Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ynoub Cuestion de Metodo Issuu
Ynoub Cuestion de Metodo Issuu
Roxana Ynoub
CUESTIÓN DE MÉTODO
Aportes para una metodología crítica
TOMO I
Roxana Ynoub
Revisión técnica
Mtro. Ricardo Soto Ramírez
Universidad Nacional Autónoma de México
Australia · Brasil · Corea · España · Estados Unidos · Japón · México · Reino Unido · Singapur
Cuestión de método. © D.R. 2015 por Cengage Learning Editores, S.A. de C.V.,
Aportes para una metodología crítica. una Compañía de Cengage Learning, Inc.
Roxana Ynoub Corporativo Santa Fe
Av. Santa Fe, núm. 505, piso 12
Presidente de Cengage Learning Col. Cruz Manca, Santa Fe
Latinoamérica: C.P. 05349, México, D.F.
Fernando Valenzuela Migoya Cengage Learning® es una marca registrada
usada bajo permiso.
Director Editorial, de Producción y de
Plataformas Digitales para Latinoamérica: DERECHOS RESERVADOS. Ninguna parte de
Ricardo H. Rodríguez este trabajo amparado por la Ley Federal del
Derecho de Autor, podrá ser reproducida,
Editora de Adquisiciones para transmitida, almacenada o utilizada en
Latinoamérica: cualquier forma o por cualquier medio, ya sea
Claudia C. Garay Castro gráfico, electrónico o mecánico, incluyendo,
pero sin limitarse a lo siguiente: fotocopiado,
Gerente de Manufactura para Latinoamérica: reproducción, escaneo, digitalización,
Raúl D. Zendejas Espejel grabación en audio, distribución en Internet,
distribución en redes de información o
Gerente Editorial en Español para almacenamiento y recopilación en sistemas
Latinoamérica: de información, a excepción de lo permitido
Pilar Hernández Santamarina en el Capítulo III, Artículo 27h de la Ley Federal
del Derecho de Autor, sin el consentimiento
Gerente de Proyectos Especiales: por escrito de la Editorial.
Luciana Rabuffetti
Datos para catalogación bibliográfica:
Coordinador de Manufactura: Ynoub, Roxana.
Rafael Pérez González Cuestión de método.
Aportes para una metodología crítica.
Editora: ISBN: 978-987-1954-48-3
Abril Vega Orozco
Visite nuestro sitio en:
Diseño de portada e interiores: http://latinoamerica.cengage.com
Anneli Daniela Torres Arroyo
Imagen de portada:
© Pashabo / Fotolia
Composición tipográfica:
Anneli Daniela Torres Arroyo
Importante
Todas las marcas y nombres que se mencionan y
aparecen en este libro están registrados por sus
propietarios, sólo se mencionan con fines educativos
y no se infringe ningún derecho de registro de marca,
por lo que Cengage Learning Editores S.A. de C.V. no
asume responsabilidad alguna por el uso que se haga
de esta información.
Impreso en México
1 2 3 4 5 6 7 17 16 15 14
Contenido breve
Prólogo xiii
Agradecimientos xvii
PARTE
Desarrollos metodológicos
El puesto de la instrumentalización
Capítulo IX en la fase 2: de la operacionalización a la
producción de los datos 305
Contenido detallado
Prólogo xiii
Agradecimientos xvii
Capítulo
La ciencia como práctica social: bases
Capítulo
Capítulo
Capítulo
VII
Del contexto a los productos: examen de
la teoría y los objetivos en el proceso
de investigación 196
Capítulo
Operaciones invariantes en el paso a la
IX
El puesto de la instrumentalización
en la fase 2: de la operacionalización
a la producción de los datos 305
Bibliografía 385
PARTE
Introducción epistemológica
2 PARTE UNO Introducción epistemológica
Capítulo
1 Estos conceptos han cobrado auge en la teoría de la organización y la gestión del conocimiento (cfr.
Polanyi, 1964; Nonaka y Takeuchi, 1995), campo en el que se utilizan para describir los modos en que
se crea y se transfiere el conocimiento al interior de las organizaciones. Podemos encontrar otros
antecedentes en la psicología del desarrollo: en particular Jean Piaget (1976) dedica una obra al estudio
de los procesos (y la psicogénesis) que conducen la “toma de conciencia” sobre saberes prácticos o
conductuales. En el mismo caso —aunque desde concepciones más conductistas— se ubican los
estudios sobre “aprendizaje implícito”.
2 Las dificultades para extraer esas reglas y tornarlas explícitas no derivan sólo ni principalmente del nivel
cognitivo que demanda la competencia en cuestión, sino del grado de apertura y masividad de los
procesos involucrados en ella. Así, por ejemplo, resulta más sencillo diseñar sistemas expertos para jugar
ajedrez, dado que pueden simularse por medio de programas de computación serial y jerárquica, que
simular el comportamiento de escape de una cucaracha, que supone un procesamiento distribuido y
una arquitectura de subsunción dependiente del contexto (cfr. Clark, 1997).
4 PARTE UNO Introducción epistemológica
Siguiendo con la analogía del arte podemos reconocer que un artista no es al-
guien que trabaja desde la mera espontaneidad intuitiva. Para decirlo de modo más
preciso, no caben dudas de que esa espontaneidad —en caso de admitirse— debe
ser “alimentada” con saberes que provienen de múltiples ámbitos y experiencias.
Edgar Allan Poe escribió un pequeño ensayo destinado a examinar el “método”
que sigue el escritor en la producción de su obra.3 Analiza en retrospectiva los
pasos que lo guiaron en la composición de uno de sus poemas más difundidos:
El cuervo. Según sus propias palabras el propósito de su ensayo era demostrar que
“ningún punto de la composición podía atribuirse a la intuición ni al azar”, sino
que había avanzado “paso a paso, con la misma exactitud y lógica rigurosa propias
de un problema matemático” (Poe,1986: 2).
Luego de iniciar una descripción detallada y extensa de esos pasos (ubicando
primero el tema, en segundo término el efecto que se proponía producir y, a
partir de ello, la progresiva elección de aditamentos particulares como el tono, la
elección de ciertas palabras clave, la extensión del trabajo, entre otros) nos dice:
4 En ese recorrido pueden citarse obras tan dispares y distantes como el Discurso del método de Descartes,
el Novum Organum de Bacon, la Teoría de la investigación de Dewey, la Lógica de la investigación científica
de Popper o el Tratado contra el método de Feyerabend, entre muchas otras.
5 La epistemología es la rama de la filosofía que se dedica al estudio del conocimiento científico.
6 Así se expresa el mismo Lakatos al dar cuenta de los objetivos que persigue con su concepción de
las “reconstrucciones racionales”: “Se intentará mostrar que: a) la filosofía de la ciencia proporciona
metodologías normativas, con cuyos términos el historiador reconstruye ‘la historia interna’ y aporta,
6 PARTE UNO Introducción epistemológica
Jurgen Habermas para quien la tarea de una ciencia crítica se dirige al examen
reconstructivo de las condiciones de posibilidad de la disciplina o de su objeto.
El enfoque que adoptaré aquí sostiene entonces que el aporte que hace una
disciplina reconstructiva es al menos de dos tipos:
a. Por una parte contribuye a la explicitación de los procesos y las lógicas
subyacentes a un cierto saber hacer (no es lo mismo saber caminar que
tener un conocimiento consciente, discursivo —incluso operacional— del
acto de caminar).
b. Como consecuencia de lo anterior permite revisar críticamente esa práctica:
de modo tal que no sólo se extrae un conocimiento que está en sí (implíci-
to o de hecho) para transformarlo en conocimiento para sí (explícito o de
derecho), sino que además crea condiciones para expandir, optimizar o
mejorar el saber práctico.
de este modo, una explicación racional del desarrollo del conocimiento objetivo; b) dos metodologías
rivales pueden ser evaluadas con ayuda de la historia (normativamente interpretada); c) cualquier
reconstrucción racional de la historia necesita ser complementada con una ‘historia externa’ empírica
(socio-psicológica)” (cfr. Lakatos, 1993: 1).
CAPÍTULO I La ciencia como práctica social 7
Ahora bien, lo primero que puede objetarse a este comentario es que no cumple
con los dos criterios básicos requeridos en todo sistema clasificatorio, como son la
exclusión mutua y la conjunta exhaustividad: la estadística requiere la clasificación;
a su vez las estadísticas no son un método, sino una técnica, y además pueden
ser usadas para contrastar una hipótesis conforme lo estipula el método hipotético
deductivo (aunque en este caso no queda claro si a eso se refieren los aquí llama-
dos “métodos definitorios”). Por otra parte, pero por las mismas razones, se mezclan
7 El término se emparenta también con la llamada “teoría crítica”, que inaugura la escuela de Fráncfort,
conforme con la cual el examen del conocimiento es indisociable del examen de la vida social.
8 PARTE UNO Introducción epistemológica
nociones de todo tipo: las técnicas particulares (como la estadística), con procedi-
mientos de validación generales (como el método hipotético-deductivo), con las
definiciones indicadoras (involucradas en los procedimientos de medición).
Contra la concepción que postula la existencia de un método de la ciencia
se alzan también otras voces. Por ejemplo, las que promueven una línea divisoria
entre los llamados “métodos cualitativos” y “métodos cuantitativos”; división que
desliza la idea de una correspondencia entre uno y otro método, con las “ciencias
blandas” y las “ciencias duras”, respectivamente. Según esta concepción cada una
de estas orientaciones presentaría rasgos diferenciables que las harían no sólo dis-
tintas, sino incluso antagónicas en aspectos clave del método.8
Sin desconocer estos debates y perspectivas la posición que adoptaré en esta
obra, asume la existencia de “un” método de la ciencia sin más.
Desde esta concepción se diferencia el método —como método general— de
las técnicas particulares con las que cada disciplina se aproxima a su objeto de
estudio: hay tantas técnicas como disciplinas o estrategias investigativas imagina-
bles. En cambio, el concepto de método de investigación científica se aplicaría a los
procedimientos invariantes que se siguen para producir cualquier conocimiento
que forme parte de la ciencia —y no de la magia, de la religión, del arte o de la
filosofía—.
De acuerdo con esta concepción, y pese a todo, las diversas ciencias, sean
formales, de la naturaleza, sociales o gramatológicas (del discurso), son ciencias
y como tales comparten dos dimensiones metodológicas esenciales: vocación de
descubrimiento y esfuerzo de validación (Samaja, 2000: 24).
En síntesis, lo que quiero enfatizar es que la distinción no sólo es terminológi-
ca; es decir, no sólo se reduce a precisar que lo que para unos es “método” para
otros son “técnicas”, sino que tiene, por el contrario, una trascendencia algo mayor
desde el momento en que se propone la posibilidad de un examen crítico (reflexi-
vo-reconstructivo) del quehacer científico —tal como lo hemos precisado en el
apartado anterior—.
Ese examen se realiza bajo el supuesto de que es posible identificar componen-
tes y funciones invariantes, connaturales a toda producción de conocimiento con
vocación científica.
Desde esta perspectiva la ciencia como práctica social y el producto que genera,
o sea el conocimiento científico, pueden ser examinados atendiendo sus condiciones
de posibilidad en múltiples dimensiones:
8 Para una presentación exhaustiva de esta confrontación de métodos pueden consultarse Cook y
Reischardt (1986), Bericat (1998) y Valles (1998). No obstante, en esta misma obra volveremos con mayor
detalle sobre este asunto en el capítulo dedicado a los “diseños de investigación”.
CAPÍTULO I La ciencia como práctica social 9
9 Ontología es la rama de la filosofía que se dedica al estudio del “ser”. El término onto remite a “ente”: ente
es todo aquello que tiene ser. Se pregunta por ejemplo, ¿en qué consiste el “ser” y qué tipo de entidades
o seres pueden reconocerse?
10 PARTE UNO Introducción epistemológica
a. Condiciones histórico-sociales
10 Por distintos “planos” de la vida social entiendo módulos de sociabilidad diferentes como la familia, la
comunidad, el Estado y el mercado. Cada uno de los cuales, si bien se integra y se realiza a través de los otros,
mantiene también vínculos problemáticos y, en algunos aspectos, antagónicos. En cambio, por distintos
“sectores” aludo a diferenciaciones al interior de cada uno de esos módulos, por ejemplo, a las diferencias
de clases al interior del mercado, a las diferencias de poder político al interior del Estado, a las diferencias de
jerarquías y roles al interior de las familias y las comunidades.
11 El concepto de “modo de producción” fue introducido por la tradición marxista. Se trata de un concepto
que refiere, fundamentalmente, a las determinaciones económicas que caracterizan a una sociedad
(se desagrega a su vez en otras dimensiones como las de fuerzas productivas y relaciones sociales de
producción). Con base en este concepto el marxismo caracteriza las diferentes fases de la organización
social. En una acepción más amplia el concepto incluye aspectos jurídico-políticos e ideológicos de esas
sociedades (cfr. Marx, 1971; Marx y Engels, 1958).
12 PARTE UNO Introducción epistemológica
Sin necesidad de ir tan lejos lo que pretendo ilustrar, a partir de este esque-
ma, es que ese contexto más amplio impregna la vida de las propias instituciones
científicas y la de los sujetos involucrados en éstas. De tal modo que lo que sean
capaces de pensar, producir y generar en términos científicos pueda repercutir, en
alguna medida, en los valores y contextos de su época y de su más amplia cultura.
Cada época histórica y cada posicionamiento social en esa época histórica hacen
emerger cierto tipo de problemas y cierto tipo de modelos para responder a ellos.
Esta concepción se contrapone a otras que proclaman el carácter ahistórico y
universal de la ciencia. De acuerdo con ellas la ciencia sería la práctica más globaliza-
da —y más precozmente globalizada— de nuestras sociedades contemporáneas y
esa globalización no sería otra que la “globalización de la razón” o, directamente, del
método científico. De tal modo que no habría para esta práctica patria ni particula-
rismos ni diferencias de estilo entre investigadores de diversas regiones del planeta.
Esta comprensión, un tanto ingenua, concibe a los seres humanos que hacen
ciencia despojados de todo sesgo apasionado, de toda ideología, de todo matiz
particularista. Si bien es cierto que la ciencia se caracteriza por un modo peculiar
de producción de conocimiento que autoriza, como lo hemos sugerido antes, a
hablar de método científico, también es cierto que se concretiza de múltiples ma-
neras. En especial los modelos y los problemas científicos que derivan de ellos varían
considerablemente (aun al interior de una misma disciplina) entre una y otra épo-
ca histórica, y entre unos y otros ámbitos de investigación.
Se ha demostrado que, al igual que en muchos otros asuntos también globa-
lizados, son las grandes metrópolis las que marcan el curso de la ciencia hegemó-
nica. Son esos referentes centrales no sólo los que manejan la mayor cantidad de
fondos destinados a investigación, sino los que sitúan el alcance, la naturaleza y los
modos de plantear los problemas y los asuntos a investigar (cfr. Varsavsky, 1975).12
Si un investigador de la periferia pretende innovar con problemas, o con modos
de plantear viejos problemas, no le resultará igualmente sencillo instalar “su asunto”
en el contexto de la ciencia (o de su especialidad) a escala global: los medios de am-
plificación con los que cuenta son mucho más débiles. Esta debilidad no se debe sólo
ni principalmente a la falta de medios tecnológicos para difundir sus ideas. Se debe
más bien, a la insuficiente repercusión y significancia que suele encontrar en los mo-
delos hegemónicos de base (en especial si su propuesta es realmente innovadora).
Puesto que estos modelos se arraigan en estructuras de la praxis social, dichas
innovaciones suelen quedar vinculadas a particularismos o perspectivismos loca-
les —cuando surgen de investigaciones de la periferia—, o alcanzar repercusión
global —cuando surgen en las metrópolis centrales: sencillamente porque en esas
b. Condiciones institucionales
El segundo nivel del diagrama hace referencia al contexto institucional más especí-
fico en el que se produce y reproduce la ciencia. Este contexto institucional no sólo
está inmerso e impregnado del contexto social más amplio, sino que además esos
ámbitos científicos impregnan los contextos sociales y tienen resonancia en ellos.
Esa doble vía se ilustra en el diagrama con flechas que evocan la mutua determina-
ción entre tales niveles. La ciencia instituye y promueve valores, y modela represen-
taciones sociales en múltiples ámbitos de la vida humana desde los relatos sobre
el origen del universo, las razones de los trastornos afectivos, o la manipulación
genética —entre infinidad de otras cuestiones—. En las sociedades contemporá-
neas los conocimientos y los modelos que desarrolla la ciencia retornan sobre las
comunidades como mitologías arropadas con lenguaje tipo científico.15
13 Entre las tesis que defiende en su modelo de las “reconstrucciones racionales” “cualquier reconstrucción
racional de la historia necesita ser complementada por una ‘historia externa’ empírica (socio-psicológica)”.
De cualquier modo Lakatos atribuye una autonomía racional a la “historia interna” que es, hasta cierto
punto, independiente de las contingencias de la historia externa (cfr. Lakatos, 1993). Como se advierte,
asumo aquí una posición más enfática que la de Lakatos en la vinculación de ambos procesos; es decir,
el de la historia social más amplia y el del desarrollo del propio conocimiento científico. Sin embargo,
pretendo también evitar las vinculaciones directas entre ambas dimensiones por dos razones: a. porque
no invocaremos entre la historia social y la historia de la ciencia una relación “utilitaria”, sino más bien una
relación simbólico-representacional y, eventualmente, funcional entre una y otra; b. porque reconoceremos
no sólo que el desarrollo del pensamiento (incluido el pensamiento científico) guarda autonomía relativa
respecto al desarrollo sociohistórico, sino que además puede impactarlo y direccionarlo en alguna medida,
tal como quedó expresado en nuestro esquema principal al situar un doble direccionamiento entre el
contexto histórico social y el contexto de la producción científica.
14 “Un elemento crucial en los planteamientos de Fleck son las presuposiciones de que el ‘estilo de
pensamiento’ [de los investigadores científicos] surge de un compromiso no racional con imágenes
primitivas o metáforas, derivadas necesariamente de nociones populares, que son reformadas por la
comunidad científica para producir conceptos cuyos significados más específicos sirven mejor a las
propuestas particulares del ‘colectivo de pensamiento’ ” (Atienza, Blanco e Iranzo, 1994).
15 Un trabajo pionero sobre esta metabolización representacional del conocimiento científico es el que
S. Moscovici dedicó al estudio de las representaciones sobre el psicoanálisis (Moscovici, 1961).
14 PARTE UNO Introducción epistemológica
16 Se podrían considerar aquí también los llamados “colegios invisibles” entendidos como comunidades de
investigadores, que se crean a partir de las mutuas referencias y de la colaboración en las producciones
escritas. La disciplina encargada de identificar estas comunidades que resultan precisamente del análisis
de las publicaciones científicas es la sociobibliometría (cfr. Price, 1973; López-López, 1996; Peiró; 1981).
17 Entendido el término competencia en sus dos acepciones: como capacidad para hacer o ejecutar una
tarea y como competición o disputa.
18 Quizá en el mismo sentido en que ocurre con una producción artística y su camino de consagración
como “obra de arte”.
Capítulo
Lo aceptará aunque nunca haya oído hablar de un caternario, ni sepa qué clase
de cosa es, ni entienda cuál es su peculiar blonquiedad. Esto sucede porque lo que
en verdad “acepta” es la “validez formal” del razonamiento.
Aprender a “razonar lógicamente” es aprender a aceptar este tipo de validez,
sin importar si el razonamiento refiere a la “negrura de los cuervos”, a la “mortali-
dad de Sócrates” o a alguna peculiar relación entre “p y q”.1
La lógica es la ciencia que se ocupa del examen de las formas de los razo-
namientos. Pertenece, como tal, al campo de las llamadas ciencias formales.
No se interesa por los contenidos de nuestros pensamientos, sino por los modos
1 Es importante hacer notar que estas “reglas de la lógica formal” no son admisibles para cualquier
sujeto humano —aun adulto—. Las investigaciones de Luria (1987) sobre las competencias para el
pensamiento formal entre campesinos analfabetos pusieron en evidencia —entre otras cosas— que
las reglas de la lógica formal no son admisibles para quien no ha pasado por el aprendizaje de la
lectoescritura. A simple modo ilustrativo, una experiencia de las que Luria llevó a cabo consistía en
interrogar a los sujetos, pidiéndoles que dieran la conclusión respecto a distintos tipos de razonamientos
deductivos como el siguiente: “En el lejano Norte, donde hay nieve, todos los osos son blancos. La isla
Tierra Nueva se encuentra en el lejano Norte y allí siempre hay nieve”. Luria preguntaba entonces a los
referidos campesinos: “¿De qué color son allí los osos?”. Una respuesta típica era del siguiente modo:
“No lo sé. Yo he visto un oso negro. Nunca he visto otros [...] Cada región tiene sus propios animales
del mismo color [...] Nosotros decimos sólo lo que vemos, lo que nunca hemos visto no lo decimos”
(p. 125). Es decir, las respuestas remitían a una “lógica-situacional” propia de lo que podría llamarse
pensamiento concreto. Estudios posteriores de Scribner y Cole (1973) —basados en los hallazgos de
Luria— precisaron esta cuestión, demostrando que el patrón de socialización de la educación formal era
la variable explicativa —antes que la mera competencia lectoescritora—. Ese patrón socializador parece
ser el factor que hace posible el acceso al pensamiento abstracto y formalizador que supone la lógica.
64 PARTE UNO Introducción epistemológica
y las reglas con los que funciona. No nos dice qué debemos pensar, sino cómo
debemos hacerlo. O, para ser más precisos, nos indica cuáles son los “buenos o los
malos razonamientos”. Y la cuestión de qué se entiende por lo “bueno o lo malo”
en el terreno de la lógica refiere al asunto de la validez formal de un argumento
o razonamiento.
Examinaremos enseguida algunas cuestiones que nos permitirán precisar el
alcance de esta última afirmación.
Antes de ello quisiera anticipar que el tratamiento tendrá una función mera-
mente instrumental: estará destinado a precisar algunas observaciones que brin-
dan claves para comprender las inferencias comprometidas en distintos momen-
tos del proceso de investigación.
Dado que las ciencias (como ciencias empíricas, en este caso) pretenden al-
canzar conocimientos válidos y confiables, no es un asunto menor examinar el
sustrato intelectivo —lógico inferencial— en que se sustentan. Por lo demás, de
una u otra manera, lo hemos estado haciendo al referirnos a las distintas posicio-
nes epistemológicas, según el modo en que comprenden la creación y validación
del conocimiento científico. El asunto que ahora nos ocupa es de precisar y explicitar
los fundamentos lógicos que acompañan a cada una.
Si se asumen las premisas anteriores se puede postular entonces que esta pro-
posición constituye una conclusión. Esta conclusión ahora sí resulta de las premisas
previamente admitidas.
Adviértase que para que esa conclusión se produzca debemos admitir no
sólo los enunciados que se dieron como premisas, sino también una regla que los
vincula o deriva (uno a partir de otro). Esa regla diría algo así como: “Si acepto (a)
y acepto (b), entonces estoy obligada a aceptar (c)”.
De cualquier modo la lógica no se interesa por nuestros procesos psicológicos
(como lo refiere, por ejemplo, la idea de “admitir la conclusión”). En términos lógi-
cos la conclusión simplemente tiene carácter necesario.
Desde la perspectiva del examen lógico un razonamiento es válido si, por la
naturaleza de su estructura o encadenamiento de sus proposiciones, dichas pro-
posiciones no son contradictorias entre sí. Los lógicos llaman a esta propiedad
consistencia lógica.
66 PARTE UNO Introducción epistemológica
No puede ocurrir que al mismo tiempo todos estos enunciados sean simul-
táneamente verdaderos. Alguna de las tres proposiciones debe ser falsa: o no es
cierta la premisa mayor, o no es cierto que estoy ante un cisne o, bien, no es cierto
que sea negro.
Conforme a todo lo dicho hasta aquí podemos afirmar entonces que la lógica,
como disciplina formal, se interesa por el examen del modo en que se vinculan
o derivan los conocimientos y por la validez formal que puede imputarse a esa
derivación.3
Con el objetivo de precisar esta idea, la examinaremos en los distintos tipos de
inferencias lógicas. Procuraremos, a través de ese examen, comprender la naturaleza
formal de las inferencias y sus virtudes y limitaciones en términos de su validez.
Para los referidos autores la premisa de esta deducción sería particular ya que
alude al individuo Pablo y al individuo Aníbal.
Pero —como señala Samaja— se oculta así el enlace que se ha establecido
entre ambos enunciados, enlace que es precisamente ejemplo de la referida regla.
Esta regla se enunciaría de la siguiente manera:
O, lo que es equivalente:
5 El término que utiliza Peirce es en realidad “resultado”, Samaja lo reemplaza por “rasgo” por encontrar
que se muestra más adecuado a la hora de precisar las características de la propia abducción, como
señalaremos más adelante.
CAPÍTULO III La lógica de la investigación 69
Allí estriba el gran aporte de Peirce al distinguir un tercer tipo de inferencia, que
además está presupuesta en la inducción y la deducción desde el momento en
que forma parte de sus premisas, tal como lo hemos definido previamente:
7 Para el razonamiento hipotético Peirce usó además de “abducción”, los términos “retroducción” y
“presunción”; pero fue el de “abducción” el que predominó, sobre todo, en la etapa final. Es en un
manuscrito de la década de 1890 que contiene las notas de una “Historia de la ciencia”, que proyectó y
no realizó, donde introduce el término “retroducción” cuyo significado, señala Peirce, es el mismo que el
del término aristotélico “abducción” (cfr. Peirce, 1974).
CAPÍTULO III La lógica de la investigación 73
Por ejemplo:
11 En posteriores pasajes de este libro volveremos sobre estas cuestiones vinculadas al gran campo de las
investigaciones interpretativas o hermenéuticas, entre las cuales se incluirá también la investigación
histórica.
Cuestión de método. Aportes para una metodología crítica. Este libro reco-
ge una larga experiencia de trabajo en la enseñanza de la metodología de la inves-
tigación científica. La autora, Roxana Ynoub, propone una concepción amplia y
reflexiva sobre el método de la ciencia, a partir de la cual examina las herramien-
tas concretas para elaborar proyectos de investigación y planes de tesis. De igual
modo aporta criterios para orientar las decisiones metodológicas de los investi-
gadores ya formados, atendiendo diversas estrategias de investigación. Los temas
epistemológicos se integran con los tratamientos lógicos y metodológicos en el
marco del análisis del Proceso de Investigación. Este proceso se concibe según tres
grandes fases que permiten situar los alcances del método en los distintos para-
digmas cualitativos y cuantitativos.
Ynoub concibe la ciencia como una “práctica social”, considerando tanto los
factores que la determinan como los compromisos que esta práctica supone.
En tal sentido las temáticas metodológicas atienden también las condiciones de
producción científica en el escenario contemporáneo.
En síntesis, el tratamiento de los temas se integra desde múltiples perspec-
tivas, fundamentando el enfoque “crítico” con el cual lo define la autora. En sus
propias palabras:
[…] lo metodológico no se desentiende de lo epistemológico, lo cualitativo de lo
cuantitativo (ni viceversa) ni lo lógico de lo procedimental.
De allí surge también el término con el que definí el enfoque adoptado: el de
metodología crítica.
Desde esta perspectiva he procurado que, cada paso, cada definición, o
cada procedimiento, sea examinado, y sea iluminado, desde sus fundamentos
lógico-metodológicos. Desde sus “condiciones de posibilidad”, para decirlo en
código kantiano.
La convicción que sustenta este enfoque, es que el dominio de dichos funda-
mentos constituye la mejor herramienta para la toma de decisiones en la práctica
de la investigación científica (Roxana Ynoub, extracto del prólogo de esta obra).