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Colección La flor escogida

Flor 1

1 poema, 20 días
Antología de poetas en huida

Ediciones En Huda
© de los textos: los autores
© de la edición: Ediciones En uida
Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es)
Coordinador editorial: Ediciones En Huida

Edición No Venal

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1 poema, 20 días
Antología de poetas en huida

Ediciones En Huda
Nota de los editores

Esta colección que aquí comienza, ti-


tulada La flor escogida, serie destina-
da exclusivamente a la publicación de
obras antológicas, lo hace con un primer
número triplemente simbólico:
- reúne a todos los autores que hasta el
momento han publicado con EEH;
- es el primer título no venal de la edito-
rial, significándonos así , en la medida
de lo posible, con el duro tiempo que vi-
vimos;
- y es el primer título que sólo aparecerá
en formato digital (intentando llegar a
las múltiples plataformas que han apa-
recido hasta el momento).

Esperemos que disfrute de esta obra que


tan ilusionadamente hemos elaborado
y a la que nuestros autores, tan desinte-
resadamente ,se han prestado, cediendo,
en mucho de los casos, poemas inéditos.

Ediciones En Huida,
Enero de 2012
Índice de poetas

Adriana Schlittler Kausch 9


Ana Alvea Sánchez 15
Carmen Moral Pérez 19
Carmen Ramos 25
Curtis Bauer 31
Daniel García Florindo 39
Fran Nuño 47
Inma de Pando 53
Iván Onia 57
Jesús Cárdenas 63
José de María Romero Barea 67
Lorenzo Ortega Belchiz 73
Manuel Guerrero Cabrera 77
Mario Álvarez Porro 83
Martín Lucía 87
Nerea Riesco 91
Pedro Sánchez Sanz 95
Rafael de Cózar 99
Rocío Hernández Triano 106
P oeta de dolor medido,
Adriana Schlittler Kausch
(Porto Alegre, Brasil,1982),
es Licenciada en Filología Clá-
sica y Profesora de Latín y
Griego.

Artista plural ha participado


en proyectos audiovisuales de
fotografía, videoclips...

Con Crueldades afines inicia su


carrera lírica.
Y, dado su origen y trayecto-
ria, lo hace con un poemario
bilingüe, en español y por-
tugués. Poemario que recoge
su sentir lírico. Una poética
equidistante entre pasión y
mesura, entre dolor y alivio.

Adriana Schlittler Kausch


XXIII
Dentro de mí hay frío
como un asilo
que no sirve de asilo para nadie.
Dentro ahogo una flor que se abre
para morir en el estremecimiento.
Porque hay frío
y el frío se parece a la ausencia.

Dentro de mim há frio


como um refúgio
que não serve de refúgio para ninguém.
Dentro afogo uma flor que se abre
para morrer no estremecimento.
Porque há frio
e o frio é parecido com a ausência.

Crueldades Afines
XXIII
Tan desnutrida de ti,
cansada de mirar y no verme.
Si las horas me cabalgan,
¿qué hay de mí?
Un rostro deformado
en el eco
de mi memoria.

Tão desnutrida de ti,


cansada de olhar-me e não me ver.
Se as horas cavalgam-me,
o que há de mim?
Um rosto deformado
no eco
da minha memória.

Crueldades Afines
De la altura comprendo que no
hay
más voz que la tuya
Papel
Dueños
Algo arrugado
Si la voz
si la cordura
y todo me guarda en un estanque
como si pudiera morir dos veces
como si pudiera morir dos veces
Pienso que hoy
es mi último día
de invierno y de infierno
Lo demás es un adiós
que se va con tu nombre
Ana Alvea Sánch
Alvea Sánchez A
SánchezAna Alv
Ana Alvea Sánch
Alvea
P Sánchez A
oeta por pasión, Ana Alvea Sánchez es
Licenciada en Teoría de la Literatura y Li-
teratura Comparada y en Derecho. Actual-
mente cursa el doctorado de Teoría de la
Literatura en la Universidad de Granada.

Tras su aparición en varias obras grupales y


tras desarrollar la labor de editora, ha pu-
blicado su primer poemario, Interiores (Edi-
ciones En Huida, 2010), recorrido vital que
desde la memoria, atestigua el paso inexo-
rable del tiempo hasta el encuentro con el
inédito presente.

Un poemario que discurre por la senda


de la emoción, donde la autora plasma su
concepción poética y existencial desde un
yo trascendente en el que el lector podrá
identificarse plenamente por su exquisito y
depurado gusto y por una mirada contem-
plativa y asertiva del único don preciado, el
amor.
Lo que fue, Bruma
lo que creímos que fue,
lo que nos queda de aquellos días:

una aguda punzada en la sien,


la sensación de ahogo,
este rudo golpe en el pecho.
Todo lo demás, bruma.
ana
¿Cuánto tiempo es preciso
para llegar al fondo de los recuerdos?
¿Puede atraparse en ellos la verdad?

Interi
-I-
Un año más
nuevo viaje a ninguna parte
¿Acaso soñamos demasiado?

-II-
Transcurridos los años
adviertes
que ir a ninguna parte
es también un modo de vivir
sin brújulas ni mapas
abierto a la vida y su desconcierto
que allí
en el hueco o en la nada
todo nos espera.

Enseñanza
riores
Un arroyo, su murmullo.

El agua encuentra a la piedra, s


la bordea e
i y continúa en su fluir. n
n t
No como tú, i
é
d
que te empeñas en demoler,
d o
en eliminar a la piedra,
i
al menos desgastarla, é
t aunque te desgarres la piel p
o en ese intento. i
c
El agua discurre
o
como si nada la perturbara
ni hubiese obstáculo alguno
en su camino.
Poeta en constante búsqueda, Carmen Moral Pérez (Ca-
bra, 1980) es Licenciada en Periodismo y estudiante de
Arte dramático en la ESAD de Sevilla. A
Es autora de los libros de poesía De los vuelos del alma
(2001); Acantilado de mi memoria (2004) y Las manos
O
en duelo (2008). Ha sido incluida en la antología Egabro:
un milenio de poesía.
R
Con A orillas de mí (Ediciones En Huida, 2011) la autora
se encuentra a sí misma en una orilla que le desborda, una
I
orilla de apasionantes silencios y de delicados oleajes,
una orilla que le conduce mar adentro.
L
carmen m L
o A
r S
a
l D
E
p
é M
r Í
e
z
carmen
Los huéspedes del corazón

Tengo un paisaje repleto de flores


entre la piel y el alma,
y a veces cuando hundías tus raíces en él
veía barcas gigantes cruzando el océano.

Era un día cualquiera


de otoño, por ejemplo,
las hojas aún no habían empezado
a temblar en el aire,
y yo te vi por encima de la gente.

Venías con los ojos abiertos de sonrisa,


para iluminar los semáforos
y encender las máquinas de la felicidad.
Traías un olor a viviremos juntos
que cambiaste por el de hasta siempre.

En aquellos momentos de miedos azules,


éramos sencillamente eternos.
El mundo solo funcionaba
mientras tus manos rodaban por mi falda.
moral pérez
Ahora sé que el océano tenía tantos huéspedes
como ranuras tiene el recuerdo.
Solo espero, que mi próximo invitado
llegue a tiempo al convite de la memoria.
a orillas de mí
A dónde van, amor…
con la dulzura de estatua en la boca,
con las puñaladas de la vida en el rostro,
con las torpezas de la guerra en las manos.

A dónde van, amor…


A dónde conducen las raíces del odio.
A dónde llegan los coches fúnebres del miedo
repletos de gigantes y miserias.

A dónde van, amor…


A dónde van

Los niños borrachos de carencia.


Las madres torcidas de distancia.
Los padres atrapados en sus penas.

A dónde van, amor…


Sin horizonte, sin vuelta, sin mirada.
A dónde van sin luces en el pecho.
A dónde van sin persianas en el alma.

A dónde van, amor, a dónde van.


el rastrro de tu soledad
El sol se secó en su ventana una tarde,
mientras el rastro de todos
se desprendía de las almohadas.

Ella nos vio encalar los muebles de soledad


antes de partir hacia las montañas de los desaparecidos.
Ella nos ilumino la noche con caminos de vuelta,
por si el invierno se tragaba nuestra esperanza.

Desde entonces,
los teléfonos tienen piernas
y nos visitan para besarnos la frente.
Ella viaja por los tejados de nuestra tristeza,
para asegurarse de que nos hacemos mayores.

A la vuelta,
nos recibe con bufandas de cariño entorpecido,
y nos damos cuenta del hogar de su rostro,
del sonido de sus silenciosos besos,
de la canción temblorosa de sus años.

Sus manos siempre huelen a regreso,


y mientras cose los calcetines que te rompió la vida,
te mira como quien ve lejanías de océanos.

Las grandezas tienen nombre de madre.

las manos en duelo


P oeta poliédrica, Carmen Ramos (Gibraleón, 1968),
economista de profesión, es una incansable lectora inclu-
so antes de saber leer. Miembro activo de la Asociación

Carmen Ramos
Fahrenheit 451 – Las Personas Libro de Sevilla, parti-
cipa con ellos en diversas convocatorias de fomento a la
lectura.
Algunos de sus poemas han visto la luz en blogs y bitá-
coras. Un microrrelato y dos poemas se publican en la
antología Des-amor (Groenlandia, 2010). Varios poemas
de su autoría aparecen en la antología Verso Libro (Nuño
Editorial, 2011) de la cual es coordinadora junto con Fran
Nuño y Esperanza García Guerrero. Colabora además
en “Papelusar”, publicación de periodicidad francamente
impredecible y en la revista “Gibraleón es Cultura”, don-
de tiene una sección fija llamada “Lecturas no obligato-
rias”. La plaquette Mudanza Interior (Ediciones en Huida,
2010) es su primera publicación en solitario. Poliédrica
(Ediciones en Huida, 2011) su primer poemario.

Intenta mantener vivo el blog Poliédrica


(http://poliedroautodual.blogspot.com)
Mudanza Interior

Tantas veces oído el mismo sonido


(desde la Calle Carmen hasta hoy).
Es el familiar clic que hace la llave al cerrar
y hoy sabes que será el último.

Duerme la casa,
envuelta en un velo de polvo.
Las paredes aparecen desnudas,
Las casas
la cocina vacía. No hay platos.
Una última bolsa que tirar.
Todo cerrado.
dormidas
Y ahí quedan enmarañados en sus tabiques los
[buenos momentos,
las risas que colgaron de las lámparas.

Arrastraremos por siempre,


como la cola de un traje de novia,
todos aquellos recuerdos de la vieja casa, la casa
[dormida.

Un último vistazo deserta suspendido en el aire,


un suspiro encogiendo el diafragma
y una sonrisa, furtiva, enmarca las esquinas.
Cierras los ojos, apoyas la cabeza en la puerta.
Clic.
Poliédrica
Poliédrica
Un poema
hecho de silencio.

Como un gorrión

un
palpitando entre mis manos.

U poema
n

Poliédrica
Poliédrica

p
o
e
m
a

Poliédrica
la
palabra
brick

Hoy he visto la palabra “brick” en un poema,


y me he dado cuenta que
mientras yo me afano en buscar el adjetivo
(preciso, afilado)
en mi diccionario de sinónimos y antónimos
(gastado, azul)
hay unos chiquillos que se asoman a la ventana
y ven poesía
donde yo, solo veo basura.
Poeta observador, Curtis Bauer (Iowa, 1970) ha publicado sus
poemas y traducciones en revistas como Fulcrum, The Dirty Goat,
The American Poetry Review, The Indiana Review, Circumference
y The Southern Review. Ha sido finalista de los concursos de poe-
sía New Letters y Glimmer Train Poetry Open, así como del con-
curso de traducción Willis Barnstone. Obtuvo el primer premio del
concurso John Ciardi con su primer libro de poemas, Fence Line
(BkMk Press, 2004).
Es profesor de Escritura Creativa y Traducción en la Universidad
de Texas Tech, editor de Q Ave Press Chapbooks, miembro de la
junta directiva de Fishouse (www.fishousepoems.org) y editor de
la Sección de Traducción del Español Fishouse.
While I sleep my wife writes words 
          on my back. 
She wants me to feel what she thinks, 
          what’s inside her chest.
When I wake the letter Q boils between 
          my shoulder blades
as if it were branded or etched. 
          I think she traced C 
but there’s longing in her and she hates 
          the word covet. 
Her delicate hands can’t hold desire.
          She is sitting on top of me 
naked, though her hair clothes her. 
          The bed isn’t large 
enough for this love tracing from her 
          fingers. The room 
diminishes when she opens her eyes.

Curtis
Habitación con cama en medio
Room With A Bed In The Middle

Mientras duermo mi mujer escribe palabras


sobre mi espalda.
Quiere que yo sienta lo que piensa,
lo que le bulle pecho adentro.
Cuando despierto la letra Q quema
entre los omóplatos
como si estuviera marcada o impresa.
O quizás hizo una D,
y se ha quedado a medias

s Bauer al escribir la palabra deseo.


Sus manos que se niegan a frenar su anhelo.
Está sentada sobre mí
desnuda, cubierta tan sólo por su cabellera.
La cama no es lo bastante grande
para este amor que auscultan
sus dedos. La habitación
mengua cuando ella abre los ojos.
Can you blame me, really, for sitting
where they tell me to, and alone

Curtis
at the table in the middle of all attentions,
like mine all on the bottle I want, the one
they won’t give me, its neck a lonely mouth
never closing, but stopped, silenced
by lips, like mine wanting a kiss, not
of the wine but the love wine gives
back in the mouth’s embrace? Big
thoughts get caught in the blur
of its round mouth. I am disgusted
by the artificial flowers. This coffee,
this hard donut I’m given disgraces me.

I’ve been beaten by men like those


in the diner booth smoking, for asking
for a smoke and not laughing
when they laughed. Their good
women stay quiet, smile, sing hymns
in the choir on Sundays. I want to drink
big, but I won’t drink with them.
I don’t love them. Just their height.

Enano con botella


Dwarf with Bottle
s Bauer
¿Se me puede culpar, de veras, por sentarme
donde me indican, solo
en esta mesa, el centro de todas las miradas,
como la mía se fija en la botella que ansío, la que
no me ofrecen, su cuello una boca sola
que nunca se cierra, una boca oprimida, silenciada
por labios que quieren besos, como los míos, no
del vino, sino del amor que el vino
devuelve al roce de unos labios? Profundos
pensamientos se quedan prendidos del enigma
de su redonda abertura. Me dan asco
esas flores artificiales. Este café,
este donut ya duro que me han servido, me desagradan.

Me han golpeado tantos hombres como esos


que fuman en el comedor, por haberles pedido
un cigarrillo y no haber reído luego
sus gracias. Sus buenas
mujeres saben estar en silencio, sonríen, cantan plegarias
en el coro los domingos. Tengo ganas
de emborracharme, pero me niego a hacerlo con ellos.
No les envidio a ellos. Sólo a su altura.
In the afternoon the river thawed
and not one ice plate remained—
you could sit on the bank and watch
the flow float seed pods and tampon
boxes out of town, as if it were
a road you could stand beside
i
n
with your thumb out. Or skip a stone
from a pile the strange neighbor
boy mounded at your feet again.

é
This year, when the milk cartons
bobbed and twirled on the current,
the grocer seemed a little smaller

d
and our child gave her pocket stones
back to the riverbed. Suddenly tired,
the greasy mechanic had to look away
from the weasel dipping in and out
of the oak leaves lilting and twirling
in a mid-stream pool. Like last year,
like every year, the days were still
i
short and dropped their thick dark
hard like a wool quilt over the water.
The whole town went likewise to bed.
t
o
Not one lamp burned, which could have
given us a reason to stay. For a while
our bed felt perfect—firm, warm,
occupied—until the water drew our noise
from the windows and we followed.
You went upstream. I climbed down.

Las verdaderas rezones de tu ausencia


The Real Cause For Your Absence
Por la tarde empezó el deshielo

i y el río empezó a fluir de nuevo –


Uno podia sentarse en la orilla y seguir
la corriente de cáscaras de semilla, cajas

n
de tampones salir del pueblo, como si fuera
una autopista y uno estuviera alli
con su pulgar al aire. O pudiera arrojar una de esas piedras

é
que apiló a tus pies de nuevo
ese chico extraño de los vecinos.
Este año, cuando los cartones de leche

d
pasaron dando vueltas y más vueltas,
el tendero parecía más pequeño y nuestro
chico había devuelto todos sus guijarros

i
al río. Cansado, de repente,
el mecánico manchado de grasa apartó la vista
de la comadreja que jugaba
a zambullirse en unas hojas de roble

t
brillando, haciendo remolinos en mitad de la corriente. Como hace un año,
como cada año, los días eran todavía
cortos y arrojaban su tupida colcha

o
de sombra sobre el agua.
El pueblo también se fue a la cama.
No se veia una sola lámpara, nada que nos hiciera
quedarnos un rato, al menos. Por un momento,
nuestra cama parecía el lugar ideal - firme, cálida,
para dos - hasta que el agua arrastró el ruido
de los balcones y a nosotros mismos.
Tú seguiste corriente arriba. Yo bajé al fondo.
Daniel

P oeta por pasión, Daniel García Florindo (Córdoba,


1973), es licenciado en Filología Hispánica.

Tras su experiencia como profesor de Lengua castellana y


Literatura de enseñanza secundaria y universitaria en Sevilla
y en Lisboa, así como en el Instituto Cervantes, continúa
su labor como autor y editor de distintos proyectos educa-
tivos relacionados con la lengua y literatura hispánica.

Su poesía ha sido recogida en revistas (Litoral, Paraíso o


El maquinista de la Generación) y antologías (Poesía viva
de Andalulucía, Lo que ha quedado del naranjo, Versos para
derribar muros, Terreno fértil o La dolce vita: poesía y
cine).

Tras su primer poemario, Amanecer en Pennsylvania (Los


cuadernos de Sandua, 2001), publica Cuadernos de Lisboa
(Ediciones En Huida, 2011), recopilación de poemas de ca-
si una década estructurados en varios cuadernos cuyo de-
nominador común es advertir el paso del tiempo con una
suerte de miradas elegíacas y reflexiones desde la memoria
poetizada.

García Florindo
El ruiseñor

El ruiseñor que canta en el poema


una mañana eterna –dice Keats
descansando la pluma en el tintero–
se oirá también ahora, si hay silencio
y el tiempo de la música se expande
en el hueco concéntrico de un sueño.

Los ruiseñores, digo, que Juan Gelman


echó a volar de nuevo en Buenos Aires
una mañana igual, pero con sed inversa,
siguen volando y cantan, cantan, cantan…

Ahora bien, cuidado con el símbolo


de especies que no cantan, ya sabéis:
el buitre que devora el alma de Unamuno,
el cuervo que tortura la conciencia de Poe
o el albatros que vuela majestuoso en el cielo
y en tierra es Baudelaire humillado y maldito,
muerto quizás a manos del viejo marinero
que escribió Coleridge en su balada.

Con sus sombras a veces sobrevuelan


la nieve de las hojas que buscan un sentido
a los cisnes salvajes en la Irlanda de Yeats,
al cisne incuestionable de engañoso plumaje
y cuello retorcido que inventó el gran Darío.

Todos los cisnes flotan en la nieve –invisibles,


lo sabemos–, incluido el que refiere
libre y triste René Char tras la ausencia.


Ya vuelven las oscuras golondrinas
que Bécquer liberó de la memoria
(Libro de los gorriones) manuscrita
aquella noche antigua de Toledo.

Ya el gorrión de José Emilio Pacheco


bajó a las soledades de un jardín mexicano.

Ya graznan en la China de Li Po
los cuervos por la tarde dibujados
y regresan las aves de Cracovia
en una primavera que Szymborska anticipa.

Una bandada cubre la nieve del espacio.

Yo, oculto en el envés de las palabras,


distingo cada canto y sus llamadas,
observo el movimiento de sus alas,
la forma de los picos y el color de las plumas,
con qué gracia se posan en las líneas escritas.

Pero esta vez decido un fogonazo,


un disparo hacia el aire
que dibuje una elipse caligráfica,
que levante una auténtica estampida:

y un huracán de negras palomas abandonan


el Nueva York de Lorca, se equivocan,
chapotean las aguas de un poema de Alberti,
cambian de rumbo y buscan otra rama,
otra aurora en el verso de Aleixandre
donde graciosos pájaros se copian fugitivos.

1973
Hay un hilo de niebla en el solar
donde estuvo la casa de mis padres
en mil novecientos setenta y tres.

Este cielo es la esclusa de un poema.

Una luz incipiente se atisba por el barrio


en plena proletaria construcción
más allá de la calle Caravaca
y el descampado al fondo, en la memoria,
donde aún crecen la hierba de un porvenir intacto
y una ciudad que aprende a despertarse.

Los caballos azules de Franz Marc


vinieron a pastar aquí mi infancia,
mientras yo acuartelaba sus figuras
puras y protectoras en su color quimérico.

Como si continuaran respirando


con la luz transparente de aquellas acuarelas,
como el sueño de niebla interrumpida,
sucesiva y cortante entre mis años
ha de abrirse la esclusa de este cielo
que es un vientre embrionario. Acabo de nacer
y soy un pajarito —dice mi madre—
en mitad de noviembre.

García Florindo
Hace dos meses
partió Pablo Neruda de Isla Negra.
El corazón de Chile se prendió
cuando fue devorado por las hienas
manchadas con pavesas de sus versos.

Aquí el ultraje viejo y moribundo


que concibió un olvido imperdonable
fue contando sus meses de cárcel y cuartel
con la impunidad fría de la Historia humillada.

En Viena Auden ha muerto convencido


de que su poesía era veraz,
veraz como esa niebla que traspone
un aire tan lejano:
el aliento
de una infancia feliz. ¿Son mis hermanos
quienes gritan ahora como sioux
cabalgando en los brazos del sofá?
¿Hasta dónde llegaron sus vislumbradas flechas?
¿Pudieron traspasar el blanco y negro
de aquel año nuboso
para decirme algo? ¿Dónde estabas?
La mesa ya está lista. A comer antes
de que se enfríe el plato —habla quizás mi pa-
dre—,
antes de que otra flecha reviente la burbuja
ilusoria del juego que apenas sospeché.

Daniel
El recuerdo es mentira, evanescente niebla
en el poema de Auden, pero estoy de regreso,
he batido mis alas y vuelo alto
como un sueño de números que sienten
el tiempo sucedido.

Ha de cerrarse el cielo de esta esclusa.

Tengo ya treinta y siete pies de altura… y no sé…

¿Adónde regresar?, ¿a qué vida posible?,


¿a qué extraño poema?, ¿a qué verdad?,

dónde esa brizna de hierba en el solar,


las hienas que usurparon tantos sueños,
los caballos azules galopando perdidos,
esa luz incipiente que anuncia otro futuro
donde estuvo la casa de mis padres
en mil novecientos setenta y tres.

García Florindo
P oeta por amor a los versos,
Fran Nuño (Bilbao, 1973), es un
conocido y reconocido librero, editor,
dinamizador cultural, dramaturgo,
poeta... de la ciudad de Sevilla.

Escritor de literatura infantil de una


amplia y sólida trayectorial, con va-
rias menciones en concursos y más de
diez libros publicados: cuentos, nove-
las, poemas, teatro... nos presenta,
después de haber participado en va-
rias antologías y revistas literarias,
su primer poemario para jóvenes y
adultos: Deambulaciones (Ediciones
En Huida, 2010).

Una obra donde encontraremos ver-


sos que caminan sin una dirección
concreta por la calles de la cotidia-
nidad. Una poesía reflexionada y re-
flexiva. Una parada necesaria en su
camino que abre una nueva etapa en
su ya dilatado recorrido cultural.

Más información en www.frannuno.es


Sentado en la cama, mirando a la pared,
quizá a un cuadro que no veré jamás.

Paisaje extraño el que presenta la ventana.

En estas horas de hotel


uno se siente huésped de sí mismo
y mira de reojo al pequeño frigorífico
que permanece firme junto a la lista de precios.

Pasos en el pasillo, puertas que se abren, se cie-


rran,
voces que se cuelan por cualquier rendija.

El televisor tiene los canales desordenados


y juego a acertar cuál será el siguiente en apare-
cer.
HORA
La moqueta no hace juego con la colcha,
la colcha no hace juego con las cortinas.

En estas horas de hotel


uno se siente habitante de un paréntesis,
de un respiro que otorga su camino.

He traído un cuaderno
por si se me ocurre escribir algo.
Hasta ahora, nada.
He traído un libro para leer.
Hasta ahora, nada.

He traído música para escuchar.


Hasta ahora, alguna canción.

En estas horas de hotel


uno se siente desalojado
de todas sus pertenencias.

En el baño
evito mirarme en el espejo,
quizá tema ver al verdadero inquilino
de la habitación.

Me acuesto.
Apago la luz.
Y al cabo de un rato consigo dormir.
AS DE HOTEL
Por la mañana me despierta
el trasiego de las limpiadoras.
Los semáforos
nos miran de frente
y parecen
querer entrar en conversación
con nosotros.

Quizá, cuando sus luces


nos ordenan detenernos,
nos están diciendo:
“Espera, hablemos un poco”.
Puede ser, que cuando nos indican
que continuemos con nuestros pasos
nos están comentando:
“Me hubiera gustado charlar contigo,
pero tengo trabajo por hacer”.

Ayer,
el semáforo de la esquina,
inesperadamente,
encendió, sólo para mí,
una luz azul
y con ella parpadeó
en un perfecto Morse
las letras de tu nombre.
Ayer, justamente el día
en que me dijiste que el azul
es tu color favorito.

SEMÁFORO EN AZUL
n ÚLTIMA ESPERANZA
.
Las servilletas de papel
s saben de su condena de muerte,
,
: por eso se agarran
.
n
a una última esperanza:
s
: fran que alguien
,
. nuño escriba en ellas
una dirección,
un número de teléfono,
,
, una genial idea
,
l
o siquiera
ó unos sencillos versos…
e
. Como estos que acabo de escribir
a
l
en esta única servilleta
que quedaba sobre la barra
de un bar a punto de cerrar.
I
Poeta en lucha y en constante agita-
ción, Inma de Pando (Sevilla, 1973),
es licenciada en Periodismo.
n
De mirada crítica y deseada de jus-
ticia, tras llevar su palabra poética a m
diversos proyectos, como Retazos,
re-cuerdos (Padilla, 2002), publica a
Los hilos esparcidos sobre la tierra
(Ediciones En Huida, 2011).
de
Es este un libro de íntimo desgarro,
un punto de encuentro intergenera-
cional en el que la autora pone voz P
a parte de una generación que tuvo
que habituarse al silencio y a parte a
de otra que no pudo o no ha sabido
demostrar, a justo tiempo, la grati-
n
tud adeudada para con ellos a modo
de ofrenda.
d
Una obra testimonial y necesaria,
o
tanto para la autora como para los
lectores. Pero, sobre todo, para to-
dos aquellos que dieron su vida por
la de otros que, en muchos casos, no
conocieron.
Risas compartidas en noches oscuras,
entre llamas que alumbran rostros fieros.
Risas sabedoras
de la muerte que no avisa.
El miedo se cocina a fuego lento.
Ebriedad de la vida-precipicio,
tan frágil como certera.
Caídos, arrebatados, huidos
de las calles, los besos.
Ahogadas, escondidas, condenadas
al hielo, las palabras.
Dónde quedó tu cuerpo,
que aprendía a amar
mientras moría.
Dónde, la punta de tu dedo,
que trazaba sueños
como puños.
Dónde quedó la esperanza
febril, atrevida, poderosa.
Dónde está vuestra vida.
Dónde.

Dónde
La guerra pintada

Ya no hay flores gigantes, alegres mariposas,


ni torcidas casas,
ni muñecas con brazos muy largos,
como agujas de reloj en estampida.
Ya no hay caminos como alambres verdes,
ni un sol grande, grande y amarillo, con rayos desiguales.
En tu lápiz de niño
hay aviones, cañones, barcos, tanques,
bombas, soldados,
y también fusilamientos.
Y también maletas, maletas pequeñas
en pequeñas manos.
Trazos espectrales que van a morir
con sobria torpeza
lava difusa, turbia, íntima
mancha expandida en la nada
palabras furiosas
rompeolas de todo lo que me habita
Iván
Onia Tras una labor artesanal y de mimo y difu-
sión para con sus versos y tras ser finalista
en Plumier de Versos V (Ed. Nuño, 2009),
Iván Onia publica su primer poemario en
solitario, Tumbada cicatriz (Ediciones En
Huida, 2011), una ópera prima en la que, sin
tapujos, aborda el verso y su secular herida,
la poesía como acto de oficio y sacrificio.

Una obra plena en frescura iniciática, pero


con el poso del autor que medita cada uno
de sus versos, que calibra todo aquello que,
para bien o mal, acompaña al poeta y a su
singular labor.

Un poemario, una cicatriz y una vida que


comienza.
verbena
Yo también me he quedado sin las lágrimas
necesarias con que nombrar la niebla
de bosque envuelve a los hombres solos
y la cara gris de los animales
enjaulados y la percha que forman
las preguntas si, en vez de las respuestas,
colgamos solamente los abrigos.

Es necesario a veces ser preciso


con el llanto, escribir mirando al río:

"latigazo de mar, herida abierta".

O andar la ciudad fiera y anotar:

"un semáforo en rojo es una bala


al corazón de la palabra prisa".
los flacos símbolos
Es esta pobre sangre la que te hará
menos sola mañana si anochece y no estamos.

Pareceré borroso, pero nunca temas porque


vendré a la noche en punto para apartarte el pelo
de la frente y leer lentamente todo aquello
que, sobre la delgada línea del presente,
estoy intentando –triste y lúcido- contarte.

Volveremos a ser nítidos, igual que ahora,


-animales sin tiempo-,
y nunca olvidarás que alguna vez fui un muchacho
y mi amor caminaba sobre los flacos símbolos
con una sencillez que nunca más conocimos.
Que fui un muchacho y te quise
sobre cada palabra que, ahora que no estamos,
tú rescatas igual que a un libro de las llamas.
m
e Hay niños que caminan sobre los
d esqueletos de las
y llevan los pies
que todavía no
últimas olas
sucios del recuerdo
i los ha alcanzado.

o Yo he bajado
dorada donde
despacio hasta esta piel

d los dientes y
el redondo
al agua no le llegan
hundo la lanza trazando
artificio de la sombra
í o abro el pájaro
o cito al
muerto de los libros
mediodía en mi muñeca
a como quien
que flotan en
busca todas las preguntas
un vaso de cerveza:
.
v ¿Cuántos
¿Cuánto
misterios le caben al mar?

e ¿Cuánta
horizonte soy desde otra orilla?
verdad se esconde tras las puerta
cerradas de los bares? s
r Mientras cae la tarde, las pregu
a están ardiendo dentro del poemntas
a
y el sol se agarra a los cuerpos con
saliva de oro. Sin embargo, cua una
n creemos alcanzar las respuestasndo

o sólo hallamos las huellas de un


y las hogueras que cierran las somfantasma
y las mentiras que abren los bar brillas
es.
Jesús Cárdenas
Poeta de medida raíz, Jesús Cárdenas (Alcalá
de Guadaíra, 1973), es profesor de Lengua
castellana y Literatura en Educación Secunda-
ria.

Desde 2007 ha publicado más de una veintena


de artículos y más de cinco libros, que se re-
parten entre el ámbito científico y el didáctico
en distintas revistas.

Desde el ámbito creativo, se siente apasionado


por la poesía. Algunos de sus poemas han apa-
recido en antologías, como la reciente antología
Poemas inolvidables, Latin Heritage Foundation
(EE UU, 2011).

Ha colaborado con sus trabajos poéticos en dis-


tintas revistas digitales: Arena y cal, La sombra
(de lo que fuimos), Palabras diversas, siendo
colaborador habitual de la revista digital mexi-
cana Cuarto Creciente.

Su obra Algunos arraigos me vienen ganó el


XVI CERTAMEN DE POESÍA “JOSÉ Mª DE
LOS SANTOS (Diputación Provincial de Sevilla,
2006). Su poema “Días grises” fue premiado
en el Concurso Internacional de Poesía Latin
Heritage Foundation, publicado en la antología
Una isla en la isla, Latin Heritage Foundation,
(EE UU, 2011).

La luz de entre los cipreses (Ediciones En Hui-


da, 2012) será su primer poemario en solita-
rio. Este marzo verá la luz.
Y ahora sobre asientos no más ebrios
de amor y de emociones, te amaría.

Veo gente tirando de maletas,


persiguiendo relojes, traficantes

jesús
de áureas llegadas. En el vórtice
confluyen, apostados todos juntos.

cárdenas
Están los que atienden a la megafonía,
sin perder de vista cada salida,
que fluctúan en paneles de acero;
y quienes se perdieron en ese justo instante.

Parece una cabina de ruido concentrado,


no una pintura que haya que guardar.

Mientras, espero a solas un tren, busco


en tu cuerpo que es el cuerpo que pienso,
y no sé ya de mí, porque te supe
y nada ha vuelto ya a ser de otro modo.

Desde el andén que incita una distancia,


rumbo a un destino incierto,
te amaría.

En la noche el silencio dilatado de un tren.


Paneles de acero
La madrugada es sutil y tan viva
como nosotros.

En el desvelo una nube te atrapa


y, juntos, entrelazados al alba.

Crece a su magnitud, que nunca para.


Aquí,
vidriosa,
mi conciencia,
difuminando los límites de lo sensible.

La conciencia que estalla sin amparo,


sin nostalgias ni proyectos que importen.

la luz
de entre
los
cipreses
En mi casa hay una llave escondida,
que se oxida y envejece
calladamente
con su murmullo de rueda molienda,
perdida, como muchas de mis notas.

Como es sabido
lo que mejor se oculta va a parar detrás de sí.

I
N
É
D

la llave
I
T
O

y el
eco
José de María
Romero Barea
José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es licenciado en
Filología Inglesa por la Universidad de Sevilla, ciudad donde
reside y ejerce de profesor de Enseñanza Secundaria.

Resurrecciones fue su primer libro de poesía. Le sigue (mil no-


vecientos setenta y) Dos (Ediciones En Huida, 2011).
Presentado en dos partes, los poemas impares, en prosa, apun-
tan a la reflexión sobre el proceso de escritura. Los pares, en
verso, tienden a la
autobiografía. Es
un poemario de
sencilla estructura
y profunda preme-
ditación.
Nos veíamos subir
la Cuesta la Parroquia
a codazos en el fragor
de la siesta en Aguilar sólo
para ver al Nazareno encerrarse
como antes hace un mes
nos habíamos visto detrás
del mostrador del Chache
Pepe eligiendo la camisa

viii que llevaríamos el Viernes Santo


cuando nos viéramos
viendo al Nazareno encerrarse
de culo con la intuición de que todo
estaba ocurriendo entonces y al mismo
tiempo en un futuro ya sin nosotros

algo así como un anticipo


de la muerte acentuado por aquel
redoble de la baqueta en la tersa
piel del tambor
como si en realidad
no estuviéramos allí sino
ya de vuelta viéndonos devorar
con una mezcla de asco
y nostalgia la fría
ensaladilla del recuerdo
José de María
A través de los nombres
o a pesar de ellos

X
subíais la calle Lorca
o su incendio de vuelta
a casa a garabatear folios
en octava ya a solas
5
Innoble tendencia nombrar
o ser nombrado perderle el respeto
a los nombres
Aquella
sed de otoño
el raro equilibrio
entre brillo y penumbra
que os adornaba la boca y de noche
os impelía a buscaros
sin cauce a través de los nombres

Romero Barea
Oído atento a ciertas palabras

i
ciertos lugares
comunes el estilo
supuestamente
casual
la conciencia
limpia recién doblada
alimentada sin exceso viva
n
é
subjetiva

Suena Vashti Bunyan

Lo mismo te llega algo


de esta alegría
Lo mismo
d
i
t
i o
Poeta cabaretero, de neón y humo, Lorenzo Ortega
presenta en Ante el Minotauro quince nuevos poe-
mas, muchos de los cuales conformarán su próximo
poemario, en el que ya trabaja y que será también
publicado por Ediciones En Huida.
Quince poemas de un poeta de raza. De un poeta
áspero y sedoso a partes iguales.
Quince poemas, quince precipicios.,quince vidas sal-
vadas. Un poemario escrito por y para el alivio, para
no deber nada.

www.lorenzoortega.com
estamosbailando@gmail.com
Encontré, buscando en la basura,
mis dos manos amputadas.
Me lo dijo un sabio anacrónico:
“Porque allí están las flores de oro”.
Y también estaban mis manos,
he tenido suerte.
La vida me juega ahora
una broma de buen gusto,
las encuentro fosilizadas.
Y puedo leer aquellas
líneas, suerte.
Porque soy arqueólogo.
Y con estas vasijas
halladas, las mías,
me río
del
carbono
14.
No encontraba el amor aquí,
entre los seres humanos.
Y cada noche salía a buscarlo,
hasta que dio con el espiritual
en cada sueño,
en cada vigilia.
Hasta que abrió una puerta.
Después la cerró
porque al mirar sus uñas
las supo largas, negras.
Al principio sentía
miedo.
Más tarde descubrió
que todo era
cuestión de higiene.
No controlo el tiempo
mientras Cronos funde mi vida,
no controlo el ánimo
mientras repto por senderos erróneos,
no controlo mi voz por barrer.

Nada espero del destino


mientras caigo por
los barrancos del fregadero
atascado de ritos, signos, palabras.
Mientras vuelves y no.
Poeta transversal, Manuel Guerrero Cabrera (Luc
ena,
1980) es profesor de Lengua y Literatura y artic
ulista.
Además desarrolla una labor de investigación
y –desde
la Asociación Cultural Naufragio– difusión cultu
ral y
literaria. Por esto último, recibió el Premio Pimi
ento de
Plata de la Delegación de Juventud del Ayun
tamiento
de Lucena en 2011. Es autor del volumen Estud
ios crí-
ticos de Literatura del Siglo de Oro (Juan de
Mairena
y De Libros, 2008) y Tango. Bailando con la liter
atura
(Moreno Mejías, 2009), así como articulista, entr
e otros,
en Surdecordoba.com y Lucenahoy.com; com
o poeta,
publicó El desnudo y la tormenta (Moreno Mejía
s,
2009) y como narrador, Para despertar (Moreno
Mejías, 2011). Con Loco afán (Ediciones En Hui-
da, 2011), afianza su lírica mesurada y su
gusto por la intertextualidad.
PASEO EN GÓNDOLA

Coral sombrío
con la luz del amor,
canal intenso.

La idílica Venecia
es para enamorarse.
Donde el labio de arriba
es el cielo y el mar,
el otro labio.

Caricias ondulantes,
amor a golpe de remo
y de la media luz,
crepúsculo interior
(si imaginas que el tango
lo creó un veneciano
en la otra orilla).

El gondolero
ritmaba resplandores
divinos y salados
esquivando corales.

Pero nosotros
ya habíamos topado
con el amor,
porque Venecia
es para enamorarse de Venecia.
INESPERADAMENTE

Y se fue sin aviso como un rayo caído


que escoge ser oscuro tras dividir la noche.

M
G
C
C
inema Quiero recuperar
los besos de la infancia,

P
aradiso
los maternales,
los de la abuela
y estos en especial:
los que no vi,
los que nunca me dieron,
los que turbaron a generaciones
y apasionaron a tantos amantes,
los que siempre buscaron los censores
antes de que existieras.

inédito
Poeta por introspección, Mario Álvarez Porro (Sevilla,
1978), es licenciado en Filología Hispánica.
Miembro del grupo poético Lipsum, de Umbrete (Sevilla),
y editor de la revista homónima, tras colaborar en diversas
publicaciones literarias dentro del ámbito educativo, ha
publicado su primer libro de poemas, Negociando el dolor
(Ediciones En Huida, 2011) .

Es este un libro de desgadorra honestidad y de honesto


desgarro, en el que el autor prescinde de circunloquios
para abordar una temática para muchos otros tabú: el dolor.

Una obra, por momentos manifiesto, radicada, a partes


iguales, de experiencia vital y poética.

M ario
Álvarez
Porro
XXIV
a Reyes,
con todo mi dolor

si supieras del temblor


y del dolor del silencio
si supieras de su sed
y de su falta de aliento
si supieras de su voz
M
y de su fe en el desierto
lo indefinido del mar
y lo inexacto del tiempo
Á
si supieras del fulgor P
XXXVIII

recoge la claridad
que ha sembrado el relámpago
una luz que no da sombra

M
precipitarse a lo alto

soy animal que echa a volar

Á no soy animal que vuela

P
a mi hija,
para cuando tenga edad
de saber sin entender

no temas por lo que vas a sufrir


por siempre y para siempre
hasta la iniciación de lo terriblr
al pisar en el aire
y caminar por donde no hay camino

por donde no se hace huella

M
Á
P
Poeta por insistencia, Martín Lucía
(Sevilla, 1976), presenta en Los desper-
fectos (Ediciones En Huída, 2010) y en
la plaqette Poemario en construcción
(Ediciones en Huida, 2011) una poesía
directa que se apoya en la metáfora y
la imagen y que persigue constante-
mente la reflexión, en un momento
de agitación literaria en su ciudad al
que se suma apasionadamente con
este poemario.

Es su poesía una fotografía en movi-


miento de su yo personal y su yo poe-
ta. Una obra en la que el autor disec-
ciona aquello que le acontece como
hombre y aquello que le sucede como
escritor.

Una obra llena de honestidad, humil-


dad y silencios, reflexiones.

Un modo de afrontar la poesía para


poder seguir escribiendo.

Martín
Lucía
Se han ido ya los vientos.
A la espalda del aire de febrero,
marzo comienza a calentar la ciudad.
Las tardes aplacan las noches,
que son cada vez más mínimas.
Todo es más calmo.
El azahar, como cada año,
adelanta su tiempo en unos días.
Las muchachas se muestran
más bellas e inaccesibles.
Los chicos comienzan a olvidar las lagartijas
y a oler a cerveza y tabaco en huida.
Hace días que con el viento
se marchó la niñez
y sus senos siempre complacientes.
Ahora, los chicos,
entienden las razones de la vida
y creen soñar que atrapan,
mientras nadie los observa,
besos con olor a sudor y muslos.
Aclamasteis nuestros pechos
y presurosos acudisteis
con mares insensatos inundándoos
cuando el dolor fue corrala
y la vida, una cuidad en agosto.
Entonces sí…

Entonces adquiristeis con


vuestras monedas
nuestros pequeños libros bellos.
Incluso, memorizasteis
nuestros nombres…
Todo fue entonces…

Ahora,
justo ahora
que creéis tener luz propia,
cedéis en
vuestros abrazos rotos,
afirmáis
no saber de nuestros nombres
del mismo modo
que no sabéis del olor del cieno,
os presentáis ante los vuestros
como hombre valerosos
y, ahora, justo ahora,
nos llamáis los raros.
Te ronda el viento
y depura tus sombras.
Da en ti lucidez.
Es en mí el vértigo de tu cuerpo
cuando va en dirección al mío.
Es en mí el incendio sin llama
que en ti acontece,
cuando mi vientre en tu vientre,
ya ni siquiera el aire o la luz entre ambos.

Es, entonces, atravesado el dolor por ti,


negada la intemperie.
Una estampida de cuervos es el ayer.

Porque sé de tu claridad
a ti he venido.
Poeta por expresión,
Nerea Riesco, es licen-
ciada en Periodismo.

Tras editar varias novelas (Ladrona de almas,


2002; El pais de las mariposas, 2004; Ars Mágica,
2007 y El elefante de marfil, 2010), ha publicado
su primer libro de poemas, Desnuda y en lo
oscuro (Ediciones En Huida, 2010) .
Es este un libro íntimo e intimista, de
cuidada labor, en el que la autora muestra
su faceta lírica con un ejercicio de claridad
expositiva y franca entrega sentimental.

Una obra cargada de experiencia vital y


poética.
Versos, sin duda, trabajados desde y para
los sentimientos.

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itad las n lo os e de
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or abit ad erqu ria
h
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de or d tido ta se tos. m
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ia m n s n na
or El a s, se e a é isti U
em , o d .
M bras itad nqu ente rica
o ed , au em a lí
m rica ent u .n
lí ar as, esía
r
ap ob a po
os
D en
Retener tu mirada es mi odisea,
no dudo en atravesar océanos
de dudas, de sirenas que seducen
con lengua de lencería, de pulpos
gigantes con suaves muslos de seda.

Todo eso por tener tu mirada,


por perderme en tus islas coralinas,
explorar tus cuevas blandas, Calipso.

Cegar al cíclope de los deseos


cuando no estás también me duele, como
una pedrada certera en el mito,
porque sé que en el hogar no me anhela
una esposa abnegada deshaciendo
la frágil tela de la espera fiel.

Tú eres mi última isla segura,


Ítaca soñada, mi puerto azul.

Y así me aferro a los restos del barco


y bebo de tus pupilas sediento
para no ahogarme en el légamo de la medusa
que es esta soledad mía de lobo.
Ars longa vita brevis. Voz sobre el dintel muerto
de tu soterrada belleza. Tus transparentes
mejillas son ya niñas ahogadas bajo el ocre
de la furia. Quedan latiendo como raíces
los colores de tu cuerpo de joven sirena.
El tiempo se encargará de hacerlos florecer.
He regresado bajo el tórrido sol de junio
con la esperanza de recuperar tus miradas,
aquellas que depositaste sobre las ondas
de la costa esperando vislumbrar a lo lejos
los remos de mi bajel aterido de frío.
Por última vez he atravesado el umbral
que tantas veces me condujo a ti, dulce dueña.
Tras dejar mis lágrimas a los pies de tu estatua
surco las olas de nuevo hacia extrañas islas.
Empuja mis velas la suavidad de tus manos.
Vagaré sin rumbo hasta encontrar la tierra fértil
que tras siglos de olvido ha de heredar tu nombre.
He descubierto que a veces se puede
poseer un corazón de lantana,
dos colores íntimamente unidos
para armonizar un latido doble
y unísono (perdona la franqueza):
el color de tu piel sobre la arena
y el de sus ojos bajo un cielo mudo.
Sois dos pétalos tersos y fragantes
en mi sucio jardín lleno de espinos.

in é d i t o
Rafael de Cózar
Poeta versátil, pintor y narrador, Ra-
fael de Cózar (Tetuán, 1951), inició
su actividad como escritor fundan-
do el grupo literario "Marejada".

Entre 1982 y 2002 fue presidente de


la Sección Andaluza de la ACE.

Durante más de diez años, fue


miembro de la Comisión de Ayu-
das a la Edición de la Consejería de
Cultura de la Junta de Andalucía.
Ha sido Director Literario de la
editorial “El Carro de
la Nieve”.
Doctor en Filología Hispánica, es
Catedrático de Literatura Españo-
la en la Universidad de Sevilla y
miembro del consejo asesor del
Centro Andaluz de las Letras.
Con Los huecos de la memoria, Có-
zar interpreta la lírica amorosa des-
de la experiencia de la pérdida.
los huecos

Con mi carne,
con la tinta que suda de mi vientre,
con mi diente
y la piel de las palmeras,
con la vela que reza la distancia,
con la seda de mi lengua
y con mi hambre
la química de tu cuerpo
quisiera traducir.
de la memoria

sobre su piel
Ojos d
Quépuedo decir de ti si ya no queda
ni un mínimo rescoldo en la penumbra
del fondo acristalado de mi copa,
o tal vez sólo un tímido recuerdo de tu piel
cuando en la cama tuerzo las esquinas
y la miel ondulante de tu pelo
me empaña las pestañas de color.

Fui olvidando tus medias en la cómoda,


tu cepillo de dientes, tus camisas
y ponerme tus jeans a mi medida.
He olvidado la cocina para dos
y ya no uso jamás tu cazadora;
me basta una ración en la comida,
no preciso llenar la lavadora
y he cubierto el hueco en la repisa
que dejaron tus libros y tus cosas.

Ya no
de uva
He cambiado las plantas que te gustan
y ordenado de otra forma el salón,
torcí los cuadros por romper la simetría,
arrojo la ceniza en los rincones
y perfumo los pasillos con el humo
del tabaco canario que me fumo
con espíritu de total contradicción.

He logrado con el tiempo olvidar


y ya ni recuerdo cómo fueron
los días que en la penumbra quedan
o en los rojizos tonos de mi copa
como un eco de una antigua historia
que alguien contara en algún lugar
Logré olvidar el cobre de tu frente
e incluso tu líquida dentadura
abrazada por la ternura de tu boca
o la dulce superficie de tu vientre

queda
Ojos d
casi fugaz y aéreo,
y tu saliente hombro
iniciando la curva de tu cuello,
recostada de perfil sobre las sábanas
como el más bello animal.

Tansólo a veces añoro que en la noche


me claves al costado las rodillas,
o la adorable tortura de tu cadera,
el martirio de tu melena sobre mi boca
y el revés inconsciente de tu mano
que aprovecha para vengarse la ocasión,
o acaso también cuando dormida
violabas las fronteras establecidas
manteniéndome preso junto al muro,
encadenado a tu cuerpo desnudo,
condenado a morir sin remisión,
el resto de la noche sin derechos,

Ya no
de uva
con el pecho fusilándome la espalda,
y con la extensa superficie de mi piel
midiéndote las balas de las venas...
o esas también frías noches del invierno
que usurpabas las mantas de un tirón
y atenazabas mis piernas con las tuyas
para robarme el último calor.

Asípues cuando te digo que ya no queda


ni un rescoldo mínimo de tu sombra
inquietando los restos de mi memoria
y que he cambiado todo de lugar
sin el menor asomo de tristeza,
sólo espero que no entiendas cómo siento
el temor de que descubras cómo miento,
con qué maravillosa desvergüenza.

queda
Poeta por necesidad, Rocío Hernández Triano
(Sevilla, 1976), es licenciada en Filología Hispáni-
ca.
Tras haber participado en distintas revistas y an-
tologías de poesía, ha publicado su primer libro
de poemas, Viento de Cuchillos (Ediciones En
Huida, 2010) .
Con esta obra introspectiva, de calmo dolor y se-
rena descripción, nos ofrece un poemario en el
que emoción y mirada convergen en un canto
amoroso que seduce y cautiva. Cada poema es un
testimonio de lo que somos, fuimos o quisimos
ser.
Un poemario en el que establece un sereno equi-
librio entre el desgarro y la ternura, con un febril
y denodado empeño en, pese a todo, no saciarse
de amor. Obra arraigada en la sinceridad de los
sentimientos y en la más íntimista confesión
como válvula de escape hacia la vida que, de nue-
vo, renace.

Rocío Hernández triano


Rocío Herná
En medio de la triste algarabía
de otras bocas riendo,
de otras bocas besando,
de mi boca bebiendo de un trago el infortunio,
te echo tanto de menos
que la vida se cuela por el hueco del alma
y me silba en el vientre
como una habitación deshabitada
donde anidan palomas.
ández triano

Si mañana amanezco
convertida en un oscuro insecto,
en rabiosa maraña,
diré que fue por ti
que deseé mi ruina,
que deseé ser ala de murciélago,
serpentina de escoria,

cualquier cosa por tal de no sentir


el páramo desierto de tu ausencia.
Rocío Herná

Como una vaca india


yo te amé.
Tu flaqueza,
tus costillas torcidas,
tus ojos amarillos,
tu pereza
y esta forma de estar fuera de todo.
Yo te amé,
a ti,
mi bestia,
mi búfalo de agua.

TÓTEM
á

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Como kamikaces enamorados

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