que la piedad a vuestros pies ofrece que la aura leve de los bosques mece y os embalsaman con su puro olor, una prenda aunque débil hoy yo quiero tributaros también, Cruz, Bendecida, porque siempre hallo en vos mi alma afligida un consuelo a su mal y a su dolor.
Yo no encuentro en las espesas selvas,
ni en la verde extensísima llanura ni en los perfumes de la brisa pura Ni del ave en el placido cantar, ni en los arroyos cristalinos, bellos, que corren de este valle entre la alfombra mi frente juvenil algún pesar
Y en estos campos preciosos
y tan llenos de belleza me persigue mi tristeza y me atormenta tenaz Pero al verte, ¡Cruz divina! y al contemplarte mi alma, mi triste pena se calma y mi pecho siente paz.
Siempre en ti sus ojos fijan
el pobre que triste llora, y que de veras adora la religión de Jesús, Porque sabe que tú viste el triste llanto que un día vertió doliente María sus pies ¡Oh Santa Cruz!
Que en ti murió enclavado
El Dios enviado del cielo. Yo te venero vertiente y desde niño te adoro, enjuaga siempre mi lloro, calma siempre mi aflicción; Y cuando termino tenga mi existencia de amargura, señala mi sepultura, Santa Cruz, en el panteón. Trabajando hacia el turismo sostenible en Panamá impacto ambiental en la chorrera