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1er acto

El Roeta

La Poesía

La Noche (personaje sin presencia física)

En un cuarto totalmente oscuro & con paredes repletísimas de garabatos & poemas, un Roeta
quema cinta en busca del roema más perfecto, del roema más punzocortante. Se oyen los
sutiles ruidos de la Noche acariciando la cabeza rapa del Roeta con sus vientos invernales. En
la mesa pueden verse trastes sucios, vidrios rotos & colillas de cigarro barato tristemente
apachurradas sobre el desbordante cenicero del Roeta. Mientras tanto, en un cuarto fuera del
Espacio & de su hermano el Tiempo, la Poesía escucha su monólogo furioso ansiosa por
intervenir.

El Roeta (consternado): Las palabras se amontonan en orgías descuidadas y no alcanzo a


comprenderlas. ¿Dónde está la Musa cuando los roedores buscan la palabra exacta que los deje
iluminados como un dios endemoniadamente cínico y distante? Esto de beber me tiene destrozada
la memoria, esto de vivir me tiene destrozada el alma. ¿Cuántos hombres equivalen a una rata,
cuántas ratas equivalen un poeta, cuánta poesía es necesaria para que logremos comprender que la
Existencia no es más que una broma absurda y despiadada? “¡Chinguen a su madre los poetas!”
dicen los oficinistas antes de arreglarse la corbata y de salir de casa rumbo a sus trabajos aburridos y
enmierdados. Es insoportablemente cómico, chistosamente hiriente y angustioso.

(De pronto la Poesía sale de su cueva milenaria & se presenta frente al rostro confundido del
Roeta en la forma de una muchachita desquiciantemente hermosa y asfixiante)

La Poesía: Curiosísimo lugar el Universo que permite a los ratones contemplarlo y meditar sobre
su esencia.

El Roeta(entre molesto & deslumbrado): Antes que nada, déjeme decirle que su eléctrica belleza
no le da permiso de surgir como si nada desde los confines de la Noche e invadir mi habitación con
su hermosura abyecta y con su andar de fósforo candente que ilumina mis pupilas. En segundo,
quiero dejar claro que “ratón” es una ofensa imperdonable entre los habitantes de las cloacas: somos
ratas, sucia y puramente ratas; el ratón es un roedor burgués que en nada se asemejaría a lo que
somos si no fuera por los dientes. Pero en fin, se justifica su tropiezo ya que, al parecer, usted no
suele visitar estos lugares a menudo, o al menos eso es lo que perciben mis bigotes ¿Me equivoco?

La Poesía (juguetona): Tiene usted razón en que no suelo visitar estos lugares a menudo, pero no
es por eso, y mucho menos por error, que lo llamé ratón a usted, mi queridísimo suicida.

El Roeta (interesado en las palabras de la Poesía): Y si no fue eso ¿se podría saber por qué lo
hizo? Su mirada es enigmática y no ayuda a descifrar el resplandor humeante que despide sus
palabras.
La Poesía: Bueno, con gusto se lo explicaré: si lo llamé ratón fue porque llevo rato contemplándolo
y he sido la agradecidísima testigo de sus insondables soliloquios, por lo que he llegado concluir
que, si bien es cierto que se ve como una rata, actúa como una y vive incluso entre las cloacas, sus
pasiones y delirios son los de un ratón que no encontró su sitio entre la densa multitud de jerries y
de mickeys. Algo así como un ratón que fue enseñado por Splinter a vivir entre los suyos.

El Roeta (entre asombrado & curioso): Bien, me gustaría hacerle dos preguntas antes de que
continuemos: número uno ¿se podría saber quién es usted para lanzar esa aseveración tan
peligrosamente audaz? Y número dos, si lo que dice es cierto, ¿por qué diablos está espiándome y
de qué manera puede hacerlo sin que yo logre notarlo? Me parece que si quiera me merezco esa
pequeña cortesía de su parte ¿No lo cree así, intrépida brujita floreciente?

La Poesía (riendo divertida): Vale, es verdad que al menos te mereces una explicación de todo
esto: en primera, soy aquella Musa a la que los poetas llenan de miserias y de flores, de cristales y
de nubes. Por lo general me llaman Poesía pero hay quienes me conocen y prefieren apodarme de
mil modos como si jugaran con mi nombre. En segundo, si te espío es porque no se suelen encontrar
muchos roedores como tú, absortos en el caos de las palabras y sus gritos, mucho menos ratas que le
canten a la Noche y al fulgor de las estrellas. Y, respecto al método, digamos que hay un punto
exacto en medio de la Nada que permite contemplar el Universo entero en un vistazo interminable.
¿Satisfacen mis respuestas tu curiosidad o necesitas más información? Intentaré ayudarte en lo que
puedas, lo prometo.

El Roeta (emocionado y sorprendido): ¡Qué increíble brillo el de la Luna que ilumina tu apolíneo
rostro y su ternura cósmica e indescriptible! ¡Oh, creatura celestial y milenaria, qué dichoso me
hace el contemplarte y cuánta luz irradia la belleza de tus labios y sus lúcidas palabras! ¡Ahora
entiendo ese fulgor ardiente que sentí en mi alma destrozada nada más de verte aparecer frente mis
ojos y mirarme! Pero, me podrías decir antes de continuar, ¿a qué se debe tu inesperadísima pero
curiosamente grata magia visitante? ¿qué milagro angelical te puso frente a mí con tu divinidad
furiosa e implacable?

La Poesía: Bueno, si he venido a visitarte es porque cada cierto tiempo surge una creatura como tú
a la que el solo brillo apasionado de sus ojos basta para despertarme de mi sueño y convocarme. Yo,
sabiendo bien reconocer el fuego apasionado de las almas, le regalo a esa creatura una visita para
que podamos conocernos y charlar un poco. Además, déjame decirte que hacía siglos no veía una
rata de tu clase por lo que tomé la decisión de visitarte y celebrar contigo la alegrísima ocasión. Por
desgracia estás a punto de extraviarte entre las calles abismadas de tu mente y perderás el habla y el
conocimiento, pero no te desesperes, luego volveremos a encontrarnos, lo aseguro.

(Mientras dice esto, la Poesía va desvaneciéndose hasta desaparecer del todo y, cuando ya casi
no queda nada de Ella más que el eco de su fuego, el Roeta se tropieza intentado retenerla y
luego se golpea la frente contra un traste descuidadamente sucio que se encuentra sobre el
suelo, haciéndolo sangrar bastante hasta que se desmaya y todo va tornándose infinitamente
negro como el tizne de sus dedos y el reflejo de la Noche en los cristales sucios de sus ojos.
Empieza a sonar Om, de John Coltrane)
2do acto

El Roeta (ahora convertido en hombre, es decir, en El Poeta)

Vishnú

Un Perro

El Tiempo

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