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Breve historia de la fotografía
flosscrr, Hdmud, ·n,codor }' Gu1rnunn, Hcinrich (1930). Au; drr Friih::;át der Photogm Boulevard du Temple, París, 3ra de Arrondisement.
phf r, 1840-1870. Un Ri!tlhuch 11t1r:h 200 Or�'!,iwrlm, f'rankfurr, 1930. Hcinrich Schwar1., Louis Jacques-Mandé Oaguerre, 1838. Primer daguerrotipo
David ( 1931) David Oa,l/ liw Hi/1. Da 1\;feisrerder l'horogmphie. Mit 80 Bild/(/fa/11, Lcipzig.
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Estética de /11 imageu Breve historia de la forogmjlfl 87
L as imágenes de D aguerrc era
n placas d e piara, y
la cnmern obscurn, que pre cisaba odadas e'·1um 1. 11ad re tra tos e n esta nueva técnica: no re tratos, sino imágenes a nónimas de gente.
as en
• n ser d ,
adas vue1·ta .de u
n I •ado y del otro
que, en la .iluminación '.adecu hasta Hacía mucho que esas cabezas existían en los cuadros. Si quedaban entre
. . '.ad•a' se pudº,era reconocer allí
un gns delicado. Eran pie zas unicas e . una imagen de las posesiones de la familia, cada ramo alguien preguntaba por el re trata•
• ·' n pron1 ed m, en e1 an• o 1839
por un a plac a 25 francos de oro· se pagaba do. Pero tras dos o rres generaciones este int erés enmudec e: las imáge nes,
. No r•ar�s
., veces se gu ardaban com .
eturs. Pero en manos de algun o Joyas en mientras perduran, l o hac en solo como testimonio del arte de aquel que las
os pinrores se conv.1 rri. eron en ,cn1.c
m ed .ios te pintó. Pero en la fotografía nos encontramos con algo nue vo y especial: en
T:a I como se renra años después . e . os.
. Utr illo • qu 1en conrecc1ono, sus f:a •
vistas de l as casas del arrabal p cinan es esa mujer pescadora d e New Havcn, que con pudor r an indolente y s eductor
arisino no según el • .
natur•al, s1·110 s.1gu1
•
·� as posc a1 es con ilus
r'arJct �endo r1as mira al sucio, queda algo que no se funde con el testimonio del arre de Hill
traciones así el a preciad p.1 1 ,º
D avid Ocravius Hill basó su 1ror y r tr tista inglés como fotógrafo, algo que no es posible acallar, indomable, que c ue s tiona el
frese' o del pr·imer s1110 do gen
e a
nosotros, ya nunca más tendrá una imagen pintada. A pesar de coda la habi li
dad del fotógrafo y de roda la planificación t:n la postura de su modelo, el ob
servador se sknre irresistiblemente forzado a buscar en una imagen semejante
la min{1scula chispita de azar, el aquí y ahora con que la re alida d ha re quema
do, por así de cir, el carácter de imagen, a encontrar ese punto insignificante
en que anida, en l a esencia [Sosein] de ese minuto hace canto tiempo pasado,
lo futuro aún hoy y de un modo can elocuente que nosotros, con mirada re
trospectiva, podt:mos de�cubrirlo. Pues es una naturalez a distinta de la que le
habla al ojo la que le habla a la cámar a; distinta ame todo porque, en el lugar
de un espacio entre te jido a conciencia por el hombre, aparece u no entretejido
inconsciememente. Si bien es habitual que nos hagamos una idea , por ejem
plo, del andar de la geme aunque sea de modo a proximativo, segurame nte no
sabremos nada de su postura en la fracción de segundo del 'echar a a ndar'.
Pero la fotografía con sus recursos -la cámara lcnra, el zoom- la revela. Se
conocerá lo inconsciente óptico recién a través de la fotografía, así como lo
inconscience pulsional a rravés del psicoanálisis. Las caracterísricas de la es
tr uctu ra, los tejidos celulares con los que acosrnmbran a lidiar la técnica y la
medicina: todo esto está originalmente en mayor parentesco con la cámara
que el paisaje lleno d<.: senrimiento o el retrato 11<.:no de espirirualiclad. Pero
al mismo tiempo la fotografía inaugura los aspectos fisonómicos en este ma
terial. mundos de imágenes [Bildwelten] que viven en lo m:ís pequeño, in
cerprerables y lo basr:inre ocultos como para enconrrar refugio en los sueños
de ojos abierros, pero ahora, grandes y formulables como se han vuelto, pa
ra develar la diferencia enrrc técnica y magia como una variable por com
pleto histórica. Así, con sus sorprendentes focos de plamas, BloBfeldc 1 h�1
puesto de manifiesto en las llamadas 'colas de cab:illo' las más antiguas
formas de columnas, en el r:tmo de un helecho el báculo episcopal, en bro
ces de arces y castaños aumentados diez veces árboles totémicos, en cardos
tracería gócic:t. Es por eso que también los modelos de alguien como Hill
no esrab:tn lejos de la verdad si, para ellos, "el fenómeno de la fotografía"
era aún "una gran y misteriosa vivencia"; acaso no haya sido para ellos nada
más que la conciencia de "estar frenre a un aparato que en el menor de los
lapsos podía generar una imagen dd enromo visible, que era tan viva y
daba un efecro can verdadero como la narnr:ileza misma". Se ha dicho de la
c:ímara de Hill que mancenía un discreto n:caco. Por su parce, sus modelos
no son menos reservados; conservan una cierta timidez anee el aparato y
ese axioma del "Nunca mires a la c:ímara" de un fotógrafo posterior, del
tiempo del Aorecimienro, bien podría deducirse de :tqucl modo de compor
tamiento. Pero con esto no se referían a ese '"a ri' re escán mirando" de los
animales, las personas o los bebés, que compromere al comprador de un
modo ran poco limpio y al que no puede contraponerse nada mejor que el
giro con que el viejo Dauchendcy h:tbla de la daguerroripia: "Al principio...
uno no se atrevía a mirar durante mucho tiempo las primeras imágenes que
se habían confeccionado. Uno se recelaba anee la niridez ele la gente y cr<.:Ía
que esas caras minúsculas de las personas que estaban en la imagen podrían
mirarnos a nosorros, ran desconcerrante era el efecto de la dcsacosrumbrada
niridez y de la desacostumbrada fidelidad al narural de las primeras imáge
nes del daguerrotipo en codos".
El fotógrafo Karl Dautheney. padre del poeta, y su esposa.
Karl Dautheney 3 Hlo(�feld1, K.1rl ( 1928) U,formm der Kumr. l'holl)gmphisrhe l'jl,munbilder, cdi1.1do y rnn
introducción de K.ul Nicrcndorf, 120 l:ímina,. Berlín.
1111.1
90
&téticn de In im Breve historia de In Jotogm.ftn 91
agen
modo estrafalario -el río Akx y la ría Riekchen, Trude cuando era pequeñi
ta, papá en el primer semescre de la faculrad- y finalmente, para completar
la igno minia, nosotros mismos: como un tirolés de salón, canrando a la
tirolesa, balanceando el sombrero contra una ventisca pintada a pincel, o
como un atildado marinero, pierna ele apoyo y pierna suelta, como corres
ponde, apoyadas contra un poste pulido. Aún recuerdan los escenarios de
semejantes recraros con sus pedestales, balaustradas y mesitas ovales a la
época en que, por los largos lapsos de exposición, había que dar punros de
sostén a los modelos para que quedaran quietos. Si en un principio se con
remaban con un 'sostén de cabeza' o 'apoyos de rodilla', pronto les siguieron
"otros suplemenros, tal como aparecían en cuadros famosos y por eso clebí:rn
ser 'arríscicos'. Al principio fue la columna y la cortina". Ya en los afios se
senta hombres m:ís capaces tuvieron que oponerse a estas extravagancias.
Así sc afirmaba por aquel entonces en un periódico inglés especializado:
"En las imágene� de la pintura la columna tiene una aparicncia plausible,
pero la forma en que se la aplica en la fotografía es absurda; pucsro que por
lo general está sobre una alfombra. Pero rodo el mundo estará convcncido
de que las columnas dc mármol o ele piedra no pueden estar construidas con
una alfombra como fundamento". En esa época surgieron aquellos ntelier
con sus drapeados)' palmeras, gobdinos y caballen:s, que flucruaban entre
ejecución y representación, cámara de.: rorruras y salón del crono, y dc los que
un rerrato de los primeros ricmpos de Kafka nos rrae un testimonio conmo
vedor. Allí se presenta en un traje infantil ajustado, casi humillante, cargado
de pasamanerías, el nifio de cerca de seis años en una especie de paisaje de
jardín de invierno. Al fondo, una fronda de palmcras. Y como si la consigna
fuera hacer más pringoso y m:ís sofocance este trópico de relleno, d modelo
sosrienc en la izquierda un sombrero desmesurado de ala ancha, como el de
los españoles. Es evidente que entre esros arreglos el modelo desaparecería
si esos ojos enormemente rrisres no dominaran este paisaje a ellos destinado
de antemano.
Esra imagen en su rristeza ilimitada es la comrapane ele las primeras
fotografías en que las personas no miraban at'.111 hacia el mundo, aisladas
y abandonadas de Dios, como aquí esre niño. Había un aura alrededor de
ellas, un medium que da a su mirada, en cuanto csta lo atraviesa, plenitud
}' seguridad. Y una vc1. más, el cquivalente técnico de esto resulta cvidente;
Retrato de Robert Bryson. D. o. Hill
consiste en el continuo absoluto dc la más clara luz a la más oscura sombra.
También aquí se cumple, por lo demás, la ley del anuncio previo de las
nuevas conquistas en la técnica m;1s antigua, en la medida en que la antigua
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Esrrrim de In i111ngen Brwe hiJrorin de In forogmfin 97
edirado por Camille Rechr.4 Los medios contemporáneos "no supieron nada
de esre hombre que la mayoría de las veces vagaba con sus foros por los ate
liers, las malvendía por unos centavos, muchas veces por el precio de una de
esas posrales que alrededor de 1900 mostraban can bonitas las imágenes de
la ciudad hundida en la noche azul, con la luna rerocada. Él alcanzó el polo
de la más aira maestría; pero en la obstinada humildad de un gran experto
que siempre vive en la sombra, se abstuvo de planear allí su bandera. De
csre modo, alguno puede creer haber descubierto el polo que Arger ya ames
había pisado". En efecro: las foros parisinas de Arger son los precursores de
la fotografía surrealista; rropa de avanzada de la única columna realmen
rc amplia que el surrealismo pudo poner en movimiento. En primer lugar,
desinfecró la armósfera sofocante que la forografía convencional de retratos
había irradiado en la época de decadencia. Limpia esca atmósfera, incluso la
depura; introduce la liberación del objero respecto del aura, que es el mérito
más indudable de la más recienre escuela de fotógrafos. Cuando Bífur o
Variété, revistas de la vanguardia, bajo el rírulo de "Westminscer", "Lille",
"Amberes" o "Breslau" solo muestran detalles, primero una porción de una
balauscrada, luego una cima pelada cuyas ramas cruzan en varios puntos
un farol a gas, en otra oportunidad es un cortafuego o un candelabro con un
salvavidas sobre el que se lec el nombre de la ciudad; esros no son nada más
que subrayados literarios de motivos fotográficos que Acget ya había des
cubierto. Buscaba lo desaparecido y desviado, y así es como rambién escas
imágenes se oponen al eco exócico, resplandeciente, románcico de los nom
bres de ciudad; absorben el aura de la realidad como agua de un barco que
se hunde. ¿Qué es en verdad el aura? Un extraño tejido de espacio y tiempo:
aparición única de una lejanía, no importa cuán cerca esté. En un medio
día de verano seguir en calma la línea de unas moncañas sobre el horizonre
o una rama que arroja su sombra sobre el observador, hasta que el instante o
la hora forman parte de su aparición: esto significa respirar el aura de escas
moma11as, de esca rama. Es que ahora 'acercar' las cosas hacia sí, más bien
hacia las masas, es una tendencia can apasionada de los acrualcs como la su
peración de lo único en cada siruación a través de su reproducción. Día a día
se hace valer inevicablemenre la necesidad de apropiarse del objeto desde la
mayor de las cercanías en la imagen [Bild]. o más bien en la copia [Abbild].
Y de forma inequívoca la copia se distingue, cal como los periódicos iluscra
dos y los semanarios la ponen a disposición, de la imagen. El caráccer único
Marché des Carmes, place Maubert. Eugene Atget, circa 1931
y la duración están en ella can ceñidameme imbricados como la fugacidad y
'1 A1gc1, Eug�ne ( 1930) lirhrbilder, con una imroducción de Carnille Rccht, París y Lcipzig.
100 Estétim de In imngen Breve historia de In fatogmfin 101
la repetibilidad en aquella. Ese quirarle su funda al objeto, esa destrucción reunió una serie de cabezas que en nada van a la zaga de la poderosa galería
del aura es la signacura de una percepción cuyo sentido para todo lo simi fisiognómica que abrieron un Eisensrein o un Pudovkin, y esto lo hizo bajo
lar en el mundo ha crecido tamo que, por medio de la reproducción, tam un punto de visea cienrífico. "Su obra completa está esrrucrurada en siete
bién lo extrae de lo único. Arger ignoró casi siempre "las grandes vistas y los grupos, que corresponden al orden social existente y ha de ser publicada en
así llamados emblemas"; pero no una larga línea de sosrenedores de botas; alrededor de 45 carpetas con 12 imágenes cada una." Hay ahora disponible
tampoco los patios de París, donde de la noche a la mañana están dispuestas una selección de 60 reproducciones, que ofrecen material inagotable para
en fila las carrerillas; no las mesitas después de la comida y la vajilla a lavar sin la contemplación. "Sander parre del campesino, del hombre arado a la tierra,
retirar, como se hallan de a ciemos de miles al mismo tiempo; no el burdel de conduce al observador a través de rodas los niveles y cipos de oficio hasta
la rue... número 5, cuyo cinco aparece gigantesco en cuatro puntos de la facha los representantes de la más aira civilización, y hacia abajo hasta el idiota."
da. Pero extrañamente, casi todas escas imágenes están vacías. Vacía la Porte El autor no se acercó a esca rarea enorme en tanto erudito, no aconsejado
d 'Arcueil jumo a losfarrifi, vacías las escaleras suntuosas, vacíos los parios, vacías por teóricos de la raza o investigadores sociales, sino, tal como afirma la
las terrazas de los cafés, vacía, como corresponde, la Place du Terrre. No son editorial, "desde la observación inmediata". Fue sin dudas una observación
solitarias, sino carentes de ambiente; la ciudad en estas imágenes está allanada desprejuiciada, incluso audaz, pero al mismo tiempo delicada, a saber, en
como una casa que al'.111 no ha encontrado un nuevo inquilino. Estos trabajos son los rérminos de las siguientes palabras de Goerhe: "Existe un empirismo
aquellos donde la fotografía surrealisra prepara una sanadora alienación entre delicado, que se hace del modo más íntimo idéntico al objeto y de esta forma
entorno y hombre. Le abre campo a la mirada entrenada en la política, anee la se convierte en verdadera teoría". Por consiguienre, es del todo correcto que
que todas las intimidades caen en beneficio de la clarificación del detalle. un observador como Doblin se haya topado precisamente con los momentos
Es evidenre que esca nueva mirada tendrá menor cosecha allí donde, por
lo demás, el asunto funcionaba más indulgentemente: en los retratos repre
sencativos, remunerables. Por otra parre, renunciar a los hombres es para la
fotografía la renuncia más incumplible de rodas. Y a quien no lo haya sabido,
le habrán enseriado las mejores películas rusas que también el milieu y el
paisaje se revelan, entre los fotógrafos, solo a aquel a quien sepa captarlos en
la aparición anónima que tienen en un rosrro. Sin embargo, esca posibilidad
esrá condicionada a su vez en airo grado por el fotografiado. Esa genera
ción que no estaba empe1íada en pasar a la posteridad en romas fotográficas,
sino que más bien ante semejances ceremonias se retiraba tímidamente en
su espacio viral -como Schopenhauer en la forografía de Frankfurr hacia
1850 en las profundidades del sillón- fue precisamente la que hacía llegar
ese espacio vital rambién a la placa; pero esca generación no dio en herencia
sus virtudes. Por primera vez desde hacía decenios, fue entonces que las
películas de los rusos dieron la oportunidad de hacer aparecer a gence frente
a la cámara que no tienen qué utilidad dar a su foco. Y por un insrance el
rostro humano fue colocado con un nuevo, inconmensurable significado
sobre la placa. Pero ya no era un retrato. ¿Qué era? El eminente mérito de
un fotógrafo alemán es haber respondido a esca pregunta. Augusr Sander s
Pastelero. August Sander Diputado (demócrata). August Sander
5 Sandcr. Aug 11s1 ( 1929) Amlirz der Zár. Srchzig A11f,11tl1111m dr11uchrr Mmschm drs 20.
J11hrh1111drru. con una irmoducción de ,\lfrcd Doblin. 1\1únich.
102 F.s1élicr1 de /11 i111ngen 103
Brti•e hisrori// de /,1 fo1ogr,ifin
de reproducción, se
cienríficos de es1a o bra y señale: "A�i como hay un.1 an,1tomia comparativa a
\a m•isma ep · oc��. con b· conformación de las técnicas .
pa n ir <le la c ual llegam os a una captación <le la naturalez.1 y de la historia de r • e 1 m do de capt • ción de l ·as grandes obras. Ya no es posible verlas
rrans1ormo
a
o
. . .
los ürganos, así este fotógrafo ejerció l.1 fotografía compar.niva. r obtuvo p o d ucc 1·ones de un individuo •· se
co1w1rc1 eron en construccos coleen-
. ..
co rn o r
. ..
de este modo un p unco de vis1a ciemífico por encima dd fotógrafo de deta hecho de asimilarlos esca asaet a.do a la cond1c1on
vos, ran po derOsos que el , n
• • los mérodos de reproducc1on mecamc so.
a
lles". Ser ia dt: lamenrar q ut: la siru.1ción económica impidiest: q ue se continúe
de r educ1· r1os. Al fj11 .,, a• l cabo d de dom 1-
publicando cm: corpu� ex1 raor<lin ari o. Pe ro a la editori al también es posible
una recn , 1· ca de rcd licción v, •iyud • an
· al • hombre a alcanzar ese gr a o
. ,
dedicarle otro alient o además de este básico, uno más preciso. De la noche a ,
• )'ª• no podnan ser empicadas de, n1ngun
nio sobre las obrls : S•111 el Clt•al esr·is
la ma11an a. o bras co mo la de Sander podrí an adq uirir un a acruali<lad insos
m odo.
emre rte y
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a 1:1 sera, ento, -
pech ada. L o� desplazamientos de p oder. ral com o �e e,peran emre nosotros, Si algo idemifica ho y a l as rel aci o nes a o
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ac ostumbran a volve r una necesid ad vital la formación, la agudiz ación <le la
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resó · enrre amb s r ves de la foc og ra fia
ces, 1 a censt· o· n 110 dºi rt1·11•1da· que ing
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interpreración fisiognómic a. Se p uede proveni r de la derecha o de la izquier ch s de l s q u e en ranr o fotógrafos, derermin
de I as obras de arte. M , u o o
da: habr:i q ue habit uarse a ser considerado de acuerdo al lugar del qut: un o n de la pinr ura. Le han dado la cspa�� a
rostro actual de esca técnic a proviene
de expresión hacia un a corr elact �n
viene. A su vez, deberem os ex amin ar de este modo r ambi1:n a los otro�. La tras intento s de despla·tar s us medios
o más ac mo su �cnt1do para
b s1g-
o bra de Sandcr es más q ue un libro de im:ígcne�: es un atlas de eje rciración.
viva, unívoca con la vida de hor. Cuant �
"En nuestra épo c.1 no hay ohra de ,1rce llUe se ob�er vc con mayor a1en nar ura de 1a e¡ • )oc�••, c�nto
.. • problcm·ític
m:is • o se {ue ,·o h•1end_ o su punto de
,
r años, 1� f�'.ograf1a h�c�:11ado
ción que el retrato fowgr.í íico de nue51 ro propio y o . de 105 pariemes más partida. Pues un a vez más, como h ace ochen �.
cre amas de
cercanos y amigos. de la muje r anuda", e\C ribi.1 ya para 190, Lichrw.1rk, 1 a post.1. d.e ¡ a pºincur.·i. Dice Mohol)·-Nao,•: :,. Las pos1bil1dades __
de�plaz:111do a�í la invesrig.1c:ión desde el ámbito de la di,1inl'.iones e,céticas y í de l as veces lenramenre p or esas
v1e ¡as
lo nuevo son d e vel ad a s la m a or a
nformación que básiG��1encc ya
hacia el de l:ts f unciones soci ales. Solo a p.mir de aq uí po dr:í seg uir avantan formas, viejos instrumenros y :ímbitos de co
o , pero qu� b ajo la � r�s1on
de es
do. Es c.1rac1eristico que el deb ate se hay.1 ohscin aJo, 1:n la m ayoría de l os ca están liquidados p or la aparición de lo nuev �
so .\, allí Jonde se trataba Je la estétic a de la '!orografía como arre', apenas emp ujad os a un rcílo rec1m 1enro cufo rico. De est e
nuevo que se prep ar a so n
rica� p_ roveyo la clara pro�lcm�-
concediendo un vistazo al hecho so ci al mucho m:ís incu1:stionablc del 'arte modo , por ejemplo, la pintu ra fu turisca (csd
la destruyo , esto es, _
como fot0g r.1fia'. Y sin emb arg o . el efecto de la reproJucción focogdfica de .
!ICa dC 1�.. 5· • 1n1lilcan• cida• d del movimienro q ue mas rarde _ , o ca
111om r11r); )' est en _ n ep
la conformación del momento temporal \Zei1
o u a
obras de arte e� de mucha mayor imp ortancia para la función del arce que
d diseño m:ís o men os artístico de una forografia para la q ue la vivencia per ún n h bí a sido comprendido..: De la
en que el cinc )':I era conocido , o a o a
haya pasado un siglo esra máquina será el pincel, la palera, los colores, la des sep:ua a los actuales del daguerrotipo, se descarga de sus tensiones históricas.
treza, la experiencia, la paciencia, la agilidad, el acierto, el colorido, el barniz, En el brillo de escas chispas esd el hecho de que las primeras forografías
el modelo, la consumación, el extracto de la pintura... Que nadie piense que la surjan can bellas e inaccesibles de la oscuridad de los días de los antepasados.
daguerrotipia macará el arre... Cuando la daguerrotipia, esca criarura enorme,
haya crecido; cuando codo su arre y su fortaleza se hayan desarrollado, enton
ces el genio la tomará de la nuca y exclamará: ¡ven aquí! ¡Ahora me perteneces!
Trabajaremos juncos." Por el contrario, cuán sobrias, incluso pesimistas las
palabras con que cuatro años más rarde, en el "Salón de 1959" anuncia Bau
delaire la nueva técnica a sus lectores. Al igual que las que se acaban de citar,
apenas si hoy pueden leerse sin un leve cambio en su énfasis. Pero siendo lo
opuesto a aquellas, han conservado su buen sencido como la más aguda defen
sa concra rodas las usurpaciones de la fotografía artística. "En estos días deplo
rables se produjo una industria nueva que no contribuyó poco a confirmar la
roncería en su fe... que el arce es y no puede ser otra cosa que la reproducción
[Wiedergnbe] exacta de la naruraleza... Un dios vengador ha oído las voces de
esca mulcirud. Daguerre fue su Mesías". Y rambién: "Si le está permitido a la
fotografía suplancar al arce en alguna de sus funciones, pronco la habrá suplan
rado y corrompido por completo, gracias a la alianza nacural que encontrará
en la multitud. Es necesario que vuelva a su verdadero deber, que es el de ser
la sirvienta de las ciencias y de las arres".
Pero algo no fue capeado entonces por ninguno de los dos -ni \'v'iertz ni
Baudelaire-: las directivas presentes en la autenricidad de la fotografía. No
siempre se conseguirá evitarlas con un reporraje, cuyos clichés solo tienen
por efecto asociarse a clichés del lenguaje en el observador. La cámara se
vuelve cada vez más pequeña, cada vez más preparada para registrar imá
genes pasajeras y secretas, cuyo shock hace detener en el espectador el me
canismo de asociación. En esre punro debe entrar en funciones el epígrafe
que incluye la fotografía en la licerarización de codas las relaciones de vida
y sin la cual coda construcción fotográfica deberá quedar suspendida en lo
aproximado. No por nada se han comparado algunas romas de Acgec con
las del lugar de un crimen. ¿Pero no es cada rincón de nuestras ciudades el
lugar de un crimen? ¿No es cada uno de sus transeúntes un criminal? ¿No
debe el fotógrafo -descendiente de los augures y de los arúspices- descubrir
la culpa en sus imágenes y se1íalar al culpable? Tal como se ha dicho, "no el
desconocedor de la escrirnra, sino el de la fotografía, será el analfabeto del
fururo". ¿Pero no será menos válido que un analfabeto un fotógrafo que no
pueda leer sus propias im:1gencs? ¿El epígrafe no se convertirá en parre esen
cial de la foro? Estas son preguntas en que la distancia de noventa años, que