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Acción Y Responsabilidad Social De Los Cristianos

«El compromiso es un acto, no una palabra»


Por mucho tiempo fijamos nuestra atención en tres problemas contemporáneos en la vida de la
iglesia: el templismo, el creyentismo y el clericalismo, problemas muy discutidos en las décadas de
los 80 y 90 y que muy probable no se hayan superado del todo en la actualidad por una gran
mayoría de iglesias y líderes.
EL TEMPLISMO: nos llevó a pensar que toda la acción cristiana debía ocurrir dentro de las
cuatro paredes, que todo giraba centrado en el templo, típico en la vida de los judíos en tiempos de
Jesús.

EL CREYENTISMO: nos llevó a pensar que toda la acción cristiana debía concentrarse en cada
creyente, convirtiéndonos en cristianos egoístas preocupados por nosotros mismos y
despreocupados por los demás.

EL CLERICALISMO: nos llevó a pensar que toda acción cristiana debía estar centrada en el clero
y las personas que nos guiaban, donde llegamos a pensar que quienes nos pastoreaban eran los
responsables de la caridad, el amor, la compasión y hasta de la evangelización.

Estos tres problemas de alguna forma detuvieron el accionar de muchos creyentes y líderes para un
trabajo ministerial más concreto que el solo hecho de contemplar a Dios y asistir al culto cristiano
(espiritualidad cristiana).
También llegamos a pensar que la evangelización estaba relacionada solamente con «salvar almas»,
perdiendo de vista toda visión global, total del ser humano en la evangelización y la misión de Dios
en este mundo, pues Dios salva personas de carne, mente y espíritu (en una visión tripartita del ser
humano).
Jesús enseñó el evangelio del reino, sanó enfermedades y toda dolencia en la vida de un pueblo
sufriente (Mateo 9:35). Su visión de hacer el ministerio fue completa (vio al ser humano como un
todo).
I. Nuestras acciones deben hablar más fuerte que nuestras palabras
Cuando se analiza la participación de la iglesia en la sociedad, el abordaje de la misión de Dios y la
responsabilidad y acción social cristianas se hacen necesarios para la efectividad ministerial.

En algún momento de los debates teológicos del pasado se discutió si la evangelización incluía
acción y responsabilidad social; algunos objetaron diciendo que lo social podía sonar a personas de
izquierda o relacionadas al comunismo, pero el tiempo ha pasado y cada día nos damos cuenta de
que nuestras acciones hablan más que nuestras palabras.

En realidad, nuestra tarea como portadores de la misión de Dios es predicar las buenas nuevas del
evangelio mediante nuestras acciones solidarias y de amor con las personas a quienes Dios busca
alcanzar y redimir, y por ello las palabras de Jesús son pertinentes cuando afirmó:

«Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a
todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:15-16,
Biblia de las Américas).

II. La Verdadera Espiritualidad Cristiana Abarca Nuestras Acciones Sociales


No es suficiente presumir que somos personas espirituales; a dicha espiritualidad queremos
hacerla notar mediante acciones como cantar, aplaudir, gritar con júbilo, danzar, hablar lenguas,
profetizar y más (templismo).
El evangelio se concretiza cuando nuestras acciones se relacionan con los demás. La verdadera
espiritualidad evangélica y comprometida, es aquella que manifiesta cómo nos relacionamos con
los demás, pues es amando al prójimo como testificamos que Dios está en nosotros.
El apóstol Juan lo señaló diciendo:
«Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama
a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y él nos ha dado este
mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Juan 4:19-21).
No se puede ser buen cristiano pretendiendo una relación vertical con Dios y olvidándonos de que
existe una relación horizontal que nos compromete con todo lo creado por Dios y en especial con
aquellas personas que se encuentran atravesando por un desierto de situaciones difíciles.
Santiago exhortó a la iglesia con estas palabras: (Santiago 2:14-17). NTV
V.14 Amados hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus
acciones? ¿Puede esa clase de fe salvar a alguien?
V.15 Supónganse que ven a un hermano o una hermana que no tiene qué comer ni con qué
vestirse
V.16 y uno de ustedes le dice: «Adiós, que tengas un buen día; abrígate mucho y aliméntate bien»,
pero no le da ni alimento ni ropa. ¿Para qué le sirve?
V.17 Como pueden ver, la fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones,
está muerta y es inútil.
III. Nuestro Compromiso Al Gran Mandamiento
Unir nuestra acción y responsabilidad social a la vida cristiana seguirá siendo un desafío,
mayormente en una sociedad inhumana, insensible y apática a las necesidades ajenas.

Hacer ministerio hoy, especialmente en contextos de miseria, pobreza y de muchas carencias para
subsistir, requiere de un compromiso al gran mandamiento expresado por Jesús al afirmar:

«Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente». Este es el
primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: «Ama a tu prójimo
como a ti mismo». De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas» (Mateo 22:37-
40).

Solo el abandonar las cuatro paredes de nuestras iglesias y hacer una lectura social del contexto en
el que ministramos, nos permitirá ser más certeros y congruentes con lo que predicamos y
enseñamos.
Dios nos ayude a cumplir con nuestra acción y responsabilidad social como cristianos en este
mundo.
Versículo a memorizar
A sus discípulos les dijo: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Mateo 9:37 NTV

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