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NI SANTA, NI ANDRÉS

Adriana Normand y Carlos Lechuga

A Claudia, porque esta también es su historia.


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Mi interés por acercarme al mundo político y social cubano empezó en la


escuela de cine de San Antonio de los Baños, donde estaba estudiando guion.
En tercer año tenía que escribir un libreto para graduarme y trabajaba en una
idea de una especie de thriller donde un hombre tenía que robarse a una mujer.
Era una idea mala, misógina, donde retrataba a una mujer como si fuera un
objeto.

Una profesora extranjera me dijo, Carlos, mira a tu alrededor, hay mil cosas
más interesantes que contar. Me fui a la piscina de la escuela y allí me
encontré a un grupo de niños que se estaban bañando en una alberca que
estaba siendo vaciada. Los niños, poco a poco se iban quedando sin agua. Los
pioneros y el profesor, que eran del pueblito textil que estaba cerca, cada tarde
pedían permiso a esta escuela, formada mayormente por extranjeros, para
poder dar sus clases de natación ya que en su pueblito no había ni un carajo.

Aquello me marcó y fue la semilla para Aldo el profesor de Melaza, mi primer


largo. En aquel entonces yo tenía como veinticuatro años y más allá de que
había tenido una vida feliz ya sentía cierta incomodidad con el entorno. Era un
“burguesito”, pero con inquietudes.

Cuando acabé de filmar y editar Melaza, que se había hecho de manera


independiente, fui con mis productores a mostrarla en el instituto de cine
cubano con el fin de poder exhibirla en el festival de cine. En aquel momento el
presidente del ICAIC era Omar González, que no asistió al visionaje y por lo
que le contaron los vicepresidentes, optó por obligarnos a quitar un crédito
donde se agradecía al instituto.

No querían tener nada que ver con la obra. Aquello me sorprendió, me parecía
que nadie rechazaba así un crédito de agradecimiento. Había que tener mucho
miedo a perder el puesto de trabajo para hacer una cosa así.

Para un país que está inmerso en la miseria y que apenas producía unas cinco
películas al año, la mayoría subvencionadas por el estado, era una locura
hacer eso.

Melaza no le había costado un centavo al país. El dinero lo habíamos


conseguido mi productora y esposa Claudia Calviño y yo.
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Esta situación nacida de la soberbia obtusa del presidente del ICAIC fue mi
primer choque con el sistema. Además de demostrarme que esa gente no
sabía nada de cine. Desaprovechar una película y obligarnos a borrar los
créditos donde los mencionábamos después de habernos ayudado, era una
situación inverosímil. Para nosotros a un nivel práctico era imposible borrar los
créditos ya que implicaba volver al laboratorio en Francia y gastar una cantidad
de plata que no había.

En la proyección de Melaza en el ICAIC estuvieron presentes varios


vicepresidentes de la institución y otros funcionarios: Benigno Iglesias, Ramón
Samada, Isabel Prendes, Pablo Pacheco, Manolo Pérez, Susana Molina y
Roberto Smith. A pesar de que Benigno Iglesias salió huyendo para no tener ni
que debatirla, Claudia y yo salimos contentos pensando que nada malo iba a
pasar.

A los pocos días, Isabel Prendes me llamó a su oficina para pedirme que me
portara bien, que fuera discreto y que aceptara la decisión: El instituto de cine
no quería aparecer en los créditos de agradecimiento. Me sentí un apestado.

Enseguida le escribí al director del instituto, que había tomado una decisión sin
ni siquiera haber visto la película.

La Habana, 23 de noviembre de 2012


Compañero Omar Gonzáles Jiménez
Presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos.
Hace solo unas horas tuve un encuentro con la compañera Isabel
Prendes, quien desde el principio ha estado con conocimiento de todo el
proceso de filmación de mi película Melaza. En esta conversación la
compañera Isabel me informa que usted ha decidido que se retiren de
los créditos de mi película las referencias al ICAIC y a los directivos de
este. Referencias de agradecimiento que considero bien merecidas por
todo el apoyo que desde el principio el ICAIC y sus directivos han
brindado a mi proyecto.

En la conversación sostenida con la compañera Isabel le comenté que


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voy a intentar hacer lo posible por cumplir con su petición, aunque como
usted comprenderá es algo que no depende solo de mí. Es un proceso
complicado y costoso que solo podremos intentar hacer en las copias
futuras de la película. Usted sabrá que no tengo como borrarlos en las
copias ya existentes (35mm, Dcp, Blue Ray, Dvd, Beta Hd).

De esta manera en algún momento podré borrar las referencias que


usted ha solicitado quitar. Lo que no quiero y no voy a borrar de mis
recuerdos son las asesorías y las recomendaciones del ICAIC justo
antes de filmar la película, todas tomadas en cuenta para el guion.

Mantendré siempre mi agradecimiento personal al instituto de cine de mi


país, sin el cual la realización de Melaza hubiera sido imposible. Hablo,
además de lo ya mencionado, de aspectos operativos tan importantes
como: los permisos de rodaje, importación de equipamiento, trámites de
visado para el equipo panameño, y otros.

Le confieso que su decisión no solo me toma por sorpresa, sino además


me resulta difícil comprender a la luz de todo lo que he dicho antes y de
un hecho más reciente: hace apenas 48 horas, durante la proyección de
la película, con los vicepresidentes del ICAIC en el séptimo piso del
propio instituto tuve la oportunidad de recibir las impresiones de una
audiencia inteligente y comprometida, que de manera respetuosa y
profesional me dijeron abiertamente sus comentarios constructivos.
Aprecio mucho estos comentarios, de los que derivé una vez más el
apoyo del ICAIC a mi trabajo.

Por último, le confirmo que, aunque no la comparto asumiré


respetuosamente su decisión. Me hubiera gustado recibir una
argumentación sólida y contundente, más coherente con todo lo que
hemos compartido en este proyecto.

Atentamente.

Carlos Lechuga

PD: Por respeto y educación envío copia de la presente carta a los vicepresidentes y
directivos del ICAIC que estuvieron presentes durante la proyección de mi película
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Melaza el pasado martes 20 de noviembre en el séptimo piso del instituto.

Este correo fue copiado y enviado a: Benigno Iglesias, Ramón Samada, Isabel
Prendes, Pablo Pacheco, Manolo Pérez, Susana Molina y Roberto Smith.

Después de esta carta, la vicepresidenta del ICAIC, me llamó, bien


molesta, porque según ella yo había roto “el pacto de silencio” que había hecho
con ella. Todo parecía salido de una película de mafiosos. No me podía creer
que las cosas funcionaran así en un instituto cultural. Sin tener idea de a que
pacto se refería le escribí.

La Habana, 28 de noviembre del 2012


Compañera Isabel Prendes:
No comprendo su reacción en el correo que me envía, ni entiendo por
qué le sorprende que un realizador, respetuosamente, pida una
explicación al instituto que lo apoyó en un momento y luego le dio la
espalda.

Como mismo usted me dijo en el breve encuentro que tuvimos, usted


solo era una mensajera, a la que le tocaba hacer el papel de “la mala”
según sus propias palabras. Le “tocaba” darme la orientación que
mandaba Omar González, presidente del instituto, de no querer aparecer
en los créditos.

Todo el tiempo sentí que usted era una portavoz, que no me brindó otra
explicación que no fuera que había “encuentros de criterio” respecto a
Melaza.

Por lo que no me parecía justo, por la educación que mantengo,


quejarme con el mensajero. Usted misma en la proyección dijo que le
parecía bien y que la película era el guion aprobado.

Yo solo pido una explicación. Sé que le “fascinó” mi educación, cuando


le dije que no había problemas con lo que pedía, solo que como debe
saber, en el diferendo de créditos, un director no lleva esas cosas, eso
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es producción.

No entiendo por qué le parece que mi carta haya sido “lamentable” si yo


he actuado en todo de una manera transparente, si usted lo desea pido
tener un encuentro con usted cara a cara para escuchar las razones del
instituto de apartarse pues como usted me dijo “hay discrepancia de
criterios”.

Listo para verle.

Atentamente,

C. L.

PD: Por respeto y educación envió copia de la presente carta a los vicepresidentes y
directivos del ICAIC que estuvieron presentes durante la proyección de Melaza el
pasado martes 20 de noviembre en el séptimo piso del instituto.

Al final, por el diferendo que tenían Omar González y Alfredo Guevara, la


película se puso en el festival de La Habana y cada vez que teníamos un pase
recibíamos una llamada amenazante de parte de Susana Molina, para saber si
habíamos o no quitado los créditos del ICAIC de la película. Cosa que no
hicimos, por supuesto.

Luego nos enteramos, por un amigo que estuvo presente, que hubo una
reunión en el instituto donde Omar González trató de comprar a uno de los
jurados cubanos del apartado de Ópera Prima del Festival de Cine. A lo mejor
esto no ocurrió. No sé. Lo importante era que estaban tratando de invisibilizar
mi primera película.

La película se demoró luego un año en ser exhibida (unos pocos días) en una
salita de uno de los cines menos frecuentado de la capital. Más allá de si era o
no una buena película, lo cierto es que, para un país en crisis, una película que
no le había costado nada al gobierno y que para colmo había viajado el mundo
ganando premios y prestigio, era una locura no ponerla.

Este intento de tratar de borrar mi película de la faz de la tierra hizo que me


pusiera a investigar sobre otros intentos de censura de las instituciones
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culturales contra los artistas. Bromeando digo que gracias a Omar González es
que existe Santa y Andrés. Gracias a este pequeño maltrato poco a poco fui
saliendo de la burbuja donde había vivido.

Le había escuchado un cuento a una persona, que estaba tratando de empezar


un negocio de importación de perfumes y que, para ganarse el favor del
gobierno, había aceptado ser parte de una vigilancia. El hombre había ido
afuera de la casa de un disidente cubano para impedirle salir durante toda una
jornada. Haciendo esa bestialidad, creía que iba a poder montar su negocio sin
problemas. Sentí que había una buena historia allí. En la cabeza tenía la
imagen de una mujer cargando una silla y mezclé esas dos situaciones.

Empecé a investigar por lo que más cerca tenía: Reinaldo Arenas. Había visto
dos documentales: Conducta Impropia de Néstor Almendros y Orlando Jiménez
Leal y Seres Extravagantes de Manuel Zayas. Luego investigué sobre la vida
de René Ariza, Eddy Campa, Carlos Victoria, Esteban Luis Cárdenas, etcétera.

Todos estos testimonios eran algo nuevo para mí y entraban en conflicto con la
idílica educación que me habían dado de niño.

En Seres Extravagantes había un personaje que me llamó mucho la atención:


Delfín Prats. Un poeta cubano, un poco alocado, con un brillo en la mirada
acogedor, que, en pésimas condiciones, contaba parte de sus experiencias
tirado en el suelo de una miserable cabaña1.

En unos pocos meses me leí todo lo de Delfín. Su poemario Lenguaje de


mudos, ganador del premio David en los 60, que luego había sido retirado,
prohibido y hecho pulpa. Busqué, y busqué a Delfín, que aún vivía en Holguín.
A pesar de que la intelectualidad oficialista de la isla trató de alejarme de ese
tema, lo encontré en las redes sociales. Le escribí y le dije que iba a ir a verlo.

Como niñito de buena familia me busqué la manera más cómoda y confortable


de estar en Holguín. Alquilé en un buen cuarto cerca del parque central y

1 Poeta holguinero, castigado por la censura luego de la publicación de su libro Lenguaje de


mudos en 1968.
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enseguida localicé un taxi que me llevara a Pueblo Nuevo a encontrar al poeta.

Al llegar me encontré a Delfín, con una boina rota, barriendo afuera del cuartico
en donde vivía. El poeta estaba sorprendido, asustado, primero pensó que yo
era un gusano de Miami y luego que era un enviado de la seguridad del estado.
Le dije que venía a pasar un tiempo con él. Delfín me entró a su casita, un
lugar pequeño sin agua ni refrigerador, donde había unos pocos libros, me
recalcó que ya no quería leer más, y que solo tenía una vieja computadora
donde veía películas.

Yo le llevaba varios regalos, pero se me habían quedado en el alquiler. Cuando


Delfín me acompañó hasta el cuarto arrendado se burló de lo burguesito que yo
era. Yo estaba sucio y le pedí unos minutos para darme un baño. Creo que
Delfín sintió que era un tipo de insinuación o que lo estaba poniendo a prueba
como si fuera un policía con viejas tácticas pasadas. Se puso tan nervioso que
tuvo que salir huyendo para darse un palo de ron.

Cuando lo encontré, ya era otro, estaba un poco anestesiado.

Al otro día acordamos irnos a la Cuaba, a casa de su hermano, para cocinar


algo y hablar con más tranquilidad. Caminamos juntos por el boulevard y
compramos dos botellas de ron y unos paquetes de muslos de pollo para
cocinar.

En el trayecto en taxi hacia el campo, el poeta me dejó claro que no quería ser
grabado ni hablar de nada serio del pasado. Yo acepté. No quería
aprovecharme de él. Le pedí poder tirarle fotos y aceptó de mala gana.

Cuando llegamos a la Cuaba, a un bohío mitad de madera y concreto, conocí a


su hermano, a la mujer del hermano y al sobrino. No nos esperaban para nada.
En el patio la yegua había parido y no quería al potrillo. El potrillo se estaba
muriendo. El hermano y el sobrino bebían, y la mujer de la casa cocinaba.
Delfín me dio una vuelta por los alrededores del lugar y sin contarme nada de
cómo fue censurado ni siquiera de la amistad con Reinaldo, me hablaba de la
zona. Mientras, yo iba grabando sus movimientos, su manera de hablar, de
respirar.
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Delfín era un hombre débil, atormentado. Mucho tiempo después un poeta


comprado por el estado me dijo: “Delfín es material dañado, deja eso, no lo
molestes más”.

Comimos. Me tomé un agua que me dio diarreas. Vimos al potro morir. Yo le


hablé mucho de mí. La culpa que sentía por vivir mejor que él, porque no sabía
si mi abuelo o algún familiar cercano había sido artífice de las desgracias que
les hicieron a algunos artistas en Cuba. Delfín se burlaba una vez más de mí:
burguesito.

En la noche lo dejé en su casa y salí a ver la ciudad. Al otro día temprano lo


recogí, lo acompañé a la UNEAC de Holguín para que se conectara y recibiera
sus emails, conocí a algunos de sus pocos cercanos y almorzamos juntos en
un paladar.

Quedamos para hablar a las cuatro de la tarde. Cuando llegué en un bicitaxi a


las afueras de su casa me lo encontré muy bebido. Aproveché para moverme
hasta la bahía de Nipe, por cuestiones religiosas, para ver dónde había
aparecido la virgen de la Caridad del Cobre siglos atrás y el chofer que me
llevaba se asustó mucho porque anduviera en la zona. No me había percatado
que era el día de los derechos humanos y cerca había nacido uno de los
jóvenes disidentes que había fallecido a causa de una huelga de hambre.

El ambiente estaba cargado. Se respiraba el miedo en todos lados.

De regreso a Delfín, lo vi tan nervioso por mi visita, que decidí dejarlo en paz.
Prefería mantener su amistad y no aprovecharme de él. Le dejé algo de dinero,
le pedí disculpas de antemano y me fui de vuelta a La Habana.

Antes de partir recibí ciertas amenazas de una señora llamada Lourdes


González, que trabajaba en una editorial y que no quería que estuviera
averiguando más nada de su “protegido”.

Más allá del poco agrado que profesaban en mi tierra por Melaza, afuera le
seguía yendo regularmente bien y empecé a viajar con la película.

En Madrid contacté con Coco Salas. Quedamos en encontrarnos en un lugar


de la Gran Vía. Coco había sido amigo de Reinaldo e innumerables leyendas
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urbanas se tejían a su alrededor. Coco me insistió en que debía cuidar a Delfín.


Me contó muchas cosas y en un segundo encuentro quedamos en su casa,
que estaba más alejada, en donde me dio unas medias y unos libros para el
poeta.

Al llegar a su casa descubrí en su nuca un pequeño tatuaje. Coco estaba


eufórico por enseñarme un cuadro, una copia de una pintura de Caravaggio,
quería que yo le dijera a Delfín que finalmente había logrado tener el cuadro
que tanto le gustaba y del que hablaban en la isla.

A pesar de ser un crítico de danza famoso del diario El País, en Coco vi a un


hombre vencido, escurriéndose poco a poco en la vida. Los días de gloria, de
los ligues en la playa, de las gozaderas, habían terminado mucho tiempo atrás.

Un tercer encuentro no se dio porque estaba enfermo y yo no quise ir a verlo.


Ya alguien me había dicho que tanto Delfín como Coco trabajaban para la
seguridad del estado cubano. Esa era la manera en que hablaban todos los
sobrevivientes de esa época respecto a sus colegas. Todo el mundo
desconfiaba del otro. Pensé en la cantidad de grupos de amigos que fueron
disueltos y separados por culpa de la política.

Al acabar de filmar Santa y Andrés, Coco más nunca me respondió a mis


mensajes. Los veía y callaba. No quería tener nada que ver con estos
problemas.

Viajé a Barcelona y allí después de varios mensajes logré ir a visitar a Juan


Abreu, escritor, pintor, Marielito y amigo de Reinaldo. Juan vivía en las afueras
de Barcelona en un pueblito que no recuerdo su nombre, en una gran casona
donde había un fotógrafo de El Nuevo Herald, Pedro Portal, y una amiga de su
mujer que actuaba como una seguidora, como si fuera una de las chicas de
Mason, pululaba alrededor del cubano con vehemencia.

Juan al principio estaba curioso. Una vez más alguien creía que yo era de la
seguridad del estado. Luego se fue relajando. Me enseñó sus cuadros
inmensos en donde el Che penetraba a Fidel y este a Raúl y así. Sentí mucho
odio de su persona hacia todo lo que tuviera que ver con la Cuba
revolucionaria. Comimos. Me regaló muchos libros y me contó varias historias
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sobre las evidencias de que Delfín y Coco eran “segurosos”. Muchos años
después mantuvimos contacto y recibí en mi casa en La Habana a uno de los
sobrinos de su mujer, que venía con un libro de él.

Tengo muy buenos recuerdos de este hombre que al fin y al cabo le estaba
abriendo su vida y las puertas de su casa a un completo desconocido que aún
vivía en la isla. Cosa que a él no le hacia ninguna gracia.

Claudia y yo pasamos un tiempo en Barcelona y allí trabajé bastante en la


escritura del guion de “Santa y Delfín”. También pasé un taller de escritura en
Madrid junto a Julio Goldemberg y Michel Gaztambide. En el taller estaba el
cubano Senel Paz que conocía de qué iba la historia.

Luego Claudia viajó sola a Miami y conoció a los escritores Luis de La Paz y
José Abreu, que me ayudaron mucho en la investigación y luego me recibieron
con mucho cariño.

Mientras buscaba dinero para la película cometí el error de mover varios


archivos con el título provisional de “Santa y Delfín”. Más adelante Martí
Noticias se haría con uno de esos archivos y al publicarlo afectaría más aún a
Delfín.

Filmamos la película y mientras seguí en contacto con Delfín. Le mandé dinero,


películas, música. Nos encontramos en La Habana y cuando se quedó a dormir
en casa de mi madre se puso muy nervioso. Luego cuando salió la película
más nunca me quiso hablar porque el ministro de cultura Abel Prieto lo había
llamado con amenazas, para averiguar si él había estado preso. Abel Prieto
quería que Delfín le dijera que no, que nunca había estado en una mazmorra.
Delfín sí había estado preso, pero imagínate, tenía que mentir. Sin teléfono en
su casa, si un funcionario lo va a buscar y le dice: “dale para la UNEAC que te
está llamando el ministro, ¿Qué hiciste ahora Delfín?” Para una persona como
él, eso es una crisis de nervios segura.

Delfín se puso tan nervioso que el celular que tenía para hablar conmigo lo
perdió o lo vendió. No sé. Todas las cartas que yo le mandaba a Facebook él
no me las respondía, y al mismo tiempo yo no me animaba a ir a verlo porque
un “seguroso” me había dejado en claro que yo no podía entrar a Holguín. Pero
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bueno, esto es un cuento para más adelante.

Mi culpabilidad por hacerle la vida más difícil crecía a diario.

Actualmente nos comunicamos a cada rato. Trato de ayudarlo. De estar cerca.


Pero pasa el tiempo y no nos hemos vuelto a ver.

Pase lo que pase, en el futuro, siempre voy a defender a Delfín. Una de las
cosas más lindas que me ha pasado en la vida es compartir tiempo con él. A
Delfín le han pasado muchas cosas malas y eso hace que, a veces, salga con
algún tipo de comentario o comportamiento que descoloca. A mí me da igual.

Para mí Delfín es intocable.

C. L.
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El 14 de diciembre de 2014 el cineasta Carlos Lechuga recibía en La Habana el


galardón al mejor guion inédito en el XXXVI Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano durante la ceremonia de clausura efectuada en el cine
Charles Chaplin. El texto, llamado entonces “Santa y Delfín”, había sido
distinguido ya en noviembre con el XI Premio SGAE de Guion Julio Alejandro,
convocado por la SGAE y entregado en el XL Festival de Cine Iberoamericano
de Huelva, España.

El 22 de noviembre de 2014, la página de Cubadebate amplificaba la


noticia del premio al cineasta cubano en el Festival de Huelva que sería
entregado esa noche. La nota incluía declaraciones de Lechuga acerca de la
distinción y su importancia, y una referencia, breve, a su trabajo anterior como
director y guionista. Al final se señalaba que la información procedía de Europa
Press.

Ese mismo día la página española HuelvaYa.es publicaba una nota muy
parecida a la de Cubadebate, donde además se incluía la sinopsis del guion:
“Santa y Delfín nos sitúa en el año 19922 en Cuba. Delfín es un escritor
cincuentón que años atrás fue considerado un homosexual con problemas
ideológicos. Santa es una campesina de solo treinta años de edad que está
encargada de vigilarlo. Santa y Delfín son completamente opuestos; no se
supone que simpaticen, pero lo que ellos no saben es que tienen muchas
cosas en común y muy pocas que los diferencian”.

Aquello que puede considerarse la primera referencia en la prensa


cubana al laureado guion que daría paso finalmente a la película Santa y
Andrés en 2016, venía ya con una omisión al no incluir la sinopsis en la nota
publicada.

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La fecha aparecida en esta noticia es errada, se sitúa el filme en 1983.
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En el verano de 2015 Carlos Lechuga comenzó la filmación de su película. En


algún punto del medio año transcurrido desde que el guion resultara premiado,
el guionista y director decidió sustituir el nombre de su protagonista de Delfín
por Andrés, lo que además modificó el título de la producción.

Delfín hacía una referencia directa a Delfín Prats, el cambio de nombre


del personaje se debió en primer lugar a cierta reticencia del mencionado poeta
a ser relacionado directamente con cualquier material que pudiera constituir
una crítica al sistema, incluso si se refería a épocas pasadas. Por otra parte,
llamarlo Andrés permitía dotar a la historia de otros matices al crear un
protagonista que no se apegaba a un creador en específico, sino más bien a
una generación completa de artistas que sufrieron los efectos de la censura
entre los años 70 y 80, tal como rezan las palabras que introducen el filme:

En los inicios del proceso revolucionario cubano el gobierno se dispuso a


enmendar cualquier atisbo de lacra social que empañara los logros del
socialismo naciente. Ante esos criterios muchos religiosos, artistas,
homosexuales y escritores fueron considerados inspiradores de ideas ajenas a
la moral comunista y recluidos en campamentos para ser reformados, a veces
encarcelados o privados de sus libertades fundamentales y condenados al
ostracismo.

Grandes artistas de Cuba abandonaron la isla, otros se quedaron y con


el tiempo rescataron el espacio que les pertenecía, sin embargo, hubo algunos
a los que ni siquiera el paso de los años pudo devolverles el lugar que les
correspondía en la sociedad.

Nunca fueron confiables.

El rodaje transcurrió sin grandes percances, así como el proceso de post


producción, y la película adquirió su versión final en abril de 2016. La edición se
realizó a cuatrocientos metros del Instituto Cubano de Arte e Industria
Cinematográficos (ICAIC).
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Santa y Andrés se estrenó en el Festival de Toronto, TIFF, en


septiembre de 2016. Luego fue presentada también ese mismo mes durante el
Festival de San Sebastián.

El verano de 2015, momento en que se rodó la película fue uno de los


más calurosos de todos los tiempos en Cuba. En siete ocasiones se rompieron
los récords en los termómetros. El equipo de producción sufrió desmayos y
fatigas, varios miembros enfermaron por los altos grados de temperatura en
que trabajaron al aire libre, muchas veces bajo un sol implacable. Luego,
durante las presentaciones del filme en Toronto y San Sebastián, Carlos
Lechuga se sintió enfermo en todo momento. Tuvo fiebre, problemas
respiratorios y gástricos. Para él era una premonición del ambiente mórbido
que acompañaría a esta película, desde su filmación hasta nuestros días.
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Santa y Andrés: donde habita el olvido (Fragmentos)

Por Mayté Madruga

Carlos Lechuga está a punto de estrenar su más reciente


largometraje Santa y Andrés en el Festival Internacional de Cine de
Toronto (TIFF). Como todo realizador cubano, ha hecho una película en
la cual le va la vida, no solo la presente sino también la pasada, esa que
le contaron de una forma y él intenta verla de otra, más amplia, más
diásporica…, más unida.

Santa y Andrés ha pasado por procesos de construcción, pitchs y demás


espacios de producción con los que hoy pueden contar los cineastas
jóvenes ¿cuáles pudieran ser los retos que enfrenta tu proyecto con
respecto a otros de la región, por ejemplo?

Hacer una película en cualquier parte del mundo es algo muy, pero que
muy difícil. Hay algunos países de la región, países en desarrollo, que a
pesar de no ser grandes potencias económicas han creado las leyes o
los espacios para proteger el cine nacional y a los cineastas. Estos
incentivos a veces aparecen en forma de fondos nacionales para la
producción, los concursos y apoyos.

A veces simplemente dándoles promoción, ya que van a ser


embajadores de sus países en el exterior. Hacer una película
independiente en Cuba es tres veces, cuatro veces o mil veces más
difícil, ya que estos incentivos no existen o no se ven con claridad. Y no
debería ser así, pues Cuba ha sido pionera e impulsora en muchas
cosas.

El que sepa cómo se logra mantener una cinematografía aquí,


independiente o con el Estado, que me diga. Porque para mí es como un
acto de magia. Nunca es igual. No están claras las reglas del juego.
¿Hay un fondo anual para la producción cinematográfica? ¿Cómo se
aplica?
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Pero no solo esto. Si uno decide buscar por uno mismo los fondos
apelando a otros medios, buscando fondos en concursos extranjeros,
pidiéndole el dinero a algún amigo, o la colaboración a alguna empresa;
aun teniendo la suerte de conseguir el financiamiento de la película, el
realizador independiente del patio se puede encontrar después otros
obstáculos. Como que no te den el permiso de filmación. O cuando está
hecha la película no te la pongan en los cines. Y estas negativas no
tienen nada que ver con el valor estético del filme. Es absurdo que estas
cosas pasen en un país donde, al año, no se hacen más de diez
películas. Hay que cuidar un poco más el cine nacional.

Todos lo hemos dicho mil veces: ¿qué es peor, una película cubana que
no está en sintonía con el parecer de las altas esferas, o una película
ajena a la realidad nacional que incentive el colonialismo, etcétera?

La escritura y la memoria constituyen elementos que te interesan


destacar en este filme ¿cómo influye una en la otra en tu película?

Muchos de los escritores y artistas de la época tuvieron que dejar de


escribir, exiliarse, cambiar sus vidas, empezar de nuevo; siento que
sufrían, además de todo por lo que pasaron, sufrían no poder lograr que
sus obras llegaran a los ojos de los lectores. Ya fuera en Cuba o en el
extranjero.

Por eso es tan importante el conocimiento; recordar y descubrir


personalmente estas obras, estos autores.

Algunos de estos escritores llegaron a Miami y se tuvieron que pagar sus


propias ediciones, ya que allá tampoco podían acceder a sus lectores.

La escritura es una forma de rebelión. Pero tiene que ser leída, sino se
corta la comunicación.

Yo me considero un joven normal que vive en Cuba, no estudié filología,


no sé cómo será el plan de estudio. Pero a mí me costó mucho trabajo
poder leer a Reinaldo Arenas, a Carlos Victoria, a Delfín Prats,
a Guillermo Rosales. Y creo que estos escritores, muy cubanos,
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deberían estar más accesibles.

Son cubanos. Todos somos lo mismo.

No se puede olvidar, pero sobre todo para no repetir los mismos errores.

Más nunca un cubano debería verse en la situación de tirarle un huevo a


otro cubano, ni recibir el huevazo, si somos lo mismo.

Recientemente, en una entrevista expresaste que quieres que la gente


se mire en tu cine, ¿cuál es el reflejo exacto que te gustaría que vieran?

Sobre todo, que vieran que todos somos lo mismo. Que sin pedirlo
estamos en este mundo y sin mucha opción todos nos vamos a ir de él.
Que las ideologías férreas, el odio, la violencia, la intolerancia nos
separan y nos dejan peor parados.

Que solo tenemos una oportunidad, una vida, para disfrutar y compartir.
Que hay que tenderle una mano al otro. Que el ser humano por
naturaleza es sensible y que, a pesar de los golpes de la vida, uno no
debe endurecerse.

Hay que alejar la dureza, la aspereza, el silencio. Hay que expresarse sin
temer. Hay que entregarse al cariño y permitirnos ser mejores seres
humanos.

Que vean que el día a día está hecho de los encuentros entre las
personas, en la calle, en la lucha por la vida.

Que hay que crear lazos sin esperar a que alguien o algo nos dejen. Que
hay que ser justo y evitar las injusticias.

Hay que permitirse conocer al otro.

Las dos películas que he hecho y los guiones que escribo para futuros
proyectos tienen en común que son historias sobre personas dolidas, no
realizadas, angustiadas o insatisfechas por alguna razón. Pero siempre,
de la mano de otro, encuentran una luz al fin del túnel.

La respuesta está en el ser humano.

A la hora de escribir no creo que yo escoja estos temas. Creo que va


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saliendo poco a poco.

Tomando distancia, veo que me interesan los dolores del alma y,


reflejándolos o intentando reflejarlos yo mismo expulso mis propios
demonios.

Me alegraría que, en el transcurso de la proyección, si hay alguien en la


sala que ha sufrido o se siente identificado con la obra; se sienta un poco
menos solo. Más acompañado.

Me gustaría que los dirigentes cubanos no velaran tanto por el enemigo


exterior y cuidaran un poco más nuestro mundo interior. Al cubano de a
pie. Necesitamos tiempos más justos.

(Publicado en IPS Cuba, 7 de octubre de 2016)


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El encuentro con el público extranjero fue hermoso. Tanto en San Sebastián


como en Toronto las salas se llenaban constantemente para ver Santa y
Andrés. Los cubanos emigrados salían muy impactados de las salas y a los
actores Eduardo Martínez y Lola Amores los paraban en la calle con
invitaciones a cenar. En estos festivales hubo seleccionadores del Festival de
La Habana que vieron la película y que pensaron que era posible la exhibición
en el país.

De regreso a la isla, Lechuga y Calviño reciben una invitación de la


dirección del Festival de Cine de La Habana para hacer un visionaje con Iván
Giroud, el director del festival y otro seleccionador que aún no la había visto.

La proyección fue bien accidentada ya que la copia se paró varias veces


por desperfectos técnicos, pero, aun así, de la oficina del festival los creadores
salieron con una respuesta afirmativa: no veían problemas en que se pusiera la
película.

El 14 de octubre de 2016 fue la cita acordada para que los altos


funcionarios del instituto de cine cubano aprobaran la decisión tomada por el
festival de cine. La proyección de ese día no tenía otra función que aprobar o
no la película.

Cuando Roberto Smith, presidente del ICAIC en ese momento, se reunió


con Carlos Lechuga en el séptimo piso de la institución le dijo que antes de ver
Santa y Andrés se iba a limpiar la cabeza de todo lo que había dicho en las
redes y en las entrevistas que hasta ese momento había publicado, por
supuesto, fuera de Cuba.

Carlos Lechuga, Claudia Calviño y Alejandro Tovar (coproductor)


acudieron a la cita como representantes del equipo de realización, por parte del
ICAIC estaban Roberto Smith y el vicepresidente Ramón Samada.

Durante la hora y cuarenta y cinco minutos de proyección no se escuchó


ningún comentario de los funcionarios presentes. Lechuga, por su parte, estuvo
todo el tiempo nervioso, “con un nudo en la garganta” y haciendo memoria del
20

proceso similar del que había sido víctima su ópera prima, Melaza.

Al terminar la proyección, Smith le preguntó a Lechuga, sonriente, si


creía que el filme tenía algún problema. Se disculpó entonces porque
necesitaba ir al baño y al regresar, varios minutos después, dijo que no podía
dar una respuesta acerca de si Santa y Andrés debía ser exhibida o no en
Cuba, necesitaba otras opiniones, por lo que propuso un segundo pase de la
película, esta vez con realizadores cubanos destacados, invitados por el ICAIC
y por el equipo de producción, que pudieran emitir sus criterios sobre la obra y
sus posibles repercusiones.

Smith dijo que como buen “cederista” que era, la película no le había
parecido buena. Smith coincidió en que en los primeros años de la revolución
había gente que había sido víctima de errores y excesos, pero que en la
película se exageraba bastante.

Roberto estaba un poco acomplejado porque los medios de prensa


vaticinaban que la película iba a tener problemas en Cuba. Carlos dijo que él
era optimista y sabía que la película la iban a poner en el festival. Roberto
Smith entonces le dijo a Lechuga que en sus entrevistas él parecía muy
desafiante, como si quisiera exponer a la institución a una especie de prueba.

Según el presidente del ICAIC, el personaje de Andrés cargaba con un


resentimiento feroz que no es del personaje sino de la dupla de creadores. Un
resentimiento brutal que tiene Lechuga, dijo.

También dijo que necesitaba varios días para superar la incomodidad


que le causó la película. “Me sentí incómodo, me hubiera ido del cine porque
no me interesaba”.

Cuando insistió en mostrársela a más personas, a un grupo de


creadores, para llegar a una decisión, enfatizó que se trataba de una reunión
que iba a ser relajada y en donde se debía mantener el pensamiento cultural
por encima de las otras cosas. Roberto Smith estaba seguro que muchos
creadores se iban a sentir como él: incómodo.

Roberto enfatizó que esta era una película que habría que “arropar”,
21

“defender”, “ayudar”. “Ya la película tiene un contexto jodido porque el


realizador se ha puesto como la nueva víctima”, les dijo.

Lechuga pregunta quien trae a la gente que va a ver la peli y Roberto le


dice que entre todos los escogerán, pero que por favor no trajeran a nadie raro.
Lechuga sonrío: ¿Quién era alguien raro?

Samada dijo que le gustaba el personaje de Santa, era entrañable, pero


que, en la película, los factores quedaron muy mal parados. Lechuga le recordó
que Santa era parte de los factores. Samada repitió que ese Fidel que salía en
la película no era su Fidel. El Fidel que aparece atrás, hablando como un loco,
no es su Fidel.

Smith y Samada consideraron que Lechuga mostraba demasiado


resentimiento hacia la Revolución y que el tono narrativo era desafiante; ellos
se sentían obligados a proteger al espectador cubano, que podía salir
lastimado por la visión de la película. Uno de los aspectos que más molestaba
a los funcionarios era el texto con que se iniciaba el filme, que, según ellos, era
macarrónico, sin que se especificara mucho si se referían al estilo de la
escritura o al contenido de esta.

En algún momento del diálogo los funcionarios sugirieron que el director


no debía problematizar este asunto y que era importante que evitara seguir
“haciéndose la víctima”, como si se tratara del protagonista de la historia y no
del director de ella. Antes de dar por terminada la reunión, y tratando de
emplear un tono menos aleccionador, Smith le repitió a Lechuga que para la
segunda proyección no llevaran a “nadie raro”.

Por varios días se intercambiaron nombres de los posibles invitados para


la segunda proyección entre los funcionarios del ICAIC y los realizadores del
filme. La cita se acordó para el 24 de octubre. Entre los presentes estaban
Fernando Pérez, Enrique Pineda Barnet, Manuel Pérez, Juan Carlos Tabío,
Senel Paz y otros. Por el equipo de Santa y Andrés estaban Carlos Lechuga y
Claudia Calviño.

El ambiente del lugar, antes de comenzar la proyección, era tenso y


parecía que no iba a favorecerlo, sin embargo, a pesar de las diferencias de
22

pensamientos y visiones creativas, al terminar el pase los invitados estuvieron


todos de acuerdo en que la película debía ser exhibida en el país. Lechuga
supo que incluso en los pasillos, que es donde se expresan muchas veces en
Cuba las verdaderas opiniones, hubo quien dijo que la película era muy mala,
pero que aun así tenía derecho a ser vista y juzgada por la población cubana.

Fernando Pérez habló muy bien y dijo que, por supuesto, había que
poner la película. Regino Oliver estaba muy emocionado y dijo que la película
lo había sobrecogido. Juan Carlos Tabío, con su gracia y guapería habitual, le
preguntó directamente a Roberto Smith: ¿Roberto qué vas a hacer? Nosotros
sabemos que hay que poner la película, pero tú, ¿Qué vas a hacer Roberto? A
lo que Roberto le dijo que por supuesto que sí, que la película iba.

Roberto Smith sin ningún pudor engañó a lo mejor y más representativo


del cine cubano.

Rebeca Chávez propuso quitar el cartel de inicio de la película y Senel


Paz la apoyó: el cartel no ayuda al filme.

Enrique Pineda Barnet dijo unas palabras bellas, se refirió a que


Lechuga había sido bastante suave, en la isla pasaban cosas peores. Mijaíl
Rodríguez defendió a los realizadores y habló muy emocionado de las cosas
malas que estaban pasando con respecto al arte en la isla.

Antes de acabar, Fernando Pérez exigió que no solo se enseñara en el


festival, después había que estrenarla para que todo el público la viera.
Roberto bromeando dijo que los realizadores sabían su opinión de “cederista
destacado” pero que él no estaba ahora como cederista, estaba como regente
de una institución cultural y por el respeto que se merecían Lechuga y Calviño
ahora él tenía que informar al ministerio de cultura que la película iba a estar en
el Festival.

Roberto dijo: “El ICAIC por supuesto, por supuesto, por supuesto que
respalda que la película esté en el festival, (tres veces repitió por supuesto), tal
como el festival decidió a través de sus seleccionadores.

¿Qué va a pasar? No sé qué va a pasar. Dijo Roberto. Pero si pasa algo


23

yo voy a exigir una discusión, con otra proyección, pero hay que naturalizar
esto, restarle importancia, no hay que hacer un gran lío.

En ese momento y sabiendo las cosas malas que podían pasar, Mijaíl
Rodríguez propone que todos saquen una carta pública en caso de que algo
malo pase (esta carta nunca vio la luz).

A pesar de la opinión favorable a su exhibición, Lechuga y Calviño se


fueron sin tener respuesta aún acerca de la decisión del ICAIC, pero estaban
más tranquilos y confiados. Sabían que la película era considerada
“problemática” para muchos funcionarios de la Isla, pero tenían esperanzas en
que aun así fuera mostrada al público en el Festival de Cine de La Habana.
Fue por esa época, recuerda el director, que comenzaron las llamadas a su
casa. Una de ellas, de una periodista del Instituto de Cine que deseaba
hacerles una entrevista acerca de la participación de Santa y Andrés en el
citado Festival. Había en eso algo de extrañeza, un aire otra vez mórbido, pero
aún no se había instalado el miedo en el cuerpo de Carlos Lechuga.

Es como si el director del instituto los estuviera poniendo a prueba.


Pinchando a ver qué decían después de las dos proyecciones.

El 27 de octubre, sin que mediara otro intercambio posterior a la segunda


reunión en el ICAIC, llaman a la pareja desde la oficina de la presidencia del
instituto para solicitar una copia del filme con una marca de agua en ella. No
ofrecen ningún tipo de explicación del motivo de tal demanda, por lo que esa
petición es rechazada.

Entre el 24 y el 31 de octubre Carlos Lechuga y Claudia Calviño


decidieron que, si era un requisito para que la obra fuera exhibida en Cuba, se
retiraría el texto introductorio que tanto había molestado. Así se lo hicieron
saber a los funcionarios del ICAIC, junto a su satisfacción de que hubiera
existido un diálogo frontal y abierto acerca de la película, y la disposición a
ayudar de cualquier manera con tal de que fuera exhibida en el país.

La Habana, 31 de octubre de 2016.


24

Queridos Fernando Pérez, Enrique Pineda Barnet, Ernesto Daranas, Manuel


Pérez, Magda González, Juan Carlos Tabío, Senel Paz, Patricia Ramos, Lía
Rodríguez, Mijaíl Rodríguez, Rebeca Chávez, Iván Giroud, Luis Ernesto Doñas,
Luciano Castillo, Mario Naito, Armando Capó y Regino Oliver.

Incluyo en este mensaje a Roberto Smith presidente del ICAIC.

Les escribo este mensaje para informarles que en la mañana de hoy el


presidente del ICAIC Roberto Smith y Ramón Samada, vicepresidente del
instituto, nos dieron cita a mí y a mi productora Claudia Calviño en el séptimo
piso del ICAIC para informarnos que la película Santa y Andrés no iba a ser
exhibida en el Festival de Cine de La Habana.

Les envío este mensaje porque siento que si ustedes fueron convocados para
participar en un debate sobre la posibilidad de exhibición de la película también
tienen el derecho a saber cuál ha sido la decisión final.

Este mensaje solo ha sido enviado a los compañeros que estuvieron el pasado
24 de octubre con nosotros.

Según Roberto y Samada, hay en la película, más allá de su calidad artística,


un tratamiento donde la revolución aparece reducida, simplificada,
caricaturizada, sin matices. Yo no estoy de acuerdo con ellos.

Yo creo que la película intenta hablar de otras cosas y de algo puntual que la
revolución hizo mal y que les costó la carrera a muchos artistas y que nos costó
a nosotros, entre otras cosas, privarnos de la obra de esos artistas.

Seguramente el filme tiene defectos, pero creo que Santa y Andrés como lo
dice su nombre, también es la historia de dos personas. Dos cubanos que
piensan distinto, pero aun así se encuentran… Es una historia de unión, que
habla de la libertad de pensamiento, de la posibilidad de diálogo y el perdón.

Esto, para el 2016 que vivimos, no creo que sea un tema a censurar.

Más allá de los gustos personales, las subjetividades, los que nos diferencia…
todos ustedes apoyaron que la película fuera exhibida. Todos optamos por el
NO a la censura.

¿Qué sería del mundo si todos tuviéramos los mismos gustos y las mismas
25

ideas?

No sé si Roberto y Samada tomaron la decisión ellos solos. Sí me consta que


aquí más nadie ha visto la película.

En mi opinión el daño que hacen con esta decisión de censurar la película y


prohibir su exhibición en Cuba no es solo contra mí, o mi equipo, o la película
misma. El daño es mayor porque perjudica al propio Festival, al propio ICAIC,
al cine cubano independiente, al cine cubano en general y daña a Cuba.

Desde el primer pase, la directiva del ICAIC sabe que estoy en toda disposición
a dialogar y que estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para ayudar
a que la película se ponga.

El diálogo con Roberto y Samada ha sido frontal y sincero de ambas partes.

Esta decisión no ayuda. Santa y Andrés existe. Es una película, ni más ni


menos. Pero para mí es como un hijo. Hacerla me ha costado mucho. Yo
personalmente haré lo posible porque el pueblo cubano la vea. Roberto y
Samada lo saben.

Mi admiración y agradecimiento al comité de selección del festival y su directiva


por el amor, el apoyo y la comprensión.

Gracias a ustedes por la sensatez, por las palabras de ese día.

Como en Santa… algunas cosas nos separan, pero son más las que nos
unen…

Siempre recordaré esa tarde, realizadores nuevos y los consagrados unidos…


unidos hay esperanza.

Gracias por esto. C. L.


26

Los cineastas destinatarios de esta carta comenzaron a dialogar con Lechuga


sobre la forma en que se podría facilitar que el filme fuera aceptado para ser
presentado durante el Festival y, de paso, retomar sus inquietudes sobre las
conversaciones pendientes con las altas esferas culturales a propósito del cine
independiente cubano y la ley de cine, que se encontraban estancadas en ese
momento.

Lechuga y Calviño se volvieron a reunir con los cineastas para contarles


como había sido la reunión a puertas cerradas con Samada y Roberto. El
matrimonio de creadores les contó como nada más llegar, los funcionarios les
dejaron en claro que habían decidido no poner la película en el festival. Según
Roberto Smith y Ramón Samada este tipo de censura había sucedido antes y
que la decisión no había sido artística sino completamente política. El acto de
censurarla no tenía nada que ver con su calidad artística. Según ellos, la
película tenía un tratamiento pobre, donde la revolución aparece reducida,
simplificada hasta caricaturizada. Pasada por una sensibilidad que quiere
mostrar un país intolerante, sin matices.

“En el contexto del ICAIC y del festival, después de oír el parecer de


Lechuga, Calviño y de los cineastas deciden que la película no va, pero que
igual están abiertos a mantener el diálogo”.

“El ICAIC es una institución de la revolución cubana que no puede


permitirse acciones al margen de la revolución a la que con orgullo pertenece.
Y que más allá de toda la atmosfera creada por el cineasta, lo que decidió fue
la película. No el mal actuar de Lechuga ni lo que había dicho en las
entrevistas”.

Lechuga se refirió a que esto era primera vez que pasaba, Alicia… y
P.M. se habían exhibido. También habló del mal funcionamiento del ICAIC que
conocía que la película había sido editada a pocos pasos de ahí y ellos ni se
habían interesado en ver un primer corte.

Los cineastas cubanos escucharon con interés a Lechuga y a Claudia y


empezaron a ver la posibilidad de ganar la batalla por el estreno de Santa y
27

Andrés y al mismo tiempo retomar un diálogo con el ministro de cultura que los
había dejado a un lado desde hacía meses.

Estos diálogos entre los creadores se extendieron por varias semanas y


ocurrían lo mismo en el ICAIC que en la Casa del Festival. Carlos Lechuga
después se arrepintió mucho de haber agarrado por el caminito del “buen
comportamiento” y no haber denunciado enseguida en las redes lo que le
estaban haciendo.

Es importante saber que Santa y Andrés había sido privada de participar


como parte de las obras en concurso del Festival, donde dos años atrás había
resultado premiado su guion, e incluso se le había negado ser exhibida sin que
formara parte de la competencia.

Carlos Lechuga acudió a ver a Tato Quiñones, escritor, intelectual y


babalawo amigo suyo, que le aconsejó mantenerse en calma, cabeza e ideas
despejadas. En este espíritu el director se comunicó con la Oficina del Festival
de La Habana y les expresó que no era su intención dañar o manchar tan
importante proyecto. Lamentablemente en un gesto cínico de la Oficina del
Festival surgió la idea de que Lechuga y Calviño viajaran en esas fechas para
que no estuvieran pululando por ahí en el medio del evento. Oferta, que por
supuesto, fue rechazada enseguida.

Desde ese instante, para algunos de los trabajadores del festival y otros
creadores, Lechuga y Calviño eran vistos como “el enemigo”. Lo mejor era
tenerlos lejos.

Para los cineastas convocados era imprescindible “cuidar el festival”.


Nunca se habló de cuidar la película, el trabajo hecho o a Carlos y Claudia.

En este punto Lechuga escribió al ministro de cultura, Abel Prieto, para


protestar por la decisión del ICAIC y del Festival de excluir a Santa y Andrés.
También los realizadores que habían participado en el segundo pase dirigieron
una carta al ministro para solicitar su intervención en el asunto.

La Habana, 1 de noviembre de 2016.


28

Abel:

Mi nombre es Carlos Lechuga, soy un guionista y director de cine


cubano de treintitrés años, graduado en la EICTV en el 2008. Vivo y
trabajo en La Habana y acabo de terminar mi segundo largometraje de
ficción titulado Santa y Andrés, enteramente rodado en Cuba, de manera
independiente.

Le escribo esta carta para darle mi visión y comentarle el por qué me


parece perjudicial para Cuba la decisión que ha tomado la directiva del
ICAIC de no mostrar mi película.

Santa y Andrés tuvo su estreno internacional en el festival de cine de


Toronto y luego se mostró en el festival de San Sebastián, el festival de
Zúrich, el festival internacional de Chicago, y ahora continuará su camino
por otros festivales en India, Francia, Suecia, Colombia, etcétera. Los
integrantes del comité de selección del Festival de Cine de La Habana
vieron la película en estos festivales y decidieron incluirla en la
competencia. Por su parte el presidente del ICAIC, Roberto Smith, nos
contactó para ver la obra.

El 14 de octubre en el séptimo piso del ICAIC, Roberto Smith y Ramón


Samada vieron la película. A Roberto le pareció importante el tema de
reconciliación entre cubanos que tocaba la película y me propuso
mostrarla a un grupo de cineastas ya que a su entender era una película
que debía ser “arropada” y “ayudada”.

Yo acepté contento ya que esto me daba además la oportunidad de


mostrar la película a personas que admiro y que representan lo más
importante del cine nacional.

El día 24 de octubre se realizó esta proyección en el séptimo piso del


ICAIC donde estuvieron presentes Fernando Pérez, Enrique Pineda
Barnet, Ernesto Daranas, Manuel Pérez, Magda González, Juan Carlos
Tabío, Senel Paz, Patricia Ramos, Lía Rodríguez, Mijaíl Rodríguez,
Rebeca Chávez, Iván Giroud, Luis Ernesto Doñas, Luciano Castillo,
Mario Naito, Armando Capó y Regino Oliver.
29

Más allá de los gustos personales, las subjetividades, los que nos
diferencia… todos ellos apoyaron que la película fuera exhibida. Todos
optamos por el NO a la censura. Al finalizar la reunión el propio Roberto,
que estuvo también presente en la proyección y el debate posterior con
los cineastas, dijo que más allá de su opinión personal sobre la película,
a él le correspondía, como representante de la institución, informar al
Ministerio de Cultura que la película iba a estar en el festival de cine,
además Roberto insistió en que “por supuesto, el ICAIC respaldaba que
la película estuviera en el festival”.

Entre ese 14 de octubre, y el día de ayer, escribí en dos ocasiones a


Roberto, y ambas veces le insistí en que estaba en la mayor disposición
de hacer lo que fuera necesario para ayudar a que la película se pusiera,
y además le manifesté mi satisfacción por el diálogo abierto y frontal que
habíamos, que hemos, mantenido.

En la mañana de ayer 31 de octubre de 2016 el presidente del ICAIC


Roberto Smith y Ramón Samada, vicepresidente del instituto, nos dieron
cita a mí y a mi productora Claudia Calviño en el séptimo piso del ICAIC
para informarnos que la película Santa y Andrés no iba a ser exhibida en
el Festival de Cine de La Habana. La razón es que, según el entender de
ellos, hay en la película, más allá de su calidad artística, un tratamiento
donde la revolución aparece reducida, simplificada, caricaturizada, sin
matices. La decisión de no mostrarla no es estética, es puramente
política. Nos dijo.

Yo no estoy de acuerdo con esto. Creo que la película, seguramente con


montones de defectos, cuenta la historia de un encuentro entre dos
seres humanos, habla de la unión entre cubanos, de reconciliación, de
cómo el odio nos aísla y el perdón y la tolerancia nos une. Creo que si la
película incomoda es porque expone lo que en mi opinión fue un error,
un error que les costó la carrera a varios artistas cubanos y que nos
costó a nosotros, entre otras cosas, privarnos de la obra de esos
artistas, muchos aún desconocidos en Cuba.
30

En cualquier caso, estamos hablando de opiniones, y creo que el público


cubano, la crítica especializada, los medios nacionales, etcétera, deben
tener la oportunidad de hacerse ellos su propia opinión. Deben ser ellos
los jueces de la película, los que decidan si vale la pena verla o no.
Usted también si lo desea puede hacerse su propia opinión, y yo estoy
en total disposición de mostrarle la película, puedo llevarla a donde sea
el día que sea.

Quiero decirle que me parece triste que algo como esto suceda en Cuba
en el 2016.

Me parece que esta decisión atenta más que contra mí, mi película y mi
equipo, atenta contra el cine y la cultura cubana, contra el propio ICAIC y
también contra Cuba. Esto no le debería pasar a ninguna película ni obra
de arte… pero mucho menos a una película cubana, esta película no es
la mirada de un director extranjero sobre Cuba, esta película está hecha
aquí, por profesionales cubanos, que viven y quieren lo mejor para
Cuba, y han decidido hacer cine en este país.

Ayer me decía Roberto que esta era una decisión dolorosa, pero que
había pasado antes. Yo la verdad no recuerdo que haya pasado nunca,
incluso en el caso de Alicia…, la película se pasó en el Festival de Cine,
de hecho, me parece que también se llegó a mostrar. Realmente me
parece un sinsentido censurar una obra que trata de buscar paz en los
años y en las situaciones de censura del pasado.

En algún momento Roberto insinuó que yo aspiraba a martirizarme o


hacerme la víctima ante los medios extranjeros. Nada más lejos de esto.
Si mi intención fuera esa, si lo que me movilizara fuera el ansia de fama,
no estaría escribiéndole esta carta y estaría celebrando este acto de
censura que lo único que va a lograr es darle mayor importancia a la
película. Pero mi intención no es esa, yo quiero que la película se
muestre en Cuba, estoy seguro que habrá muchos que me criticarán,
seguro algunas personas se sentirán incómodos, pero estoy dispuesto a
eso.
31

Desde que me gradué en el 2008 de la EICTV, he optado por hacer cine


en mi país. De mi generación, de los cubanos, solo quedo yo en la isla.
Yo me considero un patriota. Soy joven y tengo mis propias ideas. No
puedo pensar igual que otros colegas de otras generaciones. Pero lo
que si tengo claro es que amo este país y que no me voy a echar a un
lado. Participaré del Festival de Cine como espectador. Seguiré
haciendo cine, aunque sea con un teléfono celular en el baño de mi
casa. Participaré del cine cubano como realizador dentro de la isla. Y
aunque no me voy a dejar usar por los detractores de Cuba, voy a
limitarme a decir la verdad de lo que ha pasado y del proceso que viene
ocurriendo desde el 14 de octubre en que Roberto y Samada vieron la
película por primera vez.

Todo lo que sea “curar” y buscar la paz debe ser recibido de otra
manera. Hay que cuidar más a los artistas.

C. L.

En las reuniones en donde los realizadores cubanos trataron de ayudar al


matrimonio Lechuga-Calviño había salido a relucir el tema: Roberto Smith se
había equivocado. El hecho de no rechazar de primera mano la película y
buscar el apoyo en estos creadores lo había embarcado más. Casi seguro que
Roberto esperaba que los creadores consagrados cubanos iban a rechazar
también la película. Ahora, con una bomba en la mano, Roberto había perdido
el control de la situación. Ya no solo tenía que calmar a dos jóvenes
realizadores, ahora tenía en contra a toda la comunidad del cine. Para los
cineastas cubanos que llevaban años realizando asambleas para mejorar el
ICAIC y que habían recibido un jarro de agua fría con la orden de parar estas
asambleas, el “affaire” Santa y Andrés les traía la posibilidad de hacer cambios
en el instituto de cine e incluso en el Ministerio de Cultura. A Carlos Lechuga
siempre le llamó la atención la desconfianza y el secretismo que había en estas
reuniones del G20 (grupo de cineastas en pos de una ley de cine). Si al
matrimonio de creadores los citaban a las tres de la tarde, ya desde las dos los
32

cineastas estaban reunidos.

Para Lechuga la sensación de estar siendo usado, de ser un “conejillo


de indias”, no desapareció hasta varios años después.

La Habana, 5 de noviembre de 2016


Co. Abel Prieto Jiménez
Ministro de Cultura
Estimado Abel:

El pasado 24 de octubre un grupo de cineastas fueron convocados por


Roberto Smith, presidente del ICAIC, para ver y debatir la película Santa
y Andrés, de Carlos D. Lechuga, Premio Coral de Guion Inédito de la
edición 2014 del Festival y ahora seleccionada para concursar dentro de
la representación cubana. Sin excepción, incluido el propio Smith, los
presentes en la proyección opinaron que se trata de un filme complejo
que de la mejor forma posible tiene que ser presentado al público en la
cita de diciembre.

Sin embargo, el lunes 31, Smith comunicó al director y a la productora


de la obra, Claudia Calviño, la decisión del ICAIC de prohibir la
exhibición de Santa y Andrés en el Festival. Esta noticia la conocemos a
través de los dos cineastas mencionados ya que Smith no se volvió
dirigir a los creadores que antes convocó.

Como estamos ante un acto de censura, nos dirigimos a ti para


solicitarte un encuentro en el que podamos reflexionar con serenidad
sobre este acto de prohibición institucional de un filme cubano por
razones políticas. Consideramos que como creador y dirigente de la
cultura puedes propiciar esa necesaria atmósfera de debate donde la
reflexión y la responsabilidad predominen y se arribe a las mejores
soluciones para la cultura cubana.

Aprovechamos para saludarte,

ENRIQUE PINEDA BARNET, Premio Nacional de Cine


33

MANUEL PÉREZ PAREDES, Premio Nacional de Cine


FERNANDO PÉREZ, Premio Nacional de Cine
JUAN CARLOS TABÍO, Premio Nacional de Cine
Y el resto de los firmantes.
34

Tras varios días sin tener una respuesta del ministro de Cultura, o al menos un
acuse de recibo de su parte, el director de Santa y Andrés recibe una llamada
telefónica matutina. Lo llamaban del Ministerio del Interior, sin especificar
quién, para hacerle una visita y tratar el tema de la película. Lechuga aceptó y
pasó a darles su dirección particular porque los agentes del MININT conocían
su teléfono, pero no su lugar de residencia. Evidentemente del ICAIC o del
MINCULT, al no tener como contener lo que se avecinaba, tuvieron que llamar
a la policía política para contener las posibles repercusiones negativas de la
censura y las chapucerías de ellos mismos. Mientras Lechuga y Calviño
jugaban limpio, los dirigentes culturales los lanzaban al foso de los leones.

El director pidió a su esposa y productora que lo dejase solo con los


entrevistadores. En un rato llegaron dos hombres en sus respectivas
motocicletas. En Cuba cualquier persona conoce cómo son los ciclos de los
agentes del MININT, pero aun así los oficiales preguntaron si sería seguro
dejar las motos sin candado en la parte de abajo del departamento, tenían
temor de que fueran robadas por alguien.

Al entrar a la casa, los dos interrogadores manifestaron asombro de ver


las condiciones en que vivían el director y su esposa. Según ellos, habían
mejorado mucho en muy poco tiempo. Uno de ellos había aparecido hacía
poco en un video de Youtube dándoles golpes a unos disidentes. Se sentaron
todos en la terraza y Lechuga encendió un tabaco. Curiosamente, el puro de
esa mañana no era el que prefería fumar, sin embargo, en lo adelante y por
varias ocasiones los oficiales del MININT le obsequiarían esa marca de tabaco
en sus reuniones.

Uno de los dos hombres comenzó a hablar. Este, que se mantendrá en


el caso todo el tiempo y que Carlos llamaba “el rubio”; se refirió en primer lugar
a la madre del director en su condición de jubilada, y le recordó que ya él lo
había visitado con anterioridad en su otro domicilio, a raíz de un asunto
diferente. En aquella oportunidad la policía política exigía explicaciones por una
35

llamada telefónica recibida por Claudia Calviño de parte de la artista Tania


Bruguera, quien desde hacía un tiempo era considerada una disidente del
sistema cubano. “El rubio” se quejaba de haber sido agraviado por Lechuga en
la visita pasada.

Comenzaron en ese momento las preguntas acerca de Santa y Andrés,


ya que, según ellos, “el enemigo” quería utilizarla para dañar a la Revolución.
El director les comentó que su inspiración provenía, entre otras fuentes, de los
documentales Conducta Impropia y Seres Extravagantes, que les
recomendaba ver. Los oficiales pidieron una copia del filme y el director se
negó, les dijo que al parecer había habido un muy mal trabajo por parte de la
presidencia del ICAIC que nunca se había interesado en supervisar el trabajo
de producción ni post producción de la película, a pesar de conocer con
anterioridad el tema que trataba.

El interrogatorio se extendió un tiempo más y luego los policías


preguntaron sobre una vecina a la que investigaban. Querían saber, según
parece, si estaba dispuesto a cooperar en este otro caso. Lechuga se negó y
terminó la entrevista con el estómago destrozado a causa del miedo.

Al día de hoy, (finales del 2021), Lechuga sabe que a la policía de civil
no se le abre la puerta si no viene con una citación. Durante todo el año 2020,
por las amistades con que se reunía y por la gente que se quedaba en su casa,
Lechuga y su madre sufrieron el tener una patrulla de policía afuera de la casa,
teléfonos pinchados y preguntas de la policía secreta en todo el barrio con
respecto al realizador y sus amistades. Hoy, Lechuga sabe que a la seguridad
del estado no se le habla, no se le convence, no se le cuenta nada. En una
relación con policías entrenados para reprimir, que ni siquiera tienen un nombre
real, el ciudadano tiene todas las de perder. Pero tuvo que pasar varios años
para que el creador entendiera eso.

El 4 de noviembre el matrimonio recibe noticias indirectas de Abel Prieto


a través de un correo electrónico remitido desde la presidencia del ICAIC. En
este texto se le explica que el ministro se halla muy ocupado con el ejercicio
militar “Bastión” y que cuando se desocupe los recibirá en algún lugar
36

designado para ver el filme y decidir si se podrá o no ver la obra en Cuba.

El 7 de noviembre “el rubio” telefonea al director para volver a solicitar la


película. Otra vez Lechuga se niega, pero se ofrece para ir con él a donde se
requiera para mostrarla a quien lo solicite siempre que eso pueda ser
beneficioso para ayudar a que el filme se exhiba en Cuba.

En unas horas el agente repite la llamada y anuncia que alguien lo


recogerá durante el día para llevarlo a mostrar la copia. Remarca su intención
de colaborar con el artista a favor de la obra. Carlos Lechuga espera con
ansiedad todo el día y no aparece nadie. Tampoco el 8 o el 9 de noviembre. El
10 el director fue finalmente citado en una calle cualquiera de El Vedado, con la
condición de que fuera solo y llevara la película.

Antes de irse, Lechuga discutió con su esposa. Se encontraban solos en


esa situación comprometida porque no habían querido comentarlo con la
madre de él ni con los padres de ella para no preocuparlos. Estaban en un
escenario oscuro, sin poder ni saber a quién pedir ayuda, eran dos creadores
con su obra “problemática”, con temor, pero convencidos de no haber hecho
más que una película basada en la realidad, la censura vivida por los artistas
en la isla, circunstancia que de pronto se volvía cada vez más real para ellos.

Un par de horas antes de la cita, el director agarró su copia y se fue solo


al lugar acordado. Sospechaba de todos los que le pasaban por al lado, de una
mujer hermosa que lo observó de arriba abajo, de un hombre que cojeaba,
hasta de un anciano con periódico que se sentó cerca de donde estaba parado.
Había llegado a ese punto donde todo resulta sospechoso e intrigante: el miedo
ya lo poseía.

Finalmente, llegó el oficial “rubio” y lo condujo hasta una casa fastuosa


de El Vedado. En la residencia radica una institución estatal llena de aulas para
cursos de postgrados, cada una con un televisor y una computadora. El lugar
estaba vacío excepto por un custodio muy nervioso. Llegaron entonces dos
motocicletas con personas y un coronel vestido de civil (él mismo se presentó
con ese grado militar) acompañado por dos muchachas.

Comienza el juego del policía bueno y malo. Esta vez el malo es “el
37

rubio” que interrogaba a Lechuga acerca de su abuelo –el embajador ya


fallecido–, del origen de la idea de la película y otras cuestiones que ya
conocían. Luego intentaron relajar el ambiente al afirmar que iban a colaborar
para convencer al ministro de que el filme se viera en Cuba. Carlos estaba
aterrado y creyó ver a las muchachas reírse abiertamente de él.

El custodio de la institución era el encargado de poner el filme en uno de


los salones. No pudo hacerlo porque le temblaban las manos, así que el mismo
director lo hizo. Alguien le puso el brazo por encima y lo sacó del local del
visionaje, y desde afuera el joven podía escuchar los intentos fallidos de copiar
el filme en la computadora, pero sintió temor de enfrentarlos por eso.

Sin haber tenido el tiempo para haber visto Santa y Andrés hasta el final,
el coronel salió del aula para decirle a Carlos Lechuga que le diera la copia del
filme. Él se había negado ya en tres oportunidades, pero esta vez dijo que se
quedaran con ella. El coronel lo llevó hasta su auto para trasladarlo hasta su
casa. En el camino habló de la juventud de Lechuga, de “la vida por delante”,
mencionó a diversos artistas reconocidos que colaboraban, según él, con la
Seguridad del Estado. Luego se quejó largamente de que en la actualidad
todas las películas eran “de maricones” y lo dejó en la misma puerta de su
casa.

A su esposa no le agradó nada que hubiera cedido respecto a la copia


del filme. Carlos no sabía qué decir. A la media hora el auto rojo del coronel
parqueó frente a la casa después de realizar con el timón una maniobra
aparatosa. En el asiento de al lado del chofer estaba una de las muchachas
risueñas con la película en la mano. Ya había sido duplicada. Para Lechuga
más que un acto consensuado aquello resultaba una violación. Se sentía
utilizado.

Por varios días el director de Santa y Andrés vio pasar por su casa ese
auto del coronel. La primera vez que lo había visto le había parecido un hombre
alto y fuerte. Con el tiempo se dio cuenta de que era en realidad bastante
bajito. El miedo lo había sobredimensionado en su cabeza.

Para Lechuga algo claro estaba pasando: mientras él y su esposa, dos


38

jóvenes, solos se enfrentaban a la peor cara de la represión cultural de la isla,


los funcionarios del ICAIC en vez de apoyarlos los habían dejados en manos
de los carcelarios, como si fueran dos enemigos y no dos creadores. Los
artistas que les estaban apoyando creaban encuentros en salones estatales y
seguían sus vidas como si nada. La doble moral de la cultura cubana estaba en
evidencia una vez más.

El cineasta Kiki Álvarez y el guionista Arturo Arango contactan a Carlos


Lechuga con el interés de ver la película en su casa. Desde ese momento, y
por muchos meses, desfilaron decenas de personas en grupos de dos y tres
por la habitación matrimonial de Carlos y Claudia para ver el filme. Los
espectadores se acostaban en la cama de la pareja y veían la película. Entre
esa gente hubo quien defendió con pasión la película y hubo también quien la
atacó.

Muchas noches, asomados al balcón, fumando, la pareja esperaba a que


los amigos, cercanos, vecinos y curiosos, acabaran de ver la película
acostados en su cama, para poder volver a descansar. El único lugar libre para
ver la obra era una cama matrimonial frente a un televisor.

El día que Kiki Álvarez visitó a la pareja para ver el filme llegó también
sin avisar una prima de Lechuga. Claudia Calviño, que estaba fuera de la casa,
entró y contó aterrorizada que fuera de la casa había un agente encubierto,
como en Santa y Andrés. El pánico los dominó a todos que salieron del lugar,
se montaron en diferentes autos y se fueron, para tratar de despistar.
39

Santa, Andrés y la complejidad de la silla

Por Kiki Álvarez

Lo primero es Santa y la silla, una imagen que nos incita a interrogarnos


antes de entrar en el relato.

¿Quién es esta mujer que atraviesa un recorrido tan largo con una silla
en la mano? ¿De dónde viene, a dónde va? No lo sabemos, pero querer
conocerla es lo que conduce el itinerario dramático de esta película.

Santa y Andrés es la historia de Santa; ella es la protagonista y vigilar a


Andrés, para que no salga de su casa durante tres días, su misión. Por
eso la silla. Santa llega, informa el objeto de su visita y se sienta frente a
la casa de Andrés, dispuesta a ser espectadora y testigo de la
cotidianidad de este hombre que vive en el margen de la sociedad.

En ese principio Santa y Andrés son opuestos, ella es revolucionaria y él


un escritor censurado, obligados a estar juntos durante un tiempo por
una circunstancia que ellos no han decidido pero que los conduce, poco
a poco, a un acercamiento y a un reconocimiento del otro que define la
voluntad humanística de esta película.

Santa es frontal y Andrés es sinuoso: ella tiene una verdad que defender
y él un secreto que ocultar; pero al principio es ella la que esta tensa e
incómoda con la situación, mientras que él, acostumbrado a este tipo de
visitas, se muestra más relajado.

Lo hermoso de este encuentro es que a medida que se conocen y Santa


se va relajando y aproximando, Andrés se va crispando; él es un hombre
herido, desconfiado, que con la irrupción de Santa, recibe el regalo de
una amistad inesperada.

Para cumplir su misión, Santa no ha sido bien orientada, ni siquiera sabe


40

muy bien por qué Andrés es considerado un peligro para la sociedad.


Jesús, su jefe, con el cual es evidente que ha tenido una relación
sentimental, le da órdenes muy concisas y esto hace que ella le
reproche que su intención es mantenerla ocupada y lejos de él.

Sobre estas sutilezas en las relaciones entre los personajes es que


están montados los sucesos que convierten a Santa y Andrés en una
película compleja ante la cual tenemos que aprender a posicionarnos.

Santa y Jesús son personajes que representan por su compromiso y


participación a la Revolución, pero ninguno de los dos son la Revolución
en su sentido más abarcador y transformador de toda la sociedad.

Santa es una mujer sola y marcada por un infortunio familiar que se


encuentra inmersa en un proceso de crecimiento y comprensión del
mundo y de la sociedad en que vive; Jesús, por su parte, es un hombre
cosificado, comprometido y visceral en la defensa de los principios a los
cuales se ha entregado con convicción.

En esa dicotomía, la enunciación del filme se bifurca en dos rostros y en


dos maneras de vivir, entender y defender, el proyecto liberador de la
Revolución Cubana. Santa y Andrés podría haber sido Santa y Jesús,
pero entonces sí habría sido una película sobre la confrontación entre
interpretaciones y prácticas ideológicas, y no la película sobre el
acercamiento entre las diferencias que se propone ser.

Por eso es un error de lectura interpretar el diseño del personaje de


Jesús como un ataque contra la Revolución. Jesús, repito, no es la
Revolución, es una manera de entenderla y defenderla que esta película
y su realizador cuestionan y proponen discutir.

Por eso la protagonista es Santa. Ella es el personaje que crece, que se


transforma, ella es la que le pide a Andrés que se quede, ella es la que
confía en la solidaridad, en el mejoramiento humano, en una sociedad
inclusiva con todos y para el bien de todos.

Por eso todo depende de la silla con que carguemos para sentarnos a
41

verla y de nuestra capacidad para cuestionarnos, una vez más, ¿qué


fuimos, qué somos, qué queremos ser?

Si miramos a Andrés y a toda la película desde la silla de Santa,


aprenderemos a ver más allá de las apariencias, de los preconceptos, de
los condicionamientos. El arte es un espejo que no siempre nos
devuelve nuestra mejor imagen, pero cuando esto sucede lo que nos
propone es tomar distancia y reflexionar.

Yo me quedo con la femineidad interior de Santa, con la belleza


irradiante de la flor, con la delicadeza suicida del colibrí.

Por eso al final, cuando uno escucha “El colibrí y la flor” sobre los
créditos, yo no pude dejar de sentir que esa flor era Cuba…

“Yo soy el colibrí si tú me quieres

Mi pasión es ser torrente

Y tú la flor”.

El día 21 de noviembre de 2016 hubo varios acontecimientos en relación


con Santa y Andrés, Kiki Álvarez expresa su opinión acerca del filme en su
perfil de Facebook, Carlos Lechuga y Claudia Calviño son notificados vía
telefónica que el ministro de Cultura, Abel Prieto, los va a recibir el 23 a las 9
de la mañana. Esa misma tarde el director lee en internet dos artículos
referidos a su película: “¿Cine independiente de quién?” de Arthur González
publicado en el blog El Heraldo Cubano el 17 de noviembre y “Entre Santa y
Andrés, Lechuga” por Luis Ernesto Ruiz Martínez en Visión desde Cuba, con
fecha 19 de noviembre.

Desde los ataques a Juan Carlos Cremata y la censura de su obra de


teatro, todos los entendidos sospechaban que Arthur González era un agente
de la seguridad del estado, quizá un militar retirado, incluso no se sabía si era
un nombre real. La seguridad del estado que se supone que estaba
“ayudando”, ya había empezado a actuar públicamente y a atacar a Lechuga.
Juego sucio y de máscaras. Opereta. Circo sin pan.
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Una pareja de jóvenes recibiendo montón de puñaladas por la espalda


desde todas partes: desde la policía, que era obvio, desde la institución que era
cómplice, y desde un grupo de creadores que querían ayudar, sin embarrarse
demasiado.

Lo más sensato hubiera sido salir a la calle a gritar, sacar un cartel,


escribir una carta en las redes… pero no, Calviño y Lechuga seguían con fe en
el buen accionar de los que los rodeaban.

¿Cine independiente de quién?

Por Arthur González

Hace varias semanas, las agencias de noticias y algunas financiadas


para trastocar la verdad sobre Cuba, andan alabando un nuevo filme
“independiente” titulado Santa y Andrés, el que fue rápidamente
estrenado en el Festival Internacional de Cine de Toronto, en septiembre
2016, y exhibido durante una gira europea, hasta llegar al Festival
Internacional de San Sebastián, algo que dice del respaldo con el que
cuenta y los fines que pretende lograr, pues películas cubanas de otros
temas no alcanzaron tal divulgación.

La historia que relata Santa y Andrés, pretende destacar una


persecución política y agresiones que en la Isla no han tenido lugar, a
pesar de que, ante determinadas posiciones asumidas por algunos
intelectuales, en momentos históricos que no pueden sacarse de
contexto para su análisis, se cometieron errores rectificados con creces.

Según declaraciones del joven cineasta cubano Carlos Lechuga, director


del largometraje Santa y Andrés, su nueva obra trata sobre una historia
inspirada en la vida de escritores y artistas “rebeldes” que fueron
“censurados o perseguidos por la Revolución”, evocando a Reinaldo
Arenas, René Ariza, José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Lydia Cabrera,
Guillermo Cabrera Infante, Néstor Almendros, Carlos Victoria y Esteban
Luis Cárdenas.
43

Lechuga omite que la obra de todos ha sido publicada en la Isla, Virgilio


Piñera es uno de los multipremiados y sus obras de teatro suben
constantemente a escena; Lezama es de los pocos artistas que su casa
fue convertida en museo y su obra publicada por la Revolución, incluso
hasta un libro de recetas con sus comidas preferidas; los errores se
repararon.

Su nuevo largometraje evidencia el propósito de contar la historia a su


manera, haciendo del proceso socialista cubano un monstruo,
olvidándose de que fue la Revolución de 1959 el único gobierno que dio
a la cultura el lugar que verdaderamente debe ocupar en la formación de
la nacionalidad cubana.

Hoy existen escuelas de arte en casi todas las provincias y de forma


gratuita se moldean los talentos que van por el mundo divulgando la
cultura cubana y de la que surgió el propio Lechuga, quien
posteriormente pasó a la escuela Latinoamericana de Cine, fundada y
sufragada por el gobierno del que ahora desea independizarse.

En los años 80 Cuba estaba incluida en la nueva estrategia


estadounidense para desmontar el socialismo, de ahí que uno de los
agentes al servicio de la CIA dentro de Cuba, expresó en ese tiempo
ante un grupo de personas:

“Hay que crear un grupo de hombres jóvenes de tendencia reformadora


y que su actividad consista en transformar la línea actual de la
Revolución…”

Era la etapa en que Estados Unidos fortaleció el trabajo en sus


embajadas en Europa del Este, para influir en el campo de la cultura y la
ciencia locales, sobre grupos de jóvenes bajo las consignas de
una “mayor libertad política y libre acceso a la información”. En La
Habana su Sección de Intereses y embajadas europeas hacían de las
suyas.

No puede olvidarse la propaganda dirigida para manipular a su favor


errores políticos cometidos, incitando al miedo, el desaliento, subvertir
44

valores éticos y morales, para satanizar el socialismo.

Desde hace algunas décadas se introdujo el calificativo de


“independiente” en ciertos sectores de la sociedad cubana, para tratar de
desvincular determinados proyectos o agrupaciones del estado; sin
embargo, caen suavemente en brazos de la dependencia de
instituciones extranjeras que aportan el financiamiento, y como se sabe,
el que paga manda.

En ese ir y venir de la dependencia de uno o de otro, se van


conformando ideas que buscan alcanzar aspectos que coinciden,
“fortuitamente”, con los esbozados desde la década de los años 80 del
siglo XX por Estados Unidos con su Programa Democracia, dado a
conocer por el presidente Ronald Reagan, el 9 de junio de 1982 ante el
Parlamento Británico, donde apeló a sus aliados para socavar el sistema
socialista, al expresarles: “…debemos emprender acciones para una
campaña por la democracia, nutriendo la estructura de la democracia, el
sistema de prensa libre, sindicatos, partidos políticos, universidades, y
todo lo que permita a los pueblos escoger su propio camino…”

Desde hace algunos años en sectores de la cultura cubana tales


manifestaciones se hacen presente, y el llamado cine “independiente” es
un ejemplo de ello.

Utilizando el talento de algunos jóvenes formados por la Revolución que


no conocieron penurias, calamidades y necesidades de la etapa
capitalista de Cuba, donde jamás habrían podido escribir un guion y
menos llevarlo a vías de hecho, ciertas ONG y embajadas europeas,
brindan el financiamiento para filmes que pretenden lacerar la obra
revolucionaria, mediante la manipulación de la verdad y amplificación de
errores cometidos.

Se trata de una línea de acción para desmontar la historia y entregarla


deformada a las nuevas generaciones y al mundo.

Hay quienes pretenden hacer tesis de doctorado con lo sucedido en


Cuba en épocas pasadas, ampliamente rectificado desde hace varios
45

años; como si en países capitalistas no se hubieran llevado a cabo


persecuciones implacables por la orientación sexual, y aun hoy los
homosexuales son obligados a renunciar de sus cargos de senadores y
representantes al Congreso de Estados Unidos, o son golpeados
crudamente en escuelas y avenidas.

Al parecer, muchos olvidaron o no conocieron que la persecución


verdadera por ideas políticas fue puesta en marcha durante la llamada
Guerra Fría, en el país que dice ser “campeón de los derechos
humanos”, donde miles de personas, principalmente artistas e
intelectuales, fueron reprimidos y encarcelados ante la sospecha de ser
comunistas.

Fue el período en que importantes Centros culturales y Fundaciones


europeas y norteamericanas, fijaban su atención en el proceso cubano
aportando importantes financiamientos para programas de investigación
y tratar de identificar oportunidades y vulnerabilidades de un país
sometido a una feroz guerra económica y psicológica, según
documentos desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado.

Diplomáticos europeos en La Habana iniciaron acercamientos a


profesores universitarios, estudiantes, artistas e intelectuales. La entrega
de regalos, invitaciones a actividades en las embajadas, la concesión de
becas de forma individual, el acercamiento a figuras de la intelectualidad
cultural y científica y ofrecimientos materiales, era algo cotidiano con el
propósito de atraerlos y cambiar su forma de pensar, ante las carencias
materiales que el pueblo sufría.

En muchos casos primó la ingenuidad y la ausencia de percepción de


riesgo ante aquellos planes de influencia política.

Zbigniew Brzezinski, alto funcionario del gobierno de James Carter,


abogaba por “cierta distensión” con los países socialistas para ir
transformando desde adentro la posibilidad del cambio político y
económico, al afirmar:

“La distensión es necesaria para ir transformando paulatinamente el


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estatus en esos países, pues el fracaso de los intentos de liberación


realizados hasta ahora, no hacen más que dar la oportunidad de
alcanzar un cambio lento y desde dentro”.

Esos antecedentes, treinta años después, nos transportan a procesos y


tácticas semejantes. El comunicado de la Casa Blanca del 17.12.14, así
lo expone:

Los cambios introducidos por nuestra nueva política potenciarán aún


más nuestro objetivo de empoderar al pueblo cubano. Nuestros
esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos
para que no tengan que depender del estado cubano. La administración
[Obama] continuará implementando programas de Estados Unidos
enfocados en promover el cambio positivo en Cuba.

No caben dudas, si Lechuga decidiera filmar un guion sobre los actos


terroristas ejecutados por Estados Unidos contra todo el pueblo de Cuba,
como fue la explosión del buque francés La Coubre, los incendios en los
centros comerciales, cines y teatros, los bombardeos a pueblos
pesqueros y campesinos, el asesinato de diplomáticos cubanos en el
extranjero, los intentos de asesinato a Fidel Castro, las explosiones en
las embajadas de Cuba y en los hoteles de la capital, incluso las
agresiones a través de la guerra biológica, como la introducción del
dengue hemorrágico, no hubiese tenido el mismo apoyo económico.

Para este largometraje que pretende enturbiar la obra revolucionaria,


contó con financiamiento de la embajada de Noruega en La Habana, la
coproducción del colombiano Gustavo Pazmin y del francés Samuel
Chauvin, más la excepcional oportunidad de que pasara por varios
talleres internacionales durante la preproducción, como el de Ibermedia,
CINERGIA, CINEMART, la beca Carolina de la Fundación SGAE
(Sociedad General de Autores y Editores de España) entre otros,
además de la amplia divulgación en sitios anticubanos como Martí
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Noticias, Diario de Cuba, el periódico digital 14y Medio, creado por la CIA
para Yoani Sánchez, y la revista “independiente” Cuba Posible.

Certero fue José Martí al afirmar:

“El arte es una forma del respeto; pero cuando se le exagera, es una
falta de respeto”.

Entre Santa y Andrés, Lechuga

Por Luis Ernesto Ruiz Martínez

No soy especialista en cine, pero ya comienza a molestarme (y mucho)


que nuevamente algunos amargados intenten levantar el dilema entre
cine “Hecho en Cuba” y el mal llamado “cine independiente” del que bien
sabemos tiene, a veces, poco de lo primero, y muchísimo de lo segundo.
Por eso el debate a propósito de la película Santa y Andrés, de Carlos
Lechuga, no es cosa de mirar y dejar pasar.

Basta darse una vueltecita por internet, para leer la andanada de


estupideces y seudoanálisis que abundan en varios de los sitios que se
han hecho eco del filme y el supuesto ataque cubano hacia esa forma de
hacer cine. Desde la primera letra, son muchos los que destilan odio
visceral contra Cuba y su Revolución, algo que les resta objetividad a
sus opiniones, pero otra cosa no creo que puedan escribir.

Les dejo con este comentario publicado por Yailin Sánchez Wong en su
perfil de Facebook, para que tengan una visión más certera de por
dónde “andan los tiros”.

Hay un fuerte debate sobre una película q parece q será expuesta


en el festival d cine d La Habana. la película se llama Santa y
Andrés, En el tráiler oficial d la película hay una escena en q unos
militares q por todo el diálogo del tráiler se debe suponer q son
oficiales d seguridad d estado (algo así como el FBI d USA),
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dichos guardias sostienen por la fuerza al personaje Andrés para


q le agredan y le lancen cosas, según me explican amigos q viven
en Canadá (donde ya expusieron la película), lo q le lanzan son
huevos; estos amigos dicen q además, en la película, los militares
tiran al suelo a Andrés y lo golpean y patean violentamente.

Eso no ocurrió jamás en Cuba después del triunfo revolucionario,


eso ocurría con la dictadura d Batista q además torturaba y
asesinaba a los revolucionarios. La película tergiversa la historia y
no sé qué pretende con eso, no sé si pretende confundir a los q
formamos las nuevas generaciones, esa película d una manera
peligrosa deja un mensaje para q los cubanos lleguemos a odiar a
la seguridad d estado y los militares q en definitiva protegen
nuestra patria.

Lechuga no debe haber inventado eso solo, debe haber sido


guiado en ese guion q además no se corresponde con el guion q
ganó premios en 2014, eso ya también se sabe y reto a los
responsables del cine cubano q revelen el guion original q ganó
premios y q publiquen la película completa, sin cortar pedazos, y
luego vamos a debatir en redes sociales, en la calle y en la
televisión cubana para q quede al descubierto lo q ha pasado
aquí, la difamación, la mentira y la tergiversación d la historia q
intencionalmente ha sido elaborada para intereses q sólo sirven a
las intenciones de “cambiar a Cuba”, o sea destruir nuestra
Revolución, abiertamente reconocido por el gobierno
norteamericano.

Lo extraño es q varios artistas cubanos apoyan la película y q se


mezclan entre las personas q apoyan y le dan mensajes d aliento
al cineasta otras personas q no viven en Cuba y q se han
declarado abiertamente contrarrevolucionarias, personas q odian
a Fidel Castro. No me explico esa mezcla d algunos artistas
nuestros con enemigos de Cuba.
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Era obvio que estas personas estaban mandadas a escribir y a atacar el


realizador, para así, en espera de la reunión con el ministro, empujar a
Lechuga a responder y armar un problemita para así disuadir más fácilmente al
ministro o a todo aquel que quisiera poner la película. Lo que delata que es la
seguridad del estado la que está detrás de todo esto es que se empieza a
sembrar el tema del guion falso. Todo el tiempo estuvieron hablando de que el
guion presentado no fue el guion filmado.

Escribe Carlos Lechuga en su muro de Facebook, a propósito del


artículo de Arthur González:

Empiezan las difamaciones y los ataques. Sé que en el futuro voy a


recibir muchos más. No solo atacan a Santa y Andrés, este es una
crítica y un ataque contra todo el cine independiente.

Esta película se hizo con el apoyo del programa IBERMEDIA, que es un


programa intergubernamental del cual Cuba como país forma parte. El
otro apoyo principal de la película fueron dos premios al guion que yo
aporté a la producción de la película para que se hiciera.

Los que me conocen saben que soy un patriota, vivo en Cuba y trabajo
en Cuba. Este señor, no sé si es un seudónimo o si existe de verdad, no
me conoce. Ni tampoco conoce muchas cosas sobre el arte en Cuba.

Texto ofensivo y con muchos errores.

Texto sin rostro.

(21 de noviembre de 2016)

Como una bola de nieve cuesta abajo poco a poco fue creciendo el
ambiente de que algo grande se estaba preparando. En los comentarios de
este último post de Lechuga en Facebook, una serie de desconocidos, que
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antes nunca habían interactuado con el cineasta (seguro que ni siquiera lo


conocían), empezaron a hacer amenazas con la idea de intimidarlo.

El plan era hacerlo “explotar”, para poder salir de él de la misma


manera que habían salido de otros cineastas que no habían podido aguantar la
presión. Cineastas valiosos como Juan Carlos Cremata que había terminado
por irse a Estados Unidos.

Entre las amenazas se podía leer: “Lechuga sal para la calle que nadie
te va a matar como en la época de Batista”… “No tengas miedo que aquí no
desaparecemos gente”… “Vergüenza debe sentir tu familia de ti”. Así mismo en
los mensajes internos de Messenger llegaron una serie de amenazas: “Le
vamos a mostrar a Claudia tus fotos con tipos clavados, con jovencitas
menores de edad”.

No solo cuestionamientos sobre la sexualidad del realizador, sino


también la duda malsana sobre sus ingresos económicos. ¿Carlos era un
agente pagado por la CIA?

Cuando se activa este mecanismo, el director ya llevaba varias


semanas con pesadillas, con diarreas, con dolores de cabeza. El miedo le
había podido. Los agentes de la seguridad estaban ganando. El “guion”
siempre era el mismo. Había funcionado antes. Ahora iba a funcionar de nuevo.
El plan era apagarlos, acabar con la reputación de los jóvenes creadores para
que así se justificara la decisión arbitraria.

En la noche cuando sonaba el teléfono, tanto el director como la


productora, saltaban de la cama en vilo. Mucha gente llamó, lo mismo para
ayudar como para curiosear, y en el aire lo que más había era la sensación de
que algo grande se preparaba contra ellos.

Lechuga empezó a salir menos de la casa. A asomarse cada dos


segundos al balcón a ver si alguien lo vigilaba. La locura y el delirio de
persecución se apoderó de él. La incertidumbre era lo peor. Tanto en las
oficinas del Festival de Cine, como en el MININT, como en el ICAIC, como en
el Ministerio de Cultura, se reunía gente para hablar de los creadores y nadie
les decía lo que pasaba.
51

Los cineastas que querían ayudar, al mismo tiempo pecaron por no


hacer una carta pública y de no ser más claros y abiertos con la pareja. Incluso
se reunían sin Carlos y Claudia para ver cómo iban a tratar el tema con ellos
cuando se incorporarán a la reunión citada. Manolo Pérez osó decir en algún
momento que él no confiaba en los creadores. Se volvía a repetir aquello de
que había que ponerse del lado del opresor, salvar la institución y nunca al
humano, al individuo.

Poco a poco la inocencia fue quedando atrás y los creadores, solos,


tuvieron que fortalecerse para no perecer en el intento.
52

El 23 de noviembre se realiza finalmente la proyección al ministro de cultura,


Abel Prieto. La cita había sido aplazada en varias oportunidades porque el
funcionario se encontraba fuera de la provincia en un ejercicio militar y disponía
de poco tiempo. Estaba programado que en la mañana se exhibiría la copia del
filme al ministro y varios invitados y en la tarde habría un encuentro con
diversos participantes. A la película se le había retirado el cartel introductorio a
sugerencia de los cineastas convocados en el visionaje anterior con el objetivo
de no “empeorar las cosas”.

Por Santa y Andrés participan Carlos Lechuga, Claudia Calviño y


Alejandro Tovar. Cuando ingresan a la conocida sala del séptimo piso del
ICAIC se encuentran en primer lugar con los periodistas Pedro de la Hoz y
Rosalía Arnáez, el poeta Alex Pausides y una diligente pantrista que repartía
agua y café.

En un rato hacen su entrada el ministro, Abel Prieto, el escritor y


presidente de la UNEAC, Miguel Barnet, el representante de la AHS, Luis
Morlote, los viceministros Abel Acosta, Fernando Rojas y María Elena Salgado,
la artista plástica Lesbia Vent Dumois, el actor Rolando Núñez, la directiva del
ICAIC: Roberto Smith y Ramón Samada, y múltiples desconocidos y miembros
de la UNEAC, la AHS y policías encubiertos.

Carlos se presenta diciendo que es un cineasta cubano y que su filme


es completamente independiente ya que no le ha costado un centavo al
presupuesto estatal. En ese momento se escuchan unas risas socarronas.

El ambiente es bien cargado. Se respira una atmósfera de juicio


ejemplarizante por parte de una veintena de desconocidos y jefes culturales
contra los jóvenes creadores cubanos.

Comienza la proyección.

Durante la muestra se escuchan sonidos reprobatorios como un


53

rechistar de incredulidad o murmullos. Hay pequeñas quejas y frasecitas


sueltas como la de “esta mierda es ofensiva”. El equipo de Lechuga permanece
tranquilo y en silencio.

Para Lechuga esta experiencia, más allá de los nervios, fue bien
satisfactoria. La sentía como una galleta directo al rostro de todos estos
burócratas que sin saber cómo ni cuándo había aparecido una película (no era
un texto, no era una foto, ni una pintura) hecha con todas las de la ley
enjuiciando la relación del estado con la cultura. Para el director, nada más por
ese momento, todo había valido la pena.

Cuando termina la película se puede ver que Abel Prieto se encuentra


en una especie de shock, sin expresar palabra alguna se va a otra oficina y
alguien dice que se verán en el mismo lugar en la tarde. Carlos Lechuga y
Claudia Calviño recogen la copia del filme y se retiran. En el ascensor se
encuentran con el viceministro Fernando Rojas. Permanecen en silencio y sin
intercambiar miradas hasta llegar al lobby del edificio donde cada cual toma su
rumbo.

En esa pausa antes del enfrentamiento, Lechuga va a conectarse al


WIFI de 23 y L, y tras él aparece en un auto Ramón Samada, que disponía de
internet en su oficina. Si era una casualidad era bien raro todo. Lo vio
conectado y Lechuga dijo para sí: este debe creerse que le estoy escribiendo a
la CIA. Reportándole al “enemigo” o simplemente hablando con alguien de la
prensa extranjera. En la mirada de Samada había algo de incriminatorio. Como
si la juventud o el internet ya de por sí fueran un peligro para la revolución.

En la reunión de la tarde se encontraban presentes algunos cineastas


que se habían sumado a la carta contra la censura de la película que se había
dirigido al ministro. Sin embargo, personas fundamentales para este debate
como Fernando Pérez, Senel Paz, Juan Carlos Tabío, Enrique Pineda Barnet y
Arturo Arango no acudieron. Se esperaba una confrontación entre la oficialidad,
los consagrados y el joven equipo censurado.

A Lechuga le pareció curioso que la única persona que había ido con
los censores en la mañana que había reído y disfrutado (una joven
54

desconocida) no había sido invitada a la charla de la tarde. Quizá alguien se le


acercó para decirle: en la tarde no vengas.

Al inicio de la conversación todos tuvieron que entregar sus móviles. El


ministro comenzó aclarando que no deseaba que la discusión tuviera tono de
juicio y que quien quisiera hablar que empezara.

Todos se miraron. Nadie quería ser el primero en abrir la boca. El


miedo los silenciaba. Así permanecieron unos minutos hasta que de pronto
Miguel Barnet dijo que él no se había quedado en Cuba para “limpiar mierda”.
El escritor aludía a la secuencia final del filme donde Santa, de vuelta a sus
labores en la finca donde trabaja, está limpiando los chiqueros. Al parecer para
Barnet el filme proponía dos futuros: irse de Cuba o quedarse para limpiar
excrementos.

Él consideraba que la película era inexacta, no entendía muchas de las


situaciones y argumentaba que la producción estaba llena de errores como eso
de que Andrés, el protagonista, dijera en una escena que no sabía nadar y
luego fuera nadando hasta el bote que se lo llevó del país (Este asunto en
particular será objeto de señalamiento en múltiples ocasiones para apuntar
contra la veracidad de la historia narrada).

Barnet continúo diciendo que la película lo había golpeado. Que las


actuaciones le parecían impecables y que había valores artísticamente
hablando. Luego se refirió a que él había vivido los 60 y los 70 y que había
superado sus heridas, pero que la película le dejaba un sabor amargo. Él vio en
esos años un lado donde había luz, una luz que lo había hecho llegar a donde
había llegado. Pero que en la película no veía esa “luz”.

También dijo que él había visto películas con temas polémicos, pero en
las otras había miradas, vías que ayudaban a aguantar ese resentimiento. Y en
esta no veía eso. Continuó diciendo que a él lo había salvado creer en los
principios de la revolución. Esta película lo había dejado con un sabor amargo,
de dolor. No veía luz en esta obra. La película lo dejó pensando y recordó que
en 1983 ya estas cuestiones estaban superadas. No ve la posibilidad de una
salida. No hay resquicio para la luz. Además, mencionó el derecho que tenía el
55

ICAIC para mostrarla o no.

El realizador Kiki Álvarez, muy emocionado, abogó a favor de la


película y se refirió a que en las calles, en esos momentos, se golpeaba a los
artistas, a las personas; eso pareció sorprender mucho a Abel Prieto que
bromeó diciendo que no estaba informado al respecto.

Kiki habló con un sentimiento muy fuerte mientras Fernando Rojas le


daba la espalda y negaba con la cabeza, como guiando a Abel, para que el
ministro no se dejara ablandar.

Kiki se refirió a que difería del análisis que hacía Barnet y lee su texto,
el de Santa y la silla. Dice que la voluntad política es la que decide cómo
posicionarse. Recuerda la reacción con Suite Habana que también era una
película dura. Menciona que Carlos Padrón el actor mandó a todos sus
contactos de correo un mail con extractos de ideas extremistas contra el cine
independiente. Que decían: “Una pelea cubana contra estos demonios”. Cosa
grave ya que Carlos Padrón era el presidente de la asociación de artes
escénicas de la UNEAC.

Para Kiki lo que ha pasado con la película es una crisis bien grande, es
un problema de política cultural y de voluntad política.

Kiki se refiere a que en el salón había gente con familiares que


pensaban distinto (claramente pensando en Fernando y su hermano Rafael
Rojas) y que así y todo la gente se hablaba, que no se podía crear ahora una
situación de incomunicación.

El periodista Pedro de la Hoz opinó que Santa y Andrés debía ser


presentada para después destruirla con la crítica, ya que estaba convencido
que en algún momento la obra se filtraría y era preferible tener control sobre su
exhibición.

La cineasta Rebeca Chávez leyó las cartas de Fernando Pérez,


Enrique Pineda Barnet y Juan Carlos Tabío donde defendían la película y su
derecho a ser vista.
56

La carta de Fernando Pérez:

Hubiera preferido que esta nota no se estuviera leyendo ahora, Santa y


Andrés no será exhibida pero será vista por todos porque ya nada se
puede silenciar, su no exhibición como una película polémica que invita
a la necesaria reflexión sobre zonas contradictorias de nuestro pasado
reciente solo contribuirá a profundizar la ya agotada actitud del
secretismo, exclusión e información parcial. La historia ha demostrado
que las ideas germinan por su propia y libre naturaleza y no por ser
impuestas, suprimir la posibilidad de confrontación con otras miradas no
será más que un signo de debilidad que desgasta y socava la definición
del cine cubano y de nuestra cultura artística. No es Santa y Andrés y
una abierta discusión sobre ella lo que hay que excluir lo que debemos
acabar de excluir es una política de exclusión que solo ha conducido y
conduce al descreimiento.

Fernando Pérez

La carta de Enrique Pineda Barnet:

Amigos:

Necesito excusar mi ausencia física a estas reuniones acerca de la


película Santa y Andrés de nuestro colega Carlos Lechuga, ya que mi
salud me impide moverme como quisiera. No obstante, en mi absoluta
cabalidad deseo reiterar los criterios que emití en la reunión posterior a
la proyección conjunta.

Creo que Santa y Andrés es una obra de arte. Sobria y austera, de


excelente factura y magistral tratamiento de una historia de sentimientos
encontrados, heridas de nuestra historia, profundo patriotismo y dolor
dramáticamente expuesto.

Una película revolucionaria, revolucionariamente tratada.

Mi aplauso conmovido.

Enrique Pineda Barnet


57

La carta de Juan Carlos Tabío:

Queridos amigos, me es imposible asistir a esta reunión porque estoy


padeciendo una bronconeumonía que me impide salir de casa. Todos y
cada uno de los cineastas que asistimos a la proyección de Santa y
Andrés el 24 de octubre rechazamos la posibilidad de que esta película
fuera censurada. No obstante, Santa y Andrés fue retirada del Festival
de La Habana. En el artículo “Alicia, un festín para los rajados”,
publicado el 19 de junio de 1991 y firmado por Roxana Pollo (por cierto,
hace mucho tiempo que no sé de ella) se descalifica la película de
Danielito apelando al eterno recurso de complicidad con el enemigo.
Esta misma operación se repite en el artículo “¿Cine independiente de
quién?” firmado por Arthur González. Pero en este caso la
descalificación se hace extensiva a todo el cine independiente, al que el
señor González se empeña en ponerle comillas. Como si fuera posible
un cine, un arte, un pensamiento que no fuera independiente. Según el
artículo del invisible señor González “La historia que relata Santa y
Andrés, pretende destacar una persecución política y agresiones que en
la Isla no han tenido lugar, a pesar de que, ante determinadas
posiciones asumidas por algunos intelectuales, en momentos históricos
que no pueden sacarse de contexto para su análisis, se cometieron
errores rectificados con creces”. Entonces me pregunto: ¿Cuándo se va
a rectificar el error cometido con Alicia en el pueblo de Maravillas; si se
censura Santa y Andrés, ¿cuándo se irá a rectificar este error? Bueno,
ahora veo que ha aparecido otro artículo descalificando la película de
Carlitos. Seguramente aparecerán otros más. Es una campaña,
orquestada no sé por quienes, pero que está funcionando a todo trapo.
Yo pienso que cualquiera tiene el derecho de decir lo que le dé la gana
sobre una película estrenada, pero descalificarla a priori es cualquier
cosa menos revolucionario.

¿A quiénes les escriben Arthur González y Rafael Cruz Ramos si nadie


ha visto aún Santa y Andrés? Estos señores le están exigiendo al pueblo
58

cubano que tomen sus criterios como una verdad incuestionable. Para
pensar están ellos, el pueblo no tiene que pasar ese trabajo. Ruego que
alguno de los compañeros que ha recibido este correo, lo lea ante todos
los reunidos.

Besos y abrazos. Juan Carlos

PD. Si Arthur González está presente en la reunión de mañana, retiro lo


de invisible.

Rebeca Chávez después de leer estas cartas defendió la película y dijo que
ella no había hecho la revolución para ahora ser acorralada de esta manera.

Regino Oliver comenzó diciendo que creía que había que hablar de
muchas cosas. La película lo había tocado a fondo. Había que defenderla,
porque merecía existir esa historia. Él siempre iba a abogar por un cine que
tocara los temas y los problemas de la realidad. Todos habían coincidido en la
primera reunión en que la película debía ser exhibida y que el público sacara
sus propias conclusiones. Si la película no se exhibe habrá un daño a la
sociedad. Para él el ICAIC en esta se había equivocado. Luego mencionó que
es verdad que Carlos se había equivocado en sus entrevistas, pero que
después había sido comprensivo y había quitado el cartel del inicio.

Luego Luciano Castillo habló de los tres errores del cine cubano: PM;
Alicia… y Regreso a Ítaca. Luciano pidió que no se cometiera un cuarto error.
Iván Giroud le dijo que con Regreso… se había rectificado invitando al director
a ser jurado al año siguiente en el Festival de La Habana. Luciano dijo que este
error era peor que todos y que era regalarle una película al enemigo.

Ernesto Daranas menciona un libro donde le hacen una pregunta a Fidel


Castro y este responde que no hubo persecución ni campos de internamiento y
de cómo después se entera y dice algo al respecto. Daranas dice que la
película está hecha sin odio. Hizo hincapié en que Lechuga vivía en Cuba y es
entonces cuando el ministro de cultura lo interrumpe y le pregunta: ¿Cuántos
de los jóvenes que se han ido han hecho cine afuera? Se crea un careo.
59

Daranas le dice que lo respeta mucho, pero que cree que en esta se está
equivocando.

Magda González dice que la película le parece útil y que hay que
ponerla. Menciona la crisis de la guerrita de los emails del 2007 y que eso
demostró que la herida todavía estaba abierta. Dijo que la película era útil para
provocar un debate sobre estas cosas. Que Santa representaba a la revolución
y que las lágrimas purificaban.

María Elena Salgado (asesora de Abel) dice que la película ha estado


acompañada por los medios de una manera que ayuda poco. Que reta a la
institucionalidad. Que la manera de hablar de Andrés es feo, que en la escena
donde mencionaba a Fidel se pasaba. Abel Prieto la interrumpe y le dice que
Andrés se parecía a Rafael Serrano el locutor de la televisión (en una especie
de broma que a nadie le hace gracia).

María Elena cree que Andrés culpa a Fidel y que eso le dolió. Vio al
pueblo en un esquema muy estrecho de representación. Ella no logra ver en el
filme la otra cara de la revolución. En ese momento Calviño la interrumpe y le
dice que no está de acuerdo con ella y que Lechuga en todas las entrevistas es
realista, incluso que se refiere a sus estudios gratis en la isla que no le han
costado un centavo.

Lechuga comenzó a hablar. Contó al ministro que se sentía vigilado y


amenazado, que luego del primer pase en el ICAIC la Seguridad del Estado lo
acosaba, con llamadas telefónicas, vigilancia fuera de su casa y visitas
inesperadas.

Abel Prieto expresó que eso era algo inadmisible y que se comunicaría
con la Seguridad porque algo como eso no podía suceder. Entonces habló de
su amigo Carlos Victoria y de cómo el imperialismo le “había jodido la salud” en
una operación quirúrgica mal hecha. Dijo también que lo narrado por Lechuga
tenía muchos errores, que era una historia incierta y que en algún momento
habría que revelar todas las cosas tal y como habían sucedido en el pasado.

El director de Santa y Andrés se dirigió entonces al escritor Miguel


Barnet y le dijo que estaba convencido que este había visto la película con
60

mucha predisposición y que en lo personal no esperaba algo así de su parte


(aludía a la relación de amistad que Barnet había tenido con Reinaldo Arenas,
uno de los más censurados y perseguidos en la isla).

El ministro señaló que sabía que Lechuga había entregado un guion


falso para obtener los permisos de rodaje y que luego había filmado otra cosa
diferente; que el Estado Cubano se encontraba muy molesto con la Embajada
de Noruega porque les daba dinero a los del cine joven y que en enero
siguiente (2017) se aprobaría la Ley de Cine y entonces las instituciones
cubanas aportarían presupuesto para filmar.

El ministro venía preparado y recitó de memoria la sinopsis que habían


entregado para pedir los permisos de rodaje (alguien se la había pasado, ¿La
seguridad del estado?). Según el ministro habían mentido. Como un mago con
un gesto trató de “desenmascarar” todo y hacer quedar mal a los creadores,
como si eso (tener una sinopsis un poco diferente) fuera un gran error.

Abel Prieto le recordó a Lechuga que, desde su primer filme, Melaza, se


había burlado de “los factores” y que ante el MININT y el MINFAR debía
enfrentarse al diálogo.

Abel dijo que Lechuga no había entendido que los agentes estaban para
cuidarlo y que debía reunirse con ellos y hacer un pase de la película para los
militares y factores a los que él hacía quedar tan mal en la película. Se forma
un careo y los cineastas le dicen que no, que si la película no se había
mostrado a los críticos ni al pueblo en general que por qué había que ir a un
teatro de las FAR.

Abel actuaba como un niño chiquito dolido y en un momento trata de


cerrar el diálogo diciendo que la película quedaba fuera de lo que Fidel marcó
como el margen que no se podía pasar en “Palabras a los intelectuales”.

Carlos Lechuga observó entonces que el ministro se veía cansado y se


lo dijo: consideraba que era una decisión que no debía tomarse a la ligera.

El ministro de cultura respondió que sí, que estaba muy cansado a causa
del ejercicio militar “Bastión” en el que participaba desde hacía varios días.
61

Carlos Lechuga se sentía alterado, solo y con miedo. Se dirigió a Smith y


Samada para preguntarles si el día que la policía secreta fuera a golpearlo ellos
iban a ir a interponerse, los culpó de no hacer bien su trabajo y que por eso el
asunto de la película había alcanzado esas dimensiones. Smith se puso rojo y
no dijo nada, pero Samada en una actitud de guapo saltó de la silla y le dijo a
Lechuga que él lo iba a defender siempre sin lío.

Mijaíl Rodríguez, quien participaba en el pase por parte de la Muestra de


jóvenes realizadores del ICAIC, habló conmovido sobre el desencanto que le
producía lo que estaba sucediendo con el filme, no creía que algo así pudiera
seguir pasando.

Manuel Pérez, ofuscado por el tratamiento histórico de la película, se


refirió a la historia de Cuba y cómo debía ser respetada. Dejó en claro que se
sentía identificado con los compañeros que habían hablado antes y que los
acontecimientos habían ocurrido de una forma no adecuada. Se quedó perplejo
por como las experiencias anteriores no eran aprendidas y se seguían
cometiendo los mismos errores. Dijo que de esa dinámica de desinformación la
revolución salía peor parada. Dijo que cuando las películas estaban hechas
eran como los hijos, había que asumirlos.

Tomó la palabra el viceministro Abel Acosta, viceministro de cultura y le


dijo a Carlos Lechuga que Raúl Castro había estado ajeno a los sucesos de la
UMAP y que en su casa se vivía con los huevos de la libreta de racionamiento.
Abel Acosta recalcó que el comandante estaba malito y que había que cuidarlo.
Se refirió a Abel Prieto como un príncipe que había hecho mucho por la cultura.

Abel se veía dolido, como un niño egoísta y perverso.

A pesar de toda la discusión generada y de todo lo que se había dicho


contra la película, Carlos Lechuga y Claudia Calviño se fueron a casa más
tranquilos. Pensaron que todo había terminado. Creyeron que ya podrían
respirar en paz.
62

El 26 de noviembre de 2016 Carlos Lechuga enciende su televisor al despertar.


En la pantalla le esperan unos cintillos negros con una noticia alarmante: La
noche anterior había muerto Fidel Castro.

Fidel Castro murió la noche del 25 de noviembre de 2016. Unas horas


más tarde su hermano Raúl Castro, presidente del Consejo de Estado y de
ministros de Cuba, lo daba a conocer mediante una alocución transmitida por la
Televisión Nacional. Muchas personas en la Isla no supieron la noticia hasta la
mañana siguiente al verlo en los titulares de todos los canales de televisión.
Uno de ellos fue Carlos Lechuga.

El director de Santa y Andrés experimentó entonces varios sentimientos.


Fidel Castro había sido cercano a su familia, por su abuelo que había estado
durante muchos años como parte de la élite en el poder, pero en ese momento
él se encontraba en franca batalla con las autoridades culturales y se sentía
muy molesto por esa razón. Sabía que en la UNEAC se habían colocado libros
de firmas para expresar pésame, pero se debatía en si asistir o no. Para su
esposa Claudia todo era bien surrealista: ella sí que no iba a ir a firmar nada.
Carlos tomó la decisión de acudir. En la puerta de la institución había un agente
que había estado en la reunión-juicio con Abel Prieto e inmediatamente lo
recibió con la frase: “Bienvenido, Lechuga”.

La muerte del líder anunciaba un punto de giro en la vida de los cubanos.


Decenas de miles de personas desfilaron por el Memorial José Martí para
mostrar respeto hacia Fidel Castro, aunque en ese lugar no se encontraban sus
restos sino una fotografía suya con muchas flores. Las personas hacían horas
de colas para ver ese retrato. El país se sumió en una especie de letargo.
Había conmoción y miedo. El luto nacional se extendió por nueve días.

En una pared habanera apareció una frase enigmática: “Se fue”. Era
obra del artista del grafiti conocido como El Sexto, que fue entonces golpeado,
apresado y amenazado con un proceso judicial que podía condenarlo incluso a
la pena de muerte. Al ser reseñada la noticia sobre este suceso en la prensa
63

internacional y las redes sociales se asoció al proceso de censura en que se


encontraba Santa y Andrés y sobre todo el nombre de Carlos Lechuga como
parte de los disidentes del régimen cubano.

La situación de la película, que desde mucho antes era bastante


comprometida, se vio aún más afectada a partir de la circulación de un artículo
sobre el tema publicado en OnCuba en la columna del realizador Eduardo del
Llano, que aunque no había participado en ninguno de los pases del ICAIC o
las reuniones de debate acerca del filme, reclamaba su derecho a opinar sobre
el asunto. El texto había sido entregado por su autor a la revista digital el día 24
de noviembre, pero fue publicado el 29. Enseguida se interpretó como una
afrenta a la figura de Fidel Castro.

¿Qué pasa por la mente de los censores?

Por Eduardo del Llano

Retrocedemos. Como diría Lenin, un paso adelante, dos pasos atrás.

Después de haber comenzado con buen pie su recorrido por el circuito


de eventos internacionales, Santa y Andrés de Carlos Lechuga ha sido
rechazada por el Festival habanero.

Partamos de la premisa de que los censores piensan que hay una


lógica, por retorcida que sea, detrás de sus acciones. Y de sus
inacciones. Puedo entender el trazado de límites: la mayor parte de las
sociedades modernas rechaza de una u otra forma las expresiones que
le resultan moralmente inaceptables. Cualquier obra fascista, racista o
anexionista debería, en mi opinión, ser censurada. E incluso el
anexionismo, con todo y lo repugnante que (me) resulta, podría generar
un debate saludable.

Ahora bien, intentemos desentrañar la lógica del delimitador de


primaveras. ¿Qué se gana censurando una película?
64

–Que la gente no se contamine con un producto ideológicamente


perverso y de baja calidad artística: Falso. Es obvio, debería ser obvio
para ellos que la gente toda la vida ha buscado con más voracidad lo
prohibido. Por demás, quienes rechazan la película no saben nada de
cine y sí mucho de cómo flotar sin hundirse. Los cineastas, en
cambio, recomendaron la inclusión de la película en el certamen. Dicho
de otro modo, el ICAIC no escucha a quienes se supone que representa.

–Quitarle protagonismo al producto condenado y al artista que lo creó:


Falso. Por el contrario, lo que se consigue es crear otro enorme revuelo
mediático en todo el mundo y en la blogosfera cubana independiente.
Estos no son los tiempos en que se podía desaparecer a alguien,
condenarlo a un no ser creativo, como ocurrió con Virgilio Piñera.

–Que el artista se porte bien: Falso. La injusticia genera rebeldía. Y


cansancio, pero de otro tipo: no es que el artista deje de crear, es que
deja de crear aquí. Ahí tenemos a Ian Padrón y a Juan Carlos Cremata
en los últimos tres años. Es decir, ahí no los tenemos, pues los artistas
simplemente emigran a latitudes más tolerantes. No es que no queden
cineastas en Cuba –uno levanta una piedra y hay diez realizadores
independientes–, pero de lo que se trata es de no seguir negando
espacios y cortando las alas a artistas de talento, de no seguir purgando
de rebeldes el arte nacional.

–Que los artistas no cuenten mentiras sobre nuestra realidad: Falso.


Falso, en primer lugar, que el arte deba contar las cosas con absoluta
verosimilitud histórica; en segundo lugar, que fueran mentiras las que
esta obra refleja. E incluso si lo fueran, habría que demostrarlo con
argumentos, no con excomuniones. La censura solo genera
resentimiento.

–Ellos están ungidos con el don de saber lo que nos conviene: Falso. Si
algo saben, es lo que les conviene a ellos. La sociedad cubana no es un
párvulo inocente que se va con el primer engañabobos. (Y si lo fuera,
habría que ver quién la convirtió en eso).
65

–Esas son pataletas de una minoría disidente e intelectualoide: Falso.


Errores históricos como los que refleja la película afectaron –y afectan–
a mucha gente. Como diría Frank Delgado, nos quieren mansitos e
incondicionales, pero el arte no puede ser complaciente, tiene que
provocar, y una manera de hacerlo es hurgar en lo más incómodo y
soslayado del pasado reciente (aunque, desde mi punto de vista, no
debe limitarse a eso).

Lo que subyace acá es, en sustancia, el recelo conservador ante cuanto


se escape de las manos de los censores, el deseo de eternizar un
estado de emergencia en el cual un proyecto independiente no es solo
incómodo, sino un crimen. Es la noción de que tanto la historia como
nuestra vida deben ser diseñadas desde arriba. No se trata de que “este
no es el momento” para decir esto o mostrar aquello, pues mientras los
censores obren con impunidad, ese momento no llegará nunca.

En una sociedad sana el progreso de las libertades y el bienestar


ciudadanos debería ser constante. Deberíamos mirar al pasado y ver
cuánto hemos mejorado y no cuántos viejos errores estamos repitiendo.
El artista propone, se arriesga, se mete en candela porque, en buena
medida, en eso consiste ser artista. El mundo nos pasa por el lado y
mira con curiosidad nuestra miseria, y en el mejor de los casos le toma
un par de fotos.

Con una cámara buenísima.

Publicado el 29 de noviembre de 2016, OnCuba Magazine

Este texto provoca una avalancha de opiniones. Lechuga recuerda como


unas horas antes de la muerte de Fidel, su estado de ánimo era bastante
apacible. La reunión-juicio con Abel Prieto ya había pasado. Ya era seguro que
la película no se iba a poner, ¿Qué más podía pasar? El desgaste que sufría el
matrimonio los había llevado a pensar que lo mejor era que no pusieran la
película pero que ya lo que necesitaban era descansar: descansar de las
teorías de la conspiración que creaban los amigos que los llamaban a cualquier
66

hora, descansar de la seguridad del estado y de las reuniones con la gente de


la cultura. Lo que pasa es que este estado apacible iba a durar bien poco. Con
la muerte de Fidel y con el texto de Eduardo del Llano, el matrimonio de
creadores tenía claro que solo estaban en el ojo del huracán, los vientos
terribles volvían. Lo que les faltaba era mucho.

Hay que recordar que nadie en la isla había visto la película. Cada texto,
frase o interpretación podía ser leída por cualquiera como válida. El mismo
estado que no había permitido que se viera la película, empezaba a hablar de
ella, inventando lecturas y tramas sin importarle la repercusión que esto podía
tener en la vida de los jóvenes creadores (y en el peor momento: la muerte de
Fidel Castro).

Respuesta urgente a una provocación

Por Roberto Smith de Castro,

Presidente del ICAIC

En medio del masivo y doloroso homenaje póstumo al Comandante en


Jefe, la publicación digital OnCuba ha publicado hoy, 29 de noviembre,
un texto de Eduardo del Llano, titulado “¿Qué pasa por la mente de los
censores?”. No quiero esperar a que terminen las ceremonias previstas
para estos días. Justamente, por Fidel, respondo de inmediato.

El texto se refiere a una decisión del ICAIC, que, en ejercicio de su


legítimo derecho sobre la programación cinematográfica del país,
determinó no exhibir una película cubana en el próximo Festival del
Nuevo Cine Latinoamericano.

Además, utilizando un lugar común, descalifica la decisión como obra de


“censores” de lógica retorcida y se lanza a cuestionar las posibles
intenciones de nuestra institución.

Falla el autor del texto en todas sus interpretaciones. Con sus simplistas
y cuestionables argumentos, no alcanza a comprender que la
67

disposición sobre la película es una cuestión de principios.


Independientemente de sus resultados artísticos y de las posibles
intenciones de sus creadores, el filme presenta una imagen de la
Revolución que la reduce a una expresión de intolerancia y violencia
contra la cultura; hace un uso irresponsable de nuestros símbolos patrios
y referencias inaceptables al compañero Fidel.

Sobre este último aspecto, aclaro lo siguiente: la decisión sobre la no


exhibición del filme se tomó dos semanas antes del 25 de noviembre.

En sus “Palabras a los intelectuales”, el 30 de junio de 1961, Fidel


subraya que no puede discutirse el derecho del ICAIC a decidir qué cine
debe exhibirse en el país. Y añadió: “Si nosotros impugnáramos ese
derecho del gobierno revolucionario, estaríamos incurriendo en un
problema de principios”.

En el análisis de la película hemos defendido el diálogo con sus


creadores y con un numeroso grupo de cineastas a los que hemos
escuchado y a quienes hemos explicado nuestros argumentos. Sin
embargo, por encima de cualquier criterio, la decisión final corresponde
a la institución.

Con su decisión, el ICAIC no está calculando lo “conveniente”, “lo


práctico”, lo que evite el debate, lo que reduzca el impacto mediático o lo
que dificulte o favorezca la difusión de la obra.

El ICAIC asume las consecuencias de su decisión. Por principios,


nosotros no aceptamos que en el Festival se presente un filme con los
elementos señalados.

Por supuesto, la decisión sobre el filme no implica ningún tipo de ruptura


con su equipo creador, integrado por jóvenes talentosos que quieren
hacer cine en Cuba y con quienes seguiremos trabajando.

El ICAIC continuará respaldando la producción cinematográfica


independiente como parte orgánica del cine nacional.

El ICAIC continuará cuidando la imagen de los símbolos patrios, de la


68

propia Revolución y de nuestros héroes y mártires, tanto en el cine que


apoyemos en su producción, como en la selección de las películas que
se exhiban en nuestras pantallas.

El ICAIC, fundado por Fidel, ha defendido y continuará defendiendo la


creación libre, diversa, crítica, honda y comprometida con los ideales de
justicia social y emancipación humana de la Revolución.

Publicado el 29 de noviembre de 2016, Portal Cubarte

No somos mansitos

Por Rubiel García González

Presidente de la Asociación Hermanos Saíz

Partiendo del cuestionamiento a la decisión de no exhibir el filme


cubano Santa y Andrés en el venidero Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano de La Habana, han estado circulando en publicaciones
digitales varias opiniones. El análisis se ha centrado no en el contenido
del filme, que por cierto casi nadie ha visto, sino en el derecho de una
institución cultural, en este caso el ICAIC, a no exhibir una película por
considerar que “presenta una imagen de la Revolución que la reduce a
una expresión de intolerancia y violencia contra la cultura”.

El debate se ha polarizado, ya son varios los que han escrito y me llama


la atención que medios como OnCuba se han prestado para publicar
artículos, como el del realizador Eduardo del Llano, que hablan de una
censura, y van más allá, toman el camino de la descalificación del
ejercicio de la política cultural de nuestro sistema institucional. Desde
hace años pertenezco a la Asociación Hermanos Saíz (AHS),
organización que acaba de cumplir tres décadas de existencia y que
tiene resultados probados en la promoción y circulación del arte que
hacen los jóvenes, y también en el diálogo, a veces eficaz y a veces no
tanto, con ese sistema institucional de la cultura que hoy se ataca. La
69

membrecía, nada homogénea de la AHS, se ha caracterizado por hacer


y defender un arte crítico, diverso, complejo, incómodo, muchos son los
ejemplos que pudiera poner en el caso del audiovisual, desde donde
parte el debate en cuestión; puedo mencionar varios espacios que hoy
son referentes del debate y exhibición sistemáticos de creaciones
audiovisuales nada complacientes.

Uno de ellos, “El Almacén de la Imagen”, anualmente se realiza en


Camagüey, al que han asistido por décadas cientos de realizadores
jóvenes, algunos casi desconocidos, quizás muchos de los que Del
Llano considera “rebeldes”, y que siguen creando aquí, y no “emigran a
latitudes más tolerantes”. Hacernos voz y ser escuchados, participar
activamente de la vida cultural de la Isla y persuadir a funcionarios y
decisores de la utilidad transformadora de las obras de esos realizadores
forma parte cotidiana de lo que hacemos desde la AHS, y puedo afirmar
sinceramente, que siempre hemos encontrado interlocutores
institucionales en ese diálogo.

Creo que los extremos casi siempre son malos, el papel del arte en la
sociedad no puede concentrarse solo en el enjuiciamiento, el ejercicio de
la crítica debe ser capaz de captar la multiplicidad de mensajes de una
época o contexto; lo contrario es polarización y caricatura del deber ser.
La obra, los valores estéticos, la fuerza del argumento y el momento de
la creación refractan maneras de pensar, de sentir y reflejan la
cosmovisión de la realidad de la que formamos parte. A veces el
mensaje no cumple con su encargo y se empantana en una ensenada
de subjetividades sociales que deben descifrarlo, asumirlo y multiplicarlo;
para que este cumpla su cometido.

¿En realidad retrocedemos en esa dirección? Es esta una pregunta que


no debiéramos dejar de hacernos creadores, decisores y ciudadanos;
estos últimos son componente indispensable de la obra, sobre todo en la
retomada definición de lo “moralmente inaceptable”. Es bueno percibir
que los imaginarios fascistas, racistas o anexionistas, para algunos
merecen la “censura”; lo curioso es que ese término no deba emplearse
70

cuando la “verosimilitud histórica” pueda aparecer desequilibrada o


desequilibrante.

Santa y Andrés es una muestra más de las potencialidades de los


jóvenes realizadores que por encima de no pocos obstáculos se
empeñan en materializar su obra desde Cuba. “Latitudes más tolerantes”
no son respuestas a supuestas barreras y tabúes que debemos superar
desde aquí adentro, el mejor lugar para un creador es su Patria, de ahí
bebe sus historias y está su mejor público.

Otra vez la crítica descarnada a errores cometidos durante el proceso


revolucionario determina la historia del argumento central, el pretexto: la
reflexión sobre errores que debemos impedir por todas las vías se
vuelvan a cometer. Toca temas poco abordados o no desde el séptimo
arte, que sin embargo si han tenido más presencia en la literatura y en
amplios espacios de discusión.

Debo confesar que es la primera vez que veo en nuestro cine una
alusión irrespetuosa, burlesca y directa a nuestro Fidel. Además de
asumirla como una visión abiertamente reduccionista, considero que es
poco retribuyente hacia el legado de este hombre como político,
intelectual y abierto defensor del cine y sus más auténticos valores.

Contraponer la figura de Martí a la de Fidel, aun cuando he escuchado


que no fue una idea preconcebida por sus creadores, va más allá de un
simple bocadillo en una escena; es un acto que tampoco las más
jóvenes generaciones compartimos y en esta batalla simbólica de la que
formamos parte, fragmenta la unidad, mella los principios y siembra
distancias entre estos dos iconos, son las mismas herramientas, “el
divide y vencerás”, de los que no quieren a bien nuestro proyecto. En mi
opinión este debate está mucho más allá de lo “censurable” o no. La
rebeldía o el demérito del protagonismo de un artista, es de hecho una
cuestión mucho más profunda de lo que superficialmente pudiera estar
siendo reflejado.

No podemos renunciar a que nuestras instituciones mejoren su gestión,


71

el acompañamiento y diálogo con sus creadores, es un tema


permanente, de lo contrario imperaría la ley de la selva, del que más
pueda y no de lo que más valga. No debemos conformarnos tampoco
con directivos que no tengan al menos la sensibilidad y la disposición
para avanzar en los temas que más nos apremian.

Una asesoría oportuna enriquece siempre el trabajo de jóvenes en


formación, sin paternalismos y sin renunciar a las esencias de las ideas.
Tampoco se puede demonizar a un artista por hacer su obra dentro o
fuera de las instituciones, la vida sigue demostrando que cada vez
ambos son más complemento el uno del otro.

Con respectos a los comentarios de la web, retomar la figura de Virgilio


para argumentar una “purga” y un atentado contra el “ser creativo” de
nuestros jóvenes artistas, es descontextualización y aparente
ingenuidad. Lejos de aquella realidad matizada de incomprensiones, hoy
tenemos la posibilidad de valoraciones más exactas. Sin olvidar la
responsabilidad que tenemos como artistas, también he visto pasar al
mundo y mirar con curiosidad nuestras “conquistas”, sentir sana envidia,
y en casi todos los casos entusiasmarse con ellas.

Prefiero sumar, por ello el convite a mejorar cada día. La alerta para no
repetirnos en el error debiera cuidar no dar espacio a la desidia, el
revisionismo y al diálogo de sordos. Lenin también dijo alguna vez, que
la verdad siempre es relativa, nunca absoluta. No somos “mansitos”,
pero sí incondicionales, sobre todo a lo que signifique el resguardo de la
historia y la memoria. Por suerte para todos, nuestra vanguardia ha
encontrado siempre el mejor camino para conjugar rebeldía,
provocación, iconoclasia, libertad… con Revolución.

Publicado el 1 de diciembre en el portal Cubarte

Hay una cuestión que era bien grave para el matrimonio Lechuga-
Calviño. En un momento en que los ánimos estaban bastante caldeados y el
miedo se respiraba en el aire por la muerte de Fidel Castro que llevó a que
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movilizaran a todas las personas en caso de un ataque extranjero. Hay que


recordar aquello de: “Yo soy Fidel” (donde todo el pueblo estaba obligado a
repetir esta frase y salir a atajar cualquier atisbo de “ataque enemigo”). Bueno,
en el medio de esa atmósfera enrarecida había un montón de artículos
hablando de una película que al parecer le faltaba el respeto al comandante en
jefe. La seguridad del estado se encargó de regar una serie de mentiras para
crear un estado de opinión. Los comentarios y el ambiente hacían parecer que
las masas embravecidas iban a ir a los bajos de la casa de los creadores a
atacarlos. Estamos hablando de una película que ellos censuraron, ellos no
dejaron que la viera nadie y luego crearon un estado de opinión.

El primer día de diciembre Carlos Lechuga se presenta en el Ministerio


de Cultura para entregar una nueva carta. Faltaban unos pocos días para el
inicio del Festival de Cine.

Estimado ministro Abel Prieto:

1 de diciembre 2016

Le entrego físicamente la copia de dos correos electrónicos que he enviado


esta mañana al presidente del ICAIC, Roberto Smith, luego de haber leído su
respuesta a un artículo que salió publicado en Oncuba. Pienso que en medio
del difícil momento que estamos viviendo en nuestro país, hablar sobre Santa y
Andrés de la forma en que lo ha hecho Smith, es sencillamente inaceptable.

Atentamente

C. L.

Roberto: Acabo de leer en el medio de los días de luto por la muerte de Fidel,
tu respuesta a OnCuba. Eres libre de escribir lo que quieras, responderles a los
que quieras, yo guardo silencio, ahora, por respeto a mi persona te convido a
que modules tu escritura y te revises. No quiero que Santa y Andrés y mi
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nombre, en estos momentos, se ligue a nada del comandante, ya que como


mismo tú dices la decisión se tomó mucho antes. Si como dices quieres seguir
colaborando, ayudando, contactando con los creadores, cuídalos un poco más.
Es inadmisible. Santa y Andrés es mucho, mucho más de lo que dices en esas
líneas y no es para nada una referencia a Fidel. Eso lo vieron ustedes. Lávense
ustedes los ojos. Examínense ustedes. Esta es una carta para mí, Claudia
Calviño y Samada. No es una carta abierta. Ni de mi parte recibirás ninguna.
Cuídennos mejor. Es su trabajo.

No vamos a aceptar provocaciones.

Ofendido Doblemente

C. L.

Roberto, mi mail anterior no estuvo bien redactado porque por supuesto lo


envié con el calor y la sorpresa que sus palabras me provocaron, ahora
pensando más calmado puedo darle argumentos más claros:

Primero Roberto, creo que, si usted va a dar su criterio sobre la película, debió
haber dicho “es nuestro entender” o es “la opinión de la dirección del ICAIC” y
no plantear esos criterios a modo de juicio final sobre algo que entendemos
todos son apreciaciones y lecturas personales. Nadie discute el derecho de la
institución a decidir los que se pone o no en los cines de la institución, nadie
discute tampoco sobre los principios de la institución; lo que sí es discutible son
las apreciaciones y las lecturas que se han dado, lo que se discute es la línea
que ha decidido trazar sobre lo que está fuera o dentro de esos principios, que
EN MI OPINION no es correcta.

Segundo creo que podía haber utilizado palabras más cuidadosas para
referirse a la película, usando incluso algunas de las que usted mismo utilizó en
la primera y segunda reunión que tuvimos, donde mencionó la calidad artística
de la película y el valor que le daba a la unión y a la reconciliación, incluso le
recuerdo sus propias palabras el 24 de octubre frente a todos los cineastas
(palabras que no repetí en la reunión con el ministro para no causar más
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problemas), donde usted dijo “por supuesto, por supuesto, que la decisión del
ICAIC es apoyar la película”.

Finalmente Roberto creo que si su intención era rebatir un texto que no fue
escrito por mí, QUE HASTA EL DÍA DE HOY me he cuidado de dar entrevistas,
o criterios públicos para no afectar primero el Festival y ahora además al duelo
que vive nuestro país; usted debía tener al menos el mismo cuidado en escribir
estas palabras que lejos de rebatir el artículo, lo único que logra es enturbiar y
ensombrecer más la situación que existe con la película.

C. L

La idea de Lechuga al entregar este documento en el Ministerio de Cultura era


tratar de evadir un acto de repudio contra él o, incluso, un encarcelamiento.
Tenía mucho miedo del rumbo que había tomado la situación de la película y
su asociación con la muerte de Fidel Castro.

Después de una reunión-juicio donde al parecer los ánimos se iban a


calmar, como si nada, el ministerio de cultura del país había dado luz verde a
una serie de textos y acciones para limpiar su imagen de censor y para
embarrar más a los creadores. Entre estos actos había una serie de
actividades que tenían lugar a puerta cerrada para difamar a la pareja de
creadores. Actividades que tenían lugar en el ministerio de cultura con
cineastas extranjeros y también en la Fundación del Nuevo Cine
Latinoamericano. Actividades a espaldas de los creadores y donde no se les
daba la oportunidad de disentir o defenderse.

De cuando los editores se desdoblan en censores o andan


¿merendando?
Por Alexis Triana (funcionario del ministerio de cultura)

Pasadas las dos y media de la tarde de hoy, envié una respuesta al


debate que la revista OnCuba ha fomentado alrededor de la no
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exhibición en el 38 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, de un


filme. Como era franco y hasta pasional, lo mandé a publicar, en mi
creencia de que el moderador de los comentarios, o los moderadores
vivan donde vivan, entenderían que lo esencial era la confrontación de
ideas.

Pasadas cuatro horas, la respuesta a mi criterio, que mal o bien


redactado, es el mío, recibía aún esta hermosa frase: “Your comment is
awaiting moderation”. Entiendo que quizás no es el criterio que desean
publicar, y que quizás han necesitado muchas consultas y preparar
respuestas. O a lo mejor era la hora de la merienda y después se unió
con la de la cena. En todo caso, comparto con ustedes las
imperfecciones de mi opinión que otro medio está dispuesto a publicar.

Del Llano: no he visto este filme. Sabes que fui otro más de los que se
opuso a las acciones combativas por un filme como Alicia… [Se refiere
al filme Alicia en el pueblo de las maravillas]. Entre otras cosas, porque
jamás una película puede tumbar a un gobierno. Y ya sabemos que a
este no han tenido forma de destruirlo por más que lo han intentado.
Mas creo muy relevante que OnCuba se dedique, exactamente en una
tarde de un día como el de ayer, a pedirte este texto y a publicarlo, la
muestra del desenfoque cada vez más nítido de sus editores, para un
medio hecho desde La Habana y sobre Cuba, y que cada día parece
facturado solo en Miami.

Ya les pasó a mis compañeras de una productora independiente, que


hacen un programa por YouTube como Mi Habana TV. Le reclamaron al
editor de OnCuba el por qué usaron su trabajo para manipularlos en una
entrevista que nunca concedieron. Y la respuesta fue por correo interno,
tan poco profesional como violatoria de toda ética. Aún están esperando
una respuesta pública de que hayan usado su creación para hablar mal
de la TV estatal, o de la institución que sea –porque esa es la moda–,
hay que desmontar a cualquier precio la institucionalidad revolucionaria
cubana. Habrá que desmontar el estado para poder hacer lo que en la
URSS o en cada supuesta revolución naranja.
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Cierto: y qué causalidad, justo en este doloroso momento que atraviesa


Cuba, que exista este afán de arrimar leña a la hoguera de una decisión
asumida: no exhibir un filme independiente en un festival de cine,
convocado por una institución –sobre todo porque lo financia– y que no
está de acuerdo con esta obra, por muchos valores que otros vean, para
ponerla en la premier del Nuevo Cine.

Cierto: ¿y quién puede obligar a la institución a hacer lo contrario? ¿En


qué latitud más tolerante hay que llegar a un acuerdo como buenos
amiguitos? ¿En Suiza, en Noruega, o en Estados Unidos, donde no veo
que los realizadores que citas estén teniendo apoyo para hacer mucho
cine? ¿Pudieron seguir haciendo una carrera brillante, como la que
realizaban en el ICAIC, Orlando Rojas y Sergio Giral? ¿Qué artistas han
tenido el respaldo que en Cuba tuvieron Susana Pérez, Tanya y hasta
Annia Linares, que no sean los vinculados con el clan de Los Estefan,
aupados por la Fundación Cubano Americana?

Y algo que tampoco es falso: una vez escuchado el criterio de los


creadores, ¿quién escucha a los organizadores y/o a quienes
representan al Estado, sea del sistema social que sea, cuando expresan
sus argumentos? Atrévanse en la otra orilla a atentar contra la
institucionalidad, para que vean como terminan igualito que en Waco,
Texas, arrasados y hasta bombardeados en su secta religiosa; como
también pasó con la sede de las panteras negras en Estados Unidos, a
pesar de que había mujeres y niños, y muchos fueron asesinados allí sin
que se levantara una sola voz de protesta…

A mí esta insana provocación me recuerda la torpe entrevista de


OnCuba a Willy Chirino, que fue cuando salté por primera vez en estos
comentarios, y dejé mi opinión aquí porque él, tan noble y bueno, no
escribió “Ya viene Llegando” con ninguna doble intención, y hasta se
muere de nostalgia por venir, pero como Los Estefan, cuando ya no esté
Fidel y de paso, como él mismo ha dicho, ardamos con él en el infierno.

La verdad, compadre, que tu texto me recuerda aquel incidente terrible


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que relacionó al abuelo de Raúl Roa en el debate con Martí sobre el libro
A Pie y Descalzo. Martí, que levantaba a los cubanos para volver a la
manigua redentora, estaba convencido que se publicaban estas
memorias de la guerra en el momento más inapropiado para la
Revolución.

Qué instante tan terrible como este, con tanta gusanera revuelta y brutal
que nos desprecia, para responder a la invitación de estos editores. Te
lo digo yo que también soy de aquí, y que en la madrugada del día del
deceso, rechacé una invitación de uno de ellos para contar nuestra
experiencia con Fidel. Y mi respuesta, que hago pública, es que hiciera
ella lo que le tocaba como deber, que yo haría el mío, lo que ahora mi
pasión y razón me llamaban: Defenderlo de tanta ignominia.

La verdad es también que si este filme –que no he visto, repito– se suma


a este lavado de cabeza colectivo al que aspiran, a este afán de
armarnos un club de poetas muertos y hasta presos, y que las UMAP
fueron los peores campos de concentración, también llega, como tu
texto, en un triste momento, pero no hay dudas de que hay que
agradecerle, sobre todo, el empeño de OnCuba. Ellos, que tienen su
sede tan cercana al malecón, donde entre las pocas banderas que no
ondean a media asta, están la del Imperio de las barras y estrellas,
siempre sugerentemente iluminada como en sus peores filmes de
Hollywood..

Yo, que contigo viví varias batallas de los ochenta y los noventa, sé de tu
rebeldía innata y de que jamás comulgarás ni con el tufo del
anexionismo. Pero tengo la suprema duda de que sea útil este debate, y
más aún, sospecho que los editores puedan ser un día de esos censores
que hoy detestas.

Publicado el 1 de diciembre de 2016, Portal Cubarte


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Mi derecho inalienable a opinar


Por Fernando Rojas
Viceministro de cultura

Con excepción del hecho cierto de que el ICAIC decide sobre la


exhibición pública de las películas, el texto de Dean Luis
Reyes publicado ayer, 24 de noviembre, en OnCuba, no aporta
elementos para la comprensión del llevado y traído tema de la censura.

La riqueza y los matices de “Palabras a los intelectuales” se reducen a


una “expresión influyente”. El productivo debate de Conducta y su
impacto son rebajados por una alusión peyorativa al Ministerio de
Educación. El derecho institucional se sustituye por la “autoridad” de un
colectivo o de la “sociedad”, enfoque que por demás no esclarece cómo
resolver el asunto en términos prácticos. La ausencia de una posición
clara al considerar el ejercicio de la prerrogativa institucional que se
niega, se convierte en una pose anarquizante, que se presenta –nada
nuevo en la historia de fracasos del anarquismo– como liberadora.

La idea de que en Cuba, con grandes hazañas y sacrificios, y también


errores, hemos tratado de construir una sociedad alternativa al
capitalismo, hostigados sin piedad por la mayor potencia mundial, no
tiene ningún espacio en el razonamiento de Dean Luis Reyes. No hay
que hablar de este asunto a cada paso; pero eludirlo significa, sin
ninguna duda, excluir un fundamento esencial de la discusión. En
consecuencia, se debate sobre la censura en abstracto, se apuesta por
una promoción del arte que rechaza la existencia de principios en la
política cultural y se priva a esta de su conexión orgánica con los
propósitos de una Revolución como la nuestra.

Por el mismo camino, nada se dice del ejercicio sistemático, eficaz y


brutal de la censura en el capitalismo, resuelto desde la hegemonía del
mercado, que excluye a priori el sentido crítico de cualquier perspectiva
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emancipadora en el arte y el pensamiento, limita las búsquedas


experimentales y cancela cualquier indagación que no resulte en
beneficio material neto. No puedo concederle la excusa de que no hay
que hablar de ello, si de señalar los errores propios se trata:
precisamente por no atacar al capitalismo claramente solemos olvidar su
esencia depredadora. Ese olvido es la fuente de no pocos errores.

Y por supuesto, si el adversario no existe, tampoco hay que razonar


desde el fundamento de la larga y exitosa (sí, exitosa) práctica de la
política cultural de la Revolución, que nunca ha excluido la reflexión
autocrítica y el debate. He participado y participo personalmente de esa
reflexión desde hace muchos años.

Dean Luis Reyes desconoce que las instituciones, junto a los creadores,
han realizado una extraordinaria obra de educación, de formación de
artistas, de fomento de las industrias culturales, de expansión de los
servicios, de impulso a la experimentación y de un arte crítico y
comprometido, de defensa de la diversidad cultural. La creación artística
y literaria, en permanente expansión, y la rica, diversa y creciente
programación cultural, son en gran parte resultado de la gestión
institucional, todavía insatisfactoria y hasta deficiente, pero
perfectamente visible. Ese acumulado sostiene con creces el derecho
indiscutible de la Revolución a defenderse y el derecho de la institución a
decidir, consagrado y ampliamente razonado en “Palabras a los
intelectuales”.

Uno de los propósitos explícitos de nuestros enemigos es desmontar la


institucionalidad revolucionaria. Es imprescindible que la vanguardia de
nuestros creadores evalúe crítica y sistemáticamente la gestión de las
instituciones; pero, por supuesto, no para contribuir a su desmontaje,
sino para perfeccionarlas y consolidarlas.

Aunque el de Dean Luis Reyes no sea el caso, que yo sepa, cuando se


arremete en nombre de confusas nociones ultra democráticas contra los
principios, es fácil equivocar el rumbo. Desde la verborrea anarquizante
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pudiera darse el paso siguiente: otorgarle al capitalismo un potencial


emancipador que por naturaleza es incapaz de tener. Recuerdo una
frase que se atribuye a Lenin: “Te alejarás por la izquierda y regresarás
por la derecha”.

Lo que puede dañar la política cultural no es una supuesta “ojeriza” ni un


ambiente de censura inexistente. Los peligros mayores a mi juicio son la
irresponsabilidad y una recepción ingenua de “patrocinios” externos
malintencionados.

He chocado a lo largo de mi trayectoria como dirigente de la cultura con


funcionarios mediocres y burocráticos y también con advenedizos de
una mediocridad esencial que pretenden pasar por creadores. He
tomado decisiones, algunas acertadas y otras no, pero ninguna partió de
un pensamiento burocrático y siempre he actuado en un diálogo
transparente y directo con los creadores auténticos, defendiendo
proyectos audaces y valiosos y rechazando manipulaciones y
extremismos. En una decisión transparente no hay debilidad. Debilidad
sería ceder ante intentos de chantaje.

Resulta ofensivo calificar a mis compañeros como un “puñado de cargos


culturales”. A ellos y a mí nos anima una vocación de servicio, inspirada
en un claro compromiso con la Revolución y sus valores.

Mantenemos un vínculo fraterno y leal con la mayoría de los mejores


creadores de este país. Tenemos criterios, los ejercemos y los
defendemos. Dedicamos mucho tiempo a pensar con cabeza propia y
nos ufanamos de ello. Y decidimos, sí, decidimos, con el derecho que
tienen nuestras instituciones, convencidos de que servimos a un pueblo
y a una gran causa.

Fechado el 25 de noviembre de 2016


y publicado el 1 de diciembre en el Portal Cubarte.
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El 4 de diciembre el ministro Abel Prieto recibió al director en su despacho,


Claudia y Lola Calviño acompañaban a Lechuga. Ese mismo día se realizaba el
sepelio a Fidel en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba. El
ministro de cultura no estuvo presente en aquella despedida. Eso llamó la
atención de Lechuga que describe haberse encontrado a Prieto en mal estado:
“muy sentido, dolido, enfermo quizás” en una “oficina inmensa y llena de
pañuelos usados” “una secretaria entraba de vez en cuando y le acariciaba el
hombro con pena”.

Abel Prieto intentó saber dónde estaban todas las copias de la película y
Lechuga le advirtió que eso ya estaba “en el aire”, no había manera de borrarla,
había copias en Francia, en Colombia. Abel continuó y empezó a preguntar
cómo Lechuga y Claudia viajaban, por qué organismo.

En esta cita el ministro atacó la gestión del presidente del ICAIC, Roberto
Smith. Se refirió a él como incompetente y mentiroso y se quejó de no tener a
nadie más a quien poner en ese cargo.

Preguntó al director si este había leído los libros del comandante y le


recomendó fervientemente su lectura. Fue en ese punto de acercamiento
cuando le propuso a Carlos producirle una película a cambio de un texto donde
declarara que la figura de Fidel era intocable.

Abel le dijo, literalmente: “Si escribes un artículo diciendo que Fidel es


intocable, te producimos la próxima película”.

Lechuga dijo que no, que no iba a hacer eso porque los que habían
vinculado la muerte del líder con su filme habían sido ellos a partir del artículo
publicado por Del Llano, ni siquiera por la película misma. Afirmó que no
deseaba que le produjeran su próximo filme, sino que cesaran el ataque contra
Santa y Andrés y su persona.

El ministro hablaba todo el tiempo de Fidel, relataba cómo había ido a


visitarlo a su casa en los últimos tiempos de enfermedad, lo difícil que resultaba
hablarle cuando estaba molesto, pero aun así insistía en la necesidad de que el
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director leyera los textos del fallecido y los estudiara.

Entonces se refirió a la cultura y la historia universal, al modo en que se


desarrollan y entrelazan. Pasó después a exculparse, advirtió que dentro del
ministerio existían funcionarios con peor actitud que la suya y que el texto
escrito por Eduardo del Llano a propósito del filme de Lechuga había sido
publicado en muy mal momento.

En un momento se interesó en la visión que tenían los realizadores con


respecto a su subordinado Fernando Rojas. Lechuga sintió que algo no andaba
bien en el reino de Dinamarca.

Al día siguiente Abel Prieto se reunió con los cineastas Kiki Alvárez y
Arturo Arango donde se debatió una propuesta de sustituir al presidente del
ICAIC, Roberto Smith por el presidente del Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano, Iván Giroud.

Mientras tanto Lechuga continuaba bajo vigilancia, con el teléfono


intervenido y sin dejar de recibir personas que deseaban ver la película en su
cama matrimonial, algunas de las cuales luego atacaron el trabajo del director
en público.

Varios medios independientes como Diario de Cuba y Catorce y medio


se comunicaron con el director para interesarse en lo que estaba ocurriendo
con Santa y Andrés. Carlos respondía: “Yo no puedo hablar, no puedo decir
nada”.

Continuaban las visitas y las proyecciones en el cuarto matrimonial a las


personas que tenían interés en ver el filme. Uno de los asistentes fue el escritor
cubano residente en Los Ángeles Néstor Díaz de Villegas, quien termina la
proyección visiblemente emocionado, pero luego escribe contra Lechuga y la
película.

Se escribieron varios artículos y diversas quejas por la censura de Santa


y Andrés, pero no existió nunca un documento formal que expresara su
desacuerdo con la decisión del ICAIC, y por tanto del Ministerio de Cultura.

Antes de comenzar el Festival Lechuga y Calviño recibieron la llamada


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del director Jonathan Jakubowicz que tenía prevista la presentación de su


película Manos de Piedra, película actuada por Edgar Ramírez, Robert de Niro,
Ana de Armas, etcétera, en el evento. Su intención era retirarla del certamen en
protesta a la censura de Santa y Andrés. Claudia Calviño le pidió que no lo
hiciera, que ellos no deseaban perjudicar al Festival de ninguna manera.

Fragmento de una entrevista concedida por Jakubowicz a Yoanni Sánchez

Pregunta: Ha estado al tanto de la censura sufrida por la película Santa y


Andrés, dirigida por el cineasta cubano Carlos Lechuga, incluso llegó a pensar
retirar Hands of Stone de la muestra, en solidaridad con el creador. ¿Por qué
ha mantenido su película en la cartelera del Festival? ¿Qué opina de la
exclusión del filme de Lechuga?

Respuesta: Cuba y Venezuela son naciones hermanas, no solo por nuestra


historia sino por nuestro presente político. Cuando salió mi primera película,
Secuestro Express, el gobierno de Chávez me abrió dos juicios y sacaron en
los medios del Estado todo tipo de informaciones para desacreditarme. Solo
alguien que sabe lo que es ser perseguido como consecuencia de su arte
puede comprender el dolor que eso significa. Por ello me afectó mucho leer
sobre la censura que se está aplicando a esta película cubana.

Sentí que ir al Festival a mostrar mi película sería una hipocresía, como cuando
yo veía a cineastas internacionales fotografiándose con Chávez mientras yo
era perseguido. Me dio miedo convertirme en esa nefasta figura del artista que
apoya al represor, una figura muy frecuente en nuestros países y que le ha
hecho muchísimo daño a nuestros pueblos. Pero los propios cineastas cubanos
me pidieron que no sacara mi película de la programación, pues el festival es
una de las pocas ventanas que le quedan a la Isla para ver hacia el mundo
exterior, y decidí hacerles caso. A fin de cuentas yo no vivo en Cuba y lo único
que puedo hacer es aquello que ayude a quienes residen allí.

Publicado en el Diario 14 y medio, 7 de diciembre de 2016.


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Sin embargo, el filme panameño sobre el célebre boxeador Roberto


Durán nunca se vio en La Habana, aunque estaba en la programación oficial.
La duda del recorrido a seguir era todo el tiempo un tema en la mente de
Lechuga. Ya era obvio que la película no se iba a poner, quizá era el momento
de responder a todos los ataques públicamente, pero quizá por el miedo
empezó a tratar de ser “aceptado” de nuevo, portarse bien y “cuidar” al mismo
festival que lo había apartado.

La película Hands of Stone excluida del Festival de La Habana


Festival de Cine, sin frío ni largas filas

Por Zunilda Mata,

El Festival del Nuevo Cine Latinoamericano ha llegado a su fin como


comenzó: marcado por la censura. La exclusión de la película Santa y
Andrés tiñó de gris el inicio de la principal cita cinematográfica de La
Habana y los espectadores también se quedaron sin ver el filme Hands
of Stone como castigo por la solidaridad de su director, Jonathan
Jakubowicz, con el realizador cubano Carlos Lechuga.

La cinta, basada en la vida del boxeador panameño Roberto Durán,


estaba inicialmente incluida entre los largometrajes que se mostrarían en
la sección Galas del Festival, pero nunca fue proyectada. Los
organizadores del evento dejaron de contactar a su director tras conocer
su repulsa ante la censura contra Lechuga, asegura el artista de origen
venezolano.

Días antes de comenzar el Festival, Jakubowicz habló por teléfono con


los realizadores de Santa y Andrés para valorar la posibilidad de retirar
la proyección de su filme en el certamen como muestra de repulsa ante
la censura. En una entrevista publicada por este diario, el cineasta
explicaba que había pensado en retirar su película de la cartelera porque
le dio miedo convertirse “en esa nefasta figura del artista que apoya al
represor, una figura muy frecuente en nuestros países y que le ha hecho
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muchísimo daño a nuestros pueblos”.

Sin embargo, Lechuga y su esposa le convencieron de mantener la cinta


con el argumento de que “el Festival es una de las pocas ventanas que
le quedan a la Isla para ver hacia el mundo exterior”.

La organización del Festival argumentó que el director “nunca mandó la


copia de exhibición” del filme. Dejaron de escribirle desde la
organización del Festival, “no solo con respecto a la copia de la película,
sino sobre mi asistencia”, asegura.

“Como al día siguiente se anunció lo de la muerte de Fidel Castro, pensé


que era por eso, pero no escribieron más nunca. Supongo que
prefirieron evitar una situación incómoda conmigo en La Habana, en un
momento de tanta tensión para la Isla”, reflexiona el prestigioso director.

La organización del Festival argumentó a los espectadores que pidieron


explicaciones sobre la ausencia de Hands of Stone que esta se debía a
que el director “nunca mandó la copia de exhibición”. En realidad, según
el cineasta, los responsables del evento enmudecieron cuando llegó el
momento de organizar el envío de la copia a La Habana.

“Es una lástima por el público cubano que quería ver la película. Pero
bueno, al final toda Cuba vio Secuestro Express y también está
prohibida. El arte siempre llega a quien tiene que llegar”, reflexiona
Jakubowicz.

No obstante, el director agradece “al festival la invitación inicial” y le


desea “mucha suerte en su continua lucha por llevar luz a las salas de
La Habana. Habrá tiempos mejores. Los vientos de cambio soplan fuerte
y son inevitables, tanto en Cuba como en Venezuela”, asegura.

Diario 14 y medio, diciembre 19, 2016.


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El Festival comenzó el 8 de diciembre y se extendió hasta el 18. Fue una cita


matizada por imágenes de Fidel Castro, una especie de homenaje a su figura.

Carlos Lechuga y Claudia Calviño, no fueron a la gala inaugural ni a


ninguna de las fiestas del certamen. Sin embargo, como en cada una de las
ediciones a las que habían asistido antes, pasaron muchas horas sentados en
los portales de la subsede del evento en el Hotel Nacional de Cuba, con la
intención de ser vistos.

“Vergüenza del amo”, dijo el babalawo de Lechuga.

Antes del festival el director de cine había recibido una sugerencia de


parte de su presidente, Iván Giroud. Le aconsejaba que viajara fuera del país
los días que duraba la cita de La Habana. Carlos respondió que no, que no
viajaría, pero que tampoco iba a tomar ninguna acción para perjudicar al
Festival.

Desde su asiento en el Nacional, Lechuga percibía un aumento de


agentes de seguridad en el hotel. Se le acercaron supuestos periodistas para
que hiciera declaraciones, pero él no hizo comentarios ni concedió entrevistas.
Los organizadores del evento estaban muy asustados y varios artistas, del cine
y del teatro, los miraban desde lejos y no se acercaban a saludarlos siquiera,
en ocasiones incluso huían abiertamente de ellos. Aunque no decía una
palabra sobre la película y su ausencia en el Festival, el director sentía que era
muy mal visto.

El 6 de diciembre se presenta el número 200 de la revista Cine Cubano


en cuyo contenido se había escapado un cartel de Santa y Andrés. El cineasta
Fernando Pérez se refirió entonces a la película “lo que está pasando con
Santa y Andrés no puede pasar” en alusión a la censura a la que estaba siendo
sometida por parte del ICAIC, cuyo presidente se encontraba entre la audiencia
de esa presentación.

En el transcurso de los días del Festival otros artistas se solidarizaron


con el filme y su equipo de realización. La cantante Haydeé Milanés, en una
actuación suya, interpretó el tema final de Santa y Andrés, su hermosísima
versión de El Colibrí. Durante la exhibición de Severo secreto, en las palabras
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introductorias a la proyección sus realizadores Gustavo Pérez y Oneida


González dedicaron la muestra a la película de Lechuga.

Muchas personas creían que los realizadores debían retirar sus películas
en apoyo a la censura de Santa y Andrés, como mismo haría Lechuga con
Generación mucho después cuando la obra de Aparicio y Fraguela Sueños al
Pairo fue censurada en la Muestra de Jóvenes Realizadores. Lo que pasa es
que nadie se brindó y ni el mismo Lechuga trabajó en ese camino para que
ocurriera. “No querían afectar al Festival”. Una vez más el estado antes que el
ser humano. Para la pareja de Claudia y Carlos les era bien duro ir a ver las
películas a los cines, sin que se proyectara la de ellos.

A pesar de la ausencia del filme en el evento Lechuga sentía que era


una historia viva. Él mismo se había convertido en su protagonista. Cada vez
más personas se acercaban a casa del matrimonio de creadores para ver
Santa y Andrés. En ocasiones recibieron en su habitación hasta diez
espectadores.

Luego de terminado el Festival de Cine Lechuga y Calviño tuvieron


varios encuentros más con el grupo de cineastas. A algunas iba solo Claudia y
Lechuga se quedaba en la casa ya que no le encontraba sentido a nada de
eso. Total, la película ya no se había puesto y a los dos jóvenes le habían
hecho la vida imposible, ¿Qué sentido tenían estas reuniones?

Lechuga siempre sintió cierta desconfianza de algunos de los


realizadores del grupo hacia ellos.

Para Lechuga el objetivo de las reuniones de cineastas no se trataba de


su película, sino acerca de la gestión del ministro Abel Prieto y su manejo de
ciertas situaciones relacionadas con el cine cubano y sus autores. Todo
parecía una maniobra para desarticular al ministro y conseguir su destitución.

La preocupación acerca del filme era en principio por su texto


introductorio, que consideraban demasiado exagerado; luego sobre un
supuesto enfrentamiento entre la figura de Fidel Castro y la de José Martí. Esta
contraposición se refería a la escena del acto de repudio al protagónico del
filme.
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El poeta Andrés es abordado en su casa por un pequeño grupo de


dirigentes locales con una bandera cubana. Le hacen un registro para buscar
manuscritos y, a pesar de no haber encontrado nada, lo someten a un acto
donde es agredido oral y físicamente. Santa, que viene en ese grupo, es
obligada a arrojar un huevo hacia Andrés, los manifestantes cantan el Himno
Nacional, y en medio de la confusión y las consignas el protagonista grita: ¡Viva
José Martí! Además de que la bandera cubana estaba puesta al revés. La
película atentaba contra los símbolos patrios.

No importó que se supiera que esa frase no estaba en el guion y que fue
parte de la improvisación del actor en medio de la profunda emoción que
despertó en él el rodaje de esta dura escena. Luego de la muerte de Fidel
Castro cualquier contraposición con su figura era considerada, más que nunca,
una gran herejía.

En estas reuniones se hacían debates donde los cineastas se atacaban


entre ellos y hablaban de la poca confianza que se tenían.

En una de las reuniones, ya pasado el festival, ya “salvado” el festival,


Claudia no asistió y Lechuga llegó bastante cargado. Se discutía la posibilidad
de que el director fuera llamado a cotejar el guion que había entregado para los
permisos de filmación y el que finalmente fue rodado. Si existían disparidades
entre ellos Lechuga podía ser llevado incluso a los tribunales por entregar un
libro falso.

Arturo Arango propuso que Lechuga enseñara los guiones anteriores


para así demostrar que Abel mentía. Lía Rodríguez habló de la posibilidad de ir
a juicio en caso de que el “tú dices, yo digo, no avanzara”. Nadie se mostró
avergonzado por no defender públicamente a Lechuga en una carta. Arturo
Arango hasta bromeó con eso, el no sentía pena. Entonces Lechuga se alteró y
dijo que a él la figura de Abel Prieto le daba igual y que ninguno de ellos había
pasado lo que él y Claudia estaban pasando. La reunión se desarmó enseguida
y todo el mundo se fue rápido en sus carros.

Ese fin de año de 2016 Carlos Lechuga y Claudia Calviño lo pasaron


solos en el Hotel Cohiba, muy cerca del mar. Buscaron un lugar donde ni la
89

familia, ni los amigos, ni los enemigos pudieran encontrarlos. A las 12 con un


vasito plástico tiraron agua al malecón pidiendo un poco de luz para sus vidas
en el porvenir.

Mientras en La Habana Santa y Andrés era vetada y se discutía acerca


de su contenido, la película hacía su propio recorrido por los festivales del
mundo. El director recibía muchas llamadas telefónicas y propuestas de
entrevistas que rechazaba de manera automática.

En su último encuentro con el ministro este le había preguntado a


Lechuga a través de qué institución cultural realizaba sus viajes. En aquel
momento todavía los cubanos debían gestionar sus trámites para viajar
mediante alguna institución, fuera la UNEAC, el ICAIC o el Ministerio de
Cultura.

Esa pregunta, aparentemente sin mucha importancia, puso a pensar al


director, que consiguió sacar su pasaporte de la institución y, sin contar con
nadie, comenzar a tramitar él mismo sus viajes fuera de Cuba.

Así llegó a la Embajada de Uruguay porque había sido invitado a


participar con su filme en el Festival de Punta del Este entre el 12 y el 19 de
febrero de 2017. Luego de finalizar la entrevista con el funcionario que lo
atendió y entregar todos los documentos Lechuga se disponía a marcharse
cuando le avisaron que el embajador Ariel Bergamino deseaba hablarle.

En su oficina, el embajador lo invita a sentarse y comienza a conversar


tratando de convencerlo de que no viaje a Uruguay. El embajador estaba al
tanto de todo el escándalo de la película y creía que el festival que lo invitaba
era muy de derechas. El director responde que deberían ser ellos quienes no le
otorguen la visa. Entonces el Sr. Bergamino le pide que no se moleste, dice
que está leyendo un libro de su abuelo, y que si viaja a Uruguay no debe
entonces dar entrevistas. Lechuga contestó que ya había viajado bastante y
sabía cómo manejar a la prensa.

El director de Santa y Andrés estaba convencido de que su estancia en


Punta del Este iba a ser tranquila y sin problemas. Nada más lejano de la
realidad, Lechuga describe ese viaje como uno de los más duros de su vida.
90

Antes de llegar a la sede del Festival el director estuvo en Montevideo.


Allí tenía muchas amistades y se alojó en la casa de uno de ellos. Sin embargo,
se sentía vigilado. En la entrevista para la visa tuvo que declarar la dirección
donde iba a quedarse. Una sobrina del embajador, que trabajaba en otro
festival de cine, tenía un amigo frente al lugar donde Lechuga se quedaba y a
cada rato preguntaba por él.

En los festivales de cine cuando el acreditado llega se le entrega su


credencial junto con un programa con las actividades del evento y las
invitaciones correspondientes a estas. Lechuga no recibió más que su
identificación de participante. Nunca fue avisado de ninguna de las
conferencias, presentaciones o fiestas. Cuando atinaba a subir a alguno de los
autos que se dirigían desde el hotel hacia una de las sedes del certamen
muchas veces era bajado y le decían que ese no era su transporte. Llegaba
tarde a todo lo que pudo asistir.

Carlos estaba en una especie de nebulosa mental que no lo dejaba


entender si realmente estaba siendo perseguido o todo era una trampa que el
miedo le había jugado a su mente. Una tarde, en lo que se preparaba en la
habitación del hotel, lo llamaron de carpeta que una joven lo estaba buscando.
Carlos preguntó dos veces: ¿A mí? ¿A Carlos Lechuga? Y el muchacho de
carpeta le había respondido que sí, a él.

Carlos agarro el elevador y bajo con cierta sospecha y en el lobby se


encontró a una muchacha de unos veinte o veintidós años, rubia, alta, con un
pecho prominente, un pantalón a la cadera y un arete en el ombligo. La
muchacha tenía un sobre manila en la mano. Carlos miro a ambos lados del
local y no vio a más nadie. La muchacha se le acercó y le preguntó:
¿Habitación 314? La rubia extendiendo el sobre le dijo: Acá están sus fotos.
¿Qué fotos? Preguntó Lechuga. Las fotos, dijo ella. Cuando Carlos agarró el
sobre se imaginó que serían algún tipo de fotografías para amenazarlo y que
no diera entrevistas. Fotos con droga, vaya usted a saber. Carlos abrió el
sobre. Al final en las fotos lo que había era una familia de gordos que antes
habían estado en la habitación alquilados. Todo era una confusión.
91

Hasta ese punto de sospechar estaba el realizador. El miedo lo corroía y


ya su mente no funcionaba igual. Por siempre culparía a la policía secreta de
Cuba, por desgastarlo, por enloquecerlo.

La presentación de Santa y Andrés fue el 14 de febrero y en ella se


encontraban Pepi Gonçalvez y Patricia Boero, cineastas uruguayas, quienes
apoyaron al director cuando algunas personas del público, en medio de un
ambiente muy caldeado, comenzaron a protestar por el filme y decir que Cuba
no era de esa manera. Lechuga se retiró del evento sin realizar ninguna de las
conferencias de prensa que tenía programadas.

Los organizadores del festival escribieron a La Habana para decir que


Lechuga había abandonado el festival antes de tiempo. Carlos llegó a
Montevideo y gracias a un amigo de la infancia pudo permanecer tranquilo los
últimos días de su viaje a Uruguay.

Una de esas tardes, en una playa uruguaya, Lechuga se metió en el mar


y recuerda que deseó ser otra persona. Así, con el agua al pecho, pensó en lo
bonito que era que nadie supiera quien era él en esa playa.

Se acercaba el Festival de Miami (del 3 al 12 de marzo de 2017) y los


cineastas Senel Paz y Rebeca Chávez llamaron a casa del matrimonio
Lechuga-Calviño para encontrarse. En la casa de los jóvenes creadores se hizo
una comida y Senel y Rebeca llegaron con una proposición indecorosa:
querían que retiraran la película del festival de Miami. Claudia les dijo que no
enseguida, los compromisos ya estaban establecidos. Pero le dijeron que
Lechuga había decidido no asistir. Así y todo el matrimonio no se fue contento.

Personas como Tania Bruguera y Coco Fusco buscaban la manera de


que la película se viera y se presentara en Estados Unidos.

Algunos querían que se reuniera con Andy García y con el grafitero El


Sexto, que estaba en Estados Unidos.

Carlos Lechuga viaja a participar en el Festival Internacional de Cine de


Guadalajara (10-17 marzo 2017) con el actor principal de su filme, Eduardo
Martínez. Desde que salen del aeropuerto al llegar a México, el director se
92

siente mal y el actor está visiblemente asustado. Al llegar a Guadalajara y


encender la luz de su habitación del hotel Lechuga descubre que tiene un rash
cutáneo en todo el cuerpo y sospecha que se trata de zika, una enfermedad
que estaba afectando en Cuba.

Así asiste a la inauguración del Festival junto a su actor protagónico y


luego son invitados a la fiesta VIP. En la recepción se encuentran con el crítico
Luciano Castillo, Mariela Castro y su esposo. Entre los asistentes a la
celebración para escogidos estaba el actor Willem Dafoe, y la hija de Raúl
Castro le pide a Carlos que le haga una foto junto a él.

Un día cogiendo un taxi en Guadalajara coincide con una periodista


uruguaya de La Diaria, que lo reconoce y le cuenta que un hombre cubano
andaba en el Festival de Punta del Este hablando mal de él y evitando que
Lechuga se reuniera con la prensa. Las dudas quedaban saldadas, no era pura
desorganización, en sus viajes lo seguían para molestar y hacer deslucir la
película.

La delegación oficial a México se mantenía alejada de Lechuga, siempre


más informada, un paso delante de lo que pasaba en la isla contra Lechuga y
no le decían nada al director.

En Guadalajara el director escucha rumores de que el ministro Abel


Prieto está abogando porque Santa y Andrés no fuera presentada en el
Habana Film Festival de Nueva York.

La colombiana Diana Vargas había solicitado a Lechuga su participación


en este evento y el director había respondido que prefería no hacerlo.
Finalmente, a sugerencia de su agente de ventas, accede a la invitación para
luego comprobar horrorizado que el filme ha sido sacado de competencia y que
está programado para exhibirse fuera de concurso. En esta misma categoría se
presentaría Memorias del Subdesarrollo de Tomás Gutiérrez Alea, de 1968.

Carlos había tratado, de manera infructuosa, de comunicarse con


Vargas, así como con Carol Rosenberg, quien dirigía el festival. No había
recibido respuesta alguna. Desesperado publica un acalorado texto en su muro
de Facebook donde reclama el maltrato que estaba sufriendo. En sus palabras
93

hace referencia a estar “portándose bien”, frase que es interpretada tanto en


Cuba como fuera de ella de muy mala manera.

Esta frase, aparentemente sin importancia, genera comentarios tales


como: “es un comunista”, “en Cuba no te puedes portar bien” o “es de la familia
Castro”.

El dilema de Carlos Lechuga: ¿romper o colaborar?

Por Néstor Díaz de Villegas

He visto dos veces Santa y Andrés, la película censurada de Carlos


Lechuga: una vez tumbado en la cama del director, y otra hace apenas
una semana, instalado en una luneta de la Cinemateca de Hollywood, en
el Egyptian, durante el festival Outfest 2017.

La cama de los Lechuga perteneció en otra época a Elena Burke: el dato


me lo ofreció el director, junto con una cerveza, a las puertas de su
dormitorio. Ese detalle es relevante: Santa y Andrés es la obra de un
treintañero sobre unos hechos acaecidos en los lejanos 70. Debe
tomarse en cuenta el efecto de lente generacional, pues los hechos que
narra el filme quedan distorsionados por él.

Vista en una habitación de La Habana post-Castro, la película de


Lechuga cobra perfecto sentido, quizás porque la censura la relegó al
ambiente casero donde se escenificaron ciertas obras del repertorio
teatral de los años 80. De esa manera Santa y Andrés se reconcilia con
su condición underground y alcanza, casi de necesidad, continuidad
política. La prohibición y el ocultamiento (de manuscritos o películas) no
fue una cuestión peculiar de los 70, sino que continúa vigente cuarenta
años más tarde. El hecho de mostrarse en una casa y no en el Yara,
donde debió ser estrenada, provee el subtexto de Santa y Andrés.

Desde la perspectiva habanera, Santa y Andrés me pareció una de las


películas más efectivas de los últimos años. Luego me enteré de que en
las reuniones de Carlos Lechuga con los funcionarios del Ministerio de
94

Cultura, los argumentos en contra de incluirla en el Festival de Cine de


La Habana no afectaron el reconocimiento de su calidad artística. Entre
los asistentes a las proyecciones se encontraban, entre otros, Abel
Prieto, Fernándo Pérez y Ernesto Daranas. La mayoría de los
convocados coincidió en que el filme impresentable era, después de
todo, “una obra de arte”.

Así me lo pareció a mí también. El guion es simple y directo; las


actuaciones, equilibradas; la cinematografía, de un virtuosismo poco
común en el cine cubano. Creo que sentí un excesivo entusiasmo por
Santa y Andrés, y que, debido a esa afinidad, coincidí por primera vez
con Abel Prieto.

En la cinemateca de Los Ángeles la película de Lechuga se mostró en el


marco del festival Outfest de cine gay. En esa circunstancia adquirió un
significado nuevo: era la obra que salía del armario, exhibida en el
mundo libre, a salvo del ambiente represivo. Delfín Prats, el poeta
maldito que sirve de modelo al personaje protagónico, se paseaba –
como Reinaldo Arenas quince años atrás– por las pantallas de
Hollywood. Ahora su desgracia también era cuestión de festivales, el
último tropo del oficialismo LGBT.

Vista con los ojos del americano promedio que asiste al Egyptian, Santa
y Andrés pierde, inevitablemente, parte de su encanto. ¿Quién podrá
entender, sin haber leído antes un tratado sobre las UMAP, la razón por
la que el protagonista vive en una espantosa cabaña en el medio de la
nada? Andrés, en Los Ángeles, podía ser tomado por un ecologista, un
socialista o un ermitaño, nunca por un miembro de la resistencia. El Foro
por la Paz, que es el motivo por el que el escritor se encuentra bajo la
escolta de Santa, tiene poca resonancia en un público de locas divinas
que regresaban de una marcha multitudinaria en contra de Donald
Trump. ¿Cómo podía irrumpir en un Foro por la Paz este descamisado
que cocinaba mermelada en un anafe de leña?

Si en Cuba, el grito de “¡Viva Martí!” que lanza Andrés en respuesta al


95

“¡Viva Fidel!” de los esbirros, durante el acto de repudio frente a su


choza, fue malinterpretado por el viceministro de Cultura Fernando Rojas
como una afrenta a la memoria de Fidel Castro –que a partir de su
deceso quedó oficialmente consustanciado con el Apóstol–, en Los
Ángeles carecía de la más mínima significación. Me pareció que la
película de Carlos Lechuga era un galimatías escrito en un lenguaje que
solo entienden los naturales de un territorio afectado por la
autorreferencialidad enfermiza.

Entonces, el actor cubano Raúl Ávila, que estaba sentado al lado mío,
me sopló en la oreja este comentario: ¿Un acto de repudio con cuatro
gatos? ¿No pudieron encontrar entre los asistentes al Foro un puñado de
chivatos que engrosaran las filas de los tiradores de huevos? ¿Está tan
ajeno Carlos Lechuga al espectáculo de las turbas que toman a diario las
calles de su ciudad? La escena del acto de repudio, que me conmovió en
La Habana, me dejó frío en Los Ángeles. La película falla en recrear la
magnitud de la violencia para un público global, no familiarizado con el
acontecer cubano e incapaz de suplir extras y rellenar elipsis.

El malentendido de Santa y Andrés se trasluce incluso a otro nivel: el


director de un filme francamente contrarrevolucionario no acaba de
admitir que ha cortado los lazos con la cultura oficial. Hablar de la
represión de homosexuales y de la persecución de artistas, y pretender
insertarse en el circuito de festivales es, cuando menos, incongruente. Si
los funcionarios del Ministerio de Cultura sostienen que Delfín Prats –o
Reinaldo, o Virgilio– nunca fue castigado o vigilado, entonces Carlos
Lechuga propone, en Santa y Andrés, nada menos que una versión
anticastrista de la Historia.

“El equipo de nuestra obra ha sido comprensivo y abierto al diálogo con


los censores… Si así tratan a los que se portan bien no sé cuál es el
objetivo detrás de todo. Yo, Carlos Díaz Lechuga, amo Cuba, fumo
tabaco, me gusta la playa…”. Pero la transvaloración efectuada en el
cine no deja ileso al cineasta. Si los 70 fueron la época de Santa y
Andrés y del “caso Padilla”, Carlos Lechuga debe entender que también
96

él se ha metido en las patas de los caballos, que también él se coloca,


cinco décadas más tarde, “fuera del juego”.

Hablar de playas y tabacos es adoptar la jerga de los censores, que


demandan del artista la renuncia al discurso político para permitirle
dedicarse, sin ser molestado, a las “obras de arte”. En Santa y Andrés,
Lechuga reconoce que el acoso culmina en el exilio, pero en sus
declaraciones públicas parece seguir empeñado en marcar la diferencia
entre irse y quedarse; o lo que es aún más problemático: en borrar la
distinción entre romper y colaborar.

Publicado en Diario de Cuba el 16 de Marzo de 2017.

El resto del tiempo que estuvo en Guadalajara Lechuga se sintió evitado por la
delegación cubana, como si su sola presencia fuera una maldición. Atacado por
todos los costados y con necesidad de cambiar de aires el director decide irse
de México sin esperar los resultados del certamen.

Camino a Toulouse, en el aeropuerto de Holanda, lo sorprende la noticia


de que Santa y Andrés había ganado los principales premios del Festival de
Guadalajara.

Santa y Andrés recibió el premio a Mejor Película en el Festival


Internacional de Cine de Guadalajara en su edición 32 del año 2017. Obtuvo
también el Premio de Mejor Actriz (concedido a Lola Amores), Mejor Guion
(Carlos Lechuga), Premio Especial del Jurado Maguey (de la sección LGTB) y
Mención Especial del Jurado FEISAL (Federación de Escuelas de Imagen y
Sonido de América).

Mientras el filme era altamente reconocido en el festival mexicano,


continuaba su propia historia de censura, esta vez en el Havana Film Festival
de New York. Los “parametradores” cubanos no se conformaban con haberla
hecho invisible para el público habanero durante el Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano de diciembre de 2016, sus largas manos alcanzaban ahora
eventos más allá de sus fronteras.
97

El ministro de cultura Abel Prieto con la ayuda de Elmo Hernández de la


Fundación Ludwig de Cuba se habían encargado de establecer unas
conversaciones con el festival neoyorkino para que invisibilizaran la película y a
los realizadores.

FILME CUBANO SANTA Y ANDRÉS CENSURADO EN FESTIVAL DE NUEVA YORK

NUEVA YORK.– El Havana Film Festival New York informó que el filme
cubano Santa y Andrés, de Carlos Lechuga, fue sacado de las películas
que compiten por el premio Havana Star Prize, que cada año otorga la
organización del evento, debido a la publicidad “altamente politizada”.

“Creemos que dada la publicidad altamente politizada alrededor de


Santa y Andrés, sería un conflicto de interés incluirla en la competición
por el Havana Star Prize”, dicen los organizadores del festival, que
preside Carole Rosenberg, en un comunicado en el que no profundizan
sobre ese particular.

Indicaron que la película, que trata sobre un escritor homosexual y su


amistad con una joven enviada a vigilarle, continúa en cartelera como
estaba previsto, pero fuera de competencia del festival, que se llevará a
cabo del 30 de marzo al 7 de abril, con la presentación de 35 películas.

“La misión de la Fundación Amigos de Ludwig (que organiza el festival)


es construir puentes culturales entre Estados Unidos y Cuba a través de
proyectos de arte. Como cultivadores de una diplomacia cultural
intentamos hacer lo mejor para, en lo posible, permanecer neutrales
políticamente y evitar la controversia”, indican en el comunicado.

El pasado 6 de marzo el Havana Film Festival New York dio a conocer


las trece películas, entre ellas Santa y Andrés, que competirían por los
premios a la mejor película, guion, actor y actriz, premios que se otorgan
durante la clausura del evento cultural.

Es la segunda ocasión en cuatro meses en que Santa y Andrés, que ha


estado en varios festivales, está en medio de una controversia, luego de
98

que la película fuera censurada en Cuba, donde quedó fuera del


programa del Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano, que
se realizó del 8 al 18 del pasado diciembre.

“Santa y Andrés: ¡ahora la censura es en New York!”, reaccionó Lechuga


en su página de Facebook. Está previsto que el director llegue a Nueva
York para presentar aquí su filme en el festival.

Diario de las Américas, 17 de marzo de 2017

Carlos Lechuga retira el filme Santa y Andrés del Havana Film


Festival de Nueva York

Por Mario J. Pentón

El director cubano Carlos Lechuga retiró el filme Santa y Andrés del


Havana Film Festival de Nueva York (HFFNY por sus siglas en inglés),
luego de que los organizadores decidiesen eliminar su cinta de la
sección oficial e incluirla en la exhibición especial para, en palabras de
Carole Rosenberg, directora ejecutiva del Festival, evitar los “chismes
políticos” que rodean a la película.

“Cuando acordamos conceder el estreno de Santa y Andrés en Nueva


York al HFFNY, lo hicimos basándonos en términos de participación
específicos que fueron negociados entre ambas partes”, dijo Lechuga en
un comunicado reportado por Variety.

El cineasta explicó que como el HFFNY había modificado


unilateralmente los términos en los que se realizó el contrato, se sentía
con total libertad para retirar la película.

El comunicado está firmado por Lechuga, Claudia Calviño, su productora


y sus agentes de ventas Alfredo Calviño y Patricia Martín de Habanero
Film Sales.

La Fundación Amigos Americanos de la Fundación Ludwig de Cuba


(AFLFC), quien apoya el festival, dijo que “como cultivadores de la
99

diplomacia cultural intentaban ser lo más “apolíticos posibles” y evitaban


“la controversia”.

“Creemos que dada la publicidad altamente politizada que rodea a Santa


y Andrés, sería un conflicto de intereses incluirla en la competencia por
el Premio Estrella de La Habana”, dice el comunicado de AFLFC que
justifica así la exclusión del film de la competición.

La pasada semana Lechuga denunció la censura de su último trabajo en


Estados Unidos.

“En una nebulosa extraña me he enterado que las autoridades cubanas


han tratado de sacar mi filme del festival. En este momento el filme ha
sido retirado de la competencia oficial, volviendo a ser excluido por su
carga política”, había dicho el realizador a través de su cuenta de
Facebook.

Su filme ya había sido censurado por las autoridades cubanas, quienes


lo excluyeron del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano porque
“distorsiona la historia” y “desconoce que muchos errores cometidos en
el campo de la cultura han sido rectificados”, según voces oficialistas.

El filme, ambientado en los años 1980, se basa en la vida de varios


escritores homosexuales que durante los primeros años de la
Revolución tuvieron posturas contestatarias. La homosexualidad era
considerada un rezago del capitalismo y a muchos les costó la reclusión
en Unidades Militares de Ayuda a la Producción, la cárcel o el exilio.

Santa y Andrés se alzó con varios premios el pasado viernes en el


Festival Internacional de Cine de Guadalajara, México.

Lola Amores, una de las artistas protagónicas, fue reconocida con el


Mayahuel a la Mejor Actriz “por una interpretación de fuerza y gran
sensibilidad en que representa a una mujer en una compleja situación
política”.

El jurado de ese prestigioso festival le otorgó el premio a la mejor


película iberoamericana por “mostrarnos una historia de amistad entre
100

supuestos enemigos con poesía y humanidad en un universo


usualmente conflictivo”.

Además recibió el Premio Especial del Jurado “por contar de forma


directa y emocional la humillación, censura y ostracismo bajo un sistema
opresivo”.

El Nuevo Herald, 21 de marzo de 2017

Si en La Habana no había existido un documento oficial donde los


cineastas e intelectuales reclamaran el derecho de la película a participar en el
Festival de diciembre, en Estados Unidos existió una respuesta casi inmediata
de artistas e intelectuales que protegían el derecho del filme y su director.

Carta abierta en defensa de la película Santa y Andrés

Hace unos días el cineasta cubano Carlos Lechuga anunció que su


película Santa y Andrés había sido excluida de la competencia del 18vo
Havana Film Festival de Nueva York, que se celebrará en esa ciudad del
30 de marzo al 7 de abril. No es la primera vez que la película de
Lechuga sufre censura. Ya el pasado diciembre había sido vetada del
Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba. Tal
exclusión, aunque injustificada, obedecía a cierta lógica: Santa y Andrés
muestra la represión y el hostigamiento contra un intelectual homosexual
cubano décadas atrás. De manera que la censura de las instituciones
culturales cubanas contra la película de Lechuga venía a confirmar la
misma naturaleza represiva del sistema. Pero si es lógico que en Cuba el
régimen rechace su propio reflejo resulta inconcebible que una institución
cultural de Nueva York emule a una dictadura. Nosotros, cineastas,
artistas y creadores denunciamos y rechazamos enérgicamente que
artistas cubanos sean censurados no solo en su país de origen sino
también en los Estados Unidos, nación en la que tantos artistas de todo
el mundo han buscado refugio frente a la violación de su derecho de
101

expresarse y de crear y difundir sus obras. Si nos provoca repulsa que


estas cosas ocurran en Cuba, más intolerable se nos hace que en los
Estados Unidos se reproduzcan tales prácticas autoritarias. Mucho más
cuando se invoca la necesidad de tender puentes entre ambos países,
como ha hecho la directora ejecutiva del festival, Carole Rosenberg, para
justificar su colaboración con las autoridades cubanas en la doble
censura a Santa y Andrés. Establecer lazos con las instituciones de un
régimen dictatorial, al tiempo que se cierra el paso a las voces más
críticas y libres del país, no es tender puentes sino trampas a la libertad.
Colaborar con los represores es un ataque a la libertad en cualquier
lugar y en cualquier tiempo, pero lo es más en Nueva York, la ciudad
donde José Martí, el Padre Varela y Reinaldo Arenas y tantos otros
intelectuales han vivido y creado libremente.

Hacemos además un llamado a instituciones privadas y públicas que


patrocinan el festival a no financiar prácticas contrarias al espíritu
libertario e inclusivo de la ciudad de Nueva York y de la Constitución de
los Estados Unidos.

Orlando Jiménez Leal, cineasta. Andy García, actor, productor,


director. León Ichaso, cineasta. Tania Bruguera, artista visual.
Orlando Rojas, cineasta. Paquito D’ Rivera, músico….

Acerca del regreso a una normalidad en la actitud hacia su obra y su


persona en la Isla, muy pronto Lechuga conseguiría una respuesta. Al retornar
a Cuba, y amén de que su filme había arrasado con premios en múltiples
festivales, el tratamiento a “su caso” continuaba siendo el mismo. Meses antes
había sido invitado junto a su productora, Claudia Calviño, a formar parte del
jurado del Festival Internacional de Gibara, que tendría lugar entre el 16 y el 22
de abril de 2017. A su regreso, fue informado que ninguno de los dos tendría
participación en el Festival. No solo ya no estaban invitados a evaluar las obras
en concurso, sino que su presencia en el evento no sería permitida. Se les
negaba la entrada a Gibara.
102

Esta determinación respondía en gran medida al temor de los


organizadores del Festival de Cine Pobre de que se tomaran represalias contra
el evento, ya que era conocido el rechazo al que se enfrentaban en el momento
tanto Santa y Andrés como su equipo de realización y, en especial, al
matrimonio Lechuga-Calviño. Jorge Perugorría, director del Festival, le expresó
a Lechuga, en una conversación en casa del realizador Juan Carlos Tabío, que
el propio Fernando Rojas, viceministro de Cultura, había amenazado con
“tomar medidas” en caso de que siguieran armando escandalitos.

Ya las medidas represivas no eran contra la película si no que iban


directamente contra las personas, los creadores.

En la provincia de Holguín es, además, donde vive el poeta Delfín Prats,


que estaba siendo acosado por las autoridades de cultura por haber accedido a
conversar con Lechuga cuando el director se encontraba en su investigación
para el filme.

Comenzaron nuevamente las visitas, llamadas y advertencias de la


Seguridad del Estado. En un parque cercano a su casa, el director fue
abordado por dos agentes de civil que le advirtieron que no le guardaban
ningún rencor, que podía hacer lo que le diera la gana.

La vigilancia no cesaba para Carlos Lechuga. A cada rato veía pasar el


carro del oficial que había conseguido que él le diera una copia del filme. El
auto pasaba a gran velocidad por delante de su casa y el chofer hacía
malabares para hacer que los neumáticos produjeran ese sonido inquietante
que, tal vez por la agresividad sonora que provoca, llaman “chillar gomas”.

El director se sentía agredido y solo.

2017 fue también el año del final del matrimonio entre Claudia Calviño y
Carlos Lechuga. Juntos habían vivido momentos terribles, intromisiones a toda
hora, vigilancia policial, chismes de todo tipo. En varias oportunidades los
agentes de la Seguridad del Estado habían asociado al director con historias de
aventuras con otras mujeres, como en Punta del Este, cuando alguien propagó
el rumor de que Lechuga compartía su cama con dos amantes italianas. Una
relación tiene que ser de hierro para sobrevivir tantos ataques. Hasta el día de
103

hoy Lechuga y Calviño trabajan juntos, pero cada uno ha hecho su vida
separado del otro.

Estamos en 2021.En estos momentos Lechuga trabaja en un nuevo


filme. Desde Santa y Andrés no había vuelto a acercarse a las cámaras como
director. Contra viento y marea y en medio de una pandemia que ha paralizado
al mundo, se entrega a su nuevo proyecto: Vicenta B.

La historia de la censura en la cinematografía cubana ha tenido muchos


matices. Tal vez el caso más conocido es el del documental PM, de Sabá
Cabrera y Orlando Jiménez Leal, quizás por ser el primero de una lista nada
corta. Tan temprano como en 1961 las autoridades culturales decidían no
estrenar en los cines un documental que mostraba la noche habanera, llena de
vicios, que no se ajustaba a la imagen limpia e inocente de la nueva revolución.

A PM siguieron un rosario de filmes prohibidos, como Taller de Línea y


18 (1971) y Coffea Arábiga (1968), ambos de Nicolás Guillén Landrián. Así
ocurrió también con Un día de noviembre (1982) de Humberto Solás, Una
pelea cubana contra los demonios (1971) y Hasta cierto punto (1983) de
Tomás Gutiérrez Alea y Techo de vidrio (1982) de Sergio Giral.

Alicia en el Pueblo de Maravillas (1991), de Daniel Díaz Torres suscitó


una gran polémica pues la película se exhibió en los cines, pero por
invitaciones que eran controladas por el PCC, el Minfar y el Minint. Fresa y
Chocolate (1993), de Tomás Gutiérrez Alea, aun cuando estuvo nominada a los
Oscar como Mejor Película Extranjera, hecho sin precedentes en el cine
cubano, demoró más de quince años en ser estrenada en la Televisión
Nacional.

Tal vez los casos más actuales son los de Quiero hacer una película
(2018) de Yimit Ramírez y Sueños al pairo (2020) de José Luis Aparicio Ferrera
y Fernando Fraguela Fosado, vetadas por la Muestra Joven ICAIC, surgida en
2001 con el objetivo de exhibir y evaluar las obras de los realizadores más
jóvenes. Este último caso hizo que muchos cineastas participantes en la
Muestra retiraran sus obras ante la prohibición de participar para el documental
de Aparicio y Fraguela. Hasta el día de hoy se desconoce la suerte de este
104

evento.

Muchos de los actores principales de la trama de la censura de Santa y


Andrés ya no se encuentran en sus cargos, otros permanecen en ellos. El
proceso de veto y control a pesar de todo permanece intacto.

Esta historia, entonces, como dicen algunas películas, todo parece


indicar que “continuará”…
105

EL GUION
106

SANTA Y ANDRÉS
(v22)
DE
CARLOS LECHUGA

No ©: 2222-2015
107

1. EXT. PARADA DE ÓMNIBUS-AMANECER


En una carretera de campo hay una desolada parada de autobuses. En el
fondo, a lo lejos, el mar.
En el banquito de cemento esperan sentadas DOS MUJERES (20) y (60),
vestidas de rojo y con carteles de apoyo a la revolución.
Un ómnibus se acerca y se detiene tapándonos la vista. A los dos segundos el
ómnibus arranca y se va. Ya las mujeres no están.
Solamente está una mujer con una silla. Es SANTA (30), con aspecto de
marimacha, mestiza, con pantalón, camisa, pañuelo en la cabeza y mochila.
Santa se acomoda la silla al hombro y cruza la carretera.
La seguimos. Del otro lado de la calzada hay una inmensa pradera verde que
se extiende hasta los pies de unas montañas.
Santa atraviesa la pradera.

2. EXT. PRADERA–AMANECER
Santa atraviesa la pradera con la silla a cuestas rumbo a la montaña.
APARECE UN CARTEL: Santiago de Cuba, 1988.

3. EXT. MONTAÑA–DIA
Una montaña empinada, cubierta de vegetación y con un trillo que sube y se
abre camino entre las plantas.
Santa, con la silla al hombro, va subiendo la loma. Tiene la frente sudada y
respira por la boca con fuerza. Se cambia la silla de brazo.
En el camino se cruza con UN HOMBRE COJO (50), con muletas, que viene
bajando.

4. EXT. CAMINO DE CASA DE ANDRÉS –DIA


En la cima de la montaña, Santa aparece con la silla apoyada en la cabeza. A
sus espaldas, abajo, se ve bien pequeñita la carretera con la parada…
Más allá se ve el mar.

5. EXT. CABAÑA DE ANDRÉS–DIA


Santa deja atrás la vegetación y llega a la cima, a una explanada seca, donde
lo único que hay es una cabañita.
ESCUCHAMOS UNA CANCIÓN QUE SE REPRODUCE BAJITO.
Santa observa que la cabañita son cuatro paredes de mampostería y madera,
108

donde las puertas y las ventanas son simples agujeros.


Las paredes están manchadas de pintura negra. Pintura, que cubre algunos
carteles escritos en el pasado.
Santa comienza a llamar, sin mucha fuerza.
SANTA
¿Andrés?
Afuera, a un lado de la cabaña, hay un techito de zinc que cubre el tanque
metálico que funciona como cocina de leña…
En el patio hay una tendedera, palanganas, pomos tirados, plantas
sembradas…
A unos pasos está el baño: una sencilla letrina de madera.
Santa, con cautela, camina de un lado al otro, husmeando un poco. Logra ver,
por los agujeros de las puertas y ventanas, que adentro de la cabaña no hay
nadie.
Adentro hay colgando de las paredes manojos de yerbas secas, flores viejas,
bolsas con vinagretas y encurtidos. Hay repisas con pomos caseros de dulces
y encurtidos.
Hay pocas cosas: una nevera rota sin puerta, una mesita, dos banquitos, un
camastro con mosquitero y una vieja grabadora.
Santa se queda detenida en el medio de la explanada y mira con dudas para
ver dónde va a colocar la silla.
Santa coloca la silla, frente a la puerta de la cabaña, a una distancia de cinco
metros para poder ver todo bien.
Aún sin sentarse, reajusta la posición de la silla. Cuando Santa se va a
sentar… aparece una perra LADRANDO. Santa, segura de sí, la calma
haciendo un SONIDO CON LOS LABIOS y la acaricia. La perra se alborota y le
pasa la lengua.
Tras las espaldas de Santa hay alguien. Santa se vira y descubre a ANDRÉS
DÍAZ (50), que sin camisa carga dos cubos de agua y fijo la mira. No lleva
camisa y su pantalón está picado por encima de la rodilla.
Santa es sorprendida.
SANTA
Yo soy Santa Rodríguez, del CDR número 8…
Andrés la mira.
ANDRÉS
¿En qué la puedo ayudar?
SANTA
Tú sabes.
109

ANDRÉS
No, la verdad es que no.
Andrés observa la silla de ella con curiosidad.
SANTA
El foro por la paz…
ANDRÉS
(Irónico) ¿Otro foro?
SANTA
(Asintiendo) Cerca de aquí…Hay invitados
importantes… Prensa extranjera…
Andrés la interrumpe…
ANDRÉS
¿Entonces?
SANTA
Nada… Que yo voy a estar aquí…
ANDRÉS
¿Aquí?
Santa asiente.
ANDRÉS
¿Y yo?
SANTA
También… En tres días no puedes salir de aquí.
Andrés asiente y no deja de mirarla.
SANTA
Te voy a “acompañar” hasta que se acabe el
evento…
ANDRÉS
¿Y Jesús? ¿Por qué no vino?
SANTA
Está en tareas más importantes…
Andrés se queda detenido con los dos cubos de agua en las manos.
ANDRÉS
¿Qué se supone que haga ahora?
SANTA
Nada… Lo mismo que haces todos los días…
Santa da unos pasos, se sienta en la silla y mira con fijeza a Andrés.
110

SANTA
Imagínate que yo no estoy aquí…
Andrés, cargando los cubos, observa que su perra sigue a Santa y se echa a
sus pies.
Santa lo mira y toca a la perra como si fuera de ella.
Andrés se molesta, no sabe qué hacer, respira hondo lleno de impotencia…
ANDRÉS
¡Lydia!
SANTA
Déjala. No molesta…
Andrés se queda parado, contrariado, da dos pasos adelante, se detiene,
piensa y rechista.
Andrés mira a Santa, que mueve su pie con desespero, deseando que pase el
tiempo rápido.
Andrés trata de ignorarla y sigue su camino hasta el tanque donde vierte los
dos cubos de agua.
Santa observa una vieja cicatriz que Andrés tiene en la espalda.
Andrés la mira y le sostiene la mirada. Santa, nerviosa, mira al suelo.

6. INT./ EXT. CABAÑA–DIA


Santa, desde su silla, moviendo el pie, vigila a Andrés que está adentro de la
cabaña.

Andrés vira la cara del casete y se reproduce de nuevo la MISMA CANCIÓN


que sonaba antes.
El casete solo tiene una canción.
Andrés sale hasta el portal y se sienta en el suelo. Dobla el periódico en varios
cuadros, rasga un pedacito y lo pone a un lado. Rasga otro pedacito y lo pone
arriba.
Santa se queda extrañada, se endereza en la silla para mirarlo. De repente,
Andrés se levanta, agarra los papelitos y camina rumbo a la letrina.
Andrés entra a la letrina de madera y cierra la puerta tras de sí. Santa,
apenada, mira al otro lado.

7. INT./ EXT. LETRINA –DIA


Andrés se sienta en la letrina y observa por las rendijas de madera hacia
111

afuera. Ve a Santa sentada en su silla.


Andrés estira el brazo hacia abajo y toca entre las tablas de la letrina un nylon
que envuelve algo que está bien escondido.
Andrés empuja el nylon y lo esconde mejor. Se cerciora que no está a simple
vista.
Andrés observa afuera a Santa, que no se ha dado cuenta de nada.
Andrés sale de la letrina y se lava las manos.

8. INT./ EXT. CABAÑA–DIA


LA CANCIÓN CONTINÚA…
Santa está leyendo una fotonovela policiaca. Lo ojea y levanta la vista para ver
la grabadora en donde SUENA la misma canción.
Se rasca los oídos y hace un SONIDO con la garganta. La música parece
molestarle.
Cuando se acaba la canción, la grabadora se apaga. Andrés se acerca y vira el
casete para el otro lado, sube el volumen y vuelve a empezar la misma
CANCIÓN.
Santa, molesta, lo mira y niega para sí.
De repente aparece en el camino una ANCIANA (80), arrugadísima, delgadita y
encorvada, que llega y se queda mirando a Santa, en su silla.
La anciana con temor se da la vuelta y trata de volver a irse.
Andrés desde el hueco de la ventana la observa escabullirse.
ANDRES
¡Isabel!
La anciana se aleja más rápido.
ANDRES
¡Venga que no pasa nada!
Andrés sale a buscarla. La anciana se detiene.
ANDRES
Todo está bien…
Andrés sosteniéndola por el brazo, lleva a la anciana hasta el interior de la
cabaña. Santa los mira con desconfianza.
Dentro de su casa, Andrés abre un saco que está lleno de pomos de cristal con
frutas en conservas.
Algunos pomos tienen un numero 2, otros, los más grandes, tienen un numero
112

4.
ANDRÉS
¿De dos o de cuatro?
ANCIANA
Del chico… Vine a pedirlo fiado…
ANDRÉS
Llévate el grande que ustedes son muchos…
Andrés le entrega un pomo de frutas en conservas.
ANCIANA
Me extrañó que no bajaras…
Andrés señala con la vista a Santa, que está a lo lejos.
ANDRÉS
(Bajito) Me la mandaron por lo del “Foro”…. Las
sesiones están teniendo lugar muy cerca de
aquí…
La anciana, con disimulo, mira a Santa.
ANDRÉS
(Bajito) Vino a vigilarme… Tú sabes que yo soy
un peligro…
La anciana niega con la cabeza y sonríe nerviosa. Santa los mira y trata de
escuchar.
ANCIANA
Bueno me voy que no quiero molestar…
Andrés señala el pomo de conservas que tiene la anciana.
ANDRÉS
Esta vez me quedó rico, rico…
ANCIANA
Ahora se lo voy a dar a los muchachos…
La anciana se pega el pomo al cuerpo.
ANCIANA
Hasta más ver… Muchas gracias…
ANDRÉS
(Bajito) Si no me ves en varios días ya sabes
porque es…
ANCIANA
Hasta luego...
113

SANTA
Hasta luego...
Al irse la anciana mira a Santa con curiosidad y sigue su camino.
Santa lo observa con atención.

9. INT./ EXT. CABAÑA–DIA


La misma CANCION sigue sonando. Ha pasado un rato y el viento mueve lo
alto de los árboles.
Andrés se para en el portal y hace un SONIDO con los labios, como si tirara
besos… Su perra aparece, corriendo, de entre las plantas.
Andrés la agarra y se sienta en el suelo. Despulga y habla con su perra.
ANDRÉS
¡Lydia! Estáte tranquila…siéntate… Ahí… Chica,
siempre en la misma…
Andrés mira a su perra con fijeza. La perra, con cara de perra, mira a su dueño.
ANDRÉS
¿Por dónde estabas? Ya sabes que no me
gusta que te vayas lejos.
Andrés acaricia a su mascota. Santa observa las manos de Andrés que
acarician con cariño la piel del animal.
Santa observa sus dedos metiéndose entre la piel de la perra, haciendo surcos.
Andrés juguetea con su perra. Santa observa al animal con ternura. Andrés
levanta la vista y la mira. Santa se da cuenta y se vuelve a poner seria.

10. INT./ EXT. CABAÑA–DÍA


Andrés vira la cara del casete.
LA CANCIÓN SIGUE SONANDO.
Andrés camina de un lado al otro, como un animal acorralado.

11. INT./ EXT. CABAÑA–DÍA


Andrés sentado en el suelo se corta las uñas de los pies.
Las uñas salen volando como proyectiles y cada vez más caen más cerca de
Santa.

12. INT./ EXT. CABAÑA–TARDE


El sol está en su máximo esplendor. Santa se cubre los ojos con la mano,
114

como una visera, y mira al cielo. Santa está muy sudada debajo de los brazos.
El sol la está achicharrando.
Santa está sentada en su silla, en una nueva posición, un poco más alejada de
la cabaña, tratando de recibir la única sombra que da uno de los pocos árboles
que hay.
Santa mueve el pie con desespero y se reacomoda en la silla un poco
incómoda ya. Estira los pies y los gira uno a uno.
En esta esquina, Santa tiene una visión de la cabaña de 45 grados y no logra
ver todo lo que pasa. Santa observa como Andrés camina a un lado y al otro y
es cubierto por la cabaña.
Santa no ve bien lo que pasa y ve como aparece un humo en el aire. Santa se
encorva y se levanta y ahora es que logra ver a Andrés, agachado, tratando de
prender la leña.
CORTE A:
Es la hora del almuerzo. Santa saca de su mochila un pozuelo, lo destapa y se
pone a comer el almuerzo que trajo de su casa.
Andrés se sirve en un plato plástico y se sienta en la entrada de la cabaña a
comer. Los dos comen alejados y en silencio. Están comiendo lo mismo:
boniato, arroz y chicharos.
La perra va de un lado al otro esperando a ver quién le da algo. Santa es la que
le da un boniato a la perra. Andrés la mira y Santa baja la mirada.
CORTE A:
LA CANCIÓN SIGUE SONANDO.
El café está listo en el colador artesanal.
Dentro de la cabaña, Andrés busca en su despensa el azúcar… El pomo está
vacío. No le queda. Busca entre otros cartuchos y nada… Andrés, pensativo,
se da un buche de café y sirve un poco de café en otra taza.
Santa mira a Andrés, que la mira y apaga finalmente la grabadora.
Santa se relaja aliviada, al fin un poco de silencio…
Andrés se acerca hasta la esquina donde está Santa y le lleva el café.
Santa, extrañada por la actitud de él, se repone en su silla.
ANDRÉS
Está amargo porque me quedé sin azúcar…
Santa observa el café con deseos.
ANDRÉS
Para que no se quede dormida.
115

SANTA
No quiero.
ANDRÉS
No la voy a envenenar.
SANTA
¡Qué no! Gracias.
Andrés mira a todos lados, no sabe dónde poner la taza. Se agacha y le coloca
la taza de café a los pies.
ANDRÉS
Bueno, se la dejó ahí por si luego se embulla.
Tenga cuidado la perra no se lo tome…
Andrés se detiene en las sandalias viejas de Santa. No tiene los pies bien
cuidados. Santa recoge los dedos para sí y observa a Andrés a sus pies.
Andrés la mira, se levanta y da dos pasos para irse, pero luego se vuelve.
ANDRES
¿Cree que pueda bajar a la bodega a buscarme
el azúcar? si no la saco hoy la voy a perder…
Santa se para de la silla y estira las piernas mientras niega con la cabeza.
SANTA
Eso no va a poder ser…
ANDRÉS
Si usted va…yo le prometo que no voy a
moverme de donde estoy parado…
SANTA
Yo no me puedo mover de aquí.
ANDRÉS
¿Y si vamos juntos?
Santa se queda dudando ¿Qué es lo peor que puede pasar? Pero enseguida
cambia de idea.
SANTA
No insistas…
Una nube pasa y deja todo a la sombra.
Santa agarra la silla y la vuelve a llevar más cerca, frente por frente a la
cabaña.
Santa le da la espalda a Andrés y este la sigue.
ANDRÉS
(Más sentido) Es que sin azúcar tampoco puedo
hacer mis dulces… que es de lo que vivo…
116

Andrés se queda parado frente a ella. Santa lo mira amenazante.


SANTA
No es no… No me hagas bajar y llamar a la
dirección de factores.
Andrés asiente y regresa adentro de la cabaña. Santa se vuelve a sentar, pero
esta vez más cerca de la cabaña.
Andrés se tira de sopetón en el camastro.
CORTE A:
Andrés acostado en su camastro, mira al techo de la cabaña.
Santa se está adormeciendo en su silla. Santa observa la taza de café en el
suelo allá donde quedó media derramada. Para espabilarse, se levanta y
camina de un lado al otro. Andrés la sigue con la mirada.
Santa saca un pomo de agua envuelto en papel de periódico y le da un buche.
CORTE A:
Agachada tras un matorral, entre plantas, Santa orina.
Andrés, se levanta preocupado y sale a buscarla.
Santa, nerviosa, se seca moviéndose par de veces y se repone vistiéndose.
CORTE A:
Santa, como un muchacho, corre para allá y para acá, con un viejo hueso,
jugando con la perra de Andrés.
Un jarro con té preparado para toda la noche está en una esquina.
Andrés sentado al portal se toma un té y la observa y luego mira a la copa de
los árboles.

13. INT./ EXT. CABAÑA–ANOCHECER


Cae el sol. Santa, moviéndose con desespero, observa el reloj cuadrado ruso
que trae en la cartera.
Andrés, adentro, sentado en su camastro, se espabila y observa como Santa,
afuera, recoge sus cosas para irse.
Santa agarra su silla. Andrés le señala la silla.
ANDRÉS
Le dijeron que no tenía ni sillas… ¿eh?
SANTA
No te acuestes tarde…
117

ANDRÉS
(Mirando la silla) La puede dejar. No se la van a
robar.
SANTA
Hay una posta en la carretera…
ANDRÉS
No se preocupe, que yo no voy a salir…
Santa, seria, carga su silla y se la lleva. Le da las espaldas y se va con su silla.

14. EXT. GRANJA PORCINA–NOCHE


Una extensa pradera está a oscuras y una inmensa luna llena ilumina el cielo.
UNOS PASOS SUENAN EN LA YERBA.
Santa, cargando la silla, atraviesa la pradera y va rumbo a lo que parece ser un
rancho. Se acerca a las naves.

15. EXT. GRANJA PORCINA–NOCHE


En la pradera están ubicadas las tres naves alargadas de la granja porcina.
En una de las naves están ubicadas las porquerizas con varias jaulas con
cerdos. Santa llega a las cercas, coloca la silla y se sube en ella para asomarse
y observar a los cerdos. Los saluda.
SANTA
¡Gaviota! ¡Melany!
Los cerdos se acercan. Santa se echa para adelante y los toca con palmadas.
SANTA
¡No! ¡Déjala no seas celosa!
Santa abre la reja y entra y les renueva el agua a los cerdos.
CORTE A:

16. EXT./INT. ALMACÉN–NOCHE


Santa, cargando la silla, se acerca a un almacén que hay en el fondo con una
puerta abierta.
A un lado hay parqueado un jeep.
Santa se cruza con un POLICÍA, que fumando, la saluda con la cabeza y se
aleja caminando.
Santa se asoma al pequeño almacén a oscuras que está alumbrado con un
bombillo amarillo.
118

JESÚS (45), buen mozo, con pantalón verde olivo y pullover rojo está
guardando los carteles de la actividad y las pancartas. Jesús trata de meter en
un espacio muy pequeño una paloma blanca hecha de polietileno.
En los carteles se lee: “Bienvenidos al 5to Foro…”, “El pueblo unido jamás será
vencido”… Jesús, cansado, las guarda.
Santa lo observa con deseos, Jesús no se ha percatado que ella está ahí.
Santa se acerca y le toca el hombro, Jesús brinca del susto.
JESÚS
¡Muchacha!
Santa se ríe como una niña chiquita.
JESÚS
¿Y entonces?
Jesús, sin mirarla, sigue organizando los carteles y las pancartas y dobla las
banderolas.
SANTA
Bien…
JESÚS
¿No intento nada?
Santa niega. Jesús la mira con cariño y sonríe.
JESÚS
Tienes que estar atenta.
SANTA
Todo el tiempo lo tuve en la mira.
Jesús saca un pañuelo y se lo pasa por la frente con esmero. Santa lo mira y
siente deseos hacia él.

JESÚS
Para ser tu primera vez lo estás haciendo de
maravilla…
SANTA
(Orgullosa) Gracias…
Jesús le da la espalda y sigue organizando las cosas.

17. EXT. COMUNIDAD DE CASAS–NOCHE


En los bajos de la loma están dispersadas las casas.
Algunas pocas casitas son prefabricadas, la mayoría son chozas de madera.
119

Una de las casas tiene en la puerta una pegatina que reza: “Fidel esta es tu
casa”.
Santa regresa cargando con su silla y se adentra en la casa.

18. INT. CASA DE SANTA–NOCHE


El SONIDO de una telenovela en OFF.
La casita es pequeña y está en penumbras. En una pared hay una fotografía de
un NIÑO DE 8 AÑOS. A su lado, hay una planta que tiene enrollada una
serpiente hecha de tela.
En una esquina hay un pedestal con otra foto del mismo niño de 8 años.
Custodiando la foto hay cuatro tigres de peluche en el suelo.
En la otra pared hay varios reconocimientos y diplomas. Se lee: “Vanguardia
Nacional”…
En la habitación, la telenovela se escucha más ALTO. El televisor es ruso y
deja ver, en blanco y negro, las imágenes de la telenovela.
En el baño, Santa en una poceta, frente a un cubo y un jarrito, se enjabona con
fuerza con un trapito.
Santa se pone desodorante debajo de los dos brazos.
Santa se pone una bata cómoda para dormir y se coloca unas chanclas
gastadas por los costados.
En la mesita de noche hay un vaso con jugo. Santa, sola, sentada en la cama,
se come un plato de comida y mira la televisión.
CORTE A:
Santa le pone un pedazo de vegetal a una jicotea que tiene en una palangana.
Santa se asoma en otra habitación que está vacía y limpia.
Santa ve que la cama está muy tendida y el clóset abierto. En los percheros no
hay ninguna ropa.

19. EXT./INT. CASA DE SANTA–NOCHE


La puerta de la casa de Santa está abierta. Por la puerta logramos ver que
Santa está en su cocina fregando su plato y su vaso.
Santa, sin percatarse, comienza a TARAREAR la canción que escuchó en casa
de ANDRÉS.

20. EXT./INT. CABAÑA–NOCHE


EL SONIDO DE LAS CIGARRAS Y LOS GRILLOS DEL CAMPO CUBANO.
120

La luz blanca y fría ilumina la cabaña de Andrés. El tubo de luz fría. La mano
de Andrés que con fuerza aprieta un mocho de lápiz y escribe con fuerza sobre
un pedazo de papel.
A un lado está el paquete de nylon que estaba en la letrina, donde vemos unas
cuarenta páginas ya escritas.
Andrés emborrona y agarra la parte de atrás de unos talonarios de papel
amarillento, para seguir escribiendo. Tacha. Hace una flecha de un párrafo a
otro.
Está creando.

21. INT. CASA DE SANTA–NOCHE


La casita está en penumbras.
En la habitación, sobre la silla, está preparada la ropa y los zapatos para el día
siguiente.
Santa está acostada en la cama con los ojos abiertos.
DISUELVE A:

22. INT. CASA DE SANTA–AMANECER


Santa, de pie en el cuarto, desenredándose el pelo, observa con atención el
televisor.
LOCUTOR OFF
…Nuestra provincia, cuna y losa de grandes
héroes y mártires de nuestra patria, ha sido la
escogida para ser la sede del 5to Foro por la
Paz y el Desarrollo…
En el televisor ruso se ven, en blanco y negro, las imágenes del acto político
cultural.
Un subtítulo al borde de la pantalla reza: Imágenes del día de ayer.
Vemos a un PUEBLO DE GENTE, con banderas y carteles, reunido frente a
una plaza.
Santa, peinándose, observa con atención.
Entre la audiencia hay un mar de NIÑOS moviendo sus banderitas. Santa mira
a los niños con fijeza.

23. EXT. CASA DE SANTA–AMANECER


Santa abre la puerta de su casa y sale.
Se acomoda su mochila en las espaldas y agarra una silla de madera, que se
121

cuelga al hombro.

24. EXT. MONTAÑA–AMANECER


Santa, cargando su mochila y su silla, vuelve a subir el empinado camino. Esta
vez viste con unas gafas oscuras y una gorra para evitar el sol.
Por el trillo, baja EL MUDO (16), mulato, sucio, lleno de tatuajes y con aspecto
salvaje, que viene cargando la grabadora de Andrés.
Se cruzan en el camino. Santa detiene su mirada en la grabadora de Andrés.
El mudo le pasa por al lado y la mira de arriba abajo con lujuria.
Santa apura el paso y sigue su camino.

25. EXT./INT. CABAÑA–DÏA


Santa llega frente a la cabaña de Andrés y coloca su silla frente a la puerta. La
perra llega a saludarla. Santa la acaricia y se sienta. Saca de la mochila un
termo de café, se sirve en la tapa y se da un buche.
Santa coloca el reloj cuadrado ruso en el piso para mirar la hora
constantemente.
Santa busca con la mirada a Andrés, pero no lo encuentra. Observa una botella
de ron vacía tirada en el suelo de la cabaña. Andrés sale de la letrina.
SANTA
Buenos días…
Andrés la observa un poco “disfrazada” por la gorra y las gafas y niega con la
cabeza.
ANDRÉS
Buenas…
Agarra un espejito y un pedazo de jabón y cierra bien la puerta de la letrina.
Andrés, afuera de la cabaña, cuelga el espejo en un clavo, y comienza a
afeitarse con una vieja cuchillita rusa.
COMIENZA A TRONAR CON FUERZA.
Santa mira al cielo y se quita las gafas y la gorra. El cielo está muy nublado.
RELAMPAGUEA Y TRUENA CON FUERZA.
La perra corre adentro y se mete debajo de la mesa de Andrés. Santa y Andrés
se miran.
122

26. INT. CABAÑA–DÍA


Cae un aguacero torrencial. Las nubes lo han dejado todo sombrío y gris. EL
SONIDO DE LA LLUVIA, sobre el tejado, hace acogedor el ambiente.
Andrés, adentro, apoyado en la puerta, observa afuera la lluvia caer sobre
Santa. Santa está, más lejos que nunca, resguardándose bajo el único árbol
que hay a unos treinta metros. Bajo el árbol aún se moja bastante. Se cubre la
cabeza con su mochila, pero de nada sirve. Está empapada.
En el medio del patio ha quedado la silla y poco a poco se está llenando de
agua como una vasija.
Andrés la observa. Andrés duda por un momento, pero al final se decide y le
grita.
ANDRÉS
¡Oiga!
Santa lo mira y no entiende que quiere él.
ANDRÉS
¡Venga!
SANTA
No…
Santa estornuda con fuerzas.
ANDRÉS
Te vas a enfermar muchacha…
De repente cae un RAYO. Santa, asustada, se manda a correr adentro de la
cabaña.

27. INT. CABAÑA–DÍA


Por la puerta de la cabaña se ve la lluvia caer con toda su fuerza. En silencio,
Santa y Andrés observan el aguacero. Por primera vez están los dos bajo el
mismo techo. Ella mojada y él seco observan la lluvia caer.
Santa está de pie chorreando agua por todo su cuerpo. Se le marcan
completamente los senos. Se cubre con las manos. Andrés va a buscar cómo
cubrirla.
Andrés le alcanza un banquito para sentarse y le da una toalla para secarse.
ANDRÉS
Mire.
Santa lo mira con vergüenza.
SANTA
(Mientras se seca con rapidez)
No hace falta.
123

ANDRÉS
Siéntese…
Santa, empapada, se sienta encorvada en el banquito y mientras se seca no
deja de mirar hacia afuera.
ANDRÉS
No es tan cómodo como su silla, pero
funciona…
Santa, mojada, lo mira como diciendo: “No tiene gracia”.
Andrés se queda de pie.
SANTA
Esto va a ser pa largo…
ANDRÉS
No lo creo…
En silencio, observan el aguacero.
CORTE A:
La lluvia cae con fuerza.
Están solos rodeados por el agua y la selva.
Andrés, ya no sabe qué hacer, con nerviosismo, pasa sus manos por el
pantalón.
Santa lo mira y sin saber qué decir mira al otro lado.
TRUENA Y CAE OTRO RAYO.
La perra se mete entre los pies de Santa para ser acariciada. Este hecho
provoca la sonrisa de los dos y se relaja un poco el ambiente.
ANDRÉS
Qué descarada… ¿Lydia que tú haces ahí?
Santa acaricia a la perra.
ANDRÉS
Empújela porque, si no, no la va a dejar
tranquila…
SANTA
Lydia… Lyyyyyyddddiaaaaaa….
La perrita levanta las orejas al escuchar su nombre.
ANDRÉS
Cobarde que es…
Andrés le pide a Santa la toalla que tiene sobre sus piernas.
124

ANDRÉS
Deme, que está cargando eso por gusto.
Santa le devuelve la toalla a Andrés, que la cuelga en una percha para que se
seque.
SANTA
Tan pronto escampe salgo…
ANDRÉS
Da igual… afuera que dentro… tenemos que
estar aquí ¿No?
Santa se cubre el cuerpo con su bolso mojado. Andrés agarra una vieja camisa
y seca el piso en las partes que está mojado.
Santa aprovecha que Andrés está de espaldas para ver ahora, de cerca, lo
poco que hay en la casa: la ropa de ANDRÉS, sus zapatos viejos, el saco con
pomos, el camastro. Todo está gris y deteriorado.
Santa observa unas chancletas plásticas negras gastadas por un lado y
zurcidas, tiradas en una esquina. En una repisa ve un peine sin dientes y sobre
la cama ve que la almohada no es más que un pantalón doblado.
Santa observa las yerbas que cuelgan de las paredes.
SANTA
¿Eso es albahaca?
ANDRES
Sí… Y Boniato… Guayaba… Azucena… Para
remedios y cocimientos…
Santa se queda mirando la única foto que hay en la pared. Es una foto en
blanco y negro de hace varios años atrás, donde Andrés, joven, fuerte y en
bañador, posa con CINCO AMIGOS en la playa. Son: Esteban Luis (negro
flaco), Carlos V (narizón de bigote), Guillermo (con cara de loco), René
(Pelirrojo rizado) y Eddy (mulato bajito)
Andrés observa a Santa mirando y va hasta la foto, la descuelga y la pone boca
abajo.
ANDRÉS
No siempre fui así…
SANTA
¿Así cómo?
ANDRÉS
Viejo y feo…
Santa no se ríe.
ANDRÉS
¿Por cierto… quieres un ron?
125

SANTA
No gracias…
ANDRÉS
El tiempo está bueno para un ron.
SANTA
No lo creo…
ANDRÉS
Mejor, igual si bebo todo se fastidia…
La perra se acerca a lamer a Andrés, tiene hambre.
ANDRÉS
Bueno… Entonces voy a preparar el almuerzo.
Andrés sale al techito que cubre la cocina. Santa saca de su mochila un pomo
sin tapa con su comida. Pero la comida se ha empapado en el aguacero.
Andrés la observa. Santa no sabe qué hacer, su almuerzo está incomible.
ANDRÉS
No te preocupes, que hay comida para todos.
Santa deja la mochila y el pomo con su comida a un lado.
SANTA
No, No, No gracias.
ANDRÉS
No pasa nada, donde comen dos, comen tres…
SANTA
(Negando) Yo ni tengo hambre…
Andrés, bajo el techito, pone dos pedazos de metal alrededor de la leña, para
que el agua de lluvia que salpica no la apague.
Santa saca su reloj y lo mira con incomodidad. Empieza a mover el pie con
desespero.
CORTE A:
La lluvia cae con fuerza.
Andrés sirve tres platos de boniato y ensalada. Dos para ellos y uno para la
perra. Entra y le alcanza el plato a Santa.
SANTA
(Cogiendo el plato) No hacía falta…
Él se sienta en el suelo a comer. Santa se demora en comer. Andrés come
primero y con muchas ganas. Santa, entonces, comienza a comer.
Santa señala el lugar donde antes estaba la grabadora.
126

SANTA
¿Y el equipo de música?
Andrés baja la cabeza.
ANDRÉS
Lo boté…
Santa sabe que le está mintiendo, (antes vio al mudo con la grabadora).
SANTA
¿Por qué?
ANDRÉS
Cuando a mí me da por algo…
Andrés come con voracidad.
SANTA
¿Qué canción era esa que sonaba ayer?
ANDRÉS
Ah, esa es una cancioncita que me gusta
mucho…
Santa se queda contrariada, él no le quiere decir mucho…
SANTA
¿Y anoche cuando me fui qué hizo?
ANDRÉS
Nada, dormir temprano… antes tenía un
televisor… pero… en fin… Ahora siempre me
acuesto temprano…
SANTA
Ni salió… Ni recibió visitas…
ANDRÉS
No…
Santa come con la boca abierta. Andrés come y la mira.
La lluvia cae con fuerza afuera y el viento mueve las copas de los árboles. La
perra levanta las orejitas en atención y mira afuera.
Andrés y Santa comen en silencio.
ANDRÉS
Yo antes la había visto a usted…
SANTA
(Extrañada) ¿Dónde?
ANDRÉS
En las actividades del Santiaguero ausente…
127

SANTA
¿En la casa de la cultura?
ANDRÉS
Desde afuera… Con un niño que estaba
llorando y armando un lío…
SANTA
(Molesta) Tú eres escritor ¿no?
Andrés come y no le responde, como si no hablaran con él.
SANTA
(Con ganas de joder) Yo a veces leo, pero de ti
no he leído nada.
Santa espera una respuesta, Andrés traga y le responde sin mirarla.
ANDRÉS
Hace mucho que dejé de escribir…
SANTA
¿Qué escribía?
ANDRÉS
Narrativa. Pero hace mucho que dejé de
escribir… Ahora vivo fluyendo con la vida…
Santa sigue comiendo y lo mira.
Santa se queda curiosa. Andrés come y mira hacia afuera el agua caer…
Santa sigue comiendo.
SANTA
(Haciéndose la que no lo sabe) ¿Por qué
dejaste de escribir?
Andrés, incómodo, se mueve nervioso, mira la lluvia caer y habla con cadencia.
ANDRÉS
Ah, yo pensé que si usted estaba aquí era
porque sabía…
SANTA
¿Qué?
ANDRÉS
Que yo había escrito un libro que no gustó.
SANTA
(Sabiéndolo) Un libro “gusano”…
ANDRÉS
Era un libro de fábulas…
128

Santa se queda callada.


ANDRÉS
Breves escritos en los que los personajes son
animales o cosas con características
humanas…
SANTA
Sí, sí yo sé.
Andrés deja el plato limpio, le quita el de ella y se levanta. Santa se levanta del
banquito y camina por el interior del lugar. Andrés la observa con desconfianza.
Santa lo observa todo con fijeza y toca un mueble con la mano viendo el polvo
que hay. Andrés le impide el paso, disimula y la conduce al asiento.
ANDRÉS
Siéntate que ahora te voy a dar café…
CORTE A:
Andrés le alcanza una taza de café y Santa se lo bebe.
Andrés observa a la perra, le agarra una garrapata y la coloca en un pomo con
luz brillante que tiene lleno de punticos negros.
Andrés se queda de pie y toma su café mirando hacia el monte. Santa lo mira
de arriba abajo.
SANTA
¿Y cuándo se unió a los contrarrevolucionarios?
ANDRÉS
¿A qué?
SANTA
Estuviste preso… ¿No?
ANDRÉS
Sí…
SANTA
Cuántas veces…
ANDRÉS
Una vez… Ocho años
SANTA
¿Ocho?
ANDRÉS
(Cínico) Claro… lo que me tocaba.
Ocho años con ladrones, violadores, asesinos,
psicópatas….
Andrés se sienta en el suelo y bebe. De repente comienza a hablar como un
juez con retintín. Santa lo mira, extrañada, como si mirase a un loco.
129

ANDRÉS
El señor Andrés Díaz, mayor de edad y cuyas
demás generales se han señalado, se venía
dedicando desde hace un tiempo a escribir
literatura, tales como relatos, novelas, cuyo
punto de vista y enfoque se basaban en el más
amplio diversionismo ideológico y propaganda
contrarrevolucionaria escrita. Este material
literario carente de valor artístico, escrito en
contra de los intereses de nuestro pueblo, de
nuestros mártires y de nuestro comandante en
jefe, fue tratado de enviar fuera de nuestro
país…
SANTA
¡Aaah! trataste de sacarlo afuera…
Andrés la mira con rabia. De repente, la perra le empieza a LADRAR a la
puerta. Andrés y Santa, sorprendidos, miran a la puerta y descubren a El Mudo
que, empapado en agua, está parado fuera de la casa.
El mudo da un paso adentro, pero al ver a Santa, se sorprende y un poco
temeroso, no sabe si acabar de entrar o irse. Andrés se levanta de un tirón y
corre a entrarlo.
ANDRÉS
(Llamándolo con las manos) Pasa.
Andrés lo toca para hacerlo pasar y el mudo, acomplejado, se zafa.
El mudo entra y la perra, molesta, se le tira. El mudo, de una patada, la aleja.
Santa se levanta.
SANTA
¿Y este?
ANDRÉS
Este es sobrino mío. No oye. Tampoco habla.
Santa mira al mudo con preocupación y se vuelve a sentar.
El mudo está extrañado, no sabe qué hace Santa allí.
Andrés, nervioso, lo conduce hasta la cama, para que se siente en el colchón.
El mudo se sienta y se seca unas gotas de agua con la sabana.
ANDRÉS
¿Tienes hambre?
Andrés se acerca al mudo y gesticula con fuerzas.
ANDRÉS
¿Te dieron comida en tu casa?
El mudo mira a Santa y con gestos le pregunta a Andrés quién es.
130

ANDRÉS
Ella es una amiga de confianza…
Santa asiente, sin entender bien por qué Andrés ha mentido.
El mudo hace un gesto con la mano en la barriga, tiene mucha hambre.
ANDRÉS
Te sirvo… Ahí quedó comida…
Andrés prepara algo y… Santa y el mudo se miran.
SANTA
¿Qué hace él aquí? ¿Qué quiere?
ANDRÉS
El viene a cada rato y yo le doy su platico de
comida… el pobre… en su casa no lo cuidan
bien…
SANTA
¿Él es nuevo en la zona?
ANDRÉS
Se mudó hace par de meses…
El mudo, sentado en la cama, observa a Santa con fijeza. Santa lo mira con
desconfianza.
SANTA
¿Dónde vive?
ANDRÉS
En “La Romana”. El solar…
SANTA
¿Cómo se llama?
ANDRÉS
Todos le decimos el mudo…
Andrés le sirve al mudo un plato de comida.
El mudo comienza a comer y no le quita los ojos de arriba a Santa.
Andrés, nervioso, no sabe qué hacer y se pone a servir dos vasos de ron.
ANDRÉS
Bueno, ahora ya sí es hora del traguito…
Santa niega con la cabeza.
SANTA
Yo no, gracias…
131

ANDRÉS
Bueno, más para mí…
Andrés bebe y se sienta.
El mudo come y mira a Santa.
Santa cambia la mirada y mira a Andrés, que un poco temeroso la mira.
Los tres quedan sentados, EN SILENCIO. Se crea una tensión incómoda.
Por la puerta se ve que afuera ya ha escampado del todo. Santa se levanta, es
hora de irse.
SANTA
Es hora de irme yendo…
Andrés se levanta, le alcanza la mochila y la despide.
ANDRÉS
No me dejes nada aquí….
SANTA
Hasta mañana…
ANDRÉS
Bueno…Hasta mañana.
Santa sale de la cabaña. Andrés la sigue con la mirada.
ANDRÉS
¿No quieres llevarte un dulce?
SANTA
No hace falta…

28. EXT. CABAÑA–TARDE


Santa agarra su silla del medio del patio, la escurre y se aleja evitando los
charcos. Baja un poco la loma. A sus espaldas queda la cabaña de Andrés.
Andrés se cerciora de que ella se haya ido. Santa da par de pasos y cuando es
cubierta por un poco de la vegetación, se detiene y regresa en silencio.
Escondida entre los matorrales, Santa logra ver como Andrés se agacha para
quitarle los zapatos al mudo y el mudo le mete una patada.
ANDRÉS
(Bajito) ¿Qué culpa tengo yo de que te haya
visto…?
Santa, escondida, mira a Andrés y al Mudo discutiendo.
Andrés lo mira y niega con la cabeza. Santa lo observa todo con curiosidad.
Andrés mete la mano debajo de la cama y saca dos cajas de cigarros y se las
132

da al mudo. El mudo le aplasta la cabeza a Andrés contra su muslo.


Andrés se suelta, se levanta y llega hasta la puerta donde deja caer la tela que
sirve como cortina o puerta. Santa, muy enganchada, se queda jodida. Ya no
ve nada. Rechista y tiene que irse.

29. INT. CASA DE SANTA–ANOCHECER


En la sala de la casa, Santa, descalza y de pie, vierte un poco de colonia en
sus manos y se la pasa por la cabeza, el cuello y los brazos.
Santa le prende una velita al retrato de su hijo ERNESTICO.

30. EXT. GRANJA PORCINA–NOCHE


La extensa pradera de la granja está a oscuras y una inmensa luna llena
ilumina el cielo.
Santa atraviesa la pradera y va rumbo al rancho.
SUS PASOS SUENAN EN LA YERBA.

31. EXT. GRANJA–NOCHE


En un pasadizo entre las inmensas naves hay un bombillo amarillo que alumbra
un poco…
El jeep de Jesús esta parqueado y hay DOS TRABAJADORAS (20) y (30),
sentadas y apoyadas al jeep comiéndose unos panes.
Jesús está frente a ellas fumándose un cigarro.
Santa viene y lo observa de espaldas bromeando y riendo.
Frente hay una oficina que tiene un cartel: “Consejo Popular”.
Santa se mira de arriba abajo. Se arregla la ropa con las manos.
Santa se acerca y las trabajadoras, burlonas, le hacen señas a Jesús, que se
vira y la mira.
JESÚS
¿Cómo te fue Santa?
Santa asiente.
JESÚS
¿Te mojaste? Estaba preocupado…
SANTA
(Mintiendo) No. Cuando amaneció ya se veía
venir el agua y me llevé una sombrilla…
133

JESÚS
¿Quieres una merienda?
SANTA
No. Necesito hablar contigo. A solas.
Las trabajadoras se ríen burlonas y Santa logra ver que se pasan entre ellas
una perga de cartón. Jesús retiene la risa, saca su pañuelo y se lo pasa por la
cabeza asintiendo.
Santa camina rumbo a la oficina con el cartel: “Consejo Popular” y Jesús la
sigue.

32. EXT./INT. OFICINA DE JESÚS–NOCHE


Un file amarillento lleno de papeles es tirado sobre un buró.
JESÚS OFF
Esto no tengo permiso para hacerlo…
La luz de la luna entra por las persianas. La oficina es pequeña y con pocos
muebles… Las paredes están llenas de cuadros colgados con diplomas y
reconocimientos.
Santa está sentada frente al buró. Jesús está de pie, detrás del buró, doblando
su pañuelo y metiéndoselo en el bolsillo del pantalón.
Santa observa el file con fijeza, pero no acaba de agarrarlo.
SANTA
¿No tengo derecho a saber?
Lo que digo es que no parece peligroso.
JESUS
¿No? Lee para que veas…
Santa agarra el file amarillento y revisa los papeles con calma y curiosidad.
Todo el archivo es una fotocopia de un original.
JESÚS
Hace dos años en el evento anterior, aprovecho
que los periodistas de la prensa extranjera
estaban en el hotelito universitario y fue para
allá a dar entrevistas y todo…
Santa observa en el archivo un recorte de prensa, en francés, con una foto de
Andrés. Santa no entiende lo que está escrito en el artículo porque está en
francés.
Santa, observa fotos de Andrés de joven, reunido con sus AMIGOS. Es la
misma foto que tiene Andrés en su casa, de hace varios años atrás, donde
Andrés, joven, fuerte y en bañador, posa con CINCO AMIGOS en la playa.
Son: Esteban Luis (negro flaco), Carlos V (narizón de bigote), Guillermo (con
cara de loco), Rene (Pelirrojo rizado) y Eddy (mulato bajito).
134

Jesús se le para detrás y le señala con la mano a la foto.


JESÚS OFF
Fíjate…
Jesús señala uno a uno a los amigos de la foto…
JESUS
Mira quienes son sus amigos. Este: Esteban
Luis se coló en la embajada de argentina
saltando de una azotea… Este es Carlos V,
botado de la universidad por diversionismo
ideológico, Guillermo un lumpen… Así todos…
Hay una foto donde el joven Andrés y su grupo de amigos están disfrazados de
monjas y guerrilleros barbudos. Todas las fotos tienen escritas las fechas e
identificadas a las personas que aparecen en ella.
JESÚS
Este siempre ha tratado de dañar la
revolución…
Santa ve unas fotos modernas de una persona identificada como EDDY ROSA
BENÍTEZ (50), que aparece frente a una lancha en la Florida. Ve también otra,
más vieja, de Eddy y Andrés más joven mirándose con amor en la playa.
SANTA
¿Quién es este?
JESÚS
El escritor contrarrevolucionario Eddy Rosa
Benítez…
Santa se fija en la manera en que en la foto se miran Eddy y Andrés…
SANTA
¿Estaban juntos?
JESÚS
Seguro…
SANTA
¿Andrés es?
JESÚS
¿Maricón? Obvio…
Santa de repente tiene una duda y levanta la vista.
SANTA
¿Y el mudo está metido en esto también?
JESUS
¿El mudo? ¡No mujer, no! Ese es su maridito de
turno…
135

Santa ve otra foto de Miami que muestra a un grupo de HOMBRES reunidos


frente a la torre de la libertad en Miami.
JESÚS
Hay que vigilarlo por eso… Porque tan pronto
tenga la oportunidad va a ir a contar mentiras.
De evento en evento, hay que hacerlo…
Jesús mira la hora y va a recoger el file, cuando Santa jala el file para sí y lo
mira.
JESÚS
Tengo que irme.
SANTA
Déjame un rato más… ¿No me puedes dejar en
la casa?
JESÚS
No, Santa, tengo que recoger a Laura y a las
niñas en casa de mi suegra…
Santa, molesta, retiene el file. Jesús la mira y negando con la cabeza se acerca
a la puerta.
JESÚS
Me tengo que ir.
SANTA
¿Seguro? ¿Con cuál de las pelandrujas esas
estás ahora?
JESÚS
Santa lo que pasó fue hace meses y fue un
error. No va a volver a pasar. Te voy a dejar el
candado abierto, cuando acabes dejas el file
sobre la mesa y cierras la puerta. Chao.
Jesús lo observa todo y antes de irse la mira.
JESÚS
Todos los compañeros estamos muy contentos
con tu trabajo. Tenemos plena confianza de que
para futuras tareas tú eres nuestro “hombre”…
Nuestra mujer.
Jesús se ríe y se va. Santa se queda llena de odio. Santa, sola, sigue leyendo.
En el fondo en OFF escuchamos el jeep alejarse.
Santa observa una foto de EL HERMANO DE ANDRÉS (40) y lee una nota que
reza: “El hermano de Andrés es un colaborador activo”.
Santa ve otra foto de Andrés con una ANCIANA (80), su MADRE, abrazados
afuera de la cabaña.
136

Santa regresa atrás en el file y se fija en la manera en que en la foto se miran


Eddy y Andrés…

33. EXT./INT. CABAÑA–AMANECER


Sale el sol por detrás de las montañas. Santa con un paraguas, cargando su
mochila y su silla, llega a la cabaña de Andrés. La perra, LADRANDO, se
acerca. Santa la calma con la mano y coloca su silla en el puesto de vigilancia.
Se sienta.
Santa no ve a Andrés por ningún lado. Santa mira a la letrina, a ver si está en
el baño. Pero no lo ve. Entonces Santa se sienta en la silla.
La perra entra a la cabaña y está inquieta como tratando de enseñarle algo.
Por la puerta, Santa logra ver que adentro de la cabaña todo está
desorganizado y revuelto. Santa ve unos pies tirados en el suelo.
Santa se levanta, se acerca y descubre a Andrés, tirado en el suelo, boca
abajo.
Santa se acerca más. Todo está lleno de vidrios rotos.
SANTA
¡Oiga!
Andrés no le responde, ni siquiera se mueve. Santa descubre unas gotas de
sangre y una botella rota.
SANTA
¡Andrés Díaz! ¡Andrés!
Santa se pone nerviosa y se lleva las manos a la cabeza. Observa todo el
desorden que se le ha armado.
SANTA
Coño. ¿Por qué? ¿Por qué?
Santa lo toca, Andrés está medio inconsciente.
SANTA
¡Andrés! Pinga.
Santa mira a todos lados, no sabe qué hacer. Santa está muy asustada. Al final
se decide. Cuando Santa vira el cuerpo, descubre que Andrés yace en un
charco de sangre. Andrés tiene una gran herida en el medio del pecho. Aún
está vivo, pero muy débil. Santa niega con la cabeza, está muy nerviosa. Santa
lo mueve con suavidad primero y luego con nerviosismo.
SANTA
¿Me escuchas?
Andrés abre y cierra los ojos sin entender muy bien. Cuando Andrés abre la
boca, Santa se tapa la nariz.
137

SANTA
¿Qué te tomaste?
Andrés está muy borracho y medio inconsciente. Santa busca con que cubrirle
la herida. Santa agarra una toalla y le cubre la herida a Andrés.
SANTA
¡Levántate! ¿Andrés? Trata de levantarte que
tienes que ir a un médico… ¿Andrés?
Andrés no le responde. Santa trata de cargarlo pero, ella sola no puede, pesa
mucho.
SANTA
¡Ayúdame! Ponte en pie…
Santa lo pone en pie, pero luego caen los dos. La perra, juguetona, le va arriba
a Santa, que tiene que alejarla con la mano.
SANTA
¡Ahora no Lydia!
Santa lo suelta, desiste de cargarlo ella sola.
SANTA
Si no te levantas te vas a morir…
Santa trata de levantarlo y no puede. Santa se queda detenida. Mira a todos
lados. No sabe qué hacer.
SANTA
Si no te levantas voy a llamar a la policía…
Santa no sabe qué hacer, se da con el puño en la cabeza.
CORTE A:
Santa regresa corriendo por el camino y es seguida por DOS VECINOS,
mayores, que vienen sin camisa y LA ANCIANA VECINA que a veces le
compra dulces a Andrés.
SANTA
¡Ahí! Dale que está muy mal herido. Cárgalo…
Todos entran a la cabaña. Los hombres agarran a Andrés y lo cargan. La
vecina le agarra la cabeza.
VECINA
Cuidado con la cabeza…
Sacan el cuerpo de la cabaña. Santa va detrás de todos.

34. EXT./INT. POLICLÍNICO–DIA


En el medio de la selva está ubicado el pequeño policlínico. En la entrada, DOS
138

ENFERMERAS, sentadas en unas sillas, fuman y expulsan el humo.


Hay un pasillo de espera y muchas puertas que llevan a los cuartos.
En una de las habitaciones, con la puerta abierta, vemos que yace Andrés
sobre una cama, con el pecho ya curado y vendado.
En la silla del acompañante está sentada Santa, que lo mira con cara de
preocupación.
Andrés está con los ojos cerrados, descansando.
La anciana vecina se acerca a Santa y le pone la mano en el hombro.
ANCIANA
La dejo… que dejé a los muchachos solos en la
casa…
Santa asiente.
SANTA
Muchas gracias…
La anciana antes de irse mira a Andrés y le dice a ella.
ANCIANA
No crea todo lo malo que dicen… Él es un buen
muchacho…
La anciana se va y Santa se queda mirándolo.
Santa le mira los pies sucios sin zapatos…
CORTE A:

35. INT. POLICLÍNICO–DÍA


Santa camina por los pasillos del policlínico buscando a alguien.
Todos los pasillos están vacíos.
Santa se detiene frente a una pared donde hay un mural infantil donde hay
dibujado dos ositos azules caminando de la mano por un bosque.
Santa vira el rostro y observa un cartel: PEDIATRÍA.
Santa se queda detenida como una roca. Una mano la acaricia…
Santa observa a una ENFERMERA (70), morena y desgarbada, que acaba de
llegar con su cartera.
ENFERMERA
Santa ¿Qué haces aquí?
139

SANTA
Ay, Patricia ¿Cómo estás?
Las dos mujeres se funden en un abrazo.
ENFERMERA
Hacía rato no te veíamos…
SANTA
Cuatro años.
La enfermera la mira con pena.
ENFERMERA
¿Te podemos ayudar en algo?

36. INT. POLICLÍNICO–DIA


Santa está parada frente a la enfermera que con sus dedos arrugados busca
entre papeles detrás de la barra de la recepción.
La enfermera saca la hoja clínica de Andrés y niega con la cabeza.
ENFERMERA
Ya mañana puede regresar a su casa…
Santa asiente…
SANTA
Entonces no es nada grave…
ENFERMERA
No. El doctor lo dejó en observación porque aún
está bajo los efectos del alcohol… pero todo
está bien…
Santa asiente y mira con fijeza un teléfono que hay en el mueble. La enfermera
la mira.
ENFERMERA
El teléfono no se presta. Pero si necesitas hacer
una llamada…
SANTA
No. Igual yo no iba a llamar…
La enfermera se le acerca.
ENFERMERA
No quiero pecar de chismosa, pero este
paciente no es nada fácil…
Santa se queda curiosa…
140

SANTA
¿Por qué lo dice?
ENFERMERA
Este ya ha estado aquí una pila de veces… Por
borracheras… Broncas…
La enfermera hace un gesto con la mano.
ENFERMERA
Cosas de pájaro… ¿Qué tú haces cargando con
eso?
SANTA
Cosas del trabajo. Del CDR.
PACIENTE OFF
¡Enfermera!
ENFERMERA
Ahora viro… déjame ver que quiere José que
siempre está jodiendo… Ya estoy cansada de ir
de allá pa acá…
La enfermera deja la hoja clínica de Andrés sobre el mueble y se va.
Santa observa la hoja clínica.
Santa ve que la han dejado sola y nadie la ve. Santa agarra la hoja clínica y se
pone a hojearla.
Santa lee en un momento: “Depresión aguda, no responde a los
tratamientos…”
Santa ojea un poco más y lee: “El médico interno del reclusorio…”
Y luego más abajo lee: “…presenta un estado de ánimo muy elevado,
expansivo y/o irritable”
Y luego más abajo lee: “Ha recibido de 6 a 12 tratamientos de terapia electro…”

37. INT. POLICLÍNICO–DÍA


En la habitación, en un televisor empotrado en la pared trasmiten las
actividades de clausura del 5to Foro por la Paz y el Desarrollo. Un mar de
banderas se mueve en la alegría del evento.
Andrés abre los ojos y mira a su lado sentada a Santa.
SANTA
¿Cómo está?
ANDRÉS
Perfectamente…
141

Andrés mira el televisor y vira la cara. Santa se da cuenta, se levanta y le


apaga el televisor.
SANTA
¿Qué fue lo que le pasó?
ANDRÉS
Me caí.
SANTA
¿El mudo le hizo esto?
ANDRÉS
Borracho me enredé con la perra…
SANTA
El médico dice que estas heridas no se las pudo
hacer usted mismo…
ANDRÉS
Pues el médico está equivocado…

SANTA
Tendré que informarlo como me lo imagino…
Andrés la mira.
ANDRÉS
A ver ¿Y no puede ser que yo me haya querido
matar?
SANTA
La gente como usted no se mata.
ANDRÉS
¿Qué quiere decir eso?
Andrés la mira y Santa calla.
Santa lo mira y se queda callada. Andrés se trata de levantar.
ANDRÉS
Tengo que ir al baño.
SANTA
Espere, que llamo a la enfermera… ¡Enfermera!
No hay ninguna enfermera por ningún lado.
SANTA
¡Enfermera!
La enfermera no responde. Santa se levanta y se asoma a la puerta para
llamarla de nuevo.
142

SANTA
¡Enfermera!
ANDRÉS
Tengo que ir ya.
SANTA
Espere.
Santa sale un momento al pasillo. En la entrada, las sillas de las enfermeras
están vacías.
SANTA
¡Enfermera!
El pasillo está vacío. A Santa entonces no le queda otra opción que regresar
adentro y ayudar a Andrés y llevarlo al baño.
SANTA
Bueno, venga apóyese que lo llevo…
ANDRÉS
No niña, que no hace falta, yo espero…
SANTA
Dele, que las enfermeras todas están
almorzando…
Santa lo agarra. Andrés primero se niega, pero acaba aceptando. Andrés se
apoya en Santa con cuidado. Por primera vez Andrés y Santa están bien cerca.
Andrés tira su brazo sobre su hombro. Se relaja. Santa siente la piel de Andrés.
Santa ahora queda cerca de la cara de Andrés. Lo mira con detenimiento
entonces ayuda a Andrés y lo lleva hasta el baño. Santa lo entra al bañito de la
habitación. Andrés se sienta en la taza y orina. Santa lo mira. Andrés la mira y
se escucha EL SONIDO DE ORINA caer.
Santa vira el rostro.
SANTA
Lo espero afuera… Me avisa…
Andrés asiente y sigue ORINANDO. Santa, afuera del baño, vira el rostro.
ANDRÉS OFF
Ya…
Santa regresa adentro y se encuentra a Andrés, de pie, lavándose las manos.
Santa le pone el hombro. Andrés se apoya y la mira.
SANTA
Tenemos que hacer la denuncia…
ANDRÉS
¿Qué tú quieres que te cuente? Que el mudito
es muy acomplejado y por eso me entró a
143

golpes…
SANTA
Fue eso ¿Verdad?
ANDRÉS
¿Y no pudo haber sido que tu visita me puso
nervioso y me emborraché y me caí…?
Santa lo mira pensativa.
SANTA
Yo sé que él no es tu sobrino na…
Andrés la mira con desgano y siguen caminando rumbo a la cama.
ANDRES
Nada… El mudito es muy acomplejado… Ayer
cuando se encontró contigo se acomplejó…
Santa no entiende.
SANTA
¿Por qué?
ANDRES
Porque pensaba que yo te había dicho que él
era homosexual. Él no quiere que nadie se
entere…Por su familia… Por el barrio…
¿Sabes?
Santa lo mira atenta y lo logra acostar en la cama.
ANDRÉS
Bueno después que nos acabáramos la botella,
logré que se fuera…Y me quedé tranquilo en la
casa, medio tomado… Pero sobre las cinco de
la mañana, el regresó muy descompuesto,
borracho y yo no entendía lo que trataba de
decir, manoteando.
Andrés se ríe
ANDRÉS
¡Imagínate, mudo! Traté de calmarlo, pero de
nada sirvió… me entró a botellazos… Y yo
tomado no pude contra él.
Andrés se ríe y Santa lo mira con mala cara.
ANDRÉS
Yo creo que el mudo es un poco
esquizofrénico…
Andrés sonríe.
144

SANTA
¿Pero usted está loco? Así mismo lo mata…
Andrés sigue sonriendo.
ANDRÉS
No seas exagerada.
La enfermera interrumpe y entra con el almuerzo en una bandeja.
Coloca la bandeja en la mesa portable y la acerca.
ENFERMERA
Hoy no hay almuerzo para el acompañante.
¿Quieres que te mande a buscar algo Santa?
SANTA
No, no importa, Patricia gracias.
Andrés las observa con dudas, no sabe de qué se conocen ellas dos.
Andrés se incorpora con trabajo sobre la cama y come.
La enfermera sale y los deja solos.
Andrés come y mira a Santa con pena.
ANDRÉS
¿No trajiste tu almuerzo?
SANTA
Sí, pero con el corre-corre se me quedó allá
arriba en tu casa…
Santa se mece en su sillón de acompañante.
Andrés deja la mitad de la bandeja de comida y se la alcanza a Santa.
ANDRÉS
Ya no quiero más… Coge.
SANTA
No, yo no quiero comer…
ANDRÉS
Come niña… Que no está tan manoseada…
SANTA
No gracias, de verdad…
Andrés vuelve a agarrar la bandeja de comida y se la termina de comer.
CORTE A:
Pasa el rato. Santa y Andrés se cambian de posición en sus asientos y camas
respectivamente. Él se duerme, ella le observa la venda, el ombligo, sus
145

piernas, su entrepierna.
El reloj marca las 5 de la tarde.
Andrés está acostado, con la mirada fija en la ventana. Santa, sentada a su
lado, lo observa.
SANTA
¿Quién lo va a cuidar esta noche?
ANDRÉS
Mandé a la enfermera a que llamara a mi
hermano…
Santa cambia la mirada y se pone seria.
SANTA
¿Su hermano?
ANDRÉS
Sí, mi hermano Lázaro.
Santa niega y mira a otro lado.
SANTA
¿Tú crees que venga?
Andrés asiente convencido.
ANDRÉS
Claro.
SANTA
¿Te duele mucho?
ANDRÉS
Esto es una bobería…
Andrés mira a Santa, que mueve el pie con desespero.
ANDRÉS
Yo no me voy a mover de aquí…
SANTA
Yo no tengo que estar en ningún otro lado de
todas formas…
ANDRÉS
¿Qué? ¿No te espera nadie en casa?
SANTA
Eso a usted no le importa.
ANDRES
¿No tienes que recoger al niño en la escuela?
146

SANTA
No tire más piedra que no le voy a decir na de
mí.
ANDRÉS
¿Y Jesús? ¿No es tu noviecito?
SANTA
Deje la falta de respeto. Ese hombre está
casado.
ANDRÉS
¿Y qué?
SANTA
Nada. Además ese es una cantimplora, ha
pasado ya por toda la granja.
ANDRÉS
No te lo tomes a mal, pero por la manera en que
te vistes, la primera vez que te vi yo pensé que
tú eras invertida. Una marimacha.
SANTA
Deje la falta de respeto.
ANDRÉS
Para tener un hombre tienes que arreglarte más.
SANTA
No. ¿Para qué? Para tener que cargar con un
borracho o uno que me pegue, o que ande
detrás de otras… mejor sola que mal
acompañada. En este pueblo no quedan
hombres buenos.
ANDRÉS
¿No quieres estar acompañada?
SANTA
¿Quién le dijo que yo necesitaba compañía?
Andrés se empieza a reír. Santa está seria.
ANDRÉS
Con la gente no se puede ser tan intolerante…
tan intransigente…
SANTA
Ah… la anestesia le ha hecho daño.
Santa lo mira con escepticismo… Andrés se ríe.
La enfermera Patricia entra con un pomito con café para Santa y se lo entrega.
147

ENFERMERA
Un poco de café…
SANTA
Gracias, mamita…
La enfermera Patricia observa el televisor apagado y lo vuelve a prender…
Santa y Andrés se miran risueños.
Santa le devuelve el pomito a la enfermera.
SANTA
Estaba riquísimo…
ENFERMERA
Sigo mi camino…
La enfermera se va y los mira con curiosidad.
Andrés mira a Santa con dudas.
ANDRÉS
¿De dónde la conoces tan bien?
SANTA
(Mintiéndole) Es vecina mía…

38. INT. POLICLÍNICO–NOCHE


El reloj marca las 7 de la tarde.
Andrés está en la cama y Santa sentada a su lado en silencio. Siguen ellos dos
solos en la habitación. Andrés mira a la puerta, con desespero, esperando a
que llegue. Santa lo mira con lastima.
ANDRÉS
Seguro se complicó…
Santa lo mira con escepticismo…
SANTA
Ese no va a venir…
CORTE A:
En el televisor hay unos animados donde se ve al lobo feroz soplar y soplar la
choza de los tres cerditos… Santa recoge sus cosas y se dispone a irse.
Andrés, desde la cama, la observa.
SANTA
Mañana le dan el alta. ¿Tiene alguien que
venga a buscarlo?
148

ANDRÉS
Mi hermano…
SANTA
Ese no va a venir.
ANDRÉS
Claro que si va a venir, niña…
Santa lo mira con cara de: “Despierta, no va a venir”.
SANTA
(Recogiendo sus cosas) Yo usted no confiaría
tanto…
Santa ha dicho algo que no debía y Andrés la mira extrañado.
ANDRÉS
¿Qué quieres decir?
SANTA
Nada… No me haga caso… (Rechistando)
Bueno. Vengo a buscarte a la hora de almuerzo.
ANDRÉS
Igual yo estoy fuerte… No me hace falta nadie…
SANTA
Para mí es parte del seguimiento.
ANDRÉS
Ya no. Ya mañana no. Tu vigilancia era solo por
tres días… Ya mañana se acaba ¿No es cierto?
Santa se queda seria y no le responde. Andrés la mira risueño.
ANDRÉS
Váyase a comer que ha estado todo el día en
ayuna…
Santa asiente.
SANTA
Mejórese. No se meta en problemas… Nos
vemos por ahí… O no.
ANDRÉS
Oiga…
Andrés le estira la mano. Santa le mira la mano.
ANDRÉS
Me salvó la vida. Gracias…
Santa le da la mano y se va a ir, pero Andrés le sostiene la mano. Santa lo mira
y se suelta. Se va y cierra la puerta.
149

Andrés queda solo en la habitación, trata de levantarse, pero le duele el pecho.

39. EXT./INT. CABAÑA–ANOCHECER


Santa se acerca a la cabaña de Andrés que está completamente a oscuras. Se
alumbra con una linterna. La perra se acerca a saludarla y Santa la toca.
Santa observa su silla que está todavía en el medio del patio. Y su mochila que
cuelga del posabrazos. Santa revisa que la mochila lo tenga todo. Santa agarra
sus cosas y su silla y se va a ir, pero luego regresa.
Santa prende una bombilla de luz fría. Le pone a la perra, en el suelo, un plato
lleno de la comida que tenía en su mochila para ese día. La perra de Andrés se
la come.
Santa está en el medio de la cabaña de Andrés. Observa todo el reguero de
sangre, ropa manchada, vidrios rotos…
En el suelo está la foto de Andrés con sus amigos con el vidrio roto en el suelo.
Santa se acerca a los percheros con ropa de Andrés. Huele la ropa. Ve la ropa
que tiene un agujero.
Santa observa un zapato deportivo tirado a un lado, es del mudo. Santa busca
el otro y no lo encuentra.
Santa observa algo debajo del camastro. Algo que está a medio esconder. Se
sienta en la cama y agarra de abajo, en el suelo, una caja envuelta en papel de
regalo, que parece una cosa mandada de algún país del extranjero.
Santa la abre. Dentro de la caja hay recortes de prensa desde los años 60
hasta los 80. Son las secciones culturales de la prensa que homenajean a
varios “premios nacionales de literatura”.
También hay un par de fotos porno, americanas, de los 70 de mujeres
desnudas. Santa se extraña.
Además hay un ejemplar de Lenguaje de mudos.
Santa ve que en el fondo de la caja hay un poco de arena y ve una postal
media rota que es de Miami. Santa vira la postal y lo que dice está
completamente tachado. El nombre EDDY es lo único que queda sin tachar.
Santa se queda pensativa y observa en el fondo un libro… Es un ejemplar,
salvado del fuego, de Cabeza de Cangrejo, de Andrés Díaz. Santa comienza a
leer. Mira el libro por adelante y por detrás y se levanta con el libro en la mano.
Santa comienza a leer.
COMIENZA UNA MUSICA SENCILLA…
FADE A:
Santa, sentada en el suelo y con la cabeza apoyada en el camastro, está
inmersa en la lectura…
150

Santa anota algunas palabras que no entiende en un papelito.


FADE A:
Santa se ríe con ganas por algo que lee…
FADE A:

40. EXT.INT. LETRINA/ CABAÑA DE ANDRÉS–NOCHE


Santa, leyendo el libro, cruza el patio y abre la puerta de la letrina. Santa se
baja el pantalón y se pone a orinar leyendo el libro.
Santa se adentra en la cabaña y vuelve a meter en libro en la caja y la caja
debajo de la cama. Lo deja todo igual. Santa observa la oscuridad exterior que
rodea la cabaña.
Del monte vemos la sombra de alguien que la mira. Los ojos del mudo que está
con un solo zapato, la mira.
Santa no lo ve.

41. INT. POLICLÍNICO–NOCHE


El reloj de la pared marca las 11 de la noche.
Andrés está en la cama con la mirada perdida en la ventana.
Afuera todo esta oscuro y la vidriera lo único que muestra es el reflejo de
Andrés.
En el reflejo vemos a la enfermera Patricia que se para en el medio de la
puerta.
Andrés vira su rostro y la observa.
ENFERMERA
¿Todo bien?
ANDRÉS
Sí, gracias…
La enfermera se va a ir, pero regresa.
ANDRÉS
Oiga ¿De dónde conoce a Santa?
ENFERMERA
¿Por qué?
ANDRÉS
Nada… Me pareció que era muy buena
persona… ¿Usted es amiga de ella, de su
familia?
151

ENFERMERA
Santa no tiene familia.
ANDRÉS
¿Y el niño?
La enfermera mira a Andrés con malicia.
ENFERMERA
¿Por qué quiere saber?
ANDRÉS
Por saber…
ENFERMERA
Pregúntele a ella.
La enfermera se va a ir, pero regresa.
ENFERMERA
Mejor no. No le pregunte. Que ella ya ha sufrido
demasiado. Estése tranquilo es lo que tiene que
hacer… Y no estar buscando más problemas…
¿Oyó…?
La enfermera se va. Andrés se queda pensativo.
TOCAN A UNA PUERTA CON FUERZA.
CORTE A:

42. INT. CASA DE SANTA–DÍA


TOCAN POR SEGUNDA VEZ A LA PUERTA.
Santa, media dormida y en bata, abre la puerta y se encuentra a Jesús, del otro
lado, con muy mala cara del otro lado.
JESÚS
¿Todavía durmiendo?
Santa, sonríe, y se cierra bien el batón.
SANTA
No, no, ya estaba despierta… ¿Quieres pasar?
Jesús da dos pasos atrás y niega con la cabeza.
JESÚS
¿Qué fue lo que pasóo ayer?
SANTA
Nada, se emborrachó y hubo que llevarlo al
médico…
152

JESÚS
¿Nada más?
SANTA
No…
JESÚS
Eso está raro…
SANTA
¿Por qué?
JESÚS
No sé… qué casualidad…
SANTA
¿Quieres qué averigüe?
JESÚS
No… Olvídalo. El foro fue todo un éxito…
Mandaron felicitaciones y todo del alto mando…
SANTA
Eso es lo importante…
JESÚS
Dale vamos…
SANTA
¿Qué hora es?
JESÚS
Ya hay que incorporarse al trabajo normal…
SANTA
¿Y Andrés?
JESÚS
Olvídate de eso… Ya no hace falta que sigas
yendo… Ya el foro acabó…
Santa se queda pensativa.
SANTA
Pasa y te sientas mientras me visto…
JESÚS
No, gracias de verdad… Pero apúrate dale que
te voy a dar botella…
Santa decepcionada se adentra y deja la puerta abierta.
CORTE A:
153

43. EXT. GRANJA PORCINA–DÍA


Santa, metida entre los cerdos, carga un cubo de sancocho y los alimenta.
Tropieza con algunos de los cerdos y les va dando pequeñas pataditas para
abrirse paso.
SANTA
¡Vamos! ¡Gaviota!
Sus botas plásticas se abren camino entre la suciedad.
SANTA
¡Melany! ¡No se enternezcan!
CORTE A:
Santa sentada en un cubo tiene cargada a uno de los cerdos mientras un
VETERINARIO, vestido de verde, inyecta al animal.
SANTA
¡Tranquila! ¡Melany!
Santa la acaricia y al final la deja ir… Santa sonríe al ver al cerdo correr.
Santa limpia con una manguera de agua las porquerizas vacías.
CORTE A:

44. INT. COMEDOR DE LA GRANJA–DÍA


Es la hora de almuerzo y LOS TRABAJADORES hacen fila.
Santa está al final de la línea.
Santa observa como Jesús, al principio de la línea, con una gran sonrisa en los
labios, flirtea con una TRABAJADORA más joven.
CORTE A:
Santa llega al mostrador, donde le sirven su cuota de arroz y chicharos verdes.
En una mesa, DOS TRABAJADORAS, con pañuelos en la cabeza, se llevan la
cuchara a la boca mientras planean algo.
TRABAJADORA 2
¿Es aceite?
TRABAJADORA 1
(Aclarando)
A veinte.
TRABAJADORA 2
¿Está muy usado?
La trabajadora 1 le hace una seña a la trabajadora 2 para que se calle.
154

TRABAJADORA 1
(Susurrando)
Shhh. Ahí viene la chivata.
Santa se acerca con su bandeja y se sienta en la mesa a comer.
Las dos trabajadoras siguen comiendo, pero esta vez en silencio.
Santa juega con la comida porque no está muy hambrienta…
Santa mira el reloj que cuelga en la pared. Son las 12 del día.
Santa se queda pensativa.

45. EXT. GRANJA–DÍA


En el pasadizo entre las inmensas naves Santa está de regreso cargando un
saco con basura y se detiene porque frente a ella…
Jesús sale de su oficina y con sorpresa recibe a su ESPOSA DE JESÚS (27),
muy delgada y pálida, y a sus DOS HIJAS (4 y 6) con unos vestiditos muy
veraniegos.
Santa observa a una familia feliz. Jesús le da un beso en los labios a su mujer
y las hace pasar a todas a su oficina.
Santa se queda detenida. Nadie la ve.

46. EXT. POLICLÍNICO–TARDE


Por la puerta del policlínico, salen Santa y Andrés. Santa está vestida con la
ropa del trabajo. Andrés camina con mucho cuidado, lleva la camisa media
abierta y tiene una venda en el medio del pecho. Santa se le acerca y le pone
el hombro para que se apoye.
SANTA
Dele, apoye…
Andrés la mira, desconfiado, pero al final se apoya.
ANDRÉS
¿Qué tú haces aquí niña?
Santa, callada, lo conduce y aprovecha para arreglarle el cuello de la camisa a
Andrés.
Se detienen para cruzar el camino. Una carreta de caballos pasa. Santa ayuda
a Andrés a cruzar.
SANTA
Vamos…
Andrés se apoya con fuerza sobre Santa y aprovecha para mirarla de cerca.
155

ANDRÉS
¿Te mandaron a vigilarme más tiempo?
Santa niega con la cabeza.
ANDRÉS
Ya le dije que yo no tengo nada que esconder…
Andrés la observa con recelos.
ANDRÉS
Ah, es una misión secreta, que no puedes decir
nada…
SANTA
Oiga acepte la ayuda y ya.
ANDRÉS
¡En qué candela me he metido!
SANTA
En candela me voy a meter yo si me agarran
aquí con usted… Vamos rápido…
Santa y Andrés se alejan caminando juntos y se adentran en la selva.
Parado en una esquina, El Mudo, muy serio, los observa.

47. EXT./INT. CABAÑA DE ANDRÉS–TARDE


Santa y Andrés llegan a la cabaña. La perra se acerca a saludar a su dueño,
que con mucho trabajo, trata de acariciarla. La perra brinca sobre él. Una y otra
vez.
ANDRÉS
¡Mi niña! Estáte quieta…
La perra se alborota mucho y molesta a Andrés. Santa la agarra.
SANTA
No. Tranquila. ¡Tranquila!
Andrés mira a Santa con desconfianza. La perra se tranquiliza y corre por el
terreno. Andrés se acerca a la entrada de su cabaña y observa que en el suelo
hay un saco amarrado con una soga.
SANTA
¿Y esto?
Andrés observa el saco.
ANDRÉS
(Mintiéndole) Ni idea…
156

SANTA
Voy a ver lo que es.
ANDRÉS
Deja eso niña…
Santa se acerca con cuidado y lo abre. El saco está lleno de plátanos, boniatos
y jabas de frijoles y una gallina viva.
SANTA
Comida.
ANDRÉS
No sé qué hace eso aquí…
SANTA
¿De verdad que no? ¿Qué raro?
ANDRÉS
Ah… me lo debe haber dejado la vecina…
SANTA
¿La vecina?
ANDRÉS
Isabel…
Andrés mira hacia el monte a ver si ve a alguien. Santa agarra el saco y lo
mete para adentro de la cabaña.
SANTA
(Sospechando) Bueno al parecer tiene
admiradores por aquí…
Santa está en el medio de la cabaña de Andrés. Todo a su alrededor es un
reguero de sangre, ropa manchada, vidrios rotos… Cuando Andrés entra y lo
observa todo desorganizado, se cansa y se apoya para sentarse en un
banquito.
ANDRÉS
Bueno…
SANTA
Tremendo reguero…
ANDRÉS
Yo poco a poco lo organizo… Muchas gracias
por todo Santa…
Santa asiente y sale para irse.
SANTA
Bueno…
Santa se va a ir y ve que Andrés, pasa mucho trabajo para agacharse y
recoger…
157

SANTA
Bueno igual si te ayudo y me quedo una hora
más no va a pasar nada…

ANDRÉS
Vete tranquila… que yo ahora con tranquilidad…
Santa lo observa todo y deja su mochila a un lado. Santa empieza a recoger el
reguero del suelo. Andrés la observa.
ANDRÉS
¿Qué haces? No, muchacha no…
SANTA
No me cuesta…
Santa se pone a limpiar y organizar. Recoge los vidrios. Andrés la observa con
dudas.
ANDRÉS
¿Qué es lo que tú quieres Santa?
Andrés la mira retándola…
ANDRÉS
Ya yo te dije todo… Tú sabes que yo no estoy
en nada…
SANTA
Yo solo quiero ayudar…
Santa se va a ir, agarra su mochila, pero luego de dar dos pasos, se arrepiente
y regresa decidida.
SANTA
¿Sabe? Usted es un poco malagradecido…
Andrés se queda pensativo mirándola.
SANTA
Óigame ni porque le salvé la vida…
ANDRÉS
No es eso, es que hay cosas que no se deben
hacer así…
SANTA
Usted no se puede ni agachar… Déjeme
ayudarlo con esto y luego me voy…
Santa, en silencio, arregla y tiende la cama con una sábana limpia que coge a
un lado.
SANTA
Acuéstese mientras… dele que tiene que hacer
158

reposo…
Andrés se tira en el camastro.
ANDRÉS
¿Qué crees que vas a encontrar aquí, ¿eh?
SANTA
No era que no tenía nada que esconder… que
no estaba en nada… Ahora no sufra.
Santa, sin hacerle caso, sale y mete unas sábanas manchadas de sangre en
un tanque de agua. Ahora es él el que vigila. Desde la cama no le pierde pie ni
pisada a los movimientos de Santa. Preocupado, se vira y fija su mirada en la
letrina.
Santa lava y cuelga las sabanas en las tendederas a coger el sol.
CORTE A:
Santa regresa y observa la cabaña más arreglada ya. Andrés, se sienta sobre
la cama, la mira.
SANTA
¿Qué es lo que falta?
ANDRÉS
Ya… Ya todo está perfecto.
Santa no le presta atención, ahora observa los dos pomos vacíos que quedan
en el mueble.
SANTA
El azúcar para los dulces…
ANDRÉS
Mira Santa que no hace falta…
SANTA
Claro que sí… Si de eso es de lo que usted
vive… ¿Estará abierta la bodega ahora?
Andrés se lleva la mano a la cabeza y asiente.
ANDRÉS
Coge la libreta ahí en el mueble…
Santa se va. Andrés la observa alejarse e irse. Con trabajo se sienta en la
cama y mete la mano bajo la cama y agarra la caja de regalo. Andrés la abre y
revisa a ver si tiene todo lo suyo ahí.

48. EXT.INT. LETRINA/ CABAÑA DE ANDRÉS–TARDE


Andrés, con trabajo, entra a la letrina, cierra la puerta y busca entre las tablas
el paquete de nylon que guarda su manuscrito. Lo abre y lo revisa a ver si
159

están todos sus escritos.


Mientras lo revisa, mira con nerviosismo por las rendijas de la madera de la
letrina hacia afuera no vaya a ser que ella regrese.
Dentro del nylon están todos sus papeles intactos. Andrés se queda tranquilo.
Apurado, vuelve a esconder el paquete de nylon entre las tablas de la letrina.
CORTE A:

49. EXT./INT. CABAÑA DE ANDRÉS–TARDE


Santa se acerca a revisar el fuego de la leña.
Andrés, de pie a unos 10 metros de la cabaña, con un machete en la mano
pica un trozo de gajo de palo caído que le sirve como bastón.
Santa mata una gallina y la mete en agua caliente para desplumarla.
Santa, sentada en un banquito desplumando, observa a Andrés que está
recogiendo unas yerbas de los alrededores.
SANTA
¿Y eso?
ANDRÉS
Para hacer un cocimiento…
Andrés lleva las yerbas adentro y se sienta al lado de Santa con el retrato de
sus amigos roto.
Andrés comienza a desmontarlo y botar los cristales. Con la mano quita los
cristalitos, sopla la foto y se la pasa por la ropa limpiándola con sentimiento.
Santa lo mira con pena.
SANTA
¿Más nunca los vio? ¿A sus amigos?
Andrés la mira con dudas y niega con la cabeza.
SANTA
¿Todos eran maricones?
Andrés la mira con fijeza.
ANDRÉS
En esta foto está reunida mucha gente
talentosa. Quizá los más talentosos de mi
generación…
Santa sigue desplumando y Andrés trata de arreglar el marco de madera del
retrato.
160

SANTA
¿Por qué nunca te fuiste?
ANDRÉS
¿Por qué irme si este es mi país?
SANTA
¿No tienes a tus amigos allá?
Andrés la mira.
ANDRÉS
¿Y?
SANTA
La gente dice que no te fuiste para seguir
escribiendo basuras de la revolución desde
adentro…
Andrés la mira con fijeza.
ANDRÉS
¿Chica esto es un interrogatorio?
SANTA
No se moleste… le pregunto para conocerlo
más…
ANDRÉS
No me fui por mi madre…
Santa se detiene y lo mira…
ANDRÉS
Mi madre estaba muy solita y yo era lo que ella
más quería en esta vida… Por eso me quedé
para cuidarla hasta sus últimos días.
SANTA
¿Y de verdad dejó de escribir?
ANDRÉS
Si esto un interrogatorio prefiero hacerlo en la
estación.
SANTA
No sea así… Solo estamos conversando…
ANDRÉS
Por supuesto que dejé de escribir…
Andrés mira la foto con fijeza.
ANDRÉS
Además, después de todo lo que yo he pasado
sería un loco o un subnormal si siguiera
161

escribiendo o haciendo algo en contra de este


país…
SANTA
¿Por qué?
ANDRÉS
(Irónico) ¿Por qué?
Andrés le enseña las manos llenas de cicatrices viejas y callos.
ANDRÉS
¿Crees que es para que un escritor tenga estas
manos?
Santa le mira las manos. Andrés se altera un poco.
ANDRÉS
Mira niña no me jodas…
Andrés se señala las líneas y cicatrices de las manos.
ANDRÉS
Esta herida fue de trabajar en la construcción…
Y esta otra de la agricultura. Y esto de la fábrica
de ajustadores…
Andrés se pone muy molesto y se altera.
ANDRÉS
Ustedes no me dejaron trabajar… Eso es lo que
pasa. Ustedes odian a los artistas. A los
verdaderos. No nos pueden soportar.
SANTA
No se ponga así…
ANDRÉS
Si me pongo. La gente como tú…
SANTA
¿Cómo yo?
ANDRÉS
(Gritándole) Sí. Me jodieron la vida.
Andrés se levanta.
ANDRÉS
(Gritándole) ¿Ves? Ya me jodieron… Tendría
que ser un loco para seguir escribiendo…
SANTA
Ya… Ya… Ya… Tranquilo… Cálmese que se le
va a zafar la herida…
162

Andrés entra a la cabaña y vuelve a colgar el cuadro.


Santa lo sigue y se queda detrás de él mirando a la foto.
SANTA
Yo tampoco tengo muchos amigos…
ANDRÉS
(Señalando con el dedo) Este es René,
dramaturgo, titiritero, marihuanero y tiene una
imaginación, murió solo. Este otro es Esteban
Luis, tuvo mil accidentes y murió solo, gran
poeta. Este es Carlos es el único que pudo
volver varias veces, se me adelanto y se mató.
Guillermo, el mejor de todos nosotros, termino
en un asilo de ancianos, y murió en un taxi, dio
la dirección y se murió viendo las calles de
Miami… Y Eddy. Se fue y ha publicado varios
libros afuera…
SANTA
¿Era tu novio?
ANDRÉS
No. Mucho más. Hermano. Padre. Madre. Todo.
SANTA
¿Ya no se hablan?
ANDRÉS
No, yo no hablo con “gusanos”.
CORTE A:
Andrés sentado, apoya en un plato y pela con un cuchillo unos boniatos.
Santa esta frente a la olla mirando cómo se cocina la gallina.
SANTA
¿Y entonces, me va a decir por fin de quién es
la canción que sonaba el primer día?
Andrés, misterioso, niega con la cabeza.
ANDRÉS
Esa era Esther Borja, cantando “Te he visto
pasar” de Ernesto Lecuona…
Santa saca una libretica imaginaria y hace la mímica como si anotara algo.
SANTA
Déjeme anotar para aprender… Esto no se da
todos los días…
Santa asiente y sonríe… Andrés ríe.
163

ANDRÉS
Qué loca tú estás.
Santa se pone seria.
SANTA
No me digas loca que eso no me gusta…
ANDRÉS
Perdóname… No era serio… ¿Tú cantas?
SANTA
Me la aprendí de una escuchada…
ANDRÉS
Te la aprendiste de varias escuchadas…
cántamela dale…
Santa sonríe y niega…
SANTA
¿Por qué no tenía otras canciones?
Andrés, apurado, niega con la cabeza.
ANDRÉS
Boberías mías…
SANTA
Ahora sin música sí está jodido…
Andrés, desconfiado, la mira.
ANDRÉS
No me has contado mucho de ti… ¿Qué es lo
que tú haces cuando no estás vigilando…?
SANTA
Yo trabajo en la granja “Segundo Frente”… Ya
llevo doce años ahí…
Andrés asiente y la mira…
SANTA
Y antes ayudaba a mi mamá en el comedor del
MINAGRI… Hasta que ella murió y nada, nos
dejó solitos allí en la casa…
ANDRÉS
¿Nos?
SANTA
Me. Me dejó.
Andrés insiste.
164

ANDRÉS
¿Y no tienes a nadie?
SANTA
Sí mi hermana… Y su esposo… pero es un
poco soquete, por eso nunca lo cuento… Están
en La Habana.
Andrés se queda pensativo y la mira con pena.
ANDRÉS
¿Y no tuviste hijo? No quieres tener hijo…
Santa lo mira y baja la cabeza.
SANTA
Todavía estoy joven para pensar en eso.
Andrés cambia el tema.
ANDRÉS
Tu jefe, Jesús, no debe aprobar que
confraternices con el enemigo…
SANTA
No, pero yo hago lo que me da la gana.
ANDRÉS
¿Por qué no te arreglas más? ¿No te pintas?
Arréglate las manos, el pelo… Así no vas a
conseguir marido…
SANTA
Así he conseguido cantidad de cosas…
ANDRÉS
Ven, ayúdame a hacer los dulces, que llevo días
sin ganar un peso… Vamos…
Santa sigue a Andrés para adentro.
Andrés abre un saco que está lleno de los pomos de cristal, que tienen un
precio puesto.
Santa ayuda a sacar los pomos.
ANDRÉS
Colócalos ahí, que ahora vamos a ir a buscar
toronjas…
Andrés registra el paquete de azúcar.
SANTA
¿Alcanza?
165

ANDRÉS
Sí, por suerte trajiste bastante…
CORTE A:

50. EXT. MONTE DE ÁRBOLES FRUTALES–DÍA


Una explanada empinada con la yerba corta y unas piedras redondas brillosas.
Andrés, apoyándose en el tronco de madera, camina y es seguido por Santa.
ANDRÉS
(Señalando un árbol) Mira eso es curujey…
La perra los sigue. El suelo está lleno de piedras de río. En ese terreno, en el
pasado, pasaba un río.
ANDRÉS
Por aquí hace siglos pasaba un río…
Andrés llega a una zona llena de árboles frutales. Hay una cerca impidiendo el
paso. Andrés, se sabe el truco de por dónde abrirla para poder pasar. Abre la
cerca.
Andrés le sostiene la reja a Santa para que pase.
ANDRÉS
Dale entra…
SANTA
¿Esto no es propiedad privada?
ANDRÉS
Dale niña no hagas tantas preguntas… Tira para
allá para las matas de toronja…
Andrés pasa y vuelve a colocar la reja en su lugar.
CORTE A:
Una gran fila de árboles de toronjas es movida por el viento. Las sombras se
mueven con suavidad en el suelo.
Andrés se detiene y mira arriba, a la mata. Santa lo mira.
ANDRÉS
Dale pa arriba no irás a pensar que yo como
estoy me voy a subir.
Santa lo mira con mala cara y luego como una gata se encarama sin pasar
ningún trabajo.
Debajo de uno de los árboles, Andrés está a la sombra mirando a Santa que
está encaramada agarrando las toronjas.
Él desde abajo le ve la ropa interior a Santa.
166

ANDRÉS
Oye, se te ve todo.
Santa, con cuidado, va de una rama a la otra agarrando las toronjas.
SANTA
No mire.
Agarra los frutos y se los lanza con cuidado a Andrés, que trata de agarrarlos,
pero la mayoría caen en el suelo.
ANDRÉS
Suave.
Andrés, con cautela, observa a lo lejos unos matorrales. Andrés observa a un
hombre que lo mira y se va. Andrés va a alcanzarlo, pero ya es tarde. Andrés
sigue debajo del árbol.
Caen otras toronjas.
Andrés no se agacha a recogerlas.
ANDRÉS
Las del piso los coges tú porque me duele
agacharme…
Santa agarra las toronjas y comienza un nuevo tema de conversación.
SANTA
Si tanto misterio. ¿Qué fue lo que le pasó a
usted?

Andrés niega con la cabeza.


ANDRÉS
Mira, coge aquella la de la rama gruesa…
Santa agarra las frutas y sigue.
SANTA
Yo creo que ya a ti deben sacarte de esa lista
negra de enemigos…
Andrés se ríe y niega con la cabeza con dolor.
ANDRÉS
Tú has visto como yo vivo…
Andrés asiente.
ANDRÉS
Nunca debieron ponerme… Mi único pecado fue
escribir… como cualquier escritor en otra parte
del mundo…
167

Andrés le señala a Santa otra fruta…


ANDRÉS
Lo que pasa es que aquí eso es complicado…
Santa, para de recoger y desde arriba lo mira apenada.
SANTA
¿Y ese libro? “Cabeza de Cangrejo” Si no era
contrarrevolucionario porque no lo trató de
publicar aquí… antes de llevárselo para
afuera…
ANDRES
Por supuesto que lo intente… ¿Qué crees?

Santa se baja del árbol.


ANDRÉS
En el año 69, yo era un guajirito joven, que
trabajaba de corrector en una editorial en La
Habana… Tenía mi primer libro escrito y decidí
mandarlo a un concurso nacional…
Santa lo mira.
ANDRÉS
Y por esas cosas de la vida… gané por un
estrecho margen… Esta buena o mala suerte
cambio mi vida para siempre…
SANTA
¿No me lo puedes prestar?
ANDRÉS
(Mintiéndole) No lo tengo… No quedó ninguna
copia.

Santa comienza a recoger las toronjas y Andrés, con el pie se las acerca…
ANDRÉS
Cuando publicaron el libro, a un funcionario de
cultura no le gustó la visión que yo daba de
Cuba.
SANTA
¿Y te metieron preso?
Andrés la calma con la mano.
ANDRÉS
Empezaron destruyendo mi libro…
convirtiéndolo en pulpa… los pocos ejemplares
que ya estaban en librerías y bibliotecas fueron
168

retirados…
Andrés la mira, Santa se percata que le está mirando el culo.
SANTA
¿Qué mira?
Andrés cambia la mirada y no le hace caso.
ANDRÉS
Entiende que esto pasaba y nadie te avisaba ni
te decía qué estaba pasando contigo. Cuando
me planté delante del consejo de cultura a pedir
explicaciones…
SANTA
¿Qué te dijeron?
ANDRES
¿Qué me dijeron? Nada…
Andrés se saca una bolsa de un bolsillo y se la da a Santa, que empieza a
llenar la bolsa de toronjas.
ANDRÉS
Nadie me dio la cara… fui sacado a empujones,
como un enemigo de la patria… de la noche al
día me había convertido en un paria. En un
leproso.
Andrés camina de un lado al otro como un loco.
ANDRÉS
Por el simple hecho de pedir explicaciones, me
botaron de la editorial y perdí la casa donde me
estaba quedando… Ya que era un medio
básico…

Santa y Andrés se alejan regresando a la cabaña.


ANDRÉS
Eddy me dio cobijo en su casa…Y cuando se
enteraron que yo estaba tratando de publicar el
libro afuera, por que cogieron al de la editorial
francesa sacando el manuscrito por el
aeropuerto, fueron a buscarme de madrugada, a
sacarme de la cama en calzoncillos…
Santa se queda pensativa. Andrés mira al suelo como recordándolo todo.
ANDRÉS
Me confiscaron y quemaron todos mis escritos…
hasta la más mínima anotación…
Andrés queriendo limpiarse de los malos recuerdos, mueve su cuerpo como un
169

animal…
ANDRÉS
Imagínate que algunos juicios tienen peritos...
pues a mí me pusieron un perito llamado
Joaquín Rodríguez Matos, nunca se me
olvidará… para explicar, qué era lo que yo
quería decir en mi libro… decir cuáles eran mis
intenciones…
SANTA
¿Y entonces?
ANDRÉS
Nada, diciendo que si la “vaca” en tal cuento era
una parodia de Fidel… O que si el cangrejo del
título era Cuba… Locuras… Locuras…
ANDRÉS
Ese libro lo era todo para mí. Mi entrada triunfal
a la literatura cubana. Y me lo quitaron.
SANTA
No es fácil.
ANDRÉS
Un libro es como un niño. Y el mío me lo habían
quitado. No es nada fácil.
ANDRÉS
Y ya cumplí mi sentencia… No sé por qué me
siguen jodiendo… Cada día lucho por olvidar, no
es fácil. Que uno igual que uno te impida la vida
y diga para acá no pasas. No te vas a poder
desarrollar.
Andrés se queda mirando al suelo.

51. EXT.INT. CABAÑA DE ANDRÉS–TARDE


Santa y Andrés están sentados en la entrada de la cabaña, pelando todas las
toronjas que tienen a los pies.
ANDRÉS
A mi salida, me alejé de todo y regresé acá.
Busque trabajo en cultura y nadie me daba la
oportunidad de trabajar. Era una “no persona”.
Entonces tuve que buscar trabajo en la
construcción, en la agricultura…
Andrés pela y cuenta.
Andrés sale hasta la cocina de leña que tiene afuera, bajo techo, y trata de
llenarla de agua.
170

Santa lo ayuda cargando el cubo y vierte el agua en la olla y la tapa…


ANDRÉS
Hay que dejarlo que hierva…
Santa lo mira esperando. Andrés vierte azúcar cruda en la olla.
Andrés se aleja de la cazuela y empieza a picar las toronjas y a sacar la pulpa.
Andrés y Santa cargan los trozos de toronja picadas y las vierten en el agua
caliente.
Santa lo mira con fijeza. Andrés hierve en agua caliente las frutas.
Andrés queda serio.
ANDRÉS
Y después me tuve que llenar de fuerzas para
no odiar… Después que te tronchan tu carrera y
no te dejan trabajar en lo tuyo ¿Cómo uno evita
odiar? ¿Eh?
Santa lo mira con pena.
ANDRÉS
Esta bola en el hombro me salió por eso, por
contener tanto buche amargo.
Andrés se señala una bola en el hombro y la mira con fijeza…
ANDRÉS
Yo sí dejé de escribir, dejé de leer, me fui
olvidando de todo eso… Ahora vivo fluyendo
con la vida…
Andrés mira a Santa. Santa, apenada, baja la vista.
Santa levanta la vista y le toca la bola.
SANTA
Yo sé cómo curarte eso.
ANDRÉS
¿Cómo?
SANTA
Con brujería.
Santa asiente.
CORTE A:
Los dos, en silencio, llenan los pomos del dulce de toronja en conservas.
Los ponen en el exterior a enfriarse.
171

Santa mira a Andrés con pena.


CORTE A:
Santa está recogiendo sus cosas para irse y logra ver en el fondo de la casa
como Andrés, en calzoncillos, se baña con un cubo.
Ve como se enjabona con un trapo y se enjuaga con un jarrito.
Santa observa como se le transparenta la ropa interior a Andrés.
Andrés, con disimulo, la observa mirando y se echa más agua…
Todo se transparenta aún más…

52. EXT.INT. CABAÑA DE ANDRÉS–TARDE


Todo está organizado, recogido y limpio. En la cama la ropa blanca está seca,
recogida y doblada.
CORTE A:
Andrés está sentado en el suelo de la cabaña acariciando a la perra. Santa
agarra sus cosas.
SANTA
Bueno. Ya es hora de irme…
Andrés se asombra…
ANDRÉS
¿No va a comer?
SANTA
No. Ya lo único que tiene que hacer es
servirse…
Andrés se queda extrañado.
ANDRÉS
No seas boba niña… No pasa nada por unos
minutos más… quédate…
SANTA
No de verdad. Gracias…
Santa agarra un tronco de árbol que se ve bien fuerte y lo pone cerca de
Andrés.
SANTA
Por si vuelve el mudo…
Andrés se ríe y Santa se aleja de espaldas y se va.
172

SANTA
Hasta luego y cuídese…
ANDRÉS
Gracias.
Andrés la ve irse y luego se queda mirando el saco de comida.
SANTA
Chao, pa la próxima te traigo pa la limpieza.
Andrés asiente. La ve irse por el camino.
Andrés se apura y se seca y entra a la letrina.

53. INT. CASA DE SANTA–TARDE


Acostada en su cama, Santa, desnuda, se masturba con fuerza.
Santa se toca con una mano y con la otra se aprieta el cabello.
Se muerde los labios y se pasa la lengua por la axila.
Santa entreabre los ojos y observa la foto de Ernestico.
Santa se detiene.

54. EXT. MONTE DE ARBOLES FRUTALES –TARDE


Una explanada empinada con la yerba corta y unas piedras redondas brillosas.
Andrés, solo, apoyándose en el tronco de madera, camina. La perra lo sigue.
Andrés llega a una zona llena de árboles frutales.
Una gran fila de árboles de toronjas es movida por el viento. Las sombras se
mueven con suavidad en el suelo. Andrés llega y se detiene al pie del árbol.
Mira para arriba y se saca de un bolsillo una bolsa. Andrés agarra las toronjas
que están al alcance de la mano y con el tronco tumba las que están en lo alto.
Andrés trata de buscar con la mirada tras unos matorrales. No logra ver nada y
continúa agarrando las toronjas.
Andrés se cansa y mira a lo lejos, hay alguien. Entre los matorrales, hay un
serio campesino con sombrero que con un cubo en la mano lo mira. Es EL
HERMANO DE ANDRÉS (40).
Andrés lo observa y tranquilo va para allá. Andrés va hasta su hermano.
Quedan frente a frente. Rodeados de plantas.
ANDRÉS
¿Cómo estás mi hermano?
El hermano no responde.
173

ANDRÉS
Muchas gracias por el saco de comida.
HERMANO
(Señalando las toronjas) Veo que no te
alcanzó…
Andrés sonríe mirando para los árboles frutales…
ANDRÉS
Tú sabes que yo siempre me cuelo…
HERMANO
¿Tú estás saludable?
Andrés asiente emocionado porque su hermano le pregunta.
ANDRÉS
Estoy bien… Muy bien…
HERMANO
Me alegro…
ANDRÉS
Bueno ahora me han puesto una vigilancia 24
por 24…
HERMANO
¿Quién era esa?
ANDRÉS
Una novia que me han puesto 24 por 24.
Andrés trata de mirar tras el hermano, entre los matorrales, a una casita que
hay a lo lejos donde hay DOS NIÑOS jugando…
ANDRÉS
¿Y los muchachos? ¿Y Nora?
HERMANO
Bien. Todo el mundo bien.
ANDRÉS
Hace rato que no los veo…
HERMANO
Están bien.
ANDRÉS
¿No puedo saludarlos?
HERMANO
Están ocupados.
ANDRÉS
Porque no pasas una de estas noches por
174

casa… Yo te aseguro que no va a haber nadie.


HERMANO
(Negando) Tengo mucho trabajo con la finca.
ANDRÉS
(Entendiéndolo) ¿Llevas tiempo sin ir a la tumba
de mima?
El hermano asiente. Uno de los niños se acerca corriendo.
NIÑO
(Acercándose) ¿Papá?
Andrés levanta la cabeza para verlo. El hermano se da la espalda y se aleja.
HERMANO
Cuando salgas cierra la cerca.
El hermano se va e intercepta al niño para que no vea al tío Andrés. Lo lleva de
regreso a la casa.
NIÑO
(Mirando para atrás) ¿Quién era ese papá?
El hermano no le responde al hijo. Andrés se queda entristecido. A lo lejos
observa la casa familiar.

55. EXT./INT. CABAÑA–NOCHE


Andrés prende un quinqué. Cuelga la sábana en la puerta de la cabaña para
que nadie lo observe. Se sienta a la mesa y afila el lápiz y lo apoya en el papel
blanco. Se dispone a escribir.
Andrés escribe con pasión y se toca la cicatriz del hombro con la mano
izquierda mientras lo hace.
CORTE A:
Andrés organiza los papeles que tiene y los mira.
Coloca la palabra “FIN” al final de una de las hojas.
Estruja y rompe otros papelitos y anotaciones.
La sábana en la puerta es descorrida y entra una figura. Andrés, asustado,
esconde los papeles. Es El mudo, que lo mira con fijeza. Andrés empuña el
lápiz como si fuera un arma, se levanta y se acerca a donde tiene los cuchillos
y los tenedores.
El mudo, entra como si nada hubiera pasado, y se sienta en la cama a quitarse
los zapatos.
ANDRÉS
No tengo nada para ti…
175

El mudo mete la mano debajo del colchón y saca una caja de cigarro.
ANDRÉS
No hay más nada. Dulces y cigarros.
El mudo mira los dulces hechos y levanta los hombros, le da igual. Prende un
cigarro y saca de la caja de debajo de la cama las fotos de mujeres y se pone a
verlas.
Andrés niega con la cabeza y recoge todos sus papeles y sale de la cabaña.
El mudo se para a verlo con cara de preocupación.
Andrés regresa con las manos vacías. El mudo se acerca con cuidado, Andrés
lo mira con miedo. El mudo como un niño que acaricia a un animal suavemente
le pasa la manito a Andrés por alrededor de la herida.
Andrés le va a dar un beso en la boca y el mudo vira la cara y se zafa el
pantalón.
Andrés lo empieza a masturbar y huele el cuello del mudo, que vira la cara para
no mirarlo. Andrés le huele el cuello, el torso, las axilas.
El mudo lo lleva a la cama con suavidad y Andrés se vira de espaldas y se baja
su pantalón.
El mudo deja a Andrés esperando de espaldas y va hasta un mueble donde
saca una botella de aceite y se moja los dedos y la pinga y va para donde esta
Andrés.
Andrés mira a las mujeres desnudas en las fotos y les tira el pantalón que sirve
como almohada para taparlas.

56. INT. BIBLIOTECA DEL PUEBLO–DIA


En una biblioteca pública, pequeña y un poco oscura…
Santa está sentada a una mesa con un montón de diccionarios delante.
Santa saca el papelito donde tiene anotada unas palabras y busca en el
diccionario.
Santa lee: ósculo… y ve que significa beso. Busca Crepitaba:
Santa comienza a leer, pero se desconcentra y se pone a mirar afuera por la
ventana de cristal a la GENTE que pasa por la calle.

57. EXT./INT. GRANJA PORCINA–DÍA


Santa, con apuro y sin prestarle mucha atención, limpia con la manguera la
porqueriza.
Santa termina. Agarra la manguera y la escoba y se adentra en la granja.
176

Santa guarda en un clóset los útiles de limpieza…


Santa saca un viejo maquillaje y se maquilla y se quita el pañuelo y se suelta el
pelo.
Santa se va por el pasillo apurada. Santa se aleja corriendo.
Desde su oficina, con la puerta abierta, Jesús observa a Santa que se va
apurada… Se queda pensativo, quizá sospechando.

58. EXT./ INT. MONTE/ CAMINO A CABAÑA–DÍA


Santa, con cierta alegría, camina entre los arbustos rumbo a casa de Andrés.
En sus manos lleva unas velas, un coco y un pomo de perfume “Suchel”.
Antes de llegar, observa algo que la hace detenerse.
Dentro de la cabaña, Andrés está sentado en el piso picando unas cebollas
para cocinar y el Mudo está durmiendo desnudo en el camastro. Santa se
esconde detrás de las plantas y se queda pensativa.
La perra huele algo y sale a buscarla.
Santa se vira de espaldas, llena de tristeza y sin saber qué hacer regresa a su
casa apurada.
Baja corriendo y se le caen las velas el coco y el perfume por el camino de la
manigua.

59. INT. CASA DE SANTA–DÍA


HAY MUSICA CLÁSICA PUESTA EN LA RADIO.
Santa está frente a la cocina, hirviéndose un huevo.
De pronto Santa apaga la candela de un tirón y se queda pensativa, molesta.
CORTA A:
Santa está sentada al borde de su cama.
Piensa y se rasca los pelos de los brazos como una loca.
Mira la hora.

60. EXT. CARRETERA/ COMUNIDAD DE CASAS–TARDE


Santa se baja de un camión de PASAJEROS y camina en dirección al mar.
Apurada, como una loca, atraviesa la pradera y observa una zona llena de
casas de cartón, una especie de “villa miseria” muy cerca del mar. A lo lejos,
las olas chocan en la costa.
177

61. EXT. COMUNIDAD DE CASAS/ CASA DE MUDO –TARDE


Santa camina entre las casitas. Hay unas MUJERES lavando la ropa y
tendiéndola. Santa dobla por un pasillo y se adentra entre varios pasillos y
callejuelas. Santa está perdida en el fondo de una callejuela.
UNA ANCIANA NEGRA riega unas plantas. Santa se le acerca.
SANTA
Buenas ¿Abuela por aquí dónde vive el mudito?
La anciana le señala un camino.
ANCIANA
Allá, la última casa, la roja.
SANTA
Gracias…
Santa le agradece y sigue caminando. La anciana la mira con desconfianza.
Santa camina entre las casitas.
LOS HABITANTES, sentados afuera, a la espera, la miran con mala cara.

62. EXT. CASA DE MUDO–TARDE


Santa llega frente a la casa de paredes rojas y TOCA en una puerta metálica
con fuerza. No sale nadie. Santa, desesperada, mira a ambos lados y vuelve a
TOCAR. Nadie sale.
Santa va a volver a tocar, cuando le sale LA MUJER DEL MUDO, (16), una
negrita que es casi una niña bastante demacrada con cara de pocos amigos.
MUJER DEL MUDO
¿Diga?
SANTA
Buenas…
La mujer se queda callada esperando.
MUJER DEL MUDO
¿Qué quiere?
SANTA
¿Aquí vive el mudo?
MUJER DEL MUDO
Yoandri. ¿Quién es usted?
SANTA
Yo soy una amiga de él…
178

MUJER DEL MUDO


Él ahora no está… ¿Qué quiere?
Santa lo va a delatar, pero se arrepiente, se da media vuelta y empieza a
alejarse.
SANTA
Nada gracias… yo venía a darle un recado, pero
vuelvo en otro momento…
La mujer se asoma y la sigue unos pasos…
MUJER DEL MUDO
Me lo puede decir a mi… ¿Oiga?
Santa, un poco asustada, se va apurada por los pasillos. La madre la mira
extrañada.

63. EXT. COMUNIDAD DE CASAS–TARDE


Santa se queda esperando apoyada en una cerca hecha de láminas de
metales.
Santa desiste y camina apurada. Asustada, dobla y vuelve a doblar por el
laberinto de callejuelas… hasta que… Santa choca de frente con El mudo, que
viene con una bolsa llena de los dulces en conservas de Andrés.
Santa se queda mirando la bolsa de dulces. El mudo se asombra de verla. El
mudo ARTICULA ALGO QUE NO ENTENDEMOS.
Santa lo enfrenta y le habla con pausa.
SANTA
¿Tu mujer sabe en que tú andas? ¿Sabe que
andas mariconeando por ahí?
El mudo no entiende nada y hace unos sonidos RAROS con la voz. Santa se
acerca a él y mueve los labios con suavidad y gritando para que lo entienda…
SANTA
¿Tú me entiendes?
El mudo niega con la cabeza. Santa, se desespera, le sigue explicando
moviendo suavemente los labios.
SANTA
Tienes que dejar tranquilo a Andrés…
El mudo se ríe de ella, haciendo UN SONIDO BIEN RARO.
SANTA
Andrés está siendo parte de una vigilancia por
gusano… Sí, por contrarrevolucionario…
Santa le habla sílaba a sílaba.
179

SANTA
No es lo mismo estar preso por robarse una
grabadora que por “gusano”…
El mudo asiente y levanta los hombros como si no le importase y HABLA algo
inentendible…. El mudo vira la cara y trata de pasar. Santa no lo deja pasar y
le agarra la cara.
SANTA
No te quiero volver a ver más por allá… porque
si no, voy a contarles a todos que eres tremendo
maricón… Y que para colmo te gustan los
viejos…
El mudo, con un manotazo se suelta. La bolsa con los dulces cae al suelo. Se
rompen los pomos y los cascos de toronja se desparraman.
El mudo trata de recogerlo, pero de nada sirve, da un golpe en la pared
GRITANDO ALGO INENTENDIBLE y escupe al suelo.
Santa amenaza al mudo por última vez.
SANTA
Ya estas advertido. Tú no sabes quién soy yo…
Te puedo hacer la vida imposible… Ir a hablar
con el jefe de sector…
Santa le vuelve a agarrar la mano y se saca un carnet del partido del bolsillo y
se lo enseña al mudo.
SANTA
Aléjate de Andrés… Mira… Lee ahí… Ya estás
advertido…Vas a ir preso por
contrarrevolución… Preso…
El mudo la mira con odio y se suelta. Santa le retiene la mirada y le acerca el
dedo a la cara. El mudo le da un manotazo al dedo. Santa se arregla la ropa y
se aleja con mucho nerviosismo. El mudo la mira con odio y preocupación y se
agacha a recoger los dulces.

64. EXT. MONTE –NOCHE


En el monte selvático, en la oscuridad total, Andrés, con una bolsa, se adentra
entre las plantas alumbrándose con el quinqué en la mano. Su perra lo sigue.
Andrés camina por el monte mirando atrás a ver si no lo siguen. Los árboles y
las plantas en la oscuridad forman unas sombras que parecen personas…
Andrés se detiene frente a una ceiba. Se arrodilla y comienza a cavar en la
tierra.

65. EXT. CASA DE SANTA–ANOCHECER


Santa regresa a su hogar y entra al portal de su casa.
180

La puerta de la casa tiene una pegatina que reza: “Fidel esta es tu casa”.
De repente es sorprendida y asustada por Jesús, que viene del pasillo lateral y
se le aparece por un costado.
SANTA
¡Ay, cojones!
Jesús la mira con seriedad.
JESÚS
¿Te asusté?
Santa, nerviosa, lo mira y se apoya en una pared a arreglarse un zapato.
SANTA
No…
JESÚS
¿Dónde estabas?
SANTA
En casa de una amiga…
JESÚS
¿Una amiga?
SANTA
Una amiga de mi hermana…
Santa, nerviosa, cree que la han descubierto y lo mira.
SANTA
(Mirando al pasillo) ¿Y tú?
JESÚS
¿Nerviosa?
SANTA
No ¿Qué dices?
Santa abre la puerta.
SANTA
(Tratando de entrar) ¿Qué haces aquí?
¿Quieres entrar?
Jesús observa el maquillaje y el pelo de Santa.
JESÚS
Últimamente estás muy rara…
SANTA
¿Rara? No.
181

JESÚS
¿Santa tu confías en mí?
SANTA
¿Qué pasa Jesús?
JESÚS
¿Si estuvieras en algo raro me lo dirías?
SANTA
¿Pero qué pasó?
JESÚS
A la oficina ha llegado una queja contra tu
persona.
SANTA
¿Cómo que una queja? ¿De quién?
JESÚS
Es un anónimo. Diciendo que tú sigues
frecuentando a Andrés Díaz y que te has hecho
amiga de él…
Santa se queda callada y baja la cabeza.
SANTA
Eso no es verdad…
JESÚS
Al parecer no… Te vieron saliendo del hospital
con él…. Y luego rondando por su casa.
SANTA
¿Quién dice?
JESÚS
Santa… Yo no me quiero ni imaginar en lo que
tú andes… Porque todo se ve mal en mi
cabeza…
SANTA
Jesús, por favor…
JESÚS
Santa… Ese tipo por cualquier lado que lo mires
está mal. Ideológicamente está mal.
Sexualmente está mal. Santa yo que iba a dejar
todo por ti… Pinga… Yo no quiero ni
imaginarme…
Santa se le tira arriba y lo abraza. Jesús la separa de su cuerpo.
SANTA
No es lo que tú piensas…
182

JESÚS
Necesito que me cuentes y me digas la
verdad…
Santa se queda seria, pensativa. Jesús la mira esperando una explicación.
SANTA
No es lo que tú te crees…
Santa se mueve de un lado al otro justificándose.
SANTA
(Mintiendo) Yo no confiaba en él… Por lo que
me di al atrevimiento de seguir visitándolo, para
sacarle algún tipo de información…
JESÚS
¿Pero Santa tú estás loca?
SANTA
Tú mismo me dijiste que él estaba en algo… y
por eso intenté comprobarlo….
JESÚS
Sí, pero esas cosas no se hacen así… ¿Le
sacaste alguna información?
Santa niega con la cabeza.
JESÚS
¿Ves? Eso no se hace así…
SANTA
¿Jesús? Acuérdate por qué tú me escogiste pa
esta tarea… Yo soy intachable.
Jesús, sin creerle, asiente con gravedad. Santa mira adentro y lo mira.
SANTA
Pasa dale…
Santa mira la puerta y observa a Jesús…
JESÚS
No sé si sea buena idea… Estoy sucio de todo
el día… Tengo que darme tremendo baño…
SANTA
Yo te baño.
CORTE A:

66. INT. CASA DE SANTA–NOCHE


En un mueble de la sala, Jesús monta a Santa. Al acabar, Santa, insatisfecha,
183

se da cuenta que ya Jesús no le gusta nada.


Santa se queda pensativa.

67. EXT./INT. GRANJA PORCINA–DÍA


Santa, cargando un saco, se va por el pasillo apurada. Se aleja corriendo.
Desde su oficina, con la puerta abierta, Jesús observa a Santa que se va
apurada cargando el saco…
Se queda pensativo, sospechando.

68. EXT./ INT. PARADA DE ÓMNIBUS–DÍA


Santa espera de pie con el saco en la mano en la parada de autobuses que
está abandonada.
Sentado en el banquito hay un CIEGO, con espejuelos oscuros y bastón. Santa
lo mira y se sienta a su lado a esperar. En el saco que lleva hay un movimiento
constante.
Un camión lleno de sillas y pupitres pasa frente a la parada.
El ómnibus llega y Santa se sube.

69. EXT. LINEA DEL TREN–DÍA


Santa, cargando el saco, espera al borde de la línea junto a unas 12 MUJERES
CAMPESINAS que cargan cajas con vegetales, frutas, y sacos de alimentos. El
tren se acerca. Santa observa como las mujeres se apuran y se acercan a la
línea.
El tren llega con mucha GENTE asomada en las ventanillas abiertas. El tren se
detiene. Del tren se bajan unas MUJERES CITADINAS, con bolsas. Son cuatro
en total.
Las mujeres y Santa les van arriba a las mujeres y las llevan a un lado. Santa
camina con una de las mujeres que abre un maletín y vemos que está lleno de
ropa. Todas las mujeres campesinas hurgan en las bolsas de la ciudad, para
intercambiar comida por ropa.
MUJER CITADINA
¿No tiene galletas?
SANTA
No…

70. EXT./ INT. MONTE/ CAMINO A CABAÑA–AMANECER


Santa, con el pelo suelto, sube a casa de Andrés cargando unas bolsas. Antes
de llegar, Santa se mete en el monte y se cambia de ropa. Santa se desnuda,
quedando en blúmer y saca de la bolsa un vestido y se lo pone. Mientras se lo
184

pone se agarra de las ramas y espanta a las moscas.


La perra viene a olerla y Santa tiene que alejarla. Santa se arregla el pelo con
las manos y pasa las manos por el vestido.
Santa sigue su camino y llega arriba seguida por la perra.
ANDRÉS, de mal humor, y con una barba de dos días se asoma a la puerta de
la cabaña. La mira y no saluda.
Santa ve unos pomos con conservas sobre la mesa. Santa se acerca y se
asombra de verlo tan demacrado…
SANTA
(Bromeando) Óigame no se le puede dejar solo
dos días que se tira a morir…
ANDRÉS
Estas muy bonita vestida así…
Santa le da mucha importancia a lo que le ha dicho.
Santa observa que Andrés tiene la camisa abierta y la herida al descubierto, ya
cicatrizando.
SANTA
Veo que ya estás bien.
Andrés, sin hacerle mucho caso, le da la espalda y regresa adentro.
SANTA
Le he traído un regalo…
ANDRÉS
¿Qué?
SANTA
Como vi que estabas corto de ropa te traje un
pulovito, un pantalón y unos calzoncillos…
Andrés la mira extrañado. Santa comienza a sacar la ropa.
SANTA
Mira…
ANDRÉS
¿Y esto?
SANTA
Eran de Mario, el marido de mi hermana… No te
preocupes, que nadie las va a extrañar…
Andrés se queda serio…
Santa le habla resentida.
185

SANTA
(Con retintín) Ahora ellos son “habaneros”…
ANDRÉS
No, pero yo de ropa estoy bien… Yo no te
puedo aceptar eso….
SANTA
Ay, Andrés, por favor.
Santa le lanza la bolsa por el aire. Andrés la agarra y se queda sorprendido, sin
saber qué hacer.
SANTA
Ve a cambiarte dale… para ver cómo te
queda…
CORTE A:
Santa está sentada en una silla.
Andrés sale vestido como si fuera otra persona.
Por la vestimenta Andrés se parece a Jesús.
Santa sonríe y le señala a un lado para que camine.
SANTA
Camina para allá…
Andrés, con muy mala cara, modela de un lado al otro.
ANDRÉS
A mí me va más la ropa más sencilla…
SANTA
No hables de lo que pica el pollo… Te queda
perfecto…
Los dos se quedan en silencio.
SANTA
¿Qué pensabas hacer hoy? ¿Vas a ir a vender?
ANDRÉS
No, estoy un poco deprimido… y cuando estoy
así lo que me gusta es ir a la cascada…
Santa entra y se sienta en el camastro. Se tira para atrás.
SANTA
Además… Traje una botellita…
Santa saca del bolso una botella y se la enseña a Andrés.
186

SANTA
¿Puedo ir?
Andrés la mira, mira la botella, y se queda callado por unos segundos.
ANDRÉS
Yo no soy el dueño de la cascada.

71. EXT. CASCADA–TARDE


El agua verde-cristalina de la cascada cae con todas sus fuerzas. La cascada
está rodeada de una vegetación tupida y selvática. El río está apacible, no hay
una sola persona.
De la selva, surgen Santa y ANDRÉS. Traen en la mano la botella de ron
barato que ya ha sido un poco bebida.
Llegan hasta una roca y Andrés se sienta. Santa se queda de pie mirando una
roca que hay al principio de la caída del agua.
ANDRÉS, se empieza a cambiar, se queda en su bañador y se sienta en la
roca a beber de la botella de ron. Andrés la observa vestida.
ANDRÉS
¿Tú no te vas a meter?
SANTA
No sé… No tengo trusa…
Santa prende un cigarro. Andrés se toca la herida, se levanta con cuidado, se
da otro buche para embullarse y prestando mucha atención comienza a
caminar entre las rocas. Andrés se mete en el agua con cuidado.
ANDRÉS
¡Coño que fría!
Andrés se adentra y nada hasta la cascada. Santa lo observa con deseos.
Andrés nada hasta donde cae el agua y se mete debajo, con cara de felicidad.
Andrés regresa nadando y con cuidado se sube a la roca donde Santa está
seca. Andrés se sienta, esta vez él está mojado y ella está seca. Él sirve dos
vasos de ron.
Santa observa como se le transparenta la ropa interior a Andrés dejándole el
pene marcado. Santa se le queda mirando.
Los dos en silencio miran a la selva y ven el agua de la cascada caer. Santa se
quita el vestido y se queda en ropa interior. Andrés la observa. Por sus muslos
y sus axilas ve que es muy velluda. Andrés observa como a ella se le marca
todo el cuerpo desnudo.
ANDRÉS
Niña estás encuera.
187

SANTA
Total, aquí no hay nadie…
Los dos beben ron sentados en las rocas.
ANDRÉS
Métete…
SANTA
No, ahora no…
ANDRÉS
Métete que esta riquísima…
Santa se tira y salpica agua.
SANTA
¡Pingaaaaa! ¡Cojonnnessss!
Santa, como una niña chiquita, comienza a salpicar agua y lo moja a él en la
roca.
ANDRÉS
¡El coño de tu madre! No, no, no…
Santa le echa agua en la cabeza a él. Andrés se levanta.
ANDRÉS
Esa salvajada no… Qué va… Yo no sé nadar.
Santa lo mira y nada hasta debajo de la cascada… Andrés se mete
suavemente con el vaso de ron en la mano.
Santa nada y lo alcanza, quedando uno frente al otro con el agua al pecho.
Andrés le pasa el vaso de ron. Santa se da un trago.
Santa estira el brazo y de la roca agarra la caja de cigarros, prende un cigarro y
se queda callada. Andrés se pone de pie, la observa.
CORTE A:
Santa y Andrés descansan, medios desnudos, boca arriba tirados sobre unas
grandes rocas.
Sus cuerpos se ven brillosos, dorados, bonitos…
Andrés se queda mirando al cielo.
SANTA
¿Qué piensas?
ANDRÉS
En cosas del pasado… En los viejos amigos…
Santa lo mira y se acerca un poco…
188

Se ríen.
Santa lo mira de arriba abajo.
SANTA
¿Tú nunca has estado con una mujer?
Andrés asqueado niega con la cabeza.
SANTA
A lo mejor te gusta.
ANDRÉS
Na… yo le tengo aversión al órgano sexual
femenino. Para mí un bollo es como una
puñalada en el grajo.
Los dos se ríen con mucha fuerza.
Santa se pone seria.
SANTA
A lo mejor no te has encontrado la mujer
correcta, una que te encamine y te ayude…
Andrés la mira extrañado.
ANDRÉS
A mí solo me gustan los hombres…
SANTA
¿Has tenido muchos machos tú?
ANDRÉS
¿Y tú?
SANTA
No.
ANDRÉS
Te creo.
Santa le lanza la lata a Andrés. Los dos se ríen con fuerza.
ANDRÉS
No, mentira, es raro. Una mujer bonita como tú
podrías tener a cualquiera…
Santa, sonrojada, lo mira feliz por el cumplido y baja la vista.
SANTA
En el pueblo no me interesa nadie… Yo creo
que voy a acabar como mi madre, sola… Que
después que estuvo con mi padre no aguantó
una compañía en su cama más nunca…
189

Santa mira a Andrés con ganas.


SANTA
Además, los que me interesan no se fijan en
mí…
Andrés se asusta y se sienta.
SANTA
¿Te gusta Ramazotti?
ANDRÉS
¿Quién es ese?
SANTA
El italiano…
Andrés mira al monte y se da un buche de ron.
ANDRÉS
No lo conozco.
SANTA
El que canta… tarararar.
CORTE A:

72. EXT./INT. BAR CARRETERA–NOCHE


Un bar de mala muerte ubicado al borde de la carretera.
HAY MUSICA SALSA puesta al máximo volumen.
Al final de la barra hay un micrófono y un lumínico que reza: “La cuevita”.
Santa y Andrés están bebiendo ron, de pie, apoyados en la barra.
Están ya bastante tomados.
Frente a ellos, en la carretera, pasan los camiones.
Santa mira los camiones y bebe más.
Los rodean varias LUGAREÑAS, que parecen menores de edad,
PROSTITUTAS BARATAS y uno que otro CAMIONERO.
Una MUCHACHA CON SOMBRERO DE VAQUERA agarra el micrófono y lee
en un viejo televisor ruso las letras de una canción de MARIA ANTONIETA.
Es un karaoke.
Andrés observa con deseos a UN CAMIONERO (18), que parece un niño, que
lo mira también.
Santa mira a Andrés.
190

Hay un intercambio de miradas: Andrés mira al Camionero, El camionero mira


a Santa y ella mira a Andrés.
UN CAMIONERO CANOSO, alejado, mira a Santa y baja la vista.
Santa mira con odio al camionero canoso y se da otro trago.
Santa, con una botella en la mano, le sirve mucha bebida a Andrés en su vaso.
Pareciera que lo quiere emborrachar.
Andrés se lo toma de un tirón.
Por la calle de enfrente, El Mudo se acerca caminando con un VIEJO
HOMOSEXUAL (70), muy bajito, lleno de cadenas de oro.
Andrés lo descubre y se pone nervioso…
El mudo mira a Andrés y a Santa con odio.
Andrés va a ir a saludarlo, pero ve que El mudo le pasa la mano por el hombro
al Viejo de las cadenas de oro.
Santa retiene a Andrés.
SANTA
Déjalo…
Andrés se queda detenido.
El mudo los mira retándolos y escupe en el suelo.
ANDRÉS
No entiendo que le puede haber pasado…
¿Pero y esto?
SANTA
Se encontró a uno con más dinero para
chulear… No te engañes Andrés, ese nunca
sirvió…
Santa observa a Andrés que se ha puesto triste.
SANTA
No te pongas triste… trata de disfrutar…
Comienza un tema musical: “EL MUNDO” DE JIMMY FONTANA.
SANTA
(Media borracha) ¡Ay, mi tema!
Santa coge el micrófono y empieza a cantar en el karaoke.
Santa canta y baila con suavidad tratando de llamar la atención de Andrés que
la observa.
191

LOS CAMIONEROS miran con odio a Santa. El camionero canoso baja la vista
apenado, y trata de irse, pero un CAMIONERO VIEJO lo retiene.
Andrés se queda pensativo y baja la vista.
Santa termina de cantar y le tira el micrófono por la cabeza al CAMIONERO
CANOSO, que baja la vista, apenado.
Santa sale corriendo. Andrés corre tras ella.

73. EXT. CAMINO AL MONTE–NOCHE


En la oscuridad total de la selva, la luna llena es lo único que alumbra un poco.
Santa camina adelante y Andrés tras ella.
ANDRÉS
¿Qué pasó?
SANTA
Nada… me entró sueño…
ANDRÉS
¿Qué fue eso?
SANTA
Ese hijoeputa me mató a mi niño…
Santa tropieza, Andrés la agarra.
SANTA
Y ya está suelto, en la calle, vivito y coleando…
ANDRÉS
Lo siento…
SANTA
¿Lo sabías?
ANDRÉS
Tienes que dormir… Me hubieras avisado para
llevarte a tu casa…
SANTA
No, necesitaba coger un poco de fresco… Hay
que mareo me ha dado…
Santa comienza a vomitar.
Andrés se tiene que quitar del medio para no ser vomitado…
Santa vomita mucho.
ANDRÉS
¿Niña?
192

Andrés le agarra el pelo y la ayuda… Por primera vez él es el que la cuida a


ella.
ANDRÉS
No estás acostumbrada a beber…
Santa se repone…
SANTA
Andrés, por favor, déjame pasar esta noche
contigo, no quiero regresar a mi casa sola. No
me siento bien.
Andrés se queda pensativo…
ANDRÉS
No creo que sea buena idea…
SANTA
Bueno déjame en mi casa, pero espera y no te
vayas hasta que me duerma…
Andrés niega con la cabeza con pena.
ANDRÉS
Yo no puedo Santa… Ya bastante me he
alejado de la casa…
CORTE A:

74. EXT. CARRETERA–NOCHE


Santa está sentada en el contén, con la cabeza tirada para adelante. Andrés
está parado en el medio de la carretera con la mano para afuera.
Un camión pasa y no los recoge. Andrés mira a Santa y vuelve a sacar la mano
esperando a que los paren.
Un segundo camión rastra, que en la parte de atrás carga una carroza de
carnaval, se detiene frente a ellos.
Andrés ayuda a levantar a Santa y casi cargándola la lleva.

75. EXT./INT. CAMIÓN–NOCHE


El CAMIONERO maneja y observa a su lado a Santa media dormida, al lado de
Santa esta Andrés que mira por la ventanilla para afuera.
Por la carretera pasa una MULATA CONGUERA vestida con plumas y
lentejuelas de carnaval. A su lado baila borracho un HOMBRE CON UNA
MÁSCARA DE CARNAVAL.
193

76. EXT./INT. CASA DE SANTA–NOCHE


Todo el barrio esta desolado y a oscuras. Los vecinos están durmiendo. Santa
y Andrés llegan a la casa de Santa. Santa abre la puerta con trabajo y entra y
Andrés se queda parado en la puerta.
ANDRÉS
Bueno, me voy…
Santa lo manda a hacer silencio y lo jala de la mano. A Andrés no le queda de
otra que entrar. La puerta es cerrada de un tirón. Todo dentro de la casa está a
oscuras. La luz de la luna llena entra por las rendijas de la ventana.
Santa llega al cuarto, y se tira en la cama. Andrés se queda parado sin saber
qué hacer. Observa los retratos del hijo de Santa. Andrés no sabe qué hacer…
SANTA OFF
¡Oye!
Andrés se adentra en la habitación y se la encuentra tirada en la cama. La
ayuda a quitarse los zapatos.
ANDRÉS
Bueno, a dormir…
Andrés le acomoda la almohada. Santa se ríe y lo agarra. Santa lo abraza y lo
besa en la boca. Andrés se suelta.
ANDRÉS
¿Qué haces muchacha?
Andrés se ríe…
ANDRÉS
Tremenda perra borrachera…
Santa le mete la mano en el pantalón a Andrés. Lo toca.
ANDRÉS
Oye, deja eso…
Andrés la separa y la aleja. Santa comienza a besarlo de la cintura para abajo.
Andrés la agarra por la cabeza y trata de alejarla.
ANDRÉS
¡Coño! ¿Qué tú haces niña?
Santa lo manda a callar.
SANTA
Tranquilo, tranquilo…
Santa le abre el pantalón y Andrés da dos pasos atrás.
ANDRÉS
Santa… Tranquila…
194

Cuando Andrés la aleja de su cuerpo, Santa se zafa el vestido y con


brusquedad queda desnuda, vulnerable.
SANTA
Ven.
Santa, desnuda, lo agarra de la mano y lo atrae para que se tire con ella.
SANTA
Dale, ven.
ANDRÉS
Santa deja la locura…
Andrés se suelta y tropieza con un cuadro que cae al suelo. Santa acostada en
la cama se abre de piernas como una maja desnuda y se retuerce en la cama.
SANTA
Ven ANDRÉS… Que nadie se tiene que
enterar…
Santa le agarra las manos y lo acerca para sí, tratando de besarlo… Andrés se
suelta con brusquedad.
ANDRÉS
Mira muchacha tú estás tomada… La bebida te
cayó mal…
Santa se levanta y le agarra la mano a Andrés, se la pone entre sus nalgas.
SANTA
Me puedes dar por el culo o yo puedo hacer de
macho si es lo que tú quieres… Tú lo que
necesitas es esto… Una mujer que te
entienda…
Andrés comienza a reírse. Andrés busca a tientas y prende la luz para enfriar
el ambiente. Santa, desnuda, despeinada, se ve bastante demacrada a la luz
blanca del tubo incandescente.
SANTA
No seas bobo… por atrás… como si estuvieras
cogiendo a un hombre… ven…
A Andrés se le escapa otra risa.
SANTA
Yo sé que a ti también te gustan las mujeres…
ANDRÉS
¿Qué?
SANTA
Tú tienes fotos de mujeres….
Andrés se queda serio…
195

ANDRÉS
¿Me registraste? Santa… No has entendido
nada…
Andrés sonríe con ironía.
SANTA
¿De qué tú te ríes?
Santa, apenada, comienza a vestirse y se toca el pelo para arreglárselo.
SANTA
¿De qué tú te ríes?
Andrés se pone serio y la mira.
ANDRÉS
A ver… Déjame cuidarte yo esta vez…
Andrés llega al baño aledaño y prende la luz. Entonces regresa y apaga la luz
del cuarto. Todo queda en penumbras a no ser por la luz que sale del lavabo.
Andrés agarra una sábana y acurruca a Santa en la cama… Santa se deja
querer…
ANDRÉS
Ahora vas a poder descansar…
SANTA
Sí, pero acuéstate a mi lado…
Andrés duda por un segundo, pero al final se acuesta a su lado y la abraza.
Santa se relaja. Andrés le mira la nuca y cierra los ojos.

77. EXT./INT. CASA DE SANTA–AMANECER


Santa se despierta en su cama y está destruida de cansancio. Mira a su lado y
Andrés ya no está. Esta sola.
Se levanta a duras penas y se mete en el baño.
CORTE A:
Santa abre la puerta de su casa y cuando va a salir se encuentra un pomo de
dulces de conservas en la entrada.
Andrés se lo ha dejado ahí. Santa lo mira y sonríe.

78. EXT. GRANJA PORCINA–DIA


Santa, pensativa, está alimentando a los cerdos. Se lleva la mano a la cabeza,
tiene una resaca terrible.
196

Santa se abre camino entre los animales.


SANTA
Salgan del medio…
Jesús se acerca y se acomoda en la cerca a observar a Santa…
JESÚS
¿Tienes un minuto?
Santa se vira asustada.
SANTA
¿Pasó algo?
Jesús, serio, la mira. Santa se queda preocupada.

79. EXT. PRADERA/MONUMENTO A LOS MÁRTIRES DEL PUEBLO–DÍA


En la pradera que está detrás de la granja se ven dos figuras alejarse en el
horizonte.
CORTE A:
Un monumento de mármol se erige en el medio de la nada.
A la sombra del mármol, en los escalones están Jesús y Santa conversando.
Jesús está de pie y Santa está sentada.
SANTA
¿Qué pasa?
Jesús la mira con pena y se acerca.
JESÚS
El jefe de sector agarro al mudito de Andrés
robándole a un viejo maricón de La Habana…
Creyendo que colaborando se iba a quitar
tiempo de condena de arriba, empezó a escribir
y contar todo lo que sabía…
Santa se queda curiosa…
SANTA
¿Qué?
JESÚS
Al parecer el “artista” tiene un nuevo libro.
escrito… Un libro “biográfico” donde dice
muchas mentiras en contra de la revolución.
Santa no cree lo que oye, niega con la cabeza y se levanta, camina de un lado
al otro. Santa se siente defraudada.
197

SANTA
Eso no puede ser verdad… No se me puede
haber pasado…
JESÚS
Pues sí.
SANTA
Es que yo llevo días ahí… él ya no escribe… a
mí no se me escaparía eso…
JESÚS
¿Entonces no sabías del libro?
SANTA
No. ¿Cómo iba a saber?
Santa se queda pensativa.
JESÚS
Pues le vamos a caer mañana…Y te voy a
querer allí a mi lado.
SANTA
¿Mañana?
JESÚS
Temprano donde siempre. ¿Qué pasa?
SANTA
(Disimulando) Nada… Perfecto.
Santa observa la mano de Jesús que cae en el muslo de ella.
JESÚS
Es bueno que sigas del lado de nosotros…
SANTA
Siempre…
JESÚS
(Amenazante) No puedo llegar a la cabaña y
encontrarme algo ahí que te incrimine…
Santa se acerca a Jesús.
SANTA
¿Tú estás loco? Yo soy una revolucionaria…
JESÚS
(Dudando) Mejor para todos.
Santa, preocupada, trata de esbozar una sonrisa…
198

80. EXT./INT. CASA DE SANTA–TARDE


Santa, fumando, está sentada en la silla en el portal de su casa. Piensa. Santa
observa el pomo de dulces en conservas que sigue en el suelo. Santa se
levanta y se adentra con la silla.
Cierra la puerta de un tirón.
CORTE A:
Santa está bañándose y se queda pensativa.
CORTE A:
Adentro, Santa se asoma en otra habitación que está vacía y limpia.
Santa ve que la cama está muy tendida y el clóset abierto. En los percheros no
hay ninguna ropa.
Santa baja la mirada. En el suelo, observa un automóvil de juguete.

81. EXT./ INT. CABAÑA–ANOCHECER


Andrés está fregando un plato de comida. Por la ventana observa que Santa
llega corriendo. La perra brinca sobre ella. Santa está colorada, sudada, muy
agitada. Andrés sale apurado de la cabaña.
ANDRÉS
Santa ¿Qué pasa?
Santa está muy agitada, tiene que calmarse, para poder hablar… Andrés la
agarra por los hombros y la mira.
ANDRÉS
Santa ¿Qué te pasa? ¿Quieres agua?
Santa niega con la cabeza.
SANTA
Tienes que esconder tus escritos… Se han
enterado…
Andrés se sorprende y disimula. Santa mira alrededor, tratando de descubrir
donde Andrés tiene su libro escondido.
ANDRÉS
¿Escritos? ¿Qué escritos?
SANTA
Ellos saben que tienes algo nuevo escrito…
Otro libro “gusano”…
ANDRÉS
No… Eso no es verdad…
199

Andrés se pone nervioso, empieza a sudar. Santa lo sostiene ahora a él.


SANTA
No confíes en mí… No pasa nada… Pero toma
medidas… El mudo te delató…
Andrés se mueve nervioso y niega con la cabeza…
ANDRÉS
Yo soy inocente. Tú has visto. Yo llevo años sin
escribir…
SANTA
“Los factores” están preparándose para venir
mañana…
ANDRÉS
¿Cómo?
SANTA
Mañana. Temprano. Lo siento… Lo siento…
Andrés se queda detenido. Santa le agarra las manos…
SANTA
Ahora me voy… Hazme caso… Por tu
bien…Por favor…
Santa, agitada, corre abajo y se vuelve a ir. Se vira y observa a Andrés,
indeciso e indefenso.

82. EXT./INT. CABAÑA–NOCHE


ESCUCHAMOS EL SONIDO DE LAS CIGARRAS Y LOS GRILLOS DEL
CAMPO CUBANO.
Todo está completamente a oscuras. En la cabaña, acostado en el camastro,
Andrés esta desvelado. La perra se acerca a olerlo. Andrés, nervioso, la carga
y la abraza. El viento mueve los matorrales del monte y pareciese que hay
alguien escondido en la oscuridad.
Andrés comienza a SUSURRAR un poema. Recita para sí.

83. EXT. CARRETERA–AMANECER


Sale el sol. En un punto perdido de la carretera, están Santa, EL JEFE DE
SECTOR (40), un policía gordito y bajito, y Jesús esperando. De un camino se
acercan TRES COMPAÑEROS cargando unas latas de pintura negra y unas
bolsas con globos de condones llenos de agua. Los compañeros se acercan a
Santa y a Jesús.
El HERMANO DE ANDRÉS aparece con un palo en la mano, seguido por UNA
MUJER vestida de militar.
200

JESÚS
Ahí viene el hermano…
Santa observa a El hermano de Andrés con fijeza. Jesús observa a Santa con
sospechas.

84. EXT. CAMINO A CASA DE ANDRÉS–DÍA


El grupo de personas sube por el camino para casa de Andrés. Santa es la
última. Santa observa las espaldas de todos los hombres que suben en grupo a
ver a ANDRÉS.
Santa observa las manos que llevan palos, globos de agua… Dos HOMBRES
conversan y Santa los escucha…
HOMBRE 1
¿Y este que hizo?
HOMBRE 2
Es un agente de la CIA, un “pone bombas”…
HOMBRE 1
Pues hay que darle con todo…
HOMBRE 2
Estos hijos de puta…
La mujer interviene.
MUJER
Dicen que estaba preparándose para hacer algo
contra la casa de cultura del pueblo…
Santa les va a responder, pero se calla porque Jesús, inquisidor, la observa
desde adelante.

85. EXT. CASA DE ANDRÉS–DÍA


Andrés siente un RUIDO, se acerca a la puerta. El grupo de personas se
acerca. La perra de Andrés comienza a ladrar. Andrés la calma.
ANDRÉS
Lydia… Tranquila…
Andrés observa entre el grupo a su hermano, que lo mira y baja la vista. Al
final del grupo, entre los cuerpos, ve a Santa. Santa lo mira con pena. Andrés
sale.
ANDRÉS
Buenos días ¿En que los puedo ayudar?
Jesús se saca algunos cuerpos del medio y da el paso al frente.
201

JESÚS
Venimos en nombre del pueblo revolucionario…
ANDRÉS
Bienvenidos…
JESÚS
Ha habido una denuncia en su contra…
Manténgase calmado, a un lado, y déjenos
realizar el operativo…
ANDRÉS
Por supuesto…
El grupo de PERSONAS, encabezado por EL JEFE DEL SECTOR, sin pedir
permiso, entra y empieza a registrar todo. Andrés los observa y con una
sonrisa en los labios los deja pasar.
ANDRÉS
Pasen.
Jesús se acerca.
JESÚS
Quédese ahí tranquilo sin interferir…
ANDRÉS
Como usted diga…
El grupo comienza a desordenar y virar al revés la cabaña de Andrés. Andrés
mira a Santa, que apenada lo mira. La perra, agitada, los mira a todos entrar y
salir y LADRA.
Andrés la sostiene. El Hermano de Andrés, con el palo, pasa por al lado de su
hermano y ni lo saluda.
ANDRÉS
Haz lo que tengas que hacer hermano… Yo te
entiendo…
HERMANO
Cállate.
Los hombres viran el colchón al revés y lo pican con un cuchillo. La guata cae
al suelo. Debajo de la cama registran y ya no hay nada. Tiran a un lado el saco
con las conservas y todos los pomos se rompen.
HOMBRE 1
Nada…
JESÚS
Busquen en la cocinita y en la letrina…
El Hermano de Andrés, con el palo, vuelve a salir y comienza a romper la
letrina. No encuentra nada en la letrina. Jesús observa a todos los hombres
que se miran entre sí y levantan los hombros. No han encontrado nada. Jesús
202

se acerca a Andrés.
JESÚS
¿Dónde tienes el libro?
ANDRÉS
¿Qué libro?
JESÚS
¡No te hagas!
ANDRÉS
De verdad, no sé de qué hablan…
JESUS
La autobiografía que estás haciendo…
Jesús mira a Santa sospechando. Ella con disimulo levanta los hombros y baja
la vista… Jesús se acerca a Andrés…
JESUS
¿Alguien te dijo que veníamos? ¿Te preparaste
verdad?
ANDRÉS
No sé de lo que habla… Yo no he escrito una
palabra hace años…
Andrés señala y mira a Santa.
ANDRÉS
Pregúntele a ella… que ha estado aquí
vigilando… Yo no escribo, ni ando en nada
raro…
Jesús mira a Santa, que no sabe qué hacer y baja la vista.
JESÚS
Sí, con ella ya hablaremos aparte.
Santa baja la vista, sabe que ha caído en desgracia.
Andrés levanta los hombros.
JESÚS
Bueno, si no va a colaborar, usted se lo buscó…
Jesús hace una seña con la mano y reúne a todos.
JESÚS
Este no colabora. Vamos a dejarle bien claro
que la revolución es intocable…
Jesús, los trabajadores y los compañeros, como una manada de animales, con
globos de agua en la mano, comienzan a GRITAR consignas.
203

JESÚS
¡Viva la revolución! ¡Abajo la gusanera!
COMPAÑERA 1
¡Abajo la gusanera!
Varias manos agarran los globos con fuerza. Jesús le da un globo a Santa y la
mira para que tire.
JESÚS
Hoy tú eres la que más vas a tirar…
Todos comienzan a tirar globos contra la cabaña… Andrés observa como
Santa, con los ojos aguados, le lanza un globo.
JESÚS
Coge otro y tira.
Santa agarra otro y lo tira. Andrés comienza a cubrirse y se adentra… Uno de
los hombres agarra una brocha y comienza a pintar la cabaña con carteles:
“Gusano” “Lumpen”… Otro empuja las débiles paredes, con la intención de
destruir la choza. LA MUJER, vestida de militar, se acerca y saca a Andrés del
brazo para afuera.
MUJER
¡Para afuera! Ahora no te escondas…
Andrés se resiste y la mujer lo inmoviliza en el suelo. Andrés comienza a
golpear a la mujer…
JESÚS
Vamos que le está dando…
Santa se asombra… Jesús va a separarlos, pero aprovecha y golpea a Andrés
también, en un enredo, para que no se den cuenta… Santa, con los ojos
aguados, observa a Andrés tirado en el suelo, con la mujer militar arriba y tres
hombres tratando de separarlos. Andrés comienza en un ataque de nervios a
golpear a todos y a GRITAR COMO UN MUDO. La perra empieza a morder a
los trabajadores que golpean a Andrés.
Jesús agarra a la perra por el pescuezo y se la lleva monte adentro. Santa trata
de metérsele en el medio.
SANTA
La perra no. No tiene la culpa…
JESÚS
(Retándola) Tú no sabes en lo que tú te has
metido…
Jesús empuja a Santa y sigue monte adentro apretando a la perra que se
ahoga. La perra CHILLA y CHILLA y luego se calla. Andrés llora en el suelo,
cubierto por una masa de personas.
ANDRÉS
¡Mi perra!
204

Jesús regresa solo del monte. Andrés llora y cierra los ojos inmovilizado en el
suelo por el pueblo.
FADE A NEGRO:

86. EXT./INT. CABAÑA–ANOCHECER


Cae la noche. Ya todos se han ido y la cabaña está completamente destruida,
casi en el suelo… ANDRÉS, solo, golpeado, está enterrando a su perrita.
ANDRÉS, lleno de tierra, se adentra en la cabaña, comienza a organizar las
cosas, pero desiste. Santa aparece por el camino, apenada, cabizbaja. Santa
ve que todo está destruido y lleno de pintura negra. En la pared hay un gran
cartel: “Gusano”.
Santa apenada baja la vista.
SANTA
Andrés yo no les dije nada… Yo no sabía… El
mudo fue el que les contó todo…
Andrés levanta los hombros. Santa entra y comienza a recoger. Andrés camina
por su cabaña destruida, viendo qué puede salvar. Desiste.
ANDRÉS
Deja… Ya no hace falta…
Santa lo mira y llora.

87. EXT. MONTE–NOCHE


En el monte selvático, alejado de todos, Andrés, solo, con una vela en la mano
y una mochila, se adentra en la oscuridad. Andrés llega a un árbol de Ceiba
inmenso y a sus pies se arrodilla. Empieza a cavar con las manos en la tierra.
Mira a todos lados y finalmente abre el agujero. En el agujero Andrés tiene
varios libros de pensamiento tibetano.
También tiene enterrado un nylon con sus escritos.
Andrés, rebusca, saca un papel con un teléfono y agarra el nylon con el libro.

88. EXT. TELÉFONO PÚBLICO–NOCHE


La oscuridad cerrada. Un teléfono público en un camino desolado. Andrés llega
al teléfono público, se alumbra con unos fósforos y llama por teléfono con
mucho misterio.

89. INT. CASA DE SANTA–DIA


Santa termina de fregar su plato y mira el televisor.
205

COMENTARISTA DE TV OFF
…Este Carnaval nos va a recordar a todos los
cubanos, los puntales esenciales de nuestra
idiosincrasia. Los cubanos somos solidarios…
En la pantalla aparecen unos muñecones cabezones hechos de cartón. Santa
apaga el televisor.

90. EXT./INT. CABAÑA–DIA


Andrés, vestido y con la mochila colocada en la espalda termina de comerse un
pancito.
Se revisa a ver si no le falta nada y mira a su alrededor.
Andrés sale de la cabaña y camina. Antes de bajar por el camino se vira y le
echa una última mirada a su cabaña y a la tumba de su perrita.

91. EXT. CASA DE SANTA–TARDE


Santa abre la puerta de la casa y sale. De repente ve que DOS NIÑOS CON
MÁSCARAS pasan por la calle y se burlan de algo.
Santa mira atrás de la puerta y ve que su fachada está llena de carteles:
“GUSANA” “MARIMACHA”
Santa mira a las casas vecinas buscando a ver quién lo ha hecho. En la casa
de al lado UNA VECINA, sin saludarla, cierra las puertas y ventanas.

92. EXT./INT. CABAÑA–ATARDECER


Santa, fumando, llega a casa de Andrés y lo busca. Santa camina por todo el
lugar. No hay un alma. En el interior de la cabaña todo está desorganizado. En
la letrina no hay nadie. Santa observa la tumba de la perra. Los pomos vacíos.
Se preocupa.

93. EXT. CAMINO–ATARDECER


Santa, apurada, baja por la loma. Está cayendo el sol y los colores de los
árboles y el mar cambian.
Santa observa como a lo lejos, por la parada de autobuses hay MILES DE
PERSONAS en las calles, disfrazados y bailando por los carnavales…
LA MUSICA SALSA va apareciendo bajita a lo lejos. Santa se apura en bajar.

94. EXT. CARRETERA AL LADO DEL MAR–ATARDECER


LA MUSICA SALSA suena a todo lo que da. Santa, buscando con la mirada a
Andrés, camina por el borde de la carretera.
206

El sol se pone. Las PERSONAS le pasan por al lado con pergas de cerveza y
pollo frito. La gente ríe y baila con chabacanería.
Santa está un poco desesperada por encontrarlo. Santa cree que lo ha visto…
Pero la persona vira la cara y es otro hombre que se le parece que sonríe con
chabacanería.
Santa sigue buscando y ve a otro que se parece a Andrés… Corre, tropieza
con gente y llega y cuando lo vira por el hombro. Se da cuenta que no es él.
Santa se empieza a desesperar y mira a ambos lados.
CORTE A:
En el medio de la carretera hay un puesto de venta de croquetas y hay puesta
una MUSICA SALSA BIEN ALTA.
CIENTOS DE HABITANTES bailan y beben ron. Santa camina por el borde de
la carretera, muy cerca del mar.
De repente, ve a alguien muy parecido a Andrés. Es el verdadero Andrés que
está a lo lejos con una mochila.
Santa va a buscarlo. MUCHAS PERSONAS caminan en contra… Andrés se
confunde entre la gente. Santa está más cerca, se para en puntillas para verlo.
Andrés mira a ambos lados y la ve. Santa le dice adiós con la mano. Andrés se
inquieta un poco, la ha visto. Santa lo saluda y Andrés apura el paso. Santa se
extraña, algo raro está pasando.
La gente comienza a separar a Santa y Andrés. El tumulto los va alejando
cada vez más a uno del otro. Santa camina y ve a Andrés, que está
metiéndose entre la gente alejándose…
Santa lo sigue y ve que Andrés se aleja de la gente y coge por un camino.
Santa comienza a correr.
Santa llega a una callejuela que ya está más vacía. Mira a ambos lados y no ve
a Andrés. Santa corre y se mete por una callejuela.
Santa llega a una reja y observa tras la reja, pegado a la costa a Andrés. Pero
se da cuenta de algo… Andrés mira impaciente al mar… El mar está al frente.
A lo lejos hay un gran barco madre. Santa lo mira y mira lo que Andrés mira y
se preocupa. Santa observa el barco grande a lo lejos. Andrés observa una
lancha rápida (cigarreta), que a toda velocidad se acerca a la costa.
Andrés se manda a correr.
Santa se da cuenta de todo, Andrés está huyendo…
Santa corre tras el…
SANTA
¡Andrés! No hagas esto…
Andrés corre y corre. Santa brinca una cerca con trabajo y lo sigue por la costa.
207

Andrés ahora corre por la playa. Santa corre tras él.


SANTA
Andrés no me hagas esto…
Los dos se alejan por un muelle, están ellos dos solos.
A punto de llegar al mar, Andrés se cae, se repone y corre…
Pero es alcanzado por Santa. Santa lo alcanza y lo agarra por la mochila.
Santa le quita la mochila, la abre y ve que están en un nylon envuelto los
escritos de Andrés… También hay unos pomos de agua.
Andrés sigue corriendo, pero se detiene, agitado, va a regresar por su mochila,
pero ve que el CHOFER DE LA LANCHA lo llama agitado y le señala a un
lado…
Si Andrés no salta al mar ya, la lancha tendrá que irse huyendo y Andrés se
quedará. Santa y Andrés están solos en el muelle. Andrés sonriendo regresa y
le pide con la mano su mochila a Santa.
ANDRÉS
Dámelo…
SANTA
No.
Santa niega con la cabeza y pega la mochila a su cuerpo. Santa llora.
SANTA
No me dejes sola.
Andrés mira a la lancha cigarreta que está arrancando.
ANDRÉS
¡Dámelo niña!
SANTA
¡No!
ANDRÉS
(Tocándose la cabeza) No importa, yo lo tengo
todo aquí…
Andrés se toca con el dedo en la sien, sonríe y se lanza al mar. Andrés nada.
SANTA
¡Te vas a ahogar! Tú no sabes nadar.
Santa, con mochila y todo, se lanza al mar y nada tras él.
Andrés nada con fuerzas, más decidido que nunca…
SANTA
¡Ven acá maricón! Singao…
208

Santa nada y suelta la mochila abierta. Los papeles empiezan a salirse de la


mochila y a mojarse…
Los papeles de la novela de Andrés se van abriendo y desparramando por el
mar. El mar se llena de papeles.
Santa nada y nada, pero no lo alcanza. Santa tiene que regresar a donde da
pie.
SANTA
¡Ven acá maricón! ¡Ven acá!
¡Ven acá gusano! ¡Ven acá singao!
¡Ven acá! Ven…
Santa grita con el agua al pecho y Andrés sigue nadando en el mar. Andrés
llega a la lancha y lo ayudan a subir. Se sube. La lancha de Andrés se escapa
y se aleja de Cuba.
Santa comienza a llorar y sigue gritando.
SANTA
¡Ven acá maricón! ¡Ven! No me dejes sola…
¡Ven acá gusano! ¡Ven acá singao! ¡Ven acá!
Ven…Ven…
Santa, rodeada de papeles, comienza a salir del agua llorando. Santa llega a la
arena y cae de rodillas.
Andrés, desde la lancha que se aleja a toda velocidad, mira a Santa.
Santa llora en la arena.
La lancha con Andrés se aleja. Él se agarra con fuerza al hierro de la lancha.
El viento le mueve el pelo a Andrés. El salitre le da en la cara.
Andrés respira el aire puro y fresco, sonríe.
SE CONGELA LA IMAGEN.
FIN

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