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(El ©ttaaalnora. f ;:'1f. I'» l i r n A i t t l I J '
,1a cabeza caída solue el p e c h o , ((ucda el '^'p!' Era íhnia que lanzaba • i:
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bV V avilando cí g"olpe Iiomiciilwj fiii-ró con una ruidosa algazara. T u r i o las observaba -
gues'iJailaá su cnciiiiíjo en el cosUilo. en silencio, y daba de vez en cuando una
— Y o os jiroporciouai'é una entrevista que risotada seca é infernal.
seJ-á la última (»l'jo con voz leri-iblü y i't- U n horrible trueno Jiizo estremecer á^
Yoleándose en su s a n g r e , ) Scñoi' C o n d e ! toda la eai)erna; en aquel instante apareció '
gi-aeias, gracias por la lieridi» que me ha- el conde Rodolfo. Una alegria diabólica s e '
béis üeeho.... Mas valla que os hubieseis vio pintada ei» el íostru del asesino. Í;;*/»!
dejado malar.... P e r o yo me venj/aré mas — E n t r a d conde Rodolfo, le dijo, veo q u e '
tériihllímente. Dló una earcajíula sardóni- sois buen cahaUero, y q u e no faltáis á ias
c a , se levantó y desapareció cou la vclo- citas que se os dan. E l Conde lo miró COD
crdad del rayo. indignación. E n aquel instante le vieron
Algunos'días después p s c a n d o el C o n - las viejas, y empezaron á reir y cliillar
de ensu eahalloy seguido de su íiel D i i l h s l , bailando al rededor suyo. E l joven estaba
observó la punía de un pergamino cuida- helado de t e r r o r . — A h o r a , mi buen señor,
dosamente puesto en la silla de su bridón; dijo T u r l o con calma afectada, ahora quie-
lo l o m ó , y con admiración leyó estaspala- ro cumpliros nna promesa q n c os hice al pie ^
bras: nAl tuque dti oracíotttSy en la cueva del sicómoro; os voy á proporcionar uua
diíl Diablo,"- -- • • „. , . . entrevista con vuestra amada, que os eer&
mny agradable. \ tomándole por la mano
lo arrastró delante del cadáver mutilado de
la joven. Rodolfo dio un grito de horror al
Cansado estoy ya de agnardar al señor reconocer á Eleonora y cayó desmayado. .
C u n d e ; yo le creía ntas puntual: lince ^a mus Las brujas seguían danzamfo en derredor
de media bura í[ue sonó el toque de ora- del círculo fosfórico. T u r i o se sentó j u n t o
ciones y aun no parece. P o r el omhlig'o de al jÓAcn con nna alegria mas terrible q u e
Salauás que se \a á divei'tir un ralo la saña de la hiena, y sacando sn puñal se
l i ó l a ! > lejas luahlilas , (pié demonios estáis puso ú aíilarlo en las lozas. E l joven volvió
bacientlo ahí lufiernol.... pues no se cu si, y vio á su lado la cara azufrada del
catán di>it't¡endü con mi presa. heclilccro.—Mátame, miserable! Ic dijo con
T o r i o t e levantó de un sitial de grani- acento desesperado.—Calmaos, mi Hcñor,
t o , porqué en electo él era el que asi ha- y oid nna historia que os quiero contar:
blaba , y se acercó á un estrecho eaUejon Erase una joven divina y hermosa como el
de ia cueva donde se hallaban amontonados sol, pura como los ángeles, y querida de
iiiíinidadde e-iqueielos y dos cuerpos atroz- todos: un señor de alta esfera se enamoró
ineiite niiitilatlus. P i e z ú doce viejas andra- de ella ; pues bien, ella no fue indiferente
josas y de lisonomia inlernal, rodeaban el á su pasión. Habla también un pobre liom-
cadáver de una joven herniosaj y se enlre- brc sin t í t u l o s , sin fortuna, pero que la
leuiaii en quitarle sus ve.-tidos y ebtipar su amaba con frenesí, y que no pudo alcanzar'
üuugro: una de ellas tocaLa una panderetilla sino desprecios. Este hombre presenció nías
á cuyo non danzaba un niaibu cabrio (!<' |>'ran- de un coloquio amoroso entre el joven y
de magnitud., negro como el liolliii, de re- ella; su alma se llenó de celos y quiso ven.
torcido-i cuernos y jp-ande barba. Otra de garse.» E l Conde trató de levanlarscr, pero
elia-i ilecia palabras Incoiti-jieusibles y con- T u r i o lo detuvo con su puñal, y prosiguió:
juros aterradores. T o r i o dio d¡- puñetazos á «pues cuino iba diciendo, quiso vengarse^
algimaf; de ellas, tomó el c a l á i e r d e la j o - pero él lo hirió antes de ser herido: eu-
ven, lo puso en pie contra \» p:ired, lo con- túuces el hombre ultrajado se iitti'oilujo, en
templó p<'r largo rato, dio un gemido y el silencio de la noche, eu la habitación de
>ol\ió al sitial.
L a i brujas empezaron á trazar en el sue- la joven A'edla va en su poilcr»
lo sobre una loza de marmol negro mi eir- Una eonvulsinu serdcjaiite á la tum se •
cniu que al punto se incendió con hiz aiu- esperimenta al choipie de una máquituigal-.-
l'raila y pestífera; entonces colocaron al ma- vánica, agitaba todos los nervios del jó>eu, .
cho eumedio y comenzaron á dan2ar en re- y sus huesos crugian con uu sonido falat. '
dedor, dando grandes chillidos y haciendo —AdloS; conde Rodolfo, te desprecio de-
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