Al hablar de la división sexual del trabajo nos referimos al proceso por el cual se ha elegido un puesto para un determinado trabajo tomando en cuenta las habilidades, valores, competencia y características fisiológicas de un individuo. Decisiones que claramente abre una gran brecha que refleja la dificultad y desigualdad que una mujer puede sufrir al momento de adquirir un puesto en alguna empresa y aun mas si es en un puesto directivo, sin descartar las dificultades que un hombre podría tener. Por ahora tomaremos en cuenta solo a las mujeres. Pongámonos en contexto con unos ejemplos (chofer o puesto en cualquier empresa); es más difícil que una mujer pueda conseguir un puesto en alguna empresa por sus capacidades fisiológicas (embarazo), ya que en el último trimestre una mujer es muy susceptible a sufrir un accidente por lo que se creo el “permiso de maternidad”, permiso que claramente es un gasto extra para la empresa. También para muchos individuos, tanto hombres como mujeres, se les hace imposible o increíble ver a una mujer como chofer de algún servicio tanto publico como privado, al seguir la creencia popular de que una mujer “no sabe conducir” descartando que hombres como mujeres tenemos las mismas capacidades motrices y por ende cualquiera puede manejar. Tomando en cuenta los temas y dificultades que estas acciones pueden ocasionar, presentadas en la materia “La universidad como un espacio libre de violencia” , podemos llegar a una conclusión, sí es cierto que es más fácil hacer a un lado a las mujeres y aceptar solo hombres, ahorrando algunos pesos para la empresa, pero la inclusión y moral nos obliga a hacer algo al respecto, tal como generar estrategias en las que una mujer pueda ocupar un puesto alto, tales como trabajar desde casa durante su embarazo, respetando el “permiso de maternidad”, y como solución para el segundo ejemplo, simplemente debemos aceptar que a pesar de ser distintos físicamente, motrizmente somos iguales.