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Fragmento 1 (A partir de Adamovsky, E)

Para Sarmiento las discordias de la época eran una lucha dramática entre dos tendencias
históricas. Se trataba de la “civilización” tratando de abrirse camino en un terreno todavía
dominado por la barbarie. La civilización venia de la mano de las clases letradas de las ciudades,
especialmente las de Buenos Aires, que representaban una avanzada de la cultura y de las
costumbres europeas, portadoras del progreso.

La “barbarie” se hacía fuerte en el espacio rural, especialmente en el interior del país, y entre los
pobladores criollos mestizados de clase baja, que eran los que engrosaban las montoneras. El
progreso requería que las fuerzas de la “barbarie” fuesen erradicadas de raíz, un modo de
concebir las tareas de la hora que, naturalmente, invitaba a la intolerancia hacia los adversarios
políticos y hacia las clases bajas, al menos tal como se presentaban en ese momento.

Fragmento 2 (Sarmiento)

“Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña
no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar. Incapaces de progreso. Su
exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar
al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado” D.F. Sarmiento

Fragmento 3 (A partir de Eggers Brass)

Para los jóvenes de la generación del 37 el modelo de país a construir estaba en Europa (o en la
llamada civilización occidental, ya que Sarmiento, después de sus viajes, observando la crisis en la
que se debatían los europeos debido a las revoluciones liberales y la búsqueda de un cambio, optó
por elegir como modelo a Estados Unidos). Europa encarnaba la civilización, el progreso, lo
imitable. Nosotros teníamos el pesado lastre de la época colonial, que nos sumergía en la barbarie,
en lo primitivo, en lo que nos ataba al pasado y nos impedía avanzar hacia un futuro.

Tomando el esquema europeo se planteó la dicotomía civilización o barbarie. Para Sarmiento la


civilización era lo que se daba como reflejo de lo europeo: la vida que tenían los grupos cultos con
pensamiento liberal propios de la ciudad porteña y de algunas ciudades del interior. La barbarie
estaba representada por los gauchos, las montoneras, los caudillos que se oponían al proyecto de
los liberales (“la barbarie americana en sus formas odiosas y repugnantes”). El nivel inferior, el
salvajismo (es decir, los indios) no era tenido en cuenta porque lo consideraba fuera de la cultura
criolla y debía ser eliminado.

Fragmento 4 (A partir de José Luis Grosso)

Los indios ya largamente sometidos e integrados a la producción colonial dispersos en las


campañas y periferias urbanas después de la Independencia, debieron alterar su identidad en una
Nación en la que no se podía seguir siendo “indio”, de lo contrario podría ser excluido de la
ciudadanía. El indio “bárbaro e infiel”, el negro y los mestizos eran enemigos de la “civilidad”, la
“razón” y el “progreso”. Masacre, encarcelamiento, mercado de mano de obra servil, dispersión
de pertenencias comunitarias, fragmentación de familias fundaron un espacio que reconvirtió a los
indios, a los negros, a los morochos salvajes y domesticados en “ciudadanos argentinos”.

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