunidad, ¿cómo se podría sensibilizar sobre la


vulnerabilidad de nuestra niñez y cómo se podría promover un lenguaje
amoroso en las prácticas pastorales?

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 87

La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

Wilton Gerardo Sánchez Castelblanco1*

Una de las alocuciones más conocidas de Jesús es aquella


en la que, ante sus discípulos, incómodos por la cercanía de
los niños, declara: “Dejen que los niños vengan a mí, no se
lo impidan, porque de los que son como estos es el Reino
de Dios” (Mr. 10,14). Esta actitud llama la atención porque
contrasta con el modo usual en que los adultos se relacionan
con los niños. Este capítulo presenta una lectura general de
las principales recurrencias de la palabra “niñito” en el Nuevo
Testamento, en donde suele usarse para referirse a los niños
más pequeños. En la primera parte se presentan las ocasio-
nes en las que los niños, o mejor, los niñitos, se consideran
de poco o nulo valor e incluso son objeto de violencia perse-
cución y muerte. En contraste con estas actitudes negativas,
en la segunda parte aparecen los principales episodios del
Nuevo Testamento en los que se manifiesta una visión digni-
ficante de la niñez.

1. Acciones y actitudes que menosprecian a los


niños Mirar...
Para la cultura del tiempo de Jesús, los niños se asociaban a
El panorama de la niñez di-
la insensatez y a la inmadurez; tanto que el mismo Pablo para bujada por Sánchez y el im-
exhortar a una auténtica vida cristiana no tiene problemas pacto del señalamiento que
hace Jesús al respecto.
en afirmar: “Hermanos, no sean niños en juicio. Sean niños
en malicia, pero hombres maduros en juicio” (1Co. 14,20). Es-
tas palabras dejan ver que los niños se consideraban como
carentes de algo, en este caso: de madurez y de juicio y, por
lo tanto, imagen ideal para ilustrar una actitud cristiana in-
completa.

La carencia que se asociaba a los niños llegaba al punto


de no ser tenidos en cuenta ni siquiera como número a la

1 Presbítero de la Diócesis de Chiquinquirá (Colombia) desde 1997. Magíster en Ciencias Bíblicas del
Instituto Bíblico Pontificio de Roma (2004); Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana
(2009). Director del Instituto Bíblico Pastoral Latinoamericano de la Corporación Universitaria Minuto
de Dios (Uniminuto, 2011).

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88 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

hora de sumar en una muchedumbre. Es este sentido, des-


pués de la multiplicación de los siete panes y los dos peces,
el Evangelio afirma que “Los que comieron fueron cuatro mil
hombres sin contar mujeres y niños” (Mt. 15,38). Una primera
lectura de esta afirmación deja ver que los que importan son
los hombres adultos; el número de las mujeres y de los niños
es irrelevante y por ello el evangelista no lo menciona.

Tal vez esta falta de visibilidad, en unos casos, o de juicio,


en otros, es lo que provoca cierta hostilidad hacia los niños.
El Evangelio de Mateo describe esta hostilidad al poner en
evidencia que algunas personas le presentaron a Jesús unos
niños para que les impusiera las manos y orara. Pero los dis-
cípulos los regañaron (Mt. 19,13). No obstante las palabras y
actitudes acogedoras de Jesús hacia la niñez, quienes están
cercanos a él no acogen a esos niños. Ello demuestra que no
es suficiente estar cerca físicamente de Jesús para estar cerca
también de sus actitudes.

En el mundo de la Biblia, en general, y del Nuevo Testamen-


to, en particular, los niños no tienen la misma importancia
que sus padres. En la familia, la persona más importante es el
papá, de manera que si el niño quiere ser considerado impor-
tante, tiene que imitarlo a él, incluso en el nombre. En este
sentido el Evangelio de Lucas, cuando narra el nacimiento de
Juan Bautista, afirma que “al octavo día fueron a circunci-
dar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zaca-
rías” (Lc. 1,59). Los niños tenían que parecerse a sus padres,
también en el oficio y / o profesión. Esa fue la situación de
los discípulos Santiago de Zebedeo y su hermano Juan, que
antes de ser llamados a seguir a Jesús “estaban en la barca
preparando las redes con su padre” (Mt. 3,21).

El menosprecio hacia los niños alcanza su punto culminan-


Mirar... te en el rey Herodes, quien se manifiesta como el peor ene-
El rol de Jesús de niño in- migo de los niños pequeños. El Evangelio de Mateo describe
defenso, desplazado y la cómo ese rey vio en el niño Jesús no un ser indefenso y nece-
relación con la niñez latinoa-
mericana que nos indica el sitado de protección, sino una amenaza para su poder polí-
autor. tico y militar. Esto explica el repentino interés por conocer el
lugar exacto de su nacimiento (Mt. 2,1-6) y la fecha precisa de
El papel de Herodes y su
práctica de asesinato en ese acontecimiento. Por eso “llamó secretamente a los ma-
masa de niños por la sensa- gos para averiguarles cuándo había aparecido la estrella”
ción de amenaza a su poder.
(Mt. 2,7). Si el rey no hubiera tenido malas intenciones, no

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 89

hubiera tenido necesidad de actuar en secreto. Él pretende


engañar a los magos y con tal fin los envía hacia Belén y les
dice: “Vayan e infórmense acerca del niño y cuando lo en-
cuentren avísenme para que yo también vaya a adorarlo”
(Mt. 2,8). Pero sus malas intenciones contra el niño recién
nacido no se concretaron porque los magos regresaron a su
país por otro camino (Mt. 2,12). Ellos prefirieron la defensa
del niño inocente que la amistad del rey poderoso.

En esa misma ocasión José interviene de manera aún más


directa para proteger la vida del recién nacido, pues cuando
los magos se marcharon, “ un ángel del Señor se le apareció
en sueños a José y le dijo: ‘levántate, toma al niño y a su
madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga,
pues Herodes busca el niño para matarlo’” (Mt. 2,13). Estas
últimas palabras revelan hasta dónde estaba dispuesto a lle-
gar Herodes para conservar su reino ante una amenaza que,
aunque inexistente, le sirvió para fundamentar la atroz perse-
cución que se desataría.

Pero si Herodes estaba dispuesto a asesinar a cambio de


poder, el relato bíblico presenta hasta dónde estaba dispues-
to a llegar José para proteger al niño y a su madre: “Él se le-
vantó de noche, tomó al niño y a su madre y huyó a Egipto”
(Mt. 2,14).

La vida del niño se salvó, pero a un precio caro. El Evangelio


de Mateo muestra al primer desplazado forzoso del Nuevo
Testamento. El ansia de poder de Herodes hizo que para sal-
vaguardar al recién nacido este tuviera que ser arrancado de
su patria y llevado a un país extranjero, lejos del resto de su
familia, en otra cultura y bajo el influjo de religiones, creen-
cias y costumbres extrañas. Lamentablemente, situaciones
como éstas se siguen repitiendo. Muchos niños en el mundo
tienen que crecer lejos de su tierra. En Latinoamérica siguen
existiendo penosas escenas de desplazamiento forzoso que
involucran también a los niños y que desencadenan más vio-
laciones a sus derechos, pues su situación de desplazamiento
forzado aumenta el riesgo de vulnerabilidad a su integridad2.
También ellos se enfrentan dolorosamente a la pérdida de un

2 Cf. Gonzalo A. Patiño y Óscar F. Herrán. “Desplazamiento forzado, niñez y


adolescencia: escenarios en relación con su estabilización socioeconómica”,
Revista de Salud Pública 14, n.o 2 (junio de 2012), p. 60.

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90 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

contexto físico, cultural, social y familiar cargado de afecto3,


con la esperanza de una tierra que, aunque extraña, permiti-
rá la salvaguarda de su vida.

La persecución de Herodes no se detiene con el regreso de


los Magos. Para mantenerse en el poder no le bastó querer
asesinar a un niño inocente, provocando su fuga y su per-
manencia en tierra extranjera (Mt. 2,13), sino que perpetró
toda una masacre, pues al ver que había sido burlado por los
magos se enfureció terriblemente y mandó matar a todos los
niños de Belén y de toda su comarca, de dos años de edad
para abajo, según el tiempo que había previsto por los ma-
gos (Mt. 2,16).

La decisión de Herodes no tiene justificación. No se en-


frentó a temibles ejércitos o a mercenarios bien armados. Su
sed de poder lo llevó a ordenar el asesinato de unos niños
cuyo único crimen era tener una edad similar a la del niño
de Belén. Con sus intenciones y acciones asesinas demostró
que para él era más importante la macabra estrategia para
mantenerse en el poder político que la vida de los niños pe-
queños.

No era la primera vez que en la Biblia, quienes ostentan


el poder, asesinan a niños inocentes. Hay que acordarse de
la masacre de Egipto perpetrada por el faraón que mandó
matar a todos los niños varones recién nacidos: “Todo niño
que nazca lo echaréis al río” (Ex. 1,22). Cuando el Nuevo Tes-
tamento interpreta ese fatídico episodio en relación con el
niño Moisés, afirma que “Por la fe, Moisés, recién nacido,
fue durante tres meses ocultado por sus padres, pues vie-
ron que el niño era hermoso y no temieron el edicto del rey”
(He. 11,23).

Revisar... Este final trágico del episodio de los magos constituye


¿Cómo se repiten las situa- una denuncia del atropello de Herodes contra la niñez. Los
ciones de vulnerabilidad de episodios del inicio del tercer milenio dejan ver que la cita
la niñez en América latina?
del profeta se sigue cumpliendo también hoy: “Entonces se
cumplió el oráculo del profeta Jeremías: ‘Un clamor se ha
oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora
3 Cf. Julián Alberto Vanegas López, Carlos Bolívar Bonilla Baquero y Leidy
Bibiana Camacho Ordóñez. “Significado del desplazamiento forzado por
conflicto armado para niños y niñas”, Fundamentos en Humanidades 12,
n.o 24 (julio de 2011), p. 174.

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 91

a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen’”


(Mt- 2,17-18). Hay nuevos “Ramás” y nuevas “Raqueles” que
lloran a sus hijos porque hay nuevos “Herodes” para quienes
la vida de los niños no tiene valor y, por ello, sufren violencia
o son obligados a constituirse en agentes de violencia contra
sus semejantes4. Lamentablemente, los niños de hoy sufren
nuevas amenazas y nuevos atropellos. Un número significa-
tivo de niños y niñas son sometidos a la prostitución infantil,
ligada muchas veces al turismo sexual5.

2. Acciones y actitudes dignificantes para los niños


Aunque hay episodios del Nuevo Testamento en los que
los niños son discriminados, perseguidos y asesinados, las
situaciones que prevalecen son aquellas en las que los niños
son destinatarios de palabras, acciones y actitudes que res-
catan su dignidad y que los constituyen en las personas más
importantes del Reino de Dios predicado por Jesús.

2.1. El valor superior de los niños


El Evangelio de Lucas muestra que en tiempos de Jesús
los niños gozaban de protección. No estaba permitido mo-
lestarlos ni a ellos ni a las personas que estaban con ellos.
Por eso, favorecer su bienestar es una disculpa válida para no
cumplir otros deberes cristianos. Este aspecto se puede ver
en el ejemplo que Jesús da a sus discípulos para invitarlos
a orar sin desfallecer. Allí Jesús presenta el caso de alguien
cuyo amigo acude a él a medianoche y le dice: “Amigo, prés- Posibilitar...
tame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un ¿Qué es el valor superior de
amigo mío y no tengo qué ofrecerle” (Lc. 11,6). En este caso la niña y del niño?
el vecino hace un llamado de solidaridad a su amigo para
¿Qué implicaciones tiene so-
que le ayude en esa eventualidad repentina que se le ha pre- bre las prácticas pastorales y
sentado. Es la oportunidad para ejercer la misericordia, es las reflexiones teológicas de
la Iglesia y la comunidad de
decir, mostrar compasión ante la necesidad de su prójimo6. fe en la que participo?
Sin embargo, en el ejemplo el amigo se rehúsa a auxiliar a su
prójimo, a quien sin salir de casa responde: “No me molestes;
la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acosta-
4 Cf. Sergio Fernandes Senna Pires y Angela Uchoa Branco. “Na rota da
violência: crianças em contexto armado”, Athenea Digital 13 (2008), pp.
156-164.
5 Cf. Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe. Documento conclusivo. Aparecida, 13-31 de mayo de 2007, 3.a ed.,
Bogotá, Centro de Publicaciones del CELAM, 2008, párr. 65.
6 Cf. Wilton Gerardo Sánchez Castelblanco. “La alegría que da la
misericordia”, en La escuela de la alegría: las bienaventuranzas, Bogotá,
Conferencia Episcopal de Colombia, 2014, p. 51.

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92 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

dos; no puedo levantarme a dártelos” (Lc. 11,7). En esa res-


puesta el amigo menciona a sus niños y se ve con claridad
cuál es la escala de valores que aplica. Evidentemente es más
importante el valor de la tranquilidad y el bienestar de los
niños que cualquier otro valor, incluso el de la solidaridad. En
este pasaje bíblico se puede encontrar el fundamento para
uno de los principios más importantes de los derechos del
niño, consagrado en el artículo 3 de la Convención sobre los
derechos del niño:

En todas las medidas concernientes a los niños


que tomen las instituciones públicas o privadas
de bienestar social, los tribunales, las autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá será el
interés superior del niño.7

De acuerdo al ejemplo bíblico y a la convención mencio-


nada, los derechos del niño siempre tienen prelación. Este
principio debe sostener, no sólo las acciones en pro de la ni-
ñez, sino todo el comportamiento humano. Cuando los niños
ocupen el primer lugar en todo, la humanidad entera encon-
trará su verdadera dignidad.

2.2. El crecimiento integral de los niños


La valoración de la niñez ocurre porque el Nuevo Tes-
tamento no considera a los niños personas incompletas,
sino seres humanos en permanente crecimiento. En efecto,
cuando el Evangelio de Lucas se refiere a la edad temprana
de Juan Bautista, afirma que “el niño crecía y su espíritu se
fortalecía” (Lc. 1,80). No se hubiera podido afirmar lo mismo
de un adulto. Una situación similar se describe más tarde en
referencia a Jesús: “El niño crecía y se fortalecía, llenándose
de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él” (Lc. 2,40).
Estos pasajes bíblicos dejan ver que los niños se caracterizan
por estar siempre en crecimiento y en proceso de fortale-
cimiento. Mientras que un adulto se considera completo y
formado física y psicológicamente, un niño está siempre en
camino de perfección.

7 Organización de las Naciones Unidas. Convención sobre los derechos del


niño, Madrid, Unicef, 2006, p. 10.

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 93

2.3. La misión de los niños


A pesar de su temprana edad y de estar en crecimiento, los
niños son importantes porque tienen ya una misión específi-
ca en el mundo. Así se entiende en la pregunta de los testigos
de la circuncisión del Bautista: “¿quién será este niño?” (Lc.
1,66). No hubo que esperar hasta el tiempo de su predicación
(Lc. 3,1-4) o de su actividad bautismal, que tuvo su punto cul-
minante en el bautismo de Jesús (Lc, 3,21-22). Juan es ape-
nas un niño de ocho días de nacido, pero de él se esperan ya
grandes cosas. “El canto de alegría, de alabanza y de acción
de gracias que Zacarías eleva al Señor y que rezamos cada
mañana en Laudes, el Benedictus, exalta la acción de Dios
en la historia e indica proféticamente la misión de su hijo
Juan: preceder al Hijo de Dios hecho carne para prepararle
los caminos”8. Allí Zacarías, lleno del Espíritu Santo le dice
a su hijo Juan: “Tú, niño, serás llamado profeta del Altísi-
mo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos”
(Lc. 1,76).

Más adelante, cuando Lucas narra el nacimiento de Jesús,


son los pastores los que cuentan lo que el ángel les anunció
en esa primera Navidad. De manera que en el niño acostado
en el pesebre ven al salvador de Israel: “Les ha nacido hoy, en
la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor” (Lc.
2,11-17). Hoy siguen existiendo nuevos “pastores” que, ins- Mirar...
pirados en los de Belén, ven en los niños personas con una ¿Qué conceptos de niñez y
misión: “llevar adelante el amor”9. También Simeón, descrito misión de la niñez nos apor-
ta el texto para la reflexión
en el Evangelio de Lucas como justo y piadoso (Lc. 2,25), ve teológica y pastoral?
en el niño Jesús al Cristo Salvador (Lc. 2,25,30), “luz para ilu-
minar a las naciones” y gloria del pueblo de Israel (Lc. 2,32).

2.4. La alegría y espontaneidad de los niños


En el Nuevo Testamento también se resalta la espontanei-
dad de la niñez. Jesús se refiere a esa característica de los ni-
ños durante su alusión a Juan Bautista mientras predicaba en
Galilea: “¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se
parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gri-
tan unos a otros diciendo: ‘Les hemos tocado la flauta, y no

8 Benedicto XVI. Audiencia General, Castelgandolfo, 2012. [www.vatican.


va].
9 Francisco. Palabras a los participantes en la iniciativa “el tren de los
niños”, Roma, 2014. [www.vatican.va].

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94 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

han bailado, les hemos cantado lamentos y no han llora-


do’” (Mt. 11,16-17). Los niños no están obligados ni cumplen
un protocolo. En esta naturalidad se puede ver también su
sencillez, inocencia e ingenuidad.

Además de las características propias de los niños, el Nue-


vo Testamento destaca también las emociones que ellos
provocan en las demás personas. Así, el sentimiento mejor
asociado a la presencia de los niños es la alegría. Esta relación
es clara para Jesús, que la usa para referirse al gozo supre-
mo provocado por el encuentro con él: “La mujer, cuando va
a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero
cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto
por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo” (Jn.
16,21).

2.5. Las actitudes de Jesús hacia los niños


Con frecuencia las obras realizadas por Jesús se hacen ex-
plícitamente a favor de unos niños. El primero de ellos en el
Evangelio de Marcos es la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga.
En esa ocasión Jesús fue hasta el lugar en el que se encontra-
ba la niña, la tomó de la mano y le habló: “¡Talitá kum!”, que
quiere decir: “Muchacha, a ti te digo, levántate” (Mr. 5,41). En
ese encuentro se destacan tres acciones principales de Jesús:
Su marcha hacia la niña, el toque de su mano y las palabras
que le dirige.

Jesús con los niños


En la marcha de Jesús hacia la niña se puede ver su preocu-
pación por ella y el lugar privilegiado que los niños ocupan
en el corazón de Jesús. La mujer que padecía de flujos de san-
gre fue sanada por Jesús, pero fue ella quien se acercó a él y
Revisar... lo tocó (Mr. 5,25-34). Al contrario, cuando Jesús, estando a la
¿Qué actitudes presentan
orilla del mar se enteró de la enfermedad de la niña, inmedia-
los textos cristianos de Jesús tamente se fue con su padre (Mr 5,24).
hacia la niñez y cómo siguen
vigentes estos en la práctica?
La segunda gran acción de Jesús fue tomarla de la mano
(Mr. 5,41)10. De esa manera Jesús muestra su cercanía a la niña
Posibilitar... y su preocupación real por su bienestar. Esta imagen muestra
¿Cómo podemos retomar que quien quiere obrar a favor de ella es él. No lo hace sólo
estos múltiples pasajes bíbli- porque Jairo se lo haya suplicado (Mr. 5,22-23), sino porque la
cos en las reflexiones teoló-
gicas y pastorales? 10 Mientras que en el encuentro con la niña Jesús toca, toma de la mano
a la niña, en el caso de la mujer, fue esta quien tocó a Jesús (Mr. 5,27).

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 95

vida de la niña le interesa a Jesús tanto como a su padre. Por


eso de ese encuentro sólo participan el padre y la madre, las
personas más cercanas a la niña (Mr. 5,40), y Pedro, Santiago
y Juan (Mr. 5,37,40), las personas más cercanas a Jesús.

La última acción de Jesús con la niña consiste en hablarle.


Jesús le dice dos palabras: “¡Talitá kum!”. Pero son palabras
personalizadas que muestran que Jesús le habla directamen-
te a la niña. Él la considera digna interlocutora de sus pala-
bras.

Este ejemplo del encuentro de Jesús con la hija de Jairo


puede iluminar la relación de los discípulos de hoy con la
población infantil. Afortunadamente hay leyes nacionales
e internacionales que protegen a los niños, que buscan su
bienestar, su desarrollo y su crecimiento integral. Al analizar
las leyes de los países de América Latina “se puede afirmar
que se ha superado el enfoque tradicional que consideraba a
los niños como menores, asumiendo el enfoque de derechos
humanos y del niño como sujeto de derecho”11. Sin embargo,
aunque se hable y se escriba de los niños, como lo hace el
autor de este capítulo, no siempre se habla “con ellos”, como
hizo Jesús. Hablar a los niños, considerarlos sujetos de dere-
cho y de comunicación es relacionarse con ellos al estilo de
Jesús. Hay muchos estilos y distintos modos de actuar en pro
de la niñez, pero el estilo de Jesús se involucra directamente
con los niños, va hacia ellos, los toma de la mano y habla con
ellos.

Jesús, los niños y la oración


En el mismo Evangelio de Marcos hay otro padre que pide
la sanación de su hijo, quien también es llamado “niñito” (Mr.
9,24). Se trata de un niño con un espíritu mudo (Mr. 9,17) a
quien los discípulos de Jesús quisieron ayudar, pero sin éxito
(Mr. 9,19). Jesús sí puede expulsar definitivamente al demo-
nio que aqueja al niño (Mr. 9,25-26). También a él, como a la
hija de Jairo, lo toma de la mano y lo pone en pie (Mr. 9,27).
En esa ocasión los discípulos muestran su extrañeza por no
haber podido expulsar al demonio y le preguntan en privado
a Jesús: “¿por qué no pudimos expulsarle?” (Mr. 9,28). La res-
11 Paulí Dávila y Luis María Naya. “La protección de la infancia en
situaciones de riesgo en América Latina a través de los códigos de la
niñez”, Pedagogía Social, n.o 19, 2012, p. 111.\\i Pedagog\\uc0\\u237{}a
Social\\i0{}, n.\\super o\\nosupersub{} 19 (2012

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96 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

puesta de Jesús muestra una actitud hacia los niños que los
discípulos no habían tenido en cuenta: la oración. Este relato
puede iluminar las acciones que muchos cristianos intentan
hacer a favor de los niños. Hay confesiones religiosas, igle-
sias, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales
que, con muy buenas intenciones, quieren ayudar a los niños
brindándoles oportunidades de promoción y desarrollo inte-
gral. Sin embargo, muchas de ellas, como los discípulos ante
el niño endemoniado, no consiguen sus loables propósitos.
Jesús indica a los discípulos de ayer y de hoy que además de
Revisar... las muchas acciones, también es necesaria la oración. Es más,
¿Qué cuestionamientos nos
esta es requisito indispensable para que la ayuda que se brin-
hace Jesús sobre el tema de da a la niñez sea efectiva.
la inclusión de la niñez en las
comunidades?
Jesús, incluyente con los niños
Las intervenciones de Jesús a favor de los niños dejan ver
su actitud incluyente y ecuánime, pues estas benefician tam-
bién a niños de una cultura diferente de la suya. Esto se pue-
de ver en el episodio de la curación de la hijita de la mujer
extranjera, descrita explícitamente por el Evangelio de Mar-
cos como “pagana y sirofenicia de nacimiento” (Mr. 7,26). El
relato muestra que el plan inicial de Jesús no contemplaba
a los paganos. Incluso sus primeras palabras a la mujer son
muy fuertes: “Espera que primero se sacien los hijos, pues
no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los pe-
rritos” (Mr. 7,27). Pero esta intención cambia ante las palabras
de la madre: “Sí, Señor; que también los perritos comen bajo
la mesa migajas de los niños” (Mr. 7,28).

Jesús, el hijo de Dios, no tiene miedo de adaptar su actitud


de acuerdo al contexto que le plantea la mujer; por eso actúa
también a favor de esa niña extranjera y le dice a la mujer:
“Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija”
(Mr. 7,29). En esa ocasión la mujer “volvió a su casa y encon-
tró que la niña estaba echada en la cama y que el demo-
nio se había ido” (Mr. 7,30). También este episodio ilumina el
trabajo de quienes actúan a favor de la niñez. En efecto, en
especial en organizaciones particularmente grandes, se hace
una planeación adecuada y anticipada de las estrategias y de
la atención hacia la niñez. Sin embargo, si dichas acciones no
dejan una puerta abierta a la flexibilidad y a la inclusión, no
se puede responder efectivamente a las necesidades, mu-
chas veces repentinas, que plantea el contexto de los niños.

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 97

Jesús no tenía planeado salvar a los niños de la región de


Tiro, pero cuando la madre le planteó la lógica de una acción
similar, no tuvo reparos en hacer que el demonio saliera de
esa niña. Con su actitud, Jesús pide que también hoy se ten-
ga una mente abierta a la inclusión de todos los niños en las
acciones que se hacen en su favor. Los niños no pueden ser
apartados o excluidos por ninguna causa. Este principio neo-
testamentario también se encuentra reflejado en el artículo 2
de la Convención sobre los derechos del niño, que manifiesta
que la aplicación de tales derechos debe hacerse:

Sin distinción alguna, independientemente de la


raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión
política o de otra índole, el origen nacional, étnico
o social, la posición económica, los impedimentos
físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del
niño, de sus padres o de sus representantes legales12.

Jesús y el cariño por los niños


En los escritos joánicos del Nuevo Testamento también se
encuentran indicios de la valoración positiva que se hace de
la niñez. Allí se usa el diminutivo “niñito” con una connota-
ción de cariño para referirse a los discípulos de Jesús. Ese es el
término que él usa durante su tercera y última manifestación
a los discípulos después de la resurrección, cuando al amane-
cer a orillas del lago de Galilea les dice: “Muchachos (niñitos),
¿no tienen pescado?” (Jn. 21,5). El autor de la primera carta
de Juan también usa este apelativo de cariño para referirse a
sus lectores: “Les he escrito a ustedes, niñitos míos, porque
conocen al Padre, les he escrito, padres, porque conocen
al que es desde el principio. Les he escrito, jóvenes, porque
son fuertes y la Palabra de Dios permanece en ustedes y
han vencido al Maligno” (1Jn. 2,14). Con el uso de este di-
minutivo se quiere hacer sentir al interlocutor la cercanía de
quien habla o quien escribe. Las palabras, consejos e indica-
ciones que buscan el bienestar del lector no se imponen por
la fuerza, sino que se sustentan en el cariño entre quien habla
y quien escucha: “Niñitos míos, es la última hora. Han oído
que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos
han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la
última hora” (1Jn. 2,18).
12 Organización de las Naciones Unidas. Convención sobre los derechos
del niño, p. 10.

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98 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

Posibilitar... Esta actitud del Nuevo Testamento sigue estando vigente


¿Cómo podemos transmitir hoy. No se trata de imponer a los niños unas reglas de com-
ese cariño de Jesús hacia portamiento, no es suficiente atender las necesidades bási-
los niños y las niñas en la
Iglesia? cas de comida y techo para los niños, es importante que ellos
se sientan respetados y amados13. El cariño, expresión del
¿Cómo podemos compren- amor verdadero predicado por Jesús, debe estar presente en
der y vivenciar el mensaje
de Jesús sobre el Reino y ser todas las acciones que involucren a los niños.
una niña o un niño para en-
trar en él?
Jesús, los niños y el Reino de Dios
El valor más grande que Jesús predicó fue el Reino de Dios;
el mensaje central de su anuncio en Galilea y en los demás
lugares de su actividad se puede sintetizar en pocas palabras:
“El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios se ha acerca-
do; conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mr. 1,15). Ante
sus discípulos, Jesús manifiesta con claridad que ese reino no
pertenece a los líderes políticos o a líderes religiosos como los
fariseos, saduceos, sacerdotes y levitas; ese reino de justicia
de amor y de paz pertenece a los niños más pequeños y a
los que son como ellos, es decir, a los que viven de manera
espontánea, con alegría y especialmente a los que, como los
niños, están en continuo crecimiento14. Estas palabras de Je-
sús excluyen del reino de Dios a quienes con prepotencia se
creen ya perfectos y superiores a los demás.

Para Jesús los niños son los verdaderos propietarios del


reino de Dios y exhorta a comportarse como ellos para com-
partir esa valiosa propiedad. Pero además de la propiedad,
el acceso a ese reino también está reservado a los niños y a
los que reciben ese reino como ellos: “Yo les aseguro: el que
no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él” (Mr.
10,15). Con estas palabras Jesús eleva a la más alta dignidad
a los niños; ellos son los propietarios y los primeros llama-
dos a entrar en su reino. La iglesia y la sociedad necesitan
darse cuenta de este puesto privilegiado que los niños tie-
nen. Si realmente se les considera como los más importantes,
entonces las leyes, las iniciativas, las actitudes, los gestos y
las acciones que se hagan por ellos serán de la calidad ne-
cesaria, capaz de ponerlos en el centro de todo y hacer que
13 Cf. Raquel Palomera, José Martín Salguero y Desirée Ruiz-Aranda. “La
percepción emocional como predictor estable del ajuste psicosocial en la
adolescencia”, Psicología Conductual 20, n.o 1, 2012, p. 45.
14 Ver el inicio de la segunda parte de este capítulo que presenta como
característica de Jesús y de Juan Bautista que, como niños, crecían y se
fortalecían (Lc. 1,80; 2,40).

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 99

la sociedad gire realmente en torno a ellos, de acuerdo a las


enseñanzas de Jesús.

Jesús y la centralidad de los niños


Los gestos y las palabras de Jesús que privilegian a los ni-
ños se pueden entender al constatar el pensamiento que él
tiene acerca de ellos. Muchas personas tienen una concepción
negativa de los niños, que provoca el desprecio e incluso, la
violencia hacia ellos. Así, mientras los discípulos se preocupan
por ocupar los primeros lugares, él enseña que el puesto de
privilegio es para los que normalmente son considerados en
último lugar: “Si uno quiere ser el primero, sea el último de Posibilitar...
todos y el servidor de todos” (Mr. 9,35). Como ocurre en todas ¿Qué significa y qué implica
las épocas, los niños suelen considerarse de últimas. Pero para la centralidad de los niños y
las niñas en nuestra práctica
rescatar y privilegiar a los niños, Jesús explica su enseñanza cotidiana de la fe (en el ám-
tomando a un niño y poniéndolo en el lugar central, en medio bito personal y en el ámbito
de la Iglesia de la comunidad
de los discípulos (Mr. 9,35). de fe?

Con esta acción Jesús evita que el niño esté oculto y recha- ¿Qué elementos clave nos
aporta el texto para lograr
za un argumento para la indiferencia ante los niños que no esta centralidad y qué se re-
se perciben, no se notan y no se ven en la sociedad. Jesús le quiere para implementarlos
en las reflexiones teológicas
da visibilidad al niño que pone en el centro y con él a todos y pastorales en la Iglesia?
los niños. Ese es el puesto que se merecen, no al margen o
detrás de la sociedad, sino en medio de ella. A ese niñito, que
ahora ocupa el lugar central en el grupo de los discípulos, Je-
sús le expresa abierta y directamente su acogida y su cariño
tomándolo en brazos (Mr. 9,36). Enseguida revela el por qué
de su preferencia por los niños más pequeños: “El que reciba
a un niño como este en mi nombre, a mí me recibe; y el que
me reciba a mí, no me recibe a mí sino a aquel que me ha
enviado” (Mr. 9,37; cf. Lc. 9,47-48).

Jesús se identifica a sí mismo con los niños y exhorta a


los cristianos a acogerlos a ellos como prueba de una vida
cristiana auténtica. El verdadero creyente, que cree en Dios
y en su hijo Jesucristo, acoge sinceramente a los niños más
pequeños.

La valoración que Jesús confiere a los niños no se refriere


únicamente al respeto de su dignidad y de sus derechos, sino
que, al ser considerados los más importantes de la comuni-
dad, son los propietarios por excelencia del reino de Dios. Je-
sús lo deja bien claro a sus discípulos. Como se mencionó al

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100 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

inicio del presente capítulo, estos querían impedir que unos


niños pequeños fueran presentados a Jesús (Mr. 10,13). Sin
embargo, él les ordena que no se les impida: “Dejen que los
niños vengan a mí, y no se lo impidan” (Mr. 10,14a). Los dis-
cípulos estaban decidiendo quién podía acercarse a su maes-
tro y quienes, como los niños, deberían permanecer distan-
tes. Pero Jesús no acepta este criterio, al contrario, explica a
sus discípulos por qué deben dejar que los niños vayan a él,
no sólo físicamente sino también mediante la acogida de la
fe.

El motivo es que el reino de Dios pertenece a quienes son


como los niños pequeños (Mr. 10,14b). El Evangelio no dice el
motivo por el cual los discípulos no dejaban acercar los niños
a Jesús, probablemente no querían que el maestro fuera per-
turbado o distraído del debate que tenía con gente grande,
como los fariseos que le preguntaban su parecer acerca del
divorcio (Mr. 10,2-12). Lo que sí cuenta el evangelista es que
Jesús consideró más importantes a los niños que a los gran-
des, que lo incluían a él. Como ya se mencionó anteriormen-
te, la espontaneidad de los niños no se ciñe a protocolos y,
en ese contexto, Jesús interrumpió su debate con los fariseos
para atender a los niños y, de paso, instruir a sus discípulos
acerca de la actitud con los niños pequeños que deben ocu-
par el centro de todo.

La centralidad de la niñez, de acuerdo a los diversos testi-


monios bíblicos estudiados, es un reto que puede ser posi-
ble al rescatar la dignidad de los niños, propietarios del reino
de Dios, estando y orando con ellos y por ellos, sin ningún
tipo de discriminación y teniendo como modelo a Jesús que
“abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos
sobre ellos” (Mr. 10,16).

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 101

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Mapa
La lectura que nos aporta Wilton Sanchez es muy rica en pasajes de Jesús con la niñez. Se procura recuperar ideas e imágenes centrales de su
trabajo para enlazarlas a través de la lectura brindando el siguiente mapa conceptual. Es una propuesta que no acaba aquí, así que puede incluir
en el dibujo sus propias ideas, experiencias y demás, junto con sus propios apuntes de este capítulo.

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102 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

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La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento 103

1. ¿Qué ideas nuevas sobre teología y hermenéutica nos aporta el texto en la


construcción de una teología de la niñez?

Se invita a repasar el texto, los recuadros y el mapa conceptual para tener claros esos
aportes, críticas y pistas que nos pueden ayudar a identificar insumos claros para iniciar
una ruta de construcción de la teología con perspectiva de niñez.

2. ¿Qué relación guarda este capítulo con la propia reflexión teológica y la lec-
tura de los textos cristianos que se vivencian en la Iglesia y la comunidad de fe?

El trabajo del autor ha servido para exponer la contundencia del mensaje de Jesús
con relación a la niñez y la actitud con la que se debe atender al mismo.

¿Qué pistas se identifican en su trabajo que podamos construir desde nuestra propia
experiencia y conocimiento para darle vida a las palabas y acciones de Jesús en la Igle-
sia y comunidad de fe?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las reflexiones del tex-
to?

Son muchas las imágenes que el autor nos dibuja sobre la forma en que Jesús trata a
la niñez de su época, y cómo, a su vez, les explica a sus discípulos la forma como deben
tratarla.

Fácilmente se desprende el uso de la ternura y, por eso, aquí se va a retomar el tema


para orientarlo a una metodología de trabajo que contextualice el texto en la realidad
de la Iglesia y la comunidad de fe.

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

El mundo interno del niño y la niña es una especie de misterio cuando Jesús
indica que hay que ser como ellos y ellas para entrar al Reino. Iniciar un camino
hacia el lenguaje y el razonamiento infantil, sus vivencias de la fe y de la vida,
sin perder de vista el compromiso cristiano por sus condiciones y su protección.

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

La forma en que el texto nos describe cómo Jesús les da un espacio


importante a los niños en su mensaje y en sus acciones, y los trata con respeto,
como personas, aunque en esa época no se les reconociera dicha condición.

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104 La centralidad de la niñez en el Nuevo Testamento

4. ¿Cómo se puede promover esa atención en la iglesia?

Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas cotidianas en la


comunidad.

(promover la autonomía y la toma de decisiones).

Jesús rompe el protocolo, sienta a los niños en el centro y habla de ellos como los
dueños del Reino. El autor de este texto nos deja una imagen clara y fuerte sobre el
espacio que deberían tener todos los niños y todas las niñas en cada comunidad de fe.

5. ¿Cómo, desde las acciones y el lenguaje, se pueden generar estos espacios y


estas actitudes hacia la niñez desde las estructuras?

Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción con la niñez
para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así como en la teología
(que se vivencien en forma de caricia verbal).

Es importante revisar el lenguaje con el que Jesús se dirigía a la niñez y tomarlo como
una pista fundamental para hacer un análisis introspectivo a nivel personal, pero tam-
bién desde las prácticas pastorales y la construcción del mensaje teológico en la Iglesia
para identificar la caricia verbal en el mensaje cristiano.

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Teología con rostro de niñez 105

Teología con rostro de niñez


Apuntes para una teología de la niñez en perspectiva
latinoamericana

Harold Segura

“Tocar al niño es tocar el punto más delicado y vital, donde


todo puede decidirse y renovarse, donde todo está lleno de
vida, donde se hallan encerrados los secretos del alma”.
María Montessori

La teología de la niñez es un campo de reciente interés para Mirar...


la teología. Aún son pocos los teólogos y teólogas que se in- ¿Cuál es la discusión que
nos platea el autor sobre la
teresan en ella; menos aún si nos referimos a los académicos, racionalidad, el dogma, la
cuyo espacio de trabajo son los recintos universitarios o los teología institucionalizada y
la niñez respecto a los otros
seminarios. Pareciera ser un tema “poco serio” (¿infantil?) para temas?
ser tratado en las torres de marfil. Recuerdo una experiencia
personal: en septiembre de 2002 fui invitado para hablar en ¿Será la niñez un tema rele-
un congreso internacional del Movimiento Juntos con la Ni- vante para una institución
patriarcal racional?
ñez y la Juventud acerca del mismo tema que me propongo
desarrollar ahora. Durante la preparación de la conferencia,
fueron muchos mis apuros al buscar una bibliografía que no
existía y entresacar lecciones de un tema que es escaso; se
encuentran abundantes recursos con el enfoque educativo y
pastoral, pero pocos, muy pocos, con el teológico. Entonces
se me ocurrió decir en la conclusión algo que quiero repetir
ahora como introducción: que la teología de la niñez es “una
teología en pañales”.

Existen razones que explican esta ausencia. La disciplina


teológica pasó muchos siglos concentrada en los llamados
temas mayores de la dogmática de la fe sin atender con el
mismo interés las problemáticas concretas de los seres hu-
manos. Las doctrinas y los dogmas ocuparon la atención de
los estudiosos de la teología sin dejarse distraer por las situa-

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106 Teología con rostro de niñez

ciones que vivían las personas cada día. Los grandes trata-
dos teológicos se produjeron en las mismas épocas en que
sucedieron los peores acontecimientos de la historia, sin que
aquellos hicieran referencia a estos, salvo raras excepciones.

La naturaleza de Dios, el misterio de la Trinidad, la persona


de Cristo, las nociones acerca de la salvación y las intuiciones
escatológicas fueron los temas que captaron la atención de
los grandes maestros de la teología. Era, entonces, una cien-
cia que reflexionaba acerca de Dios y de la trascendencia,
siguiendo los referentes internos de la fe, sin mayores alusio-
nes al contexto social y regida por en el instrumental filosófi-
co heredado de los griegos.

Al respecto Stephen B. Bevans explica:

Mirar... El pensamiento clásico concebía la teología como


¿Qué nos quiere decir el una especie de ciencia objetiva de la fe. La teología
texto sobre el cambio de era entendida como una reflexión de fe de los dos
método teológico antropo-
céntrico? loci theologici (lugares teológicos): la Escritura y la
Tradición, el contenido de las cuales no podía ser
cambiado y deberá permanecer siempre por encima
de cualquier cultura, como expresión histórica
condicionada.1

El giro antropológico de Rahner


Todo esto ocurrió hasta que el genio de Karl Rahner apa-
reció en escena y, junto a otros pensadores teológicos de la
primera mitad del siglo XX, introdujo el llamado giro antropo-
lógico y el método antropológico trascendental en la teología.
Con él comienza una parte de la historia de nuestro tema.
Esta afirmación amerita una ampliación, y a ella se dedican
los párrafos siguientes.

El maestro de Friburgo (1924-1984) estaba convencido de


que la razón de ser de la teología no era sistematizar los co-
nocimientos de la fe para que los hombres y mujeres estu-
vieran obligados a creerlos. Por el contrario, pensaba que la
teología debía estar al servicio de los seres humanos, tratan-
do sus asuntos diarios, respondiendo a sus preocupaciones
1 Stephen B. Bevans. Modelos de teología contextual (edición revisada
y aumentada), Abya Yala-Spiritus-Grupo Editorial Verbo Divino, Quito,
2004, p. 22.

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Teología con rostro de niñez 107

más sentidas y, así, acercándolos al misterio divino a partir de


realidades concretas. Se interesó por elaborar una teología
que tuviera como punto de partida el ser humano, visto este
a la luz de la revelación de Dios. El padre Gustavo Baena, en
su iluminador estudio del método de Rahner, dice que,

El punto de partida del método antropológico


trascendental de Rahner es definitivamente el hombre
mismo, pero no propiamente una comprensión, tal
como se podría decir de la concepción del ser bajo el
signo del logos de la filosofía tradicional de Occidente,
de Platón a Hegel, sino a partir de la autocomprensión
del hombre en su situación presente y concreta.2

Este giro antropológico condujo a la consideración del ser


humano como el hilo conductor del saber teológico. Todo
enunciado teológico tenía que acreditarse como significati-
vo por su valencia (salvífica) antropológica. Se introdujo un
cambio de paradigma en la teología y, de manera particular,
en la forma de elaborarla (su metodología). En lugar de partir
desde arriba, de Dios, para encontrar respuestas preelabo-
radas para las necesidades humanas, se planteó un camino
diferente: partir del ser humano concreto, de sus preguntas
y sus angustias y, desde ellas, ascender hasta Dios buscando
respuestas que le dieran sentido a la existencia.

La primera vía conduce a una teología descendente (de


arriba abajo), la segunda, a una teología ascendente (de aba-
jo arriba). Para Rahner, la vida cotidiana contiene destellos Revisar...
fulgurantes del Espíritu; por eso, partir de lo humano es par- ¿Qué implicaciones tiene
tir también del Dios que se hace presente “aquí en nuestra este cambio de lugares teo-
lógicos?
tierra como en el cielo”. Él decía que había que pasar revista
a “las experiencias concretas de vida” porque, lo sepamos o
no, ellas “son experiencias del Espíritu, siempre y cuando nos
enfrentemos a ellas en forma adecuada…”.3

Esta no es una nueva teología, pero sí es un nuevo modo


de hacer teología. Baena lo expresa diciendo que:

2 Gustavo Baena B. El método antropológico trascendental, en: Gustavo


Baena, Darío Martínez y otros, Los métodos en teología, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2007, p. 63.
3 Karl Ranher, cfr. Gustavo Baena B., Ibid, p., 66.

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108 Teología con rostro de niñez

El método antropológico trascendental de


Rahner no es propiamente una nueva teología ni
propone directamente determinados contenidos.
Es sencillamente un modo de proceder dentro de la
teología como ciencia. Siempre su objetivo es llegar a
la audición de la revelación de la voluntad de Dios, no
sólo en el interior de la revelación normativa y oficial,
sino en toda situación de la existencia humana […] En
otras palabras, se trata de hacer de una determinada
situación humana un lugar teológico, esto es, un lugar
donde —según criterios de la revelación oficial—
Dios está manifestando su voluntad.4

Jon Sobrino, teólogo catalán-salvadoreño, al evaluar la in-


fluencia de Rahner en su peregrinar teológico personal y en
la teología latinoamericana, afirma que uno de sus aportes
fue, lo que el mismo Sobrino llama, el primado de la realidad.
Lo comenta con estas palabras:

De la teología de Rahner me impresionó que,


aunque conocía bien cómo teologías y filosofías
conceptualizaban la realidad, en lo fundamental
era la realidad misma la que le movía a pensar y a
conceptualizar después de lo pensado […] Rahner fue
eximio en ello. En medio de hondas especulaciones,
tenía la virtud de comunicar el sabor a realidad. No sé
si exagero, pero a él se le puede aplicar lo que escribió
en su conocido artículo sobre la teología del símbolo:
“La realidad quiere tomar la palabra”.5

Mirar... Con “sabor a realidad”


¿Qué aportes a la teología Y fue este ”sabor a realidad” el que encontró eco entre los
tradicional nos hace la me- pioneros de la teología latinoamericana de la liberación,
todología que nos propone
el autor? quienes acogieron a Rahner como uno de sus interlocutores
y maestros. Él influyó, por citar algunos, en Gustavo Gutié-
rrez, en Juan Luis Segundo, en Hugo Asmann y, con mayor
razón, en Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino, quienes estudiaron
en sus clases en Innsbruck, y en Leonardo Boff, quien estu-
dió con él en Múnich. Aunque para el maestro su principal
preocupación era la Europa marcada por la Ilustración y por
4 Ibid., pp. 78-79.
5 Jon Sobrino. Reflexiones sobre Karl Rahner desde América Latina,
en: Cardenal Karl Lehmann et ál., Karl Rahner. La actualidad de su
pensamiento, Herder, Barcelona, 2004, p.95.

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Teología con rostro de niñez 109

las ciencias modernas, eso no impidió que se produjera una


unidad de fondo entre él y sus discípulos hispanohablantes.

Pero digamos algo más acerca de la novedad de su método


y la cercanía que este tiene con el método teológico latinoa-
mericano. El profesor español Ángel Cordovilla Pérez descri-
be el método rahneriano en tres momentos fundamentales, a
saber: primero, “la mirada a la realidad que se nos da y se nos
ofrece (Wircklichkeitsmoment)”; segundo, “el intento de com-
prensión de esa realidad en su lógica y su sentido último, en
su logos (Verstehensmoment)”; y en tercer lugar, “la pregunta
por las condiciones de posibilidad para que esa realidad dada
o acontecimiento presupuesto pueda ocurrir y sea significati-
vo para la vida humana (Begründungsmoment)”6. No hay que
ser un avezado conocedor de los métodos teológicos para
darse cuenta de la cercanía entre los tres pasos de Rahner y
los tres momentos de la teología latinoamericana: ver, juzgar
y actuar. Se parte de la realidad (ver), se procede al juicio his-
tórico, social, bíblico y teológico (juzgar) y después se llega al
compromiso práctico que transforme la realidad observada y
juzgada (actuar).

Una nueva manera de hacer teología


El desarrollo de la teología del siglo XX recibió un impulso
innovador a través de las enseñanzas de Rahner, al igual que
de otros teólogos europeos como Karl Barth (teología dialéc-
tica), Jürgen Moltmann (teología de la esperanza), Dietrich
Bonhoeffer (teología de la secularización), Johann Baptis
Metz (teología política) y Paul Tillich (teología de la cultura),
quienes incidieron y estimularon los pensamientos teoló-
gicos que por aquellas misma épocas surgían en suelo lati-
noamericano7. José Míguez Bonino, decano de los teólogos
protestantes latinoamericanos del pasado siglo, refiriéndose
a la teología latinoamericana, señala que recibió influencias,
“de la teología católica conciliar y post-conciliar, así como de Mirar...
la protestante barthiana y post-barthiana, con sus énfasis ¿Qué características tiene
comunes en el dinamismo de la acción de Dios, el carácter esta nueva teología latinoa-
mericana según el texto?
histórico de la fe cristiana, lo concreto de la encarnación y el
¿Qué sello le imprime la his-
6 Ángel Cordovilla Pérez. Karl Rahner, Santander, Aula de Teología, 2009, p. toricidad y la contextualiza-
10, en: [http://www.unican.es/NR/rdonlyres/A9A87E2D-E1A7-4118-BF52- ción a la teología?
D413C6C93C0F/79374/Rahner_19041984_.pdf ]
7 Acerca de la influencia de los teólogos europeos, Cfr: Gustavo Gutiérrez,
La fuerza histórica de los pobres. Selección de trabajos, 2ª. ed., CEP, Lima,
1980, pp. 372-375.

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110 Teología con rostro de niñez

futuro de la fe escatológica”8.

Tenemos, entonces, que entre atinadas influencias de Euro-


pa, necesarias contextualizaciones y aportes distintivos nació
la teología latinoamericana de la liberación; todo lo anterior
situado en un medio político, social y cultural convulsionado,
que reclamaba que los seguidores de Jesús y, en particular la
teología, formularan nuevas formas de pronunciar el nom-
bre de Dios y de anunciar el Evangelio de Jesús. Esta tarea la
cumplieron con esmero nuestras teólogas y teólogos, algu-
nos católicos y otros procedentes del protestantismo evan-
gélico9. Recibieron aquellas influencias, pero sin copiar sus
postulados ni mucho menos repetir las enseñanzas de otras
latitudes. Los teólogos latinoamericanos, como señala José
David Rodríguez, “desarrollaron un tipo de reflexión que es
fruto del esfuerzo por vivir y pensar la fe desde el contexto
de opresión y lucha por la liberación del mundo latinoame-
ricano. La reflexión que surge pone de relieve la historicidad,
tanto de la fe como del discurso teológico. Este dato le impri-
me su carácter novedoso y original”10.

Cuando Rahner dijo giro antropológico, en Latinoamérica


se dijo opción preferencial por los pobres11. Mientras que la
principal preocupación de Bonhoffer era el mundo europeo
que se había hecho adulto y que requería una teología de la
secularización, en América Latina lo que preocupaba era el
mundo colmado de injusticias y que demandaba una teolo-
8 José David Rodríguez. Introducción a la teología, Centro Luterano de
Formación Teológica José David Rodríguez-El Faro-Centro Basilea de
Investigación y Apoyo, México, 2002, p. 8.
9 Estos son algunos nombres de teólogos y teólogas del protestantismo
evangélico que contribuyeron al surgimiento de la nueva teología
latinoamericana en la primera mitad del siglo XX: José Míguez Bonino
(metodista), Ofelia Ortega (presbiteriana), Rubem Alvez (presbiteriano),
Orlando Costas (bautista), Elsa Tamez (presbiteriana), Jorge Pixley
(bautista), Julio de Santa Ana (metodista), Richard Shaull (presbiteriano)
y Sergio Arce (presbiteriano).
10 José David Rodríguez, Op. cit., pp. 8-9.
11 Las diferencias entre la teología europea y la teología latinoamericana
no fueron solo semánticas; existieron divergencias de fondo entre
esas dos formas de hablar de Dios, de comprender al ser humano y
de asumir el compromiso político. Cfr. Juan José Tamayo. Recepción en
Europa de la teología de la liberación, en Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino
(ed.), Misterium liberationis. Conceptos fundamentales de la teología de la
liberación, UCA Editores, San Salvador, 1993, pp. 51-77.

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Teología con rostro de niñez 111

gía que hablara de igualdad, justicia, paz y transformación.


El lenguaje teológico no necesitaba referencias metafísicas,
pero sí concreciones históricas; no tanto palabras de la dog-
mática abstracta como palabras que hicieran visibles los ros-
tros reales de sujetos históricos. En síntesis, menos ortodoxia
y más ortopraxis.

Pobres, pero no sólo pobres: nuevos sujetos teoló- Mirar...


gicos ¿A qué se refiere el autor con
“nuevos sujetos históricos”
Con esta nueva manera de hacer teología —que se con- y qué repercusiones tienen
densó en especial a partir de los años 60 y se reforzó en las sobre la teología?
dos décadas siguientes— se reconocieron los nuevos suje-
tos, comenzando por los empobrecidos. Ya no era suficiente
hablar de la humanidad caída o del pueblo sufriente, así en
general; a esa humanidad era necesario reconocerla con ras-
gos tangibles, con sus sufrimientos y limitaciones particula-
res, así como con sus virtudes y grandezas.

La teología latinoamericana de la liberación habló del rostro


de los pobres, pero poco tiempo después se pronunciaron
otros rostros: el de las mujeres, y entonces se habló de la teo-
logía feminista de la liberación; el de los trabajadores y traba-
jadoras del campo, y brotó la teología campesina; el de los
afrolatinoamericanos, y floreció la teología negra latinoame-
ricana; el rostro de las etnias originarias, y surgió la teología
india. También surgió el interés por el medio ambiente y el
cuidado de la Creación, y nació la teología ecológica. En los
últimos años, al crecer el interés por el diálogo intercultural
e interreligioso, ha surgido la teología del pluralismo religioso.

La lista de los nuevos sujetos y categorías teológicas es


más extensa. Todas las categorizaciones surgieron en la post-
guerra y, en un primer momento, fueron denominadas por
algunos especialistas como teologías de genitivo. Eran teolo-
gías que se proponían superar las abstracciones de la teolo-
gía neoescolástica y que respondían desde la fe a los proble-
mas emergentes de su contexto histórico. “Las teologías de
genitivo”, como bien lo expresa Rosino Gibellini, “son teolo-
gías ‘sectoriales’ y sirven para dar movilidad y concreción al
discurso teológico”12. En esta categoría se incluyen aquellas
que se consagraron al estudio de las realidades inmanentes,
12 Rosino Gibellini. La teología del siglo XX, Sal Terrae, Santander, 1998,
p. 448.

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112 Teología con rostro de niñez

como la historia, el trabajo, la cultura, la política y la revolu-


ción, para mencionar sólo algunos ejemplos. Junto a estas,
surgieron también las llamadas teologías contextuales que,
al igual que las otras, pretenden entender la fe cristiana en
términos de un contexto particular. Como indica Bevans:

Cuando la teología se contextualiza, empieza a


valorar la cultura, la historia, las formas de pensamiento
y otros aspectos por el estilo y, junto a la Escritura y la
Tradición, considerados como fuentes válidas para la
expresión teológica. En otras palabras […] podemos
decir que cuando hablamos de teología, lo hacemos
teniendo en cuenta tres fuentes —o loci theologici—:
Escritura, Tradición y Experiencia humana presente (o
contexto).13

Revisar... Aparecen, entonces, de esta manera y motivados por es-


¿Qué alcances promueven tas inquietudes, los nuevos rostros a los que se hizo referencia
estas nuevas teologías para antes: los empobrecidos, los afrolatinoamericanos, los indíge-
la reflexión y la vivencia de
la fe? nas, las mujeres, los campesinos, la Creación (la pobre Tierra,
como la llamó Leonardo Boff) y los fieles de otras religiones.
¿Cómo y qué paradigmas Estas novedades teológicas no deben ser vistas, como las ca-
nos están cuestionando?
lifican algunos, como una simple aplicación de las teologías
fundamentales; es decir, como anexos dependientes de una
teología mayor —como si existieran altas teologías y bajas teo-
logías—. No, ellas poseen un estatuto epistemológico propio,
así como un método particular a partir del cual se encaran
todos los demás temas de la teología. Son teologías funda-
mentales que se mueven “en el horizonte de la razón práctica”,
que ”pretenden dar razón de la fe en Dios y de la esperanza en
el reino de Dios”14 en un mundo marcado por la injusticia, la
discriminación y la exclusión social. Son teologías que se ocu-
pan “de replantearse la fe cristiana en las nuevas coordenadas
históricas de América Latina y de responder de manera signi-
ficativa a los desafíos que la realidad latinoamericana plantea
al cristianismo”15, opina el teólogo español Juan José Tamayo.
Son todas ellas, teologías que amplían los alcances de la fe
“más allá de los estrechos límites nocionales de las teologías
confesionales clásicas”16.
13 Stephen B. Bevans, Op. cit., p. 22.
14 Juan José Tamayo. Otra teología es posible. Pluralismo religioso,
interculturalidad y feminismo, Herder, Barcelona, 2011, p. 225.
15 Ibid., p. 194.
16 Juan José Tamayo. La teología de la liberación en el nuevo escenario

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Teología con rostro de niñez 113

La niñez: “los últimos serán los primeros”


Pero detengámonos aquí para señalar que en ese am-
plio temario de rostros, como se habrá visto, no aparece el
de la niñez. Y esto a pesar de que cumple con los patrones
comunes de los otros rostros mencionados: es un colectivo
humano, tiene problemáticas sociales específicas y, por su si-
tuación de vulnerabilidad, apela a la fe de la Iglesia para que
esta responda en procura de su atención integral. Es, tanto
como los demás, lugar teológico (locus theologicum) y revela-
ción positiva donde se descubre al Dios liberador, que cuida,
protege y acoge con ternura. Por otra parte, la niñez, al igual
que los demás rostros, conlleva un discurso crítico sobre la
sociedad y deconstruye un paradigma cultural; en este caso
el paradigma adultocéntrico.

Mientras que la teología de la liberación introdujo la crítica


hacia el paradigma de opulencia y opresión del capitalismo, Mirar...
la teología feminista lo hizo en contra del paradigma de la so- ¿Qué aportes e impactos ha
ciedad patriarcal que preconiza la superioridad de hombres dejado la teología feminista?
sobre mujeres. Por su parte, la teología afrolatinoamericana
¿Qué relevancia tiene para
(teología afro o teología negra) acentúa el reconocimiento la niñez y para el contexto
de la alteridad y la afirmación de la diferencia como princi- de América Latina esta teo-
logía?
pios de una identidad humana plural, y lo hace en contra del
paradigma racista. La teología indígena (o teología india), a
su vez, recupera la experiencia de Dios a partir de sus tradi-
ciones culturales milenarias y entabla una crítica al paradig-
ma colonial y apela a la urgencia del diálogo intercultural.
En el caso de la teología campesina o, como se ha llamado
en algunas ocasiones, la teología agro-eco-teológica, es una
reflexión que asume como prioridad la conquista y la defen-
sa de la tierra, así como la integración de la mentalidad del
mundo campesino para la práctica de una espiritualidad cris-
tiana integral. Es una teología que critica el paradigma de la
racionalidad occidental y propone, en su lugar, la razón cor-
dial, la del corazón, la que siente apego por la tierra fértil, que
habla, a su vez, de la vitalidad de Dios17.

político y religioso, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2011, p. 162.


17 De estas diferentes perspectivas teológicas, quizá sea la teología
feminista la que haga un mayor aporte a la teología de la niñez al
cuestionar los modelos patriarcales, las cosmovisiones conservadoras de
la familia y su crítica a la falta de políticas públicas inclusivas, entre otros
aportes significativos.

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114 Teología con rostro de niñez

Como se ve, cada una de estas nuevas opciones teológicas


asume una práctica, propone una espiritualidad, sugiere una
nueva manera de hacer teología y critica un paradigma cultu-
Mirar... ral, social o político. Eso exactamente se cumple para la teolo-
¿Qué insumos reflexivos y gía de la niñez18: encarna una práctica (de compromiso con la
prácticos nos brinda el au- niñez), propone una espiritualidad (la de ser como niños para
tor para una teología de la
niñez? entrar en reino de los cielos, según Mt. 18,3), deconstruye una
imagen tradicional de Dios (se considera su vulnerabilidad) y
critica un paradigma cultural, el adultocéntrico. También tie-
ne, si quisiéramos, su propio método teológico, que consiste
en hablar de Dios a partir de la pequeñez y de la debilidad;
pero de esto se dirá algo más adelante. Por ahora, sólo vale
destacar que la teología de la niñez es también una franca
crítica al adultocentrismo de nuestra cultura; paradigma que
caracteriza el quehacer teológico tradicional.

Mirar... El adultocentrismo, en pocas palabras, hace referencia a


¿Qué significan las caracte- una categoría moderna que designa una relación asimétrica
rísticas expuestas por el au- de poder entre los adultos y los niños, niñas, adolescentes y
tor en la práctica y reflexión
pastoral de la Iglesia y de la jóvenes. Es una manera de ver el mundo, de relacionarse y
comunidad de fe en la que de construir relaciones basadas en un universo simbólico y
participo?
un orden de valores propios de la concepción patriarcal. En
este orden, los criterios biológicos subordinan o excluyen a
los niños y los jóvenes por su edad19.

Esta manera de ver el mundo se traduce en prácticas socia-


les que presentan a los adultos como un modelo acabado y
a los niños y jóvenes como personas que están en una espe-
cie de “sala de espera”, hasta llegar a ser adultos para cumplir,
entonces, con las tareas sociales y la productividad. Dicha
visión afecta la perspectiva de la sociedad para establecer
programas y políticas con enfoques de protección, protago-
nismo y desarrollo integral de los jóvenes. El adultocentris-
mo se traduce en interacciones autoritarias de parte de los
adultos, que presentan posturas rígidas y escasos recursos
psicosociales para relacionarse con los más jóvenes, y ni qué
18 Aunque la niñez comparte presupuestos comunes con los otros
nuevos rostros teológicos, se debe también reconocer que la niñez no
es una alteridad, como sí se puede decir de las mujeres, los varones, los
afrolatinoamericanos, los pueblos originarios y otros. La niñez existe o no
en cada persona, por eso vale la pregunta: ¿cuánto de niñez queda en
cada persona y qué se aprende de esa niñez que llevamos dentro?
19 Cfr. Dina Krauskopf, Participación social y desarrollo en la
adolescencia, en: [http://educacion-enrique.blogspot.com/2012/11/el-
adultocentrismo-tambien-discrimina.html].

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Teología con rostro de niñez 115

hablar de los efectos de la matriz adultocéntrica para los mo-


delos educativos, la vida familiar, la organización social y la
espiritualidad cristiana. Klaudio Duarte Quapper, sociólogo
chileno, señala que,

[…] nos hallamos en presencia de una sociedad Revisar...


articulada desde una perspectiva adultocéntrica. ¿Cómo ha sido contextua-
lizado y materializado el
Esto es, se sitúa como potente y valioso todo aquello mensaje de Jesús sobre la
que permita mantener la situación de privilegio niñez en nuestras prácticas
que el mundo adulto vive, respecto de los demás pastorales?

grupos sociales, los cuales son considerados como en


preparación para la vida adulta […] Es decir, ser adulto
es lo constituyente en nuestra sociedad, es aquello que Posibilitar...
otorga estatus y control en ella. Si se es hombre, rico, ¿Cómo podemos implemen-
blanco, cristiano y adulto, con seguridad se posee una tar una nueva teología y una
nueva hermenéutica desde
ventaja sobre el resto de la población.20 estos aportes novedosos
que menciona el texto?
En el contexto de este análisis resuenan con mayor brío las
palabras y las actitudes de Jesús hacia los niños de su época.
El evangelista Marcos cuenta que,

Llevaron unos niños a Jesús para que los


bendijese. Los discípulos reñían a quienes los
llevaban; pero Jesús, al verlo, se enojó y les dijo:
Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis,
porque el reino de Dios es para los que son como
ellos. Os aseguro que quien no reciba el reino de
Dios como un niño, no entrará en él. Y estrechaba a
los niños entre sus brazos y los bendecía poniendo
las manos sobre ellos. (Mr. 10,13-16)21

Mientras los discípulos (adultos) rechazan a los niños, Je-


sús los acoge y los convierte en protagonistas de la escena.
Aquí la pirámide social se invierte y la regla pedagógica su-
fre cambios: ahora los adultos no son más los maestros, sino
los aprendices del reino; los niños enseñan a los adultos, los
despreciados son recibidos y los que los desprecian son re-
prendidos. No es una escena sensiblera; lo que hace el Maes-
tro es reclamar con fuerza inusitada los derechos de quienes
20 Klaudio Duarte Quapper. Discursos de resistencias juveniles en
sociedades adultocéntricas, DEI, San José, 2006, pp. 127.
21 Todos los textos son tomados de La Biblia, Biblia Traducción
Interconfesional (BTI), Biblioteca de Autores Cristianos-Editorial Verbo
Divino-Sociedades Bíblicas Unidas, Madrid, 2008.

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116 Teología con rostro de niñez

hasta entonces no han tenido ninguno: derecho a participar,


a ser protegidos, a ser amados, a protagonizar su propia his-
toria y a ser considerados portadores del reino. Esto último
quizá se explique diciendo que la niñez esconde un misterio
espiritual que puede servir como criterio hermenéutico del
quehacer teológico. Esto significa que a través de la niñez se
pueden descubrir nuevos rostros de Dios, nuevas maneras
de relacionarnos con él y nuevos ángulos para interpretar
las Escrituras. Por su intermedio se puede llegar a descubrir
la grandeza de la pequeñez, la fortaleza de la debilidad y la
simplicidad del Reino.

Mirar... Con los niños y las niñas sucede tanto como sucede con
¿Qué nuevas condiciones los empobrecidos, los afrolatinoamericanos, los indígenas,
se identifican en la niñez, en las mujeres y los campesinos, que transmiten una mística
esta cuarta etapa?
cristiana y expresan un mensaje de parte del Señor que es
buena nueva para todos; así lo enseñaba hace ya varios años
el pastoralista chileno Segundo Galilea. Decía él, refiriéndose
Revisar... a los pobres, que ellos nos evangelizaban22. Según Jesús, son
De las orientaciones pro- los adultos quienes deberían aspirar a ser como los niños, y
puestas en Aparecida, no al revés.
¿cuáles han sido asumidas
por la Iglesia y las comunida- Pero sigamos con la teología de la niñez. Le queda aún mu-
des donde participo? ¿Cuá- cho trecho por recorrer; es un proyecto en desarrollo que, con
les no? ¿Por qué?
cierta timidez se ha abierto camino entre los otros proyectos
¿Qué retos nos plantean es- ya maduros de la teología latinoamericana. Más allá de nues-
tas orientaciones? tro continente también son pocos los teólogos académicos
que han escrito acerca del tema y, cuando lo han hecho, han
sido breves artículos o pequeños libros introductorios, como
es el caso, por ejemplo, de Hans Urs von Balthasar23 y Jurgen
Moltmann24. Quizá el esfuerzo más meritorio sea el de la pro-
fesora luterana Marcia Bunge, quien por más de una década
ha trabajado en diferentes publicaciones acerca de la niñez
con enfoque teológico, bíblico e histórico25. En español sólo
22 Segundo Galilea. El sentido del pobre, Indo American Press Service,
Bogotá, 1978, p. 43.
23 Hans Urs von Balthasar. Si no os hacéis como niños, Herder, Barcelona,
1989.
24 Jurgen Moltmann. “Niño e infancia como metáforas de la esperanza
y de la fe”, en: Carthaginensia, Revista de estudios e investigación, Murcia,
vol. 16, n.° 29, 2000, pp. 15-28.
25 Sus publicaciones son: The Child in Christian Thought (2001), The Child
in the Bible (2008), yChildren and Childhood in World Religions: Primary
Texts and Sources (2009). Ella ha anunciado una próxima publicación
titulada: Children, Adults, and Shared Responsibilities: Jewish, Christian,
and Muslim.

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Teología con rostro de niñez 117

contamos con una traducción de una parte de uno de sus


libros. En nuestro idioma se han editado varios libros bajo el
auspicio del Movimiento Juntos con la Niñez y la Juventud
(hoy Movimiento Juntos con la Niñez y la Juventud), la Fra- Mirar...
ternidad Teológica Latinoamericana, la Universidad Nacional ¿Qué propuesta hace el
de Costa Rica (UNA) y organizaciones cristianas de servicio autor para la teología lati-
noamericana, incluso para
social como Compasión Internacional y World Vision Interna- la hermenéutica tradicional?
cional, entre otras26. Vale mencionar aquí el interés por parte
de algunos biblistas latinoamericanos asociados a la red de
la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA),
en desarrollar una hermenéutica bíblica desde la perspectiva Revisar...
de la infancia. ¿Qué crítica plantea a la pro-
ducción religiosa institucio-
nalizada?
Vale también indicar la existencia de algunos grupos de
trabajo, dentro y fuera de América Latina, interesados en
profundizar el tema; el más reconocido de ellos es el Child
Theology Movement (Movimiento de Teología de la Niñez)27,
organizado en el año 2000. Por iniciativa de esta organiza-
ción se han realizado foros y encuentros internacionales en
diferentes partes del mundo, con particular atención en los
países de África y Asia. Esta es una iniciativa evangélica pro-
movida por organizaciones cristianas de servicio social.

Tres condiciones básicas: método, participantes y


praxis
Pero detengámonos aquí para decir algo respecto de cuá-
les serían las condiciones básicas para elaborar una teología
de la niñez en perspectiva latinoamericana. No se pretende
enunciar aquí todas las condiciones metodológicas del enfo-
que, sino señalar tres requerimientos esenciales que animen
el desarrollo de esta teología: perspectiva latinoamericana,
carácter ecuménico y enfoque pastoral.
26 Algunas de estas publicaciones, en orden cronológico, son:
Nils Kastberg, Ruth Alvarado y otros. Seamos como niños. Pensar
teológicamente desde la niñez latinoamericana, Fraternidad Teológica
Latinoamericana, Colección FTL, n.° 27, Ediciones Kairós, Buenos Aires,
2006; Harold Segura. Un niño los pastoreará. Niñez, teología y misión,
Editorial Mundo Hispano, El Paso, 2006; Marcia J. Bunge. Los niños en
el pensamiento evangélico, Editorial Kairós, Buenos Aires, 2008; Marcia
Bunge (ed.). Los niños como clave teológica. Una aproximación teórica y
experimental, Ediciones Kairós, Buenos Aires, 2011; Enrique Pinedo (ed.).
Niñez, adolescencia y misión integral, Ediciones Kairós, Buenos Aires, 2012;
Harold Segura y Welinton Pereira (eds.), Hablemos de la niñez: niñez,
Biblia, pastoral y buen trato, Universidad Nacional de Heredia-Movimiento
Juntos con la Niñez y la Juventud, Heredia, 2012.
27 Cfr. [http://www.childtheology.org/events/]

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118 Teología con rostro de niñez

En primer lugar, en cuanto al método, se orientará por la


secuencia de los tres momentos enseñados por la teología
latinoamericana: ver, juzgar y actuar. Es decir, se examina
el estado de la situación de la niñez en el continente y los
efectos destructivos del adultocentrismo en la cultura, se
hace una valoración de esas condiciones a la luz de la fe y
se determinan acciones y compromisos de acuerdo con las
circunstancias de tiempo y lugar. Se entiende mejor este mé-
todo mediante la comprensión del círculo hermenéutico en-
señado en su momento por el uruguayo Juan Luís Segundo.
Dicho autor decía que se parte de la realidad; después esa
realidad acude a la revelación para ser interpretada por ella
(la teología es un acto segundo); luego la revelación se deja
interpelar por la realidad y, después, la revelación, habiendo
sido interpelada por la realidad, ofrece respuestas que ilu-
minan la situación individual y social, y el ciclo se inicia de
nuevo.

En segundo lugar, en cuanto a los participantes, incluirá di-


ferentes sectores de la comunidad eclesial, para no correr el
riesgo de limitarla a los teólogos especializados. Deberá ser,
en este sentido, una teología popular que interactúe con la
teología científica, sin dejar que esta sea la única que defina
sus contenidos y productos. ¡De poco valdrían sofisticadas
elucubraciones teológicas acerca de la niñez que no tuvie-
ran repercusiones en el ámbito pastoral y social! Ya advertían
años atrás los hermanos Leonardo y Clodovis Boff que en
América Latina la teología debería ser “un fenómeno eclesial
y cultural harto rico y complejo” que no se limitará “sólo a los
teólogos de profesión”28. Deberá ser, entonces, tarea de toda
la Iglesia; y tratándose de la teología de la niñez, el mayor
desafío es cómo involucrar en este peregrinaje teológico a
los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, para que no sólo sea
una teología de la niñez, sino también una teología con la
niñez y desde la niñez.

Mirar... Fernando Torres, teólogo y educador colombiano, dice


¿Qué propuesta hace el au- que el mundo adulto necesita reconocer la permanente ne-
tor para iniciar la teología de cesidad de aprender “[…] en relación con personas de dife-
la niñez?
rente condición que están a su alrededor, incluyendo a las
niñas y a los niños, a quienes se consideran seres humanos,

28 Leonardo y Clodovis Boff. Cómo hacer teología de la liberación,


Paulinas, Madrid, 1986, p. 19.

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Teología con rostro de niñez 119

hermanas y hermanos cuya experiencia de fe también testi-


monia el amor de Dios” y, por lo tanto; “el mundo adulto y el
mundo de la infancia se necesitarán mutuamente en la for-
mación y el crecimiento del testimonio cristiano. El mundo
adulto enseña y aprende de la infancia y esta, a su vez, en-
seña y aprende del mundo adulto. Así […] todos nos educa-
mos mutuamente”29. Por su parte, Nicolás Panotto, teólogo
argentino, ha propuesto la consideración de una hermenéu-
tica teológica desde la niñez, que presenta así:

Establecer este marco implica un ejercicio teológico


desarrollado por los mismos niños y niñas, y tiene
implicancias en diversos campos: desde la dimensión
del discurso teológico hasta la comprensión de la
Iglesia en tanto comunidad inclusiva. En otros términos,
no es sólo un área más del ejercicio teológico, sino
una nueva manera de hacer teología. Por esta razón,
vimos propicio esbozar algunas ideas en torno a la
búsqueda de una hermenéutica teológica desde la niñez
que tuviera los siguientes objetivos: incentivar nuevas
búsquedas de construcción teológica (tanto en la
Iglesia como en las instituciones educativas), redefinir
ciertos elementos centrales de nuestra cosmovisión
teológica (dogmática) a la luz de estos ejercicios, y
servir a la creación de nuevas dinámicas eclesiológicas,
que lleven a una mejor inclusión de los niños, las niñas
y adolescentes de nuestras Iglesias.30

En tercer lugar, la materia prima de esta reflexión teórica Revisar...


es la práctica pastoral y social. La teología latinoamericana ¿Qué planteamientos funda-
es, en esencia, una teología de la praxis. Los compromisos mentales nos hace el texto
para revisar nuestras re-
pastorales y políticos son los que originan las preguntas que flexiones teológicas y las lec-
sirven como material privilegiado del quehacer teológico. Así turas hermenéuticas, incluso
en las prácticas pastorales?
es como se entiende aquello de que la teología es un acto
segundo respecto de las prácticas concretas que son el acto
primero. La primera palabra la tiene la acción comprometi-
da con la niñez. João Batista Libãnio31 dice al respecto que
29 Fernando Torres. Cómo saben los niños, los niños que nada saben.
Aprender a hacer teología con la niñez que acompañamos, Dimensión
Educativa, Bogotá, s.f. en: [http://www.dimensioneducativa.org.co/
biblioteca.shtml?AA_SL_Session=1dc84484648539b000a9f43d69c4306
7&x=49759]
30 Nicolás Panotto. Hacia una hermenéutica teológica desde la niñez, en:
Enrique Pinedo (ed.), Op. cit., p. 59.
31 Cf. João Batista Libãnio. Teología de la liberación. Guía didáctica para su

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120 Teología con rostro de niñez

a diferencia de los teólogos o teólogas que tienen como lu-


gar de producción la academia o la cátedra, la teología de la
praxis tiene como eje de acción la comunidad. No acuden a
ella para observarla, sino que forman parte de ella y la sirven
con compromisos claros. Esta relación con la praxis se ex-
presa también en que es una teología para la praxis porque,
aunque puede ser teórica, tiene siempre una intencionalidad
práctica.

El planteamiento primordial es que esta es una teología


que privilegia la ética como teología primera, y no como apli-
cación de unos principios generales, y la praxis como acto
primero de cualquier reflexión. Porque, como lo dice Tamayo,
“La teología no se mueve en el horizonte de la razón pura,
sino de la razón práctica, y se reconstruye a través de los pro-
cesos históricos a partir de los nuevos sujetos […]”.32

Alrededor de estos tres requisitos se encuentran los princi-


pales pilares de la teología de la niñez en perspectiva latinoa-
mericana: es inductiva (parte de preguntas que brotan de la
realidad), práctica (desde la praxis y para la praxis), interdisci-
plinaria (en fecundo diálogo con la pedagogía, la sicología, la
sociología, la biología, la antropología cultural y otras ciencias
auxiliares que ayudan a comprender y a analizar el universo
de la infancia), comprometida (se reflexiona mientras se sirve),
dialéctica (relación dialéctica entre la realidad y las estructu-
ras cristianas), participativa (en este caso, incluye a los niños,
adolescentes y jóvenes), enraizada en la fe y conformada por
la espiritualidad de Jesús (porque es una reflexión creyente
tras el seguimiento de Jesús). Es una teología que constru-
ye un callejón que conecta el templo y la plaza. El péndulo se
balancea con equilibrio entre acción y contemplación, entre
búsqueda de la justicia y renovación de la Iglesia, entre liturgia
y diaconía, entre adoración y servicio, entre el niño que somos
(a veces silenciado ante la presencia de nuestro propio adulto)
y el adulto que hemos llegado a ser.

En lenguaje teológico se puede afirmar que la teología de


la niñez considera a los niños y a las niñas como lugar teoló-
gico, como locus theologicus, para usar la clásica expresión

estudio, Sal Terrae, Santander, 1989, pp. 161-165.


32 Juan José Tamayo. Otra teología es posible. Pluralismo religioso,
interculturalidad y feminismo, Op. cit., 2011, p. 140.

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Teología con rostro de niñez 121

introducida por el teólogo y fraile dominico Melchor Cano


(1509-1560). Pero, a diferencia de Cano y siguiendo la tradi-
ción de la teología latinoamericana, ese lugar teológico no se
entiende como uno de los lugares, entre otros más, en que
se manifiesta la Revelación de Dios (como un locus auxiliar),
sino como el lugar privilegiado a partir del cual se obtiene
una perspectiva particular de esa Revelación. En otras pala-
bras, la niñez es la clave que abre nuevas posibilidades para
la comprensión de Dios; es un signo verdadero de su presen-
cia y de sus planes salvíficos33.

Realidad que duele Mirar...


Pero, regresemos al punto de partida de esta teología que ¿Qué desafíos para la iglesia
nos menciona Segura en su
es la realidad que vive la niñez en nuestro continente: sus reflexión?
condiciones de pobreza, el trabajo infantil, la explotación se-
xual, la inequidad social, los índices de deserción escolar, los
efectos del VIH y Sida, y el maltrato y la violencia doméstica,
entre otras realidades lacerantes. Al respecto el documento Revisar...
conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latino- ¿Qué otros desafíos conoce-
americano y del Caribe dice: mos en nuestras comunida-
des con relación a la condi-
ción de la niñez?
Vemos con dolor la situación de pobreza, de
violencia intrafamiliar (sobre todo en familias
irregulares o desintegradas), de abuso sexual, por la
que atraviesa un buen número de nuestra niñez: los
sectores de niñez trabajadora, niños de la calle, niños
portadores de HIV, huérfanos, niños soldados, y niños
y niñas engañados y expuestos a la pornografía y
prostitución forzada, tanto virtual como real. Sobre
todo, la primera infancia (0 a 6 años) requiere de una
especial atención y cuidado. No se puede permanecer
indiferente ante el sufrimiento de tantos niños
inocentes.34

También un reciente documento evangélico, expedido por


el Movimiento Juntos con la Niñez y la Juventud en el mar-
co del Quinto Congreso Latinoamericano de Evangelización
(CLADE V, 2012), hace referencia a la situación de la niñez. En
33 Cf. Josep-Ignasi Saranyana (dir.), Carmen José Alejos Grau (coord.).
Teología en América Latina. El siglo de las teologías latinoamericanistas
(1899-2001), vol. II, Editorial Iberoamericana-Vervuert, Madrid, 2002, pp.
283-284.
34 V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
Documento conclusivo, CELAM, Bogotá, 2007, n.° 439, p. 225.

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122 Teología con rostro de niñez

uno de los párrafos introductorios se dice que las Iglesias y


las organizaciones allí representadas se comprometen a “fo-
mentar la construcción de espacios eclesiales participativos,
nuevas metodologías pedagógicas: lúdicas, intergeneracio-
nales e interculturales; a promover iniciativas que respondan
a los desafíos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en
situaciones de abandono, discapacidad, vulnerabilidad social
y otras situaciones que atenten contra su plenitud de vida”35.

Mirar la realidad es el primer paso en el peregrinaje teo-


lógico con la niñez. No se debe perder de vista lo que pasa
en esa realidad, para poder acertar mejor en nuestras per-
cepciones teológicas acerca de Dios. Ya enseñaba Agustín
de Hipona que “un error acerca del mundo redunda en error
acerca de Dios”36. Estas realidades, eso sí, se disciernen a la
luz de las Escrituras y del reino de Dios para que no se limi-
ten a deliberaciones sociales, antropológicas o políticas. Con
este discernimiento se llega al momento de la construcción
teológica; “momento específico, por el cual el discurso es for-
malmente discurso teológico”.37

Categorías y principios teológicos


Resta enunciar ahora algunas categorías de análisis y nue-
vos principios teológicos que pueden derivarse de la teo-
logía de la niñez; categorías y principios que conllevan un
germen de renovación; que tanta falta le hace a la teología:
“Hoy la teología en general, y muy especialmente la oficial,
vive de repeticiones miméticas, padece esclerosis múltiple y
carece de imaginación y creatividad”38. Se necesita, en cierta
medida, una refundación también de la teología latinoame-
ricana que debe ubicarse en una serie de nuevos horizontes
que respondan a los desafíos urgentes de este siglo. La ni-
ñez podría servir (discúlpese la metáfora) como terapeuta de
esa esclerosis teológica; es un mal que tiene cura. La niñez
podría ofrecerle al paciente un tratamiento de renovación y
aliviar su déficit cognitivo rejuveneciendo también su rostro,
con más alegría, vitalidad, actualidad y energía. Algo de rela-
35 V Congreso Latinoamericano de Evangelización, CLADE V, San José,
2012, en Consulta Latinoamericana Hablemos de la Niñez, con la Niñez:
Iglesia, Sociedad y Plenitud de Vida.
36 Agustín de Hipona, Suma contra los gentiles, Editorial Porrua, México,
2004, II, 3.
37 Leonardo y Clodovis Boff, Op. cit., p. 45.
38 Juan José Tamayo. Otra teología es posible. Pluralismo religioso,
interculturalidad y feminismo, Op.cit, 2011, p. 136.

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Teología con rostro de niñez 123

ción tiene esto con las palabras de Jesús cuando dijo: “El más Revisar...
importante en el reino de los cielos es aquel que se vuelve ¿Cómo incorporar en nues-
pequeño como este niño. Y el que recibe en mi nombre a un tra teología y pastoral la
propuesta de los elementos
niño como este, a mí me recibe” (Mt. 18,4-5). y categorías clave que nos
proporciona el autor?

La teología de la niñez da lugar a las siguientes categorías y


principios renovadores (terapéuticos, para seguir con la me-
táfora). En cuanto a los principios teológicos: opción por lo
pequeño, diálogo intergeneracional, solidaridad con las per-
sonas más vulnerables, la alegría de Dios, la debilidad como
principio transformador y la dimensión teológica del juego.
En cuanto a las categorías, se pueden formular las siguientes:
adultocentrismo, protagonismo infantil, crianza con ternura,
infancia, espiritualidad, autonomía en interdependencia y
educación. A continuación se hace una presentación intro-
ductoria de algunos de ellos:

1. Opción por lo pequeño: implica el paso de un mundo di-


señado para valorar lo grande, poderoso, rico y exitoso hacia
la estimación de lo pequeño y sencillo. Jesús criticó con fir-
meza el modelo de sociedad asentado en la grandeza de los
gobernantes y el dominio de los varones sobre las mujeres,
de los adultos sobre los niños y niñas, de los nativos sobre
los extranjeros, de los que se consideraban sanos sobre los
enfermos y de los supuestos santos (dueños de la religión
oficial) sobre los pecadores. Jesús enseñó que su reino po-
día compararse al grano de mostaza que, por cierto, es la
más pequeña de todas las semillas (Mt. 13,31-32). Porque la
grandeza del reino crece a partir de la pequeñez desechada
y descartada por quienes creen que ser grande es igual a ser
superior. En otra parte de los Evangelios Jesús había dicho
algo aún más contundente: “El que reciba en mi nombre a
este niño, a mí me recibe, y el qué me reciba a mí, recibe al
que me ha enviado. Porque el más insignificante entre to-
dos ustedes, ese es el más importante” (Lc. 9,48)39.

39 En el mismo Evangelio de Lucas se observa una gran ironía. En Lc.


10,21 Jesús dice: “En aquel mismo momento, el Espíritu Santo llenó de
alegría a Jesús, que dijo: Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo
porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has
revelado a los sencillos. Sí, Padre, así lo has querido tú”. De inmediato
sigue el relato de un adulto que, aunque es doctor de la ley, no ha
recibido las cosas reveladas “a los sencillos”. Se trata de la parábola del
buen samaritano (Lc. 10,25-37). Agradezco esta observación que me
hizo de manera personal el Dr. Plutarco Bonilla A., San José, Costa Rica,
2013.

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124 Teología con rostro de niñez

Posibilitar... 2. Solidaridad con las personas más vulnerables: El escritor


¿Cómo incorporar en la re- uruguayo Eduardo Galeano reseña sin ambages la realidad
flexión teológica de la Iglesia de la niñez de América Latina cuando dice:
o comunidad de fe la opción
por lo pequeño y la solida-
ridad con las personas más
vulnerables?
En América Latina los niños y los adolescentes
suman casi la mitad de la población total. La
mitad de esa mitad, vive en la miseria. En América
Latina mueren 100 niños cada hora, por hambre o
enfermedades curables, pero hay cada vez más niños
pobres en las calles. Niños son, en su mayoría, los
pobres y pobres son, en su mayoría, los niños. Y entre
todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la
pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga,
a veces los mata. Casi nunca los escucha y jamás los
comprende. Son simplemente “Los nadies”.40

La teología latinoamericana llamó a los cristianos y cristia-


nas del continente a asumir la realidad de la pobreza, la injus-
ticia y la desigualdad social como campo de misión profética
y, de esta manera, hacer pertinente la buena nueva de Dios
para los empobrecidos. La teología de la niñez hace referen-
cia específica a los efectos de esa situación sobre la pobla-
ción infantil, que es la más vulnerable de todas. Esta realidad
debe hacerse más visible y llamar a la solidaridad en nombre
de la fe.

3. El Dios alegre: De Dios se ha enseñado que es un ser adul-


to, muy adulto, de barbas blancas, de rostro adusto y cos-
tumbres sobrias; amante de las normas e implacable contra
quien quebranta sus leyes. De alegría, poco sabe este Dios.
Umberto Eco, el célebre escritor italiano, refleja esa dificultad
Revisar... para pensar a Dios como un ser alegre, en un diálogo entre
¿Qué elementos críticos so- dos de sus personajes de la novela El nombre de la rosa. Gui-
bre las imágenes de Dios, de llermo, un fraile franciscano, le pregunta a Jorge, el bibliote-
la adultez, de la niñez y otros
aporta el autor con relación cario de la Abadía, qué de extraño habría en considerar la risa
a las nociones tradicionales de Jesús. El diálogo trascurre así:
en la Iglesia y la comunidad
de fe?
—Se habló de la risa —dijo secamente Jorge—.
Posibilitar... Los paganos escribían comedias para hacer reír a los
espectadores, y hacían mal. Nuestro Señor Jesucristo
¿Cómo podemos incorpo-
rar estas nuevas categorías nunca contó comedias ni fábulas, sino parábolas
en el lenguaje y la atención
pastoral? 40 Eduardo Galeano. Patas arriba. La escuela del mundo al revés, Siglo XXI,
Buenos Aires, 1998, p. 14.

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Teología con rostro de niñez 125

transparentes que nos enseñan alegóricamente


cómo ganarnos el paraíso, amén.

—Me pregunto —dijo Guillermo—, por qué


rechazáis tanto la idea de que Jesús pudiera haber
reído. Creo que, como los baños, la risa es una buena
medicina para curar los humores y otras afecciones
del cuerpo, sobre todo la melancolía.41

Jorge responde aceptando que los baños son saludables,


pero no así la risa, y agrega: “La risa sacude el cuerpo, de-
forma los rasgos de la cara, hace que el hombre parezca un
mono”. Bueno, bien se sabe que en la larga historia del cristia-
nismo la razón se le concede a Jorge. Dios no ríe; “eso lo haría
parecido a un mono”.

A Dios se le presenta como a un niño (Is. 9.6; Lc. 2,12) y un


rasgo sobresaliente de la niñez es la alegría; esta es una me-
táfora que debe ser tenida en cuenta para recuperar el rostro
sensible, cálido y alegre de Dios. El capítulo teológico que se
dedica a demostrar los atributos de Dios, necesita tener en
cuenta estos otros semblantes del Creador que surgen con la
consideración de la niñez como categoría teológica. Es nece-
sario introducir símbolos infantiles para enriquecer el mundo
de las imágenes de Dios y responder a la idolatría adultocén-
trica vigente en la teología sobre Dios42.

4. La debilidad como principio transformador: En los relatos


evangélicos la palabra niño tiene diferentes significados. En
algunas ocasiones se refiere a una persona menor de edad
(Mt. 18,2). En otros casos se emplea para ilustrar la justa rela-
ción con Dios (Lc. 18,16). Pero también se usa para referirse a
unas personas que viven en alguna situación de vulnerabili-
dad o, por llamarlo así, de debilidad humana; este es el caso
de Mt. 18,6. Teniendo en cuenta los dos últimos significados,
el de ejemplaridad y el de vulnerabilidad, se afirma con razón
que “[…] el niño es un símbolo claro de carencia de poder,
de fuerza y de autoridad; es el prototipo de la humildad y del

41 Umberto Eco. El nombre de la rosa, Editorial Lumen, Barcelona, 1982,


p. 161.
42 Paráfrasis de una afirmación que Juan José Tamayo hace refiriéndose
a los símbolos femeninos. Juan José Tamayo. Otra teología es posible.
Pluralismo religioso, interculturalidad y feminismo, Op. cit, 2011, p. 247.

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126 Teología con rostro de niñez

servicio”43. En otras palabras, símbolo de debilidad; de una


debilidad que tiene capacidad trasformadora. Se trata de la
debilidad de la que escribe el apóstol Pablo: “Ha escogido
Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sa-
bios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir
lo fuerte” (1 de Co. 1,27). Estamos frente al principio paradó-
jico, como paradójico es todo el Evangelio, de lo débil que es
más fuerte que lo fuerte. Es, dicho de otra manera, el modelo
de la encarnación (kenósis), de un Dios que siendo todopo-
deroso se hace débil para ofrecernos su redención (Fil. 2,6-9).

5. Crianza con ternura: Soñar con una Iglesia y, en general


con una sociedad más tierna, es volver a soñar con la uto-
pía del Reino, donde Dios también es una madre que abraza
con ternura a sus niños (su Pueblo), los acaricia con afecto y
los entretiene sobre sus piernas, como lo expresa el profeta:
“Pues así dice el Señor: Voy a dirigir hacia ella la paz, igual
que un río; como un torrente crecido, la riqueza de los pue-
blos. Mamaréis mecidos en los brazos, acariciados sobre
Posibilitar... las rodillas; como a un niño consolado por su madre, así
¿Qué características plantea pienso yo consolaros” (Is. 66,12-13).
el autor respecto a la Igle-
sia, a Dios y a la niñez, para
elaborar una ruta hacia una El conocido episodio evangélico donde Jesús se indigna
teología de la niñez? con sus discípulos y les pide a los niños que se acerquen a él,
termina con gestos de afecto y de ternura que modelan la re-
¿Qué pistas concretas nos ha
aportado para una pastoral lación que necesitan los niños y las niñas: “Y estrechaba a los
desde la infancia? niños entre sus brazos y los bendecía poniendo las manos
sobre ellos” (Mr. 10,16). Jesús abraza: símbolo de una mane-
ra diferente de desarrollar relaciones con la niñez, de aportar
a su formación, de educar para la vida y de contrarrestar la
crianza patriarcal, que, como lo afirma Humberto Maturana,
“[…] valora la guerra, la competencia, la lucha, las jerarquías,
la autoridad, el poder, la procreación, el crecimiento, la apro-
piación de los recursos y la justificación racional del control
y de la dominación de los otros a través de la apropiación de
la verdad”44.

Revisar... 6. La niñez como camino de redención: La sentencia de Jesús


¿Qué cambios podrían vi- hace pensar en la niñez como señal del reino de Dios y un
sualizarse en esta nueva teo-
logía de la niñez con respec- 43 P. Rossano, G. Ravasi y A. Girnalda. Nuevo Diccionario de Teología
to al dogma y al lenguaje? Bíblica, San Pablo, Madrid, 1990.
44 Humberto Maturana. Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo
humano, Editorial Instituto de Terapia Cognitiva, Santiago de Chile, 1993,
p. 36.

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Teología con rostro de niñez 127

don que descubre el misterio de ese reino: “Les aseguro que,


si no cambian de conducta y vuelven a ser como niños, no
entrarán en el reino de los cielos” (Mt. 18,3). Como tal, la niñez
tiene eficacia sanadora; ella puede curar nuestra carencia de
humanidad ocasionada por el abandono del niño o niña que
fuimos. El adulto que hemos llegado a ser ha sojuzgado el
niño o la niña que un día fuimos45, como lo retrata el poeta
cubano Eliseo Diego:

¿Quién es ese niño que


Va corriendo aprisa?

yo le conozco de
algún sitio tan bien…
¿O será el niño que pasó
para no volver?
-¡oh, no!-
¿Sólo el niño que fui yo?46

Esta recuperación de la experiencia de nuestra propia ni-


ñez es condición sine qua non para hacer teología desde la
niñez. Como explica el profesor Francisco Mena, “sólo podre-
mos pensar en la niñez cuando la mía propia esté a flor de
piel en nuestro ser de adultos”47. Es volver a ser como niños,
aunque siendo adultos, para pensar a Dios y la existencia
desde esa niñez dejada atrás en el tiempo. A esto se refiere
otro poeta, el colombiano Jorge Aníbal Niño cuando dice:

Usted
que es una persona adulta
—y por lo tanto—
sensata, madura, razonable,
con una gran experiencia
y que sabe muchas cosas,
¿qué quiere ser cuando sea niño?48
45 El autor agradece al profesor Francisco Mena (Universidad Nacional
de Costa Rica) sus observaciones y apuntes para esta sección.
46 Eliseo Diego. ¿Quién?, cfr. Yuniet Rodríguez Padrón, defensa de la
tesis “La espiritualidad cristiana en la poesía de Eliseo Diego. Su visión
de Paraiso y muerte”, tesis presentada al Instituto Superior de Estudios
Bíblicos y Teológicos, La Habana, Cuba, 2011.
47 Francisco Mena. Hacer teología desde la niñez (notas inéditas), Foro
sobre Teología de la Niñez, Universidad Nacional de Costa Rica, 2013.
48 Jairo Ánibal Niño. Usted (poema), en Preguntario, Editorial

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128 Teología con rostro de niñez

Sirvan los anteriores puntos como ejemplo de las posibi-


lidades que ofrece la niñez como mediadora teológica y su
potencial renovador para la fe y el seguimiento de Jesús; ella
tiene la capacidad de contribuir para una teología de carác-
ter mistagógico (relacionada con el misterio de Dios), que
privilegie las metodologías narrativas, sin despreciar la con-
ceptualidad, que responda a las preguntas que surgen de las
personas y de las situaciones concretas de la vida diaria (que
se despoje de sus formas sacrales de entender la verdad),
cuyo asunto principal sea el sentido antes que la verdad, que
recobre su capacidad de evocar y se alimente de las metá-
foras, las parábolas y los mitos simbólicos y que alimente su
dimensión utópica (nadie mejor que la niñez para pensar en
el valor de los sueños)49.

Largo camino cruzado de riesgos y desafíos


La teología de la niñez tiene aún un largo camino por reco-
rrer. Lo andado es poco; lo que queda por andar, mucho. Es
un peregrinaje que refresca la fe, anima los compromisos y
renueva el seguimiento del Señor; un camino cargado de es-
peranza, aunque también, como todo camino, con riesgos y
desafíos. No es esta una teología que se desarrolla aislada de
los otros nuevos rostros de la teología latinoamericana. Entre
los pobres, los indígenas, los campesinos y los afro-latinoa-
mericanos hay niños y niñas… y muchos, por cierto. Por eso,
no puede enclaustrarse en sí misma, sino responder a una
serie de riesgos y desafíos que pueden resumirse en éstos50:

Primero, la necesidad de la elaboración teórica y la articula-


ción metodológica, aunque sin perder lo que se señaló antes,
su sabor popular y su carácter participativo de todo el Pueblo
(laos) de Dios. Sobre todo, esta teología se enfrenta al supre-
mo desafío de adoptar metodologías participativas que in-
cluyan a los niños y a las niñas en la construcción teológica.
Solo así logrará ser una teología con la niñez.

Panamericana, Bogotá, 1998.


49 Notas tomadas por el autor durante el curso Temas y problemas de
la teología contemporánea, profesor Alberto Parra Pbro., Pontificia
Universidad Javeriana (Programa Doctoral en Teología), Bogotá, 2006.
50 En esta sección se tienen en cuenta las consideraciones hechas
por Juan José Tamayo cuando piensa en los otros nuevos rostros de la
teología latinoamericana, en: Juan José Tamayo, Otra teología es posible.
Pluralismo religioso, interculturalidad y feminismo, Op. cit, 2011.

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Teología con rostro de niñez 129

Segundo, la importancia, para los jóvenes y adultos, de


aprender de la niñez nuevas formas de pensar acerca de Dios
y de relacionarse con él. Este desafío epistemológico es tam-
bién un reto a la espiritualidad cristiana, un reto a la mentali-
dad adultocéntrica que ha dominado al quehacer teológico a
través de su historia.

Tercero, la elaboración de una teología que auxilie el tra-


bajo social que desarrollan diversas comunidades eclesiales
y organizaciones de servicio cristianas a favor de la niñez. En
este campo se ha producido, en muchos casos, un divorcio
entre la acción profética y diaconal y su fundamentación teo-
lógica.

Cuarto, la sacralización de la niñez que ha sido vista como


una etapa de la vida plena de inocencia, desprovista de ma-
licia, cargada de candor (y otras idealizaciones) que sirve
como referencia, también ingenua, a la santidad cristiana y
al ser humano ideal. Por este camino, la teología de la niñez
degenera en infantilismo teológico. El apóstol Pablo advier-
te: “Hermanos, no os comportéis como niños al razonar” (1
Co. 14,20).

Quinto, la superación de los modelos pedagógicos tradi-


cionales para la enseñanza de la fe y la exploración de nuevas
metodologías para la lectura bíblica infantil en las que las ni-
ñas y los niños sean sujetos protagónicos de esa experiencia
(empoderamiento de la infancia) y se innoven lecturas a par-
tir de la imaginación, los juegos, la oralidad, la representación
corporal, las artes plásticas y los símbolos51.

Sexto, la traducción de los contenidos teológicos en me-


jores compromisos políticos para la defensa de los derechos
de los niños y las niñas y en acciones en favor de condiciones
de vida digna. En el mundo existen más de mil millones de Posibilitar...
niños y niñas en condiciones de pobreza; dato que apela a ¿Qué ruta podemos ir tra-
una reflexión teológica con carácter diaconal. zando con los aportes del
autor para iniciar este largo
peregrinaje hacia la teología
Séptimo, la creación de oportunidades de encuentro ecu- de la niñez?
ménico donde teólogos y comunidades de diferentes con-
¿Qué pasos serían los prime-
fesiones cristianas participen por igual en el quehacer teo- ros y más importantes desde
la propia Iglesia y la comuni-
51 Cfr. Fernando Torres, Op. cit. dad de fe?

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130 Teología con rostro de niñez

lógico de la niñez. La niñez tiene un enorme potencial para


contribuir a la unidad de la Iglesia del Señor.

Octavo, la elaboración de una teología de la niñez que


promueva la transformación de la sociedad y que en esas ac-
ciones transformadoras participen las niñas y los niños como
sujetos activos de cambio.

De esta manera se estimula una forma renovada de dar tes-


timonio de Jesús y de imitar sus compromisos: “¿Y por qué
me buscabais? ¿No sabéis que debo ocuparme de los asun-
tos de mi Padre?” (Lc. 2,49).

La lista es más extensa; sin duda. Los desafíos y los riesgos


no son pocos siendo la teología de la niñez un proyecto que
“aún sigue en pañales”. Pero ya se sabe por el poeta que “se
hace camino al andar” (Antonio Machado).

Posibilitar... Camino que comienza


¿Cuáles son los requisitos de En resumen: la teología de la niñez quiere ser uno de los
esta teología, según el autor, nuevos rostros o sujetos teológicos surgidos al calor de la
y cómo los visualizamos en
nuestro quehacer teológico? teología latinoamericana para la cual lo fundamental es la
realidad de seres humanos y situaciones históricas concretas.
¿Qué lugar tienen la praxis y Es, como sus “otras hermanas”, una teología que plantea la
el juego, y cómo podemos
incorporarlos en nuestra fe cristiana dentro de los nuevos ejes históricos de América
iglesia y comunidad de fe en Latina y los desafíos que esa realidad le presenta al cristianis-
la ruta hacia la teología de la
niñez? mo. Como una teología que quiere moverse en el horizonte
de la razón práctica, no sólo busca hacer visible la realidad
de la niñez y convocar al compromiso con sus causas, sino
también atender lo que la niñez tiene para decirle al mundo
adulto y a la cultura adultocéntrica. La niñez es don y señal
del reino de Dios.

Esta teología tendrá carácter latinoamericano y transfor-


mador en la medida que parta de la realidad; que asuma
compromisos proféticos; que logre una amplia base de parti-
cipantes (incluyendo a las niñas y a los niños como protago-
nistas de la construcción teológica); que se desarrolle a partir
de la práctica diaconal; que reconozca la dimensión lúdica
del quehacer teológico (que no se conforme con la rigidez
metodológica de los sistemas racionalistas tradicionales) y
que conduzca a una espiritualidad solidaria y humilde (so-
lidaria porque debe servir a la niñez; humilde porque debe

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Teología con rostro de niñez 131

dejarse servir por ella). Su método es su espiritualidad, como


solía enseñar Gustavo Gutiérrez refiriéndose a otros temas
de la teología latinoamericana en general. La teología de la
niñez da lugar a nuevas categorías y principios teológicos
que pueden servir como terapia renovadora de la teología
clásica tradicional. Ella también tiene riesgos y desafíos, los
que deben encararse con confianza en el Señor y pasión por
su reino.

Jugar: mediación lúdica

Ahora, antes de terminar, una ocurrencia teológica de


Rubén Alves, de las muchas a las que ya tiene acostumbrados
a sus lectores. Dice, refiriéndose a los teólogos científicos, en-
casillados en su mentalidad adultocéntrica:

¿Qué teólogo, en el pasado, tuvo la desfachatez


de comparar su trabajo al juego o a la artesanía?
Sus rostros serios revelaban la gravedad de su tarea:
abrir las puertas de las cosas divinas y eternas. Sabían
que, en oposición a las sombras en las que los otros
hombres vivían, ellos habitaban en lugares sagrados
donde la voz de Dios se hacía oír y contemplaban la
luz clara y directa de la Revelación. Trabajan bajo el
imperativo de la verdad. Y, de la misma manera que los
científicos de la naturaleza, que también por amor a la
verdad subordinan la imaginación a la observación y
se volvían totalmente sumisos al objeto, los teólogos
científicos de las cosas divinas deseaban que su
palabra fuera conocimiento riguroso y objetivo de las
cosas que tienen que ver con la divinidad.

Pero ahora yo sugiero que la teología es juego,


construcción, artesanía; cosa humana, por demás
humana. ¿Decir que los teólogos son jugadores-
tapiceros no será lo mismo que decir que ellos son
jugadores-embusteros?52

Razón tiene Alves. La teología también es juego; un juego


que nos redime y nos hace libres. Con la niñez, quizá, descu-
bramos la seriedad de ese juego. La teología de la niñez, con
52 Rubem Alves. La teología como juego, Editorial Aurora, Buenos Aires,
1982, p. 20.

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132 Teología con rostro de niñez

la niñez y desde la niñez es una alegre invitación a pensar


en una nueva manera de hacer teología: viendo, juzgando,
actuando… y jugando. ¡Bienvenidos y bienvenidas al juego
de Dios, que es el juego de la vida!

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Teología con rostro de niñez 133

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Mapa
El autor nos plantea una serie de cuestionamientos a la teología tradicional, pero nos brinda pistas para reflexionar sobre ella desde la perspectiva
de la niñez latinoamericana. Nos da insumos valiosos para iniciar la tarea de incorporar la niñez en la teología y las prácticas pastorales de las iglesias
en América Latina.

Siguiendo esta posible ruta que nos ha trazado para iniciar el proceso hacia esta nueva teología, se elabora un mapa que trata de retomar dicho

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panorama complejo, expuesto en ideas clave, para nuestra reflexión y práctica teológica y pastoral.
Teología con rostro de niñez
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138 Teología con rostro de niñez

1. ¿Qué características de la teología tradicional, la Iglesia y la niñez nos descri-


be el autor y qué retos nos plantea en la ruta de una construcción de la teología
de la niñez en Latinoamérica?

Es importante revisar en detalle los aportes críticos que nos brinda, como la descrip-
ción de la adultez y la relación con la praxis social de transformación.

2. ¿Cómo describe este texto la condición de la niñez en América Latina y la rela-


ción con la lectura del mensaje de Jesús sobre la niñez y su vulnerabilidad?

Se plantean desafíos para su atención como Iglesia, espacios de protección, de for-


mación, de participación, de creación y demás, que permitan no sólo la visibilización,
sino también su protagonismo espiritual.

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones del


texto?

El texto es muy rico en aportes para las posibles líneas de acción en la construcción
de una teología con perspectiva de niñez.

Desde la pedagogía de la ternura, retomaremos algunos principios para ir orientando


este proceso:

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

¿Qué aportes ha establecido el autor respecto a la perspectiva infantil y


a la teología, que puedan enriquecer la visión adulta de la fe y las prácticas
religiosas?

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

¿Qué características de la niñez y de la adultez nos detalla el autor? ¿Qué


cuestionamientos nos deja sobre el adultocentrismo?

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y toma de decisión).

¿Cómo plantea el autor este proceso de participación y protagonismo de la


niñez en la reflexión teológica y la vivencia de la fe?

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Teología con rostro de niñez 139

¿Qué implicaciones tendría en la estructura y los roles jerárquicos de


nuestras comunidades de fe?

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez, para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

El autor nos habla de la solidaridad, de la debilidad como principio


transformador, del Dios alegre, de la crianza con ternura, del uso de metáforas
en lugar de verdades, del juego y la fantasía…

¿Qué repercusiones tendría todo esto en el lenguaje y el abordaje teológico


en nuestras iglesias y comunidades de fe?

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140 Hacia una pastoral de la infancia

Hacia una pastoral de la infancia

Monseñor Eduardo Horario García


Obispo Auxiliar de Buenos Aires

Los niños, por naturaleza, son activos, vitales, alegres, explosivos, espontáneos.
Jesús los pone en medio y los acaricia porque son débiles, confiados y
receptivos. También porque encarnan los valores evangélicos esenciales.
Confía muchísimo en ellos, porque sabe que consiguen lo que se proponen.

Mirar... 1. Los chicos, una cosa seria


¿Cómo son los niños y las ni- Tomar en serio la niñez, no sólo como un paso para llegar a
ñas en nuestra comunidad? la adultez, sino como un tiempo de la vida con características
propias, equivale a tener en cuenta al chico y valorarlo en su
¿Qué características parti- forma de ser, de expresarse, de pensar, de percibir la reali-
culares nos invita el autor a
identificar en la niñez? dad, de amar, de relacionarse con los demás, con las cosas y
con Dios. No podemos pensar en la fe de los chicos como en
una fe diminuta o incompleta, tenemos que considerar que
es la fe de una persona en un momento determinado de su
existencia, que se expresa de un modo particular. La niñez
con sus experiencias humanas, sus conquistas, su esfuerzo
de obrar el bien y liberarse de los límites del mal, está inscrita
en la eternidad como momento de la propia realización per-
sonal en el camino de la propia historia de salvación.

2. Evangelización de la infancia
El objetivo de la evangelización es la renovación de la hu-
manidad y se dirige a las personas no atemporales o indivi-
dualmente tomadas, aisladas o meramente sumadas, sino
en una realidad histórica y social concreta, condicionadas y
enriquecidas por una cultura particular que recibe, modifica
creativamente y sigue transmitiendo1.

De aquí surge una necesidad básica de la tarea evangeli-


zadora: hay que reconocer la realidad del destinatario, hay

1 GS 53.

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Hacia una pastoral de la infancia 141

que partir de él. No basta con conocer el contenido que hay


que transmitir, hay que reconocer la situación en que se en-
cuentra el destinatario de ese mensaje. Es necesario captar,
de un modo vivo y connatural, la modalidad propia y diversa
de cada grupo humano, la cultura conforme a la cual recibirá
y desarrollará la fe.

3. La cultura infantil
La realidad cultural se manifiesta en formas variadas, una
de las cuales es la “cultura infantil”. Sin lugar a dudas, pode-
mos hablar de una cultura infantil en la que podemos distin-
guir una subcultura académica reflejada en la escuela, otra
formal, que se genera de acuerdo a los parámetros espera-
dos y propuestos para los niños, y otra experiencial, que es
la desarrollada extraescolarmente y que brota del encuentro
de la propia realidad infantil en contacto con el medio.

Todo proceso pedagógico, y sobre todo el de la fe, tiene


que tener en cuenta este último aspecto de una manera muy
especial, para que los aprendizajes de los niños sean real-
mente significativos.

Si bien los niños pueden vivir experiencias propias de la


cultura de la comunidad de manera muy desigual, hay ele-
mentos comunes que les son particularmente propios y que
hay que tener en cuenta para poder hacer relevantes los
aprendizajes.

Accionar en la cultura infantil significa elaborar activamen-


te los propios significados y comportamientos de los niños,
aprovechando positivamente la riqueza que ella ofrece.

Los contenidos de la cultura infantil son instrumentos va-


liosos a la hora de comprender los saberes y comportamien-
tos que queremos incorporar.

Para manejar apropiadamente las herramientas y los con- Revisar...


tenidos de la realidad infantil se hace imprescindible com- ¿Cuáles otras características
prender la cultura en la que se han creado o surgido y en la podríamos agregar a las que
nos aporta el autor, que des-
que se usan, aun cuando dichas herramientas nos parezcan criben al mundo posmoder-
negativas. no y adulto en contraste con
el infantil?

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142 Hacia una pastoral de la infancia

Por ejemplo:

Las características más particulares


de los niños son:
* Preeminencia de lo afectivo.
* Lenguaje analógico: imágenes, gestos,
signos.
* Mundo de lo concreto: no-abstracción.
* Concentración limitada.
* Egocentrismo.
* Necesidad de protagonismo y participa-
ción.
* Captación sensible.

Las características de la posmoderni-


dad:
* Lenguaje basado en el sentir.
* Falta de valoración de lo histórico.
* Intimismo, individualidad.
* Satisfacción inmediata.
* Consumismo, ausencia de la idea de gra-
tuidad.
* Pragmatismo, ausencia del concepto de
ideal.
* Predominio de las imágenes visuales res-
pecto a la escucha.

4. El valor propio de cada edad


La sicología recalca muchas veces que el pasado vive en
el presente de la existencia humana, por lo que los aconte-
cimientos de la infancia están incluidos dentro de la perso-
nalidad del adulto. Este descubrimiento de las ciencias an-
tropológicas es una realidad concreta para Dios, para quien
la mirada del pasado, el presente y el futuro se sitúan en una
única dirección.

Las opciones responsables que va eligiendo el hombre


trascienden por tanto el tiempo para inscribirse en la eterni-
dad, en la que conservan un valor permanente.

Se sigue de ello que la totalidad de la existencia,


llegada a su cumplimiento y embebida en la gracia

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Hacia una pastoral de la infancia 143

de la salvación, en otros términos, la eternidad hacia


la que encamina el hombre su vida temporal, no es
periodo subsiguiente, un añadido a su vida, una
especie de prolongación lineal hasta el infinito; es
el valor permanente que toma a los ojos de Dios la
existencia libremente forjada. Sí, la eternidad del
hombre es el fruto que queda, el puro y definitivo
desencerrarse de su tiempo, de su tiempo todo
entero.2

El punto final de la existencia no marca una


ruptura; es una condensación de lo que el hombre
ha realizado en las diversas fases de su vida y que
introduce en su eternidad, la cual no es otra cosa
que su tiempo recogido y llegado a su plenitud. Su
magnífico florecimiento es ya fruto; tiene otra razón
de existir, además de preparar los frutos del mañana
ya, la gracia de la infancia es algo más que una simple
prenda de la vejez. El sello de lo imperecedero y de
lo eterno marca la infancia hasta en su insustituible
especificidad.3

De esto se concluye que la infancia, con sus experiencias


humanas, sus conquistas, su esfuerzo de obrar el bien y li-
berarse de los límites del mal, queda en la eternidad como
momento de la propia realización personal.

Por ello, la religiosidad del niño no puede compararse sin


más a la del adulto. El niño no es un adulto pequeño, cuyas
facultades se diferencian de las de un verdadero adulto sólo
por ser más limitadas. La verdadera distinción entre la piedad
de un adulto y la de un niño no consiste en un “más” o en un
“menos”, cuantitativamente entendidos, sino en una modali-
dad cualitativamente diversa”4.

5. Hacia una verdadera imagen del niño Revisar...


Jesús no eligió un niño especial, un fuera de serie para pro- ¿Cuál es la imagen de niñez
ponerlo como modelo. Jesús estrecha al niño en sus brazos que nos expresan las pala-
bras de Jesús?
y da a su infantil ingenuidad una importancia, excepcional
hasta entonces, inimaginada… Es indudable que para Jesús ¿Qué nos dice sobre la fe
cristiana?
2 K. Rahner, Para una teología de la infancia.
3 Ibid.
4 G. Weber. La enseñanza de la religión como anuncio

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144 Hacia una pastoral de la infancia

el estado de la primera infancia no es algo éticamente indi-


ferente y sin importancia; al contrario, los modos de ser del
niño, ya pasados y sepultados en el olvido para los adultos,
señalan una zona imaginaria en la que todo discurre hacia lo
recto, lo verdadero y lo bueno, un refugio cálido y seguro que
no puede pensarse como inconsciente (como si el espíritu in-
fantil aún no hubiera despertado, como si estuviera todavía
en aquel estadio animal, que en realidad nunca tuvo, ni si-
quiera cuando estaba en el seno materno), sino que muestra
más bien una esfera del estado de santidad originaria y que
incluso —y dado que al principio el niño no puede distinguir
entre el amor paterno y el amor divino— encierra un momen-
to de la santidad5.

Mirar... 6. La realidad infantil a partir de la infancia de


¿Qué resalta Jesús de la ni- Jesús
ñez como valores espiritua- Para Jesús, pues, la infancia no es un estado transitorio de
les para la fe cristiana?
la vida humana, que se deriva de su fatalidad biológica y que
luego se borra sin dejar huella; en la infancia se realiza has-
ta tal punto lo específico del ser humano, que está perdido
quien perdió lo esencial de la infancia. Con un sentimiento
muy humano podría aquí pensarse lo felices que debieron
ser los recuerdos de Jesús, sus años infantiles, ya que le siguió
siendo tan preciosa la infancia, y aún tuvo para él, el valor
más puro de existir como hombre.

Podría aprenderse de ahí el respeto al niño, que precisa-


mente en su indefensión reclama nuestro amor. Pero ante
todo surge la pregunta: ¿qué es eso tan propio de la infancia
para que Jesús lo tenga por tan insustituible? Pues es claro
que no se trata de una transfiguración romántica de los pe-
queños ni de un juicio moral, sino de algo más profundo.

Podemos, pues, decir: la infancia ocupa un lugar tan desta-


cado en la predicación de Jesús porque está en la correspon-
dencia más profunda con su misterio más personal, con su
filiación. Su dignidad más alta, la que remite a su divinidad,
no es, en último término, un poder del que él disfruta, sino su
referencia a Dios Padre6.

5 Hans Urs von Balthasar, Si no os hacéis como niños,


6 Joseph Ratzinger, El Dios de Jesucristo,

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Hacia una pastoral de la infancia 145

7. La experiencia de fe de los niños


Para que pueda realizarse una experiencia de fe son nece-
sarios dos elementos: la llamada gratuita que Dios realiza y la
capacidad de responder a esa llamada. Ambos se dan en la
historia personal de cada uno con sus características propias.
Y así ocurre con el niño, su experiencia de fe sucede en el hoy
y en el aquí de su realidad personal y de la historia concreta
que vive.

Por lo tanto, su experiencia humana será el lugar más ajus-


tado para la realización de un proceso de evangelización. A
partir de Jesús, el encuentro con Dios no puede ocurrir al
margen de la vida, sino en medio de ella. Y la vida misma se
hace reveladora de Dios, conductora del encuentro con él y
adquiere así valor de realizadora de la divinización del hom-
bre.

Cuando hablamos de experiencia, vamos a referirnos a la


condición humana realizada en una historia concreta; la vida
humana con los valores que descubre e instaura, con los
ideales que se propone; con las evidencias de que parte y de
que goza, con las aspiraciones que la mueven, con las realiza-
ciones que la constituyen en cada momento.

El acto de fe es la respuesta que se da en una historia con-


creta a la revelación que Dios hace a los hombres y que ad-
quiere su máxima expresión en Jesús de Nazaret, la palabra
reveladora de Dios hecha carne. La referencia a Jesús como
norma y fuente del proceso de fe ha de consistir en hacer
presente en la propia situación esa historia, esa actitud, esa
experiencia en la que aconteció originariamente esa nove-
dad evangélica.

Por eso, para que la experiencia pueda ser lugar de evan-


gelización debe ser vivida conscientemente, valorada y colo-
cada como referencia a la vida y a la historia de Jesús, sacra-
mento y lugar definitivo del encuentro del hombre con Dios, Revisar...
para poder ser reinterpretada de un modo nuevo. ¿Qué ha significado para las
iglesias la evangelización de
la población infantil?
8. Pautas para el trabajo pastoral con niños
Todos estamos de acuerdo en que el gran desafío que ¿Cuáles son los fines, las es-
trategias y la concepción de
siempre se le ha planteado a la Iglesia es el de la evangeliza- niñez de fondo?

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146 Hacia una pastoral de la infancia

ción, sin embargo, en lo que no siempre ha existido un acuer-


do es en el modo de llevar a cabo esta acción evangelizadora
en el mundo infantil.

El objetivo fundamental de toda acción evangelizadora es


anunciar a Cristo para hacer discípulos que vivan y trasmitan
la vida nueva del resucitado:

Evangelizar significa para la Iglesia llevar la buena


nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con
su influjo, transformar desde dentro, renovar a la
misma humanidad: he aquí que hago nuevas todas
las cosas. Pero la verdad es que no hay humanidad
nueva si no hay hombres nuevos con la novedad del
bautismo y de la vida según el Evangelio.7

Hay un perfil de “hombre nuevo” que trasciende las etapas


de la vida con las que trabajamos. Podemos llegar a decir que
las acciones pastorales, más allá de una formación intelec-
tual o la creación de actitudes religiosas, tienden a formar
una persona que pone a Dios y a los demás como centro de
su vida, una persona libre y liberadora, con una fe personali-
zada, encarnada, abierta y eclesial, crítica, autocrítica y posi-
tiva, comunicativa y comunitaria, comprometida y solidaria,
generadora de crecimiento y transformadora de realidades,
hacedora de la paz, esperanzada y festiva.

9. Los contenidos
Estamos habituados a que la mayoría de las acciones pas-
torales programadas con niños tengan como referencia el ca-
mino sacramental o el carisma de los diversos movimientos
o instituciones dedicadas al trabajo pastoral en las distintas
etapas de la vida. En este sentido, los contenidos se reducen
muchas veces al abanico de temas que hay que memorizar y
comprender intelectual o afectivamente, que varían si el gru-
po se prepara para la primera comunión, la confirmación o
para la participación mediante el carisma en una institución
o movimiento.
Revisar...
¿Cómo proponemos la vi-
Sin embargo, los contenidos pastorales significan algo más
vencia de la fe en nuestra co- amplio que un temario, son todos los elementos del proceso que
munidad? ¿Es para la pobla-
ción infantil y adolescente?
la comunidad programa para evangelizar. Esto es: crecimiento
7 Evangelii Nuntiandi 18.

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Hacia una pastoral de la infancia 147

humano, acercamiento a la fe, educación en valores, madura-


ción de la experiencia religiosa y pertenencia a la comunidad
eclesial.

El contenido evangelizador es el ambiente, las relaciones Posibilitar...


que se entablan, el juego que se realiza, la fiesta que se cele- ¿Qué insumos nos da el au-
bra. El punto de partida para la acción pastoral será entonces tor para trabajar la evangeli-
zación desde las característi-
la persona a evangelizar. Teniendo en cuenta la realidad sico- cas propias de la población?
lógica y sociológica infantil, los centros vitales y caracterís-
ticos de esta edad aportarán los contenidos fundamentales ¿Cómo se pueden imple-
mentar estas propuestas en
para el trabajo con los niños, en orden a una acción propia- las actividades y mensajes
mente evangelizadora. para los contenidos que nos
propone el autor?

1. El desarrollo de la inteligencia. El niño se


encuentra en un periodo de apertura al
mundo y a las cosas. La vida se le revela como
un gran misterio que va haciendo suyo desde
la apropiación que da el conocimiento.
La posibilidad de conocimiento de la buena
noticia y de las verdades de fe lo ayudarán en
su proceso de seguimiento de Cristo.

2. La búsqueda de amigos y la vida en grupo. En


este periodo es muy marcada su necesidad de
socialización y va a ir definiendo un estilo de
vida.
Esta experiencia vital le permite el descubrimiento
y vivencia de la dimensión comunitaria de la
fe, inserción y pertenencia a la Iglesia como
familia de familias.

3. La necesidad e interés por el juego. Es una


de las formas más propias desde las cuales el
niño se relaciona, celebra, estrecha vínculos,
comparte, incorpora códigos y valores, se
ajusta a normas, leyes, objetivos y metas.
Desde esta vivencia se hace capaz de celebrar la
vida de fe, entrar en comunión de ideales, sentirse
parte, compartir una misma experiencia y un
mismo lenguaje.

4. El dinamismo, creatividad y acción. Los niños


necesitan hacer para sentirse parte del mundo

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148 Hacia una pastoral de la infancia

y todo lo que hacen es creación, dado que es


absolutamente nuevo.
Esta característica los abre a la dimensión
evangelizadora y caritativa de la fe, que es
acción en orden a la transformación del
mundo.

Posibilitar... Por lo tanto, el contenido de la acción pastoral evangeliza-


¿Cómo podríamos materiali- dora está dado por la misma vida, en todas sus expresiones,
zar ese movimiento afectivo iluminada y leída en clave cristiana.
en los contenidos de nuestra
evangelización desde los
supuestos que nos brinda El contenido es dinámico porque es una invitación a que
el autor?
los que lo reciben puedan lograr el máximo de sus posibilida-
des. Por eso ha de variar de acuerdo a las características y ex-
periencias de cada grupo humano. La tarea evangelizadora
educativa pasa por ayudar a afinar y amplificar la percepción,
hacer que todo sea radar, antena, registro, para descubrir los
ecos de la voz de Dios que nos lleven a una realización más
plena de la vida, configurándonos con el proyecto y estilo de
vida de Jesucristo.

Los temas son un excelente medio, pero no son mágicos,


por lo tanto no pueden estar desligados de la vida de los ni-
ños. La dimensión intelectual y el conocimiento de la doctri-
na son necesarios, pero no se pueden privilegiar de manera
absoluta, dado que por sí solos no llevan a la adhesión. Se
hace necesario el movimiento afectivo que lleve a la acepta-
ción por el amor y dé una voluntad que mueva a vivirla.

10. Supuestos de la acción evangelizadora


Todo esto nos permite formular algunos supuestos para
tener en cuenta a la hora de abordar la tarea de la evangeli-
zación de la infancia.

a) Evangelizar desde la realidad del mundo

La mejor evangelización de los niños es la que se


realiza cuando es posible encarnarse en su mundo con
sus características más generales y en los rasgos más
concretos de su cultura y ambientes determinados.

Es preciso entrar en diálogo con su cultura sin

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Hacia una pastoral de la infancia 149

prejuicios para poder descubrir dónde radican sus


alegrías, sus búsquedas, sus intereses, sus tristezas,
para valorarlos y que se transformen en canales
eficaces de vida en Dios.

b) Evangelizar desde el protagonismo de los Posibilitar...


niños ¿Las personas adultas, cómo
Habrá evangelización real cuando puedan podríamos evangelizar
desde el mundo infantil y
vivenciar que son ellos los protagonistas, y cuando tomando como base su pro-
para la elaboración de los materiales y planes tagonismo?

partamos de sus propias experiencias, con lo que ellos


¿Qué estrategias podríamos
son y necesitan. Se trata de conocer sus posibilidades, ir desarrollando para lograr
detectar sus centros de interés, canalizar sus este fin?
expectativas, hilvanar sus líneas de pensamiento y
sus experiencias particulares para iluminarlos desde
la fe. No podemos hacer un proyecto para niños sin
los niños.

c) Evangelizar desde la presencia viva de Jesús


La evangelización exige un anuncio pedagógico
que ayude al niño a entrar en comunión con
Jesucristo, a amarlo y a seguirlo en sus decisiones. Esto
trasciende el conocimiento de los datos de su vida
y de su historia, aunque los supone. Es importante
localizar las mediaciones para llegar a un encuentro
auténtico y permanente con Jesucristo. En el proceso
de evangelización hay que concederle primacía a la
dimensión relacional humana como punto de partida
y referencia constante.

Jesucristo se presenta como modelo dinámico,


buscado y descubierto a partir y en las situaciones
concretas. No dicta normas desde lo alto, pero
ofrece su mensaje en las experiencias de hoy vividas
por los creyentes. El proceso de adquisición de los
comportamientos de Cristo se debe orientar hacia la
identificación con él, que se propone no sólo seguir lo
que realizó, sino realizar lo que él es.

El anuncio de Jesucristo en el proceso


evangelizador va encaminado a los valores, a la
interioridad de las experiencias y de las actitudes,
para traducirlos creativamente en la propia vida.

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150 Hacia una pastoral de la infancia

Posibilitar... d) Evangelizar desde la vida de la Iglesia


¿Cuáles serían los principa- La vida de la Iglesia es un factor importante en
les obstáculos o dificultades el proceso evangelizador, dado que le ofrece al niño
para evangelizar desde la
vida concreta de la Iglesia y el aquí y el ahora de aquello que anuncia el mensaje
cómo podríamos vencerlos? cristiano.

La mayoría de las experiencias de los niños son


de orden relacional, por esto la idea de Iglesia va a
estar ligada concretamente a las personas que la
componen y a las cosas que en ella se realizan. Serán,
por lo tanto, mediaciones de la Iglesia como lugar
evangelizador: la vida de los adultos que se unen por
el vínculo del amor y se comprometen en diversas
áreas construyendo el reino; el propio grupo donde
realiza su experiencia más concreta de comunidad, en
la que se tratan de encarnar los valores evangélicos;
las celebraciones litúrgicas en las que manifiesta en
forma festiva los misterios de salvación; las personas
que con motivo de su función ya sean ministeriales,
de animación pastoral o educativa en el orden de la
fe, resultan particularmente significativas.

Los niños, por el dinamismo propio de su edad,


necesitan experimentar la Iglesia de una manera muy
viva, y esto se logra cuando pueden sentirse activos
en la realización de su misión. Las realidades más
profundas las apropian a través de experiencias en las
que se sienten comprometidos. La Iglesia será aquello
que ellos personalmente vivan.

e) Evangelizar con la fuerza de la palabra


La palabra de Dios es un elemento fundamental en
el proceso evangelizador porque presenta el mensaje
que puede moldear las opciones y conductas de los
niños.

El niño vive inmerso en medio de experiencias;


la palabra se introduce desde su experiencia para
provocar una nueva experiencia. Para eso hace falta
crear disposiciones para que la palabra cumpla su
función evangelizadora y no sea una palabra más.

Lo vivido a diario se transforma, así, en una

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Hacia una pastoral de la infancia 151

realidad interrogante y encuentra en la palabra una


respuesta y el descubrimiento de un significado vital.
Cuanto más interroga el niño su propia experiencia de
vida, más capaz se hace de leer la palabra de Dios de
modo nuevo, descubriendo significados escondidos.
El mensaje cristiano aparece así como buena noticia,
capaz de llegar a su vida y abrirle horizontes nuevos.
Es importante suscitar actitudes que faciliten su
adhesión, tales como: entusiasmo, confianza, deseo
de crecer, sentido crítico de actitudes, amor por el
ideal propuesto. Desde esta perspectiva, la palabra
cumple su cometido evangelizador, que consiste en
anunciar al niño que Dios actúa hoy, que está presente
en el mundo por medio de Jesucristo resucitado y da
su Espíritu para que podamos vivir la vida nueva.

f) Evangelizar desde la pastoral de conjunto Posibilitar...


La pastoral de conjunto se realiza en la acción, y ¿Qué aportes nos podría
se llega a ella por el trabajo en común, con miras a un brindar el trabajo en con-
junto, especialmente desde
mismo objetivo, descubriéndonos parte de un todo. la comunidad creyente, para
La pastoral sacramental debe estar arraigada dentro lograr el protagonismo de la
infancia y adolescencia en la
de un proyecto más global que abarque todas las evangelización?
dimensiones y etapas de la vida de una persona en
su camino de fe.

Frecuentemente la iniciación en la fe queda


reducida a la catequesis de preparación para la
primera comunión, que se transforma en la última
comunión si no se encuentra enmarcada en un
proceso pastoral más amplio donde el niño pueda
vivir la inserción en una comunidad en la cual
experimentar concretamente el anuncio que recibió
de la vida nueva de hijo de Dios. Es pernicioso para el
niño recibir un doble mensaje de palabra y vivencial
(me preparo para recibir a Jesús sin que esto tenga
solución de continuidad, la Iglesia es una familia pero
no puedo visibilizar sus miembros concretos), dado
que ello hace poco creíble la posibilidad de vivir la
fe como un elemento constitutivo e integrador de la
vida.

g) Evangelizar desde la comunidad creyente


La fe tiene una doble dimensión: personal y

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152 Hacia una pastoral de la infancia

comunitaria. Para que el mensaje de Jesús pueda


ser asumido en la vida, es de vital importancia el
testimonio personal de los creyentes como impulso,
vida y celebración.

El niño tiene que ver en la experiencia de


la comunidad la vida que se le anuncia, debe
experimentar que al calor de la comunidad su
experiencia de fe se desarrolla y crece.

La comunidad debe sentir como necesidad


la comunicación de la fe que vive y que celebra,
asumiendo responsablemente estos nuevos hijos a
los que debe ayudar en su crecimiento y maduración.

Posibilitar... h) Evangelizar desde la realidad en la que están


¿Qué elementos de la rea- inmersos
lidad podemos identificar
como más significativos
El ritmo de los cambios que se van produciendo
para la niñez y adolescencia en la sociedad es vertiginoso, la cultura y el significado
en la evangelización?
de las cosas siguen la misma velocidad. Los mismos
niños, en razón de la etapa de la vida en la que se
encuentran, van sufriendo cambios muy acelerados.
La evangelización tiene que estar atenta a lo que la
realidad le va mostrando en cada momento propio de
la historia, para poder asumirlo e iluminarlo.

Es cierto que los niños hoy tienen más información


y más datos que los de hace algunos años. Sin embargo,
no sabemos si están en condiciones de asimilar
tantos datos, tanta información, tantos estímulos
y tan diversos. Es negativo el excesivo tiempo que
permanecen frente al televisor o a la computadora,
pero sin embargo, tenemos que aceptar que ello va
marcando el ritmo de sus intereses. Estar atentos a
estas realidades, como a otras, nos ayudan a descubrir
desde qué lugar acercar el mensaje evangélico y
potenciar la experiencia religiosa.

i) Evangelizar desde lo masivo y popular


El niño, a medida que va creciendo, va
descubriendo también su sentido de pertenencia
a distintos grupos: familia, escuela, amigos, club de
fútbol, país, provincia, barrio. Este sentimiento de

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Hacia una pastoral de la infancia 153

pertenencia le permite ir logrando su identidad. El


encuentro y el compartir con pares lo dinamiza. La
necesidad que posee de expresar de manera dinámica
y concreta su todo, incluso su fe, hacen que las
manifestaciones masivas, festivas y populares tengan
en su proceso un hondo sentido evangelizador.
Comparte con otros la misma expresión religiosa, se
ve identificado con otros y a la vez interpelado.

j) Evangelizar desde la alegría Posibilitar...


Los niños, por naturaleza, son activos, vitales, ¿Qué signos festivos pode-
alegres, explosivos, espontáneos. Por la fe sabemos mos agregar, y cómo, en el
proceso de la evangelización
que nuestro camino es hacia la Pascua. No cabe para que sea totalmente
la tristeza. Sólo cabe la esperanza y la alegría vivenciada por la niñez y la
adolescencia de la comuni-
compartida. En este punto tenemos que dejar que los dad?
niños nos enseñen. Los adultos hemos racionalizado
todo, hasta los sentimientos más genuinos y las
expresiones más vitales. El amor no es una idea, es
una concreción. La alegría en esta misma línea tiene
que ser la expresión de nuestra fe en un Dios que nos
ama y vive en nosotros.

La fiesta está en el corazón del hombre, es un acto


vital, un modo de estar en el mundo. Cuando estamos
en una fiesta, manifestamos intensa y singularmente
nuestro modo de vivir; en el sentimiento que provoca
la fiesta se hallan las personas y las cosas que ocupan
un lugar en nuestra vida.

En la fiesta, el niño puede vivir de un modo pleno


sus sentimientos, puede reafirmar el sentido de las
cosas, puede compartir y expresar lo que vive. Si la
fiesta es una afirmación de la vida, es, así mismo, un
canal privilegiado de evangelización para afirmar su
sentimiento religioso. Si en la fiesta se afirma la vida,
en la fiesta litúrgica también se afirma la vida desde
un sentido nuevo que nos ha dado Cristo.

l) Evangelizar desde la formación en la acción


La pedagogía que utilizó Jesús no fue la de
formación para un futuro, sino que su anuncio fue
acompañado con acciones concretas. Los mismos

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154 Hacia una pastoral de la infancia

discípulos fueron enviados por Jesús sin todavía


conocer todo lo que más tarde se les iría a revelar. Toda
la revelación está compuesta de gestos y palabras.
Gestos que hacen creíbles las palabras, palabras
que clarifican los hechos. Esta misma perspectiva
transformadora se da en la formación acompañada
de acción. El equilibrio pedagógico entre ambas
permite que la acción no caiga en un activismo
sin sentido o en una formación sin metas claras y
verificables. La acción permite ir viendo los frutos que
impiden caer en el cansancio o en idealismos y ayuda
a ir rectificando caminos. Una verdadera formación
parte de la acción y remite a ella.

m) Evangelizar desde los signos y la piedad


popular
Los niños son notablemente sensibles a los
gestos y a las imágenes. Estas se graban en ellos de
un modo más fuerte que las ideas y las palabras. Los
gestos y las imágenes religiosas tienen, por lo tanto,
una fuerza interpretativa muy profunda, dado que su
capacidad de comprensión está ciertamente ligada
a la expresión sensible. Las imágenes de los santos,
los hechos de sus vidas, la oración de intercesión,
las procesiones, visitas sacramentales, los gestos
religiosos le permiten entrar en comunión con
aquellas realidades que no pueden abarcar desde
el intelecto, pero que, sin embargo, van creando la
familiaridad de la fe.

Posibilitar... Su capacidad de conectarse desde lo simbólico


¿Qué cambios en los ám- es la puerta de acceso para el encuentro con lo
bitos teológico, doctrinal, sobrenatural.
estructural y organizativo se
requieren para lograr estos
objetivos comunes en la
evangelización en mi comu- 11. Objetivos comunes
nidad? Todos estos elementos tienden a confluir en una única
realidad que es la vida del niño. Los niños, aún sin saberlo,
¿Habría disposición de parte
de las personas que lideran son hijos de una cultura postmoderna que tiene como ca-
los procesos de evangeli- racterística predominante la fragmentación y el relativismo,
zación a posibilitar estos
cambios? ejes que van desarrollado el acontecer de sus vidas, creando
profundos sentimientos de inestabilidad e inseguridad. La
¿Por dónde se podrían ini- acción pastoral debe tener en cuenta esta realidad y tratar de
ciar?
dar una respuesta. La posibilidad de establecer objetivos co-

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Hacia una pastoral de la infancia 155

munes para todo el trabajo pastoral con niños, y las activida-


des que de ahí se desprenden, lejos de unificar, van creando
un espíritu común, otorgan solidez al anuncio evangelizador
y un marco de referencia firme con proyección auténtica-
mente eclesial.

Si bien son muchos los objetivos que enunciamos para el


trabajo pastoral con niños, creemos importante establecer
cinco que pueden servir de ejes para la acción común y que
responden a sus características más esenciales.

1. Que se identifiquen plenamente con Jesucristo


Los niños buscan modelos de identificación y tienen una
capacidad muy grande para proyectar sus ideales en aque-
llas personas que encarnan valores positivos.

2. Que crezcan en la oración y en la celebración


festiva de la fe
Los niños tienen una capacidad muy grande para el en-
cuentro con Dios. Hay que permitirles y ayudarlos a crecer
según el estilo propio con el que pueden hacerlo, de acuerdo
a su edad y etapa del desarrollo de su fe.

3. Que descubran su pertenencia a la Iglesia y la


experimenten de una manera viva
Los niños son parte importante de la Iglesia y tienen que
reconocer el lugar que ocupan; son un cuerpo vivo dentro
del pueblo de Dios y deben aportar toda la riqueza que tie-
nen.

4. Que despierten a una conciencia misionera


Los niños son expresivos y espontáneos; su misma manera
de vivir la fe, unida al incentivo necesario, los hace alegres
transmisores de la buena noticia.

5. Que vivan su compromiso cristiano desde una


actitud solidaria
Los niños poseen una sensibilidad muy grande hacia las
necesidades de los demás. Están en la edad propicia para
unir la fe con las obras.

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156 Hacia una pastoral de la infancia

12. Conclusión
Los chicos son una realidad muy frágil y necesitada de cui-
dado y de ternura. Sin embargo, en esas vidas pequeñas que
se abren Dios tiene puesta su esperanza, esperanza de fuerza
renovadora, esperanza de alegría contagiosa, esperanza de
dinamismo y frescura evangelizadora, esperanza de amor
comunicado según los sentimientos de Jesucristo, esperanza
de continuidad en el camino que el Señor dejó marcado en
nuestra historia.

En el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, los chicos tienen su


lugar. No son ni la Iglesia ni la sociedad del mañana. Son ya
Iglesia, y son ya sociedad. No sólo son receptores: sujeto de
promoción, educación y evangelización.

Son sujetos que evangelizan, promocionan y educan. Si los


ayudamos a ser protagonistas, pueden ser líderes, evangeli-
zadores en su familia y en sus ambientes; fermento de vida
nueva. Ellos son bendición y promesa, pero hoy son un pre-
sente que Dios nos confía.

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Mapa
A continuación se ofrece un mapa con la información aportada por el autor sobre el papel de la infancia en los procesos pastorales. Usted puede
incorporar datos que no están y que considera importantes incluir, o construir su propio mapa.

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Hacia una pastoral de la infancia
157

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158 Hacia una pastoral de la infancia

1. ¿Qué ideas nuevas sobre la conceptualización de niñez y evangelización en-


contró en el texto?

Al lector se le invita a buscar en los cuadros informativos del mapa anterior, y dentro
del texto completo, los aportes que nos brinda el artículo respecto a esos dos concep-
tos y su vinculación directa.

2. ¿Qué relación guarda este capítulo con la propia vivencia en la comunidad de


fe y el contexto donde se encuentra?

Se le propone revisar, a partir de las ideas propuestas sobre la evangelización, con-


tenidos y experiencias de fe de la niñez, los propios escenarios donde se desarrolla su
práctica pastoral y las características que poseen, desde la mirada del protagonismo
infantil y adolescente.

¿Qué mensajes concretos pudimos descubrir en el texto para nuestras comunidades


específicas?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones del


autor?

Este trabajo procura servir de insumo para construir líneas de acción en las comuni-
dades orientadas al posicionamiento de la niñez en las prácticas pastorales, discursos,
reflexiones y producciones religiosas.

¿Qué acciones se podrían puntualizar a partir de las ideas clave que nos aporta este
capítulo?

En nuestra propia práctica personal, qué cambios podemos implementar


desde la pedagogía de la ternura:

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

El mundo del juego de la festividad, de la inocencia.

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

Ese valor intrínseco que la niñez tiene no sólo como persona sino como ser
espiritual, con una santidad originaria.

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Hacia una pastoral de la infancia 159

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y toma de decisión).

Empezar por conocer la cultura infantil, contextualizando la evangelización


y demás recomendaciones que nos hace el autor.

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darles su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

Evangelizar a través del afecto y la celebración en la comunidad, que sea


viva la experiencia de la Iglesia en el mundo concreto infantil.

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160 De juegos, fantasías y travesuras De juegos, fantasías y travesuras 160

El juego y la teología de la celebración


desde la infancia

Edesio Sánchez Cetina

Mirar... Introducción
El autor menciona estos En la Biblia, aquí y allá, se nos cuenta que los niños juegan
personajes infantiles con un papel salvador en el preciso momento en el que el pueblo
relevancia en el panorama
bíblico ¿Qué otros perso- de Dios y sus líderes se encuentran atrapados en la lógica del
najes infantiles podremos adulto para resolver los problemas de la vida.
encontrar?

Samuel, el niño, fue el elegido de Dios para inyectarle nue-


va vida al ya desgastado liderazgo de Elí y sus hijos (1 S. 2).
David, el pastorcito de Belén, resultó ser el mejor equipado y
entrenado para acabar con la fuerza bélica filistea, a expen-
sas del poder militar del ejército del rey Saúl (1 S. 17). El niño
de la alimentación de la multitud en Juan 6,5-15 con sus cin-
co panecillos y dos pescados se unió a Jesús para darle de
comer a más de cinco mil personas; un problema que los dis-
cípulos con su mente adulta no podían resolver “a la manera
de Cristo”, es decir, a la manera infantil.

El profeta Isaías, al mirar el desastre en el que vivía su na-


ción y los pronósticos desalentadores de su futuro históri-
co, vislumbró un mundo mejor, el mesiánico, radicalmente
distinto al definido y diseñado por los adultos. Los que en
el mundo “normal” son víctimas o victimarios, en este nuevo
mundo se convierten en compañeros de vida (Is, 11,6)1 y tie-
nen por líder o pastor a un niño pequeño (na’ar qaton):

Entonces el lobo y el cordero vivirán en paz,


el tigre y el cabrito descansarán juntos,
el becerro y el león crecerán uno al lado del otro,
y se dejarán guiar por un niño pequeño.

1 Las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, son tomadas de


la versión Dios habla hoy, Miami, Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.

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De juegos, fantasías y travesuras 161

Dios parece no considerar como opción viable irrumpir


soteriológicamente en la historia humana con un proyecto
diseñado por y para adultos. A través de su vocero, el profeta
Isaías, decide proclamar su emmanuel (Dios-con-nosotros)
como el Dios-niño:

Porque nos ha nacido un niño,


Dios nos ha dado un hijo,
al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Mirar...
Y le darán estos nombres: ¿Qué características tienen
estos personajes infantiles
admirable en sus planes, Dios invencible, con respecto al papel que
Padre eterno, Príncipe de paz. juegan dentro del mensaje
bíblico?
Se sentará en el trono de David;
extenderá su poder real a todas partes, ¿Qué elementos de su esta-
y la paz no se acabará; do infantil son importantes
en su rol bíblico?
su reinado quedará bien establecido,
y sus bases serán la justicia y el derecho
desde ahora y para siempre.
Esto lo hará el ardiente amor del
Señor todopoderoso. (Is. 9,6-7)

La primera navidad celebró no la llegada de un guerrero


adulto y poderoso, armado hasta los dientes, sino la irrup-
ción del Dios “todopoderoso” en la persona del niño de Be-
lén, el bebé nacido en una cueva, acostado en un comedero
de animales y rodeado por humildes pastores que habían es-
cuchado el anuncio angelical: “No tengan miedo, porque les
traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría
para todos: hoy les ha nacido en el pueblo de David un sal-
vador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán
ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un esta-
blo” (Lc. 2,10-12).

En el proyecto salvífico de Dios, el proyecto central de la Revisar...


historia humana, el adulto no es el protagonista; es el niño. ¿Cómo podríamos construir
A los adultos que acompañaron a Jesús les costó entender el una perspectiva infantil para
hacer las lecturas desde ella?
proyecto infantil de Dios, y de distintas maneras Jesús tuvo
que recordárselo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la ¿Qué nos aportaría a la cons-
tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los trucción teológica dicha
perspectiva?
entendidos, y las revelaste a los niños” (Mt. 11,25, RVR-60);
“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de

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162 De juegos, fantasías y travesuras

los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no


reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Mr
10,14-15)2.

En efecto, al decir de Jesús, el reino de Dios pertenece a


los niños y a los que son como ellos. Y, ¿quiénes son como
ellos? Jesús responde: los pobres; estos son los otros “due-
ños” del reino (Lc. 6,20). Respecto a esto, son muy pertinen-
tes las palabras de Eduardo Galeano citadas en su libro Patas
arriba: la escuela del mundo al revés (p.14): “Niños son, en su
mayoría, los pobres; y pobres son, en su mayoría, los niños. Y
entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la
pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces
los mata: casi nunca los escucha, jamás los comprende”.

Me llama sobremanera la atención que en los dos pasajes


que me han parecido más apropiados para una relectura des-
de la perspectiva infantil, 2 Reyes, 5 (Naamán) y Lucas 19,1-10
(Zaqueo), los protagonistas centrales se vuelven niños y a la
vez se vuelven pobres; es decir, se despojan sin pesar de sus
bienes materiales. Reflejan la misma característica de Dios:
“Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en
su bondad, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes,
para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos” (2 Co.
8,9).

Mirar... El juego, reino del niño


¿Qué elementos resalta el Deberá resultarnos obvio que el ser pobre no define el ser
autor que se repiten de los niño ni viceversa. Aunque hay que reconocer que en América
rasgos de la niñez en los es-
critos cristianos? Latina ser niño y ser pobre es, en mucho, lo mismo. Sin em-
bargo, la discusión bíblico-teológica previa nos lleva por otro
camino. Dios vislumbra su futuro reino en manos de los niños,
porque ellos tienen una cualidad propia de la infancia: el jue-
go. En esta perspectiva, el juego es algo muy serio; si se quiere
“peligroso” para quien se aferra a hacer las cosas y definir al
Revisar... mundo y a la sociedad a lo adulto.
¿Qué es el juego desde la
perspectiva teológica que se Quizá valga la pena definir qué es ser adulto, antes de ha-
propone?
blar del juego como definición de ser niño. Ser adulto, en el
¿Cómo podría el juego en-
contexto de nuestra reflexión, es querer usar los medios de
riquecer la hermenéutica poder y la riqueza para alcanzar la victoria y el éxito. Es que-
adultocéntrica que se hace
de los textos sagrados? 2 Cipriano de Reina Casiodoro de Valera. La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo
Testamento, Nueva York, Sociedad Bíblica Americana, 1960.

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De juegos, fantasías y travesuras 163

rer resolver los errores del mundo construido por adultos con
sus propios medios de gente adulta, seria, calculadora, tecni-
ficada y científica. Jean Duvignaud dice:

El pensamiento de nuestro siglo rehúye lo lúdico:


se empeña en establecer una construcción coherente
donde se integren todas las formas de la experiencia
reconstituidas y reducidas mediante sus propias
categorías. Se ha emprendido un inmenso esfuerzo
por escamotear el azar, lo inopinado, lo inesperado,
lo discontinuo y el juego. La función, la estructura, la
institución, el discurso crítico de la semiología sólo
tratan de eliminar lo que les aterra.

Son muchas las razones de ese ocultamiento.


En primer lugar, las exigencias intelectuales de
una economía de mercado y una tecnología con
frecuencia incontrolada, que dejan poco lugar para el
terreno baldío de la ensoñación, aparentemente fútil:
de cualquier latitud que sean, a los planificadores
les repugna tomar en cuenta, en el balance de los
recursos humanos, el “precio de las cosas sin precio”,
es decir, de las actividades que no justifica en absoluto
la redituabilidad. El positivismo ha logrado eliminar lo
que estorbaba su visión “plana” del universo.3

Por su parte, Eduardo Galeano dice:

En el mundo tal cual es, mundo al revés, los


países que custodian la paz universal son los que
más armas fabrican y los que más armas venden a
los demás países; los bancos más prestigiosos son
los que más narcodólares lavan y los que más dinero
robado guardan; las industrias más exitosas son las
que más envenenan el planeta; y la salvación del
medio ambiente es el más brillante negocio de las
empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad
y felicitación quienes matan la mayor cantidad de
gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor
cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes

3 Jean Duvignaud. El juego del juego, México, Fondo de Cultura


Económica, 1982, p. 13.

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164 De juegos, fantasías y travesuras

exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor


costo.4

Por último, ser adulto es obligar al niño a convertirse en


“adulto chiquito”:

Dejad que los niños vengan a mí. La venta de armas de


fuego está prohibida en los Estados Unidos, pero la publici-
dad apunta esa clientela. Un aviso de la National Riffle Asso-
ciation dice que el futuro de los deportes de tiro está “en ma-
nos de nuestros nietos”, y un folleto de la National Shooting
Sports Foundation explica que cualquier niño de diez años
debería disponer de un arma de fuego cuando se queda solo
en casa o cuando marcha solo a hacer alguna compra. El ca-
tálogo de fábrica de armas New England Firearms dice que
los niños son “el futuro de estos deportes que todos amamos”.
Posibilitar...
¿Qué elementos del juego Según los datos del Violence Policy Center, las balas matan
señala el autor que pueden cada día, por crimen, suicidio o accidente, a catorce niños y
ser criterios o insumos para
una lectura y unas prácticas adolescentes menores de diecinueve años, en los Estados
más lúdicas en nuestros en- Unidos. La nación vive de respingo en respingo, y de sofocón
cuentros pastorales?
en sofocón, por las balaceras infantiles. Cada dos por tres
aparece algún niño, casi siempre blanco, pecoso, que acribilla
a sus compañeritos de clase, o a sus maestros5.

De acuerdo con los estudios de la personalidad humana,


lo que realmente define al niño como tal es el juego, no otra
cosa. La definición que al respecto dan varios diccionarios así
Revisar... lo confirma: “el juego es la actividad recreativa espontánea
Para el lenguaje adultocén- y organizada de los niños”;6 “el juego es el ejercicio o acción
trico estructurado que se- por medio del recreo o la diversión, observado especialmen-
ñala el autor, que ha sido un
mecanismo de poder, te como actividad espontánea de niños o animales jóvenes”7.
Rubem Alves8, teólogo brasileño y autor de cuentos, dice lo
¿cuáles son los principales siguiente al respecto: ¿Qué es un niño? Parece que el mito de
retos que proponen la pers-
pectiva infantil y el juego?
su inocencia y pureza murió hace mucho tiempo. Freud fue el
sepulturero. Ejemplos de amor tampoco son. Su narcisismo
4 Eduardo Galeano. Patas arriba: la escuela del mundo al revés, México,
Siglo XXI Editores, 1998, p. 6.
5 Eduardo Galeano. Patas arriba: la escuela del mundo al revés, México,
Siglo XXI Editores, 1998, p. 109.
6 Philip Babcock Gove. Webster’s Third New International Dictionary,
Cambridge, Riverside Press, 1961.
7 Shorter Oxford English Dictionary, Oxford, Oxford University Press, 1993.
8 Rubén Alves. La teología como juego, Buenos Aires, Asociación
Ediciones La Aurora, 1982, pp. 116-117, 130, 140-141

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De juegos, fantasías y travesuras 165

es por demás evidente: sólo se ven a sí mismos. Si hay algo


que les es característico es su capacidad de jugar.

Pero, ¿por qué le damos al juego tanta importancia en esta


nuestra reflexión? ¿Por qué un libro de teología dedicado al
juego o manuales de terapia psicológica a partir del juego?9
¿Por qué el profeta Isaías, vocero de Dios, vislumbra el
nuevo reino de Dios en el contexto infantil y por qué Dios
se vuelve emmanuel en la persona de un niño? Escuchemos
de nuevo a Alves: “los niños y los bufones […] saben que
el entretenimiento y la risa son cosa seria, que quiebran
hechizos y exorcizan la realidad”. Y, es que en el mundo del
juego las estructuras no se transforman nunca en ley. Cada
nuevo día se presenta como un espacio libre, que permite
que todo comience de nuevo, como si nada hubiera pasado.
Todas las cosas se hacen nuevas, las viejas desaparecen (2 Co.
5,17); los ojos comienzan a ver lo que los otros no ven.

El juego se convierte en una denuncia de la lógica del


mundo adulto. Los niños se niegan a aceptar el veredicto
del “principio de realidad”. Separan un espacio y un
tiempo y tratan de organizarlos según los principios de la
omnipotencia del deseo. Y allá se mueve un grupo de niños,
en medio del mundo adulto, como una protesta contra él
[...] ¿Será algo semejante a esto lo que Jesús tenía en mente,
al hablar de la necesidad de que nos volvamos niños? Los
niños no se conforman con este mundo. No es posible que
la seriedad y la crueldad adulta sea lo más importante que la
vida puede ofrecernos. El mundo puede ser diferente, y en el
juego esta cosa nueva se ofrece como aperitivo.

Hablando del juego, Duvignaud, dice lo siguiente: “‘el fin del


juego es el juego mismo’ y porque se trata de ‘una actividad
propia, paralela, independiente, que se opone a los actos y
a las decisiones de la vida ordinaria mediante características
que le son propias y que hacen que sea juego’”10.

En el estudio del juego como práctica preponderantemen-


te infantil, resulta sorprendente descubrir que un territorio

9 Por ejemplo el de Lenore Terr. El juego: por qué los adultos necesitan
jugar, México, Ediciones Paidós, 2000.
10 Jean Duvignaud. El juego del juego, México, Fondo de Cultura
Económica, 1982, p. 42

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166 El juego y la teología de la celebración

privilegiado del juego es el del lenguaje. En sus juegos, los


niños inventan palabras, cambian la sintaxis, hacen añicos el
discurso social de los adultos. En eso se parecen a los poetas,
ellos son los que “prolongan más allá de la infancia el poder
de cambiar el orden de las palabras y alterar la sintaxis”11.

En realidad, es tremendo reconocer los paralelos que se


dan entre el juego y la poesía: nos sorprenden, son creativos
—crean espacios de vida o mundos nuevos—, se enfocan
más en los sentimientos que en la razón, apelan más a lo lú-
dico que a lo productivo, funcionan como palabra profética
pues subvierten al mundo demasiado “conocido” y fácil de
predecir. En el juego y la poesía, se crean nuevos lenguajes,
Posibilitar... y la metáfora ocupa lugar privilegiado. Y esto es escandalo-
¿Qué elementos del arte so: “Ya Platón echaba de la ‘ciudad’ […] a todos aquellos que
y del juego podemos in- mutilan la sintaxis o la lengua: a los poetas. Para quien altera
corporar en la lectura que
hacemos de los textos y las impunemente la configuración establecida de las cosas y los
prácticas pastorales?
valores, sólo un lugar es conveniente: el exilio”12.

Sobre el poder del lenguaje profético es digno de tomar en


consideración las palabras de Walter Brueggemann:

Cuando hablo de poesía no me refiero al ritmo, rima


o métrica, sino al lenguaje que [...] salta en el momento
preciso, que desenmascara viejos mundos con sorpresa,
fuerza y paso acelerado. El discurso poético es la única
proclamación que merece expresarse en una situación
de reduccionismo, la única proclamación, sugiero, que es
digna de llamarse predicación. Este tipo de predicación
no es la instrucción moral o la solución de problemas
o la clarificación doctrinal. No es el buen consejo, ni la
caricia romántica, ni el humorismo relajante. Es, más
bien, la propuesta ágil, resuelta y sorpresiva de que el
mundo real al que Dios nos convida para vivir no es el
que ofrecen los gobernantes de esta era […] El discurso
poético del texto bíblico y del sermón es la construcción
profética de un mundo que trasciende éste que ya nos
parece tan desgastado.13
11 Jean Duvignaud. El juego del juego, México, Fondo de Cultura
Económica, 1982, p. 33
12 Jean Duvignaud. El juego del juego, México, Fondo de Cultura
Económica, 1982, pp. 34-35
13 Walter Brueggemann. Finnaly Comes the Poet, Minneapolis, Fortress
Press, 1989, pp. 3-4.

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El juego y la teología de la celebración 167

La vida es juego y juego es la vida


El niño y el juego, camino de salvación
Si los poetas y los niños reinventan el lenguaje y recrean
al mundo, su tarea no puede definirse de otra manera, sino
como “puerta” a la salvación, a la novedad de vida. Por ello
es que resultan peligrosos para quienes detentan el poder:
los que han acumulado las riquezas y manipulan los medios
de comunicación masiva. Rubem Alves dice: “En los juegos y
entretenimiento la libertad y la necesidad se encuentran, y
la alegría que deriva de ellos, brota justamente de la libertad
triunfante que domina la necesidad, produciendo un mundo
posible de ser amado”14.

Ese es exactamente el valor del juego; la posibilidad de


romper con la monotonía de una vida que mantiene las cosas
como son o como el “adulto” quiere que sean. Lo peculiar del
juego es la creación de un momento en el que lo que cuenta
es el sujeto del juego, no las reglas. Estas se cambiarán en el
próximo juego. Por ello, la teología que surge en este con-
texto no puede sistematizarse. Lo único seguro en el juego
es lo novedoso, lo sorpresivo, la libertad que se vive. Y ese
momento del juego, por más efímero que parezca ser, se con-
vierte, por ser “evangelio” en eternidad. Tanto los milagros de
Jesús como la liturgia reflejan, sin duda, el que hacer infantil
del juego. En realidad la encarnación, el quehacer teológico,
los actos poderosos de Dios en Cristo, y la definición de reino
de Dios y su manifestación, todo eso, es cosa de niños.

No han sido la iglesia ni las instituciones teológicas ni los


grandes teólogos los que han descubierto el papel del niño y
del juego en la tarea de rescatar a la humanidad y al mundo
de su “loca carrera al desastre”, sino poetas, pintores, caricatu-
ristas y literatos los que han hecho el descubrimiento.

Empecemos con una cita del gran pintor español, Pablo Pi-
casso. Sólo hasta que leí un pensamiento de su pluma sobre
su obra artística y los niños pude reconocer algo característi-
co de su obra pictórica. Picasso dijo: “Pintar como los artistas
del Renacimiento me llevó unos años. Pintar como los niños
me llevó la vida”. Y en efecto, cuando uno puede contemplar

14 Rubén Alves. La teología como juego, Buenos Aires, Asociación


Ediciones La Aurora, 1982, p. 17.

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168 El juego y la teología de la celebración

de cerca su obra monumental, La Guernica, descubre que Pi-


casso, como los niños, no se preocupó por “corregir” su dibu-
jo como para presentarlo perfecto y sin tachas o trazos fuera
de línea. Picasso dejó los trazos de las etapas originales del
“borrador” previo al original. La obra de Picasso es, en ese
sentido y en otros, una obra de arte infantil. Y en eso alcanza
su fuerza y poder comunicativo, son figuras más infantiles
que “adultas” las que delinean a los personajes y caracteres
de la pintura.

Testimonios bíblicos
El libro de Josué, que mira un momento de la historia de
Israel desde la óptica del libro de Deuteronomio, es una obra
en la que se respira un ambiente litúrgico y festivo, es decir,
lúdico. En él, la ironía, el humor y la sorpresa ocupan un lugar
privilegiado. Para mí, es uno de los libros de la Biblia en don-
de Dios aparece como un gran juguetón. Se burla del enemi-
go y se ríe de las autoridades de su pueblo que quieren hacer
las cosas a su manera, a lo adulto. Los personajes favoritos de
su historia no son los generales de guerra ni las autoridades
religiosas de la nación, sino una prostituta (cap. 2) y los ga-
baonitas (cap. 9), un pueblo vulnerable que salvó el pellejo
por su astucia e ingeniosidad. Los antihéroes son los ricos y
poderosos que viven entre las murallas de las ciudades Es-
tado, y Acán, aquel soldado que ávido de poder y riquezas
quiso quedarse con las “fichas” del juego.

Y es exactamente en el contexto de la conquista de las


grandes ciudades-Estado15 que Josué usa el vocabulario
más sanguinario y destructivo del mensaje bíblico. ¿Sucedió
eso realmente como lo narra el texto bíblico? Realmente no
lo sé. La arqueología bíblica y los trabajos de eruditos de la
talla de Martin Noth han repetido una y otra vez que la na-
rración bíblica dista mucho de la realidad de la ocupación
de la tierra prometida. Los descubrimientos arqueológicos
constatan que los estratos pertenecientes al siglo XIII a. C. de

15 Se trata de pequeñas ciudades, amuralladas y muy protegidas,


que eran centro de poder (estaban los templos, los palacios y las
edificaciones relacionadas con los implementos de guerra). En ellas sólo
residían los representantes de los poderes político, religioso y militar y
desde ellas se controlaba la vida de obreros y campesinos que vivían en
pequeñas aldeas, establecidas alrededor de ellas. Por lo general, esas
ciudades-Estado dependían de poderes mayores, como lo era Egipto o
los imperios establecidos en Mesopotamia.

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El juego y la teología de la celebración 169

ciudades tales como Jericó, Hai, Hazor, etc. no indican que


fueron destruidas por guerra o fuego. No se han encontrado
montones de restos humanos que “apoyen” aquellas terribles
matanzas. Es probable que sea el mismo lenguaje el creador
de las “realidades” que narran los relatos; pero, ¡qué historias
tan horrendas! En verdad, así lo son. Tómese en cuenta, sin
embargo, que la intensidad de lo horrendo sube en propor-
ción a la fuerza destructiva de quienes detentan la riqueza y
el poder. Recuérdese lo que hemos dicho del poeta: con el
lenguaje crea nuevos mundos, nuevas realidades. El poeta o
narrador, vocero del pueblo sencillo y vulnerable, otorga, por
medio de sus poemas y relatos, voz y fuerza a aquellos a quie-
nes se les ha arrebatado. Aquí el lenguaje no cubre la verdad
ni enaltece la mentira, sino que crea una realidad en la que el
pobre, como dicen Ana (1 S. 2,1-10) y María (Lc. 1,46-55), es
exaltado y el rico es humillado. Se crea un mundo donde, por
fin, los desplazados y marginados, triunfan sobre los malva-
dos y poderosos.

En la introducción al libro Y vendimos la lluvia, Jo Anne En-


gelbert cuenta una pequeña historia y luego la comenta:

Con ojos radiantes, los españoles se aferraron


firmemente de los lados de la enorme canasta que
los descendería hacia los dorados tesoros que jamás
habían visto; así les habían asegurado los indios.
Con toda la paciencia del mundo, y con el rostro
reflejando una satisfacción sin límite, los indios
deslizaron las sogas hasta que las altas temperaturas
del volcán las convirtieron en hilachas, y los españoles
se precipitaron sin obstáculos hacia el deseo de su
corazón.

Este relato fantástico se narró una y otra vez en América


Central hasta que se convirtió en historia, en virtud de la ver-
dad que encarnaba —un relato obligado, inventado a fuerza
de ingenio y voluntad para asegurar la supervivencia—.
Mirar...
Estos relatos abrieron, por toda América Central, la posi- ¿Qué otros relatos podemos
bilidad para disentir y contrarrestar la fuerza de los mitos encontrar donde el juego
y el lenguaje infantil sean
piadosos, las homilías coloniales y los empalagosos cuentos importantes o fundamenta-
patriarcales. Así, la imaginación mantuvo vivas la esperanza les en el desarrollo de plan
salvífico?
y la dignidad a través de relatos que surgieron al margen del

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170 El juego y la teología de la celebración

discurso oficial. En estos relatos, el conejo siempre se burla


del chacal y el humilde derrota al arrogante16.

Veamos más de cerca a Josué; leámoslo desde la perspec-


tiva infantil. La primera persona extranjera (cananea) que lle-
gó a formar parte del pueblo de Dios fue Rahab, la prostituta
que vivía en la frontera entre el lugar protegido de los pode-
rosos y el terreno abierto y desprotegido de los campesinos y
obreros. Ella fue la primera heroína porque se burló del rey y
de las autoridades de Jericó al demostrar qué tan vulnerable
era la gran ciudad amurallada de ser penetrada por el pueblo
“enemigo”, Israel; en el juego del “escondido” ella fue la gana-
dora. Dios llevó a su pueblo a la victoria, usando a esta mujer
como “ayudante”, e invitando al pueblo a conquistar a la “im-
penetrable” Jericó (Jos. 6,1) no por medio del músculo militar,
sino por medio del juego litúrgico. Es verdad, el liderazgo de
Josué no es el liderazgo militar, es el liderazgo de un director
de banda o líder de un juego. Jericó cae no porque sus mu-
rallas se desplomaron abatidas por la fuerza de tanques de
guerra, o se hicieron añicos por la fuerza de rocas lanzadas
por enormes catapultas, sino por la algarabía de gargantas y
trompetas que marcharon alrededor de la ciudad.

El relato de los gabaonitas (Jos. 9,1-27) también manifies-


ta el carácter lúdico de Dios. Veamos la historia de cerca. Las
noticias de la llegada de los israelitas y la conquista de la tie-
rra de Canaán corría como pólvora (Jos. 2,9-11; 9,1). Tanto en
este capítulo como en 10-11, la fama de Josué sirve como ge-
neradora de la narración. Los tres capítulos empiezan con la
misma expresión: Cuando oyó(eron)... Los pueblos que tenían
reyes (los que vivían en la protección de las ciudades-Estado)
buscaron resolver la situación declarando la guerra a Josué y
a su pueblo (Jos. 9,1-2). Pero los gabaonitas, pueblo despro-
tegido y sin rey —y por lo tanto, viviendo, probablemente,
fuera del resguardo de las ciudades-Estado—, encontraron
una manera astuta de resolver la situación: quedándose a vi-
vir entre Israel.

Un grupo de gabaonitas se hizo pasar por emisario de


un pueblo que vivía en tierra muy lejana (Jos. 6,9). Los em-
bajadores se presentaron con asnos (no caballos), vestidos
16 Rosario (ed.). And We Sold the Rain: Contemporary Fiction from Central
America, New York, Seven Stories Press, 1996, p. xv.

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El juego y la teología de la celebración 171

haraposos, con comida añeja y recipientes de vino rotos y


remendados (Jos. 6, 4-5,12-13). Israel y sus líderes caen en la
trampa. Toman las provisiones (Jos. 6, 14-15) y aceptan así
entrar en alianza con los gabaonitas. El autor del texto (Jos.
6, 1-15) califica la situación así: “Y los hombres tomaron de
las provisiones de aquellos pero no consultaron a YHVH” (Jos.
6,14, mi traducción).

Cuando se descubrió el engaño, ya era demasiado tarde.


Los líderes del pueblo habían hecho alianza con los de Ga-
baón y no podían echar marcha atrás; los gabaonitas se que-
daban a vivir por siempre entre el pueblo de Dios.

Josué 9, en el espíritu de la teología deuteronómica, es


una afirmación de la bondad de la gracia divina. Dios abre
de nuevo las puertas del reino para hacer pertenecer a su
pueblo a “los de afuera”, que aquí se presentan como “los de
abajo”. Aquellos que a fuerza de su astucia e ingeniosidad se
unieron a las filas de un pueblo de esclavos que buscaba es-
pacio de vida en medio de la seguridad de las ciudades esta-
do de Canaán.

Las historias de Rahab y de los gabaonitas resaltan el pro-


pósito más especial de la misión divina: dar espacio de vida a
los marginados y vulnerables, en este caso, a los extranjeros
desposeídos, que entran a formar parte de la alianza a fuerza
de la astucia y de la ilimitada gracia de Dios y su palabra. Esa
gracia que “premia” a un astuto suplantador como Jacob (Gn.
25-30) y “admira” a un astuto mayordomo (Lc. 16,1-9); gracia
que abre de par en par las puertas del reino para darle cabida
a Zaqueo, el recaudador de impuestos corrupto que decidió
hacerse niño y participar en el juego de Dios.

El relato de la burra de Balaam (Nm. 22,21-35) narra otro de


los juegos de Dios donde se encuentran la sorpresa, el humor
y lo “normal” transformado por lo fantástico. La figura infantil Posibilitar...
es, por supuesto, la burra. (¿recuerdas en Platero y yo el tro- La fantasía es un elemento
esencial para leer con ojos
zo titulado “La miga”, en donde el autor visualiza al burro en de niñez los textos.
la escuela estudiando con los niños?). Ella es la protagonista
del relato. La principal acción del relato (“ver”) tiene por suje- ¿Cómo fomentarla no sólo
to a la burra, no a Balaam. ¡Qué ironía! El profeta que por su en la niñez, sino también en
la población adulta y juvenil
profesión podía “ver” lo que otros ojos humanos no podían, a nivel pastoral?

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172 El juego y la teología de la celebración

ahora era incapaz de ver al ángel de Dios con la espada en


la mano, dispuesto a matarlo. La única que tenía “ojos” para
ver el peligro y así salvarle la vida a Balaam era la burra. Dios
utiliza un animal a quien prácticamente todo mundo consi-
dera bruto, terco y nada inteligente, como instrumento en
sus manos para salvar a su pueblo y a Balaam. Tres veces la
burra ve lo que el profeta no puede, y tres veces recibe azo-
tes por actuar como la verdadera profetiza. Sólo cuando Dios
actúa directamente, Balaam puede “ver”, y cae en cuenta que
su burra había sido más inteligente, más dispuesta a tomar
las decisiones correctas y menos terca. El profeta se convierte
en “burro” y la burra en verdadera profetiza de Dios. Por eso,
ella no sólo tiene la capacidad de ver, sino hasta de hablar;
¡qué extraño, una burra que habla! Pues sí, en el mundo del
Dios niño, ¡hasta los burros hablan! Es tan grande el amor de
Dios que cuando se ve orillado a hacer uso de los absurdos,
lo hace sin apologías. Para Dios no hay instrumentos indig-
nos en los quehaceres del reino. Sólo se hace indigno aquel
que se opone o no entiende el juego de Dios. Si la serpiente
(Gn. 3), a quien las culturas antiguas consideraban símbolo
de la inteligencia y la sagacidad, profirió palabra de mentira
y muerte, ¿por qué la burra, a quien la literatura y sabiduría
popular consideran ejemplo de ignorancia y necedad, no po-
día proferir palabra de vida? En el mundo del juego divino, el
mundo del “revés”, los burros tienen palabra de sabiduría y
son creadores de vida.

Si deseas entender el mensaje bíblico en toda su dimen-


sión, entra en él con ojos de niño. Sólo así no te sorprenderá
que una multitud de más de cinco mil personas se alimente
con cinco panecillos y dos pescados asados, que el agua se
transforme en el mejor de los vinos, que Jesús camine sobre
el agua, que Dios haya elegido la cruz como escenario de sal-
vación universal y que una tumba vacía declare el triunfo de
Jesús sobre la muerte.

Literatura contemporánea
La fuerza teológica del poder transformador del Evange-
lio se ha logrado de una manera tan cautivadora, profunda y
creativa, no en las dogmáticas de los renombrados teólogos
o los tratados de doctrina de las instituciones teológicas, sino
en las “Crónicas de Narnia” de C. S. Lewis. En las siete crónicas
o novelas, Lewis saca del dominio “adulto” los temas del reino

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El juego y la teología de la celebración 173

de Dios, del pecado, de la creación, de la salvación y de la


vida “eterna”, y se los entrega a quienes le pertenecen: a los
niños. La creación de Narnia, la aparición de Aslan (el león), el
triunfo sobre la bruja, el mal, la oscuridad, el frío, todo es obra
de los niños. Los que pueblan el mundo mágico y maravilloso
más allá del mundo humano llaman a los niños, que llegan
a él por medio de la magia del juego: “hijos de Adán” e “hijas
de Eva”.

En las siete crónicas de Narnia, C. S. Lewis nos describe, jun-


to con otras grandes enseñanzas, tanto las características de
los “adultos” como la de los “niños” para ayudarnos a enten-
der qué significa “reino de Dios” y todo lo relacionado con él.

En el libro El sobrino del mago recogemos una imagen de


lo que para Lewis es ser “adulto”. El mago Andrés, tío del niño
protagonista, no entiende la mente ni el espíritu del niño. Él
es quien comete las peores locuras, y aún en el mismo “mun-
do” mágico de los niños, aprovecha toda situación para tratar
de imponer la ideología del adulto, del mundo del materialis-
mo, del dinero y del poder. Es un ser sin escrúpulos, sin cons-
ciencia y preocupado sólo de sí mismo. Quiere matar a Aslán,
el león, porque éste se opone a sus sueños materialistas y
mercantilistas. Las siguientes son sus propias palabras (El so-
bre del mago, pp. 96-98):

—Notable, sumamente notable —musitó el tío


Andrés. Yo no había soñado jamás una magia como
ésta. Estamos en un mundo donde todo, hasta un
farol, toma vida y crece. Quisiera saber de qué semilla
brota un farol.

—¿No se da cuenta? —preguntó Dígory. Aquí fue


donde cayó la barra de fierro […], la barra que ella [la
bruja] arrancó del farol allá en Londres. Se hundió en
el suelo y ahora vuelve a salir como farol chico […] Revisar...
¿Qué características le da
—¡Eso es! Estupendo, estupendo —exclamó el la lectura a la perspectiva
adulta?
tío Andrés sobándose las manos con más fuerza
que nunca. ¡Para que vean, para que vean! Se reían ¿Cómo se manifiestan en la
de mi magia. Esa tonta de mi hermana cree que soy Iglesia y en la forma en que
desarrollamos la pastoral y la
lunático. ¿Qué van a decir ahora? He descubierto lectura teológica?
un mundo donde todo es una explosión de vida y

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174 El juego y la teología de la celebración

crecimiento. Colón, ya ves, hablan de Colón. Pero


¿qué es América comparada a esto? Las posibilidades
económicas de este país son ilimitadas, y saldrán
convertidos en flamantes locomotoras, acorazados,
todo lo que tú quieras. No costarán nada, y los podré
vender a los mejores precios de Inglaterra. Voy a ser
millonario. ¡Y el clima, además! Ya me siento veinte
años más joven. Puedo instalar un centro de salud. Un
buen sanatorio aquí me podría dar veinte mil [libras
esterlinas] anuales. Claro que tendré que compartir el
secreto con algunas pocas personas. Lo primero que
hay que hacer es matar ese animal [Aslán, el león].

Lo más triste de toda la actitud y mentalidad del tío Andrés


es que mientras él pensaba en hacer negocio y encontrar la
manera de eliminar a Aslán, este, por medio de su melodiosa
voz, andaba creando el reino de Narnia, el reino de los anima-
les parlantes y donde los niños son los líderes y gobernantes.

En prácticamente todas las crónicas, el autor usa al “adul-


to” como sinónimo de la manera equivocada de pensar y
razonar: el escepticismo, la ausencia o pérdida de la imagi-
nación, altamente pragmático, obtuso, egoísta y materialista.
Considerado así el adulto, el problema trasciende el asunto
cronológico. Así como hay algunos pocos adultos con espí-
ritu infantil, también hay niños que piensan y se comportan
como adultos. En El león, la bruja y el armario, Edmundo, el
penúltimo de los cuatro hermanos Pevencie (Pedro, Susana,
Edmundo y Lucy) es el que piensa y actúa de manera equi-
vocada, como adulto. Sólo la muerte vicaria y redentora de
Aslán le salva la vida a Edmundo. En El viaje del “Aurora”, Eus-
taquio, el niño que estudia en la escuela “equivocada” y lee
los libros “equivocados”, es el que hace berrinches, el quejoso,
el aguafiestas, el que no entiende a las figuras infantiles pro-
totípicas como el ratón ”Ripichip”. El colmo de su “adultez” es
el de haberse convertido en dragón. Sólo la acción redentora
de Aslán le devolvió la humanidad y lo convirtió en auténtico
niño.

En el mundo de Narnia, el niño es el principal protagonis-


ta y, a diferencia de los otros seres vivientes, son los niños
humanos quienes ejercen el liderazgo. De hecho, los niños
aparecen cuando existe una situación intolerable, creada por

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El juego y la teología de la celebración 175

los mismos adultos. En La última batalla (p.43), Lewis pone


en boca de “Tirian” (último rey de Narnia) la siguiente expre-
sión, misma que resume la visión del autor sobre el papel de
los niños en el mundo mágico de las crónicas: “Aslan… y los
niños del otro mundo, siempre aparecían cuando las cosas
llegaban a su peor punto. ¡Oh, si pudieran hacerlo ahora!”.

Respecto a este punto, es importante considerar qué tan


natural es que los animales intercambien en diálogo con los
humanos que visitan desde su propio mundo. Y al igual que Revisar...
como sucede en la Biblia, todo aquello que en el mundo hu- Así como el autor menciona
mano adulto es marginado y considerado de poco o nulo va- estos textos contemporá-
neos, ¿qué otros podrían
lor, en el mundo infantil de Dios ocupa un papel protagónico. darnos algunas pistas para
En el espíritu del cántico de Ana (1 S. 2) y de María (Lc. 1), en incentivar e implementar
esta perspectiva infantil en
este mundo de Dios a los poderosos y tiranos se les humilla la lectura bíblica tradicional?
y se levanta a los débiles. En el mundo de Narnia, como en la
Biblia, el burro también ocupa lugar de honor. En La última
batalla aparecen dos animales que juegan en la historia un
papel diametralmente opuesto: el mono es el malo de la “pe-
lícula” y el burro, el “buenazo”. Tan bueno era que su nombre
lo dice todo: “Cándido”. Pues bien, en el momento de la llega-
da inesperada y redentora de Aslan, al primero que convoca
y premia es al burro Cándido (p. 166):

A la primera persona a quien Aslan llamó fue al


Burro Cándido. Nunca has visto a un burro tan débil y
tonto como Cándido caminando hacia Aslan; y se veía
tan chico al lado de Aslan como un gatito al lado de
un San Bernardo. El león inclinó su cabeza y murmuró
algo a Cándido, que al escuchar bajó las largas orejas;
pero luego le dijo algo más, al oír lo cual sus orejas
se levantaron otra vez. Los humanos no pudieron
escuchar lo que le había dicho en ambas ocasiones.

Pero es en la persona del gran ratón Ripichip que se conju-


gan los dos elementos clave de nuestra reflexión: el ser niño y
el juego. En El viaje del “Aurora”, Ripichip responde vehemen-
te a la interrogante de Drinián, Lord de Narnia y capitán del
“Aurora” (p. 170):

—Pero ¿de qué utilidad sería navegar en medio


de esa oscuridad? —preguntó Drinián.

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176 El juego y la teología de la celebración

—¿Utilidad? —replicó Ripichip. ¿Utilidad, capitán?


Si por utilidad entendéis llenar los estómagos o las
billeteras, confieso que no será de ninguna utilidad.
De acuerdo a lo que entiendo no nos hemos lanzado
a la mar para buscar cosas útiles, sino buscar honor y
aventuras. Y aquí se presenta una aventura tan grande
que jamás haya oído, y si nos volvemos atrás, nuestro
honor será puesto en tela de juicio.

Cualquiera que conoce el ABC de la fe bíblica y lee las Cró-


nicas de Narnia descubre paralelos fascinantes entre ambas
obras. No hay duda de que C. S. Lewis se nutrió de la fe bíblica
para crear esas grandes obras literarias y de gran contenido
pedagógico. Al leerlas, concluyo, fascinado, que no hay otro
teólogo o biblista que haya interpretado de una manera tan
profunda y tan al grano la perspectiva infantil de la teología
bíblica. Porque es en esas crónicas donde los grandes temas
de la teología sistemática y eclesial se presentan en perspec-
tiva infantil y en el reino que Dios vislumbró cuando inspiró
al gran poeta isaíno en textos como el de Isaías 11,1-6.

En el libro El viaje del “Aurora”, C. S. Lewis describe el pro-


ceso de “conversión” de Eustaquio, el niño que no era niño.
Su actitud, sus pensamientos equivocados y su conducta
alienante lo convirtieron en un dragón. Por más que quiso,
el mismo no pudo desprenderse la piel dragonil. Es hasta la
llegada de Aslan que este redime a Eustaquio (pp. 103-104):

Entonces el león me dijo: “Tendrás que dejar que


yo te desvista”… Así que me acosté tendido en el
suelo de espaldas, para que él lo hiciera.

El primer rasguño que hizo fue tan profundo que


pensé que me había penetrado el corazón. Cuando
comenzó a tirar de la piel, me dolió más que cualquier
otra cosa que haya sentido jamás…

—Bien, me sacó totalmente esa cosa detestable…


y la puso sobre el césped: pero era mucho más gruesa
y oscura y llena de bultos que las otras. Entonces me
sentí mucho más suave que una varilla pelada y más
pequeño que lo que había sido. Luego me agarró y me

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El juego y la teología de la celebración 177

tiró al agua. Ésta picaba terriblemente, pero sólo fue


por un instante. Luego me resultó realmente deliciosa
y tan pronto como empecé a nadar y a chapotear,
descubrí que todo el dolor había desaparecido de mi
brazo. Entonces comprendí por qué. Había vuelto a
ser un muchacho…

—Luego de unos instantes el león me sacó y me


vistió… con ropas nuevas.

En este “bautismo” de Eustaquio aparecen ecos de la histo-


ria de Naamán (2 R. 5), el adulto convertido en niño.

En la primera crónica escrita por Lewis, El león la bruja y el


armario, la muerte de Aslan es una muerte vicaria, en lugar
del traidor Edmundo. He aquí lo que dice el Aslan resucitado
al respecto ante la pregunta de Susana (p. 201):

—Significa —respondió Aslan— que aunque la


bruja conocía la existencia de la Magia Insondable,
existe una Magia Más Insondable aún que ella
desconoce. Sus conocimientos se remontan
únicamente a los albores del tiempo; pero si hubiera
podido mirar un poco más atrás, a la quietud y
la oscuridad que existía antes del amanecer del
tiempo, habría leído allí un sortilegio distinto. Habría
sabido que cuando una víctima voluntaria que no
ha cometido ninguna traición fuera ejecutada en
lugar de un traidor, la Mesa [de piedra] se rompería
y la muerte misma efectuaría un movimiento de
retroceso.

En esa misma crónica, en páginas anteriores (198-200), se


hace una maravillosa descripción de la resurrección de Aslan.
Y en el espíritu de las Escrituras, son dos mujeres (las dos ni-
ñas hermanas, Susana y Lucy) las primeras testigos del mila-
gro de la resurrección. Pero lo que más llama la atención en
esta interpretación infantil de Lewis es la primera acción a la
que Aslan invita a las dos niñas: al juego. Aslan dice, tan pron-
to termina de explicar el por qué de su resurrección (p. 201):

—Niñas —repuso el león—, siento que las fuerzas


regresan a mí. ¡Niñas, pilladme si podéis!

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178 El juego y la teología de la celebración

Posibilitar... Se quedó quieto durante un segundo, con los ojos


¿Cómo podemos ir inclu- muy brillantes, las patas estremecidas y sin dejar de
yendo el uso de la metáfora azotarse a sí mismo con la cola. Luego efectuó un gran
como espacio de fantasía
y juego en el lenguaje reli- salto por encima de las cabezas de las dos hermanas
gioso? y fue a aterrizar al lado contrario de la mesa. Riendo,
aunque sin saber el motivo, Lucy trepó al otro lado
para atraparlo. Aslan volvió a saltar, y se inició una
loca persecución. Las hizo dar vueltas una y otra vez
alrededor de la cima de la colina, ora desesperadamente
fuera de su alcance, ora dejando que casi le agarraran
la cola, ora pasando entre ellas, ora arrojándolas al
aire con las enormes y almohadilladas zarpas para a
continuación volverlas a agarrar y luego detenerse
de improviso, de modo que los tres rodasen juntos
por el suelo en un alegre y risueño montón de pelo,
brazos y piernas. Jamás se había conocido en Narnia
un retozar semejante; y Lucy no acabó de decidir si
fue más parecido a jugar con una tormenta o con un
gatito. Lo más divertido de todo fue que cuando por
fin acabaron los tres tumbados y jadeando bajo el
sol, las niñas ya no se sentían en absoluto cansadas,
hambrientas ni sedientas.

Conclusión
Y es en el contexto del reino infantil, entre el juego y las
grandes hazañas, que se coloca al mundo de los adultos en
el banquillo de los acusados y se le condena. Literatos, artis-
tas y caricaturistas coinciden en echar mano de la metáfora
del niño para realizar las más punzantes y arteras críticas al
mundo de hoy, dominado por el adulto, sediento de poder,
pragmático y destructor.

¿A quién no han fascinado una y otra vez las tiras cómicas


de Mafalda y sus amiguitos? En esas tiras, Quino, en inspira-
ción profética y visionaria, logra demostrar que la inteligencia
infantil y sus propuestas para un mundo mejor es lo que se
necesita para este mundo adulto y loco que ha llegado al tope
de su torpeza y cansancio. En el contexto familiar, Mafalda re-
sulta mucho más inteligente, sensata y conocedora de la vida
que sus propios padres. Ella es mejor sujeto de educación fa-
miliar que sus propios progenitores, y les da a los líderes del
mundo (en plena guerra fría) alternativas para un mundo me-
jor en medio del juego y de la ingeniosidad infantil.

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El juego y la teología de la celebración 179

Bibliografía

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Galeano, Eduardo. Patas arriba: la escuela del mundo al revés, México, Siglo XXI
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Mapa
Se ha elaborado un mapa con ideas clave de las propuestas conceptuales teológicas y bíblicas que ha aportado el autor para introducirnos en
la teología de la niñez. Se trata de un aporte que puede ser enriquecido desde su propia lectura, experiencia y conocimiento, para hacerlo más
completo.

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180 El juego y la teología de la celebración

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El juego y la teología de la celebración 181

1. ¿Qué pistas, claves o sugerencias hermenéuticas nos aporta el autor para en-
riquecer la lectura de los textos, desde la perspectiva de la niñez?

Es importante recuperar esos conceptos o palabras, que nos posibiliten una mirada
desde los ojos de los niños y las niñas en la construcción de lo religioso.

2. ¿Qué cuestionamientos o retos nos quedan luego de la lectura de este capí-


tulo?

El autor hace una serie de aportes y cuestionamientos, al tiempo que ofrece claves
para repensar el lenguaje religioso y la experiencia de la fe. Considere cómo se pueden
contextualizar sus aportes en las comunidades o iglesias en las que se está participan-
do.

¿Qué otros textos o imágenes se pueden utilizar además de los mencionados por el
autor en el esfuerzo de incorporar la perspectiva infantil al trabajo pastoral?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones del


texto?

El autor plasma una serie de imágenes bíblicas en las que se devela el protagonismo
infantil en la historia salvífica.

A partir de las pistas de las lecturas sobre el razonamiento adultocéntrico y otros tex-
tos aportados ¿qué elementos hermenéuticos y teológicos podemos ir construyendo
para implementarlos en las prácticas pastorales en nuestras comunidades o iglesias?

En nuestra propia práctica personal, qué reflexiones podemos hacer desde la peda-
gogía de la ternura:

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

El juego, el cuerpo, la fantasía, la metáfora… la mirada infantil.

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

Analizar en cada momento desde la caracterización que hace el autor del


razonamiento adulto y cómo se impone sobre el rol del niño y la niña y su forma
de comprender y vivenciar lo religioso.

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182 El juego y la teología de la celebración

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y toma de decisión).

Se invita a imaginar espacios que adecúen los textos, celebraciones y


actividades para que la niñez tenga espacio para su palabra, su mirada y sus
juegos.

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darle su espacio propio dentro de la iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

Construyendo experiencias y lenguajes con ellos y ellas usando el juego, la


fantasía, la metáfora…

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De juegos, fantasías y travesuras 183

De juegos, fantasías y travesuras


Espiritualidad en clave de niñez

Por Nicolás Panotto

Un día visité una de las sinagogas más importantes de la


ciudad de Buenos Aires para participar de un encuentro in-
terreligioso. En el mismo establecimiento funciona también
una escuela primaria, por lo cual el silencio sacrosanto del
salón de reuniones se inundó de millones de voces y gritos
de niñas y niños jugando, corriendo, empujándose, pasán-
dose la pelota y contándose historias (lo sé, no eran tantas; Mirar...
pero ustedes ya saben cómo resuena un patio escolar en mo- ¿Cómo es la mirada infantil
mentos de recreo). Con la kipá ya sobre mi cabeza, pasamos de los textos bíblicos que
nos describe el escritor?
con el grupo con que nos encontrábamos hacia el frente del
salón, donde se encontraba un altar con diversos rollos de
la Torá, los cuales son leídos como una preciosa melodía en
cada acto litúrgico. Eran pergaminos enormes, de casi cua-
renta metros de largo, envueltos de manera metódica y res-
petando estrictos ritos. Sus historias eran fascinantes: algu-
nas databan de fines de siglo XIX traídos por inmigrantes, y
otros de tiempos de posguerra, transportados a escondidas
por exiliados.

Pero la rabina nos mostró con especial dedicación uno en


particular que nos llamó poderosamente la atención. Era un
rollo hecho de dibujos de niñas y niños del colegio sobre
distintas historias del Pentateuco. Cada uno de ellos contaba
con el versículo en castellano y hebreo, respectivamente. Es-
taba envuelto y guardado de la misma manera que el resto.
Al abrirlo y extenderlo los colores inundaron la vista. Los per-
sonajes bíblicos representados vestían alegres, de todo tipo
de tonos, y sus tamaños distaban de ser proporcionados. Los
paisajes y mundos se encontraban entremezclados en cada
historia. En uno de ellos, una niña decidió dejar la marca de
su boca con lápiz labial, como una expresión de cariño y tam-
bién afirmando: “esto lo hice yo”. En otro, un niño firmó por
detrás del papel diciendo: “para que en el futuro mis hijos

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184 De juegos, fantasías y travesuras

también lo puedan ver”.

Mirar... Este rollo representaba, así como el resto, una tradición,


¿Qué elementos tiene esta una vida, una profunda historia, una teología, una creencia.
hermenéutica infantil? Pero con sus fantasías y dibujos, las niñas y los niños traspa-
saron la linealidad de los tiempos bíblicos, combinándolos
¿Cuáles son los principales
medios para percibirla y ex- en una sola imagen. Derrumbaron las barreras de los espa-
presarla? cios y las geografías a través de senderos que van del cielo
a la tierra y por debajo de ella, superando cualquier ley de la
física. Los personajes más sombríos de las historias cobraron
la simpatía más tierna al transformarse en seres multicolores.

En otras palabras, este trabajo hermenéutico hecho por


pequeñas y pequeños mostró su lejanía de los vicios objeti-
vantes de la adultez aplicados a las Escrituras, evidenciando
algo que, al parecer, se va perdiendo con el paso del tiempo,
aunque siempre está presente silenciosamente: que nuestro
transitar por la vida, nuestra fe y la construcción teológica se
impulsan en el poder de la imaginación y la fantasía. Para los
niños y las niñas, las leyes, los miedos, las reglas, los consen-
sos, son dejados de lado o aceptados desde matices propios,
porque lo que importa es jugar, es dar rienda suelta a la ima-
ginación, es hacer que la realidad parezca un mundo plaga-
Revisar... do de colores. Lo que se nos muestra, lo que se nos da, no
¿Qué elementos de la her- se presenta desde los sentidos como formas acabadas sino
menéutica infantil podemos que representa un trampolín que impulsa la construcción
recuperar para construir una
espiritualidad en clave de de mundos paralelos, que conviven y se resignifican mutua-
niñez? mente. ¿Acaso ello no es la mejor definición de lo que es la
fe?

Esta particular sensibilidad teológica que tienen las niñas y


los niños puede darnos muchas enseñanzas para la fe, la vida
y el quehacer teologal. Por ello, a partir de esta ilustración
nos adentraremos en un tema sumamente complejo: hablar
de espiritualidad en clave de niñez. Decimos complejo por-
que el término “espiritualidad” es demasiado lábil y de por sí
posee diversos usos, muchos de ellos antagónicos y contra-
dictorios. Cualquier intento de definición será siempre acota-
do. No esperamos que sea distinto en nuestro caso. Por ello,
en primer lugar intentaremos hacer un resumen de algunos
elementos centrales en la comprensión de la espiritualidad
cristiana para desde allí analizar la contribución particular
que posee una lectura en clave de niñez.

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De juegos, fantasías y travesuras 185

¿Qué es espiritualidad?
Al hablar de “espiritualidad” partimos con ciertas dificulta- Mirar...
des: el término “espíritu” contiene tradicionalmente un peso ¿Cómo conceptualiza el au-
significativo que puede llevar a interpretaciones equívocas tor la espiritualidad?
si no se lo aborda desde una perspectiva más amplia. ¿Qué
es, entonces, espíritu? Muchas veces se lo define como una Revisar...
substancia particular (una “cosa” o espectro), como manifes- ¿Qué elementos de esta
tación descarnada o deshistorizada de lo divino. Esto conlle- conceptualización encuen-
tro en el trabajo pastoral en
va, inevitablemente, a referir a las acciones del Espíritu y a la mi iglesia?
misma espiritualidad por parte de los y las creyentes como
proyecciones, muchas veces, poco vinculadas con los avata-
res y complejidades de la existencia histórica.

Por el contrario, la palabra remite más bien, desde su sen-


tido más básico, a una forma de definir la acción de Dios en
la realidad concreta de las personas, los grupos sociales y la
misma naturaleza. Es la ruaj que se presenta en el Antiguo
Testamento como el aliento vital (Gn. 1,2) que guía al pue-
blo de Israel comprometiéndose con su peregrinar. Es quien
acompaña también a la Iglesia (Gá. 5,16ss) en el seguimien-
to de Jesús (Jn. 17). En resumen, la Biblia presenta al Espíritu Mirar...
como una forma de nominar el actuar divino en la realidad ¿Según el autor, qué carac-
de su creación, cuya presencia se manifiesta en la vida misma terísticas tiene el espíritu
creador?
que inunda la existencia, vinculado estrechamente con las
dinámicas humanas —por ende sociales y comunitarias—
que reflejan el andar de Jesús, actuando de manera particu-
lar —aunque no exclusiva y únicamente— en quienes son Revisar...
llamados a su pueblo a través de la fe. ¿Cómo podemos visualizar
ese movimiento del espíritu
en la realidad de nuestras
Esto nos lleva a aclarar y ampliar una serie de elementos comunidades?
que emergen desde esta última afirmación. En primer lugar,
en palabras de Elizabeth Johnson1, el mundo sirve de media-
ción de la presencia y la ausencia del Espíritu. Esto significa que
su acción no se restringe a una realidad supraterrena ni al ais-
lamiento del individuo creyente ni al discurso propiamente
religioso y, menos aún, a la institucionalidad eclesial. Tiene
que ver, más bien, con el cosmos en todas sus dimensiones2.
De esta forma, debemos comprender la presencia del Espíri-
tu desde la misma complejidad de la creación de Dios, la cual
se encuentra plagada de caminos, formas, colores y posibili-
1 Elizabeth Johnson, La que es. El misterio de Dios en el discurso teológico
feminista, Herder, Barcelona, 2002, pp. 170 y ss.
2 Leonardo Boff, Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres, Trotta,
1997, pp. 201-219.

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186 De juegos, fantasías y travesuras

dades. La imagen de la ruaj, de ese viento que se mueve por


doquier, habla del mover de lo divino. Ella asume diversas
formas, senderos y posibilidades, en la medida que la misma
historia lo posibilite.

Pero con esto no queremos caer en un panteísmo idílico


donde “todo es Dios”. Inclusive cierta idea panteísta —“todo
se sostiene en Dios”— también corre peligros similares,
aunque no se aplica de la misma manera. Por ello reforza-
mos también la idea de ausencia. Como decía Lutero, Dios
se refleja en la naturaleza pero siempre se mantiene escon-
dido (Deus absconditus). En otros términos, Dios se releva en
Revisar... la paradoja. Ello emerge desde la tensión entre la ausencia y
¿Cómo enriquece esta pro- presencia de lo divino en la realidad histórica: por una parte,
puesta de espiritualidad a la se construye en esta misma tensión entre lo que es y puede
propia?
llegar a ser; por otra, y en conexión con esto último, ninguna
forma que la imprime —sea una institución, concepción so-
ciocultural, cosmovisión religiosa, etc.— puede presentarse
como absoluta, ya que la realidad se encuentra intrínseca-
mente abierta a la revelación constante de Dios, por lo cual
nada ni nadie puede ocupar ese lugar.

Posibilitar... En resumen, la comprensión del Espíritu está totalmente


¿Qué elementos de esta vinculada con la realidad concreta en que habitamos. Pero el
propuesta de espiritualidad significado de esta oración dependerá de cómo definamos
se pueden promover en el
trabajo pastoral? tanto la misma persona del Espíritu como a nuestra idea de
historia. Más aún, ¿podríamos entender la complejidad de la
historia desde la paradójica y heterogénea acción del Espíri-
tu? En este sentido, encontramos diversas opciones. Posturas
teológicas que definen en forma clausurada a Dios derivan
en una comprensión mecanicista y suturada de la misma his-
toria (esto lo podemos ver tanto en posturas conservadoras
como liberales y progresistas). Pero si definimos al Espíritu
desde la tensión entre su presencia y ausencia, entonces en-
tenderemos la historia como esa frontera que se abre entre
dichas instancias.

Esto significa resaltar la inscripción mistagógica que posee


lo divino, y desde allí el sentido de apertura en la propia rea-
lidad. El misterio representa la pregunta por el “siempre más”
de Dios, lo cual permite también preguntarnos por el “siem-
pre más” de la historia en dos sentidos: por un lado, afirmando
que lo que se nos presenta como realidad finita puede ser dis-

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De juegos, fantasías y travesuras 187

tinto de lo que es, y por otro, quitando toda aura de absoluto


a una particularidad3.

A partir de aquí hay tres elementos clave que propone Jon Posibilitar...
Sobrino4 como presupuestos básicos de la relación entre ¿Cómo podríamos recuperar
el espíritu del sujeto y la realidad, que servirán como fun- esa visión del sentido históri-
co del espíritu en las reflexio-
damento para determinar qué significa espiritualidad. En nes teológicas de nuestras
primer lugar, la honradez con la realidad, que implica ver la comunidades de fe?
posibilidad de que ella —en línea con lo expuesto por Jo-
hnson— puede reflejar la presencia y acción de Dios. En se-
gundo lugar, dicha honradez desemboca en una fidelidad a
lo real que reconoce y asume sus elementos negativos para
transformarlos en positivos desde la esperanza en el movi-
miento divino. Por último, esto nos desafía a ser llevados por
el “más” de la realidad, o sea, por la esperanza y la promesa
que radican en ella desde el mover del Espíritu.

Este último elemento es sumamente importante para una


espiritualidad comprometida con los procesos históricos. Así
como la historia se imprime en el “siempre más” del misterio, al-
teridad y trascendencia divinas, de la misma manera una espiri-
tualidad comprometida con esta visión de lo divino se compro-
mete con lo novedoso, superador y transformador impresos en
la realidad. De aquí que Paul Tillich5 afirme que toda persona
tiene, en alguna medida, una experiencia de espiritualidad
desde la búsqueda de lo hondo y lo profundo de la existen-
cia. Es la vivencia que trae el encuentro con la preocupación
última, lo incondicionado. De aquí, afirma Tillich, lo infinito y
lo absoluto que imprimen la historia superan la división entre
lo subjetivo y lo objetivo, que tal vez podríamos trasladar a
las bizantinas dicotomías entre Espíritu y mundo, o Espíritu
y carne6.

Esto conlleva una cosmovisión antropológica particu-


lar que comprende y ubica al ser humano en su integrali-
dad —cuerpo, emociones, socialización, economía, afectos,
etc.— dentro de estas dinámicas en constante movimiento,
impresas en la historia donde el Espíritu se manifiesta. De
3 Karl Rahner, Experiencia del Espíritu, Narcea Ediciones, Madrid, 1977.
4 Jon Sobrino, Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva
espiritualidad, UCA Editores, El Salvador, 1985, pp.24-31.
5 Paul Tillich, Dinámica de la fe, La Aurora, Buenos Aires, 1976.
6 Para profundizar el estudio de estos dualismos, ver Jürgen Moltmann,
El espíritu de la vida, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1998, pp. 101-112.

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188 De juegos, fantasías y travesuras

aquí el cuestionamiento a toda esencialización de lo humano


y a la clausura de todo locus histórico-social determinado.
Una sana espiritualidad prioriza la libertad, la gracia, la com-
pasión y la inclusión, entendiendo al ser humano desde esa
posibilidad de ser como llamado divino. Casaldaliga y Vigil lo
dicen en estas palabras:

Revisar... Ser persona es algo más profundo que el ser


El autor nos invita a pensar simplemente miembro de esta raza animal concreta
en la espiritualidad como un que es la raza humana. Es asumir la propia libertad
camino que se hace desde
cada persona en vez de ser frente al misterio, al destino, al futuro; optar por un
un modelo. sentido ante la Historia, dar una respuesta personal a
las cuestiones últimas de la existencia.7
¿Qué tiene de modelo y de
camino la espiritualidad en
nuestras prácticas pastora- Como dijimos, el Espíritu nos guía tras los pasos de Jesús,
les?
asumiendo un sendero histórico acorde a su testimonio. Por
ello, la idea de seguimiento es central para comprender el al-
cance de la espiritualidad. Este concepto ha sido central para
profundizar las dinámicas y procesos concretos del camino
en el Espíritu. Pero existe un elemento central en su defini-
ción: lo importante de la práctica del seguimiento no sólo
se deposita en el fin, sino en la idea de proceso. Como dice
Gustavo Gutiérrez, “Toda experiencia de seguimiento nos re-
cuerda que no hay una senda trazada de antemano en todos
sus detalles. Es un camino que se hace al andar”8. Por ello, la
espiritualidad no es un modelo o una práctica determinados
sino un sendero que se construye en la historia, que va asu-
miendo diversas formas y que se resiste a cualquier absolu-
tización por parte de una forma religiosa determinada, que
pierde su sensibilidad a la complejidad y hondura de la rea-
lidad. Dietrich Bonhoeffer lo expresa de la siguiente manera:

Esto no es una ley general; más bien es


exactamente lo contrario a todo legalismo. Insistamos
en que sólo significa la vinculación a Jesucristo, es
decir, la ruptura total de toda programática, de toda
abstracción, de todo legalismo. Por eso no es posible
ningún otro contenido: porque Jesucristo es el único
contenido. Al lado de Jesús no hay otro contenido. Él
mismo es el contenido.9
7 Pedo Casaldaliga y José María Vigil, Espiritualidad de la liberación,
Centro Nueva Tierra, Buenos Aires, 1993, p.29.
8 Gustavo Gutiérrez, Beber en su propio pozo, CEP, Lima, 2004, p. 14.
9 Dietrich Bonhoeffer, El precio de la gracia, Ediciones Sígueme,

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De juegos, fantasías y travesuras 189

En conclusión, y a partir de las breves precisiones que he-


mos hecho, nos atrevemos a dar la siguiente definición de
espiritualidad, la cual, más allá de ser sumamente acotada,
nos servirá de base para el resto de las reflexiones en este
escrito. Espiritualidad es transitar la historia desde el sentido de
profundidad proyectada en el misterio y alteridad de lo divino
inscriptos en la realidad, lo cual invita a discernir las compleji-
dades paradójicas de la existencia que se encuentran en ten-
sión (sus bellezas y oscuridades que, en clave teológica, reflejan
la presencia y ausencia del Espíritu) y las posibilidades de ser
distinta, de cambiar y de transformarse, desde la constitución
trascendente que la fundamenta y moviliza. Ello despierta una
sensibilidad hacia la apertura (el “más”) del contexto y sus diná-
micas, en el camino siempre en construcción del testimonio de
Jesucristo, el cual llama a un compromiso con el cambio, con lo
inacabado, y una actitud de proceso, apelando y buscando lo
nuevo, lo novedoso y lo diferente como posibilidades de trans-
formación de la realidad desde las diversas maneras en que el
Espíritu se revela.

Esta definición nos invita a pensar en dos elementos cen-


trales con respecto a la “concreción” de la espiritualidad. En
primer lugar, que ella no implica un modelo religioso par-
ticular sino una pluralidad de formas y prácticas, en todos
sus matices, que tienen que ver con la vida en su totalidad
y cotidianeidad. De este modo, la espiritualidad, más allá de Posibilitar...
asumir prácticas específicas, se mantiene como un sendero Pensando en nuestras prác-
siempre abierto a diversas opciones y formas de aplicación ticas pastorales y reflexiones
bíblicas,
y vivencia, que abarca a todo ser humano. En segundo lugar,
la espiritualidad evoca a lo nuevo, a lo diferente, en contra- ¿cómo podríamos incorpo-
posición a aquello que se estipula como dado, establecido y rar a la niñez como sujeto
absoluto. Esto tiene una proyección hacia diversas instancias: teológico protagonista y no
como depositaria de la fe
la clausura de los dogmas y prácticas religiosas, las cosmo- adulta?
visiones estáticas de la realidad, la absolutización de ciertas
opciones sociopolíticas, entre otros elementos.

Como niñas y niños en el juego del Espíritu


A partir de aquí, deseamos pensar la espiritualidad en cla-
ve de niñez en dos sentidos. Por un lado, en una espirituali-
dad que incluya la niñez en su camino, considerando su si-
tuación, caracterización y lugar en nuestras sociedades. Pero
por otro, y en conexión con el punto anterior, que tome la
Salamanca, 1999, p. 27.

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190 De juegos, fantasías y travesuras

niñez como sujeto teológico, no sólo como objeto receptor


de espiritualidades adultocéntricas. Ello implica reconocer la
importancia de la espiritualidad vista desde la misma niñez,
lo cual no sólo se proyecta a un grupo etario en particular,
sino que se plasma en una comprensión general, para toda
mujer y todo hombre.

Revisar... En este sentido, la niñez se transforma en una metáfora para


¿Cómo se ha materializado definir la espiritualidad. Jesús mismo lo hizo al poner un niño
esta mirada adulta de la como signo del Reino (Mr. 9,36-37)10. Pero cuando hablamos
niñez en las prácticas coti-
dianas y las relaciones de de “metáfora”, también debemos considerar algunas cues-
las persona adultas con los tiones de antemano. En primer lugar, existen metáforas que
menores de edad?
parten de imaginarios negativos con respecto a la niñez. Por
ejemplo, hablar de las niñas y los niños como cuasi adultos
(como si ser adulto(a) fuera un fin en sí mismo que proyecta
teleológicamente el súmmum de la existencia), como seres
sin derecho a autodefinirse, sin libertad o sin posibilidad de
opinar por su carencia de conocimiento o experiencia (o sea,
por su “inocencia” o condición inacabada), responde a cos-
movisiones de matriz adultocéntrica que parten de una mi-
rada determinista y jerárquica de las relaciones de género y
familia, y de una comprensión racionalista, evolucionista y
esencialista de la realidad. Esto nos indica que no toda me-
táfora puede ser utilizada, por lo cual merece un cuestiona-
miento y deconstrucción desde los sentidos que la funda-
mentan y que ella misma promueve.

Posibilitar... Pero en segundo lugar, partiendo del punto anterior, exis-


¿Qué elementos de esta ten metáforas comunes cuya labilidad de sentido permiten
mirada infantil aportada en resignificar y enriquecer ciertas cosmovisiones, no sólo res-
el texto podemos utilizar
en nuestras actividades, pecto a la niñez, sino también a la comprensión de la vida
reflexiones y discursos reli- misma, la espiritualidad, la fe y el significado de “lo adulto”.
giosos?
La imaginación y la fantasía, el juego y la diversión, la hones-
tidad y la expresividad, la travesura y la transgresión, entre
muchas otras, son algunas metáforas que están fuertemente
ligadas a nuestros imaginarios con respecto a la niñez, que
valen ser rescatadas no sólo como elementos para resignifi-
car cuestiones ligadas a este grupo particular, sino también a
la realidad social en general, a la comprensión de las relacio-
10 VerKetih White, Haddon Willmer y Marcia Bunge, Los niños como clave
teológica, Ediciones Kairós, Buenos Aires, 2011 y Judith M. Gundry-Wolf,
“Los más pequeños y más grandes: los niños en el Nuevo Testamento”, en
Marcia Bunge (ed.), Los niños en el pensamiento cristiano, Ediciones Kairós,
Buenos Aires, 2008, pp. 9, 47.

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De juegos, fantasías y travesuras 191

nes y los seres humanos, a la fe y la teología.

El punto de partida que proponemos es el lugar del juego.


Específicamente, la necesidad de pensar en una ontología
lúdica de lo teológico y la espiritualidad. El juego es el locus
desde donde las niñas y los niños construyen su mundo. Es
el modo en que comienzan a interactuar con la realidad11. No
sólo es un espacio de interacción y aprendizaje sobre lo que
existe alrededor o de conceptos predefinidos, sino de bús-
queda de lo propio frente a lo dado, de ruptura con la reali-
dad inmediata (la “ley” del padre / madre) y de construcción
de modalidades, operaciones y formas propias de acción en
el contexto. El juego es la dinámica en que toda persona co-
mienza su desarrollo vital, apelando a la imaginación, la crea-
tividad y la construcción de sentidos discursivos.

El juego posee diversas características. Por un lado, requie-


re de esa travesura con la que muchas veces los / las adultos
tanto reniegan, pero que, según los que saben, en medidas
equilibradas, es necesaria para la autodeterminación de Posibilitar...
las niñas y los niños. La travesura cuestiona lo absoluto de ¿Qué podría brindarnos
ciertas reglas, al menos, deconstruye su sentido de sutura in- el juego y la fantasía en la
construcción de un lenguaje
equívoca. La travesura no implica una total anomia o la trans- nuevo para expresar la espi-
gresión del todo. En algunos casos sí, lo cual trae consigo ritualidad y la fe en nuestras
comunidades?
consecuencias que serán aprehendidas de forma particular
según el contexto del niño(a). Pero también implica la resig-
nificación de estas reglas en pos de la construcción de una
diversidad de vivencias, prácticas y sensaciones a partir de
ellas. Pero por otro lado, el juego tiene que ver con el cuerpo
y su disfrute. Como dice Rubem Alves, el juego no produce
objetos sino placer12. Esto quiere decir que no es un medio
sino un fin en sí mismo, así como los cuerpos son fines en sí
mismos en tanto espacios del disfrute, y no “medios para”13.

11 D.W. Winnicott, Realidad y juego, Gedisa, Buenos Aires, 2009.


12 Rubem Alves, La teología como juego, La Aurora, Buenos Aires, 1982,
p. 130.
13 Al respecto, el filósofo Giorgio Agamben dice: “[Los(as) niños(as)]
saben muy bien que la cuestión no es [sólo] de fantasear, sino que en
este experimento el niño arriesga toda su vida, poniéndola en juego
literalmente en cada instante. El experimentum potentiae del niño, de
hecho, ni siquiera separa su vida biológica: el niño juega con su función
fisiológica, o mejor, la juega, y de este modo, se complace en ella”.
Giorgio Agamben, Teología y lenguaje. Del poder de Dios al juego de los
niños, Las Cuarenta, Buenos Aires, 2012, p. 30.

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192 De juegos, fantasías y travesuras

El juego es la expresión máxima de la libertad. No hay lí-


mites para el movimiento, el pensamiento, el sueño. Como
sabemos, es una libertad que no teme al ridículo. Por ello, las
niñas y los niños no se avergüenzan de contar las grandes
hazañas de sus aventuras épicas por mundos desconocidos.
Sus relatos son realidades vividas y sentidas. Se construyen a
partir de historias que cuestionan el presente: “¿por qué las
cosas son como son, si…?”

Desde esta perspectiva, lo lúdico se comprende como un


locusontológico, o sea, como un espacio de construcción del
ser, del lugar histórico y de la identidad. En este sentido, la vi-
sión adultocéntrica instalada en la modernidad —que impli-
Posibilitar... ca una antropología racionalista, una visión mecanicista de
¿Cómo podríamos abrir es- lo social, una teleología civilizadora occidental y una lineali-
pacios para el cuerpo en la dad unidireccional (“progreso”) de los histórico— relegó esta
experiencia histórica y con-
textual de la espiritualidad? dinámica lúdica a un estadio inicial donde lo infantil, lo “infe-
rior” y lo “primitivo” se conjugan en todo su sentido peyora-
tivo. Lo adulto se distancia como el estadio de lo objetivo, lo
maduro y lo mecánico. Por ello, en palabras de Aves, “el juego
se convierte en una denuncia de la lógica del mundo adulto.
Los niños se niegan a aceptar el veredicto del ‘principio de
realidad’. Separan un espacio y un tiempo y tratan de organi-
zarlos según los principios de la omnipotencia del deseo”14.

Una ontología lúdica cuestiona la centralidad de la razón


como epicentro de la realidad, ubicando el cuerpo como un
espacio de múltiples movimientos y acciones. Ello implica
una cosmovisión dinámica de la existencia compartida don-
de imperan los movimientos inesperados, las sensaciones y
los placeres. Se cuestiona la división entre sujeto y objeto en
pos de una visión integral del pasado, el presente y el porve-
nir. El juego del cuerpo cuestiona el orden, pero no abre al
caos sino a nuevas posibilidades. En el juego las estructuras
nunca se transforman en ley. Como lo resume Jürgen Molt-
mann,

El juego, en tanto que símbolo cósmico, supera


las categorías del hacer, del tener y del lograr, para
situarse en las categorías del ser, de la existencia
auténticamente humana y de la alegría demostrativa
que en ella experimentamos. Frente a la productividad
14 Rubem Alves, Op. cit., p. 142.

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De juegos, fantasías y travesuras 193

acentúa la creatividad y frente a lo ético, lo estético15. Revisar...


Luego de leer esta propues-
Es enriquecedor pensar en Dios como quien juega con su ta del juego y el espíritu
creador que nos brinda el
creación, aleteando por encima de las aguas y desplegando texto,
su imaginación creadora (Gn, 1,2). Calvino hablaba del mun-
do como el Theatrum gloriae Dei, donde lo divino no crea ¿qué nos plantea para la
elaboración teológica y bí-
porque lo necesita cual objeto utilitario, sino para alegrarse blica de nuestros discursos,
y disfrutar junto a su creación. En este sentido, el cosmos es reflexiones y prácticas pas-
torales?
como un espacio de recreo, o sea, de disfrute y de placer para
Dios. Y como parte de la creación, también debemos darle
gloria y regocijarnos en ello.

Tal como lo vimos en el apartado anterior, podemos decir


que el juego representa la forma en que el Espíritu se mueve
en la historia, transitando por sus senderos y abriéndola en
una multiplicidad de manifestaciones. Su acción es disrup-
tiva, derriba todo muro y resiste todo absoluto que preten-
de imponerse cercenando la libertad de la gracia. Juega y
va creando nuevos universos y sentidos que permiten ver la
riqueza de la revelación de Dios impresa en la creación. El Es-
píritu también nos lanza la pregunta “¿por qué las cosas son
de esta forma, si…”?

El juego implica el uso de la imaginación y la fantasía. Es la


posibilidad de proyectar mundos paralelos que resignifican
la realidad presente. Según Alves, “En el juego, el amor decla-
ra abolidas las leyes de la realidad y la reconstruye según los
modelos que los deseos sugieren, a través de los sueños y de
las fantasías”16. Por su parte, la fantasía proyecta un “más allá”
en la inmediatez más cercana. Permite traspasar, desde la
imaginación, las fronteras y límites de lo instituido. Las imá-
genes y los movimientos pretenden superar las reglas de la
física y lograr aventuras imposibles. Pero lo más importante
es que responden a los sueños y al deseo del placer. A través
de las fantasías, los niños y las niñas alcanzan sus más precia-
das hazañas, adquieren los más increíbles poderes y superan
cualquier obstáculo que se presente. Con la fantasía, las ni-
ñas y los niños se ríen de la realidad. La imaginación se torna
subversiva, ya que destruye lo que es y apela por lo que aún
no es.

15 Jürgen Moltmann, Un nuevo estilo de vida, Sígueme, Salamanca, 1981,


p. 135.
16 Rubem, Alves, Op. cit., p. 131

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194 De juegos, fantasías y travesuras

Posibilitar... Esto recuerda a la nominación de Alves sobre los


¿Qué requieren nuestras teólogos(as) como bufones que toman la risa como sacra-
comunidades de fe para mento del reino, utilizando la burla para transgredir todos
construir una teología del
juego y usar las metáforas y aquellos poderes que oprimen al pueblo. Más aún, pode-
la fantasía en la vivencia de mos decir que la misma teología imprime su poder lúdico
la espiritualidad?
evidenciando el juego divino en la historia y proyectando la
¿Cómo podríamos incluir a imaginación de la fe para trascender las vivencias cotidianas.
la niñez en este proceso? Como dice Sallie McFague, la teología es metáfora que remi-
tologiza la existencia humana en su carácter de plausibilidad,
antes que de definición17. Es esta imaginación teológica la
que sirve no sólo para proyectar la realidad hacia un más allá,
sino, con ello, derribar la opresión de lo absoluto que, absur-
damente, cercena la plural riqueza de la vida que, como diji-
mos, representa el sello del Espíritu en la historia18.

En otras palabras, la fantasía se torna en un epicentro esca-


tológico. Los sueños y los universos paralelos irrumpen en la
realidad para cuestionar su estatus y abrirla al misterio. En el
juego se imprime el “como sí” del reino de Dios, que nos lla-
ma desde su pasado en el presente donde nos encontramos
para soñar un mañana distinto.

Pero hablar de fantasía e imaginación no remite a un ejer-


cicio mental que queda en la abstracción. El juego es una
simulación de lo que ellas despiertan. Se encarna en el movi-
miento concreto del cuerpo de las niñas y los niños, toman-
do la arena y construyendo castillos, corriendo de un lado al
otro de la plaza en medio de un laberinto o construyendo
diálogos sobre estrategias para encarar aventuras increíbles.
De aquí el pensar el éskhatos del reino no como un más allá
lejano sino como un aquí y ahora que se muestra no como
un programa finiquitado y armado de antemano —tal como
a los(as) adultos(as) les gusta hacer—, sino como un juego
que se encarna en gestos que transforman los elementos del
presente para darle formas distintas y colores diversos como
representación de ese sueño que está allá y viene en camino,
pero cuya presencia se hace sentir.

De aquí que espiritualidad y quehacer teológico van de la


17 Sallie McFague, Modelos de Dios. Teología para una era ecológica y
nuclear, Sal Terrae, Santander, 1994, cap. 2.
18 Nicolás Panotto, “Alteridad, paradoja y utopía: deconstrucción del
poder desde la imaginación teológica”, en Harold Segura, ¿El poder del
amor o el amor al poder?, Kairós, Buenos Aires, 2011, pp. 85-110.

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De juegos, fantasías y travesuras 195

mano19. No son dos segmentos que se superponen ni tam-


poco uno está primero que el otro. Desde la imaginación lú-
dica, espiritualidad y teología son dos dimensiones que se
fusionan en un mismo sendero en tanto instancias de discer-
nimiento de la economía divina. En este caso, no definimos
la teología como disciplina académica sino como el proceso
de apalabramiento sobre la acción de Dios en la realidad co-
tidiana que vivimos. De aquí que todo y toda creyente haga
teología al construir diversos sentidos sobre la revelación de
Dios en su cotidianeidad a través del sendero de la fe. Esto
último es, precisamente, la espiritualidad.

Decir, entonces, que teología y espiritualidad van de la


mano significa que el quehacer teológico debe tomar como
punto de partida la dinámica del Espíritu en la historia. En
otros términos, la teología debe hacerse juego. Lamenta-
blemente, en muchos sentidos, el quehacer teológico ha Revisar...
perdido su frescura tras ser arrastrado por la historia de las Desde nuestras prácticas
clausuras institucionales, sociales y dogmáticas. Se ha trans- pastorales, ¿cómo podría-
mos identificar esta poten-
formado en un discurso vacío y mecánico, con el propósito cia pura?
de construir objetos en serie y cazando brujas por doquier.
Por ello, es necesario que deje su podio arrogante de adultez
y asuma el juego liberador del Espíritu, donde los cuerpos
sean plenificados en su poder transformador —¿qué mejor Posibilitar...
imagen para ello que la resurrección?—, donde la fanta- ¿Qué estrategias podríamos
sía sea proyectada en su capacidad escatológica de pensar ir construyendo con la co-
munidad para incorporar
“nuevos cielos y nuevas tierras”, y la imaginación desplegada ese espíritu dinamizador de
como sello de la imago Dei en su creación20. cambio que nos propone el
autor?

Aquí, por último, otra metáfora importante con relación a


la niñez: la necesidad de ubicarnos en el proceso del creci-
miento. La potencialidad de las niñas y los niños reside en la Posibilitar...
posibilidad de ser distintos, de asumir nuevos lugares en su ¿Qué procesos podrían
trayectoria de vida. Con ello no queremos decir que se en- iniciarse desde nuestra es-
tructura y nuestras prácticas
cuentren “incompletos”, sino, más bien, como afirma Giorgio para darle más protagonis-
Agamben, que se ubican en la “potencia pura” de lo posible mo a la infancia en nuestras
iglesias?
que, paradójicamente, es mucho más inmanente que la per-
cepción adulta, que se siente abrumada y cooptada por la
realidad. Sobra decir que dicho proceso puede adoptar sen-
deros muy diversos, muchos de ellos orientados a la oscuri-
19 Gustavo Gutiérrez, Op. cit., pp. 59-85.
20 Nicolás Panotto, “Hacia una hermenéutica teológica desde la niñez.
Experiencias en el Cono Sur”, en Enrique Pinedo (ed.), Niñez, adolescencia
y misión integral, Ediciones Kairós, Buenos Aires, 2012, pp. 57-83.

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196 De juegos, fantasías y travesuras

dad de la existencia. Pero lo central es que en la infancia, los


nuevos mundos, universos y posibilidades poseen un lugar
de germen resignificante muy poderoso, que irrumpe en la
dureza del mundo adulto.

Lutero decía ecclesia reformata, semper reformanda, ha-


ciendo un llamado a que la Iglesia debe comprender que su
transformación no responde a un momento único de su pe-
regrinar histórico, sino que ello es un elemento constituyente
de su propio ser. Es un llamado a verse “en tránsito” constan-
Posibilitar... te. Como dijo José Míguez Bonino, “la Iglesia no es dada sino
¿Cómo incorporar en las que acontece constantemente. Su peregrinaje representa el
reflexiones teológicas y las fundamento mismo de su ser”21. Podríamos tomar esta idea
prácticas pastorales estas
conclusiones que nos plan- y decir también: Homo adultus, semper adolescens (“persona
tea el autor? desarrollada, siempre en desarrollo”). Como mujeres y varo-
nes, más aún como creyentes, necesitamos sabernos y sen-
tirnos en proceso. Tomar la madurez como un telos que llega
a un fin determinado a priori (que, como sabemos, nunca es
más que una construcción sociocultural) o que asume un
lugar pedante de absoluto, es negar la misma dinámica del
Espíritu. En su juego nos encontramos danzando constan-
temente, moviendo nuestros cuerpos, imaginando mundos
posibles y descubriendo día a día nuevas formas en que Dios
se revela. Esto no significa ser “inocentes” frente a la realidad,
sino todo lo contrario: implica asumirla con toda seriedad, tal
como las niñas y los niños lo hacen, al ubicar siempre la pre-
gunta “¿por qué?” frente a lo dado, como modo de abrir una
brecha entre el encuentro con el objeto y el sentido posible.

Hacia una espiritualidad que honre la realidad de


la niñez
Lo desarrollado hasta aquí nos lleva a concluir con tres
elementos sumamente importantes. En primer lugar, que
la dinámica del Espíritu en la historia puede ser leída desde
las metáforas que la niñez nos evoca, dejando de lado otros
imaginarios propios de “lo adulto” que, en muchos casos,
cercenan la manera de comprender y definir la economía
divina. En segundo lugar, que la niñez desafía una serie de
preconceptos ontológicos con respecto a la vida misma, las
dinámicas sociales y las maneras en que la fe se manifiesta,
en pos de encontrar nuevas formas de entender y practicar la
21 José Míguez Bonino, La fe en busca de eficacia, Ediciones Sígueme,
Salamanca, 1977, p. 202.

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De juegos, fantasías y travesuras 197

espiritualidad. Por último, esto conlleva a cuestionar el adul-


tocentrismo que existe en muchas proposiciones teológicas,
eclesiales, pastorales y sociales, deconstruyendo el sentido
que posee la niñez dentro del peregrinar existencial.

Por ende, comprender la espiritualidad en clave de niñez


nos lleva a un doble cuestionamiento. Por un lado, a la nece-
sidad que existe de resignificar los imaginarios vigentes con
respecto a la espiritualidad, sumamente adultocéntricos, que
derivan en una comprensión patriarcal de Dios que imprime
una imagen de violencia y poder; una eclesiología centrada
en lo dogmático y la institucionalidad como instancias rígi-
das, objetivas e incuestionables; una visión jerárquica y com-
partimentada de la sociedad y la familia; una práctica racio-
nal de la fe, que no da lugar a la sorpresa de la corporalidad,
lo relacional y lo afectivo.

Por otra parte, cuestiona el estatus mismo de las niñas y


los niños tanto en nuestras Iglesias como en las sociedades.
En otros términos, comprender la espiritualidad en clave
de niñez no sólo desafía nuestro lugar como instituciones y
adultos(as), sino también hace un llamado a ponerse en su
propio lugar. Como mencionamos en otro trabajo22, dar la
palabra a las niñas y los niños implica cuestionar las diversas
formas de violencia que viven día a día en nuestras socieda-
des latinoamericanas. Una espiritualidad en clave de niñez,
por ende, lucha contra la estigmatización social de millones
de niñas y niños, contra la exclusión de su lugar y derecho
de palabra en diversas instituciones (desde la familia hasta la
propia Iglesia), contra la pobreza que azota este grupo como
sector mayoritario bajo dicho flagelo. Esto es, como nos invi-
ta a pensar Sobrino, honrar la realidad de la niñez y ser fieles
a ella.

Una espiritualidad en clave de niñez nos lleva nuevamente


a la experiencia relatada al inicio, donde la palabra de Dios es
retomada por parte de las pequeñas y pequeños para jugar
con ella, desplegando su fantasía, sus cuerpos, sus deseos y
su imaginación. Así se produce un doble efecto: por un lado,
la palabra divina es proyectada en su hondura y misterio ha-
22 Nicolás Panotto, “‘Porque se los has revelado’. El empoderamiento de
la palabra frente a la violencia del silenciamiento”, en Harold Segura y
Welinton Pereira, Hablemos de la niñez. Niñez, Biblia-Pastoral y Buen Trato,
UNA, San José, 2012, pp. 13-28.

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198 De juegos, fantasías y travesuras

cia caminos, sentidos, colores y afectos desconocidos; por


otro lado, al incluir a la niñez como sujeto hermenéutico, los
y las ubica como centro del reino de Dios, dándoles lugar,
derecho, dignidad y palabra. De aquí, todas y todos somos
llamados a sentirnos invitados e invitadas a sumergirnos en
este juego vivificante, que es nada más ni nada menos que
el juego del mismo Espíritu que se manifiesta en la historia
para pintarla de otros colores, para hacernos danzar en la li-
bertad de la gracia y para discernir las estrategias liberadoras
que nos permiten ir más allá de las murallas de la maldad, la
opresión y la exclusión.

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Mapa
A continuación se ofrece un mapa con los conceptos clave aportados por el autor respecto a la espiritualidad y la niñez. Se invita al lector a enri-
quecer el mapa con sus propias ideas y / o recuperar alguna del texto que no esté para producir una ruta en la comprensión y contextualización del
texto en su labor pastoral.

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De juegos, fantasías y travesuras 199

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200 De juegos, fantasías y travesuras

1. ¿Qué conceptos, sugerencias y conclusiones nos aporta el autor para una


construcción de la espiritualidad en clave de ñiñez?

Se invita al lector a retomar del texto las propuestas teológicas que hace el autor y
procurar una producción teológica desde la mirada de la niñez. Tomar en cuenta los
recuadros para la contextualización de esos aportes.

2. ¿Qué relación guarda este capítulo con la propia vivencia en la comunidad de


fe y el contexto donde se encuentra?

El autor hace una serie de propuestas, pero también de cuestionamientos para la


deconstrucción de la vivencia de la fe desde la visión adultocéntrica.

¿Qué pistas se pueden encontrar para ir implementando la mirada de la niñez en las


prácticas pastorales?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones del


texto?

El trabajo del autor nos brinda una serie de críticas, pero a la vez de rutas, que pueden
orientar el camino hacia la consolidación de la participación de la niñez en las iglesias.

¿Qué acciones se podrían puntualizar a partir de las ideas clave que nos aporta este
capítulo?

En nuestra propia práctica personal, qué cambios podemos implementar desde la


pedagogía de la ternura:

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

El juego, el cuerpo, la fantasía, la metáfora, los colores la diversidad de


formas.

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

La potencialidad pura, esa mirada cuestionadora de las estructuras rígidas,


patriarcales, violentas, dogmáticas que representa el adultocentrismo.

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y toma de decisión).

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De juegos, fantasías y travesuras 201

Usando juegos, contextualizado la espiritualidad, encarnándola desde los


sentidos…

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

Retomando la fantasía, la metáfora, los colores y las formas cotidianas


concretas corporales.

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202 Una perspectiva del cuidado
Unaenperspectiva
los procesosdel crianza en los procesos de crianza 202
decuidado

Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza:


hacia una saludable nutrición espiritual de la niñez

Maria Cecilia Leme Garcez1

1. Acercándonos a la idea de cuidado


Mirar... Al hacer un abordaje inicial de la categoría cuidado es im-
¿Qué significados nos apor- portante considerar el sentido etimológico que esta palabra
ta el texto sobre cuidado, contiene, ya que las palabras guardan en sí mismas signifi-
nutrición espiritual y niñez?
cados existenciales e históricos particulares. Las palabras
nacen en espacios y momentos históricos específicos, y con
el tiempo y los cambios socioculturales pueden ir asumien-
do nuevas significaciones. De esta forma, la palabra cuidado
puede enunciar significados o indicar comportamientos no
Revisar... siempre similares, diferenciándose de acuerdo a los distintos
¿Qué elementos del cuidado contextos, épocas y culturas.
y la nutrición que propone la
autora son claves en el pro-
ceso de crianza y de vivencia El teólogo brasileño Leonardo Boff profundizó la etimo-
de la espiritualidad? logía de la palabra cuidado: en latín significa curación, que
en su sentido más antiguo se escribía coera y era utilizada
para expresar la atención, el amor y la amistad propios de
las relaciones humanas. También se puede atribuir el origen
de la palabra cuidado a cogitare-cogitatus y de su derivado
coyedar, coidar, cuidar, cuyo sentido es el mismo de curación:
la preocupación o la atención hacia otra persona, el interés y
una especial solidaridad hacia ella2.

Estas premisas etimológicas indican que el cuidado es una


calidad –y calidez– relacional identificada con el afecto por
alguien, cuyo bienestar y cuya felicidad son buscados con
perseverancia y compromiso.

En esta breve reflexión nuestro interés será el de señalar


algunas perspectivas teóricas relacionadas con el cuidado de
los niños y niñas –desde la pedagogía y la teología-, que nos

1 Brasileña, pedagoga social. Trabajó por veinte años con la niñez en situación de calle en São Paulo,
Brasil. Actualmente es profesora en la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad
Nacional de Costa Rica. Tiene una maestría en Pedagogía Social por la Universidad de São Paulo y una
maestría en Teología por la Universidad Nacional de Costa Rica.
2 Leonardo, Boff. “O cuidado essencial: princípio de um novo ethos”, Inclusão Social, vol. 1, n.° 1, 2005.

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 203

ayuden a vislumbrar caminos de buen trato y respeto en los


procesos de crianza hacia una saludable nutrición espiritual
de la niñez.

2. Hacia una pedagogía del cuidado: la conversa-


ción y el amor como presupuestos en los procesos
de crianza
En este apartado buscaremos un acercamiento al cuidado
como una exigencia de las relaciones educativas. Es necesa-
rio considerar que la educación se da en contextos y socieda-
des cambiantes y que la ciencia, los avances tecnológicos, la
comunicación acelerada, las diferentes manifestaciones de la
llamada globalización y el crecimiento de las desigualdades
económicas que caracterizan el mundo contemporáneo han
generado nuevos desafíos, nuevas lecturas y nuevos compro-
misos para la humanidad. En este escenario de diversidades
y de cambios, la educación asume el rol de formar personas
no para adaptarse acríticamente a los nuevos y cambiantes Mirar...
escenarios, sino personas capaces de reflexionar, criticar e in- ¿Qué planteamientos nos
tervenir positivamente en el mundo. hace la autora sobre el abor-
daje de la niñez en procesos
formativos?
Una de las posibilidades formativas en la actualidad se
encuentra en lo que llamamos pedagogía del cuidado. En-
tendemos que desde la más temprana edad, los niños y las
niñas tienen el derecho de vivir y convivir en espacios edu- Revisar...
cativos cuidadores, es decir, que promuevan la afirmación de ¿Qué relaciones se podrían
una conducta interior de aprendizaje de los valores éticos, establecer entre pedagogía,
educación y conversación
los cuales se van manifestando gradualmente en la vida per- con pastoral, espiritualidad
sonal, familiar, comunitaria y social. Los espacios educativos y crianza?
cuidadores son aquellos que, como el regazo de una madre
amorosa, generan confianza y amparo, y ofrecen las condi-
ciones para el desarrollo integral de las personas, potencian-
do sus capacidades, su libertad y su emancipación individual
y colectiva.

En los espacios cuidadores, la conversación y el amor


constituyen piezas fundamentales para la construcción de
una verdadera pedagogía del cuidado donde se acercan el
aprendizaje cognitivo y el aprendizaje afectivo. Aunque en-
tendamos que el amor y la conversación sean una necesidad
para la construcción de prácticas educativas cuidadoras, es
necesario reconocer que no siempre es fácil conversar ni
siempre es fácil educar amando a los niños y niñas. En los

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204 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

diferentes espacios educativos las personas educadoras no


siempre están preparadas para el ejercicio de conversar y
para el arte de amar educativamente. Acerca de eso, es su-
gestivo el testimonio de Pilar, una mujer que ha participado
en los talleres realizados con madres y otras personas cuida-
doras para conversar y aprender a cuidar:

Estoy de acuerdo con lo que hemos reflexionado


sobre la necesidad de conversar con nuestros hijos
para que crezcan más seguros y felices y puedan
salir adelante en la vida. Sin embargo, yo no sé
cómo educar de esta manera, mis padres nunca
conversaron conmigo. Lo que yo pensaba, quería y
sentía cuando era niña no les importaba y ahora no
sé qué debo hacer para cambiar mi postura educativa
como madre. Me doy cuenta de que muchas veces soy
violenta con mis hijos, no sé conversar con ellos y lo
más triste es que no sé cómo cambiar mis conductas
educativas. ¿Será posible cambiarlas? 3

Para intentar responder la pregunta de Pilar, que muy pro-


bablemente coincide con la inquietud de muchas otras per-
sonas educadoras, procederemos a la búsqueda de algunos
elementos teóricos que ayuden a romper el ciclo de violen-
cias en la educación, y que refuercen la necesidad del cuida-
do en los procesos de crianza.

2.1. La educación como proceso de conversación


Mirar... Una primera reflexión que nos parece importante propo-
¿Qué importancia le da el ner para descubrir caminos de cuidado, buen trato y respeto
texto al lenguaje en los pro- en los procesos de crianza viene del reconocimiento de que
cesos formativos?
la educación es un proceso de conversación. Esto porque en-
tendemos que no existe verdadera educación sino a través
de una comunicación profunda que aporte elementos para
la formación de personas dialogantes y críticas, y de comuni-
dades capaces de intervenir positivamente para los cambios
Revisar... necesarios en la convivencia humana y con el planeta.
¿Cómo se pueden contex-
tualizar estas conversaciones
amorosas en los procesos de 3 Talleres realizados en 2012 y 2013 con un grupo de madres de
pastoral y de formación reli- la comunidad La Carpio en San José, Costa Rica, en el marco de las
giosa en nuestras iglesias o actividades del Proyecto Religión y Educación Social-conversar para
comunidades? aprender a cuidar, de la Escuela Ecuménica de Ciencia de la Religión.
Atribuimos un nombre ficticio a la mujer que da su testimonio, con el
objetivo de preservar su privacidad.

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 205

Los procesos de crianza comprometidos con la vida y con


la compleja construcción de los tejidos y tramas humanos
incorporan la conversación como una necesidad vital y re-
conocen que son múltiples las posibilidades intrínsecas al
acto de conversar. El descubrimiento progresivo de la pro-
pia identidad personal, el respeto a la alteridad diferente y el
reconocimiento incondicional de la legitimidad de las otras
personas y del medioambiente son aprendizajes derivados
de una conversación auténtica. Cuando dos o más personas
conversan, se formaliza un espacio de gratuidad, respeto y
aprendizaje. De esa forma, el ejercicio conversacional posibi-
lita construir o recuperar procesos de crianza que desafían la
parálisis, la violencia y el desencanto que se han instalado en
muchos espacios educativos, y potencian las claves cogniti-
vas y afectivas para la generación de los valores necesarios
para los procesos de crecimiento cognitivo, afectivo y espi-
ritual.

En ese sentido, quisiéramos rescatar una importante re-


flexión de Humberto Maturana que indica que el lenguaje,
y por ende la conversación, es lo que nos define como seres
humanos, y esto nos lleva a entender que la educación –el
aprendizaje para ser humanos– pasa por la conversación.

Los niños crecen como seres humanos


entrelazando lenguaje y emocionalismo en su
vida, en un flujo continuo de trenzamiento de
dominios relacionales (emociones) y recurrentes
coordinaciones consensuales de conducta (lenguaje)
que denominamos conversaciones. Todo lo que
nosotros, los seres humanos, hacemos como tales,
lo hacemos en conversaciones. Y aquello que no
hacemos en conversaciones, de hecho no lo hacemos
como seres humanos. Además, toda conducta como
hecho relacional particular surge de alguna emoción,
y las emociones, al especificar el espacio relacional en
que cada conducta se produce, dan a cada conducta
su particular carácter de acción. Más aún, puesto
que la emoción puede cambiar también en una
dinámica recursiva que modula el flujo de vida de
aquellos que participan en la red de conversaciones
que es la vida humana. Puesto que todo lo que
hacemos como seres humanos lo hacemos en

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206 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

conversaciones, y las conversaciones se producen


en el fluir de nuestras interacciones, modula el flujo
de cambios estructurales y llegamos a ser en nuestro
flujo estructural según sean las conversaciones en las
cuales participamos. En el fluir de nuestra vida no hay
conversaciones triviales.4

Tal vez esta reflexión de Maturana pueda traer una pers-


pectiva de esperanza para la inquietud que presentan Pilar y
tantas otras personas en su quehacer educativo. Como seres
humanos somos seres dialogantes y la conversación está en-
tretejida e incorporada en nuestra humanidad. El hecho de
que muchos procesos educativos no hayan reconocido —y
agregado— esta característica y necesidad humana en su di-
námica relacional, no significa que no podamos rescatarla, es
Mirar... decir, siempre existe la posibilidad de aprender a conversar,
¿Qué características tiene el de aprender a oír y respetar a las otras personas, de recono-
lenguaje amoroso que nos cer que los niños y niñas tienen mucho que decir y mucho
señala la autora?
que enseñar a las personas adultas. Aunque difíciles, los cam-
bios son posibles y muchas veces necesarios.

Revisar... Una primera pista para reorientar las prácticas educativas


¿Qué espacios para esta con- carentes de conversación es realizar una autoevaluación
versación amorosa existen honesta acerca de las posturas educativas que hemos asu-
en nuestras iglesias o comu-
nidades de fe? mido, reconociendo y validando nuestros sentimientos y ne-
cesidades individuales como personas educadoras. Es decir,
¿Qué se requiere para que se con base en los recursos, necesidades y posibilidades que
desarrollen?
tenemos las personas educadoras en los espacios familiares
y comunitarios, cuestionarse qué se puede hacer para recu-
perar o intensificar los espacios educativos conversacionales.
En este proceso de autoevaluación educativa —que puede
ser enriquecedor si es realizado comunitariamente— es im-
portante empezar preguntándonos qué posición asumimos
ante los conflictos con los niños y niñas.

¿Una posición autoritaria en la cual imponemos nuestra voz


sin importar la opinión y la voz de la niñez? ¿Una posición de
evasión en la cual preferimos no asumir los problemas edu-
cativos y silenciamos nuestra voz y la voz de la niñez? ¿Una
posición de cooperación y escucha en la cual valorizamos la

4 Humberto Maturana, Romesín. (Con la colaboración de Sima Nisis).


Transformación en la convivencia, Chile, Comunicaciones Noreste, 2004,
p. 46.

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 207

conversación y nuestro rol educativo de acompañamiento,


respeto y apoyo a la niñez? En este proceso de autoevalua-
ción educativa también es importante valorar los contenidos
de la conversación: ¿qué conversaciones debemos intensifi-
car y cuáles debemos eliminar de los espacios educativos?

Lo anterior indica que la conversación educativa que se Revisar...


desarrolla entre las personas adultas y los niños y niñas pre- ¿Qué retos nos plantea la
supone el aprendizaje de una humildad relacional que per- autora con esta caracteriza-
ción de la actual educación
mita revisar las relaciones adultocéntricas de poder y saber, para las labores formativas
además de respeto y apertura para escuchar la voz, el ritmo, en la fe y la pastoral con la
infancia?
la realidad, las necesidades y los deseos de los niños y niñas.
También es importante considerar que no existen recetas
educativas que puedan aplicarse de forma general, es decir,
cada persona educadora y cada comunidad educativa deben
buscar las mejores metodologías de acuerdo a sus recursos y
contextos, para implementar la conversación en los espacios
de educación.

2.1. La educación como redes de amor


Otro aspecto importante que debe ser considerado en una
reflexión sobre la pedagogía del cuidado es que la educación
puede ser promotora de espacios de solidaridad y encanta-
miento. Aquí se abre otro escenario de esperanza educativa
para la inquietud presentada por Pilar y que eventualmente
coincide con la de otras personas educadoras.

Una fuerte amenaza para la educación en la actualidad,


que puede tener su origen en la contraposición entre afec-
tividad y razón, ha sido la prevalencia de lo utilitario en los
espacios educativos, la simplificación de lo complejo, la ace-
leración de los procesos de aprendizaje, la valorización de la
técnica, de lo instrumental, de la eficiencia y de la racionali-
dad entendida como un área privilegiada y apartada de los
afectos.

Algunos desafíos educativos surgen en este escenario: Posibilitar...


¿cómo recuperar y vivenciar un verdadero acercamiento en- ¿Qué reflexiones y acciones
tre el aprendizaje cognitivo y el aprendizaje afectivo? ¿Cómo podemos ir cambiando para
que el lenguaje y lo que se
superar la supuesta necesidad dicotómica entre aprender enseña sean espacios que
a hacer cosas y aprender a ser humanos? ¿Cómo incluir la den voz a los niños y las ni-
ñas, amor, ternura y otros
ternura en los procesos de crianza? Para responder a estas valores humanos?
inquietudes educativas que nacen a partir de contextos so-

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208 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

ciales y culturales muy específicos, proponemos un acerca-


miento a la reflexión del educador Alejandro Cussiánovich,
autor de una importante obra sobre la pedagogía de la ternu-
ra, quien señala:

Si la educación tiene como efecto generar


una dinámica de socialización que permita que
el ser humano desde la primera infancia hasta la
muerte mantenga un proceso de aprendizaje y de
modulación de su actuar en conformidad con las
mejores posibilidades de vida armoniosa consigo
mismo y con su entorno, podemos entender entonces
que de lo que se trata es, en educación, de aprender
los códigos de comunicación, es decir, del manejo del
mundo simbólico que la educación está llamada a
cultivar en el entendido de que el lenguaje no puede
ser reducido a una cuestión simplemente gramatical,
semántica. El lenguaje es asimismo expresión del
poder simbólico, el mismo que se expresa en los
discursos de las diferentes ciencias sociales, jurídicas
y formalmente las artes. Quizá uno de los terrenos
en que con mayor exigencia se requiere de un
aprendizaje fino sea el de la vida afectiva, habida
cuenta que es entrar en el corazón de las relaciones
más cargadas de historia personal, de vivencia y de
sensibilidad.5

Parece estar claro que la reflexión de Cussiánovich agrega


un elemento importante a la conversación educativa aludida
anteriormente, es decir, no es cualquier conversación que in-
teresa a la pedagogía del cuidado, sino la conversación que
nace de la ternura, del bienquerer y del afecto. Y aquí tam-
bién se abre una perspectiva esperanzadora para las perso-
nas educadoras, ya que la ternura y la solidaridad son carac-
terísticas o posturas humanas que se pueden ir aprendiendo
en la red de relaciones educativas que se establecen a lo lar-
go de toda la vida. Sobre la capacidad y la necesidad humana
para aprender la solidaridad es interesante el planteamiento
de Hugo Assmann:

Los seres humanos no son “de modo natural” tan


5 Alejandro, Cussiánovich. Aprender la condición humana. Ensayo sobre
la pedagogía de la ternura, 2.ª ed, Perú, Ifejant, 2010, p. 67.

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 209

solidarios como parecen suponer nuestros sueños de


una sociedad justa y fraternal. Por eso no conviene
poner en segundo plano o en función de los supuestos
tácitos el complicado problema de la educación –
mejor dicho, ¡de la conversión!– individual y colectiva,
imprescindible para que existan predisposiciones
para una solidaridad efectiva, ya que esta no
cuenta con “instintos naturales” adecuados. […] La
creación de lenguajes y campos teórico-prácticos
de sensibilidad solidaria –en último término, educar
para la solidaridad– se plantea como la más avanzada
tarea social emancipadora.6 Revisar...
¿Qué vacíos en la teología y
Maturana, por su parte, ofrece un importante estudio sobre práctica pastoral podemos
identificar a la luz de este ca-
las bases biológicas del amor como fundamento de la forma- pítulo para trabajar una ade-
ción humana en la educación. cuada nutrición espiritual de
la niñez?

La educación tiene que ver con el alma, la mente,


el espíritu, es decir, con el espacio relacional o psíquico Posibilitar...
que vivimos y que deseamos que vivan nuestros A partir de estos vacíos, ¿qué
niños. A la educación no le conciernen las cosas espacios podemos visualizar
de cambios en los ámbitos
particulares que nuestros niños tengan que hacer personal y de la Iglesia?
para desarrollar el espacio psíquico que ellos van a
vivir, eso es asunto de conocimiento, aprendizaje y
enseñanza. Expresado de otro modo, educación tiene
que ver con llegar a ser seres humanos, y el tipo de
ser humano que llegamos a ser mientras aprendemos
y enseñamos tiene que ver con la adquisición de las Posibilitar...
habilidades operacionales que se necesitan para vivir ¿Qué cambios en los ámbi-
en el dominio particular de existencia en el que uno tos personal y estructural
de jerarquía podrían ges-
es un ser humano. En estas circunstancias, es tarea de tarse para reflejar esto en
los educadores hacer uso de la enseñanza, cualquier las prácticas pastorales y las
construcciones teológicas y
enseñanza, como un medio para educar en la creación bíblicas cotidianas?
del espacio viviente que llevará al estudiante a ser un
ser humano responsable, socialmente consciente y
que se respeta a sí mismo.7

Esta reflexión de Maturana rescata no solamente la posibi-


lidad, sino la necesidad de generar espacios educativos con-
versacionales y afectivamente seguros hacia la formación de

6 Hugo, Assmann. Placer y ternura en la educación. Hacia una sociedad


aprendiente, Madrid, Narcea, 2002, p. 20.
7 Op cit. Humberto Maturana Romesín, p. 42.

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210 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

seres humanos íntegros y socialmente comprometidos.

Las personas educadoras que buscan superar las postu-


ras educativas silenciadoras y violentas —que normalizan el
castigo y el sufrimiento en los procesos de crianza— pueden
alimentar su esperanza, es posible cambiar y perfeccionar
las prácticas educativas para que promuevan el compartir y
el cuidado. Entendemos que los caminos de cambio pasan
necesariamente por el aprendizaje de la conversación y la
ternura, y pueden iniciar con una reflexión en diferentes es-
pacios formativos, como las escuelas para padres y madres,
las pastorales familiares o los grupos de intercambio y forma-
ción propuestos por diferentes ONG e Iglesias.

3. El cuidado como un presupuesto hacia la nutri-


ción espiritual de la niñez
¿Cómo vislumbramos la nutrición espiritual de la niñez?
¿Cómo alimentar valores y espiritualidades que promuevan
y a la vez respeten el desarrollo espiritual de la niñez? ¿Cuál
aporte podemos ofrecer al desarrollo espiritual de los niños y
niñas desde los espacios educativos en dónde actuamos? En
los procesos de nutrición espiritual de la niñez ¿priorizamos
la memorización dogmática o el compromiso con la vida en
sus diversas dimensiones? ¿Existe un marco teológico que
oriente las prácticas educativas preocupadas con la nutrición
espiritual de los niños y niñas? Esos son algunos de los mu-
chos desafíos que se presentan en los procesos de nutrición
espiritual de la niñez. Para acercarnos al tema considerare-
mos el planteamiento que hace Harold Segura sobre la exis-
tencia de una laguna en la teología cristiana —la ausencia de
la niñez en sus reflexiones y prácticas—, que tiene como con-
secuencia posturas eclesiásticas y pastorales adultocéntricas.

Compare también lo que sucede con la teología


cristiana a lo largo de la historia: los más pequeños
no han ocupado el mismo lugar preponderante
dentro de su discurso formal. El temario teológico
de nuestras Iglesias ha girado –y sigue girando– en
torno a las prioridades de los adultos, y desde ellas
habla de Dios y hace que Dios hable de sus temas.
Razón tienen, pues, quienes afirman que la nuestra
ha sido una teología “adultocéntrica” que brinda poco

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 211

espacio a los más pequeños. ¿Y las niñas y los niños,


dónde quedan?8

Segura ubica la ausencia de una reflexión teológica sobre Revisar...


la niñez en un contexto teológico más amplio en donde, ade- Además de las propuestas
más de los niños y niñas, se vislumbra la exclusión de otros críticas hacia las prácticas
pastorales, ¿qué podemos
rostros y grupos sociales: cuestionar en nuestra re-
flexión teológica y herme-
néutica para enriquecerla
Este tratamiento tangencial de la niñez es con la perspectiva amorosa
una herencia de la teología clásica que sigue de la niñez?
caracterizando a la teología actual. Ha pasado lo
mismo con los pobres, con las mujeres, con los
negros, con los campesinos, y con otros rostros que Posibilitar...
están aún fuera de la academia y que significan la ¿Cómo podemos iniciar una
vida del pueblo. Pasó con los pobres, hasta cuando la teología de la niñez en las
reflexiones y prácticas de
teología de la liberación rescató la centralidad de su nuestras comunidades de
locus theologicus (lugar teológico). Con las mujeres, fe?
hasta cuando las teologías feministas alzaron su voz;
¿Por dónde se podría empe-
con los negros, hasta cuando surgieron las teologías zar desde nuestras posicio-
afroamericanas. Con los campesinos, hasta cuando se nes en las iglesias?
reconocieron las peculiaridades de su voz teológica, y
con los indígenas, hasta cuando emergió la teología
india a finales del siglo XX. Sin embargo, cabe anotar
que, aunque la teología latinoamericana ha hecho
ingentes esfuerzos por recuperar estos nuevos rostros
del quehacer teológico, aún no ha articulado una
propuesta en referencia a lo que podría denominarse
el rostro infantil.9

El planteamiento de Segura nos hace cuestionar los mode-


los educativos, eclesiásticos, pastorales y catequéticos orga-
nizados e implementados desde una perspectiva doctrinaria
y adultocéntrica, y además puede impulsar una postura de
reflexión teológica a partir de las prácticas educativas y ca-
tequéticas que hemos asumido en nuestra labor junto a la
niñez latinoamericana. Es decir, el rescate y el registro de las
vivencias educativas y religiosas junto a los niños y niñas pue-
den representar un aporte significativo para el nacimiento de
una teología de la niñez en nuestro continente, más aún si en-
tendemos que la reflexión teológica nace de la vida misma

8 Harold Segura. Un niño los pastoreará. Niñez, teología y misión, Alabama,


Mundo Hispano, 2006, p. 11.
9 Ibid, p. 39.

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212 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

y de las experiencias humanas inmersas en la cotidianidad.

El ser humano es el único ser viviente que se pregunta so-


bre el sentido de su vida y se cuestiona sobre su destino y
misión. Aunque nuestra experiencia vital se desarrolle en la
cotidianidad palpable, es para lo trascendente que tenemos
el corazón. La experiencia de creer o no creer es un elemento
constitutivo del ser humano. En una propuesta de nutrición
espiritual de la niñez, el desafío es cómo acercarse a la ex-
periencia religiosa sin imponer creencias y dogmas, es decir,
cómo ayudar a los niños y niñas a percibir y entender la expe-
riencia espiritual que vivencian.

Una primera perspectiva que nos parece importante abor-


dar es la necesidad de revisitar la organización simbólico-
religiosa de nuestra propia vida como personas adultas, es
decir, buscar cuáles son los valores y creencias que condicio-
nan nuestra subjetividad, nuestra comprensión de justicia,
nuestras creencias y nuestras elecciones. Se trata de hacer
una visita a las herencias axiológicas y religiosas que nos fue-
ron transmitidas a través de los procesos educativos y cate-
quéticos por los cuales pasamos, para ver si siguen siendo
oportunas, si es necesario pasarlas por procesos de cambio y
reacomodo, o si deben ser desaprendidas.

Rubem Alves propone que, con relación a los aprendizajes


religiosos, la mejor actitud es volver a ser niños y niñas para
poder ver a Dios. Alves comparte su experiencia del apren-
dizaje sobre Dios, lo que puede ayudarnos a una reflexión
sobre nuestras posturas adultas y nuestra práctica educativa
junto a la niñez:

Mucho antes de entrar en la escuela tuve las


primeras lecciones de teología. No me acuerdo
exactamente la primera lección, pero sé que yo no
debía tener más que cuatro años, porque usaba un
pijama aquella noche cuando mi mamá me enseñó
a rezar al acostarme: “Ahora me acuesto para dormir.
Guárdame, Dios, en tu amor. Si yo me muero sin
despertarme, recibe mi alma, Señor. Amén.” En esa
oración aprendí dos verdades teológicas. La primera
es que el ser humano muere. La segunda es que
después de la muerte está Dios. Dios es aquello que

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 213

se encuentra cuando la vida se acaba. […] Los adultos


exigen razones. Se preguntan sobre las razones de su
vida, sobre su misión en la tierra y otras cosas parecidas.
Los niños nunca hacen este tipo de preguntas.
Juegan con el agua, a la casita, con muñecos: esas
alegrías pequeñas le bastan a los niños. Son razones
suficientes para vivir. A los niños les basta poco. Por
eso son felices. […] Los niños viven en el mundo de
los sentidos. Para ellos lo real es aquello que entra por
los ojos, por los oídos, por la nariz, por la boca, por la
piel. Ellos son sus cuerpos, enteramente… entidades
paradisíacas. Pero Dios no entra por ninguno de esos
sentidos. Dios nunca ha sido visto. Razón por la cual
los poemas sagrados expresamente prohíben que su
nombre sea pronunciado. […] Yo nunca pude ver a
Dios cuando era niño y tampoco lo he visto después de
adulto. Sin embargo, los adultos fueron hablándome
palabras sobre Dios, como si lo conocieran. Las
palabras son cosas peligrosas, ellas tienen un poder
de engaño infinito. No sólo de engaño, también de
hechizo. Wittgenstein, filósofo riguroso, hablaba
sobre la necesidad de luchar contra el hechizo de las
palabras. […] Dios, misterio sin nombre, al dársele un
nombre pasa a ser una cosa de la cual las personas
hablan como les interesa. Así me sucedió. Yo no sabía
nada. Las personas fueron hablando y sus palabras
se fueron juntando unas a las otras hasta que, todas
juntas, pasaron a ser una cosa que, en la cabeza
de ellas, era Dios. […] Nuestro mundo se parece a
nosotros. Eso también pasa con lo que las personas
dicen sobre Dios. El Dios en quien las personas creen
y sobre quien hablan es formado con pedazos de ellas
mismas. El Dios hablado es una imagen en un espejo,
imagen construida con pedazos de nosotros. Hablar
sobre Dios es hablar sobre nosotros mismos. El rostro
de Dios es nuestro propio rostro. Entonces ¿eso quiere Revisar...
decir que Dios es solamente una ilusión, parecida a ¿Cómo podemos imple-
la ilusión del cine? ¡De ninguna manera! Eso quiere mentar el proceso de nutri-
ción espiritual de la niñez en
decir que para hablar sobre Dios la primera cosa que las comunidades de fe y en
tenemos que hacer es desaprender el Dios que nos procesos formativos?
fue enseñado. Es necesario olvidarse para poder ver
¿Qué pasos podríamos em-
bien. Es necesario volver al lugar donde estábamos pezar a establecer para tra-
bajar el respecto?

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214 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

antes de la enseñanza. Es necesario volver a ser niño.10

Posibilitar... La historia compartida por Alves puede indicar una actitud


¿Qué espacios para esta con- adulta necesaria en la tarea de promoción de la nutrición espi-
versación amorosa existen ritual de los niños y niñas, que tiene que ver con el desapren-
en nuestras iglesias o comu-
nidades de fe? dizaje. Esto significa que, con relación a las creencias religiosas,
es necesario aventurarse en un ejercicio de recuperación y / o
¿Qué se requiere para que se desaprendizaje de las imágenes y metáforas de Dios que nos
desarrollen?
fueron enseñadas para ser coherentes con una enseñanza reli-
giosa respetadora y no dogmática.

Esos procesos de revisión, reapropiación o desaprendizaje


solamente tendrán sentido si son desencadenadores de nue-
vos momentos pedagógicos y religiosos. Es decir, la nutrición
espiritual de la niñez no debería constituirse en una cateque-
sis separada de la vida y de sus cuestionamientos y encantos,
sino que debería significar espacios de conversación sobre la
espiritualidad, espacios cuidadores y promotores de la crea-
tividad, la creación y las creencias. Con eso queremos decir
que los encuentros de nutrición espiritual de la niñez no pue-
den limitarse a un proceso memorístico de las prescripciones
dogmáticas cristianas, sino que pueden y deben convertirse
en un espacio para ayudar a los niños y niñas a pensar la vida,
las relaciones humanas y la relación que establecen con la
trascendencia. Eso desde un enfoque posibilitador del desa-
rrollo de espiritualidades que promuevan la construcción de
una cultura de paz, respeto y equidad.

Estas consideraciones pueden sugerir que revisemos cómo


el cuidado ha estado presente en los procesos de nutrición
espiritual de la niñez a través de los contenidos que propo-
nemos, el lenguaje que utilizamos, las imágenes y metáforas
que acompañan nuestros discursos, la metodología que im-
plementamos y el testimonio de vida que ofrecemos.

Otro eje de reflexión sobre el cuidado en los procesos de


nutrición espiritual de la niñez tiene que ver con el cuidado
de la Tierra, nuestro único hábitat, nuestra casa común. Sobre
esta temática es oportuno considerar los aportes de Leonar-
do Boff, quien presenta una propuesta ética para enfrentar
la crisis generalizada que afecta la humanidad y el planeta y
10 Rubem Alves. Culto arte. Celebrando a vida, Petrópolis, Vozes, 2000, pp.
45-48 (traducción propia).

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 215

que tiene su génesis en el irrespeto, la violencia y el descuido


de la vida.

En sus escritos más recientes, Boff ha insistido en las temá-


ticas de la compasión y del cuidado al servicio de un compro-
miso con la vida, en especial la vida más amenazada y frágil.
El autor parte de la premisa de que todo lo que existe y tiene
vida debe ser alimentado y cuidado para que pueda seguir
viviendo. De esa manera, el cuidado se constituye en la esen-
cia de la vida, ya que es el alimento indispensable para que
las redes vitales se nutran e intercambien energía y vitalidad.
Sin el cuidado, los seres humanos y nuestro hábitat común,
la Tierra, estamos condenados a la muerte.

En momentos críticos como los que vivimos,


revisitamos la sabiduría ancestral de los pueblos y nos
colocamos en la escuela de unos con los demás. Todos
nos hacemos aprendices y aprendientes. Importa
construir un nuevo “ethos” que permita una nueva
convivencia entre los humanos y los demás seres
de la comunidad biótica, planetaria y cósmica; que
propicie un nuevo encantamiento ante la majestad
del universo y la complejidad de las relaciones que
sostienen todos y cada uno de los seres.11

El cuidado vive del amor primordial, de la ternura, de


la compasión, de la convivencia, del compartir y de la co-
mensalidad12. Sin el cuidado, los seres humanos sienten el
abandono y sus consecuencias, y mueren. De hecho, los re-
sultados negativos de la falta de cuidado en la actual crisis
de la vida humana y planetaria son alarmantes, se puede
constatar el descuido en varios ámbitos de la convivencia,
como por ejemplo la degradación ecológica, el irrespeto y
la destrucción de la biodiversidad; las pésimas condiciones
de vida y de sobrevivencia de la mayoría empobrecida de la
humanidad; el endiosamiento del mercado y sus relaciones
asimétricas de poder y de acceso a los bienes producidos; la
exaltación exacerbada de la violencia en las relaciones y las
redes sociales. La propuesta de Boff se sitúa en la búsque-
da de caminos de superación de esa crisis ética en la propia
11 Leonardo Boff. Saber cuidar. Ética do humano-compaixao pela terra,
15.ª ed, Petrópolis, RJ, Vozes, 2008, p. 27 (traducción propia).
12 Se entiende por comensalidad la actitud de sentarse alrededor de la
misma mesa para conversar, compartir la comida, la amistad y la alegría.

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216 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

existencia humana, es decir, el ethos está en el ser humano y


en su capacidad de superación de la violencia para generar
cuidado y buen trato.

Importa la fenomenología del cuidado. Por


fenomenología entendemos la manera por la cual
cualquier realidad, en ese caso el cuidado, se torna en
un fenómeno para nuestra consciencia, se muestra
en nuestra experiencia y moldea nuestra práctica.
En ese sentido no se trata de pensar y hablar sobre
el cuidado como objeto independiente de nosotros,
sino de pensar y hablar a partir del cuidado. Somos
cuidado. Eso significa que el cuidado posee una
dimensión ontológica que entra en la constitución del
ser humano. En un modo de ser singular del hombre
y de la mujer. Sin cuidado dejamos de ser humanos.13

De la reflexión presentada por Boff tal vez podamos apren-


der que la nutrición espiritual de la niñez —y también de las
personas adultas— no puede estar desvinculada de otros ti-
pos de nutrición: el respeto por cualquier forma o manifesta-
ción de vida, el cuidado que se traduce en posturas de respe-
to hacia el planeta y la comunidad humana, el compromiso
por construir espacios de convivencia plurales y respetado-
res de las pluralidades que somos los seres vivos.

4. Consideraciones finales
Posibilitar... Iniciamos esta reflexión con el interés de señalar algunas
¿Qué elementos de la peda- perspectivas educativas y teológicas que sirvieran de sopor-
gogía del cuidado y cómo se te para los procesos de crianza hacia una saludable nutrición
podrían incluir en la nutri-
ción espiritual de la niñez en espiritual de la niñez. Evidentemente, los elementos aquí in-
las prácticas pastorales de dicados no agotan el asunto y tal vez provoquen aún más
nuestra iglesia o comunidad
de fe? inquietudes e interrogantes, lo que indicaría la continuidad
de un enriquecedor proceso de búsquedas y crecimiento.
¿Cómo podríamos superar
los retos que nos lanza la au-
tora como personas adultas Lo que nos parece importante reforzar es la relación intrín-
para revisar nuestras creen- seca entre la pedagogía del cuidado y la nutrición espiritual
cias y vivencias en la fe para
iniciar este cambio hacia la de la niñez. Para la construcción de prácticas educativas cui-
perspectiva de la niñez? dadoras, la conversación y el amor son posturas imprescin-
dibles y pueden ser aprendidas y reaprendidas para que se
vayan implementando en las relaciones educativas entre las

13 Op. cit., p. 89.

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 217

personas adultas y los niños y niñas.

Desde una perspectiva de la nutrición espiritual propusi-


mos dos énfasis que nos parecen indispensables. El primero
tiene que ver con una seria revisión: de los valores y creen-
cias de las personas educadoras, de las posturas eclesiásticas,
pastorales y catequéticas asumidas, y de las metodologías
utilizadas en los espacios destinados a la nutrición espiritual
de la niñez. Esta revisión puede ofrecer elementos importan-
tes para generar una teología de la niñez latinoamericana. El
segundo énfasis para una saludable nutrición espiritual de la
niñez se centra en el cuidado de la vida en todas sus formas y
expresiones, lo que puede generar cambios significativos en
la convivencia humana y con el planeta.

También es importante resaltar que la pedagogía del cui-


dado y la nutrición espiritual de la niñez estarán permanen-
temente vinculadas con una perspectiva éticometodológica
que rechaza la violencia y busca caminos de liberación. Des-
de ahí se concluye que los ejes metodológicos elegidos serán
fundamentales para fomentar una pedagogía del cuidado y
una nutrición espiritual cuidadora, en las cuales la calidez hu-
mana es una necesidad y se traduce como una forma histó-
rico-social de estar siendo en el mundo, de estar educando y
de estar creyendo.

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218 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

5. Bibliografía consultada

Alves, Rubem. Culto-arte. Celebrando a vida, Petrópolis, Vozes, 2000.

Assmann, Hugo. Placer y ternura en la educación. Hacia una sociedad aprendien-


te, Madrid, Narcea, 2002.

Boff, Leonardo. Princípio de compaixão e cuidado. O encontro entre o Ocidente e


Oriente, 4.ª ed, Petrópolis, Vozes, 2009.

Boff, Leonardo. Saber cuidar. Ética do humano-compaixão pela terra, 15.ª ed, Pe-
trópolis, RJ, Vozes, 2008.

Boff, Leonardo. O cuidado essencial: princípio de um novo ethos, Inclusão Social,


vol. 1, n.° 1, 2005.

Cussiánovich, Alejandro. Aprender la condición humana. Ensayo sobre la pedago-


gía de la ternura, 2.ª ed, Lima, Ifejant, 2010.

Cussiánovich, Alejandro. Ensayos sobre infancia II. Sujeto de derechos y protago-


nista, Lima, Ifejant, 2010.

Fassoni, Klênia, Dias, Lissânder & Pereira, Welinton. Uma criança os guiará. Por
uma teologia da criança, Viçosa, Ultimato, 2010.

Romesín, Humberto Maturana & Verden-Zöller, Gerda. Amar e brincar. Funda-


mentos esquecidos do humano, São Paulo, Palas Athenas, 2009.

Romesín, Humberto Maturana. Desde la biología a la psicología, Buenos Aires,


Lumen, 2003.

Romesín, Humberto Maturana (con la colaboración de Sima Nisis). Transforma-


ción en la convivencia, Chile, Comunicaciones Noreste, 2004.

Segura, Harold. Un niño los pastoreará. Niñez, teología y misión, Alabama, Mundo
Hispano, 2006.

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Mapa
Mediante el siguiente mapa conceptual se propone recuperar algunas ideas clave del texto y sus posibles relaciones con las distintas temáticas
que le dan sentido para esbozar un panorama sencillo y concreto del trabajo de la autora, y comprender y contextualizar posteriormente sus valio-
sos aportes en nuestra labor pastoral y formativa

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza
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220 Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza

1. ¿Qué ideas sobre la pedagogía del cuidado y la nutrición espiritual podemos


delinear en nuestro trabajo en la iglesia o en las comunidades de fe?

Es importante recuperar esos conceptos o palabras que aporta la autora a lo largo del
texto, pues aportan a la reflexión teológica, pero también a la práctica pastoral.

2. ¿Qué cuestionamientos o retos nos quedan luego de la lectura de este capí-


tulo?

La autora nos deja una serie de cuestionamientos fundamentales en cuanto a la mi-


rada adulta y la posible violencia que ésta puede generar al dejar sin voz a la niñez en la
producción y la vivencia religiosa.

¿Por dónde podríamos empezar a trabajar su propuesta?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las contribuciones del


texto?

La autora enriquece la discusión trayendo elementos de pedagogía del cuidado y


hablándonos de nutrición espiritual para el trabajo con la niñez en las iglesias y comu-
nidades de fe.

Con estos insumos, se insta a iniciar procesos de reflexión y de acción para ir incorpo-
rando el tema de la niñez como sujeto en la producción simbólica religiosa a todo nivel.
Para ello, recordamos algunas pistas que venimos proponiendo desde el inicio desde la
pedagogía de la ternura:

1. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y


discursos.

En el texto se mencionan la voz, el afecto, el cuidado…

2. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

Es importante la propuesta de la autora sobre el niño y la niña como sujetos


aprendientes, esperanza de la sociedad por los valores que pueden aprender a
nivel espiritual y social.

3. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y toma de decisión).

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Una perspectiva del cuidado en los procesos de crianza 221

Dar voz a la niñez mediante conversaciones amorosas, respetuosas y


partiendo de ellos y ellas, y no de los contenidos dogmáticos, nos indica los
retos que tenemos.

4. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

Identificar la violencia en el lenguaje adultocéntrico y recuperar el mundo


de los sentidos para mirar cómo ellos y ellas son la propuesta (Alves, citado por
la autora en su trabajo). ¿Cómo llevar a cabo la tarea? ¿Por dónde empezar?

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222 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

Glorificar a Dios en la defensa de la vida


Notas sobre la infancia y la lectura bíblica

Paulo Ueti

“Sí, porque la palabra (rb’D’) está muy cerca de ti,


en tu corazón, para que la cumplas” (Dt. 30,14)

En un medio día del fin de primavera


tuve un sueño como una fotografía,
vi a Cristo Jesús descender a la tierra,
vino a la ladera de una colina
convertido otra vez en niño
a correr y a dar vueltas en la hierba
y a arrancar flores para echarlas fuera
y a reír de manera que se escuche de lejos.

Se había fugado del cielo,


era demasiado nuestro para fingir
de la segunda persona de la Trinidad.
En el cielo todo era falso, todo en desacuerdo,
con las flores y árboles y piedras
en el cielo tenía que estar siempre serio
y de vez en cuando tornarse de nuevo en hombre.
Un día que Dios estaba durmiendo
y el Espíritu Santo andaba volando,
él fue a la caja de los milagros y robó tres,
el primero fue que nadie supera que él se había fugado,
el segundo fue crearse eternamente humano y niño,
el tercero fue crear un Cristo eternamente en la Cruz.

Él vive conmigo en mi casa en medio de la colina,


él y la eterna niña, el Dios que faltaba,
él y el humano que es natural,
él y el divino que sonríe y brinca.
Y por eso es que yo sé con toda certeza

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 223

que él es el Niño Jesús verdadero


y el niño tan humano que es divino.
Es esta mi cotidiana vida de poeta
y es porque él anda siempre conmigo que yo soy poeta
siempre
y que mi mínima mirada
me llena de sensación
y el más pequeño son, sea cual sea,
 parece hablar conmigo.
(Alberto Caieiro)

Introducción
En los últimos años hemos experimentado una intensa
efervescencia de movimientos sociales y populares que se
organizan y que forman redes de actuación, estudio, re-
flexión y, sobre todo, de praxis liberadora en la defensa de los
derechos de la Tierra y de la Humanidad atacada y maltrata-
da por los intereses economicistas y desarrollistas de grandes
grupos económicos y Gobiernos.

También, durante mucho tiempo hemos testimoniado la ac-


ción de las Iglesias y de personas de fe, y en nombre de la fe, en Mirar...
la defensa de los derechos fundamentales y especialmente de El texto nos señala que el
las personas más vulnerables, aquí preciso nombrar, en nues- cristianismo exige una espi-
ritualidad de praxis.
tro continente, especialmente a indígenas, niños y mujeres.

Esto es señal de fortaleza y vitalidad de los movimientos de


los cuerpos (locus teológico y epifánico) en el mundo, pero
también es un signo triste de más violencia y falta de respe-
to, muchas veces institucionalizadas y no visibilizadas, de los
derechos fundamentales del planeta y de los seres humanos.

Basta mirar alrededor y quedamos envueltos, con todos los


sentidos de nuestro ser, en esta realidad que, incluso callada
y silenciada, “gime y sufre los dolores de parto hasta el pre-
sente, suspirando por la redención” (rf. Ro. 8,22-23)

Como cristianos y cristianas no podemos permanecer


parados(as) ante esta realidad. El espíritu de la justicia del
Dios de la vida, de la compasión y de la liberación (Ex. 3,7-10)
no se puede encuadrar ni silenciar. Nuestro trabajo no es so-
lamente de asistencia humanitaria, aunque sea muy impor-

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224 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

tante y relevante en términos de catástrofes. Precisa ser más


que eso. Nuestro trabajo y “modo de ser” (nuestra espiritua-
lidad) no es una opción, sino una exigencia evangélica del
más alto grado.

Así nació la Pastoral da Criança en Brasil, como fruto de esa


conspiración tierna y fraterna de personas que, impulsadas
por el Evangelio, decidieron poner fin a las altas tasas de
desnutrición y de mortalidad maternoinfantil. Personas que
decidieron seguir los pasos de las parteras Séfora y Fuá (Ex,
1,15) y de Jocabed y Miriam, la madre de Moisés (Ex. 6,20;
15,20): afrontar el sistema y cambiar desde abajo la realidad
de muerte y sufrimiento.

Nuestra fe es “praxis”. Aprendimos de la tradición bíblica


este modo de dar culto a Dios:

“Aprendan a obrar bien; busquen el derecho,


enderecen al oprimido;
defiendan al huérfano, protejan a la viuda”. (Is.
1,17)
“Quien quiera gloriarse, que se gloríe de esto: de
conocer y comprender
que soy el Señor, que en la tierra establece la
lealtad, el derecho y
la justicia y se complace en ellos, dice el SEÑOR”.
(Jer. 9,24)

El culto al Dios, que escogió revelarse en la lucha por la jus-


ticia (rf. Ex.) y en la misericordia extrema (Oseas), es la lucha
por los derechos fundamentales de la persona y del planeta.
Este es el culto que agrada a Dios (Jeremías e Isaías). Por eso
el tema de la justicia (tsedeq - qd,c,) es recurrente en toda la
experiencia bíblica y estructurador de la fe de los cristianos
Posibilitar... y de las cristianas. “La justicia sólo se da cuando todo está
Dos propuestas importan- donde Dios lo quiere; cuando todo es como ‘debe ser’. Los
tes: profetas luchan para que la vida del pueblo se organice nue-
vamente de acuerdo con el proyecto de la Alianza [...]”1.
La justicia como principio de
la espiritualidad.

La historia del mundo como 1 VV.AA. A Leitura profética da história, Coleção Tua Palavra é Vida, vol. 3,
revelación de Dios. 2.ª ed. São Paulo, Brasil, CRB / Loyola, 1994, pp. 21-22.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 225

2. Dios es el Dios que se revela a partir del


niño, corazón de la revelación

“Le acercaron entonces unos niños para que


les impusiera las manos y rezara por ellos;
los discípulos les regañaban, pero Jesús dijo:
‘Dejen a los niños, no les impidan que se
acerquen a mí: porque los que son como ellos
tienen a Dios por Rey’. Les impuso las manos y
siguió su camino” (Mt. 19,13-15)

Dios es siempre misterio. Así deseó revelarse a nosotros y al


mundo. Todo lo que quisiéramos hablar o pensar de / sobre
Dios siempre será limitado, parcial y carente de estar acaba-
do. Al inicio de su Suma Teológica, Tomás de Aquino tiene un
principio fundamental para toda reflexión teológica: “de Dios
no podemos saber qué es, sino solamente qué no es”2.

Podemos, mientras tanto, aproximarnos, en actitud tierna


y fraterna, suave, pero comprometida, a la escucha de Dios.
¿Dónde puedo yo escuchar a Dios? Muchas fueron las res-
puestas en la historia de la espiritualidad y de la teología.
Pero todas toman el punto de partida que aprendimos de la
Biblia: Dios se revela en la historia del mundo. Para escuchar
a Dios con atención es necesario volver a lo que salió del es-
píritu y de su boca, es decir, prestar atención al mundo, a su
creación (rf. Gn. 1).

La presencia de los niños en la Biblia es significativa y


expresa siempre novedad, transgresión, y amenaza al sis-
tema establecido, normalmente de opresión e infidelidad
al proyecto de Dios. No es posible hacer aquí una extensa Mirar...
investigación, no es el objetivo de este texto. Pero al releer ¿Cómo la presencia de la ni-
la Biblia es bueno volver nuestra mirada hacia este lugar de ñez en la biblia es trasgreso-
ra de un sistema establecido,
revelación de Dios que es ternura, compasión, compromiso para el cual es incluso una
con la vida y con lo diferente y siempre a contra corriente de amenaza?
los sistemas políticos, económicos, sociales y especialmente
religiosos que excluyen, asesinan y silencian a los niños, mu- Para el autor la niñez en el
Evangelio tiene un mensaje
jeres, enfermos y personas “diferentes” de las que el sistema teológico poderoso y espiri-
precisa. tual para la actualidad

2 “De Deo scire non possumus quid sit, sed quid non sit” (Suma
Theologica Index 9.3 introd.)

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226 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

Es imposible no recordar a niños como Isaac, Ismael (hijo


de Agar), la pequeña Miriam (hermana de Moisés), el niño de
la viuda de Sarepta, los niños salvados en la huida a Egipto, el
pequeño David, Dina, que fue sacrificada, las imágenes de los
salmos que nos comparan a los niños con la espera, la ima-
gen de Oseas, donde el niño que necesita leche es el pueblo
en búsqueda de Dios.

Me gustaría considerar los Evangelios, donde la presencia de


los niños se resalta y posee un poderoso mensaje teológico y
espiritual para nuestro tiempo.

De acuerdo con la profecía de Is. 11,6, “un niño pequeño


los guiará”. El niño es el lugar de origen de la autoridad para
guiar a un pueblo hacia un tiempo mejor, expresión de la
fidelidad (escuchar-larfy [mv-Shemá Israel) del pueblo para
con su Dios. A pesar del “no-lugar” del niño en la sociedad de
Israel y en la cultura educacional y de organización social del
mundo greco-romano, la divinidad escoge al niño y la infan-
cia como parábola y como punto de partida para decir lo que
desea y demostrarlo del modo que desea.

De objetos de sacrificio cultural, problemas que deben


ser erradicados con la matanza para controlar el crecimien-
to poblacional, proyectos de adultos violentos (soldados) o
adultas cosificadas (esclavas, perfumistas, vientres para parir)
Dios se transforma en fuente de iluminación, esperanza, li-
derazgo, sabiduría y fortaleza. Es por causa del lloro del niño
que Dios actúa. La mujer Agar, sin ninguna esperanza, deja
morir a su hijo, se sienta, comienza a llorar y ve morir al niño.
El texto dice que Dios oyó los gritos del niño de la manera
Revisar... en que está ahí (Gn. 21,17). Dios estaba con el niño y el niño
¿Qué lugar tiene la niñez en creció (Gn. 21,20).
la Iglesia y la comunidad de
fe de la que soy parte?
En el Nuevo Testamento encontramos una tradición, ya
¿Cómo es escuchada su pa- consolidada entre determinados grupos, sobre el papel y el
labra y valorada su vivencia lugar del niño en la comunidad cristiana, incluso en medio de
de la fe y de la espirituali-
dad? conflictos y problemas de desapego respecto a la tradición.

Si en la sociedad grecorromana, y hegemónicamente en el


mundo judío, el niño no es una persona completa, compe-
tente ni plena para insertarse o ser reconocida por todos los
demás, para la Iglesia cristiana es exactamente lo contrario.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 227

Solo esta afirmación ya pone en alerta y desafía el lugar de


nuestros niños en los contextos y procesos educativos for-
males, en la sociedad, en las relaciones familiares y en las
comunidades eclesiales. ¿Cuál es el lugar de los niños entre
nosotros? ¿Cómo los vemos y los tratamos? ¿Qué verdades
pueden venir de los niños? ¿Poseen luz para iluminarnos y
convertirnos? ¿Qué palabra de Dios oímos? ¿Somos capaces
de vaciarnos como Jesús para encarnarse en el mundo de la
infancia y con él revelar a Dios?

El reino de los cielos es de los niños


Tomo el Evangelio de Mateo como mi suelo literario para
caminar en una contemplación que nos afecta a todos, para
cambiar nuestra mente y nuestra práctica ( e,pistre,fo ) de-
jándonos mover por el espíritu que desinstala y molesta para
que el reino de Dios aparezca.

Muchos años después de la muerte y resurrección de Jesús,


las Iglesias cristianas formadas y ya estructuradas comienzan
a enfrentar muchas crisis. Jesús prometió que volvería pron-
to. Esto no sucedió conforme se esperaba, como testimonia
la comunidad de Lucas3 y de Mateo4 por los años 80 d. C. El Mirar...
Evangelio de Lc. 24,13-35, contemporáneo de Mateo, cuenta ¿Cómo el niño y la niña son
la historia de la pareja de Emaús (Cleofás y María). Después la parábola del Reino para
Jesús?
de la muerte de Jesús estaban saliendo de Jerusalén, muy
entristecidos e incapaces de reconocer al forastero que ca-
minaba con ellos (Jesús), porque no esperaban que aquello
sucediese. Esperaban que Jesús fuera un mesías como otro
cualquiera, que derribase el poder temporal de Roma e ins-
taurase otro en favor de los pobres. La pareja tenía la teolo-
gía del rey Mesías de Is. 1-39, el nuevo David, que solamente
iría a cambiar al que estaba en el poder, no a transformar el
sistema.

Jesús asume una parte de la profecía de Isaías (Is. 11.1-9),


porque está escrito “un niño pequeño os guiará […] el niño
jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el es-
condrijo de la serpiente”. El niño es la parábola del reino, que
ya es pero todavía no; lo que precisa ser revelado porque fue
escondido u olvidado, y lo que va a ser por causa de nuestros
esfuerzos y el compromiso con la vida y con Dios. Es el niño es-
3 Lc. 24,13-35: la tristeza y desesperanza de la pareja de Emaús.
4 Mt. 25,1-13: las vírgenes imprudentes, relajadas.

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228 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

perado que desde su nacimiento está “a contra corriente” del


sistema político, económico, social y religioso de su tiempo.

No estaban preparados para el tipo de liberación que Jesús


venía a proponer. Jesús era / es el siervo sufriente. Escogió
vivir de acuerdo con la teología y la propuesta política del
Déutero Isaías (Is. 2,40-55). Es del niño del que viene la sal-
vación y la redención. Es del vulnerable y del excluido de la
sociedad del que brota la vida y la esperanza.

En la fiesta más tradicional y paradigmática de la tradi-


ción judía, la Pascua-Pessah en la primera noche tie-
ne lugar una cena especial llamada Seder de Pessach
En esta ocasión los niños son muy importantes, pues son
quienes inician la fiesta haciendo preguntas sobre la fiesta
y su historia (rf. Dt. 6,20-25). En esta noche se lee la Hagadá
de Pessach5 , que cuenta toda la historia y viene
a responder a muchas preguntas hechas antes sobre el por
qué de la celebración.

La costumbre es que el niño más joven de la familia em-


piece haciendo las preguntas para que sean respondidas una
a una durante la cena. Los niños en Israel tenían su lugar y
su valor, desgraciadamente olvidado durante los siglos si-
guientes. Pero Dios no se olvidó y nos ayuda a leer los textos
nuevamente y celebrar nuestras liturgias de manera que la
centralidad de la infancia vuelva a nuestros ojos y a nuestras
interpretaciones.

Mirar... La pareja de Emaús, en el Evangelio de Lucas, no conseguía


Así como el mensaje de Je-
reconocer a Cristo, que caminaba con ellos. Estaba viendo al
sús es claro sobre cómo de maestro pero no lo reconocía. Algo se lo impedía. Probable-
las personas vulnerables y
excluidas brotan la vida y la
mente ese olvido de la historia. Los niños y la gente vulne-
esperanza, así Jesús vino de rable, antes el centro de la fe de Israel y después de la fe de
una forma inesperada.
Jesús, habían sido sustituidos por el deseo del mesías rey que
iba a resolver todos los problemas. Jesús, que caminaba con
ellos, no era el Todopoderoso que ellos esperaban. Estaban
con la teología y la espiritualidad erradas. Este mesías (Jesús,
el Cristo de Nazaret) murió en la cruz, el que ellos esperaban
no debería haber muerto. El relato de las vírgenes en el Evan-
gelio de Mateo 25,1-13 parece decir que la comunidad ya
5 [http://etpub.eteachergroup.com/eHAGADA_WEBps.pdf ], consultado
el 29 de septiembre de 2013.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 229

empezaba incluso a dudar de la inminencia de la vuelta de


Jesús (del modo que lo esperaba también), como fue prome-
tido enseguida después de la resurrección. Ellos esperaban a
Jesús de un modo que no se dio. “La desilusión habría provo-
cado un comportamiento un tanto relajado, ilustrado en el
relato por la actitud de las vírgenes imprudentes. No obstan-
te, muchos habrían continuado a la espera de la llegada de la
parusía, preparados para acoger a Jesús”6.

Aunque ya se sepa por la crítica literaria moderna que el


de Mateo no es el primero escrito entre los Evangelios, la tra-
dición cristiana siempre le prestó mucha atención. Este fue
considerado el “evangelio eclesiástico”7. El de Mateo fue el
Evangelio más comentado en la historia de la Iglesia, pero es
al mismo tiempo el Evangelio aquel cuya interpretación es
normalmente la más dogmática y espiritualista8.

Ya dijimos anteriormente que estamos ante textos con


gran contenido eclesiológico. Hablan de la realidad de las
Iglesias, más que sobre el movimiento de Jesús en sí. Son tex-
tos que fueron guardados en la memoria y escritos para “con-
frontar a la Iglesia con la utopía de sus orígenes. ¿Cómo fue la
Iglesia según el Evangelio de Mateo, antes de la cristiandad
occidental? La Iglesia se debe mirar en el Evangelio como en
un espejo y preguntarse: ‘Iglesia, ¿qué dices de ti misma?’”9.

La tradición más antigua de la Iglesia, como ya he comen-


tado, afirmaba que el primer Evangelio fue elaborado por
Mateo. El texto que tenemos en nuestra Biblia sería una tra-
ducción en griego de los antiguos escritos en arameo. Hoy
no hay ninguna concordancia respecto a esto.

Muchos autores(as) confirman que el evangelio de Mateo


fue escrito en un tiempo de crisis muy grande entre los gru-
pos judíos-cristianos y los fariseos10.
6 G., Dautzemberg; J. Schreiner. Forma e exigência do Novo Testamento,
Editora Paulus e Teológica, 2004.
7 Ibid, p. 235.
8 Pablo Richard. “Evangelho de Mateus: uma visão global e libertadora”,
Revista de Interpretação Bíblica Latino Americana, n.˚ 27, Ed. Vozes, 1997.
9 Ibid.
10 Estamos aquí en la década de 80-90. En este periodo ya había
ocurrido la guerra judaica (años 66-70), que culminó con la invasión de
Jerusalén por las tropas romanas, destruyendo la ciudad y casi todos los
grupos judíos. “En el año 70 Jerusalén fue arrasada por la guerra judía

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230 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

“El Evangelio de Mateo se dirige a una comunidad


de pobres perseguidos que viven una profunda crisis
de identidad en relación a su pasado judío, como
consecuencia y una relación controvertida con la
sinagoga, que se encuentra en reestructuración
en torno al rabino Johananbem Zakkai, enJamnia,
después de la destrucción de Jerusalén”.11

Con el crecimiento de las Iglesias se da el obvio crecimiento


de las diferencias también. Esto es un avance, pero también
fuente de conflictos entre los diferentes grupos que forman
parte del mismo camino. Es necesario poner marcos que
puedan orientar y guiar de modo recto el rumbo de la Iglesia,
para que no “peque” (es decir, erre el objetivo). El Evangelio
de Mateo se inscribe en este movimiento de ser un marco en
aquel momento.

Últimamente se ha llegado al consenso de que el Evangelio


de Mateo fue escrito en la región de Antioquía de Siria, una
comunidad con fuertes trazos judíos. Esto explica en gran me-
dida el estilo y el lenguaje del Evangelio. Mateo conocía muy
bien la Biblia hebrea, en su traducción griega (de los seten-
ta), era un artista literario, así que su Evangelio está muy bien
elaborado. Aprovechó bastante el material de Marcos (casi el
80% del evangelio de Marcos está en Mateo), y añadió cinco
discursos (semejante a los cinco libros de la ley) y el Evangelio
de la infancia (capítulos 1 y 2), tal como lo hizo Lucas.

Es fundamental darse cuenta de que ambos Evangelios de


los años 80 d. C, es decir, el de Mateo y Lucas, insertaron en
sus narraciones el llamado Evangelio de la Infancia (Mt. 1-2
Mirar... y Lc. 1-2). En ambos Evangelios el niño y las mujeres ocupan
El autor nos señala la presen- un lugar destacado. En el Evangelio de Mateo aún podemos
cia tan fuerte e importante decir que la figura de hombres diferentes de los de aquel
de la mujer y la niñez en los
evangelios de Lucas y Ma-
teo. Este último es muy ecle- contra Roma. El Israel bíblico desaparecía. El único grupo que se salvó
sial, según el texto. fue el de los fariseos, cuyos escribas, maestros de la ley, pudieron salvar
la Torah (la Biblia hebrea). Los otros grupos, saduceos, sacerdotes y
Es interesante resaltar la esenios, desaparecieron. Estos rabinos fariseos fundaron la Academia de
imagen de masculinidad Jamnia, donde se dedicaron de forma exclusiva a comentar la ley. Poco
que sale a la luz en relación a poco nació aquí el llamado judaísmo rabínico (con sus obras Mishna y
al trato de la niñez que pro- Talmud), que en el mundo es una nueva religión”. Cf. C., Bravo. “Mateus:
mueve Jesús. boas novas para os pobres-perseguidos. A busca de chaves globais de
compreensão”, Revista de Interpretação Bíblica Latino Americana, n.˚ 13,
Ed. Vozes, 1993.
11 Ibid.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 231

tiempo también forma parte de la intención de la narrativa.


No todos los hombres eran opresores, violentos y excluían a
las mujeres de sus círculos. En términos modernos decimos
que hay otras masculinidades posibles, otras relaciones pa-
ternas y otras maneras de ser hombre en el mundo. Para el
mundo infantil es una reflexión importante, pues los niños
antes y ahora sufren abusos y violencias protagonizadas es-
pecialmente por hombres, principalmente los padres. Está
probado estadísticamente que la mayoría de los casos de
violencia doméstica y de abuso infantil ocurren en el ámbito
de la familia y son perpetrados por hombres cercanos a las
víctimas, es decir, padres, tíos, primos y hermanos.

4. El Evangelio es buena nueva, vida plena y con-


versión, cambiar de perspectiva
Es importante destacar que los Evangelios no fueron es-
critos para tener más “información” sobre Jesús y su época.
Fueron escritos para:

i. Solidificar la fe (Lc. 1,4).

ii. Ser lámpara para los pies y luz para el camino (Sal.
119,105).

iii. Creer que Jesús es el hijo de Dios y creer que se


tiene vida en su nombre (Jn. 20,31).

iv. Ser nuestra enseñanza, para que por la paciencia


y consolación tengamos la esperanza (Ro. 15,4).

v. Enseñar, argumentar, corregir e instruir en la Mirar...


justicia y cualificar a todos y todas para la buena
Ueti nos propone elementos
obra (2 Ti. 3,16-17). interesantes para la herme-
néutica:

Estamos, por tanto, ante narrativas teológicas, no biohis-


Intención de los evange-
toriográficas, con un profundo acento eclesiológico12. Las lios.
Iglesias de la época13 estaban preocupadas por entender la
nueva realidad en que vivían en ese momento bajo el auspi- Preocupaciones eclesio-
lógicas.
12 Los textos del Nuevo Testamento, en general, revelan mucho de la
realidad de las Iglesias de la segunda generación de cristianos y cristianas.
Desmitificaciones según el
Los conflictos y preguntas, así como el contenido de la catequesis, se evangelio de Mateo.
encuentran en el fondo de las memorias guardadas y transmitidas para
esta generación.
13 Aquí nos estamos refiriendo a los años 70 d. C. en adelante.

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232 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

cio del espíritu de Dios. Vivir una vida nueva no era (y no es)
algo fácil de articular. Son muchas las fuerzas contrarias, son
muchos los compromisos y los conflictos que asumir. Y ob-
viamente estaban enfrentando conflictos culturales y religio-
sos enraizados en sus vidas y desafiados por la buena nueva
que fue, era, y para nosotros aún es, Jesús.

Leer los Evangelios nos debe ayudar a recorrer este camino


de novedad en Cristo para poder decir con Pablo:

“Yo estoy crucificado con Cristo; y ya no vivo


yo, sino Cristo vive en mí; y mi vivir humano de
ahora es un vivir de la fe en el Hijo de Dios, que
me amó, y se entregó a sí mismo por mí” (Gá.
2,20).

Recorrer de nuevo las Sagradas Escrituras con gafas nue-


vas, especialmente el Evangelio de Mateo, va a ayudar a qui-
tar nubes, a hacer una limpieza de las imágenes, muchas ve-
ces fantasiosas, que tenemos de Jesús, el Cristo y de nuestras
caricaturas sobre la infancia y el niño en nuestras sociedades.
Encontrar al Cristo que lleva a niños en sus brazos y les entre-
ga el Reino de Dios ciertamente es un buen camino de trans-
formación y esperanza. Vamos a descubrir lo que sustentó a
las comunidades cristianas en una época de muchas crisis,
preguntas, abandonos, alegrías y novedades. Cómo estas
tres perspectivas diferentes del mismo Jesús (el Nazareno y
el Cristo) nos pueden ayudar hoy a parecernos más a él.

Revisar... 5. Relaciones que curan y hacen crecer


Mirar con actitud crítica las Vivimos en un ambiente sociocultural marcado por la ne-
siguientes observaciones cesidad de control y por el dominio de las dicotomías: cuer-
que nos hace el autor:
po y espíritu, mandar-obedecer, dominar-someter. Nuestra
Lectura tradicional de con- cultura occidental nos separó de la naturaleza, interpretó
trol, nos ha deshumanizado, el Génesis con perspectivas monárquicas y de dominación
desvinculado…
humana y masculina sobre la naturaleza y los llamados “más
La desvinculación provoca frágiles” (naturaleza, mujeres, mayores y niños). Nuestra in-
desequilibrio en las relacio- sensibilidad y negación del cuerpo y la materia nos hicieron
nes.
menos humanos y menos relacionales.
El evangelio de Mateo
valora lo relacional, incluso Pero nosotros somos esencialmente relación. Nuestro
señala el Reino de Dios entre
las personas. metabolismo, la manera como nuestro cuerpo existe en el

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 233

mundo, es posible gracias a la red de relaciones que están


establecidas y funcionan. Las enfermedades y los desequili-
brios surgen cuando esta red de relaciones no funciona flui-
damente. Cuando nuestro cuerpo deja de cooperar y cuando
no compartimos y no le colaboramos a otras personas, nues-
tro cuerpo físico, el espiritual y el tejido social se desequili-
bran, expresando enfermedad y violencia. Últimamente vivi-
mos en un mundo marcado por estos desequilibrios.

El Evangelio de Mateo tiene mucho aprecio por los


niños y por las relaciones entre las personas, como paradig-
ma de salvación y de expresión de la economía del Reino de
Dios que “está entre nosotros”. Él ya había sido avisado por
Jesús en su tiempo y guardó el Evangelio de Marcos como
una de las primeras palabras en su texto (rf. Marcos 1,1-15).
Nuestra incapacidad aprendida de aislamiento y de no rela-
cionarnos no nos permite ver. Por eso la misión de Jesús fue
la de revelar (quitar el velo) el Reino de Dios y la misericordia
del Padre. Dios, el ABBÁ, acoge a todos sus hijos e hijas y está
a su lado siempre.

En los Evangelios sinópticos, en general, la figura del niño


(infante), paidion en griego, aparece varias veces, en momen-
tos y relatos importantes:

Mirar...
Mateo Marcos Lucas
2,9-21 5,21-24.35-43 1,5-45 Todos estos aportes que nos
hace el autor, de citas donde
9,18-26 7,24-30 1,57-66 queda clara la presencia de
la niñez y su rol fundamental
10,34-39 9,14-29 2,1-35 respecto al Reino y su carac-
11,25-28 9,42-50 1,41-52 terística de vulnerabilidad.
15,21-28 10,13-16 7,11-17
17,14-20 8,40-42.49-56
18,2-6 9,46-48 Revisar...
19,13-15 10,21-22 Estas “verdades teológicas
perturbadoras y trasgresoras
25,31-46 18,15-17 de la época de Jesús”. ¿Cuán
perturbadoras y trasgresoras
Jesús siempre toma la iniciativa de relacionarse con las siguen siendo para nuestra
iglesia y comunidad de fe
personas. Y los niños son una memoria fuerte y transgresora actualmente?
de este deseo relacional de Dios a través de Jesús. En una
sociedad (hasta hoy) en la que a los niños no se les considera
personas plenas y son tratados de forma muchas veces do-
minadora e inferior, Jesús tiene un mensaje muy particular

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234 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

para quien lo sigue. En muchos casos los niños no tienen el


derecho de ser niños. Son vistos, tratados y considerados en
este periodo de tiempo sencillamente como “proyectos de
adultos”. Obviamente, también las condiciones socioeconó-
micas de la mayor parte de la población del mundo, sumadas
a los sistemas de privilegios y de desigualdades en muchos
países, no ofrecen seguridad ni oportunidades para que los
niños puedan ser niños y vivir plenamente esta fase de la vida.

“Dejad que los niños se acerquen a mí” y proponer a la in-


fancia, al niño, como criterio para el Reino de Dios son verda-
des teológicas perturbadoras y transgresoras para la época
de Jesús, un desafío en los tiempos de los Evangelios y un
misterio para nosotros hoy.

“En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús y


le preguntaron: Vamos a ver, ¿quién es más grande en el
Reino de Dios? Él llamó a un niño y le dijo: Les aseguro que
si no cambian y se hacen como estos niños, no entran en el
Reino de Dios; o sea, que cualquiera que se haga tan poca
cosa como el niño este, ese es el más grande en el Reino de
Dios. Además, el que acoge a un niño de estos por causa
mía, me acoge a mí; en cambio, al que escandalice a uno
de estos pequeños que creen en mí, más le convendría que
le colgaran al cuello una rueda de molino y lo sepultaran
en el fondo del mar… cuidado con mostrar desprecio a un
pequeño de estos, porque les digo que sus ángeles están
viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial”.
(Mt. 18,1-6.10)

Revisar... Una primera observación, que es relevante aquí, es


¿Qué desafíos nos plantea caer en la cuenta de que los niños están relacionados con el
el autor desde su propuesta reino de Dios o de los cielos (en la versión de Mateo). Y tam-
hermenéutica para la jerar-
quía y la estructura social bién el Reino de Dios, cuya puerta de entrada es parecerse a
imperante en la Iglesia y co- los niños, está relacionado con los “pobres de espíritu” y con
munidad de fe actual?
los “que luchan por la justicia”.

Posibilitar... * Mt 5,3 – “Bienaventurados los pobres en el espíritu,


¿Cómo podemos gestionar porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
la concreción del mensaje
de Jesús de su discurso ecle-
siológico en la estructura y * Mt 5,10 – “Bienaventurados los que son perseguidos
prácticas de la iglesia y co-
munidad de fe?
por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de
los Cielos”.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 235

* Mt 19,14 – “Jesús, aún, dijo: ‘Dejad a los niños y no les


impidáis que vengan a mí, pues de ellos es el Reino de
los Cielos”.

El capítulo 18 del Evangelio de Mateo es el llamado “dis-


curso eclesiológico”. El Evangelio está organizado en torno
a cinco discursos o sermones, probablemente para releer de
alguna manera la Torah de la Biblia hebrea. Cinco libros de la
Torah, cinco libros de Salmos (Salmos 1-41; 41-72; 73-89; 90-
106, 106-150), cinco discursos en Mateo:

Mt 5-7 – Sermón del monte


Mt 10 – Sermón de la misión
Mt 13 – Sermón del reino-parábolas
Mt 18 – Sermón eclesiológico
Mt 24-25 – Sermón escatológico

El sermón está dirigido a los liderazgos de la comunidad. Y


es sintomático que el primer asunto es el Reino de Dios rela-
cionado con convertirse en niños y recibir a los niños en su
medio.

En la actualidad parece un desafío para la comunidad que,


como sucedía tradicionalmente, se relegara a los niños a un
segundo plano o no se les tomara en cuenta.

La casa ahora no es solamente el lugar donde las perso- Revisar...


nas viven. En el Nuevo Testamento la casa (oikia) tiene clara- Los conceptos de niñez, de
mente el significado de “lugar de reunión”. Es donde la Iglesia Reino, incluso de adultez,
que nos plantea el autor, ¿se
(ekklesi, antouqeou) se congrega en oposición a la sinago- promueven en la dinámica
ga y donde la vida debe ser defendida y prevalecer sobre la de relaciones, en el mensaje
de evangelización o en las
muerte, la enfermedad y la fragilidad (rf.1Co., 17ss y la his- prácticas pastorales de la
toria de la hija del jefe de la sinagoga, Jairo, en Mt. 9,18-26). iglesia y la comunidad de fe
donde se participa?

Esta conversación tiene lugar dentro de la casa, confor-


me Mt. 17,25. La casa debe ser el lugar de la fraternidad y
de la equidad. A diferencia de la familia romana, en la que el
padre es el dueño y el propietario de todo y de todos, en la
casa cristiana todo mundo es hermano y hermana. En la casa
(Iglesia) no puede haber disputas sobre quién es el mayor.
Parece que los Evangelios tienen la tendencia a criticar a los
discípulos de Jesús, especialmente a los más próximos a él,
pues ellos siempre estaban desconectados de la propuesta

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236 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

de su maestro.

¿Quién es mayor en el Reino de los Cielos? La respuesta de


Jesús es dura y debe haber causado espanto en la comuni-
dad de los discípulos y discípulas: un niño.

“Más pequeño que un niño”: es el niño pequeño que no


manda nada, que precisa de los otros, que exige todo, pero
que, al mismo tiempo, todo lo recibe gratis, sin que nadie le
exija nada a cambio. Solamente así para entrar en el Reino de
los Cielos. No es el reino apocalíptico de los elegidos, de los
que se mostraron fieles en el pleno y riguroso cumplimiento
de la ley. Es el reino que es dado gratis a los que permanecen
tranquilos junto al Padre. No necesitan nada más. Este es el
camino de la conversión: hacerse niños. No santos ni héroes
ni incluso fieles practicantes de la ley y el culto. Niños, sola-
mente.

En medio de nosotros, en medio de la Iglesia (ekklesia) de-


ben estar “los enfermos, la persona con la mano atrofiada, la
mujer con flujo de sangre, el niño” y no un altar o un libro.
El altar y el libro pueden, fácilmente, ser causa de disputa
para ver quién, entre nosotros, es el mayor. El mayor entre
nosotros, muy fácilmente, puede querer y venir a ser quien
administra el altar o quien interpreta el libro. Cuántas veces,
a lo largo de los siglos, ellos, los hombres del altar y del libro,
se presentan como “la Iglesia” y los demás, los laicos y laicas,
como ¡los fieles subordinados, sumisos y obedientes!

Solamente entra en el reino quien no es el mayor: un niño.


El mayor en el reino es el menor. El mayor apenas entra en
el reino ¡ni el mayor santo! Por eso, el reino es el reino de la
igualdad y la fraternidad, ofrecido gratuitamente a los pe-
queñitos, a los pobres y a los pecadores.

Revisar... Es preciso abajarse como un niño. Es más que humillarse.


¿Qué implica la imagen de Más que el sentido metafórico del verbo griego tepeino,w
la niñez como guía espiritual (rebajar) se puede utilizar el sentido literal que es “hacerse
para la labor de la iglesia y la
comunidad de fe? pequeño”, ser “baixinho” como se dice en Brasil14.

14 S., Gallazzi. O Evangelho de Mateus, uma leitura a partir dos pequeninos.


Comentário Bíblico Latinoamericano do Novo Testamento. Fonte
Editorial, São Paulo, 2012, pp. 356-357.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 237

El desafío y el cambio de comportamiento y de visión para


nosotros es que somos los que tenemos que rebajarnos. No
se trata de llevar al niño donde estamos. Los niños no deben
llegar donde estamos. Somos nosotros los que tenemos que
llegar donde ellos están. Ellos nos guiarán y no al contrario.
No debemos ser como las pedagogas y pedagogos, es decir,
llevar, conducir a los niños. Debemos asumir la actitud humil-
de de dejarnos conducir por los niños, por su modo, por su
curiosidad y capacidad inocente de transgredir para encon-
trar un sentido en la vida.

Aquí Jesús es más radical que Pablo en su carta a los Fili-


penses cuando nos exhorta para que tengamos en nosotros

“la misma actitud del Mesías Jesús: Él, a


pesar de su condición divina, no se aferró a
su categoría de Dios; al contrario, se despojó
de su rango y tomó la condición de esclavo,
haciéndose uno de tantos. Así, presentándose
como simple hombre, se abajó obedeciendo
hasta la muerte y muerte en cruz.”(cf. Fil. 2,5-8).

Cuando Pablo habla percibimos que el “camino consta de


dos movimientos, uno de bajar y otro de subir. Primero, Cris-
to se abaja. Después, cuando Jesús alcanza el punto más bajo
del descenso, el Padre lo exalta y lo hace subir al punto más
alto. El descenso comienza en el nivel más alto: Cristo estaba
a nivel de Dios. Al final vuelve a ese nivel de Dios. Pero para Revisar...
volver a su nivel, tuvo que descender al nivel más bajo posi- ¿Qué significados puede
ble en esta tierra. tener para la estructura ecle-
sial el humillarse, el aproxi-
marse?
En el movimiento de bajar hay cuatro grados: hombre, es-
clavo, muerto, crucificado. Cristo descendió los cuatro gra-
dos. Al llegar al fondo, se quedó realmente vacío. Fijado en
la cruz, maldito a los ojos de los hombres y aparentemente
de Dios, Cristo estaba realmente vacío de cualquier dignidad.
Estaba vacío de todo lo que tenía, vacío de todo valor y toda
sustancia; reducido a nada. Pero una vez que quedó reducido
a nada, a la nulidad total de poder, el Padre lo levantó y lo
llevó al nivel más alto”15.

15 J., Comblin. Epístola aos Filipenses. Petrópolis: Vozes e São Leopoldo,


Sinodal, 1992.

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238 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

Ya conocemos este movimiento en la espiritualidad cris-


tiana. Es estructurador de nuestro encuentro / diálogo con
la divinidad y con nosotros mismos. Es el modo / camino /
método para leer la vida y comprender sus significados.
Comprendiendo sus significados podemos reinterpretar esa
misma vida en el tejido complejo de las sociedades en que
vivimos y de las relaciones en las que estamos conectados.
Este movimiento es una constante: aproximarse, bajarse, to-
mar la iniciativa de ir y estar donde el otro está. Debido al
movimiento que Jesús instituye preguntamos: ¿dónde están
los niños en nuestra teología, en nuestra familia, en nuestros
procesos educacionales, en nuestras Iglesias?

En la actitud de creyentes nos encontramos con las histo-


rias del pueblo de la Biblia. Historias marcadas por la expe-
riencia de sufrimiento, pero también de mucha alegría por
el descubrimiento de un Dios que ama y defiende la vida de
sus hijos e hijas.

El movimiento profético es el paradigma en el que nos si-


tuamos para hacer la reflexión bíblico-teológica de la defensa
de la infancia y de la adolescencia. Esta relación está estructu-
rada en la escucha y la práctica de la justicia. El término “justi-
cia” (tsedeq - qd,c<)tiene básicamente la connotación de con-
formación a un modelo ético y moral. El significado original
de la raíz tdq–qdc fue el ser rectilíneo”. Decir que Dios es justo
significa que Él ACTÚA (él es) en las relaciones concretas de
la vida cotidiana de forma que su naturaleza sea manifiesta:
amor pleno a toda la creación. Esto debe expresarse también
en las relaciones entre los seres humanos. Considerando que
los seres humanos (Adam -~d’a’) fueron creados a imagen y
semejanza de Dios (rf. Gn, 1,26) el modo / naturaleza de Dios
es reproducido (y se encuentra) en el modo de existir del ser
Revisar... humano. Cualquier diferencia en este modo de existir (en este
¿Qué significa el “movimien-
espíritu) se considera pecado y debe ser combatido y “con-
to profético” y qué relación vertido”.
tiene con la justicia?

¿Qué espacio tiene el cuerpo


La persona “recta” es la que busca (va a la lucha, mueve su
en la propuesta del texto? cuerpo) preservar la paz y la prosperidad de la comunidad,
cumpliendo los mandamientos divinos acerca del prójimo.
Y todo esto, ¿qué implica- En el sentido supremo, el justo es el que sirve a Dios (Mal.
ciones tiene para la reflexión
teológica y la práctica pas- 3,18). Específicamente, a semejanza de Job, es el que libra al
toral? pobre y al huérfano, ayuda al ciego en su camino, sustenta al

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 239

desvalido y es un padre para los necesitados (Job 29,12-16)16.


Ser así, pensar así, vivir así es la expresión de Dios en el mun-
do. Ser creyente, pertenecer a la religión cristiana significa, in
contesti, vivir de esta forma.

Desgraciadamente, a veces cuando mucha gente escucha


el texto de las Bienaventuranzas parece que no toca nuestros
cuerpos. Parece, una lectura superficial y sin compromiso, sin
ningún efecto en el comportamiento humano, un paseo por
el ideal (inmaterial e individual) de ser humano virtuoso que
debemos perseguir. Nada más contrario a la tradición bíblico
teológica judeocristiana.

Sin embargo, una lectura más atenta (y comprometida con


la mayor parte de la humanidad) nos va a recordar que las
Bienaventuranzas son el programa fundamental (que fun-
da) y estructurador (que da forma y contenido) de toda co-
munidad cristiana. Nuestra vocación es “estar en marcha”17
donde los pobres en espíritu, los constructores de paz, los
defensores de la justicia y del derecho y los niños están en
el centro, por eso somos felices y bienaventurados. Somos
convidadas(os) a la aventura, al movimiento, a arriesgar. Pa-
rece medio perturbador cuando vivimos en una sociedad
y en relaciones que nos aconsejan no aventurarnos, buscar
estabilidad, raíces. Tenemos que repensar nuestro camino y
nuestro modo de comprender la exigencia de Jesús.

6. Espiritualidad profética, clamor para los días de


hoy
Podemos decir que toda la espiritualidad bíblica está cal-

16 R., Harris. (org). Dicionário internacional de teologia do Antigo


Testamento. São Paulo, SP, Ed. Vida Nova, 1998, pp. 1878-1879.
17 En las Biblias en lenguas modernas siempre se traduce como
“bien-aventurados” o “elices”. La palabra hebrea que está por detrás
de este vocablo esyrEv.a; (asheray), que puede ser traducido por “en
marcha” o “camine”. Esto significa, hermenéuticamente hablando, que
podemos comprender que la felicidad significa estar en movimiento,
caminando. Debe ser por eso que en el testimonio de la tradición
espiritual judeocristiana lo contrario de la ‘fe’ es el ‘miedo’. El miedo es
una experiencia de deshumanización. Provoca incapacidad de ver la
realidad, provoca congelación del cuerpo y de la mente y, como produce
mucha adrenalina, quita temporalmente la sensibilidad en el cuerpo. La
insistencia de Jesús es muy grande para que la comunidad “no tenga
miedo” (Mt. 14,27; 17,7; 28,5; Mc 6,50) y para que tenga ánimo / “fe”, aquí
entendida claramente como “tenga valor”, continúe en marcha (Mt 9,2;
9,22; 14,27; Mc 6,50; 10,49; Lc. 8,48; Jo 16,33).

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240 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

cada en la espiritualidad profética de la lucha por la justicia.


Desde la primera hasta la última página escuchamos, sabo-
reamos, olemos y tocamos la experiencia profética como
Revisar... paradigmática de la fe. Es Dios quien se revela a los pequeños
¿Qué valor tiene la justicia y y quien escucha el clamor de los niños en situación de peligro
su relación con la infancia en y vulnerabilidad. Dios es experimentado, comprendido y el
esta espiritualidad?
que recibe culto en el movimiento de búsqueda y transfor-
mación (en el deseo solidario y compartido de dar vida, vivir
Posibilitar... y vivir bien) de cuerpos, del planeta y de hombres, mujeres,
¿Cómo promover esta es- niños y ancianos.
piritualidad profética en la
iglesia y la comunidad de fe?
Entendemos aquí por “búsqueda de la justicia” (y se pue-
de incluir “búsqueda de la paz”) el movimiento de Dios y del
pueblo en busca de vida y libertad. La centralidad del Éxodo
y de los niños en este proceso, en este caminar hacia el Reino,
es evidente aquí y lugar fundamental de reflexión profética.18

Para iluminar esta centralidad de la infancia en la pastoral y


la reflexión bíblico-teológica, conviene recordar siempre que

hay un camino en el que Dios es necesariamente


radical e inflexiblemente parcial: el terreno de la
justicia. Ahí Dios se posiciona al lado de la justicia
y contra la injusticia, sin la menor concesión, sin la
menor “neutralidad” y sin sencillas “preferencias”. Dios
está en contra de la injusticia y se pone al lado de los
“ajusticiados” (las víctimas de la injusticia). Dios no
hace ni puede hacer una opción preferencial por la
justicia,19

al contrario, se identifica con ella “posicionándose radical-


mente en contra de la injusticia y asumiendo de una manera
total la causa de los ajusticiados”20.

Para cumplir su misión de defender la alianza (berith–tyri-


18 Para profundizar, leer I., Gass. “A Palabra de Yahweh es un proyecto de
vida”, Profecia e Esperança: um tributo a Milton Schwantes”, Sáo Leopoldo,
RS, Oikos Editora 2006, pp. 112-124.
19 Quien opta “preferentemente” por la justicia opta también, aunque
sea menos preferentemente, por la injusticia. En el dilema justicia-
injusticia no hay “simples preferencias” posibles: la opción está ante
alternativas de una disyuntiva excluyente.
20 L., Vigil. A oção pelos pobres é opção pela justiça, e não é preferencial.
Para un nuevo enfoque teológico-sistemático de la opción por los pobres,
ver [http://servicioskoinonia.org/relat/371p.htm].

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 241

be) el profeta tiene como punto de partida un suelo social,


espiritual y teológico, en el que bebe para seguir fiel al Dios
del Éxodo y en la lucha por la conversión de todas las perso-
nas. El profeta solamente puede hacer lo que hace porque
tuvo una experiencia profunda de Dios. Y no de un dios cual-
quiera, sino del Dios que es AMOR incondicional:

Y dijo Yahweh21 (hwty): He visto la humillación


de mi pueblo en Egipto y he oído su clamor cuando
lo maltrataban sus capataces. Yo conozco sus
sufrimientos. He bajado para librar a mi pueblo
de la opresión de los egipcios y para llevarlo a una
tierra grande y fértil, a una tierra que mana leche y
miel, al lugar que ocupan los cananeos, los heteos,
los amorreos, los fereceos, los heveos y los jebuseos.
El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y
he visto la opresión a que los egipcios los someten.
Ve, pues, yo te envío al Faraón para que saques de
Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. (Ex. 3,7-10)

Dios es Yahweh (hwhy) y no hay otro (Ex. 20,2 y Dt. 5,6). Él


se apasiona (Os. 1,3), se compromete y se entrega gratuita e
incondicionalmente al mundo y a la humanidad en una efu-
sión de amor y enamoramiento (heded – ds,x) que no pode-
mos perder en nuestros horizontes de lucha. Esta experiencia
de gracia y ternura libera. Esta experiencia hace que el profe-
ta se sienta entusiasmado por seguir el trabajo de liberación
empezado por Dios. “Pobre de mí si no anuncio el Evangelio”
(1 Cor. 9,16). La memoria emerge, la experiencia de ESE Dios
(y no otro) y de su voluntad no se compagina con la realidad
que se está viviendo.

A través de esa confrontación, el profeta empieza su mi-


sión de ser testigo de la alianza y exigir su cumplimiento. Tene-
mos que “ser santos como nuestro Dios es santo (Lv. 11,44 y
Mt. 5,48) y eso molesta a mucha gente, sobre todo a los que
insisten en mantener la “monarquía” como sistema de la vo-
luntad divina. Por eso los reyes y los sacerdotes (y los profetas
del templo) estarán siempre en conflicto con el movimiento
21 No hablamos aquí de un Dios cualquiera, sino de hwhy, aquel que,
en contra del sistema de Egipto, se reveló a Moisés y a su pueblo en la
zarza ardiente. Aquel que va a la lucha, que no quiere la opresión, cuya
experiencia cambia la teoría y la práctica de las personas a las que él
encuentra (llama).

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242 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

profético de resistencia popular.

El modo como la monarquía está organizada y la forma de


Mirar... gobierno de los reyes no ayudan en este camino de santidad.
Los elementos aportados Al contrario, cada vez más llevan al pueblo a la prostitución22
por el texto como gracia, y a la distancia de Dios. Los pobres aumentan y la explota-
liberación, ternura, entusias-
mo, y demás, son incluidos ción llega a niveles insoportables. Hay personas que hasta se
en este movimiento proféti- acostumbraron a que existan pobres. Se suele oír como una
co como resistencia popular.
costumbre: “esto es así”, “es inútil luchar contra los podero-
sos…” Quien piensa así, reproduce el discurso del dominador,
Revisar... experimenta en su vida la rotura de la alianza, admite que la
El texto nos señala la rela- fuerza del pecado es siempre mayor que la gracia: tendría-
ción entre el movimiento mos que ser algo que no logramos ser. Entonces, el recuerdo
transformador y el cuerpo,
y las relaciones entre las per- del Deuteronomio se hace fuerte y exige una actitud:
sonas y el planeta.

¿Cómo se promueve esta


“Si se encuentra algún pobre entre tus
relación con el cuerpo, las hermanos, que viven en tus ciudades, en la
personas y el planeta en la
iglesia y la comunidad de fe? tierra que Yahweh te ha de dar, no endurezcas
el corazón ni le cierres tu mano, sino ábrela y
préstale todo lo que necesita”. (Dt. 15,7-8)

El camino de vuelta al proyecto (y por tanto al corazón de


Dios) sólo puede hacerse en un proceso comunitario y amo-
roso. La experiencia bíblica, y también nuestras vidas, de-
muestran que únicamente el amor (la relación) convierte. No
podemos cambiar algo ni a nosotros mismos sino en la rela-
ción con nuestro cuerpo, con el cuerpo social, con el cuerpo
eclesial, con el cuerpo planetario y con el cuerpo cósmico.
Por ello, los profetas estaban apasionados de manera eróti-
ca23 y energética (como Jesús) porque estaban en relación
con Dios, con el pueblo y consigo mismos. “La relación exige,
en el movimiento profético, que pasemos por tres caminos
fundamentales: el camino de la justicia, el de la solidaridad
y el de la mística24. Dios se ofrece a sí mismo en una relación
inédita y erótica.
22 Prostitución se entiende aquí mucho más que sencillamente como
una actitud de orden moral, del cuerpo individual. En la tradición bíblica,
la prostitución (cf. Oseas) significa abandonar el modo de vivir (la ética y
la política) con justicia y adoptar modos de vivir que siguen sacralizando
la opresión y el sistema de privilegios. Por ello es fundamental que nos
preguntemos siempre en qué dios creemos.
23 Para profundizar, ver M., Maçaneiro. Mística e erótica, Ed. Vozes, Rio
de Janeiro.
24 V V. AA. A Leitura profética da história. Coleçáo Tua Palabra é Vida, vol.
3, 2.ª ed. Sáo Paulo, Brasil, CRB / Loyola, 1994

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 243

7. Defender la vida, especialmente la de los niños.


Experimentar a Dios
“El rey de Egipto dio orden a las parteras de las Revisar...
hebreas, una de las cuales se llamaba Séfora25y la Dentro del discurso religioso
otra Fuá26, diciéndoles: Cuando asistan a las hebreas, y la práctica en la iglesia y la
comunidad de fe, ¿cómo se
fíjense bien en el momento en que dan a luz: si es conceptualiza la defensa de
niño, háganlo morir; y si es niña, déjenla con vida. la vida digna?

Pero las parteras temían a Dios y no hicieron lo


que había mandado el rey de Egipto, sino que dejaron
con vida a los niños”. (Ex. 1,14-16)

“Un hombre de la tribu de Leví se casó con una


mujer de su misma tribu. La mujer dio a luz un hijo, y
viendo que era hermoso, lo tuvo escondido durante
tres meses. Como no podía ocultarlo por más tiempo,
tomó un canasto de papiro, le tapó los agujeros con
alquitrán y brea, metió en él al niño y lo puso entre
los juncos a la orilla del Nilo. La hermana del niño se
quedó cerca para ver qué pasaba. La hija del faraón
bajó a bañarse en el río, y mientras sus sirvientas
se paseaban por la orilla, divisó el canasto entre los
juncos y envió a una criada a buscarlo. Cuando lo
abrió, se dio cuenta de que era un niño que lloraba.
Se compadeció de él y exclamó: ¡Es un niño hebreo!
Entonces la hermana del niño dijo a la hija del
Faraón: “¿Quieres que vaya a llamar a una nodriza
de entre las hebreas para que te críe este niño? “¡Ve!”,
le contestó la hija del Faraón. (Ex. 2,1-8)

Ireneo de Lyon, obispo del siglo II, afirmaba en su tiempo


que “la gloria de Dios es el hombre vivo”. Esta afirmación ca-
tegórica refleja la influencia de la tradición profética en su
espiritualidad y en las prácticas de las Iglesias bajo su super-
visión.

La preocupación por la vida digna del ser humano es una


constante en la revelación de Dios y del espíritu profético
que atraviesa toda la Biblia y nuestra tradición teológica. De-
fender la vida de las personas no es una opción: es un impe-
rativo, es algo ontológico para aquel que cree que Dios se
25 Séfora = ser bella / justa / buena.
26 Fuá = es espléndida.

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244 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

revela en los caminos de lo cotidiano de la Historia. Dios es


el Dios de la Historia. Es la historia del “amor de Dios que nos
salva, y de nuestra respuesta, que es siempre parcial y herida
por el pecado” 27.

El ser humano (hombres y mujeres) es la imagen y seme-


janza de Dios (cf Gn. 1, 26), es criatura formada por las ma-
nos que dieron forma al deseo apasionado del gran alfarero /
Dios (Gn. 2). Tenemos en nosotros el soplo de Dios, el aliento
que da vida (neshamah–hm’v’n>), lo que significa en último
término que llevamos dentro de nosotros algo que provie-
ne de Dios, de su intimidad: su aliento. Dios se vinculó a su
Posibilitar... creación de tal manera que herirla es herirle a él. No respe-
¿Desde la estructura de la tar el derecho humano a una vida digna es ir en contra de la
iglesia y la comunidad de fe, esencia del Dios de la vida: amor incondicional y pleno que
cómo se puede concretar la
propuesta del autor de una dignifica la vida. Defender la vida es dar gloria a Dios.
espiritualidad que implique
la praxis?
Ese es el motivo por el que el movimiento profético y toda
la tradición de las Iglesias cristianas tienen en su depósito de
fe y de espiritualidad la indisolubilidad entre la fe y la política.
Se entiende aquí la política como toda forma de esfuerzo por
organizar las sociedades y la vida común, donde la opresión
y las desigualdades no sean la “norma”, el “canon cotidiano”.
Por ello, el movimiento profético es un movimiento popular
de resistencia básicamente de orden político. Dios creó el
mundo de una manera: para la vida y la dignidad. La libertad
del ser humano, en realidad la ambición de una parte de esa
humanidad, acabó estropeando las relaciones armónicas. La
profecía se levanta como la voz de Dios en gestos, palabras y
símbolos humanos para recordar los principios fundamenta-
les de la experiencia de Dios que da origen al mundo y a las
relaciones entre los seres humanos y la naturaleza.

Si leemos con atención el relato del Gn. 2,4-25, nos damos


cuenta de algunos aspectos paradigmáticos que tenían que
ser recordados durante la monarquía al conjunto de la comu-
nidad. Lo mismo vale para nosotros hoy. La palabra es “antor-
cha de mis pasos, luz de mi camino” (Sal. 119,105), es aquello
que hacía arder nuestro corazón mientras escuchábamos (Lc.
24,32) y que nos hace recuperar nuestra principal vocación
(llamada de Dios): gritar indignadamente contra la opresión
27 Bingemer, C. Um rosto para Deus?, Sáo Paulo, SP, Paulus, 2005, pp. 45-
46.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 245

y contra los opresores. Esto lo aprendemos de Dios. De Jesús


aprendemos este camino de lucha incondicional por la vida
de las personas y del planeta.

Lo que salió de la boca y de las manos de Dios (Gn. 1 y 2):

* Dios necesita compañía, por eso creó el mundo. Es inte-


resante, y a veces perturbador, pero Dios tiene un “pro-
yecto de colaboración” por el que nos diseñó para que
trabajáramos junto a él. Él desea contemplación, amor,
cariño, fidelidad. Ahí está, pienso yo, el poder de Dios: el
poder de relacionarse. Y fue él quien tomó la iniciativa.
La primera palabra es de él. Nosotros sencillamente res-
pondemos (o no).

* El ser humano tiene el “aliento” de Dios para que viva.


Amenazar la vida humana y el planeta es amenazar a
Dios.

* El ser humano, los cuerpos de las personas han sido Revisar...


creados para vivir, no para morir. Dios no es el Dios de la ¿En la iglesia y la comunidad
muerte, sino el Dios que da la vida y lucha por la vida de de fe, cómo se ha concebido
esta dimensión creadora
los más necesitados en primer lugar. Por ello, la tradición y protectora de la persona
del Génesis se conecta con la tradición profética. como semejanza de Dios?

* Los hombres y las mujeres fueron creados con la misma


dignidad. No es aceptable que exista cualquier tipo de Posibilitar...
sistema que privilegie a los hombres (las personas del ¿Qué estrategias articular
sexo masculino). Si hay opresión, discriminación o se- para fomentarla?
gregación, esto es algo ultrajante hacia el espíritu ma-
terno y amoroso de Dios.

* Hombres y mujeres fueron creados para cuidar unos de


otros y cuidar del planeta. El cuidado es el principio ético
que tiene que ser el orientador de nuestra praxis hoy.

* Dios se encarnó en forma humana. El niño es el centro,


el origen y el destino de la práctica de la fe. Ser como
niños, defender a los niños, situarlos en el centro de la
comunidad, evitar disputas, evitar privilegios, estar aten-
tos a las necesidades de los niños aun cuando no parece
haber ninguna. Aprender de los niños la alegría de la no-
vedad, la sinceridad de las palabras y gestos, la habilidad

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246 Glorificar a Dios en la defensa de la vida

de transgredir y descubrir gracias a su curiosidad innata.

La tradición bíblica nos enseña que Dios es siempre aquel


que defiende a los más necesitados. Cuando Abraham esta-
ba en apuros en Ur, Dios lo llamó y lo acompañó en el camino
(Gn. 12,1-9). Sin embargo, en el momento en el que Abraham
(o la situación a la que se vio obligado) mintió y no protegió
a su mujer Sara de los “servicios” del Faraón, Dios salió en de-
fensa de ella (Gn. 12,10-20). En esta historia, Sara entra muda
y sale callada, pero es sin duda el centro de la narración. A
su vez, cuando Sara oprime a su esclava Agar y la echa de la
casa, Dios consuela a Agar (Gn. 21,1-11). Cuando Agar aban-
dona a su hijo en el desierto para que se muera, y después se
va a llorar lejos, Dios escuchó el grito del niño y lo salvó (Gn.
21,14-17).

8. Cuidado: exigencia ética y estética


Hay algo más sobre la gracia de Dios que se manifiesta en
el cuidado hacia los cuerpos heridos y necesitados. Luchar
por los derechos humanos y los del planeta y por una vida
digna en todos los niveles es el sudor nuestro de cada día, es
nuestra inspiración y nuestra respuesta a la llamada de Dios
indignado con la opresión (Ex. 1-3; Lc. 22), con la acumula-
ción de cosas (Ex. 16; Stg. 5) y con la manipulación religiosa
/ ideológica que pretende sostener el sistema de exclusión
y muerte de la mayoría de la población del planeta (Oseas,
Amós, los Evangelios).

Revisar... No podemos olvidar de ninguna manera que “la revelación


¿Cuántas de estas imágenes bíblica nos muestra el rostro de un Dios que está lejos de ser
de Dios que nos ha dibujado alguien ajeno al sufrimiento humano, cuyas trascendentes
el texto se pueden encontrar
en el discurso religioso y se entrañas no se conmueven ni se emocionan con lo que ocu-
encarnan en las prácticas de rre en la creación. El Dios bíblico no es un absoluto anónimo,
la Iglesia y la comunidad?
un concepto general, sino un Dios vivo, personal, con nombre
propio e identidad, que hace ver su rostro y dice su nombre.
Ese Dios se relaciona fuera de sí mismo, con relaciones per-
sonales estructuradas, con nombre propio. Dios camina con
Posibilitar... su pueblo, padece con su pueblo”28. Dios “quiere que toda la
¿Cómo incorporar en las humanidad se salve y llegue al conocimiento de la verdad” (1
distintas celebraciones de Ti. 2,4).
la Iglesia la corporeidad de
Dios en la creación y en la
vida en general?
28 M., Bingemer. Un rosto para Deus?, Sáo Paulo, SP, Paulus, 2005, pp. 71
y 73.

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Glorificar a Dios en la defensa de la vida 247

La historia de la salvación es una historia de gracia y de


gratuidad. Así es como Dios se revela y exige de sus hijos e
hijas ese mismo espíritu en el día a día. Una tarea difícil en un
mundo globalizado y de ideología neoliberal tan arraigada
en los cuerpos de las personas.

Dios se hizo carne, se hizo cuerpo. Dios se hizo niño. Niño


que está en el centro de la fe, que desobedece a sus padres y
se va solo al templo, que tiene iniciativa y desde muy pronto
se preocupa en buscar aquello a que tiene derecho en este
mundo.

Rubem Alves, en una hermosa meditación, recuerda que

“cuerpo: imagen de Dios. Se encarnó. Cuerpo,


nuestro destino, destino de Dios. Esto es bueno.
Eterna divina solidaridad con la carne humana… El
cuerpo no está destinado a elevarse sobre el espíritu.
Es el espíritu quien elige hacerse visible en el cuerpo.
29

Impresiona la capacidad de Dios que nos envuelve, casi


simbióticamente, en su creación. Cuerpo de la Tierra. Cuerpo
de la humanidad.

“Tengan entre ustedes los mismos sentimientos


que tuvo Cristo Jesús. Él, siendo de condición divina,
no se aferró, a su categoría de Dios, sino que se
despojó de su rango y tomó la condición de siervo
y llegó a ser semejante a los hombres. Habiéndose
comportado como hombre, se humilló y se hizo
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. (Fil.
2,5-8)

El cuerpo deja de ser el lugar de la negación y del sufrimien-


to y pasa a ser el locus privilegiado (y privilegiado por Dios)
de la revelación y del anuncio de novedades. El movimiento
profético se caracteriza por la intensa y atenta preocupación
por la opresión que se ejerce sobre los cuerpos del planeta,
de las personas, hijos e hijas de un Dios que los creó para la
vida. La vida y la praxis de Jesús, a partir de lo que conoce-
29 R. Alves. Meditaçòes. Creio na ressurreição do corpo. São Paulo, SP,
Paulus, 2006, p. 51

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mos de los Evangelios, insisten, de manera llamativa, en que


el cuerpo necesita ser curado, salvado y da ejemplo de cómo
hacerlo, hasta el punto de asumir incluso las últimas conse-
cuencias el “sacro-oficio” que lo llevó a ser asesinado por las
fuerzas del imperio y de la religión.

Revisar... La imagen del niño como “paso hacia el Reino” cuestiona


¿Qué elementos de nuestra nuestra razón adulta. En muchos espacios, el niño no puede
estructura adulta eclesial ser niño, se le coacciona a “no-ser” y él se siente violentado
desafía la niñez latinoame-
ricana? porque no logra ser lo que es: un niño. Su presencia desa-
fía y replantea nuestra manera de ser hombres y mujeres
¿Qué concepto de misericor- en el mundo. Los niños normalmente suavizan la dureza de
dia propone el texto?
nuestras acciones, rompen nuestros horarios rígidos y “se-
rios”, envían a los adultos literalmente al suelo, para jugar y
Posibilitar... dialogar en pie de igualdad, en un espacio donde es el niño
¿Cómo promover tanto en quien ordena y coordina lo que ocurre. Él dicta reglas, cam-
los espacios de producción bia reglas, crea reglas. El niño es la memoria revolucionaria
simbólica como en los de
formación religiosa las ca- y perturbadora, a veces, de que necesitamos recuperar de
racterísticas de la niñez que vuelta nuestra humanidad. De que la razón cartesiana e ilu-
nos aporta el autor?
minista no puede hablar en el ambiente infanto-juvenil de la
manera como nos gustaría. Menos mal que “el Espíritu sopla
donde quiere” y desestabiliza nuestras certezas y nuestros
mundos centrados en productividad. El niño nos devuelve la
capacidad de contemplar. Cambia nuestra visión del mundo
y nuestra experiencia de Dios. Es bueno pensar un poco más
sobre esto.

9. Misericordia, Dios mío. El útero de Dios: genera-


ción de la vida plena
En el Evangelio de Lucas, la misericordia ocupa un lugar
central en la teología y en la redacción del texto, y, por lo tan-
to, en la vida espiritual / de lucha por los derechos humanos y
del planeta en las comunidades de ayer y de hoy. Ella (la mi-
sericordia) no se nos presenta como el contrapunto de la ley
y del sacrificio, como en el Evangelio de Mateo, que se inspira
en el profeta Oseas (Mt. 9,13 y Os. 6,6: “Misericordia quiero, y
no sacrificios”)30.

En Lucas, la misericordia se nos presenta como un princi-


30 Para ver las diferencias entre las parábolas de Lucas y los demás
evangelistas, Michel, Gourgues. As parábolas de Lucas: do contexto
àsressonâncias. Sáo Paulo, Loyola, 2005. Una buena parte de las
referencias aquí presentadas sobre las parábolas del buen samaritano y
del hijo pródigo también se han tomado de este libro.

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pio, según el cual la Iglesia naciente (y la de todos los tiem-


pos) se tiene que organizar. La misericordia es el llamamiento
(y el testimonio inspirador y conspirador) para que las igle-
sias y los movimientos sociales caminen al encuentro del
otro, especialmente del otro maltratado y herido, excluido de
las mesas y de las posibilidades mínimas de poder tener una
vida digna, de acuerdo con el espíritu de la creación.

El Evangelio entiende la misión de la Iglesia como una Revisar...


misión de misericordia, de búsqueda amorosa del prójimo. ¿En el discurso religioso y en
Quizá por esto se comprendan mejor los motivos por los que las prácticas eclesiales, cómo
se vivencia el amor como mi-
la conocida parábola del buen samaritano se encuentra en sión dentro de la espirituali-
el capítulo 10, el mismo donde hallamos el relato del envío dad cristina?
misionero de los 72 discípulos (Lc. 10,1-16) y la proclamación
del amor a Dios y al prójimo como el gran mandamiento.

La Misión y el compromiso con movimientos de lucha por Posibilitar...


la vida, hacia los más necesitados y empobrecidos, y por el ¿Cómo articular las acciones
cuidado de la creación también se configuran en la espiritua- pastorales con otros movi-
mientos populares para dar
lidad judeocristiana como una exigencia de la fe y no como vida a la misión de amor
opción de camino. Es inaplazable trabajar por la justicia y en la praxis que propone el
texto?
para que el movimiento de los cuerpos personales, de los
cuerpos organizados en movimientos populares y del cuer-
po del planeta continúe en dirección de la vida plena.

La parábola del samaritano es la primera del ciclo de la


subida a Jerusalén (Lc. 9, 19) que ocupa la mayor parte del
Evangelio.

Parece que Lucas quiere llamar nuestra atención sobre el


hecho de que el camino que existe hasta Jerusalén (lugar de
cruz y resurrección, es decir, el punto más elevado del men-
saje de Jesús) tiene que recorrerse siempre con los pies de la
fe, del desasimiento y, sobre todo, de la misericordia. Acor-
démonos de que la experiencia de la resurrección de Jesús,
al final del libro, también se cuenta como un camino entre /
hacia Jerusalén (Lc. 24,13-35).

10. El samaritano: ejemplo de discipulado y apos-


tolado
Tenemos que tener mucho cuidado al titular los relatos bí-
blicos, en especial las parábolas. Cuando llamamos el texto
de Lc. 10,29-37 “la parábola del buen samaritano”, la palabra

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“buen” insinúa que aquel samaritano era una excepción, que


lo normal sería que los samaritanos fueran malos. Corregido
este primer prejuicio, vamos a detenernos un poco más so-
bre él.

Jesús, al contestar a la pregunta de un doctor de la ley sobre


los mandamientos de Dios, recuerda que lo fundamental para
que alcancemos la vida eterna es amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como a uno mismo. Amor que no es, en la
espiritualidad judeocristiana, un mero sentimiento abstracto,
sino que toma cuerpo en el comportamiento y en las posicio-
nes políticas asumidas por los miembros de la comunidad. In-
cluso al decir lo obvio, que cualquier judío religioso de la época
sabría, el doctor de la ley se sintió molesto e insistió en el deba-
te, preguntando quién sería ese prójimo al que había que amar
con tan gran amor. Atención a la pregunta del doctor de la ley:
¿“Y quién es mi prójimo?” (Lc. 10,29). Así planteada la pregunta,
desde la mirada del creyente se entiende el prójimo como la
Revisar... persona que desea seguir el mandamiento. El prójimo que hay
¿Cuánta aproximación al que amar es aquel que es el prójimo del creyente.
“otro” se promueve en la
iglesia y en la comunidad
de fe? En una articulación literaria brillante, Lucas nos presenta a
Jesús no sólo invirtiendo las palabras, sino la misma lógica del
seguimiento del mandamiento del amor. Jesús pregunta al
Posibilitar... final de la parábola: “¿Quién fue el prójimo del hombre que
¿Qué cambios se requieren cayó en manos de los malhechores”? (Lc. 10,36). El prójimo
para cumplir este desafío entonces ya no se debe entender necesariamente desde el
que nos hace el texto sobre
conocer al prójimo? creyente (y de su creencia), sino a partir del contexto, de las
condiciones de necesidad y sufrimiento.

Jesús anuncia así que el desafío no consiste en descubrir


quién es nuestro prójimo para después amarlo, sino en ha-
cernos nosotros prójimos de los que necesitan, de los que
están caídos al borde del camino, como resultado del amor
que existe en nosotros. El hombre caído y malherido no tenía
la menor proximidad o semejanza con el samaritano, sin em-
bargo, su condición de abandono y sufrimiento hizo que el
samaritano interrumpiera su camino, cambiase su agenda y
se hiciese prójimo de la persona necesitada. El prójimo ya no
es el que cree como yo, que piensa como yo, que pertenece
al mismo grupo al que yo pertenezco. El prójimo pasa a ser
justamente aquel(la) que es diferente a mí, desconocido, en
una diferencia desigual que lo coloca en una situación de su-

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frimiento, violencia y muerte.

El texto también nos presenta una hermosa e interesante


propuesta de cuidado hacia el prójimo. Tres de los nueve ver-
sículos del relato están dedicados a la descripción de la diná-
mica de cuidado del samaritano hacia el hombre herido. Es
decir, nos presentan los pasos necesarios para quien quiere
hacerse prójimo en una relación de amor y cuidado:

“Un samaritano que iba de viaje, sin embargo,


se acercó, lo vio y se compadeció. Se le acercó, curó
sus heridas derramando aceite y vino y se las vendó.
Después lo colocó en el mismo animal que él montaba,
lo condujo a una hospedería y se encargó de cuidarlo”.
(Lc. 10 33-34)

Los dos primeros verbos (iba y vio) repiten la fórmula an-


terior del sacerdote y del levita. La diferencia del samaritano
empieza cuando él se compadece. Jesús se compadeció innu-
merables veces. La compasión provoca un movimiento excén-
trico, hacia fuera de uno mismo y de su contexto, de su zona de
bienestar. Este primer movimiento, un movimiento de com- Posibilitar...
pasión y misericordia, desencadena una serie de acciones, de ¿Cómo incorporar esta
cuidados, que completan la matemática (y simbólica) cadena compasión en las prácticas
pastorales, incluso en la for-
de siete verbos: mover, aproximar, cuidar, derramar, colocar, mación para la fe cristiana?
conducir, dispensar31.

Lucas, al presentarnos el camino de Jesús como un cami-


no de amor al prójimo, de misericordia, nos invita (convoca) a
hacer de nuestra misión una misión de cuidado. Convertir el
mensaje de Jesús en acciones y no solamente en palabras y
discursos. La Palabra de Dios, que es Jesús y su mensaje, debe
traducirse en acciones, en verbos: se trata de sufrir junto a los
caídos al borde del camino y de cuidarlos, haciendo que reco-
bren la vida (resucitando).

11. Señalando caminos y cuestiones


Como colaboradores del Reino y de la profecía, tenemos
que celebrar con firmeza y excentricidad la naturaleza mi-
sionera de la fe y la exigencia del compromiso de nuestros
cuerpos, mentes y discursos en los movimientos sociales que
31 Cf. J., Sobrino. La Iglesia samaritana y el principio-misericordia.
Santander, Sal Terrae, DL, 1992.

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luchan por los derechos. Y no olvidar nunca: los niños están


en el centro de la comunidad, en el centro de nuestras aten-
ciones. Jesús se encarnó en el niño que vino a liberar y redi-
mir al mundo y señaló a los niños como portadores del Reino
y criterio para su revelación.

El que espera en Cristo no puede seguir aceptando la


realidad tal como se presenta, sino que empieza a sufrir sus
consecuencias y a oponerse a ella. La paz con Dios significa
conflicto con el mundo. Los cristianos pertenecen a Cristo, no
al César (Mt. 22,17-22 y paralelos). “No pueden servir a dos se-
ñores” (Mt. 6,24). Tienen un compromiso, el de instaurar los
valores del Reino. No hay otra posibilidad sino resistir a las
fuerzas del mal. Su vocación se caracteriza por este imperati-
vo de resistencia. La resistencia es una actitud en defensa de
la plenitud de la vida. Es toda actitud, es acción, individual y
colectiva, que se opone a las fuerzas que amenazan a los seres
humanos y a la obra creadora de Dios en el mundo (entre esas
amenazas concretas se encuentran la explotación económica,
la marginación y la persecución a las personas.

Por esto, el hecho de que los cristianos estén llamados a


ofrecer resistencia no debería siquiera considerarse como un
tema de discusión en la comunidad cristiana. Donde quiera
que las leyes de la sociedad violen de una manera flagrante
y sistemática la ley de Dios, no tendría que caber la menor
duda sobre cuál es el deber del cristiano. Hay muchas situa-
ciones en la vida en las cuales obedecer a Dios exige desobe-
decer al César. Legalidad no es lo mismo que legitimidad. La
desobediencia civil se convertirá en una cualidad necesaria
de la misión cristiana siempre que las leyes de la sociedad
perjudiquen gravemente a los seres humanos. Tales leyes
son “leyes ilegales”, leyes de opresores criminales. Los seres
humanos tienen la obligación moral de oponerles resisten-
cia. “Hay que obedecer a Dios antes que a las personas” (Hch.
5,29). Esto fue lo que descubrieron los primeros cristianos
cuando empezaron a vivir la nueva vida de Cristo.

San Benito, en el prólogo de su Regla nos pide:

Y buscando el Señor a su obrero en la multitud


del pueblo al que clama estas cosas, dice además:
“¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea vivir

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días felices?” Si, al oírlo, contestas: “Yo”, Dios te dirá: “Si


quieres poseer la verdadera y perpetua vida, guarda
tu lengua de decir el mal y que tus labios no profieran
la falsedad; apártate del mal y haz el bien, busca la
paz y síguela”.

Este no es un texto de conclusiones. Es un texto de provo- Posibilitar...


cación a la reflexión y al debate. Por eso me gustaría terminar ¿Cómo comprender y mate-
esta meditación con dos oraciones: rializar esta desobediencia
civil dentro de las prácticas
pastorales, incluso eclesia-
Salmo 131 (Latina) les?

Desde el abismo clamo a ti, SEÑOR.


SEÑOR, escucha mi voz,
que tus oídos pongan atención a mi voz
suplicante.
SEÑOR, si no te olvidas de las faltas,
¿quién podrá subsistir?

Pero el perdón se encuentra junto a ti,


por eso te veneran.
Espero en el SEÑOR,
mi alma espera y confía en sus palabras.
Mi alma aguarda al SEÑOR
mucho más que a la aurora el centinela.
Como aguarda a la aurora el centinela,
así espere Israel en el Señor,
porque el SEÑOR tiene la misericordia Posibilitar...
y hay en él abundante redención. ¿En qué momentos de la
El SEÑOR dejará libre a Israel liturgia, incluso de la praxis
cristiana, se pueden aprove-
de todas sus maldades. char textos como estos?
Te llamamos, Señor.32
¿Cómo encarnar las palabras
del salmo y el poema?
¡Qué hermosos e infinitos son tus nombres, oh
Señor Dios!
Te llamamos por el nombre
de nuestros deseos más profundos.
Las plantas, si pudieran orar,
te invocarían con la imagen de sus flores más
32 En el versículo siguiente (35) se repite la matemática de los siete
verbos: “Al día siguiente, sacó dos monedas, se las dio al hospedero,
diciéndole: Cuídalo, y lo que gastes de más, yo te lo pagaré a mi vuelta.”

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bellas
y dirían que tienes el más suave perfume.
Para las mariposas, Tú serías una mariposa,
la más hermosa de todas, con los más brillantes
colores,
Y tu universo sería un jardín.
Los que tienen frío te llaman Sol…
Los que viven en el desierto,
dicen que tu nombre es Fuente de las Aguas.
Los huérfanos dicen que tienes cara de madre…
Los pobres te invocan como Pan y Esperanza.
Dios, nombre de nuestros deseos…
Tantos nombres cuantos son nuestras
esperanzas y deseos…33
Poema. Sueño. Misterio

Paulo Ueti teólogo, biblista, asesor de la Pastoral da Criança


de la CNBB (Brasil), colabora con el Centro de Estudios Bíbli-
cos (CEB), es miembro fundador de la Associaçao Brasileira
de Pesquisa Bíblica (ABIB) y socio de la SBL (Society of Biblical
Literature), EUA. Vive en Brasilia- DF / Brasil. Email:pauloueti@
gmail.com

33 R., Alves. (org). Culto arte: celebrando a vida-advento / epifania,


Petrópolis. Vozes, 1999.

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Mapa
El autor ha hecho un gran recorrido desde los textos bíblicos, la reflexión teológica y la praxis. Para él, ello implica un cambio de paradigma, no
sólo adultocéntrico sino social, para tratar de incluir la niñez como sujeto en lo religioso.

Con este mapa conceptual se ha elaborado una ruta a partir de los apuntes, esperando que sirva para recuperar ideas globales del texto, pero
también que el lector tenga sus propias percepciones y las contextualice en su realidad.

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1. ¿Qué ideas clave y cuestionamientos generales podemos retomar del texto


para el trabajo teológico, bíblico y pastoral?

Hay muchos conceptos, aclaraciones, pasajes y demandas que el autor nos explicita
en su escrito. Muchos de los cuales implican reflexiones, incluso transformaciones, en
las prácticas como iglesia y comunidad de fe.

¿Cómo llevar todos estos aportes a la iglesia y a la comunidad de fe?

2. ¿Qué implicaciones tienen los aportes del autor para materializarlos en la


iglesia y la comunidad de fe?

Entre los aportes que nos brinda el texto hay demandas y críticas profundas que tie-
nen que ver con las nociones mismas de ser Iglesia.

Los cuestionamientos son fuertes y profundos para una iglesia y comunidad de fe


preocupadas por los temas de la niñez y que al mismo tiempo se rigen por un paradig-
ma adultocéntrico de poder.

Ante este panorama, ¿cómo se ve la factibilidad de materializar estos cambios?, ¿qué


procesos se podrían iniciar para implementar estas nuevas ideas como ejemplo?

¿Cómo contextualizar este trabajo en cada iglesia y comunidad de fe?

3. ¿Qué líneas de acción se pueden establecer a partir de las reflexiones del tex-
to?

Siempre desde la pedagogía de la ternura se van a articular algunas ideas para en-
marcar la reflexión final de los aportes del autor.

4. La recuperación de la subjetividad (lo afectivo) en todas las prácticas y dis-


cursos.

El autor hace una serie de caracterizaciones de la niñez que son altamente valoradas
a nivel bíblico y en el mensaje de Jesús. Además, una serie de cuestionamientos respec-
to a la adultez y las posiciones hegemónicas.

La tarea que nos deja es cómo superar ese paradigma adultocéntrico y recuperar la
comprensión infantil de fe, de mundo y de su realidad, para desarrollarlo dentro de
las prácticas religiosas. Se propone hacer lecturas desde estas nociones infantiles que
enriquezcan el mundo adulto de concebir la fe.

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1. La reconceptualización de la niñez como sujeto (persona plena que goza


de derechos e intereses propios).

A la luz de las palabras mismas de Jesús en los Evangelios, el autor nos hace
un llamado contundente a adentrarnos a ese universo infantil que parece no ser
relevante para el adulto. Nos dibuja un niño y una niña dotados con un valor y
protagonismo fundamentales en la experiencia de fe. Son el centro en el Reino
de Dios. Lo anterior, cuestiona fuertemente nuestra noción de niñez, a la luz
de la fe, y nos hace pensar el lugar que tienen dentro de la estructura eclesial,
teológica y pastoral.

2. Abrir espacios de protagonismo infantil en las estructuras prácticas


cotidianas en la comunidad (promover la autonomía y toma de decisión).

¿Cómo darles ese espacio céntrico que Jesús enfatizó? ¿Cómo ponerlos
actualmente como modelos en nuestras estructuras eclesiales y nuestras
prácticas pastorales?

¿Cómo materializar el sentido de ser niño o niña para entrar al Reino?

¿Cómo legitimar esos espacios infantiles dentro de las estructuras de


participación, incluso de poder y toma de decisiones?

3. Renovar el lenguaje que posibilite el cambio en las formas de interacción


con la niñez para darle su espacio propio dentro de la Iglesia en la pastoral, así
como en la teología (que se vivencien en forma de caricia verbal).

El autor nos habla del cuerpo y la aproximación del cuidado, así que
el lenguaje predominante en la propuesta que nos hace este texto es la
corporeidad del amor y del compromiso cristiano en la defensa de la niñez. La
caricia, en este sentido, es más física que verbal.

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Conclusiones

Desaprendiendo la adultez, a manera de conclusiones…

Sobre la niñez en América Latina y en las iglesias


* La niñez ha sido un tema de interés en las iglesias desde los años sesenta, no ha
sido ignorada, y en América Latina ha recibido especial atención. En el texto “La
centralidad de la niñez en la pastoral de la Iglesia”, de Leonidas Ortíz, vemos cómo
va tomando relevancia en las discusiones pastorales y eclesiales, al punto de que,
en torno al tema, han surgido numerosas organizaciones e instituciones a través
de los años, dando lugar al Programa de Pastoral Social de la Infancia ¿Qué tareas
nos quedan por hacer? ¿Cuáles están vigentes todavía? En este camino aún falta
mucho por descubrir.

* El rostro de Jesús está en la niñez latinoamericana. El panorama que María Clara


Bingemer nos dibujó es triste, pero a la vez esperanzador. Como ella misma dice,
estos pueblos traen la semilla de la esperanza. Y aunque las situaciones puedan
ser terriblemente desoladoras para nuestra infancia, el mensaje de Jesús nos trae
el Reino de Dios en esos pequeños cuerpitos ultrajados por la violencia, el hambre
y la exclusión social. ¿Cómo asumir la tarea de superar lo aterrador y vivir de la
esperanza? El texto de Bingemer concluye que este es un reto que podremos des-
cubrir en los rostros de la infancia.

* La danza que propuso Elizabeth Salazar Sanzana nos lleva de la mano a esa es-
peranza, a una celebración que podemos aprender de la niñez, a enlazarnos en
alegría para incluir, como sociedad, a esa población tradicionalmente excluida de
los espacios religiosos. Danzar de la mano es negarse a dejar que sea consumida
por la cultura de la prisa y la indiferencia. Se trata, más bien, de recuperar la his-
toria, la tradición, el sentido de pertenencia y de orgullo que albergan las familias
como nichos de amor para la niñez, tan urgida de la aceptación y de la inclusión
acogedora.

* Ruth Padilla apuntó directamente a la Iglesia y nos dejó muy clara la relación entre
la situación de la niñez latinoamericana y el mensaje de Jesús. El valor de la infan-
cia, en términos del Reino, es un elemento que nos remite a una búsqueda de la
justicia y a una comprensión de la lógica del reino que nos convoca a cuestionar
las estructuras que promueven la exclusión, la inequidad, la desnutrición y la ins-
trumentalización de la niñez.

Mirando a la niñez en los textos bíblicos


* El valor que tienen el niño y la niña en el mensaje de Jesús es contundente. En él
podemos ver incluso cómo reprende a sus propios discípulos debido al trato que le

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dan a esta población. Aprendimos el valor de la vulnerabilidad, de la inocencia y


la indefensión, como claves en la comprensión del Reino de Dios. En la descripción
de Jesús como ese niño indefenso que traía la salvación al mundo entero, la cen-
tralidad de la niñez es una nueva lente para la lectura de la Biblia.

* La lectura que nos ofreció Wilton Sánchez de la niñez en la Sagrada Escritura, es-
pecialmente en los evangelios, nos dejó claro que la niñez siempre ha tenido un
papel preponderante, que incluso amenaza el orden establecido. Por lo tanto, la
invisibilización tradicional de la niñez en las esferas religiosas no es nueva. El reto
que nos plantea el autor es romper esa situación de injusticia.

Incorporando la niñez en la teología


* “Teología con rostro de niñez” nos planteó al niño y a la niña como nuevos sujetos
teológicos, algo similar en el aspecto hermenéutico. Propone redimensionar a la
niñez y ubicarla donde se produce lo simbólico, lo religioso. Para ello fue necesaria
la crítica sobre el adultocentrismo, el racionalismo, el academicismo, el patriarca-
do y demás elementos que han influenciado la teología, tradicionalmente exclu-
yente, y que ha dado como resultado una invisibilización, no sólo de la niñez, sino
también de otros sectores de la población, como las mujeres.

* Las categorías principios y condiciones que se encontraron en este artículo han


sido un gran aporte para tratar de mirar con ojos de niñez las nociones de Dios,
de fe, de espiritualidad, de iglesia, entre otras. Se propone empezar a pintar alegre
el rostro de Dios, y otros desafíos importantes que se les plantearon a las iglesias.
¿Cómo podrá impactar todo esto en la vivencia de la fe de las personas menores
de edad?

Algunas claves en niñez para las iglesias


* Una primera clave que nos refiere a la niñez es el juego. Edesio Sánchez nos ofreció
una lectura de los textos sagrados, en la cual el juego, efectivamente, cobró en la
fe casi el mismo valor que en la vida y en el desarrollo de cada niño y cada niña.
Encontramos que el juego tiene un misterio que va más allá de la comprensión
adulta y que está relacionado con un poder trasformador de salvación, una for-
taleza que no implica la fuerza o la violencia, sino todo lo opuesto. Nos cambió el
concepto que teníamos del juego y nos dejó muchas interrogantes sobre la imple-
mentación del mismo en nuestras iglesias y el nuevo sentido que tendrá desde la
teología y la hermenéutica.

* Nicolás Panotto también nos menciona el juego, incluyendo otros elementos


como la creatividad, las travesuras, la fantasía, los colores, el arte, el movimiento
y otras formas, como las metáforas, que son el lenguaje infantil y a las cuales es
urgente darles lugar en las iglesias para dibujar con esos matices otros panoramas
para la inclusión de la niñez en los espacios religiosos.

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* Otro elemento en este esfuerzo por darle voz a la niñez en su experiencia de fe


es el cuidado. María Cecilia nos propuso pautas para una formación respetuosa,
de diálogo amoroso y, por lo tanto, cuidadora de nuestra niñez latinoamericana.
Nos dibujó una persona adulta comprometida y compasiva. Propone que la rela-
ción con la niñez sea verdaderamente una nutrición espiritual. Repensar la niñez
también implicó no sólo la crítica al adultocentrismo, sino también ver los valores
humanos de las personas adultas que pueden beneficiar el proceso espiritual de
la niñez.

El llamado final para las iglesias


* Paulo Ueti nos ofreció un recorrido muy completo sobre el tema, pues retomó algo
de todos los autores anteriores sobre la niñez, la Biblia, la teología, la realidad la-
tinoamericana, la crítica adultocéntrica y la recuperación de la niñez como sujeto.
No obstante, va más allá y la ubica, en primera instancia, como una recuperación
social y luego religiosa.

* Al final quedaron pautas para las iglesias, invitaciones, críticas, propuestas y mu-
chos insumos más desde perspectivas muy concretas y otras más amplias y lúdi-
cas. Cada iglesia y cada comunidad de fe deberá revisar, dentro de sus contextos,
lo que requiere su niñez y debe empezar a gestionar espacios de escucha y obser-
vación de las personas adultas, así como espacios de participación y protagonis-
mo de los menores de edad.

* Como cierra el salmo Paulo Ueti, el rostro de Dios es lo que anhelamos. Nos queda
por saber qué anhelan nuestros niños y nuestras niñas, y cómo es ese rostro de
Dios respecto a como lo pintamos desde nuestros deseos adultos.

La pedagogía de la ternura puede ser una estela en el mar que oriente suavemente,
sin imponerse, una posible ruta del viaje hacia la espiritualidad.

Isela Ramírez Madrigal

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