Ya que hoy en día la esclavitud esta abolida, es necesario extrapolar los términos: “Amo y esclavo” a la relación laboral actual, correspondiendo: Patrón y Empleado respectivamente. V.V.1 Pablo concluye sus instrucciones sobre la recta gestión de los cargos con breves palabras sobre los esclavos. Junto a las viudas (5,3-16), ellos son los más pobres de la comunidad cristiana, y es significativo el hecho de que el Apóstol dé instrucciones concretas sobre ellos a Timoteo. El Apóstol está al corriente de la triste suerte de los esclavos y llama a su existencia «estar sometido al yugo». Están privados del poder de decidir libremente y sometidos siempre a la voluntad de su señor. De ahí deriva para el esclavo cristiano una tarea especialmente difícil. Si el señor es un pagano, el esclavo cristiano, a pesar de ser liberto en Cristo (1Co_7:22), y ser plenamente consciente de su alta dignidad como cristiano, no puede rebelarse contra su señor. No puede rehusarle el respeto. Pablo ve el gran peligro que amenaza al cristianismo naciente si no se hace así. El pagano hablaría despectivamente de Dios y de la doctrina cristiana, haría a la fe cristiana responsable de la rebeldía del esclavo e injuriaría a esta fe. V.v.2 Pablo considera aún otro caso: que el señor del esclavo cristiano sea un cristiano. Entonces, el hecho de que el esclavo y el señor ocupen la misma posición ante Dios no debe ser motivo para que el esclavo tenga en menos a su señor. No puede confundir la igualdad religiosa con la social, pues, aunque ante Dios él y su señor cristiano estén a la misma altura, no asciende por eso en el escalafón socia, más bien, debe poner doble celo en su servicio, porque ambos son hermanos en Cristo, porque el amor de Dios les abarca a ambos, esclavo y señor, de igual forma. 2. SOBERBIA Y AMBICIÓN DE LOS FALSOS MAESTROS (6/03-10). V.v. 3 La razón más profunda de que estos hombres se distingan y separen de la comunidad está en el hecho de que no se Atienen a las saludables palabras de nuestro Señor Jesucristo. Han abandonado la revelación del Señor. Sólo ella es saludable, porque está libre de todo germen de enfermedad espiritual y moral, y puede, por tanto, conservar a los hombres interiormente sanos. Separarse de la doctrina de Cristo, conduce siempre a error y a falsa doctrina. Sólo la fe inquebrantable en la palabra del Señor y mantenerse firme en ella, nos pueden preservar del extravío y del error. V.v 4-5 Esta desviación de la revelación de Cristo y de la doctrina de la Iglesia no descansa en una inteligencia más elevada de la verdad revelada, sino en envanecimiento y fatuidad, en presunción orgullosa. El afán de los falsos maestros de lucirse con sutilezas y agudezas es signo de corrupción y enfermedad interna. Con especial severidad señala el Apóstol que los falsos maestros hacen de la piedad un medio de lucro, transforman la fe cristiana en un negocio; Probablemente se hacían pagar caras las visiones, que desplegaban ante los oyentes en las asambleas y en la instrucción, y sacaban así el dinero a sus seguidores. O aprovechaban la afluencia de oyentes a sus asambleas y la impresión que producían su vida piadosa y su predicación, para enriquecerse ellos. (cualquier parecido con la Iglesia de hoy NO es Mera Casualidad). V.v.6-8 Para valorar y explicar la posesión de bienes terrenos, Pablo enuncia una idea que ya está contenida en el Antiguo Testamento y en otros lugares del Nuevo, y que estaba también muy extendida en la filosofía de la época: desnudos y sin nada entramos a este mundo y desnudos y sin nada lo abandonamos, sin llevar con nosotros nada de lo que aquí poseíamos. Los bienes terrenos tienen valor sólo para el corto espacio que dura la vida en la tierra. Por eso el hombre posee ya bastantes bienes si tiene con qué alimentarse y con qué vestirse. Pero si amontona riquezas y quiere así, sentirse seguro, Dios le dice: «¡Insensato! Esta misma noche se te va a reclamar tu alma; y todo lo que has acaparado, ¿para quién va a ser?» (Lucas 12:20). V.v.9-10 Su rica experiencia ha hecho a Pablo tener un conocimiento demasiado exacto de la codicia. Por eso condena a aquellos hombres que, obsesionados por el deseo de riquezas, se entregan a ellas. Ese deseo de adquirir y amontonar posesiones, esa sed de dinero, tiene funestas consecuencias para los hombres y los precipita, finalmente, a la perdición eterna. Pablo ha pasado por la experiencia de ver que también algunos cristianos, aprisionados por la codicia del mundo, se han alejado de Cristo y han desertado de la fe. Para los cristianos no hay más que una decisión clara: «No podéis servir a Dios y a Mamón» (Mat_6:24). Por eso es imposible compaginar la codicia con la fe y la piedad cristiana. 3. PELEAR LA BUENA NATALLA (6/11-16). V.v.11 El Apóstol se dirige a Timoteo como si estuviese en una competición, debe tender a la meta, a aquellas virtudes que ordenan y regulan su relación con Dios («piedad») y con los demás hombres («justicia»), a las virtudes fundamentales cristianas: la fe, la caridad, la paciencia y mansedumbre, que, con amor dispuesto a perdonar, soportan los pecados y las deficiencias de los hermanos. Esta es, pues, la meta que Timoteo debe alcanzar: la plenitud del hombre interior en todas las virtudes humanas y cristianas. V.v.12 La verdadera vida cristiana es un glorioso combate, que se lleva adelante con la virtud de la fe. El premio de este combate es la vida eterna. Dios mismo, en su gran benevolencia, ha llamado a Timoteo a este combate, y Timoteo ha respondido a la llamada, haciendo una hermosa confesión de fe ante muchos testigos. V.v13-14 Con una vida sin mancha y santa, Timoteo debe guardar el mandamiento, la fe cristiana, hasta la llegada de Jesucristo en el juicio final. La segunda venida de Cristo se describe como advenimiento, como aparición regia, súbita y próxima de Jesús, que sale a la luz pública y revela así su reinado eterno. Pablo quiere grabar profundamente en el corazón de su representante aquello que constituye el gran deseo de su corazón: guardar la fe cristiana pura y sin falsificaciones hasta el día del juicio final, a pesar de todas las insidias de los falsos maestros. La primera tarea, y la más importante, de la vida de los cristianos debe ser guardar la fe, viviendo una vida sin mancha en medio de todas las amenazas. V.v.15-16 Los hombres no sabemos cuándo se producirá este «advenimiento de nuestro señor Jesucristo». Sólo Dios conoce el momento, el «debido tiempo», en que sucederá. Los cristianos debemos esperarlo con plena disponibilidad. La exhortación del Apóstol termina con una oración gloriosa, íntima, con una alabanza sublime a Dios. Dios, que tiene la plenitud del poder y que es señor de todo, está por encima de todo lo caduco. El poder de los reyes y de los señores no se le puede comparar. Sólo Dios, por la plenitud misma de su esencia posee inmortalidad y vive en la región inaccesible de la luz. Por eso es inalcanzable e inaccesible a todo conocimiento humano, si la gracia de Dios no eleva al hombre a la luz. La oración concluye con una alabanza en la que se ensalza el poder eterno e ilimitado de Dios. 4. BUEN USO DE LA RIQUEZA (6/17-19). Se podría esperar que nuestra carta terminara con la alabanza de Dios (versos 6,15). Pero Pablo añade aún un apéndice en el que da a Timoteo algunas instrucciones para los ricos de su comunidad. V.V.17 El Apóstol acaba de prevenirnos (versos 6,9) contra el afán apasionado de riquezas. Ahora da instrucciones sobre la forma en que los ricos de la comunidad cristiana, que ha sido confiada a los cuidados pastorales de Timoteo, deben usar rectamente de su riqueza. También la riqueza adquirida de modo moralmente irreprensible puede estar llena de peligros para su poseedor. Pablo les advierte que no deben poner su esperanza en «una cosa tan insegura como la riqueza»; les insta a que pongan toda su confianza en Dios. El hombre rico corre el peligro de hacerse orgulloso y soberbio, y de poner toda su confianza en una cosa tan insegura como el poder de las riquezas y las posesiones. El cristiano debe poner toda su esperanza y su confianza en la bondad paterna de Dios, que, en su amor, dará a sus hijos todo lo que necesiten. V.v.18-19 El Apóstol advierte de otro peligro de las riquezas: el rico no debe cerrarse egoístamente a las necesidades de los demás hombres, sino poner en práctica el mandamiento cristiano de amor. La verdadera riqueza del cristiano ha de ser las buenas obras. Si el cristiano obra de acuerdo con estas instrucciones del Apóstol, atesorará, con su amor operante, un «buen capital», un tesoro invisible en el cielo, que le servirá al entrar en la vida eterna, que es la única vida «auténtica». Sólo obrando así será el cristiano «rico ante Dios» (Lucas 12:21), amontonará «tesoros en el cielo» (Mat_6:20) y el Padre, «que ve en lo secreto», se lo pagará (Mat_6:4). CONCLUSIÓN DE LA CARTA 6/20-21 1. ULTIMO AVISO SOBRE LOS FALSOS MAESTROS (Mat_6:20-21a). V.v.20 En estos dos versículos finales resume Pablo de nuevo las dos ideas más importantes de su carta: guardar la fe cristiana y rechazar energicamente la falsa doctrina. Pablo le recuerda a Timoteo su tarea más importante, la propia de su cargo, es conservarla pura y sin falsificaciones, proteger y transmitir este legado valioso. Este depósito contiene las doctrinas cristianas de fe, que deben ser el hilo conductor de la vida cristiana. Timoteo debe limitarse a rechazar estas enseñanzas sin enredarse en vanas discusiones sobre ellas. Esa falsa doctrina no es más que una serie de “palabras vacías y profanas”; pretende el nombre de “ciencia”, pero no lo merece, porque se opone a la verdad única, que es la verdad revelada. Con apariencia de profundidad, esta «ciencia oculta» pretende dar a los hombres nuevos conocimientos sobre Dios y sobre el mundo, pero abandona el suelo sólido y seguro de la fe y cae en el error. La experiencia de Pablo le permite señalar las funestas consecuencias de esta falsa doctrina: algunos miembros de la comunidad cristiana han seguido ya estas «palabras vacías» y han desertado de la fe cristiana. Esto es una severa advertencia para Timoteo y para toda la Iglesia. 2. BENDICIÓN (Mat_2:21b). V.v.21.b El saludo final va dirigido a Timoteo y a toda la comunidad, en la que Pablo piensa continuamente al redactar su carta. El Apóstol les desea lo mejor que los cristianos pueden desearse: la gracia de Dios, por la que hemos sido salvados, que aparecerá en toda su riqueza en los «siglos venideros» (Efesios_2:5-7).