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Ella

Ella es una niña indígena que nació en la Sierra Nevada de Santa Marta, allí era feliz, jugaba con
sus hermanos y primos, iba a recoger café y naranjas, amaba bajar por las mañanas a bañarse en
las aguas heladas y cristalinas del río Badillo mientras los rayos del sol iban subiendo y subiendo en
el azul lienzo del firmamento.

Ella era realmente feliz, le gustaban los abrazos de su mamá y ver a su padre mambeando hoja de
coca mientras conversaba con el Mamo y los demás hombres que hacían parte del grupo de los
mayores.

Pero un día la vida como ella la conocía cambió. Los hombres armados irrumpieron en el lugar. Era
un tremendo remolino de angustia, gritos, terror. Las mujeres rodaban montaña abajo abrazando
a sus hijos más pequeños, todos buscaban esconderse abajo en el enmontado del río. Ella vio a su
padre car al suelo bañado de sangre luego de un estrépito que parecía una explosión. Quiso
acercarse a su papá, sin embargo, un grupo de mujeres que corría se lo impidió y la arrastraron
tras de sí.

Ella no pudo correr mucho, tropezó con un árbol caído en medio de la vereda, allí creyó que todo
terminaría, sin embargo, alguien la tomó del brazo y le hizo levantarse, de forma veloz le dirigió
hacia un lugar frondoso cerca de la bajada hacia el pueblo, en donde pudo percatarse que
esperaban cuatro mulas, dos ensilladas y las otras dos aún con la carga al hombro. Una mujer alta
y de cabellos largos, vestida con uniforme verde oliva, montó a Ella en el lomo de la mula y se
acomodó rápidamente en la otra, emprendieron un largo camino.

Fueron cinco días andando por entre la Sierra, la vista del nevado enmarcaba el horizonte y ella se
encontraba en una especie de letargo en el que se intercalaban las lágrimas y los suspiros, aún no
alcanzaba a comprender lo que había ocurrido, aún no sabía si se encontraba con vida o si eso que
ocurría, esa sensación de mareo y la textura de la piel de la mula raspándole en sus pantorrillas era
solamente la exteriorización de un sueño del que por más que intentaba no podía despertar.

Ella vivía en silencio, los sonidos de las sílabas que conformaban las palabras de su lengua eran un
eco que no dejaba de sonar en su aterrada mente, ahora sólo escuchaba personas hablando en
español pero ella no alcanzaba a comprenderlo bien, Ella no había podido ir al colegio porque
quedaba a varios días de un camino difícil que era atravesado en varios momentos por brazos de
un río caudaloso y peligroso que en tiempos de invierno solía cobrar varias vidas, tanto humanos
como animales.

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