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LEYENDA DEL PIE DE SAN BARTOLO

A la salida de Ascope, camino a Facalá, hay un cerro denominado San Bartolo, cerca de
la laguna llamada Atahualpa, antiguamente llamada “El Pozo”. En ese cerro, como en la
piedra que hay en el camino a Samne, hay una gran piedra que tiene la huella, parece
fósil, de un pie humano completo y la de algunos dedos, que dan la impresión de haber
pertenecido a una persona que hubiese caído de un salto, no muy seguro, en forma que
solo pudo afirmar una de las plantas.

“En torno de este curioso fenómeno, la imaginación popular ha tejido una leyenda
graciosa, que debe ser muy antigua, porque los más viejos dicen que existía desde
mucho varios del lugar, y de las diferentes versiones entre saco a mi manera ala conseja”

“Parece que hace muchos, pero muchísimos años, San Bartolomé anduvo por el valle no
se sabe con certeza con cuales fines y como era de esperarse se encontró con el
Diablo, que comenzó a tentarlo de mil maneras. Llegaron, sin duda a ser, aunque
desconfiados recíprocamente, un poco camaradas, cuando se entretenía en apostar
carreras, jugar al salto y saber quién se guindaba con mayor precisión una paloma
volandera o una liebre corredora.

“Por fin, el Rabudo, cansado de estos ajetreos, y deseando acabar con el Santo, que no
le dejaba con libertad sus diabluras, propuso una carrera definitiva, quedando San
Bartolo, si perdía, escriturado para atizar hogueras en el infierno. Partieron de Gazñape
en una especie de Maratón formidable, pero en la casa-hacienda de ese lugar se cansó
de correr el santo y dio tal brinco que cayo, aunque resbalándose y con peligro, como
aparecen las huellas, en el lugar que, desde entonces, sin duda, como recuerdo de la
hazaña, lleva tan místico y deportivo nombre.

“Quiso el Diablo igualar al Santo, pero, no obstante que su salto fue considerable, no
tomó tal vez la viada necesaria y, cayéndose al río, se ahogó…. Todavía en la piedra esta
la huella olímpica del triunfo del Santo y cuando del río se enfurece, no falta quien vea,
agitándose, la cola del Diablo. De Gazñape a San Bartolo hay siete kilómetros, lo que no
es bicoca tratándose de un salto aunque sea de un huésped de San Pedro, parece,
además que desde que el Diablo se cayó al río no ha podido salir de él y se entretiene,
agitándole una veces y, otras, influyendo en los hacendados para que hagan por él sus
diabluras con las aguas de regadío”

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