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Evaluación diagnóstica Unidad 4

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I. Lee atentamente el siguiente fragmento y luego desarrolla las actividades.

Bernarda Alba es una anciana madre que, luego de la muerte de su


esposo, impone un drástico luto. Pepe el Romano es un hombre que se ha
comprometido con Angustias, la primogénita, pero que a la vez mantiene
una relación con Adela, la hija menor.

La casa de Bernarda Alba


Federico García Lorca

MARTIRIO.— (En voz baja.) Adela. (Pausa. Avanza hasta la misma puerta.
En voz alta.) ¡Adela!
(Aparece Adela. Viene un poco despeinada.)
ADELA.— ¿Por qué me buscas?
MARTIRIO.— ¡Deja a ese hombre!
ADELA.— ¿Quién eres tú para decírmelo?
MARTIRIO.— No es ese el sitio de una mujer honrada.
ADELA.— ¡Con qué ganas te has quedado de ocuparlo!
MARTIRIO.— (En voz alta.) Ha llegado el momento de que yo hable. Esto no
puede seguir así.
ADELA.— Esto no es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme.
El brío y el mérito que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y
he salido a buscar lo que era mío, lo que me pertenecía.
MARTIRIO.— Ese hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado.
ADELA.— Vino por el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mí.
MARTIRIO.— Yo no permitiré que lo arrebates. Él se casará con Angustias.
ADELA.— Sabes mejor que yo que no la quiere.
MARTIRIO.— Lo sé.
ADELA.— Sabes, porque lo has visto, que me quiere a mí.
MARTIRIO.— (Desesperada.) Sí.
ADELA.— (Acercándose.) Me quiere a mí, me quiere a mí.
MARTIRIO.— Clávame un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo digas más.
ADELA.— Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la

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que no quiere. A mí, tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias. Pero que
me abrace a mí se te hace terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!
MARTIRIO.— (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos.
¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Le quiero!
ADELA.— (En un arranque, y abrazándola.) Martirio, Martirio, yo no tengo la culpa.
MARTIRIO.— ¡No me abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no
es la tuya, y aunque quisiera verte como hermana no te miro ya más que como
mujer. (La rechaza.)
García Lorca, F. (2009).
La casa de Bernarda Alba. Madrid: Edaf. (Fragmento).

Trabaja en grupo y luego responde en tu cuaderno.


1. ¿Cómo podrías caracterizar a Adela y a Martirio? Pon atención en las acotaciones, sus acciones y
motivaciones expresadas en el fragmento.
2. ¿Cuál es el conflicto y de qué manera afecta la relación entre las hermanas?
3. ¿Qué crees que ocurrirá con Pepe el Romano después de esta discusión?
4. Conversa con tu compañero de puesto en torno a la pregunta: ¿de qué forma creen que se debería
solucionar este conflicto familiar?

II. Lee atentamente el siguiente fragmento y luego responde las preguntas.

Ana Karenina, mujer de la aristocracia rusa casada con un funcionario


de estado, se ha enamorado de un joven conde, Vronsky, poniéndolos a
ambos en una situación incómoda frente a la conservadora sociedad de la
época. Para poder estar juntos, Vronsky le propone escapar del país.

Ana Karenina
León Tolstoi

XXIII
—Tiene que confesarlo todo a su marido y abandonarle.
—Bien: imagine que se lo confieso ——dijo Ana—. ¿Sabe lo qué
pasaría? Se lo puedo decir desde ahora —y una luz malévola brilló en sus
ojos, tan dulces momentos antes—. «¿Conque ama usted a ese hombre
y mantiene con él relaciones ilícitas? —y al imitar a su esposo subrayó
la palabra “ilícitas”, como habría hecho Alexey Alejandrovich—. Ya le
advertí sus consecuencias en el sentido religioso, familiar y social...
Usted no ha escuchado mis consejos. Pero yo no puedo deshonrar mi
nombre...» —Ana iba a añadir: «ni el de mi hijo», pero no quiso complicar

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al niño en su burla, y añadió: «deshonrar mi nombre», y alguna cosa más
por el estilo. […]
—Ana —dijo Vronsky, con voz suave y persuasiva, tratando de calmarla—,
de todos modos hay que decírselo y después obrar según lo que él decida.
—¿Y tendremos que huir?
—¿Por qué no? No veo posibilidad de seguir así, y no solo por mí, sino
porque veo cuánto sufre usted.
—Claro: huir... y convertirme en su amante —dijo Ana con malignidad.
—¡Ana! —exclamó él con tierno reproche.
—Sí —continuó ella—: ser su amante y perderlo todo.
Habría querido decir «perder a mi hijo», pero no le fue posible pronunciar
la palabra.
Vronsky no podía comprender que Ana, naturaleza enérgica y honrada,
pudiera soportar aquella situación de falsedades y no quisiera salir de ella. No
sospechaba que la causa principal la concretaba aquella palabra «hijo», que
Ana no se atrevía ahora a pronunciar.
Cuando Ana pensaba en su hijo y en las futuras relaciones que habría de
tener con él si se separaba de su esposo, se estremecía pensando en lo que
había hecho y entonces no podía reflexionar; mujer al fin, no buscaba más que
persuadirse de que todo quedaría igual que en el pasado y olvidar la terrible
incógnita de lo que sería de su hijo.
Tolstoi, L. (2018). Ana Karenina.
Madrid: Alianza Editorial. (Fragmento).

Trabaja con un compañero.


5. Describan a Ana a partir de sus diálogos y de lo que piensa Vronsky de ella.
6. A partir de lo leído, ¿qué información aporta el fragmento sobre la época?
7. Si esta situación tuviera lugar en nuestro contexto actual, ¿creen que Ana y Vronsky podrían estar
juntos? Fundamenten.
8. ¿Qué importancia le da Ana a la relación con su hijo y de qué manera afecta la decisión de escapar
con Vronsky?

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