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Revolución y desarrollo humano

Stephen Sefton, 25 de septiembre 2022

Hace tres años, en la Cumbre sobre Objetivos de Desarrollo


Sostenible del 25 de septiembre 2019, la representación de
Nicaragua observó : “Para cumplir con la implementación de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, se requiere establecer un
nuevo modelo económico y financiero, y crear nuevos patrones
de producción y consumo acordes con estilos de vida sostenibles
y amigables con la Naturaleza…preocupa la falta de recursos y
el lento ritmo de la implementación de los Objetivos de
Desarrollo Sostenibles (ODS) en general, corriéndose el riesgo
de no cumplir a cabalidad, a nivel global, con todas las metas
planteadas.”

Con esa intervención Nicaragua indicaba una realidad, que para


el mundo mayoritario el principal obstáculo a su desarrollo es la
mala fe de Estados Unidos y sus aliados, quienes jamás van a
ceder de manera consensuada sus históricas ventajas
construidas en base a la conquista, el genocidio y la esclavitud.
Otro claro ejemplo de esta realidad se presentó la semana pasada
cuando la Federación Rusa ofreció a donar 300,000 toneladas de
fertilizantes a los países mas necesitadas, en barcos actualmente
estancados en puertos europeos por motivo de las sanciones
financieras que afectan empresas de seguros y de transporte
marítimo. Canciller Sergei Lavrov explicó en la Asamblea
General de la ONU, "Llevamos ya semanas recordando que hay
300.000 toneladas de fertilizantes retenidas en los puertos
europeos, y hace tiempo que ofrecimos transferirlas
gratuitamente a los países necesitados de África, pero la UE no
ha respondido".

Se trata de otro ejemplo vergonzoso de la interminable guerra


de Occidente contra el mundo mayoritario en que choca el
sistema de la acumulación de riqueza en beneficio de una élite
que domina el mundo, contra una visión y práctica solidaria
enfocada en el desarrollo de la persona humana en un mundo
multipolar. Entonces cuando Nicaragua llamó en 2019 para un
nuevo modelo económico y financiero estaba predicando un
imperativo lo cuál en estos momentos se está imponiendo con
suma urgencia. Este choque entre diferentes visiones del
desarrollo siempre ha caracterizado las relaciones
internacionales. Quizás su expresión más elaborada fue la
Declaración sobre el Derecho al Desarrollo aprobado en
diciembre 1986 con 146 votos. Estados Unidos votó en contra.

Actualmente esa histórica declaración existe más que todo como


una fantasma que sirve para recordar la mala fe de los países
ricos los cuales han hecho todo lo posible para enterrarlo porque
sentó precedentes muy inconvenientes para Estados Unidos y
sus aliados. El Derecho al Desarrollo defiende el principio de la
autodeterminación de los pueblos, requiere intervenciones
decididas de parte de los gobiernos nacionales y sus obligaciones
son vinculantes para todos los actores que puedan afectar los
derechos humanos por sus acciones u omisiones. Es evidente
que estas características hacen la Declaración completamente
inaceptable para las élites occidentales.

Estados Unidos y sus aliados actúan constantemente para


denegar el derecho a la autodeterminación de los pueblos. No
aceptan priorizar la persona humana por encima de la
acumulación de la riqueza. El capitalismo occidental busca
minimizar el papel del Estado nacional, reduciendo a un mínimo
el sector público. El reconocimiento del amplio número de
actores que puedan afectar los derechos humanos desafía la
interpretación sesgada occidental de que solamente los Estados
puedan violar los derechos humanos, de esa manera denegando
importancia a los derechos sociales y económicos.

La Declaración requiere que los países desarrollados brinden


cooperación eficaz a los países empobrecidos y que todos los
Estados promueven la paz y seguridad internacional. También
insiste que los Estados protegen sus poblaciones de la injerencia
extranjera y de las amenazas de agresión. La Declaración no
solamente afirma el derecho de los pueblos a la
autodeterminación sino también a la soberanía sobre sus
riquezas y recursos naturales. Plantea el derecho y deber de los
Estados a formular políticas de desarrollo humano nacional que
promueven la mejora constante de sus poblaciones en base a la
participación activa y una distribución equitativa de los recursos.
Es importante recordar estos principios en el contexto
internacional y regional porque la Declaración al Desarrollo del
1986 en efecto estableció las normas del mundo multipolar que
está emergiendo ahora. Y esto explica en gran medida porque
las élites de Estados Unidos y los gobiernos que compran cada
cuatro años están tan obsesionadas con la destrucción del
gobierno Sandinista en Nicaragua. Porque solamente con los
gobiernos del Frente Sandinista de Liberación Nacional ha
Nicaragua tenido un Plan Nacional de Desarrollo Humano.

Los planes se han implementado de 2007 a 2011, de 2012 a 2016


y, a pesar de las multi-millonarias pérdidas provocadas por el
fallido intento de golpe, de 2017 a 2021. Ahora en el período
2022 a 2026 se está ejecutando el actual Plan Nacional de Lucha
Contra la Pobreza y por el Desarrollo Humano. Estos planes han
cumplido de manera ejemplar con los principios plasmados en la
Declaración sobre el Derecho al Desarrollo de 1986, y se han
logrado implementar de manera exitosa en un contexto regional
e internacional muy adversa. El mero hecho de tener un Plan
Nacional de Desarrollo Humano es profundamente
revolucionario porque su implementación comprometida con un
enfoque inalterable sobre la persona humana representa un
desafío radical al estatus quo ideológico del capitalismo en su
fase neoliberal.
Es fácil enumerar los logros sociales y económicos de Nicaragua
liderado por el Presidente Comandante Daniel Ortgea y la Vice
Presidenta Compañera Rosario, especialmente en relación a la
reducción de la pobreza. Son logros reconocidos por diversas
instituciones internacionales, desde el Banco Mundial a la
Organización Panamericana de Salud, a la UNESCO y la
Organización de las Naciones Unidas para La Alimentación y la
Agricultura (FAO). El enfoque de las políticas de desarrollo
humano en la reducción de la pobreza ha consistido en una
amplia democratización de la economía para integrar como
sujetos activamente productivos a amplios sectores de la
población antes excluidas de una participación activa en la
economía, especialmente las mujeres.
Se puede ver una progresión natural y lógico en los Planes
Nacionales de Desarrollo Humano en Nicaragua. La reducción
de la pobreza por medio de la democratización económica
requiere la ampliación y modernización de infraestructura vial y
portuaria, de energía eléctrica y de agua y saneamiento y
también la garantía de acceso universal a servicios de salud y
educación de calidad. Y esto también es una práctica
revolucionaria en el contexto del dominio del capitalismo
financiero especulativo internacional. La masiva inversión en
infraestructura pública para promover y facilitar la producción y
la productividad nacional contradice la lógica de extracción
financiera del capitalismo neoliberal que ha destruido la
sostenibilidad productiva en Estados Unidos.
Las políticas de desarrollo humano en Nicaragua efectivamente
reafirman el valor revolucionario de los principios de la
Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, especialmente
frente a las virulentas políticas reaccionarias y xenófobas de los
Estados Unidos y la Unión Europea. Las cínicas élites que
dominan esos países nunca han tenido la intención de promover
el desarrollo de sus históricas víctimas. Nicaragua ofrece un
ejemplo modelo a los países de la región de cómo un pequeño
país, históricamente explotado y empobrecido, puede garantizar
niveles de desarrollo humano sin precedentes a su población con
un gobierno motivado por un auténtico compromiso
revolucionario.

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