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Vázquez-Figueroa, Alberto. Santa Cruz de Tenerife (España), 11.11.

1936
Escritor, guionista y director.

Alberto Vázquez-Figueroa comienza su actividad profesional como periodista,


como corresponsal de guerra en Guinea, Guatemala, Bolivia o el Chad, por citar
solamente algunos de los conflictos en los que estuvo presente. Con anterioridad su
familia se había exiliado por motivos políticos desde Canarias al Sahara, donde pasaría
gran parte de su niñez y adolescencia.
Se había licenciado en Madrid en la Escuela Oficial de Periodismo, siendo sus
primeros trabajos la citada corresponsalía para el diario La Vanguardia, junto con el
programa A toda plana, espacio para Televisión Española donde contaría con la ayuda
de Miguel de la Quadra Salcedo, con quien había coincidido en la crisis congoleña.
Su acercamiento a la literatura comenzó bien temprano, ya que con apenas
catorce años escribe su primera novela, Arena y viento. A pesar de mantener una
actividad continuada desde entonces, habría que esperar hasta 1975 para que viera la luz
la que lo proyectara al éxito masivo, Ébano; obra que al año siguiente de su publicación
contó con sendas ofertas para ser llevada a la pantalla.
A partir de ese momento la vinculación de Vázquez-Figueroa con la literatura va
a ser completa, convirtiéndose en un escritor de cierto reconocimiento internacional,
más por su habilidad para construir historias de fácil consumo que por su calidad
artística. De otra parte, su rapidez a la hora de escribir estas historias –presume de haber
terminado una novela en un fin de semana, cuando de normal tarda entre quince días y
un mes- hace que sus obras carezcan, en gran medida, de interés literario, lo que
compensa su cercanía, en muchas ocasiones, a acontecimientos periodísticos candentes
o a sucesos históricos recientes, siempre bajo un desarrollo narrativo que expone un
próximo y lineal sentido del suspense, conjugando intriga y ciertas dosis de emoción.
Esto es lo que explicaría la razón por la que un buen puñado de sus textos se ha
convertido en best-seller y, a raíz de ello, en guiones cinematográficos ocasionalmente
firmados por el propio autor, dando lugar a películas muy comerciales que a pesar de
contar puntualmente con directores de contrastada solvencia –Richard Fleisher en
Ashanti/Ébano, 1979, ó Antonio Giménez Rico en ¿Es usted mi padre?, 1971- no
pasarán a la historia ni por sus taquillas ni por su calidad cinematográfica.
Pero no solamente sus obras han servido de argumento a un número importante
de filmes sino que, en un par de ocasiones, se ha decidido a dar el paso a la realización,
dirigiendo Oro rojo en 1978 y Manaos al año siguiente, valiéndose para ello de la
formación obtenida durante los años que trabajó para la televisión. De todas formas,
pronto decidiría no seguir por este camino al no quedar demasiado satisfecho con los
resultados, sobre todo tras sopesar los pros y los contras, en definitiva, la complejidad
que supone poner en marcha y controlar un equipo cinematográfico.
Desde los años ochenta sigue compaginando su labor literaria con la realización
de algunos guiones, aunque cada vez se encuentre más alejado del medio -entre ellos el
de la polémica serie televisiva Océano, coproducción internacional con fuerte apoyo
económico del Gobierno Canario, dirigida por Ruggero Deodato en 1989, y que no ha
sido estrenada hasta día de hoy ni en las Islas ni en el resto del Estado Español; o la
recién estrenada Rottweiller, Brian Yuzna, 2005, adaptación de su novela El perro, que
ya había sido llevada con ese nombre a la pantallas cinematográficas por Juan Antonio
Isasi Isasmendi en 1977-. Así mismo participa en una compañía desalinizadora,
“Desaladora AVF”, que potabiliza agua marina a la vez que obtiene energía eléctrica,
destapando desde esa atalaya la denominada “Trama Eólica”, sobre las supuestas
irregularidades en el control de este modelo energético en las Islas Canarias.
Su último trabajo parece ser la adaptación a la pantalla de su novela Ícaro; a la
vez que se avecinan proyectos para llevar a cabo filmes sobre otras tantas de sus
ficciones, caso de Fuerteventura o El señor de las Tinieblas.

OTROS TÍTULOS COMO GUIONISTA y/o COGUIONISTA: 1983: Inseminación artificial, Arturo
Martínez; Sangre en el Caribe, Rafael Villaseñor; 1985: Corazón de cristal, Gill Bettman; Flecha negra,
John Hough; 1988: Iguana, Monte Hellman.

OTROS TÍTULOS BASADOS EN SUS NOVELAS: 1981: El último Harén, Sergio Ganone; 1983:
Tuareg, Enzo Girolami.

DOMINGO SOLA ANTEQUERA

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