Desde el punto de vista cinético y termodinámico las
enzimas son análogas en muchos aspectos a otros catalizadores químicos. En este sentido: a) modifican las velocidades de la reacción directa e inversa en la misma proporción, por lo que no alteran la constante de equilibrio de la reacción; b) no se gastan en el curso de la reacción; c) disminuyen la energía de activación. Sin embargo, las enzimas poseen propiedades características como: a) pérdida de actividad por cambios grandes de temperatura, pH, fuerza iónica y otros factores (como consecuencia de la desnaturalización proteica); b) tienen un poder catalítico ordinariamente muy superior cuando se compara con el de otros catalizadores químicos convencionales, y trabajan en condiciones mucho más suaves.
Los enzimas aceleran las reacciones multiplicando su velocidad por un
millón de veces e incluso más. De hecho, la mayoría de las reacciones en los sistemas biológicos no tienen lugar a velocidades perceptibles en ausencia de enzimas. Incluso una reacción tan sencilla como la hidratación del dióxido de carbono viene catalizada por un enzima denominado anhidrasa carbónica. En su ausencia, la transferencia del CO2 desde los tejidos a la sangre y desde ésta al aire alveolar sería incompleta. La anhidrasa carbónica es uno de los enzimas más rápidos más rápidos que se conocen. Cada molécula enzimática puede hidratar 105 moléculas de CO2 en un segundo. Esta reacción catalizada es de 107 veces más rápida que la misma reacción no catalizada.