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Amarga venganza

Eran las 10 de la noche y el silencio lo abrumaba, los latidos de su corazón


indicaban que estaba más cerca de su deseada venganza. Para combatir el
frio un encendedor en su mano derecha y en la izquierda guardando una
navaja en su bolsillo.
Walter, es el nombre de este característico joven y como si fuera el único
hombre sobre la tierra camina en silencio mirando las calles, con la
esperanza de encontrar a alguien que interrumpa su camino, que cambie su
destino.
Prende un cigarrillo y apresura su paso, aun en silencio sabe que no falta
mucho para la treta que lo espera. Llega a la puerta de un bar y de reojo
mira el interior de los automóviles, como si de buscar a alguien se tratara.
Entra al bar y pregunta al dueño viéndolo a los ojos:
- (Walter) ¿Sabes dónde está el chato?
- Depende de quien pregunta
- (Walter) Solo te pregunte si sabes, no estoy para juegos
- Salió hace un rato con una chica
- (Walter) ¿Sabes para donde se fue?
- Seguramente al hotel de la otra cuadra, pero no le gusta que lo
interrumpan.
Baja la mirada y pide una cerveza y piensa, observa fijamente como la
espuma de la cerveza rebalsa sobre la copa, la bebe y sale en busca de su
objetivo. Corriendo y bajando la mirada para no llamar la atención, llega al
hotel y sin mesura busca en cuarto por cuarto, hasta que solo queda una
puerta y sin dudarlo entra gritando:
- ¡Chato cobarde ya te encontré, tarde o temprano te llegaría la hora!
Y se escuchan los gritos de un hombre, conocido como chato, aquel
hombre que asesino a su padre, voltea y ve a su querida hermana saliendo
del baño y pasmado deja caer su navaja, sin poder dar ni un paso, pensando
en la escena sucedida en el cuarto se golpea la cabeza. Y se va sin decir ni
una sola palabra.
Los que estuvieron en el bar esa noche solo atinaron a decir que lo vieron
salir como un loco, empañado de sangre gritando: ¡Chato cobarde, porque
con mi hermana!
Pero a pesar de lo que presencio Walter esa noche, debió sentirse tranquilo
al saber que cobro venganza por la muerte de su padre.

Autor: Alonso Ccaso

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