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Programas de intervención con maltratadores en casos de violencia de género aplicados en España (1995 - 2010): análisis cualitativo y cuantitativos de características y
eficacia (FEM2011-25142) View project
All content following this page was uploaded by Victoria Aurora Ferrer-Pérez on 06 December 2016.
Victoria Ferrer, Esperanza Bosch, Esther García, M. Antonia Manassero y Margalida Gili
Universitat de les I
lles Balears
Úl
timamente l
a viol
encia doméstica ha pasado a ser considerada como un verdadero problema social
. Entre l
as
l
iteratura cuyas concl
u siones parecen provisional
es y en ocasiones conf
u sas.
mal
tratadores en cuanto a psicopatol
ogía y consumo de al
coholy drogas. Los resul
tados obtenidos indican que, en
general
, hay dif
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icativas aunque l
imitadas en cuanto a su magnitud entre unos y otros en cuanto a
Domestic viol
ence has been regarded as an important socialproblem during the l
ast years. One ofthe questions
f
rom mal
e non-
b atterers. A raising amount ofl
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though concl
u sions seem yet to
be provisional
.
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ogy and use ofal
coholand drugs. These meta-
anal
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or the
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e batterers and non-
b atterers in these variables. The impl
ications and
l
imitations ofthese results are discussed.
la violencia de género o violencia contra las muje- tra cualquier persona que conviva baj
o el mismo te-
de def
inirse como “toda f
orma de violencia f
ísica, das. Sin embargo, sucomplej
idad hace recomenda-
sexual o psicológica que pone en peligro la seguri- ble analizarlas no como una sola, sino que a cada
Manassero y Margal
ida Gil
i, Facul
tad de Psicol
ogía. contra las mujeres por suparej
a (
o ex-parej
a)”(
p.
La correspondencia rel
ativa a este artículo deberá ser en-
38). Tal y como señala un reciente inf
orme de la Or-
viada a l
as autoras:Ctra. Val
ldemossa km. 7.5. 07071,
ganización Mundial de la Salud (
OMS)(
Heise &
Pal
ma de Mal
lorca. Fono:971-
17-
34-
80. Fax:971-
17-
31-90. E-
mail
:victoria.f
errer@ uib.es García-
Moreno, 2003),ésta es una de las f
ormas más
Este trabaj
o se real
izó en elmarco de un proyecto de comunes de violencia contra las mujeres e incluye
1
investigación f
inanciado por elPrograma Sectorialde
las agresiones f
ísicas, el maltrato psíquico, las rela-
Promoción GeneraldelConocimiento de l
a Dirección
ciones sexuales f
orzadas uotras f
ormas de coacción
Generalde Enseñanza Superior e I
nvestigación Científ
ica
(como el aislamiento del entorno social, la vigilancia Echeburúa & Corral, 1994) se observan tasas de en-
o la restricción en el acceso a la información, la asis- fermedad mental (excluyendo alcoholismo) más re-
tencia o los recursos económicos) inflingidos por el ducidas que oscilarían entre el 5% y el 7% de los
marido o pareja (o ex pareja) masculina sobre la mu- hombres violentos con sus parejas.
Uno de los ejes en los que se ha centrado la los más recientes, son muchos los trabajos que rela-
investigación acerca de esta forma de violencia con- cionan alcohol y maltrato de mujeres, aunque los
tra las mujeres ha sido determinar el perfil del datos aportados en ellos varían, sugiriéndose que
maltratador, tratando de identificar aquellas de sus entre un 25% y un 85% de maltratadores podrían
características que se consideran causantes y/o encontrarse bajo los efectos del alcohol cuando co-
moduladoras del abuso y susceptibles de cambio y/ meten el maltrato, que en torno al 50% de maltrata-
o atención terapéutica, con objeto de desarrollar tan- dores tendrían problemas de abuso de alcohol, o
to programas de tratamiento como acciones preven- que la incidencia de maltrato entre consumidores de
tivas para paliar y, finalmente, erradicar este proble- alcohol estaría entre el 50% y el 70% (Alberdi &
ma. Matas, 2002; Bland & Orn, 1986; Conner & Ackerley,
En este sentido, algunos de los primeros traba- 1994; Fagan, Stewart & Hansen, 1983; Fernández-
jos publicados sobre el tema en revistas científicas Montalvo & Echeburúa, 1997; Gelles, 1972; Kaufman
en torno a 1960 (como el de Schultz, 1960, o el de & Straus, 1987; Lindquist, 1984; McKenry, J
ulian &
Snell, Rosenwald & Robey, 1964, entre otros) sugi- Gavazzi, 1995; Roberts, 1988; Rosembaum & O’
Leary,
rieron que el maltrato de mujeres era producto de un 1981; Roy, 1977; Stith & Farley, 1993; Telch &
trastorno psicológico que podía estar presente en la Lindquist, 1984; Van Hasselt, Morrison & Bellack,
W illiams, Lawrence & Raphael, 1998). En el caso de los drogas, el número de trabajos
En el caso de las mujeres maltratadas, esta hipó- disponibles es menor y sugieren que la tasa de inci-
tesis ha sido descartada y, desde los trabajos de dencia de este problema entre los hombres violen-
Eleonore W alker (1984) en los que define el “síndro- tos oscilaría entre un 10% y un 35% y (Bergman &
me de mujer maltratada”, hasta la revisión que hace Brismar, 1993; Fagan, Stewart & Hansen, 1983;
me por estrés post-traumático”, reconocen que los Recientes revisiones de la literatura sobre el tema,
trastornos psicológicos que pueden presentar las como la de Gortner, Gollan y Jacobson (1997) o el
mujeres que han padecido malos tratos por parte de informe de la OMS antes citado (Heise & García-
su pareja (o ex-pareja) son básicamente consecuen- Moreno, 2003), llaman la atención sobre las
En cambio, en el caso de los maltratadores las que un análisis detallado de los datos ofrecidos in-
cosas no están tan claras, ni en cuanto a la prevalen- dica que, no sólo la presencia de maltrato no va in-
posible relación que se establece entre éstos y la tornos psicopatológicos o de consumo de alcohol o
ocurrencia del maltrato. drogas, sino que son mayoría los maltratadores que
Por lo que se refiere a prevalencia de trastornos, no presentan ninguno de ellos y que las discrepan-
son muchos los trabajos que a lo largo del tiempo cias entre las cifras obtenidas por diferentes traba-
han observado una elevada tasa de depresión jos podrían estar relacionadas con limitaciones
(Bersani, Chen, Pendleton & Denton, 1992; Bland & metodológicas (como sesgos en la selección de las
Orn, 1986; Faulk, 1974; Gayford, 1975; Hamberger & muestras, grupos de control inadecuados, etc.) y
trastornos de personalidad (Bernar & Bernard, 1984; grupo único y no diferenciado. Como consecuencia
Faulk, 1974; Hamberger & Hastings, 1986), especial- de todo ello, concluyen que estas variables no per-
mente, del llamado trastorno de personalidad anti- mitirían diferenciar consistentemente a maltratado-
social (Bland & Orn, 1986), en este colectivo, llegan- res de no maltratadores, por lo que, aunque puedan
do incluso a sugerirse que la mitad o más de los ser consideradas como factores asociados o rela-
hombres violentos con sus parejas presentarían al- cionados con la presencia del maltrato, no constitui-
guno de estos trastornos. Sin embargo, en otros tra- rían factores de riesgo definitivos ni predictores de
TESEO)
.
cia entre aquellos trabajos cuyos resultados indican
A pesarde la existencia de amenazas a la validez, der
iva-
de manera clara que la presencia de trastornos psi-
das de la imposibilidad de localizartodos los estudios sobr
e
(
Cooper
, 1984;Sánchez & Ato, 1989).
tratadores, y aquellos otros cuyos resultados susci-
Una vez localizados los tr
abajos, se aplicar
on los cr
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tan algunas dudas al respecto. Evidentemente, esta
r
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(
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cálculos r
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el modo de integrar estas variables en los modelos
br
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eja o ex par
eja femenina)
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ñados para probar hipótesis similares que obtienen
den o no, o hacer una revisión mediante procedi- Sánchez & Ato, 1989), se definier
on y analizar
on las car
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o de grupos en los que se divide
los resultados de estudios independientes anterio-
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a y númer
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es que integran cada grupo)y
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o de los/
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a de los estudios
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seleccionados (
2 5% del total)
.Como pr
omedio, el grado de
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no al 80% en todas las
inconsistencias entr
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on por
rían diferencias relevantes entre maltratadores y no
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a er
ror
es en el manual de codifica-
maltratadores en cuanto a presencia de trastornos
ción, se cor
rigier
on.
de personalidad, otra psicopatología, consumo de Una de las decisiones más complejas tuvo que vercon la
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atador
es y no maltr
atador
es y el r
esto compa-
r
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es, cuatr
o o cinco grupos (
1 4, 7 y 1 tr
abajos r
especti-
Método vamente)
.
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se, se tomó la decisión de escogerdos grupos (
uno de
Búsqueda de la Literatura
maltr
atador
es y otr
o de no maltr
atador
es)en cada estudio y
de consider
arúnicamente los datos de estos dos grupos.Puesto
En función del objetivo planteado, la población de estu-
que, como r
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can Sugar
man y Fr
ankel (
1 996), el uso de
dio estaba constituida porel mater
ial cientí
fico que compar
a
grupos de compar
ación inapr
opiados puede suponeruna gra-
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atador
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atador
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Cooper
, 1984;Gómez-Benito, 1987;Sánchez & Ato,
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on en consider
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1989), par
a localizartr
abajos sobr
e este tema se emplear
on
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a dos grupos de no maltr
atador
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resúmenes de actas y congresos y pági-
facción mar
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aron sólo los no maltr
atador
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umentos de difer
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vistas y búsqueda ascendente)y secundar
ias (
bases de datos
habitualmente usados también miden nivel de acuer
do, de
como “Vi o l e n c e and Ab u s e Ab s t racts”, PSYCI
NFO,
144 FERRER, BOSCH, GARCÍA, MANASSERO Y GILI
modo que era menos probable que los individuos sin distrés otros estudios meta-analíticos de temática similar (como el
marital emplearan estrategias (incluyendo estrategias vio- de Sugarman & Frankel, 1996), se empleó la siguiente estra-
lentas) de solución de problemas maritales, b) cuando se tegia analítica para evaluar las hipótesis propuestas:
diferenciaba a violentos moderados y severos, se considera- En primer lugar se combinaron los estudios y se obtuvo
ron sólo los datos de los “moderados” pues el tipo y cantidad un índice de la magnitud del efecto global estimado conjunta-
de comportamientos descritos como criterios de inclusión mente para un grupo de estudios, el estimador TE medio
era similar a las definiciones de violencia doméstica al uso, c) global (d.) propuesto por Hedges (1981, 1982) y el interva-
maltratadores “no declarados” (individuos de población ge- En cuanto a la magnitud de esas diferencias, dado que no
neral considerados como maltratadores en función de sus se dispone de estándares, se tomó como referencia la suge-
puntuaciones en una escala), se consideraron sólo los datos rencia de Cohen (1988) considerando como pequeña una
de estos últimos pues el hecho de aceptar y/o iniciar un diferencia media tipificada de 0.20, como media una de 0.50
tratamiento puede suponer claras diferencias con quienes no y como grande una de 0.80. A este criterio se añadió el de
reconocen la existencia de problema, d) cuando se diferen- Feingold (1994) quien propuso que una diferencia media
ciaba a los maltratadores según “persiste” o “cesó” la vio- tipificada entre 0.15 y 0.19 puede considerarse pequeña y
lencia, se consideró sólo el grupo “persiste la violencia” que una diferencia menor a 0.15 como prescindible o práctica-
violencia cada año que duró el estudio, e) cuando se diferen- Cuando la magnitud de la diferencia podía considerarse
ciaba maltratadores emocionales y físicos y emocionales, se como grande se consideró oportuno profundizar en el análi-
consideró sólo este último grupo dado el contenido de los sis de los resultados obtenidos, procediendo a evaluar la ho-
ítems empleados para establecer la diferencia, f) Cuando se mogeneidad para averiguar si los TE de los diferentes estu-
incluía a maltratadores con y sin abuso de alcohol y maltra- dios podían o no ser considerados como procedentes de una
tadores no declarados se consideró sólo este último grupo misma población y, en caso necesario, subdividir esos estu-
para homogeneizarlo con otros grupos seleccionados, y g) se dios en base a las variables mediadoras y realizar un meta-
excluyeron aquellos grupos de individuos encarcelados y/o análisis separado en función de esa subdivisión (Gómez-Be-
convictos de otros delitos. Cabe añadir, por último, que el nito, 1987). Para analizar la homogeneidad se empleó la
autoinforme más usualmente empleado para diferenciar a prueba propuesta por Hedges (1982) y Rosenthal y Rubin
Resultados
datos que se aportaban en cada caso. A modo de resumen, cabe señalar que la principal
ficativo a nivel estadístico no necesariamente será significa- la que se administraron instrumentos para clasificar
calcular la diferencia media tipificada (d) de Cohen (1969, nes y/o revisiones para diferenciar a maltratadores
se aplicó la corrección sugerida por Hedges (1981). En aque- Wallace, 1959) y/o el “Dyadic Adjustement Scale”
640) o por el procedimiento conservador de estimar el TE señalar que la media de autores por artículo fue de
los resultados de los estudios independientes seleccionados trabajos seleccionados habían sido realizados por
experimental (94.3%), recogiendo los datos en el se presentan (ver Tabla 1) resultados relativos a 13
captando a los individuos mediante anuncios (en síntomas de trauma, trastorno de personalidad
prensa, radio, lugares de reunión, etc.) (65.7%), paranoide, esquizoide, esquizotípico, antisocial, lí-
incentivando económicamente la participación mite, histriónico, narcisista, por evitación, por de-
(62.9%) y comparando tres ó más grupos (62.9%). El pendencia, obsesivo-compulsivo, agresivo, y depre-
tamaño medio de las muestras en los grupos de mal- sivo), básicamente coincidentes con los evaluados
tratadores fue de 80.38 hombres (d.t. = 124.97, ran- por el “Millon Clinical Multiaxial Inventory” (MCMI)
go:21-813) y en los grupos de no maltratadores de que, en sus diferentes versiones, es uno de los ins-
76.28 hombres (d.t. = 77.25, rango:18-386). trumentos (junto con el MMPI) más empleados para
secas, cabe señalar, en primer lugar que, en cuanto (y también de psicopatología) en los trabajos anali-
cionados variaba de unos años a otros. El total de El análisis produjo un TE medio global (d.) que,
trabajos seleccionados había sido publicado en re- dado el modelo de análisis propuesto, indica que los
vistas especializadas (en el 37.1% de casos en revis- maltratadores presentan estos trastornos (excepto
mayoría de trabajos partía de un marco teórico psi- y del obsesivo compulsivo) en mayor medida que
referencias bibliográficas era de 44.31 (d.t. = 18.92, En cuanto a la magnitud de esa diferencia, y en
Por lo que se refiere propiamente al análisis plan- medios globales son pequeños (d. = 0.20) en 2 de los
teado como objetivo para este trabajo cabe decir trastornos evaluados (trastorno de personalidad his-
que la hipótesis relativa a trastornos de personali- triónico y por dependencia), medios (0.20 < d. >0.80)
dad fue evaluada a partir de 51 efectos contenidos en 9 casos (síntomas de trauma, trastorno de perso-
en un total de 8 estudios diferentes. Concretamente, nalidad paranoide, esquizoide, antisocial, límite, nar-
Tabla 1
d. ±95% CI homogeneidad
a
a
Tamaños del efecto positivos indican que la variable es presentada en mayor medida por los maltratadores que por los no
maltratadores.Tamaños del efecto negativos indican que la variable es presentada en mayor medida por los no maltratadores
k:Número de estudios.
*p< 0.
05,los tamaños del efecto son heterogéneos.
146 FERRER,
BOSCH,
GARCÍ
A,M ANASSERO Y GI
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Tabl
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Resumen del tamaño del efecto medio para psicopatología (excepto trastornos de personalidad)
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Ps
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03 1 -
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29±0.
01 1 -
a
Tamaños del efecto positivos indican que la variable es presentada en mayor medida por los maltratadores que por los no
maltratadores. Tamaños del efecto negativos indican que la variable es presentada en mayor medida por los no maltratadores
k: Número de estudios.
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Tabla 3
Resumen del tamaño del efecto medio para las variables relativas a consumo de alcohol y drogas
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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05 1 -
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08 1 -
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a dedrogas 0.
51±0 5 15.
70*
a
Tamaños del efecto positivos indican que la variable es presentada en mayor medida por los maltratadores que por los no
maltratadores.Tamaños del efecto negativos indican que la variable es presentada en mayor medida por los no maltratadores
k:Número de estudios.
*p< 0.
05,los tamaños del efecto son heterogéneos.
148 FERRER,
BOSCH,
GARCÍ
A,M ANASSERO Y GI
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MALTRATADORES Y CONSUMO DE ALCOHOL 149
cuya presencia suele ir ligada a ansiedad, depresión un 3% de la población general presenta trastornos
u otros estados de ánimo disfóricos. Y, por otra, se de personalidad (variando según el tipo) y entre un
han detectado diferencias de gran magnitud en la 5% y un 12% de la población general masculina pre-
presencia de trastorno depresivo de personalidad, senta depresión (APA, 1995); y se sabe que entre un
definido por Millon (1998) como caracterizado por 20% y un 50% de mujeres de la población mundial
un comportamiento observable abatido, un compor- son maltratadas por sus maridos o exmaridos
tamiento interpersonal indefenso, que busca por tan- (Heyzer, 2000). Obviamente, si (todos) los maltrata-
to la protección de los demás, un estilo cognitivo dores fueran enfermos mentales, entonces habría que
pesimista, y un estado de ánimo melancólico y pro- concluir que los datos epidemiológicos están equi-
clive a la aparición de depresiones en sus diferentes vocados, lo cual parece un argumento contraintuiti-
El limitado número de estudios que analizan es- Similares valoraciones podrían hacerse para el
tas variables (sólo uno en el caso del trastorno de- resto de trastornos psicopatológicos estudiados e
dad de seguir profundizando en el tema antes de En definitiva, esta revisión meta-analítica, para la
extraer conclusiones definitivas. Sin embargo, sí cabe que además de los mecanismos de control al uso se
recordar, como hace el DSM-IV (APA, 1995), la ne- han establecido criterios rigurosos de selección de
cesidad de no confundir la presencia de ciertos ras- los grupos a comparar, sugiere que los trastornos de
gos de personalidad o de ciertos síntomas aislados personalidad u otra psicopatología, aunque presen-
con un trastorno propiamente dicho. De hecho, pa- tes en ciertos maltratadores, no constituirían caracte-
rece probable, a la vista de los resultados obteni- rísticas distintivas de este colectivo, y, por tanto, no
dos, que en el caso de los maltratadores se esté sería posible considerarlas como factores de riesgo o
magnificando la importancia real de los trastornos predictores propiamente dichos, sino tan sólo como
de personalidad y se estén tomado ciertos rasgos factores asociados en un cierto número de casos.
de personalidad (como el pobre control de los im- En cuanto a consumo de alcohol y drogas, los
pulsos, temperamento explosivo, la no conciencia resultados de este meta-análisis indican que el abu-
de problema, expectativas irreales sobre las conse- so/dependencia de estas sustancias es mayor entre
cuencias de sus actos, etc.) como indicadores de los maltratadores, aunque las diferencias obtenidas
personalidad antisocial, cuando podrían ser más bien son de magnitud media. Este resultado iría pues en
rasgos de personalidad acentuados (Echeburúa & consonancia con los obtenidos en aquella parte de
Fernández-Montalvo, 1998). Algo similar podría de- la literatura sobre el tema que indica que, aunque el
cirse para la presencia de cierta sintomatología de- maltrato de mujeres no va necesariamente vincula-
presiva que no debería ser confundida con la pre- do al abuso/dependencia de sustancias, sí existe
sencia de una depresión propiamente dicha. relación entre ambos. Sin embargo, como ya señala-
Por otra parte, autores como Tolman y Bennett ron en su día Kaufman y Straus (1987), los procesos
(1990) sugieren que los maltratadores con proble- que subyacen a esa relación aún hoy en día perma-
mas psicológicos constituyen una amplia propor- necen poco claros. Abundando en esta idea, se ha
ción de los identificados y en tratamiento que son, sugerido que el alcohol o las drogas no siempre tie-
por otra parte, quienes suelen formar parte de las nen efectos directos sobre la probabilidad de mal-
muestras estudiadas, al tiempo que los trastornos tratar, pero pueden interactuar o potenciar otros fac-
que presentan son en ocasiones reactivos a sus pro- tores de riesgo (Gelles, 1993; Stith & Farley, 1993), y
pios problemas (separaciones, problemas legales, que su posible efecto desinhibidor podría estar mo-
etc.). Es decir, según este argumento los maltrata- dulado por factores cognitivos, actitudinales o cul-
dores con trastornos mentales estarían sobre-repre- turales (Gortner, Gollan & Jacobson, 1997; Heise &
sentados en los estudios al ser más accesibles y García-Moreno, 2003). Se hace pues necesario se-
Finalmente, y además de todo lo dicho, cabe re- sobre las limitaciones de este estudio (y, por tanto
cordar que, más allá de esta revisión, los datos de sus resultados). En primer lugar, reiterar que es-
epidemiológicos proporcionan evidencia indirecta tos resultados deben ser tomados con precaución
de que el maltrato no va indefectiblemente ligado al pues han sido obtenidos a partir de un número redu-
mizar este sesgo ha sido, como ya se comentó, revisar M anual diagnóstico y estadí
stico de los trastornos men-
dad de que tales trabajos contradijeran el patrón de ( 1993). Po we r and vi o l e n c e : The relation be t we e n
de los resultados mediante el análisis de la tolerancia of maritally violent men on the California Psychological
(*)Barnett,O.W .
,Fagan,R.W .& Booker,J.M .(1991).
determinó que deberían estar almacenados en las edi-
Hostility and stress as mediators of aggression in violent
toriales de las revistas un total de 33 artículos para
men.Journal ofFamily Violence,6(3),217-241.
mismo período, cabe pensar que el sesgo de publica- Psychology:Research & Practice,23(4),310-317.
Becoña,E.(1996).Drogodependencias.En A.Belloch,B.
ción no constituye una amenaza importante para los
Sandí
n & F.Ramos (Eds.
),M anual de psicopatología,
resultados en este caso.
Vol.I(pp.493-530).M adrid:M cGraw-
Hill.
Por otra parte, como señalan Sugarman y Frankel Bergman,B.& Brismar,B.(1993).Assaultants and victims:
(1996) una limitación importante para cualquier es- A comparative study of male wife-
beaters and battered
(1992)
.Personality traits of convicted male batterers.
este caso se han resuelto algunas dificultades me-
Journal ofFamily Violence,7(2),123-134.
diante estimaciones. Sin embargo, debieron ser eli-
Bettencourt,B.A.& M iller,N.(1996).Gender differences
Cohen,J.(1977).Statistical poweranalysis f
orbehavioral
sciences (2a.Ed.
).New York:Academic Press.
(Los estudios que aparecen con un asterisco fueron incluidos Comisión Europea (1998).100palabras para la igualdad.
en el meta-
análisis)
. Glosario de términos relativos a la igualdad entre hom-
Alberdi,I
.& M atas,N.(2002)
.La violencia doméstica. bres y mujeres.Luxemburgo:Oficina de Publicaciones
I
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ANEXOS
Tabla A.1
Trastornos de la personalidad. Resumen de los tamaños del efecto, de los tamaños de la muestra y de las
TSC: Trauma Symptom Cheklist (Briere & Runtz, 1989); APA: Criterios APA (1987); DIS: Diagnostic Interview Schedule
(Robin et al.
, 1981); BSS: BriefSymptom Scale (Derogatis, 1993); M M PI-
PDS: M innesota M ultiphasic Personality Inventory
M CM I-
II (M illon, 1987); M CM I-
III (M illon, M illon & Davis, 1994).
Tabla A.2
Psicopatología (excepto trastornos de personalidad). Resumen de los tamaños del efecto, de los tamaños de
la muestra y de las escalas usadas para evaluar cada variable en cada estudio
Depresión mayor:
Depresión psicótica:
Trastorno bipolar:
Hipomanía:
Ansiedad:
Histeria:
Paranoia:
Desorden de pensamiento:
Desorden delusional:
BDI: Beck Depression Inventory (Beck et al., 1961); CES-D: Center for Epidemiologic Studies Depression Scale (Radloff,
1970); DIS: Diagnostic Interview Schedule (Robin et al., 1981); BSS: Brief Symptom Scale (Derogatis, 1993); MMPI:
Minnesota Multiphasic Personality Inventory (Hathaway & McKinley, 1941); MCMI: Millon Clinical Multiaxial Inventory
MCMI-I (Millon, 1977); MCMI-II (Millon, 1987); MCMI-III (Millon, Millon & Davis, 1994).
Tabla A.3.
Variables relativas a consumo de alcohol y drogas. Resumen de los tamaños del efecto, de los tamaños de la
muestra y de las escalas usadas para evaluar cada variable en cada estudio
Abuso/dependencia de alcohol:
Razones para beber: Fagan, Barnett y Patton (1988) 0.11 85 Medida ad hoc
Relajarse 0.14
En el trabajo 0.76
En fiestas 0.24
Abuso/dependencia de drogas:
DIS: Diagnostic Interview Schedule (Robins et al., 1981); ADS: Alcohol Dependence Scale (Skinner y Wallace,
1959); SMAST: Michigan Alcohol Screening Test (Selzer, 1971); II: Impairment Index (Armor et al., 1976); MCMI:
Millon Clinical Multiaxial Inventory MCMI-I (Millon, 1977); MCMI-II (Millon, 1987); MCMI-III (Millon, Millon y
Victoria Ferrer, Esperanza Bosch, Esther García, M. Antonia Manassero y Margalida Gili
Universitat de les I
lles Balears
Úl
timamente l
a viol
encia doméstica ha pasado a ser considerada como un verdadero problema social
. Entre l
as
l
iteratura cuyas concl
u siones parecen provisional
es y en ocasiones conf
u sas.
mal
tratadores en cuanto a psicopatol
ogía y consumo de al
coholy drogas. Los resul
tados obtenidos indican que, en
general
, hay dif
erencias signif
icativas aunque l
imitadas en cuanto a su magnitud entre unos y otros en cuanto a
Domestic viol
ence has been regarded as an important socialproblem during the l
ast years. One ofthe questions
f
rom mal
e non-
b atterers. A raising amount ofl
iterature exists on this matter, al
though concl
u sions seem yet to
be provisional
.
batterers in psychopathol
ogy and use ofal
coholand drugs. These meta-
anal
y tic f
indings of
fer support f
or the
existence ofl
imited dif
ferences between mal
e batterers and non-
b atterers in these variables. The impl
ications and
l
imitations ofthese results are discussed.
la violencia de género o violencia contra las muje- tra cualquier persona que conviva baj
o el mismo te-
de def
inirse como “toda f
orma de violencia f
ísica, das. Sin embargo, sucomplej
idad hace recomenda-
sexual o psicológica que pone en peligro la seguri- ble analizarlas no como una sola, sino que a cada
Manassero y Margal
ida Gil
i, Facul
tad de Psicol
ogía. contra las mujeres por suparej
a (
o ex-parej
a)”(
p.
La correspondencia rel
ativa a este artículo deberá ser en-
38). Tal y como señala un reciente inf
orme de la Or-
viada a l
as autoras:Ctra. Val
ldemossa km. 7.5. 07071,
ganización Mundial de la Salud (
OMS)(
Heise &
Pal
ma de Mal
lorca. Fono:971-
17-
34-
80. Fax:971-
17-
31-90. E-
mail
:victoria.f
errer@ uib.es García-
Moreno, 2003),ésta es una de las f
ormas más
Este trabaj
o se real
izó en elmarco de un proyecto de comunes de violencia contra las mujeres e incluye
1
investigación f
inanciado por elPrograma Sectorialde
las agresiones f
ísicas, el maltrato psíquico, las rela-
Promoción GeneraldelConocimiento de l
a Dirección
ciones sexuales f
orzadas uotras f
ormas de coacción
Generalde Enseñanza Superior e I
nvestigación Científ
ica
(como el aislamiento del entorno social, la vigilancia Echeburúa & Corral, 1994) se observan tasas de en-
o la restricción en el acceso a la información, la asis- fermedad mental (excluyendo alcoholismo) más re-
tencia o los recursos económicos) inflingidos por el ducidas que oscilarían entre el 5% y el 7% de los
marido o pareja (o ex pareja) masculina sobre la mu- hombres violentos con sus parejas.
Uno de los ejes en los que se ha centrado la los más recientes, son muchos los trabajos que rela-
investigación acerca de esta forma de violencia con- cionan alcohol y maltrato de mujeres, aunque los
tra las mujeres ha sido determinar el perfil del datos aportados en ellos varían, sugiriéndose que
maltratador, tratando de identificar aquellas de sus entre un 25% y un 85% de maltratadores podrían
características que se consideran causantes y/o encontrarse bajo los efectos del alcohol cuando co-
moduladoras del abuso y susceptibles de cambio y/ meten el maltrato, que en torno al 50% de maltrata-
o atención terapéutica, con objeto de desarrollar tan- dores tendrían problemas de abuso de alcohol, o
to programas de tratamiento como acciones preven- que la incidencia de maltrato entre consumidores de
tivas para paliar y, finalmente, erradicar este proble- alcohol estaría entre el 50% y el 70% (Alberdi &
ma. Matas, 2002; Bland & Orn, 1986; Conner & Ackerley,
En este sentido, algunos de los primeros traba- 1994; Fagan, Stewart & Hansen, 1983; Fernández-
jos publicados sobre el tema en revistas científicas Montalvo & Echeburúa, 1997; Gelles, 1972; Kaufman
en torno a 1960 (como el de Schultz, 1960, o el de & Straus, 1987; Lindquist, 1984; McKenry, J
ulian &
Snell, Rosenwald & Robey, 1964, entre otros) sugi- Gavazzi, 1995; Roberts, 1988; Rosembaum & O’
Leary,
rieron que el maltrato de mujeres era producto de un 1981; Roy, 1977; Stith & Farley, 1993; Telch &
trastorno psicológico que podía estar presente en la Lindquist, 1984; Van Hasselt, Morrison & Bellack,
W illiams, Lawrence & Raphael, 1998). En el caso de los drogas, el número de trabajos
En el caso de las mujeres maltratadas, esta hipó- disponibles es menor y sugieren que la tasa de inci-
tesis ha sido descartada y, desde los trabajos de dencia de este problema entre los hombres violen-
Eleonore W alker (1984) en los que define el “síndro- tos oscilaría entre un 10% y un 35% y (Bergman &
me de mujer maltratada”, hasta la revisión que hace Brismar, 1993; Fagan, Stewart & Hansen, 1983;
me por estrés post-traumático”, reconocen que los Recientes revisiones de la literatura sobre el tema,
trastornos psicológicos que pueden presentar las como la de Gortner, Gollan y Jacobson (1997) o el
mujeres que han padecido malos tratos por parte de informe de la OMS antes citado (Heise & García-
su pareja (o ex-pareja) son básicamente consecuen- Moreno, 2003), llaman la atención sobre las
En cambio, en el caso de los maltratadores las que un análisis detallado de los datos ofrecidos in-
cosas no están tan claras, ni en cuanto a la prevalen- dica que, no sólo la presencia de maltrato no va in-
posible relación que se establece entre éstos y la tornos psicopatológicos o de consumo de alcohol o
ocurrencia del maltrato. drogas, sino que son mayoría los maltratadores que
Por lo que se refiere a prevalencia de trastornos, no presentan ninguno de ellos y que las discrepan-
son muchos los trabajos que a lo largo del tiempo cias entre las cifras obtenidas por diferentes traba-
han observado una elevada tasa de depresión jos podrían estar relacionadas con limitaciones
(Bersani, Chen, Pendleton & Denton, 1992; Bland & metodológicas (como sesgos en la selección de las
Orn, 1986; Faulk, 1974; Gayford, 1975; Hamberger & muestras, grupos de control inadecuados, etc.) y
trastornos de personalidad (Bernar & Bernard, 1984; grupo único y no diferenciado. Como consecuencia
Faulk, 1974; Hamberger & Hastings, 1986), especial- de todo ello, concluyen que estas variables no per-
mente, del llamado trastorno de personalidad anti- mitirían diferenciar consistentemente a maltratado-
social (Bland & Orn, 1986), en este colectivo, llegan- res de no maltratadores, por lo que, aunque puedan
do incluso a sugerirse que la mitad o más de los ser consideradas como factores asociados o rela-
hombres violentos con sus parejas presentarían al- cionados con la presencia del maltrato, no constitui-
guno de estos trastornos. Sin embargo, en otros tra- rían factores de riesgo definitivos ni predictores de
TESEO)
.
cia entre aquellos trabajos cuyos resultados indican
A pesarde la existencia de amenazas a la validez, der
iva-
de manera clara que la presencia de trastornos psi-
das de la imposibilidad de localizartodos los estudios sobr
e
(
Cooper
, 1984;Sánchez & Ato, 1989).
tratadores, y aquellos otros cuyos resultados susci-
Una vez localizados los tr
abajos, se aplicar
on los cr
ite-
tan algunas dudas al respecto. Evidentemente, esta
r
ios fijados en cuanto a tempor
alidad (
trabajos hechos públi-
(
trabajos que incluyer
an los datos necesar
ios par
a r
ealizarlos
del maltrato de mujeres ya que genera dudas sobre
cálculos r
equer
idos)y tipo de violencia (
ejer
cida porel hom-
el modo de integrar estas variables en los modelos
br
e hacia su par
eja o ex par
eja femenina)
.Se seleccionar
on
lista de r
efer
encias.
ñados para probar hipótesis similares que obtienen
den o no, o hacer una revisión mediante procedi- Sánchez & Ato, 1989), se definier
on y analizar
on las car
ac-
tipo de par
ticipación, númer
o de grupos en los que se divide
los resultados de estudios independientes anterio-
la muestr
a y númer
o de hombr
es que integran cada grupo)y
res sobre un tema para determinar qué muestran y
extr
ínsecas (
año de publicación, fuente, géner
o de los/
as au-
car
on de modo independiente una muestr
a de los estudios
psicopatológicas. En relación con ellas, y desde la
seleccionados (
2 5% del total)
.Como pr
omedio, el grado de
perspectiva teórica feminista en la que nos encua-
acuer
do alcanzado se situó en tor
no al 80% en todas las
inconsistencias entr
e codificador
as, éstas se r
esolvier
on por
rían diferencias relevantes entre maltratadores y no
consenso, y cuando habí
a er
ror
es en el manual de codifica-
maltratadores en cuanto a presencia de trastornos
ción, se cor
rigier
on.
de personalidad, otra psicopatología, consumo de Una de las decisiones más complejas tuvo que vercon la
par
aban maltr
atador
es y no maltr
atador
es y el r
esto compa-
r
aba tr
es, cuatr
o o cinco grupos (
1 4, 7 y 1 tr
abajos r
especti-
Método vamente)
.
der
ivar
se, se tomó la decisión de escogerdos grupos (
uno de
Búsqueda de la Literatura
maltr
atador
es y otr
o de no maltr
atador
es)en cada estudio y
de consider
arúnicamente los datos de estos dos grupos.Puesto
En función del objetivo planteado, la población de estu-
que, como r
emar
can Sugar
man y Fr
ankel (
1 996), el uso de
dio estaba constituida porel mater
ial cientí
fico que compar
a
grupos de compar
ación inapr
opiados puede suponeruna gra-
car
acter
ísticas de maltr
atador
es (
en casos de maltr
ato de
ve quiebr
a par
a los r
esultados, se puso especial cuidado en
mujer
es)y no maltr
atador
es.Según las r
ecomendaciones al
establecerlos cr
iter
ios de selección.Concr
etamente, se tu-
uso (
Cooper
, 1984;Gómez-Benito, 1987;Sánchez & Ato,
vier
on en consider
ación los grupos siguientes:a)cuando ha-
1989), par
a localizartr
abajos sobr
e este tema se emplear
on
bí
a dos grupos de no maltr
atador
es difer
enciados según satis-
fuentes infor
males (
resúmenes de actas y congresos y pági-
facción mar
ital, se consider
aron sólo los no maltr
atador
es
nas web)
, pr
imar
ias (
bibliografí
as per
sonales, í
ndices de r
e-
con distr
é s mar
ital pues los instr
umentos de difer
enciación
vistas y búsqueda ascendente)y secundar
ias (
bases de datos
habitualmente usados también miden nivel de acuer
do, de
como “Vi o l e n c e and Ab u s e Ab s t racts”, PSYCI
NFO,
144 FERRER, BOSCH, GARCÍA, MANASSERO Y GILI
modo que era menos probable que los individuos sin distrés otros estudios meta-analíticos de temática similar (como el
marital emplearan estrategias (incluyendo estrategias vio- de Sugarman & Frankel, 1996), se empleó la siguiente estra-
lentas) de solución de problemas maritales, b) cuando se tegia analítica para evaluar las hipótesis propuestas:
diferenciaba a violentos moderados y severos, se considera- En primer lugar se combinaron los estudios y se obtuvo
ron sólo los datos de los “moderados” pues el tipo y cantidad un índice de la magnitud del efecto global estimado conjunta-
de comportamientos descritos como criterios de inclusión mente para un grupo de estudios, el estimador TE medio
era similar a las definiciones de violencia doméstica al uso, c) global (d.) propuesto por Hedges (1981, 1982) y el interva-
maltratadores “no declarados” (individuos de población ge- En cuanto a la magnitud de esas diferencias, dado que no
neral considerados como maltratadores en función de sus se dispone de estándares, se tomó como referencia la suge-
puntuaciones en una escala), se consideraron sólo los datos rencia de Cohen (1988) considerando como pequeña una
de estos últimos pues el hecho de aceptar y/o iniciar un diferencia media tipificada de 0.20, como media una de 0.50
tratamiento puede suponer claras diferencias con quienes no y como grande una de 0.80. A este criterio se añadió el de
reconocen la existencia de problema, d) cuando se diferen- Feingold (1994) quien propuso que una diferencia media
ciaba a los maltratadores según “persiste” o “cesó” la vio- tipificada entre 0.15 y 0.19 puede considerarse pequeña y
lencia, se consideró sólo el grupo “persiste la violencia” que una diferencia menor a 0.15 como prescindible o práctica-
violencia cada año que duró el estudio, e) cuando se diferen- Cuando la magnitud de la diferencia podía considerarse
ciaba maltratadores emocionales y físicos y emocionales, se como grande se consideró oportuno profundizar en el análi-
consideró sólo este último grupo dado el contenido de los sis de los resultados obtenidos, procediendo a evaluar la ho-
ítems empleados para establecer la diferencia, f) Cuando se mogeneidad para averiguar si los TE de los diferentes estu-
incluía a maltratadores con y sin abuso de alcohol y maltra- dios podían o no ser considerados como procedentes de una
tadores no declarados se consideró sólo este último grupo misma población y, en caso necesario, subdividir esos estu-
para homogeneizarlo con otros grupos seleccionados, y g) se dios en base a las variables mediadoras y realizar un meta-
excluyeron aquellos grupos de individuos encarcelados y/o análisis separado en función de esa subdivisión (Gómez-Be-
convictos de otros delitos. Cabe añadir, por último, que el nito, 1987). Para analizar la homogeneidad se empleó la
autoinforme más usualmente empleado para diferenciar a prueba propuesta por Hedges (1982) y Rosenthal y Rubin
Resultados
datos que se aportaban en cada caso. A modo de resumen, cabe señalar que la principal
ficativo a nivel estadístico no necesariamente será significa- la que se administraron instrumentos para clasificar
calcular la diferencia media tipificada (d) de Cohen (1969, nes y/o revisiones para diferenciar a maltratadores
se aplicó la corrección sugerida por Hedges (1981). En aque- Wallace, 1959) y/o el “Dyadic Adjustement Scale”
640) o por el procedimiento conservador de estimar el TE señalar que la media de autores por artículo fue de
los resultados de los estudios independientes seleccionados trabajos seleccionados habían sido realizados por
experimental (94.3%), recogiendo los datos en el se presentan (ver Tabla 1) resultados relativos a 13
captando a los individuos mediante anuncios (en síntomas de trauma, trastorno de personalidad
prensa, radio, lugares de reunión, etc.) (65.7%), paranoide, esquizoide, esquizotípico, antisocial, lí-
incentivando económicamente la participación mite, histriónico, narcisista, por evitación, por de-
(62.9%) y comparando tres ó más grupos (62.9%). El pendencia, obsesivo-compulsivo, agresivo, y depre-
tamaño medio de las muestras en los grupos de mal- sivo), básicamente coincidentes con los evaluados
tratadores fue de 80.38 hombres (d.t. = 124.97, ran- por el “Millon Clinical Multiaxial Inventory” (MCMI)
go:21-813) y en los grupos de no maltratadores de que, en sus diferentes versiones, es uno de los ins-
76.28 hombres (d.t. = 77.25, rango:18-386). trumentos (junto con el MMPI) más empleados para
secas, cabe señalar, en primer lugar que, en cuanto (y también de psicopatología) en los trabajos anali-
cionados variaba de unos años a otros. El total de El análisis produjo un TE medio global (d.) que,
trabajos seleccionados había sido publicado en re- dado el modelo de análisis propuesto, indica que los
vistas especializadas (en el 37.1% de casos en revis- maltratadores presentan estos trastornos (excepto
mayoría de trabajos partía de un marco teórico psi- y del obsesivo compulsivo) en mayor medida que
referencias bibliográficas era de 44.31 (d.t. = 18.92, En cuanto a la magnitud de esa diferencia, y en
Por lo que se refiere propiamente al análisis plan- medios globales son pequeños (d. = 0.20) en 2 de los
teado como objetivo para este trabajo cabe decir trastornos evaluados (trastorno de personalidad his-
que la hipótesis relativa a trastornos de personali- triónico y por dependencia), medios (0.20 < d. >0.80)
dad fue evaluada a partir de 51 efectos contenidos en 9 casos (síntomas de trauma, trastorno de perso-
en un total de 8 estudios diferentes. Concretamente, nalidad paranoide, esquizoide, antisocial, límite, nar-
Tabla 1
d. ±95% CI homogeneidad
a
a
Tamaños del efecto positivos indican que la variable es presentada en mayor medida por los maltratadores que por los no
maltratadores.Tamaños del efecto negativos indican que la variable es presentada en mayor medida por los no maltratadores
k:Número de estudios.
*p< 0.
05,los tamaños del efecto son heterogéneos.
146 FERRER,
BOSCH,
GARCÍ
A,M ANASSERO Y GI
LI
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Resumen del tamaño del efecto medio para psicopatología (excepto trastornos de personalidad)
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co) 0.
37±0 10 37.
65*
Depresi
ó nmayor 0.
83±0.
03 2 0.
19
Depresi
ó npsi
cóti
ca 0.
32±0.
05 1 -
Tr
ast
ornobi
pol
ar 1.
09±0.
03 2 0.
41
Hi
pomaní
a 0.
60±0.
03 2 0.
28
Ansi
edad 0.
55±0.
01 5 2.
15
Fobi
a 0.
26 ±0.
03 1 -
Tr
a s
tornoobsesi
vo-compul
sivo 0.
34 ±0.
03 1 -
Desordenporest
réspost
-tr
a umát
ico 0.
49±0.
04 1 -
Hi
ster
ia 0.
16 ±0.
03 2 1.
47
Tr
a s
tornopors
o mat
izaci
ó n 0.
25±0.
03 1 -
Hi
pocondrí
a 0.
04 ±0.
10 1 -
Tr
a s
tornosdel
aal
iment
aci
ó n -
0.90±0.
01 1 -
Par
anoi
a 0.
40±0.
02 2 2.
16
Desordendepensami
ent
o 0.
90±0.
03 2 0.
80
Desordendel
usi
o nal 0.
91 ±0.
03 2 2.
42
Desvi
aci
ó npsi
copát
ica 0.
72±0.
11 1 -
Es
q ui
zofr
eni
a 0.
49±0.
10 1 -
Pensami
ent
opsi
cóti
co 0±0.
05 1 -
Psi
cast
enia 0.
13±0.
10 1 -
Ps
icosi
snoaf
ect
iva 0.
29±0.
01 1 -
Ps
icot
ici
smo 0.
47±0.
03 1 -
Ausenci
adediagnóst
icos 0.
29±0.
01 1 -
a
Tamaños del efecto positivos indican que la variable es presentada en mayor medida por los maltratadores que por los no
maltratadores. Tamaños del efecto negativos indican que la variable es presentada en mayor medida por los no maltratadores
k: Número de estudios.
El análi
sisprodujounTE medioglobal (
d.)que, medi
osglobaless
o npequeños(
d.=0.
20)encuat
ro
dadoel modelodeanáli
sispropuest
o,i
ndi
caquelos de lost
ras
tornosevaluados(
h i
ster
ia,hi
pocondrí
a,
malt
rat
adorespresent
anlosdivers
o st
ras
tornospsi
- pensami
ent
opsi
cót
icoypsi
cas
teni
a),medi
os(
0 .
20<
copat
o lógi
cosevaluados(
e xceptoenel cas
odelos d.>0.
80)en14cas
o s(
tras
tornodi
stí
mico,depresi
ón
t
ras
tornosdeali
ment
aci
ó n)en mayormedida que psi
cót
ica,hi
pomaní
a,ansi
edad,f
o bi
a,t
ras
tornoob-
losnomalt
rat
adores. sesi
v o-
c ompulsi
v o,t
rast
orno por est
rés post
-
Encuant
oa la magni
tuddeesa di
fer
enci
a,yen t
raumát
ico,pors
o mat
izaci
ón,par
anoi
a,desvi
aci
ón
bas
ea loscr
iter
iosf
ijados,puededeci
rsequelosTE psi
copát
ica,esquizofr
e nia,psi
cosi
sno af
e ct
iva,
Tabla 3
Resumen del tamaño del efecto medio para las variables relativas a consumo de alcohol y drogas
Var
iable Medi
a k Testde
d.±95% CI
a
homogenei
d ad
Fr
e cuenci
a deconsumoalcohol 0±0.
03 2 0
Abuso/dependenci
a de alcohol 0.
57±0 9 18.
26*
Cant
idaddealcohol consumi
d o
Cant
idaddevi
noconsumi
d o 0±0.
05 1 -
Cant
idaddecerveza consumi
d a 0.
16±0.
05 1 -
Cant
idaddewhi
skyconsumi
d o 0.
43 ±0.
05 1 -
Razonespar
a beber
Relaj
ars
e 0.
11±0.
05 1 -
Sersoci
able 0.
14±0.
5 1 -
Porquelosami
gosbeben -
0.12±0.
05 1 -
Par
a olvi
dar
lot
odo 0.
02±0.
05 1 -
Par
a celebr
arocas
ionesespeci
ales 0.
27±0.
05 1 -
Olvi
d arpreocupaci
o nes 0.
01±0.
05 1 -
Porqueeseducadohacerlo 0.
06±0.
05 1 -
Par
a ani
mar
se 0.
32±0.
05 1 -
Cuandoest
o yt
ensoonervi
o s
o 0.
01±0.
05 1 -
Par
a ali
viareldolorenla vi
da 0.
31±0.
05 1 -
Cont
ext
oenques
ebebe
Enuna comi
d a dedía laborable 0.
53 ±0.
05 1 -
Enelt
rabaj
o 0.
76±0.
05 1 -
Congent
edespuésdel t
rabaj
o 0.
20±0.
05 1 -
Encas
a despuésdel t
rabaj
o 0.
56±0.
05 1 -
Encas
a mi
ent
rasj
u gaba conlos/
asni
ños/
as 0.
45±0.
05 1 -
Enf
iest
as 0.
24±0.
05 1 -
Cuandomevi
sit
anami
gos/
as 0.
25±0.
05 1 -
Enel r
e s
taurant
eoel bar 0.
03 ±0.
05 1 -
Encas
a s
o lo 0.
30±0.
05 1 -
Enact
ivi
d adesr
e creat
ivas 0.
32±0.
05 1 -
Fr
e cuenci
a deconsumodedrogas 0±0.
08 1 -
Abuso/dependenci
a dedrogas 0.
51±0 5 15.
70*
a
Tamaños del efecto positivos indican que la variable es presentada en mayor medida por los maltratadores que por los no
maltratadores.Tamaños del efecto negativos indican que la variable es presentada en mayor medida por los no maltratadores
k:Número de estudios.
*p< 0.
05,los tamaños del efecto son heterogéneos.
148 FERRER,
BOSCH,
GARCÍ
A,M ANASSERO Y GI
LI
psi
cot
ici
smo yausenci
adedi
agnóst
icos)ygrandes ben,paraolvi
d arl
otodouolvi
d arpreocupaci
o nes,
(d.=0.
80)enl
os5r
est
ant
es(depresi
ónmayor
,tr
ast
or- porqueeseducadoopornervi
o sot
ensi
ó n)yci
er-
nobipolar
,desordendepensami
ento,desorden t
o scont
ext
o senl
o sques
ebebe (congent
edes-
del
usi
onalyt
rast
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aal
iment
aci
ón).Enest
os puésdelt
rabaj
o ,enelrest
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eoenelbar)
; ys
o n
úl
timos,elt
estdehomogenei
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igni
ficat
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20<d. >0.
80)enabuso/dependenci
ade
(Q(1)=0.
19,p<0.
05;Q(1)=0.
41,
p<0.
05;Q(1)=0.
80, al
coholy drogas,cant
idaddewhi
skyconsumi
d o,
p<0.
05yQ(1)=2.
42,p<0.
05r
espect
ivament
e)porl
o ci
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ebrarocasi
o nes
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der
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ivi
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a
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d a)yci
ert
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o sdebebida(enunacomi
d a
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o- endíal
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rabaj
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l
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a. t
rabaj
o ,encasaj
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asni
ños/
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Port
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o ,est
o sr
e s
u l
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al- t
as,cuando mevi
sit
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as,encasas
o l
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sformul
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o smal
trat
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anmáspsi
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o l
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trat
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-
l
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l
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rast
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o sr
e s
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al-
Final
ment
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ahi
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srel
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- ment
elat
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ahi
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esi
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trat
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t
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ect
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tada.
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t
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ca- Discusión
ment
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osr
elat
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coholy drogas.Sinembar
g o,dadoqueambos nomal
trat
adorespuedeaf
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as,enl
ama-
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guel
,1996;Becoña,1996)y yorí
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IV (APA,1995)consi
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Caber
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udi
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o bal(d.)que, pequeñasomediasparal
amayorí
adel
asvari
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isi
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o,i
ndi
caquel
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ó l
oenunamí
nimapropor-
mal
trat
adorespresent
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o s ci
ó ndeel
las.
no mal
trat
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, esnece-
drogas,consumodecervezaywhi
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e r
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osr
e-
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o sami
gosbeban)y s
u l
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cont
ext
o senl
o sques
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e l
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o ci
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o sami
gosbe- t
ivasyporexcent
rici
d adesdelcomport
ami
ent
o ,y
MALTRATADORES Y CONSUMO DE ALCOHOL 149
cuya presencia suele ir ligada a ansiedad, depresión un 3% de la población general presenta trastornos
u otros estados de ánimo disfóricos. Y, por otra, se de personalidad (variando según el tipo) y entre un
han detectado diferencias de gran magnitud en la 5% y un 12% de la población general masculina pre-
presencia de trastorno depresivo de personalidad, senta depresión (APA, 1995); y se sabe que entre un
definido por Millon (1998) como caracterizado por 20% y un 50% de mujeres de la población mundial
un comportamiento observable abatido, un compor- son maltratadas por sus maridos o exmaridos
tamiento interpersonal indefenso, que busca por tan- (Heyzer, 2000). Obviamente, si (todos) los maltrata-
to la protección de los demás, un estilo cognitivo dores fueran enfermos mentales, entonces habría que
pesimista, y un estado de ánimo melancólico y pro- concluir que los datos epidemiológicos están equi-
clive a la aparición de depresiones en sus diferentes vocados, lo cual parece un argumento contraintuiti-
El limitado número de estudios que analizan es- Similares valoraciones podrían hacerse para el
tas variables (sólo uno en el caso del trastorno de- resto de trastornos psicopatológicos estudiados e
dad de seguir profundizando en el tema antes de En definitiva, esta revisión meta-analítica, para la
extraer conclusiones definitivas. Sin embargo, sí cabe que además de los mecanismos de control al uso se
recordar, como hace el DSM-IV (APA, 1995), la ne- han establecido criterios rigurosos de selección de
cesidad de no confundir la presencia de ciertos ras- los grupos a comparar, sugiere que los trastornos de
gos de personalidad o de ciertos síntomas aislados personalidad u otra psicopatología, aunque presen-
con un trastorno propiamente dicho. De hecho, pa- tes en ciertos maltratadores, no constituirían caracte-
rece probable, a la vista de los resultados obteni- rísticas distintivas de este colectivo, y, por tanto, no
dos, que en el caso de los maltratadores se esté sería posible considerarlas como factores de riesgo o
magnificando la importancia real de los trastornos predictores propiamente dichos, sino tan sólo como
de personalidad y se estén tomado ciertos rasgos factores asociados en un cierto número de casos.
de personalidad (como el pobre control de los im- En cuanto a consumo de alcohol y drogas, los
pulsos, temperamento explosivo, la no conciencia resultados de este meta-análisis indican que el abu-
de problema, expectativas irreales sobre las conse- so/dependencia de estas sustancias es mayor entre
cuencias de sus actos, etc.) como indicadores de los maltratadores, aunque las diferencias obtenidas
personalidad antisocial, cuando podrían ser más bien son de magnitud media. Este resultado iría pues en
rasgos de personalidad acentuados (Echeburúa & consonancia con los obtenidos en aquella parte de
Fernández-Montalvo, 1998). Algo similar podría de- la literatura sobre el tema que indica que, aunque el
cirse para la presencia de cierta sintomatología de- maltrato de mujeres no va necesariamente vincula-
presiva que no debería ser confundida con la pre- do al abuso/dependencia de sustancias, sí existe
sencia de una depresión propiamente dicha. relación entre ambos. Sin embargo, como ya señala-
Por otra parte, autores como Tolman y Bennett ron en su día Kaufman y Straus (1987), los procesos
(1990) sugieren que los maltratadores con proble- que subyacen a esa relación aún hoy en día perma-
mas psicológicos constituyen una amplia propor- necen poco claros. Abundando en esta idea, se ha
ción de los identificados y en tratamiento que son, sugerido que el alcohol o las drogas no siempre tie-
por otra parte, quienes suelen formar parte de las nen efectos directos sobre la probabilidad de mal-
muestras estudiadas, al tiempo que los trastornos tratar, pero pueden interactuar o potenciar otros fac-
que presentan son en ocasiones reactivos a sus pro- tores de riesgo (Gelles, 1993; Stith & Farley, 1993), y
pios problemas (separaciones, problemas legales, que su posible efecto desinhibidor podría estar mo-
etc.). Es decir, según este argumento los maltrata- dulado por factores cognitivos, actitudinales o cul-
dores con trastornos mentales estarían sobre-repre- turales (Gortner, Gollan & Jacobson, 1997; Heise &
sentados en los estudios al ser más accesibles y García-Moreno, 2003). Se hace pues necesario se-
Finalmente, y además de todo lo dicho, cabe re- sobre las limitaciones de este estudio (y, por tanto
cordar que, más allá de esta revisión, los datos de sus resultados). En primer lugar, reiterar que es-
epidemiológicos proporcionan evidencia indirecta tos resultados deben ser tomados con precaución
de que el maltrato no va indefectiblemente ligado al pues han sido obtenidos a partir de un número redu-
mizar este sesgo ha sido, como ya se comentó, revisar M anual diagnóstico y estadí
stico de los trastornos men-
dad de que tales trabajos contradijeran el patrón de ( 1993). Po we r and vi o l e n c e : The relation be t we e n
de los resultados mediante el análisis de la tolerancia of maritally violent men on the California Psychological
(*)Barnett,O.W .
,Fagan,R.W .& Booker,J.M .(1991).
determinó que deberían estar almacenados en las edi-
Hostility and stress as mediators of aggression in violent
toriales de las revistas un total de 33 artículos para
men.Journal ofFamily Violence,6(3),217-241.
mismo período, cabe pensar que el sesgo de publica- Psychology:Research & Practice,23(4),310-317.
Becoña,E.(1996).Drogodependencias.En A.Belloch,B.
ción no constituye una amenaza importante para los
Sandí
n & F.Ramos (Eds.
),M anual de psicopatología,
resultados en este caso.
Vol.I(pp.493-530).M adrid:M cGraw-
Hill.
Por otra parte, como señalan Sugarman y Frankel Bergman,B.& Brismar,B.(1993).Assaultants and victims:
(1996) una limitación importante para cualquier es- A comparative study of male wife-
beaters and battered
(1992)
.Personality traits of convicted male batterers.
este caso se han resuelto algunas dificultades me-
Journal ofFamily Violence,7(2),123-134.
diante estimaciones. Sin embargo, debieron ser eli-
Bettencourt,B.A.& M iller,N.(1996).Gender differences
Cohen,J.(1977).Statistical poweranalysis f
orbehavioral
sciences (2a.Ed.
).New York:Academic Press.
(Los estudios que aparecen con un asterisco fueron incluidos Comisión Europea (1998).100palabras para la igualdad.
en el meta-
análisis)
. Glosario de términos relativos a la igualdad entre hom-
Alberdi,I
.& M atas,N.(2002)
.La violencia doméstica. bres y mujeres.Luxemburgo:Oficina de Publicaciones
I
nforme sobre los malos tratos en España.Barcelona: Oficiales de las Comunidades Europeas.
battering: Developing treatment strategies. Journal of Gómez-Benito, J. (1987). Meta-análisis. Barcelona: PPU.
Cooper, H. M. (1984). The integrative research review: A Psychological aspects of perpetrators of domestic violence
systematic approach. Beverly Hills, CA: Sage. and their relationships with the victims. The Psychiatric
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communication in couples with a violent husband. Journal literature reviews. Annuals Review of Psychology, 35, 37-
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ANEXOS
Tabla A.1
Trastornos de la personalidad. Resumen de los tamaños del efecto, de los tamaños de la muestra y de las
TSC: Trauma Symptom Cheklist (Briere & Runtz, 1989); APA: Criterios APA (1987); DIS: Diagnostic Interview Schedule
(Robin et al.
, 1981); BSS: BriefSymptom Scale (Derogatis, 1993); M M PI-
PDS: M innesota M ultiphasic Personality Inventory
M CM I-
II (M illon, 1987); M CM I-
III (M illon, M illon & Davis, 1994).
Tabla A.2
Psicopatología (excepto trastornos de personalidad). Resumen de los tamaños del efecto, de los tamaños de
la muestra y de las escalas usadas para evaluar cada variable en cada estudio
Depresión mayor:
Depresión psicótica:
Trastorno bipolar:
Hipomanía:
Ansiedad:
Histeria:
Paranoia:
Desorden de pensamiento:
Desorden delusional:
BDI: Beck Depression Inventory (Beck et al., 1961); CES-D: Center for Epidemiologic Studies Depression Scale (Radloff,
1970); DIS: Diagnostic Interview Schedule (Robin et al., 1981); BSS: Brief Symptom Scale (Derogatis, 1993); MMPI:
Minnesota Multiphasic Personality Inventory (Hathaway & McKinley, 1941); MCMI: Millon Clinical Multiaxial Inventory
MCMI-I (Millon, 1977); MCMI-II (Millon, 1987); MCMI-III (Millon, Millon & Davis, 1994).
Tabla A.3.
Variables relativas a consumo de alcohol y drogas. Resumen de los tamaños del efecto, de los tamaños de la
muestra y de las escalas usadas para evaluar cada variable en cada estudio
Abuso/dependencia de alcohol:
Razones para beber: Fagan, Barnett y Patton (1988) 0.11 85 Medida ad hoc
Relajarse 0.14
En el trabajo 0.76
En fiestas 0.24
Abuso/dependencia de drogas:
DIS: Diagnostic Interview Schedule (Robins et al., 1981); ADS: Alcohol Dependence Scale (Skinner y Wallace,
1959); SMAST: Michigan Alcohol Screening Test (Selzer, 1971); II: Impairment Index (Armor et al., 1976); MCMI:
Millon Clinical Multiaxial Inventory MCMI-I (Millon, 1977); MCMI-II (Millon, 1987); MCMI-III (Millon, Millon y