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Querida Sylvia:

Hace bastante frío aquí ahora mismo, por suerte tengo al gato encima mientras
te escribo ¾le encanta ponerse siempre encima de los libros y los papeles
cuando intento hacer algo, estoy segura de que te caería bien¾. En cualquier
caso, venía a decirte que te encantaría ver lo que han hecho en la editorial Tres
Hermanas con tus cartas, es el primer volumen de otros 4 que vendrán, ha
quedado un libro precioso. Y tendrías que ver sobre todo el trabajo exquisito de
la traductora, de Ainize Salaberri. De veras, no te puedes imaginar lo que ha
respetado tus cartas originales. Créeme, han hecho un trabajo espectacular.

La misma Salaberri ha dicho que asomarse a tus primeras cartas ha hecho que
te conozca de otra forma; una forma que puede sorprender a todos los que te
leemos: aquí no hay Ted, ni miedos terribles, ni atisbos claros de un futuro que
te acechaba. No, todavía no, aquí no hay nada de eso, aquí solo hay luz y vida:
imágenes deslumbrantes de campamentos de verano, lagos donde nadar,
colecciones de sellos e ingentes cantidades de comida, la ironía, el humor y la
empatía de una niña inteligentísima, sensible, elocuente y divertida.

También te digo que leer las cartas a tu madre, de la Sylvia niña, me encoge el
corazón de una manera tan extraña que no sé explicar. Cómo se te agolpan y
amontonan las palabras queriendo contárselo todo, ya desde los 8 años hasta
los 19 de este volumen. Cuando las leo, a veces me pregunto si realmente te
habría gustado que el resto del mundo pudiera asomarse a todas esas
confesiones que le haces, si es lícito leer algo tan íntimo como una carta, por
muy escritora que seas. Me lo pregunto ya no solo con las tuyas, con todas en
general, pero eso es otra historia, y esto tampoco significa que vaya a dejar de
leerlas.

Me encantaría invitarte a comer como limas un día de primavera, un día con sol,
compartir lecturas y los sellos que no tengo, y contarte que yo nunca estuve en
un campamento porque la vida en general siempre me ha dado bastante miedo.

Qué feliz me hace ver que tú no siempre tuviste miedo, que el mundo para ti
también fue, alguna vez, un lugar maravilloso. Y lleno de luz.

Con mucho cariño,

María

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