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Miravalles - Cómo Disfrutar Del Cine en El Aula
Miravalles - Cómo Disfrutar Del Cine en El Aula
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COMUNICAR 11, 1998; pp. 63-69
Luis Miravalles
Valladolid
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jes que aparecen en la pantalla, que nos parece Mientras daba comienzo el pase de la película,
estar como dialogando con ellos en nuestra en el salón del cine-teatro, esperaban impa-
propia casa. cientes el aviso del timbre que sonaba estri-
El cine colma una vez más nuestros más dente sobre el techo de la cafetería-bar, esta-
profundos deseos. Si la sociedad actual nos blecimientos pertenecientes al mismo dueño.
conduce a la soledad más extrema exenta de En Orihuela, la Oleza de Gabriel Miró,
comunicación personal, cuando vivimos tan ciudad levítica como tantas otras de España, la
de cerca con pasión las más exóticas y extrañas Vetusta de Clarín, o el Madrid de Galdós,
aventuras, recostados cómodamente en la os- además de dormir la siesta y las novenas, como
curidad, estamos alejándonos, aunque sea por recursos de distracción sólo cabían el paseo
poco tiempo, de la incomunicación y de la so- por la calle Mayor, el casino o el cine.
ledad cotidianas, que tan a menudo producen Para Miguel Hernández, dotado de una
no sólo grandes insatisfacciones sino también vitalidad y de una imaginación abiertas a todo
graves enfermedades como la esquizofrenia y lo nuevo, la elección resultaba obvia. Le gus-
la depresión, cada día en aumento. taban toda clase de películas: las de los caricatos
La gran pregunta que ahora se nos presen- Harold Lloyd y Tomasín, las de las aventuras
ta, cara al futuro, es si el cine, el medio de co- del Oeste americano con el caballista Tom
municación más poderoso, debe seguir siendo Mix, las de dibujos animados del Gato Félix o
en su mayor parte un puro objeto de consumo todas las de Walt Disney, al que consideraba
ofreciendo las diversiones más anodinas o un auténtico poeta.
tratar de producir verdadero «arte», ayudando Años más tarde, en 1936, cuando se cele-
a reflexionar sobre un futuro más humano. braba el IV Centenario de Garcilaso de la Ve-
ga, un atardecer oscuro de invierno, en una de
2. Cómo se disfrutaba del cine antes de la las visitas esporádicas desde Madrid, yendo al
Guerra: primeras vivencias cinematográfi- cine, durante el camino, va leyéndole a Efrén
cas de un poeta la égloga a Garcilaso y luego instalados ya en
A un ser tan humano como lo fue el poeta la sala de proyecciones, Miguel le explica que
Miguel Hernández, y por humano siempre el cerebro del poeta es como un prisma encen-
interesado por todo lo universal, no podría dido, un cerebro poliédrico, capaz, como el ci-
faltarle de ningún modo la pasión por el cine. ne, de transfigurar todo lo cotidiano en multi-
Y en efecto, era un verdadero aficionado, hasta tud de brillantes imágenes, en pura belleza:
el punto de asistir casi diariamente, a las «... Su corazón un pez maravillado,/ y su ca-
películas de cine mudo, que por entonces se beza rota/ una granada de oro apedreado/ con
exhibían en Orihuela, su ciudad natal. (Este un dulce cerebro/ en cada gota».
testimonio de su tierna afición, lo hemos re- Dentro de su enorme corazón, de su pro-
construido con su íntimo amigo Efrén Fenoll, fundo sentir y de su honda inteligencia había
residente aún en Valladolid). intuido perfectamente lo que era el cine, no
Allá por los años 1928, 1929 y 1930, Mi- sólo un mero entretenimiento, sino un autén-
guel y Efrén, se acercaban al salón Novedades, tico cerebro poliédrico, capaz no sólo de ver y
dos o tres veces por semana, a la única sesión presentar las más valiosas escenas desde todo
que tenía lugar diariamente de 17.30 a 19 los ángulos y perspectivas, sino también un
horas provistos de un bocadillo de sobrasada, prisma encendido, una linterna mágica capaz
tortilla o sardinas en aceite. de proyectar ante nuestros ojos, todos los mun-
La entrada costaba 20 céntimos, en «galli- dos reales o imaginarios y por ello capaz de
nero», cantidad que sisaban, el uno de la enriquecer sin límites nuestra mente, y embe-
repartición de la leche de cabras, y el otro en la llecer nuestra vida si tuviésemos el corazón de
tahona que los Fenoll tenían en la calle Arriba. un poeta.
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3. Cómo se disfrutaba del cine en la Postgue- tíamos, en una pequeña sala con butacas de
rra: mis primeras vivencias cinematográfi- madera, a la proyección de toda clase de
cas películas de aventuras por entregas. Algunas
Cuando rememoro aquellos años tan du- duraban hasta siete semanas. Recuerdo sobre
ros de la Postguerra, llenos de ruinas y pobre- todo, con gran emoción, las de Fumanchú, El
zas, entre 1947 y 1950, no tengo más remedio Hombre Invisible y La moneda rota.
que citar a mi abuela, la primera persona que Durante las sesiones, un fraile larguiru-
me fomentó mucho más que una simple afi- cho y buenazo, era el encargado de cuidar del
ción por el cine, y también al colegio donde orden y la compostura. Tenía una cara tan fea
cursé los últimos cinco años del Bachillerato, y larga que le motivó el sobrenombre de «El
el Colegio «Auseva», de los Hermanos Maris- caballo», y sus características más peculiares
tas, en Oviedo, la capital asturiana, que la eran los anacronismos que cometía con fre-
consolidó para siempre. cuencia y las incorrecciones gramaticales.
Aunque con mi abuela asistía al cine una Todos repetíamos con carcajadas aquella frase
vez por semana, apenas conservo algunos suya que nunca olvidaremos: «... cuando ro-
vagos recuerdos: los caramelos, los pirulís ciaron con gasolina el chalet de Herodes». Ni
consabidos que un repartidor iba ofreciendo tampoco olvidaremos jamás lo que ocurría
por entre las filas de butacas, los programas de cuando en algunas películas, muy de cuando
mano que nos entre- en cuando, los héroes
gaban y que hoy tan- se disponían a besar
to lamento no con- a la estrella rescata-
servar, porque dada da de las garras del
su alta cotización malo. En el justo mo-
entre los coleccio- mento en el que se
nistas, sería posee- producía el acerca-
dor de una conside- miento paulatino, el
rable fortuna, y por fraile alzaba de súbi-
supuesto el excitan- to la voz, gritando re-
te ombligo que ofre- petidamente al ope-
cía la amada de rador: ¡ósculo!, ¡ós-
Napoleón (Charles culo!... y al instante
Boyer), en una esce- el operador cubría el
na tan fugaz como objetivo de la cáma-
inocente para los ra, de modo que en la
tiempos actuales. siguiente imagen los
Al ingresar en protagonistas se se-
el Colegio «Auseva» paraban bruscamen-
me encontré con que te, después de un cua-
casi todo consistía en dro en negro, lo que
formar filas y en los producía un verdade-
rezos. Pero pasando ro griterío entre los
por alto estos aspec- © Luis Miravalles para COMUNICAR
alumnos, por lo que
tos de una dura dis- el fraile enojadísimo
ciplina propia de la época, lo más interesante gritaba de nuevo: ¡u... bien os calláis, u... bien
era el cine que se proyectaba todos los domin- os meto fuera!, convirtiendo nuestro griterío
gos. en una catarata gigantesca de carcajadas...
Por una módica, pero valiosa peseta, asis- El cine, por consiguiente, se iba convir-
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tiendo en una verdadera diversión apasionan- que inventó Charles Pathé, el gran negociante,
te, incluso llegó, porque tenía que llegar a porque ya desde los inicios, el cine tuvo las dos
nuestros quince años, la película que iba a vertientes como industria y como lenguaje
despertar todos nuestros sue- artístico, aunque los creado-
ños más eróticos, es decir, Gil- res se mueren solos y los po-
da, protagonizada por la es- bres en los asilos de Orly,
plendorosa Rita Hayworth. Confieso que tal vez mientras los negociantes vi-
Como la actriz se despojaba de los educadores nos ven casi siempre acompaña-
unos largos guantes negros, el hayamos equivocado dos en sus ricas mansiones.
público alimentó el rumor de mucho, y durante El joven privilegiado que
un «strip-tease» inexistente. poseía un pathé, a veces nos
La película, como era de
muchos años, tra- invitaba a una proyección par-
suponer, fue calificada de muy tando de enseñar ticular sobre la sábana blanca
peligrosa para la moralidad demasiados conoci- colocada en la pared de su
reinante y calificada como «no mientos en detri- habitación, donde contemplá-
tolerada» para menores, que lo mento de la forma- bamos ensimismados y envi-
éramos casi todos por aquellas diosos y a la vez con mucho
fechas.
ción humana y de entusiasmo y regocijo, los mo-
Mi mejor amigo ideó una enseñar a pensar... vimientos excéntricos, elec-
estratagema y me invitó a su de enseñar a hacer trizantes y simpáticos del hu-
estreno. Por aquel entonces, algo frente a las milde y siempre perseguido
además de otras prendas tan dificultades de Charlot, que tanto nos enseñó
ridículas como los «peleles», o y acompañó con su soledad,
sea calzoncillos con tirantes,
la vida. pobreza y risueña resignación.
usábamos bombachos, esos se- Muy pocos años después
mipantalones que usan algu- nos atrevimos a soñar más
nos distinguidos ingleses para jugar al golf. La alto, imaginándonos ser felices con la proyec-
solución consistió en estirar los dichosos bom- ción del genio de la lámpara de Aladino, o
bachos y transformarlos en completos panta- cabalgando a lomos del caballo volador del
lones. ladrón de Bagdad, y cómo no, también odian-
Y después de todos estos remilgos, a la do a la madrastra de Blancanieves que se
esbelta y hermosa estrella vestida con un largo preguntaba, una y otra vez, al espejo, si habría
y ceñido vestido provisto de una ligerísima otra mujer más guapa que ella, cosa por otra
abertura, solamente se le veía una pequeñísi- parte bastante fácil de afirmar. Pero entre to-
ma porción de pantorrilla, cuando se movía. dos los recuerdos, destacaría uno muy espe-
Eso era todo... pero mucho para la censura que cial: al cine se iba siempre acompañado, en
padecíamos. pandilla o con un amigo o con la novia y sigue
Pero la pasión por el cine ya no se limitó siendo así, porque el cine tiene una mezcla
a ver las películas en las salas públicas de misteriosa de intimidad y colosalismo que nos
proyección, ahora el deseo era tener en casa llena de fascinación, hermanándonos en espí-
una auténtica máquina de proyección, donde ritu.
las imágenes se movieran por sí mismas sin
manivelas de hojalata con películas mal dibu- 4. Cómo disfrutar hoy del cine
jadas. 4.1. Una aproximación a la Filosofía del Hu-
¿Habría un proyector auténtico como el mor
que inventaron los hermanos Lumière, para Ante la vida, tantas veces azarosa y casi
nuestro uso casero? Efectivamente existía, el siempre compleja –queramos o no queramos–
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fundamentales que las películas deben reunir de elegancia de espíritu, que se manifiesta, por
para ser consideradas como muy divertidas supuesto, hasta en los más groseros modales
por la juventud actual. Configuran el estilo cotidianos.
«Gore», término que proviene del arte y se ¡Qué lejos estamos ya del humor de Charlot
aplica a una mezcla del humor negro con lo de los Tiempos Modernos, donde se advertía
sórdido y lo asqueroso. con claridad meridiana las consecuencias del
Este tipo de humor, que en el fondo es una maquinismo y del afán egoísta tan despiadado
forma tosca y superficial de defensa contra el del ser humano! Disfrutar del cine en el aula
sistema de la sociedad de consumo que nos no consiste solamente en burlarse de todo, sino
rodea, no es una fina ironía, es el humor en enseñar de nuevo a reírse con humor mucho
generacional de nuestro fin de siglo que no más limpio y profundo, es decir enseñar a ver
hace otra cosa más que poner de relieve una el mundo con ilusión renovando los sueños
serie de profundas carencias como la superfi- cada día.
cialidad en el enfoque de la vida, el tomárselo «Sólo la enfermedad (a veces) y la muerte
casi todo a burla o de «cachondeo», como (siempre) justifican la tristeza. Para los demás
dicen en su lenguaje, y en definitiva una falta hay siempre un medio de reír» (Jean Duché).
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© Enrique Martínez-Salanova '98 para C OMUNICAR
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