Una de las principales problemáticas que se aborda en la Tertulia
de Filósofos, del programa En Perspectiva, es el tema del
sufrimiento subjetivo. Lo que los estoicos comparten respecto a lo dicho es que, los acontecimientos no es lo que hace sufrir a la gente en sí, sino la forma en la que reaccionamos ante éstos. Lo que sentimos es una interpretación de nuestras experiencias y, si a través de la reflexión, la meditación y el razonamiento podemos cambiar la forma en la que los percibimos, la forma en la que experimentamos el mundo también lo hará.
Incluso los que se ven más afortunados necesitan aprender a
responder ante las adversidades. Pues en mayor o menor medida, todos sufrimos y es natural que así sea. Lamentarse sobre lo que no se puede cambiar es comprensible, pero no es algo eficiente. No se puede cambiar un acontecimiento desgraciado, por ejemplo el de un duelo, pero sí que podemos cambiar la forma en la que reaccionamos ante éste, buscando la imperturbabilidad del alma.
Hacemos que nuestros problemas sean más difíciles al creer que se
trata de una situación excepcional. Por lo tanto, es importante contextualizar las cosas para recordar que otras generaciones pasadas han sufrido terribles padecimientos. Esto, lejos de intentar ser el consuelo del mediocre (como algunos enuncian ligeramente…), tiene la finalidad de conectar con una perspectiva amplia, obteniendo una noción más profunda de los vaivenes de la vida y no mirarse todo el tiempo el ombligo.
Como estoico hay que estar preparado para lo peor y así enfrentar la congoja y las emociones negativas a fin de que no nos afecten de sobremanera.
El observar que la gente sufre con frecuencia adversidades, pero
que han aliviado sus desdichas gracias a su perseverancia, hace valer las palabras de Nietzsche, que coincidía en varios puntos con los modelos estoicos, cuando decía: "Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos".