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Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Epílogo
Capítulo 1
Bajó las escaleras que daban al sótano para ver a su hermana haciendo
yoga ante el televisor. Sonrió divertida porque era evidente que había tenido
una noche movidita. Solo hacía yoga, que lo odiaba, cuando ya estaba de
los nervios. —¿Una mala noche?
Bedelia apoyada únicamente sobre sus manos y las puntas de los dedos
de los pies, con el cuerpo tieso como un garrote, volvió la cabeza
cerrando sus ojos azules antes de alargar las manos sobre su cabeza. —Me
tienen muy harta, no he podido pegar ojo.
—Cogió una goma del pelo y empezó a trenzar su largo cabello negro
agotada.
tú! ¡Pero ellos eran un montón y nosotras somos dos! ¡Por Dios, mamá tuvo
nadie. ¡Estamos solas desde hace tres años que murió mamá y ya no lo
aguanto más!
—Shusss… —dijo muy seria levantándose—. Te van a oír.
—Tenemos a Ángel.
—Muy graciosa.
interesado que llame a este número? ¿A quién voy a llamar, Bedelia? ¿Al
tío Harry que es el único que no se largó del país para no tener que vernos
más? Tiene Alzheimer y sus hijos no saben nada de esto. Sabes que
tenemos las manos atadas. —Se le cortó el aliento al ver el temor en sus
infierno salgan de esa gruta y que me maten. ¡Qué nos maten a todos o que
—. ¡Lo que sí temo es perder mi vida como en los últimos tres años!
Se le cortó el aliento porque vio en sus ojos cómo sufría. —No es
a mí? ¿Qué piensas hacer el resto de tu vida, sentarte ahí y no hacer nada
más? Y cuando mueras, ¿eh? ¿Qué va a hacer el de ahí arriba cuando no
Cassady frustrada gritó —¿Y yo qué sé? ¡No parece que nos ayude
mucho en esto! ¡Pero si quieres seguir tu vida, vete! ¡No es responsabilidad
tranquilos, desayunemos.
que casarnos y tener hijos cuanto antes! —Sonrió de medio lado. —Así
saldremos de la rutina y habrá otras cosas en nuestras vidas que hagan que
que labrada con símbolos protectores tapaba el agujero que suponían que
oíste a mamá!
no había sido un gran ataque. Pasó la mano por su pulida superficie. —No
hay grietas.
—Menos mal porque para sustituirla habría que derruir la casa —dijo su
hermana irónica.
piedra? Saben que somos débiles y cada vez lo intentan con más fuerza. ¿Y
pasó por encima! ¿Y sabes qué? ¡Se lo merecía! —gritó furiosa—. ¡Era un
cobarde!
escaleras arriba.
Se volvió para mirar la piedra con odio. La losa que había sepultado sus
vidas y las vidas de sus antepasados. Siglos vigilando la puerta del infierno,
un secreto que cada vez era más difícil de ocultar. Fue hasta la cama y se
sentó apoyando los codos en las rodillas pasándose las manos por sus rizos
consumiendo durante los once años que le sobrevivió. Once años en los que
nunca más volvió a salir de casa. Y desde que su madre faltaba, la que no
salía de casa era ella. Suspiró pasándose las manos por la nuca sintiendo la
tensión.
—Déjame salir —susurró una voz—. Yo puedo ayudarte. Tendrás una
vida como ni te imaginas. ¿Quieres riquezas? Yo te las daré. Te daré todo lo
por los laterales el aire helador que expulsaba. Escuchó el grito de dolor al
otro lado al ser arrastrado hasta las profundidades del infierno.
—No le creas, no eres más débil que mamá. —Se le cortó el aliento
volviéndose para encontrarse a su hermana tras ella. —Eres más fuerte,
mucho más fuerte. Lo decía el abuelo, ¿recuerdas? Eres más fuerte que
ninguno. Pero estamos solas y estamos en problemas. Estás agotada, ambas
abuelo pidió ayuda para que la carga dejara de recaer en nuestros hombros y
cuando vinieron nos estudiaron como si fuéramos bichos raros y hasta
quisieron mover la piedra para mirar al otro lado porque no se oía nada.
—El abuelo dijo que los demonios se habían alejado para que no les
se puso a su lado abrazándola por los hombros. —Si podemos con unos
demonios podremos buscar marido, no puede ser tan difícil —dijo Bedelia
—Si ni te besó.
—¡Y a ti tampoco!
—¿No me digas?
—Y el cura, que sería el más fácil de convencer está descartado, tiene
sesenta años.
Sin poder disimular el miedo que sentía miró los ojos azules de su
—Pues eso.
Bedelia se echó a reír. —La cara que has puesto.
—Muy graciosa.
—No puede ser muy difícil. Lo llevamos haciendo durante
El perro ladró una vez y movió el rabo lo que significaba que no. —Vía
libre.
Tiene que ser de esto, no quedan naranjas. Tengo que ir a hacer la compra a
Pearsall.
—Da igual.
al final tenía razón con el empujón que le han metido hace unos minutos.
No sé si hubiera podido retenerle yo sola.
atada a aquella maldita casa y la quería tanto que no la dejaría a no ser que
estuviera segura de que podía arreglárselas. Y debía reconocer que en ese
momento su ayuda era esencial. No era justo, no lo era. Debía hacer algo
ya.
—¿Qué?
—Citas por internet.
—Estarás de coña —dijo espantada.
Se echó a reír. —¿Y qué quieres hacer? En Helltertong no es que haya
mucho soltero. Los de nuestra edad se han ido a San Antonio o a Austin a la
universidad o a buscarse la vida. Quedamos cuatro pelagatos. Las citas por
—Pues como el de ahí arriba no nos eche una mano estoy apañada. —
En ese momento algo golpeó el marco de la ventana, entrando de rebote en
agarró su brazo. —¡Vuelve a casa! Esto sí que es una señal como un templo
de grande.
—¿Eso crees? —preguntó insegura.
—¡Claro! ¡Si estabas loca por él cuándo eras una cría! —Abrió los ojos
—¿Y con dieciséis qué criterio se tiene? Es lógico que te gustara, que te
guste. Es guapo, rico y el chico de oro del contorno. —Frunció el ceño. —
¿Cuándo llegará? Tenemos que enterarnos.
Cogió la taza de café y bebió un buen trago. La dejó sobre la mesa
con el hombre con el que había fantaseado desde que era una niña. Qué
estupidez. Su padre había sido un seminarista que había ido a visitar durante
y según le habían contado la primera vez que bajó al sótano la miró a los
ojos y le dijo —Sabía que el señor me había unido a ti. —Y hala, felices
hasta que le arrasó un camión. ¿Felices? Siempre habían creído que sus
padres eran muy felices y que se amaban por encima de todo, hasta que
llegó aquella maldita noche y el sheriff les dio la noticia, siendo evidente
para todos que su padre se piraba dejándolas tiradas. Así que no, no eran tan
felices.
Suspiró sentándose en la cama. Matt Bampton… Es que casi ni se lo
podía creer. No recordaba muy bien la primera vez que al verle su corazón
empezó a latir como loco, pero sí que recordaba perfectamente la última vez
que le vio. Sabía que había ido a visitar a su madre en las Navidades. Al
una chica rubia, pero ella casi ni se fijó comiéndoselo con los ojos. Estaba
boca del estómago que había sentido en aquel momento, porque fue ahí
casa.
—¡Bedelia!
abofeteado en todo el careto, abre los ojos! —Se cruzó de brazos frunciendo
—Bedelia, no.
—No te cierres.
estudiar?
—Bah, aprobaré igual —dijo excitadísima—. Una señal, Dios existe.
—¿Ahora es el destino?
—¡Venga ya! Eres la mujer más valiente y fuerte que conozco, ¿te da
miedo un tío?
—¿Te crees que tengo cinco años para que me provoques con eso? —
sé que no estoy a su altura. Es rico, guapo como has dicho, muy inteligente
y todo el mundo está muy orgulloso de su chico de oro, ¿y quién soy yo? La
rara del pueblo, que apenas sale ni habla con nadie. ¡La que tiene la casa
ser sincero sobre la vida que tienes, Bedelia. Y tú tampoco los tenías.
Cassady levantó una ceja. —¿Es por eso? ¿Porque no podrás ser sincera con
él desde el principio?
¿Con todas las mujeres que debe tener tras él, eso si no tiene novia, crees
que voy a interesarle?
era mucho más guapa y sofisticada que yo, que no me pongo tacones desde
que ir por las tiendas de los contornos a ver si alguien le compraba alguno
pero tendría que hacerle un apaño de nuevo. No sabía cómo podría salir
verduras.
—El instituto.
—Sí.
llamas, guapo?
—Oye, un día de estos tenemos que quedar para ponernos al día. Dejaré
al niño con mi madre.
sonrisa poco a poco. —¿No quieres que retomemos nuestra amistad? —Se
sonrojó con fuerza. —Estás enfadada porque no te llamé más cuando me fui
Jessica perdió la sonrisa del todo para mirarla con pena. —Sí, me lo dijo
mi madre, pero no pude venir para el entierro.
—No pasa nada. El hecho es que ahora soy yo la que me encargo del
Después de cinco años fuera de casa mis padres me ponen de los nervios.
¿Entonces mañana? —Se acercó y le dio un beso en la mejilla. —Llevaré
una botella de vino. —Se giró guiñándole uno de sus ojos azules y pasmada
vio cómo se alejaba moviendo de un lado a otro su trenza rubia.
Se volvió y se quedó mirando las cebollas como si fueran a decirle en
la bolsa y su hermana hizo una mueca porque eran las de oferta. —Ya sé
que te gustan menos, pero de donde no hay no se puede sacar.
—¡Mierda, mierda!
—Igual por eso el de arriba quiere que te cases con un rico, para
mejorar las cosas.
de una vez, pesados! ¡No voy a dejar que salgáis por mucho que me comais
la cabeza!
Estos no pueden mover la piedra solo tocar las narices —dijo antes de
ponerse los cascos sentándose en el escritorio que tenía allí para estudiar—.
Furiosa miró la piedra y puso la mano encima. —Os lo pasáis bien, ¿no?
—La chica quiere novio… La chica quiere novio —canturreó—. No
conseguirás novio porque no te quiere nadie. —Bedelia se quitó los cascos
lo que le deseas!
Apretó los labios antes de beber de su vaso de agua. —¿Has terminado
de cenar?
—Que cabezota eres. —Cassady suspiró e iba a levantarse cuando
Bedelia agarró su mano. —Saben quién es. Nos han oído hablar y lo que ha
ocurrido esta tarde les ha puesto sobre aviso. —Se le cortó el aliento. —
Mamá decía que nunca debíamos mostrar debilidades por nadie, que lo
utilizarían. Que lo había visto antes, que volvieron loca a su mejor amiga
porque sabían que le importaba y que no pararon hasta que intentó matarla
en el colegio. Saben que es importante para ti e intentarán influir en él.
algo!
Pálida negó con la cabeza y Bedelia se levantó. —Ahora no tienes otra
futuro ames a otro hombre como hoy he visto que le amas a él y si te diera
la locura casándote con otro al que no ames realmente, si metes en esta casa
Bedelia.
—Dios mío, estás guapísima. —Mirándola de arriba abajo se echó a
reír. —Por vosotras no pasan los años. —Subió los escalones y levantó una
bolsa que llevaba en la mano. —He traído vino, a ver si nos pillamos un
—Yo no puedo beber —dijo Bedelia a toda prisa—. Estoy con los
finales.
—¿Con los finales de qué?
las hermanas parpadearan—. ¿Qué pasa? Si llevarais sin juerga casi dos
años estaríais como yo. —Entró en la casa sin esperarlas. —Uy, que mono
tenéis esto. Me encantan las casas de una planta, mucho más práctico que
eso!
preciosa. —Se agachó para mirarla bien. —¿De qué está hecha? Ese barro
brilla. Parece de oro.
superficie.
—Anda si tenéis más. —Parpadeó porque había distintas vasijas en
estanterías en las paredes y cuando Jessica entró en el salón soltó una risita.
—Qué bonito. ¿Pasamos a cenar? Hay que probar ese vino. —Cassady
—¿Y ese horno que nunca podéis apagar? —preguntó con sus ojos
Mientras las escuchaba salir bajó a toda prisa las escaleras y se acercó a
que me refiero.
que divertido.
Puso los ojos en blanco y miró el arpa. La ponía de los nervios, pero iba
radiocasete y lo encendió. El sonido del arpa hizo que chillaran al otro lado
corriendo para alejarse. Sonrió irónica. El sonido de los ángeles les retorcía
gimió. —Sí cielo, pero es la única opción para los débiles. Vigila por si
escaleras a toda prisa y sacó el asado del horno. Hizo una mueca porque la
carne le había costado lo que ella cobraba por un jarrón, pero había que
guardar las apariencias, es lo que diría su madre. Lo estaba poniendo sobre
Que por ese horno tan chiquitito estéis tan atadas a la casa…
—Sorpresa.
forma retorcida. —Gimió porque ese era para un encargo, pero claro su
Jessica negó mirando hacia arriba y ellas miraron hacia el techo antes de
—Oh… —Bedelia levantó sus cejas negras. —Es que Ángel, nuestro
tengo que ir a la iglesia porque mis padres me obligan para que me vean los
del pueblo. Es que quieren casarme cuanto antes, ¿sabéis? Dicen que el
—. ¿Cuáles?
Jessica dejó el tenedor sobre el plato. —Pues veréis, cuando tuve al niño
yo era muy feliz. Tenía un marido con un buen trabajo y un niño precioso.
—Ambas asintieron. —Pero un día me llegó una carta.
—Las cartas siempre las leía mi marido, pero ese día la leí yo. —Abrió
dice lo mismo.
interesada.
Cassady puso los ojos en blanco antes de cortar la carne de su plato.
repente desapareció.
Cassady levantó la vista de golpe. —¿Te amenazó?
—Sí. —Frunció el ceño. —Le comenté que iba a mudarme aquí para
estar cerca de mis padres y se puso como loco. Dijo que me quitaría al niño,
que me llevaría a los tribunales. Al día siguiente se esfumó como si se lo
hubiera tragado la tierra. —Bebió un sorbito de su vino. —Me investigó la
policía y todo —dijo con los ojos como platos—. Como si yo le hubiera
hecho algo, ¿os lo podéis creer? —Ambas negaron con la cabeza. —Pues
pude vendí la casa y los muebles largándome a toda prisa. Y ahora estoy
aquí.
—Y buscas marido —dijo Cassady.
digas que…
—Espera que lo subo.
si tú estás igual?
Eso le hizo perder la sonrisa de golpe. —¡Cassady!
casáis. —Hizo un gesto con la mano sin darle importancia. —Aunque sois
muy jóvenes, hacéis bien.
a comer el mundo.
—¿Tú no ibas a estudiar algo de peluquería?
—Sí, pero apenas acababa de llegar y en el primer fin de semana conocí
Las hermanas se miraron porque era evidente que ocultaba algo. —Te
encandiló —dijo Bedelia.
Hizo una mueca. —Dos meses después nos casamos por el juzgado. Mi
madre puso el grito en el cielo y ya no le tragó. Yo defendí mi amor y mira
cómo me ha ido.
Cassady alargó la mano cogiendo la suya. —Aquí te va a ir muy bien,
ya verás.
—Sí, con un hijo, sin estudios, sin trabajo y viviendo de mis padres
pinta muy bien. Mi madre ya me está taladrando el oído para que me ligue a
Matthew Bampton porque según ella tiene el futuro más prometedor del
peluquería para la semana que viene, no hay cita. Pregunté si había una
boda y la señora Cadwell me ha dicho que es por él. Es que es una locura,
ojos…
Se puso como un tomate. —Mierda, Bedelia. —Cogió la copa de vino y
se la bebió de golpe.
ganas.
—Eh…—la advirtió Bedelia.
—Voy a ayudarte. —Lo que le faltaba por oír. —Las amigas se ayudan
en casos así. Sé que en el instituto no éramos íntimas, pero eso puede
—Oh, y mamá tiene que encontrar a alguien para que la limpie antes de
que lleguen. ¿Adivina quién va a ir?
Las dos la miraron a ella. —¿Yo?
—Sabes limpiar, ¿no? Pues eso, a limpiar. —Apoyó los codos sobre la
momento será por las mañanas porque él dice que esa casa es muy pequeña
y no quiere a nadie interno porque no habría intimidad, pero cuando hagan
la casa nueva tendrán interna. Pero tranquila, que todavía falta comprar los
terrenos y todo lo demás, así que calcula un año.
Corrió hacia las escaleras y suspiró del alivio al ver a su hermana con la
espalda apoyada en la piedra mirando a su alrededor. La habitación estaba
hecha un desastre. —¿Qué ha pasado?
—Ni idea, pero ahora no es momento de hablarlo. Sal, corre… Y haz
que se vaya.
—Sí, claro.
—Ay…
Bedelia volvió la cabeza con los ojos como platos. —Mierda. —Salió
corriendo y al abrir la puerta vio a su invitada tirada en el jardín con la
arpa no es un ángel. Entonces todos los que tocan el arpa serían ángeles y lo
dudo mucho —dijo yendo hacia la escalera.
—Tiene algo…
—Un hijo, eso es lo que tiene.
arriba. —Ángeles, muertos. Tienen que demostrar cómo son en vida para
terminar en un lado u otro. —Se volvió saliendo del sótano. —¡Me largo!
Bedelia hizo una mueca y se volvió para mirar la piedra encontrándose
a Ángel tras ella mirando la piedra con el rabo tieso. Suspiró levantando la
vista hacia la puerta del infierno. —Va a ser una noche larga.
Capítulo 4
Cass me caía muy bien en el instituto, ¿sabes? —De repente Jessica frunció
—¿No habías pedido ayuda? Pues ahí la tienes. No sé por qué te sorprende
tanto. —Entonces le dio un vuelco en el estómago pensando en el periódico
que le dio en toda la cara y separó los labios de la impresión. —¡Es una
—¿Cass? Sí, es una señal de que quedan cinco millas para el hospital.
—¿Recuerdas algo?
Abrió los ojos como platos volviendo la vista hacia la carretera. —Sí
—¿Qué?
—Es que murmurabas como si estuvieras soñando.
—¿De veras?
—¿De veras?
golpe?
Gruñó porque era evidente que no sabía nada y entonces se dio cuenta
de que le influía en sus sueños para guiar sus pasos. Como lo de volver a
casa. Seguro que había sido cosa suya para que las ayudara. Leche, ¿y ahora
poco abrir la puerta con todo lo que llevaba encima, pero al fin lo consiguió
—Pues sí. Y cómo habla, la mujer. Me ha sido imposible decirle que no.
visto. Para ella es un engorro total, se le ve en la cara que los considera una
carga.
Así que cogí al bebé y su bolsa porque la otra opción es que me pusiera a
porque la mujer se despachó a gusto. Que era un desastre ahora que lo tenía
todo organizado y que como siempre la iba a dejar muy mal ante todos. Así
que me ofrecí. Me miró altiva y farfulló que puede que no fuera mala idea
menos que podía hacer ya que todo era culpa mía. Y eso que solo le había
dicho que su hija había tenido un accidente en mi casa y que se había roto la
pierna, pero ella me miró como si fuera la responsable de todos sus males.
Considera que como ha sido culpa mía yo tengo que pagar las
muy agradable.
—Pues para que veas cómo es la gente realmente. —Se volvió con
catorce estaban vacías. Entró en la primera vacía que era la que había sido
Bedelia divertida.
—¿Qué?
—Shusss. —Le hizo un gesto para que salieran de la habitación.
dolía le dije que se tomara una. Se tomó tres la muy burra y así se ha
quedado.
—¿Y ahora qué hacemos? Estamos peor que antes —dijo siguiéndola
—¿A mí? —Se giró para mirarla asombrada. —¿A mí se me está yendo
de las manos?
—Tú eres la mayor. Eres quien toma las decisiones. —La miró como si
Gimió cogiendo una taza del soporte y la jarra del café. —Menudo lío
—Sí.
raro.
—¿Un demonio?
—Puede, no lo sé.
pesar de que le estaban haciendo daño no tuvo un mal gesto o una mala
palabra con nadie. Daba las gracias a todo el mundo por ayudarla.
—Igual es así.
vio y dijo que era una marca muy curiosa. Como si fuera un tatuaje sin
tinta.
No queriendo asustarla porque ella ya lo estaba bastante por las dos dijo
—Tú lo dijiste. Somos pocos para vigilar la puerta.
—Sí, pero…
—Dime lo que piensas, Bedelia. No te calles ahora.
—Está claro que el de arriba quiere que esté aquí y no pienso volverme
loca con las razones. Ahora tenemos muchos problemas que solucionar
como decirle la verdad. Puede que sea una enviada de Dios, pero ella no
tiene ni idea conscientemente. Si se lo toma mal y se lo dice a alguien…
—Ni pío.
—Madre mía, qué familia.
—Está totalmente dominado por ella.
niños en la casa y lo sintió por él porque aquella no era una vida fácil. Pero
era lo que había. Cuando vio que su hermana lo ponía con cuidado sobre la
—Dios mío. —Se volvió dejando la taza sobre la encimera y apoyó las
manos teniendo un mal presentimiento. ¿Y si había llegado el momento de
esperar acontecimientos.
Asintió volviéndose. —¿Están tranquilos?
—Al contrario de lo que pensaba no me han dado mucha guerra esta
encargarte de ellos mientras tanto? Después tengo que volver al pueblo para
recoger sus cosas, solo me han dado la bolsa del niño.
—Claro, tranquila.
—Tus estudios…
tenía una carga ahora tenía el doble porque tenía que encargarse del bebé y
de Jessica que era un misterio por qué estaba allí. Ahora su hermana sí que
entraba. —Mierda —siseó mirando por el otro lado del listón por qué no
entraba el tornillo y era porque allí no había agujero. Su hermana se echó a
¿dónde estoy?
—¡Estamos aquí! —gritó Bedelia yendo tras Cassady que se acercaba.
—¿No? ¿Sin trabajo, sin dinero con un hijo y siendo una carga para una
antigua compañera de instituto?
Trapicheaba, ya me entiendes.
—Sí, entiendo que era un sinvergüenza.
—Sí, un poquito.
Si ella decía un poquito, debía ser un elemento de cuidado porque ya la
iba conociendo. Llegaron al baño. —Vaya, que grande. Es casi como una
habitación.
—Pues de estos tenemos dos —dijo Bedelia tras ellas.
—No me había dado cuenta ayer de que la casa era tan grande.
—Oh, sí. Mi Jimmy decía que era un antojo porque una vez pedí donuts
y no me lo trajo.
—Un antojo, ¿eh? Pues entonces las cuatro tenemos el mismo. —Se
volvió con los huevos en el plato y se lo puso delante. —Come que ahora te
pongo un zumo.
Jessica soltó una risita. —Es algo mandona, ¿no?
—No lo sabes bien.
Asombrada vio que no decía nada por lo de la marca. —¿Me has oído?
Jessica alargó la mano y pasó el dedo por el círculo. —Qué raro, ¿no?
—Abrió los ojos como platos. —Esto tiene una pinta de señal que no puede
con ella.
—¿No me digas? —Soltó irónica ganándose una mirada de reproche de
—Vigilamos la puerta.
—Una puerta… —Miró a Cassady intrigada. —¿Una puerta de una caja
fuerte o algo así?
Cassady hizo una mueca. —Algo así. Les custodiamos para que no se
escapen.
Abrió los ojos como platos. —¡Cómo a los presos!
—¡Exacto! —Miró a su hermana. —Pues no era tan difícil.
—Espera que esto no ha acabado.
—. En el sótano.
Jessica frunció el ceño antes de echarse a reír. —Cómo me tomáis el
pelo. Como si tuvierais una cárcel ahí abajo. Dejar de reíros de mí.
Siguió desayunando como si tal cosa y cuando su hermana la miró
impotente supo que no había otra manera. —Tómate las pastillas que las
vas a necesitar.
—Oh, sí. —Las cogió de delante de su plato y las tomó sin rechistar.
—Tú sigues al mando —dijo Bedelia por lo rápido que había acatado su
orden.
—Sí, eso parece.
—¿De qué habláis?
cama.
—Es que dormimos muchas noches aquí. La que vigila se puede
acostar.
Soltó una risita, pero la perdió poco a poco cuando sus ojos fueron a
parar a la enorme piedra de cuatro metros de alto que llena de símbolos
labrados no enmascaraban el grabado central de la cruz rodeada por un
círculo.
—¿Él?
—Bueno, decías que hablabas con Dios.
—¡Es una manera de hablar! —le gritó a la cara—. ¡Mucha gente habla
con Dios y no tienen que vigilar el infierno!
Las hermanas se tensaron porque por su tono de voz ya sabían que era
un demonio con fuerza.
—Mira quien está aquí…
Jessica palideció aferrándose al cuello de Cassady.
mataste tú? —preguntó Cassady. Sin ser capaz de hablar se puso a temblar
con fuerza y como no reaccionaba la llevó a toda prisa hacia las escaleras.
—No pasa nada. —Al ver que no dejaba de temblar gritó —¡Jessica
mírame! —Asustadísima la miró a los ojos. —No pasa nada, ¿me oyes? ¡Él
está ahí y tú aquí! ¡No puede atravesar la puerta y no puede hacerte daño!
—A toda prisa la llevó hasta la habitación y la sentó en la cama. No dejaba
de temblar y asustada se sentó a su lado y cogió sus manos. —Mírame. —
Jessica levantó la vista hasta sus ojos. —Nunca dejaré que te haga daño de
nuevo.
Se echó a llorar demostrando que sus suposiciones eran ciertas. —¿Lo
juras?
—Te lo juro por mi vida. Jamás volverá a hacerte daño. Además, el de
pone de los nervios. ¡Puede que seas un ángel y estás aquí por una razón!
Igual te ha enviado a ti por lo de la puerta, no lo sé, pero te escuché hablar
en sueños y dijiste algo de protegernos. —Abrió los ojos exageradamente.
—Además dijiste que no le dejarías salir. —Sonrió de oreja a oreja. —Igual
hablabais de tu marido…
—¿Me estás diciendo que el de ahí arriba habla conmigo en sueños y
que soy una elegida o algo así?
—¡Sí!
pocos días, así como la fuerza, lo que indica que dejan de ser vigilantes.
—Pero yo la he tenido incluso lejos del pueblo.
—Por eso te digo que tú eres especial, Jessica. Y debemos averiguar
qué te ha traído aquí y durante cuánto tiempo. Tenemos que enfrentarnos a
increíbles. Y era increíble porque ya había vomitado dos veces esa mañana
dejando pasmadas a su hermana y a su amiga porque creían que ella podía
con todo. Dijo que algo no debía haberle sentado bien, pero Bedelia no se
creyó una palabra y cuando se subió a la camioneta le gritó que lo tenía
gelatina y caminó por el sendero empedrado hasta las escaleras del porche.
La miró de arriba abajo. Igual no debería haber ido con vaqueros cortos,
pero hacía tanto calor que de otra manera se asaría. La señora Martin
chasqueó la lengua. —Venga, tenemos mil cosas que hacer. La casa tiene
—Sí, claro.
hija? Entró tras ella y cerró la puerta. —Jessica está mucho mejor, ¿sabe?
—Saca las alfombras y sacúdelas. No puede haber nada de polvo.
Además, hay que encerar el suelo después de limpiarlo. Y todo eso tiene
entrada se le cortó el aliento porque debía tener unos diez años y vio en su
mente la primera vez que recordó verle a pesar de que era una niña de
con los suyos y se miraron durante los segundos que pasó ante ella hasta
desaparecer dentro del local. En ese momento su corazón sintió anhelo por
haciéndose mayor esa sensación cada vez que le miraba fue haciéndose más
fuerte en su pecho, hasta llegar a un punto en que su corazón se
sollozaba. Tenía doce años y jamás miró igual a otros hombres. Y ahora
estaba allí.
—¿A qué esperas? —preguntó Mary Lou asombrada—. ¿Vas a trabajar
o no?
Ese tonito empezaba a fastidiarla, pero no tenía más remedio que tragar.
quiero que todo esté perfecto en su regreso. Oh… —Miró su reloj. —Tengo
que ir a encargar los canapés para la fiesta del ayuntamiento y las flores
para mañana. Venga, date prisa que no tenemos mucho tiempo —dijo
las alfombras iba a levantar polvo de nuevo. Además, habría que mover los
muebles. Era evidente que eso se lo había dejado a ella porque era la parte
movido todos los muebles con sumo cuidado de no rayar el suelo y ya había
no se creería que las había sacudido, así que dejó allí las pruebas.
—Vamos, deprisa.
Madre mía, esa mujer era insoportable. La trataba como a una criada.
Subiendo las escaleras hizo una mueca. En realidad es lo que era, una
criada. Al abrir la primera puerta lo sintió. Era su olor. Cerró los ojos
había acercado lo suficiente como para que ese aroma llegara a ella y nunca
Había trofeos de beisbol y menciones del instituto por sus buenas notas. Se
hecho. Recordó cómo entre la gente vio como lo encendía a control remoto
y ella pasó por detrás de Shirley en ese momento. Matt la miró y su madre
sacó la foto en ese instante así que no miraba la cámara la miraba a ella.
escogido esa foto para ponerla precisamente allí. Sintiendo que la inundaba
una inmensa alegría se volvió y al ver que la puerta del armario estaba
abierta casi chilla al ver su cazadora del instituto. Muchos jugadores se las
acarició.
Mirándola con sus ojos azules entrecerrados dijo —Date prisa o no nos
—Sí, por supuesto. —Se agachó para coger la alfombra que estaba al
que ya tengo una persona para que limpie su casa, pero si veo algo raro te
sustituyo antes de que te des cuenta y no me cortaré nada en decirle a la
Se sonrojó con fuerza porque ahora que la iba conociendo supo que no
Dio un paso hacia ella. —Es muy sospechoso que mi hija se haya roto la
Eso sí que no. A ella nadie le hablaba así. Dejó caer la alfombra a sus
pies. —¡No sé por qué se pone así cuando su hija está tan ricamente
para saber su estado! Igual debería ser yo la que le dijera a la gente como ha
tenía muchas cosas que hacer, como por ejemplo hacerle la pelota a su
amiguísima mientras su nieto tiene que ser cuidado por nosotras. —Dio un
paso hacia ella amenazante. —Igual debería ser yo la que dijera como los
años el infierno que su hija pasaba con su marido y usted no hizo nada.
La miró con odio. —¿Cómo sabes eso? ¿Te lo ha dicho Jessica? Miente.
haya desaparecido, eso sin mencionar que está viviendo con nosotras le
—No hablo de ella. Hablo de quedar bien con los dueños de esta casa.
Mary Lou entrecerró los ojos. —Sabía que estabas cotilleando. Tú
haciendo que apretara los puños de la impotencia. Aunque no sabía por qué
se ponía así cuando ella misma había pensado lo que esa bruja le había
echado en cara. Al volverse vio la foto de Matt y se le cortó el aliento
mirando esos ojos como aquel día. Esa bruja no tenía razón porque él ya se
había fijado en ella.
—Pensaba.
Sin dejar de mirarla cogió el plato que le habían dejado y lo llevó hasta
el microondas.
—Llegas muy tarde.
—Tu madre es una sargento de primera. No me traga y ha intentado
deslomarme a ver si así mañana no aparezco. —Cuando lo puso a calentar
Ha pasado.
—¿El qué ha pasado?
codos sobre la mesa. —Una vez una abuelita de lo más dulce me dijo que
era mi abuela y que estaba allí por equivocación. La creí, vaya si la creí. Yo
era una cría, mi abuela acababa de morir y me moría por escucharla. Pues
no era mi abuela, guapa. En cuanto bajó mi padre le gritó que me dejara.
Entonces ese cerdo mostró su verdadero carácter. Lloré toda la noche como
Suspiró pasándose la mano por la nuca. —No llores, por favor. Perdona,
pero estoy agotada.
O casi.
—Y yo lo soluciono con unas horas de sueño. ¿Cómo ha ido el día? —
dijo sentándose.
Las dos vieron como empezaba a comer hambrienta. —Bien —contestó
—Su madre me odia. Con todas sus fuerzas. Dudo que les hable bien de
mí. Y eso que he intentado ser agradable, no lo entiendo. Me ha hecho
—No lo sabes bien —dijo Jessica —. ¿Te preguntó por mí? ¿Por
nosotros? —Sin saber que contestar agachó la mirada. —Entiendo. Está
claro que estar impedida para ligarme a Matt ha sido la gota que ha
rebosado el vaso para nuestra relación —dijo irónica, aunque todas sabían
que le dolía.
—Está loca por quedar bien con Shirley —dijo alucinada—. Es como si
fuera la mejor amiga del mundo mundial y por nada quiere quedar mal con
ella.
—Ha sido así desde siempre. Iban juntas al instituto y eran inseparables.
Mamá lo pasó mal cuando Shirley se fue del pueblo y está muy contenta de
que vuelva.
—¿Bonita?
—Arreglada. Siempre vas hecha una pena y ahora que vas a limpiar…
Eso no tiene mucho glamour.
Jessica sonrió porque era evidente que le daba igual. Cassady era así y
si Matt se enamoraba de ella tenía que amarla como era. —¿Estás nerviosa?
Le verás mañana.
Avergonzada se metió el tenedor en la boca y dijo mientras masticaba
¿Qué? No tienes que ir de dura por la vida. Háblanos, estamos aquí para
ayudarte.
—Bedelia…
—Es que como hace tanto que no liga, teme hacerlo mal —le explicó a
Bedelia la miró con horror. —Ni hablar, tienes que ser todo sonrisas y
halagos, a los tíos les encanta. Y déjale hablar de sí mismo. —Ambas la
ti… —La señaló con ambas manos. —Si le gustas así, es que es tu hombre.
—Vaya, gracias.
—No fastidies.
—Su última novia era directora general de la empresa en donde
trabajaba, no te digo más —dijo recogiendo su plato.
pero no sabemos si es por Cass. Esperemos que todo vaya bien porque si no
tu hermana lo va a pasar muy mal.
Dio un paso hacia ella. —Lo has visto en sus ojos, ¿verdad?
—¿El anhelo? No puede disimularlo. Y espero que eso sea lo que a él le
conmueva.
Capítulo 6
Llevaba desde las siete de la mañana limpiando la casa para que todo
estuviera en perfecto estado. Colocó de nuevo las flores que Mary Lou
había llevado, dejándolas ante la mesa del hall para que las vieran en cuanto
entraran.
—No tardarán en llegar —dijo Mary Lou tan nerviosa como si estuviera
a punto de entrar el presidente de los Estados Unidos. Al ver las flores
nadie se enderezó pasándose las manos por su vestido verde. Era evidente
que quería tener buen aspecto. Ella se miró. Para no ir en sus vaqueros de
siempre se había puesto un vestido de flores de tirantes y unas manoletinas
beige que casi nunca usaba. Estaba cómoda, fresca y a la vez algo
labios. La señora Bampton abrió la puerta tan elegante como la última vez
puerta del conductor y que una cabeza morena salía del coche. Aún estaba
de espaldas, pero su corazón se aceleró al ver la camisa blanca que llevaba
y como su perfil miró hacia atrás haciendo un gesto al camión que venía
detrás para que aparcaran. Se volvió hacia ella y cuando sus ojos se
encontraron su latido se detuvo. Matt entrecerró los ojos antes de cerrar la
Este rodeó el coche por delante y ella pudo ver que llevaba unos
—Y yo a ti —dijo abrazándole.
tenemos aquí?
—Sí que la conozco. O la conocí cuando era una niña. —Shirley dio un
paso entre ellos acercándose. —Tú eres la hija de Laurin Perkins, ¿no?
—Sí, señora —respondió mirando esos ojos grises tan parecidos a los
de su hijo.
—Desde que mi niña volvió al pueblo han estrechado lazos. Tanto que
—Yo prefiero una cerveza —dijo sin dejar de mirarla acelerando aún
más su corazón.
—Sí, señora.
pudieran querer. Hasta puso unos aperitivos que ella había preparado. Al
Fue hasta el salón donde les escuchaba hablar y cuando iba a pasar ante
la puerta principal casi se choca con el de la mudanza que metía una caja.
—Oh, pues…
—No, gracias —dijo sonrojándose hasta la raíz del pelo. Pasó a su lado
y al llegar hasta ella su colonia casi se muere del gusto. Seguía usando la
misma.
Las mujeres no dejaban de hablar y Mary Lou dijo —Deja eso aquí y
cierto?
vista hasta sus ojos. —Me da igual. —Sin poder evitarlo sus ojos bajaron
Miró hacia arriba para ver a uno de la mudanza que bajaba. —Oh, sí. Lo
siento. —Se apartó y al mirar hacia abajo él ya no estaba. Tenía que dejar
—Oh, sí… Y son antigüedades, así que a ver dónde los ponemos.
como un tomate al ver a Matt tras ella. —No saben dónde poner las cosas.
—¿No me digas? —Parecía divertido lo que fue un alivio, la verdad.
señalando la del final del otro pasillo lo más lejos posible de su madre.
Mierda, ahí no había cambiado las sábanas.
Leche, ¿qué era aquello? Parpadeó y dijo —¿Qué tal un chili que me
sale para chuparte los dedos?
sintiendo que casi ni tenía aire susurró —No, ¿qué puede pasar?
Él se acercó peligrosamente. —Es que parece que temes que me
acerque.
Uy, madre mía, que se iba a desmayar allí mismo de la impresión. ¿Qué
de gusto y separó los labios lo que hizo que Matt los mirara. Él sonrió. —
Entiendo.
Con la mano libre la cogió por la cintura y la pegó a él. Sentir la dureza de
su cuerpo, la dureza de su sexo fue como si la traspasara un rayo y ni pudo
reaccionar cerrando los ojos para disfrutar de él. Esa mano bajó hasta su
trasero y la acarició mientras él susurraba a su oído —Te mueres porque te
—Sí, señor.
Cuando se volvió ella aún seguía allí con los ojos como platos. —¿No
brazos—. Oh, el chili. Claro, el chili. —Fue hasta las escaleras sintiendo
que no las sostenían las piernas. —Lo otro…
—Cuando yo quiera.
Se sonrojó. —Oh, oh… Claro. Ahora el chili.
chupado. O ese hombre era muy fácil o la fácil era ella, pero aquello iba
pero que muy bien. Contenta entró en la cocina deteniéndose en seco
porque allí también había cajas. ¿Pero cuántas cosas tenían? Decidió
centrarse en que tenía hambre y se puso manos a la obra.
Preparó un chili de primera algo picante para darles la bienvenida con
una comida de reyes. Cuando se sentaron a la mesa Mary Lou lo hizo con
ellos, lo que indicaba que era como de la familia.
Matt no puso muy buena cara al ver lo que se iba a comer. —Bienvenidos a
Texas.
nunca.
Que maja. —Gracias, señora. ¿Quieren algo de postre? No he hecho
tarta, pero hay pastelillos de la confitería que ha traído la señora Martin.
acercó a toda prisa a recoger los platos. —¿No quiere que me quede para
ayudarla a colocar sus cosas?
—Muy bien.
Las mujeres se levantaron de la mesa. —Así que tenemos otro médico.
¿Y cómo es?
—Oh, pues no sabría decirte. No se relaciona mucho con los de aquí. Y
Vaya, debía ser importante porque su voz indicaba que lo era. Cuando llegó
a la habitación de la dueña de la casa la vio con un montón de ropa interior
Shirley sonrió a su amiga, pero al ver una bata morada la cogió. —Esto
no. Lo conservaré. Fue el último regalo de mi marido.
—¿Se la cuelgo otra vez?
—No, déjalo. Empecemos a guardar los vestidos que me pongo a diario,
tela. Tiró más y al sentir la presión sobre su clítoris gimió cerrando los ojos.
—Te noto ansiosa, nena. —Dio un paso hacia ella y tiró más de la tela
metiéndola entre sus pliegues y Cassady casi se puso de puntillas
sujetándose en sus hombros sin darse cuenta. —¿Lo estás? —Metió la
mano bajo la tela y acarició su sexo casi haciéndola gritar de placer. —Ya
veo. Pero lo que yo busco es especial. ¿Eres especial, preciosa?
Metió un dedo en su interior y Cassady abrió los ojos de la sorpresa. Él
la cogió por la nuca atrayéndola. —¿Me has esperado? ¿Tanto me deseas?
para ella que él. Cuando su dedo acarició el botón de su placer gritó en su
boca estremeciéndose entre sus brazos mientras todo estallaba a su
alrededor y realmente creyó conocer el paraíso. Él separó sus labios y la
abrazó mientras aún se sentía en el cielo. Mareada por lo que estaba
Sin dejar de mirarle fue hasta la puerta y se tropezó con una caja
tirándola al suelo. —Mierda. —Se agachó porque se había abierto y se le
cortó el aliento al ver un libro de piel granate con un símbolo en el centro
en dorado, que representaba un pentagrama. Un libro de brujería.
—¿Si, cielo?
—¿De quién son estos libros de brujería?
—¿De qué? —preguntó desde la cocina.
Apareció en la puerta con su amiga detrás y entrecerró los ojos. —¿De
Matt miró las seis cajas que había allí. —¿Mi abuelo era aficionado a
las artes ocultas?
—Hizo una tesis en su época de la universidad. ¿No está por ahí el
borrador de su tesis?
Sintiendo que se le erizaban los pelos de la nuca vio como abría el resto
de las cajas y sacaba una carpeta de anillas llena de papeles que se salían
por los bordes. —Ah, aquí está.
Shirley chasqueó la lengua. —¿Vas a leerla?
después.
—Tranquila.
—Como se entere el cura de que tenéis eso en casa… —dijo Mary Lou
preocupada.
—¿Te imaginas? Menudo sermón nos soltaría.
Se alejaron y ella sin soportarlo más le arrebató la carpeta de las manos.
—¿Qué haces? —preguntó asombrado.
—Esto como todos esos libros deberías tenerlos cuanto más lejos mejor.
—Estás exagerando.
—Te aseguro que no. El mal está en todas partes, Matt. Tíralos.
Él se enderezó. —No pienso tirar el trabajo de mi abuelo. Dame eso.
tenido sueños sobre esto? ¿Pesadillas en los últimos días? ¿Por eso tu
interés cuando crees que son tonterías?
Él separó los labios de la impresión. —¿Qué?
—¿Has soñado con tu vuelta al pueblo? ¿Con algo que te hace sentir
¡Devuélvemela! ¡Ahora!
Sabía que tenía razón y miles de ideas acudieron a su mente. —Por eso
te has acercado a mí, ¿no? Porque ellos te lo han dicho. ¿Te han dicho que
te he esperado? ¿Que te amo desde niña?
metiendo.
—Dame eso —dijo furioso.
Sus preciosos ojos verdes se llenaron de lágrimas. —El mal intenta
llevarte a su terreno, cielo. Sé que no lo entiendes, que crees que estoy loca,
pero aparte de mi hermana eres la persona más importante en mi vida y no
quiero que te dañen. Y lo harán si no puedo impedirlo.
—Sé cuidarme solo. No te lo repito más, dame eso.
Aún le quedaban los libros y no podía arrebatárselos todos. Alargó los
de salir. —Si que estoy algo loca, ¿sabes? Tengo un destino que no le deseo
a nadie y no he podido evitar quererte casi toda mi vida porque tú dabas luz
cuando solo había sombras. Pero hasta eso han ensuciado. —Intentó retener
las lágrimas. —Hasta eso me han quitado. —Salió corriendo y se subió a su
camioneta a toda prisa. Cuando arrancó miró hacia la casa sin querer y le
vio en el porche observándola. Sollozó girando el volante y aceleró a tope
haciendo derrapar las yantas sobre el asfalto.
Capítulo 7
preocupada.
—¿Que si estoy segura? Estaba tan ciega que creí que le atraía por mí
mal que encontrasteis esos libros y te diste cuenta. —Bedelia apretó los
—¿Crees que tanto han influido en él? Que tanto le han cambiado como
para que…
—Pueden conseguir lo que quieran. Un tío mío siendo un adolescente se
enamoró de una joven. Una vez la trajo de visita a una comida. Pensaban en
un futuro juntos. Ella se suicidó diez días después. Por eso nunca traemos a
nuestras parejas a la casa antes de que su amor sea férreo y toque la piedra
salió en el periódico…
La miró con sus ojos llenos de lágrimas. —No tengo otra opción. Jamás
Cassady cerró los ojos y vio el rostro de Matt antes de que la besara. Si
antes era una alegría pensar en él, ahora era una tortura porque sabía que no
a ti.
la seduce? ¿Nada más llegar? Soy la primera que quería que esto saliera
bien, pero es evidente que no tiene buena pinta y no voy a arriesgar la vida
¿Para que cometa la locura de acercarse a él, para que la convenza de que la
ama y que una noche enajenado le corte el cuello simplemente por hacernos
daño? ¿Por matar a una vigilante para hacernos más débiles, que es lo que
quieren, o porque quiera acercarse a la puerta? No, eso no va a pasar. No
pienso permitirlo.
sobre todo por darme el valor de hacerlo. —Sonrió con tristeza. —¿Pero
sabéis qué?
—Que durante esas horas en esa casa me he sentido más viva que en
—Más triste sería tener que incinerarla y meterla en una de esas urnas.
muertos?
Bedelia hizo una mueca. —¿No te habías dado cuenta de que la urna de
—¿Por qué?
—Son muchos.
—Todos los que dieron la vida por la piedra de una manera u otra.
Para intentar pensar lo menos posible, los siguientes seis días trabajó
como una loca. Cuando no estaba ante la piedra estaba en el taller y puesto
que ahora tenía más tiempo libre, porque Jessica hacía el turno de mañanas,
había empezado a esculpir otra vez. Viendo el torso que había sido su
último trabajo, allá en la época del instituto, suspiró. Cuantas cosas habían
que estaba haciendo ahora y lo cubrió con una tela húmeda. Cogió las tres
cajas de los encargos y salió del antiguo granero para ir hacia la ranchera.
—Tranquila.
Mary Lou bajó del coche con una bandeja en la mano y en ese momento
salió Ángel disparado hasta los escalones del porche para ladrar como un
trabajar más.
Sus ojos fueron a parar a Matt que salía del coche en ese momento. —
entender bien.
están en casa?
Las hermanas la miraron levantando las cejas y la mujer tuvo la
amable al traerme.
—¿Lo has oído, hermana? Es muy amable —dijo Bedelia con
cachondeo.
—Sí, hermana —dijo mirando esos ojos que no perdían detalle.
—Oh, por todos los clavos de Cristo. ¿Tengo que hablar contigo
mientras me achicharro al sol? —preguntó la mujer de mala manera—.
¿Desde cuándo se ha perdido la hospitalidad texana?
Jessica las miró de reojo antes de mirar a Matt. —¿Nos sentamos en el
porche?
—Traeré limonada —dijo Bedelia mirándoles con desconfianza—. Trae
esa sonrisa débilmente antes de mirar a Matt que se sentaba en el sofá que
crujió por su peso. —Me han acogido como a una más y pienso quedarme.
tradición familiar.
—Oh, y es una escultora maravillosa —dijo Jessica intentando
porque fuera a hacerle daño pues tenía mucha más fuerza que él, sino
porque su corazón sufriría más de lo que estaba sufriendo ya.
Mary Lou levantó una ceja interrogante y gruñó por lo bajo por lo que
diría de ellas en el pueblo. —Sí, claro.
Cuando dije que te fueras no era con intención de que no volvieras más —
siseó él.
que le mirara. —¿Es tiempo perdido, nena? —siseó—. Al parecer ese amor
que dices que me profesas es algo débil si te molestas por una estupidez.
dijiste —dijo cabreado—. Lo que es intrigante es que te des por vencida por
la tesis de mi abuelo.
—Matt suéltame.
de la maldad y como algo o alguien influía en los demás para una serie de
suicidios que hubo por la zona.
Cassady palideció porque conocía esa historia muy bien. —No sé de
qué me hablas.
—¿No? ¿Por qué crees que el pueblo se llama así, preciosa? Un sheriff
desesperado por la muerte de los habitantes quería espantar a los que
Los ojos de Matt brillaron. —Así que sabes de lo que hablo. ¿Y hace
cuánto que no pasa, nena? ¿Veintiséis años? ¿Cuando un tío tuyo perdió a
que es de las que he podido enterarme, pasa algo también muy intrigante. A
los pocos meses de que se casa el hijo o la hija mayor, sus hermanos o
hermanas se van del hogar y no vuelven por aquí. Y tú eres la mayor, ¿no?
Tú eres la que te quedarás.
por el horno, pero solo es una mentira para ocultar la verdadera razón. —Se
le cortó el aliento soltándola. —¿Qué ocultáis en esa casa que no dejáis que
entremos?
—Estás imaginando cosas.
—Y una mierda. —Se volvió y decidido caminó hacia la puerta.
—¿Qué haces?
—Averiguar lo que quiero saber.
Corrió tras él y cerró la puerta del granero poniéndose delante. —Nena,
aparta porque voy a entrar en la casa.
—Déjalo estar, por favor. Vete del pueblo y no vuelvas. Te harán daño
ahora que no van a conseguir lo que quieren.
—¿Y qué quieren? —gritó perdiendo la paciencia.
—¿Matthew? —preguntó Mary Lou al otro lado de la puerta tensándola
más.
Capítulo 8
pesado de marido y ahora eres un pesado de muerto con mala leche. Por eso
has acabado ahí.
—Y lo que te queda.
—¡Lo que te queda a ti de sufrir en las entrañas del infierno, capullo! —
Al soplar con tanta fuerza hasta llegó el aire frío hasta ellas.
—Qué pesado. Tenía que haberle despeñado con el coche mucho antes.
terminado, he terminado!
muchísimo y lo mereces.
—¡Tenemos psicóloga en la familia! —Jessica aplaudió. —A ver si nos
—Eso parece. ¡No salgas! —ordenó Cassady bajando los escalones del
Matt detuvo el coche ante ella y sonrió desde su asiento. —Hola, nena.
también?
Asombrada miró a Matt que bajaba del coche. —¿Qué has hecho?
Es propiedad privada.
autopista y tenéis las hectáreas necesarias. Hectáreas que por otro lado
vosotras no explotáis.
—¡Pero varios vecinos sí que lo hacen y no les cobramos por su uso con
—Pueden decir misa. Son vuestras y en dos meses del pueblo. Las
sacará a subasta para hacer una zona industrial que sea beneficiosa para el
ahí.
los ojos—. Ahora sí que voy a por la escopeta. ¡Esto es propiedad privada y
va por ti.
quitarnos la casa.
—No, hermana. Solo está jugando duro. ¿No es cierto, Matt?
todo, tú decides.
—¿Cassady?
teméis? ¿Por qué vivís así? ¿Por qué mi abuelo estaba convencido de que el
tierras seréis ricas y podréis vivir mil veces mejor que ahora! ¡Vuestra
una secta!
—Por eso lo voy a averiguar. ¿Me dejas pasar ahora o traigo a la policía
dijiste!
Matt se tensó. —Estoy hasta los huevos de esto. Voy a quitarte todas
—No Matt.
—Detenme si puedes.
—¡Matt no quiero hacerte daño!
Sin hacerle caso subió los escalones del porche de un salto mientras ella
fuerza tienes.
Pues eso no había sido nada. —Cariño, vete. —Le rogó con la mirada.
Entrecerró los ojos. —Y una mierda, ahora quiero entrar todavía más
—Pero yo sí.
La puerta se abrió y mostró a Jessica que le miraba fijamente. —Matt
—¡Dios mío, estáis de atar, pero esto lo voy a zanjar yo! —Cassady
puso la mano en su pecho deteniéndole. —Nena aparta. —Intentó moverse,
pero no pudo y puso todo su empeño, pero Cassady sin ningún esfuerzo
Al darse la vuelta y ver que tenía la cara roja jadeó soltándole. —Cielo,
¿estás bien?
Cayó de costado sin ser capaz de hablar hasta que unos segundos
después susurró —Hielo.
—¡Oh, Dios mío… que le has dejado eunuco! —gritó Jessica corriendo
hacia la cocina.
—Es que no tiene mucha práctica en tocar ahí, ¿sabes? —Bedelia puso
los brazos en jarras. —Hermana esa zona es muy delicada para los
color habitual ni sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. —¿Por qué me
haces esto?
—¿Demasiado rápido?
—Tienes que aprender a controlar tu fuerza —dijo inclinando la espalda
—¿De veras?
—Sí, se le puso negro y… —Con los dedos imitó un corte.
—¡Ángel no!
El perrito se calló en el acto.
—¿Ángel?
entrar y os convenceré de que no existe eso que os asusta tanto, sea lo que
sea!
—¡Eso, dejarle pasar y que vea de lo que se trata para que deje de dar el
coñazo! —gritó Jessica—. ¡En cuanto se le pongan por corbata cerrará el
pico por la cuenta que le trae!
—¡Si no han influido en él lo suficiente lo pondrás en peligro aún más!
entrecerró los ojos siguiéndola, pero de repente se volvió para mirarle a los
ojos sin disimular su angustia. —Pase lo que pase a partir de ahora, quiero
que sepas que te quiero. Y eso no es una locura.
Sonrió. —Lo sé, nena. Lo sé desde hace mucho.
—Te lo digo por si tengo que matarte, que no te creas que no te quiero
porque me enamoré de ti hace mucho, pero el trabajo es el trabajo —dijo
muy nerviosa.
Perdió la sonrisa de golpe. —Nena, bajemos.
Bedelia puso los ojos en blanco bajando tras ellos. Al llegar abajo
Jessica sonrió. —Que bien, la hora de la verdad.
—Menos coñas que estoy muy nerviosa. —Se volvió para ver que Matt
Sonrió irónico. —Lo que digas. —Caminó tras ella hasta ponerse ante la
puerta con cinco metros de separación y las chicas hicieron un pasillo
dispuestas a tirarse a él.
—No sé por qué nos ponemos tan nerviosas —dijo Bedelia—. No
podría moverla.
—¿Qué estoy mirando exactamente? —preguntó él con burla—. ¿Una
piedra sagrada? ¿Azteca?
—Casi —dijo Jessica sin quitarle ojo.
hasta mil cuatrocientos noventa y dos. La última cruzada fue sobre el siglo
trece creo recordar.
—Tiene que ser más antigua. Mucho más antigua.
—¿Por qué estás tan segura, nena?
—Por lo que hay detrás. —Gimió porque la miró sin comprender. —Es
una puerta.
—¿Se abre?
—Procuramos que no —dijo Bedelia.
Jessica.
—¡A mí no me influencia nadie!
—Dijiste que soñabas conmigo antes de venir. Fueron ellos, cielo.
—¿Ellos quiénes?
Las chicas señalaron la piedra. —Ellos.
—¡Vamos a ver, que detrás de ese peñasco no hay nada! ¡Solo tierra!
—Serán cabritos, ahora no dicen nada —dijo Bedelia mosqueada antes
de acercarse a la piedra y gritar —¡Sí, ahora callaos para intentar hacernos
pasar por locas, pero no aguantaréis mucho tiempo!
las bragas y me hizo gozar como nunca mientras tú te pudrías ahí dentro.
Me hizo gozar tanto que gritaba una y otra vez.
—Esto es ridículo —siseó Matt—. Nena conozco a un profesional…
—Shusss… —dijo observando a Ángel que tensaba el rabo.
se te parece en nada.
—¡Serás puta! —gritó Jimmy al otro lado golpeando la piedra. Jessica
puso las manos sobre ella—. Sabía que me la pegabas. Cuando te coja te
voy a destrozar, desmembraré tu cuerpo y te arrancaré la lengua mientras
dejo que todos los que están aquí te la metan ya que te gusta tanto. ¡Antes
de morir sufrirás tanto que rogarás a ese Dios que quieres tanto que te mate!
—Gracias, Jimmy. Sigues siendo tan estúpido como cuando estabas
vivo.
Matt parpadeó sin mover el gesto antes de mirar a Cassady que forzó
una sonrisa. Él carraspeó. —Vamos a ver, nena… Que creo que no lo
entiendo. ¿Quién era ese? —gritó demostrando que no estaba tan tranquilo
como parecía.
—El que te va a destrozar en cuanto te coja.
—Eres un bocazas, Jimmy —dijo otro tras la piedra—. Prepárate para la
que te va a caer en cuanto se entere de que has alterado sus planes.
—Siempre fue un metepatas —Jessica se echó a reír.
—¡Cállate zorra!
Un grito espeluznante se escuchó al otro lado y Matt apretó su mano
muy tenso. —Preséntate ante Satanás —dijo la voz de una mujer.
—¿Por qué?
reconoce.
—¿Satanás? ¿El Satanás que me imagino?
—El mismo —susurró—, el señor de los infiernos.
De repente soltó su mano como si le quemara y se llevó las manos a la
cabeza volviéndose. —¿Matt? —preguntó asustada al ver que palidecía. Se
acercó y tocó su espalda. —¿Estás bien?
—¡No me toques! —Al mirarla vio que sus ojos se habían oscurecido.
estaba en la pared y fue hasta allí para arrancarla amenazándola con ella. —
¡No me toques!
Cassady levantó las manos. —Cielo, no dejes que te dominen.
—¡A mí no me domina nadie! —gritó tirándose sobre ella mientras las
chicas gritaban.
El filo del hacha raspó su hombro cuando se apartó y Bedelia al ver la
sangre gritó tirándose a su espalda. —¡No le mates! —ordenó Cassady
agarrando su mano. Matt gritó de dolor cuando le rompió la muñeca —.
¡Aparta Bedelia!
Su hermana saltó dándole una patada con tal fuerza que le rompió una
pierna y Matt cayó al suelo. Cassady se tiró sobre su pecho y susurró
mirando sus ojos inyectados en sangre —Te amo —dijo sufriendo por él—.
Te amo.
Su respiración se detuvo y de repente gritó elevando el torso con tal
ímpetu que por poco la tira. Angustiada levantó la vista hasta su hermana.
—Solo tienes una opción, pero estarás arriesgando la vida de todos.
—Hazlo, Cass. No puedes rendirte. No dejes que ganen.
Los ojos de su hermana mostraban el miedo que sentía, pero aun así dijo
—Tú eres quien decide, tú eres la mayor. Tú eres la vigilante.
Sintiendo que su respiración se hacía más débil a cada segundo que
pasaba, se levantó de un salto y cogiéndole del brazo tiró de él hasta la
piedra. —Que Dios nos ayude —dijo antes de coger la palma de su mano y
pegarla al símbolo central.
Matt gritó mientras la piedra se congelaba y el hielo cubría su mano. La
muñeca se enderezó haciéndole gritar de dolor para que después pasara lo
mismo con su pierna. Sus ojos volvieron a su color y Cassady sollozó del
alivio al ver que su cuerpo se calmaba hasta que el hielo se derritió
dejándoles sobre un charco de agua.
Cassady soltó su mano que cayó al suelo y le abrazó. —Te vas a poner
bien, te vas a poner bien. —Besó su sien desesperada por oírle. —Te vas a
poner bien.
—Nena, que me ahogas.
Se apartó para mirar su rostro y vio que sonreía agotado. —¿Estás bien?
perderte.
—Estoy aquí. —La besó en el cuello. —Nena tenemos que ir al médico.
—Se apartó para rasgar la camiseta a la altura del corte para ver que la
herida ya no estaba. —Pero…
con él. Cassady estás indefensa ante su ataque. Después de pensarlo creo
que mi hermana tiene razón, voto porque se vaya.
Él la fulminó con la mirada. —¡Yo no me voy a ningún sitio!
Jessica frunció el ceño. —¿Crees que aún puede fingir? La piedra le ha
dado su fuerza.
—Nunca hemos tenido un caso así, no lo sabemos.
—¡Pues deja de decir estupideces! —Matt se levantó y cogió a Cassady
de la cintura para ayudarla. —Nena, ¿estás bien? ¿Te he hecho daño?
Una risa que ponía los pelos de punta hizo ladrar a Ángel y la casa
empezó a temblar con más fuerza que nunca. Ella se volvió apoyando las
manos en la piedra mientras su hermana gritaba haciendo lo mismo al otro
lado. Matt apoyó las palmas de sus manos colocándose a su lado y se
miraron a los ojos. —Empuja antes de que llegue el impacto. —Él asintió y
el sonido se acercó a toda prisa. —¡Ahora!
Los tres empujaron y el impacto hizo temblar la piedra. Sintiendo la
resistencia Matt gritó empujando y Jessica empezó a soplar. Él miró sobre
su hombro al sentir el aire helado y el grito de dolor del otro lado fue
¿Formo parte de esta familia o no? ¡Pues en las familias se hablan estas
cosas! ¡Y no me fío de ti!
—Ya entiendo, siempre la has tenido para ti y estás celosa.
Jadeó indignada. —Menuda mentira. ¿Por qué no te piras?
La abrazó con ternura. —Me apoyo en los dos, porque vosotros sois mi
fuerza.
—Te quiero.
—Y yo a ti.
Capítulo 9
—No se ha ido —dijo Jessica con la boca llena de patatas fritas de bolsa
porque con todo lo que había pasado ni la cena habían hecho.
Hizo una mueca volviéndose para ver que el niño se había dormido en
sus brazos. —Con todo el jaleo que hay en esta casa duerme muy bien.
con todo lo que había ocurrido con la llegada de Matt no es que lo hubiera
¿Qué es eso?
Jessica entrecerró los ojos porque aún estaban lejos y solo veía el
—¡Jessica ven!
—¡Y una leche, que me quiero enterar! —gritó siguiendo a Cassady
hasta el porche.
—Sí, jefe.
grúa.
Entró en la casa a toda prisa y Cassady le miró a los ojos. —¿A dónde
quieres llegar?
—Quiero saber. Debemos saber todo lo posible para sellar esa puerta
las voces. Fue culpa nuestra y por eso tenemos esta vida.
Él frunció el ceño, pero uno de los hombres se acercó. —Ya está, jefe.
—Matt…
Estoy lista.
viviendo una condena en vida por algo que no fue responsabilidad tuya y lo
voy a cambiar.
decía —Pero…
Jessica empujó con todas sus fuerzas, pero los seis contenedores no se
movieron. Matt hizo una mueca. —Doce toneladas no. Nena, ¿pruebas tú?
—Ella levantó una ceja. —Hazlo por mí…—Sonrió y le dio un beso en los
Jadeó antes de bajar los escalones a toda prisa. —Quita de ahí que os
voy a enseñar lo que es bueno.
manos en el borde del contenedor dijo —Bien, nena. Tenemos que medir tu
Asintió y miró al frente antes de empujar con todas sus fuerzas. Los
inundaba. Dio un paso y luego otro hasta que los seis contenedores se
de la fila.
podía con ocho toneladas. —¡Soy como Superman! —gritó Jessica dando
—¿Y tú, cielo? —preguntó Cassady—. ¿No vas a medirte? ¿Crees que
ganarás a tu mujer?
—Yo siempre voy a por todas, preciosa —dijo comiéndosela con los
ojos.
cuando le cogió el truco casi empujaba lo mismo que ella. Dejó caer la
corrió hacia él tirándosele encima. Matt riendo la cogió por el trasero. —Lo
creerse que aquello estuviera pasando. —Sí, nena… Estoy aquí y aquí me
voy a quedar, a tu lado.
que tenga que pasar el resto de mi vida sola, ¿no? ¡Quiero más
churumbeles! —Asombrado vio como fruncía el ceño sin dejar de mirar el
cielo. —¿No me contestas? Vale, espero una de las señales esas. —De
ojo. Sintiéndose más feliz que en toda su vida entró en la casa. Aquello
podía salir bien. Ella lo iba a intentar con todas sus fuerzas.
Menuda nochecita.
—¿Una pesadilla?
cargarlos…
—¿De veras? ¿Para qué?
cuarenta toneladas.
Levantó una ceja. —Pues sí, pero al parecer le siguen dando vueltas.
—¡Nena, ven!
Puso los ojos en blanco dejando la taza sobre la encimera mientras
Jessica soltaba una risita cogiendo la jarra para servirse un café. —Yo
vigilo.
—¿Entonces?
—Tu hermana me ha dicho que el otro día diste un salto espectacular de
—No habláis en serio. ¡En ese momento la adrenalina corría por mis
venas y me tiré desde la escalera!
—Por eso sabemos que la marca que hagas hoy podrás superarla —dijo
con esto cuanto antes. —Echó a correr con todas sus fuerzas y cuando se
lanzó se dejó llevar.
Superman.
Cassady con la respiración agitada se enderezó sintiendo que su corazón
casi se le salía por la boca al ver donde había caído. Se volvió lentamente
para mirar a Matt pálida y susurró —¿Qué está pasando?
forzó una sonrisa apartándose. —Hay mucho que hacer para averiguar hasta
dónde llegas. Hasta donde llegamos. Es importante.
Ella asintió y miró hacia donde miraba él para ver como su hermana
corría hacia ellos antes de saltar. Cayó unos pocos metros antes que ellos y
hay uno que es quien manda sobre todos los demás. Debajo de Satanás hay
otros que son los que denominamos fuertes y después están esos que oyes
empujan la piedra.
—Sí.
No lo sé.
—¿No sería lógico que el jefe fuera el que tuviera más fuerza para
hacerlo?
—Puede que lo haya hecho y no lo sepamos.
—Pero ahora somos cuatro y siguen intentándolo y cada vez con más
fuerza.
—Sí.
—Es extraño.
—Promesas, promesas.
Él se echó a reír. —¿Te he desatendido?
—Mucho, estoy disgustadísima.
—Te compensaré. Es que cuando me meto en un proyecto, este me
absorbe.
Puso los ojos en blanco. —Quien me mandaría a mí enamorarme de uno
de ciencias.
Matt le dio un rápido beso en los labios. —Esta noche, nena.
Ella puso los brazos en jarras. —Escúchame bien, cualquier cosa que
digan al otro lado de esa puerta es mentira. Siempre, ¿me oyes? Nunca y
cuando digo nunca es jamás te creas nada de lo que digan porque solo lo
harán con el único objetivo de que abras esa puerta. Que esto se te meta
bien en la cabeza, Bampton. Los que están al otro lado son asesinos,
violadores, personas de la peor calaña que lo único que han hecho en vida
es provocar sufrimiento a las personas que les rodean. Nunca te pliegues a
sus deseos, nunca les escuches en serio. Ignora todo lo que te digan y todo
irá bien. ¡Cómo entres en su juego, conseguirán volverte loco y terminarás
más!
—Vale.
Cuando se dio la vuelta Matt se levantó y le miró asombrada. —¿Ya te
vas?
—Nena, tengo mil cosas que hacer. —Le dio un beso en los labios. —Te
veo esta noche.
—¿Esta noche?
Las dos le miraron como si hubiera dicho un disparate. —¿Qué?
—Tienes que hacer tu turno, cielo. Ahora eres uno de los nuestros y lo
primero es lo primero.
Él gruñó —¿Turno de doce a seis de la mañana?
—¿Y cuándo vas a dormir? —preguntó pasmada.
—¿De seis de la tarde a doce?
—¿Y yo qué?
Él dijo algo por lo bajo sobre que a las mujeres no había quien las
entendiera y ellas jadearon indignadas. Entonces todos se pusieron a
discutir. Cuando Bedelia entró fue directamente hasta su plato y les observó
con la mirada. —Se hará así. Si las chicas quieren salir en algún momento,
nosotros haremos su turno y viceversa.
Jessica sonrió a Bedelia. —Eso significa citas, guapa. A ver qué pillas.
—Primero tiene que pillar mi hermana.
—Cariño…
—¿Tiene que darme el visto bueno? ¡Si me ha dado la fuerza esa!
—Eso se lo da a cualquiera que viva en la casa.
—Cuantas cosas tienes que aprender —dijo Bedelia por lo bajo.
—¡La voy a pasar! —Se volvió para salir de la cocina y gritó desde el
hall —¡Nos casamos mañana!
Asombrada miró a las chicas. —¿Ha dicho lo que creo que ha dicho?
Su hermana hizo una mueca. —No ha sido una pedida muy romántica
que digamos.
Entrecerró los ojos. —Pues no.
—Ponle las pilas, hermana.
Capítulo 10
que había empezado días antes. Al quitar la tela se sobresaltó al ver el rostro
de Matt retorcido de dolor y chilló levantándose tan rápidamente que tiró la
¿no?
—No, hace tres días cuando vino Mary Lou. Antes de llevar los
encargos… Mierda, al final no llevé los encargos. —Se pasó la mano por la
—Igual es por el dolor que iba a pasar ayer cuando le rompí la pierna.
—Seguir adelante. Como decía mamá eso es lo que tienes que hacer y
eso es lo que harás si llega el caso. —Sonrió con dulzura. —Yo no me iré a
ninguna parte.
—Te quiero.
—Yo más.
entero y lo tiró al cubo de la basura. —Bien, ¿y ahora qué hago? Uy, tengo
como se acercaban a ella por la espalda. Echó más mica dorada y verde
cuando sintió unos brazos que la rodeaban. Sorprendida miró hacia atrás y
Gimió por dentro porque parecía que le hacía ilusión. —Sí, cielo. Es
importante. Todos tenemos una por si llega el caso.
funeraria!
—¡Nena!
—Yo también tengo una —dijo señalando el estante donde había tres.
—Mis antepasados decían que así los antiguos vigilantes nos protegían.
puñetera piedra!
—Cielo, ¿por qué no te vas a dormir un poco que te veo algo alterado?
caso de que me caiga un rayo me meterás ahí? ¡No, claro que no, porque no
habré pasado la prueba!
paso. Gimió de placer sin poder evitarlo y él apartó su boca. —Sí, nena…
—dijo mostrando en sus ojos su deseo, dejando caer su ropa al suelo antes
de atrapar sus labios de nuevo. Desesperada por más llevó sus manos a su
camisa rasgándola por los botones y tirando de ella hacia atrás para
temblaba bajo su trasero, pero solo quería sentirle, así que se aferró a él.
Matt deslizó su miembro por su interior hasta casi abandonarla para entrar
embestida ese placer la volvía loca hasta creer que perdía la razón. Matt
—Guau.
Matt sonrió. —¿Eso es lo que vas a decir? Ha sido más que guau.
Rio por lo bajo. —Sí, nena… Eres muy buena en esto y tengo la suerte
impaciente.
día.
Perkins.
Su amiga estiró el cuello hacia el sótano antes de mirarla para intentar
asombrada.
—¿Qué?
casa!
Suspiró volviéndose. —Cariño, ¿no has ido al ayuntamiento?
—Joder, se me olvidó.
—Pues que no se te olvide —dijo Bedelia—. ¡Porque como nos quiten
la casa se va a liar muy gorda! ¡Porque nuestra misión, para lo que nos han
contenta.
Cassady cogió su ropa y empezó a vestirse a toda prisa. —Mierda.
—Nena, lo solucionaré.
Dejó caer la camiseta por su cuerpo antes de mirarle y sonrió. —Te
espero en la casa, tengo que hablar con ella.
—Sí, preciosa.
Se empezó a vestir y cuando recogió los pantalones de debajo de la
mesa apretó los labios al ver las urnas funerarias. Se agachó para coger sus
zapatos cuando vio su busto en la papelera. Levantó una ceja por su rostro
retorcido de dolor antes de mirar las urnas de nuevo y gruñó antes de sisear
—Esto es una puta locura.
para construir el edificio para mis ingenieros, no las voy a usar! ¡Sí, ese
estudio se hubiera hecho si me hubieran permitido el acceso, pero estaban
cabo el proyecto!
—Uy, uy que esto no tiene buena pinta —dijo Jessica—. El alcalde no
—Esto no puede estar pasando. —Se tapó la cara con las manos
empezando a sentirse superada por los acontecimientos.
—¡Tendrá noticias de mis abogados porque ahora pienso apoyarlas para
Texas si es necesario, pero no puede perder esas tierras, ¿me has entendido?
¡Te quiero aquí mañana!
con fines empresariales. Pretende que compita con otros para forrarse. El
muy cabrón… —dijo cabreadísimo—. Espera que le coja.
que ya tenemos.
Sonrió malicioso. —Nena, te aseguro que sé vengarme de mis enemigos
sin que se den cuenta. Ese cerdo va a perder hasta la camisa y terminará
pidiendo en la puerta de la iglesia como me llamo Matthew Bampton.
Joder, es mi madre.
—Cariño, dile que te mudas.
pueblo.
Se escuchaban los gritos desde allí. —Veo que te lo estás tomando muy
bien.
Las chicas soltaron una risita, pero Cassady frunció el ceño. Lo que le
faltaba era tener problemas con la suegra y que metiera la nariz donde no
debía.
perder ni un día más. Mañana a las cinco. Si quieres estar allí perfecto, me
alegraré mucho. Sino lo sentiré enormemente, pero la boda seguirá
seguramente pensarás que estoy influenciado por ellos, pero lo que sí voy a
decirte es que cuando pasabas ante mi casa siendo casi una niña mi corazón
estás. No me lo podía creer y tus ojos decían que seguía siendo importante
para ti. Pero no entendí tu actitud frente a la tesis del abuelo y en ese
porque lo que se decía de tu familia puede que fuera cierto y me aferré a eso
para acercarme a ti de nuevo. Y ahora hemos llegado a este punto y no
pienso dar marcha atrás. Por eso… —Metió la mano en el bolsillo del
pantalón y sacó un anillo de compromiso precioso. —Cassady Elisabeth
mismo, pero esa zorra me descubrió. Mira donde he acabado por dejarme
llevar. No puedo consentir que cometas los mismos errores que yo. Has
leído los diarios, ya sabes cómo solucionar esto. Hazlo.
Pálida caminó hacia atrás subiendo los escalones, pero el primero crujió
bajo su peso y Matt se volvió de golpe para verla. Sonrió. —Buenos días,
cara.
Sintiendo que su corazón quería gritar de la rabia dijo —Stevie no ha
pasado buena noche.
—Sí, le he oído. —Alargó la mano y ella la miró. Su instinto le dijo que
tenía que averiguar lo que se proponía y le miró a los ojos antes de bajar
varios escalones para cogerla mostrando su anillo de compromiso. Su
corazón lloró por él mientras Matt tiraba de ella para cogerla en brazos. —
¿Lista para la boda, preciosa?
—Aquí no hay nada. Los hemos leído mil veces —susurró su hermana
de su abuelo y fue hacia atrás para verla de nuevo, pero entre esas dos hojas
su madre había escrito en ese espacio en blanco.
—Mira. —Bedelia mostró unas manchas en las esquinas. —Las hojas se
pegaron con la tinta y mamá debió aprovechar para escribir en medio
cuando se separaron.
—¿Y volvió a pegarlas? Porque cuando leí el diario esto no estaba aquí.
—Se pegarían de nuevo. —Bedelia estiró el cuello. —¿Qué dice?
Bajó la vista hasta el diario y se le cortó el aliento. —Es una carta para
mí.
empecé a tener esos sueños tras tu nacimiento, hija, no supe lo que era el
verdadero terror.”—A Cassady le dio un vuelco el corazón. —“Durante
siglos hemos custodiado la puerta creyendo que debíamos evitar que
salieran, pero nunca ha sido así. Nos teníamos que haber preparado para
el fin. Quería que aunque fuera durante unos años os sintierais seguras,
felices a pesar de la vida que os he dado. Tenía que haberme ido hace
mucho. Tenía que haberme alejado para que al menos esos años hubierais
tenido una vida normal, pero no fui capaz de hacerlo temiendo lo que me
ya no. El señor tiene otro destino para mí, pero esté donde esté y si ese día
llega estaré a vuestro lado. Te quiero, hija. Os quiero más que a nada en la
vida y os estaré esperando. No temáis, el señor proveerá.”
—Dios mío —susurró Bedelia pálida.
—Eran sueños.
—¡Estaba convencida y no nos dijo nada!
—Baja la voz. —La miró fijamente.
—Tenemos que matarle. Él forma parte de esto.
—¡Cállate y siéntate!
Su hermana lo hizo en el acto y ella volvió a mirar las páginas del
diario. —Esto no puede ser. No está sucediendo.
—Cassady abre los ojos.
tenía una de las cuatro espadas de oro mal iba a deshacerse de ellos. Eso le
dijo.
Se miraron a los ojos. —El abuelo le preguntó con burla que dónde
podía encontrarlas.
esta misma noche mientras dormía. Tú lo has dicho, ahora tiene la fuerza
para enfrentarse a nosotras y no nos ha quitado del medio.
—Si acaban de darle instrucciones no ha tenido tiempo.
Ella miró el diario. —Si seguimos las pistas, debemos seguirlas todas y
caídos según la Biblia, ¿no? Sus guerreros más fieles, sus favoritos, los
encargados de velar por el bien de la humanidad, ellos portaron las armas y
velaron porque se cerrara la puerta. —Mostró la piedra con sus manos. —
Ellos les sepultaron para que no volvieran al cielo ni se relacionaran con los
hombres nunca más.
—Sí, ¿pero dónde están las armas? Como no nos lo diga el de arriba…
—Pero es que tenemos un ángel entre nosotros, así que de alguna
manera han sabido que necesitamos ayuda. Ahora seguramente enviarán
refuerzos, enviarán las armas… Tienen que ayudarnos. Ahora que lo
por lo que parecía una lanza. La punta estaba hacia abajo y dio un paso
atrás siguiendo su dirección. Otra lanza bajo la cruz señalaba hacia abajo.
—¿Qué?
Se volvió para mirarla. —Lo sabían, sabían lo que mamá escribió en ese
—El sol, la luna. El eclipse… las armas… —Se llevó las manos a la
cabeza. —Pero entre todas esas armas solo las lanzas apuntan hacia abajo.
Hacia abajo…
—O eso creíamos.
—Traeré la maza.
Ella cogió su mano y negó con la cabeza. —No, espera. —Elevó la vista
llega.
—Igual ahora que lo saben arriba le cae un rayo y nos ayudan en eso.
Palideció apretando los labios y su hermana la abrazó.
nos cree ciegas a lo que está pasando. Querrá que estemos indefensas,
intentará matarnos o evitar que estemos cerca de la puerta cuando llegue el
pensar muy bien qué vamos a hacer, no podemos cometer un solo error. De
momento no le digas nada. Además, no quiero que se asuste o tema por el
niño. Hasta que comprobemos si pueden mover la piedra y que lo que dice
ayuda al estar agobiadas y solas, o puede que no y que todo haya sido un
comprobar su reacción.
—Y por ti. —Cogió sus manos. —Si ves algo raro alrededor de la casa
—¿Una misión tan importante y que han esperado durante tantos siglos?
No, deben tener cómplices. Como ese abogado que se supone que llega hoy.
Cuidado, hermana.
Los ojos de Bedelia brillaron de rabia. —Tranquila. No se acercarán a la
necesitamos?
Su hermana la miró comprendiendo. —Eso. ¿Por qué llevamos
empujando desde hace tanto para nada? El primer vigilante debió tener una
razón poderosa para tirarse a empujar, ¿no? Y que después los demás
hiciéramos lo mismo. Puede que mamá estuviera equivocada.
¿Lista?
poniendo las manos sobre ella empujando con todas sus fuerzas. Unos
gritos se elevaron al otro lado y de repente Cassady sintió alguien tras ella.
Asustada miró hacia atrás para ver como Matt ponía las manos sobre su
cabeza mientras Jessica en las escaleras les miraba fijamente antes de
empezar a soplar. Matt empujó como ellas y los gritos fueron cesando poco
a poco hasta que después de unos segundos se hizo un silencio sepulcral.
estaba muy equivocada. Podían salir y seguramente con esa prueba habían
¿Estás bien?
—Sí. —Sin saber ni cómo reaccionar se dejó abrazar. ¿Y si había
Jessica se acercó y a toda prisa cogió una escalera que tenían allí para
ponerla ante la puerta. Matt dejó de abrazarla y se subió a la escalera para
—No creo que haya sido eso. —Se bajó evidentemente preocupado. —
Este ataque ha sido el peor que he visto.
habían intentado con fuerza. Cassady se pasó la mano por la frente mientras
su prometido decía —Es evidente que cada vez lo intentarán con más
y así evitar que se mueva mientras la prensa esté encendida. Eso os liberaría
a todas.
más o menos.
Dejó caer los hombros de la decepción. —¿Un mes?
¿Me pongo con ello? Como mínimo os ayudará a estar más tranquilas.
Podemos hacer una prueba y si no funciona no seguimos adelante y
—Uy, sí… Lo poco que he dormido he soñado con Brad Pitt. —Soltó
una risita. —Mira que me lleva unos añitos, pero encantada me tenía.
cogiendo de atrás una caja blanca muy grande y otras dos más pequeñas. Se
acercó al porche con una sonrisa. —¿Cassady Perkins?
—Lo mismo digo —dijo distraída al ver que una de las cajas traía una
Apartó las otras dos y cogió la tapa con ambas manos tirando de ella.
Un papel de seda rosa cubría su regalo y lo apartó con cuidado para ver un
maravilloso encaje en blanco. Sorprendida miró sus ojos. —Pero…
Sin poder evitar ilusionarse sacó el vestido de novia que era una
falda que debía llegarle por las rodillas caía desde la estrecha cintura. Era
enterarme de la talla, espero que no te importe. No soy muy bueno con esas
cosas.
en su boda, lo dejó con cuidado sobre la caja y abrió otra mostrando unas
él salía un pequeño velo que cubriría parte de su cara. —Oh, que delicado.
—Sí que tenía. —La abrazó por la cintura. —Quiero que nuestro día sea
especial.
Cassady pasó las manos por sus hombros mirándole a los ojos. Lo que
tenían no podía ser fruto de una mentira, el destino no podía ser tan cruel.
Tenía que amarla, tenía que hacerlo, y si había decidido pasarse al otro lado
ella haría que volviera al redil y se arrepintiera. Lo haría, lucharía por los
dos por cómo le amaba y por todo lo que podían llegar a tener en el futuro.
No se rendiría.
la cocina.
yo a ti.
Matt se echó a reír. —Tienes razón. —La besó suavemente en los
—¿Nos ponemos a ello, Bampton? —Sin dejar de mirar sus ojos dijo —
mi parte.
—¿Y lo de su abuelo?
—Se volvió dejando la taza sobre la mesa que estaba llena de los platos del
solo quieren que no confíe en él? Sabemos que son muy listos. ¿Y si lo han
sé.
perspectiva.
del agua. Cuando se volvió Bedelia llegó con un block grande que Cassady
usaba para sus bocetos y lo puso sobre la mesa. —Veamos. —Hizo una
después de ser expulsado del cielo para siempre. Según la biblia hubo una
lucha con los arcángeles que les expulsaron a él y a los suyos para que
dejaran de joder. Alguien tuvo que cerrar la puerta, así que suponemos que
Los aztecas o los mayas encuentran la puerta por alguna razón que
desconocemos y por algo que les asustó hicieron los grabados. Y esos
sabemos nada.
—Pero en los diarios…
símbolos. —¿Y si ellos les oyeron y eso fue lo que les asustó? ¿Y si cuando
nuestro antepasado desenterró la piedra no escuchó nada porque los de ahí
dentro sabían que estaba intentando abrir la puerta? Pero algo pasó que les
delató y entonces vino todo lo demás.
—Muy bien, pongamos en duda esto también. —Hizo una marca mucho
jugó una mala pasada. La verdad es que viviendo de niña entre todo esto es
como para volverse loca. —Hizo una mueca. —Sin ofender.
Cassady sonrió. —No nos ofendemos, tienes razón. Además, ella creía
algo que no es cierto.
—¿El qué?
—La puerta se puede abrir desde dentro.
—Oh, ¿y dudabais de ello?
Jessica sonrió. —Es que soy maja y les caigo bien a todos. ¿Qué le voy
a hacer? Soy irresistible. —Se levantó con el bebé en brazos. —Voy a darle
—¿Qué?
Dejó la taza sobre la mesa y corrió hacia las escaleras bajando los
escalones de un salto para llegar hasta los diarios. Sacó el libro donde se
relataba la muerte de su abuelo y pasó las hojas a toda prisa. —Luna llena.
Tan grande que se veía muy cerca de la casa, eso escribió mamá. —
Cogiendo otro diario dijo —Comprueba si la muerte de mamá fue en luna
llena.
Su hermana cogió su móvil introduciendo la fecha. —Sí, era luna llena.
había enterado de todo. Estaba claro que allí no se podían guardar secretos.
La cabeza de Jessica apareció de repente. —No es el primer eclipse de sol
día.
Su hermana metió las palabras claves en el móvil mientras Jessica
nosotras.
Apretó los labios. —Llevan esperando siglos que ocurra. El eclipse
tiene que ser completo justo en ese momento en que salgan. La oscuridad se
apoderará de nosotros y ellos aprovecharán para salir como las alimañas
que son.
Jessica les miró asustada. —¿Qué coño me estáis contando? ¿Que van a
los nervios antes de mirarlas—. Las tomará, ¿no? ¡Esto no puede ser el
Apocalipsis!
—El Apocalipsis. —Sin aliento negó con la cabeza antes de mirar a su
hermana que estaba pálida. —¿Crees que el anticristo ya está entre nosotros
predicando su palabra?
—Viendo las noticias que hay todos los días en la televisión no me
extrañaría, la verdad. Los gobiernos cada vez son más corruptos e
señor, entonces no creo que Satán le necesite. O puede que sea él mismo
ángel caído quien guie a los débiles de corazón como un nuevo profeta en
tenemos que evitar es que salgan de ahí, no tiene que importarnos lo que
pase después porque ni estaremos vivas.
entre los bordes de dos piedras. Mirando a su hermana empujó hacia abajo
levantando la piedra. Jessica la agarró y la puso a un lado. Al cabo de unos
minutos el suelo alrededor de la puerta estaba despejado y solo había tierra.
mostrando el largo filo del tamaño de su antebrazo que brilló con la luz del
sol que entraba por las pequeñas ventanas. Sintió algo indescriptible, su
fuerza se multiplicó y su corazón supo que esa arma era suya. —Coged las
vuestras —dijo con autoridad.
—Rápido, poned las otras piedras y solo dejad esta parte al descubierto.
Tiene que estar a punto de llegar de recoger su ropa de casa de su madre. Y
esconded vuestra espada hasta ese día. Que nadie la pueda encontrar, ¿me
habéis entendido?
—Sí, Cassady.
—Daos prisa.
Fue hasta la escalera cuando se escuchó un grito espeluznante al otro
lado, pero sus chicas estaban allí. El impacto contra la piedra fue brutal y
observó desde la escalera como su hermana con una sola mano lo detenía.
Jessica sopló alejando al demonio que estaba al otro lado. —¿Creéis que
están así de pesados porque se acerca el momento? —preguntó Bedelia.
—Seguramente. Deben estar impacientes —dijo Cassady con burla.
pilló que fueron unos vaqueros cortos y una camiseta. Por si la necesitaba
cogió su espada y con paso firme salió de la casa. Bedelia la vio pasar desde
la cocina y desde la ventana observó como se subía a su camioneta. —
Suerte, hermana.
Capítulo 12
Matt por allí. Abrió la puerta y cuando se bajó decidió no coger la espada
por si estaba exagerando, así que la puso bajo el asiento y cerró la puerta.
Rodeó el vehículo por delante y vio que alguien dejaba caer una cortina en
el salón. Caminó por el sendero y subió los escalones del porche.
—Claro que sí. Ha sido el gato que al fin ha llegado de Nueva York y se
—Oh… —Dio un paso hacia ella. —¿Puedo conocerle? Seguro que nos
llevamos bien.
—No le gustan los extraños. ¿Qué problema tienes con la boda? —Sus
chico de oro se casaba con una de las raras del pueblo, que además no tenía
—Sí tengo. —Al mirar por encima de su hombro vio un libro sobre el
aparador al lado de su foto con Matt. Era uno de los libros del abuelo de su
parar a los de esa mujer y entonces supo que era ella quien estaba detrás de
—¡Mientes, qué has hecho con él! —La tiró al suelo y gritó —¿Matt?
Matt, ¿dónde estás? —Fue hasta el salón y se detuvo sorprendida al
ella no les viera desde la entrada, entre ellas la madre de Jessica, el alcalde
y lo que la dejó de piedra, el cura del pueblo al lado del sheriff. Se miraron
los unos a los otros sin saber qué hacer. —Vaya, vaya. Si están aquí las
fuerzas vivas del pueblo. ¿Organizando otra fiestecita? Creo que me voy a
unir para que luego no digan que soy huraña con mis convecinos. —Puso
—¿Grosera? No has visto nada, zorra. —Dio un paso hacia ellos y vio
nuevo? —El tipo palideció. —Sí, veo que lo sabe… —siseó con rabia—.
llegar al sheriff y me escondí para escuchar lo que decían. Madre, ahora que
—Hijo…
idiota.
—Ya veo quien manda. —Cassady puso los brazos en jarras y se volvió
por lo visto por mucho que dices que me quieres no te importo tanto como
Él sin hacerle caso miró a los presentes. —¿Quien más está metido en
esto?
—No sé de qué hablas, hijo. Era una reunión para recaudar fondos para
la fiesta de septiembre.
Miró de reojo a Mary Lou que apretó los labios con fuerza y ambas se
el símbolo que ella tenía en el pecho. Se le heló la sangre al ver las fotos de
cuchillo que parecía que tenía sangre. —¿Qué pensabas hacer, matar a tu
es vuestro futuro.
—El de todos —dijo su madre orgullosa—. Será su mano derecha. Su
con una vida de éxitos. —La miró furiosa. —¡Pero tenías que interponerte
mujer para que estés de su lado, pero solo te ha mentido. Debes escucharme
—Me habla por las noches, me dice lo orgulloso que está de ti. Solo
necesita una última prueba. Mátala, mátalas a todas y todo será tuyo. Le
recibiremos con los brazos abiertos —dijo ilusionada—. Será el fin de una
tengo!
—Ah, entonces son desvaríos suyos.
los que le han hecho triunfar, nuestros sacrificios y nuestra entrega. —Miró
los ángeles del señor. Listo, sibilino, malicioso, mentiroso… Ni que fueras
hijo suyo.
Cassady se tensó. —¿Hijo suyo?
me convenció!
—¿De qué?
—¡De que en el pueblo estaba la puerta del mal! Que una vez siendo
era, pero entonces escuchó una voz que procedía de su interior y salió
corriendo sabiendo que era el mal. Eso empezó a obsesionarla y no dejaba
de hablar de ello. ¡Compró algunos libros e hizo que los leyera yo!
Entonces se enteró de que el abuelo de Matt había hecho una tesis sobre el
mal en el pueblo y quiso leerla. Venía a esta casa y le pedía libros. —Miró a
hablando. —Pero no fue hasta que nació Matt cuando nos dimos cuenta de
que era especial.
—No fue hasta que apareció tu padre hasta que no nos dimos cuenta de
su misión —dijo el sheriff a Cassady que apretó los puños por la furia que
—Dios mío…
—Entonces naciste tú —dijo Shirley sonriendo diabólicamente—. La
ti misma si es necesario. Pero todavía tendrían que pasar años para que se
acercara a ti y te sedujera para acercarse a la puerta. Antes Matt tenía que
irse, no le habíamos contado nuestro secreto y tenía que madurar para
mi tarea que es cuidar de la mano derecha de nuestro señor. Guié sus pasos,
le aconsejé y cuando fue necesario regresamos para estar preparados en el
—Cariño has tenido sueños sobre esto toda la vida. En el fondo sabías a
lo que estabas destinado.
Se le cortó el aliento porque por su rostro vio que tenía razón. —Por eso
no saliste corriendo cuando te lo conté todo —dijo Cassady—. Ya lo sabías.
—No, miente.
—¡Lo aceptaste muy rápido! —Palideció dando un paso atrás. —No me
nadie!
—Mátala hijo. No la necesitas. Ya sabemos todo lo que pasará y cuáles
son sus puntos débiles, no es necesaria. Morirán ella y las demás, hazlo
ahora y vayamos a la casa para preparar su llegada.
—¡Cállate!
—No claudicará —dijo el padre Murdock por lo bajo.
tu sacrificio? ¡Tu padre sí que se sacrificó dando la vida por ti! —Matt
palideció dando un paso atrás. —Él sabía que eras especial y cuando
cumpliste trece años quiso entregar su propia sangre para darle las gracias
como él merecía. Y lo hizo con orgullo.
¿Por qué no van a tener razón en que soy especial para él?
Sintiendo que el miedo la recorría dijo —Eres especial, lo eres para mí.
hecho que puede que no te gusten y creyeras que no soy la persona indicada
para vigilar la puerta —siseó—. ¿Me matarías para que no se descubriera
vuestro secreto? ¿Me caería un rayo? Igual debería ponerme de su lado ya
vuestros deseos!
Se le retorció el corazón por el dolor que destilaba su voz.
la gana.
Todos miraron a Shirley. —Dijiste que le dominabas con tu dedo
sepan, ¿por qué no les dices cuando dejé de hacerte caso? ¿Cuando seguí
con mi vida dejándote atrás?
cuando me dijiste que tenía que pegar al niño del vecino porque el padre te
había dicho que tenías que podar los setos que estaban inclinando su valla.
—Están como cencerros —dijo molesta antes de mirar hacia abajo para
ver que Mary Lou tenía el cuchillo del pentagrama en la mano y chillaba
como una loca antes de intentar clavárselo en el muslo, pero cuando la
punta llegó a su carne esta se dobló como si fuera de mantequilla.
Asustada levantó la vista hasta su rostro. —Tu padre nos mintió.
hacia él gritando —¡Haz algo! —Matt cayó de rodillas dejando caer el arma
y se le detuvo el corazón cuando empezó a salir sangre de un agujerito que
tenía al ras del pelo sobre la frente. —¡No, no! —Aterrorizada se arrodilló a
su lado tapando la herida mortal. —¡No, no pienso permitirlo! —Besó su
se ha perdido. Se acabó.
—Sí que se acabó —dijo ella antes de cogerla y tirarla contra la pared
con tal fuerza que hizo un agujero cayendo al hall. El alcalde intentó
escapar saltando sobre Matt, pero una de sus alas le dio un golpe tirándolo
polvo miraban sus alas con los ojos como platos, pero fue su amiga la que
dijo —Se pondrá bien. Dale unos minutos.
La creyó e impaciente se apartó para mirar su rostro. Cuando movió
ligeramente los párpados antes de abrirlos mostrando esos ojos grises con
los que su corazón se había alterado desde niña, la alegría fue tan inmensa
que le abrazó de nuevo. —Gracias, gracias…
—¿Nena?
—Te pondrás bien.
—¿Qué ha pasado?
Se tensó con la pregunta y se apartó para mirar su rostro. Entonces
recordó a Jessica y a su madre. Dios, cómo se lo decía. Giró la cabeza hacia
su amiga para ver a un tío lleno de escombros sentado en el suelo con una
mordaza en la boca mirándola como si no se lo creyera. Se levantó en el
que se acercara?
—Sí, pero… —Su hermana se sonrojó. —Como decía insistió mucho
y… Es que es muy guapo.
Asombrada se volvió hacia su hermana mientras Matt y el tipo ese no
—Tienes alas.
—Oh… —Miró hacia atrás y tocó una pluma tan blanca como la nieve.
—Qué bonita.
—Ya sabía yo que nos saldrían alas —dijo Jessica fastidiada.
Gimió volviéndose hacia él golpeando con las alas a las chicas que
cayeron sobre la cama. —Lo siento. —Sonrió a Matt. —¿Sí, amor?
—¿Has matado a mi madre?
Mierda. —Ibas a hacerlo tú.
—¡Pero no lo hice! —gritó en su cara.
—Hijo, esta mujer no me gusta para ti. Solo tenías que seducirla y
matarla, mira que no hacerme caso.
—¡Calla mamá!
—No le hables así a tu madre —dijo el cura haciendo que las chicas se
miraran asombradas.
—Eso debería ser delito —añadió el sheriff. Jessica se golpeó la frente.
—Espero que el próximo alcalde os quite las tierras.
controlado.
—¡Controlado! —gritó Matt furibundo—. ¡Y qué vamos a decir cuando
venga el FBI por el asesinato de medio pueblo y vea eso! —dijo señalando
el agujero.
besito de reconciliación?
La miró como si le hubieran salido cuernos. —¿No? Mira que después
puede ser tarde.
—Bedelia, ¿quieres centrarte? —preguntó exasperada—. Tenemos un
—Gracias, amiga.
—De nada, para eso estamos.
Se miraron a los ojos mientras Cassady extendía las alas de nuevo. —
Piensa en ellas, es todo lo que necesitas.
rosales y a toda prisa corrió hacia allí para ver un agujero que mostraba la
puerta. Su amiga estaba cavando a una velocidad de vértigo mientras
Charlie la observaba con los brazos en jarras y Ángel sentado al lado del
—Me ha dicho que haga espacio —dijo como si nada sin dejar de cavar.
—¿Te lo ha dicho?
pensándolo bien tiene razón porque cuatro con las alas extendidas no
cabríamos en el sótano.
—Es cierto —dijo Charlie—. Habrá que derribar toda la casa.
prometido?
Ella fue hasta el granero y encendió la luz. Trasladó las vasijas hacia un
rincón y las mesas a un lado. Cuando iba a coger la papelera vio el rostro
arrepentida.
—¿Por qué?
—Porque creí que pensarías que era una señal de que no era bueno para
perdonas?
Sonrió con tristeza. —No puedo culparte por algo que fue
—No quiero que vuelva por la puerta. —El dolor que expresó su rostro
le cortó el aliento a Bedelia. —Quiero que vuelva por mí. Por mí.
volaba al verle.
—Daos prisa, tenemos mucho que hacer.
sótano que era seis veces más grande que antes. Charlie agotado se dejó
Charlie.
Está protegido.
—Y que lo digas.
—No puedo creerlo todavía —dijo Charlie divertido—. ¿En qué jaleo
—Estás enfadado.
—Sí.
—O eso creías.
La miró de una manera tan fría que le cortó el aliento y sin que le
volvió sabiendo que había perdido su confianza. Y lo que era peor no sabía
ojo, se acercó a los chicos que hablaban al lado del agujero. —Sí, creo que
llenaría de agua.
probable que llueva como que los cerdos vuelen. —Dio un paso hacia él
ayudar.
Matt la miró con ganas de soltar cuatro gritos y fue hasta el granero.
Dejó caer los hombros porque imponer su autoridad ahora no era lo ideal
para su relación, pero mejor dejar las cosas claras cuanto antes.
—Charlie…
—¿Sí, jefa?
la puerta.
Bajó la pendiente para acercarse. —Lo sé.
—Tiene un cabreo… Y parece que cada minuto que pasa va a peor.
Cuando le sustituí pareció molesto porque lo hiciera yo. Igual quiere que
hables con él.
Su hermana apretó los labios. —Lo que digas, hermana. Pero yo daría lo
que fuera porque Charlie sintiera eso por mí. —Soltó su mano. —Voy a
desayunar algo.
Sola ante la puerta puso los brazos en jarras mirando los símbolos. Se
agachó cogiendo la tierra y la metió por los símbolos para taparlos, pero
necesitaría agua así que se volvió. —¿Jessica? ¿Bedelia? —gritó bien alto.
Genial ahora tenían un problema de comunicación—. ¿Hay alguien ahí?
mediodía.
Vaya, ¿cachondeo? —¡Trae un cubo de agua!
estaba Matt sobre ella con el cubo vacío. —¡Era para hacer barro! —gritó
empapada.
—Oh…—dijo con cara de sorpresa antes de sonreír—. Pues ahí lo
¡Gracias!
—De nada, preciosa. Tus deseos son órdenes para mí. Si necesitas más
agua no dudes en pedirla que hasta puedo traer la manguera y hacerte una
piscinita.
Cuando se alejó farfulló por lo bajo lo idiotas que eran los hombres.
—No lo sabes bien —dijo su suegra al otro lado—. Mi marido a veces
menos?
—Lo dudo —dijo Cassady—. Con lo bruja que eras para él sería un
labios mientras ella continuaba —Seguro que está enfadadísima contigo por
lo que has hecho.
—Mira quien fue hablar. Mi hija me quiere al contrario del tuyo que no
te puede ni ver. Menudas trolas me metías sobre tu niño. ¡Pues míralo!
¡Arcángel!
—¡Como la tuya, guapa!
hablar con el director del instituto porque le pillaron con hierba? ¡O cuando
tuviste que tapar el embarazo de aquella chica! —A Cassady se le detuvo el
alas!
—Menudo hijo de Satán nos estabas vendiendo. ¡Fullera!
—Te voy a…
Puso los ojos en blanco porque ahora competían por quien tenía el
mejor hijo arcángel. Aquello era de locos. Se mordió el labio inferior.
¿Había dejado embarazada a una chica en el instituto? Bueno, no podía
—Sobre el toldo…
Sí, era un cabezota. —En cuanto pase el ayudante del sheriff lo
ponemos.
poder que nunca y por eso será su momento para que intenten salir. Es
evidente que ese poder está aumentando a medida que se acerca el día, ¿no?
—Sí.
—Pues si consigo comprobar si una prensa les retiene, aunque solo sea
unos minutos, eso significaría…
—Que en un día normal en cuanto pase el eclipse la prensa les retendría
por sí sola.
—Exacto.
—Cariño la prensa estará en medio molestándonos. Y no sabemos si
soportará el primer impacto lo que puede ser un desastre en un momento
así.
—Pues entonces déjame hacer la prueba la noche antes. Ese día también
me sirve.
Miró sus ojos. No se daría por vencido. Entonces una idea se le pasó por
la cabeza y sonrió incrédula. —Ya la has encargado, ¿no?
—¿Yo? No, nena… Yo sigo órdenes.
Nada, que no dejaba las pullitas. —Está bien. La noche antes haremos la
prueba. Pero si noto algo raro se retirará de inmediato.
un pelo!
—Nena, no la escuches.
—Es que me saca de quicio.
Matt miró hacia la carretera. —Joder, Cass date prisa que viene el
estaba ayudando a mi chica a recoger barro para sus obras. ¿Sabes que es
escultora?
—Sí, y por lo que se dice en el pueblo era muy buena en el instituto.
dijo que nos casaría la semana que viene y ya sabes cómo es el cura, más
vale llevarse bien con él que luego todo son pegas.
—Sí, claro.
—¿Qué pasa, Peter? —dijo mirando de reojo a Cassady que a toda prisa
—¿Qué?
—El marido de Mary Lou Martin nos llamó ayer por la noche porque no
sabía nada de ella. Le dijimos que hasta que pasaran veinticuatro horas más
no podía presentar una denuncia, pero aun así llamé al jefe que tampoco
contestó. Encontré su coche esta mañana ante la casa de tu madre, pero ella
tampoco estaba en la vivienda y…
—¿Mi madre? —preguntó alterándose.
—¿Cariño? —preguntó Cassady llegando a su lado y cogiendo su brazo
en señal de apoyo.
—Y eso no es todo cuando entré en la casa había signos de lucha y un
agujero en el techo que es de lo más incomprensible. Esta mañana me ha
llamado la chica que trabaja en la casa del cura para decir que no había
dormido en casa y la esposa del alcalde se acaba de presentar en la oficina
del sheriff para decir que su marido ha debido ser secuestrado por las chicas
que trabajan en el club de carretera porque siempre que va llega a las cuatro
de la mañana. Me he pasado por allí y no estaba. Y lo más interesante no
estuvo en toda la noche. Hace una semana que no va por allí.
raras.
—¿Qué cosas?
—Libros sobre el demonio y un símbolo en el suelo. Satánico.
—¡No digas tonterías, Peter!
estaba bien. Por eso dejé de trabajar en su casa. ¿Y sabes qué? No era la
única que no estaba bien porque la madre de Jessica la echó de casa con su
hijo porque decía que cuando llegara su amiga iban a estar muy ocupadas y
que no podía ayudarla con el bebé. Aquí la tengo viviendo conmigo. Menos
mal que acogí a la pobrecita, pero para eso están las amigas.
para verme.
—Oh, es cierto, pero casi ni la vi porque discutimos. Me había echado
de casa y quiso largarse.
—Entonces hace días que no la ves.
—No. —Forzó una sonrisa. —Pero seguro que está bien, ¿no?
—Sí, claro. No te preocupes. Les encontraremos a todos.
—¿A todos?
—Yo te lo explico que Peter tiene mucho que hacer.
Peter miró hacia el granero. —¿Quién es ese?
Todos se volvieron para ver que Charlie vestido como un hombre de
Wall Street iba hacia el coche. —Es mi abogado. Ha venido a solucionar el
tema de la expropiación. El abogado del ayuntamiento ya puede ponerse a
—Sí, la casa de la familia estaba llena de termitas y era muy vieja con
habitaciones poco prácticas. La haremos mucho más funcional y al norte
haremos la planta de producción ya que está al lado de la interestatal. Mi
chica tiene hectáreas de sobra.
subsanarlo.
—Más te vale —dijo Cassady.
—¿Tengo que hacer algo? ¿Se harán batidas de búsqueda o algo así?
—De momento no. Déjanos investigar un poco. Te avisaré. ¿Estarás
aquí?
—Sí, hemos habilitado el granero como vivienda mientras acaban las
obras. Puedes llamarme al móvil. —Se lo dijo para que lo apuntara en su
libreta. —¿Lo tienes?
—Está bien. —Dio un paso hacia ella. —Entiendo que estés dolida,
pero deberías llamarle.
—Lo haré.
Peter asintió. —Os llamaré. —Fue hasta su coche y en ese momento se
Peter miró hacia ella antes de poner los ojos en blanco y caer de costado
tan largo como era. Jessica hizo una mueca. —Deberías tener una piel más
dura. —Chasqueó la lengua antes de mirar a su niño que gorgoteó. —Te
gustará como padre, es un buen hombre. Ya le endureceremos, ¿verdad que
sí, amor mío? —Miró hacia abajo y le tocó con la punta del pie en el muslo
soltando una risita. —Despierta cielo, que tienes mucho que hacer.
Bedelia se puso a su lado. —¿Le ha dado un infarto de la impresión?
Porque a ver cómo justificamos eso. —El coche de Charlie se detuvo y
desde la ventanilla levantó una ceja. —Cielito, ¿has visto que flojo?
—Sí, preciosa. —Sonrió divertido mientras Jessica jadeaba indignada.
—¿Me quedo?
—No, arregla lo del ayuntamiento —dijo encantada. Este aceleró
haciendo sonar la bocina—. Este está en el bote. —Soltó una risita mientras
conmigo.
Bedelia miró a Peter. —Y es mono con esos ricitos rubios. Además está
macizo.
—Va al gimnasio a Pearsall.
—Ah.
Unas voces las hicieron estirar el cuello hacia el agujero. —¡Te ha visto!
—gritó Cassady mosqueadísima.
—Y a ti no. ¿eh?
Peter gimió y abrió los ojos para ver sobre él cuatro cabezas con una
sonrisa en el rostro como si estuvieran chiflados. —Ah… —Se encogió
—Cariño, mira que bien te viene. —Él la fulminó con la mirada y ella
chasqueó la lengua. —Qué rencoroso eres.
¿Estás bien?
—Vigilantes.
el próximo eclipse evitando que salga Satán por la puerta de ahí. —Sonrió
matarle.
—Seguidores de Satán.
—¡Lo que voy a hacer es acercarme al coche y pedir refuerzos, eso voy
a hacer!
—No, no es muy listo —dijo Bedelia—. Chica búscate a otro que este
Matt bufó. —Habla así de todos, que menudas pullas me comí yo, pues
él también.
—Eso, cielo.
crisis de pareja.
—Has visto las alas, por eso te has desmayado —dijo Bedelia
empezando a mosquearse.
—Pues eso.
—A ver si piensa que están vivos que este no es muy listo —dijo
—La leche. Otro que tiene familiares ahí dentro —dijo Bedelia a punto
de reírse.
—Pues eso.
—Jess, esto es muy gordo. ¿Cómo te has metido en un lío así? —gritó
de los nervios.
risita.
Él sonrió y sin dejar de mirarla estiró la mano y tocó la piedra. Abrió los
ojos sorprendido. —Siento…
—¿Más fuerza?
—Sí.
—¡Peter!
Él levantó la vista hasta Cassady. —Ahora eres uno de los nuestros y
—Y había fotos. Fotos vuestras. ¿Por qué creéis que vine aquí primero?
—¿No recogiste las fotos del pentagrama? —preguntó Matt alucinado.
—¡Y tú también volviste a por el coche! Podrías haber hecho algo, ¿no?
Peter puso los ojos en blanco. —Que desastre. —Se quitó la gorra y se
pasó la mano por la nuca pensando en ello. —Y Jack está recogiendo las
pruebas…
otros.
El ayudante del sheriff asintió. —De eso me encargo yo. ¿Pero hacia
sangre sea de gallina o algo así. Hicieron un ritual. Mi madre no estaba muy
bien de la cabeza. Estaba obsesionada con esos temas.
las evidencias crees que están vivos y que hay que seguir buscando. Que no
perdéis la esperanza y cosas así. Revisa bien todo para la llegada del FBI.
—Pero tenía que venir por una razón, ¿no? —Se acercó a ella y le gritó
a la cara—¡Cómo la llegada del fin del mundo!
Cassady miró a Matt con ganas de pegarle cuatro gritos —Hasta ellas
tendrán una cita antes que yo.
arcángeles?
—Es que los arcángeles tienen muy mala leche. Imparten justicia.
dijeron —Sí.
—Estupendo, pues me voy al pueblo para hacer mi parte.
Jessica impulsivamente le besó en la mejilla sonrojándole. —Que
Rio como una tonta y Cassady fulminó a Matt con la mirada antes de
alejarse. Él asombrado preguntó —¿Qué? ¿Qué pasa ahora?
Sentada sobre la piedra con las piernas colgando acariciaba la barriguita
Un ruido tras ella la asustó y miró sobre su hombro. Matt estaba allí con
una caja de pizza y unas latas de refresco. —La ha traído Charlie cuando ha
no aguantaba más esa tensión, discutían por todo y tenían que aclararlo. —
Yo te quiero.
—Estabas predestinado a ello, como yo, así que no estás aquí solo por
mí, cielo. Era tu destino.
—Creía que…
—No te calles ahora.
—Te sientes defraudado por mí. —Apretó los labios asintiendo. —Es
increíble. —Se levantó furiosa.
—Nena…
—Pero no es suficiente, ¿no? Tienes que ser lo primero. ¡Pues
bienvenido al mundo real, no eres lo primero! —Se quitó el anillo. —Y
como es una falta tan grave como para tratarme así, me acabo de dar cuenta
—¿Inseguro? ¡Insegura tú que nunca te has creído mi amor, por eso has
dudado de mí!
Sus ojos se llenaron de lágrimas. —¿Crees que no me dolía pensar así?
¿Que no me hubiera gustado olvidarlo todo y simplemente dejarme llevar?
Pero hay mucho en juego.
fuerzas del demonio ya no eran las mismas. Gritó sin dejarse vencer
sintiendo como la piedra raspaba su brazo hasta dejarla en carne viva.
Entonces escuchó una voz en ese idioma que no entendía y suspiró de alivio
cuando se alejaron.
Una risa hizo que cerrara sus ojos. —Le has perdido, le has perdido —
—A ver cómo te las arreglas con esos inútiles que te acompañan —dijo
maliciosa.
—¡Cállate!
—Ahora estáis perdidos.
—¿Cómo que se ha ido? —dijo Bedelia asombrada mientras su
esfumado.
Charlie se sentó frente a ella. —No es propio de él, cuando se entrega a
algo no se da por vencido.
—Le devolví el anillo —susurró.
Claro que volverá. Tiene una misión y te ama. No nos dejará tirados.
Sabía que su hermana no se creía lo que decía, pero ella tenía la
esperanza de que volviera. No dejaría de hacer lo correcto, aunque ella le
hubiera defraudado. —Dijo que si estaba aquí era por mí. Que los demás le
daban igual.
—Estaría enfadado —dijo Charlie—. A veces se dicen tonterías cuando
se está enfadado. Volverá.
Capítulo 15
Pero no regresó. Los días siguientes Peter tuvo que lidiar con la prensa
y la noticia se diluyó poco a poco por la falta de pistas. El FBI ni apareció
por allí porque no había cuerpos y la sangre era de gallina. Era una
desaparición, que era un misterio para el pueblo, pero pudieron estar
piropearle por lo bien que había llevado el caso. Le alababa cada vez que
daba una idea y ahí fue donde se dio cuenta de sus fallos. Ella nunca había
animado a Matt, nunca había agradecido su ayuda o le había mimado. Era
bastante molesto azotaba Texas, pero no había una sola nube en el cielo. En
esperanza que tenía a que pudieran controlarlo porque los ataques cada vez
eran más fuertes y continuos demostrando su fuerza. Observó como Peter le
hacía un gesto de asentimiento y ella miró la máquina que estaba lista para
ser probada.
contenerlo entre dos. Muchas veces los chicos tienen que ayudar.
—Debemos hacerlo para el futuro. Puede que Matt tenga razón y nos
ayude.
—Como digas.
máquina—. ¡Si notáis que este chisme cede, Peter la apagará y actuaremos
nosotros!
Jessica asintió al otro lado con Charlie tras ella dispuesto a echar una
puerta con su presión se acercó para ver que Peter había hecho un buen
asintió. Vio su pequeña espada colgada del cinturón que Jessica les había
Agachando algo la cabeza para poder abrir los ojos vio que la máquina
distrajeran.
Peter rio. —Necesitaremos una mucho más grande y con más potencia.
noche difícil.
—Sí, Charlie vete con ellos y descansad un rato. Después volvéis y que
vaya Bedelia.
—Sí, jefa. —Charlie muy contento dio otro beso a su ahora novia y se
fue con sus nuevos amigos muy ilusionado. —¿Habéis visto cómo la ha
retenido? —Dio un golpe en la espalda a Peter. —Buen trabajo.
—¿Piensas en él?
a pensar…
se la dio a él.
—Pensé que si los aztecas las habían enterrado es que podía hacerse.
más fuerza que antes? ¡Porque por lo que he visto hoy no!
puerta sonriendo de esa manera que la volvía loca. —¿Me has echado de
menos?
Atónita puso los brazos en jarras extendiendo sus alas con ganas de
tierra.
—¿Enfadada?
pasado algo!
Matt se lanzó al suelo cayendo de pie ante ella mientras sus ojos se
llenaban de lágrimas por el miedo que había pasado. —Llegué a creer que
te había perdido.
porque estuviera allí era tan intensa que parecía que el corazón se le iba a
salir del pecho. —Te he amado y te amaré más allá de la muerte.
harías eso?
—Parece muy seguro de lo que dice, este no ha visto los ataques que
largo!
Sonrió maliciosa alejándose y Matt gruñó de nuevo volviéndose hacia
Yo le dije que tendría que haber más, que llevaban mucho tiempo esperando
ese momento y que nos atacaría más gente.
—Con tu pareja compartes cosas que no compartes con los hijos. ¿Qué
haría yo si desaparecieras? ¿Qué hiciste tú el día de nuestra boda?
—Ir a buscarte.
—Exacto y lo hizo, estuvo allí. Incluso abrió su coche. Me lo dijo una
—Sí, todo lo que hizo fue simplemente para vengarse de mi madre por
lo que había hecho en el pasado, pero su intención nunca fue ayudarnos a
salvaguardar la puerta.
—Entiendo. Seremos atacados por ambos flancos.
—Exacto.
ayudarle a salir?
—Dios mío, ¿qué me estás contando? ¿Que vendrá gente de todo el
país?
Matt apretó los labios asintiendo. —Sí, nena. Y puede que del mundo.
—¿De la gente del pueblo? No. Pero hace días que no va a trabajar para
ayudarnos. Ha dicho que está enfermo. Para que no le molestaran apagó el
teléfono.
—Pues seguro que debe tener mil mensajes porque en el pueblo no dan
ayudarnos eso?
—Era de mi abuelo. Estaba en una de las cajas de los libros.
del pueblo. Hasta que mi madre le dijo lo de la puerta, claro. Pero estos
dibujos son más antiguos porque aquí hay un apunte de que estos se
nombres con sus números de teléfono. Algunos de los que tenían dirección
estaban tachados, pero eran muchísimos y Matt pasó la hoja para mostrar
más.
—¿No me digas que…?
—No estaba seguro de nada, cuando me dijo que no había más
por la ventana. Creo que los demás deben estar esperando en la puerta del
aeropuerto. Me da que no llegarán a tiempo.
—¿Le has matado?
—Tenía que evitar que vinieran. Muchos de los que visité de la lista ya
no estaban en su casa, así que seguramente les veremos aquí.
demás. Ya nos libramos una vez y no creo que nos libremos otra. Debemos
dejar que se acerquen. Tus tierras están muy aisladas.
Cassady entrecerró los ojos. —No podremos hacer dos cosas a la vez.
Su fuerza aumenta y os necesitaré a todos.
—¡Y ha funcionado!
Separó los labios de la impresión. —¿De veras?
—¡Cariño, mañana a las doce y treinta y ocho del mediodía vamos a ver
a nuestro creador como no hagamos algo! ¡No tengo tiempo para besos!
—Te aseguro que no. —Tiró la libreta a un lado. —He impedido que
vengan muchos porque varios de los muertos eran una especie de jefes de
aquelarres, pero en realidad no sé cuántos quedan ni los que se presentarán
aquí.
—Eso si ese malnacido no influye a gente inocente para que le ayude.
cualquier chisme tienen que evacuar. Solo tiene que saltar la alarma. Hay
una base del ejército de tierra a veinte minutos. En cuanto suene la señal se
pondrán en acción y con ayuda de las autoridades de la zona evacuarán a
todo el mundo en un radio de cien kilómetros.
Apenas una hora después sonó la sirena del pueblo. —Ese es mi chico
—dijo satisfecha antes de meterse medio sándwich en la boca. De repente
preguntó Charlie.
Peter contestó —Sí, y deberíamos esconder los coches detrás del
refresco.
las pelis para saber si se acerca alguien —dijo Jessica—. Trampas, estacas
que se clavan en cuanto se pisa algo… —Todos se echaron a reír. —¡Eh,
como en Rambo! Hablo en serio, si nos libra de seis o siete eso que nos
ahorramos.
—Nena, ¿estás bien? ¡No tendrás fiebre! ¡Ni se te ocurra ponerte mala
ahora!
—Lo siento.
—No tienes que sentirlo. Y no tienes que decirme lo genial que soy para
que mi ego se haya dañado porque no puedo ser lo más importante para ti,
se movió. —¿Nena?
—Está Bedelia.
—Estáis a la par.
ellos suavemente para mirar su rostro. —Lo siento, nena. Siento haber sido
tan egoísta. En estos días sin ti me he dado cuenta de lo injusto que era
contigo porque si algo has hecho desde siempre es demostrarme lo
importante que soy para ti. Y no con palabras a veces una mirada basta.
—Tanto que nunca creí que pudiera amar así. Has pasado a ser lo más
favor, ¿quieres?
—Lo que quieras.
pequeños.
Ella soltó una risita sintiéndose muy feliz. —Hecho. —Él acercó sus
labios a los suyos y la besó de una manera tan tierna que supo que ese beso
agotada por la noche que habían pasado y vio a Bedelia, Charlie y Jessica
con varias vasijas en las manos saliendo del granero. —¿Qué hacéis?
—Deben estar aquí —dijo Bedelia muy seria. Cassady al ver el temor
en sus ojos se enderezó—. Nos han protegido siempre y deben estar en este
momento.
Pon la de mamá aquí sobre la puerta. Bedelia sonrió caminando con ella
hasta estar encima de la piedra. —Ponla en plano si puedes no me gustaría
estaba ahí y eso sin saber por qué la hizo sentir más segura. —Colocarlos a
—Sí, Cassady.
—¿Y bien?
son muchas trampas, pero serán eficaces. Todas están colocadas como a
cien metros, así que cuidado. —Se acercó y pasó el dorso de sus dedos por
nosotros.
Le dio un beso en los labios y fue hasta el granero. Los chicos habían
puertas de la casa para dar intimidad. Sin desvestirse siquiera giró la llave
para dejar que el agua le cayera encima. Mierda, estaba templada. Cerró los
ojos dejando que el agua cayera sobre su nuca. Le dolía todo y no había
acabado. Igual se había excedido, pero había querido que los demás
descansaran ya que ella era la que tenía más fuerza. Puede que hubiera
Si salían de esa qué vida les daría a sus hijos. Se echó a llorar tapando su
rostro.
—dijo en su oído—. Y cuando pase te haré la casa más bonita del contorno.
terrestre que será el más puntero del mercado. —Sonrió sin poder evitarlo.
—Eso sin contar que pondré tres generadores por si falla uno y habrá
ganado.
una reina.
—Como te mereces. Pero antes nos casaremos y nos iremos de luna de
elevó ante su cara para ponerle en el dedo un anillo con unos diamantes con
formas de alas.
cerró el agua antes de cogerla en brazos. —Vas a dormir, aunque solo sea
una hora.
Como sabía que no se iría si no lo hacía los cerró y sintió su beso sobre
sus labios. —Aprovechado.
el de todos nosotros.
Abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama con la respiración agitada.
los suyos. Matt y Bedelia se elevaron volando y eso les detuvo mirándoles
asombrados. Matt la vio y elevando su espada gritó —¡Vete a la puerta!
—¡No, Matt!
Su hermana y él fueron hacia los hombres y mujeres que de repente
echaron a correr hacia ellos. Cassady no tuvo más remedio que volar hacia
la puerta donde Jessica y Charlie resistían un ataque. Ella clavó su espada al
—¿Qué?
Se escuchó un estremecedor rugido en el interior. —¡Se está
preparando!
—¡Jessica ayúdales, les necesitamos!
Jessica se elevó y ella tuvo que poner toda su fuerza en ello. Preocupada
por los suyos miró hacia arriba. —¡Peter!
hora de echarnos una mano. —El suelo tembló y miró hacia abajo.
Entonces vio las vasijas y recordó su sueño. Recordó como en el diario
decía que estarían a su lado y tuvo un presentimiento. Se lanzó en picado y
remolino con sus cenizas y ella se elevó sobre él gritando mientras elevaba
su espada. Matt miró hacia ella y en ese momento las cenizas se disiparon
Su madre agarró a dos por las cabezas aplastándolas una contra la otra y
gritó —¡Hija vete! ¡Les retendremos!
Se volvió mientras la tierra temblaba y se lanzó en picado al agujero.
Eran muchos para estar ante ella, sería casi imposible empujar así. —¡Peter,
Charlie, apartad!
volaba empujando con el hombro. Por como temblaba la tierra supo que no
sería suficiente. Al ver que la piedra se resquebrajaba asustada miró a Matt.
parte de la piedra, debía significar algo. —¡Sujetad! —Se agachó sin soltar
una mano y cogió su espada poniéndola como indicaba el símbolo. La
espada se pegó a la piedra con fuerza y brilló casi cegándoles, pero ella no
se apartó empujando con ambas manos. —¡Jess!
Desenvainó su espada e hizo lo mismo colocando la punta hacia abajo y
Matt sin perder tiempo la imitó. Bedelia miró a su hermana a los ojos y
Cassady susurró —Clávala.
medida que la luna cubría al sol, la luz que despedían las espadas se hacía
más fuerte y los temblores en la piedra disminuían. —¡Aguantad! —gritó
Matt—. ¡Esto no ha terminado!
la piedra intentando ayudar. —¡Aparta! —gritó Jess porque sin darse cuenta
Matt y Cassady empezaron a agitar sus alas para empujar. Su amiga ocupó
una esquina.
Entonces Cassady sintió un roce en un costado y miró hacia atrás para
ver a una chica vestida totalmente de negro que apenas era una adolescente
con un arma en la mano. —Dejadle salir.
Volvió a disparar una y otra vez y las balas revotaron en su carne
cayendo al suelo. Sorprendida dejó caer la pistola y su madre volando llegó
en ese momento, la agarró del brazo y la lanzó fuera del hoyo. Lo sintió
muchísimo por ella. Era una cría, aquello era una locura.
en sus ojos. El impacto fue tan brutal que les tiró a todos sobre la tierra
provocando que todo temblara con fuerza. Cuando Matt miró hacia ella vio
como su cuerpo sangraba por varias heridas antes de caer al suelo sin
sentido. El aire se detuvo y se hizo el silencio antes de que las espadas
cayeran a su alrededor.
—¡Cassady! —Él corrió hacia ella y en ese momento sus alas
desaparecieron. —¡No nena, no! —La abrazó con fuerza pegando su mejilla
—¡No! ¡No! ¡Ella no! —La abrazó de nuevo y miró a su hermana que
sollozaba rota de dolor. —¡Ella no! ¡No se lo merece! ¡Yo sí! ¡Cass ha
sacrificado toda su vida por la puerta!
Bedelia llorando cayó de rodillas. —Cassady. —Sollozó tapándose el
Juro que lo haré, nena. Abre los ojos. —La pegó a él. —Abre los ojos, mi
amor. Porque te amo más que a nada y nada soy sin ti.
—Por un abrazo tuyo todo merece la pena.
Se le cortó el aliento y se apartó lentamente para ver que abría sus
Bedelia apareció sobre ella. —¡Me has dado un susto de muerte! —Se
echó a llorar. —Estás viva, no daba un dólar por ti.
Sonrió divertida. —¿Y dejar escapar al hombre de mis sueños? —Miró
el rostro de Matt. —Está destinado a mí.
—Eso no lo dudes, nena. Somos uno desde que esos preciosos ojos se
posaron en mí.
—Y no te quitaré ojo, amor. De eso puedes estar seguro.
Epílogo
de acero que tenía delante. Al escuchar que su suegra gritaba que la dejaran
salir bufó. —Qué pesada. —Se giró y su mirada recayó en las espadas que
los gráficos en la bandeja para que los revisara Matt en cuanto llegara. Pasó
que lo hace en cuanto llegue —dijo desde la sala. En cuanto se acercó a ella
bonita, pero creía que la querías en blanco como la mía. Además Charlie
dijo que también le gustaba más.
—. Genial, mi marido tardará una hora en llegar por culpa del tuyo. No sé
qué de unos contratos.
—No te quejes, el mío también está muy liado con el nuevo prototipo.
La vida es demasiado corta como para privarnos de lo que nos gusta, sobre
—No va a pasar nada malo. Tenemos todo preparado para que lo tengas
con las cenizas, así que habían decidido colocarlas allí protegiendo la
puerta. A pesar de que podía subir por las escaleras decidió subir en el
ascensor y se tocó el costado. —Vamos, vamos... Cielo, tienes que apurarte
Moderna limpia y muy funcional. Casi no se podía creer que tuviera esa
pared a pared. Matt había insistido en eso porque ya que tenían que estar
tanto tiempo en casa que al menos tuvieran la luz y pudieran ver el paisaje.
Apretó los labios mirando esos campos ahora llenos de árboles y flores que
su marido había insistido en plantar. Incluso tenían una maravillosa piscina
pero nadie supo dar respuesta a lo que ahora era para todos un misterio.
Ángel se acercó y pasó su lomo por sus piernas. —Estás muy mimoso,
¿quieres salir? —Abrió la puerta deslizándola a un lado y salió al amplio
porche que conectaba las tres casas iguales. Escuchó a Jessica tocando el
arpa en el salón de su casa e hizo una mueca porque cada vez lo hacía
mejor. Miró hacia el cielo y tomó aire dejando que el sol le diera en la cara.
una ceja. —Y no lo digo por inflar tu ego. —Él se echó a reír cogiéndola en
FIN
Sophie Saint Rose es una prolífica escritora que lleva varios años
1- Vilox (Fantasía)
2- Brujas Valerie (Fantasía)
54- La portavoz
55- Mi refugio
56- Todo por la familia
57- Te avergüenzas de mí
58- Te necesito en mi vida (Serie época)
68- Vuelve
69- La Reina de mi corazón
5. No cambiaría nunca
6. Lo que me haces sentir
7. La consentida de la Reina
8. Lady Emily
9. Condenada por tu amor
10. Juramento de amor