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- Tú y yo no somos tan distintas.

Tú quieres el cielo, y yo la tierra, sin importar a quién


tengamos que sacar de nuestro camino. Yo quiero tener el trono del mundo entero, y tú
solo quieres sentirte viva. Creo que nuestros deseos son humildes para quienes somos.
- Vayamos a crear tu reino perfecto, princesita.
- Purifiquemos los pecados del mundo, libertadora.
Tú con migo.
Yo contigo.
Especial de San Valentín.
- Nunca…he tenido el valor de mirarte a los ojos y contarte mis verdades. No conozco la
razón, solo una mezcla de orgullo y una sed tremenda de hacerte sentir lo que yo siento,
que mires lo que yo miro. Está vez, lo haré.
- Nuestros días se remontan en que sean fines de semana en la cama mirando cuantas
series podamos encontrar. Bañarnos, comer, regar las plantas, para volver a acurrucarnos
sobre la otra. Hay veces en las que puedo sentir el latir de tu corazón acelerarse en los
momentos en los más intensos, y como se alivia cuando el bueno termina ganando.
- ¿Y qué si no expreso lo que siento? Si tú puedes hacerlo por las dos.
No hay momentos de silencio contigo, jamás. Expulsas lo que piensas con gritos, te cansas
de tanto saltar en la cama y lo rápido que ensucias las sábanas por irte al baño de tomar
tantos tragos de vino tinto. Eres una bomba que explota cada momento, por lo que sea,
para lo que sea, con quien sea. Eso es lo más bonito de ti.
-¡Empalagosa! Es lo que creo que piensas de mí, por besarte cuando no tengo tu permiso.
Nos vamos de compras en la feria del vecindario, y no puedo dejar de tomarte de la mano.
Te pones más seria de lo normal, guiándome por los puestos que te interesan comprar. No
puedo entenderte, de verdad.
- Las rosas no son rojas. Están pintadas para que la gente lo relacione con la pasión. Tus
favoritas son las azules. Es mi única razón para llevarte cada Domingo a ese puesto de
flores saliendo de la feria. No me culpes por querer complacer a la caprichosa que eres. Y
si eso fuera poco, terminamos saliendo a otros sitios a gastar el dinero tal si de agua fuera
ganársela.
- No le voy a dejar nada a mis hijos, me lo voy a gastar en diamantes. Yo soy un diamante
después de todo, debo estar con los míos. El brillo que tienen, ¿sabías que por una
partícula no son carbono? Eso me hace dar cuenta la diferencia entre el rebaño, y los que
los cuidan. Nosotros tenemos esa chispa.
- ¿Y ya por eso debes ir a las joyerías más caras por un collar de perlas?
La vendedora que te atiende te está ofreciendo los más caros. Le sigues el juego con una
sonrisa ilusionada de algo que no entiendo. Tanto es así que los asientos son más
cómodos que estar de pie. Cuando por fin te terminas por decidir, después de una hora y
pico, nos vamos.
- ¿Adónde vamos? ¿Al karaoke de Tokyo, a tiendas de ropa para compensar tu
aburrimiento? ¿Cómo quieres que lo sepa si te mantienes con esa aburrida cara?
A veces me haces pensar que te aburro demasiado.
- ¿Por qué no vamos a ese restaurante que tanto te gusta? Tienen tu comida favorita, una
que no habías probado en tus años viviendo en Japón: lasaña.
Es el momento del día que veo lo crítica que puedes ser con las cosas que te emocionan.
Veo tu nariz olfatear el olor de la pasta hecha a mano. La delicadeza con la que sostienes
el tenedor. El pulso te falla en la izquierda con tu taza de té. Hay ocasiones en las que noto
tus pecas crecer hasta volverse lunares. E incluso, me atrevería a decir, que tu amante es
la comida.
- ¡La comida es amante de todos! H-hasta tú te pones colorada con esa crema de
espárragos, tus cejas se levantan en esa curiosidad de probar lo que he pedido para ti, y
me cuentas que te pareció de esta. Sé que al momento en que te desvías del plato es que
te has antojado de otra cosa que has comido antes. También que cuando pones los codos
en la mesa y comienzas a acariciar tu pelo es porque quieres más. No eres la única que
sabe mucho de la otra.
-En ningún momento dije que sabía algo de ti, eres un acertijo. El intento de resolverla
solo me da más pistas de lo que ya suponía. Pero, si puedo hacer para que dejes de poner
el ceño fruncido, trabajar te devolverá a la normalidad.
-Hmf, si eso quieres. Llevas tu traje a todos lados debajo de tus vestidos, me pregunto
cómo es que no te has ahogado en los medio días de verano. Aunque aseguro que me
pone de buenas. Es una forma de liberar mi tensión, en el momento que me pongo las
moñas. No sé explicarme bien si se trata de mí, o en lo más profundo de mí. Es una
especie de algo apoderándose de mis pies y me hiciera correr hacia la muerte posible que
puedo tener. Aun sabiendo eso lo hago. Puedo convertirme en lo que yo quiera, ser lo que
yo soy.
- Es la razón por la que el destino nos ha unido para estarlo por la eternidad. Tú propósito
se enlaza con el mío. El mío es parte del tuyo para lograr lo que ambas deseamos. Ese es
tu pecado, la codicia que tienes, el egoísmo que reservas. La venganza que celas con una
fuerte carisma, esa excéntrica tú que trata de ir a la corriente de los demás. No soy Dios
para juzgar si es algo bueno o malo.
- A quién demonios le importa si es algo bueno o no. Sentir la sangre con el oxígeno al
quedar cansada es lo genial. Los callos en mis manos son muestra de que me estoy
esforzando por conseguirlo, un deseo que se ha hecho meta. Tú por otro lado no haces
más que ver. Tocas mi hombro para darme vuelta.
- Tengo la certeza que fuiste una vikinga en alguna de tus vidas. Mi único argumento es
por esa mirada que tienes distinta al alma inocente de la que finges ser, diablo revestido
de cordero. Te sientes la dueña del mundo sin tenerla en tus manos para gritarlo a los
cuatro vientos. Los dientes crujir con ira de ser detenida en su limpieza de los rebeldes, las
pupilas dilatadas en hacerlo con sus manos y no la de tu compañera. No lo cambias ni
aunque te ponga un anillo frente a ti.
- ¡Ja! ¿Quién era la que se caía de sueño viéndome escoger un regalo para ti?
Esa falta de originalidad me enferma, ¡Deja de copiar mis ideas! ¡Deja de seleccionar uno
mejor que el mío cuando fui yo quien te dio ese empujón sin darme cuenta! ¡Deja de
superarme, yo soy la que te voy a superar!
- Lo olvidaste. Te dije que eres un acertijo, y mis pistas me dijeron que querías un anillo
con una mariposa, llena detalles finos en sus alas, unos pequeños incrustados que
brillasen frente a la luz más tenue. Me confesaste usando tus propias miradas que tenía
que ser tres, una más grande que llevase por el sendero las otras dos.
- Si soy un libro abierto, eres una bala perdida. Las perlas quedan a flor con tus ojos de
mar, se ajustan a la perfección bajo los largos cabellos que no te recortas. Juró que en tu
cuello es mejor que cualquier grillete. Te pones de rodillas para que yo me tire a hacerlo
primero, con algo más pesado que puede ser cargar con lo que pienso de ti. Si te caes, yo
lo haré contigo. Si te quedas perpleja, te haré que cambies de opinión al decirte primero la
frase que he esperado decirte. Tú te quedas todavía en blanco, y yo me encargaré de
pintarte de colores nocturnos, las luces de faroles que vuelan en el cielo artificial.
- Yo…-
- ¡Cállate! Esta pelea la gano yo, y no me lo vas a negar, ventrículo de seis cuerdas.
-¡Jsjsjs!
- ¿¡Eh…! Jijiji
- Tú sonrisa es tan tímida.
-La tuya es muy común.
- Así es. Reír no es algo que se deba ocultar.
- Amar lo es.

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