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Universidad de Chile
ICEI / Cine y TV
5º año / 10º semestre
Florencia Tagle
MEMORIA DE TÍTULO
(2) DESARROLLO
En este punto, Z. Bauman abre la pregunta sobre hasta qué punto esos sólidos no
estaban ya desgastados y destinados de antemano a su destrucción, sosteniendo que “los
1 LIPOVETSKY, Gilles “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Prefacio, Pág 5.
En la modernidad los moldes fueron rotos y cambiados por otros; los individuos
fueron liberados del peso de las obligaciones tradicionales, pero guiados para seguir las
pautas correctas en el nuevo orden, para encontrar el camino adecuado que permita
adaptarse y ser parte de la nueva sociedad instaurada. Si al principio el poder
emancipador afectaba a las instituciones, acusadas de coartar los campos de acciones y
posibilidades, como las tradiciones y patrimonios que imponían modelos de
comportamiento por obligación y no por voluntad, las nuevas configuraciones que
reemplazaron a las antiguas eran tan rígidas como antes, los individuos fueron sometidos
a pautas nuevas pero igualmente inflexibles, por lo que muchos simplemente no las
advirtieron o hicieron caso omiso de ellos.
Z. Bauman nos entrega una visión bastante clara respecto al momento actual:
“…La desintegración social es tanto una afección como un resultado de la nueva técnica
de poder, que emplea como principales instrumentos el descompromiso y el arte de la
huída. Para que el poder fluya, el mundo debe estar libre de trabas, barreras, fronteras
fotificadas y controles. Cualquier trama densa de nexos sociales implica un obstáculo
que debe ser eliminado. Los poderes globales están abocados al desmantelamiento de
esas redes, en nombre de una mayor y constante fluidez, que es la fuente principal de
su fuerza y garantía de su invencibilidad. Y el derrumbe, la fragilidad, la vulnerabilidad,
la transitoriedad y la precariedad de los vínculos y redes humanos permiten que esos
poderes puedan actuar…” 6
De esta forma, el conocido personaje tipo del rebelde sin causa, tan popular en los
años sesenta, queda ahora obsoleto. El espíritu revolucionario propio de la modernidad,
su entusiasmo por conquistar un futuro mejor, reflejado en un activismo militante para
derrocar un presente no deseado, y en el compromiso político que esto implica, su pasión
y urgencia, parecen extinguidas en la juventud actual. Los adolescentes de hoy se
presentan como indolentes, vacíos de cualquier compromiso y decisión, son sujetos que
podríamos llamar ambiguos, que están marcados por una obsesión de mantenerse en la
“Lo pequeño, lo liviano, lo más portable significa ahora mejora y progreso. Viajar
liviano, en vez de aferrarse a cosas consideradas confiables y sólidas, es ahora el mayor
bien y símbolo de poder. Aferrarse al suelo no es tan importante si ese suelo puede ser
alcanzado y abandonado a voluntad, en poco o casi ningún tiempo.”9
Hoy no es necesario escoger entre dos ideas opuestas, no hay categorías claras que
sostengan una contradicción radical entre seguir un modelo instituido o oponerse
activamente a él. En palabras de G. Lipovetsky, no hay oposición sino una lógica dual,
“una correspondencia flexible de las antinomias, (…) en que todas las opciones, todos los
niveles pueden cohabitar sin contradicción ni postergación”.10
7 LIPOVETSKY, Gilles. “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Pág. 9.
Por el contrario, los personajes del cine contemporáneo, acordes con el sentimiento
posmoderno descrito, permanecen en la indecisión, en la frontera. Es en este contexto en
que se mueven los personajes de ‘Tres’. Aquí los límites entre lo moral y reglamentado y
los deseos de los personajes son difusos, subjetivos, y se pueden cruzar constantemente
sin que esto produzca consecuencias irreparables. Los personajes se mueven
precisamente en este límite, y aunque logramos percibir una oposición ante la cual se ven
enfrentados, en el extremo opuesto de sus deseos la vida no se presenta como estable y
segura sino como igualmente ambigua y contradictoria. Ya no hay oposición radical sino
una mezcla de sensaciones y valores subjetivos, las opciones no son excluyentes sino que
pueden convivir y ya no se hace necesario decidir por una u otra.
En ‘Tres’ es posible advertir una oposición entre los deseos de los personajes y su
entorno, que los limita y coarta. No es que los personajes se muevan libremente sin
ninguna guía sobre la forma en que deben comportarse, sino que existe aún un límite,
aunque difuso, entre sus impulsos y las reglas externas que se le imponen. Pero la
estructura social, representada en los espacios en que transcurren las historias, está en
un estado de degradación evidente. La antigua y oxidada piscina universitaria, única
locación de la primera historia; el amplio estacionamiento abandonado en que deambula
la protagonista de la segunda historia, y la sórdida fiesta a la que acuden los adolescentes
de la tercera, son lugares que ofrecen modelos de comportamiento y al mismo tiempo
dejan la puerta abierta para transgredirlos, ya que las mismas personas que los imponen
los violan constantemente. Se trata de un orden aparente, en que todo funciona casi
mecánicamente, pero en el que ya nadie cree con convicción.
Ante esta “falsa libertad” y el carácter cínico de las normas que nos entrega la
sociedad de la época actual, se ha desarrollado una estrategia inconsciente que anula la
identidad, o la repliega a la ambigüedad, anulando en primer lugar la exhibición y el
compromiso. Es así como los personajes del cine contemporáneo se mueven en la
indeterminación, de manera desapasionada, constantemente negociando y dejando
siempre abierta la posibilidad de volver atrás, sin tomar riesgos o decisiones. Se trata de
un nuevo tipo de “héroe transgresor”, que ya no puede ser inocente pero sí ambiguo e
indiferente.
11 LIPOVETSKY, Gilles. “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Pág. 36.
opción. De la misma manera, en la tercera historia vemos un personaje adulto,
acomodado, con un reconocible estatus social, pero que finalmente desploma su rol
tradicional hasta quedar a la misma altura que los adolescentes que protagonizan el
cortometraje. El rol de este hombre queda renegado a la mera apariencia, a una categoría
social que persiste y es fácilmente identificable pero que ya no es tan rígida ni intachable,
que ya no supone valores rígidos. Cada vez las categorías sociales, como la de niño,
hombre, mujer, madre o adulto, están menos definidas, las fronteras entre una y otra son
cada vez más difusas, dando lugar a un conjunto complejo y aleatorio de
individualidades.
Por último, ‘Tres’ nos habla del deseo, el motor de los personajes contemporáneos,
lo que los lleva a cuestionarse los roles clásicos e instituidos y evadirlos. El deseo no se
presenta meramente como algo sexual, también como un anhelo o inquietud que los lleva
a buscar experiencias, a jugar con los límites de lo permitido, para descubrir que son casi
inexistentes. El deseo, y su satisfacción inmediata, han reemplazado al esfuerzo y la
disciplina, ideales tan valorados anteriormente. Se ha forjado así una sociedad flexible,
basada en la información y en la estimulación de las necesidades, el sexo y los factores
humanos. Si “la edad moderna estaba obsesionada con la producción y la revolución, la
edad posmoderna lo está por la información y la expresión.”12
12 LIPOVETSKY, “La era del vacío”, Barcelona, Ed. Anagrama. 2002. Pág. 14.
Diciembre, 2010
Universidad de Chile
ICEI / Cine y TV
5º año / 10º semestre
Florencia Tagle
ANÁLISIS DE PRODUCCIÓN:
‘Tres’ nos muestra tres historias protagonizadas por personajes adolescentes, los
cuales sienten un impulso o deseo que se resisten a seguir, pero también a abandonar
por completo. A causa de esta indecisión estos personajes se ven repentinamente
sumergidos en situaciones que los atrapan, en espacios en los que no saben como actuar
y donde se sienten ajenos y extraños.
Ante estas locaciones que se presentan como compactas y uniformes, con una
atmósfera que prima y se hace hasta tediosa, los personajes debían irrumpir como algo
extraño, ya que son ajenos a ellas. En Tres son los espacios los que se imponen a los
personajes protagónicos, espacios que no les pertenecen y les producen un conflicto al
imponerles normas de comportamiento opuestas a sus deseos. Esta sensación de
ajenidad es uno de los conceptos fundamentales trabajado en el arte.
Otro concepto clave, que atraviesa los tres cortometrajes, para representar este
sentir adolescente, es la opacidad, derivada de la incapacidad de los personajes de ver
clara y objetivamente el entorno, el que se les presenta como opaco, denso y confuso
El primer elemento para crear este contraste es sin duda el color. Cada una de las
historias fue trabajada con una paleta de colores muy uniforme, con gamas de colores
acotadas y cuidando que nada salga de los tonos establecidos. Se excluyeron colores
demasiado llamativos y se privilegió el uso de tonos, que si bien son diferentes para cada
historia, se podrían definir como pastosos y opacos. De esta manera, se crearon
atmósferas muy homogéneas, compactas y subjetivas.
La ambientación buscó ser muy coherente con las locaciones, el objetivo fue
generar espacios muy definidos con lógicas propias donde todos los elementos
correspondan con la atmósfera en estilo y color, y de esta manera enfatizar el sentirse
ajeno y excluido de los personajes que irrumpen en los espacios.
Esta piscina, construida en los años 30, parece abstraída del mundo exterior, es
un lugar antiguo, con grandes vigas a la vista, que posee un mundo propio en el que se
mezclan una sensación de desgaste y deterioro, y a la vez limpieza y tranquilidad. Este
espacio parece estar suspendido en el tiempo, funciona bajo sus propias normas y
parece no ser afectado por el exterior.
Su estética particular nos hace pensar en un espacio normado donde nada está
fuera del control de la institución. La simetría de la arquitectura, las grandes vigas y las
líneas rectas que componen el espacio nos entregan un lugar donde la forma de
comportarse está restringida y, por lo tanto, quedan excluidas la sexualidad y las
emociones no afines con la institución que hay detrás. En este espacio hay una
estructura presente en todo momento, a la que se suma el contexto de una clase de
natación, un deporte olímpico donde la exigencia, disciplina y el rigor son muy fuertes.
Sin embargo, la transparencia del agua y el visible deterioro de las graderías generan
una ambigüedad de sensaciones que nos pareció interesante rescatar.
El look que se trabajó está compuesto de colores pasteles, primando los tonos
celestes y cafés. Para esto en primer lugar se retiraron todos los elementos distractores
del espacio en cuadro, se despejó y limpió el lugar tanto de colores ajenos a la paleta
como de objetos diversos para dejar la piscina y su alrededor lo más pulcra y vacía
posible. En este lugar contamos con las condiciones de trabajo ideales, la piscina cerrada
y el total control de todos los elementos en cuadro. Tuvimos la posibilidad de cubrir
paredes, ventanas, quitar objetos, y lograr así la atmósfera irreal y onírica deseada, que
nos hable más de la sensación del personaje protagónico que de su entorno.
El espacio de los camarines fue un set armado por nosotros en la sala de eventos
de un edificio, un lugar vacío, espacioso y cubierto por baldozas blancas que tuvimos que
ambientar por completo. Para ello tuvimos la ayuda de todo el equipo, trasladamos
casilleros, bancas, ropas y objetos que distribuimos en un rincón del espacio, logrando
un ambiente verosimil de camarin de supermercado y muy uniforme en color, ya que
pudimos escoger cada uno de los elementos en juego.
Aquí se trabajó una paleta de colores muy acotada, compuesta por una escala de
grises y azules propios del espacio. Todos los elementos estuvieron dentro la paleta,
creando una atmósfera muy uniforme que sumada a la oscuridad de la noche se
enfoncaron en enfatizar la sensación de confusión, caos, vacío y desolación. Esta
locación se nos presentó bastante lista en términos de ambientación, contaba con la
amplitud y la atmósfera ideales para nuestras necesidades. En este sentido, fue
fundamental la elección del estacionamiento que utilizamos para grabar, el que está en el
último piso del edificio, ya que es el más solitario y abandonado. Este espacio contaba
con ventanas hacia el exterior, escaleras de caracol, pasillos y los elementos necesarios
para crear la atmósfera que buscamos. Fue esencial también la hora del rodaje, noche y
madrugada, en la comodidad y libertad de trabajo que tuvimos.
Los colores escogidos para este departamento fueron grises y cafés, incluyendo en
los invitados de la fiesta una paleta un poco más amplia debido a la gran cantidad de
elementos y personajes en escena, pero siempre manteniendo los tonos opacos y
pastosos. Los colores varían entre café, ocre, verde oscuro y burdeo.
Este fue sin duda el rodaje más difícil, ya que debido a la gran cantidad de extras no
tuvimos la posibilidad de escoger la totalidad de los vestuarios. Lo que se hizo fue enviar
un mail a los posibles extras solicitando que privilegiaran ciertos colores y descartaran
definitivamente otros al elegir sus ropas para esa noche, además de algunas indicaciones
de estilo. Pero el resultado fue una gran variedad de vestuarios, algunos muy acordes a lo
indicado y otros no tanto. Además, habían extras de diferentes edades y estilos, por lo que
la homogeneidad deseada fue difícil de lograr. El trabajo consisitió entonces en escoger los
extras precisos que entraran en cuadro, para lo que fue de gran ayuda los encuadres
cerrados planteados por la dirección de fotografía. En el trabajo de ambientación, sin
embargo, tuvimos mayor control, pudimos mover una gran cantidad de elementos y
escoger así los fondos para cada plano. Quizás la atmósfera deseada, de una fiesta
sórdida y extraña, sea la menos lograda de las tres historias, sin embargo, consideramos
que se produce la oposición fundamental entre el espacio y los protagonistas, lo que
constituye la base de la propuesta de arte de ‘Tres’.