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Diciembre, 2010

Universidad de Chile
ICEI / Cine y TV
5º año / 10º semestre
Florencia Tagle

MEMORIA DE TÍTULO

LA EMERGENCIA DEL PERSONAJE AMBIGUO


EN EL CINE CONTEMPORÁNEO

REFLEXIÓN A PARTIR DE ‘TRES’.


(1) INTRODUCCIÓN:

Partiendo de la base de la oposición histórica, tantas veces representada en el arte


y la literatura, entre lo establecido o correcto socialmente y el deseo de romper con los
cánones, rebelarse, o simplemente lanzarse a la aventura de lo incierto, me propongo
cuestionar la validez de esta contradicción, y por lo tanto de su representación, en el
contexto contemporáneo. De esta manera, pretendo demostrar el modo en que ambas
fuerzas en oposición han perdido sentido en la actualidad, la forma en que los límites
entre una y otra se han vuelto difusos y subjetivos, y definir así un nuevo tipo de
personaje transgresor que se mueve en estas fronteras, el tipo de personaje que
protagoniza las historias de ‘Tres’.

(2) DESARROLLO

Nos encontramos en un momento en que la modernidad, planteada como


oposición a lo clásico, ha perdido su fuerza esencial. En un proceso de transformación
histórica o, en palabras de G. Lipovetsky1, en la emergencia de un modo de socialización y
de individualización inédito, una segunda revolución individualista aún en curso.

Z. Bauman, en su texto “La modernidad líquida”, nos explica este proceso de


transformación partiendo de la famosa expresión “derretir a los sólidos”, acuñada por el
manifiesto comunista, mediante la cual se aludía a la intención del espíritu moderno de
emancipar a una sociedad que consideraba estancada y demasiado resistente a los
cambios necesarios. Acabar con estos “sólidos” significaba desautorizar las tradiciones,
las convicciones, los deberes éticos y las labores domésticas, acabar con lo consagrado.
Pero, dice Bauman, para la modernidad “todo esto no debía llevarse a cabo para acabar
con los sólidos definitivamente ni para liberar al nuevo mundo de ellos para siempre, sino
para hacer espacio a nuevos y mejores sólidos; para reemplazar el conjunto heredado de
sólidos defectuosos y deficientes por otro, mejor o incluso perfecto, y por los mismo
inalterable”2.

En este punto, Z. Bauman abre la pregunta sobre hasta qué punto esos sólidos no
estaban ya desgastados y destinados de antemano a su destrucción, sosteniendo que “los

1 LIPOVETSKY, Gilles “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Prefacio, Pág 5.

2 BAUMAN, Zygmunt. “La Modernidad Líquida”. Junio de 1999. Pág 3.


tiempos modernos encontraron a los sólidos premodernos en un estado bastante
avanzado de desintegración”3. De esta forma, la modernidad vino a aniquilar valores y
tradiciones que ya se encontraban en un proceso de desintegración, cuyo fin era
inminente, pero con el objetivo de instalar otros valores e ideales acordes a su espíritu
revolucionario.

Es así como se conforma un nuevo orden, basado en términos económicos, que


debía ser más “sólido” que el orden que venía a reemplazar. Este orden es producto de
una emancipación progresiva de la economía de sus límites tradicionales, políticos,
morales y culturales, destruyendo así casi todos los poderes capaces de modificarlo y
llegando a dominar todos los aspectos de la vida.

En la modernidad los moldes fueron rotos y cambiados por otros; los individuos
fueron liberados del peso de las obligaciones tradicionales, pero guiados para seguir las
pautas correctas en el nuevo orden, para encontrar el camino adecuado que permita
adaptarse y ser parte de la nueva sociedad instaurada. Si al principio el poder
emancipador afectaba a las instituciones, acusadas de coartar los campos de acciones y
posibilidades, como las tradiciones y patrimonios que imponían modelos de
comportamiento por obligación y no por voluntad, las nuevas configuraciones que
reemplazaron a las antiguas eran tan rígidas como antes, los individuos fueron sometidos
a pautas nuevas pero igualmente inflexibles, por lo que muchos simplemente no las
advirtieron o hicieron caso omiso de ellos.

Hoy esos mismos poderes de disolución de la modernidad están reasignándose y


redistribuyéndose, afectando a los individuos. Los códigos y modelos de conducta
ofrecidos como puntos de orientación estables cada vez son más escasos e inciertos, se
disolvieron paulatinamente como resultado del mismo proceso de desregularización. En la
actualidad ya no existen pautas a seguir determinadas y evidentes, la forma de actuar no
está regida por patrones rígidos. De esta forma, el espectro de posibilidades se ha
ampliado infinitamente, son tantas y a veces tan contradictorias las guías que han
perdido casi por completo su validez y poder.

Este proceso implicó una creciente desregularización, flexibilización y disolución


de los límites de la libertad individual, un derrumbe de las identidades sociales y un
abandono de las ideologías. De esta forma se ha desembocando en el momento actual,

3 BAUMAN, Z. Op. Cit. Pág. 3.


donde ya no tienen cabida las revoluciones sistémicas porque ya no hay un sistema
concreto o un lugar físico en que éste se aloje que se pueda invadir, como tampoco
resultan evidentes las instituciones que lo conforman ni los responsable de manejarlo. Z.
Bauman, citando a Ulrich Beck, habla de “instituciones y categorías zombis, que están
muertas y todavía vivas”4, para referirse a un sistema tan omnipresente que se ha vuelto
abstracto e inalcanzable.

En la etapa actual, dice Z. Bauman, “…la principal técnica de poder es la huida, el


escurrimiento, la elisión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier
confinamiento territorial y mantenimiento de un orden, de la responsabilidad por las
consecuencias y la necesidad de afrontar sus costos…”5. La relación entre supervisores y
supervisados es cada vez menos concreta. La figura de los que manejan el poder está
cada vez más fuera del alcance o incluso completamente inaccesible.

Z. Bauman nos entrega una visión bastante clara respecto al momento actual:

“…La desintegración social es tanto una afección como un resultado de la nueva técnica
de poder, que emplea como principales instrumentos el descompromiso y el arte de la
huída. Para que el poder fluya, el mundo debe estar libre de trabas, barreras, fronteras
fotificadas y controles. Cualquier trama densa de nexos sociales implica un obstáculo
que debe ser eliminado. Los poderes globales están abocados al desmantelamiento de
esas redes, en nombre de una mayor y constante fluidez, que es la fuente principal de
su fuerza y garantía de su invencibilidad. Y el derrumbe, la fragilidad, la vulnerabilidad,
la transitoriedad y la precariedad de los vínculos y redes humanos permiten que esos
poderes puedan actuar…” 6

De esta forma, el conocido personaje tipo del rebelde sin causa, tan popular en los
años sesenta, queda ahora obsoleto. El espíritu revolucionario propio de la modernidad,
su entusiasmo por conquistar un futuro mejor, reflejado en un activismo militante para
derrocar un presente no deseado, y en el compromiso político que esto implica, su pasión
y urgencia, parecen extinguidas en la juventud actual. Los adolescentes de hoy se
presentan como indolentes, vacíos de cualquier compromiso y decisión, son sujetos que
podríamos llamar ambiguos, que están marcados por una obsesión de mantenerse en la

4 BAUMAN, Zygmunt. “La Modernidad Líquida”. Junio de 1999. Pág. 5.

5 BAUMAN, Z. Op. Cit. Pág. 10.

6 BAUMAN, Z. Op. Cit. Pág. 12.


frontera, de aplazar continuamente la decisión, por una voluntad de ser inclasificables.
Estamos en un momento en el que tener posición se ha vuelto negativo, ya sea en el plano
social, político o incluso sexual.

En la sociedad posmoderna el futuro ya no sinónimo de progreso, tampoco requiere


un esfuerzo para ser conquistado. “Ya nadie cree en el provenir radiante de la revolución
y el progreso, la gente quiere vivir en seguida, aquí y ahora, conservarse joven y no ya
forjar el hombre nuevo.”7 En esta sociedad reina la indiferencia, ya no hay ídolos ni
proyectos por los cuales movilizarse, “estamos ya regidos por el vacío, un vacío que no
comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis.”8

“Lo pequeño, lo liviano, lo más portable significa ahora mejora y progreso. Viajar
liviano, en vez de aferrarse a cosas consideradas confiables y sólidas, es ahora el mayor
bien y símbolo de poder. Aferrarse al suelo no es tan importante si ese suelo puede ser
alcanzado y abandonado a voluntad, en poco o casi ningún tiempo.”9

Si anteriormente la decisión y el ser consecuente con los ideales era considerado un


valor, los personajes se veían enfrentados a la obligación de optar por una de dos
opciones irreconciliables: cumplir con el orden establecido y tener una vida cómoda o
rebelarse contra ella en pro de sus ideales, sin ninguna garantía para el futuro, hoy esta
oposición ha perdido vigencia. El sujeto rebelde y la militancia se encuentran igualmente
instituidos en la sociedad, es imposible mantenerse al margen y no suponen ya ninguna
amenaza.

Hoy no es necesario escoger entre dos ideas opuestas, no hay categorías claras que
sostengan una contradicción radical entre seguir un modelo instituido o oponerse
activamente a él. En palabras de G. Lipovetsky, no hay oposición sino una lógica dual,
“una correspondencia flexible de las antinomias, (…) en que todas las opciones, todos los
niveles pueden cohabitar sin contradicción ni postergación”.10

De la misma manera, pierde sentido el romanticismo y la valentía que suponen el

7 LIPOVETSKY, Gilles. “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Pág. 9.

8 LIPOVETSKY, G. Op. Cit. Pág. 10.

9 BAUMAN, Zygmunt. “La Modernidad Líquida”. Junio de 1999. Pág. 11.

10 LIPOVETSKY, G. Op. Cit. Pág. 11.


optar por ir contra lo establecido, de forma apasionada y aventurada. Es así como
películas como “La vida de los peces”, del director chileno Matías Bize, parecen fuera de
contexto en la actualidad, al someter a la protagonista a la decisión de arrancar en medio
de la fiesta con un antiguo amor, lanzándose a una vida incierta sin lugar fijo, ya que el
personaje en cuestión vive viajando debido a su trabajo y habita en hoteles de paso, o, en
el extremo opuesto de la balanza, permanecer en su vida estable, con su familia
monótona y sus hijas mellizas que se encuentran de vacaciones con el padre. Ambas
opciones se presentan como incompatibles, y se le entrega un valor romántico a la
capacidad de optar por una u otra. Expectantes nos preguntamos que habrá decidido la
mujer cuando la vemos bajar las escaleras en silencio en dirección a la puerta de salida,
ya que esta decisión se nos ofrece como irremediable.

Esta oposición resulta hoy absurda, es propia del romanticismo y remite a


problemáticas obsoletas. Como a Bodas de Sangre, en que seguir el impulso y arrancar a
caballo con el ser amado, abandonando al novio que suponía la estabilidad y el estatus
social, trae consecuencias nefastas que la novia debe afrontar con su mayor coraje y
responsabilidad, cuyo peso es imposible evadir.

Por el contrario, los personajes del cine contemporáneo, acordes con el sentimiento
posmoderno descrito, permanecen en la indecisión, en la frontera. Es en este contexto en
que se mueven los personajes de ‘Tres’. Aquí los límites entre lo moral y reglamentado y
los deseos de los personajes son difusos, subjetivos, y se pueden cruzar constantemente
sin que esto produzca consecuencias irreparables. Los personajes se mueven
precisamente en este límite, y aunque logramos percibir una oposición ante la cual se ven
enfrentados, en el extremo opuesto de sus deseos la vida no se presenta como estable y
segura sino como igualmente ambigua y contradictoria. Ya no hay oposición radical sino
una mezcla de sensaciones y valores subjetivos, las opciones no son excluyentes sino que
pueden convivir y ya no se hace necesario decidir por una u otra.

En ‘Tres’ es posible advertir una oposición entre los deseos de los personajes y su
entorno, que los limita y coarta. No es que los personajes se muevan libremente sin
ninguna guía sobre la forma en que deben comportarse, sino que existe aún un límite,
aunque difuso, entre sus impulsos y las reglas externas que se le imponen. Pero la
estructura social, representada en los espacios en que transcurren las historias, está en
un estado de degradación evidente. La antigua y oxidada piscina universitaria, única
locación de la primera historia; el amplio estacionamiento abandonado en que deambula
la protagonista de la segunda historia, y la sórdida fiesta a la que acuden los adolescentes
de la tercera, son lugares que ofrecen modelos de comportamiento y al mismo tiempo
dejan la puerta abierta para transgredirlos, ya que las mismas personas que los imponen
los violan constantemente. Se trata de un orden aparente, en que todo funciona casi
mecánicamente, pero en el que ya nadie cree con convicción.

“El sistema funciona, las instituciones se reproducen y desarrollan, pero por


inercia, en el vacío, sin adherencia ni sentido, cada vez más controladas por los
especialistas, los últimos curas, como diría Nietzsche, los únicos que todavía quieren
inyectar sentido, valor, allí donde ya no hay otra cosa que un desierto apático.”11

Ante esta “falsa libertad” y el carácter cínico de las normas que nos entrega la
sociedad de la época actual, se ha desarrollado una estrategia inconsciente que anula la
identidad, o la repliega a la ambigüedad, anulando en primer lugar la exhibición y el
compromiso. Es así como los personajes del cine contemporáneo se mueven en la
indeterminación, de manera desapasionada, constantemente negociando y dejando
siempre abierta la posibilidad de volver atrás, sin tomar riesgos o decisiones. Se trata de
un nuevo tipo de “héroe transgresor”, que ya no puede ser inocente pero sí ambiguo e
indiferente.

De esta manera, la angustia ante el sin sentido se ha ido aquietando, dosificando e


incorporando a la rutina. La desesperación ha dado lugar a la indolencia, a personajes
que avanzan de forma casi mecánica, sin ganas ni desidia, sin ansiedad ni miedo. En esta
época en que los antagonismos se disuelven, o se vuelven ambiguos, los individuos han
entendido que se puede vivir sin sentido ni objetivo. La resistencia y la lucha por un
futuro han dado lugar a una nueva forma de combate, el ausentismo y la indiferencia, las
cuales comportan igualmente en sí un desencanto.

Quedan delimitadas las características de estos nuevos personajes que viven en el


presente y no en función del pasado o el futuro, sin medir las consecuencias de sus actos,
porque éstas ya no son relevantes ni definitivas. Al disolverse las oposiciones radicales se
abandonan también los roles instituidos, las categorías sociales clásicas. El niño de la
primera historia de ‘Tres’ está inmerso en su rol infantil, pero no se siente cómodo en él,
como tampoco la adolescente de la segunda historia se adapta a lo que se espera
tradicionalmente de su función de madre. Ambos reniegan de cumplir con las identidades
instituidas para sus personas, se resisten mediante la indiferencia y la evasión, su única

11 LIPOVETSKY, Gilles. “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Pág. 36.
opción. De la misma manera, en la tercera historia vemos un personaje adulto,
acomodado, con un reconocible estatus social, pero que finalmente desploma su rol
tradicional hasta quedar a la misma altura que los adolescentes que protagonizan el
cortometraje. El rol de este hombre queda renegado a la mera apariencia, a una categoría
social que persiste y es fácilmente identificable pero que ya no es tan rígida ni intachable,
que ya no supone valores rígidos. Cada vez las categorías sociales, como la de niño,
hombre, mujer, madre o adulto, están menos definidas, las fronteras entre una y otra son
cada vez más difusas, dando lugar a un conjunto complejo y aleatorio de
individualidades.

Por último, ‘Tres’ nos habla del deseo, el motor de los personajes contemporáneos,
lo que los lleva a cuestionarse los roles clásicos e instituidos y evadirlos. El deseo no se
presenta meramente como algo sexual, también como un anhelo o inquietud que los lleva
a buscar experiencias, a jugar con los límites de lo permitido, para descubrir que son casi
inexistentes. El deseo, y su satisfacción inmediata, han reemplazado al esfuerzo y la
disciplina, ideales tan valorados anteriormente. Se ha forjado así una sociedad flexible,
basada en la información y en la estimulación de las necesidades, el sexo y los factores
humanos. Si “la edad moderna estaba obsesionada con la producción y la revolución, la
edad posmoderna lo está por la información y la expresión.”12

12 LIPOVETSKY, “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Pág. 14.
Diciembre, 2010
Universidad de Chile
ICEI / Cine y TV
5º año / 10º semestre
Florencia Tagle

ANÁLISIS DE PRODUCCIÓN:

DESCRIPCIÓN DEL PROCESO


DE DIRECCIÓN DE ARTE
‘Tres’ es un cortometraje constituido por tres historias diferentes, cuyas locaciones,
personajes y atmósferas no guardan relaciones narrativas entre sí, pero sin embargo
están unidas en su temática fundamental. Cada una de ellas, “Clases de Nado”, “Playa
de Estacionamientos” y “Fiesta!”, requirió un trabajo diferente de dirección de arte, según
su atmósfera, locación e historia particular. Se escogió para cada historia una paleta de
colores acotada y una atmósfera específica muy definida, pero se puede hablar de un
gran concepto a trabajar y enfatizar que abarca a las tres historias y significa su unión
temática.

‘Tres’ nos muestra tres historias protagonizadas por personajes adolescentes, los
cuales sienten un impulso o deseo que se resisten a seguir, pero también a abandonar
por completo. A causa de esta indecisión estos personajes se ven repentinamente
sumergidos en situaciones que los atrapan, en espacios en los que no saben como actuar
y donde se sienten ajenos y extraños.

En primer lugar, el trabajo consistió en desarrollar una carpeta de arte y una


búsqueda de referencias, de acuerdo a la intención y el punto de vista del director. Se
indagó en las ideas del director para encontrar los conceptos claves que serían la base de
la propuesta de dirección de arte. A partir de las pautas surgidas de estas
conversaciones y conclusiones, se desarrollaron las paletas de color para cada historia y
se definieron las atmósferas deseadas. Así mismo, se discutió en conjunto con el director
la propuesta de vestuario, para que fuera un aporte a la construcción de personajes, los
que fueron adquiriendo características mucho mas definidas gracias a estas discusiones.

La idea central en que se basó la propuesta de arte y lo que se intentó reflejar en la


construcción de las atmósferas es, a grandes rasgos, los difusos límites de la vida
adolescente, la forma en que los personajes se enfrentan a las situaciones, dilatando al
máximo la toma de decisiones. Se trata de una subjetividad marcada por la ambigüedad,
por un permanecer en la frontera, lo que traerá igualmente consecuencias en la historia.

La dirección de arte se enfocó principalmente en generar una oposición entre los


personajes protagónicos y el entorno, en retratar la contradicción que se produce entre
los deseos de los personajes protagónicos, adolescentes, y el entorno que los enfrenta a
normas de comportamiento claras ante las cuales ellos no tienen capacidad de decidir.
Para esto se intentó crear atmósferas densas, subjetivas y casi oníricas, con un peso
significativo que oponga resistencia al impulso de los protagonistas. Se generaron
espacios que se imponen como coherentes y definidos en sus propias lógicas, que son
previos a los personajes y poseen una fuerte carga social. Algunos elementos utilizados
para enfatizar esta sensación de densidad atmosférica son el vapor del agua en la
piscina, la oscuridad y la textura del cemento en los estacionamientos y el humo en la
fiesta, lo que fue apoyado por la dirección de fotografía con encuadres cerrados y por la
dirección de actores con un énfasis especial en las miradas de los personajes. El realismo
se vio trastocado por el afán de representar las sensaciones de los personajes
protagónicos en la situación de enfrentarse a estos espacios con reglas sociales y normas
de comportamiento claramente definidas.

Ante estas locaciones que se presentan como compactas y uniformes, con una
atmósfera que prima y se hace hasta tediosa, los personajes debían irrumpir como algo
extraño, ya que son ajenos a ellas. En Tres son los espacios los que se imponen a los
personajes protagónicos, espacios que no les pertenecen y les producen un conflicto al
imponerles normas de comportamiento opuestas a sus deseos. Esta sensación de
ajenidad es uno de los conceptos fundamentales trabajado en el arte.

Otro concepto clave, que atraviesa los tres cortometrajes, para representar este
sentir adolescente, es la opacidad, derivada de la incapacidad de los personajes de ver
clara y objetivamente el entorno, el que se les presenta como opaco, denso y confuso

Los personajes de ‘Tres’ no poseen un carácter definido, sino que actúan de


manera errática y confusa. El conflicto se produce cuando se enfrentan a un lugar con
normas de comportamiento claras en las que ellos son un visitante sin capacidad de
decidir.

En este sentido, las locaciones son un personaje fundamental que dialoga y se


enfrenta a los protagonistas. Éstas representan la vida normada, pero son vistas desde la
subjetividad y confusión adolescente, es por esto que las llamo opacas y subjetivas.

El primer elemento para crear este contraste es sin duda el color. Cada una de las
historias fue trabajada con una paleta de colores muy uniforme, con gamas de colores
acotadas y cuidando que nada salga de los tonos establecidos. Se excluyeron colores
demasiado llamativos y se privilegió el uso de tonos, que si bien son diferentes para cada
historia, se podrían definir como pastosos y opacos. De esta manera, se crearon
atmósferas muy homogéneas, compactas y subjetivas.

La ambientación buscó ser muy coherente con las locaciones, el objetivo fue
generar espacios muy definidos con lógicas propias donde todos los elementos
correspondan con la atmósfera en estilo y color, y de esta manera enfatizar el sentirse
ajeno y excluido de los personajes que irrumpen en los espacios.

El vestuario y el maquillaje significaron los elementos fundamentales que nos


permitieron generar la oposición deseada entre los personajes protagónicos y el espacio.
Mientras los personajes secundarios y extras sí forman parte de los espacios, siguen sus
mismas lógicas hasta casi camuflarse con el fondo, los protagónicos se oponen tanto por
color como por textura.

En clases de Nado se escogió una paleta de color compuesta de tonos pasteles,


acordes a los colores del edificio de la piscina en que transcurre la historia. La piscina de
la Universidad de Chile, ubicada en Independencia, posee una atmósfera particular que
es lo que nos atrajo desde un comienzo de esta locación y lo que intentamos rescatar y
acentuar mediante la dirección de arte.

Esta piscina, construida en los años 30, parece abstraída del mundo exterior, es
un lugar antiguo, con grandes vigas a la vista, que posee un mundo propio en el que se
mezclan una sensación de desgaste y deterioro, y a la vez limpieza y tranquilidad. Este
espacio parece estar suspendido en el tiempo, funciona bajo sus propias normas y
parece no ser afectado por el exterior.

Su estética particular nos hace pensar en un espacio normado donde nada está
fuera del control de la institución. La simetría de la arquitectura, las grandes vigas y las
líneas rectas que componen el espacio nos entregan un lugar donde la forma de
comportarse está restringida y, por lo tanto, quedan excluidas la sexualidad y las
emociones no afines con la institución que hay detrás. En este espacio hay una
estructura presente en todo momento, a la que se suma el contexto de una clase de
natación, un deporte olímpico donde la exigencia, disciplina y el rigor son muy fuertes.
Sin embargo, la transparencia del agua y el visible deterioro de las graderías generan
una ambigüedad de sensaciones que nos pareció interesante rescatar.

El look que se trabajó está compuesto de colores pasteles, primando los tonos
celestes y cafés. Para esto en primer lugar se retiraron todos los elementos distractores
del espacio en cuadro, se despejó y limpió el lugar tanto de colores ajenos a la paleta
como de objetos diversos para dejar la piscina y su alrededor lo más pulcra y vacía
posible. En este lugar contamos con las condiciones de trabajo ideales, la piscina cerrada
y el total control de todos los elementos en cuadro. Tuvimos la posibilidad de cubrir
paredes, ventanas, quitar objetos, y lograr así la atmósfera irreal y onírica deseada, que
nos hable más de la sensación del personaje protagónico que de su entorno.

Además de despejar el lugar, agregamos algunos elementos como las banderitas


de color naranjo y damasco sobre el agua, en reemplazo de las azul oscuro propias del
lugar.

En el vestuario y en la utilería de los extras se respetaron los mismos tonos,


siguiendo la idea de que formen parte intrínseca del lugar. En el vestuario del niño
protagonista de la historia, sin embargo, se buscó crear un contraste con el espacio, para
lo que se escogieron colores más cálidos, como rojo y burdeo.

En el niño protagonista se intentó lograr una apariencia acorde a la manera en


que un niño de su edad tradicionalmente debiera verse, ordenado e inocente. Se buscó
generar un conflicto entre sus sentimientos y su cuerpo infantil, por lo que el vestuario
debía enfatizar que todavía es un niño y a la vez demostrar que no se siente cómodo
siéndolo, que no escogió sus ropas y que tal vez le gustaría vestir de otra manera, como
un adulto.

En la segunda historia de ‘Tres’, “Playa de Estacionamientos”, cuya acción


transcurre en el supermercado y en los estacionamientos, los colores predominantes son
grises y verdes oscuros. Esta historia se grabó en tres locaciones diferentes: el
supermercado, los camarines y el estacionamiento, en cada una de ellas se buscó una
homogeneidad de color particular, además de una atmósfera general que englobe los tres
espacios.

El supermercado por definición es un espacio lleno de estímulos, colores diversos


y llamativos. Es un lugar por el que circula mucha gente, generando un gran
movimiento. Por el contrario, aquí la atmósfera que se buscó generar en el supermercado
es más bien aburrida, monótona y tediosa, según las sensaciones de la protagonista que
se siente obligada a trabajar en un lugar donde no quiere estar. La caja del
supermercado es su lugar de trabajo y representa las responsabilidades de la vida adulta
que ella se niega a asumir. Por lo tanto, Lo entendimos como un lugar ordenado, rígido y
frío, donde la textura del metal de la caja es primordial.

En el lugar de la caja en que se encuentra la protagonista se trabajó una paleta


de colores entre los grises y los verdes opacos. Así también, se intentó que la mercadería
que la rodea y el uniforme de las cajeras estuviera en los mismos tonos o, por lo menos,
agrupada en tonos uniformes.

El trabajo de ambientación, por tanto, consistió más que nada en realizar un


orden con los elementos ya existentes para uniformar el color, minimizar los brillos,
excluir los productos con envoltorios de tonos muy llamativos y lograr la opacidad y
monotonía deseadas. En esta locación, contrariamente a la situación de Clases de Nado,
tuvimos poco control del espacio, contábamos con poco tiempo de acción y las múltiples
interrupciones del público que acudía al lugar hicieron dificil el trabajo. Es por esto que
aparecen en cuadro algunos elementos de colores no deseados y la paleta no es tan
homogénea como hubiéramos deseado, sin embargo, consideramos lograda la opacidad y
la sensación general de atmósfera. Para esto fue de gran ayuda la baja porfundidad de
campo utilizada y la posibilidad de corregir en postproducción algunos de estos
elementos de color.

El espacio de los camarines fue un set armado por nosotros en la sala de eventos
de un edificio, un lugar vacío, espacioso y cubierto por baldozas blancas que tuvimos que
ambientar por completo. Para ello tuvimos la ayuda de todo el equipo, trasladamos
casilleros, bancas, ropas y objetos que distribuimos en un rincón del espacio, logrando
un ambiente verosimil de camarin de supermercado y muy uniforme en color, ya que
pudimos escoger cada uno de los elementos en juego.

Los estacionamientos, donde transcurre la mayor parte de esta historia, son el


lugar por donde la protagonista deambula de manera errática, sin buscar nada en
concreto, sino siguiendo sus impulsos inconscientes y abandonando las
responsabilidades y normas sociales relacionadas a su rol de madre. Ella no sabe hacia
donde va ni las consecuencias que su acción podría traer, camina guiada por la
confusión y sus deseos de no regresar a casa a cuidar a su hijo. Es aquí donde la
protagonista se ve superada por el espacio, la joven se ve atrapada en el enorme e
imponente estacionamiento de cemento. Este lugar se nos presenta como laberíntico,
oscuro y en extremo frío, como un espacio abierto y abandonado, debido a que es la hora
del cierre y el gran movimiento que caracteriza a este lugar ha cesado.

Aquí se trabajó una paleta de colores muy acotada, compuesta por una escala de
grises y azules propios del espacio. Todos los elementos estuvieron dentro la paleta,
creando una atmósfera muy uniforme que sumada a la oscuridad de la noche se
enfoncaron en enfatizar la sensación de confusión, caos, vacío y desolación. Esta
locación se nos presentó bastante lista en términos de ambientación, contaba con la
amplitud y la atmósfera ideales para nuestras necesidades. En este sentido, fue
fundamental la elección del estacionamiento que utilizamos para grabar, el que está en el
último piso del edificio, ya que es el más solitario y abandonado. Este espacio contaba
con ventanas hacia el exterior, escaleras de caracol, pasillos y los elementos necesarios
para crear la atmósfera que buscamos. Fue esencial también la hora del rodaje, noche y
madrugada, en la comodidad y libertad de trabajo que tuvimos.

En cuanto al vestuario, en el supermercado las cajeras visten uniforme.


Realizamos una búsqueda de referencias de uniformes decidiendo por uno muy
tradicional en colores apagados, azul claro, blanco y gris. Este uniforme debía parecerle
ajeno e incómodo a la protagonista, ya que no es su ropa personal sino que simboliza las
normas del supermercado directamente sobre ella. Para ello escogimos tallas un poco
más grandes, lo que se diferencia de la forma en que su compañera de trabajo, la otra
cajera, viste su uniforme.

En cuanto al vestuario, al terminar su turno la protagonista se cambia a su ropa


personal. Esta es la instancia en que se refleja su personalidad y estilo propio. En este
look buscamos, en primer lugar, una apariencia un poco infantil, la que debía expresar
que se trata de una niña que es obligada por las circunstancias a crecer
apresuradamente. La idea fue que su apariencia no cuadre con su trabajo de cajera, que
haga pensar que una niña como ella debería estar estudiando o divirtiéndose, y de esta
manera dar cuenta de su situación. Por otra parte, debía hablar de una joven
despreocupada por su apariencia y un poco ruda, en oposición a las adolescentes
vanidosas de su edad. Para su vestuario escogimos un abrigo, jeans desteñidos de caída
recta, bototos con un pequeño taco que haga sonar sus pasos al caminar por el
estacionamiento, un beatle y una mochila colegial gastada. La idea fue que la ropa no
quede muy ceñida a su cuerpo y su vestuario estuviera compuesto por varias capas de
ropa, para que su silueta no se distinguiera con claridad.

La tercera historia, “Fiesta!”, se lleva a cabo en un amplio y lujoso departamento,


el cual pertenece a un empresario mayor, soltero y acomodado. Es un departamento
amplio del barrio alto, que debía verse clásico y formal, según el estándar de un hombre
de su clase social. Aquí el primer desafío fue la elección de la locación adecuada y de los
elementos necesarios para dar cuenta del tipo de fiesta y de personajes que queríamos.
La atmósfera que se intentó construir para esta fiesta es en primer lugar de lujo y
comodidad, pero a la vez de un mundo sórdido y pervertido que atrae la atención de los
adolescentes al y mismo tiempo establece una diferencia con ellos. Todo debía parecer
llamativo a los ojos de los dos amigos que llegan casualmente a esta fiesta, pero a la vez
aburrido y ajeno.

El personaje dueño del departamento debía reflejar un doble estándar, por un


lado es un empresario acomodado pero a la vez es un hombre misterioso y turbio, que
tiene cosas que esconder. Es por esto que el trabajo de ambientación buscó otorgar al
living un look masculino, frío y sobrio, con objetos como obras de arte, pinturas, libros y
esculturas. Todo debía parecer escogido por el dueño del departamento, aunque sin
mayor dedicación. Al mismo tiempo, se intentó construir un segundo nivel de lectura del
espacio, disponiendo objetos menos visibles a primera vista que nos hablan de la
sicología y desviaciones sexuales de este personaje, tales como esculturas y objetos
fálicos, libros y fotografías eróticas, además de elementos que nos hablan de su
costumbre de llevar adolescentes a su hogar, como fotografías de su juventud y otros
objetos que claramente no son de su estilo sino que están ahí para llamar la atención y el
interés de éstos. Estos objetos se plantearon como pequeños detalles dentro del espacio.

Los colores escogidos para este departamento fueron grises y cafés, incluyendo en
los invitados de la fiesta una paleta un poco más amplia debido a la gran cantidad de
elementos y personajes en escena, pero siempre manteniendo los tonos opacos y
pastosos. Los colores varían entre café, ocre, verde oscuro y burdeo.

Este fue sin duda el rodaje más difícil, ya que debido a la gran cantidad de extras no
tuvimos la posibilidad de escoger la totalidad de los vestuarios. Lo que se hizo fue enviar
un mail a los posibles extras solicitando que privilegiaran ciertos colores y descartaran
definitivamente otros al elegir sus ropas para esa noche, además de algunas indicaciones
de estilo. Pero el resultado fue una gran variedad de vestuarios, algunos muy acordes a lo
indicado y otros no tanto. Además, habían extras de diferentes edades y estilos, por lo que
la homogeneidad deseada fue difícil de lograr. El trabajo consisitió entonces en escoger los
extras precisos que entraran en cuadro, para lo que fue de gran ayuda los encuadres
cerrados planteados por la dirección de fotografía. En el trabajo de ambientación, sin
embargo, tuvimos mayor control, pudimos mover una gran cantidad de elementos y
escoger así los fondos para cada plano. Quizás la atmósfera deseada, de una fiesta
sórdida y extraña, sea la menos lograda de las tres historias, sin embargo, consideramos
que se produce la oposición fundamental entre el espacio y los protagonistas, lo que
constituye la base de la propuesta de arte de ‘Tres’.

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