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Barnesspring 22 RP 3
Barnesspring 22 RP 3
“Regardless of the pervasive character of patriarchy and the prevalence of sexual difference as an
operative cultural distinction, there is nothing about a binary gender system that is given. As a
corporeal field of cultural play, gender is a basically innovative affair, although it is quite clear
that there are strict punishments for contesting the script by performing out of turn or through
unwarranted improvisations.”
Judith Butler, “Performative Acts and Gender Constitution: An Essay in Phenomenology and
Feminist Theory,” (531)
En su artículo, Judith Butler explica que las reglas heteronormativas funcionan como
fuerza regulatoria del género porque dictan la percepción y la actuación de los rasgos que se
las diferencias biológicas entre los hombres y las mujeres, no existe ninguna esencia inherente a
género. Sin embargo, Butler reconoce el poder estructuralista de esta performatividad cuando
afirma que “the act is not contrasted with the real, but constitutes a reality that is in some sense
new, a modality of gender that cannot be readily assimilated into the pre-existing categories that
regulate gender reality” (527). Aunque el género sea un performance, un rendimiento del ideal
castigo social que fomentan los mismos comportamientos y las percepciones del género en los
cita de arriba, Butler emplea el término script para referirse al conjunto de papeles y rasgos
crianza de los hijos con las mujeres. Entonces, cuando Butler menciona las improvisaciones no
deseadas, se refiere al comportamiento que no se encaja dentro de la percepción típica de género
La idea de rebeldía nos lleva a la agencia femenina porque sugiere una iniciativa contra
femenina con el impulso feminista de rebelar contra los hombres y empoderar a las mujeres, mi
criterio se basa sobre la sublevación de las expectativas heteronormativas estudiadas por Butler.
Por lo tanto, esta rebeldía no está necesariamente vinculada con motivos feministas, sino implica
un comportamiento por parte de las mujeres que va en contra de lo que se espera de ellas. Para
críticos como Elia Saneleuterio, quien también analiza las obras de Butler en su texto, esta
agencia se define como “la capacidad de elección del sujeto y sus estrategias de resistencia en
circunstancias adversas” (14). Por el empleo de los términos elección y estrategia, se sugiere una
En mi análisis de Tuya y Sirena Selena vestida de pena, observo la manera en que los
adversas. A lo largo del estudio, yo señalo que este tipo de agencia femenina no se relaciona
necesariamente con el empoderamiento de las mujeres, sino que implica simplemente una
ruptura con las percepciones heteronormativas de las mujeres y, por lo tanto, plantea un
cuestionamiento fundamental sobre el poder social del individuo y las relaciones entre hombres y
mujeres. En el caso de Tuya, se explora cómo Inés, Lali, Alicia y Charo subvierten la percepción
tradicional de las mujeres en una cultura machista y, salvo por el caso de Lali, resultan castigadas
por la agencia que demuestran. Por otro lado, Sirena Selena en Sirena Selena vestida de pena
los hombres.
En Tuya, se evidencia un fondo cultural basado en los valores machistas, los cuales
Piñeiro establece una binaria típica entre hombres y mujeres con el título mismo de la novela.
Tuya, un adjetivo posesivo femenino, retrata a una mujer en una posición sumisa y señala su
también demuestra cómo la identidad femenina se basa sobre otras personas a lo largo de la vida
de una mujer. Por ejemplo, Piñeiro enfatiza que, a pesar de la independencia social de Alicia, se
refiere a ella como “‘la hija de Doctor Soria’” (29). En este pasaje, Inés siente pena por Alicia,
no por su muerte, sino por su identidad pública tras su muerte, cuando dice que “Alicia solo
podía ser Tuya en la clandestinidad” (29). Al pensar esto, Inés implica que, al declarar que
pertenecía a Ernesto, Alicia había logrado un estatus femenino elevado. Aunque esta identidad
no fuera formal, Inés da la impresión de que pertenecer a un hombre, incluso como amante fuera
del matrimonio, lleva alguna dignidad a la mujer soltera. En este caso, Inés admite abiertamente
que “la sociedad es muy machista, hay que aceptarlo” (29). En varias instancias, se demuestra
que la cultura en que vive Inés ha reforzado valores machistas y, como resultado, ha establecido
varias percepciones tóxicas hacia el género femenino. Por ejemplo, cuando Inés está en el
apartamento de Alicia, observa que “es bastante común que una mujer sola, como era el caso de
Tuya, tenga un revólver a mano” (20). Esto revela la frecuencia con la cual las mujeres solas
están agredidas en una sociedad machista. Además, se percibe esto porque todas las mujeres en
la novela, salvo Lali, resultan castigadas por sus varias manifestaciones de agencia femenina.
Alicia y Charo demuestran un comportamiento fuera de lo que se espera de las mujeres
en una cultura machista y son asesinadas por su agencia femenina. En ambos casos, se ven a
estas mujeres solteras, profesionales y guapas como amenazas a la utopía cultural basada sobre la
pasividad y la prudencia sexual de las mujeres. Por esto, Inés regaña a ambos mentalmente por
Charo. Se evidencia este sentimiento tras la muerte de Alicia cuando Inés lamenta “¡cómo se
Según la percepción retorcida de Inés, se sugiere también que las muertes de Alicia y
disminuye el papel de Ernesto en el accidente cuando dice que “él se quiso ir y ella trató de
detenerlo… ella insistió, y él terminó empujándola” (4). En este contexto, se transfiere la culpa
Ernesto, ni insistido en que se quedara a discutir el asunto. Con la muerte de Charo, Inés
interpreta sus propias acciones como una reacción a la amenaza personal planteada por la
víctima, quien tomó “la ventanilla que había sido suya” (77). Entonces, ella no siente culpa tras
esta matanza, sino un reequilibrio del orden social en su propio universo porque se acabó la
Más allá del título y del castigo social que sufren las mujeres menos heteronormativas,
Piñeiro escenifica un tipo de agencia femenina no feminista en las acciones de Inés. Desde el
principio de la novela, Inés quiere cumplir con las expectativas para las mujeres en una cultura
machista. Según Richard Basham, este marco social implica que “(la mujer) must be absolutely
faithful to her husband. She should, however, expect her husband to be unfaithful to her and
must overlook it for the sake of the continuity of the family” (129). Inés sigue estas reglas
cuando, al descubrir la infidelidad de su esposo, concluye que “por más que a una le pese, a toda
mujer, en algún momento, le meten los cuernos” (2). Es más, ella oprime todos los sentimientos
negativos que siente hacia Ernesto por haberle sido infiel, como cuando expresa “unas ganas de
matar a alguien” al ver la cama de Alicia (19). Entre estas tendencias estoicas, se demuestra que
Inés adoptó la visión de cómo debe comportarse una ‘buena’ mujer de su madre, quien demostró
demasiada agencia femenina al preguntarle “‘¿te pasa algo, Robertico?’”, lo cual le condujo a su
padre a abandonar a la familia (2). Entonces, desde la primera página de la novela, se establece
no solamente que Inés vive en una cultura machista, sino también que ha internalizado las
las acciones de Inés constan una subversión social de estas expectativas y, como resultado,
revelan otro tipo de agencia femenina. En su estudio, Judith Butler distingue entre la percepción
de los cuerpos y de los actos, afirmando que el performance del género se manifiesta en ambos.
En este caso, señala que “a phenomenological theory of constitution requires an expansion of the
conventional view of acts to mean both that which constitutes meaning and that through which
meaning is performed or enacted” (521). Cuando Butler se refiere a los actos a través de los
Dicho de otra manera, la comprensión exhaustiva del performance de género requiere un análisis
ayuda a entender la arbitrariedad de la relación entre género y ciertas tendencias sociales y que
esta correlación está basada sobre la presión social de las fuerzas heteronormativas reguladoras.
Aplicado al caso de Inés, ella actúa fuera del marco tradicionalmente asociado con la
es una detective, ella actúa de manera semejante cuando colecciona índices de la relación
amorosa de Ernesto y toma una serie de decisiones importantes después de la matanza de Alicia.
Por ejemplo, cuando se le ocurre que necesita lavar el coche de Ernesto, afirma simplemente que
“me apuré, tenía que lavar su auto antes de que saliera. Lo dejé impecable a una velocidad
asombrosa” (7). Aunque Inés hace esto para cumplir con su papel de esposa dedicada, se
interpreta que ella quiere ayudar a Ernesto para recuperar el cariño y la atención de su esposo.
La agresión y la organización con las cuales Inés protege a su marido constan una forma
de agencia femenina porque son rasgos que no se asignan a las mujeres en una cultura machista.
Claudia Piñeiro transmite esto con el énfasis irónico sobre la imagen de una esposa buena. Por
ejemplo, la rapidez con la cual Inés limpia el coche de Ernesto demuestra no solamente el doble
estándar de un matrimonio machista, en que se espera que la mujer mantiene el orden en la vida
doméstica sin quejarse, sino también la ceguera de Inés hacia sus propias tendencias absurdas.
Patricia Varas basa su análisis de Claudio Piñeiro sobre su uso de la parodia en sus novelas
policiacas y afirma que “feminist crime fiction captures the social chaos while commenting on
the patriarchal institutions that have oppressed the female characters and the vicissitudes
encountered by them that are a manifestation in this inequality” (154). Dicho de otra manera,
Piñeiro resalta los patrones sociales machistas, incluso en las mujeres que los hayan
internalizado, para demostrar otras maneras en que la agencia femenina puede manifestarse.
en Inés que le conduce a entrometerse en un asunto que no es suyo. A partir del encubrimiento
de la muerte de Alicia, Inés se convence que sus esfuerzos han restaurado su intimidad
emocional con Ernesto, como cuando afirma “lo que Ernesto y yo teníamos que hacer era tratar
de olvidar ese episodio, y tirar para adelante” (3). Es más, Inés se describe como una mujer
pasiva, admitiendo que “Ernesto quería controlar todo, todo le parecía que estaba mal
organizado” (3). En este pasaje, Inés también describe cómo Ernesto toma las decisiones sobre
los aspectos más minuciosos de su vida, enojándose por cuestiones tan pequeñas como descubrir
arrugas pequeñas en su corbata. Es más, ella disminuye sus propias habilidades al decir “yo no
soy de manejar, y menos de noche, pero era un caso de fuerza mayor” (3). En este caso, ella
manifiesta un rasgo típicamente asociado con las mujeres en una percepción desigual, que no
Sin embargo, la visión que tiene Inés de sí misma evoluciona mientras se encuentra
protegiendo a Ernesto por su propia cuenta. Por ejemplo, cuando se ponen de acuerdo sobre la
coartada, Inés afirma que “mi inteligencia es de bajo perfil, es inteligencia de las sombras, sin
alharaca… inteligencia práctica, la que sirve para todos los días…” (13). En este mismo pasaje,
se ve cómo ella va perdiendo respecto para Ernesto, quien cambia de una figura masculina viril a
un chico solo capaz de “sonarse los mocos” (13). Al final, ella concluye que la salvación de la
familia es su responsabilidad cuando afirma que “si no tomaba las riendas de la situación,
estábamos perdidos” (13). En estas instancias, se evidencia una agencia femenina floreciente que
proviene directamente de sus acciones sociales agresivas tras la muerte de Alicia y que culminan
hombre, sino de la desilusión y la falta de apoyo que sufre en su dinámica social y familiar. Lali
demuestra el rencor que tiene por su madre en su primera conversación con Paula, cuando dice
que no habla con Inés porque “mi vieja no existe” (5). En esta interacción, Lali parece
decepcionada con su madre por su pasividad y su aparente indiferencia hacia ella y Ernesto,
como cuando observa que Inés “se hace la reboluda. Mi vieja es la peor” por no haber sido más
abierta sobre la infidelidad de su marido (31). La desilusión de Lali continúa cuando la madre de
Iván, después de aclarar que “soy mujer y te entiendo, ¿viste?” le informa que el bebé es un
problema exclusivamente suyo (7). En estas instancias, Lali se encuentra abandonada por dos
figuras maternas por no haber conformado con el papel tradicional de hija cariñosa y
sexualmente prudente.
Es más, Lali no internaliza las expectativas heteronormativas para las mujeres provenidas
de una cultura machista y así enfatiza el carácter cíclico de la percepción generacional del género
femenino. Por ejemplo, Lali demuestra esto en su percepción de los hombres, sobre todo de
Ernesto. Al principio, su padre parece ser la única persona que Lali respeta, e incluso expresa
una sensación de culpabilidad cuando admite que “…me preocupa mi viejo. Lo veo medio
mal…” y piensa que es por no haberle contado sobre su embarazo (23). Sin embargo, la
percepción que tiene Lali de Ernesto cambia con el descubrimiento de su infidelidad. En vez de
aceptarla como un hecho de la vida como hizo Inés, ella declara entre lágrimas que “¡mi viejo
anda con una mina!” y deja de hablar con él sinceramente (30). En esto, Lali rompe no solamente
con el comportamiento tradicionalmente femenino que demostró su madre, sino también con una
única mujer que no resulta castigada por su agencia femenina (55). Su rebelión no es solamente
tener un bebé fuera del matrimonio, sino también interrumpir el ciclo tóxico de odio que podría
haber fácilmente aprendido de sus padres. Es más, cuando acepta a “Guillermo ‘el protector’” en
su vida, demuestra una consideración del género más flexible, ya que no culpabiliza a cualquier
hombre por los errores de su padre y de Iván (54). En vez de proyectar los sentimientos
negativos de sus padres y los demás adultos en su vida, se sugiere que Lali escapa del ambiente
tóxico y se deshace del pensamiento machista cuando llama a su hija Guillermina y afirma que
no está sola en el mundo porque tiene a su hija quien “no se parece a nadie” (78). Al final, la
agencia femenina de Lali se basa sobre el rechazo del sistema machista entero y es lo que le
Como en Tuya, la agencia femenina en Sirena Selena vestida de pena se basa sobre el
rechazo de los rasgos, el comportamiento y los papeles sociales normalmente asociados con la
feminidad. Con esta representación de la agencia femenina, Mayra Santos-Febres logra convertir
a Sirena Selena en metáfora por Puerto Rico como lugar que está existencialmente intermedio.
Como lo afirma Efraín Barradas, quien explora los temas de identidad y de género en las obras
de Santos-Febres, “en Puerto Rico dominaba la concepción de la identidad nacional como una
realidad concreta, casi tangible, que se había perdido con la invasión estadounidense en 1898,
pero que se podía hallar, se podía recuperar a través del estudio de nuestra historia y nuestras
expresiones artísticas” (54). Como lo observa Barradas, por su estatus como colonia antigua y
territorio actual de los Estados Unidos, hay un sentimiento de nostalgia y de desarraigo nacional
preconcepciones sociales sobre la raza, la clase socioeconómica y el género para facilitar “el re-
descubrimiento de nuestra esencial identidad como pueblo caribeño” (55). Como lo afirma en la
cita de arriba, esta deconstrucción empieza con el análisis de las expresiones artísticas de género
importante señalar los índices de una sociedad heteronormativa que forman el fondo cultural de
la protagonista. Según Irune del Río Gabiola, Santos-Febres sitúa a sus personajes
quien refleja su linaje honroso con el sufijo “el tercero” (61). Graubel demuestra cómo la binaria
machista entre hombres y mujeres es peligrosa y normalizada cuando describe el encuentro que
tuvo con una prostituta pagada por su padre. En este episodio, se sugiere que tener relaciones
sexuales con una mujer en una posición socialmente inferior es un rito de paso a la hombría que
se consideraba normal.
Por lo tanto, Graubel revela sus tendencias no-normativas cuando se enamora de Selena y
termina adoptando un papel sexual pasivo con ella. En este caso, se subvierte la imagen de un
empresario que está casado con una mujer y que normalmente cumpliría con las expectativas
sociales para la masculinidad heteronormativa. Para Gabiola, este personaje representa una
reformulación de lo arcaico, o sea, de las convenciones que han formado los valores sociales más
“do not defy the traditional family unit and the literary trope of the gran familia puerorriqueña,
but reinvent new modes of family, nation and love narratives while yearning for the archaic and
the imaginary states of home” (89). Esto consta el objetivo de la agencia femenina que demuestra
Sirena Selena, que es romper las concepciones tradicionales del género y de la sexualidad para
crear un espacio social más abierto a los individuos que no encajan dentro de la binaria
heteronormativa.
Sirena Selena está rodeada por mujeres dragas como Martha Divine que basan su
estas influencias, Sirena no expresa el mismo deseo de ser como una mujer, o de ser aún más
femenina que una mujer, sino mantiene una identidad en el intermedio de los géneros. Es más, a
lo largo del desarrollo de su identidad, Selena tiene como objetivo principal la independencia
extravagante y dependiente sobre los hombres. Es más, ella manifiesta una visión del género más
feminidad sexualmente pasiva, coqueta y extravagante. Para Gabiola, Sirena y Martha “are
driven by heteronormative desires enacted through non-normative social practices” (86). Dicho
de otra manera, Gabiola afirma que los dos personajes buscan un sentido de identidad que
correlaciona con el género no-normativo. Sin embargo, Martha basa varios elementos de su
femeninos.
Primero, Martha se identifica con los papeles de esposa y madre. Cuando describen los
varios maridos que ha tenido, explica que ella disfrutó del papel de esposa. En sus esfuerzos
describe su relación con Sirena en términos maternos. Esta maternidad es multifacética, ya que
menciona que “le daba gracia la estampa familiar que formaban, ella de madre con su hijito
quinceañero, que parecía, pero no era exactamente un chamaquito más” y también se describe el
instinto de madre celosa que podría afectar la dinámica (14). Sin embargo, es evidente que
Martha necesita situarse en una posición materna con hijos sustitutos para dar sentido a su propia
ya que se la describe como “bronceada y de piernas largas, siempre llevaba las uñas esmaltadas
de rojo granate… su voz y sus ademanes tan femeninos, demasiado femeninos, estudiadamente
femeninos” (9). Sin embargo, es evidente que ella se siente como impostora en su cuerpo porque
sus genitales no conforman ni con sus senos de silicona ni con su identidad. En este pasaje, ella
describe “el disfraz que era su cuerpo” y la sensación de incomodidad profunda que viene con su
dismorfia física (19). Además, se vinculan su percepción de sí misma con sus objetivos
financieros cuando Martha admite que “con el dinero que consiga en este viaje terminará de
hacerse la operación… a ella no le importan los sacrificios. Operarse no es lo mismo que vestirse
y eso solo en carne propia se sabe” (20). Con la importancia que asigna a su papel social y al
cuerpo físico, se interpreta que la feminidad de Martha se basa no solamente sobre la concepción
tradicional de las mujeres, sino también sobre las percepciones de la feminidad de los demás.
con la feminidad tradicional como Martha. Para algunos críticos, la figura del travesti, sobre todo
del travesti que se prostituye, representa la marginalidad política del Caribe, ya que sufren del
cuando dice que “es posible la interpretación del travestismo de la obra como una metáfora del
Caribe” y observa los varios pasos de desarrollo personal de Selena que simbolizan la autonomía
gradual de Puerto Rico (52). Sin embargo, González-Allende nota que, aunque Selena empieza
basando su identidad sobre la vestimenta femenina que adopta, termina siendo transexual sin
operar. Esta trayectoria representa el poder estructuralista del performance de Butler, porque el
cuerpo con su identidad en vez de odiarlos como Martha. Como lo afirma Ivonne Cuadra, las
figuras del transexual y del hermafrodita problematizan las concepciones tradicionales del
género, de la sexualidad y de la agencia del individuo. Por ejemplo, cuando Selena se prepara
para un show, se dice tranquilamente que “se afeitó las piernas, mesurada, se afeitó el pecho, los
brazos y el mentón… las cejas no se las tocó, las cejas siempre las llevaba depiladas” (45-46). En
este caso, el vello corporal no molesta a Selena, ni le parece ajeno, sino forma parte del proceso
cuerpo andrógino con las reacciones de Martha, quien “disipaba la gula y la sorpresa ante el
tamaño genital de su ahijadita” (49). En este pasaje, Martha enfatiza no solamente el tamaño de
los genitales, sino también la temprana edad de Selena con el diminutivo ahijadita, lo cual
surgiría una madurez física menos desarrollada. Esto señala Cuadra cuando observa que la
juventud de Selena refuerza aún más su estado existencial intermedio y que “Santos-Febres
utiliza el adolescente travesti como un agente que cuestiona las categorías convencionales”
(155). En este caso, se cuestionan los rasgos y los patrones asociados con la joven feminidad
demuestra que la identidad de Selena todavía está evolucionando. A pesar de esta ambigüedad,
Martha termina observando que Selena “era la viva imagen de una diosa” (49). Aquí, se ve que
cuanto más se menciona la androginia del cuerpo de Selena, más van desdibujándose las líneas
entre la masculinidad y la feminidad. Esta visión borrosa del género demuestra que la feminidad
no requiere necesariamente la imitación de mujeres tradicionales, sino propone una concepción
Las actitudes hacia el cuerpo se relacionan también con la sexualidad de Selena y de los
personajes que ella atrae. Para Cuadra, el travestismo es un modo de expresión que revela las
necesidades culturales y personales del individuo. En el caso de Selena, cuando ella canta
boleros, ella se convierte en portavoz que “cuestiona la rigidez de las representaciones binarias y
crea ese espacio desde donde ‘actuar’ otras posibilidades” (Cuadra 157). Dicho de otra manera,
el bolero es una canción que representa la dinámica heterosexual en que el hombre persigue a la
mujer que ama. Sin embargo, Selena abre la posibilidad de cambiar estos papeles y romper los
como cuando “una noche, mientras un señor muy circunspecto le chupaba entre las piernas, el
sireno empericado recordó un bolero… (y) cantó, primero en murmullos… luego más pendiente
delicadez física y su voz dulce, con el papel sexual activo. Se puede interpretar esta ambigüedad
como otra instancia de agencia femenina, ya que rompe la concepción tradicional de los papeles
activos y pasivos en las relaciones sexuales. Es más, la sexualidad de Selena demuestra cómo su
feminidad y su canto funcionan como disfraces protectores. Por ejemplo, cuando un admirador la
besa sin su consentimiento “Sirena asumió de nuevo su papel de mujer misteriosa y se alejó, sin
más, hacia la trastienda que le servía de camerino a todas las dragas del Danubio” (13). En este
pasaje, Sirena aprovecha de su imagen femenina para alejarse de alguien quien la percibe como
mujer pasiva. Al ser misteriosa y recatada, ella es capaz de huirse de esta amenaza. En este caso,
su feminidad la protege.
Se cuestiona la asignación de papeles activos y pasivos en la representación de los
personajes que están atraídos por Selena también. Estos hombres expresan una curiosidad
profunda sobre ella y demuestran un tipo de atracción física que no lleva ninguna codificación de
papel activo ni pasivo. Por ejemplo, se describen las ofertas que recibe Selena de los hombres
que la quieren “por una noche, una sola, en la cual le pudieran quitar paso a paso las pestañas
postizas, el rubor de las mejillas, el color de los labios…” (65). En este pasaje, se evidencia el
deseo de los hombres de ver lo que hay debajo de la máscara de feminidad tradicional. Esto
implica que la imagen que proyecta Selena no tiene ninguna categorización heteronormativa
rígida como la apariencia de Martha. En términos sexuales, estas propuestas no implican ningún
La atracción que siente Hugo Graubel por Selena refleja este mismo sentimiento, como
cuando expresa que “la deseó así, tan chiquita, tan nenito callejero. La reconoció como la mujer
de sus sueños” (60). En esta frase, Graubel la califica en términos masculinos, pero concluye que
es un ser femenino. Esta calificación de su feminidad no implica ningún rol pasivo y, al final,
Selena termina penetrando a Graubel. Todos estos elementos constan la deconstrucción de las
búsqueda de autonomía social y financiera. Como lo afirma Iker González-Allende “la posesión
de dinero, al igual que ejercer un papel activo en las relaciones sexuales, se considera como un
aspecto propio de la masculinidad” (61). En contraste con los objetivos financieros de las otras
mujeres, como Martha y Solange, Selena quiere ganar dinero para sacarse de sus circunstancias
sociales adversas y tomar control de su vida. Como ya se ha mencionado, Martha piensa dedicar
todo su dinero al perfeccionamiento de su cuerpo. Aunque se puede interpretar esto como una
tentativa de estabilizar su identidad femenina, el dinero no representa la misma libertad social
para Martha que para Selena. En el caso de Solange, se evidencia que su libertad social viene de
su matrimonio con Hugo Graubel. Cuando ella se casó con Graubel, ella “…sentía que la estaba
vendiendo… pero ahora Solange tiene su mansión y allí se queda” (165). En este caso, Solange
se casó con motivos financieros y, como resultado, su libertad es condicional. Como lo señala
González-Allende, “Sirena quiere distanciarse del modelo que representa Solange, cuya
identidad y estatus social dependen de su marido, del que es simplemente una posesión” (62).
Se evidencia que Selena adoptó este tipo de agencia femenina de Valentina Frenesí, quien
“la quiso como nadie y le enseñó a sobrevivir” (79). En contraste con Martha, Frenesí actúa
doblemente como modelo femenino a seguir y advertencia personal para Selena. Por un lado,
Frenesí la enseña cómo ser travesti, cómo sobrevivir en la calle y la importancia de ganar dinero
y de ser independiente. Frenesí declara que nunca pediría favores de nadie y afirma “‘yo nunca
haría una cosa así. A mí ni muerta me cogen dependiendo de un pendejo para conseguir mi
sosiego ni mi felicidad’” (106). Es más, ella demuestra un alto nivel de independencia social, ya
que es la única mujer que tiene su propio apartamento y que dicta sus horarios y precios. De esta
manera, Frenesí rompe con la percepción tradicional de la prostituta como figura social y
financieramente sumisa, ya que ella toma control de estos aspectos de su vida. Sin embargo, la
muerte de Frenesí le demuestra a Selena que ser trabajadora sexual en la calle es un estilo de vida
muy peligroso, incluso para las mujeres con niveles altos de agencia femenina.
manifiesta en su relación con Hugo Graubel. Al principio, cuando Graubel le propone de hacer
un show en su casa, parece que él está en una posición superior sobre Selena, ya que tiene todo el
capital social, como una mansión, dinero excesivo y sirvientes. En esta situación, Selena
aprovecha de su imagen y de sus artimañas femeninas para dictar su precio y decir “por
trescientos setenta y cinco dólares la noche, soy suya todo lo que usted quiera. Por cierto…
¿cuántas noches serán?” (110). A pesar de estas impresiones, se rompen todas las convenciones
del galanteo tradicional cuando Selena asume el papel sexual activo con Graubel y, finalmente,
le roba. Terminar esta relación así con el mensaje que “usted saldaba la cuenta” (264) consta una
especie de justicia poética no solamente para Selena, quien encuentra la libertad que buscaba,
sino también para Valentina Frenesí, quien terminó muerta por la perversión de un cliente, y para
su abuela, quien se murió “de tanto limpiar casas de ricos” como Graubel (10). De este modo, la
de las fuerzas heteronormativas que dictan los rasgos físicos y el comportamiento de los hombres
y de las mujeres, el género es una estructura social que se puede subvertir fácilmente. En su
considerado demasiado masculino para las mujeres, sino también cómo se las castigan si actúan
de manera inaceptable en una sociedad machista. Por otro lado, Mayra Santos-Febres subvierte
los prejuicios asociados no solamente con el género, sino también con los papeles sexuales
asociados con los hombres y con las mujeres. Es más, esta sublevación tiene connotaciones
motivos feministas, sino que demuestra los peligros de las binarias sociales estrictas y de las
Obras citadas
Barradas, Efraín. “Sirena Selena vestida de pena o el Caribe como travesti.” Centro Journal, vol.
15, no. 1, 2003, pp. 53-68.
Basham, Richard. “Machismo.” Frontiers: A Journal of Women Studies, vol. 1, no. 2, University
of Nebraska Press, 1976, pp. 126–43, https://doi.org/10.2307/3346074.
Butler, Judith. “Performative Acts and Gender Constitution: An Essay in Phenomenology and
Feminist Theory.” Theatre Journal, vol. 40, no. 4, 1988, pp. 519–31.
Cuadra, Ivonne. “Quien canta bolero y ambigüedad genérica en Sirena Selena vestida de pena de
Mayra Santos-Febres.” Revista de estudios hispánicos, vol. 30, no. 1, 2003, pp. 153-63.
Gabiola, Irune del Río. “A Queer Way of Family Life: Narratives of Time and Space in Mayra
Santos-Febres’ Sirena Selena vestida de pena.” Arizona Journal of Hispanic Cultural
Studies, vol. 11, no. 1, 2007, pp. 77-95.
Varas, Patricia. “Claudia Piñeiro’s Elena Knows: How Parody in the Crime Novel Explores
Disability and Feminism.” Postmodern Parody in Latin American Literature: The
Paradox of Ideological Construction and Deconstruction. Palgrave Macmillan, 2018, pp
149- 165.