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QUIRÚRGICOS EN
Serrano
Director: Salvio
DERMATOLOGÍA
Director
S. Serrano Ortega
Merck Sharp & Dohme de España, S.A. C/ Josefa Valcárcel, 38 - 28027 Madrid. www.msd.es
PERFILES
QUIRÚRGICOS EN
DERMATOLOGÍA
Director
Gran parte de los capítulos que integran este libro han sido previamente publicados de manera
independiente entre los años 2001 y 2005.
ISBN: 84-96537-15-3
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los de Merck & Co., Inc., ni los de ninguna de sus afiliadas y se presenta como un servicio a la
profesión médica. Cualquier producto mencionado deberá ser utilizado de acuerdo a la Ficha
Técnica del fabricante.
INJERTOS CUTÁNEOS 85
S. Serrano Ortega, M.C. Martín Sánchez, I. Fernández Ángel
VI
CIRUGÍA
DERMATOLÓGICA
BÁSICA.
INCISIÓN Y SUTURA 1
S. Serrano Ortega, R.M.ª Ortega
E
n cualquier intervención de dermatología quirúrgica existen
una serie de pasos comunes a todas. En todas es preciso un
diagnóstico previo, un estudio de la coagulación sanguínea y de
la posible patología general asociada por sus posibles implicaciones,
tanto con los resultados finales de la intervención como con el desa-
rrollo de la misma. Siempre es preciso el consentimiento informado. La
preparación del campo quirúrgico, con lavado y aplicación de anti-
sépticos, así como la elección del material de campo, forman parte de
las normas quirúrgicas generales en las que, por su simpleza, no vamos
a entrar.
Los resultados finales en nuestra especialidad tienen el inconvenien-
te, a diferencia de otras especialidades médicas, de que están a la vista
y por tanto pueden influir en la estética final y condicionar aspectos
psicológicos. Por ello su gran importancia.
Material necesario
Aunque como material cortante se puede emplear un láser de CO2 o un elec-
trobisturí, lo más frecuente es usar bisturís convencionales, que constan de
mango y hoja de varios tipos y tamaños. Los más empleados en dermatología
son los mangos BP-3 para hojas del número 11 y 15, y el mango BP-4 para ho-
jas de los números 20, 23 y 24. Además, para marcar las líneas de incisión y co-
locarlas a la distancia adecuada son necesarios una regla y un lápiz dermográ-
fico, ya que antes de hacer la incisión es preciso recordar la máxima de «medir
cien y cortar una». Asimismo, es preciso disponer de un equipo básico de der-
matología quirúrgica compuesto por seis pinzas de hemostasia (mosquitos)
curvas, seis rectas, unas pinzas de Adson con dientes y otras sin dientes, un
portagujas, dos erinas y unas tijeras de Mayo curvas y otras rectas. Los tama-
ños y características del material dependen de las preferencias de cada uno.
Colocación de la incisión
Es preciso disponer la incisión de acuerdo con las líneas de tensión y, a ser posi-
2 ble, colocarla en el valle de una arruga (figura 1). Siempre hay que tener presen-
te el esquema de las líneas de tensión y líneas de expresión (figuras 2 a y b).
Técnica de incisión
La técnica de incisión es sencilla. Se toma el bisturí entre los dedos índice y pul-
gar y con una presión uniforme y perpendicular a la superficie cutánea se in-
cide en la piel, epidermis y dermis de una sola pasada. Es importante que la in-
cisión sea vertical para que luego, cuando se sutur e, los bor des coapten
perfectamente (figura 3). El tamaño de la cicatriz debe ser mínimo, aunque su-
ficiente, y nunca debe comprometer el fin de la cirugía.
Escisión
La escisión es la extirpación de un tejido o de un tumor cutáneo. Aunque al-
gunas veces la incisión sólo persigue abrir una puerta lo suficientemente am-
plia que permita la extirpación de un tumor localizado por debajo de la piel, en
la mayoría de las ocasiones el fin de la incisión es la escisión, casi siempre de un
tumor cutáneo. Por ello, de acuerdo con la forma o figura geométrica que mar-
que la incisión, podemos clasificar la escisión en:
mación de bordes. Aunque su tamaño está en función de la lesión a extirpar, INCISIÓN Y SUTURA
también está condicionado por la localización y las características de disten-
sión de la piel, mayor en personas de edad avanzada que en jóvenes, y ma-
yor también en el tronco que en las extremidades. Siempre se debe disponer el
eje mayor de la elipse para que coincida con el valle de una arruga o con un
pliegue de tensión, y hay que procurar que su longitud sea el triple o cuádru-
ple de la del eje menor, ya que de lo contrario quedarán unos repliegues ines-
téticos en los extremos –denominados «orejas de perro», «orejas de cerdo»
o «culos de pollo»– que siempre habrá que corregir, lo que supone alargar más
la cicatriz.
Escisión en cuña
Se usa para extirpar tumores localizados en los bordes libres de los labios, pi-
rámide nasal, párpados o pabellones auriculares. La línea de incisión marca
una cuña de tejido que incluye el tumor y todo el espesor del borde. El cierre
del defecto resultante precisa una cuidadosa alineación de los bordes en ambas
vertientes y una sutura subcutánea.
B A
C D
Figura 1 Siempre que sea posible hay que colocar la línea de sutura en el fondo de una arruga. a) Melanoma de extensión
superficial en cara lateral del cuello. Marcado de una línea de expresión. b) Con lápiz dermográfico se marca la línea
de escisión con 1 cm de margen en todas direcciones. c) Después del despegamiento subcutáneo de los bordes se prueba
la aproximación de los bordes de la herida con dos erinas. d) Sutura intradérmica. Los extremos se fijan con botones.
Damos puntos de nailon fino, muy superficiales, para mantener una buena unión de los bordes
4 Figura 2 a Las incisiones en la cara deben colocarse siguiendo las líneas marcadas en el esquema
cara profunda se hace con bisturí o tijera, según preferencias. Una vez finali- INCISIÓN Y SUTURA
zada la escisión, debe hacerse un amplio despegamiento de los márgenes para
facilitar el cierre, bien por aproximación de bordes o por colgajo local. Si se ha
decidido colocar un injerto dermoepidérmico no es preciso el despegamiento.
Cuando se cierra mediante la aproximación de los bordes es preciso transfor-
mar la escisión circular en elíptica, siguiendo los mismos criterios antes defi-
nidos (figura 3).
La introducción de «bisturís circulares» o punch de distintos diámetros per-
mite realizar pequeñas incisiones circulares con estos instrumentos cortantes.
El punch siempre debe colocarse perpendicular a la piel, que se mantiene dis-
tendida para evitar plisados con los movimientos de rotación del punch. Cuan-
do se emplean punch de diámetros pequeños, de 2 a 4 mm, en la mayoría de los
casos no es preciso suturar, ya que la retracción de los márgenes proporciona
una cicatriz puntiforme muy aceptable; en los demás casos basta con un pun-
to entrecortado o en lazada.
Despegamiento y hemostasia
El despegamiento de los márgenes es preciso para favorecer la aproximación
de los bordes y el deslizamiento, rotación o transposición de los colgajos loca-
les. El plano de despegamiento debe ser el mismo del fondo de la escisión y
A B C
D E
Figura 3 Incisión. a) Con el bisturí entre los dedos índice y pulgar y perpendicular a la superficie cutánea se hace una incisión.
b) Incisión vertical. c) Incisión circular que deja bien delimitado el bloque de escisión. d y e) Despegamiento con tijera
de Mayo
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA puede hacerse empleando disección roma con bisturí o con tijeras curvas.
Pueden utilizarse tijeras de distinto tamaño y modelos. Nosotros preferimos
las de Mayo curvas, que siempre se colocan con el pico hacia abajo y se manejan
como elemento de disección y no como instrumento cortante (figuras 3 d y e).
Al tiempo que se despega, se hace una cuidadosa hemostasia para evitar la
aparición de hematomas en el postoperatorio, que pueden comprometer la
sutura y los resultados finales de la intervención.
La hemostasia puede realizarse por varios métodos. En vasos de pequeño
calibre preferimos la coagulación con pinza bipolar o monopolar, aplicando el
electrodo directamente sobre la pinza de hemostasia. En las hemorragias difu-
sas es preferible hacer presión con una gasa embebida en suero frío, mientras
que los vasos de mayor calibre se ligan con material reabsorbible.
SUTURA
Material necesario
6 Para realizar la sutura es preciso hilo y aguja, además del material básico, por-
tagujas y pinzas.
Figura 4 Agujas curvas y rectas. Siempre empleamos las suturas atraumáticas en las que el hilo está integrado en el extremo
romo de la aguja
Hilos de sutura
Los hilos que empleamos para suturar llevan incorporadas una aguja (sutura 7
atraumática) de características y tamaño diferentes.
Figura 5 Tipos de agujas curvas. En dermatología quirúrgica preferimos las agujas triangulares
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA El hilo ideal sería aquel que es capaz de mantener los bordes de la herida en
contacto, con una tensión adecuada, sin inducir en el organismo efectos ad-
versos que impidan la correcta cicatrización. Además, se debe manejar y anu-
dar de forma fácil y tener una resistencia y elasticidad adecuadas para los fines
a que se destina.
Se pueden clasificar atendiendo a múltiples características. Nosotros los
clasificamos, de acuerdo con su permanencia en el organismo, en absorbibles y
no absorbibles y, según su configuración, en monofilamento y no monofila-
mento o trenzados. Cada tipo de hilo se fabrica en diferentes calibres; los más
empleados son de 00, 000 y 0000. Cada tipo tiene su indicación y uso.
La tendencia actual es emplear, siempre que sea posible, hilos monofilamen-
tos de origen sintético, aunque se sigue empleando la seda negra trenzada por
su manejo fácil y reducido precio. De todas formas, si los puntos de sutura se
retiran de forma precoz, las complicaciones que causan son mínimas.
Suturas absorbibles
El Catgut posiblemente sea la sutura más empleada, pero en la actualidad se ha
retirado del mercado por su procedencia bovina y utilizamos suturas sintéticas
derivadas del ácido poliglicólico (poliglactina y poliglecaprona). Las más co-
munes son Vicryl y Dexon, que podemos emplear en todo tipo de sutura, tan-
to para subcutánea como para puntos entrecortados en piel. Los tiempos de ab-
8 sorción son variables de acuerdo con su diámetro y estructura.
Suturas no absorbibles
Las que más empleamos son la seda negra trenzada y los monofilamentos de
nailon o prolene, de gran resistencia y elasticidad y adecuados para suturas in-
tradérmicas. En heridas grandes, con escasa tensión en sus bordes, usamos con
frecuencia los nuevos agrafes o grapas, que vienen montados en un soporte
que permite aplicarlos con gran facilidad.
Nosotros no empleamos como material de sutura las bandas adhesivas tipo
steri-strip, pues las reservamos para cuando retiramos de forma precoz los pun-
tos de sutura.
Tipos de sutura
Los tipos y formas de sutura son muchos y variados. Cada uno tiene su indica-
ción y el dermatólogo debe conocerlos todos. Describiremos los más frecuentes.
Sutura subcutánea
Los planos profundos deben suturarse para evitar la formación de espacios
muertos y la depresión en la superficie cutánea. La fascia muscular, si se ha
comprometido en la escisión, se sutura con material absorbible montado en
aguja cilíndrica. El plano hipodérmico se sutura con el mismo material y agu-
ja triangular, de forma que el punto se inicia en la hipodermis y se dirige y
sale por la dermis profunda, pasa al lado contrario y entra en la dermis por un INCISIÓN Y SUTURA
punto simétrico al de salida, llega en profundidad al tejido graso y sale para
anudarse con el otro cabo de la sutura de forma que el nudo quede en profun-
didad (figura 6).
Sus indicaciones son suturar planos, aproximar bordes y aumentar la resis-
tencia a la tracción perpendicular. El material empleado es una sutura absor-
bible (Vicryl) o suturas sintéticas recubiertas o monofilamento.
A B
C D
Figura 6 Sutura subcutánea. a) La aguja se introduce en profundidad, vertical a la línea de sutura y sale a nivel de la dermis.
b y c) En el lado contrario, la aguja entra a nivel dérmico y sale en profundidad. d) El nudo se coloca en profundidad
para que no distorsione en superficie
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA punto simétrico al de salida y sale de forma vertical a la superficie cutánea. Se
anudan ambos cabos de forma que el nudo quede sobre el punto de entrada,
ejerciendo una presión suave que evierte los labios de la herida (figura 7).
Está indicada para mantener unidos los bordes de la herida y se emplea un
monofilamento no absorbible, suturas sintéticas recubiertas o seda negra tren-
zada, que es la de menor precio.
Punto en lazada
Es un punto muy simple y útil que empleamos para aproximar los bordes en
pequeñas escisiones circulares realizadas con punch. La ventaja de este punto
es que puede retirarlo el propio paciente con la simple maniobra de tirar del
cabo más largo, como si desabrochase la lazada de los zapatos.
Se da un punto entrecortado simple y al anudar se hace una lazada, dejan-
do el extremo del lazo más largo para tirar de él cuando se desea quitar el
punto (figura 8).
Sutura de colchonero
Es una variante de la sutura simple de puntos entrecortados y se diferencia de
ella en que los puntos son dobles. Primero se da un punto entrecortado sim-
ple y en lugar de anudar, la aguja vuelve a entrar cerca del punto de salida y
pasa al lado opuesto, donde se anuda. El punto tiene forma de U. De acuerdo
10
A B
C D
Figura 7 Sutura de puntos entrecortados. a) La aguja entra vertical a la superficie cutánea y se cruza al lado contrario con
movimiento de rotación para salir al exterior por un punto simétrico al de entrada. b) Se anuda con un portagujas
de forma que el nudo quede en el punto de entrada de la aguja (c). d) El hilo se corta con tijera
con la disposición del segundo paso del hilo, se distingue la sutura en U hori- INCISIÓN Y SUTURA
zontal y en U vertical (figura 9). En la primera, el hilo vuelve a entrar a uno o
dos milímetros del orificio de salida, anudándose en el lado opuesto, mientras
A B
C D
E
Figura 8 Punto de lazada. Se emplea para cerrar defectos secundarios a biopsias o pequeñas escisiones con punch. a) Se da un
punto como en la sutura entrecortada, pero para anudar se hace una lazada (b, c, y d). A la hora de retirar el hilo basta
con traccionar del cabo más largo (e)
11
A B C
D E
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA que en la sutura en U vertical la aguja entra a 1-2 mm del borde de la herida,
en la misma dirección del hilo del primer punto y se introduce en el tejido,
determinando un arco que se coloca por debajo del que determinó el primer
punto.
Las indicaciones de la sutura de colchonero son mantener unidos los bordes
de la herida, aumentar la resistencia a la tracción vertical y, sobre todo, evertir
los bordes de la herida. El material que se emplea es el mismo que usábamos
en las suturas de puntos entrecortados y las observaciones sobre la retirada de
los puntos de sutura, idénticas. Este tipo de puntos lo utilizamos con mucha fre-
cuencia en forma de puntos aislados y distribuidos a lo largo de la línea de su-
tura para evertir los bordes, alternándolos con puntos entrecortados simples.
Suturas intradérmicas
Estos tipos de suturas tienen un punto de entrada que atraviesa la epidermis,
luego serpentea por la dermis, uniendo los bordes de la herida, y sale al exte-
rior por el lado opuesto al punto de entrada. Las indicaciones de las suturas in-
tradérmicas son, como en todas las suturas, mantener unidos los bordes de la
herida y, sobre todo, evitar las marcas de los puntos. A diferencia de las otras
suturas, el material que se emplea ha de ser muy resistente a la tracción para
evitar que se rompa al retirar el punto. Normalmente empleamos hilos de nai-
lon, o similar. Fundamentalmente, se emplean dos tipos de suturas intradér-
12 micas: la clásica y la oblicua.
Sutura intradérmica clásica (figura 10). Se utiliza para aproximar los bordes en
heridas lineales o en escisiones elípticas. Primero es preciso asegurar un buen
soporte de los bordes de la herida con una sutura subcutánea y luego, cuando
ha desaparecido la tensión y los bordes están coaptados, se inicia la sutura in-
tradérmica. Se introduce el hilo de nailon a unos milímetros por fuera del án-
gulo de la elipse y en la misma línea, con aguja curva triangular, TB-15 o TB-20,
que se introduce verticalmente a la superficie cutánea haciendo el giro de la
aguja, cuya punta sale por la dermis profunda. Desde ahí, con la aguja en po-
sición horizontal respecto a la superficie cutánea, la vamos introduciendo unos
milímetros en la dermis, uniendo un labio de la herida con el opuesto. Conti-
nuamos la sutura de forma continua hasta llegar al borde opuesto de la elipse,
por donde sale al exterior. El hilo, tanto en el punto de entrada como en el de
salida, se fija bien con puntos adhesivos o se anuda con un botón o con un dis-
positivo especial que acompaña a algunas suturas.
Sutura oblicua. Es una forma especial que se emplea para suturar heridas lo-
calizadas en zonas de máxima tensión, donde los puntos de sutura deben
permanecer más tiempo y con frecuencia se producen dehiscencias o cicatri-
ces dehiscentes, como sucede en la espalda, brazos y muslo. Con esta sutura,
cuando una fuerza tangencial tiende a separar los bordes de la herida, en lugar
de separarlos los aproxima. Se emplea el mismo material que para la sutura in- INCISIÓN Y SUTURA
tradérmica simple, aunque el tamaño de la aguja debe adecuarse al de la heri-
da a suturar.
La aguja entra de forma perpendicular a la piel a 4-5 mm del borde de la he-
rida, a mitad de distancia de cada uno de los extremos. La aguja se dirige for-
mando un arco paralelo a la superficie cutánea hasta salir lo más cerca posible
de uno de los extremos de la elipse. Desde aquí se inicia una sutura intradér-
mica, igual que antes, hasta llegar al vértice opuesto, donde, en lugar de salir al
exterior por el extremo, vuelve a introducirse la aguja en la dermis, paralela a
la superficie cutánea, y se dirige a la mitad de la herida para salir al exterior
en un punto simétrico al de entrada. Se suturan ambos cabos del hilo a la vez
que se tensa la sutura, que queda dispuesta en forma de «acordeón». Para evi-
tar que se marquen los puntos preferimos finalizar con un punto en U vertical
o colocar unos botones (figuras 11 y 12).
Suturas continuas
Son suturas simples en las que el hilo no se corta a lo largo de toda la herida. Sus
indicaciones en dermatología quirúrgica son escasas. Las empleamos para su-
turar injertos dermoepidérmicos y en algunas heridas en las que existe escasa
tensión en los bordes. Su principal problema es que si falla algún punto se aflo-
ja toda la sutura. Se pueden emplear hilos monofilamento o seda trenzada.
13
A B
C D
E F G
C D
Figura 11 Sutura oblicua. a) La aguja se introduce unos milímetros por fuera de la línea de sutura,
en su punto medio y se dirige oblicuamente en dirección a uno de los ángulos de la elipse.
b y c) Desde este punto se inicia una sutura intradérmica clásica que finaliza al llegar al
vértice opuesto de la elipse, desde donde se introduce en dirección oblicua hacia el punto
medio de la línea de sutura donde se exterioriza a unos milímetros del borde, en un punto
simétrico al de entrada. d) Se anudan los dos cabos
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A B
C D
Figura 12 a) Para reducir/evitar las marcas de los orificios de entrada y salida de los hilos, preferimos terminar la sutura con un
punto en U vertical. b) Cuando una fuerza actúa en el sentido de las flechas, en lugar de producir dehiscencia de los
bordes de la herida, lo aproxima más. c y d) Resultado de una sutura oblicua en la espalda y en cara lateral de un
muslo, zonas donde son muy frecuentes las cicatrices dehiscentes
A B
C D
C D
Figura 14 Sutura continua con puntos en U horizontal. En D se aplica esta sutura para la aposición y mantenimiento de un injerto
dermoepidérmico. Los puntos más largos son para mantener un «apósito atado»
Técnica atraumática
Es preciso manipular los tejidos con delicadeza, ya que si se traumatiza la piel
y el tejido celular subcutáneo, bien con las pinzas de disección, de hemostasia
o con una sutura a tensión, podemos comprometer la vascularización y deter-
minar cierto grado de necrosis, que es un medio de cultivo para la infección.
Si aparecen complicaciones, además de retrasar el proceso de cicatrización da-
rán lugar a una cicatriz más fea.
Colocación de la incisión
De la forma antes indicada. Hay que ser especialmente cuidadosos en la cara,
donde existen las «líneas de expresión facial» que se intensifican al gesticular,
fruncir el ceño o cerrar con fuerza los ojos o los labios, y las «arrugas o pliegues
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1 2 3 4
5 6 7 8
Figura 15 Secuencia de escisión y sutura de un pequeño carcinoma basocelular. 1. Marcado de la línea de incisión elíptica.
2. Incisión vertical. 3. Despegamiento de la base. Con una pinza se eleva el vértice y se inicia el despegamiento de la
base con una tijera de Mayo curva. 4. Pérdida de sustancia elíptica después de cuidadosa hemostasia. 5 y 6. Sutura
subcutánea. 7. En el centro de la herida damos un punto en U vertical. Será el último en retirarse. 8. Sutura de puntos
entrecortados
del sueño», consecuencia de la posición de la cabeza en la almohada. Las «lí- INCISIÓN Y SUTURA
neas de contorno» o líneas de división en la unión de regiones anatómicas,
como los surcos nasolabiales, perialares, etc., y las «líneas de distensión» en
algunas personas se ven sobre la piel laxa y el tejido adiposo de las regiones
submentoniana y submandibular. Siempre hay que aprovechar estos «valles»
para colocar la incisión.
Localización
Hay zonas de mala cicatrización, especialmente el área mediotorácica, tanto
peor cuanto más cerca de la línea media. En otras zonas como los párpados,
palmas, plantas y mucosas, las cicatrices suelen ser imperceptibles. En la es-
palda existe tendencia a cicatrices dehiscentes, por lo que debe usarse la sutu-
ra oblicua, y en las extremidades la cicatrización suele ser buena siempre que
también lo sea la vascularización.
Tipo de piel
En las localizaciones y personas de piel grasa y gruesa, como ocurre en la pi- 17
rámide nasal y en las mejillas, son frecuentes las cicatrices deprimidas de as-
pecto inestético, sobre todo con iluminación lateral. Cuando la piel es más fina
la cicatrización suele ser mejor.
En la secuencia que se muestra en la figura 15 se siguen las normas genera-
les antes expuestas en la extirpación de un pequeño carcinoma basocelular lo-
calizado en región subpalpebral. Realizamos una escisión elíptica y una sutura
por aproximación de bordes previo despegamiento.
Camacho F, Dulanto F. Corte de los tejidos. En: Camacho F, Dulanto F, eds. Ci-
rugía Dermatológica. Madrid: Aula Médica, 1995; 83-100.
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EL TRASPLANTE DE
PELO A LO LARGO DE
LA HISTORIA
G.A. Moreno Arias, A. Camps Fresneda
E
n 1939, el Dr. Okuda1 (Japón) describió la utilización de mini y 19
microinjertos de pelo para el tratamiento de la alopecia cicatri-
cial. Posteriormente, en 1959, el Dr. Orentreich 2 describió por
primera vez la utilización de injertos foliculares tomados mediante
punch. Durante los años siguientes se emplearon injertos de 5 mm o
mayores, pero con éstos se obtenía el aspecto en «pelo de muñeca»
o «plantación de maíz» debido a la baja densidad pilosa presente en los
espacios entre los injertos. Posteriormente, se emplearon injertos cada
vez menores y se llegaron a utilizar punchs de 1 y 2 mm de diámetro.
No obstante, los resultados cosméticos seguían siendo poco aceptables.
Los injertos eran evidentes en individuos de piel clara y pelo negro
debido al contraste entre el cuero cabelludo y el pelo injertado. Ade-
más, era difícil recrear la línea de implantación pilosa de manera natu-
ral y en algunos individuos los mininjertos presentaban hipertrofia y
aspecto de empedrado. Finalmente, a mediados de la década de los
ochenta se instituye el empleo de la unidad folicular (microinjerto)3
como alternativa idónea en la reconstrucción de la línea de implanta-
ción pilosa y la corrección de malos resultados cosméticos de la técnica
predecesora. En España, desde 1986 se ha empleado el microtrasplante
como técnica habitual en el tratamiento quirúrgico de la alopecia an-
drogénica masculina4; asimismo, a partir del inicio de los noventa se ha
venido preconizando el uso de la técnica combinada, es decir, la utili-
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA zación de micro y mininjertos5. Actualmente, los microinjertos de una
y dos unidades foliculares resultan eficaces en la línea de implanta-
ción frontotemporal, la reconstrucción de cejas y monte de venus;
mientras que los mininjertos de tres y cuatro unidades foliculares con-
tinúan siendo la alternativa de elección para proporcionar densidad en
la región parietal alta. En casos seleccionados, como por ejemplo indi-
viduos de fototipos oscuros y pelo ensortijado, los injertos preparados
con punch de 1 y 2 mm pueden ser de gran utilidad.
La utilización del láser en el trasplante de pelo ha merecido especial
atención en los últimos años. Inicialmente, se empleó el sistema de lá-
ser de CO2 ultrapulsado; sin embargo, se argumentaba que la lesión
térmica del tejido circundante inducida por la alta energía utilizada en
la preparación del lecho del injerto limitaba la tasa de crecimiento pilo-
so y retardaba el proceso de cicatrización. Posteriormente, un estudio
comparativo ha demostrado que la tasa de crecimiento es semejante en
las áreas trasplantadas mediante el método convencional con aguja y
en las que se ha utilizado el láser de CO2. Además, la lesión térmica
causada en el tejido limítrofe también es muy limitado, entre 20 y
50 micrones6, por lo que se acepta que la adhesión o presa de los injer-
tos no debe afectarse por el único hecho de emplear energía láser de alta
energía en el trasplante de pelo. Otras ventajas citadas por los defenso-
20 res del láser son la disminución de la hemorragia y la facilidad y rapi-
dez con que se pueden disponer los injertos en sus lechos. Sin lugar a
dudas, la desventaja principal de la tecnología láser es la inversión eco-
nómica que repercutirá en el coste final del tratamiento, la mayor dura-
ción de las costras y la lesión de folículos preexistentes en la zona.
INDICACIONES
En cuanto a la mujer, el trasplante de pelo está indicado en las si- TRASPLANTE DE PELO
guientes afecciones8-13:
1. Alopecia androgénica.
2. Cambios hereditarios en la línea de implantación pilosa.
3. Alopecia cicatricial congénita o traumática.
4. Cicatrices posteriores a ritidectomía.
5. Seudopelada de Brocq estable.
6. Alopecia cicatricial.
7. Madarosis.
8. Alopecia del monte de Venus.
SALA Y MATERIALES
A B
Figura 1 a) Material quirúrgico básico para realizar un microtrasplante de pelo. b) Se pueden emplear agujas y
cuchillas de bisturí de diverso tamaño en la confección de los agujeros receptores. c) La pinza de relojero
resulta particularmente útil en el transporte y colocación de los microinjertos en el agujero receptor
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA trocardiográfica y equipo de reanimación. Las tablas 1-3 muestran una
lista completa del material necesario para realizar el procedimiento en
condiciones idóneas. Además, se recomienda la revisión de la biblio-
grafía específica sobre el tema14.
Tabla 1
Fuente de luz
Lupas
Microscopio estereoscópico
Instrumental quirúrgico
– Mango de bisturí n.º 3
– Mango de bisturí con múltiples hojas
– Hojas de bisturí n.º 11, 15 y 24
– Cuchillas Gillette o Personna
– Agujas 14, 16, 18 G
– Agujas Norkor 14 y 18 G
– Sutura absorbible: Maxon 4-0
– Sutura no absorbible: Miralene 4-0
– Cubas metálicas
– Pinzas de relojero rectas y curvas (2)
– Pinzas de Adson con dientes (1)
– Portagujas (1)
– Mosquitos rectos (3) y curvos (3)
– Tijeras de material (1)
– Tijeras iris rectas
– Cuchillas
– Contador de injertos
– Asa para cuchillas
– Pinzas
– Sonda para monitorizar la temperatura
– Compás
– Peine metálico
– Electrobisturí
– Tabla plástica para cortar los injertos
23
Tabla 3
Producto Cantidad
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA otros aspectos: color de piel y pelo, características físicas del pelo (si es
liso, ondulado o rizado, calibre), densidad pilosa y cantidad de pelo
terminal y vello en el área receptora15.
En principio, es un buen candidato a trasplante el individuo con
alopecia que conserva una densidad pilosa adecuada (100 pelos/cm2)
en la región que potencialmente servirá de área donante. Además, es
indispensable que el individuo entienda claramente el objetivo, alcance
y limitaciones de la técnica, ya que esto ayudará a realizar la correcta
programación de las diferentes fases del tratamiento.
En primer lugar, el paciente debe entender que el objetivo principal
del trasplante es la redistribución de las unidades foliculares, lleván-
dolas de áreas densamente pobladas a otras menos favorecidas. En los
casos de alopecia leve es posible que una sesión de trasplante satisfaga
los deseos del paciente; sin embargo, debe subrayarse la necesidad de
sesiones múltiples para obtener un resultado estético aceptable en los
individuos con alopecias más acusadas. Los autores consideran funda-
mentales estos dos puntos para el buen entendimiento y normal desa-
rrollo de la relación médico-paciente. A continuación se analizan los
factores más importantes en la selección del paciente para trasplante de
pelo.
24 Edad y sexo
Generalmente, el paciente que solicita un trasplante de pelo es un va-
rón de mediana edad afectado por alopecia androgénica. Sin embargo,
ocasionalmente se trata de pacientes más jóvenes de ambos sexos con
alopecia traumática o cicatricial circunscrita. En todo caso, no existe
una edad precisa para realizar el trasplante, aunque se deben conside-
rar dos situaciones extremas: la del paciente muy joven con alopecia in-
cipiente que solicita un trasplante de pelo y la del paciente maduro que
quiere mejorar su aspecto pero presenta un grado avanzado de alope-
cia. En el primer caso, debe tenerse en cuenta que la alopecia androgé-
nica masculina seguirá un trazo genético progresivo, para planificar,
sobre todo, la posición de la línea de implantación pilosa. En el segun-
do caso, puede ser difícil corregir, exclusivamente mediante trasplante,
una alopecia grado VI-VII de Hamilton. Conviene adelantarse al reloj
biológico y aprovechar la densidad pilosa aún normal de la potencial
zona donante en el paciente de mediana edad. Así pues, es prudente
convencer al paciente muy joven de la necesidad de realizar trata-
miento médico (minoxidil, finasterida) durante cierto tiempo mien-
tras se observa el comportamiento y evolución de su patrón de alope-
cia. También es sensato rechazar a los pacientes con un grado muy
avanzado de alopecia, debido a los resultados mediocres que se ob-
tendrían aún con una técnica refinada.
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA el número de folículos pilosos viables necesario para cubrir áreas im-
portantes de superficie calva; al contrario, si la densidad pilosa o el
área de la zona potencialmente donante es menor, la redistribución de
los folículos pilosos, de por sí ya escasos, será discreta y, por tanto, li-
mitado el resultado estético de la técnica.
Cirugías previas
Es importante valorar la elasticidad de la piel limítrofe a cicatrices
quirúrgicas, el aspecto y tamaño de éstas, así como la posibilidad de
eliminar o mejorar cicatrices antiestéticas previas al tratamiento.
Antecedentes
Es de suma importancia valorar todos los antecedentes del candidato a
trasplante. Debe tenerse en cuenta, como en cualquier otro procedi-
miento quirúrgico, la información sobre cicatrización, cirugía previa,
radioterapia, enfermedades asociadas, hábitos tóxicos, uso de medica-
mentos, alergias, etc.
26 VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA
FOTOGRAFÍAS
TÉCNICA ANESTÉSICA
ÁREA DONANTE
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA bién se limita el desprendimiento del tejido adyacente a la herida. El
ayudante debe ejercer presión lateral con los dedos mientras el ciruja-
no realiza la sutura; inicialmente se ponen tres o cuatro puntos colcho-
neros en material absorbible (monofilamento de poligluconato, 3-0 m) y
28
Figura 2 Área donante: la región occipital con densidad pilosa adecuada constituye un
reservorio folicular y constituye el área donante principal en repetidas ocasiones
para obtener cantidades importantes de folículos para redistribuirlos en las áreas
menos pobladas. a) Es aconsejable recortar el cabello hasta dejar el tallo de unos
2 mm, lo que facilita la manipulación de los microinjertos una vez preparados.
b) La incisión a 30-45º impide la sección de folículos subyacentes. c) La
hemostasia se efectúa mediante electrocauterización
29
Figura 3 Sutura del área donante: la combinación de puntos colchoneros verticales sueltos
(a) y sutura continua simple con material absorbible transparente (b) permiten
cerrar de manera rápida, segura y estética la herida quirúrgica. Generalmente no
se dejan apósitos
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA tiras de cuero cabelludo de anchura variable y permite economizar
tiempo en la preparación de los injertos.
La razón para realizar la incisión biselada es que el ángulo de 30 a 45°
permite la incisión paralela al tallo piloso, maniobra que respeta los
folículos y evita la sección involuntaria de éstos. El objetivo primor-
dial de esta técnica es la toma de unidades foliculares indemnes sin le-
sionar estructuras neurovasculares locales. Asimismo, la profundidad
de la incisión (7 mm) garantiza la preservación de filetes nerviosos y,
por ello, disminuye el riesgo de parestesias persistentes.
La forma de cerrar la herida requiere algunas consideraciones. En lo
posible, se limita la disección del tejido adyacente y el uso de suturas
hemostáticas, pues habitualmente no se seccionan vasos de calibre im-
portante. La hemostasia debe ser muy cuidadosa no sólo para proteger
folículos pilosos y estructuras nerviosas y vasculares subyacentes, sino
también para disminuir el riesgo de fibrosis y la incidencia de cicatriz
hipertrófica. Los puntos de colchonero verticales disminuyen la ten-
sión y prácticamente cierran la herida; mientras que la sutura conti-
nua superficial aproxima los bordes epidérmicos ejerciendo hemosta-
sia local sin ocasionar isquemia folicular. Los pelos atrapados deben
ser cuidadosamente retirados de la sutura/incisión, ya que pueden
ocasionar retraso en la cicatrización o quistes de milio. Por último, los
30 puntos de sutura se retiran a los 7 días, aunque este proceso puede
aplazarse, ya que el material de sutura es un monofilamento absorbible
transparente que se nota muy poco. Algunos especialistas prefieren
emplear grapas; sin embargo, los autores han obtenido resultados
cosméticos satisfactorios con el material de sutura descrito22.
31
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA Actualmente no se aconseja el uso de injertos mayores. Sin embar-
go, en casos seleccionados, es indudable que el empleo de injertos
preparados con punch de 1, 2 y 3 mm es de gran ayuda, sobre todo en
pacientes de fototipos oscuros y pelo negro rizado pues el contraste en-
tre el cuero cabelludo y el pelo es menos notorio.
NÚMERO DE INJERTOS
ÁREA RECEPTORA
tan por el empleo de dilatadores metálicos o de madera que ejercen TRASPLANTE DE PELO
presión local y producen hemostasia del lecho cruento. Los autores
prefieren realizar presión local con una gasa embebida en solución sali-
na fría y utilizar la misma lámina de bisturí para dilatar el agujero re-
ceptor lo suficiente como para que el injerto encaje en él sin saltar.
Acerca de los sistemas de láser, se puede emplear el láser de CO2 ul-
trapulsado con una pieza de mano provista de una ranura de 2 mm,
densidad de energía de 350 mJ, potencia de 12 W y duración de pulso de
0,8 s por pulso. Estos parámetros facilitan la elaboración de hendiduras
lo suficientemente profundas y amplias para albergar micro y minin-
jertos. Según Ho y cols., esta técnica disminuye la hemorragia intrao-
peratoria y el dolor posquirúrgico. Además, el estudio histopatológico
de este ensayo clínico evidenció que la lesión térmica en el tejido ad-
yacente es muy limitada y no afecta la tasa de crecimiento piloso valo-
rada a largo plazo36.
Por otro lado, Choi ha diseñado un aparato que permite tomar e
implantar unidades foliculares individuales37; no obstante, el alto coste
del instrumento limita su uso.
En cuanto al diseño del área receptora, se aconseja seguir un esquema
sencillo, fácil de ejecutar en las situaciones más inusitadas en cualquier
paciente. Se debe diseñar la línea de implantación pilosa a una altura
adecuada y, además, respetar las entradas o recesos temporales pues el 33
aspecto final es mucho más natural38. Es útil dividir la cara en tres seg-
mentos, siguiendo la regla de Da Vinci, de la barbilla a la nariz, de
ésta a las cejas y de las cejas a la línea imaginaria donde debe iniciarse
la implantación pilosa (figura 5). En un estudio más reciente, Brandy
Figura 5 Diseño de área receptora: la regla de los tercios de Da Vinci permite diseñar de
forma rápida y precisa la línea de implantación pilosa
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA ha observado que la línea de implantación pilosa se encuentra a unos
6,8 cm de las cejas y a 20,3 cm de la barbilla. Este mismo autor consi-
dera que la regla de Da Vinci puede ser de gran ayuda en la definición
de la posición de la línea de implantación pilosa frontal en hombres
con alopecia androgénica que solicitan tratamiento quirúrgico mediante
microtrasplante de pelo39.
En la región frontal es aconsejable trasplantar injertos de 1 unidad
pilosa creando así una zona de transición de unos 4 a 5 mm, de aspec-
to muy natural, entre la frente y la nueva línea de implantación pilosa.
En la zona contigua se deben implantar injertos de 2 a 4 unidades pi-
losas26.
Los pacientes con densidad folicular/pilosa pobre en la región do-
nante pueden beneficiarse del «concepto de densidad central», es decir,
aprovechar las cantidades limitadas de folículos pilosos para trasplan-
tarlos en un área más pequeña de la región frontopariental alta, obte-
niéndose así un área central más densamente poblada que favorece el
resultado estético40.
Al finalizar la sesión de trasplante, se procede a limpiar la zona con
una gasa húmeda en solución salina mediante toques suaves de ma-
nera que los injertos no se desplacen de su lecho. Por último, en los
pacientes que aún conservan pelo, se peina el área cubriendo los fo-
34 lículos recientemente emplazados. Por norma, no se dejan apósitos de
ningún tipo en el área receptora.
Una vez tomada la tira de cuero cabelludo del área donante, se dispo-
ne sobre una superficie plana y se procede a la preparación de los
injertos mediante cuchilla de bisturí o tijera iris. Algunos autores pre-
fieren mantener en una mano la pieza completa mientras que con la ti-
jera en la mano opuesta van escindiendo las unidades foliculares según
tamaño deseado. En esta tarea es de particular interés emplear lupas
de 2 a 3,5 aumentos; sin embargo, Brandy y cols.24 han observado has-
ta un 50% de reducción en los folículos accidentalmente cortados cuan-
do se emplea el microscopio estereoscópico.
Los injertos preparados se van acomodando sobre una gasa o papel
absorbente humedecido en suero fisiológico frío en un recipiente plano
(placa de Petri) (figura 6). Habitualmente, se dispone de varios reci-
pientes que permiten agrupar los injertos por tamaño, en grupos de 1,
2, 3 o 4 unidades foliculares. En todo momento los injertos deben estar
perfectamente humedecidos en solución salina normal (SSN), ya que la
deshidratación disminuye su supervivencia.
TRASPLANTE DE PELO
36
Figura 7 Colocación de los injertos: debe sujetarse el injerto desde el pequeño pedículo de
tejido adiposo subyacente con ayuda de una pinza de relojero muy delicada (a),
maniobra que garantiza la indemnidad del folículo. Por otro lado, el agujero receptor
puede ampliarse gracias al movimiento rotatorio de la lámina de bisturí o mediante
dilatadores de madera que adicionalmente tienen un efecto hemostático (b)
con la que se aplica presión suave y sostenida sobre los injertos que se
encuentran levemente desplazados. En último lugar, irrigamos con
suero fisiológico las áreas donante y receptora hasta dejarlas completa-
mente limpias, procediendo al secado suave con gasa y secador de
pelo, modelando el pelo de manera que se puedan camuflar la herida
quirúrgica del área donante y la mayoría de los injertos en el área re-
ceptora. Normalmente no se dejan apósitos en el área donante o recep-
tora (figura 8).
TRASPLANTE DE PELO
37
CUIDADOS POSTOPERATORIOS
38 A
A 39
Figura 10 Caso clínico 1: esta paciente de 17 años afectada por alopecia cicatricial
postraumática (a) mejoró considerablemente después de cuatro sesiones de
microtrasplante de pelo realizados en un plazo de 2 años (b)
40
Figura 11 Caso clínico 2: en individuos con alopecia androgénica masculina avanzada pero
con área donante adecuada, el microtrasplante de pelo puede constituir una
alternativa a procedimientos quirúrgicos más complejos. Obsérvese cómo este
hombre de 46 años ha mejorado su aspecto, pasando de un grado VI (escala de
Hamilton) de alopecia androgénica (a) a un cuadro de alopecia menos acusado
con reconstrucción de la línea de implantación frontal bastante aceptable (b)
después del trasplante o bien inmediatamente en las áreas temporales TRASPLANTE DE PELO
para reducir el riesgo de efluvio telógeno.
41
BIBLIOGRAFÍA
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA
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OTROS
TRATAMIENTOS
QUIRÚRGICOS DE LAS
ALOPECIAS
M. Asín Llorca, J. Córdoba, M.R. Navarro 45
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Todas las técnicas desarrolladas hasta ahora para cubrir de cabello las
zonas calvas se fundamentan en reducir la zona alopécica y en llevar
cabello de otras zonas donde no se conserva, o bien en implantarlo me-
diante colgajos o injertos. En 1822, Dieffenbach realizó el primer tras-
plante de pelo. Tillmans, en 1897, empleó por primera vez colgajos lo-
cales de transposición para cubrir zonas de piel calva, y Hunt, en 1926,
describió la primera técnica de reducción del cuero cabelludo median-
te despegamiento y escisión de la zona alopécica y cierre de la herida
resultante mediante el avance de la piel vecina cubierta de cabello.
El primer colgajo frontoparietal de transposición para cubrir la región
frontal fue descrito por Passot en 1931 y por Tauber en 1939. En 1957,
Lamont describió el primer colgajo témporo-parieto-occipital para cu-
brir la región frontal.
En 1950, Orentreich se autoerigió como el padre del trasplante de
pelo al conseguir cubrir grandes zonas de calvicie con injertos de 4 y 5mm
obtenidos con punch de la región occipital. Los malos resultados sor-
prendieron en la mayoría de los casos a propios y extraños, unas veces
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA por defecto de la técnica y otras por el mal planteamiento preoperato-
rio en la elección del paciente, lo que hizo que esta técnica se abando-
nase y quedara enterrada para siempre (figura 1), y que se buscaran al-
ternativas que ofreciesen mejores resultados estéticos. En 1964, Vallis
comenzó a usar los injertos en tiras, que combinaba con injertospunch, e
incluso Coiffman llegó a emplear injertos cuadrados en 1971. De todas
formas, la ineficacia de estos dos procedimientos, junto con el rápido
avance del uso de los colgajos, hizo que fueran rápidamente olvidados.
La técnica de los mini y microinjertos los ha desplazado por completo.
En 1974, Marechal propuso la ligadura bilateral de las arterias tem-
poral superficial y auricular posterior como tratamiento de la calvicie
común. Este método se basaba en que al decrecer el riego sanguíneo se
provocaba una hipoxia que podría inactivar el metabolismo de la tes-
tosterona-dihidrotestosterona. Aunque él afirmaba que obtuvo buenos
resultados y que la mitad de sus pacientes se curaron, otros cirujanos
fracasaron al intentar aplicarlo y el método acabó abandonándose.
Juri, en 1975, describió un gran colgajo témporo-parieto-occipital y,
unos años después, Elliot ideó dos colgajos temporoparietales, similares
a los de Passot, pero más pequeños, que podían realizarse en un solo
46 A
Figura 1 Los pobres resultados de los injertos punch de cuero cabelludo obligaron
a suspender la técnica, que quedó definitivamente enterrada
tiempo quirúrgico sin ninguna demora previa. En los años siguientes, OTROS TRATAMIENTOS QUIRÚRGICOS DE LAS ALOPECIAS
Heimburger, Flemin y Mayer describieron colgajos parecidos a los ante-
riores con dimensiones variables según la indicación concreta, y mejo-
raron los resultados estéticos. Colgajos de rotación de base superior pre
y postauriculares son descritos por Nataf en 1976 y por Dardour en 1983.
También emplearon colgajos libres Ohmori y Juri, pero la compleji-
dad del procedimiento y el alto riesgo de complicaciones no justifica su
indicación en cirugía estética, sobre todo si se tiene en cuenta que igua-
les o mejores resultados se pueden obtener con un método más seguro,
como es el colgajo témporo-parieto-occipital.
En 1983, Fleming y Meyer modifican el colgajo de Juri y obtienen
unos resultados estéticos que en la actualidad son difíciles de superar
por ningún otro tipo de colgajo.
Blanchard y Blanchard reintroducen el mismo concepto que Hunt
para reducir la zona calva. Su técnica, llamada obliteration of alopecia by
hair lifting, se basaba en la extirpación de una elipse de piel calva de
3 cm de ancho por 7-10 cm de largo. Esperaban de 4 a 6 semanas para
repetir el mismo proceso, y lo volvían a repetir hasta en 6 ocasiones. La
región frontal la trataban con injertos punch. Estudios similares son
llevados a cabo y publicados por Stough, Webster, Sparkuhl y Unger
en 1978, y por Bosley en 1979.
Alt publicó en 1980 su método de reducción paramedial y Fleming 47
y Mayer la extirpación en «Y». En este mismo año,Marzola introdujo el
término de scalp lifting –un estiramiento de todo el cuero cabelludo en
dirección superior y anterior–, y realizó la intervención en dos tiem-
pos para preservar la vascularización del colgajo. La técnica se desa-
rrolla en los años siguientes con el problema de la posible aparición de
necrosis, que se evita realizando la intervención en varios tiempos.
Frechet, en 1993, introduce el extender, un sistema muy eficaz de trac-
ción interna del cuero cabelludo. Pero el mayor avance en reconstrucción
del cuero cabelludo llegó con los expansores tisulares. Gracias a ellos se ob-
tienen resultados que a veces pueden resultar difíciles de creer.
De todos los procedimientos enumerados, nuestra experiencia (su-
perior a los 15 años en este campo) nos enseña que hay 4 técnicas im-
prescindibles si queremos resolver la totalidad de los problemas de
cariz estético o reconstructivo del cuero cabelludo:
– Trasplante de pelo, especialmente mini y microinjertos.
– Reducciones, y sobre todas ellas el scalp lifting más el extender.
– Colgajo de Fleming y Mayer.
– Expansión tisular.
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA es inviable en una publicación de estas características, por lo que nos li-
mitaremos a comentar los aspectos más importantes de cada uno de
ellos. Los interesados en profundizar en este campo quirúrgico podrán
encontrar en la bibliografía citada descripciones más detalladas, algu-
nas de las cuales incluyen vídeos de las distintas técnicas.
Anestesia
La mayoría de estas intervenciones –con la excepción de las grandes
reducciones y colgajos– podrían realizarse exclusivamente con aneste-
sia local; no obstante, desde hace años optamos por realizarlas con el
paciente sedado y adecuadamente atendido por el anestesista, al ser
más cómodo para el paciente y para nosotros. Después de la interven-
ción, el paciente permanece ingresado unas horas hasta que el anestesis-
ta considera que puede abandonar la clínica sin correr riesgo alguno. En
la sedación, se emplea normalmente midazolam como neuroléptico, fen-
tanilo como analgésico, y atropina para prevenir un posible choque vagal.
En la anestesia local se utiliza una mezcla 3/1 de xilocaína adrenali-
zada al 1/100.000 y bupivacaína, lo que permite un efecto inmediato
de xilocaína y una analgesia prolongada de bupivacaína.
REDUCCIONES
realizan, los resultados estéticos, etc., si bien los inconvenientes –que OTROS TRATAMIENTOS QUIRÚRGICOS DE LAS ALOPECIAS
veremos más adelante– hacen que sea una técnica confinada a indica-
ciones limitadas. No obstante, cuando la indicación es precisa y la eje-
cución correcta, los resultados son permanentes y de excelente aspec-
to cosmético.
Sus indicaciones van desde la simple extirpación de zonas cicatri-
ciales de cuero cabelludo –como en el lupus discoide estable–, a los
llamados liftings de cuero cabelludo, que pueden considerarse como
la intervención de mayor envergadura dentro de las que nos ocupan.
A B C
Tipos
Las reducciones, de acuerdo con su tamaño y forma, las podemos cla-
sificar en fusiformes –centrales, laterales, transversales y combinadas–
y gigantes.
A B
Figura 3 Reducción fusiforme central. a) Se ha extirpado una amplia zona central. b) Sutura
sin tensión. Posteriormente completaremos la zona frontal con mini/microinjertos
zona calva es escasa (de 2 a 3 cm como máximo). Hay que prestar mu-
cha atención a la hora del despegamiento, pues se pueden dañar las OTROS TRATAMIENTOS QUIRÚRGICOS DE LAS ALOPECIAS
B 51
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA dentes, pudiendo dejar, además, cicatrices menos estéticas que las de
las formas más simples (figura 5). En alguna ocasión, la hemos emple-
ado para tratar epiteliomas del cuero cabelludo, con mejor resultado
que las escisiones clásicas.
Reducciones gigantes
Implican el sacrificio de vasos occipitales y tiene un elevado riesgo de
necrosis, especialmente en la zona occipital. Describiremos el llamado
scalp lifting (figura 6), el lifting de Dardour, y la técnica de Mayer y
Brandy.
A B
mos obtener un mayor avance, es imprescindible desinsertarla de los OTROS TRATAMIENTOS QUIRÚRGICOS DE LAS ALOPECIAS
músculos occipitales, lo que nos obligará a cortar el pedículo formado
por la arteria y la vena occipital. Conservar este pedículo tiene poco
sentido, pues aunque el despegamiento lo realizamos por debajo de
su línea, su poca distensibilidad nos limitaría el avance del colgajo.
Las preguntas que nos planteamos antes de decidirnos a realizar es-
tas técnicas generalmente son:
a) Si debemos o no cortar el pedículo formado por la arteria y la vena
occipital.
b) Cuántos procedimientos quirúrgicos necesitaremos para extirpar
toda la piel calva.
c) Qué cicatrices pueden quedar.
d) Qué hacer con la zona frontal.
Lifting de Dardour
Se diferencia de otros en que conserva al menos una arteria occipital
superficial, además de que el despegamiento en la zona occipital es
muy superficial, lo que reduce el riesgo de necrosis. Dardour puso a OTROS TRATAMIENTOS QUIRÚRGICOS DE LAS ALOPECIAS
punto tres variaciones de su técnica:
A B C
55
D E
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA c) Lifting parasagital asociado a dos colgajos frontales. Esta técnica es
casi una combinación de las dos precedentes. La incisión se lleva
a cabo en una línea temporal prolongándose hasta la frontal, rea-
lizándose dos pequeños colgajos verticales anteriores que deben
reunirse en la línea media frontal; con ello se consigue una reduc-
ción bitemporal y una ascensión de la coronilla, y se logra en cada
sesión una reducción de aproximadamente 5 cm. Tras dos sesiones
podría quedar una pequeña zona central que puede corregirse con
minicolgajos laterales o una sesión de microinjertos.
Complicaciones
Infección
Es excepcional, se puede producir tras un hematoma no tratado, y en
general es más común a la altura de los puntos de entrada o salida de
la sutura.
Necrosis
No debería producirse si se sigue meticulosamente la técnica. De todas
formas podría darse tras un gran hematoma no tratado, un despega-
56 miento excesivamente superficial o una sutura a tensión.
Alopecias residuales
Puede producirse un efluvio anágeno temporal a las pocas semanas de
haber realizado la reducción, que puede ser más grave en las gigantes.
Generalmente es autolimitado y se debe a la lesión de los bulbos pro-
ducida por la tensión a la que se ven sometidos con la reducción.
Hematomas
No son frecuentes; hay que tener especial cuidado en el despegamien-
to de la zona occipital, por lo que es aconsejable colocar un drenaje en
esta zona.
Cicatrices inestéticas
Suelen deberse a una tensión excesiva o a un exceso de presión en los
puntos de sutura. Generalmente, los peores resultados se producen al
haber llevado a cabo un diseño incorrecto, especialmente en lo que se
refiere al posicionamiento de las cicatrices.
Dehiscencias
Se deben a una incorrecta aplicación de la técnica y a un cierre con
tensión excesiva. Suelen darse en los primeros días tras la intervención.
Las zonas de piel calva entre los colgajos se pueden eliminar me- OTROS TRATAMIENTOS QUIRÚRGICOS DE LAS ALOPECIAS
diante técnicas de reducción.
EXPANSORES
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA principio para la cirugía reconstructora, cada vez van teniendo más
aplicaciones en el campo de la cirugía estética. El cuero cabelludo es
una de las zonas anatómicas del cuerpo donde mejor se toleran estas
intervenciones, y su uso se hace imprescindible cuando queremos cu-
brir grandes zonas de alopecia, ya sean cicatriciales o no. Para reparar
satisfactoriamente un caso de alopecia por radiación, se precisaron dos
grandes expansores de 1.000 cm3 cada uno. El trasplante de pelo o las
reducciones del área calva habrían sido inútiles.
Expansión peroperatoria
Es útil para cubrir pequeños defectos. Nosotros la realizamos emplean-
do una o dos sondas de Foley: se colocan sobre la galea en la zona que
se ha de distender, llenamos con suero fisiológico la zona de expansión
de la sonda mediante presiones sucesivas y empezando con 2 mL de
suero, y vamos vaciando y volviendo a llenar varias veces hasta conse-
guir un volumen de 10-15 mL en unos 20-30 minutos de ciclos de va-
ciado-llenado; esto permite una distensión del cuero cabelludo evidente-
mente menor que si se coloca un expansor permanente, pero suficiente
en muchos casos para cubrir un defecto pequeño. Tiene la ventaja del
bajo costo, ínfimo si comparamos el de la sonda con el de un expansor
de cuero cabelludo. Además, hay que tener en cuenta la inmediatez de
60 la expansión, lo que evita el periodo «llamativo» por el que pasa el pa-
ciente cuando es portador de un expansor tradicional (figura 9).
Expansores diferidos
En esta técnica es casi tan importante la correcta ejecución como la in-
formación al paciente. Es fundamental que el paciente conozca que va
a pasar un periodo «socialmente invalidante» y que precisará un mí-
nimo de dos intervenciones.
La primera cuestión que nos plantearemos será la elección del ex-
pansor adecuado para cada caso, elección que se realizará en función
de la forma (rectangular, redondeada, en croissant, etc.), del volumen,
de la densidad de cuero cabelludo en la zona que se va a expandir, y de
la zona que pretendamos cubrir. La válvula de llenado puede ir unida
a la prótesis directamente o mediante un tubo.
Incisión
Hay que evitar cicatrices anteriores y la incisión debe ser, como máximo,
de 4 cm (hay que tener presente la necesaria colocación de la válvula).
A B C
Figura 9 Expansión tisular intraoperatoria con sondas de Foley en una placa de alopecia
cicatricial
62 B
A B C
D E F
63
Figura 11 a) Extensores de Brandy de distintos tamaños. b) Diseño de la zona que se va a
extirpar. c) Extirpación de la zona alopécica y extensor colocado para aproximar
los bordes de la herida antes de anclarlo a la galea. d) Reducción progresiva del
defecto como consecuencia de la tracción del extensor. e) Postoperatorio
inmediato. f) A los tres meses, tras haber retirado el extensor, la distensión
obtenida hace que no haya distensión de la cicatriz
Complicaciones
La principal es la formación de un hematoma, lo que hace que mu-
chos cirujanos coloquen sistemáticamente un drenaje de aspiración. La
aparición de infección es poco frecuente y casi siempre consecuencia
del hematoma. Si se produce, precisará extracción del expansor, lavado
y cobertura antibiótica. El deshinchado de la prótesis es excepcional.
EXTENSORES
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA convenientes, aunque su simplicidad de manejo los hacen interesantes,
siempre y cuando, una vez más, la indicación de su uso sea la correcta.
Hay dos clases de extensores: de autotracción –que son láminas de
silastic–, como los modelos de Frechet y Brandy (figura 11), y de trac-
ción externa, como el modelo de Hazam.
El extender es una lámina de silastic de tamaño variable, según se
precise, en cuyos extremos hay dos ganchos de titanio. Con el extender
en tensión los ganchos son anclados a la galea y el efecto de tracción
que ejerce la banda elástica de silastic va aproximando el cuero cabe-
lludo hacia el centro. De 30 a 40 días, según el grado de elasticidad de
la piel, tarda la lámina elástica en recuperar su posición de reposo,
momento en el que se realiza el segundo tiempo del estiramiento, para
dejar de nuevo colocado el extender hasta completar el último tiempo
quirúrgico. La incidencia de hematoma cuando se emplea el extender
es, según nuestra experiencia, de hasta el 90% en los 10 a 15 primeros
días, complicación fácil de resolver y que en ningún momento nos obli-
gará a la retirada precoz del extensor.
El extensor de Hazam es, en sus extremos, muy similar al anterior,
pero las dos líneas de anclaje están unidas por dos tiras de plástico ra-
nurado, cuyas ranuras están dispuestas de tal manera que impiden el
retroceso (técnica similar a las abrazaderas de plástico de la industria);
64 los extremos de estas tiras se colocan en el exterior del cuero cabelludo,
una vez implantado el extensor, y es el propio paciente quien día a día,
y en función de la molestia que le ocasione la tensión, va tirando de am-
bas tiras de plástico, aproximando entre sí las barras de titanio y pro-
duciendo en definitiva una aproximación de las áreas con pelo.
BIBLIOGRAFÍA
Dieffenbach JF. Nonnulla de regeneratione et transplantatione. Disser-
tation inaguralis, 1822.
Hunt HL. Plastic surgery of the head, face, and neck. Nueva York: Lea
& Febiger, 1926.
COLGAJOS CUTÁNEOS.
PRINCIPIOS GENERALES
J.C. Moreno Jiménez
A
fortunadamente, la cirugía dermatológica, o dermatología
quirúrgica, ha pasado de ser un apartado de nuestra especia-
lidad practicado sólo por algunos, a constituir una parte im-
portante en la formación de todo aquel que se afane en obtener el títu-
lo de dermatólogo. Muchos son los intentos de mantener una 65
formación adecuada a distintos niveles. En este trabajo trataremos de
asentar las bases generales para la implantación de colgajos locales y
revisaremos las técnicas que con más frecuencia se realizan en nuestra
especialidad.
En muchas ocasiones, la palabra «colgajo» levanta cierto miedo en
los que se inician en esta cirugía, posiblemente porque piensan que es
una técnica arriesgada y difícil. Nada más lejos de la realidad. Los col-
gajos son una excelente medida terapéutica y su uso exige una parte de
técnica y mucho de imaginación, por lo que no deja de ser un método
creativo que habrá de aportarnos grandes satisfacciones, aunque recla-
me –personalmente no lo creo– algo más de tiempo.
Una vez más, debemos recordar que la dermatología quirúrgica tie-
ne un espíritu terapéutico, y por tanto su finalidad es la curación; por
ello, cuando nos enfrentamos a un tumor, y muy especialmente si es
maligno, nuestra intención fundamental debe ser eliminarlo de forma
definitiva. En modo alguno es lícito acudir al quirófano pensando «voy
a realizar una extirpación lo más económica posible para luego no te-
ner problemas reconstructivos», pues en estos casos la persistencia, y
por tanto la recidiva, está prácticamente asegurada. Extirpemos el tu-
mor y posteriormente cerrémoslo mediante sutura directa, injerto, col-
gajos o, por qué no, mediante granulación por segunda intención: de
Figura 1 Zonas de la cara donde puede valorarse la realización de una cicatrización por
segunda intención
culocutáneo en su base, del que parten pequeñas prolongaciones per- COLGAJOS CUTÁNEOS
forantes hacia la piel. Este sistema vascular no está predeterminado y
se extiende por todo el organismo. Aunque es eficaz, tiene ciertas limi-
taciones relacionadas con su extensión, de modo que los colgajos ba-
sados en este tipo de circulación deben mantener unas medidas prees-
tablecidas ya que, de lo contrario, el riesgo de isquemia –y necrosis– de
parte o de la totalidad del colgajo está asegurada. Debido a esta cir-
cunstancia, en aquellas ocasiones en las que sospechemos que existe
afectación vascular, podemos recurrir a la denominada maniobra de
demora, que tiene por objeto aumentar y mejorar la irrigación del col-
gajo a través del pedículo. Esta maniobra consiste en marcar y tallar el
colgajo, pero en vez de suturarlo en la zona de trasplante se vuelve a
integrar en su lugar de origen, en el que lo mantendremos durante un
periodo de aproximadamente tres semanas, durante las cuales se po-
tenciará la vascularización pedicular. Transcurrido el tiempo de de-
mora, podremos levantarlo de nuevo y llevarlo a su destino con ma-
yores garantías (figura 2).
Colgajos libres
Se trata en realidad de «injertos convertidos en colgajos», ya que se
desprenden completamente de la zona donante pero, en vez de inte-
grarse de forma libre al lecho, se realizan previamente microanasto-
mosis entre los vasos de la zona receptora y los del colgajo libre.
Por ser los más habituales, sólo comentaremos con detalle los colga-
jos locales «al azar».
1 2 3 4 5
Figura 2 Técnica de demora: Se realiza marcaje (1), incisión de colgajo y tallado (2), se
vuelve a suturar al lecho (3, 4) para potenciar la vascularización del pedículo (5)
Defecto triangular
Se realiza una incisión recta que es la prolongación de la base del trián-
gulo que debe ser de 2 a 2,5 veces la extensión de ésta. Una vez despe-
gado el colgajo de su tejido celular subcutáneo, se tracciona levemente
para deslizarlo hasta cubrir el defecto (figuras 5 y 6). Si hay problemas
de tensión, la realización de un triángulo de Bürow en el extremo de
la incisión soluciona el problema (figura 5). En algunas ocasiones, es
necesario realizar, por la extensión del defecto o por la limitación en la
incisión, en vez de uno, dos colgajos laterales o un doble colgajo de
deslizamiento, por lo que el cierre dejará una cicatriz en forma de T
(colgajo A-T) (figura 7).
70
Defecto rectangular
Para cubrir la pérdida de sustancia se realiza una doble incisión que
será una prolongación de los lados superior e inferior; por lo demás,
la técnica es superponible a los defectos triangulares (figuras 5, 8, 9 y 9
bis).
Triángulos
de Bürow
Figura 5 Colgajos por deslizamiento. Distintos tipos según el defecto sea triangular
o cuadrado
COLGAJOS CUTÁNEOS
A
C
B D
Figura 8 Defecto rectangular. Esquema de cierre mediante colgajo simple («en bandera»)
72
B
B
C C
COLGAJOS CUTÁNEOS
A B C D
A B C D
Figura 11 Colgajo en semiluna. a) Dibujo del colgajo. b) Tracción del defecto que se acopla
al pliegue paranasal. c) Sutura. d) Resultado
74
A B C D
Figura 14 Colgajo de pedículo subcutáneo («en isla»). a) Defecto y trazado del colgajo.
b) Despegamiento del colgajo por los bordes manteniendo el pedículo subcutáneo.
c) Sutura. d) Resultado
COLGAJOS CUTÁNEOS
Colgajos de rotación
Se realizan mediante un movimiento semejante al de un arco de círcu-
lo en el que el defecto primario es un segmento y donde la unión del
colgajo y el defecto forman un semicírculo (figuras 15 y 16). Lo ideal 75
para realizar este colgajo es que el defecto sea triangular. La sutura
debe hacerse siempre sin tensión, pero si ésta existe es conveniente re-
partirla equitativamente mediante la sutura, o recurrir a realizar en la
base de rotación triángulos de Bürow o expansión pantográfica, cui-
dando siempre de no afectar los pedículos. Las zonas más apropiadas
para efectuarlos son cuero cabelludo, mejilla, cantus interno, párpados
(colgajo de Imre), aunque pueden hacerse en cualquier otra localiza-
ción. Como en el anterior, los colgajos de rotación pueden ser simples o
dobles (colgajo en O-Z).
Colgajo de Imre
Se emplea fundamentalmente para reconstrucción de párpado inferior.
Al realizarlo, se escinde la piel en forma de arco a través preferible-
mente de un surco, y se lleva a cabo un despegamiento profundo; pos-
teriormente, se procede a suturar por planos intentando descargar la
tensión, si existe, en los puntos subcutáneos, para que la piel pueda
unirse sin determinar ectropión (figura 16).
Colgajo O-Z
Se utiliza fundamentalmente para cubrir defectos circulares en luga-
res donde no existe una buena elasticidad cutánea o no se pueden rea-
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA lizar colgajos extensos. Se hacen dos colgajos de rotación que se reali-
zan en direcciones contrarias, a partir de los bordes superior e inferior,
con una base 1,5 veces superior al diámetro del defecto, se lleva a cabo
el despegamiento adecuado y se rotan para alcanzar el defecto. El
nombre de esta técnica viene dado porque en un principio el defecto
tiene forma circular, de O, y en cambio la cicatriz tras la realización de
los colgajos tiene forma de Z (figura 17).
Colgajo en hacha
Es un colgajo mixto (rotación y desplazamiento) que permite movi-
mientos muy amplios del colgajo. Tiene el inconveniente de presentar
un pedículo muy estrecho, por lo que puede ser comprometido si no se
hace en lugares de vascularización muy rica –cara, cuero cabelludo,
nariz, etc.–. Un ejemplo típico de esta clase de colgajo es el denomina-
do «pannasal», muy indicado cuando se trata de reparar defectos en
la punta de la nariz. Consiste en realizar un colgajo que sigue los plie-
gues laterales de la nariz, llega a la zona interciliar y alcanza la raíz
76
A B C
A C D
Figura 17 Doble colgajo de rotación O-Z. a) Defecto y dibujo del doble colgajo de rotación.
Se preparan dos colgajos opuestos y de dirección contraria. b) Rotación de los
colgajos que tienden a unirse en su centro. c) Sutura de los colgajos.
d) Resultado inmediato al retirar los puntos de sutura
COLGAJOS CUTÁNEOS
B C
77
D E
Figura 18 Colgajo en hacha. Colgajo pannasal para cubrir un importante defecto en punta
nasal. a) Defecto que ha de cubrirse. b) Dibujo del colgajo que partiendo
del defecto sigue el surco lateral de la nariz para alcanzar zona interciliar
y prolongarse discretamente hacia el lado contralateral. c) Rotación del colgajo
una vez despegado. d) Sutura. e) Resultado
78 Colgajo nasolabial
También conocido como nasogeniano o mielolabial, utiliza la piel del
surco formado entre mejilla y labio superior para reconstruir funda-
mentalmente pérdidas de defecto en la nariz o del labio superior. Con-
siste en realizar un colgajo de pedículo superior en el surco nasogenia-
no; una vez despegado, se procede a la sutura del defecto en la zona
dadora, lo que ayuda a que el colgajo se acerque a su nuevo lugar de
sutura en el que se coloca una vez cubierto un pequeño trozo de piel
(figura 20). Son colgajos que tienen una buena supervivencia y su in-
A B
Figura 20 Colgajo por transposición. a) Dibujo del colgajo, asentado en surco nasogeniano
y que se dispone a cubrir un trozo de piel sana para cerrar el defecto quirúrgico.
b) Cierre con las suturas disimuladas en los pliegues
COLGAJOS CUTÁNEOS
Colgajos lobulados
Son en realidad varios colgajos de transposición en los que cada de-
fecto va cerrando el previo hasta que es posible realizar una sutura di-
recta. Dependiendo del número de lóbulos se han denominado, bi, tri
o tetralobulados. Los más habituales, y los que comentaremos, son los
bilobulados. Se utilizan para cerrar zonas de poca distensibilidad, don-
de la colocación de injertos o grandes colgajos se considera inadecua-
do. Por lo tanto, sus principales indicaciones son la nariz, las plantas de
los pies, la frente, la glabela, el cantus interno, etc.
La técnica de los colgajos bilobulados consiste en la creación de dos
lóbulos que entre sus ejes deben formar un ángulo de 90o, de lo con-
trario surgirán o tensiones (ángulo menor de 90o), u «orejas de perro»
(ángulo mayor de 90o). Su realización consiste en trazar un semicírcu-
lo, cuyo radio debe ser tres veces el diámetro del defecto (figura 22). So-
bre este semicírculo se trazará un ángulo de 90o (ángulo «b» en la figu-
ra 22), que formará los ejes de los dos colgajos bilobulados y que
alcanzará hasta el borde del semicírculo. El ángulo que forman el eje
Figura 22 Esquema del diseño de un colgajo bilobulado: Tomando el diámetro del defecto
como referencia se traza un semicírculo de diámetro 3 veces superior al anterior.
Formando un ángulo de 45º se traza el primer colgajo (ángulo a) con una
dimensión que ocupa todo el diámetro de semicírculo y una anchura semejante
a la del defecto. Formando un ángulo de 90º con el anterior (ángulo b) se traza
el eje del segundo colgajo que debe ser de la misma longitud pero de menor
anchura. Una vez despegados los colgajos se transponen para cubrir el defecto
superior, suturando la zona resultante mediante sutura directa
80
A B
C D
del defecto con el del primer colgajo bilobulado será de 45o (ángulo «a» COLGAJOS CUTÁNEOS
en la figura 22). El tamaño del primer colgajo debe ser algo superior al
defecto y el segundo, en cambio, más estrecho para que la pérdida de
sustancia residual permita la sutura directa. Posteriormente, se proce-
de a levantar los colgajos y a transponerlos, de manera que el primero
cerrará el defecto quirúrgico; el segundo colgajo, el dejado por el pri-
mero, y, por último, el defecto resultante se cerrará mediante sutura di-
recta, si esto no es posible pueden realizarse nuevos colgajos (tri, tetra-
lobulado, etc.) hasta conseguir el cierre (figura 23).
Colgajo glabelar
Es un colgajo que da grandes resultados y se utiliza para cerrar defec-
tos en el tercio superior de la nariz y cantus interno del ojo. Para reali-
zarlo se marca un colgajo (figura 24) que va desde el defecto hasta la
zona interciliar, bajando discretamente por el lado contralateral de
la nariz. Una vez levantado el colgajo se transpone para cubrir la pér-
dida de sustancia. La región interciliar la suturaremos de forma direc-
ta. Es aconsejable empezar por suturar esta zona, ya que así el colgajo
tiende a colocarse «de forma natural» en su nueva posición. Su único
inconveniente es que deja reducida la zona interciliar, defecto que pue-
de resolverse –en los casos que sea necesario– transformando el colga-
jo glabelar en bi o trilobulado. 81
A B
C D E
120º D
A 60º C A E C
F
D D
F
60º
E E
Figura 25 Colgajo de Limberg. Se realiza sobre un defecto romboidal con ángulos de 60º y
120º. Se traza la prolongación de la diagonal B-D, resultando un segmento, D-E,
de sus mismas dimensiones, a partir del punto E se dibuja la línea EF que forma
con la anterior un ángulo de 60º, resultando por tanto paralela a uno de los lados
del rombo (D-C) y con las mismas dimensiones que las incisiones anteriores.
Se despega el colgajo y se transpone a la zona del defecto
82
A B
C D
Figura 26 Colgajo de Limberg. a) Diseño del colgajo. b) Defecto y trazado del colgajo.
c) Transposición del colgajo. d) Sutura sin tensión
Colgajo de Limberg
Es de gran utilidad y se realiza para cerrar defectos romboidales que de-
ben estar formados por dos ángulos de 120o y dos de 60o, aunque puede
también realizarse con otras dimensiones. El trazado del colgajo (figu-
ra 26) se hace prolongando la diagonal menor del rombo, es decir la de
los ángulos de 120o. Esta incisión debe tener la misma dimensión que
la propia diagonal; la segunda incisión, que debe tener también las mis-
mas dimensiones, se hace trazando una paralela, con ángulo de 60o, a
uno de los lados del rombo. Posteriormente se realiza el despegamiento
COLGAJOS CUTÁNEOS
BB BB
DD
A A 60º60º CC AA EE CC
FF
DD
EE FF
Figura 27 Colgajo de Dufourmantel. Defecto romboidal pero con ángulos menores, mayores
de 60º. Se realiza el colgajo trazando la bisectriz en el ángulo imaginario que
forman las prolongaciones de uno de los lados del rombo (C-D) con la bisectriz de
la diagonal mayor (B-D), resultando un segmento (D-E). La segunda incisión se
traza a partir de la primera, desde el punto E, y es paralela a la otra diagonal del
rombo (A-C), estos dos segmentos (D-E y E-F) son de la misma longitud e igual al
lado del defecto (C-D). Posteriormente se realiza el despegamiento y la transposición
Colgajo de Dufourmantel
Es una variante del anterior y se emplea para cubrir defectos romboi-
dales, pero con ángulos menores que midan más de 60o (figura 27), que
ocasionarían retracciones si usáramos el «colgajo de Limberg». Su traza- 83
do se realiza prolongando imaginariamente uno de los lados del rombo,
así como el de la diagonal correspondiente. En el ángulo que las dos lí-
neas anteriores determinan, se traza una bisectriz que debe tener la
misma longitud que los lados del rombo. Se completa el colgajo con una
nueva incisión que se inicia al final de la bisectriz anterior y que, siendo
paralela a la otra diagonal del rombo, ha de tener su mismo tamaño;
posteriormente se lleva a cabo el despegamiento y la transposición, algo
que no comporta dificultad alguna. Dado que el pedículo es ancho pue-
den seccionarse, si las hubiere, las «orejas de perro» correspondientes.
BIBLIOGRAFÍA
Camacho F, De Dulanto F. Colgajos: Clasificación general. Normas ge-
nerales de obtención. Vascularización. Fenómeno de demora. En:
Camacho F, De Dulanto F, eds. Cirugía Dermatológica. Madrid:
Grupo Aula Médica, 1995; 159-165.
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Salasche SJ, Grabski WJ. Flaps for the central face. Nueva York: Chur-
chill Livingstone, 1990.
INJERTOS CUTÁNEOS
S. Serrano Ortega, M.C. Martín Sánchez, I. Fernández Ángel
E
l trasplante de tejidos de una zona del cuerpo a otra puede rea-
lizarse de dos maneras: mediante colgajos, ya estudiados en el
capítulo anterior, o por injertos, que a diferencia de los colgajos
son trozos de tejido que se separan por completo de su localización ori- 85
ginal y se implantan en otra zona de la que recibirá, desde el princi-
pio, su nutrición. Los injertos cutáneos son fragmentos de piel de dis-
tinto tamaño y grosor que se han aislado totalmente de su aporte
sanguíneo local (zona dadora) para transferirlos a otra localización de
la superficie cutánea del mismo individuo con el fin de cubrir una pér-
dida de sustancia (zona receptora).
El desarrollo y evolución del concepto, hasta llegar a la situación ac-
tual, ha pasado por distintas vicisitudes. En 1869, Jacques Louis Rever-
din (figura 1a), del Hospital Necker de París, proporcionó la base de los
injertos cutáneos. Observó que en las heridas cubiertas por tejido de
granulación la cicatrización era más rápida cuando en la herida habían
permanecido islotes de piel que luego se transformaban en focos de
cicatrización. Ideó trasplantar trozos de piel sana al tejido de granula-
ción de las heridas y consiguió, de esta manera, una curación mucho
más rápida. Con una lanceta cortó dos pequeños trozos de piel, de un
milímetro cuadrado, del antebrazo de un paciente con una herida en el
dedo pulgar, donde trasplantó los injertos que a los pocos días habían
prendido y se habían transformado en focos de epitelización. El pro-
cedimiento de los «injertos epidérmicos», término erróneo ya que los
injertos de Reverdin contienen dermis, se adoptó como una técnica
quirúrgica de gran utilidad.
87
A B
C D
Figura 1 Jacques Louis Reverdin (a); Louis Xavier Edouard Leopold Ollier (b); John
Reissberg Wolfe (c), y Hedor Krause (d)
CLASIFICACIÓN
Según su origen
Autoinjertos o injertos cutáneos antólogos, que provienen del mismo individuo al
que van destinados. Una variedad son los injertos sinér gicos entre gemelos
univitelinos.
Homoinjertos o aloinjertos, en los que el donante es un individuo de la
misma especie, generalmente un familiar. Una variedad son los xenoin-
jertos o injertos de cadáver.
Heteroinjertos, de origen animal, generalmente de piel de cerdo o de
piel artificial.
Los primeros no plantean ningún problema de rechazo inmuno-
lógico, mientras que los demás sí lo presentan, pero son de gran utili-
dad en el tratamiento de grandes quemados, ya que evitan la pérdida
de líquidos, electrólitos y proteínas durante el tiempo necesario para
remontar el estado general del paciente y poder emplear su propia
piel.
Otros injertos
Injertos compuestos, como los injertos obtenidos de pabellón auricular
para reparar el ala nasal, incluyen epidermis, dermis, tejido celular y
cartílago.
Injertos pequeños profundos de Davis, pequeños cilindros de piel com-
pleta que contienen epidermis y dermis, y que son similares a los de
Reverdin y a los obtenidos con punch de distintos calibres.
Injertos de dermis, ya mencionados, son injertos dermoepidérmicos
gruesos desepidermizados.
INJERTOS EPIDÉRMICOS
Son los injertos cutáneos más finos. Contienen sólo epidermis y tienen
un espesor máximo de 200 µu. Teóricamente no contienen restos de
dermis.
La mejor forma de obtener estos injertos es mediante succión, ya
que se provoca una ampolla por despegamiento a la altura de la capa
lógica.
Técnica de obtención
Para obtener este tipo de injertos se emplea una cápsula metálica con dis-
tintos orificios en su parte inferior que se conecta a un sistema de vacío
para producir una presión negativa de aproximadamente 760 mmHg
durante 20-30 minutos.
Después de limpiar la piel de la zona dadora, generalmente la su-
perficie anterior, lateral o posterior de los muslos, se aplica la cazoleta
sobre la piel, se conecta al aparato de succión y se mantiene el tiempo
suficiente para que se produzca el despegamiento, a ser posible sin
hemorragia. Una vez obtenida la ampolla, recortamos el techo de ésta,
la colocamos sobre un tul graso y la aplicamos en la zona cruenta pre-
viamente preparada. Es imprescindible, cuando se aplica sobre tejido
de granulación, como sucede en las úlceras de las piernas, limpiar me-
ticulosamente la superficie cruenta de la úlcera con agua, jabón anti-
séptico y cepillo (puede emplearse un cepillo como el que usamos para
lavar las manos antes de la intervención).
Posteriormente, es necesario inmovilizar la zona injertada con un
vendaje adecuado. 91
La zona dadora se cubre con un apósito hidrocoloide y en una se-
mana ha cicatrizado. Conviene evitar la exposición solar para que no se
produzca hiperpigmentación.
En nuestro caso sustituimos los injertos epidérmicos por injertos
dermoepidérmicos muy delgados obtenidos con dermátomo (cuchi-
llo), que prácticamente carecen de dermis.
Ventajas e inconvenientes
La principal ventaja de estos injertos epidérmicos es que prenden con
mucha facilidad, incluso sobre lechos poco idóneos o con poca vas-
cularización, gracias a que sus requerimientos nutritivos son míni-
mos. Además, desde el punto de vista técnico no se necesita anestesia
para su obtención, y para aplicarlos puede emplearse anestesia tópi-
ca ya que el injerto no se sutura a la zona receptora. Esta técnica se
puede realizar en la consulta sin necesidad de llevar al paciente al
quirófano.
Sus principales inconvenientes son que la obtención es pesada y exi-
ge gran destreza, un manejo muy delicado de los injertos y que la can-
tidad de injerto que se obtiene es tan pequeña que sólo sirven cuando
el defecto que queremos cubrir no es muy grande.
Por todo ello, sus indicaciones son muy reducidas: úlceras de pe-
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA queño y mediano tamaño, incluso cuando éstas tienen una vascula-
rización pobre, y sobre todo vitíligos y otras leucomelanodermias
estables. En estos casos se prepara primero la zona receptora me-
diante su denudación por dermoabrasión, mejor que con congela-
ción con nitrógeno líquido o quemadura por exposición a radiacio-
nes ultravioleta o 5-fluorouracilo, que delimitan menos la zona
dadora.
Las complicaciones son las mismas que en los demás injertos.
INJERTOS DERMOEPIDÉRMICOS
Instrumental necesario
Aunque pueden obtenerse con una cuchilla simple, tipo «navaja de
afeitar», o cualquier otro instrumental cortante que permita una inci-
sión tangencial (hoja de bisturí, cuchilla de afeitar u hoja de escisión
tangencial tipo «dermablade») capaz de escindir la piel, preferimos el
empleo de dermátomos, aparatos diseñados específicamente para tal
finalidad.
Entre los dermátomos pueden elegirse entre los eléctricos y los ma-
nuales. Sólo describiremos los empleados de forma habitual.
Dermátomos eléctricos
En los dermátomos eléctricos agrupamos los accionados por motores
eléctricos (figura 3), por aire comprimido (figura 4), por nitrógeno lí-
quido o a pilas. Todos ellos presentan una mayor complejidad, son más
caros y tienen una gran ventaja: son más fáciles de emplear y propor-
cionan grandes tiras de injertos. Son los ideales para el tratamiento de
quemados. El modelo del que disponemos (figura 5) consta de un ca-
bezal con una cuchilla accionada por un motor eléctrico. Se adhiere a la
piel una cinta adhesiva transparente que, a medida que avanzamos
Dermátomos manuales
Se trata de los empleados habitualmente en dermatología quirúrgica.
Dermátomos de tambor. Con ellos se pueden obtener injertos de cual-
quier parte del cuerpo (abdomen, muslos y espalda). Su descubri-
miento fue llevado a cabo por Padgett y Hood en 1939. El dermátomo
de Padgett consta, en esencia, de un hemitambor de acero o aluminio,
cuya superficie convexa se adhiere a la piel, y un vástago en el que se
acopla una cuchilla de un solo uso que, mediante un movimiento de
vaivén, corta la piel adherida al tambor mediante una cola adhesiva.
En uno de los extremos del vástago existe un dispositivo para calibrar
el grosor del injerto. Existen dermátomos de Padgett de varios tamaños
(figura 6).
93
Obtención de injertos con dermátomos de tambor (figura 7). Una vez pre-
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA parado el dermátomo, lo primero que hay que hacer es limpiar el
tambor con acetona o éter para eliminar posibles restos de grasa. Des-
pués de aseptizar la zona dadora con povidona yodada o clorhexidina,
se desengrasa con éter o acetona. A continuación, se aplica la cola ad-
94
Figura 5 Dermátomo eléctrico: al inicio de la toma del injerto (a) y tira de injerto (b)
D C
A B G
E F
A B
Figura 7 Obtención de injerto con dermátomo de tambor: injerto adherido al dermátomo (a);
zona dadora: sangrado en forma de «rocío hemorrágico» que orienta sobre el
grosor del injerto (injerto delgado) (b)
Figura 8 Distintos modelos de cuchillo: cuchillo de Blair-Brown (1); cuchillo de Watson (2);
cuchillo de Cobbett (3), y Silver's Miniature Knife (4)
A B
Figura 9 Obtención del injerto con cuchillo: obsérvese la tensión de la piel y la colocación de
las láminas metálicas (a), y tira de injerto delgado (b)
97
A C
B D
98
A B C
D E F
Ventajas
– Prenden con más facilidad que los injertos de espesor total, in-
cluso en lechos comprometidos y poco vascularizados (periostio,
pericondrio, perineuro y peritendón).
– Son fáciles de obtener y de aplicar.
– Se pueden obtener injertos de gran tamaño de zonas dadoras
extensas como la espalda, muslos o abdomen, que permiten cu-
brir zonas muy amplias.
– Pueden colocarse, de acuerdo con las necesidades, de varias for-
mas, como veremos a continuación.
99
Formas de colocación
Injertos dermoepidérmicos completos. Cubren todo el defecto con una
sola pieza. Suturamos los bordes del injerto con los de la zona recepto-
ra. En ocasiones, cuando el defecto es muy grande, pueden suturarse
varias láminas de injertos. Se utiliza el apósito atado porque favorece
que el injerto prenda.
Injertos en «sellos o en tiras» (figuras 12 y 14). Cuando la zona receptora es
de mayor tamaño que el injerto que tenemos, lo cortamos en forma de
sellos de correo o de tiras y los colocamos sobre la zona receptora dejan-
do entre ellos aproximadamente un centímetro sin cubrir, que epiteliza-
rá por segunda intención desde los bordes de los injertos una vez que és-
tos prendan. Su fijación a la zona receptora no se hace mediante sutura,
sino cubriéndolo con un tul graso y posterior vendaje compresivo.
Injertos en malla (figuras 15 y 16).Su finalidad es, como en los anteriores,
cubrir una zona receptora mayor que el injerto obtenido. Se precisa un
aparato especial que mediante un sistema de cuchillas helicoidales
practica en el injerto unos cortes que forman una malla de distinto ta-
maño con lo que se consigue una expansión de una, una y media o
tres veces el tamaño del injerto. La malla de injerto obtenida se aplica
sobre la zona receptora y se acopla con puntos de sutura y posterior
vendaje compresivo. Los orificios de la malla permiten el drenaje de se-
Inconvenientes
– Ofrecen unos resultados estéticos peores que los injertos de piel
total, por lo que su utilidad queda reducida a áreas de menor in-
terés cosmético.
A B C D
100
Indicaciones
La principal indicación de los injertos dermoepidérmicos son las que-
maduras. Según su extensión, se aplicarán en malla, en bandas o en
sellos. Si la quemadura no es muy extensa, podrá aplicarse el injerto sin
tener que manipularlo previamente.
101
A B
Sirven también para reparar el defecto que queda tras extirpar tu-
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA mores cutáneos malignos o benignos.
Repararán otros defectos quirúrgicos o traumáticos.
Complicaciones
En general, las complicaciones pueden clasificarse en precoces y tardías.
Complicaciones precoces
La peor y más frecuente es que el injerto no prenda, lo que puede suceder por:
– Mala técnica de colocación del injerto, como ocurre si el injerto se
coloca al revés, con la epidermis en contacto con el lecho, situa-
ción rara que puede producirse cuando los injertos son muy
delgados. Además del aspecto distinto de las dos caras del injer-
to, es orientativo para diferenciar las dos caras que los injertos
tienden a curvarse hacia la dermis.
– Inmovilización inadecuada, produciéndose movimientos de
zig-zag entre el lecho y el injerto que impiden la neovasculariza-
ción.
– Infección. Poco frecuente si se sigue una técnica minuciosamente
aséptica. Orientará la presencia de fiebre y secreción purulenta.
102 Cuando se sospeche, debe retirarse el apósito, limpiar e iniciar
tratamiento antibiótico.
Complicaciones tardías
– Retracción del injerto. Ocurre en la mayoría de los injertos, por lo
que hay que evitar utilizarlos en localizaciones en las que una
retracción pueda causar defectos funcionales como ocurre en las
zonas de flexión de las articulaciones (sobre todo pliegues ante-
cubitales y poplíteos), borde libre del bermellón, ala nasal o pár-
pados. En otras localizaciones, la retracción también se produce
como consecuencia de la contractura de la base. Puede evitarse
y resolverse cuando se ha producido mediante masajes circulares
procurando «estirar» el injerto.
– Alteraciones de la pigmentación. La hiperpigmentación de los
injertos puede producirse por hemosiderina o melanina. En las
extremidades, cuando se inicia la deambulación de forma precoz,
suelen producirse pequeñas hemorragias capilares que se tradu-
cen en agregados hemosidéricos que se irán eliminando con el
paso del tiempo. La hiperpigmentación melánica es menos fre-
cuente en los injertos de piel total, aunque puede producirse.
Debe evitarse la exposición al sol al menos durante los primeros 103
meses.
A B C
A B
104 Figura 18 La zona submamaria es una buena zona dadora de injertos de piel total:
aplicación del molde en el surco submamario (a), y cierre del defecto sin tensión
y con cicatriz inapreciable (b)
A B
C D
Figura 19 Preparación del injerto de piel total. Con una tijera fina se eliminan los restos
de hipodermis y parte de la dermis profunda
Figura 20 Injerto de piel total: recidiva de melanoma en tercio inferior de la cara anterior
del antebrazo izquierdo (a); zona a reparar (b); toma del molde para obtener el
injerto de piel total (como el injerto es muy grande lo partimos en dos) (c);
molde de ambos injertos colocados en el pliegue abdominal (d)
A B
106
C D E
Figura 21 Injerto de piel total: preparación de los dos injertos (a); injertos suturados en la
zona receptora (b); sutura de la zona dadora en el abdomen (c); tul graso
aplicado sobre el injerto (d), y apósito atado (e)
107
A B
A B C
Figura 24 Úlcera de la pierna tratada con injertos punch: aspecto preoperatorio (a);
preparación de la zona receptora (b), transcurrida una semana la mayoría
de los injertos han prendido y se han transformado en focos de epitelización (c)
A B C
Figura 25 Injertos punch: material necesario (a); preparación de la zona dadora (b),
y sutura de la línea de obtención de injertos (c)
Ventajas
Los resultados estéticos y funcionales de los injertos de piel total son me-
jores que los obtenidos con los injertos dermoepidérmicos (figura 29).
La retracción es mínima.
INJERTOS CUTÁNEOS
A B C
D E F
Inconvenientes
Prenden con mayor dificultad que los injertos dermoepidérmicos y
epidérmicos.
No pueden sobrepasar cierto tamaño.
La zona receptora tiene que estar muy bien vascularizada.
Indicaciones
Principalmente indicado en cualquier defecto de la cara gracias a sus
buenos resultados estéticos y funcionales, aunque siempre son peores
que los obtenidos con los colgajos.
Son los injertos de primera elección para cubrir defectos del cuello,
palmoplantares y zonas de roce o presión.
Complicaciones
En general, son las mismas que se han analizado con anterioridad.
Complicaciones precoces
Infección. En la cara son raras, suelen ser más frecuentes en las piernas
favorecidas por la mala circulación.
Figura 27 Injerto dermoepidérmico grueso obtenido con dermátomo: obtención del injerto
con dermátomo (a); injerto suturado a la zona receptora (b), y apósito atado (c)
OTROS TIPOS
Injertos mucosos
La técnica y cuidados de los injertos de las mucosas son los mismos
que los descritos para los injertos de piel.
En reconstrucción de la conjuntiva ocular se utiliza mucosa del la-
bio inferior, que se obtiene con bisturí o con el dermátomo de Castro-
viejo o similares.
Injertos compuestos
Utilizan más de un tipo de tejido. Los más empleados en dermatolo-
gía son los injertos compuestos de piel y cartílago obtenidos del hélix
para reconstrucción del ala nasal.
Injertos dérmicos
Se emplean como material de relleno antólogo. Se obtienen, según el
tamaño deseado, igual que los injertos de piel total o con dermátomo.
Cuando se obtienen como los injertos de piel total, se realiza una dese-
pidermización de éste y se elimina la grasa subyacente resultando una
tira de dermis ideal para colocarla debajo de cualquier superficie de-
primida. Se han empleado con éxito para rellenar surcos nasolabiales
muy marcados y depresiones lineales de esclerodermia en golpe de
sable. Si se precisa más cantidad de injerto dérmico, utilizamos el der-
mátomo (cuchillo). Primero se logra un injerto dermoepidérmico muy
fino y, del mismo lecho, se obtiene uno dérmico grueso llegando al lí-
mite dermohipodérmico. La pérdida de sustancia resultante de la ob-
tención del injerto se cubre con el injerto fino obtenido en primer lugar.
Su gran ventaja es la ausencia de complicaciones, su excelente resulta- 111
do como relleno y su precio. Su inconveniente, la mayor complejidad
de la técnica.
Injertos de cartílago
Se obtienen del pabellón auricular y los empleamos para sustituir al
tarso o cartílago del ala nasal. La reconstrucción cutánea se realiza con
el colgajo adecuado a cada situación, y aunque el injerto puede reali-
zarse en el mismo acto quirúrgico, preferimos introducir el cartílago en
un segundo tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
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Valencia IC, Falabella AF, Eaglstein WH. Skin grafting. Dermatol Clin.
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112
CIRUGÍA DEL
PABELLÓN AURICULAR
P. Lázaro Ochaita, R. Suárez-Fernández
ANATOMÍA
Concha
auricular Trago
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA La piel que cubre la parte anterior del pabellón es delgada y está
muy adherida al cartílago, mientras que la que cubre la zona posterior
se desplaza más fácilmente y permite realizar con mayor comodidad
las técnicas quirúrgicas. El cartílago del pabellón auricular es una lá-
mina delgada y elástica que ocupa toda la extensión del pabellón a ex-
cepción del lóbulo. En íntima relación con él se hallan los ligamentos au-
riculares, uno anterior que fija el trago y la raíz del hélix a la raíz del arco
cigomático, y otro posterior desde la base de la apófisis mastoides ha-
cia la convexidad de la concha y parte superior del CAE. Los músculos
del pabellón del oído comprenden el músculo auricular superior inser-
tado en fosa del antehélix y aponeurosis epicraneal, encargado de ele-
var la oreja, el auricular anterior que se inserta en la zona anterior de la
concha y el auricular posterior desde la apófisis mastoides hasta la con-
vexidad de la concha. Estos músculos en el hombre están poco desa-
rrollados y generalmente son afuncionales.
La irrigación sanguínea proviene de la arteria temporal superficial y
de la arteria auricular posterior, ambas ramas de la arteria carótida exter-
na. Las ramas de la arteria temporal superficial, en número de tres, irri-
gan la zona anterointerna del pabellón. La arteria temporal superficial
se puede abordar a un centímetro por delante del trago (figura 2). Las
tres o cuatro ramas de la arteria auricular posterior, que parte 2-3 cm
114 por debajo del lóbulo, irrigan la mitad posterior de la oreja. Para evi-
tar problemas es esencial no lesionar los troncos principales ya que si
Arteria-vena
temporal superficial
Nervio
auriculotemporal
Rama frontal
a temporal
superficial
Nervio facial
Arteria auricular
posterior (de
carótida externa)
Vena auricular
posterior PARÓTIDA
Nervio occipital menor
Nervio facial
ENTIDADES CLÍNICAS
INTERVENIDAS CON MAYOR FRECUENCIA
116
Condrodermatitis nodular del hélix
Padecimiento benigno pero muy doloroso al mínimo roce. En su pato-
genia están implicados traumatismos crónicos con inflamación e insu-
ficiencia vascular local que provoca la necrosis del pericondrio y cartí-
lago. Clínicamente simula un carcinoma basocelular ya que aparece
una elevación con una costra recidivante en zonas de relieve-apoyo del
hélix o del antehélix.
Se han utilizado varios tratamientos, desde pomadas con antibióti-
cos, corticoides tópicos o intralesionales, almohadillado para evitar
los microtraumatismos repetidos, crioterapia, láser, etc., pero las reci-
divas son frecuentes. Entre las técnicas quirúrgicas escisionales se pue-
de realizar, si la piel no está ulcerada, una incisión en piel para, des-
pués de un despegamiento, abordar el cartílago que se puede curetear
o extirpar una lámina superficial de él, cubriendo y suturando después
la piel. También se puede realizar extirpación en cuña y sutura directa
o incluso colgajos de avance por el canal del hélix.
«Nevus» melanocíticos
Suelen ser pequeñas lesiones pigmentadas casi siempre localizadas en el
borde del hélix. Son fácilmente extirpables de manera elíptica cerrando
el defecto mediante sutura directa siguiendo el eje paralelo al hélix.
117
Neoplasias malignas
Son, lógicamente, las entidades que motivan con mayor frecuencia la
cirugía del pabellón auricular. Aunque la piel de la oreja no difiere de
las de otras localizaciones, su localización fotoexpuesta, especialmen-
te en el varón, hace frecuente la aparición de tumores epidérmicos,
anexiales y melánicos. Por orden de frecuencia, un 50-60% de los tu-
mores malignos del pabellón auricular son carcinomas epidermoides,
el 30-40% son carcinomas basocelulares (figura 4) y entre un 2 y un 6%
son melanomas. Como se observa, probablemente por la existencia de
mayor exposición solar crónica, menor número de folículos y, proba-
blemente algunos otros factores que se desconocen, el carcinoma epi-
dermoide es más prevalente que el basocelular.
118
TÉCNICAS
QUIRÚRGICAS
119
120
B
121
Sutura directa
No difiere de otras localizaciones. Sólo recordar que deben realizarse
paralelas al eje del hélix si son en esta zona, perpendicular al borde si el
defecto es en el lóbulo o parte posterior del pabellón auricular. En el
hélix la longitud del huso será 4 o 5:1 para evitar afinamiento del hélix
y formación de orejas de perro.
Colgajos
Aunque los ejemplos descritos en la bibliografía son muy numerosos,
nos limitaremos a los empleados con más frecuencia.
123
B
124
125
126
127
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA defecto. Se suele utilizar más la incisión hacia el lóbulo, incluso lle-
gando al mismo. La incisión hacia la parte superior permite conser-
var simetría con el otro pabellón auricular. En el extremo inferior se
realiza un triángulo de descarga. Una vez efectuada la hemostasia se
aproxima el cartílago y se sutura evitando escalones, para poste-
riormente coser la piel tanto por zona anterior como posterior. Este
colgajo no guarda generalmente la proporción 3:1 (largo/ancho),
sino la de 4 o 5:1 al ser muy viable debido a la gran vascularización
de la zona.
– Colgajo de avance retroauricular. Dado que la piel es más despla-
zable en esta localización, a veces, un pequeño colgajo de esta zona
permite reconstruir hélix extirpados. En el pliegue se pueden rea-
lizar colgajos de avance A-T (figura 8).
– Colgajos de transposición. Hay numerosos ejemplos de este tipo de
colgajos. Así, se pueden realizar colgajos desde zona pre o postauri-
cular para cubrir defectos de la raíz del hélix (figura 9), colgajos de
Limberg o bilobulados para piel retroauricular, colgajos de Limberg
en antitrago, donde se pueden realizar con éxito un colgajo en O-Z
(figura 10).
– Colgajos con pedículo (transposición). Se realizan en dos etapas
quirúrgicas. En la primera se extirpa el tumor y se cubre el defec-
128 to resultante con el colgajo que permanece nutrido por su pedícu-
lo que no se secciona. En una segunda etapa, transcurridas tres
semanas, se corta el pedículo y se reconstruye el defecto secunda-
rio. Existen dos ejemplos de estos colgajos muy utilizados en pa-
bellón auricular.
• Colgajo en isla de puerta giratoria, para reparar defectos de la
concha. Desde la piel retroauricular se talla un colgajo que se
hace atravesar una incisión total del cartílago a nivel antehélix,
más ancha que la anchura del colgajo, fijándolo a la pared de la
concha en su zona anterior. Transcurridas tres semanas, se sec-
ciona el pedículo y se reconstruye el defecto secundario con in-
jerto, plastia o sutura directa.
• Colgajo de pedículo-avance retroauricular. Utilizado para repa-
rar defectos de zona media del hélix de más de 3 cm (figura 11).
Desde piel retroauricular se avanza y eleva un colgajo que fija-
mos a la zona anterior del pabellón. Tras tres semanas, se sec-
ciona el pedículo y se reconstruye el defecto secundario con otro
colgajo de avance, o injerto de piel total (figura 12). En estos
colgajos hay que ser extremadamente meticulosos con la he-
mostasia ya que el defecto que dejamos con pedículo queda «al
aire» (con un tubo de silicona para evitar adherencias), y el san-
grado puede ser intenso y destruir el trabajo realizado.
Injertos
Dada la gran versatilidad de los injertos, en general se pueden utilizar
en la reconstrucción de defectos de cualquier zona de la oreja, con la
única condición de disponer de un lecho adecuado. Hay que tener en
cuenta que no se pueden aplicar sobre el cartílago desprovisto de peri-
condrio y que en las zonas cóncavas y en el lóbulo es difícil mantener
129
B C
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA una presión adecuada del injerto sobre su lecho que permita que pren-
da adecuadamente. Además, la concha es una zona incómoda de tra-
bajar. Antes de plantearse emplear un injerto hay que valorar los bue-
nos resultados que se obtienen en esta localización con el cierre por
segunda intención.
Como zonas donantes de injertos de piel total se usarán preferente-
mente las zonas pre o retroauricular o la supraclavicular, de textura y
color lo más parecidas a la piel de la zona a cubrir. A veces, bien por
avulsiones o para mantener una simetría de los pabellones, se emplean
injertos compuestos, formados por piel-cartílago-piel, obtenidos del
hélix contralateral. Otras veces, sobre todo cuando en grandes recons-
130
B C
131
B C
BIBLIOGRAFÍA
132
Glied M, Berg D, Witterick I. Basal cell carcinoma of the conchal bowl:
approach to treatment. J Otolaryngol. 1998; 27: 322-326.
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CIRUGÍA DE LA
PIRÁMIDE NASAL
E. Herrera Ceballos, S. Sáenz Guirado, R. Castillo Muñoz
INTRODUCCIÓN
ANATOMÍA SUPERFICIAL
Base
Dorso
Vertiente
Ala
Punta
134
La raíz nasal se localiza entre las dos órbitas y se identifica por una
pequeña depresión o ángulo nasofrontal que marca la articulación del
hueso frontal con los dos huesos propios de la nariz.
El dorso nasal se extiende desde la raíz hasta la punta nasal siguien-
do una línea más o menos inclinada hacia delante que termina infe-
riormente con una superficie redondeada, el lóbulo de la nariz. El
puente nasal es la zona del dorso que cubre el esqueleto óseo.
La piel que recubre el tabique nasal desde la punta nasal a la zona
media del labio superior se denomina columela.
Las vertientes laterales de la nariz descienden desde el dorso nasal
hasta formar un ángulo obtuso con ambas mejillas.
Entre el ala nasal y las vertientes laterales de la nariz existe una zona
deprimida denominada surco alar que continúa hacia abajo formando
el surco nasolabial que separa el ala nasal del labio superior.
La piel de la nariz varía en textura, color y apariencia en sus dife-
rentes zonas. En el área glabelar, la piel es fina, pálida y fácilmente
plegable, y puede contener buena parte de las características de la piel
de las cejas según la posición de los extremos mediales de las mismas.
La piel que recubre el esqueleto cartilaginoso de la nariz es más pá-
lida, delgada, mate y contiene abundantes unidades pilosebáceas y
glándulas sudoríparas.
La piel del dorso nasal y de las vertientes laterales es bastante móvil CIRUGÍA DE LA PIRÁMIDE NASAL
a diferencia de la piel que recubre la punta y alas nasales, que está fir-
memente adherida al plano cartilaginoso.
Estructura osteocartilaginosa
Los huesos nasales articulan en su zona más superior con los procesos na-
sales del hueso frontal y lateralmente con los procesos frontales del maxilar.
El esqueleto cartilaginoso está constituido por cinco cartílagos ma-
yores y un número variable de cartílagos menores. Los cartílagos mayo-
res son: los cartílagos laterales, los cartílagos del ala de la nariz y el car-
tílago del tabique que constituye el pilar que sostiene la por ción
cartilaginosa de la nariz. Los cartílagos laterales, derecho e izquierdo,
tienen forma triangular y están constituidos por una expansión del car-
tílago del tabique y se unen al borde óseo de los procesos frontales del
maxilar superior. Los cartílagos del ala nasal tienen forma de herradu-
ra con la convexidad dirigida hacia delante formando el lóbulo nasal.
Están adosados por su rama interna en la punta nasal y su rama exter-
na más alargada se extiende hacia el ala de la nariz. En los intersticios
de los cartílagos principales se disponen otros más pequeños denomi-
nados cartílagos accesorios. Su número, forma y dimensiones son muy
variables y los describimos a continuación:
1. Cartílagos cuadrados en la zona posteroinferior de la nariz. 135
2. Cartílagos sesamoideos que ocupan el espacio entre el cartílago la-
teral y el cartílago del ala de la nariz.
3. Cartílagos vomerianos o de Huschke, que se localizan en el borde
posterior del cartílago del tabique.
Existe una membrana fibrosa que ocupa todos los espacios que dejan
libres las piezas cartilaginosas, muy resistente, y sirve de unión de los
cartílagos entre sí y con las estructuras óseas vecinas. Morfológica-
mente se considera una dependencia del pericondrio y periostio que
revisten los cartílagos y huesos vecinos.
Musculatura (figura 2)
La musculatura de la pirámide nasal está formada por:
1. Músculo piramidal, que se localiza en la parte más superior del dor-
so de la nariz a cada lado de la línea media. Se inserta por arriba en
la piel de la región interciliar y por abajo en la aponeurosis de múscu-
lo transverso, piel suprayacente, cartílago lateral y porción infe-
rointerna del hueso propio de la nariz correspondiente. Su función
principal es desplazar hacia abajo la piel interciliar.
2. Músculo nasal transverso, triangular, aplanado y delgado, se une al
del lado opuesto a través de una lámina aponeurótica que cubre
Músculo superciliar
Músculo piramidal
el dorso de la nariz. Desde allí dirige sus fibras hacia el surco na-
solabial de manera que al contraerse tira del ala nasal hacia arriba
y hacia delante y dilata las alas nasales durante la inspiración.
3. Músculo nasal alar o dilatador de la ventana nasal. Es un músculo pe-
136 queño que va desde la piel del surco nasolabial hasta el borde ex-
terno de la ventana nasal correspondiente y actúa aumentando el
diámetro de las ventanas nasales.
4. Músculo elevador profundo y elevador común. Se extiende a lo largo
del surco nasogeniano desde el reborde interno de la órbita hasta
el labio superior con fascículos hasta la piel y hasta la parte lateral
del ala nasal. Eleva el ala nasal y la parte más central del labio su-
perior.
5. Músculo depresor nasal o mirtiforme. Se extiende desde la arcada al-
veolar hasta el borde posterior de las ventanas nasales, originando
el descenso del ala y el estrechamiento transversal del orificio nasal.
Inervación
La inervación motora del área nasal corre a cargo de las ramas bu-
cales del nervio facial (figura 3). La inervación sensitiva es responsa-
bilidad de la rama infratroclear y la rama nasal externa que proceden
del nervio oftálmico y la rama infraorbitaria del nervio maxilar (fi-
gura 4).
Arteria facial
Músculo orbicular
Oftálmica (V1)
137
Maxilar (V2)
Mandibular (V3)
Vascularización
La nariz dispone de un aporte vascular abundante, no sólo a partir de
las arterias de los sistemas carotídeos interno y externo sino también
gracias a una rica red de anastomosis en la línea media, que permite di-
señar innumerables colgajos con garantía de viabilidad (figura 3).
La mayor parte del flujo arterial lo suministra el sistema de la caró-
tida externa. La arteria facial continúa en su trayecto final hacia el can-
to interno como arteria angular, que a su vez da ramas para la región
alar, las vertientes nasales y el dorso nasal y se anastomosa a nivel del
canto interno con la arteria nasal. La arteria nasal interna es una rama ter-
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA minal de la arteria oftálmica del sistema de la carótida interna. La arte-
ria labial superior da ramas verticales para irrigar el ala, la columela y el
vestíbulo. El dorso y la punta nasal reciben también aporte de la arteria
nasal externa. El drenaje venoso corre a cargo de las venas facial ante-
rior y oftálmica.
Drenaje linfático
La parte más externa de la nariz drena a los ganglios linfáticos faciales
que se sitúan junto a la vena facial anterior. La parte anterior de la ca-
vidad nasal drena a los ganglios submaxilares. La porción intranasal
restante va a drenar a los ganglios cervicales superiores profundos y
la parte posterior del suelo nasal drena a los ganglios linfáticos parotí-
deos. La rica red linfática de esta región exige, cuando realizamos la
biopsia selectiva del ganglio centinela, realizar una linfogammagrafía
previa para localizar exactamente el área de drenaje.
Sutura directa
La sutura directa en el área nasal se reserva para pequeños defectos;
se trata de una técnica sencilla, con pocas complicaciones y muy buen
resultado estético (figura 6). La escisión se realiza de forma elíptica o
fusiforme, con el eje mayor paralelo a las arrugas de expresión que se
forman al exagerar los gestos y con una longitud que debe ser tres o
cuatro veces la del eje menor del defecto. En la raíz nasal se realizarán
incisiones transversales.
En el dorso nasal se realizarán:
1. Incisiones longitudinales, evitando que el extremo superior de la ci-
catriz coincida con la unión osteocartilaginosa entre huesos pro-
Colgajos locales
La reconstrucción mediante colgajos locales nos va a permitir resolver
la mayoría de los defectos creados en el área nasal tras la escisión de tu-
mores. Es importante:
1. Elegir el colgajo más adecuado para el área nasal a reparar.
2. Seguir las reglas geométricas del colgajo seleccionado. Es preciso
marcar los límites de la incisión y medir minuciosamente antes de
iniciar la reconstrucción.
3. Siempre que sea posible, la elección de un colgajo local debe pri-
mar sobre la colocación de un injerto.
A B C
D E F
A B C
colgajo se divide en dos longitudinalmente, haciendo una horca de CIRUGÍA DE LA PIRÁMIDE NASAL
modo que las ramas asienten en los defectos palpebrales (figura 9).
Colgajo glabelar para defectos de la raíz nasal o por transposición (figura 10)
Es una variante del colgajo glabelar clásico para defectos que afectan a
la raíz nasal, de manera que el colgajo realiza un giro de 90° y una
transposición hacia el defecto.
143
Figura 9 Colgajo digitiforme con reparación de los párpados. Para reconstruir el canto
interno y la pérdida parcial de ambos párpados, el colgajo se diseña con su
extremo bífido con el fin de acoplarlo al defecto
A B
Figura 10 Colgajo glabelar para reparar un defecto de la raíz nasal. La gran riqueza
vascular de este colgajo le confiere una gran versatilidad, que posibilita
modificar su forma para adaptarlo a la del defecto
144
A
Figura 11 Colgajos «en hacha» para la reconstrucción tanto de defectos de la raíz como
del ápex nasal
A B C
Los colgajos que pueden utilizarse en el dorso nasal son los si-
guientes:
A B
146
C D
A B
147
A B C
Colgajos lobulados
Son colgajos por transposición y pueden ser simples, bilobulados o trilo-
bulados, según dónde se localice el defecto y el tamaño del mismo. Son
muy útiles para defectos redondeados de distintas zonas de la nariz.
149
A B
C D
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA door, que puede minimizarse adelgazando el colgajo mediante la elimi-
nación de la grasa subcutánea.
Cuando la morfología del defecto se acerca más a un rombo, los col-
gajos lobulados pueden adoptar forma angular y pueden diseñarse
siguiendo el esquema del colgajo de Dufourmentel denominándose
colgajo romboidal bilobulado o trilobulado.
150
A B C
D E F
¿Cómo se realiza?
Primero se delimita el defecto con forma circular y se dibuja el col-
gajo en la zona de mayor laxitud cutánea en forma de triángulo con
base igual al diámetro del defecto. Tras extirpar el tumor, se realiza una
incisión de los laterales del triángulo hasta subcutáneo quedando el
colgajo convertido en un islote de piel cuyo único punto de anclaje es
el tejido subcutáneo.
Para mejor desplazamiento del colgajo, se puede despegar la punta y
152 la base del mismo muy cuidadosamente quedando liberado en sus extre-
mos, comprometiendo lo menos posible su vascularización y favorecien-
do así la movilidad. La sutura del vértice del colgajo se realiza en V-T.
A B C
Injertos
Deben reservarse para aquellos casos donde
sea imposible reparar el defecto de la extirpa-
ción mediante un colgajo, ya que el resultado
estético de los injertos casi siempre es de me-
nor calidad (figura 25). En cualquier caso,
siempre que se decida reparar una interven-
ción en la región nasal con un injerto, es im-
portante considerar una o varias r egiones
anatómicas de esta región, incluso si se sacri-
fica más tejido sano del estrictamente necesa-
rio, ya que con esto se consigue que el límite
Figura 25 Injerto entre la piel de la nariz y el injerto quede es-
dermoepidérmico condido entre los surcos o los límites naturales
de piel total. Los
injertos en las de las distintas estructuras nasales (figura 26).
personas de edad Entre los diferentes tipos de injertos, ya tra-
avanzada son una
buena alternativa
tados, los que dan mejores resultados estéti-
a los colgajos cos son los de piel total obtenidos de la región
Figura 26 Injerto de piel total para la reparación de una pérdida de sustancia secundaria
a la extirpación de un carcinoma espinocelular en un campesino
fia del tejido nasal. Actualmente se considera como el estadio más CIRUGÍA DE LA PIRÁMIDE NASAL
avanzado de la rosácea, y suele afectar a varones mayores de 40 años.
Clínicamente, aparece como una nariz aumentada de tamaño, con su-
perficie irregular, eritematosa, con múltiples telangiectasias, comedo-
nes y frecuentemente pueden aparecer pústulas.
El rinofima no sólo supone un problema estético, que sin duda lo es,
sino que en muchas ocasiones puede tener repercusiones funcionales
al producir una dificultad respiratoria por disminución del tamaño de
las vías respiratorias.
El tratamiento del rinofima consiste en eliminar el tejido sobrante,
«esculpiendo» de nuevo la pirámide nasal hasta conseguir darle un as-
pecto lo más parecido posible a la situación previa. Para ello se pueden
utilizar diferentes técnicas de la dermatología quirúrgica como la der-
moabrasión, cirugía convencional, electrocirugía, láser de CO 2, argón,
Nd:YAG y criocirugía.
El objetivo de este tratamiento es ir eliminando progresivamente ca-
pas de tejido sobrante hasta darle a la nariz un aspecto más natural. Es
importante un control exhaustivo de la profundidad, ya que deben
conservarse restos de las glándulas sebáceas a partir de las cuales se
producirá la reepitelización.
Entre las técnicas mencionadas, quizás las más adecuadas son la
electrocirugía o la decorticación mediante láser de CO 2, ya que permi- 157
ten un buen control de la profundidad y se evita el sangrado que se
produce con la cirugía convencional. En ocasiones, estas dos técnicas
pueden utilizarse de forma complementaria (figura 27).
Tras la decorticación nasal es importante colocar un apósito con al-
gún antiséptico lo suficientemente graso para facilitar el despegamien-
to de éste en las curas posteriores. La reepitelización se producirá apro-
ximadamente en dos o tres semanas, y es muy importante el uso de
filtros solares que eviten las discromías.
A B C D E
Jackson IT, Reid CD. Nasal reconstruction and lengthening with local
flaps. Br J Plast Surg. 1978; 31: 343.
Jackson IT. Local flaps in Head and Neck Reconstruction. St. Louis:
Mosby Company, 1990. C.V.
158
CIRUGÍA
DE LOS LABIOS
S. Serrano Ortega, M.ªA. Fernández Pugnaire,
C. Serrano Falcón
L
a cirugía de los labios, como la de cualquier otra región del cuer-
po, tiene que cumplir unos principios generales que habrá que
aplicar siempre que se pueda, a fin de conseguir unos buenos
resultados estéticos y funcionales:
– Es preciso evitar cicatrices que distorsionen el labio o impidan la
oclusión de la boca. 159
– Siempre que sea posible, hay que realizar las incisiones siguiendo las
líneas de tensión y colocarlas en los valles de las arrugas (figura 1).
– En más de la mitad de los casos se logra una buena anestesia por
bloqueo nervioso. Otras veces es preferible infiltrar el labio con el
anestésico para disminuir el sangrado. En las intervenciones más
complejas preferimos anestesia general.
– Como en cualquier otra zona, hay que conocer minuciosamente
la anatomía de la región para no lesionar vasos y nervios.
– Con los defectos que no sobrepasan un tercio del labio la recons-
trucción se consigue bien por aproximación de bordes y sutura por
planos. Cuando el defecto es mayor se precisan colgajos locales. Sólo
cuando no haya otra opción, se recurrirá a los colgajos a distancia.
Los labios están formados por dos pliegues musculocutáneos, uno su-
perior y otro inferior, que delimitan el orificio de la boca y están dis-
puestos horizontalmente en la parte inferior de la cara. De fuera aden-
tro, están compuestos por la piel, la fascia superficial, el músculo
orbicular de los labios, la submucosa y la mucosa labial.
Figura 1 Líneas de expresión de los labios y la zona peribucal. Siempre que sea posible, las
incisiones deben hacerse en posición radial o bien siguiendo el borde rojo labial
Figura 2 Musculatura de los labios. La capa muscular está constituida por el músculo
orbicular, dispuesto como un esfínter, al que se unen otros músculos de la cara
responsables de los movimientos de expresión del rostro
Hendiduras faciales
Cuando la fusión de los procesos maxilar y mandibular no se produ-
162 ce, se originan unas hendiduras más o menos importantes según su in-
tensidad, que pueden localizarse en el centro o en uno de los lados.
– La hendidura facial lateral se extiende de forma radial, completa o in-
completa, unilateral o bilateral, desde la comisura de los labios has-
ta el oído. En ocasiones sólo se aprecia una brida cicatrizal cutánea.
Puede presentarse de forma aislada o, más frecuentemente, forman-
do parte del síndrome del primero y segundo arco, de la displasia
oculoauriculovertebral o de la disostosis mandibulofacial.
– La hendidura facial oblicua, o melosquisis, es mucho más rara y pue-
de ser unilateral o bilateral. Supone una falta de fusión entre los pro-
cesos maxilar y nasales laterales. Casi siempre se asocia a labio le-
porino, paladar hendido, a la forma anterior o a otras anomalías.
– Las hendiduras mediales del labio superior suelen asociarse con fisura
medio nasal e hipertelorismo. Las hendiduras mediales verdaderas
forman parte del síndrome orofaciodigital II que se hereda con ca-
rácter autosómico recesivo y asocia la hendidura medial con poli-
dactilia u otras anomalías digitales. Las seudohendiduras mediales
se producen en el síndrome orofaciodigital I y en el síndrome de
Ellis van Creveld.
– Las hendiduras mediales del labio inferior y la mandíbula se producen
por un defecto en la fusión de las dos prominencias mandibulares.
Su intensidad varía desde la simple afectación del labio a la hendi-
Labio leporino
Se produce como consecuencia de la fusión inadecuada entre los pro- 163
cesos nasales que originan el paladar y el labio superior. Según su in-
tensidad, afecta a la fonación, la succión o el cierre de la cavidad oral, y
siempre representa una alteración estética importante.
Puede afectar el labio superior, el paladar o ambos. Se clasifica en:
– Tipo 1: Labio leporino simple.
– Tipo 2: Afectación unilateral del labio y paladar.
– Tipo 3: Afectación bilateral del labio y paladar.
– Tipo 4: Afectación medial del labio y paladar.
– Tipo 5: Asociado a otros defectos faciales.
A B
Figura 4 Fisura mediolabial congénita (a). Para evitar recidivas se extirpa hasta plano
muscular y se cierra el defecto en Z (b)
Fisura mediolabial
Se localiza en la línea media del labio y es consecuencia de la fusión
incompleta que afecta sólo la piel. En condiciones normales cicatriza y
se cierra, pero cuando se produce tensión al hablar, reír, etc., suele
abrirse, produciendo sangrado y posible infección secundaria (figu-
ra 4). Aunque vuelve a cicatrizar, se abre de nuevo, creándose así un
círculo vicioso que sólo se interrumpe mediante tratamiento quirúr-
gico.
La intervención se realiza con anestesia local. Se extirpa una cuña CIRUGÍA DE LOS LABIOS
que incluye toda la fisura hasta llegar en profundidad hasta el múscu-
lo orbicular y se cierra el defecto resultante con un colgajo en Z para
cambiar los planos de tensión y evitar que vuelva a abrirse. Hace años
describimos un carcinoma espinocelular desarrollado sobre una fisura
mediolabial congénita y que, posiblemente, se produjo por los mis-
mos mecanismos que originan la úlcera de Marjolin.
Doble labio
Es una malformación poco frecuente que afecta al labio superior y, con
menor frecuencia, al inferior. Sólo representa una alteración estética. Se
caracteriza por que el labio superior tiene una banda que produce una
constricción horizontal que lo separa en dos partes, una interna o pars
villosa y otra externa o pars glabrosa. El doble labio no se aprecia con la
boca cerrada, pero se hace evidente al hablar o reír. Forma parte del
síndrome Ascher cuando se asocia a blefarocalasia y bocio.
Su tratamiento consiste en la extirpación simple de la parte interna
del labio incluyendo la brida. Para que no se produzca retracción de la
cicatriz, puede sutu-
rarse en Z o seguir la
técnica clásica de Pas-
sot, que consiste en la 165
extirpación de dos cu-
ñas laterales, tomadas
a cada lado de la línea
media sobre el labio
doble, que incluyen
mucosa y submucosa
hipertroficiada, y una
cuña vertical, en la lí-
nea media, para evi-
tar la incurvación del
Figura 5 Doble labio. Para evitar retracciones de la cica-
triz de mucosa, seguimos la técnica descrita por labio hacia adentr o
Passot (figura 5).
Enfermedad de Fordyce
Es bastante frecuente y motivo habitual de consulta por parte del pa-
ciente, a quien ocasiona gran preocupación. Puede afectar la mucosa
de los labios y/o de la boca. Consiste en la presencia de glándulas se-
báceas ectópicas. Se presenta como pequeñas pápulas blancoamari-
llentas aisladas o agrupadas. En la mucosa bucal pueden aparecer jun-
to a las comisuras y en la parte anterior del paladar dur o. Son
glándulas sebáceas normales con un conducto excretor muy corto que
166 HERIDAS
Las heridas de los labios son bastante frecuentes en los niños. Casi
siempre son accidentales y su tratamiento es el mismo en todas: lim-
pieza quirúrgica y sutura por aproximación de bordes, siempre que sea
posible.
Con cierta frecuencia nos encontramos con mordeduras de anima-
les domésticos, principalmente perros y gatos (figura 6). Las posibili-
dades de infección asociada son muy elevadas, por lo que se reco-
mienda lavar la herida con suero fisiológico abundante, a presión, y
eliminar los esfácelos. Si la herida es reciente, hay que suturarla y es-
tablecer tratamiento antibiótico y profilaxis antitetánica.
TUMORES
A B
C D
Tumores benignos
Tumores benignos de la epidermis y los anejos
Son raros y no suelen plantear problemas quirúrgicos, dado que, al
ser de pequeño tamaño, su reconstrucción se realiza casi siempre me-
diante aproximación simple de bordes.
En la piel del labio, sobre todo en el labio superior, son relativamen-
te frecuentes los tricoepiteliomas, tumores múltiples, elevados, de pe-
queño tamaño, que se localizan preferentemente en surcos nasolabia-
les, nariz y labios. Se pueden tratar mediante abrasión rotatoria, con
láser de CO2, o mediante abrasión con radiofrecuencia («radioabra-
sión»), opción que empleamos en la paciente de la figura 7.
A B C D
Tumores pigmentados
– Lentigo simple. Se presentan como una mácula oscura de 1-2 mm de
diámetro. Pueden verse en multitud de procesos y ser un marcador
de malignidad, como sucede en el síndrome de Peut-Jaeger, o estar
en relación con otros síndromes, como la enfermedad de Laugier o la
de Addison, que no hay que confundir con los efectos secundarios
del tratamiento antipalúdico (figura 8).
– Nevus. Son poco frecuentes, y no plantean problemas diagnósticos ni
terapéuticos.
A B
Figura 9 Precáncer labial. a) Queilitis actínica con leucoplasia del labio inferior.
b) Queilitis actínica y glandular. Obsérvese en ambos casos la desdiferenciación
del borde rojo labial y la pérdida del brillo y la turgencia de la mucosa de transición
Precáncer
El precáncer actínico del labio inferior es muy frecuente en nuestro me-
dio. Casi siempre se asocian formas combinadas: queilitis actínica y
leucoplásica, queilitis actínica y glandular, etc.
La queilitis actínica es consecuencia de una fotoexposición crónica y
suele darse con más frecuencia en individuos de fototipo bajo y labio
inferior prominente. Casi siempre se asocia a otras manifestaciones
cutáneas de la lesión actínica crónica. El primer síntoma es la pérdida
de la tersura y humedad propias de la mucosa labial. Poco a poco la
mucosa de transición seca se hace queratósica, se desdiferencia hasta
perderse completamente la línea del borde rojo que separa la mucosa
de la piel del labio y aparecen frecuentemente exulceraciones que ci-
catrizan en pocos días, cada vez más, hasta que en una zona se infiltra,
la superficie se hace francamente queratósica y se ulcera, transformán-
dose ya en un cáncer invasor (figura 9a). Entre nosotros, es frecuente la
coexistencia de una queilitis glandular con una deficiente higiene bucal
(figura 9b), que puede actuar como factor irritativo asociado.
A B
Figura 10 Tratamiento de las queilitis actínicas leves con peeling de ATA. a) Aspecto
preoperatorio. b) Aspecto inmediatamente después de aplicar ATA 35%
Técnica quirúrgica
a) El paciente se coloca en decúbito supino. Se efectúa la limpieza y
preparación del campo quirúrgico, que se cubre y limita con paños
estériles.
b) Anestesia local. Se infiltra a un través de dedo de cada comisura, en
tejido subcutáneo y muscular. A continuación se infiltra sobre plano
muscular a lo largo de todo el labio, procurando evertir el labio con
el edema anestésico (figura 11a).
c) Marcado de las incisiones. Con lápiz dermográfico se marca el borde
rojo labial por delante, y por detrás el límite de la transición entre la
mucosa lesionada y la normal. Ambas líneas delimitan una figura
fusiforme con un extremo en cada comisura (figura 11b). Se colocan
unas gasas estériles en el interior de la cavidad bucal, de forma que
A B C
A B C
171
queden por detrás de las arcadas dentarias. Sirven para evitar que
entre sangre y para que el paciente mantenga la boca cerrada.
d) Incisión. Primero se realiza la incisión posterior, con bisturí provisto
con hoja BP-15, de forma que el mango forme un ángulo de 45° sobre
el plano de incisión para conseguir una línea de incisión biselada ha-
cia dentro. A continuación, se realiza la incisión anterior (figura 11c),
a lo largo del borde rojo, disponiendo el bisturí para que forme el
mismo ángulo pero con bisel hacia fuera. Ambas líneas biseladas sir-
ven para eliminar folículos pilosos en la parte anterior y las glándu-
las salivares en la posterior, al tiempo que facilitan la cohesión de
las líneas de sutura.
e) Extirpación. Se inicia por una comisura. Se tracciona con pinza hacia
arriba, y con bisturí o tijera curva con la punta hacia abajo, se va ex-
tirpando el bloque sobre el plano muscular hasta llegar a la comisu-
ra opuesta (figura 12a). Hemostasia cuidadosa.
Cáncer de labio
Las tasas de incidencia del cáncer de labio en el sur de Europa oscilan
entre 0,2 y 12 casos por cada 100.000 habitantes al año. En los registros
españoles la tasa más elevada (12 casos/100.000 hombres) la comunica
172 el de Granada, con una incidencia en mujeres muy baja (0,7/100.000).
La supervivencia a los cinco años cuando se realizan diagnóstico y
tratamiento precoces es de un 80-90%, pero de tan sólo un 45% cuan-
do tratamos tumores más avanzados.
Aunque existen otras alternativas terapéuticas a la cirugía, como la
criocirugía o la radioterapia, sólo nos ocuparemos del tratamiento qui-
rúrgico que permite el estudio histológico de toda la pieza operatoria,
y el estudio de márgenes que evita recidivas. Ello incluye:
1. Extirpación del tumor con un margen suficiente (mínimo de 5 mm).
2. Reconstrucción del defecto resultante.
3. Tratamiento de las áreas ganglionares cuando sea necesario.
A B
C D
Figura 13 Carcinoma basocelular del labio superior que invade la mucosa (a y b).
Carcinoma basocelular pigmentado circunscrito a la piel
El tratamiento de las áreas ganglionares es una situación rara, ya que 173
en estos tumores la aparición de metástasis es, aunque posible, poco
frecuente.
Figura 14 Carcinoma basocelular de la piel del labio superior. Cierre mediante colgajo
en isla con pedículo subcutáneo
A B C
D E F
Técnicas para la reparación de defectos entre un tercio y la mitad del labio inferior
La técnica de Bernard es muy sencilla, aunque un poco más compleja que
la anterior. Cuando el defecto es mayor, si se intenta la aproximación
A B C
D E
178
Figura 18 Escisión en V-bloque de carcinomas del labio inferior. a) Marcado de las
incisiones. Para evitar disminuir los márgenes de seguridad de la extirpación,
las incisiones laterales, hasta sobrepasar los límites inferiores del tumor, se
hacen verticales. Luego se cierra la V sin sobrepasar los límites del mentón.
b) Sutura por planos. Primero se sutura la mucosa, posteriormente el músculo
y, por último, la piel. c) Sutura de la mucosa. d) Sutura del músculo y de plano
subcutáneo. e) Sutura de la piel con puntos entrecortados
Figura 19 Cuando el defecto es mayor, para no sobrepasar los límites inferiores del
mentón, la V, en lugar de terminar en un vértice, se hace en zigzag
179
A B C
Figura 22 Colgajo de Abbe para reparar defectos del labio inferior. El punto de giro está en
el pedículo del labio superior que contiene la arteria y la vena que aseguran la
vascularización del colgajo
181
A B
Figura 23 Carcinoma espinocelular del labio inferior que lo afecta en su totalidad (a).
Cuando no tenemos la certeza de haberlo extirpado completamente, se sutura la
piel mucosa (b) y se pospone la reparación para un segundo tiempo
A B C
Figura 24 Colgajo nasolabial por transposición (colgajo de Von Bruns). Esquema del
diseño del colgajo que puede ser uni o bilateral. a) Defecto cuadrangular
después de extirpar el carcinoma. b) Marcado del colgajo. c) Después de la
transposición, acoplamiento y sutura del colgajo
182
Antes de efectuar la reconstrucción, hay que estar seguros de ha-
ber extirpado el tumor en su totalidad. Si tenemos dudas, es pre-
ferible hacer una sutura de la piel mucosa hasta disponer del in-
forme anatomopatológico del estado de los bordes.
c) Marcado de las incisiones. Se traza una línea paralela al surco na-
solabial que parte del vértice inferior del defecto y se continúa por
el labio superior, muy próximo al surco nasolabial, de forma que no
toma piel del propio labio superior. La anchura del colgajo es igual
a la altura del defecto que se va a reparar. Con esa anchura se traza
la línea que delimita el colgajo por fuera y que es paralela a la ante-
rior. La longitud del colgajo no puede sobrepasar el punto de arran-
que del surco nasolabial y mide la anchura del defecto a reparar.
d) Incisión. La incisión se efectúa sobre las líneas antes marcadas,
bien con un bisturí BP-11 haciendo transfixión o bien con el BP-15
incidiendo por planos. De una u otra forma, hay que tener en
cuenta que el colgajo es cuadrangular y que la mucosa debe ser
algo mayor que la piel para luego permitir hacer el borde rojo.
Hemostasia cuidadosa mediante ligaduras y coagulación.
e) Transposición del colgajo. Con una erina se toma el vértice distal in-
terno de la mucosa y se lleva a la parte más distal del defecto. Se dan
unos puntos de fijación para mantener cada elemento en su sitio e
A B
C D
A B
C D
A B
C D
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA nueva comisura y desde él dos líneas, una superior y otra inferior,
que se unen al bode rojo del labio superior e inferior, respectiva-
mente. Se incide la piel y se extirpa el triángulo de piel y celular
subcutáneo. A continuación se incide la línea de la bisectriz del án-
gulo que tiene como vértice el punto de la nueva comisura y se re-
construye el borde rojo con la mucosa de la mejilla (figuras 27 c y d).
BIBLIOGRAFÍA
CIRUGÍA
DE LA MEJILLA
M.Á. Rodríguez Prieto, J. Vega Gutiérrez,
M. Martínez Fernández
INTRODUCCIÓN
RECUERDO ANATÓMICO
CIRUGÍA DE LA MEJILLA
ANESTESIA
RECONSTRUCCIÓN
CIRUGÍA DE LA MEJILLA
193
Como en toda cirugía, es preciso hacer una hemostasia cuidadosa.
En la mejilla, la vascularización es muy rica y la laxitud de los tejidos,
sobre todo en personas de edad, facilitará la formación de seromas y
hematomas por lo que, en determinados casos, hay que valorar la co-
locación de un drenaje.
Con una planificación correcta y una técnica cuidadosa, son pocos los
problemas que suelen plantearse en la cirugía de la mejilla. La necrosis
de los colgajos es poco probable por la abundancia de anastomosis vas-
culares, que aseguran una buena vascularización. Sin embargo, la pre-
sencia de estructuras nerviosas en planos superficiales, la posibilidad de
extensión de los tumores cutáneos a planos más profundos y la cercanía
de las regiones nasal, oral, orbitaria o auricular confieren unas peculia-
ridades que deben tenerse en cuenta para evitar problemas. A estos
puntos se les denomina «puntos críticos». Son los siguientes (figura 6):
– Punto 1: Zona localizada en la mandíbula. Deberá trazarse una cir-
cunferencia de 4 cm de diámetro, situando su borde superior a
unos 2 cm de la comisura bucal. Ese círculo incluye la arteria y la
vena facial, así como la rama mandibular del nervio facial que
inerva al músculo depresor de la comisura bucal. Su lesión origina
parálisis del labio inferior (el paciente no es capaz de enseñar los
dientes inferiores del lado afectado).
Figura 6 Puntos o zonas críticas de la mejilla. En ellas habrá que respetar cuidadosamente
las estructuras para evitar complicaciones
Región superior
• Infraorbitaria
– Cierre directo (horizontal, arrugas faciales)
– Colgajo de avance o avance-rotación
– Colgajo de pedículo subcutáneo
• Malar
– Cierre directo en semiluna
– Colgajo de rotación
– Colgajo de transposición
Región inferior
– Cierre directo (pliegue mandibular)
– Colgajo de transposición
Región externa
– Cierre directo (vertical)
– Colgajo de avance
– Colgajo de transposición
Región interna
– Cierre directo (vertical, surcos nasogeniano y nasolabial)
– Colgajo de transposición
– Colgajo de avance
– Colgajo de pedículo subcutáneo
TÉCNICAS QUIRÚRGICAS
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA ciales y de pequeño tamaño pueden cicatrizar aceptablemente. Sin em-
bargo, grandes defectos con toda seguridad producirán cicatrices con
retracción de la piel circundante, lo que causará deformidades inacep-
tables, especialmente en el párpado inferior y en los labios. Otra des-
ventaja añadida es la prolongación del tiempo de curación de la herida,
que requerirá curas continuas de la zona.
Cierre directo
El cierre primario por aproximación de bordes es el tratamiento de
elección en pequeños defectos de la mejilla. Es sencillo y proporciona
excelentes resultados funcionales y estéticos si se realiza correctamen-
te, adecuándolo a las líneas de tensión de la cara y a los pliegues natu-
rales. En ocasiones, si se realiza un buen despegamiento de los márge-
nes, se pueden cerrar defectos de mayor tamaño. Siempr e debe
evitarse que la sutura produzca tensión. Su técnica no difiere de la que
seguimos en otras localizaciones.
Injertos cutáneos
Constituyen una alternativa que se reserva para cuando no puede hacerse
otra cosa para reparar el defecto, o en tumores con un riesgo de recidiva
local muy elevado, ya que el injerto cutáneo permitirá detectarla más pre-
196 cozmente que si cubrimos la zona con un colgajo. Sus desventajas, como las
diferencias en el color y en la textura de la piel, pueden mitigarse con un
maquillaje adecuado. Una opción que reduce estos problemas es el cierre
directo del defecto hasta donde sea posible, y la realización de un injerto de
piel total con la piel extirpada del triángulo de Burow, que proporciona un
color y textura cutáneos muy similares. En áreas cercanas a márgenes li-
bres, el injerto debe estar ligeramente sobredimensionado para reducir la
retracción y prevenir un posible ectropion o eclabio. La técnica quirúrgica
no difiere de la descrita anteriormente. La elección del tipo de injerto debe
hacerse de acuerdo con lo que pretendamos. Los injertos gruesos propor-
cionan unos resultados estéticos mejores que los delgados, pero estos últi-
mos son mucho más útiles para «controlar recidivas».
Colgajos locales
Ofrecen, en general, muy buenos resultados, al aportar piel de carac-
terísticas similares a la zona extirpada y respetar a la vez el contorno,
sin distorsionar los puntos conflictivos ya citados.
El empleo de colgajos locales en la cirugía de la mejilla tiene además
las siguientes ventajas:
– Fácil aplicación y versatilidad, teniendo en cuenta que la mayoría
de los pacientes son personas de edad con gran cantidad de piel
redundante fácilmente desplazable.
Colgajos de deslizamiento
• Colgajos de avance
– Colgajo de avance simple
– Colgajo de avance en V-Y
– Colgajo de avance bilateral
– Colgajo de avance bilateral modificado
– Colgajo de doble O a Z
• Colgajos de avance-rotación
– Colgajo de avance-rotación simple
– Colgajo de avance-rotación bilateral (en hacha)
– Colgajo de avance-rotación de la «oreja de perro»
Colgajos de transposición
– Colgajos digitiformes o lobulados; colgajo de Banner
– Colgajos romboidales: colgajo de Limberg y colgajo de Dufourmentel
– Colgajos en Z
Colgajos de avance-rotación
En conjunto, estos colgajos resultan extremadamente útiles y versátiles
en la reconstrucción de la mejilla. Son una de las mejores alternativas
en la reconstrucción de defectos de la zona malar, porque la rotación
del colgajo implica una línea curva que es posible adaptar perfecta-
mente a esta región. También se emplean con gran frecuencia en la
zona infraorbitaria y central. Casi siempre se diseñan con pedículo in-
ferior o posterior a nivel preauricular, mandibular o cervical (figura 9).
La figura 10 muestra la realización de uno de los colgajos más úti-
les y empleados en cirugía de la mejilla. El defecto circular resultante
de la extirpación del tumor se triangula con la base medial y se mar-
ca sólo una incisión que sigue el surco nasolabial en dirección craneo-
CIRUGÍA DE LA MEJILLA
199
Figura 10 Colgajo con base en el surco nasolabial de gran utilidad para la reparación de
defectos de la parte superior de la mejilla-párpado-canto interno. Siempre es
conveniente anclar el extremo del colgajo al periostio de la parte ascendente del
maxilar superior
CIRUGÍA DE LA MEJILLA
201
Figura 14 Colgajo por trasposición para reparar un defecto preauricular. El diseño del
colgajo con la base superior lo permite la gran vascularización de la zona
CIRUGÍA DE LA MEJILLA
Colgajos bilobulados
Cuando el colgajo lobulado no es suficiente para cerrar el defecto, se
puede recurrir a los bilobulados y diseñar un segundo colgajo, mucho
más pequeño, en áreas más distensibles, como la piel del cuello; inclu-
so puede utilizarse piel retroauricular (colgajos de trasposición bilo-
bulados pre y postauriculares).
Figura 16 Una vez preparado el colgajo, se traspone hasta la zona receptora y el defecto
resultante de la movilización del colgajo se resuelve por aproximación de bordes
CIRUGÍA DE LA MEJILLA
-a- -b-
205
-a- -b-
Figura 18 a) Colgajo ya suturado. La forma de «cometa» hace que algunos denominen así a
estos colgajos. b) Resultado a los seis meses
jilla. Una vez marcado el colgajo, se hacen las incisiones profundas has-
ta el tejido celular subcutáneo y, a continuación, se profundizan las in-
cisiones, con disección roma, hasta el plano muscular, lo que permite
una muy buena movilización. La sutura se inicia por la parte superior
del colgajo, que se acopla perfectamente al defecto, y luego se continúa
suturando el resto en V-Y, dejando una forma final de «cometa» que
hace que muchos los denominen «colgajos en cometa».
BIBLIOGRAFÍA
Abdel-Fattah AM. Local skin flaps in reconstruction following excision
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Whitaker DC, Maves MD. Cancer of the cheek. Dermatol Clin. 1989;
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CIRUGÍA
DE LA FRENTE
P. Redondo, J. del Olmo
INTRODUCCIÓN
Figura 1 a) Líneas de tensión en un paciente joven. b) Vista de frente y de perfil de las líneas
de tensión en un paciente adulto; se aprecian líneas verticales en la línea media
sobre la glabela
versales. Del mismo modo, el desarrollo de los músculos corrugado- CIRUGÍA DE LA FRENTE
res y piramidales (procerus) produce líneas verticales en el entrecejo y el
área glabelar.
En el límite inferior de la frente se encuentran las cejas, con un com-
ponente muscular que les permite movimientos activos de gran im-
portancia para la expresión mímica facial. Las cejas están separadas
por una superficie escasamente pilosa, variable según los individuos,
denominada región interciliar, que se corresponde con la raíz nasal.
En la palpación de las cejas se distingue el reborde superior de la órbi-
ta –o arco ciliar–, en cuyo tercio medio externo puede palparse la esco-
tadura supraorbitaria (por la que salen la arteria supraorbitaria y la
rama externa del nervio frontal, esenciales en la inervación e irriga-
ción de la frente).
La simetría de las cejas es un punto esencial de referencia para valo-
rar los resultados finales de la cirugía frontal. En general, suelen estar
más elevadas en la mujer que en el hombre, pero con el paso del tiem-
po, y de manera espontánea, tienen tendencia a caer progresivamente,
situación que puede resolverse con varias técnicas (especialmente me-
diante inyección de toxina botulínica).
Como norma general, las cejas no deben afeitarse antes de la inter-
vención quirúrgica, ya que su crecimiento es lento (se prolonga hasta
seis meses) y sus líneas deben estar bien visibles durante la operación, 209
pues representan uno de los puntos guía para el cirujano.
La mejor opción reconstructiva en la frente es el cierre directo (figura 2),
siempre siguiendo las arrugas transversales (o las verticales de la gla-
bela en la línea media). Algunas veces el cierre se podrá hacer en es-
trella, y en otras el diseño de la extirpación obligará a adaptarse a las
características morfológicas de la lesión (figura 3).
La cicatrización por segunda intención en algunas zonas de la frente
no resulta muy satisfactoria, y cuando el defecto está próximo a la ceja
puede producir una retracción con elevación de ésta. Asimismo, los in-
jertos resultan especialmente llamativos, tanto por su color y textura
como por el peculiar contorno de la frente. Por ello elegiremos siempre
que sea posible técnicas con colgajos como procedimiento de elección
para reconstruir defectos en la región supraciliar. No obstante, en oca-
siones puede ser necesaria la realización de un injerto, por ejemplo en
personas de edad avanzada o con mal estado general donde esté cla-
ramente limitado el tiempo de la cirugía, en pacientes con poca dis-
tensibilidad cutánea, en tumores grandes o en tumores agresivos don-
de esté indicado preservar la anatomía local y realizar un seguimiento
estrecho para detectar precozmente una eventual recidiva (figura 4).
En determinadas ocasiones, sobre todo en la región temporal, antes
que dejar un defecto grande que cierre por segunda intención será pre-
Figura 3 a) Carcinoma basocelular extenso a nivel del cuero cabelludo en un paciente con
alopecia androgenética; el paciente se había tratado con imiquimod tópico.
b) Marcado de los límites del tumor para extirpación y control histológico de
márgenes. c) Defecto resultante después de la extirpación completa del tumor.
d) Resultado inmediato tras sutura con Dexon® de 3/0 y seda de 5/0
210
ferible realizar una plicatura de «aproximación forzada» (figura 5), téc- CIRUGÍA DE LA FRENTE
nica que, al invertir los bordes de la piel con puntos colchoneros a ten-
sión sobre el lecho del defecto, acelera la cicatrización.
Cuando se diseña cualquier colgajo en esta región, se debe realizar
una incisión vertical profunda; de lo contrario, puede resultar un abul-
tamiento en cojinete, especialmente si los colgajos son redondeados. La
introducción de ángulos en los colgajos, por ejemplo en los romboi-
des, evita el abultamiento. Por ello somos partidarios de una cirugía
geométrica, que favorece el cierre de los defectos y permite habitual-
mente unos resultados cosméticos más satisfactorios al tener las cica-
trices una forma más acorde con la anatomía local. Un defecto circular
puede convertirse en otro cuadrado, triangular o romboide, y sacrificar
una porción sana de tejido casi nunca repercutirá negativamente en el
aspecto final, sino más bien al contrario: en muchas ocasiones, favore-
cerá un mejor resultado estético.
La anestesia de la frente es fácil de realizar mediante el bloqueo de los
nervios supraorbitario, supratroclear y cigomático temporal, o me-
diante infiltración del anestésico. Las disecciones deben ser cuidadosas,
y será necesario conocer con detalle la anatomía local para evitar lesio-
nes nerviosas (que pueden traducirse en parestesias o disestesias pro-
longadas durante meses). Concretamente, en la región mediofrontal
comprendida en el punto medio entre las cejas se encuentran los vasos 211
y nervios supraorbitarios y supratrocleares. Siempre debemos informar
previamente a los pacientes de que, si en la intervención es necesario
seccionar el nervio supraorbitario, pueden quedar como secuelas pará-
lisis, parestesias y entumecimiento de la frente y la parte anterior del
cuero cabelludo (secuelas que en ocasiones pueden ser permanentes).
La región temporal representa una de las zonas anatómicas donde
la cicatrización por segunda intención puede considerarse una alterna-
tiva estética y funcional a los colgajos locales. La complicación más gra-
ve en esta zona es la sección de la rama temporal del nervio facial, en-
contrándose el punto más vulnerable a la altura del arco cigomático.
Esta lesión ocasiona la denervación del músculo frontal, lo que resulta
en una incapacidad para fruncir la frente y elevar las cejas, producién-
dose a largo plazo una atrofia muscular con ptosis palpebral e incluso
dificultad para la visión de los campos superiores.
ANATOMÍA DE LA FRENTE
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA tante de esta región anatómica; se le puede considerar una continua-
ción de la galea aponeurótica, extendiéndose desde la línea de im-
plantación del pelo hasta la dermis supraorbitaria. Lateralmente, se se-
para del músculo temporal y de la fascia temporal superficial
componente del sistema musculoaponeurótico superficial (SMAS). Se
trata de un músculo par, unido entre sí a nivel de la glabela y separa-
do en su región superior por la galea aponeurótica. Su contracción plie-
ga la frente, eleva las cejas y ayuda a abrir los ojos en toda su amplitud,
siendo el músculo que más contribuye a la «cara de sorpresa y alerta».
El procerus –o piramidal– se extiende desde los huesos nasales hasta
el músculo frontal, y ayuda a tirar de las cejas medialmente y hacia
abajo, produciendo una «expresión de agresividad». Es el principal
causante de las arrugas transversales de la raíz nasal, ya que sus fun-
ciones más importantes son la tracción de la frente hacia abajo y la ele-
vación de la piel nasal.
El músculo corrugador superciliar se extiende desde el puente su-
praorbital medial en profundidad hacia los músculos frontal y proce-
rus, para insertarse entre los músculos frontal y orbicular. Es el respon-
sable de las arrugas verticales de la glabela y su función es traccionar
medialmente y hacia abajo las cejas.
Finalmente, el músculo orbicular de los párpados se entrecruza a ni-
212 vel medial con los músculos frontal, piramidal y corrugador, y su ac-
ción es la de traccionar hacia abajo la porción lateral de las cejas.
La inervación y la vascularización de la frente corren a cargo de los
vasos y nervios supraorbitarios y supratrocleares. Los nervios supra-
troclear (frontal interno) y supraorbitario (frontal externo) son las prin-
cipales ramas del nervio frontal y discurren a lo largo de la pared su-
perior de la órbita, entre el músculo elevador del párpado superior y el
periostio. El nervio supratroclear emerge de la órbita en su parte supe-
rointerna a través de la muesca supratroclear –que se encuentra apro-
ximadamente a 1,5-2 cm de la línea media–, y corre hacia arriba iner-
vando la piel de la parte medial de la frente. También inerva la piel de
la parte superior de la nariz y envía ramas a las conjuntivas y al pár-
pado superior. Para su bloqueo anestésico, la aguja se inserta en la
parte superointerna de la órbita y se dirige hacia abajo y hacia la línea
media, de modo que contacte con el hueso frontal en un punto inme-
diatamente lateral a la raíz de la pirámide nasal.
El nervio supraorbitario puede dejar la órbita a través del agujero su-
praorbitario antes de dividirse en sus ramas medial y lateral; no obs-
tante, por lo general se divide antes de dejar la órbita, saliendo la rama
lateral a través del agujero mencionado y la rama medial a 1 cm de la
línea media. Después de llegar a la fascia superficial, las dos ramas
inervan el cuero cabelludo hasta la sutura lambdoidea. El agujero su-
praorbitario es palpable en el punto medio del borde superior de la ór- CIRUGÍA DE LA FRENTE
bita, donde se puede proceder a su bloqueo anestésico. Las ramas cu-
táneas terminales de estos nervios, que inervan la frente y el cuero ca-
belludo, se hacen superficiales y pueden bloquearse mediante una
infiltración subcutánea efectuada en una línea horizontal 2 cm por
encima de la ceja, desde el borde externo de la órbita hasta la línea
media.
Al contrario que la frente, la región temporal está relativamente libre
de músculos de expresión facial. Existen dos capas de fascia en esa lo-
calización, que son la fascia temporal superficial, extensión del SMAS,
y la fascia temporal profunda, que cubre el músculo temporal fusio-
nándose al periostio óseo.
El principal aporte sanguíneo en la región temporal se produce a tra-
vés de la arteria temporal superficial, una rama de la carótida externa
que emerge directamente de la porción superior de la glándula paróti-
da, anteriormente al trago. En ese punto, la arteria es fácilmente pal-
pable, y poco después se divide en una rama anterior frontal y otra
posterior parietal. También hacen su aportación a la irrigación de la
frente las numerosas anastomosis de la arteria occipital a nivel del
músculo esternocleidomastoideo, y las arterias supraparotídeas y su-
pratrocleares, ambas provenientes de la carótida interna. El drenaje
sanguíneo se efectúa por las venas yugulares. El drenaje linfático de la 213
frente va a los ganglios submandibulares y los ganglios parotídeos su-
perficiales.
La rama temporal del nervio facial es la encargada de la inervación
motora del músculo frontal y el músculo orbicular superior, así como
de los músculos auriculares anterior y superior. Su localización anató-
mica suele corresponder a una línea imaginaria localizada 0,5 cm por
debajo del trago y 1,5 cm lateralmente a la cola de la ceja, línea que
siempre deberemos tener presente para evitar las secuelas a veces irre-
versibles antes comentadas. La inervación sensitiva de la zona corre a
cargo del nervio auriculotemporal, una rama del nervio mandibular lo-
calizada más profundamente que la arteria temporal superficial y sus
ramas.
Tumores malignos
Al igual que en otras áreas corporales, en la frente el tumor maligno
más frecuente es el carcinoma basocelular –seguido del carcinoma es-
pinocelular–, tanto en su variante in situ (enfermedad de Bowen) como
infiltrativa. La incidencia de melanoma en esta zona es baja, predomi-
nando el LMM (más relacionado con la fotoexposición crónica que las
demás formas). En personas de los fototipos I y II con exposición solar CIRUGÍA DE LA FRENTE
acumulada, la frente es asiento de múltiples queratomas actínicos. Es-
tas lesiones, clínicamente muy características, deben tratarse en sus fa-
ses iniciales mediante métodos clásicos (crioterapia, electrocoagula-
ción, 5-FU, imiquimod, etc.) para evitar su degeneración en carcinoma
espinocelular. En caso de duda por la extensión, infiltración o caracte-
rísticas morfológicas de la lesión, una biopsia confirmará el diagnósti-
co y orientará al tratamiento adecuado.
Los tumores malignos se extirpan generalmente con cirugía conven-
cional, aplicando los clásicos márgenes de seguridad en función de sus
características clínicas e histológicas. En tumores recidivantes grandes
o mal delimitados, en las variantes histológicas agresivas y en los tu-
mores localizados sobre sienes y regiones ciliares (planos de fusión em-
brionarios) se aconseja la extirpación mediante cirugía controlada al
microscopio o cirugía micrográfica de Möhs.
TÉCNICAS DE RECONSTRUCCIÓN
CIRUGÍA DE LA FRENTE
219
Figura 11 Colgajo de avance-rotación unilateral. a) Paciente con carcinoma espinocelular
en la línea media, cerca de la implantación del cuero cabelludo. b) Dibujo de la
extirpación y diseño del colgajo. c) Resultado tras retirar los puntos, con cicatriz
vertical en la línea media y transversal sobre la región paramedial. d) Aspecto a
los 12 meses
tando la piel a cada lado del defecto. Estos colgajos están indicados en
defectos frontales centrales, y lo importante es que tengan forma trian-
gular con base en la línea de implantación pilosa o que, en caso nece-
sario, se les pueda dar esta forma (figura 11). Ocasionalmente, a pesar
de las pruebas preoperatorias, el cierre puede ser difícil aun haciendo
un corte posterior o un triángulo de descarga. En estos casos, las inci-
siones en la galea pueden ser muy útiles. Éstas se realizan paralela-
mente al borde dominante cada 0,5-1 cm, respetando los vasos subya-
centes. Si estas incisiones no son suficientes, se hacen nuevas incisiones
en ángulo recto con las anteriores. Estas maniobras permiten a veces
avanzar hasta 1 cm de tejido.
Otra opción son los colgajos en «O-Z». Suponen la realización de un
doble colgajo por rotación cuyos pedículos se escinden en direcciones
opuestas. A veces, se componen de un colgajo de rotación y otro de
avance. Se llaman así porque el defecto primario es redondeado u ova-
lado, y efectuando los dos colgajos la sutura definitiva tiene forma de
Colgajos de transposición
Conceptualmente, se corresponden con colgajos que giran sobre el cen-
220 tro de la base de su pedículo, saltando un trozo de piel sana a la que se
sutura su borde de incisión más distal al defecto. Los más conocidos
son los colgajos en «Z», los colgajos lobulados y los colgajos romboi-
des, siendo estos últimos los más geométricos y los que más utilidad
tienen en la reconstrucción de la región temporal.
Colgajo romboide (figura 12). Este colgajo, descrito por Limberg, con-
siste en la utilización de un colgajo romboide para cerrar un defecto
con esta forma geométrica. El defecto y el colgajo diseñados deben te-
ner el mismo tamaño. La lesión se extirpa de forma romboide, dibu-
jándose el ángulo de 120o del romboide donde exista exceso de piel
para obtener el colgajo. La zona dadora debe situarse, si es posible, en
el eje longitudinal de la línea de mínima tensión. Desde la punta del
ángulo de 120o dibujaremos una línea (de una longitud igual a uno de
los lados del romboide) que lo divida; desde este punto trazaremos
otra línea de 60o paralela al lado del romboide, con una longitud simi-
lar a éste. Para cada romboide se pueden dibujar cuatro colgajos en la
dirección que más convenga.
También un defecto circular grande puede convertirse en un hexá-
gono, y el hexágono dividirse en tres romboides. Los colgajos romboi-
des pueden dibujarse en los ángulos de 120o, quedando útiles seis po-
tenciales colgajos de los que podrán escogerse tr es sin ningún
problema. Asimismo, una lesión longitudinal puede dividirse en dos
áreas romboides unidas y diseñar los colgajos a partir de las cuatro teó- CIRUGÍA DE LA FRENTE
ricas zonas dadoras donde haya más piel redundante, en función de
la anatomía local y las características peculiares del paciente.
El colgajo de Dufourmentel es una modificación del colgajo romboide.
La lesión se extirpa dejando un defecto romboide con un ángulo agudo
de 30o y otro obtuso de 50o. Dentro de la figura se trazan las dos diago-
nales, una corta y otra larga. Del ángulo obtuso se prolongan hacia fue-
ra la diagonal corta y uno de los lados. El ángulo formado por éstos se
divide por la mitad mediante una línea de longitud igual a uno de los
lados. De la parte extrema de esta línea, para formar un ángulo agudo,
se debe trazar otra línea de igual longitud paralela a la diagonal larga.
De esta forma queda hecho el colgajo, con un cierre más fácil que en el de Lim-
berg; y aunque, a priori, el diseño es más complejo, al final el cierre pue-
de ser más natural. Ambos procedimientos proporcionan resultados
óptimos en la región frontolateral y temporal, sobre todo en los ancia-
nos, cuya piel tiene una gran distensibilidad.
Otra variante es el colgajo romboide en ángulo de 30o de Webster, donde,
para ayudar a cerrar el defecto, se diseña una incisión en «M» en la
porción inferior, acortándose así la cicatriz.
Muchas veces los colgajos de transposición no serán tan geométricos,
y utilizaremos una mezcla de los anteriores combinando ángulos, alar-
gando incisiones y haciendo pequeños triángulos de descarga, en fun- 221
ción de las características del defecto y de la inspiración del cirujano en
ese momento particular.
CIRUGÍA DE LA FRENTE
224
Figura 16 Colgajo de avance unilateral. a) Carcinoma basocelular infiltrante en la región
lateral. b) Defecto resultante de la extirpación con márgenes libres y diseño de
un colgajo de avance con dos triángulos de descarga y una triangulación del
borde para reducir el tamaño. c) Vista del colgajo una vez elevado de su lecho y
suturado el triángulo superior al defecto. d) Aspecto final a los seis días. Las
cicatrices permanecen parcialmente ocultas en la línea de implantación del
cuero cabelludo
CIRUGÍA DE LA FRENTE
225
PERFILES QUIRÚRGICOS EN DERMATOLOGÍA En ocasiones, puede haber defectos muy grandes imposibles de ce-
rrar con colgajos, haciéndose necesario aplicar un injerto dermoepi-
dérmico complementario. En estas circunstancias, y siempre que sea
posible (como en la paciente de la figura 18), intentaremos utilizar los
triángulos de descarga de la piel perilesional como pequeños injertos
de piel total que asegurarán una textura y un color a largo plazo simi-
lares a la piel circundante.
Los colgajos de transposición son muy útiles en la región lateral fron-
tal puesto que, al igual que en la región temporal, hay más piel disponi-
ble. En este sentido, los colgajos romboides de Limberg (o su variante
de Dufourmentel) simples, dobles o triples constituyen una buena técni-
ca reconstructiva. Las múltiples incisiones anguladas de estos colgajos
pueden ser camufladas en la superficie cóncava de la frente y la región
temporal. También pueden utilizarse colgajos de avance y rotación.
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Stock AL, Collins HP, Davidson TM. Anatomy of the superficial tem-
poral artery. Head Neck Surg. 1980; 2: 466-469.
S
i bien la piel de las regiones del tronco y las extremidades repre-
senta aproximadamente el 90% de la superficie corporal, no hay
una correlación entre la extensión y su importancia en la patolo- 227
gía quirúrgica cutánea. Esta situación se debe, en primer lugar, a la me-
nor incidencia de tumores en el tronco y las extremidades, posible-
mente por una menor exposición solar y, en segundo lugar, porque, al
ser zonas habitualmente cubiertas, la reconstrucción tiene más en
cuenta los aspectos funcionales que los estéticos.
En este capítulo analizaremos la patología y las técnicas quirúrgicas
más comunes de estas regiones; excluiremos la cirugía dermocosméti-
ca de las mamas y el abdomen, así como el tratamiento de las áreas
ganglionares, que reservamos para los capítulos de cirugía dermocos-
mética y cirugía oncológica, respectivamente.
A B
C
Figura 8 Colgajo en isla con pedículo
subcutáneo. 1) Defecto para reparar. 2 y 3)
Figura 7 Doble colgajo en isla Tallado del colgajo: el pedículo (2) va soterrado y
para la extirpación de un nevus el colgajo (3) se acopla al defecto (4), cerrando la
congénito mediano zona dadora por aproximación de bordes (5)
Colgajos a distancia. Sólo describiremos los más usados. Pueden ser col-
gajos de vascularización axial, tallados sobre el eje y el territorio de una
arteria bien definida, o colgajos con vascularización al azar, basada en
los plexos subcutáneos que precisan una serie de etapas o «demoras»
previas a la transferencia del colgajo desde la zona dadora al defecto
que se va a cubrir. Muchos colgajos a distancia son mixtos con una
zona con vascularización axial y otra, de menor tamaño, con circula-
ción al azar, como ocurre en el colgajo deltopectoral.
A A B
A B C
D D E
D E F
Colgajos cutáneos de la pared anterior del tórax para cubrir los defectos en la
mano y los antebrazos (figura 14). Son colgajos útiles en la reparación de
grandes defectos de la mano y los de-
dos, sobre todo cuando quedan los ten-
dones o el hueso al descubierto. Se tra-
ta de colgajos con vasculariación al
azar, con una base de implantación am-
plia y una longitud que no debe sobre-
pasar el doble de la base.
Se tallan en la parte contralateral de
la pared anterior del tórax, preferible-
mente en la región supraumbilical,
aunque pueden hacerse por debajo del
ombligo. Generalmente, el pedículo se
coloca en la parte superior, aunque Figura 15 Hidrosadenitis supurativa de la axila.
puede hacerse con base inferior e inclu- Formación de abcesos, sinus y fibrosis
so lateral. El colgajo incluye la hipoder-
mis y, en el mismo tiempo quirúrgico, se eleva y acopla al defecto re- 239
parado; la zona dadora se cierra por aproximación de bordes.
Siempre hay que procurar una postura lo más cómoda posible. Des-
pués de 3 semanas, se secciona el pedículo y se acopla definitivamente
el colgajo al defecto.
Extremidades superiores
Axilas
Las axilas se afectan por varios procesos que requieren, en la mayoría
de las ocasiones, un tratamiento quirúrgico. Los más frecuentes están
relacionados con la patología de las glándulas sudoríparas.
Brazos y antebrazos
La dermatología quirúrgica del brazo no plantea ningún problema. El
codo, sobre todo en su parte posterior, donde la piel recubre directamente
el olécranon, puede requerir una cobertura de piel que no se consigue con
un injerto dermoepidérmico, ya que el lecho no es el adecuado. En estos ca-
sos es preciso recurrir a un colgajo torácico similar al de la figura 15.
En la articulación del codo son relativamente frecuentes la bursitis de
la bolsa subcutánea del olécranon, que se produce como consecuencia
de traumatismos ligeros; se puede acompañar de pequeñas heridas
que favorecen la infección. En ocasiones, se forma un higroma, un tu-
mor hemisférico y fluctuante generalmente asintomático. Se trata me-
diante punción y aspiración y, si es preciso, extirpación de la bolsa.
En general, la reconstrucción de los defectos secundarios a la extir-
pación de tumores no plantea problemas, y se resuelven bien por las
técnicas habituales.
245
Manos
Cuando se aborda la patología quirúrgica de la mano, hay que tener en
cuenta que cualquier alteración funcional puede influir de forma dife-
rente en cada individuo, según su profesión. La mayoría de las inter-
venciones pueden realizarse con anestesia local o locorregional. En
muchas ocasiones es preferible intervenir con isquemia, lo cual nos
permite trabajar con un campo exangüe.
Extremidades inferiores
Todos los procesos cutáneos de las extremidades inferiores suscepti-
bles de tratamiento quirúrgico cuentan con el inconveniente de una
vascularización deficiente que condi-
ciona una cicatrización defectuosa de
las heridas.
Región inguinocrural
La hidrosadenitis perineoglútea suele
iniciarse en la región inguinal con la
formación de abcesos que se conti-
núan con la aparición de sinus y fibro-
sis, igual que sucedía en la axila. En
los casos más intensos pueden afectar-
se ambas ingles y el escroto, y exten-
Figura 20 Mismo paciente de la figura anterior. Se ha derse a la zona perianal, asociándose
realizado una extirpación de la zona y la con fístulas que originan un proceso
aposición de injerto dermoepidérmico con
sutura en «capitoné» supurativo crónico (figuras 19 y 20).
Muslos A B
En general, la reconstrucción de los de-
fectos cutáneos en los muslos, traumá-
ticos o secundarios a la exéresis de dis-
tintos tumores, no suele plantear C D
problemas. Casi siempre es posible la
aproximación de bordes y el diseño de Figura 21 Melanoma nodular de la región glútea (a) con
colgajos locales, ya que la piel de esta metástasis en tránsito en la región inguinal
(b). Se realizó una extirpación y una disección
región es dura, resistente y mejor vas- ganglionar combinada (c), así como un cierre
cularizada que la de las piernas. del defecto mediante injerto dermoepidérmico
malleado (d)
Piernas
La patología cutánea quirúrgica de las piernas está definida por su
mala vascularización, los defectos vasculares asociados y la poca via-
bilidad de los colgajos locales, que obligan al empleo muy frecuente de
injertos.
251
Pérdidas de sustancia. Los defectos cutáneos de las piernas plantean pro-
blemas para cubrirlos. Las heridas extensas recientes, con fondo y bor-
des limpios o un tejido de granulación sano, o los defectos secunda-
rios a la extirpación de tumores, se reparan mediante injertos cutáneos.
Cuando se extirpa un melanoma con 1-2 cm de margen en la superficie,
es mejor aplicar el injerto sobre la fascia muscular subyacente que ha-
cerlo directamente sobre el músculo, ya
que se obtienen mejores resultados es-
téticos sin modificar los resultados on-
cológicos. La principal ventaja es su A B
sencillez y facilidad de procedimiento,
aunque exigen el reposo total del pa-
ciente durante una semana.
En los defectos pequeños, donde no C D
es posible el cierre por aproximación de
los bordes, pueden emplearse los trián-
gulos de Burow como injertos de piel
total (figura 24).
Hay que ser muy prudente en el em-
Figura 24 Melanoma en la cara externa de la pierna, que
pleo de colgajos locales, ya que con fre-
extirpamos con 1 cm de margen. Cierre
cuencia suelen necrosarse. En la actua- mediante dos injertos de Burow
Pies
Sólo analizaremos algunas de las si-
A B
tuaciones más frecuentes.
BIBLIOGRAFÍA
Al-Qattan MM. Surgical management of post-burn skin dyspigmenta-
tion of the upper limb. Burns. 2000; 26: 581-586.
Bakamjian VY. Colgajo deltopectoral. En: Grabb WC, Myers MB, eds.
Colgajos cutáneos. Barcelona: Salvat, 1982; 215-248.
INTRODUCCIÓN
Tabla 2
ESTUDIO PREOPERATORIO. HISTORIA CLÍNICA
Anamnesis
1. Considerar la existencia de otras patologías asociadas que pueden ser
contraindicaciones al tratamiento quirúrgico: enf. vascular periférica,
diabetes, discrasias sanguíneas, EPOC, inmunosupresión
2. Ingestión de fármacos como anticoagulantes o esteroides
3. Si el paciente es portador de válvula cardiaca hay que hacer profilaxis
antibiótica
Exploración ungueal
1. Precisar la porción ungueal afectada
2. Realizar iconografía
Información al paciente
1. Procedimiento quirúrgico
2. Pronóstico y posibilidad de secuelas
3. Alternativas a la cirugía si existen
Anestesia (figura 2)
Habitualmente usamos anestesia local. Los anestésicos más empleados
son lidocaína al 1-2% y mepivacaína al 2% sin
adrenalina por el riesgo de necrosis digital y
mediante una aguja fina (0,5 16 mm) se in-
yecta una cantidad no superior a los 5 ml, ya
que cantidades superiores podrían compro-
meter la circulación del dedo. Existen varias
técnicas anestésicas:
Bloqueo digital. Se inyecta aproximadamen-
te 2 ml en la base del dedo por donde discu-
rren los nervios digitales laterales y la insen-
sibilidad aparecerá a los 10-20 minutos. 263
Cuando queremos anestesiar el dedo gordo
infiltramos primero su lado externo a la altu- Figura 2 Anestesia local
Postoperatorio
Al terminar la intervención se colocará un apósito estéril de tul graso
y un almohadillado sujeto con venda pequeña o tubular para evitar el
sangrado de la herida y la posibilidad de traumas. Se aconsejará man-
tener la extremidad elevada durante las primeras 48 horas y el uso de
calzado adecuado en caso de tratarse del pie. Dependiendo del tipo
de intervención la primera cura se realizará a las 24 o 48 horas. Si en
ésta se observa algún signo de infección se procederá al cultivo del
exudado y se instaurará tratamiento antibiótico sistémico además de
las medidas locales. La administración de analgésicos de forma más o
menos regular durante las primeras 24 horas es necesaria en algunos
casos.
TÉCNICAS QUIRÚRGICAS
Tabla 3
INDICACIONES BIOPSIA UNGUEAL
Diagnósticas
1. Tumores
2. Dermatosis inflamatorias
3. Infecciones ungueales
Terapéuticas
1. Dolor ungueal
Terapéuticas
1. Onicocriptosis y onicogrifosis
2. Uñas en pinza
3. Distrofia ungueal por traumatismo
4. Infecciones
Matricectomía
La matricectomía es la destrucción de la matriz. Puede ser total o
parcial.
Matricectomía total. La técnica que seguimos habitualmente es la de
Zadik. Primero se extrae la lámina ungueal y después se efectúa
una incisión en ambos laterales del pliegue periungueal proximal
que se levanta con dos erinas para descubrir la matriz. Se extirpa
entonces una franja de tejido desde el borde distal de la lúnula a 3-
5 mm por debajo del pliegue ungueal proximal para incluir la tota-
lidad de la matriz. Debe incluirse en la extirpación una parte de la
región superior del pliegue proximal que evitará dejar pequeños res-
tos de matriz. Por último se vuelve a colocar el pliegue en su sitio y
se sutura. En lugar de la extirpación puede hacerse una coagulación
TRATAMIENTO
QUIRÚRGICO EN PATOLOGÍA UNGUEAL
Encarnadura distal
La encarnadura del borde libre de la lámina ungueal ocurre en aque-
llos casos en que la ausencia de uña por diversas causas (traumatismo
continuado de los deportistas, avulsión quirúrgica incompleta) no con-
trarresta la presión del lecho al caminar. El lecho ungueal distal crece
en ausencia de la contrapresión que recibía de la uña situada encima y
la nueva uña se encarna al crecer. En estos casos la técnica de Dubois
272 bilateral, es decir, la extirpación de una cuña semicircular y profunda
hasta el plano óseo de tejido en la punta del pulpejo, que se extienda
unos 3-5 mm de ambos repliegues laterales, permitirá reducir las par-
tes blandas que están hipertrofiadas.
Uña en pinza
La uña en pinza es una distrofia que se caracteriza por un aumento en
la curvatura transversa que eleva y deforma la lámina ungueal adop-
tando la forma de las pinzas de un cangrejo que
atenazan el lecho y produce dolor intenso. En
ocasiones, es el resultado de la formación de una
pequeña exóstosis en el borde libre de la cara
dorsal de la falange distal. La causa de esta exós-
tosis podrían ser los microtraumatismos repeti-
dos que sufre la falange distal, principalmente
del primer dedo al golpear de forma continua
sobre la puntera del zapato. Es necesario realizar
una radiografía para asegurar la presencia de la
exóstosis y el procedimiento quirúrgico a seguir.
– Cuando no se observa exóstosis subungueal
Figura 11 Uña incarnata: técnica de Dubois
modificada. (Cortesía se puede realizar un tratamiento conservador que
del Dr. S. Serrano Ortega) consiste en el fresado de la parte central de la lá-
TUMORES UNGUEALES
Tumores benignos
La mayoría de los tumores benignos causan de-
formidad en la uña debido a la compresión que
ejercen sobre la matriz. Esto ocurre cuando se lo-
calizan en el pliegue proximal y dan lugar a la
aparición de estriaciones o depresiones en la lá-
mina ungueal. Otros tumores se sitúan incluso
Figura 16 Hematoma subungueal. En casos
bajo la matriz y ejercen presión de abajo arriba de duda la dermoscopia es muy útil
originando anoniquia. (imágenes inferiores)
Malignos
• Carcinoma espinocelular
• Carcinoma basocelular
• Melanoma
Verrugas
Las verrugas vulgares son tumores fibroepiteliales, muy frecuentes, pro-
ducidos por los virus del papiloma humano tipos 1-4, 7-10, 26-29. Su lo-
calización en la zona periungueal se ve favorecida por el hábito de mor-
derse las uñas y es característica de ciertas profesiones, como carniceros.
Las verrugas que afectan el pliegue proximal pueden originar estrias
y acanalamiento de la lámina por compresión de la matriz y cuando
276 se localizan en el hiponiquio despegan la lámina al crecer. Cuando es-
tán debajo de la lámina pueden ser dolorosas y hay que hacer diag-
nóstico diferencial con el tumor glómico.
A la hora de elegir el tratamiento hemos de tener en cuenta que se
trata de tumores benignos y autoinvolutivos en la mayoría de los pa-
cientes, y además, hay que ser cautos en las localizaciones próximas a
la matriz, ya que un tratamiento agresivo puede ocasionar una defor-
midad ungueal permanente.
Existen diversos tratamientos locales: queratolíticos como el ácido
salicílico a concentraciones del 10-40% en cura oclusiva diaria y reco-
mendando al paciente que recorte la superficie de la verruga durante
un tiempo mínimo de 2-3 semanas; cantaridina al 0,7% en cura oclusi-
va de 24 horas que si es necesario se repite a la semana; citostáticos in-
tralesionales como la bleomicina al 0,1% en solución salina, hasta tres
aplicaciones sucesivas con un intervalo de tres semanas.
El tratamiento quirúrgico con crioterapia es una técnica relativamen-
te fácil de aplicar. El tiempo de congelación ha de ser suficiente para
producir necrosis y ampolla hemorrágica con despegamiento dermoe-
pidérmico. Puede resultar una leuconiquia o una distrofia permanen-
te si se localiza próxima a la matriz. El curetaje y electrocoagulación es
otra alternativa que también puede producir cicatriz y daño ungueal
permanente y por tanto no se debe realizar.
Tumores malignos
281
Carcinoma espinocelular
El carcinoma espinocelular se puede localizar en la zona periungueal y
manifestarse como hiperqueratosis, lesiones de aspecto verrugoso, ero-
siones y ulceración que puede sobreinfectarse y dar lugar a eritema y
tumefacción periungueal. La localización subungueal ocasiona onicoli-
sis, hiperqueratosis o ulceración del lecho e incluso se ha descrito como
una melanoniquia longitudinal. La lámina ungueal aparece distrófica
con pérdida parcial o total de la misma
cuando se afecta la matriz. El diagnóstico
diferencial se debe establecer con procesos
benignos como las verrugas periungueales,
paroniquia recurrente, granuloma piogéni-
co, onicomicosis y exóstosis subungueal.
Aunque es un tumor con alto índice de
curación, la presencia de adenopatías me-
tastásicas y el antecedente de radiaciones io-
nizantes empeoran el pronóstico.
El tratamiento es siempre quirúrgico. La
cirugía micrográfica de Mohs es la técnica Figura 27 Melanoma ungueal. La dermoscopia
muestra color marrón de fondo con líneas
de elección ya que permite la extirpación
irregulares. (Cortesía de la Dra. Fernández
completa del tumor que se comprueba his- Pugnaire y del Dr. Serrano Ortega)
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