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La representación política como forma de

dominación en el contexto neoliberal


Alicia Hernández de Gante*

Introducción

La crisis del neoliberalismo constituye la crisis de sus instituciones. La crisis


atraviesa y permea las formas de lucha contra un modelo económico vuelto forma
civilizatoria. La negación a esa forma de dominación cobra sentido en las múltiples
acciones de resistencia. La constelación de instituciones que, imbricadas en un
todo, crean redes de dominación que reproducen el poder-sobre en una forma de
gobierno representativo utilizando los procesos de representación política.

En el desarrollo de este ensayo a través del análisis de los mecanismos de


dominación –que tomo como categorías propias del lenguaje del poder y de las
mediaciones institucionales que operativamente sirven de sustento- examino la
crisis como una arista del problema de los modelos neoliberales de representación
política. El desarrollo de la forma de gobierno representativo, su crisis y su
proyección más allá de los modelos impuestos, en la variante “progresista”
construida en ciertos países latinoamericanos que tratan de hacer frente al
neoliberalismo, amplían la perspectiva.

La representación política, en tanto eje central en el que interactúan minorías de


representantes que toman decisiones políticas sobre las mayorías representadas,
se despliega como una constelación más de mediaciones institucionales y de
dominación que atraviesan al neoliberalismo mediante procesos de fetichización.

Mecanismos de dominación

Regular la participación política de los muchos exige tener instituciones que


permitan mediar los conflictos y canalizarlos a instancias apropiadas a través de los
representantes. En este tenor, cuando se da la movilización social, ésta indica las
demandas, necesidades y conflictos y corresponde al sistema político crear los
mecanismos de regulación y reducción de las mismas a fin de no tener “sobrecarga”
política. Además compete al mismo sistema crear y diferenciar los canales de
transmisión, para evitar el desborde de los conflictos, así como de prever que
existan las estructuras decisorias eficaces.2

Se trata de ordenar el poder político y los espacios físicos donde se desenvuelven


los movimientos, es decir, se trata de abrir un proceso de legitimación entre el poder
y los sujetos, funciones propias de las soberanías internas de los Estados. 3 El riesgo
de no darle funcionalidad sistémica a las estructuras institucionales, lejos de lograr
estabilidad política generaría crisis del espacio político.

En esta perspectiva, cobran relevancia las instituciones representativas. Cada


gobierno tiene sus espacios políticos y sus propios mecanismos de selección de
representantes. Así, los llamados representantes populares -aquellos que fungen
como instancias de captación de demandas, necesidades y mediación de conflictos
entre la ciudadanía y el Estado-, se incrustan en uno de los círculos del poder
tripartito, que es el Poder Legislativo.

Los sistemas de selección de dirigentes políticos o representantes, por


disposiciones plasmadas en leyes o en la Carta máxima de los Estados, regulan que
sean los partidos políticos quienes lleven a cabo las funciones de reclutamiento de
la elite política, y que el sistema continúe reproduciendo la forma de gobierno
representativo. En este caso, no interesa la forma en que internamente los partidos
reclutan y designan a los candidatos-representantes, sino, los mecanismos
mediante los cuales, en ese entramado de poder, la clase dominante logra la
reproducción de sus posiciones.

En el gobierno representativo, la representación tiene connotación nacional. Los


representantes representan a la nación, pero de tal forma que se muestran como
una unidad entre representantes y representados. Los representantes –una minoría
con relación al resto de la población- por un lado, toman decisiones para la
conducción del país y en ese sentido representan los intereses de la clase política y
económica en el poder, y por el otro, se esperaría que representaran a las mayorías,
al pueblo que constantemente demandan espacios, inclusión, democracia y
transparencia. La paradoja de esto radica en cómo comprender que en el sistema
capitalista una clase fuertemente minoritaria gobierne por medio de formas que se
autodenominan democráticas.4 ¿Cómo se logra esto? Una explicación radica en el
uso de los aparatos de Estado que a través de mecanismos de dominación
implantan los formatos de representación política. 5

Estos formatos indican el aseguramiento de que lleguen a los cargos de


representación los dirigentes que aún, en la lucha por cuotas en el ámbito del poder,
puedan esencialmente mantener las estructuras del sistema. La primera instancia
donde pueden reclutarse son los espacios de institucionalización política, aquellos
donde el personal ocupa los aparatos económicos, tendiendo a defender y a
reproducir, sin problemas, las instancias estatales. Esta sería una clara y anticipada
representación política institucionalizada. Otra sería el llamado espacio de los
notables, o lugar donde se mueve cierta elite: personalidades sobresalientes,
abogados, burócratas renombrados, etcétera. Los retos para ambos alistamientos lo
constituyen precisamente, el no parecer ante las masas electoras como elites
ajenas o extrañas al pueblo, sino, por el contrario, presentarse ante la opinión
pública bajo imágenes ajenas a las clases dominantes y cercanas al pueblo. Las
campañas y los medios masivos de comunicación realizan ese trabajo sobre la
población cautiva, su utilización amplía el radio de influencia política. 6

El estatismo7 y el movimientoestatismo, aunque persiguen los mismos objetivos de


reclutar a la clase dirigente con miras a reproducir las instancias de poder, tienen
otras implicaciones. El primero obliga a que las personas que ocupan cargos dentro
de los aparatos del Estado –burocracia, corona, milicia-lleguen a ser representantes.
Esto necesariamente no se da por acuerdos lineales, sino que implica un
reagrupamiento y un equilibrio de fuerzas entre fracciones, grupos económicos
poderosos, clase en el poder, etcétera, aunque por lo general, en tiempos de paz,
recae en civiles, y en tiempos de turbulencia política quizá el nombramiento recae
en dirigentes militares. Naturalmente, la politización de la milicia conlleva otros
riesgos: golpes militares, dictaduras o de representantes castrenses con aperturas
democráticas; sin embargo, para el gobierno representativo y su democracia, el
estatismo, finalmente, es un mecanismo más en los aparatos de dominación que el
Estado genera para su reproducción.

En el movimientoestatismo8, se presentan de forma muy general dos grandes


fuerzas. Un régimen autoritario que impone gobierno y representantes, y un
movimiento de masas predominantemente no burgués, contrapuesto, que sin
embargo, no plantea una alternativa no capitalista. Estos movimientos atraen a sus
bases pregonando una difusa contraposición hacia las formas de explotación que
aplica el capitalismo, sin embargo, terminan aceptando la representación política
impuesta por la clase dominante, convirtiéndose entonces en movimientos Estado.
De manera contradictoria, se observa que la dominación del régimen anula la
posibilidad de otra alternativa política viable. 9

El formato de representación popular son los partidos, ellos tienen la función de


crear gobierno, por lo que constituyen en sí mismos espacios de representación
política. Menciono dos tipos de partidos que han sido tipificados por su ideología en
partido burgués y partido del trabajo. El primero, cuenta por la propia polarización
social, con una base amplia de potencial de clase, como los estratos medios y
algunos sectores de la clase obrera sindicalizada, aunque también han capitalizado
fuerzas a través de la explotación de los nacionalismos o la religión. Su expansión y
su fuerza principal, más allá de los intereses objetivos que representa y de las
características de sus electores y militantes, radican en sus efectos organizativos,
es decir, que es capaz de organizar, sobre diversas ideologías, a sectores enteros
de la población con base en los principales agentes del capital: empresa, mercado y
tipo de Estado capitalista.10 El segundo, el partido del trabajo, llamado así porque su
composición corresponde básicamente a estratos obreros o clase trabajadora.

En relación a todos los formatos de representación esbozados caben algunos


señalamientos. El primero refiere a que los representantes deben convencer a los
representados de que realmente los representan. Esa es la clave de la democracia
representativa: creer que en la libertad del ejercicio del voto para otorgarlo a la
mejor opción política, elegimos a quien nos representa. El segundo indica que en el
plano de las instituciones, se observa un claro desplazamiento del espacio político,
reservando y acotando acciones entre los que dirigen y son dirigidos, entre los
representantes y los representados: es el fortalecimiento de las instituciones, o, en
otro discurso, la reproducción de los aparatos de dominación. En tercer término y,
en consecuencia de los anteriores, en el gobierno representativo, es la separación
entre los representantes y los representados la que crea las condiciones de
gobernabilidad con mecanismos o procedimientos instituidos conforme a la ley. Bajo
este panorama, creo necesario exponer cuál es la relación ambigua y contradictoria
entre representantes y representados y cómo estos componentes se articulan en
una serie de procesos político-sociales, que aún en constante tensión, hacen
prevalecer su carácter institucional y de mediación de conflicto.

Procesos de mediación

En el Estado liberal, la representación política surge por la escisión entre sociedad y


Estado. No hay relaciones sociales directas, se crean los medios por los cuales los
hombres se reconocen como miembros de un mismo orden, es decir, es necesario
un referente general que permita a los individuos la convivencia social, generándose
una síntesis abstracta de la sociedad dividida, que es la forma Estado. 11

El Estado es una mediación, es la representación del orden. Los procesos de


mediación se extienden por todo el espacio político. En cuanto al gobierno, la
representación es sustantiva y es uno de los indicadores a considerar en la
gobernabilidad de un país. Las instituciones representativas constituyen los medios
para alcanzar la estabilidad gubernamental, permiten el manejo de la violencia
política y, a su vez, la capacidad de institucionalizar el conflicto; en este sentido, la
representación es una mediación institucional.

Con relación a la democracia moderna, la representación es la parte sustantiva, por


lo cual no es posible concebirla sin el componente representativo electoral. Incluso,
como una vía hacia la plena democratización, debe considerarse el debate público
como vía de liberalización y el derecho a participar en las elecciones y en el
gobierno, como la capacidad de representación. 12

La representación política tiene amplias y ambiguas aplicaciones en tanto procesos


de mediación. Puede ser lo que representa a un pueblo y que recae en una persona
o en una institución, como el presidente o el Estado; pero también puede
considerarse como la representatividad que tenga un cuerpo colegiado, v. gr., el
Parlamento, incluso, en aspectos de la construcción subjetiva, como una relación
intersubjetiva o existencial entre representante-representados, como un asunto de
identidad, o como una construcción simbólica de la producción social.

La representación como figura política se escinde en dos componentes en los que el


espacio de la acción política se encuentra demarcado. Los representados terminan
su acción al emitir su voto y de acuerdo al principio del mandato no vinculado, que
caracteriza al gobierno representativo, la relación entre ambos ahí concluye dado
que a partir de ese momento el representante es quien realizará propiamente la
acción política. Usualmente, ésta recae en el representante, que es quien toma las
decisiones, en tanto que el representado asume una actitud pasiva.

Quizá la influencia de los representados en la política pública sea por medio del
juicio retrospectivo. Al emitir un nuevo voto los sufragantes evalúan las acciones
pasadas del representante y/o de su partido político, pudiendo apoyar o rechazar al
nuevo candidato, de este modo trata de evitar ser pasivamente gobernados, y, a la
vez, ser representados.13 De cualquier manera, habrá que considerar que en un
contexto neoliberal si un representante representa miles de representados, qué es lo
que se representa de ellos.

Respecto a los representantes, existe polémica, ya que algunas posturas indican


que los representantes de una nación son exclusivamente los miembros de poder
legislativo; otras que a los funcionarios de los poderes ejecutivo y judicial también
les corresponde la connotación de representantes. Desde siglos atrás, defensores
de la democracia directa no aceptan la representación en la figura de los diputados
porque no representan al pueblo, aunque sí reconocen "en el poder ejecutivo, (…) la
fuerza aplicada a la ley."14
Más reciente, se ha afirmado que la representación es una "ficción", debido a la
independencia jurídica de los representantes; no obstante, ésta debía extenderse a
las funciones legislativa y administrativa públicas.15 Puntualizando un poco más, se
sostiene que en el Estado moderno - Estado representativo, la representatividad no
puede ser omnicomprensiva, pues sólo existe un órgano electivo; extender esa
actividad a cualquier función pública confundiría la esencia de la representación con
el oficio o función pública. En este sentido, el presidente de un país representa a
éste sólo en las relaciones internacionales, pero esa función se realiza en el marco
jurídico establecido por los legisladores, no en sí mismo, ni en el término amplio del
concepto representación.16 Los únicos que pueden ser llamados representantes son
los legisladores, los hacedores de leyes.

No obstante, como procesos de mediación, en el gobierno representativo se


proyecta la idea de que la relación representante y representados sea abierta,
siempre y cuando se acote al espacio político destinado. Es evidente que tanto los
jefes de Estado como los legisladores son representantes electos, son
representantes autorizados para actuar con ciertos propósitos nacionales y que en
determinadas circunstancias, necesariamente, deberán rendir cuentas, ser
responsables ante los representados en cuanto a sus acciones, a pesar del
mandato desvinculado.

En ocasiones, quizá deberá ser más importante la composición del cuerpo


legislativo, donde todas las organizaciones estén representadas, enfatizando la
participación de las minorías y generándose la tensión con las mayorías. También
en casos determinantes para el país, los representantes se verán obligados a actuar
con base a su experiencia y conocimiento de los hechos, o por lo contrario,
obedeciendo plenamente a sus representados, es decir, siguiendo el mandato libre
o el vinculado. Finalmente, ningún gobierno minimizará la representación de los
símbolos patrios, la construcción subjetiva de saberse representados y miembros de
una comunidad política.17

Pero, de cualquier manera, se entiende que los poderes del gobierno son
considerados como propiedad de la nación, de la cual los representantes tienen un
título que deben administrar en beneficio de otros. Las obligaciones del
representante no deben ser para los representados, para los votantes que los
eligieron, sino para beneficio de la nación. Este es uno de los puntos críticos sobre
la representación. Esa tensión sobre el interés, al parecer se resuelve si
consideramos la relación representante - representados en términos fiduciarios. 18 En
el gobierno representativo, el representante, no es un delegado, es un fiduciario que
representa los intereses generales de la nación y nunca los particulares,
conduciéndose bajo la prohibición de mandato imperativo.

La dinámica representante-representado está siempre en la búsqueda de equilibrio,


de un orden que permita dirimir conflictos por la vía institucional, porque la
representación no está dada de una vez y para siempre, ya que se necesita mediar
constantemente entre distintos planos, incluso en el desajuste de ideales, intereses
e identidades, dando lugar a voluntades políticas regeneradoras del orden. 19 Esto se
refiere a la doble dirección que exige: ascendente y descendente. La representación
ascendente implica las opiniones, demandas e intereses de los representados; es la
representación ante el poder por parte de la voluntad popular; por otro lado, la
representación descendente, se forma por la capacidad de decisión de los
representantes, es la dimensión de lo público, o sea la explicitación de la decisión
representativa del poder.

En un sentido más instrumental, la representación funciona como "circuitos


estratégicos de intercomunicación entre sociedad y Estado," 20 tanto para asegurar
una plena representatividad o transparencia intercomunicativa, a través del sistema
proporcional, como para garantizar la gobernabilidad, operando sobre mayorías
estables parlamentarias. Por lo tanto, la representación considerada como un
proceso comunicativo, se compone de cuatro etapas lógicas: a) el debate, que
busca la formación de una voluntad popular que se exprese en las urnas: es la fase
de la comunicación interactiva horizontal; b) el mandato, fase también comunicativa
o transitiva, que opera en sentido jurídico, estableciendo los contenidos y límites de
la representación; c) el control o la responsabilidad; esta fase busca una
retroalimentación entre los representantes y representados, que si bien no se da de
inmediato, sí acciona a lo largo del tiempo, y; d) acciones del gobierno; en esta
última, las decisiones gubernamentales emanan desde la esfera pública en busca
de una mejor gobernabilidad.

En una interpretación economicista la representación también tiene cabida, y es el


mercado que se constituye en la mediación. Ésta consiste en un intercambio entre
dos categorías de individuos particulares, quienes por esta vía logran satisfacer sus
intereses; de este modo los vínculos representativos se reducen al intercambio
observable y cuantificable de prestaciones entre electores. La función principal de
los representantes no está abocada a las cuestiones jurídicas, sino a convertirse en
agentes maximizadores de intereses particulares.21 Por el contrario, llevar la
representación solo a los aspectos jurídicos tiene también sus riesgos. La
insistencia de la representación acotada al espacio político obliga a procedimientos
institucionales rigurosos que tienen su origen en el constitucionalismo orgánico y
positivista. Esto hace creer que la gran masa del pueblo se determina políticamente
por sí sola en el parlamento elegido y que los representantes la representan. Las
propuestas formalistas y procedimentalistas, reducen jurídicamente la
representación.22

Las salidas que se han formulado para darle a la representación un sentido más allá
de la mediación institucional, radican en considerarla en procesos de construcción
que "niegan el carácter preconstituido de los intereses e identidades a representar
(...) conformados en el mismo proceso de representación como resultado de
intervenciones políticas que organizan y dan forma a los actores de la sociedad y a
los mismos sujetos políticos."23 En este sentido, la representación implica, además
de un modelo de selección, la accountability, considerando no sólo quién gobierna
sino cómo lo hace y el marco institucional en que actúa. Cobra una gran importancia
la representación en su carácter público y formativo de la unidad política, mediando
entre la pluralidad social y las ideas en que se asientan las identidades colectivas.

En suma, este bagaje teórico-positivista expuesto permite resumir 24 que la


representación, en cuanto mediación institucional propia del sistema neoliberal
capitalista se sustenta en la escisión, es una actuación sustantiva por otros, es
decir, que trata del qué hace el representante y del cómo lo hace. La representación
significa actuar en interés de los representados, canalizar sus demandas con plena
independencia de juicio y acción por parte de los representantes, evitando la
aparición del conflicto, en el entendido que la vida política es una combinación entre
negociación y compromisos donde los argumentos racionales son relevantes. La
representación así entendida implica considerar sus aspectos sustantivos y sus
aspectos formales. Los primeros se refieren a los propósitos y principios del ideal
representativo; los segundos, a su práctica y a su institucionalización. Se supone
que el pueblo está presente a través de las instituciones, la representación política
sólo tiene sentido en función de ellas. Cuando se habla de representación política,
los individuos actúan en un sistema representativo institucionalizado. La
representación dependerá siempre de la estructura de las instituciones, que
determinará su esencia y funcionamiento.

Esta explicación, en el contexto del neoliberalismo y aún con toda su diversidad


teórica, es la que mejor refleja el carácter de la representación en un gobierno
representativo: su regulación, que implica necesariamente métodos, técnicas,
procedimientos y normatividad; la escisión entre representes y representados, como
una tensión entre demandas y decisiones y, la institucionalización del conflicto
haciéndolo funcional o en su defecto libre de conflicto.

Pero, la representación implica algo más que el mero uso de las instituciones
representativas como mediadoras entre el Estado y la sociedad. Existen otros
procesos que van más allá de la regulación normativa que la ley y los
representantes utilizan para mediar y canalizar públicamente el conflicto social y
político. La representación política tiene otra cara estrechamente emparentada con
los formatos de representación y de poder que antes hemos señalado. Éstos,
sustancialmente, son los que median el conflicto a fin apaciguar, reprimir y someter
los estallamientos sociales; ellos, igualmente representan el orden. Aún
considerando las luchas internas entre los grupos, organizaciones o facciones por el
espacio político, la representación debe recaer en ámbitos dispuestos a reproducir
las estructuras de dominación características del sistema. Interpretando esto como
los intereses de la clase dominante que utiliza la mediación del Estado entre la clase
dominante y las clases dominadas para lograr que éstas se sometan al orden
establecido contribuyendo a su funcionamiento, se entiende entonces desde otra
perspectiva el proceso de mediación de la representación política. 25

En esta mira, los medios utilizados son la centralización y la totalización. En este


entramado de redes institucionales representativas, ambas, tienen efectos primarios
entre los que son convencidos y/o sometidos, yendo desde la sumisión, la sumisión
más colaboración, hasta la colaboración de clase. En la centralización del poder, la
represión de la oposición –ya sea mediante la prohibición, la restricción, el
hostigamiento, terror o la vigilancia- la excluye para ocupar cargos de
representación o en su defecto, la acepta pero restringe duramente su participación
política. Cuando la represión se matiza, se postergan las demandas o si resultan
tener un costo político muy alto, se desplazan a instancias controladas para evitar
rupturas en el sistema (v. gr., aislamiento o control de opciones electorales).

Dentro de la formas de totalización, la cooptación tiene un lugar preponderante. El


surgimiento de la democracia liberal, (resultado de duras luchas de la clase
trabajadora contra la burguesía) el sufragio universal, las elecciones, el Estado de
derecho y más tarde los procesos de democratización que se han querido implantar,
paradójicamente han servido para reproducir el aparato de Estado burgués y el
proceso de reproducción capitalista. "La clase obrera quedó integrada… dentro de
una estructura burguesa democratizada." 26 Con ello a través de representantes
"notables" o de ciertos partidos, la cooptación "democrática" se consigue en la
lealtad de la clase obrera. Las clases dominadas, trabajadoras o peligrosas
calculadamente deben ser integradas en los procesos políticos como un medio de
legitimidad.

Los procesos de mediación política en el gobierno representativo presentan,


además, por decirlo así, una contracara. La totalización se expande entre la
judicatura y el apoyo. Sobre el primero solo mencionaré la controversial separación
de poderes, así como la independencia de los tribunales y defensa del Estado de
derecho como protección del individuo ante los abusos del poder, todo como parte
de la ideología neoliberal. El apoyo, venido a menos desde el Estado de Bienestar,
ahora transformado en políticas de distribución selectiva de asistencia, también
contribuye para lograr la colaboración en el sistema de dominación. Ello determina
que se tiene una visión total del sistema global para su mantenimiento y expansión,
pero también indica que el sistema de dominación permite una gratificación parcial a
la clase trabajadora en la apropiación de su trabajo, pero, a su vez, garantiza que
ese apoyo no amenace la constante explotación-apropiación.

Formas, rupturas y crisis del gobierno representativo

Las características que he señalado de la representación política, las bases que


constituyen la institución central parlamentaria, así como la interrelación establecida
en el principio de la distinción de poderes, integran los aspectos esenciales de esta
forma de gobierno. Ahora, es necesario analizar cuestiones relacionadas con los
fenómenos indicativos de crisis del gobierno representativo. Estas crisis son
salvaguardadas en aspectos jurídicos de las instituciones del gobierno
representativo, y son el parlamento, los partidos políticos o los sistemas electorales
que demandan apertura y espacios más democráticos. No obstante, advierto que no
se debe perder de vista que los aspectos revisados de técnica jurídica nunca deben
ser sacados del contexto histórico político en el que surgieron, ni de las condiciones
de poder político que los generaron. En esta perspectiva, el análisis social de los
fenómenos de representación política cobra sentido.

Las formas y rupturas del gobierno representativo requieren de un análisis de


revisión histórica que señale la paradójica dualidad entre representación y
democracia, para ello es necesario el examen de las instituciones que dieron origen
al gobierno representativo constatando cómo éstas se van transformando y
ajustando acorde a las condiciones de demandas sociales y de participación política
del pueblo en los momentos de mayor dominación y de crisis.

En el gobierno representativo existen cuatro principios constitutivos que han


predominado desde su origen hasta nuestros días, principios que han sido ajustados
acorde con las características políticas y sociales del momento histórico: 27 a), el
primero se refiere a la periodicidad de las elecciones para elegir representantes,
pues quienes nos gobiernan son electos en determinados periodos de tiempo; b),
otra cuestión se refiere a que los representantes tienen independencia respecto a
los representados, la toma de decisiones de los que gobiernan es autónoma de la
voluntad del electorado; c), pero, por otro lado, los que son gobernados pueden
expresar opiniones independientes a los representantes, formando la opinión
pública; y por último, d), la toma de decisiones de los representantes se lleva a cabo
mediante el debate, el espacio indicado es el parlamento.

No obstante, esta regularidad en la identificación de estos principios constitutivos,


esgrime que las condiciones estructurales y coyunturales permiten variaciones en su
manifestación, tomo como ejemplo, las condiciones particulares de cada nación
respecto a la ampliación del derecho al voto o al sufragio universal. Sin embargo, los
gobiernos representativos han sido desde su origen un gobierno de elites
distinguidas en cuanto a su posición social, modo de vida y educación, cuestiones
que se pueden constatar en las instituciones que utilizan para la selección de
representantes y de los mecanismos que gozan para lograr la influencia en la
voluntad popular. Esto ya lo he expuesto en los formatos de representación y los
procesos de dominación. En este sentido, el problema central radica en que los
constituyentes norteamericanos y franceses –históricamente padres fundadores-
emergieron esta forma de gobierno en oposición a la democracia, matizando
convenientemente los ideales democráticos de igualdad política o poder del pueblo.
Estas afirmaciones se pueden corroborar en una lectura atenta de los escritos y
debates de los constituyentes.28

Los cambios que ha sufrido el gobierno representativo, se reducen prácticamente a


la readaptación funcional de sus instituciones, al acoplamiento de las mediaciones
institucionales. En un análisis meticuloso, vemos cómo los cambios instituciones
obedecen a momentos de crisis política o social. Al inicio, el gobierno representativo
se estableció sin partidos políticos organizados; es más, sus fundadores los
percibían como algo similar a las facciones, pero la ampliación del voto y el auge de
los partidos de masas con programas políticos transformaron la representación
política, esto puede valorarse como la crisis de una institución anterior
representativa, el parlamento. Cuando los partidos políticos entran en descrédito por
parte de la sociedad civil, nuevamente se habla de otro momento de crisis. Esto
valida la hipótesis de que el gobierno representativo moderno es resultado de una
secuencia de tres formas separadas por dos rupturas. Su evolución indica:
parlamentarismo, democracia de partidos y democracia de audiencia (la democracia
actual de los medios de comunicación). Forzosamente, las instituciones han
demostrado funcionalidad insuficiente, desarticulación entre las demandas de la
sociedad civil y los satisfactores del Estado, y de manera particular afectación en la
relación entre representados y representantes.

Con base a los principios del gobierno representativo se constata cómo las tres
formas aducidas obligan a sus instituciones a ajustarse a los nuevos tiempos
políticos, a los tiempos permanentes de crisis. Las estructuras del gobierno se
modifican, permaneciendo intrínsicamente los principios representativos. Indico
brevemente cómo se caracteriza cada uno de ellos desde su origen parlamentario,
insertas en los partidos y en la democracia actual: 29

1. El principio de la elección periódica de los representantes pasa de los notables en


el parlamentarismo, al activista de partido en la democracia de partidos y a la
elección personal inducida por los medios de comunicación en la democracia de
audiencia
2. Otro elemento fundamental de esta forma de gobierno se refiere a la autonomía
de los representantes que, de ser al inicio independiente de los electores, pasa a
condicionarse por los mandatos de partidos, y posteriormente por la libertad de
acción respecto a las promesas electorales.

3. Un tercer principio tiene que ver con la libertad de la opinión pública que en el
parlamentarismo no es coincidente con la expresión electoral; después los partidos
de masas la moldean y en su última versión se altera por las encuestas de opinión.

4. Por último, el juicio mediante la discusión, de darse plenamente en el parlamento,


se convierte en decisión anticipada del partido, para llegar a ser finalmente una
negociación entre el gobierno y grupos de interés en la democracia de audiencia.

De acuerdo con esta teoría se resume que esencialmente, la metamorfosis del


gobierno representativo en estos siglos, obedece a la vez, a la declinación y al auge
de una nueva elite política, -abriendo cada vez más la brecha entre representados y
representantes- y a la sustitución de una institución por otra. No obstante, que la
representación política se ha democratizado, esencialmente los planteamientos
originales del gobierno representativo nunca aspiraron a la igualdad entre
representantes y representados. En un planteamiento aún más radical, se afirma
que la diferencia entre las concepciones originales y modernas se debe en gran
medida a la esencia de las instituciones representativas, al hábil manejo de la
dualidad de su propia naturaleza aristocrática y democrática.

A este importante factor podemos agregar que en la denominada democracia de


audiencia, sustentada en la influencia de los medios de comunicación, de las
elecciones inducidas por imágenes y en la formación de la opinión pública y la
negociación de los grupos de interés, se agudiza la separación entre la sociedad
civil y el Estado, la mediación y el vínculo de enlace entre ambos, refuerzan la figura
de la representación política. La cuestión pública se ve ajena a la actividad propia
del ciudadano, los representantes son aquellos que hacen y resuelven la política.
Sin embargo, ante las constantes crisis de la democracia representativa y de sus
instituciones insuficientes para satisfacer las necesidades de representación política
democrática, ha retornado el debate en apariencia históricamente resuelto,
relacionado con el mandato imperativo. Nuevamente este principio del gobierno
representativo surge a manera de debate y cuestionamiento en las sociedades
actuales: representación por mandato o representación por rendición de cuentas.

Mis apreciaciones sobre la crisis del gobierno representativo requieren de una breve
mirada al tiempo. Tanto el gobierno representativo como el principio de
representación en el que se fundamenta nacieron en oposición al absolutismo. Pero
no fue solamente en Francia, también en Estados Unidos el triunfo del liberalismo
permitió el surgimiento del Estado de derecho que tiene sus bases jurídicas en una
Constitución que se encarga de proteger los derechos del hombre como principios
preexistentes al Estado y al derecho, que junto con las formas de organización
política basada en las distinción de poderes, crea las instituciones acordes con lo
principios liberales.

La Revolución Francesa significó el triunfo del liberalismo y el establecimiento de


sus instituciones en las sociedades contemporáneas, como lo fue el parlamento y
las instituciones políticas de la democracia liberal. Sin embargo, señalo que no es
posible deslindar las acciones políticas de las económicas y cómo entran en
contradicción las instituciones parlamentarias con las estructuras económicas. Las
instituciones democráticas surgidas del liberalismo político en su origen fueron
coincidentes con el liberalismo económico, en el primero se exigieron libertades de
expresión y asociación, en el segundo, libertades de producción y comercio, donde
al Estado le correspondía proteger con instrumentos jurídicos las libertades y a su
vez mantenerse al margen de los procesos económicos. 30 Más adelante el
liberalismo político entra en contradicción con el aspecto económico, puesto que
exigía igualdad y libertad a la nobleza y a la monarquía en el entendido de la
anulación de privilegios hereditarios, que consiguió a través del establecimiento del
sistema representativo basado en la elección y de la constitucionalidad de las
libertades individuales; sin embargo, las libertades individuales encauzadas a la
empresa y al trabajo, pronto se convirtieron en libertades para la explotación y la
desigualdad social.31

Actualmente aún es motivo de debate tratar de conciliar o contraponer los principios


de igualdad y libertad, ya que ambos representan los principios de dos tipos de
sistemas políticos-económicos opuestos. Lo que sí queda claro es que desde su
origen la institución parlamentaria -fundamento del gobierno representativo- que
después se volvió representativa y más tarde democrática ha estado vinculada a las
estructuras económicas y sociales. El neoliberalismo lleva los principios de libertad e
igualdad tanto económica como política como banderas generando en aras de un
progreso mal entendido, mayor desigualdad y pobreza. Cabe señalar si ante las
diferentes crisis por las que ha atravesado desde su aparición el liberalismo
económico, se ha debilitado el aspecto político de éste, y si la institución
parlamentaria como depositaria del poder legislativo está en crisis debido a las
contradicciones propias de su origen liberal. La interpretación más cómoda indica
que los fenómenos indicativos de crisis del gobierno representativo se deben
exclusivamente a la falta de funcionalidad de esas instituciones, crisis que serán
salvadas con la mejora y afinación de los mecanismos de representación como
mediación entre Estado y sociedad.

Con este bosquejo constatamos cómo el gobierno representativo


contradictoriamente en un contexto liberal, se fue instituyendo paulatinamente por
demandas y luchas. Por una parte, las luchas que surgieron de la sociedad civil en
la búsqueda de espacios de participación política de sectores excluidos, y por el
derrocamiento de las clases políticas opresoras donde emerge el poder
constituyente con la construcción de un nuevo Estado, un nuevo régimen político y
en consecuencia una nueva Constitución. Por otra, las luchas que vinieron de las
clases gobernantes, que al perder espacios y en su afán de controlar cuestiones de
diversa índole, en algunos casos se vieron en la necesidad de conducir no sólo esas
demandas sino también de mantener, al menos esquemáticamente, la
gobernabilidad a cambio de ceder parte del poder político, o permitir el acceso de
las clases y de ciertos sectores que siendo excluidos pudiesen, en un momento
dado, convertirse en nuevos focos de problemáticas sociales; en otros casos
significó para la clase detentadora del poder su derrocamiento total. Así, el
liberalismo como doctrina filosófica política logra implantarse en las sociedades
modernas.
Si idealmente, el gobierno representativo trató de significar, al menos para algunos
que lo teorizaron, inclusión, participación política, democracia y gobernabilidad, en
los análisis posteriores más amplios a cada época, se contempla claramente que se
gestó el gobierno representativo minando a sectores considerados por "norma"
excluidos o sin derechos políticos, a pesar de la existencia de una liberal
Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Pero, de cualquier
manera, la democracia y la inclusión de las mayorías en el origen del gobierno
representativo estuvo siempre en entredicho como lo demuestran los debates de los
constituyentes. La articulación entre democracia y representación de origen fue
contrapuesta.

Por el momento quiero resaltar que el surgimiento del gobierno representativo


obedeció a circunstancias políticas y sociales de lucha, a las contradicciones del
liberalismo, a la crisis de una forma política. Su creación, sus rupturas y crisis,
incuestionablemente, obedecen a tiempos históricos de cambios políticos y sociales.

Disyuntivas de la representación política: los gobiernos progresistas en


América Latina

En tiempos del neoliberalismo, esencialmente, siguen imperando los principios


originarios del gobierno representativo que he citado. Los cambios impuestos en los
países que se rigen por esta forma de gobierno, como lo mencioné, se deben a la
readaptación funcional de sus instituciones, que forzosamente se articulan a las
condiciones histórico-sociales propias, aunque, finalmente, el escenario neoliberal
termina imponiendo sus condiciones de modelo económico y forma política basada
en la democracia representativa. No obstante, los sujetos sociales, los
representados, los gobernados no están inermes y sus respuestas a esta forma
civilizatoria se ve que fluyen, comprobando que donde existe exclusión, dominación,
sometimiento, pobreza y marginación, hay resistencias.

Las acciones de resistencia a la crisis del neoliberalismo no solo se han manifestado


a nivel particular de grupos, organizaciones, conglomerados o gente común,
también las encontramos en comunidades políticas, en Estados y en gobiernos. En
América Latina, desde hace más de una década, han germinado actores políticos
para discutir y echar a andar alternativas de cambio social y económico para la
región. De modo que ha habido elementos de resistencia al capitalismo neoliberal
globalizado en diferentes espacios, desde aquellos ajenos a la contienda de la
lógica estatal y desbordados en nuevos movimientos sociales insubordinados al
sistema, hasta aquellos integrados a las instituciones representativas utilizando el
sufragio como arma de lucha.

A partir de este siglo en algunos países latinoamericanos se dieron importantes


luchas y rebeliones que incluso lograron llevar al poder gubernamental a nuevos
sujetos políticos; podría decirse que dispares a los que señalé anteriormente en los
formatos de representación.32 Ahora, los sustratos de apoyo político-electoral han
sufrido rupturas en la lógica de las instituciones representativas neoliberales. El
ascenso al poder ha sido con apoyo de bases populares, de movimientos sociales,
de partidos de izquierda, de movimientos indígenas o de líderes obreros, en una
diversidad de participación social, particularizada y articulada a los momentos
históricos, tanto de la región, como de cada país, incluso como algunos
denominaron el paso de las resistencias a las alternativas como parte de un
movimiento mundial.33 En esa diversidad ambivalente el común denominador ha
sido la lucha contra el neoliberalismo.

El reconocimiento de los daños y de las promesas incumplidas del neoliberalismo se


hace patente a través de contiendas electorales, que en la mira de luchas políticas
contra el modelo, pretenden contrarrestar sus efectos. Cambiar el gobierno,
quitando a sus promotores del poder, se constituye en la esperanza de millones.
Rebasa este apartado el analizar las condiciones de cada país y las luchas
emprendidas que significaron derrocar gobiernos, alternar las posiciones de poder, o
desalojar a incondicionales del Consenso de Washington.

Ahora, lo que habrá que enfatizar es lo relativo a las acciones político-económicas y


de política social de los mandatarios y de las organizaciones que llevaron al poder, a
los llamados gobiernos progresistas, hechos que han dado lugar a que se
potencialicen las luchas al interior de los países, que se hagan más evidentes los
antagonismos sociales, así como las contradicciones entre el modelo neoliberal que
se criticaba y las alternativas propuestas. En este proceso de alternativas, cuando
arriban a los cargos presidenciales, surgen expectativas favorables para las clases
más desprotegidas. El reto es monumental y los cuestionamientos numerosos. Por
ejemplo, "¿cuáles serían los cambios necesarios para desmontar el sistema de
reglas implementadas por el neoliberalismo y crear condiciones para el desarrollo de
políticas y procesos tendientes a la creación de un nuevo orden social productivo,
inclusivo, democrático y de reafirmación de la soberanía e independencia
nacionales?"34

Ante semejantes cuestionamientos, los gobiernos que electoralmente han deseado


ir contra el modelo neoliberal por sus efectos devastadores en sus pueblos,
reconocen que a corto plazo no existe la correlación de fuerzas posible para el
cambio de una nueva sociedad. No obstante, demandan un programa integral
económico para América Latina que incida en los procesos de industrialización, de
distribución y en la satisfacción de necesidades básicas de la población. 35 La
atención de los temas de la pobreza, precariedad laboral, desempleo, etcétera,
también constituyen parte esencial de esto para romper con la desigualdad entre
capital y trabajo.36 Finalmente, los cambios sustanciales deben ser incrustados en
las instituciones, en la creación de nuevos derechos legales y constitucionales con
reformas políticas, con reformas del Estado, todo ello necesariamente en el contexto
de una democracia participativa.37

El problema radica en que no obstante el reconocimiento de la insuficiencia de los


cambios y de la embestida neoliberal a nivel mundial, 38 las acciones de los
gobiernos progresistas se siguen ajustando en diferentes espacios y con diferentes
matices a la lógica del capitalismo. El neoliberalismo en su primera etapa se volcó a
las privatizaciones, al desmontaje de los Estados y al pago de la deuda externa;
ahora se busca -entre otras alternativas- una reprimarización de las exportaciones
vinculadas a los biocombustibles para reforzar la matriz energética, cuestión que ha
sido alentada con miras a la entrada de divisas para un crecimiento de ciertos
países latinoamericanos.39 Pareciera, que los gobiernos progresistas son los nuevos
promotores de la segunda oleada neoliberal, lo que ha llevado desde diferentes
espacios, a duros cuestionamientos sobre lo que implica ser progresista y sobre las
perspectivas teóricas y prácticas del quehacer de la izquierda, contradicciones que
afloran cuando se buscan proyectos de sociedad contra y más allá del
neoliberalismo.40

Ser una izquierda institucional limita perfectamente las acciones. En primer lugar
porque centra su acción en la labor e influencia desde el interior de las instituciones
estatales, que se convierten no sólo en marco sino en el único horizonte posible; su
incidencia se restringe a un reformismo débil y periférico que no incurre en las
estructuras centrales de dominación, puesto que la distribución del ejercicio del
poder favorece al capital.41 En segundo lugar, lo más llamativo de las voces que
demandan la institucionalización de la izquierda, es la aceptación plena de las
políticas neoliberales y el reconocimiento de la falta de fórmulas eficaces para el
combate a la pobreza extrema, es decir, hay, y siempre habrá pobres. En suma, el
riego es grande, la izquierda debe institucionalizarse para evitar su marginalidad de
la acción política. Luego entonces, se puede hablar de una izquierda con vocación
estatal, que juega hábilmente entre el poder y la representación, y que no impide
aflorar ese Estado que llevamos dentro.42

En éste y otros ámbitos, el Estado ha jugado el polémico papel de centro de poder.


La evolución del Estado a la par del desarrollo del sistema capitalista no es ajena. El
Estado se encarga de crear las instituciones que garantizan la libertad de los
individuos y el progreso de la sociedad, dichas instituciones tienen la finalidad de
producir y reproducir las condiciones de explotación que genera el sistema
capitalista. En esta lógica, la disolución del Estado o la toma de poder del Estado es
demanda de los movimientos de izquierda a fin de acabar con los antagonismos
sociales y la explotación de los oprimidos. Esto trae a relucir las estrategias
emprendidas y centradas en el derrumbe de la estatalidad del poder. Estrategias
acotadas en dos pasos: tomar el poder y transformar la sociedad. 43 Esas son las
experiencias de algunos de los movimientos de izquierda en América Latina,
estrechamente ligadas a los mecanismos de representación política, primero en el
movimiento, luego en el partido.

En este sentido, "¿Qué podemos hacer para poner fin a la miseria y a la


explotación?"44 Podemos hacerlo por medio del Estado, ya sea por medios
parlamentarios, a través de un partido, o ya sea por grupos radicales violentos o no
violentos, el objetivo es el mismo, la toma del poder gubernamental y el cambio
revolucionario del Estado.45 La lógica va en el sentido de crear una organización
centralizada y unificada, pero que utilice los mismos procedimientos y estrategias de
lucha de las que quiere combatir, la ideas es hacer la lucha simétrica a fin de estar
en las mismas condiciones del enemigo a combatir; además, "la disposición de
fuerzas necesarias para la toma del poder es la negación del cambio que queremos,
supone eternizar dirigentes en las alturas, exacerba [ando] la contradicción entre
dirigentes y dirigidos, en vez de diluirla." 46 Esta puede ser parte de la explicación del
porqué fracasan los movimientos sociales de izquierda con vocación estatal, o que
de alguna manera buscan el objetivo de institucionalizarse. Los gobiernos
progresistas son la prueba patente de de la no transformación del mundo.

A contracara, existe una izquierda social la cual se caracteriza por mantener la


independencia del Estado y de los partidos, surge desde abajo como una
construcción que exige formas de organización más amplias y flexibles emergidas
en momentos cruciales de crisis del sistema político, como son: coyunturas políticas,
redes de solidaridad, defensa de derechos humanos. 47 A diferencia de la izquierda
institucional -sobre la cual existe, por cierto, poca literatura-, la primera se aboca a
movimientos radicales que toman otra nomenclatura. No obstante, se ubican tres
corrientes de pensamiento, que van desde las que se guían por aspectos éticos sin
proyectos políticos definidos; las que se mantienen con una visión de acumulación
de fuerza a mediano y largo plazo como proyecto político; y las de posturas ultra-
radicales que buscan revivir el momento revolucionario. 48

Salvo las diferencias sustantivas, esta izquierda es más dispersa y sin ambiciones
inmediatas de proyección política, y ciertamente, con mecanismos de lucha más
ricos, que tienden a buscar esencialmente su reivindicación pero que denotan cierto
desprecio del poder político. De acuerdo a las experiencias de Europa y de América
Latina, se ha considerado que existen dos pilares que sustentan el programa de la
izquierda social: una economía solidaria y la autogestión. 49

Tanto la izquierda institucional como la izquierda social no se manifiestan de manera


pura. Dentro de la primera existen grupos radicales que muchas veces impiden
negociaciones obscuras con el Estado más allá de los compromisos políticos
establecidos, y lo mismo ocurre con la izquierda social, más amorfa y en
permanente construcción, pero que no impide que se desarrollen grupos en su
interior con serias aspiraciones políticas, en vez de permanecer como el eterno
movimiento social reivindicativo.50 El levantamiento de ellas, encierra en si mismas
las contradicciones de su surgimiento. Por lo que no es extraño que en momentos
de crisis al seno del Estado, ambas se articulen y quieran manifestarse a través de
los mismos actores políticos, es decir –me pregunto-: ¿Puede un mismo grupo
social, ser parte de la izquierda social y de la izquierda política? ¿Puede al mismo
tiempo ser movimiento social y partido político? ¿Qué papel juegan los
representantes en la maquinaria de la representación política?

Al parecer es más común que la izquierda institucional utilice para sus fines de
alcanzar poder político a la izquierda social, particularmente lo observamos en
momentos y espacios de lucha política electoral. Las coyunturas permiten que los
partidos utilicen como grupos de presión movimientos sociales, que puedan tener
vinculación con posturas de izquierda y que no necesariamente busquen el poder.
Quizá solo se conviertan en interlocutores o mediadores, gestores de demandas. No
obstante, la disyuntiva puede ser contundente, sobre todo en crisis políticas que
tienden a la ingobernabilidad del sistema. Es de suma dificultad que se puedan
articular los principios de ambas izquierdas sin evitar la polarización y ahondar las
distancias.51 No todas las izquierdas partidarias son institucionales, algunas se han
esforzado en combinar la lucha social con la lucha política y volcarla en espacios
institucionales, es decir, han combinado formas de lucha, como ocupaciones de
tierras, boqueo de carreteras, toma de fábricas, etcétera, con la lucha electoral. 52

Pero, ante las desalentadoras manifestaciones: estruendosa caída electoral,


aislamiento político, incertidumbre del capital político sumado en el gobierno de
izquierda, eterno duelo entre las dos posturas, en suma, crisis de representación
política, se concibe que quizá los movimientos sociales no han sabido crear su
propio instrumento político. Los retos implican ir más allá de las esperanzas en
partidos y candidatos con reformas oportunistas de gobiernos de izquierda y
convertir las demandas sociales en instrumentos políticos de masas controlados y
subordinados a los movimientos sociales.53 Ese ha sido el gran reto de los gobiernos
progresistas de izquierda en América Latina, el riesgo de asumir los proyectos
políticos neoliberales.

Entre la aplicación de las políticas neoliberales y las expectativas de la población


para mejorar las condiciones de vida median las instituciones representativas. La
participación política a través de la vía electoral, electores-partidos y de
representados-representantes, significa acto de fe hacia las instituciones y hacia la
democracia, pero sobre todo, a la creencia del cambio social por medios legales y
pacíficos. En estos países con gobiernos progresistas se cuestiona, por un lado, la
ola de pauperización y depredación que va dejando la aplicación de las políticas del
Consenso de Washington, tanto en la población como en la naturaleza, y por otro,
también se cuestiona la dominación y el poder ligados al modelo neoliberal. No
obstante, es ambigua su percepción sobre el aparato estatal y la forma de gobierno,
de manera general, se cree en el verticalismo estatal, y se espera que un cambio de
gobierno por medio de su participación electoral y de sus luchas equivalga a un
cambio de poder.54

Desde diferentes perspectivas encuentro explicaciones. Efectivamente, los


gobiernos progresistas o de izquierda llegaron al poder por las diferentes
organizaciones y movilizaciones sociales de izquierda con cuestionamientos hacia el
neoliberalismo, pero, a medida que estos gobiernos se fueron consolidando, la
amistosa apertura al capital financiero nuevamente se fue acrecentando, a la par del
desgaste de la acción callejera y de las sutiles medidas de control político y social,
lo que favoreció el reposicionamiento de las derechas. 55 Éstas, en su polarización
con los gobiernos progresistas han ocupado, de manera protagónica, espacios de
acción social –v. gr., contra la corrupción o en defensa de ciertos "derechos
humanos"- desplazando las acciones de los nuevos movimientos sociales. En estos
países, la derecha se ha reagrupado con temas-gancho tratando de homogeneizar a
las sociedades, logrando movilizar a grandes sectores de la clase media ganando
las calles y forzando a los gobiernos a moverse en esas coincidencias parciales. 56

En este sentido, se aprecia que el papel de la clase media es polémico. Su


comportamiento político-social, de desplaza en un vaivén entre ideologías de
gobiernos de derecha o de izquierda. Cuando el gobierno de derecha se encuentra
en economía creciente, la clase media es atraída por esta ideología de bonanza;
cuando este tipo de gobierno se encuentra en crisis económica, la clase media se
integra en frentes amplios de movilización para recuperar las pérdidas económicas,
empleos o propiedades; y por el contrario, cuando el "gobierno es popular
antidictatorial y antiimperialista, la clase media apoya las reformas democráticas
pero se opone a cualquier radicalización que iguale sus condiciones con las de la
clase trabajadora."57

Pero, los partidos políticos de extracción obrera o integrada en coaliciones con otros
sectores de la clase trabajadora, también muestran sus contradicciones cuando han
llegado al poder convirtiéndose en su instrumento, tanto por la naturaleza
antagónica del capitalismo y por la expansión de las fuerzas productivas, como por
la igualdad formal de los ciudadanos ante el Estado. 58 La defensa del Estado de
derecho, las igualdades y libertades políticas, la explotación capitalista que aparenta
de no ser suma cero por las políticas sociales de bienestar –actualmente muy
mermadas- toleran este tipo de gobierno reformista, propiciando colaboración de
clase.59 Entrar electoralmente al juego del sistema necesariamente las coopta, de tal
forma que se mantienen los círculos del poder y se continúan reproduciendo los
mecanismos representativos de dominación.

Ciertamente, los gobiernos progresistas se mueven, entre los líderes políticos, los
partidos de izquierda, los sectores medios, los movimientos sociales y las
embestidas neoliberales. Se mueven en los antagonismos del capitalismo neoliberal
globalizado. Las resistencias hacia el neoliberalismo se despliegan entre acciones
de conformidad electoral y la insubordinación de sujetos sociales, entre las bases
partidistas y las acciones al margen de las instituciones representativas, entre la
elección de líderes de izquierda y esperanza de millones hacia los cambios sociales
y económicos, entre los nuevos movimientos sociales y la crisis de representación
política. Quizá por eso se percibe que si las instituciones no se transforman
trastocando el mapa político, aunque se cambie el gobierno, todo seguirá igual,
porque en ellas se cristalizan los mecanismos de dominación. 60 Transformar las
instituciones significa democratizarlas y ejercer sobre ellas control social, tanto a
nivel interno del país como en su relación con el exterior, en la relación centro-
periferia del capitalismo actual.61

La democracia inserta en el capitalismo tiene dos características fundamentales:


una, la inclusión de las masas en el proceso político –sólo en parte y no siempre de
manera favorable- y dos, bajo los principios de un gobierno representativo y en el
resguardo de la competencia electoral. 62 Los partidos al llegar a ocupar los espacios
políticos llevan en la mira ejercer un proyecto de poder más que un nuevo modelo
de sociedad. Los gobiernos se van consolidando a medida que van
refuncionalizando las instituciones representativas. En la lógica electoral se siguen
los pasos en función de la agenda del adversario, predominando en los partidos
objetivos y prácticas de una reproducción del sistema y no del proyecto de
transformación radical o de cambio revolucionario. 63

Para terminar, debo señalar con relación a lo expuesto, que a la mediación, en


términos esquemáticos, se le asocia con cuestiones operativas, de medios o
vehículos de la acción política, de ahí su énfasis en las instituciones representativas,
que expliqué al inicio. Más cercano a la postura de este trabajo, está lo que
antecede, la mediación como procesos de dominación, no considerando al Estado
como la mediación que distribuye el poder entre los dominadores y los dominados,
sino más bien como una forma dentro del sistema capitalista, distribuyéndose el
poder-sobre no a través del poder que se le da a la forma Estado, sino al despliegue
de las relaciones sociales.

En este sentido, la mediación es una forma política, que se da a través de la


construcción social. La mediación es una exigencia de cómo se piensan las
relaciones entre procesos, es el movimiento del fenómeno, es lo constitutivo de la
relación social, es afirmar que si la realidad está en movimiento, en ella se articulan
todos los fenómenos de la realidad, mostrando sus contradicciones. 64 Concretando
un poco más, diré que la mediación aparenta ser lo que "falta" para la marcha de
cualquier sistema o forma de gobierno, el vacío operativo entre las estructuras y las
coyunturas políticas,65 pero ese hueco no puede pensarse a través de las
mediaciones, como algo separado, ajeno y fetichizado. "La mediación se halla en el
propio objeto, no es algo que se halle entre el objeto y en lo que éste da." 66 Aceptar
la participación política y social a través de las mediaciones institucionales, equivale
a considerar "natural" la escisión que realiza el capitalismo neoliberal globalizado
entre Estado y sociedad, entre lo público y lo privado, entre lo económico y lo
político, todos como procesos fetichizantes bases de la dominación capitalista. Por
lo tanto, también equivale a cuestionar sobre la escisión del espacio político de la
constelación de instituciones representativas características del neoliberalismo.

* Doctora en Sociología, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México,


aliciahdegante@yahoo.com
1. Morlino, Leonardo. Cómo cambian los regímenes políticos, CEC, Madrid, 1985.
2. Negri, Antonio. "La crisis del espacio político", Vientos del Sur, no. 15, junio 1999.

3. Therborn, Göran. "Dominación del capital y aparición de la democracia", Cuadernos


Políticos, no. 23, 1980.

4. De este autor retomo sólo la idea de cómo se recluta la elite dirigente en las clases
dominantes. Para él, la dominación de clase se ejerce en continua lucha de clases.
El Estado se emerge como el centro del poder sobre el cual giran el resto de las
relaciones, los representantes representan los intereses de clase, son los dirigentes
del Estado, la representación alude a una relación entre la clase dominante –la
burguesía- y el Estado; en cambio, la mediación es una relación trifásica entre la
clase dominante, el Estado y los dominados. Posturas con las que no coincido, dado
que el Estado es una forma más en las relaciones de sociales de dominación.
Therborn, Göran. ¿Cómo domina la clase dominante? Aparatos de estado y poder
estatal en el feudalismo, el capitalismo, y el socialismo, 5ª. ed., Siglo XXI, México,
1997, particularmente las pp. 217-267.

5. El reclutamiento de las elites en la institucionalización política de la burguesía se ha


dado con poca frecuencia, en Estado Unidos algunas cuestiones de política nacional
son confiadas a comités de hombres de negocios importantes; en la elección de
representantes con base a los notables y a la cooptación de la población cautiva, en
España y en México se ha presentado el caciquismo, el coronalismo en Brasil, Ibid.
pp. 224-230

6. En el formato de representación estatista, los regimenes militares tienen en América


Latina una trágica historia. Los problemas de representación y legitimidad no tienden
a obstaculizar la explotación. Tres factores inciden: la dependencia hacia países
extranjeros, las divisiones internas por la lucha por el poder y el subdesarrollo de las
economías, condiciones que no ponen en riesgo a los gobiernos representativos
siempre y cuando se sigan manteniendo y controlando los medios de represión. Ibid.
pp. 237-249

7. Ibid. pp. 250- 254

8. Dos ejemplos puedo mencionar del movimiento Estado, la Revolución Mexicana y el


peronismo en Argentina, Ibid.

9. Ibid. pp. 230-235

10. Lechner, Norbert. "Acerca del ordenamiento de la vida social por medio del Estado",
Revista Mexicana de Sociología, no. 3, julio-septiembre, 1981.

11. Dahl, Robert. La poliarquía, Tecnos, España, 1989.

12. Novaro, Marcos. Representación y liderazgo en las democracias contemporáneas,


Homo Sapiens Ediciones, Buenos Aires, 2000.
13. Rousseau, Juan Jacobo. El contrato social, Porrúa, México, 1996.

14. Kelsen, Hans. Teoría general del derecho y del Estado, UNAM, México, 1979.

15. Carpizo, Jorge. La Constitución Mexicana de 1917, UNAM, México, 1979.

16. Estas puntos que menciono están basadas en la lectura de la obra de Pitkin, Hanna.
El concepto de representación, CEC, Madrid, 1985.

17. Bobbio, Norberto. El futuro de la democracia, FCE, México, 1986, igualmente véase:
Pitkin, Hanna. El concepto de representación… op. cit.

18. Novaro, Marcos. Representación y liderazgo… op. cit.

19. Porras Nadales, Antonio. Representación y democracia avanzada, CEC, Madrid,


1994. Esta interpretación que hace el autor se basa en tesis habermasianas.

20. Novaro, Marcos. Representación y liderazgo… op. cit. Para este autor, Anthony
Downs es el autor de mayor influencia dentro de estas teorías pluralistas.

21. Ibid. Novaro menciona dentro de las teorías procedimentalistas a Hans Kelsen, quien
a pesar de defender a la democracia representativa, la considera una "ficción" al
hacerle creer al pueblo que está "representado."

22. Ibid. p. 46. Novaro ubica estas posturas en lo que denomina teorías constructivistas
o existenciales, cuyo origen remonta un siglo atrás, y donde convergen autores como
Carl Schmitt, Max Weber, Hermann Heller y Gerhard Leibholz.

23. Cfr. con Pitkin, Hanna. El concepto de representación… op. cit.

24. Therborn, Göran. ¿Cómo domina la clase dominante?… op. cit. "Mediación no quiere
decir, en este contexto, arbitraje, sino ejercicio del poder de clase a través del
Estado… [éste] no se interpone para separar a los combatientes, sino para
vincularlos mediante una relación asimétrica de dominación y explotación" p. 269. De
este autor, sólo retomo esquemáticamente, los mecanismos de los procesos de
mediación –centralización y totalización- que considera están permeados por la lucha
de clases, no coincidiendo con él en la identificación del centro del poder capitalista
en la figura del Estado de clase. Los dominadores conquistan y se representan a
través del Estado utilizando su poder para someter a los dominados.

25. Ibid. pp. 282-283

26. Para el análisis siguiente sobre el gobierno representativo retomo tres obras de un
estudioso del tema, véase: Manin, Bernard. Los principios del gobierno
representativo, Alianza, España, 1998; Manin, Bernard. "La metamorfosis de la
representación", en Mario R. de dos Santos (Coordinador), ¿Qué queda de la
representación política?, Nueva Sociedad, Venezuela, 1992; Manin, Bernard et al.
Democracy, Accountability and Representation, Cambridge University Press, 1999,
en "Elecciones y representación", Metapolítica, no. 37, septiembre-octubre, 2004.

27. Hamilton, Alexander, James Madison y John Jay. El Federalista, FCE, México, 1957;
Sieyès, Emmanuel J. ¿Qué es el Tercer Estado?, 2a. ed., UNAM, México, 1983.

28. Retomo las tres obras de B. Manin citadas anteriormente.

29. Las ideas de A. Smith y J. Bentham conjugaron bien los principios capitalistas y de
las instituciones liberales.

30. Gil Valdivia, Gerardo. La representación parlamentaria y las estructuras sociales y


económicas, UNAM, México, 1978.

31. De hecho, las movilizaciones empezaron en los años noventa. En México (1994), en
Ecuador (1997), en Perú (2000), en Argentina (2001) y en Bolivia (2003) En algunos
casos las movilizaciones crearon crisis políticas y económicas, en otras, resultado de
las protestas derrocaron gobiernos. En Venezuela llega al poder en 1999 Hugo
Chávez asumiendo nuevamente la presidencia en 2006; en 2003 llega al poder
Néstor Kirchner en Argentina; en Brasil Lula da Silva en 2003 y reelegido en 2007;
en Bolivia Evo Morales en 2005; en Ecuador, Rafael Correa en 2007; en Chile Michel
Bachelet en 2007. Para diciembre de 2006, "la mayoría de los gobiernos del
continente se definen progresistas o de izquierda, una realidad que los mismos
movimientos contribuyeron a configurar y que puede ayudarlos a crecer o bien a
bloquear su desarrollo" Zibechi, Raúl."Los movimientos hacia 2007", Diario La
Jornada, 30 diciembre de 2006.

32. La llegada al poder en América Latina de presidentes que abanderaron promesas de


campañas y luchas contra el modelo económico imperante, también es resultado de
la influencia de las movilizaciones en contra de la mundialización neoliberal. V.gr., los
zapatistas que volcaron la influencia de su lucha de ámbitos locales a mundiales; la
huelga y manifestación de 100,000 personas en Buenos Aires en 2000 para la
ruptura con el FMI y la suspensión del pago de la deuda; en Ecuador en el 2000 el
levantamiento de los indígenas, la ocupación del Palacio Presidencial y las más de
1.500,000 firmas en contra del pago de la deuda externa, y los encuentros y foros
sociales a todos los niveles. En octubre del 2000 se entregó a la ONU un Manifiesto
resultado del referéndum popular del no-pago a la deuda externa bajo el lema "El
grito de los excluidos". http://lafogata.org , 11 octubre 2000.

33. Elías, Antonio (Compilador). Los gobiernos progresistas en debate. Argentina, Brasil,
Chile, Venezuela y Uruguay, CLACSO, Argentina, 2006, p. 8

34. Elías, Antonio (Compilador). Los gobiernos progresistas… op. cit. Estas afirmaciones
corresponde a una parte de los consensos que a modo de cierre se expusieron en la
sesión final de los talleres sobre los gobiernos progresistas. En este sentido deben
reconocerse las constantes acciones para lograr la integración regional, v. gr., las
múltiples manifestaciones en contra del ALCA, o las acciones de junio de 2007 en
Paraguay La Cumbre de los Pueblos del Sur. Construyendo Soberanía, realizada en
paralelo y en contra del MERCOSUR... Otra opción de integración la constituye el
Banco del Sur pensado como una opción de financiamiento frente a los organismos
multilaterales, éste como banca de desarrollo para financiar proyectos de
infraestructura regional y también en apoyo a las empresas de los países firmantes:
Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva; Venezuela, Hugo Chávez; Ecuador, Rafael Correa;
Bolivia, Evo Morales; Paraguay, Nicanor Duarte Frutos y Tabaré Vázquez, de
Uruguay .Todos los socios tendrán representación igualitaria. La Jornada 10 de
diciembre de 2007.

35. Elías, Antonio (Compilador). Los gobiernos progresistas… op. cit.

36. Ibid.

37. V. gr., en palabras de ex vicepresidente del BM (1997-2000), J. Stiglitz: "Habían


predicado –y forzado– la apertura de los mercados en los países subdesarrollados
para sus productos industriales, pero seguían con sus mercados cerrados ante los
productos de los países en desarrollo, como los textiles y la agricultura. Predicaron a
los países en desarrollo para que no subsidiaran a sus industrias, pero ellos
siguieron derramando miles de millones en subsidios a los agricultores, haciendo
imposible que los países en desarrollo pudieran competir. Predicaron las virtudes de
los mercados competitivos, pero EE UU se apresuró a propiciar cárteles globales en
el acero y el aluminio cuando sus industrias locales fueron amenazadas por las
importaciones… recomendó la liberalización de los servicios financieros, pero
rechazó la liberalización de los sectores donde los países subdesarrollados tienen
fuerza, como la construcción y los servicios marítimos… la agenda comercial ha sido
tan injusta que no sólo los países pobres no han recibido una cuota equitativa de los
beneficios sino que la región más pobre del mundo, el África subsahariana, de hecho
empeoró como resultado de la última ronda de las negociaciones comerciales"
Stiglitz, Joseph E. El malestar en la globalización, Taurus-Santillana, Madrid, 2002, p.
305

38. Zibechi, Raúl. "La segunda oleada neoliberal", http://www.argenpress.info, 22 febrero


2007. Se refiere a la necesidad de diversificar las fuentes de energía para bajar la
dependencia hacia el petróleo, pero no destinada al mercado interno. Los gobiernos
progresistas que le han apuntado apoyo a las potencias para su crecimiento
industrial son Argentina con el cultivo de los transgénicos, Uruguay con la instalación
de plantas de celulosa y Brasil con la caña de azúcar.

39. "¿Cómo se lucha contra la explotación y la pobreza sin redistribuir la riqueza?


¿Cómo se recuperan las riquezas básicas, en manos de las multinacionales, cuyas
fortunas se han logrado bajo contratos ilícitos y evadiendo capitales? ¿Qué pasa si
se realizan reformas agrarias para limitar el poder de las oligarquías terratenientes y
se potencia la organización popular de los trabajadores del campo para crear
cooperativas de producción? ¿Qué ocurre cuando se busca refundar el Estado sobre
leyes de autonomía que reconocen la realidad multiétnica de los pueblos indios?
Cuando éstas y otras cuestiones se ponen sobre la mesa desaparece para siempre
el ideario progresista y de izquierda de la burguesía latinoamericana. Les aflora su
condición de clase y se ubican donde siempre han estado... Como siempre, llegué a
la misma conclusión: debo ser progresista y de izquierda, pero sin dejar de ser buen
liberal y capitalista" Roitman Rosenmann, Marcos. "Las burguesías progresistas y
liberales", La Jornada, 15 de julio 2007.

40. Modonesi, Massimo. "Izquierda institucional versus izquierda social", Bajo el Volcán,
no. 2, 2001.

41. Zibechi, Raúl. "Poder y representación: ese Estado que llevamos dentro", en Bajo el
Volcán, no. 4, 2002.

42. Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido,


Siglo XXI, México, 2001.

43. Holloway, John. Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolución
hoy, Herramienta-BUAP, Argentina, 2002, p. 27

44. Ibid.

45. Zibechi, Raúl. "Poder y representación… op. cit., p. 153

46. Modonesi, Massimo. "Izquierda institucional… op. cit.

47. Ibid.

48. Ibid.

49. Ibid.

50. Según Modonesi las experiencias en Europa no se alejarían mucho de América


Latina. Ibid.

51. Petras, James. "Situación actual en América Latina", www.rebelion.org, 13 de junio


2003.

52. Ibid.

53. Almeyra, Guillermo. "La revolución en el siglo XXI. Movimientos sociales, resistencia,
construcción de una subjetividad no alienada", Imperio y resistencias, Memorias del
Coloquio Internacional, UAM-X, 4-6 de octubre 2005, DC/1622, COLMEX.

54. Zibechi, Raúl. "El resistible retorno de las derechas", http://www.lafogata.org/, 25 de


agosto 2007.
55. Zibechi, Raúl. "Los movimientos hacia 2007", La Jornada, 30 de diciembre de 2006.

56. Petras, James. "Latinoamérica: la clase media, los movimientos sociales y la


izquierda", www.rebelion.org/, 6 de junio 2007. En opinión de Petras: en Brasil,
funcionarios, profesionales, abogados, burócratas sindicales ambiciosos se
apoderaron del PT que llevó a Lula de Silva al poder; en Argentina, la clase media
apoyó el régimen neoliberal de Menen por los créditos baratos, tasas de interés
bajas, bienes de consumo módicos y la economía dolarizada; el colapso económico
de 2001-2002, radicalizó a la clase media quien tomo las calles en masivas
rebeliones y solidarizándose con diversos movimientos sociales; en Bolivia, el MAS,
conformado mayoritariamente por bases electoral del campo e indígenas, sus
ministros son profesionales burgueses, tecnócratas y abogados quienes llevaron al
poder a E. Morales, tensionaron las luchas sociales con un viro hacia la derecha.

57. Therborn, Göran. ¿Cómo domina la clase dominante?… op. cit.

58. Ibid.

59. Prada, Raúl. "¿Qué es ser de izquierda ahora en América Latina?, en Elías, Antonio
(Compilador). Los gobiernos progresistas… op. cit.

60. Ibid.

61. Therborn, Göran. ¿Cómo domina la clase dominante?… op. cit. La aparición y
desarrollo de la democracia al interior del capitalismo ha sido complejo, pero lo que
me interesa señalar de Therborn, son las siguientes apreciaciones: Si la implantación
de la democracia significaba la inclusión de las mayorías y éstas llegaban a las
legislaturas populares o a los cuerpos municipales incrementarían gradualmente los
impuestos, por eso la oposición de los liberales de los siglos XIX y XX para ligar a la
democracia con la propiedad privada, p. 36. Posteriormente, "Lo que hace posible la
democracia capitalista es una característica única entre todos los modos de
producción conocidos. El capitalismo es un modo impersonal de explotación que
implica el dominio del capital antes que la dominación personal de la burguesía… en
la forma de producción en busca de beneficios siempre crecientes, bajo condiciones
de competencia en un mercado impersonal. El dominio del capital requiere de un
Estado para su apoyo y protección… mientras sostenga el reino separado de la
`sociedad civil´… no tiene que ser dirigido personalmente por los burgueses… los
políticos burgueses han aprendido los muchos mecanismos que tienen a su
disposición para mantener el Estado en armonía con las necesidades del capital.
Esta característica puede explicar por qué el gobierno impersonal de una diminuta
minoría es concebible bajo formas democráticas… las luchas de clase obrera por el
sufragio universal y por un gobierno libremente elegido jamás fue por sí misma
suficiente para imponer… una democracia burguesa… existen otras tendencias
internas del capitalismo que… pueden generar fuerzas democratizadoras distintas de
la lucha de la clase obrera…Las relaciones de producción capitalista tienden a crear
una clase dominante internamente competitiva y pacíficamente desunida" Ibid. p. 37

62. Houtart, François. "Los movimientos sociales y la construcción de un nuevo sujeto


histórico" en: Borón, Atilio, Javier Amadeo y Sabrina González (Coordinadores). La
teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas, CLACSO, Argentina, 2006.

63. No obstante debo señalar que sólo para fines de un análisis sistemático sobre la
representación política como una forma de dominación utilizada por la democracia
liberal, consideré a la región de América Latina en este ensayo, pero que Venezuela
y el liderazgo asumido en la región latinoamericana por el presidente Hugo Chávez
en contra de las políticas del capitalismo neoliberal globalizado merecen en ese
contexto otro tratamiento.

64. Zemelman, Hugo. "El problema de la mediación", Notas de clase, Instituto de


Ciencias Sociales y Humanidades, BUAP, julio 1999.
65. De Ipola, Emilio. "Estructura, coyuntura: las mediaciones", FLACSO, octubre 1981.

66. Esta frase corresponde a T. Adorno, quien es retomado por: Williams, Raymond.
Marxismo y literatura, Península, Barcelona, 1980.

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