¿En qué breve instante quedamos en la vereda de enfrente?
Alguien muere de pena en su cuarto. ¿Acaso yo soy el culapble? Si nisiquiera lo conozco. Podría ser responsable de los actos de otros hombres. Si fuera uno más de ellos. De carne y hueso, de barro. ¿Cuál es el inicio del caos? ¿el fin y el principio? ¿La diferencia exacta entre una víctima y su victimario? ¿Dónde comienza? ¿Dónde está la linea, el punto, que los divide? Que dice hasta acá llegamos. No puedo cruzar a la otra calle. Los autos me atropeyaran. No tengo las agallas para hacerlo. O simplemente no puedo, me gusta más esta vereda. El inicio de esta historia quizá se remonte al primer hombre y a la primera mujer sobre esta tierra. Ese hombre y mujer que definen nuestra sangre y que todos llevamos dentro. Yo soy Eva y soy Adán. Yo soy con ellos todos los hombres. Yo soy todos los muertos que ha conocido esta tierra. Soy los gritos y las risas de mis antepasados. Soy las lágrimas que han derramado. Soy la lluvia. Y soy el límite. Soy la calle que hace que los hombres crucen los caminos, cambien de idea, o simplemente recorran el camino que estaban destinados a conocer. Yo sólo los veo pasar. He sido esta calle tanto tiempo que no recuerdo el inicio. ¿Puedo ser una linea? ¿Existo? Yo no decido quién es quién, son ellos los que pasan a través de mi. Alguien tira una piedra en el camino. Esa piedra golpea a una mujer. Ella ahora es una víctima. Antes quizá fue otra cosa. Todo depende de que lado se mire. Porque después de tanto tiempo no he podido decidir que vereda es la correcta.