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LA IMPASIBILIDAD COLOMBIANA

CRISTIAN FERNEY GALINDO LAGUNA*


Resumen: En el proceso histórico de la conformación de Colombia como Nación independiente, las
problemáticas han sido variadas; sin embargo, lo que respecta a la violencia ha sido la peor
situación que ha atentado durante los últimos años burdamente a una sociedad polarizada.
Al transcurso del tiempo, la historia de nuestro país nos ha demostrado que la costumbre del individuo
es sin duda alguna sobrevivir, y a su vez, esta carrera por la supervivencia nos ha llevado desde nuestra
independencia a vivir arraigados y sometidos a una cultura enmarcada en la violencia, la cual ha sido
justificada con el fin de hallar resultados para perjuicio colectivo.
Hoy, a tan solo meses de las elecciones para la presidencia muchos se preguntan el porqué del aumento
de las masacres contra los líderes sociales, alcaldes, gobernadores, indígenas, afrodescendientes y otras
minorías. Pero, aun así, con todos estos problemas, lo irónico del asunto es que estas noticias se toman
con total alivio. Se nos ha introducido por parte de los medios de comunicación el amarillismo y el
morbo que provoca la muerte de muchos otros. Somos tan indiferentes ante estos asesinatos, ante los
robos, ante los hechos del narcotráfico y corrupción que se desglosan en violencia, que ahora ver estas
noticias es un pasatiempo. Los mismos medios periodísticos nos hacen deglutir las noticias en el
momento en que se toman los alimentos.
Somos una sociedad herida por diferentes sucesos, y al mismo tiempo, y lamentablemente muy
apartada de una realidad que debería incomodar, no obstante, seguimos mirando el horizonte a través
de una pantalla que, en lugar de enriquecer con información valiosa, hace que la mente de las masas
conviva con los criterios homicidas de un Estado que no ha podido mantener el orden, agregando el
silencio absoluto de la misma población frente a estas problemáticas. “La frecuencia de un nuevo
comportamiento aprendido incrementará a lo largo del tiempo y se convertirá en habitual para una
población”1
Sin embargo, esto no es de ahora, ¿por qué no remontarnos al pasado? Durante estos últimos años el
país a manos de diferentes guerrillas, grupos delincuenciales y narcotraficantes, ha presenciado muchos
ataques.
Atentados al restaurante Piso 30 del edificio Residencias Tequendama (2002), Club el Nogal
(2003), Edificio Caracol Radio (2010), Centro Comercial Andino (2017), Escuela de Cadetes
de Policía General Santander (2019)2.
Pues bien, la cuestión va inmersa en que somos tan sumisos que ya este derramamiento de sangre
informado se toma con total normalidad. Claro está que “el hombre tiende hacia el bien, pero es
también capaz del mal”3 y este se es totalmente visible en nuestra cultura cuando somos partícipes de la

1
* Estudiante de II de Discipular. Pertenece: Área Intelectual. Correo: cristian25gl@hotmail.com, Publicado: 06 febrero
2022
C. EMBER – M. EMBER, (1997) Antropología Cultural, Madrid, España. (p. 411).
2
RODRÍGUEZ, C. (2020), Atentados terroristas y su contexto en Colombia. Recuperado de Atentados terroristas y su
contexto en Colombia (uniminutoradio.com.co).
3
JUAN PABLO II (1991), Centesimus annus, EDIBESA, Roma, Italia.
tolerancia hacia estos hechos, y no alzamos un grito de protesta por quienes necesitan de nosotros.
Porque es indignante que la persona humana al tiempo actual de nuestro entorno se esté degradando
descaradamente.
“En efecto, nuestro último bien es aquello por lo que deben desearse todos los demás bienes, y
él por sí mismo. Y el último mal es aquello por lo que deben evitarse todos los demás males, y
él por sí mismo”.4
Por ende, nosotros como hombres conducidos por el derecho natural debemos ir conduciendo nuestra
conducta, nuestras costumbres al bien en su plenitud, para que el mal individual que afecta a lo
colectivo se vaya consumiendo, con la finalidad misma de que lo personal repercuta de manera positiva
a nivel comunitario, bajo un lema de respeto, más no ideológico.
Finalmente, entendiendo las características de las cuestiones culturales de nuestro país, está en nuestras
manos preparar a las generaciones futuras para enseñarles a sentir, y no, no es dejarles un mejor país a
las generaciones, si no hacer que las generaciones hagan un mejor país, porque partiendo de allí nos
daremos cuenta cuan formación importante se ha impartido al pueblo colombiano. Por ahora sólo
queda tomar conciencia y abogar, actuar, en visión del progreso.

4
SAN AGUSTÍN (2004), Civitas Dei, La BAC, Madrid, España. (p. 543).

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