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Las upanisad

J U A N A R N A U

(QFDGDSiJLQDGHODVXSDQLৢDGDSDUHFHQSHQVDPLHQWRV
profundos, originales y sublimes, mientras que una seriedad
elevada y sagrada se extiende sobre todas ellas.
Arthur Schopenhauer
Parerga II, 185

Los textos

L
DVXSDQLৢDGTXHMXQWRFRQOD%KDJDYDGJƯWƗ consti-
tuyen una de las obras sagradas más importantes del
hinduismo, son la culminación del pensamiento vé-
dico y uno de los grandes episodios en la historia del
espíritu humano. Depositarias de una visión singular del mundo
\GHXQD¿ORVRItDSURIXQGDPHQWHLQWXLWLYDFRQWLHQHQGLiORJRV
SRHPDVDIRULVPRV\HQVHxDQ]DVFX\R¿QHVYLYHQFLDUHOSULQFL-
pio y la fuerza sagrada que lo anima todo. Un conocimiento que
se remonta a un corpus de literatura oral, los himnos védicos,
revelados a sabios de la antigüedad y preservados por eruditas
familias de brahmanes. La tradición hindú los denomina ĞUXWL
GH ĞUX, «oír»), haciendo referencia a «aquello que fue escu-
chado» en un tiempo inmemorial, en oposición a la literatura
perteneciente a la categoría VP‫܀‬WL, «aquello que se recuerda»
o que vale la pena recordar. Gracias a su depurada percepción,
siete sabios, los llamados esclarecidos, «escucharon» en su fue-
ro interno el contenido de este corpus y lo transmitieron a sus
discípulos. El pensamiento védico desarrollado posteriormente
HQORVEUƗKPD৆DORVƗUD৆\DND\ODVXSDQLৢDGVHUiIUXWRGHOHV-
fuerzo por ahondar y organizar los contenidos de tres coleccio-
QHVORVKLPQRVORVFDQWRV\ODVIyUPXODVOLW~UJLFDVGHO‫ۿ‬JYHGD,
el 6ƗPDYHGD y el Yajurveda, respectivamente. Aunque la mayo-
ría de las estrofas de estas colecciones son alabanzas a los dio-
ses, cantos y fórmulas rituales, también contienen las primeras
VHPLOODV GHO SHQVDPLHQWR ¿ORVy¿FR 3HUR HV HQ ORV EUƗKPD৆D
WH[WRVGHFDUiFWHUOLW~UJLFR\PLWRJUi¿FRTXHUHÀH[LRQDQVREUH
ODQDWXUDOH]DGHOVDFUL¿FLR\DERUGDQODH[pJHVLVGHORVKLPQRV 

21
donde aparecen las primeras especulaciones teológi- las de transmisión. En el caso de las más antiguas
cas y cosmogónicas, que alcanzarán su pleno desa- %‫܀‬KDGƗUD۬\DND y &KƗQGRJ\D), pueden situarse an-
UUROORHQORVGLiORJRV\QDUUDFLRQHVGHODVXSDQLৢDG tes del nacimiento del Buda histórico. Uno de los as-
No encontramos en ellas un pensamiento árido en el SHFWRVPiVLQWHUHVDQWHVGHHVWRVWH[WRV TXHVHUHSUR-
que abunden los conceptos, sino que es precisamente GXFLUiOXHJRHQHOPDKƗ\ƗQD HVTXHODpWLFDQRHVXQ
ODDXVHQFLDGHXQ©VLVWHPDªDFDEDGRORTXHFRQ¿HUH ¿QHQVtPLVPDVLQRWDQVyORXQDYtDGHDFFHVR XQD
DODVXSDQLৢDGMXQWRFRQOD%KDJDYDGJƯWƗ, su parti- propedéutica) a estados de consciencia liberados de
FXODUHQFDQWRHQWUHOROtULFR\OR¿ORVy¿FR las ataduras de la vida del cuerpo y de la mente.
(QOD,QGLDODVXSDQLৢDGFRQVHUYDQWRGDYtDKR\ 'XUDQWH XQ WLHPSR HO JpQHUR GH ODV XSDQLৢDG VH
un carácter profundamente sagrado. En total se re- entendió como la expresión literaria de una tensión,
conocen más de doscientas, de las cuales hay trece en el seno de la sociedad védica, entre la casta sa-
SULQFLSDOHV PXNK\D ODVPiVDQWLJXDV\OHtGDVTXH cerdotal y la nobleza guerrera. Sin embargo, parece
FRQVWLWX\HQODFXOPLQDFLyQGHORVEUƗKPD৆D\ƗUD৆- poco probable que fuera así. Aunque en ocasiones
yaka. Este volumen reúne por primera vez en espa- encontramos episodios en los que el vencedor de la
ñol la traducción directa y completa de esas trece competición dialéctica sobre la interpretación de ar-
XSDQLৢDG &RQ HOODV VH FLHUUD XQD HWDSD GHO SHQVD- canos es un miembro de la casta guerrera,1 o en los
miento védico y se abre otra. Tras la lírica persuasiva que un rey alecciona a un brahmán o tanto nobles
de los himnos del ‫ۿ‬JYHGD y los cantos del 6ƗPDYHGD, como brahmanes reciben la instrucción de un renun-
la elaboración de las fórmulas litúrgicas del Yajur- ciante, la autoridad brahmánica pocas veces queda
veda y la especulación simbólica y teológica de los en entredicho. Algo que sí ocurrirá más tarde, en las
EUƗKPD৆DODVXSDQLৢDGUH¿QDQ\VLQWHWL]DQWRGDHVD FRUULHQWHVUHIRUPLVWDVGH%XGD\0DKƗYƯUDTXHFRQ-
literatura, dando paso a las primeras vías de especu- ¿UPDQODUXSWXUDFRQODOLWXUJLDYpGLFD
ODFLyQ¿ORVy¿FDTXHFRQRFHPRVHQOD,QGLD /DV SULPHUDV XSDQLৢDG VRQ FRQ EDVWDQWH SURED-
Traducimos el término sánscrito XSDQL‫܈‬DG como bilidad prebudistas. El canon budista no sólo men-
«correspondencia» de acuerdo con la sugerencia eti- ciona la literatura védica, sino que reitera la convic-
mológica de Olivelle. Una correspondencia o víncu- ción de que el mero conocimiento de invocaciones,
lo en general oculto o no evidente, así como una se- IyUPXODVOLW~UJLFDV\ULWRVVDFUL¿FLDOHVQRJDUDQWL]D
FUHWDD¿QLGDGTXHKDFHSRVLEOHHOULWXDO\ORMXVWL¿FD ningún tipo de liberación. Como es habitual en la In-
VLHQGR HO SUHVXSXHVWR PLVPR GH VX H¿FDFLD 'LFKD dia, resulta difícil establecer una cronología precisa.
correspondencia propicia las imágenes y conceptos Ya hemos señalado que el estrato más temprano de
GHO SHQVDPLHQWR HVSHFXODWLYR 6HJ~Q ODV XSDQLৢDG la literatura india corresponde al ‫ۿ‬JYHGD, que pro-
entre los distintos elementos de lo existente, prima bablemente coincide con el asentamiento de los in-
facie independientes, hay ciertos vínculos ocultos doarios en el valle del Indo y el Punyab, en torno al
TXHODFLHQFLDYpGLFDLUiGHVYHODQGR\FDUWRJUD¿DQ- 1200 a.e.c.2
do. Se trata, pues, de un arte del descubrimiento de A los tres veda antiguos y al posterior Atharva-
ODVD¿QLGDGHVTXHFRPSRQHQODXUGLPEUHGHOPXQGR veda les suceden tres géneros de textos que los in-
Y dado que la sabiduría consiste en profundizar en WHUSUHWDQ QRUPDOPHQWHHQSURVD ORVEUƗKPD৆DORV
WDOHVD¿QLGDGHV\WUDQVPLWLUODVDODEULJRGHODLQLFLD- ƗUD৆\DND\ODVXSDQLৢDG/DGLYLVLyQGHHVWRVJpQH-
ción, el término XSDQL‫܈‬DGDFDEDUiVLJQL¿FDQGRWDP- URV QR VLHPSUH HV FODUD +D\ XSDQLৢDG TXH IRUPDQ
bién «doctrina secreta». SDUWHGHORVEUƗKPD৆DRGHORVƗUD৆\DNDLQFOXVRGH

Autoría, género y fechas


1
Por ejemplo, BU 2.1 o KaU 4.
2
(PSOHDPRVODVDEUHYLDWXUDV©DHFª ©DQWHVGHODHUDFRP~Qª 
/DV XSDQLৢDG IXHURQ HGLWDGDV PHPRUL]DGDV \ FRQ-
\©HFª ©GHODHUDFRP~Qª HQOXJDUGH©D&ª\©G&ªUHV-
servadas oralmente por distintas ramas o escue- pectivamente.

22
ODV VDূKLWƗ ©FROHFFLRQHVª  /RV EUƗKPD৆D VRQ metáforas y símiles recurrentes, aunque no es fácil
textos normativos compuestos por explicaciones li- discernir cuál es la cita y cuál la fuente. Según la opi-
túrgicas y mitológicas de los himnos. Los más im- nión predominante, las más tempranas serían %‫܀‬KD-
portantes son Aitareya, &KƗQGRJ\D, -DLPLQƯ\D y ĝD- GƗUD۬\DND y &KƗQGRJ\D, y al grupo de las antiguas
tapatha/RVƗUD৆\DNDVXHOHQFRQVWLWXLUORV~OWLPRV pertenecerían también Aitareya,7DLWWLUƯ\D,.DX‫܈‬ƯWDNL
FDStWXORV GH FDGD EUƗKPD৆D SRU OR TXH QR HV IiFLO y Kena. Un segundo grupo estaría formado por las
GLVWLQJXLUORV GH ODV FRUUHVSRQGLHQWHV XSDQLৢDG TXH escritas en verso, ƮĞƗy .D‫ܒ‬KD, a las que habría que
WDPELpQVLUYHQGHFRORIyQDORVEUƗKPD৆D7DQWRORV añadir ĝYHWƗĞYDWDUD y 0X۬‫ڲ‬DND. Por último, las más
ƗUD৆\DNDFRPRODVXSDQLৢDGUHFRJHQVXSXHVWDPHQWH recientes serían 3UDĞQD, 0Ɨ۬‫ڲ‬njN\Dy0DLWUƯ. Como
la doctrina de los renunciantes, que completaría la de \D VH KD GLFKR VH VLJXLHURQ HVFULELHQGR XSDQLৢDG
los ritualistas, aunque a menudo esto parece no cum- hasta la época moderna y hoy disponemos de más de
plirse. Los renunciantes son aquellos que abandona- GRVFLHQWDVDVRFLDGDVFRQODVHVFXHODVYLৢ৆XLWDV\ĞL-
ron la vida civil y se retiraron al bosque «sin echar vaístas, incluidas sus vertientes tántricas. En tiempos
la vista atrás». Este alejamiento de lo seglar, de las de Akbar, el gran emperador mogol, se mencionan
costumbres y los usos mundanos, ya sean sociales o $OiK\0DKRPDMXQWRD,QGUD\9DUX৆DFRPRSDUWH
VHUHODFLRQHQFRQODVOLWXUJLDVGHOVDFUL¿FLRSURSLFLD del panteón védico.
XQGHVSOD]DPLHQWRKDFLDORVLPEyOLFR\OR¿ORVy¿FR /DVXSDQLৢDGQRFRQVWLWX\HQXQD~QLFDREUDVLQR
también hacia la cultura mental, que hará las delicias muchas. Es muy probable que las más extensas fue-
de Schopenhauer y de los primeros lectores europeos ran redactadas por distintos autores en diferentes
GHODVXSDQLৢDG momentos y reunidas posteriormente por uno o va-
/DV XSDQLৢDG PiV WHPSUDQDVVH LQVFULEHQHQ ODV rios editores. No tiene pues mucho sentido hablar de
HVFXHODV ĞƗNKƗ GHODVWUHVFROHFFLRQHVYpGLFDVPiV coherencia interna, aunque sí de un estilo común y
antiguas, siendo las más recientes las asociadas con GH FLHUWRV WHPDV HVHQFLDOHV HO VDFUL¿FLR HO DOLHQWR
el Atharvaveda. A la escrupulosa tradición transmi- YLWDO SUƗ৆D HOVRQLGRVDJUDGRHOHVStULWX SXUXৢD 
sora de las escuelas del ‫ۿ‬JYHGD ĞƗNDOD \ EƗৢNDOD  \¿QDOPHQWHODHVSHFXODFLyQHQWRUQRDOJUDQHQLJ-
SHUWHQHFHQ ORV ƗUD৆\DND \ VXV XSDQLৢDG FRUUHVSRQ- PD HO ƗWPDQ HTXLYDOHQWH D EUiKPDQ GHO TXH QR
dientes, Aitareya y .DX‫܈‬ƯWDNL; a las escuelas del 6Ɨ- VHSXHGHKDEODU HVLQHIDEOH SHURTXHDOJXQRVKDQ
maveda, las upani̓ad &KƗQGRJ\D XQD GH ODV PiV experimentado, y esto sí se puede contar. Una ex-
antiguas) y Kena. Las escuelas de transmisión del periencia que consiste en reconocer las correspon-
Yajurveda VH GLYLGHQ HQ GRV DO Yajurveda negro GHQFLDVRFXOWDV XSDQLৢDG ORVYtQFXORVTXHWHMHQOD
pertenecen 7DLWWLUƯ\D, ĝYHWƗĞYDWDUD, .D‫ܒ‬KD y 0DLWUƯ urdimbre de lo real y que pasan desapercibidos al no
R 0DLWUƗ\D۬Ư); al Yajurveda blanco, %‫܀‬KDGƗUD۬- LQLFLDGR'HDKtTXHODVXSDQLৢDGVHDQWDPELpQSDUWH
yaka R%‫܀‬KDW, asimismo muy antigua e incluida en de un conocimiento secreto, cuya transmisión tiene
OD SDUWH ¿QDO GHO OLEUR GHFLPRFXDUWR GHO ĝDWDSDWKD lugar entre maestro y discípulo. Un conocimiento
EUƗKPD۬D) e ƮĞƗ LQFRUSRUDFLyQWDUGtDGHODTXHKD\ que con el tiempo pasará a integrar la educación bra-
dos versiones). Por último, asociadas con las escue- hmánica.
las de transmisión del Atharvaveda, se encuentran Respecto a la forma, algunas son mucho más ex-
0X۬‫ڲ‬DND, 3UDĞQD y 0Ɨ۬‫ڲ‬njN\D. tensas o arcaicas que otras, y las hay escritas en pro-
Como suele ocurrir con la literatura india anti- sa, como cuestionarios e incluso en verso. Respecto
gua, no están claras las fechas de composición de al fondo, algunas se acercan al panteísmo, otras se
ODVXSDQLৢDGVLELHQH[LVWHFLHUWRFRQVHQVRUHVSHFWR decantan por el deísmo o el teísmo, y las hay que
a su cronología relativa. Algunos fragmentos apa- sugieren una forma temprana de agnosticismo. En
UHFHQ UHSHWLGRV HQ YDULDV XSDQLৢDG \ WDPELpQ KD\ ODVPiVDQWLJXDVXQVDFUL¿FLRRULJLQDOQHXWUDOL]DOD
extrañeza y soledad del Uno, haciendo posible el
amor pero también el odio. En las más intelectuales,
3
El término VDۨKLWƗ hace referencia a las colecciones de himnos,
FDQWRV\IyUPXODVOLW~UJLFDV ‫ۿ‬JYHGD, 6ƗPDYHGD y Yajurveda). HOFUHDGRU VLSXHGHOODPDUVHDVt OLPLWDVXDFWLYLGDG

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a conocerse a sí mismo; en otras, olvida el mundo Antecedentes
después de engendrarlo. En algunas se dice que hay
un camino para llegar a bráhman; en otras, éste pare- Aunque gran parte de los himnos del ‫ۿ‬JYHGD son in-
FHLQFRJQRVFLEOHSRUPXFKRTXHVHHVWXGLHQRHVSR- vocaciones a los dioses para que asistan a la oblación
sible alcanzarlo, algo que sólo la gracia divina puede GHOVRPDHQHOIXHJRVDFUL¿FLDO4 los libros primero y
lograr. En las más terrenales, el Uno es la savia de décimo registran las primeras especulaciones en tor-
los árboles o el fuego oculto en la madera, aquello no a la naturaleza del tiempo, el espacio y la creación
TXHXQL¿FDORVFRORUHV\ORVVRQLGRV6DEHUORLQIXQ- del mundo, que serán desarrolladas en los siguientes
de paz, pues la mente es un carro guiado por hábiles estratos del corpus. Dos himnos del libro décimo
corceles que no siempre se dejan dominar. Con ello KDFHQUHIHUHQFLDDO8QRLGHQWL¿FDGRFRQ9LĞYDNDU-
VHDEUHODSXHUWDDODVXSDQLৢDGPiVGHYRFLRQDOHVHQ man.5 El primero elogia al creador del mundo y de-
las que el encuentro se produce en el corazón, ejerci- scribe su actividad mediante las metáforas del herre-
tando al espíritu en lugares apacibles. ro, el alfarero, el arquitecto y el ejecutor del ritual;
Podríamos extendernos en esta enumeración, mientras que el segundo lo asocia con lo no nacido,
cuya diversidad no debería resultarnos extraña. Con en clara alusión a su eternidad. Pero uno de los him-
HOJpQHURVHFLHUUDXQDWUDGLFLyQVDFUL¿FLDOTXHGX- QRVHVSHFXODWLYRVTXHPD\RULQÀXHQFLDHMHUFLyVREUH
rante siglos incidió más en las formas rituales que en ODVXSDQLৢDGHVHOQ~PHURGHOOLEURGpFLPR6X
VXVLJQL¿FDGRTXHVHSUHRFXSyPiVGHODDSDULHQFLD impacto en la literatura posterior fue enorme. La di-
y la correcta pronunciación de los mantras que de su YHUVLGDGGHOPXQGRFRQVXVSDUHMDVGHRSXHVWRV HO
sentido. Y, sin embargo, a pesar del distanciamiento día y la noche, la vida y la muerte, el espacio y el
respecto al ritualismo, seguimos detectando rasgos
WtSLFDPHQWH EUDKPiQLFRV HO JXVWR HUXGLWR SRU HO 4
El soma es el principio nutritivo por excelencia, el arquetipo
juego etimológico, la expresión paradójica y oscura del alimento para los dioses y de la bebida embriagadora para
©ORVGLRVHVDPDQHOPLVWHULRª \XQWDOHQWRVLQJXODU los hombres.
para expresar lo inefable. 5
RV 10.81 y 10.82.

24
tiempo), surge de un estado original indiferenciado. El narrador cierra el himno de manera irónica, aludi-
De un modo sugerente, el poeta ofrece enigmáticas endo a la imposibilidad de conocer la naturaleza de
LPiJHQHV la creación, pues ni siquiera el mismo creador sabe
cuál es su secreto.
La muerte no existía, Otro himno cosmogónico de importancia es el
tampoco lo inmortal, llamado 3XUX‫܈‬DVnjNWD,7 esencial para la tradición
entre días y noches YDLৢ৆DYD(VWRV\RWURVKLPQRVGHQDWXUDOH]DHVSH-
no había distinción. FXODWLYD FRPRHO59GHGLFDGRDO,QQRPEUDEOH 
Sólo el Uno alentaba constituyen los fundamentos de las especulaciones
sin aire, de por sí. FRVPRJyQLFDVGHORVEUƗKPD৆D\ODVXSDQLৢDGGRQ-
de se presta especial atención al origen del univer-
Ni aparte ni con Él, VR UHFUHDGR FRQWLQXDPHQWH HQ HO VDFUL¿FLR ULWXDO \
nada existía aún. a cuya preservación y renovación está destinada la
Sólo había, al comienzo, actividad sacerdotal. En el 3XUX‫܈‬DVnjNWD se expresa
brumas entre tinieblas. por primera vez la idea de que la creación del mundo
Agua indiferenciada supone una autolimitación del Uno. Mediante ésta,
rodeada de vacío. XQVHUSULPRUGLDOGHFDUDFWHUtVWLFDVDQWURSRPyU¿FDV
Mas el Uno surgió HO3XUXৢDTXH©ORHVWRGRªVHPDQL¿HVWDDVtPLVPR
merced al gran poder en el ámbito de la experiencia, y su acto de creación
de su ardor interior.6 DGTXLHUH OD IRUPD GH XQ VDFUL¿FLR (O GHVPHPEUD-

6
RV 10.129.2-3. Seguimos, con algunas variaciones, la traduc- ¿Quién puede saber de dónde surgió? El guardián del cielo su-
FLyQ GH 7ROD  0HUHFH OD SHQD FLWDU HO ¿QDO GH HVWH Fp- premo, sólo Él sabe de dónde surgió la creación, la hiciera o no.
OHEUHKLPQR©¢4XLpQVDEHODYHUGDG"¢4XLpQSXHGHGHFLUQRV 2TXL]iWDPSRFReOORVDEHª 59 
de dónde nació este universo? Los dioses nacieron después. 7
RV 10.90.

25
PLHQWR GHO 3XUXৢD GD OXJDU D ORV GLIHUHQWHV FRQVWL- SDUDODDOTXLPLDFLHQWt¿FD\SVtTXLFD(OVDFUL¿FLRHV
tuyentes del universo físico y social. De su mente una carta enviada a los dioses cuyo mensajero es el
surge la Luna; de sus ojos, el Sol. De otras partes de fuego y que éstos devuelven con sus dones y, sobre
su cuerpo, las divinidades que representan distintas todo, con la gracia, que escapa a la estricta ley de las
IXHU]DVGHODQDWXUDOH]DGHVXERFDHO)XHJR $JQL  causas y los efectos.
GHVXUHVSLUDFLyQHO$OLHQWRYLWDO 9Ɨ\X <HQFXDQ- /DVXSDQLৢDGKDEODQGHODQHFHVLGDGGHYLYHQFLDU
WRDODVGLIHUHQWHVFODVHVVRFLDOHVGHVXFDEH]DORV el fundamento de lo real, de revivir la experiencia de
sacerdotes; de sus brazos, los nobles y guerreros; los sabios de la antigüedad. Los himnos y poemas
de sus rodillas, los comerciantes, y de sus pies, los védicos se consideran el registro de dichas intuicio-
campesinos. La creación, desde la perspectiva védi- nes, y en ellos se hace referencia a la naturaleza de
ca, muestra un mundo inabarcable y de extraordina- ODLQVSLUDFLyQ(OSRHWD ৚VL VHFRPSDUDDODYHTXH
ria riqueza. La mente humana es incapaz de prestar aguarda la entrada de la presa en su campo visual.8
atención a todos sus aspectos. El pintor ve colores; (VD SUHVD HV HO OHQJXDMH LQVSLUDGR YƗF 9 radiante,
el escultor, formas; el escritor, palabras; el músico, custodiado por los sabios en el asiento del orden cós-
melodías. Los sabios esclarecidos de la antigüedad, mico ৚WD  \ UHÀHMR GHO XQLYHUVR HQ HO FRUD]yQ GHO
los que escucharon la revelación védica, se ponen hombre.10 Se fragua así una consciencia muy clara
en la piel, en la mirada, en el oído y en el aliento de de la reciprocidad y correspondencia entre el hom-
3UDMƗSDWL \ WUDWDQ GH FRPXQLFDUQRV FyPR VH YH HO EUH\ORGLYLQRTXLHQDPDDORVGLRVHVHVDPDGRSRU
mundo desde allí. ellos.11 Lo cual hace posible el retorno cíclico de la
inspiración poética, cuyo origen descansa en el or-
den cósmico. Ése es el círculo mágico que escapa
Contenidos a cualquier razonamiento. La inspiración es causa
y efecto de los poemas védicos, pues aunque éstos
El principio de correspondencia es fundamental en derivan de ella, a su vez contribuyen a renovarla. El
todos los órdenes del ser. En la antigüedad fue casi SRHWDEHQH¿FLDULRGHODVIXHQWHVGHODHQHUJtDSUL-
un axioma cosmológico. Si había una verdad, ésa era mordial, simultáneamente la preserva, participando
la de la correspondencia. Lo que hacía que el uni- del mismo impulso original.
YHUVRIXHUD8QRORTXHXQL¿FDEDWRGRVORViPELWRV 7DOHVFRUUHVSRQGHQFLDVRD¿QLGDGHVFRQHFWDQORV
de la existencia, eran precisamente las correspond- tres mundos, que son los tres grandes ámbitos de la
encias. Las civilizaciones de Grecia y Egipto, así UHDOLGDGWLHUUDDLUH\¿UPDPHQWR8QDGLYLVLyQWUL-
como las de la India, asumieron esta concepción. A partita que el pensamiento védico comparte con el
ORODUJR\DQFKRGHOXQLYHUVRULJHFLHUWDD¿QLGDGHQ- EXGLVPR\HOVX¿VPR(VRVWUHVPXQGRVQRVRQTXL-
WUHORVGLIHUHQWHVyUGHQHVGHOVHUHQWUHORJUDQGH\ meras de la especulación, sino que forman parte de
lo pequeño, entre el hombre y la naturaleza, entre lo la experiencia cotidiana. Se encuentran presentes en
óptico y lo acústico, entre el espacio y el tiempo, en- el movimiento de la respiración, en la ingestión de
tre el destino y el pensamiento, entre el cuerpo vivo alimento y en cada latido del corazón. En el acto de
y la memoria, entre la materia y el espíritu, entre los ver y escuchar, en el acto amoroso y en cualquier
dioses y los hombres, entre el ritmo interior de la otra actividad que realice el hombre. Esos tres mun-
vida y el exterior de las esferas celestes, entre la gno- GRV VRQ HQ GH¿QLWLYD OD PpGXOD GH OD H[SHULHQFLD
sis y la astronomía. En el mundo antiguo, la unidad humana.
del cosmos se mantenía gracias a dichas correspond-
encias. Reconocerlas y promoverlas activamente,
PHGLDQWH HO VDFUL¿FLR H[WHUQR R OD LQWHULRUL]DFLyQ
8
RV 1.88.4.
9
RV 1.164.39-45. De YƗF también se dice que se une a ‫܀‬WD 59
mental, es la vocación que asume el ritualista védico.
8.76.12).
La reciprocidad entre el hombre y el cosmos exige 10
RV 6.9.4, 9.1.6 y 10.189.3.
proporción y semejanza, dos conceptos esenciales 11
RV 1.62.11.

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A este respecto conviene recordar que los dioses Todas las funciones aquí aludidas son plenamente
védicos no son dioses trascendentes. No se hallan vitales, pertenecen al hombre, a la vida y a la cul-
por encima o al margen del mundo natural, sino que tura mental. Nos hallamos ante una antropología
lo animan desde dentro. Son fuerzas inmanentes a que hace posible hablar de un «humanismo védico»,
la propia naturaleza, son las energías psíquicas que frente a otras concepciones metafísicas o materialistas.
mueven las cosas, incluso al hombre. Detrás de cada /DFLHQFLDGHODVXSDQLৢDGFRQVXLGHQWL¿FDFLyQ
ambición, de cada sospecha o esperanza, hay un GHD¿QLGDGHV\FRUUHVSRQGHQFLDVRFXOWDVHVODTXH
dios. De hecho, aunque se los llama «los inmortales» permite avanzar en el viaje de la consciencia. No en
\ODPD\RUtDVRQLQYLVLEOHV VDOYR$JQL\6RPD ORV vano, dice la Aitareya, a los dioses «les complace
GLRVHV SHUHFHQ EDMR HO IXHJR DO ¿QDO GH FDGD FLFOR HOHQLJPD\DPDQHOVHFUHWRª<ƗMxDYDON\DXWLOL]D
cósmico. Todos ellos forman parte de la Naturale- el símil de un carro aprovisionado para la expedi-
]DGHVGHHO)XHJR $JQL \HO9LHQWR 9Ɨ\X KDVWD ción. «¿Serías capaz de decirme, pues, adónde irás
la Tierra o las Estrellas. No se ha subrayado lo su- cuando abandones este mundo?», pregunta Janaka.
¿FLHQWHHVWHDVSHFWRGHODFRVPRYLVLyQYpGLFDTXH ©1RORVpPDHVWURQRVpDGyQGHLUpªUHVSRQGH<Ɨ-
se acerca a lo que Eliade denominaba «materialismo jñavalkya.14 Una confesión de la ignorancia que dice
¿VLROyJLFRª8QDWHRORJtDQDWXUDOHQODTXHHOiPELWR PXFKRGHODVR¿VWLFDFLyQ\PDGXUH]GHHVWDDQWLJXD
de acción de Indra, el dios más poderoso, es el aire y tradición. Una docta ignorantia de la que se harán
HQODTXHQLVLTXLHUD3UDMƗSDWLHOSULPRJpQLWR\FUHD- eco Buda y Sócrates, el primero mediante su doctri-
dor, es un dios trascendente. Pero hay una entidad, na de los «incontestables» y el segundo mediante la
XQ©VtPLVPRª ƗWPDQ XQD©SHUVRQDª SXUXৢD TXH LURQtDPDUFDHVHQFLDOGHODLQFLSLHQWH¿ORVRItDJULH-
habita en todo –incluidas esas fuerzas divinas–, que JD+D\FRVDVTXHQXHVWUD¿QLWXGQRSXHGHGHVFLIUDU
cabría considerar trascendente y que podría llamarse 1L VLTXLHUD HO JUDQ<ƗMxDYDON\D VDEH DGyQGH YD HO
±FRPR SRVWHULRUPHQWH HQ HO VƗূNK\D± ©FRQVFLHQ- liberado, si tiene sentido la pregunta o si cualquier
FLDªeVWDHVODDSRUWDFLyQVLQJXODUGHODVXSDQLৢDG respuesta tentativa la degrada.
lo que las distingue de estratos previos y posteriores Todas las cosas gozan de una independencia ilu-
GHODUHÀH[LyQLQGLD soria y deben su existencia a esos vínculos secretos,
La lección cuarta de la %‫܀‬KDGƗUD۬\DND se abre con no evidentes. El aliento del alma, el fuego de la di-
ODLQVWUXFFLyQGH<ƗMxDYDON\DDOUH\-DQDND(QHOOD gestión y la radiación solar mantienen un diálogo
VHLGHQWL¿FDVXFHVLYDPHQWHHOEUiKPDQVXSUHPRFRQ perpetuo. Son vasos comunicantes, y el reconoci-
el habla, el aliento vital, la vista, el oído, la mente y miento de esa dependencia es el primer paso para
el corazón, lo que proporciona una idea clara, aunque DWLVEDUHOƗWPDQTXHHVHO8QRTXHORHVWRGR
imprecisa, del fundamento de lo real en la tradición
YpGLFD8QDLGHDTXHVHFRQ¿UPDHQODAitareya cuan- Así como la lámpara
GRHOƗWPDQVHSUHJXQWDXQDYH]FUHDGRHOPXQGR le debe su existencia
a la grasa, la mecha y la vasija,
«¿Cómo podrá ser esto sin mí? Y ¿en dónde me alo- DVtHOƗWPDQ\HOVROUHVSODQGHFLHQWH
MDUp"ª< VLJXLy SHQVDQGR ©6L KDEOR GH YLYD YR] VL existen por la unión
respiro por el aliento, si veo con los ojos, oigo con los del Uno con el huevo
oídos, toco con la piel, discurro con la mente, aspiro el dorado de los mundos.
aire y eyaculo por el pene, ¿quién soy yo?». Entonces
VH KL]R XQ FRUWH HQ OD FRURQLOOD \ HQWUy SRU pO HV OD <PiVDGHODQWHVHDxDGH©6X FRQÀXHQFLDSURGXFH
puerta de la felicidad.12 HODOLPHQWRPHGLDQWHHOIXHJRVHKDFHOOHJDUDO6RO

13
AU 3.13. La %‫܀‬KDWHVPiVFRQWXQGHQWH©/RVGLRVHVDPDQHO
PLVWHULR\KX\HQGHORHYLGHQWHª %8 
12
AU 3.11. 14
BU 4.2.1.

27
ODREODFLyQYHUWLGDHQpO/RTXHÀX\HGHHOODOOXHYH SXUXৢD\SUDN৚WLFRPRPiVDGHODQWHHQHOVƗূNK\D
como un canto del cual se generan los alientos vi- El juego de la consciencia y la naturaleza, o de la
tales de las criaturas».15 Por eso la ofrenda ritual se FUHDFLyQ\ODFRQWHPSODFLyQ HOHVSHFWDGRU\ODEDL-
arroja al fuego, pues por medio de éste asciende has- ODULQD WLHQHVXFRQWUDSDUWLGD¿VLROyJLFDHQHVDVPL-
ta el Sol, y el Sol produce lluvia, y ésta el alimento Q~VFXODV¿JXUDVTXHVHUHÀHMDQHQODSXSLOD DQWHVDOD
\ ORV VHUHV7DO HV OD UD]yQ SRU OD FXDO HO VDFUL¿FLR del corazón). Ésa es la tensión esencial que mantiene
contribuye a la marcha del mundo, participa de ella, el pulso del mundo y las transformaciones de la na-
la impulsa cuando pierde fuelle, la endereza si se ha WXUDOH]D6XXQLyQHVODD¿UPDFLyQVXSUHPD ƗWPDQ 
desviado. 8QD D¿UPDFLyQ TXH SDUDGyMLFDPHQWH VH H[SUHVD
PHGLDQWHQHJDFLRQHVOLEUHGHPLHGR\DWDGXUDVLQ-
*QRVLVƗWPDQEUiKPDQ asible, inconcebible, intemporal, indestructible. No
pueden alcanzarla el lenguaje, el pensamiento ni la
El término ƗWPDQ, que originariamente designaba el percepción. Pero es posible atisbarla en momentos
aliento, es en el ‫ۿ‬JYHGD sinónimo de SUƗ۬D y de la SUHFLVRV\JHQHUDOPHQWHEUHYHVHODFWRDPRURVRHO
vida en general (asu). Posteriormente hará referen- arrebato extático o la experiencia de la belleza. Mo-
cia al individuo en cuanto tal, a la unidad psicofísica mentos puntuales de reconciliación con el mundo, de
GHO\R8Q\RFRQPXFKDVGLPHQVLRQHVHPRFLRQDO FRQ¿DQ]DSOHQDHQTXHWRGRHVWiHQVXOXJDU(OFR-
somática, consciente. Por eso ƗWPDQ VLJQL¿FD WDP- razón puede reconocer la verdad porque la sabiduría
bién el «yo», el «cuerpo» o la «esencia» de algo. Las posee en él su morada. Tan grande como el espacio
XSDQLৢDGGDQHO~OWLPRSDVRHLGHQWL¿FDQHVHƗWPDQ universal es el espacio del corazón, dice la &KƗQGR-
con bráhman. La esencia última del individuo coin- gya. En él caben el cielo y la Tierra, la Luna y las
cide con la esencia última del todo.16 estrellas, el ser y el no ser.17 Hay una sabiduría ocul-
A pesar de la mencionada ignorancia sobre nues- ta en el corazón que puede vislumbrarse mediante
WURGHVWLQRODVXSDQLৢDGHVWiQUHYHVWLGDVGHXQWRQR HVRVYtQFXORVVHFUHWRVODOODPDLQWHULRUGHODOPD\
RSWLPLVWD HV SRVLEOH DFFHGHU D XQ HVWDGR OLEUH GH el fulgor del Sol, las raíces del árbol y las moradas
PLHGR/DFDYHUQDGHOFRUD]yQFXVWRGLDGRV¿JXUDV FHOHVWHVHOIXHJRGHOVDFUL¿FLR\HODUGRUFUHDWLYRGH
HQOD]DGDVHQXQSHUSHWXRDFWRDPRURVR(VDVGRV¿-
JXUDVSXHGHQOODPDUVH,QGUD\9LUƗM6RPD\$JQLR
17
«Y ese espacio de ahí fuera es el mismo que el que hay en el
interior de uno. Y ese espacio que hay en el interior de uno es
15
MtU 6.39. el mismo que el espacio interior del corazón. Está lleno y no se
16
Tola, 1973, pág. 22. DJRWDª &8 

28
la pasión, el viento que se agita entre los árboles y el cimiento intelectual, pero mejor aún es la esperanza.
aliento interior que impulsa la sangre o sostiene la Sin embargo, las prácticas ascéticas se encontraban
respiración. El corazón es en verdad bráhman, dice \DHQHOVDFUL¿FLRYpGLFRFRQFUHWDPHQWHHQOD¿JXUD
la %‫܀‬KDW, la morada de todos los seres. Todo lo que GHOVDFUL¿FDQWH(QORVULWRVSUHSDUDWRULRVGHOVDFUL-
existe se fundamenta en el corazón. ¿FLRDQLPDOHVLPSUHVFLQGLEOHTXHHOVDFUL¿FDQWHVH
bráhman es aquello sin lo cual no habría nada. torne sagrado, aunque no hace falta que sea divini-
©&XDQGRHQHO¿QGHORVWLHPSRVWRGRGXHUPHVyOR zado. Debe bañarse, afeitarse, abstenerse de mante-
él vela», dice la 0DLWUƯ. «Y, tras su sueño profun- ner relaciones sexuales, ayunar y velar. Cuando se
do, rescata del espacio el conocimiento ilimitado DGHOJD]DVHDOFDQ]DODSXUH]DGLFHHOEUƗKPD৆DGH
que subyace a todo. Gracias a bráhman el univer- los Cien caminos ĝDWDSDWKD ; cuando la piel se con-
so subsiste y se recrea.»18 6H VXJLHUH TXH HO ¿Q GH funde con los huesos, se es puro y todo lo perdido
los tiempos es como el sueño profundo. Después, el HVHOHOHPHQWRVDFUL¿FDGR(OD\XQRQRVGHVSRMDGHO
cosmos se despierta de nuevo y se suceden la ilusión cuerpo mortal para revestirnos de un cuerpo inmor-
GHOPXQGR ODYLJLOLD \ODLOXVLyQGHORVHQVXHxRV tal. Unas prácticas que alcanzarán su máxima expre-
La actividad cotidiana de la consciencia reproduce el sión en las tradiciones itinerantes y mendicantes del
GUDPDFyVPLFRHORULJHQGHWRGR\VXHFOLSVH¿QDO budismo y el jainismo. Las virtudes del ayuno pasan
TXHQRHVGHKHFKRXQ¿QDOVLQRXQDOWRHQHOFDPLQR D FRQVLGHUDUVH WDQ JUDQGHV FRPR ODV GHO VDFUL¿FLR
para volver a comenzar. Es más, el ayuno budista del uposatha corresponde
Si conocerVLJQL¿FD©VHUORTXHVHFRQRFHªTXLHQ DOD\XQRGHODQRFKHDQWHULRUDOVDFUL¿FLRRUGLQDULR19
PHGLWHVREUHEUiKPDQFRPRVHU VDW VHUiPLHQWUDV Gradualmente, en el caso de las tradiciones mencio-
TXHTXLHQORPHGLWHFRPRQRVHU DVDW QRVHUi2WUD QDGDVHODVFHWLVPRSUHYLRDOVDFUL¿FLRDFDEDUiVXVWL-
posible lectura es traducir aquí sat y asat como «ma- WX\HQGRDOVDFUL¿FLRHQWHUR
QL¿HVWRª H ©LQPDQL¿HVWRª UHVSHFWLYDPHQWH EUiK- /DYHUGDGHVHOHQLJPDGHOƗWPDQ8QDYHUGDGTXH
man es ambos. En todo caso, la actitud de la criatura es de hecho una pregunta y un asunto que no puede
ante el creador, su incesante conquista, será garante resolverse con palabras. Para el iniciado, asoma entre
GH VX H[LVWHQFLD (VD FRQTXLVWD VLJQL¿FD OD OLEHUD-
FLyQGHODVDWDGXUDVGHOVDূVƗUD(OYLHMRVDFUL¿FLR 19
El uposatha HQViQVFULWRupavasatha) es el día de observan-
ya no es el rito público y solemne, sino piedad ínti- cia budista. Un día para la limpieza de la mente contaminada
que resulta en calma y alegría interiores. En esta jornada se in-
PD EKDNWL \DUGRU WDSDV 3URYHFKRVRHVHOFRQR-
WHQVL¿FDODSUiFWLFDEXGLVWDVHSURIXQGL]DHQODVPHGLWDFLRQHV
y en el compromiso comunitario. Los miembros laicos hacen
18
MtU 6.17. un esfuerzo consciente para mantener los Cinco preceptos.

29
líneas de una colección de textos que, milenios des- los actos sus caballos, su cuerpo el carro, su mente el
SXpVVLJXHYLYD$XQTXHƗWPDQ\EUiKPDQVHFDUDFWH- DXULJD\SUDN৚WLHOSRGHUFUHDGRUVXIXHU]D,PSXO-
UL]DQHQJHQHUDOPHGLDQWHGH¿QLFLRQHVQHJDWLYDV±QR sado por él, gira el ser como rueda de alfarero. Y el
HVHVWRQLDTXHOOR QHWLQHWL ±WDPELpQHQFRQWUDPRV cuerpo inteligente se yergue y se mueve a voluntad.22
DOJXQDVGH¿QLFLRQHVD¿UPDWLYDV\RWUDVHQODVTXHVH
expresan como una reconciliación entre opuestos. En Aunque hay evidentes puntos de contacto, esta ¿-
la 0DLWUƯ se dice que bráhman se aprehende median- siología metafísica se encuentra todavía lejos de la
te el conocimiento, el recogimiento y la meditación OHFWXUDGHĝDূNDUDSDUDTXLHQHOƗWPDQHVVHUPHQ-
YLG\D WDSDV \ FLQWƗ  (O UHFRJLPLHQWR DVFpWLFR WD- WH\EHDWLWXG VDWFLWƗQDQGD 
SDV KDFHDÀRUDUODFXDOLGDGOXPLQRVD VDWWYDP TXH +D\XQƗWPDQLQWHUQR\RWURH[WHUQRXQIXHJRHQ
HV OD TXH UHÀHMD HO IXOJRU LQFyOXPH GHO SXUXৢD VLQ el corazón y otro en el Sol. La gente común mide el
que éste se vea afectado por ello. En la Aitareya, el interno mediante el externo, de ahí el cómputo del
ƗWPDQHV©WRGRFRUD]yQPHQWH\HQWHQGLPLHQWRSHU- tiempo de los calendarios solares, la historia y las
cepción y conocimiento, inteligencia y sabiduría, cla- edades del hombre, pero el sabio somete el externo
ULYLGHQFLD\IRUWDOH]DUHÀH[LyQHLQWXLFLyQHPRFLyQ DOLQWHUQR
y memoria, intención y voluntad. Es vida y deseo».20
7LHQHWDPELpQVXFRQWUDSDUWLGD¿VLROyJLFD (OƗWPDQDFW~DHQGRVIUHQWHVHQHODOLHQWRTXHVXVWHQ-
©(VWHƗWPDQPtRTXH\DFHHQHOLQWHULRUGHOFRUD- ta la vida y en el Sol que la mantiene.23 Discurre por
zón, está hecho de mente. Las funciones vitales son GRVFDPLQRVGtD\QRFKH3RUHVRHOFXUVRGHOƗWPDQ
su forma física; luminosa es su apariencia; lo real externo mide el interno. El sabio prudente, de mirada
es su intención; el espacio, su esencia. Contiene to- limpia y atenta, libre de mal y dueño de sí mismo, sabe
das las acciones y los deseos, todos los gustos y los TXHpOHVHOƗWPDQ(QVXFDVRHOƗWPDQLQWHULRUJR-
olores. Percibe todo en este mundo, pero ni habla ni bierna el exterior. Por eso se dice de él que habita en el
presta atención». esplendor del sol y, desde su trono de oro, contempla
©eVHHVPLƗWPDQTXH\DFHHQHOIRQGRGHOFRUD- ODWLHUUDDODYH]TXHVHDSDFLHQWDHQODÀRUGHORWRTXH
zón, más pequeño que un grano de arroz o de cebada, brota en su corazón.24
más pequeño que uno de mostaza o de mijo, incluso
menor que un brote de mijo; pero más grande que la <VHDxDGH
tierra entera, mayor que la región aérea, más grande
TXHHO¿UPDPHQWRPiVJUDQGHLQFOXVRTXHWRGRVORV Ese calor inmortal, incorpóreo, bráhman supremo y
mundos juntos.» eterno, es el propio del cuerpo, la manteca derretida
©(VWHƗWPDQPtRTXH\DFHHQHOIRQGRGHOFRUD- HQHOULWXDO(VDODYH]YLVLEOH\RFXOWRHVWiHQHO¿U-
zón, contiene todas las acciones de los seres, todos mamento y en el fondo del corazón. Y por medio de un
los deseos, todos los gustos y olores; ha percibido íntimo recogimiento se difunde en el corazón como la
todo este mundo, pero ni habla ni presta atención. luz en el espacio.25
(VWH ƗWPDQ PtR HV EUiKPDQ &XDQGR SDUWD GH HVWD
vida me convertiré en eso.»21 22
0W8(Q.D8VHGLFHDOJRSDUHFLGR©(OƗWPDQHV
(QRWURVSDVDMHVDHVWDGH¿QLFLyQVHLQFRUSRUDHO el pasajero del carruaje del cuerpo, el intelecto es el auriga y la
habla, la palabra sagrada. La 0DLWUƯGLFH mente las riendas. Los sentidos son los caballos y sus objetos
ORVFDPLQRVIUHQWHDHOORV/RVVDELRVGLFHQTXHHOƗWPDQOLJD-
< GHVGH VX IRQGR SHQVy ©*R]DUp GH ODV FRVDV GHO do a los sentidos y a la mente, es el sujeto de la experiencia. La
mundo», y abrió cinco galerías para salir a la luz y mente del ignorante está siempre dispersa, sus sentidos desbo-
orearse, a través de los sentidos. Éstos son sus riendas, cados como caballos salvajes».
23 De modo inmanente y trascendente, como aliento interior de
lo vivo SUƗ۬D \FRPRHO6RO ƖGLW\D 
20
AU 5.2. 24
MtU 6.1.
21
CU 3.14.2-4. 25
MtU 6.27.

30
Ciclos cósmicos y liberación LGHDVHHQFXHQWUD\DHQODVXSDQLৢDGPiVDQWLJXDV
como la &KƗQGRJ\D, que se pregunta por el desti-
La idea de un mundo sujeto a periódicas recreacio- no de los diferentes elementos del mundo y alude al
nes y disoluciones, y la contraposición entre dicho HVSDFLR FX\RIXQGDPHQWRHVHOVRQLGRSULPRUGLDO 
proceso cósmico y la vida del individuo, entendida FRPRIXHQWHGHORVVHUHV\OXJDUGRQGHVRQ¿QDOPHQ-
como aspiración a la liberación, van tomando cuerpo te reabsorbidos.27 La 7DLWWLUƯ\D FRQ¿UPD HVWD LGHD
HQHOSHUtRGRGHODFRPSRVLFLyQGHODVXSDQLৢDG/D FXDQGR9DUX৆DDOHFFLRQDDVXKLMR%K৚JX
pretensión de escapar a los ciclos del tiempo y reinte-
grarse a la Unidad original reaparece en el hinduismo El alimento, el aliento vital, la vista, el oído, la mente,
FOiVLFRFX\RVWUHVJUDQGHVGLRVHV %UDKPƗ9Lৢ৆X\ la palabra son bráhman, aquello de lo que nacen los
ĝLYD UHSUHVHQWDQODVHFXHQFLDUHFUHDFLyQSUHVHUYD- seres, aquello por lo que viven tras nacer, aquello ha-
ción-disolución. Los tres mundos son la manifesta- cia lo que parten al morir, en donde se funden; eso es
ción de esa realidad pulsante. Los himnos védicos, lo que hay que conocer, eso es bráhman.28
recitados y cantados, son plegarias al son de cuyas %K৚JXDEDQGRQDODFDVDSDWHUQD\SUDFWLFDHODVFHWLV-
melodías vibra el universo entero. El recitado sonoro mo en busca de bráhman. Comprende que el alimen-
HVXQPRGRGHSDUWLFLSDUHLGHQWL¿FDUVHFRQHOREMHWR to es bráhman, pues de él nacen todos los seres, por
de la plegaria. Con ese tú que es lo divino.26 él viven y en él se funden al morir. Cultivando el ar-
La energía inherente a la palabra no es simple so- dor interno comprende que lo mismo puede decirse
nido y tampoco una fórmula mágica. Es más bien del aliento vital y de la mente, que el conocimiento
una resonancia que nos devuelve a la fuente misma de bráhman supone la dicha y que todos los seres
de todas las palabras, a la luz que ilumina todas las nacen de esta dicha.
cosas, poniendo en juego la tensión entre lo visto y
lo oído, los dos ejes centrales de la percepción. El Quien sabe esto, cuando parte de este mundo alcanza
pensamiento védico postula un universo hecho no HOƗWPDQKHFKRGHDOLPHQWROXHJRHOƗWPDQKHFKRGH
de cosas, sino de percepciones. Un tejido inmaterial DOLHQWRYLWDOSRVWHULRUPHQWHHOƗWPDQKHFKRGHPHQWH
de sensibilidades, dentro de una jerarquía ontológica PiVWDUGHHOƗWPDQKHFKRGHFRQRFLPLHQWR\SRU~O-
entre el órgano y la visión, siendo esta última superior. WLPRHOƗWPDQKHFKRGHGLFKD'HDPEXODDWUDYpVGH
Hay un mantra que se recita acompañando al baño estos mundos, provisto de todo el alimento que desea,
ritual en la Aurora y en el Crepúsculo, cuando el Sol DGRSWDQGRIRUPDVDYROXQWDG\HQWRQDQGRHVWHFDQWR
queda en suspenso y parece que el tiempo se deten- [...]».29
ga. La Aurora simboliza el fundamento invisible de
ORUHDO1RHVHOGtDWDPSRFRODQRFKHHORULJHQGHO 0HGLDQWHWDOFDQWR ©KƗYXKƗYXKƗYX / ¡Yo soy el
tiempo no puede ser temporal. En todo caso, la li- alimento, / yo soy el alimento, / yo soy el alimento!
beración es posible antes de que el mundo creado >@ª VHLGHQWL¿FDDHVWHYLDMHURVLGHUDOFRQHOULWPR
se disuelva. Algunos textos sugieren que los seres FyVPLFR ĞORNDN৚W  FUHDGRU GH OD GLYHUVL¿FDFLyQ \
TXHKDQDOFDQ]DGRHOPRNৢDSHUPDQHFHQHQPXQGRV reintegración de los elementos, y con el primogénito
superiores a la espera de la disolución del cosmos, GHORUGHQFyVPLFR ৚WD QDFLGRPXFKRDQWHVTXHORV
momento en el cual se reabsorben en bráhman. Esta dioses.30

26
Lo han advertido teólogos preocupados por el diálogo inte-
UUHOLJLRVRFRPR5DLPRQ3DQLNNDUSUHJXQWDUVHVLODVGLVWLQWDV
religiones hablan de un mismo Dios podría hacernos creer que
Dios es una cosa en sí, de la cual es posible hablar en tercera
persona. Semejante Dios no existe. Siguiendo a Martin Buber, 27
CU 1.9.1.
3DQLNNDUGHIHQGtDKDEODUGH'LRVHQVHJXQGDSHUVRQD'LRVHV 28
TU 3.1.1.
un tú, nunca un yo ni un él. Sin esta concepción no se puede es- 29
TU 3.10.5.
tablecer un diálogo real, pues se cae o bien en la megalomanía 30
TU 3.10.6.
del yo, o bien en la idolatría del él.

31
/DVXSDQLৢDG\ODHVFROiVWLFD WHPDWL]DUi ODV HQVHxDQ]DV GH ODV XSDQLৢDG HQ ORV
%UDKPDVnjWUD. Los más de quinientos aforismos que
El mito deja de ser mito en cuanto se explica, pues componen esta obra analizan, de un modo críptico,
entonces pierde parte de su poder de seducción. Las la naturaleza de la existencia y el cosmos, el con-
LQWXLFLRQHV¿ORVy¿FDV\OtULFDVGHODVXSDQLৢDGVHUiQ cepto de bráhman, las objeciones a esta doctrina por
FRQHOWLHPSRLQFRUSRUDGDVDORVVLVWHPDV¿ORVy¿FRV parte de budistas y jainistas, y las vías o medios para
ortodoxos. Pero la antigüedad carecía de semejante alcanzar la gnosis liberadora. Se trata de uno de los
ortodoxia. Como ha señalado Ganganatha Jha, la ex- WH[WRVIXQGDPHQWDOHVGHOYHGƗQWDFX\DLPSRUWDQFLD
presión VHLV GDUĞDQD ‫܈‬D‫ڲ‬GDUĞDQ no aparece en la será realzada por el más célebre de sus comentado-
literatura antigua, sino que comienza a utilizarse con UHV ĝDূNDUD VLJOR YLLL  (O JHQLR LQGLVFXWLEOH GH
¿QHVSROpPLFRVHQODOLWHUDWXUDPHGLHYDO(QHOVLJOR ĝDূNDUD SUR\HFWDUi VREUH ODV XSDQLৢDG OD GRFWULQD
YLLLODHQFRQWUDPRVHQHOWtWXORGHODREUDGR[RJUi¿- GHODLUUHDOLGDGGHOPXQGR PƗ\Ɨ KLSyWHVLVTXHXQD
ca del jainista Haribhadra ‫܇‬D‫ڲ‬GDUĞDQDVDPXFFD\D , lectura cuidadosa de los originales difícilmente po-
pero lo que distingue a estos usos tempranos es que GUtD MXVWL¿FDU 7UHV VLJORV GHVSXpV 5ƗPƗQXMD VH
no se limitaban a las escuelas «ortodoxas» del ve- GLVWDQFLDUi GH ĝDূNDUD \ WUDQVIRUPDUi HO EUiKPDQ
GLVPR XQD LQYHQFLyQ GH OD pSRFD PRGHUQD  VLQR neutro y abstracto en un dios cálido y personal. De
TXHVHH[WHQGtDQDOEXGLVPRHOMDLQLVPRHOQ\Ɨ\D XQPRGRPX\VLQJXODU5ƗPƗQXMDFRQFLEHODVDOPDV
HOYDLĞHৢLNDHOVƗূNK\D\HOYHGƗQWD7DPSRFRHQ- individuales como partes de la divinidad que no pier-
contramos en la antigüedad india una organización den su propia identidad cuando se reintegran a su
cronológica de autores y doctrinas como en Grecia. seno. Se forma así la escuela del no dualismo cua-
(Q FLHUWDV XSDQLৢDG KD\ JHQHDORJtDV GH PDHVWURV \ OL¿FDGR YLĞLৢ৬KƗGYDLWD TXHLOXVWUDODYLHMDWHQVLyQ
discípulos que se remontan a un pasado inmemo- LQWHUQDTXHHQFRQWUDPRVHQODVXSDQLৢDG([SOLTXp-
ULDO /DV HVFDVDV GR[RJUDItDV GL¿HUHQ DGHPiV HQ HO PRVODEUHYHPHQWH(OƗWPDQHQHOKRPEUHQREULOOD
Q~PHURGHHVFXHODVDQDOL]DGDVGLHFLVpLVGLH]RLQF- en toda su pureza, pues se halla oscurecido por sus
OXVRVHLVHOQ~PHURTXH¿QDOPHQWHSUHYDOHFHUiSDUD inclinaciones naturales. Muchas veces la tarea del
aquellas escuelas que se fundamentan en los veda sabio se concibe como un desenmarañamiento del
YHGDPnjODWYD /DOLVWDHVWiQGDUGHseis visiones or- corazón, para volverlo diáfano, para que la luz del
WRGR[DV ƗVWLND VHJHVWDHQFtUFXORVYHGiQWLFRVFRQ ƗWPDQEULOOHVLQREVWiFXORVVLQYHORVTXHRFXOWHQVX
SURSyVLWRVH[FOX\HQWHV LGHQWL¿FDUTXLpQVHDGKLHUH naturaleza original. En la Kena se describe a bráhman
DORVYHGD\TXLpQQR \MHUiUTXLFRV LQGLFDUTXHORV mediante la vía negativa, el bráhman sin cualidades
VHLVVLVWHPDVRUWRGR[RVFXOPLQDQHQHOYHGƗQWDDG- QLUJX৆DEUiKPDQ ±QRHVHVWRSHURWDPSRFRDTXH-
YDLWD  (VWH XVR GDWD GH ¿QDOHV GHO VLJOR [ SXHV OR OOR QHWL QHWL ± TXH OR DFHUFD D DOJXQDV GH¿QLFLR-
KDOODPRV HQ OD REUD GH9ƗFDVSDWLPLĞUD HQ XQ FRQ- QHVGHODEVROXWRGHPtVWLFRV\FDEDOLVWDV©eOPLVPR
WH[WRGHFRPSHWHQFLDHQHOTXHRWUDVFODVL¿FDFLRQHV HVQDGDHQFXDQWRHVWiVHSDUDGRGHWRGRª 'LRQLVLR
mantenían aún cierta vigencia. La reducción de- Areopagita). Por otro lado, la ƮĞƗORGH¿QHPHGLDQ-
¿QLWLYD \ OD HVWDQGDUL]DFLyQ GH ODV seis visiones en WHWpUPLQRVDSDUHQWHPHQWHFRQWUDGLFWRULRV©eOHVHO
XQ ~QLFR RUGHQ Q\Ɨ\DYDLĞHৢLND VƗূNK\D\RJD movedor que no se mueve. / Lo distante y la suma
PƯPƗূVƗYHGƗQWD HVSURGXFWRGHOQHRKLQGXLVPRGH cercanía», sugiriendo cierta unión de los opuestos o
los siglos xviii-xix, mediante el cual se «vedantizó» coincidentia oppositorum. Por último, encontramos
ODKLVWRULDGHOSHQVDPLHQWRLQGLR UHLQWHUSUHWiQGROR GH¿QLFLRQHVSRVLWLYDVTXHGH¿QHQDEUiKPDQFRPR
D SDUWLU GH XQD OHFWXUD PRGHUQD GH ĝDূNDUD  eVWD
VHUiODLQÀXHQFLDTXHHMHUFHUiQORVSDQGLWVREUHORV 31
Aunque, como ya hemos señalado, sí es posible reconocer en
SULPHURVVDQVFULWLVWDVHXURSHRVTXHHVWXGLHQOD¿OR- algunos pasajes, de tono profundamente budista, la ignorancia
como poder creativo y fantasmagórico. Este hechizo tiene su
sofía india.
origen en la confusión del espíritu con la naturaleza. Sólo en
%ƗGDUƗ\D৆D DXWRU GH IHFKD LQFLHUWD SHUR TXH
HVWHVHQWLGRFDEUtDMXVWL¿FDUODYLVLyQGHĝDূNDUDGHOPXQGR
podemos situar a principios de la era común, sis- como sueño o ilusión mágica.

32
una suerte de síntesis de la mente, el aliento vital y el y se ejercen con mayor o menor intensidad a lo largo
KDEOD VDJX৆DEUiKPDQ 6HFRPSUXHEDHQWRQFHVTXH de las épocas. De hecho, más que de una evolución,
la fuente misma, una antología de textos de diversa se trata de una involución. La secuencia de las eras
inspiración, procedencia y época, permite diferentes cósmicas supone una decadencia desde una «edad de
interpretaciones. La tradición del yoga también ofre- RURª N৚WD\XJD KDVWD OD RVFXUD NDOL\XJD HQ OD TXH
cerá su visión, sosteniendo que sólo en la quietud de vivimos actualmente. Los maestros de aquella épo-
la mente discursiva puede darse la experiencia de la ca dorada, puesto que gozaban de un mayor poder
unión con la suprema luz. Todo ello abrirá en el siglo mental, podían profundizar mejor que nosotros en la
xiii una tercera vía, la interpretación de Madhva, que QDWXUDOH]DGHORUHDO3XHGHD¿UPDUVHTXHQRH[LVWH
recupera la antigua lectura dualista. Lo más razona- la consciencia de una acumulación de conocimiento
ble sería, ante la heterogeneidad de los materiales, que permita en el futuro resolver los problemas de
QRIRU]DUXQDLQWHUSUHWDFLyQXQtYRFDGHODVXSDQLৢDG hoy. Las grandes preguntas permanecerán siempre
y preservar su carácter abierto y tentativo. abiertas; el presente hereda una tradición que es al
El pensamiento indio tuvo desde antiguo una ex- mismo tiempo fardo y tesoro.
traordinaria capacidad para asimilar doctrinas extra- Otra de las estrategias clásicas de la escolástica
ñas a la propia tradición. Ya en el ‫ۿ‬JYHGD se dice que era hablar de diferentes fases en el despliegue de la
«existen muchos nombres para lo que en verdad es YHUGDG FRPR KLFLHURQ HO PDKƗ\ƗQD R ODV GLYHUVDV
uno».32 Referirse a las doctrinas de otras escuelas y corrientes tántricas) o de diferentes niveles de signi-
glosarlas en cierto detalle tenía como objetivo neu- ¿FDGRSDUDDGDSWDUORVDODVGLVWLQWDVLQFOLQDFLRQHV\
tralizarlas y refutarlas, para posteriormente exponer necesidades de los seres. La reconciliación de todas
la propia doctrina como solución a los viejos proble- ODVGRFWULQDV¿ORVy¿FDVIXHXQPRWLYRUHFXUUHQWHHQ
PDV¿ORVy¿FRVĝDূNDUDFRQHOYHGƗQWD\8GD\DQD el pensamiento indio. En el siglo XVI9LMxƗQDELNৢX
FRQHOQ\Ɨ\DDPERVYLJRURVRVSROHPLVWDVGHVWDFD- D¿UPy TXH ORV GRV VLVWHPDV RUWRGR[RV YpGLFRV HO
ron en esa particular fenomenología del espíritu que YHGƗQWD\HOVƗূNK\DHQVHxDEDQXQDPLVPDYHUGDG
FODVL¿FD MHUiUTXLFDPHQWH ODV GRFWULQDV GHO SDVDGR y que, en el fondo, no se contradecían. Pero las upa-
para colocar la propia en la cumbre, considerándola, QLৢDGFRQWLQXDUtDQVLHQGRDWUDYpVGHORVVLJORVOD
de un modo muy hegeliano, como la que trasciende PDWHULDSULPDGHODV¿ORVRItDVLQGLDV<DSHVDUGH
o culmina todas las demás. la riqueza, variedad y longevidad de la escolástica,
Las estrategias retóricas oscilan entre el perspec- sus enseñanzas seguirán palpitando como el motivo
tivismo excluyente y el inclusivismo jerarquizado. y el trasfondo común de gran parte de las escuelas
Pero en la bondad de lo incluyente se cuela la mal- ¿ORVy¿FDV
GDGGHOUHGXFFLRQLVPRWRGDVKDEODQGHORPLVPRGH
diferente manera, pero la doctrina propia es la más
UH¿QDGD \ OD TXH RIUHFH HO YRFDEXODULR GH¿QLWLYR /DVXSDQLৢDG\HOVƗূNK\D
Mediante una de esas dos estrategias el dialéctico
FRQVWUX\HVXLGHQWLGDG¿ORVy¿FD Esto nos lleva directamente a la cuestión de la in-
En general puede decirse que, en el caso indio, ÀXHQFLD TXH HMHUFLy VREUH ODV XSDQLৢDG OD ¿ORVRItD
las diferentes escuelas de pensamiento no se suce- GHO VƗূNK\D SUREDEOHPHQWH OD PiV DQWLJXD GH ODV
GLHURQ XQDV D RWUDV VLQR TXH ÀRUHFLHURQ HQ FLHUWR escuelas védicas. Frauwallner fue uno de los prim-
momento y evolucionaron en paralelo, algunas de eros en señalar el carácter germinal de la contribu-
ellas sin dejar nunca de estar vivas o tener sus adep- FLyQGHOVƗূNK\DDOSHQVDPLHQWR¿ORVy¿FRLQGLR34
tos.33 /DV ¿ORVRItDV LQGLDV QR VXHOHQ ©VXSHUDUVHª
sino que evolucionan dentro de una misma tradición
34
Es probable que las primeras especulaciones que con el tiem-
SRGDUiQOXJDUDOVLVWHPDGHOVƗূNK\DVHDQSUHEXGLVWDVSHUR
32
59©HNDPVDGYLSUƗEDKX‫ڲ‬KƗYDGDQWLª. los escritos de esta escuela que han llegado hasta nosotros son
33
Dasgupta, 1957, págs. 5-6. FODUDPHQWHSRVWHULRUHVDOEXGLVPR(QWRGRFDVRHO&DQRQ3ƗOL

33
Sólo el jainismo y el budismo temprano son compa- de la seducción), no de una querella, por lo que sería
rables en antigüedad. Ciertas etiquetas apresuradas, PiVDGHFXDGRFDOL¿FDUDHVDUHODFLyQGHdialógica,
SRFR ~WLOHV \ VLPSOL¿FDGRUDV FDOL¿FDQ HO VƗূNK\D no de dialéctica.37
de «dualista», minimizando la importancia que sus El vínculo que une a la consciencia con la natu-
SUHVXSXHVWRVWHyULFRVWXYLHURQHQODVXSDQLৢDGFRQ- raleza es el gran enigma, pero no hay en él compe-
VLGHUDGDV ©PRQLVWDVª GHVGH OD H[pJHVLV GH ĝDূND- tencia, ni tesis o antítesis, ni victorias o derrotas. El
ra, su primer comentador y el más prestigioso. En la espíritu permite que la naturaleza lo conozca, y de
0DLWUƯ encontramos una clara alusión a la 6ƗۨNK\D hecho se llega a conocer mejor a sí mismo por ese
NƗULNƗ.35 Mientras que otras tradiciones de pensam- medio. La naturaleza permite que el espíritu proyec-
iento quizá surgieron de ámbitos rituales y dialécti- te sobre ella una inteligencia que de otro modo no
FRV HV SRVLEOH TXH HO VƗূNK\D OR KLFLHUD GH WUDGL- tendría. Ese diálogo continuo no tiende a la unifor-
ciones matemáticas, astronómicas o médicas, lo que mización ni a la asimilación, no pretende que el es-
explicaría su inclinación por la cosmología racion- píritu se haga materia ni la materia espíritu, sino que
DO (Q ODV XSDQLৢDG LQFOXLGDV ODV PiV DQWLJXDV EXVFD SURIXQGL]DU HQ HVD GLIHUHQFLD HQ HVH MXHJR 
hay numerosos pasajes que reproducen algunos para expandir el campo de la comprensión, la aper-
GH ORV SRVWXODGRV HVHQFLDOHV GHO VƗূNK\D (Q RFD- tura hacia un lugar no alcanzado. Un proceso que
siones, el término SXUX‫܈‬D, que hace referencia a una carece de conclusión y que permanece constitutiva-
consciencia original carente de contenido, se sitúa mente abierto. El espíritu y la naturaleza se buscan,
DOPLVPRQLYHOTXHHOƗWPDQRLQFOXVRSRUHQFLPD se necesitan, no podrían existir el uno sin la otra; en
como sucede en la ĝYHWƗĞYDWDUD. Algunas alegorías, cierto sentido, forman una unidad magnética. El uni-
como la del carro, el auriga, el caballo y las rien- verso entero vibra al son de dicha atracción y, de un
das, son clásicas en esta tradición. El Uno, bráhman, modo muy védico, el aspirante al conocimiento debe
se describe a veces como «sin cualidades», como lo hacer que esa vibración resuene en su corazón.
sutil que subyace a la experiencia de la percepción y
ODKDFHSRVLEOHXQDLGHDDItQDOVƗূNK\D3RGUtDPRV
ofrecer numerosos ejemplos. El mal llamado «no 7UDGXFFLRQHVGHODVXSDQLৢDG
VHUª SXHGH DVRFLDUVH FRQ HO XQLYHUVR LQPDQL¿HVWR
DY\DNWD  FXDQGR UHSRVD HQ HO HTXLOLEULR SHUIHFWR La traducción que presentamos se basa en la versión
GH ORV JX৆D (O VƗূNK\D FRQWHPSOD GRV SULQFLSLRV sánscrita preparada por Patrick Olivelle para The
no creados, consciencia y naturaleza, que en abso- Early Upanisads   +DVWD DKRUD ODV XSDQLৢDG
luto deben considerarse opuestos ni como parte de
DOJ~QWLSRGHGLFRWRPtDVLQRPiVELHQDOFRQWUDULR 37
6LELHQHOVƗূNK\DHVXQVLVWHPDQRWHtVWDTXHGHVSOLHJDXQD
el mundo tal y como lo conocemos es resultado de la cosmología compleja e intelectualizada, casi matemática, ello
conjunción armónica de estos dos principios, de su no impide que su esquema pueda incorporarse a otras formas de
compenetración y mutua fecundación. Un factor en- pensamiento más «cálidas» y devocionales, como la de la Bha-
riquece y complementa al otro, y ambos mantienen JDYDGJƯWƗ, donde se admite que la enseñanza viva puede seguir
esa conversación ininterrumpida que llamamos uni- GLYHUVRVFDPLQRVWRGRVHOORVOHJtWLPRVHOFDPLQRGHODVREUDV
ODVHQGDGHODGHYRFLyQRODYtD¿ORVy¿FD(OVƗূNK\DUHSUHVHQ-
YHUVR6HWUDWDGHXQGLiORJR UHJLGRSRUHOSULQFLSLR
taría esta última. Asumirla no tiene por qué implicar la renuncia
al sentido sagrado del cosmos y de la vida, al juego y la pasión,
recoge numerosos episodios en los que los maestros budistas a la comedia y el drama. El universo es un todo ordenado jerár-
o el propio Buda histórico confrontan sus ideas con las de un TXLFDPHQWHGLRVHVKRPEUHVDQLPDOHVHVStULWXVDOPDVHQSHQD
¿OyVRIRGHOVƗূNK\D Pero ese orden no menoscaba la sacralidad de la vida. La vida lo
35
 &RQFUHWDPHQWH D 6.  ©SUDN‫܀‬WLP SDĞ\DWL SXUX‫܈‬D‫ ۊ‬SUH- impregna todo, desde el pájaro hasta la piedra. Sin embargo, para
N‫܈‬DNDYDGDYDVWKLWD‫ۊ‬VX‫ܒ܈‬KD‫ۊ‬ª. que esa vitalidad se mantenga, para que sean posibles la esponta-
36
Véanse a este respecto Frauwallner, 1973, vol. I, págs. 217- neidad y la frescura, la alegría inocente del niño, es necesaria la
354, y Larson y Bhattacharya, 1987, págs. 3-83. insidiosa renovación que impone la muerte.

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no se habían vertido a la lengua española a partir de Cuando el contexto lo requiere, por alusión directa o
esa edición, que es la más actualizada y reconocida YHODGDDODFRVPRORJtDGHOVƗূNK\DORGHMDPRVVLQ
en los círculos académicos. En el caso de la 0DLWUƯ, traducir. Respecto a SUƗ۬D, a veces es el aliento vital
que no se incluye en The Early Upanisads, hemos en general y otras sólo uno de los cinco alientos que
tomado como referencia la edición del texto sánscri- UHFRUUHQHOFXHUSRKXPDQRHQODVQRWDVVHHVSHFL¿FD
to de Van Buitenen, 1962. cada uso particular.
/DV XSDQLৢDG KDQ VLGR WUDGXFLGDV D QXPHURVRV /DVSULPHUDVWUDGXFFLRQHVGHODVXSDQLৢDGYLHURQ
LGLRPDVSHUVDLWDOLDQRXUGXIUDQFpVODWtQDOHPiQ ODOX]GXUDQWHHOUHLQDGRGH$NEDU  'DUD
inglés, neerlandés, polaco, japonés y ruso. En nues- Shikoh, bisnieto del gran emperador mogol, encargó
tra lengua, las traducciones más destacadas, de gran en 1656 una antología en persa de medio centenar de
utilidad para la presente versión, son las de Òscar ellas, que tituló El gran secreto (Sirr-i Akbar). An-
Pujol y Félix Ilárraz, 2003; Ana Agud y Francisco quetil-Duperron, viajero y orientalista francés, tradu-
Rubio, 2000; Daniel de Palma, 1995, y Fernando jo aquella versión persa al latín y la publicó en 1801
Tola, 1973. Nunca se había publicado en español con el título Oupnek’hat. A pesar de que los traduc-
XQDWUDGXFFLyQFRPSOHWDGHODVSULQFLSDOHVXSDQLৢDG tores persas se habían tomado demasiadas libertades,
Ello ha sido posible gracias a la colaboración tran- la versión latina sirvió para introducir el pensamiento
satlántica con sanscritistas de la Universidad Nacio- GHODVXSDQLৢDGHQ(XURSD&RPRGHFtD%RUJHVORV
QDO$XWyQRPDGH0p[LFR 81$0 \(O&ROHJLRGH clásicos sobreviven incluso a las malas traducciones.
México. Sin su ayuda y buen hacer no habría sido La primera a partir del sánscrito se la debemos a Co-
posible llevar a cabo la edición que ahora presen- lebrooke, que tradujo la Aitareya en 1805. En 1816,
tamos. Óscar Figueroa se ha ocupado de traducir Rammohun Roy vertió la Kena al inglés, pero la pri-
la .DX‫܈‬ƯWDNL y la ĝYHWƗĞYDWDUD; Wendy Phillips, la mera edición crítica en esa lengua, de un total de doce
.D‫ܒ‬KD, y Roberto García, la 3UDĞQD y la 7DLWWLUƯ\D. El XSDQLৢDGOOHJyGHODSOXPDGH0D[0OOHU \
UHVWRGHODVXSDQLৢDGODVKDWUDGXFLGRTXLHQUHGDFWD 1884). Otras traducciones históricas son las de Ro-
estas líneas. El poeta Vicente Gallego, familiarizado EHUW(+XPH WUHFHXSDQLৢDG 3DXO'HXVVHQ VHVHQ-
con la literatura india, se ha encargado de preservar WD  6DUYHSDOOL 5DGKDNULVKQDQ GLHFLRFKR  \ 3DWULFN
el sabor añejo y sagrado de los fragmentos en verso, 2OLYHOOH WUHLQWD\GRVHQGRVYRO~PHQHV 
dándoles música y vida en nuestro idioma, respetan- Arthur Schopenhauer leyó la primera traducción
do siempre el sentido y cuidando de la métrica y el de Duperron y quedó profundamente conmovido,
ritmo acentual de las estrofas. Joaquín Arnau Amo KDVWD HO SXQWR GH HTXLSDUDU VX SURSLD ¿ORVRItD DO
ha hecho una labor ímproba en el pulido de los textos SHQVDPLHQWR YpGLFR /DV XSDQLৢDG WDPELpQ LPSUH-
en prosa una vez traducidos. A todos ellos mi más sionaron a los románticos, como Schelling, y a los
profundo agradecimiento. trascendentalistas norteamericanos, como Thoreau y
Hemos optado por dejar sin traducir los términos Emerson en especial. Se dice que T. S. Eliot escri-
ƗWPDQ y bráhman HVWH ~OWLPR VXVWDQWLYR QHXWUR bió La tierra baldía inspirándose en ellas. Para Joan
FRQVXDFHQWRYpGLFR $O¿Q\DOFDERODVXSDQLৢDG Mascaró, uno de sus traductores al inglés, las upa-
son, entre otras cosas, un intento por dilucidar la na- QLৢDGUHSUHVHQWDQHOHYDQJHOLRGHOKLQGXLVPRFX\R
turaleza de ambos, de modo que traducirlos supon- PHQVDMHVHUHVXPHHQODIUDVH©(OUHLQRGH'LRVHVWi
GUtD H[SUHVDU XQ VLJQL¿FDGR TXH FRPR LQGLFDQ ORV dentro de ti». Deussen y Panikkar destacan que estos
propios textos, es en última instancia inefable. Otro textos antiguos, aunque tratan de principios que no
término esencial de la antología es SXUX‫܈‬D, que li- VH SXHGHQ GH¿QLU DSXQWDQ D DOJR TXH Vt HV SRVLEOH
WHUDOPHQWHVLJQL¿FD©KRPEUHª/RKHPRVWUDGXFLGR experimentar.
en ocasiones por «espíritu», para conservar el géne-
ro masculino, aunque sería más adecuado conside- Upanisad. Correspondencias ocultas, traducción
rarlo como «consciencia» o «consciencia original». de Juan Arnau, Atalanta, Barcelona, 2019.

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* Upanisads, Edición y traducción de Daniel de Palma, Siruela, Madrid, 2001.

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