El ser humano es como el viento. A veces acariciamos a los
demás con nuestra suave brisa y otras veces azotamos nuestras fuertes ráfagas con maldad. Somos callados, como el aire que no sopla o podemos ser molestos como la brisa alborotada que va y viene haciendo golpear puestas y ventanas. El hombre es como el viento que se lleva lo que puede elevar, nunca sabrás a dónde se lo llevará, así como nunca sabrás más de lo que el ser humano desee que sepas sobre él.